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Acerca de Gente del Puerto

Gentes y Habitantes de El Puerto de Santa María (España). Caras conocidas, caras anónimas, la savia del Rey Sabio.

En estos días, cuando se cuestiona el orígen de los Reyes Magos, recordamos que hace 12 años, los humoristas gráficos de ‘El Mundo’ Idígoras & Pachi presentaron en El Puerto su libro  ‘Los 33 Reyes Magos’ en los últimos días de noviembre del –también apocalíptico, ya ven—año 2000. Esta es la crónica que hicimos de aquella puesta de largo monárquica.

Sinopsis: Aunque solo nos han llegado los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, en realidad fueron 33 los Reyes Magos de Oriente que abandonaron sus palacios para seguir a la estrella. El rey Timoteo, el rey Blas, el Rey Humberto, el rey Roque y muchos otros no acabaron el camino por diversas razones a cual más disparatada, que se conocen en el cuento, el primero que los humoristas gráficos Idígoras y Pachi dedican al público infantil.

“Su Majestad el Rey está muy ocupado con las obligaciones de la corona, y no ha podido venir con nosotros a la presentación del libro, por lo que, esta noche nos acompaña un mago malagueño, Luigi, que seguro con sus ilusiones, nos traerá la magia de los niños que todos fuimos”, fueron las palabras con las que Idígoras y Pachi argumentaban el acto celebrado en el auditorio San Luis Gonzaga, en la presentación de su libro.

Abrió el acto el [entonces concejal de Cultura], Enrique Moresco, quién agradeció a los humoristas que escogieran El Puerto como segundo lugar de presentación de su nuevo libro ‘Los 33 Reyes Magos’, tras Málaga. El Teniente de Alcalde de Cultura se refirió claramente a la vocación cultural de El Puerto para acoger actos de este tipo, en una noche que transcurrió entre la magia, el buen humor y las carcajadas de un público que disfrutó con los humoristas gráficos de El Mundo y El Jueves.

Pachi & Idígoras, posando delante de sus personajes ¿de ficción?

Modesto Barragán, director territorial de Canal Sur Cádiz, introdujo el acto, con una semblanza de los autores, y la importancia que el auditorio en el que se encontraba supone para El Puerto, lugar en el que correteaba hace menos de un siglo el poeta Rafael Alberti, señalando que: “en esta ocasión no le vamos a pedir a los Reyes Magos que nos traigan regalos, sino que se los lleven, que cojan por la EPA las cifras del paro, que el pueblo de Moisés abra de par el Estrecho y que se queden con un palmo de narices las mafias del narcotráfico y que, los Magos, que lo consiguen todo, hagan que los hijos de... la Gran Bretaña se lleven el ‘Tirolés’, y que se queden fuera en las telebasuras de las cajas tontas, el himno de Tamara. Esta noche, Pachi e Idígoras, ya saben lo que es un día de Toros en El Puerto, y en esta Bahía, esta noche todos nos sentimos monárquicos por la gracia de la Navidad, gritando juntos: ‘Vivan los Reyes Magos, los 33’.”

Idígoras, quien hizo un detallado recorrido por la historia del humorismo en España a través de la literatura, el teatro y los tebeos, tuvo referencias para Muñoz Seca, de quién recordó la anécdota  en la que siendo preso político, dijo a sus captores: “Podréis quitarme mis bienes, mi vida, pero una cosa no podéis quitarme: el miedo que tengo”. Pinceladas sobre Lewis Carroll y su obra. Recuerdos a Ibáñez, Raf, Estivil, Schmich, o Vázquez. O a Mihura, Tono. Y su empeño por recuperar el humor de los tebeos, en un libro aunque infantil, para todos los públicos: “Seguramente la infancia no es la época más feliz, pero si es la única en que puede alcanzarse la felicidad pura”. Por eso la tenacidad es desconectar de los problemas de todos los días, con las tiras en prensa diaria: Arzallus, Gapar Zarrías, el submarino de Gibraltar, por eso desocuparon las neuronas de los problemas cotidianos y han editado su primer libro infantil.

El mago Luigi, quién recordó al también ilusionista portuense Juan Escolano, deleitó a los asistentes con sendas exhibiciones de mentalismo y escapismo con la colaboración del público y el propio Modesto Barragán, quién actuó como notario de los ejercicios del mentalista, dando fe como el  notario de la realidad que es.

