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Acerca de Gente del Puerto

Gentes y Habitantes de El Puerto de Santa María (España). Caras conocidas, caras anónimas, la savia del Rey Sabio.

A principios del XIX el hábito de tomar baños de mar se generaliza como costumbre social y fines terapéuticos, higiénicos y lúdicos. La temporada comenzaba por San Juan y finalizaba en septiembre

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Playa de la Puntilla y Balneario. Año 1910. /Hauser y Menet.

Ya desde la antigüedad los pioneros de la medicina recomendaron a sus pacientes la toma de baños de mar como práctica curativa. Hombres como Galeno, Hipócrates o el andalusí Avicenas descubrieron el poder curativo del mar.

Pero es a principio del siglo XIX, cuando por primera vez en europa las costas de Francia e Inglaterra se llenaron de pacientes. Los médicos de la época redescubrieron las virtudes del baño de mar como medio para mejorar la salud de personas con problemas respiratorios y circulatorios. Y concretamente en nuestra ciudad el eminente doctor Joaquín Medinilla y Bela deja reseñado en su opúsculo Baños de mar del Puerto de Santa María una amalgama de efectos beneficiosos para la salud, llegando a afirmar que "los baños de mar producen sus efectos por las sales que tienen disolución, por su temperatura, por el movimiento de las olas ó por el que se hace nadando o por la atmósfera marina saturada de sales y clima agradable".

La fe que muestra Medinilla en su trabajo divulgativo tiene mucho que ver con la manifiesta crisis de la terapéutica tradicional en el siglo XIX, ya puesta en entredicho por las farmacopeas ilustradas. La patología romántica y las corrientes médicas no oficiales que aparecen en europa desde finales del XVIII, contribuyen al auge de los remedios que ofrece la naturaleza, inscribiéndose en este contexto los baños de mar.

En el sur, la desembocadura del Guadalete y la Playa de la Puntilla, sujetos al flujo y reflujo del mar, reunían las condiciones naturales más indicadas para ser aprovechadas sus aguas con los fines terapéuticos más variados. En nuestra ciudad se consideran los años 1860 y siguientes el periodo de máximo apogeo, aunque ya en 1816 se daba a conocer desde el ayuntamiento un despacho real mediante el que se le concedía a la casa de niños expósitos de El Puerto la facultad exclusiva de construir barracas, cajones y aposentos para baños en el río Guadalete "aplicando su producto al aumento del salario de las nodrizas o amas de cría y a las demás urgencias y necesidades que padece la casa y los inocentes niños".

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Playa de la Puntilla a la altura de la Rotonda del mismo nombre. Año 1910. /Hauser y Menet.

Según el historiador local Enrique Pérez Fernández, el ayuntamiento acuerda que los baños se establecieran por sexos separados, imponiéndose una multa de cuatro ducados a los hombres que pasaran al de mujeres, hecho que aunque prohibido dio lugar a situaciones picarescas,

La organización de baños en El Puerto se produce a través de tres empresas de baños en el río y una en la Playa de La Puntilla. Se consideraba que la temporada había que comenzarla por San Juan y que concluyera nada más pasar la Virgen de los Milagros el 8 de septiembre.

En los baños del Guadalete la estructura de madera que facilitaban los baños consistía en una barraca para el uso de los bañistas y una galería de acceso desde la orilla hasta los baños flotantes, conformados estos por una plataforma de tablas, techada, dispuesta sobre dos embarcaciones menores embonadas (al modo de los puentes de barcas) y cajones sumergidos que ocupaban los pudorosos bañistas. En la cercanía de la playa de La Puntilla, en 1885, José Antonio Neto instaló los denominados baños El Porvenir en la denominada Punta de Malandar, Consistían en casetas de vestir, pilotes alrededor y cubiertos de redes para la seguridad de los bañistas. Como servicio complementario se utilizaban dos carruajes, que por 25 céntimos llevaban y traían a los bañistas desde la calle Misericordia nº 14 hasta los baños de El Porvenir y a la Playa de La Puntilla, así como barquillas entoldadas que partían junto al muelle del vapor. También se dispusieron trenes extraordinarios con tarifas reducidas para los vecinos de Jerez.

Como dato curioso las Ordenanzas Municipales de 1906 -reflejadas en el trabajo de Pérez Fernández- se refieren a los balnearios del Guadalete y de La Puntilla: "El piso de la parte destinada en los baños para vestirse el bañista estará cubierto con esteras". "Aunque no es obligatorio el uso de las ropas de los dueños de establecimientos de baños, que suelen alquilar para el servicio de los bañistas, no se consentirá aquellas dejen de estar perfectamente limpias y secas para su uso". "Del techo o cubiertas de cada baño penderán cuerdas de cáñamo para comodidad y seguridad de los bañistas". "Todo baño tendrá desde el anochecer el número de luces que sean necesarias, mientras haya público".

El doctor Medinilla refería que era importante tomar algunos baños dulces templados antes de empezar los de mar, y que los que se tomen en La Puntilla "no deberán usarse a las horas de la bajamar, por no haber oleaje, ya que el agua no obra sólo por sus sales, sino por la impresión producida por el oleaje y por la atmósfera marina". Los baños que eran buenos para la salud y la curación de afecciones en la piel y el cuerpo fueron en un principio en días alternos. La duración del mismo venía a ser de aproximadamente diez minutos y enseguida debían salir para secar la humedad. Se decía en los manuales de la época que "el primer 'baño de ola' no debe realizarse hasta dos días después de la llegada al punto costero, una vez que el individuo se haya aclimatado al nuevo ambiente. Las horas de baño más favorables son entre las diez y las cinco de la tarde, y a ser posible con marea alta, porque el agua estará más caliente, más limpia y próxima, y las olas son más numerosas. El baño no debe tomarse en reposo, debe estar precedido de un ligero ejercicio físico o de la exposición al sol. La inmersión en el mar debe ser completa y rápida, sin indecisión, por lo que así la sensación de escalofrío primario se reduce al mínimo en intensidad y duración. Después, la piel debe frotarse rápidamente con una toalla seca". Todo un ritual. /Texto: Enrique Bartolomé.

playas1949Hace 65 años, en 1949, el Ayuntamiento y los industriales de la Ciudad organizaban un programa de festejos para propios y veraneantes que se anunciaban en los denominados ‘Carnets de Verano’./En la imagen portada de la Revista Veraniega editada por M. Centeno en dicho año, con una ilustración a pluma del jerezano José Camarena Borrego.

La temporada de playas, el veraneo, empezaba el 15 de julio y finalizaba el 15 de septiembre, cuyo sumario reproducimos literalmente:

Día 15 de julio, inauguración de la temporada con Alegre Diana por la Banda Municipal de Música y variados Festejos.

Día 16, Festividad de la Santísima Virgen del Carmen, por la tarde Solemne Procesión con la venerada imagen de la Reina del Carmelo. En este día dará comienzo la temporada oficial de baños en las playas de ‘La Puntilla’ y Fuenterrabía’; durante la temporada, Gran Velada todas las noches en el hermoso paseo del Parque Calderón y concierto musicales por la Banda Municipal, grandes corridas de Toros y Novillos, Carreras de Bicicletas, Concurso de Natación, Juegos Florales, Concursos de Figuras de arena en la playa, Cucañas marítimas, Carreras pedestres.

En el mes de agosto, grandes festejos en honor de los veraneantes y la corrida grande de la temporada con matadores de fama.

Día 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de Ntra. Sra. Grandes fiestas en honor de la Stma. Virgen de los Milagros, Patrona de la Ciudad, Solemne Función religiosa, y por la tarde, grandiosa manifestación católica en solemne procesión con la venerada Imagen de la amantísima Patrona por las calles y Plazas de la ciudad con asistencia del Excelentísimo Ayuntamiento.

 

luiscaballerojuradoEn la imagen de la izquierda, Luis Caballero posa en las instalaciones de la Ciudad Deportiva, en El Puerto de Santa María.

Más de mil trofeos, 600 medallas y 25.000 kilómetros de competición contemplan a este atleta de 64 años "Correré hasta que el cuerpo aguante, con la misma ilusión", asegura.

El domingo 23 de febrero Luis Caballero Jurado (El Hoyo de Bélmez, Córdoba, 1949) añadió un éxito más a su dilatada trayectoria atlética: culminar, por 30ª ocasión, el Maratón Ciudad de Sevilla, lo que supone haber cruzado la meta en todas las ediciones disputadas. Sólo cuatro personas más pueden esgrimir dicho mérito. Residente en El Puerto de Santa María desde 1980, este atleta de 64 años, que dice correr "desde siempre", calcula haber emprendido con sus zapatillas 100.000 kilómetros de entrenamiento y 25.000 de competición. Más de 1.000 trofeos y un número superior a las 600 medallas le contemplan.

-Un día especial por el número redondo y, sobre todo, por el reciente fallecimiento de su madre.
-Fue todo muy emotivo. Mi madre me había dejado el lunes, seis días antes de la prueba. La carrera se la dedico a ella, desde luego. Junto con mi padre, en su día me acompañaron a muchas.

-¿Cómo se desarrolló la competición?
-Personalmente, por lo que respecta a las fuerzas, me sentí bien. Firmé 3 horas y 54 minutos, igual que en 2013. Los 9.000 atletas han batido el récord de participación. Por otra parte, es cierto que el hecho de que la organización se haya privatizado redundó en algunos recortes. Baste decir que no nos han permitido usar las duchas al término del evento. Si uno tiende una mirada retrospectiva, la sensación que tiene es la satisfacción de no haber padecido en tantos años alguna desgracia que impidiera participar o culminar la competición. Esa supone la parte alegre, no puede obviarse el lamento por compañeros a los que las lesiones les han impedido acudir. Los corredores de fondo podemos acabar sufriendo problemas de desgaste en la rodilla.

