Enrique Garrucho Laural ha desarrollado toda su vida profesional en el mundo de la hostelería. A sus 86 años, de formación autodidacta, con la mente muy bien amueblada, nuestro protagonista quiere compartir un sueño que ha tenido, y que desea ver hecho realidad en El Puerto.
1928.
En 1928 era alcalde de El Puerto, Alfonso Sancho y Mateos. Pedro Muñoz Seca estrenaba ocho obras de teatro, entre ellas ‘El Teniente de Alcalde de Zalamea’. El 10 de febrero de dicho año se fundaba el Racing Football Club de El Puerto, celebrándose los primeros encuentros en la Plaza del Polvorista. El maestro Antonio de la Torre González era aquel año Secretario de la Sección Juvenil de la Cruz Roja de Medina Sidonia.
El 2 de abril de ese año es nombrado Hijo Adoptivo el benefactor local Elías Ahuja y Andria. Antonio Cruzón Moreno, patrón del Vapor ‘Cádiz’ se cayó al agua desde el cantil del del muelle a primeros de junio. Nacía en Cuba el banderillero Paco Cossío ‘el Mejicano’ o ‘el Escayolista’.
Enrqiue es hijo de Manuel Garrucho y de Laura Laural , nació en 1928. Empezó a trabajar desde muy niño, lo que no le permitió estudiar y lo que sabe lo aprendió por su interés y por su cuenta. Sabe hasta un inglés coloquial. Con apenas 10 años empezó a trabajar en El Cafetín, propiedad de Angel Sordo, quien le, en sus palabras, «le salvó de la calle» al fallecer su madre. Aquella circunstancia le hizo prometer un difícil juramento para alguien que ha estado durante tantos años en la hostelería: no probar nunca ninguna bebida alcohólica, algo que mantiene en la actualidad. En aquel entonces vivía en la calle San Sebastián número 18. Con 16 años entraría a trabajar en La Concha --el bar del desaparecido Teatro Principal-- con Prudencio Rábago de Celis, que antes había sido encargado en El Cafetín. /Enrique, en una imagen de 1953.
Enrique, en el Bar La Concha. Vemos una máquina de hacer helados. La fotografía está fechada en 1963, año en el que Juan Lara pintó uno de los carteles de Feria que aparece en la imagen.
Y de ahí montó en sociedad con Rábago de Celis el Bar La Braña, en La Placilla, entre la tienda de calzados Heredia y donde hoy se encuentra Marcos Selma, local que en la actualidad es una tienda de ropa. Se jubilaría en 1975, no sin antes haber sacado un buen pellizco en la lotería, que le permitió afrontar de mejor manera la vejez que hoy disfruta. Estuvo casado con María Marroquín Sanchez, hasta el fallecimiento de ésta, con quien tuvo un hijo de nombre Enrique.
Dos imágenes del Bar La Braña, en La Placilla. En la imagen de la derecha, aparece Enrique junto a su hijo, asomado a la ventanilla.
EL SUEÑO TAURINO.
Enrique que no se considera aficionado a los toros, pero si amante de lo español, ha tenido un sueño que ha querido compartir en Gente del Puerto y que ha trasladado a representantes de las Bodegas Osborne, a algunos miembros de la corporación porteña, así como a la presidencia de la Real Plaza de Toros. Pero quiere comunicarlo organizando en El Puerto un encuentro de la Unión de Criadores de Toros de Lidia así como de la Federación de Escuelas Taurinas. Para ello ha solicitado a los anteriormente citados señores con los que ya ha mantenido una reunión, que insten al alcalde de la Ciudad a propiciar dicho encuentro.
Enrique quiere contar una nueva forma de hacer la tauromaquia, con algunos cambios de sus elementos, que el público no vería, pero que cambiaría sustancialmente los modos del arte del toreo. Algo tan revolucionario como cuando se le pusieron los petos a los caballos y evitaron la muerte trágica de tantos caballos destripados en las plazas. Algo que Enrique se reserva, pero que avanza en secreto a sus contertulios, porque considera que el sueño que ha tenido le ha sido revelado por una instancia superior, que será bueno para la Fiesta Nacional, y que quiere presentarlo en El Puerto. Dicho queda. /Texto: José María Morillo.
Francisco Navarro Mariscal nació el 11 de junio de 1924, siendo el mayor de cinco hermanos del matrimonio formado por la portorrealeña María Mariscal y el portuense Francisco Navarro. Nació en Puerto Real para ser atendida la madre primípara por su familia, pero se trasladó pronto a El Puerto a la casa familiar en la calle Pozuelo, aunque otras serían las residencias de la familia: la calle del Correo hoy Ricado Alcón, Los Moros, San Sebastián, y Espelete, hasta que se casó en 1974 –ya mayorcito apurando al máximo su soltería—con Milagros Fernández con la que tiene dos hijos, marchando a vivir a la calle Melero y, posteriormente en la calle San Juan, donde reside en la actualidad. Dentro de unos meses cumple unos 90 años magníficamente llevados.
EL FLAMENCO Y LOS TOROS.
Siempre elegante y atildado, le gusta vestir a lo clásico, ajeno a las modas, y bien se puede decir de él que es todo un clásico –“desde que empecé a gallear”, afirma--, y todavía conserva el genio y figura, acaso influido por dos de sus principales aficiones, el mundo del flamenco y el del toro.
Programa de mano de las Variedades presentadas por Manolo Carrillo. En el número 11, nuestro protagonista, Paco Navarro, interpretaba 'Madre Hermosa'.