Pachi, en un cuaderno de gran formato representó a personajes de la vida pública provincial y nacional, justificando su caracterización y el cuento infantil en el que los incluían: Rafael Román, presidente de la Diputación, como una hada madrina transformando una calabaza en un BMW. Pedro Pacheco, alcalde de Jerez como el Lobo de Caperucita Roja. Jesús Gil, alcalde de Marbella, como Caperucita con dos cestas/maletas con contabilidades A y B. Teófila Martínez como Pipi Calzaslargas, o el propio alcalde de El Puerto, Hernán Díaz, como Super Nán. (Texto: José María Morillo).

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“LA BAHÍA DE CÁDIZ ES UN FINISTERRE Y PUNTO DE PARTIDA”.

Hace diez años, en junio de 2002,  celebraba sesión solemne en el antiguo Monasterio de la Victoria, la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, en la que fue recibido como académico de número el profesor Dr. Diego Ruiz Mata, catedrático de la Universidad de Cádiz y director de los trabajos de excavaciones en el yacimiento arqueológico de Doña Blanca. Su discurso de ingreso versó sobre ‘Un territorio, el mar, el hombre, la historia, el alba de la conciencia histórica de la Bahía de Cádiz’, dedicando su discurso a Rafael Alberti, bautizado por el arqueólogo como el Homero de Occidente. /En la imagen, Ruiz Mata, el día de su discurso académico.

Empezaba entonces su alocución con los versos de Luis Cernuda, ‘Donde habita el olvido’ y en el turno de agradecimientos se refirió a la Academia que lo acogía como “memoria cultural e histórica de El Puerto –el verdadero poder perdurable- que difiere de lo circunstancial y de los que padecen y sufren un lapsus de memoria, intencionado y bien meditado”. Hizo referencia a su llegada a El Puerto en 1979 “con una ilusión que me inundaba el cuerpo y que no he perdido. En estos 22 años se han vivido días inolvidables y acontecimientos olvidables, que en verdad no se olvidan. Los restos sepultados comenzaron a explicarnos el sentido de una historia, que poco se parecía a los antiguos paradigmas.”

Hizo Ruiz Mata una brillante semblanza del Mediterráneo, pero comenzó situando a la Bahía de Cádiz entre dos mares: “La Bahía es sustancialmente mediterránea, pero su proyección es también atlántica. Es un punto cero, un finisterre y un punto de partida”, y trajo a colación los versos de Paul Valery “El mar, el mar siempre comenzando”. Y continuó: “Por el Mare Nostrum llamado así por los romanos, circularon numerosos productos, las tecnologías, los conceptos y la materialización urbana, la escritura, los primeros poemas escritos, los mitos y creencias, las ideas políticas y religiosas, también la desolación y la guerra. Por entonces era, en la visión de los hacedores de la historia, un espacio inmenso, ‘por sí solo, antes era un universo, un planeta’. […] Poco importa que a la Bahía la bañe el atlántico, pues el inicio de su conciencia histórica se sitúa en el Mediterráneo. Ahora comprendo mejor el significado del Castillo de Doña Blanca, la primera expresión histórica de este espacio. Es imposible el olvido”.

El Auditorio del Monasterio de la Victoria, durante el acto de investidura del Dr. Ruiz Mata. De izquierda a derecha, el arquitecto y restaurador Rafael Manzano Martos, quien hizo una profunda biografía del recipiendiario, Ruiz Mata, el presidente de la Academia, a la sazón Juan Gómez Fernández y el secretario Jesús Nogués Ropero.

Con los versos de la Ora Marítima de Alberti escritos en su exilio argentino, “Yo te miraba, oh Cádiz, bahía de los mitos”, se refirió el ya académico a “Occidente como un finisterre mítico y real, para los pobladores de las orillas e islas del mediterráneo de la época de Homero”, e hizo una recreación de la Bahía hace 3000 años, sobre la relación del hombre con el medio, su depredación, producción y transformación, así como su actual estado de paisaje agonizante que nada tiene que ver con el que vieron los fenicios que por aquí vinieron a integrarse con los habitantes de Tartessos.