-¿Cuáles han sido sus mejores marcas en la cita sevillana?
-Bajé de las tres horas en tres ocasiones, oscilando entre las 2h57 y las 2h59. Eso implica correr cada kilómetro en 4 minutos y 15 segundos, y hacerlo así durante 42 kilómetros y 195 metros. Con los años transformas tus objetivos. Ahora el principal es el de concluir la prueba y hacerlo sin lesionarme, propósito para el que se requiere un entrenamiento adecuado y seguridad en uno mismo. Ya no miro el cronómetro, aproximarse a las tres horas de antaño se ha tornado imposible. Cuando hablamos de un maratón hay que partir del hecho de que sólo finalizarlo ya es un triunfo.

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XXX Edición del Maratón de Sevilla 2014

-Una experiencia tan dilatada suscita anécdotas, recuerdos especiales.
-Había una señora anciana, a la que llamábamos la abuela del botijo. Todos los años estaba allí para darnos agua. Los primeros años la prueba empezaba en el Parque de María Luisa y concluía en la Plaza de España. Ahora se inicia y concluye en el estadio Olímpico de la Cartuja. No debo olvidar que cuando cumplí 25 maratones me regalaron una placa y recibí el aplauso del público en el estadio. Este año, a quienes íbamos a culminar las treinta ediciones, nos ubicaron en la salida al lado de los keniatas. Por lo demás, el recorrido del maratón sevillano es de los más llanos del calendario. La cita resulta muy atractiva, pues cruzas la ciudad rodeado del ánimo del público. Las personas que observan las competiciones atléticas se han ido educando: en épocas pasadas te animaban a retirarte mientras te ofrecían alguna bebida cuando restaban diez kilómetros para la meta, ahora te animan a rebasarla. Me he enfrentado a climatologías de todo tipo y condición, Sevilla tiene esos extremos. Dejando a un lado dicha prueba tengo que referirme a la subida al Veleta, un reto durísimo. Imagínese tras diez kilómetros de falsa cuesta tener que enfrentarse a 40 de ascenso continuado. Sufres falta de oxígeno y de fuerzas, se hace más arduo que 100 kilómetros en llano. La mente es muy importante para un fondista, saber mentalizarte de que tienes que terminar.

-Con ser muy importante, su currículo va mucho más allá de los 30 maratones sevillanos. Da vértigo. Selecciono 10 maratones en Jerez, nueve ediciones de la subida Veleta-Granada (50 kilómetros, primero en su categoría en cinco ocasiones), cinco de la 101 kilómetros de la legión de Ronda (vencedor en su categoría en dos citas), cuatro de los 100 kilómetros de Santander (en 1992 tercero por equipos en el Campeonato Intercontinental y en 2002 subcampeón de España en su categoría), 220 medias maratones, 15 triatlones, 100 ediciones de millas urbanas, 1.320 carreras populares, 65 de campo a través...
-Empecé a tomarme en serio el atletismo a los 30 años. Recuerdo que cuando llegué a El Puerto, destinado por Telefónica, solo corríamos Pedro Rizo, Juan Beuzón y yo. Después se fueron sumando más personas, hasta que fundamos el Club Alcanatif, del que fui primer presidente. Al principio solo saltábamos a las pistas los varones. Ahora se respeta igual a una corredora que a un corredor.

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V Carrera Popular ‘Puerto Menesteo’. 28 de noviembre de 1999.

-La sociedad ha cambiado su forma de ver el atletismo.
-En los años ochenta no había costumbre de competir en maratones en España. Hasta los médicos te desaconsejaban hacerlo. Cualquier deportista sabe ya que durante la prueba se tiene que hidratar, pero antes lo desconocíamos. Correr es salud. Es un deporte barato, que se presta a cualquier hora y clima. Normalmente, los que guardamos un compromiso con el deporte vamos poco al médico. Yo no hago dieta, como sin problemas y peso 70 kilos.

-¿Hasta cuándo por esos caminos de Dios?
-Hasta que el cuerpo aguante, con la misma ilusión de siempre. Entre lunes y viernes cumplo cada día con unos 10 kilómetros, pensando en las citas del fin de semana. El maratón de Sevilla acabará siendo un recuerdo, pero el isleño Antonio Espiau corría los 100 kilómetros de Santander con 65 años. /Texto: Francisco Lambea

Más información en la nótula 980 de GdP:
ALCANATIF. Club de Atletismo.

 

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Hasta Google se unió al homenaje a Octavio Paz cambiando su logotipo durante un día para celebrar el centenario del nacimiento del gran poeta mexicano. La efeméride ha pasado inadvertida para nuestros prebostes locales que han perdido la oportunidad de aprovechar una circunstancia con la que ya quisieran soñar muchas ciudades para su proyección cultural: el vientre que dio a luz a uno de los escritores más grandes del siglo XX era de una portuense. Una calle, cerca de la Avenida de la Libertad, es todo lo que tiende dedicado El Puerto al que fuera Premio Cervantes y Premio Nóbel de Literatura. En fin, allá ellos y su ceguera crónica. Al menos desde aquí nos unimos al torrente de ciclos, conferencias, reediciones y cientos y cientos de páginas que han llovido, y lo seguirán haciendo hasta finales de año, para celebrar esta importante fecha.

Nació Octavio Paz en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914. Su madre era española, portuense, como ya se ha dicho; su familia paterna, en cambio, liberal e indigenista. Su abuelo escribió novelas históricas, su padre participó activamente en la revolución mexicana. De niño vivió una temporada en Estados Unidos, donde volvería muchas veces a lo largo de su vida, y tuvo una educación sofisticada. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y empezó trabajando en las misiones educativas del general (y presidente) Lázaro Cárdenas. Entre 1943 y 1945 vivió en Nueva York y San Francisco, luego se instaló en París como diplomático, en 1952 viajó por India y Japón. Vuelta a México en 1953. Entre 1962 y 1968 fue embajador de México en la India. Dio clases en universidades estadounidenses, fundó revistas de la relevancia de Plural y Vuelta, se casó dos veces, con Elena Garro en 1937, con la que tuvo su única hija, y en 1969 con la escultora francesa Marie-Jó Trianin. Escribió y escribió, ensayos y poesía. Obtuvo el premio Cervantes en 1981 y el Nobel de Literatura en 1990. De Ladera Este, uno de sus grandes poemas, son estos versos: “Yo escribo a la luz de una lámpara / Los absolutos las eternidades / Y sus aledaños / No son mi tema / Tengo hambre de vida y también de morir / Sé lo que creo y lo escribo”.

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A la derecha, el Bar Navío I, vemos el arranque del anuncio del Amontillado de Celis. Todavía no se había derribado, ni el edificio que luego albergaría al Banco Hispano Americano (hoy Banco Santander Central Hispano) que formaba un tacón en la calle, ni la torrecilla mirador de la calle Luna que vemos al fondo a la derecha.

Don Luis Suárez Ávila –ese Larousse de las cosas de El Puerto- escribió, y bien, como siempre lo hace, sobre la señora madre de Octavio Paz en Gente del Puerto hace unos años:  “Josefina Lozano, hija de un comerciante de Cádiz y de una señora de Medina Sidonia, nació y vivió en El Puerto. Viuda la madre, ella y su hija Josefina regentaron una tienda de vinos en la esquina de la calle Luna y Misericordia, donde estuvo el Bar Navío y hoy hay una tienda de chucherías [en la actualidad un establecimiento de helados]. Luego emigraron a Méjico, donde Josefina se casó con un hijo del general zapatista Don Irineo Paz, escritor y periodista liberal. Y es Josefina Lozano nada menos que la madre del Premio Nóbel de Literatura de 1990, Octavio Paz Lozano, nacido en Méjico, en la colonia Juárez, en 1914, poeta, novelista, ensayista, a quien tuve el honor de conocer y tenía a  gala su ascendencia portuense. Por cierto, que cuando le otorgaron el Nóbel, lo llamé por teléfono al Colegio de México, donde vivía, sin contar los cambios de hora. Así que lo desperté a media noche. No obstante, muy educado, me agradeció la llamada, aunque, de verdad, me debía haber mandado al cuerno, por haberle importunado en su sueño”.

Ahí va un enlace para oír al gran Octavio Paz leyendo algunos de sus inquietantes y hermosos poemas. /Texto: A. Mendoza.

 

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A finales del pasado mes de junio se estrenó en la Galería Pub Blanco y Negro se estrenó el corto de Jesús Graván ‘Inocencia’ donde además se celebró una charla-coloquio entorno a la producción, realización y temática del cortometraje.

Además de la presencia del director y guionista del cortometraje, contó con la presencia del actor y productor portuense, Joaquín Perles, que ha colaborado y participado en el mismo, además de periodistas, cinéfilos, amigos y familiares, que le arroparon en el estreno.

inocencia_cartel_puertosantamariaEl compositor y cantante porteño Fernando Vela, ha participado en el corto, componiendo la banda sonora.

El ‘making of’ se había proyectado, con anterioridad, dentro del marco del I Festival de Cortometrajes de El Puerto ‘Shorty Week’.

El público, que disfrutó y sufrió con el cortometraje, se emocionó, sintió tristeza y a alegría a la vez, emociones contradictorias y paradógicas provocadas por la temática de la cinta: la violencia de género.

Al finalizar el acto, se pudieron obtener objetos de merchandising del cortometraje: Chapas, postales, carteles y camisetas y el dvd de ‘Inocencia’ con material audiovisual extra.

El sistema de financiación compartida, los ‘crowdfunder’ ha sido fundamental para la producción, postproducción y difusión del corto, ante la falta de apoyo financiero, optando por tres vías de financiación, mas activas y participativas con los receptores de la cinta.

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Los participantes de la mesa redonda durante el estreno.

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El público abarrotó el pub galería Blanco y Negro.

No quisieron olvidar la colaboración recibida de diversas entidades como AFANAS El Puerto y Bahía, Cinelumen, Sur 5D, los alumnos del Ciclo Formativo de Grado Medio de Hostelería del IES Juan Lara y otros que han hecho posible que el proyecto de Jesús Graván viera la luz. /Fotos: 11500elpuerto.

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Patrick Mata y Alberto Orte, de izquierda a derecha, en la viña.