De Paco Navarro se puede decir que es un gran conocedor de los cantes flamencos, además figuró en carteles de la compañía de Variedades de Manolo Carrillo (ver nótula núm. 076 en GdP) allá por los años cincuenta del siglo pasado, con la canción española. Cantaba por Juanito Valderrama y en flamenco domina todos los palos –desde Cádiz hasta Murcia--, aunque él se especializó en los cantes que miran mas al Mediterráneo: cartageneras, mineras, malagueñas… Socio fundador de la Tertulia Flamenca ‘Tomás el Nitri’ aún se le puede escuchar cantiñear algún sábado en un espontáneo arranque en la Bodega Obregón.
Tenía como compañeros en los carteles a Luis Aranda, Luis ‘el de los Huevos’(ver nótula núm. 203 en GdP), Maribel Suárez, su prima Carmen Mariscal, Miguel Leveque y su orquesta, Ángel Zamacola, o José Matiola ‘el Mono’, entre el amplio elenco de artistas.
De joven le gustaba ir por los campos donde había vacas cruzadas con toros bravos y allá que se iba a Puerto Real a dar algunos capotazos. Tanto fue así que llegó a actuar en un festival organizado, también, por Manolo Carrillo en la Plaza de Toros, a beneficio de la juventud de Acción Católica. Formó parte de la cuadrilla de Juan Suárez ‘Gitanillo’ y ‘el Pileta’, como peones del espectáculo celebrado hace 64 años, en 1950.
BODEGAS OSBORNE.
De pequeño estudió en una ‘amiga’ con Encarnación Cossi, en las calles Pozuelo y San Francisco y luego ya su formación sería autodidacta. Le gustan mucho las biografías y la historia y puede presumir en su casa de tener una buena biblioteca.
Embotellado de Bodega Osborne.
Pronto empezó a trabajar, con 15 años, en el embotellado de Bodegas Osborne, como aprendiz y haría de todo en la bodega, donde permaneció por espacio de 45 años llegando a ser el responsable del Embotellado y, posteriormente del Almacén de Exportación, hasta su jubilación, con 60 años, en 1984. Lleva pues, 30 años disfrutando de una merecida jubilación jubilosa, que reparte entre las tertulias con los amigos, su copa de Vino Fino diaria con cuyos compuestos antioxidantes alarga la vida, y pasear su elegante figura por las calles de El Puerto, donde conserva a muchos amigos.
En la imagen, entre Prudente Arjona y Javier Ros, de la web hermana Gente de Rota, en una visita a Bodegas Obregón.
De izquierda a derecha la rejoneadora María Zambrano, el ganadero Luis Sánchez Sánchez, desconocido, el torero Emilio Oliva Fornell, Gregorio Sánchez, el diestro Rafael Ortega Domínguez, Joselito Escribano Ivison, presidente del Club Náutico y el matador Francisco Ruiz Miguel.
La fotografía está tomada a las puertas de la Plaza Real, el día que se celebró la última corrida de toros y novillos la plaza partida, el 14 de julio de 1.995, hace 19 años. Gregorio Sánchez; Rafael Ortega; Juan Antonio Romero y los novilleros Pepe Alvarez; Emilio Oliva; y Rafael de Paula formaron el cartel de la anterior corrida a plaza partida celebrada el 31 de Agosto de 1958, hace 55 años. Juan Antonio Romero había fallecido el año 1974, y dos años después de tomarse esta imagen, concretamente el 18 de Diciembre de 1997, fallecía en Cádiz Rafael Ortega Domínguez. El espectáculo fue restransmitido en directo por Tele5, cuando era la tele de las 'mamachicho'. /Foto: Colección V.G.L
Programa de mano de aquella corrida a plaza partida:
La crisis no termina de remitir a pesar de las reiteradas promesas de los políticos y aunque lo económico algún día mejore, la llamada “generación perdida” de nuestro país se convertirá en una nueva generación de españoles por el mundo. Miembro de esta generación perdida, es Adrián Morillo, fotógrafo que, como muchos españoles, ha decidido marchar a probar suerte fuera de nuestro país.
«Mas que irme, siento que me han echado de España»
Hemos tenido la ocasión – y la suerte – de charlar con él a pocos días vista de su marcha definitiva a Londres. [Parte hoy sábado, desde el aeropuerto de Gibraltar con destino al londinense de Gatwick] Una marcha que solamente podemos observar con tristeza y que se convierte en un tópico cada vez más habitual en nuestros entornos. Descubrimos a Adrían con uno de sus últimos trabajos. Un trabajo íntimo, “Jondo”, lleno de grandes referencias a muchos maestros, una fotografía “sucia” como él mismo Adrián la llama pero con un nivel de intimidad muy profundo para acercarnos a la trastienda del mundo del Flamenco.
Adrián nace en Cádiz en 1986. En el momento de publicarse esta entrevista estará asentado definitivamente en Londres. Junto a sus proyectos personales trabaja en producciones cinematográficas, prensa y publicidad. Es Licenciado en audiovisuales en la Universidad Rey Juan Carlos y posee un Master en Bellas Artes en la Universidad Complutense.
Tradicionalmente ha trabajado desarrollando piezas audiovisuales documentales centradas en diferentes problemáticas sociales pero progresivamente se ha ido decantando por la fotografía ya que es un medio que le otorga más libertad para trabajar. Sus últimos trabajos fotográficos se han centrado en la investigación de diversas manifestaciones culturales arraigadas al sur de Andalucía a la espera de afrontar nuevas oportunidades en Reino Unido.