Abundó Ruiz Mata en la evolución de la aldea a la ciudad, de la sociedad tribal al Estado, refiriéndose a los pueblos indígenas prefenicios, la fundación de Gadir y la relación de Tiro y la Bahía de Cádiz, y a los restos del Castillo de Doña Blanca, como los de la ciudad más antigua de Occidente, por donde entraron los usos, modos y costumbres que hoy están aun vigentes en Occidente. Con una vuelta al comienzo de su discurso, donde recordó a Paul Braudel y sus palabras “haber sido es una condición para ser” y la lectura de los versos “Que le contesto al mar cuando pregunte” finalizó su brillante y fuertemente ovacionada intervención. (Texto y fotos: José María Morillo).

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Juan Segura Lobo, nace el 20 de Septiembre del 1913 en El Puerto de Santa María, hijo único de Manuel Segura Pérez natural de Puerto Real y Carmen Lobo Rodríguez de ésta. Su padre, Manuel, trabajaba de guardagujas en la línea Jerez-La Parra y allí vivía la familia hasta que decide dejar este trabajo y abrir una taberna de vinos en el centro de El Puerto. A partir de aquí, existen dos versiones: , según un informe de la policía, Manuel abre el bar ‘El Chorro’ el 19 de Mayo de 1922 y según la mutua laboral de trabajadores autónomos el 20 de abril de 1921. Sobre esa fecha Manuel alquila la casa situada en la calle Ganado núm. 23  -entonces calle de Calvo Sotelo-- para vivir en ella y también alquila el local situado en el número 9 de la mísma calle, donde comienza la aventura del bar.

El nombre ‘El Chorro’ creemos es debido a una fuente que había un poco más arriba donde hoy esta Bankia, antes Banco Central, esquina con la calle Larga. Juan tiene por entonces 7/8 años y estudia en el colegio de Ricardo Alcón situado en la planta superior del bar, también va a Bellas Artes y da clases de Francés en la calle Larga, hasta que cierra el colegio (no sabemos por qué ni el año) y su padre lo pone a trabajar en el bar ya que este va marchando bien y lo necesita para que le ayude.

En el interior del Bar El Chorro, el padre de nuestro protagonista, Rafael Álvarez Santander, suegro de Ricardo 'el de las gomas' y Juan con su hija mayor en brazos, María del Carmen.

Fruto de este periodo fructífero, el 28 de Mayo de 1941 Manuel compra la casa completa a la dueña: Vicenta Serrano; esta casa da a dos calles, Ganado y Ricardo Alcón, decidiendo entonces la familia irse a vivir a la planta superior y dejar la de abajo para el bar que aumenta el espacio a casi toda la planta colocando mesas y sillas en un patio interior; también alquila un local situado enfrente justo del bar que utiliza como almacén y donde coloca varios toneles de vino.

Juan, en Sevilla, con algunos compañeros de hostelería.

Entre el año 40 y 50 del siglo pasado, nuestro protagonista, Juan comienza a llevar el peso del bar y le vemos en algunas fotografías con otros empresarios de la hostelería de El Puerto en reuniones que hacían en Sevilla todos los años.

También, en estos años, en un desplazamiento a Málaga, Juan conoce a la que sería su esposa, Magdalena Mercader Pérez, una mujer maravillosa, guapa, simpática y querida por todos. Magdalena deja su Málaga natal y se casa con Juan el 17 de Junio de 1951 y en Diciembre de 1952 nace su primera hija María del Carmen, en 1955 Victoria, en 1957 Manoli y en 1961 el único varón, Enrique.

Durante cuatro décadas, el bar se llenaba de clientes sobre todo a la salida de los trabajadores de los bancos y comercios y también los domingos, cuando había toros, era un trasiego de gente entrando y saliendo.

En el año 1952 Manuel, ya mayor, pasa todos los poderes  del bar a nombre de su hijo. Pero en la década de los sesenta la venta de vino en estos locales empieza a decaer y en el año 1961 Juan pide permiso para poner un futbolín; más adelante, en 1967 también solicita permiso para poner un televisor, para animar un poco las ventas pero estas siguen bajando y el cierre era ya inevitable, creemos que entre 1972 y 1975 el bar ‘el Chorro’ cierra sus puertas.

De derecha a izquierda vemos a los hijos de Juan y Magdalena: Manoli, Victoria, Carloti (una prima) María del Carmen y Enrique. A la madre, Magdalena, la vemos situada entre una pareja amiga, al parecer en feria.