El artífice de estos vinos, Alberto Orte Espejo, de 39 años de edad, aunque madrileño de nacimiento, vive en El Puerto de Santa María ( Cádiz ) con su familia. En 1999, con la edad de 24 años, se asoció con su amigo Patrick Mata, natural de Málaga, y crearon en USA la empresa OLE IMPORTS LLC., con sede en Nueva York, que hoy en día es una de las principales importadoras de vinos de calidad españoles en ese país. Alberga en su portafolio más de 100 referencias de distintas denominaciones de origen españolas y comercializa más de 100.000 cajas de vino de la Península al año. Alberto se ocupa de la selección del vino y de la parte enológica en España y Patrick de la parte comercial y de márketing en EEUU, de tal forma que ambos forman un perfecto tándem empresarial.

En el año 2003, Patrick y Alberto decidieron fundar otra compañía que se dedicara directamente a la producción de vino en distintas zonas de España, por lo que crearon Compañía de Vinos del Atlántico, cuya misión fundamental es descubrir nuevas zonas de producción, suelos singulares y recuperar variedades autóctonas. Uno de sus proyectos es recuperar la Tintilla a través de estos dos grandes vinos: Atlántida y Vara y Pulgar. Compañía de Vinos del Atlántico vende sus vinos en más de 10 países, siendo sus principales mercados: Estados Unidos, Alemania, Suiza y Canadá.

Este joven enólogo es Titulado en Enología y Viticultura por la Universidad Politécnica y Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense, ambas de Madrid y ha adquirido una gran experiencia en sus numerosos viajes por España trabajando estrechamente con las distintas Bodegas que representa en Estados Unidos.

atlantida_varaypulgar_2012_puertosantamariaUnas de esas Bodegas son las de la familia Osborne - Osborne que conforman el grupo de COMPAÑÍA DE VIÑEDOS IBERIAN, cuya sede principal también está en El Puerto de Santa María. Por esta relación de amistad y confianza es Iberian la que se encarga de distribuir a nivel nacional sus vinos de la Tierra de Cádiz.

ATLÁNTIDA Y VARA Y PULGAR 2012.
Ya han salido al mercado la segunda añada del vino tinto seco de Cádiz ATLANTIDA 2012 y ve la luz por primera vez su hermano VARA Y PULGAR 2012, ambos elaborados con tintilla 100% y producidos por la Compañía de Vinos del Atlántico, cuya sede se encuentra en El Puerto de Santa María.

La primera añada de este vino ATLANTIDA 2011 contó con tan solo 66 botellas para el mercado español, y unas 600 botellas para el exclusivo mercado de EEUU, principalmente, Nueva York, donde obtuvo excelentes críticas, como la de Josh Reynolds, de la revista profesional de vinos International WineCeller (IWC), quien le dio en su primera edición una alta puntuación. En esta añada, y después del éxito obtenido, se han elaborado 2.500 botellas de Atlántida 2012 y 14.500 de Vara y Pulgar 2012, y se destinarán al mercado español 480 y 1.800 botellas, respectivamente.

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José García Cote, en la Taberna Obregón.

José García Cote, hijo de los paterneros Vicente García y María Cote que vinieron a nuestra Ciudad a trabajar en el campo, nació en 1935 en El Puerto de Santa María en la casa palacio que existía anteriormente al edificio que alberga las actuales instalaciones de Mariscos Romerijo, es decir, hace 79 años, cuando sigue permaneciendo soltero. Es primo de ‘El Rubio’, el padre del alcalde, Alfonso Candón.

1935
Se funda la Bodega Obregón. Abre al público en junio el Cine Orpheo, en Puerto Escondido, permaneciendo funcionando hasta noviembre de 1941. En junio, Luis Cómpanys, expresidente de la Generalidad de Cataluña, ingresa en el Penal de El Puerto.  Era alcalde de la Ciudad, José Luis Macías Caro. Rafael Alberti le dedica la elegía ‘Verte y no verte’ a Ignacio Sánchez Mejías, ‘Poesía (1924-1930)’ y ‘Versos de Agitación’. Muñoz Seca estrena las obras ‘El Gran Ciudadano’, ‘Papeles’, ‘El rey Negro’, ‘La Plasmatoria’, ‘Soy un sinvergüenza’ y ‘Triple Seco’.

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El desaparecido edificio donde hoy se encuentra Romerijo, y donde en las dos puertas de la derecha se encontraba el antiguo Bar ‘La Draga’. Enfrente, cruzando la calle Jesús de los Milagros, el actual Bar ‘La Herrería, la antigua 'Draga' y el antiguo 'Dragón’.

Nacen el humanista Rafael Esteban Poullet. Nace el diácono Francisco Prieto Ramos, adscrito a la Parroquia del Carmen y San Marcos. Nace el corredor local Pedro Rizo Pérez, el pintor Luis Ortega García, José Alonso Martín. Muere el fundador de la Revista Portuense, Dionisio Pérez Gutiérrez.

ramonyesperanza_lourdestur_puertosantamariaMuere el Conde de Osborne, Tomás Osborne y Guezala, en posesión de este título pontificio desde junio de 1900. Su hijo, Ignacio Osborne Vázquez se hace cargo de la bodega hasta 1972. El 9 de enero de1935 fue enterrado en El Puerto de Santa María Tomás de Osborne y Guezala, Conde de Osborne. Se encontraba en posesión de este título pontificio desde junio de 1900. Estaba casado con Felícitas (sic) Vázquez, de cuyo matrimonio nacieron Elisa (casada en abril de 1917 con el Marqués de la Candía), Enriqueta,  María (casada en febrero de 1915 con José Gamero Cívico), Ignacio (casado en abril de 1921 con Ana María Vázquez Torres), José Luis (casado  doña Ángeles Domecq, hija del marqués de Casa Domecq) y Antonio. /En la imagen de la izquierda, el barco 'Ramón y Esperanza' pintado por Lourdes Tur, donde estuvo embarcado 'El Cote'.

BAJARSE AL MORO.
Pero volviendo a nuestro protagonista, José ha hecho de todo a lo largo de su vida laboral: marinero, cocinero, redero, faenas del campo, de las bodegas, conduciendo carros de marca (con mercancías desde el campo a las lonjas)… No acudió a ninguna escuela y de pequeño hacía pequeños mandados y encargos a Paco Rodríguez, del Bar Casa Paco: se crió en ese entorno de la plaza de la Herrería y el Parque. A los 11 años se quedó huérfano de padre y pronto empezó a trabajar, embarcado durante muchos años en el barco ‘Ramón y Esperanza’, de los Tur Tur, que bajaba a faenar a los caladeros de Marruecos. En cierta ocasión, por una grave enfermedad, tuvo que ser evacuado del barco en helicóptero hasta Canarias para ser tratado de una delicada intervención quirúrgica. También trabajaría en el campo y,durante muchos años, en los oficios de la vinatería, en las bodegas de los Gil.

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Busto hecho a palillo en la Academia de BBAA, de nuestro protagonista y que se encuentra expuesto en Bodegas Obregón, así como sus trofeos.

TABERNA OBREGÓN.
Ha hecho de todo a lo largo de su vida. Aficionado a los toros, llegó a tirarse como espontáneo en una corrida de toros en la Plaza Real, en medio de una faena del desaparecido diestro local Miguel del Pino. En la actualidad sigue colaborando en las Bodegas Obregón, donde hace de todo, desde algunos guisos a petición del respetable, cantiñea, pone una copa a algunos amigos y se arranca con algunos bailes, cuando procede.

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El Manantial, en 2007, tras la entrada de máquinas.

Había muchos más manantiales en la zona pero estan canalizados. Incluso llegaban al mar cuando yo era niña, ahora estoy en el medio siglo. Hay 3 zonas El Manantial, Fuentebermeja y Fuentebravía, que tienen gran humedad y aguas subterráneas. Actualmente el agua ya no llega hasta la playa puesto que se canalizó y se encuentra completamente cubierta la zona por caña común (Arundo donax), una especie invasora que al cubrir por completo este humedal ha generado un refugio para la fauna, especialmente para las aves y como no, para los anfibios.

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El Manantial, en el primer tercio del siglo XX.

Al urbanizar la zona se ha secuestrado el manantial impidiendo el libre fluir de sus aguas a través del cañaveral como sucedía hace años. Esto ha ido dejando con poca humedad el suelo del cañaveral donde aún brotan pequeños afluentes sin cerrar cuando las lluvias son abundantes, pero el resto de caudales han sido cerrados para beneficio propio de las urbanizaciones, para jardines y demás, degradando y secando gravemente el humedal día a día, empobreciendo y eliminando el sustento alimenticio y hábitat de numerosas especies que allí viven y vivían, tanto de animales como plantas.

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Una vista de El Manantial, antes de su urbanización.

El constante arrojo de basuras, invasión, degradación del terreno ha sido permitido por el Ayuntamiento. Se utiliza el cañaveral como vertedero de restos de poda, chatarra, muebles, desechos de obra, plásticos, baterías de coche. Lo ocasiona la poca responsabilidad del ciudadano y del Ayuntamiento quien concede permisos para cortar caña, pero no recoge ni obliga a recoger los numerosos restos de caña cortada, y las hojas que no se llevan los solicitantes del corte de cañas, dejando éstos últimos los restos amontonados en el propio cañaveral, junto con los restos de poda que allí se depositan, creando un alto riesgo de incendio. /Texto: M. San Narciso

 

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La última semana de agosto, antes como ahora, coincidían en nuestra ciudad la mayor aglomeración de veraneantes y visitantes ocasionales del verano y se programaban en esos últimos días de afluencia masiva no solo los mejores espectáculos musicales y taurinos, sino las más sonadas y prestigiosas fiestas privadas, también llamadas “de familia”.

osborneguezala_puertosantamariaUna de las que por esa época alcanzaron mayor resonancia era la que organizaba Roberto Osborne Guezala, empresario triunfador en Sevilla con su fábrica de cervezas ‘La Cruz del Campo’,  aparte de ser accionista destacado de la firma vinatera de su apellido, fiesta que tradicionalmente realizaba cada verano junto con su esposa María Teresa Vázquez de Pablo en la ‘Casa Grande’ de Vista Hermosa, paraje que como pueden imaginar los lectores, estaba rodeado de pinares cuajados de camaleones, viñas rebosantes de dulce uva moscatel casi madura por aquellas fechas, retamales, higueras bravías y chumberas que servían para delimitar las lindes de las huertas y navazos de los mayetos que rodeaban tan magnífico chalet, sus instalaciones y jardines.  Aunque la familia solía cerrar la temporada estival, como era y es costumbre en los nativos,  después del día en que se celebra la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre, festividad de la patrona local, la Virgen de los Milagros, esta fiesta reunía, además de a su extensa familia, muchos de cuyos miembros residían lejos de El Puerto, a un numeroso grupo de amigos e invitados de toda la comarca, de su misma clase social. Era una fiesta-baile nocturna,  a lo grande, sin escatimar gastos. /En la imagen de la izquierda, uno de los fundadores de Cervezas La Cruz del Campo, Roberto Osborne Guezala.