Bienvenido Adrián. Empezaré diciendo que me ha parecido que tu trabajo tiene un toque muy particular, casi siempre en Blanco y Negro muy contrastado, mucho grano, dejando intuir a veces …
Gracias. Efectivamente. Es una fotografía muy “sucia” debido a que mi trabajo documental siempre lo he desarrollado en la noche, generalmente con escasas fuentes de luz y realizando las tomas sin flash, por lo que no me queda otra. También es cierto que algunos referentes que he tenido en mente realizando mi trabajo tienen las características que comentas: Robert Frank, Anders Petersen, Bela Tarr… Hasta ahora todo mi trabajo se ha “pensado” en blanco y negro, creo que por que necesitaba intentar acercarme a la estética de los autores que más me marcaron cuando empecé a interesarme por la fotografía y también porque clarifica mucho las imágenes. El blanco y negro permite remarcar mucho ciertas sensaciones y sentimientos.
Respecto a lo que comentas de dejar intuir… es algo que creo que se ha desarrollado mucho más con mi último trabajo, “Jondo”, debido a que intentaba fotografiar las emociones que provocan la práctica del flamenco, no solamente las actuaciones. Esto conlleva fotografiar muchos momentos de reflexión, instantes previos a actuaciones… pequeños espacios de tiempo donde afloran ciertos sentimientos, que suelen estar acompañados de la ausencia de luz.
Tu trabajo documental recoge las tradiciones, principalmente del sur de España, de una forma muy íntima, muy desde dentro. ¿Cómo has hecho para conseguir llegar tan dentro? no habrá sido fácil.
El trabajo documental que llevo realizado hasta ahora ha sido en cierta forma una toma de contacto con mi tierra. Yo soy de El Puerto de Santa María, Cádiz, pero he estado viviendo fuera muchísimos años. Esto ha provocado que con el tiempo las manifestaciones socio culturales del sur se me hayan hecho ajenas y me haya convertido en espectador en mi tierra de origen. A nivel fotográfico es una suerte, ya que sentir extrañamiento y curiosidad por grupos sociales así como eventos que tienes a mano nada más abrir la puerta de tu casa es casi un regalo.
A finales del siglo XVIII, es posible que antes, se comenzaba a conocer en un cuadrilátero de la Baja Andalucía cuyos vértices fueron Cádiz, Ronda, Écija y Sevilla la práctica flamenca. Realizada por comunidades gitanas que se asentaron en el espacio territorial descrito, consistía en el relato entre los propios gitanos de las miserias y sufrimientos que padecían durante sus vidas.
Los trabajos que he realizado en Andalucía han nacido de forma espontánea. Conociendo a gente de forma casual, encontrando fotografías de personas que me han interesado por alguna razón y con la que he contactado, cruzándome con algún evento o fiesta… No son trabajos que nacieran de una reflexión previa, sino que me han atrapado y a posteriori les he ido dando forma de proyecto fotográfico. Esto es muy importante ya que me permite tener bastante confianza previa con las personas que fotografío y poder gozar así de intimidad con ellos.
Pero también tienes otros proyectos. En We we Wedding has realizado otro tipo de eventos muy habituales como son las bodas. ¿Qué te permites en este otro tipo de eventos?
Es un cambio respecto a mi trabajo personal, aunque en el fondo no muy diferente. Intento huir lo máximo posible de las fotos posado, fotos de grupo y estampas de recuerdo para trabajar desde la espontaneidad. Exceptuando ciertos momentos importantes donde se tiene claro qué hay que fotografiar, durante la boda me voy moviendo por todas partes buscando instantes emotivos, que afloran por todas partes. Es bastante estimulante porque encuentras muchas sorpresas. Esto implica también que dos bodas nunca son iguales, lo cual es muy positivo ya que así nunca se convierte en un trabajo previsible.
Marchas para Londres por motivos de trabajo ¿cómo afrontas esta experiencia? Cuéntanos un poco el proceso para decidirte a marchar.
Más que irme, siento que me han echado de España. Tras el derrumbe del mercado laboral, donde el sector de la fotografía, vídeo y comunicación ha sido muy dañado, he intentado ir viviendo con mi trabajo y desarrollando cursos, talleres, actividades culturales con la fotografía como protagonista… Pero aun así se hace prácticamente imposible sobrevivir con la situación económica que se ha instaurado en España. Así que tras probar todas las fórmulas posibles dentro del país, no me queda otra que irme.
En Londres tengo buenos amigos, algunas ideas que me apetece intentar desarrollar en un nuevo proyecto fotográfico y un mercado laboral que no es que sea la panacea, pero que, sin duda, me da más oportunidades que el español. Y el futuro creo que va a seguir en esta línea. Viendo el tono que está tomando la situación económica mundial, creo que la gente de mi generación y de las futuras vamos a ser migrantes de por vida, viajando a diferentes países según evolucionen las crisis económicas que vayan apareciendo, consecuencia inevitable del neoliberalismo. Hasta que no cambie el modelo…
¿Te sientes, entonces, como otros muchos españoles que no encuentran su sitio en nuestro país? ¿La fotografía no encuentra su sitio o no es apreciada? cuéntanos.