Juan alquila parte del local para ganar algún dinero a una tienda de electrodomésticos con el nombre de "La casa de los Martínez". Aunque Juan sigue vendiendo vino algún tiempo más en el local que tiene enfrente de su casa hasta que en el año 1982 aproximadamente cesa toda actividad. Ya en su jubilación Juan se dedica a dar largos paseos por la ciudad y no había obra que se estuviese realizando en El Puerto que él no conociera.

Juan al fondo de la imagen, con algunos clientes en primer término.

Era muy buen amigo de los dos hermanos Roque --el de la zapatería, ver nótula num. 675 en GdP-- y el de la droguería --ver nótula núm. 280 en GdP--, así como de Manolo Carrillo el vendedor de periódicos --ver nótula núm. 076 en GdP--. Aficionado a los toros, la playa, andar y el vino. Falleció el 21 de diciembre de 1999.

Nuestro agradecimiento a José Cordón Quintana.

José Antonio Tejero Lanzarote nació en El Puerto de Santa María, en 1974. Tras veinte años en el sector de la comunicación, la fotografía, el diseño y el periodismo funda en 2006 Tusitala Comunicación & Cultura.

Autorretrato. /José Antonio Tejero.

A lo largo de su carrera profesional ha trabajado como redactor gráfico para el Grupo Joly, así como en gabinetes de la administración pública (entre otros en el Ayuntamiento de nuestra Ciudad) desempeñando distintas funciones de coordinación y dirección de proyectos creativos, culturales y de comunicación.

Tiene una amplia experiencia en el mundo de la fotografía, realizando trabajos de publicidad, moda y reportaje. En este sentido ha viajado por América, África y Europa para realizar ensayos fotográficos de marcado carácter antropológico, que están quedando resumidos en el proyecto ‘De andanzas y acechanzas’ (para verlo, pulsar aquí).

En ocasiones ha sido invitado por la Universidad de Cádiz (UCA) para impartir conferencias y talleres especializados. Asimismo ha comisariado innumerables exposiciones para organizaciones públicas y privadas (Obra Social de Caja Inmaculada -CAI). Colabora habitualmente como articulista en Diario de Cádiz. Ha sido codirector de la galería de arte contemporáneo Artífice. Tiene publicado un blog sobre la fotohistoria de El Puerto, con el título: ‘Meditaciones y apuntes sobre la historia portuense’, que puede consultarse pulsando aquí.

Sobre el nuevo proyecto, ‘De Andanzas y Acechanzas’, el propio tejero explica que, «En estos días he comenzado un proyecto a modo de blog que tiene carácter de resumen, ya que 20 años haciendo fotos dan para mucho. Y como había que poner un nombre a este periplo de dos décadas pegado a una cámara, lo he titulado 'De Andanzas y Acechanzas', actitudes inherentes e imprescindibles en toda actividad fotográfica que se precie; Caminar!!! y Escudriñar!!! ?

Interior de un casco de bodegas de Osborne. /Foto: José Antonio Tejero.

Es evidente que el blog se irá actualizando una vez la tarea de edición y escaneo se vaya realizando, o tome nuevas fotos. Inicialmente podéis encontrar publicado sin orden cronológico ni guión (enracimadas), fotografías de mis reportajes por México, Portugal, Cuba, Argelia, Londres, España... así como de mis ensayos 'Cartas a Erótica' (reflexiones visuales sobre el erotismo) y 'Cónsul tan acogedor”' (trabajo etnológico y enológico sobre la D. O. Jerez-Xérès-Sherry).

Hay que reconocer, que estos años atrás me he preocupado desde Tusitala en ayudar a innumerables artistas enseñar sus creaciones (y lo seguiremos haciendo), desarrollando exposiciones, editando libros, webs, blogs... olvidando un poco mi propio trabajo creativo (fotográfico), el más personal, el más intimo, el que me descubre sin ambages y circunloquios».