carlosdeborbon_infante_puertosantamariaReferiremos en esta croniquilla casi un siglo después, la  que tuvo lugar en el verano de 1926. Para la ocasión se engalanó toda la arboleda que rodeaba la fachada principal de la Casa Grande y el sendero de entrada con bombillas eléctricas de colores causando sorpresa de admiración a cuantos invitados iban llegando en sus coches desde Jerez, Sanlúcar, Cádiz… y también El Puerto.  El matrimonio recibía a los invitados en la hermosa escalinata de acceso por la que se asciende al ‘hall’ de la casa, iniciándose el baile de la tarde-noche en un espacioso salón que llamaban ‘Salón de Tennis’, posiblemente porque en los días de mucho viento, calor o lluvia, debido a sus dimensiones y la altura del techo, fuese utilizado como una pista cubierta para practicar ese deporte. Cabían holgadamente un centenar de parejas de baile, amén de la banda municipal que amenizaba la ‘soiré’ conjuntamente con una orquestita muy prestigiosa llamada ‘Sexteto Castillo’ considerada como una ‘jazz band’ que actuaba habitualmente en las selectas fiestas de la sociedad sevillana, y había sido contratada por  Roberto Osborne que la vio en una actuación en la casa palacio que  los Sánchez Dalp tenían en la plaza del Duque de Sevilla, en una fiesta organizada en honor de SS.AA los Infantes Doña Luisa y Don Carlos, a la que asistió como invitado. /En la imagen de la izquierda, Carlos Tancredo de Borbón-Dos Sicilias. Infante de España, bisabuelo materno del rey Felipe VI. (Gries-Francia) 10-11-1870 - Sevilla, 11-11-1949. /Foto: Colección Manuel Montes Mira.

Convertido parte del jardín en una especie de recinto ferial, con varias avenidas de albero que conducían a las pista de tenis en donde estaban instalados diversos puestos en los que se ofrecían deliciosos helados (fri-cap), mosto frío y varias clases de caldos generosos con la misma denominación o marca que el pinar que circunda la finca: ‘Mochicle’ y, por supuesto, la cerveza de la casa.  Los que no bailaban, paseaban por esas avenidas que iluminaban un centenar de focos y se iban instalando en la plaza portátil , que tenía amplias y cómodas gradas y dos palcos, uno para la banda de música y otro para la presidencia, montada junto a las pistas de tenis, donde tendría lugar a continuación una becerrada nocturna en la que intervinieron, en primer lugar Rafael Muñoz Ávila, toreando, banderilleando y estoqueando a un becerro, siendo aplaudido por los asistentes su voluntad y afición.

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'Villa Ángeles' o 'La Angelita', desaparecida hace cinco años, en 2009.

Hacía catorce años que había regresado de Cuba con su familia, pasando a vivir a una hermosa finca rústica del camino de Fuentebravía, llamada "Villa Angeles", que era el nombre de su madre. Esta denominación me trae el recuerdo de una encantadora casita, ya desaparecida, pintada de color siena, situada al otro lado de la antigua vía del tren de Rota, frente a la calle Ganado, conocida popularmente como "La Angelita", inmueble que citamos aquí como un nostálgico y simbólico recuerdo de los mucho que hemos perdido en la ciudad en el pasado reciente.

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La Casa Aramburu, en Cádiz.

El segundo lo lidió otro de los aficionados invitados, José Aramburu, hermano del jefe del partido conservador de Cádiz y pariente de Ramón de Carranza, diputado por El Puerto de Santa María en 1919. En el transcurso de la misma los asistentes pudieron presenciar, asombrados,  como se tiraba al ruedo un joven espontáneo, vestido con blusa de dril y gorra; casi inmediatamente hizo su aparición la autoridad en forma de guardia municipal, que procedió a su detención, tranquilizándose algunas de las espectadoras que se habían angustiado con el incidente.  Sin embargo, al llegar a la barrera, detenido y municipal, saludaron al público, que les aplaudía cariñosamente. Eran, uno de los hijos de los anfitriones, Roberto Osborne Vazquez y un amigo, Joaquín Lizárraga que habían preparado el numerito.  En el intermedio entre becerro y becerro, profesionales de la venta ambulante, consumados pregoneros de sus productos: agua, vino, cerveza, gaseosa… y toda suerte de 'chucherías gastronómicas', desde corrucos a 'güeros langostinos' ofrecían gratuitamente los mismos a todo el que los quisiera.

Del tercer becerro, para regocijo de los más pequeños, se ocupó la cuadrilla bufa de Fatigón, profesionales de los espectáculos denominados ‘charlotadas’ que actuaban con éxito en los cosos de todo el país con el nombre artístico de ‘Charlotte, Fatigon y su botones’ que desgranaron su repertorio de trucos y payasadas. Fatigón, montado en la caña de una escoba con una cabeza de caballo de cartón realizó todas las suertes del rejoneo, finalizando con oficio de un estoconazo, pie a tierra, su actuación, que fue muy jaleada por los asistentes. La cuarta y última res que salió al ruedo fue lidiada y estoqueada por el ganadero sevillano Tomás Murube, que tiene una calle en aquella capital andaluza. Según se indica en la reseña del acto inserta en la ‘Revista Portuense’, en la que nos hemos documentado para escribir esta nótula, su actuación estuvo plena de “arte y valentía”.

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Tomás Murube y Sebastián Recasens, en 1934, en el aeródromo de Sevilla junto a la primera piloto femenina del aeroclub, Gloria Cuesta, a los pies del autogiro de La Cierva.

Una década después, en los primeros compases de la guerra civil, pilotando, conjuntamente con Sebastián Recasens, una avioneta del Aéreo Club de Sevilla en labores de reconocimiento, tal vez imprudentemente, fue derribada por los fusiles de los milicianos republicanos a la altura de la Roda de Andalucía. Aunque salieron con vida del percance, como señala Mercedes Fórmica en su obra ‘Visto y vivido’ 1931-1937’: “En aquellos días no se hacían prisioneros” y fueron ambos fusilados.

Durante la lidia de los tres becerros por parte de Muñoz Ávila, Aramburu y Murube, estuvieron asistidos y ayudados por una cuadrilla formada por José Mora Figueroa, Manuel Salvador y José Antonio Benvenuty, este último habitual actuante por esas fechas en becerradas realizadas en el coso portuense y, posteriormente,  banderillero profesional formando parte de la cuadrilla de Manolo del Pino, el mítico novillero local 'El Niño del Matadero'.

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En la imagen, Manuel del Pino, 'Niño del Matadero'.

Finalizamos esta mirada retrospectiva, reproduciendo textualmente el comentario del cronista que vivió hace ochenta y ocho años aquel evento social veraniego: “Terminada la fiesta taurina que resultó brillantísima, dirigióse nuevamente la concurrencia al salón de ‘tennis’ pasando antes por los puestos (anteriormente mencionados) donde se servían toda clase de delicados fiambres, pastas, dulces finos, medias noches, emparedados y por último, chocolate. Reanudado el baile en el (salón) tennis, no cesaban en el baile las parejas, continuando en amenizar la fiesta el ya consignado sexteto Castillo, interpretando lindos ‘foxtros’ y la banda municipal con alegres pasodobles y otros números. La agradabilísima fiesta duró en todo su apogeo y brillantez hasta después de la seis de la mañana". /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. PUERTOGUÍA

 

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La Cruz de San Sebastián, entre las calles Santa Fe y Durango, en la actualidad y antes de la remodelación del espacio a finales del siglo pasado.

Tal es el título de la conferencia impartida en la noche del pasado jueves en el Palacio de Araníbar, por Miguel Ángel Caballero, técnico municipal de la Concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento. La conferencia puso de relieve los numerosos elementos religiosos y espacios que se localizaban en el casco urbano, --algunos aún permanecen como reliquias, otras mas activos-- y en todo el territorio del municipio porteño, que hacen que se pueda hablar “de un espacio sagrado o territorio sacralizado”.

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En la imagen, al fondo, las murallas del Castillo de Santa Catalina, antes de la construcción de Puerto Sherry en 1984. En el solar que ocupan los restos del castillo de Santa Catalina se sabe que hubo una villa romana, con su alfar. También se encontraba la Ermita de Santa Catalina, de la cual no podemos establecer la fecha de fundación, si bien hay documentos que la mencionan en el año 1525.

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La Ermita de Santa Clara, según una interpretación de Faelo Poullet.

Miguel Ángel Caballero un detallado estudio de todos estos elementos, entre cruces y ermitas, que abarca un periodo comprendido entre el siglo XIII hasta el siglo XVIII. La charla se apoyó en la proyección de imágenes y dibujos esquemáticos. Entre los ejemplos que citó el ponente se encuentran varias ermitas, como las de San Cristóbal, Santa Catalina y a recientemente restaurada Santa Clara, entre otras muchas del término portuense.

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En un lamentable estado de abandono y deterioro, aún pueden verse hoy día los pilares de Las Cruces, en las proximidades de la entrada a los Depósitos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. de la Sierra de San Cristóbal. Las Cruces, entre las que discurría el viejo arrecife de la antigua línea de costa portuense, marcaban la separación de los términos municipales de Jerez y El Puerto y, al llegar a este punto, los viajeros procedentes de Jerez tenían a la vista el hermoso paisaje de las tierras de Sidueña  con la Bahía de Cádiz como telón de fondo. En las cercanías de Las Cruces, el Castillo de Doña Blanca. /Texto y Foto: García Lázaro.