La fotografía en nuestro país se encuentra en un momento excelente, hay una grandísima cantidad de autores contemporáneos y jóvenes con trabajos fantásticos que además están obteniendo gran reconocimiento internacional, y autores incipientes apuntando buenísimas maneras. Nuevas escuelas muy interesantes, el boom del foto libro, nuevos festivales, magazines y revistas digitales… La fotografía, que siempre ha sido un arte algo secundario, se puede decir que se ha puesto “de moda”. Y con razón.
Ahora bien, somos muchos, por lo que es difícil “encontrar sitio” en España (cada uno puede interpretar encontrar sitio de distinta forma según el lugar que busque).
Cuentas que has trabajado realizando cortometrajes documentales hasta llegar a la fotografía donde encuentras más libertad de trabajo. ¿Cómo ha sido este proceso?
Pues fue un poco de golpe y porrazo. Antes de empezar a trabajar con la fotografía, realizaba piezas documentales con unos amigos donde hacía un poco de todo. Por diversas razones, el grupo con el que desarrollaba documentales se disolvió, justo cuando estaba preparando un proyecto acerca de los toreros de provincias en el sur de Andalucía. Me vi entonces en una situación difícil para desarrollar yo solo un trabajo documental por lo que pensé que tal vez no sería mala idea realizarlo mediante fotografías. Aunque tenía experiencia como cámara, en lo que realmente me había especializado era en la edición de vídeo, por lo que el proyecto se me planteaba como un reto. Decidí comprar entonces una cámara analógica (Nikon FM2), hacerme con un objetivo 50mm y un buen número de carretes. Ya que me planteaba un nuevo reto, quería tener los límites del número de disparos del carrete para obligarme a pensar qué era lo que quería captar, no estar probando sin tener claro qué quería, algo a lo que invitan a veces las cámaras digitales.
Estuve durante el verano realizando el proyecto y en octubre volví a Madrid con un gran número de carretes. Los revelé, empecé a ver todos los fallos que había cometido y a darme cuenta lo difícil que es crear una serie fotográfica que tenga cierta coherencia. Con todo, muchos meses después, finalicé el trabajo “Toreros de provincias”, proyecto final de un Master en Arte, Creación e Investigación que estaba realizando en la Universidad Complutense. Ese trabajo me permitió conseguir una beca para estudiar en la escuela de fotografía MadPhoto.
La experiencia que tuve con mis toreros, tanto realizando las fotografías como después dándoles forma, me enseñó mucho sobre la fotografía. Descubrí que era un medio que otorgaba mucha más libertad que el cine, que hacía más sencilla la conexión con quienes trabajabas, y sobre todo, que podía transmitir de una forma que hasta entonces desconocía ciertos sentimientos y sensaciones. Por lo tanto decidí seguir trabajando con ella.
¿Cuáles son tus perspectivas inmediatas en cuanto al tipo de fotografía que quieres hacer próximamente?
Ando dándole vueltas a un proyecto en el que la música, al igual que en Jondo, tiene bastante importancia. No sé si cambiaré la forma de trabajar las imágenes, tal vez probar cosas con color, uso de flash… Me daré un tiempo largo para ir probando ideas y ver que puede salir. Creo que es importante antes de empezar un proyecto perderse un poco, probar cosas, no tener muy claro qué se está buscando. A posteriori ayuda mucho a la hora de tener claro qué quieres hacer con tu trabajo.
También ando dándole vueltas a la eterna cuestión de ser un sujeto externo cuando estoy trabajando. Por mucha intimidad que tenga con las personas que aparecen en mis fotografías, nunca se llega a eliminar del todo la barrera entre el fotógrafo y las personas fotografiadas. No llego a estar plenamente integrado en la comunidad a la que acudo para fotografiar precisamente porque la estoy fotografiando. Es una cuestión sobre la que quiero trabajar en futuros proyectos.
Hasta aquí la entrevista con Adrián Morillo, un joven fotógrafo andaluz que deja nuestro país para poder trabajar, en el extranjero, como muchos otros ciudadanos de nuestro país. Dar las gracias a Adrián por su amabilidad en compartir sus experiencias con nosotros y le deseamos que todo marche muy bien en sus próximos proyectos. /Texto: Alfonso Domínguez Lavín. Fotos de Adrián Morillo.
"Hay personas que nos hablan y ni las escuchamos.. hay personas que nos hieren y no dejan ni cicatriz… Pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y nos marcan para siempre " (Cecilia Benavides de Carvalho Meireles. 1901-1964, Poetisa Brasileña)
Felipe Lamadrid Muñoz nació el 6 de julio de 1920, falleciendo el 8 de diciembre de 1980. Hijo del matrimonio formado por Felipe Lamadrid Gutiérrez, maestro y periodista represaliado por el anterior régimen político --natural de Puerto Real (ver nótula núm. 1094 en Gente del Puerto) y María Muñoz Rincón, natural de Ubrique. Ambos se conocieron mientras estudiaban en la Escuela Normal de Magisterio en Cádiz. Sus padres ejercieron como maestros en El Puerto, mientras el progenitor daba clases en el Colegio de la Plaza de El Polvorista, su madre las impartía en el Colegio El Hospitalito, esquina calle Zarza y Ganado. El resto de la familia lo conformaban sus hermanos Manolo ‘Malilo’, María de los Ángeles ‘Ayiyi’, María del Carmen ‘Mamen’ y María de los Milagros ‘Atito’, cariñosos apodos familiares. A Felipe le llamaban ‘Pipe’ sus hermanos, viviendo en la calle Cielos.