Tal día como hoy, el 16 de diciembre de 1281, martes, Alfonso X ‘el Sabio’ rey de Castilla, concedió a la antigua aldea musulmana de al-Qanate, los privilegios de su fundación como ciudad con el nombre de El Gran Puerto de Santa María. El repartimiento de tierras entre sus pobladores se había hecho en años anteriores. Con la nueva Carta Puebla se establecieron privilegios e instituciones. Más de 40 testigos, nobles y obispos del reino y ante los notarios de Andalucía y León, rubricaron el documento. Ya vamos por 731 años… Y desde entonces a nuestros días, El Puerto ha vivido momentos de esplendor y momentos de penuria. Siempre ha salido adelante, unas veces mermado en sus fuerzas con secuelas de los malos momentos, otras fortalecido y con nuevos bríos para conquistar el futuro, que no es sino trabajar duro en el presente. En este vaivén de momentos cumbres y momentos valles, parece que nos ha tocado vivir unos tiempos de un valle prolongado del que no se saldrá si no es con la voluntad, el entusiasmo y el trabajo de todos. Nada va a venir regalado por mecenas frente a la competencia de otros municipios cercanos. Recogeremos lo que sembramos e independientemente de las ‘glorias de campanario’, que haberlas hailas. Pero es que, además, a la ya secular característica del porteño de desapegado a sus cosas se une, también que mas del cincuenta por ciento de sus habitantes no hayan nacido aquí y no sientan El Puerto como propio, sino como un solar donde simplemente viven, sin implicarse en su realidad. ¡Líbrenme los Mengues de ser tachado de localista! Tengo acreditado por escrito mi afirmación de que muchos no nacidos aquí se implican muchísimo mas que los nativos de varias generaciones. Pero esa es otra cuestión. Vaya mi recuerdo en este día para un descendiente del Rey Sabio quien, a sus 46 años el destino quiso que fuera alcalde de El Gran Puerto: Juan Melgarejo Osborne. 688 años y 18 antepasados, le unían de forma directa con el fundador de El Puerto. (Texto: José María Morillo) twitter: @JoseMariMorillo

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 ¿Por qué deportes orientales en la cuna de Occidente?. --Pues por lo mismo que a los japoneses les gusta el flamenco. Desde que en el año 1966 empezara con el Judo, le ha dado al hombre tiempo de ir a la Luna, y usted, ¿a dónde ha llegado con los deportes de contacto físico?. --Proporcionalmente, también he llegado a la luna, a mi forma.

¿No le abruma haber sido multicampeón senior en Andalucía, medalla nacional y haber obtenido tan buenos resultados en Europa con el Judo, y ser a nivel de club, el primero andaluz?. --La verdad es que no me ha dado tiempo. Maestro Entrenador Nacional de Judo y Defensa Personal, de Cultura Física, de Musculación, de Lucha Sambo, de Tai-Juitsu, árbitro nacional... ¿qué se siente al haber alcanzado tantas responsabilidades?. --Llegar a las metas que me había propuesto. Y sigo buscando metas. Si usted hubiera seguido en el mundo del boxeo... ¿estaría sonado?. --Totalmente. Si hubiera chocado contra las cuerdas o contra el contrincante.

¿Qué es, que significa Judo?. --Una filosofía de vida que significa ‘Camino de la Flexibilidad’. ¿Tiene arreglo el mundo?. ¿Qué se arregla con la violencia? --El mundo tiene arreglo, pero no con la violencia, que no soluciona absolutamente nada. ¿A cuantos alumnos ha impartido usted enseñanzas, Tadeo?. --Los cuento por miles, pero han sido tantos... Usted es un ejemplo de superación por el deporte. ¿Le ha solucionado el judo la vida a mucha gente?. --A más de lo que, muchos, no desean reconocer. (Texto: José María Morillo).

Un joven Tadeo Díaz en una imagen famiiar.

Tadeo Díaz (El Puerto, 1952), señala que el club, de carácter privado y que recibe subvención municipal, "registra en torno a los 300 alumnos en este momento, aunque existe una lista de espera, pues las instalaciones no permiten atender a más personas" y se siente orgulloso de que "desde su fundación se han forjado 250 cinturones negros, siendo la entidad que más cinturones de este color ha cosechado en la provincia y, probablemente, en Andalucía".

Tadeo Díaz es el cuarto por la derecha, por abajo.

El Judo Club Tadeo es una entidad deportiva, sita en El Puerto de Santa María (avenida Menesteo, 3), que se fundó en 1966 y que puede presumir entre otros logros, según señala su director, Tadeo Díaz Ortega, de haber sacado varios campeones de España en los  últimos años, destacando, en categoría masculina, Álvaro Molino Crespo (una vez campeón y otra subcampeón) y José García (dos veces primero y otras tantas segundo y tercer clasificado), mientras que en el ámbito femenino se deben reseñar los nombres de Natalia Bartolomé (cadete -52 kgs.), Andrea García (dos años consecutivos triunfando en infantil y cadete -57 kgs.) y María Tosar (dos veces campeona de España del sector y bronce en la final sub 23).