En relación a las cruces, se nombraron la Cruz de Guía, las Cruces de la Sierra Cristóbal y la Cruz de San Sebastián --entre las calles San Sebastián y Durango, que aún perdura, casi desapercibida desde que fue apeada del soporte original--. La teniente de alcalde delegada de Patrimonio Histórico, María Antonia Martínez Valera, agradeció al público su participación en esta convocatoria y ha recordado que “la charla divulgativa de Migue Ángel Caballero también se ofrecerá durante el mes de agosto”, como otras programadas en dicho espacio cultural y turístico.

 

Para los porteños, como le gusta decir al amigo Morillo, que no residimos todo el año en El Puerto aunque si en la época del veraneo, que en mi caso se alarga casi a tres meses, El Puerto es una ciudad más atractiva que para sus residentes habituales y, a veces, no comprendemos las críticas que algunos hacen a su urbanismo: que si el deterioro del casco antiguo, que si la degradación de algunas zonas, que si los aparcamientos, etc. Antes al contrario para nosotros algunas de las peculiaridades de su urbanismo resultan curiosas y, a veces, atractivas  por singulares y se nos hacen muy ostensibles cuando paseando o en bicicleta las vamos constatando: porque no hay un Puerto, sino, al menos, cuatro.

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Vista aérea de la Tonelería de Huerta, en primer plano, el Hospitalito y la Prioral, en el casco antiguo. Valdelagrana no se había expandido aún, ni el muelle comercial estaba ampliado. /Foto: González y Hernández. 19 de junio de 1970.

En primer lugar, El Puerto de siempre, es decir el de nuestra niñez que queda dentro de un perímetro cuyos lados quedan acotados por la ribera del Rio, la calle Valdés, lo que era el ejido de San Juan con el límite que representaba el ferrocarril a Sanlúcar y, finalmente,  la antigua carretera general a Cádiz y la zona  de la Victoria. Es El Puerto de la cuadrícula y las calles a cordel, cuyos nombres son pura poesía cuando no son recuerdos de nombres de santos o de personajes ilustres, algunos paisanos.

Luego viene el Puerto crecido más allá de la Plaza de Toros –toda esa zona que llamamos Crevillet- y que, como reflejo de un urbanístico complejo de Edipo, abomina de la línea recta prefiriendo la curva y aun la quebrada y en el que, para seguir con los quiebros, resulta, además, habitual encontrase con una señal de contramano sin otra justificación que obligarnos a cambiar de dirección. Es el Puerto de nombres de calles casi imposibles de recordar por el noble deseo de perpetuar la memoria de gente corriente que fueron portuenses contemporáneos.

Nada tienen que ver los Puertos anteriores con la expansión por la costa Oeste y por el Norte, caminito de Jerez. Una nos recuerda el urbanismo anglosajón norteamericano y a veces pensamos si no estaremos pedaleando por un algún rincón del Estado de Florida; la otra es más bien de impronta hispanoamericana  y nos trae a la memoria las zonas periféricas de México distrito federal, aunque para que el parecido fuese más auténtico haría falta una maraña mayor de cables aéreos.

Y luego viene El Puerto de la otra banda, Valdelagrana, aunque próximo tan lejano que hasta tiene un obispo distinto y que no será de verdad El Puerto hasta que esté ultimado el cordón umbilical de esas pasarelas que debieran haber sido realidad desde hace medio siglo.

No hay un solo Puerto, sino cuatro o aun cinco. Cuando esa variedad ocurre en una gran urbe, su extensión hace que el fenómeno quede desapercibido. Cuando sucede en una ciudad mediana no hay lugar para el aburrimiento contemplativo. Por eso nos lo pasamos tan bien cuando callejeamos  por El Puerto. /Texto: José Luis García Ruiz

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Aunque el local existía antes con otro nombre, el cocinero vasco Juan Antonio García Hernández, natural de Guetaria (Guipuzcoa) abrió el establecimiento en el número 21 de la Avda. de la Paz, en el año 2010. Antes ya había tenido también en la urbanización de Valdelagrana, donde llegó hace 8 años, “La Caleta”. Este Bar Restaurante es un elegante establecimiento con barra y después un pequeño salón comedor completamente acristalado. Está situado a escasos metros de la playa de Valdelagrana. En todo el establecimiento tienen la misma carta en la que hay algunas tapas, también pinchos al estilo vasco, medias raciones y raciones. De todos modos se puede comer perfectamente por 15 euros, una relación calidad precio excelente teniendo en cuenta el nivel gastronómico del establecimiento.

García Hernández, que atiende personalmente a los comensales,  tiene algunas especialidades de cocina vasca como la merluza del Cantábrico a la bilbaína, la porrusalda (una especia de sopa que tiene el puerro como ingrediente principal), las alubias de Tolosa guisadas o el ajo arriero. También hay especialidades madrileñas, los callos, ya que el cocinero estuvo también allí muchos años. Lo demás variado y original. Tienen también tostas y cordero lechal. Los postres son también caseros. La carta varía por temporadas y tienen también sugerencias con productos frescos.

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ENSALADILLA DE COLIFLORES.
Ya teníamos informes coincidentes de varios tapatólogos sobre la calidad de este establecimiento situado en Valdelagrana. Uno de ellos hacía mención a esta original tapa que te conquista desde el primer contacto porque tiene ya un olorcillo que alimenta y porque las coliflores adornadas con los pedacitos de pepinillos y alcaparras ya le dan su toque. La composición es bien sencilla. Unas coliflores cocidas con un magnífico punto y luego un aliño compuesto por mayonesa, en porción bastante generosa y luego un picadito que lleva alcaparras, pepinillos, aceitunas, perejil y unos trocitos de otra tapa a probar en esta casa, el bonito en escabeche. El primer gran punto es la temperatura a la que se sirve la tapa, fresquita, pero sin caer en el “heladismo” de esas ensaladillas que parace que vienen del Polo Norte de los frías que están. Esta se sirve a la temperatura perfecta y luego la armonía en la que la coliflor se deja ver pero no manda en el plato. Los piquitos se pueden mojar incluso en la mayonesa y los tropezones, a modo de “divertimento” tapatológico.

Recomendamos, además, las papas alioli, la tortilla de cebolletas, el pinchito de cordero, el bonito (o albacora si es temporada) en escabeche  y la tarta de manzana. Abre todos los días en horario de almuerzos y cenas. Cierra los domingos por la noche y los lunes completos. En el mes de noviembre cierra por vacaciones. /Texto y fotos: Pepe Monforte.

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carlosnevatey_puertosantamariaExtremo ofensivo que aprovecha su velocidad y técnica para asistir a los delanteros. El futbolista zurdo, recién llegado al equipo Juvenil B, del Real Madrid, procedente del Recreativo Portuense, destaca por su creatividad y habilidad para deshacerse de los contrarios. Su padre, Juan Carlos Neva, jugó al Rugby en el Club de Rugby Atlético Portuense, CRAP o ‘Portu’. Se define como un “jugador rápido y vertical”.

Su trayectoria pasa por el SAFA-San Luis (2008-2011) y el Recreativo Portuense (2011 hasta mediados de año, en el que se incorporó al equipo juvenil del Real Madrid. Ha sido convocado por el Real Madrid en 9 ocasiones, en las que ha jugado como titular 7 veces, habiendo marcado dos goles sin contar con ninguna sanción en su haber.

El alcalde de El Puerto, Alfonso Candón, recibía en su despacho a Carlos Neva Tey, que acudió a la cita acompañado de su padre, Juan Carlos Neva y de dos representantes del Recreativo Portuense, su presidente, Antonio Flor, y el entrenador, Juan Carlos Camacho, club del que salió Carlos hacia Madrid. Camacho ha señalado que “es muy difícil que un ojeador se haya fijado en un deportista que estaba militando en regional preferente, añadiendo que, desde el equipo, están muy  ilusionados por el hecho de que haya un representante de El Puerto en el Real Madrid, por lo que le animan a continuar trabajando duro”.

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Carlos Neva Tey y Alfonso Candón, en el despacho de la alcaldía de El Puerto.

Neva Tey le contó al alcalde cómo es su día a día en la capital de España, explicando la disciplina a la que está sometido en sus entrenamientos, así como las ganas e ilusión que le está poniendo a una máxima que el equipo blanco lleva a cabo, que continúe con sus estudios. El primer edil le deseó grandes éxitos al deportista portuense en el Real Madrid, confiando en que “tengas los pies en el suelo para poder llegar lejos, porque la vida profesional de un futbolista puede ser fructífera o corta por una lesión o por no conseguir los resultados que se esperan de tí”. Candón ha recibido de Carlos Neva una camiseta y una foto junto a Zinedine Zidane firmadas.

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Salvadora Galán, natural de Olvera, reside desde hace muchos años en El Paso (Tejas) EEUU a donde se fue por amor, y pasa sus vacaciones de verano, desde hace varios años en El Puerto de Santa María en la calle Postigo, en  la casa de su amiga Catalina Arana. Su particularidad reside en que ella misma se acompaña al cante, con la guitarra.

--¿Cómo nació en ti esta conjunción de cante y guitarra?, Salvaora.

--Quizá fue por la admiración que sentía por Enrique Montoya; un artista de Utrera que tocaba la guitarra a la vez que cantaba canciones aflamencadas, y yo me propuse hacerlo con el flamenco. También por el amor que le tengo a la guitarra, y más que nada empezó por mi padre. Yo le escuchaba cantar, y fue quién me inculcó la afición al flamenco. No era un cantaor profesional, pero cantaba muy bien. Me pasó algo curioso por estas tierras: llegó Roque Montoya "Jarrito" a Juárez (México), y trabajamos juntos, y al decirle quien era mi padre, resulta que sabía de él, y como en aquellos tiempos casi nadie tenía radios, pues venía con su hermano y se juntaban y aprendían. Esto al escucharlo tan lejos me llegó muy adentro, y lo mío fue eso: la conjunción de guitarra y cante, pero yo no me considero cantante ni nada... 

--Te fuiste por amor, no lo dudaste, ¿cogiste tu guitarra y dijiste: adelante?