CONOCIDO PRACTICANTE.
Su profesión de practicante --como se conocía entonces a los ATS-DUE-- le hizo ser muy conocido en la Ciudad, por su trato amable hacia los demás y su actitud desprendida con muchas familias que padecían múltiples carencias de la época que les toco vivir, acompañado de un inseparable cigarro en la comisura de los labios. Sus conocimientos de medicinas y preparados específicos aprendidos como ayudante en la botica de Mejías, hoy Farmacia Viqueira, le valieron para aprender con maestría aquellas formulaciones que se elaboraban en dicha farmacia, actividad muy común en la época, pues entonces se preparaban y fabricaban los medicamentos por el propio farmacéutico y su equipo aventajado. /El joven Lamadrid, con 16 años, en el Hospital Militar de Sevilla, en 1936
Años más tarde al jubilarse el titular de la botica, un farmacéutico de Jerez, José María Viqueira Prieto se haría cargo del despacho y farmacia. El destino quiso que le presentara su hermana ‘Atito’ al nuevo farmacéutico y que, de este encuentro, naciera también el matrimonio Viqueira Lamadrid. Hoy día, sus hijos Pepe y Florencia, (ver nótula núm. 010 en Gente del Puerto) ambos farmacéuticos, regentan la misma Farmacia Viqueira y en su mismo emplazamiento (esquina calles Larga y Palacios), sucediendo así a su padre José María.
Promoción de Bellas Artes del año 1929-1930. En la fotografía, tomada en 1930, Juan José Bottaro Pálmer, en el centro, debajo del busto de Goya, que descansa sobre un capitel corintio. A la derecha del capitel, en la fila quinta desde el suelo, Juan Ávila. En la cuarta fila desde el suelo, el tercero por la derecha es Felipe Lamadrid. En la fila tercera desde el suelo, primero por la derecha, el escultor José Ovando Merino.En la fila segunda desde el suelo, el segundo por la izquierda, Manuel Lojo Espinosa, a continuación, de negro, el pintor Juan Lara Izquierdo y el quinto por la izquierda, José Antonio Lojo Espinosa; en la misma fila, tercero por la derecha, Francisco Moresco Farfán. En la fila del suelo, cuarto por la izquierda, Manuel García, padre de Manolo García Campos. (Foto Colección LSA).
LA ACADEMIA DE BELLAS ARTES
Su origen en una familia con formación intelectual, poco habitual en la época le hizo estar desde muy joven, tanto el cómo sus hermanos, en contacto con las artes. Su madre María, además, tocaba el piano, y Felipe ya apuntaba como pintor y dibujante en la Academia Bellas Artes de Santa Cecilia de El Puerto, como demuestra el cuadro adjunto que fue pintado cuando tenía la edad de 13 años y que atesora su hijo menor, Pedro Pablo.
Cuadro pintado por Felipe Lamadrid en 1933, a la edad de 13 años.
Fue alumno de pintura de Juan Bottaro, que, a la sazón y para congraciarse con el régimen franquista, se erigió presuntamente como uno de los delatores que intentaron vincular a su padre con movimientos republicanos, porque como asegura su familia «…en el mundo de la enseñanza le tenían mucha envidia a Felipe Lamadrid”. Su padre fue posteriormente apresado en Julio de 1936, tal y como se relata más adelante.
LA GUERRA CIVIL
En Julio de 1936, cuando contaba con 16 años de edad, estalla la Guerra Civil, y su padre es detenido y encarcelado en el Penal de El Puerto. A es edad, Felipe hubo de alistarse e ir a la guerra para así confraternizar con el llamado bando nacional para evitar su fusilamiento. Poco podría hacer en el frente un joven con tan pocos años. De aquella triste experiencia le quedó la secuela de un tiro en el dedo del pie y otro en la espalda a la altura del hombro. La familia no recuerda que hablara mucho de aquellas vivencias, solo de la penuria y las calamidades consustanciales a cualquier guerra y más en ésta, una guerra entre hermanos. Prestaría sus servicios en el Hospital General Militar de Sevilla.
Felipe Lamadrid, en el centro de la foto, en el Hospital General de Sevilla, en plena Guerra Civil, Octubre de 1936.
Al finalizar la contienda, además de ejercer como ayudante de farmacia en la farmacia de Mejías, cursará los estudios de Practicante en la Facultad de Medicina de Cádiz, obteniendo la calificación de ‘con mérito’.
SU FAMILIA
El 28 de Mayo de 1942, cuando contaba 21 años se casa con Carmen Pérez, conocida familiarmente por ‘Nena’, nacida en Osuna en 1923, pero vecina en El Puerto en la calle Santa Clara. De este matrimonio nacen siete hijos, María ‘May’, María del Carmen ‘Ika’, María José ‘Pepón’, María de los Milagros ‘Laly’ y , los tres varones, Felipe que heredó las dotes artísticas de la familia (ver nótula núm. 1157 en Gente del Puerto), José María y Pedro Pablo. La familia vivía entonces en el núm. 17 de la calle Palacios, casa en la que nacen sus siete hijos hasta que, en 1975, se mudan a Valdelagrana, cuando ya solo permanecían en el hogar familiar el matrimonio y los tres hijos varones.
En 1.942, de paseo El Puerto con su esposa “Nena”. Gustaba mucho de hacerse fotos, de hecho cuando pasaba junto a Cuellar (ver nótula núm. 339 en Gente del Puerto) le decía “Anda, haznos una foto a la familia”.
