José Manuel Algeciras Ferrero nace en la calle Cruces esquina y vuelta con Durango. Desde pequeño ya sentía la afición innata por el dibujo y la pintura, cursando estudios en el Colegio La Salle ‘Santa Natalia’ donde ya destacaba como aventajado alumnos en las clases de dibujo y manualidades. Al mudarse su familia a barriada Crevillet, tuvo que cambiar también de colegio y se matricula en el colegio de la Barriada de la Playa donde, una vez a la semana recibía clases de dibujo. Su maestro, Antonio Muñoz Repiso Terrín, lo sacaba a la pizarra para reproducir alguno de los dibujos que venían representados en aquellos famosos cuadernillos de “Rubio”: un elefante, un tigre, una jirafa, … sirviendo como modelo del que copiar el resto de la clase. Se cierran aquellos pequeños colegios y pasa a San Agustín.
PRIMEROS DESENGAÑOS.
A mediados de los sesenta del siglo pasado participa en la Primera Exposición Colectiva de Dibujo y Pintura, en Santo Domingo, y su colegio apuesta por José Manuel presentando cinco cuadros hechos por él. Lo anecdótico es que el jurado le puso un cartel a todos sus cuadros que decía ‘Descalificado’, argumentando, que aquellos cuadros no podían estar hechos por un niño. Teniendo solo ocho años, después de ese golpe a su austoestima, pensó no pintar más.

José Manuel, con 8 años, en la típica foto escolar.
BELLAS ARTES EN CÁDIZ.
Cuando se acercaba el final de los estudios primarios y la salida del colegio, fue un día de visita a San Agustín el Gobernador de Cádiz y, estando en las dependencias de la dirección del centro, se fijó en un cuadro que tenía su titular, María Jesús Pérez Llanos, colgado en las paredes de su despacho, interesándose el Gobernador por quién lo había pintado. Cuando María Jesús le dijo que fue el alumno José Manuel, le concedió un beca de 2.500 pesetas para que se matriculara en la escuela de Bellas Artes de Cádiz, situada por entonces en la Plaza Mina.
Ese dinero duró solo tres meses, pues entre el Vapor, 20 pesetas ida y vuelta y los bocadillos, no tuvo para mas tiempo, eso sí, ese tiempo lo aprovechó al máximo, pues no faltaba ni un solo día, lloviendo o venteando siempre asistió a clase. Pero llegó el momento que tuvo que decirle a la directora, que era quien le administraba la beca, que no podía seguir asistiendo a clase por falta de recursos económicos. Así que López Llanos citó al padre de José Manuel para que insistiera en su hijo y no dejara de asistir a esas clases, e incluso le prometió en vista de sus cualidades, que terminaría la carrera de dibujo, pintura, pastel etc., completamente gratis, pero los viajes y la comida se los tendría que pagar la familia. Eran otros tiempos, la economía no era factible para una familia de clase media y no podía permitirse ese “lujo”, y al terminar la reunión salió totalmente desilusionado y dijo: “No pinto más”. (En la imagen, José Manuel, con 20 años en Marbella).
LA MÚSICA Y EL GRUPO BLEND.
A partir de entonces se dedica a aprender a tocar la guitarra y a practicar la batería con dos “palos” y cajas de cartón que era lo que mas le gustaba. Con su guitarra y su voz, empieza a tocar en “Pubs” y Hoteles de Málaga y Cádiz, para ganar algún dinero, hasta que a finales de la década de los setenta, Pely Parra y Koky lo animan para que se incorpore al “Grupo Blend” tocando la batería, olvidándose completamente de la pintura y dedicándose a la música, llegando a ser muy conocido en El Puerto y su entorno, por su peculiar voz y la depurada técnica tocando la batería con dicho grupo.

Koky, José Manuel y Pely Parra, el Trío Blend.

Durante una actuación de Blend, José Manuel manejando la batería.
De nuevo, en 1982 vuelve a interesarse por la pintura, afición que comparte con la música. Una vez disuelto el trío Blend, efectúa algunas actuaciones en solitario cantando en el “Piano de la Ribera” , llegando con posterioridad a formar un dúo con Pely Parra.
EN EL TIEMPO PRESENTE
Tras 18 años, José Manuel vuelve al mundo de la pintura y, por encargo, se ejercita en el retrato a carboncillo, óleo y pastel, entremezclado tanto paisajes urbanos como de la naturaleza. (En la sección pinturas de Gente del Puerto se encuentran algunos óleos suyos de diversos rincones portuenses, pertenecientes a la Colección del Bar Chovi, donde se encuentran expuestos).

Vapor atracado en el muelle. Óleo. José Manuel Algeciras.

Arrumbadores en la calle Los Moros. Óleo. José Manuel Algeciras.
Ha trabajado para varias Hermandades haciendo carteles al óleo de la Soledad y Santo Entienrro, Nazareno, Humildad y Paciencia, Dolor y Sacrificio, Afligidos etc. Todas tienen un cuadro firmado por José Manuel Algeciras. Como le gusta afirmar: “Soy autodidacta y pinto lo que y como me marcan los sentimientos”
Se le está animando por parte de gente entendida en el mundo del toro, para hacer una exposición taurina, cree que sería el momento para darse a conocer y salir de la sombra donde hasta el momento ha estado pintando. Entre la sombra y la luz. “Me encanta la plasmación de la Tauromaquia por la belleza plástica de la composición de figura del torero y toro, sobre todo cuando pasamos del toreo tremendista al toreo de arte concentrado como le pasaba a Rafael de Paula.” (Texto: Francisco Ramírez Tallón).
Rafael Tardío, por aquel entonces realizador y conductor de programas en la desaparecida Tele Puerto, entrevista a José Manuel Algeciras, momentos antes de una actuación revival del Grupo Blend en el año 2003.