--Si, me costó mucho abandonar algo tan importante para mí. Asi que una vez que me quedé viuda lo retomé inmediatamente, y hago cosas por estas tierras americanas; recientemente he empezado a hacer algo en España. He participado en programas de televisión y en peñas flamencas. 

--Dejar tu país y acostumbrarte a otro tan distinto debió de costarte, pero representarlo cuando te reincorporaste en tu arte, ser la portadora de lo que habías dejado atrás, el cante y la guitarra que lo llevas tan dentro, debe de ser una satisfacción. Como decía Concha Piquer en la copla: "qué bien sabe ese vino (en este caso el cante), cuando se bebe lejos de España..."

--¡No sabes cuanto me costó...! La verdad es que llevo con mucho orgullo algo tan grande como es nuestro flamenco. Me ha pasado a veces, que se me ha acercado alguna americana y me ha dicho: "señora, no entiendo las palabras, pero me ha hecho llorar..." eso es algo muy emotivo para mi.

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--El Paso tiene el "country", esa música tan bella, con sentimientos también populares del sur de EE.UU. ¿te has identificado con ella, te has sumergido alguna vez en sus compases?

--No, me gusta la música country, pero pienso que el blues tiene más en común con el flamenco porque es una música muy espiritual. Pero yo me considero tradicional, cuando canto flamenco no quiero perder la pureza, no tengo ninguna influencia, ni flamenkito, ni nada...

--¿Vives del flamenco?
--No, no, es pura afición.

--Me envías frecuentemente - cosa que me encanta y agradezco- noticias de tus actuaciones en las que veo que estás solicitada y aplaudida, así como en tus estancias aquí. Este año has recibido en Andalucía un homenaje y entrevistas de radio. Estos encuentros con los tuyos ¿diríamos que te cargan las pilas para continuar en la distancia?

--Hago lo que puedo por estas tierras, ahora me han invitado a hacer algo en Houston y Chihuahua... Y en mi última estancia en el verano en España, me hicieron un homenaje, como tu dices, en el Ayuntamiento de Olvera, el pueblo donde nací; cosa que llevaré siempre en mi corazón, y además tres programas de televisión, y en Onda Cádiz, Onda Jerez, y en Sanlucar de Barrameda.

 

--Te he visto retratada con Fernanda y Bernarda de Utrera, además de otros grandes de una época gloriosa. Has tenido la suerte de convivir con ellos ¿qué recuerdos guardas de entonces?

--Como te digo, yo nací en Olvera, un pueblo precioso de la serranía de Cádiz, y fui a Utrera donde crecí, esto fue muy importante para mí, es donde pisé mi primer escenario porque le dieron un homenaje a Fernanda y Bernarda, allí le toqué la guitarra a mi hermano (él hizo la película de Los Tarantos de Carmen Amaya), y a mi Juan Peña El Lebrijano, que por entonces era guitarrista. También estuvo La Perla de Cádiz y Bambino. Después compartí escenario con las hermanas de Utrera en un tablao de Madrid muy emblemático que se llamó Las Brujas. Y por supuesto que conviví con ellas.

--Me hablas de tu hermano; él es Aurelio Galán "El Estampío", que en Los Tarantos, entonces un niño, hace de hermano de la protagonista Sara Lezana, también muy joven, por cierto preciosa... Todavía la vi en Madrid hará unos seis años; con mucho más tiempo encima, que gran bailaora, es de las que más me ha gustado. Actuó en el Teatro Español, y luego cuando esperaba yo el autobús en Sol pasó ella sola, como si no fuera nadie... Cuando ya solo la veía de espaldas le grité: "bravo, Sara" y se volvió y me dijo: "gracias". Fue todo tan rápido e inesperado que cuando reaccioné ya estaba lejos para poder acercarme a charlar con ella. Al recordar el arte que todavía tenía, me hace preguntarme por qué hay figuras que no logran todo el nombre que se merecen.Tu hermano ¿ de mayor siguió en el baile?

--Sí, continuó trabajando con su espectáculo hasta hace siete años, en las Islas Canarias. Estoy muy orgullosa de él. Por un tiempo estuve cantándole para bailar hasta que me casé.

--Te casate y lo dejaste, como tía Anita La Piriñaca, La Pelota y quizá tantas más. Pero ahora volvemos a tenerte y que muchos años nos dediques tu arte. /Texto: Ramona G.F.

Entrebares, un establecimiento de tapas que ya sacó también una colección de salmorejos, presenta un surtido de cinco minihamburguesas con panes de diferentes colores y sabores elaborados por la pastelería Momentos (ver nótula de Jesús María Fernández Ruiz, núm. 1.724 en GdP), también de El Puerto.

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Jesús Matilla con sus hamburguesas de colores.

Las hay verdes, negras, colorás, amarillas y…hasta color pan. Se han utilizado colorantes alimentarios y diversos condimentos para darle un color diferente a cada pan. Luego en el interior, cada hamburguesa es de un sabor diferente y lleva guarniciones distints. Es el último arranque creativo del cocinero Jesús Matilla (ver nótula núm. 1.721 en GdP), el propietario de Entrebares que ya sorprendió a la clientela cuando abrió su establecimiento en el centro comercial de Vistahermosa con una colección de salmorejos diferentes que ha ido ampliando y de los que tiene permanentemente 20 en carta de un total de 50 sabores que tiene su recetario y que va variando todas las semanas.

Lo de las hamburguesas se le ocurrió viendo el interés que hay ahora en el público por estos productos. Así que diseñó cinco tipos de hamburguesas diferentes, fijó para cada una de ellas su guarnición y luego se fue a ver a su amigo el maestro pastelero Jesús María Fernández de la pastelería Momentos para que le diera el toque final que han logrado con una serie de panes de colores.

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Las minihamburguesas de colores de Entrebares

La que está teniendo más éxito es una hamburguesa de carrillada ibérica que va condimentada con pimentón de la Vera para darle un llamativo color rojo. Por encima una capa de cebolla caramelizada y para cubrilo todo un pequeño pan aromatizado con tomate. Todos los panecillos llevan por encima un poco de sésamo. La más clásica de las hamburguesas, la de carne de buey, también tiene muchos adeptos, según relata Matilla. Esta lleva un pan normal, sin ningún sabor especial y dentro un poco de cebolla y pimiento a la plancha.

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Jesús María Fernández Ruiz, de Pastelería Momentos.

Todos los panes son realizados por la pastelería Momentos. El más llamativo es uno de color verde. Lleva albahaca en su composición, una hierba muy aromática típica de la cocina italiana. Dentro acoge una hamburguesa hecha con atún, además cebolla pochada en salsa de soja y una mayonesa de wasabi, un condimento japonés con un toque picante. No le va a la zaga en exotismo la de cordero que lleva como condimento un curry de inspiración india, unas finas láminas de puerro frito y un pan también aderezado con curry. La colección la completa una hamburguesa de chocos con cebolla confitada y alioli que va con pan hecho con tinta de calamar.

No son hamburguesas para bañarlas de kepchup y mostaza ya que llevan sus propios condimentos. Matilla señala que “hemos escogido el formato mini con la idea de que se puedan probar más de una o incluso compartir las cinco”. Todas se venden a un precio de tres euros.

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Chicharrones de Atún que hizo famosos en El Puerto el desaparecido Bar El Rempujo.

La carta de Entrebares, un bar que se inauguró en el año 2013 tiene también otras sorpresas como un gallo frito cuya harina de fritura se mezcla con un polvo de algas de Suralgae, la empresa gaditana que se dedica a la recolección de este producto, o unos chicharrones de atún, una tapa que en El Puerto de Santa María hizo famosa el bar El Rempujo (ver nótula núm. 1.610 en GdP). De todos modos la estrella de la casa son los salmorejos que se sirven en copa de cocteles y con sabores muy llamativos. Así, además del típico cordobés, sin vinagre, aclara Jesús, que es natural de allí, une sabores éxoticos como el de tinta de chocos o algunos que se complementan con frutas. /Texto y Fotos: Pepe Monforte.

 

Manda la actualidad. La de las excavaciones arqueológicas que la semana pasada se han retomado en Pozos Dulces como trabajos previos a la construcción del discutido aparcamiento subterráneo.

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Detrás del tablero del puente colgante de San Alejandro (1846-1877) el espacio que ocupó la ermita de Consolación. A la derecha, una bodega y el convento del Espíritu Santo. / Fotografía de Jean Laurent, 1867. Biblioteca Nacional de España

Por supuesto, nada diré de los vestigios que se han exhumado al realizarse las catas arqueológicas que ahora, dado su interés histórico, se amplían. Al frente de la intervención están dos profesionales  –María Ángeles Navarro y Juan Miguel Pajuelo- de constatada solvencia y serán ellos, tras los estudios pertinentes y en su tiempo y forma, quienes informen a la ciudadanía de los hallazgos descubiertos y por descubrir.

Lo que yo quiero contarles son los antecedentes históricos que conozco del espacio de Pozos Dulces inmediato al antiguo puente de San Alejandro, en el que –de momento- no se ha intervenido. Y ya puesto, también haré memoria de algunas otras historias de tan destacado enclave urbano a orilla del Guadalete.  

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A la derecha, junto al desaparecido estribo del puente, la casa de Francisco Ciria. / Foto, colección de Miguel Sánchez Lobato.

BAJO LA CASA DE CIRIA

Recordará el lector la casa-bodega que existió junto al puente de San Alejandro, la que se derribó hará una década y que habitó Francisco Ciria y Vergara de la Concha, el padre de quien fuera alcalde de la ciudad (1948-1952) Eduardo C. Pérez (ver  nótulas 330 y 1313 en Gente del Puerto). Un ascendiente suyo, el presbítero José Pedro de la Concha, la mandó construir en 1828. En el memorial que para ello presentó al Ayuntamiento decía: “Que deseando adquirir un sitio donde poder construir una casa y bodega, he fijado la atención en el terreno de Consolación, próximo al puente de San Alejandro, donde antiguamente estuvo fabricada la ermita de aquel nombre. El terreno de que se trata está ocupado hoy según es notorio, por un montón de escombros y basura, por llevarlo allí los carros destinados para la limpieza, y fuera de lo perjudicial que es esto a la salud por el mal olor que exhala aquel sitio, es evidente lo deformado que en aquel paraje está el aspecto público, mucho más cuando por aquel lado hay un tránsito de personas muy frecuente.” El terreno donde se construyó el inmueble -en donde, reiteraba el solicitante, “en lo antiguo hubo en él construida una ermita, arruinada esta  y demolida hasta sus cimientos”- tenía 1.144 varas cuadradas (44 varas de longitud por 26 v de ancho = 36 x 21 metros), fijándose su venta en 1.152 reales de vellón.  