Con sus tres hijas mayores en la Feria del Ganado de 1.951, frente al Pryca actual, a su izquierda May, y a su derecha Ika y Pepón, con el gorrito que les acababa de comprar. Carmela, estaba en casa con Laly que acababa de nacer.
EL PRACTICANTE DE EL PUERTO
En sus inicios comienza a trabajar como facultativo en el Pósito de Pescadores, en la actualidad Instituto Social de la Marina, lugar donde se sitúa en el desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores, frente al río hoy solar a la espera de plaza, y frente a la también desparecida Lonja del Pescado que estaba justo enfrente. A partir de entonces se hace muy popular entre las familias de pescadores que acudían al centro para su asistencia, muchas, de extracción humilde..
Desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores, lugar donde se encontraba el Pósito de Pescadores.
Posteriormente oposita al Cuerpo de Practicantes en Medicina y el 10 de julio de 1965, se resuelve con carácter definitivo el concurso para provisión en propiedad de plazas de la plantilla del Cuerpo de Practicantes Titulares, siendo asignado en principio a la Casa de Socorro, en la calle Benjumea, en Cádiz. Finalmente se le asigna en propiedad por concurso de méritos la plaza en la Casa de Socorro de El Puerto de Santa María, situada en aquel entonces en el Hospital de San Juan de Dios, hoy en desuso y a la espera de mejor destino, en la calle Micaela Aramburu, donde trabajoó hasta el fin de sus días. Antes estuvo destinado como practicante en una pedanía de Cáceres, hasta conseguir la antigüedad y méritos suficientes para volver a su tierra. En el BOE el 22 de febrero de 1974, se publica definitivamente su plaza en propiedad.
Eran tiempos de mucha precariedad y con una familia tan grande, Felipe hubo de trabajar a destajo, compatibilizando y ejerciendo la profesión de Practicante en la Casa del Mar (perteneciente al Instituto Social de la Marina) en la Casa de Socorro, que estaba en el Hospital de San Juan de Dios. Además, atiende por la tardes en su casa de la calle Palacios, las curas y los pacientes que venían a inyectarse, ya que por aquel entonces las curas se hacían en casa o a domicilio, no en los hospitales, como hoy día.
Homenaje que le tributaron por su labor altruista en el R.C. Portuense en 1975. De izquierda a derecha, José del Cuvillo, Pepe Ortega Infante, Torres, el Capellán de la Ciudad Anastasio Pérez de Andrés, Juan Perea Gandulla, Felipe Lamadrid Muñoz, Alfonso Carreto Martín-Arroyo y Bernardo Sancho.
Toreros de provincias es el resultado de una investigación de carácter documental y antropológico realizado durante el verano de 2011 alrededor del mundo taurino de El Puerto de Santa María.
En la placilla de toros del Pago de la Arrejaná. De izquierda a derecha, Antonio Andrades Arana 'Carambito' (ver nótula núm. 1.388 en GdP), Francisco Rodríguez Mateo 'El Pajarito', Miguel y Benito López-Cepero Panadero, propietarios de la Venta El Cepo (ver nótula núm. 183 en GdP), picador y niño desconocidos y, a la derecha, Diego Simón Montes, 'El Bimbo'. Agosto de 2011.
Las imágenes que componen el trabajo se centran en toreros de provincias, figuras que desarrollan el rito de la tauromaquia fuera de las plazas de toros oficiales. Son toreros que fueron muy comunes en la España del siglo pasado pero que con el progresivo desinterés de la sociedad española por las corridas de toros han ido desapareciendo. En la actualidad es una práctica cultural marginal.
Francisco Rodríguez Mateo, 'El Pajarito', rezando ante un improvisado altar, antes de la corrida. Nótula núm. 365 en GdP.
Las fotografías que componen el trabajo corresponden a los momentos en los que los matadores se están vistiendo de luces. Reflejan la transformación que se produce de persona a torero, donde se puede apreciar la importancia que tiene para estos individuos ejercer su labor tauromáquica. Son fotografías crípticas ya que no atestiguan la faena que se llevará a cabo. /Texto y Fotos: Adrián Morillo.
El 10 de noviembre de 1878 tuvo lugar la ceremonia de poner la primera piedra en la construcción del circo taurino de la ciudad de El Puerto de Santa María. Vimos en aquel pintoresco sitio numeroso público que acudió a presenciar las fórmulas establecidas en análogas circunstancias por antiguas costumbres.
Grabado de la Plaza de Toros después de su inauguración.
Sin ostentación de ningún género, el ato comenzó con la lectura a cargo de José de Pazos, del acta de constitución de la la compañía, aprobación de sus estatutos y de la colocación de la primera piedra. Lleva este acta la firma de los señores que componen el Consejo de Administración, la del ayudante de obras Portillo y la del contratista Antonio González. A continuación, José de Pazos leyó una extensa biografía histórica de El Puerto, en la que se reseñan los productos agrícolas e industriales de este pueblo, sus edificios mas notables, la estadística de su censo, la de su riqueza y el número escuelas públicas costeadas por el municipio.