La práctica del judo se puede comenzar a los cuatro años de edad, registrándose en la institución portuense judokas que alcanzan los 55. Cualquier persona puede animarse, aunque para competir sí se requieran características especiales, como un gran espíritu de lucha.

Judo Club Tadeo suele impartir clases dos días a la semana con carácter obligatorio, ofreciendo una ampliación a tres, mientras que los competidores llegan a alcanzar los cinco días: en cada una de las jornadas el entreno se extiende entre hora y hora y media, "toda vez que una sesión es fuerte y tampoco resulta aconsejable prolongarlas", explica Díaz, quien destaca el trabajo de elementos como "coordinación, elasticidad, reflejos, fuerza, potencia o resistencia". /En la imagen, con su hermano Miguel Ángel.

Las categorías por edades se establecen en prebenjamines, benjamines, alevines, infantil, cadetes, sub 20, sub 23 y senior y en cada categoría se contemplan 7 pesos, que parten desde un mínimo de 25 kilos, sin que exista limitación máxima. Por cinturones la tipología discurre desde el cinturón blanco (el de menos rango) hasta el negro (el superior), con las escalas intermedias del blancoamarillo, amarillo, amarillonaranja, naranja, naranjaverde, verde, verdeazul, azul, azulmarrón y marrón. El cinturón negro registra desde el primer dan hasta el décimo.

Tadeo, durante un campeonato en Vigo.

Tadeo Díaz, que ostenta el rango de quinto dan (en España sólo hay dos cinturones negros con 9 dan y ningún español ha alcanzado nunca el décimo), así como el de maestro entrenador de judo y de defensa personal, explica que "entre los títulos de enseñanza figuran el de monitor instructor, entrenador nacional y maestro entrenador nacional" y defiende que "la práctica de esta actividad eleva al máximo la autoestima". (Texto: Francisco Lambea Bornay)

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diegoutrerasanchez_puertosantamaria

Nace el 14 de agosto de 1950 en la calle Palacios, hijo de porteños por ambos padres. Su abuelo materno tenía una casa en la calle Luna, en la parte baja se ubicaba la Ferretería Sánchez y arriba la vivienda donde la familia se traslada al fallecimiento del abuelo. Se califica como "un Leo venido a menos", ya que la ilusión, la esperanza y los proyectos son productos perecederos a los que se les acerca la fecha de "fin de consumo preferente"...

LOS UTRERA Y LOS SÁNCHEZ.
Su padre, Diego Utrera era porteño. Con apenas 14 años entra de ‘chicuco’ en el comercio de ultramarinos de la viuda de Mendez en la calle Ganado, a la que posteriormente compra la tienda en la que permanece hasta que la edad empieza a pasarle factura.. Conocía a un alicantino que era patrón de pesca quien, al tener doble parte de pescado en el reparto de las capturas, le llevaba una cantidad de pescado que cambiaba por artículos de alimentación. «Nunca supe cómo valoraban la mercancía para que el trueque fuese justo» recuerda su hijo Diego.

Algunas tiendas tenían alguna actividad singular (el tueste de café de La Giralda), la de su padre era vender chucherías a los carrillos y quioscos. También fue proveedor de caramelos para la Cabalgata de Reyes. E incluso le reconocían tener un jamón de calidad. Una firma bodeguera, Osborne, le compraba jamones para regalo. Su madre se llamaba Josefa Sánchez. El padre de ésta tenía una tonelería y la ferretería Sánchez en la calle Luna, que luego regentaron sus tíos Salvador, Pepe y Paco Sánchez. /En la imagen de la izquierda, con su padre, en la pista de 'coches choques' de la Feria.

LOS ESTUDIOS.
Diego es el segundo de cuatro hermanos (Ignacio y las mellizas Pero y Luisa), da un susto a su madre cuando con 3 años se presenta sólo en casa el primer día de colegio en La Divina Pastora, donde permanece hasta examinarse de Ingreso en el Instituto Padre Luis Coloma de Jerez. Aconsejados sus padres por la directora, hace la Primera Comunión cuando aún no había cumplido los 6 años "porque sabía leer y escribir". El bachillerato lo cursa en el colegio de La Merced y, al no ser un centro reconocido, los exámenes finales los seguía realizando en el citado Instituto jerezano, de donde guarda recuerdos del Padre Becerra en religión y de José Cádiz Salvatierra en geografía.