Además en casi todos los grupos en los que he participado me he ocupado de hacer los carteles, la imagen corporativa, estrujarme el coco para que se hable de nosotros e intentar ofrecer un espectáculo distinto.

Nani jugaba en las calles Cantarería, Ganado y Zarza; y en la Plaza Peral y en el patio de la casa de su abuela paterna, Rosario, donde estaba la fragua del ‘Chico de la Herrería’, al final de la calle de la Arena, por el Ejido de San Juan; allí pelaban burros y les hacían decoraciones en el pelo.
En 1976, de adolescente, con un grupo de amigos entre los que se encontraban Juan José López Amador y José Antonio Bedoya, hacen una petición a Manuel Martínez Alfonso, a la sazón alcalde de la Ciudad, informándole de que tienen material que había recogido en superficie en diversos lugares de interés arqueológico, con la idea de que se cree un Museo. Por aquel entonces estaba de moda en España el programa de televisión ‘Misión Rescate’, que fomentaba entre la juventud la recuperación de piezas y materiales de interés histórico y arqueológico, concienciándoles en la conservación del patrimonio. Pero la respuesta que recibieron por parte de la primera autoridad municipal fue muy inquietante: «--Y es que se presentó en casa la brigadilla de la Guardia Civil, a ver que era lo que habíamos recogido, dándose la circunstancia de que yo no me encontraba allí en aquel momento».
LAS PIEZAS, VISTAS Y NO VISTAS.
COMISIÓN DE ARTE DE LA PRIORAL.































Antonio nació el 2 de diciembre de 1916 en el Ejido de San Juan, cuarto de los cinco hijos de Gabriel González Franco, hermano del 


Corría el año 1942 y Fernando Terry del Cuvillo, apodado ‘el Levante’ por su temperamento y viveza, se propuso siendo alcalde durante su corto mandato (08-10-1941 a 03-04-1943) reinstaurar la Feria en El Puerto. En el Casino de Labradores le propuso a Gabriel González Franco, padre de Antonio, que enviara unas bestias al Coto de la Isleta, por Valdelagrana, que quería hacer una Feria de Primavera. Tenía empeño para hacerla competir con Sevilla y Jerez, y quiso situarla en medio de ambas. Y allá que Antonio y un primo se encajaron con las caballerías a la entrada del Coto. (En la imagen, Fernando C. de Terry y del Cuvillo).



Luego vendría el servicio militar entre Colmenar Viejo y el Hospital Gómez Ulla, en Madrid. Con su mujer, María José Heredia Figuereo tiene dos hijos varones, Angel María y Alejandro.











Fernando Pérez Monguió es un periodista de 37 años que nació el 19 de septiembre de 1972 en el antiguo hospital de Mora, como muchos gaditanos, respirando la sal de La Caleta, la única playa del mundo flanqueada por dos castillos, y escuchando quizás el susurro de los grandes autores carnavalescos que buscaban las inspiración en el barrio de La Viña. Hijo de José María Pérez Castillo, malagueño (pero criado en Lugano –Suiza) y de Pilar Monguió Vecino, sanluqueña afincada en El Puerto de Santa María, su infancia trascurre entre los recuerdos de dos playas: la Victoria de Cádiz y El Buzo de Vistahermosa, donde residían sus abuelos y tíos maternos, y muchos de sus primos. Fueron fines de semana, vacaciones, navidades y celebraciones familiares donde arraigó en él un sentimiento de pertenencia a El Puerto que nunca le abandonó.
De una infancia muy porteña, con recuerdos imborrables en el estadio José del Cuvillo, en el vaporcito, comprando bolsas de patatas a ‘El Papi’ o jugando con sus primos, a una adolescencia con muchos viajes obligados, cambios de residencia y centros escolares dispares: Instituto Español de Tánger, Instituto Blas Cabrera Felipe de Arrecife, en Lanzarote, y el Instituto Murillo de Sevilla. (En la imagen de la izquierda, de pequeño, con su padre).









"Así que mi baño de gaditanismo me vino de la mano del regalo que supuso que Fernando Pérez Monguió me invitara a la presentación de su libro, en el que también participan José Berasaluce y Kiki con sus extraordinarias fotografías. Un libro, El duende de Cádiz, que les recomiendo enferforizadamente. Fue parido en la Venta Los Tarantos un día en el que sus autores decidieron citar a los siete en el propio restaurante de Gabi para, entre platos de jamón, langostinos y vino, mucho vino, desmelenarlos sobre lo divino y lo humano. Y de ahí salió el contenido de un libro que, como su autor dijo anoche, no es un compendio de ripios y tópicos gaditas. Cádiz está en cada página, con sus grandezas pero también con sus miserias. Daniel Rodríguez es el autor del CD que acompaña a la publicación". (José Carlos Fernández).