Vista aérea de la Plaza de Toros en 1940
Firmaron este documento el alcalde, Pazos y el secretario del Ayuntamiento Ernesto Gutiérrez. Al terminar la exposición de estos históricos documentos, fueron colocados en una caja de plomo varios periódicos de Madrid, Cádiz, Sevilla y Jerez procediéndose a la colocación de la primera piedra. El maestro encargado de la obra, Escalante, entregó el palaustre al ayudante facultativo, Fernando Portillo, y éste lo pasó a manos de Tomás Osborne, presidente del Consejo de Administración. Osborne cubrió con mezcla los ladrillos que tapaban el hueco donde se había depositado la caja de plomo y dio por finalizado el histórico acto. /Texto: Diego Joly (Diario de Cádiz).
De izquierda a derecha, Joaquín 'El Soldado' y Francisco Caro, ambos carniceros de Rota; niño desconocido; Manuel Morales 'Rabioso' banderillero; desconocido, el diestro Paco Ojeda, Miguel Núñez 'Alvento', el que fuera presidente de la Plaza de Toros, Rafael Sestelo, Antonio González Sabio, Antonio Castro Sabio y Antonio Ramírez Alejo 'Peana', durante un día de campo de marcado tintes taurinos.
CARA Y CRUZ DE LA VIDA. En febrero de 1852 la sociedad española se conmocionó al conocer el fallido intento de un sacerdote de apuñalar a Isabel II, a su salida de la iglesia de Atocha, a la que solo consiguió herir levemente en el costado. El cura regicida se llamaba Martín Merino, tenía 63 años y era natural de Arnedo (Logroño). Conocido o apodado como “El Apóstata” al haber renunciado a sus órdenes sagradas a los siete años de ser ordenado sacerdote en Cádiz, en 1813, fue ejecutado a garrote vil días después del intento de homicidio a pesar de estimársele trastornos mentales y de la opinión contraria de la víctima, la reina Isabel II.
Los glacis de Puerta Tierra de Cádiz.
Apenas iniciado el verano de ese mismo año de 1852, el miércoles 23 de junio, tuvo lugar otra ejecución, menos sonada y más próxima, la ejecución por fusilamiento en los glacis de la derecha de las Puertas de Tierra, en Cádiz, de dos delincuentes prófugos, uno de ellos, José Otero Pérez, nacido en El Puerto de Santa María en 1820 y avecindado en Utrera. En esta última población había iniciado su carrera delictiva con diversos robos en despoblados, agravados con una primera fuga cuando era conducido de tránsito por la Guardia Civil. Sobre él pesaba una condena de veinte años de cadena en el momento en que, junto con otros dos reclusos, logró fugarse nuevamente el 18 de marzo de ese año. A uno de los fugados, llamado Antonio Segovia, lo detuvieron a cien metros de la cárcel. Hacemos un pequeño inciso para referir el delito de este último, un crimen de los llamados pasional, que en su día se cantaría en romances como el “Crimen de la Gallina Ciega”.
Óleo sobre lienzo 'La gallina ciega' de Francisco de Goya (1789). 269 cm x 350 cm. Museo del Prado. (Madrid).
Años después de romper noviazgo con una mujer y tener ésta nueva pareja, el sujeto, aparentemente, mantenía relación de amistad con ambos con los que alternaba socialmente. En una fiesta a la que asistían los tres, propuso jugar a la “gallina ciega” y cuando le toco el turno de actuar como tal al nuevo novio, y tuvo los ojos vendados, apagó Segovia la luz y asestó numerosas puñaladas a su indefenso rival hasta matarlo. Aunque fue sentenciado a muerte por ello, le fue conmutada la pena por 20 años de cadena, la misma que padecía el portuense Otero Pérez. El otro, llamado Manuel Torres, cuyo historial delictivo desconozco, parece que no fue localizado en los días que siguieron a la fuga, mientras que José Otero, que tiró para su tierra, haciendo alguna “visita” en algunas de las cortijadas del camino, donde se proveyó de dinero metálico, una escopeta y un caballo, fue reconocido y detenido con estos pertrechos por la partida de la renta de Consumos, siendo trasladado a la cárcel de Cádiz.
La pena de muerte se les impuso por el delito de atropello al centinela y fue aprobada por el Capitán General de Andalucía. Se leyó la sentencia a los condenados 24 horas antes de su ejecución, quedando en capilla bajo la custodia de un batallón del Regimiento de Almansa. Las crónicas periodísticas indican que ambos mostraron una gran serenidad durante todo este tiempo, “comiendo con apetito y hablando con los circundantes, especialmente Otero, que salpicaba la conversación con dichos agudos y chistosos, convidando a comer con ellos a cuatro presos de la misma cárcel y al Sr. Alcaide.” José Otero tuvo el detalle, antes de ser fusilado, de llamar al Ayudante de Guerra y declarar que dos personas presas en la cárcel de Utrera por robos en despoblados eran inocentes, pues “aquellos crímenes lo había cometido él solo”.
La antigua cárcel, o Cárcel Real de Cádiz.
Los condenados hicieron el “paseíllo” desde la Cárcel Real, edificio proyectado por el arquitecto portuense Torcuato Benjumeda, hasta las murallas de Puerta de Tierra, que habían sido remodeladas por su antecesor municipal y padrino de bautismo, Torcuato Cayón, escoltados por treinta granaderos. A las once de la mañana del 23 de junio, un piquete de la brigada de Artillería del Regimiento de Almansa realizó la descarga mortal, en cumplimiento de la sentencia dictada.
LA OTRA MUERTE, ANTAGÓNICA.