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La flecha roja marca la ubicación de la casa de Ciria en una imagen tomada hacia 1962 (el actual puente, entonces en construcción, se inauguró en 1963). / Foto, colección de Miguel Sánchez Lobato.

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El entorno de Pozos Dulces en 2012, con el espacio aproximado (en rojo) que ocuparía la ermita y escuela de Consolación. / Foto, Google.     

ERMITA Y ESCUELA DE NIÑOS POBRES

La de Nuestra Señora de Consolación fue una de las cinco capillas o ermitas que durante la Edad Moderna se levantaron a orilla de la ribera del Guadalete, con estas advocaciones: Santa María de Guía, Santa María del Socorro (posterior de San Antón), Santa Ana, la Virgen de la Concepción en la capilla de las Galeras y la que nos ocupa, frente a las calles Caldivilla (sic) y Ángel Urzáiz (en tiempos de la ermita, calles de Ginés de la Fruta –un célebre pescador porteño del siglo XVI- y de la Plata).

Poca información tengo de esta ermita, cuya advocación está vinculada al ‘consuelo’ que para los cristianos encierra el advenimiento del Apocalipsis. Sobre su origen,  se conoce que ya estaba edificada en 1738, no siendo probable que se remontara a muchos años atrás. El 19 de abril de aquel año se presentó en el Ayuntamiento un memorial de su Hermandad titular solicitando que se le permitiera ampliar la ermita con el fin de establecer una escuela que cubriese la instrucción de los niños pobres de la zona, de antiguo, el barrio de los pescadores, “por haber enardecido la devoción de bienhechores que se dedican a edificar escuelas competentes para enseñar primeras letras y doctrina cristiana a niños pobres de solemnidad, hallándose la hermandad con distintas cantidades depositadas con condición de que no se entreguen si no es para el dispendio y distribución de dicha obra”.

pozosdulces5_puertosantamariaA los pocos días, los munícipes concedieron lo solicitado, en estos términos: “...que arreglándose en la obra que pretende a seguir en línea recta por la parte del río y de tierra en la escuela que ha de ejecutar [...] acordó el conceder como desde luego concede a dicha capilla de Consolación y a sus hermanos en su nombre, licencia en forma para que ejecuten la obra que pretenden”.

Con toda seguridad, en 1807 la escuela ya no existía, según apuntó Hipólito Sancho, y acaso tampoco la ermita, suerte que corrieron las restantes emplazadas en la ribera. La de Consolación fue una de las tres cofradías de carácter docente que se establecieron en El Puerto durante el siglo XVIII, junto a la de Nuestra Señora del Rosario de la Aurora (desde 1706) y la de Jesús, María y José.  /En la imagen de la izquierda, Convento del Espíritu Santo. A la derecha, el cuadro de la Virgen de la Consolación que presidió la ermita de su nombre. / Foto, Alberto Díaz (web El Hachón Cofrade).

El maremoto del 1 de noviembre de 1755 afectó a la ermita de este modo, según vio y contó José Miguel Bernal: “…vimos salir el río de madre e inundarse todas las casas de la ribera desde Guía [Bodegas Gutiérrez Colosía] al Matadero [ex sede del Imucona], en donde vararon muchas embarcaciones y se inundó todo aquel sitio y Pozos Dulces, librándose solamente el convento del Espíritu Santo, adonde no llegó el agua. La ermita de Consolación se anegó y subió hasta fin del altar el agua y, asimismo, todas las casas de enfrente.

Por el padrón vecinal de 1782 se conoce que la ermita era un edificio exento, con dos puertas, “una para el uso de la ermita y otra a la parte de la iglesia que está en alberca, sin habitar persona alguna”. A la altura de 1797 asistía en ella el capellán José Santaella, un clérigo de menores órdenes, de 40 años de edad.  

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La ribera del Guadalete hacia 1962. / Foto, colección de Miguel Sánchez Lobato

LA CALLEJUELA DE CONSOLACIÓN Y EL MOLINO DE ACEITE  

El padrón de este año de 1797 también menciona la existencia en linde con la ermita de la callejuela de la Consolación, con seguridad alineada con la calle de la Plata (Ángel Urzáiz desde 1916 y de antiguo también nombrada Sarmiento, Curtidores y de la Fuente Chica); tramo viario –frontero al espacio que ocupó el varadero de Pastrana- que perduró hasta que en nuestros días se derribó el frente de las bodegas de Pozos Dulces.

Al otro lado de la callejuela en 1782 se levantó un molino de aceite, propio de Antonio de Vicuña y Juan Felipe Oyarzábal, sobre el terreno que once años antes -1771- habían heredado de un tío del primero, Jacinto José de Barrios San Juan, quien fuera uno de los más importantes comerciantes y cargadores a Indias portuenses. Probablemente tuviera la traza, como era propio de la época, de una torreta cuadrangular  similar a la del molino que se descubrió en 1994 en el solar que ocupó el huerto del convento de San Antonio de Padua.

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Frente al Ayuntamiento, Nevería y la plaza Peral, el molino de aceite del convento de San Antonio, ya semiderruido. Su hallazgo y demolición fue un visto y no visto.

Aparentemente, según se aprecia en la tercera foto de está nótula más arriba (señalado con la flecha verde), el molino de Vicuña y Oyarzábal se conservó completo en su alzado –integrado en el inmueble anejo- hasta que fue derribado hace unos años. Su ubicación coincide plenamente con la que se marca en viejos planos de la ciudad. Esta hipótesis que planteo se confirmará –o no- durante la intervención arqueológica.

Molinos aceiteros del último tercio del siglo XVIII –con sus trojes, la viga, el husillo, las molinetas, el alfanje- como los que tuvieron los Winthuissen  y José Miguel de Huerta en la Ribera del Río, Luis Lorenzo Rodríguez Cortés en la plaza de la Pescadería, el marqués de Villapanés junto a la Casa de las Cadenas o Juan José Reinoso en la calle Santa María.

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A la derecha, en una vieja imagen, la casa de Agustín J. de Vergara y la puerta de la vieja taberna, la Tienda de Consolación. / Foto, colección de Gaspar Veneroso.

LA TIENDA DE CONSOLACIÓN 8

El nombre de la ermita también la llevó una taberna, la Tienda de Consolación, en 1826 propia de Fernando Mendoza, que antes fue, ya en 1782, una tienda de montañés de Bernardo García, quien la mantenía abierta en 1804. Se encontraba esquina a Caldivilla, frente por frente a la ermita, en la casa que en el siglo XVIII levantó el regidor y mayordomo de la ciudad Agustín José de Vergara, cuyos portales –los que están decorados en sus pilares con bonitos motivos geométricos- se construyeron en 1782 (al tiempo que el molino) para ampliar la casa y, según leo en su solicitud, “para la comodidad de aquel desamparado sitio y a beneficio del tránsito público, a cuyo fin están constituidos los demás portales de aquel sitio por la hostilidad de los temporales.” La vieja tienda de Consolación nunca perdió, hasta el día de hoy, su actividad como establecimiento hostelero. Aún recordarán muchos portuenses en su solar, mediado el pasado siglo, el Bar Puente, de Manuel Muñoz Jaén.

LOS POZOS DULCES

Yo no sé qué ocurrirá cuando la tuneladora horade –hasta 8 metros de profundidad- el terreno de Pozos Dulces. Seguro que brotará en abundancia el nivel freático del río, tal como se ha constatado en todas las obras y excavaciones arqueológicas que se han practicado a lo largo de la ribera y sus inmediaciones. Y no sé si también manará el agua dulce de los pozos que dan nombre a la calle.

Pozos dulces de la ribera del Guadalete en los que en 1736 ocurrió, tras una pertinaz temporada de lluvias, lo que también contó José Miguel Bernal, ahora testigo de este otro fenómeno: “Este año ha sido tan copioso de aguas que desde San Andrés [6 de noviembre] del año antecedente hasta abril no ha cesado de llover con grande abundancia, y ha sido tan copiosa la lluvia que en esta ciudad por la ribera, desde la calle de la Chanca hasta las monjas del Espíritu Santo y Pozos Dulces, han reventado muchos manantiales de agua, que corrían hasta el río, cosa bien particular y que los más antiguos no la han visto ni oído decir a sus pasados.

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Pozos Dulces inundado a comienzos de los 70. / Foto, Rafa. Archivo Municipal.

De estos pozos, el ilustrado portuense Juan Luis Roche dejó escritas en 1771 estas interesantes apreciaciones: “…mientras más inmediatos al agua salada, son más dulces, y cuanto más desviados más salobres y profundos; porque en aquellos apenas se necesita soga para sacar el agua, y en estos últimos es necesaria una de muchas varas. Algunos Pozos crecen y menguan con las mareas, y debajo del agua salada en las menguantes se ha visto fluir agua dulce.

EL BALNEARIO DE SAN JOSÉ  

Detrás del terreno que ocupó la ermita y la casa de Ciria, junto a la orilla del río que en 1954 ocuparía el varadero de los hermanos Pastrana (ver nótula 713 en Gente del Puerto), entre 1881 y 1923 Felipe Losada y su hijo José mantuvieron abierto un pequeño establecimiento de baños que llamaron  Balneario de San José.  En su origen, una caseta de madera cubierta a dos aguas y compuesta de un departamento para vestuario (3 metros  x 2’40 de ancho) y un espacio para las inmersiones acotado con listones de madera hasta la línea de bajamar, sólo aprovechable durante una hora antes y otra después de la pleamar en las pequeñas mareas y tres horas durante los aguajes.

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Plano de la reforma de 1906 de los baños San José. / Archivo Municipal.