CONOCE A JUAN DEL RÍO.
Ingresa en el Centro Marcelo Spinola en Umbrete (Sevilla), donde jóvenes con inquietudes religiosas maduraban su posible futuro ingreso en el Seminario a la vez que finalizaban sus estudios de Bachillerato Superior. En su promoción figuraba el ayamontino Juan del Rio, hasta hace poco Obispo de Jerez o Miguel Ángel Morales Jerez, párroco de La Milagrosa. Y nuestros paisanos Luis Merello Govantes,  párroco en Los Palacios, y Falele Muñoz Bellvis, párroco en Sevilla.

CRUZADOS, MEMPHIS…
En aquella época conoce a José Ignacio Buhigas, con quien comparte ilusiones periodísticas en la publicación ‘Cruzados’ bajo el cariñoso amparo del inolvidable Agustín Merello. Entre las hazañas de la época figuran las entrevistas a Raphael y María Dolores Pradera en la Gala veraniega que la Cruz Roja organizaba en Los jardines de Terry. El compromiso cultural les lleva a fundar la agrupación "Memphis", plataforma juvenil de "Medusa", donde los "mayores" (José Luis Tejada, Zaccagnini, Faelo Poullet, Javier Renedo, Alfredo Bootello, etc.) les acogen encantados.

Verano de 1974, con su primera mujer, Elena de nacionalidad francesa y su hijo David, en la Plaza de Isaac Peral.

Verano de 2012, 38 años después de la fotografía anterior, con Elena, ya jubilada de maestra en Francia y actualmente ejerciendo de porteña. Su hijo David es preparador físico en Qatar.

PSICÓLOGO EN FRANCIA.
Estudia Preuniversitario en San Luis Gonzaga y se traslada a Sevilla donde trabaja como educador en un colegio de la ONCE para niños ciegos. Atado por la edad militar y titular de la primera prórroga, solicita revisión médica alegando molestias a raíz de una fractura de pierna. Tras una semana en el hospital militar, donde leía a Sartre, le conceden una prórroga temporal por un año, lo que le permite obtener un pasaporte y establecerse en Francia. Simultanea los estudios de Psicología con el trabajo de educador en un centro psicopedagógico para niños con trastornos de la personalidad y de la conducta. Posteriormente realiza la formación de director de centros socio-sanitarios en la Escuela Nacional de Salud Pública.

Caseta de Feria de los Andalucistas en los primeros años de la década de los noventa del siglo pasdo. Vemos a un jovencísimo Antonio Jesús Ruiz Aguilar, el ex alcalde de San Fernando Antonio Moreno Olmedo, Diego Utrera, agachado Arturo Armario y otros responsables provinciales y locales de dicho partido.

TRABAJO EN JEREZ.
Vuelve a España en 1987 para vivir la democracia en su país. Tras un año en Almería, donde conoce el proyecto andalucista, vuelve a casa para dirigir el departamento de Servicios Sociales Especializados en el Ayuntamiento de Jerez,

Antonio Moreno, entonces alcalde de San Fernando y cargo orgánico del PA.

CONCEJAL ANDALUCISTA.
La militancia política la ejerce en su ciudad natal, donde en 1991 es elegido concejal andalucista, hasta 1995. Guarda el grato recuerdo de haber propuesto el nombre de José Luis Tejada para el Instituto que así se denomina. Partidario de listas abiertas, piensa que actualmente estar en la oposición es inútil e inoperante. Vuelve a Francia en el año 2000 para dirigir un complejo asistencial para discapacitados psíquicos. Actualmente está jubilado de su actividad profesional en Francia.

Juan Segura Lobo, propietario del desaparecido Bar ‘El Chorro’, situado en la calle Ganado, con salida a Ricardo Alcón, en el centro de la imagen. A la derecha, su cuñado Enrique, casado con su hermana Magdalena. A la izquierda, Vicente, propietario de los desparecidos electrodomésticos ‘La Casa de los Martínez’. Agachados, su hijo Enrique y un amigo.

En próximas fechas, publicaremos en Gente del Puerto una nótula sobre Juan Segura y su afamado bar ‘El Chorro’.