Dos días después, caía herido mortalmente en la arena del que sería el sexto coso taurino local, inaugurado en 1845, propiedad de una sociedad anónima, el picador Carlos Puerto, consagrado como figura estelar en su arriesgado oficio, -entonces los caballos no tenían el peto de protección- como puede comprobarse revisando las publicaciones de mediado el siglo XIX, donde son innumerables las citas que de él se hacen en periódicos de la capital y provincias, dando fe de su excelente cualificación y prestigio como varilarguero.
Por el escritor y documentalista taurino José Carralero, autor de “Los toros de la muerte”, hemos conocido los detalles de este dramático suceso, ocurrido durante la lidia del quinto toro en la tradicional corrida de San Juan, que en esta ocasión se celebró el 25 de junio de 1852. Carralero firma un artículo en la Revista Portuense del 2 de julio de 1932, titulado: “Una corrida célebre en El Puerto hace ochenta años. La muerte del picador Carlos Puerto Sarto” de la que reproducimos parte de su contenido:
'A los Toros'. Grabado en madera de Froment.
“…Van a correrse ocho toros escogidos de la ganadería de don Anastasio Marín, de Coria del Rio. Pica Carlos Puerto, el hijo adoptivo de la Ciudad, el amigo de todos, el que viene a justificar ante sus paisanos la gran reputación adquirida en las plazas de la Península y de América, a fuerza de constantes alardes de valor y destreza… Salta a la arena el quinto toro, de nombre Media Luna, de pelo colorado, careto y ojo de perdiz. Sale abanto y con muchos pies, consiguiendo parárselos el (diestro) Salamanquino con cinco lances, y emprende una faena dura con la gente montada, dejando seis caballos en la arena a cambio de nueve puyazos. Se aploma un tanto el toro y trata de obligarle Carlos Puerto, citándolo muy en corto. En ese crítico instante, cuando todo el concurso admira la serenidad del lidiador, que se estrecha de un modo magistral con la fiera, el Gobernador Civil de la provincia, que en mala hora ha ido a presidir la fiesta, (aunque no lo indica, se trataba de Martín de Foronda que pasaba sus últimos días en la provincia pues poco después pasaría a ejercer como gobernador de Barcelona, ignorando si este incidente y sus posteriores consecuencias tuvieron relación con el cambio de destino) hace una seña enérgica a un salvaguardia para que arree al caballo del picador. Castigado al animal con un fuerte latigazo en sus cuartos traseros, se atraviesa delante del toro, que arremete con espantosa violencia; saca de la silla a Carlos Puerto, llevándoselo clavado del cuerno derecho y, campaneando por espacio de varios segundos, le arroja con furia sobre la tierra. Se escucha entonces en todos los ámbitos de la plaza una exclamación de horror, mezclada con gritos y denuestos a la Autoridad, que se acentúan y suben de punto hasta tener que intervenir la fuerza armada y desalojar la plaza. ”
Pepe-Hillo salva al picador Ortega, obra de José María Chaves Ortiz. (1886). Litografía Palacios. Serie 'La Lidia'. (Madrid).
En la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María se celebró un festival en homenaje a Antonio González Sabio, con motivo de su retirada de los ruedos como banderillero, el 15 de febrero de 1998, hace quince años. Tras el paseíllo, las peñas locales entregaron recuerdos a nuestro protagonista. Sol, un tercio de entrada. Victor Janeiro indultó un novillo.
En el primero, José Luis Galloso se entendió con un astado de Hermanos Sampedro. Compartió quites al alimón por chicuelinas con Niño de la Capea y el propio Galloso alternó en banderillas con González Sabio. Oreja. En el segundo, Niño de la Capea no consiguió nada con un novillo de Fuente Imbro. El novillo manseó y no dio el juego apetecido. Saludos en el tercio. En el tercero, Litri sedujo con un gran ejemplar de El Torero, que fue aplaudido fuertemente en el arrastre. Bien Montiel con las banderillas, dos orejas.
El Niño de la Capea, González Sabio y Celso Ortega. / Foto: Colección V.G.L.
El cuarto, para Rafael Camino con un novillo de Las Condesas de Hermanas Marín, silleto y bravo en el caballo. Bien Copano en banderillas. Oreja. NuestroCelso Ortega en el quinto con un novillo de Marcos Nuñez. Picado acaso en exceso, el matador le cortó lal oreja.
El inefable Jesulín de Ubrique jugueteó con un ejemplar de Núñez del Cuvillo que le planteó problemas; ovación y saludos. El séptimo para Finito de Córdoba, con uno de Nuñez del Cuvillo que se rajó y no tuvo fijeza, oreja. El octavo fue para Víctor Janeiro con un novillo de Nuñez del Cuvillo. Fue la faena de la tarde, un gran novillo y un torero muy pulcro, muy preparado que supo estar más que a la altura de "Turulato" --número 6-- que fue indultado a petición del público por el presidente, a la sazón Fernando Gago, que se resistió lo preciso para cubrir el expediente. Fue un gran novillo, con nobleza, son, recorrido e incansable en sus viajes, cada vez más arriba. Víctor Janeiro estuvo muy bien con él y pegó un aldabonazo muy fuerte en El Puerto.
Capea regaló el sobrero de Herederos de Carlos Nuñez, un toro que cabeceaba y embestía rebrincando y con el que no pudo dejar más que detalles. Palmas. Como curiosidad, comentar que, por la mañana, habían toreado en otro festival en Campillos (Málaga), Celso Ortega, Finito de Córdoba y los hermanos Janeiro.
Saludando con el ganadero Luis Sánchez y José Luis Galloso, en el coso portuense. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.
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