En 1906 José Losada reformó y amplió las instalaciones. La caseta, pintada de blanco, pasó a tener 7’75 m de frente, 6 de lado y 2’50 de altura, mientras que el cerco de los baños se amplió hasta 20 metros, formándose con estacas de pinos (4’50-5 m), tablazón y riostras con regatones de hierro colocadas de estaca a estaca. Con ello, Losada pretendía que los baños se tomaran entre las cuatro horas de las mareas muertas y las seis de los aguajes,  “dando más tiempo –decía en su solicitud- para que la clase pobre, que es precisamente la que los utiliza, pueda aprovechar y disfrutar los beneficios de los baños de mar, que tanto se recomiendan”. En 1916 el uso de la instalación costaba 10 céntimos a los adultos y 5 a los menores de diez años.

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El varadero de Pastrana, cerrado en los años 80, en el lugar que ocupó los baños San José. 

La costumbre de tomar baños en la ría del Guadalete, que comenzó en 1816, cuando se instalaron los primeros baños flotantes junto al puente de barcas de San Alejandro (1779-1839), fue desapareciendo con los trabajos de canalización y dragado del río que se verificaron durante el primer tercio del siglo XX y ante el progresivo deterioro de la salubridad de sus aguas (en lo que no poco influyó la construcción en 1897 por la Azucarera Jerezana de una corta junto al Portal). Sólo permanecieron en el río, como una reliquia, los baños de San José.

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El corro de bolos de Pozos Dulces, el 'Corribolo' hacia donde hoy está la glorieta de acceso a la ciudad. Lanzando, el montañés Manuel Gil de Reboleño. / Foto, Antonio Gil Insúa.

LOS CORROS DE BOLOS  

Felipe Losada, en 1868, trece años antes de abrir los baños, estableció en Pozos Dulces, a la espalda de la destilería de aguardientes de Ramón Jiménez, frente a la iglesia del Espíritu Santo, un ‘corro de bolos’ público formado con un malecón de madera. Aquí lo mantuvo hasta 1891, cuando lo trasladó junto al puente de hierro de San Alejandro (1883-1977), donde permaneció hasta que a los cuatro años, en 1895, tuvo que desalojar el lugar al crearse el Parque Calderón. Y de nuevo volvió a instalarse en su primer lugar, donde continuó, en manos de su hijo José, hasta fecha incierta. Pero la tradición del lugar como bolera perduró hasta mediado el siglo XX. Hoy, la peña carnavalesca El Corribolo, ubicada frente a la bolera del puente, recuerda en su nombre su pasada existencia. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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Nonabox nació hace apenas dos años y desde entonces son líderes en Europa gracias a su modelo de suscripción online para embarazadas y bebés. Él nació en Mallorca pero ha vivido toda su vida en El Puerto de Santa María. Ella es madrileña pero residió tres años en esta misma ciudad. Ambos, Ramón Sánchez e Izanami Martínez, son los fundadores de Nonabox, una empresa líder en Europa en suscripción online para embarazadas y bebés de hasta dos años.

La idea surgió hace poco más de dos años cuando la hermana de Izanami "se quedó embarazada. Acababa de terminar un máster y estaba trabajando, por lo que iba a tener poco tiempo para ponerse a investigar todos los productos que le harían falta a su bebé. Así que se nos ocurrió crear una empresa para que las mamás con poco tiempo pudieran conocer qué producto era el más adecuado para cada etapa de la vida de su bebé y durante el embarazo", explica Izanami.

El funcionamiento es muy sencillo: sólo hay que suscribirse a través de su página web, rellenar un perfil detallado con el mes de gestación o edad del bebé, sexo, gustos, etc, y por 25 euros al mes se recibe en casa una caja con entre "7 y 9 productos a tamaño real y que nunca se repiten. Algunos de ellos son sorpresa, pero siempre nos adaptamos a las necesidades de la madre y del bebé", afirma Izanami.

NONABOX"Nos aseguramos que los productos sean útiles. Solemos incluir 2 o 3 artículos de marcas conocidas y algún otro de marcas más pequeñitas, pero de calidad, para que las madres de ciudades pequeñas o pueblos tengan acceso a ellas". El valor real de cada caja es "de 70 u 80 euros" y cuentan con 5.000 suscriptores.

Comenta Ramón que además de en España están presentes "en Italia, Alemania, Austria y Reino Unido y en junio estaremos en Francia. Somos líderes en Europa porque cuando empezamos no había ninguna empresa de este tipo que se dedicara a los bebés". El rápido éxito de Nonabox no les asusta, más bien al contrario. "Es emocionante ver como con mucho trabajo estamos obteniendo tan buenos resultados", finaliza Ramón. /Texto: Maribel Gutiérrez.

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Aurelio Díaz García, aunque natural de Cádiz, lleva afincado en El Puerto desde 1970, donde se casó con Dolores Dandi y con quien tiene tres hijos, ya criados. Profesional de la hostelería, trabajó durante 20 años con Alexis Ruiz –hoy presidente de Discotecas y Salas de Fiestas de Horeca Andalucía--, en sus negocios de April Discoteca en Rota, el Bora-Bora en Jerez, y en El Puerto, en las Discotecas Safos del Hotel Puertobahía y Eclipse, en el Centro Comercial de Vistahermosa. Antes de montar el Bar ‘La Señora’ regentó el Bar Tiburón, en la Barriada de las Nieves.

El Bar ‘La Señora’ en la calle Vicario, --en una accesoria de la casa de los Monge Reinado-- fue durante muchos años un negocio regentado por Juanito Ceballos, que hoy conserva en sus paredes una estética cofrade, pues son fotografías y composiciones de todas las vírgenes de las cofradías y hermandades portuenses las protagonistas que dan razón de ser al nombre del establecimiento hostelero, muy concurrido, por cierto.

ALEVANTE.

Aurelio es un virtuoso de la cocina. Con muy pocos ingredientes y con poquísimos medios, organiza, a puerta cerrada, todos los miércoles unas cenas pantagruélicas, con entradas, dos platos y postres. Se han hecho proverbiales sus degustaciones gratuitas de guisotes,  de tortillitas de camarones, de cartuchitos de camarones…Su gazpacho, todo el año, tiene fama en el barrio alto y, en Navidad, lo anuncia como “gazpacho migado con polvorones” todo un plato de vanguardia.. La mojama, el queso variadísimo, la chacina de Manolo Ortega, de la Sierra de Cádiz, de Badajoz o de Burgos campan por sus respetos en el local. Este miércoles, sin ir más lejos, puso mano a la obra de un bacalao a la vizcaína que resultó para chuparse los dedos.

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Su cocina es clásica, de andar por casa, asequible para los que tienen levante y telarañas en los bolsillos, por eso a su  sección de cocina la ha llamado “ALEVANTE”, como un antónimo de “APONIENTE”, que siempre ha habido ricos y pobres. Su política es poner los platos llenos. Es decir, que no pone una cosita en el centro y santas pascuas. Por eso la prestigiosa firma de Ricardo el de las Gomas, “Vulcanizados Ricardo”, le ha galardonado con cinco estrellas. La noticia de este reconocimiento le ha valido gran afluencia de  clientes y curiosos que, dado el aforo de ocho personas humanas que tiene el local, Aurelio se ha visto obligado a frenar. A su fama han acudido verdaderas avalanchas de público de diversas regiones españolas. Precisamente del País Vasco, con la fama que tiene de cocina, Aurelio mantiene a familias fijas todo el año y por temporadas. De Alemania, de Hungría, de Holanda, de Francia, del Reino Unido, de China y hasta de Andorra tiene clientes asíduos, no sólo en el interior, sino en la calle., porque es que no se cabe. Desde esta página, felicitamos a tan ingenioso industrial y a la firma otorgante de las cinco estrellas.

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La Asociación de las Artes Escénicas de Andalucía entregó ayer en la Feria de Teatro de Palma del Río, en Córdoba, los segundos Premios del Teatro Andaluz, un certamen organizado en colaboración con la SGAE y en el que participan críticos y profesionales del sector de toda Andalucía. Como ocurriera el año pasado, el palmarés constituye una oportunidad necesaria para poner nombres y apellidos a quienes hacen teatro en Andalucía, en unos tiempos en que la realidad escénica nacional aparece cada vez más ajustada (con todas las trampas que ello conlleva) a las virtudes de Madrid y Barcelona; pero también de saldar cuentas respecto a lo que ha dado de sí la última temporada, reflexionar sobre lo conseguido y lo que queda por conseguir y conocer por dónde van los tiros en lo que a creación y producción se refiere.

lagloriademimare La Choni Compañía Flamenca recabó dos reconocimientos gracias a La gloria de mi mare, uno para el porteño nacido en el número 31 de la calle Santa Clara, Juan José Macías Rodríguez, al mejor intérprete masculino y otro a Nacho Sánchez a la mejor iluminación. Es muy conocido por el papel que representó de Desastre en el programa de Canal Sur, La Banda del Sur. Ha colaborado en programas de televisión como Hola Raffaela, Generación XXI o Buenaventurados. Actualmente junto a la sevillana Paz Alarcón realiza espectáculos musicales y humorísticos. Juanjo Macías recibió el premio al Mejor Intérprete Masculino de Teatro 2011 en los Premios entregados por la Asociación Escenarios de Sevilla por su papel en 'Las Gracias Mohosas' de Teatro Velador.

'Choni' que hace de una joven artista,  trabaja mano a mano junto al polifacético actor Juanjo Macías que, en el papel de Gloria, la madre de la virtuosa, asume el peso dramático de la historia y en clave de humor, va conduciendo al espectador a través de la historia de su propia hija. La propuesta que Choni Cía Flamenca presenta, es un homenaje  a la figura de la madre de la artista, a todas las madres y a todas las artistas.

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Juanjo Macías (la madre) y Asunción Pérez Choni (la hija), en un momento del espectáculo. / Foto: A.Sanz

Así, esta relación entre madre y artista es el hilo conductor de un espectáculo que traslada al espectador a los años 30, época en la que el flamenco comenzaba a salir del entorno privado de las familias pudientes del momento para llegar a los cafés cantantes, abriéndose así a toda la sociedad y contribuyendo a la universalización del cante flamenco.

 

 

 

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