Según parece, el famoso escritor francés Alejandro Dumas (1802-1870) no pasó por Jerez [pero si estuvo en El Puerto de Santa María]. Así es al menos lo que se puede concluir si se lee su libro de viajes por España, De Paris a Cádiz, escrito entre 1847 y 1848. Aunque no llegó a pisar tierras jerezanas, las referencias a los vinos de la zona están presentes, no sólo en esta publicación de viajes sino en algunas de sus novelas más populares y conocidas.

De seguro que esta inspirada frase de Dumas, «Jerez, símbolo de la alegría y del espíritu español», pronunciada por él o puesta en boca de algún personaje de ficción nacidos de su imaginación recoge fielmente la percepción que tenían otros famosos paisanos suyos que disfrutaron de la magia de la Campiña y la Bahía de la provincia, como el pintor Gustave Doré y los escritores Theophile Gautier y Pierre Louys, entre otros.

En cambio, describe su paso por Sanlúcar y El Puerto de Santa María, otras dos de las poblaciones que conforman el actual Marco de vinos del Jerez, además de Cádiz, a donde le trae su itinerario desde Sevilla a través del Guadalquivir y el Guadalete.

En el grabado del siglo XIX podemos ver en el agua, el Vapor; a la izquierda la antigua Real Fábrica de Aguardientes y Licores, luego Aduana, s u lado el Resbaladero y detrás, el Castillo de San Marcos con otra configuración arquitectónica.

En los últimos capítulos del libro podemos leer: «El vino de Jerez se extiende por el mundo gastronómico desde El Puerto de Santa María. Ya conoce el famoso jerez, el jerez de los caballeros que tanto le gusta encontrar a don César Bazán junto al rey de los patés. Por eso El Puerto de Santa María es un verdadero lugar de peregrinación para los ingleses. El barquito de vapor que cada hora hace el recorrido de Santa Maria a Cádiz lleva en cada viaje, si no un cargamento completo, sí por los menos una buena muestra de gentlemen viajeros que, tras haberse detenido en Sanlúcar, quieren comparar el pajarete con el jerez».     

Pero Dumas ya conocía y apreciaba el jerez antes de probarlo en su mismo origen. Al menos así nos lo hace saber por boca de algunos de los aristocráticos personajes de su novela, El conde de Montecristo (1844): "...votre vin d'Espagne est excellent" (vuestro vino de España es excelente). Igualmente, va a estar presente en otras tres de sus obras, en las que queda patente que el jerez era muy conocido en otros períodos de la historia de Francia. (Texto: José Luis Jiménez García).

Hace muchos años que lo vengo observando. Su papel dentro de la organización socialista local es como el del funcionario que garantiza la continuidad en una institución. Si bien tiene sus propios criterios --cada vez con menos instintos primarios-- es una persona que siempre estará al servicio de los colores que defiende: los del POSE, fuera aparte del agrado o simpatía que sienta por quien lo encarne. Ha tenido la oportunidad de ser concejal en varias ocasiones, cediendo su puesto y dejando que corriera la lista. Pero es, lo aseguro, una persona imprescindible dentro de la agrupación local socialista. Que no me tome a mal la comparanza, es como el sacristán de la Prioral o el jefe de mayordomía de Diputación; conoce los pasos que hay que dar, se sabe estatutos y reglamentos y tiene memoria histórica suficiente para saber donde estaba cada uno hace un puñado de años. Tantos como desde la refundación del PSOE en El Puerto con la democracia. Antonio Bollullos Altamirano es alguien que ha estado mucho tiempo en política orgánica, no se ha lucrado con la misma hasta el punto que le costó su puesto de trabajo y pasó un trago amargo cuando, defendiendo visceralmente sus convicciones, fue expulsado temporalmente del PSOE en desacuerdo con la política de pactos con IP hace 21 años.

Con el que fuera alcalde, Juan Manuel Torres, de quien es muy amigo, en una visita al Yacimiento Arqueológico de Doña Blanca en 1989. /foto: Jorge Roa.

Valentía no le faltó en una época de engaño generalizado: diciendo la verdad actuaba como un revolucionario. Luego le vinieron las cosas mal hasta remontar con la fuerza de la razón. Ni la política torticera ni el poder de muchos pudieron con Antonio. Alguien que puede contarnos desde su perseverante militancia socialista la historia de la nueva etapa de los ayuntamientos democráticos. Siempre desde una postura, la del militante que permanece, mas allá de vaivenes, cambios, filias y fobias, convencido de que quien quiere hacer algo encuentra un medio. Es parte del mobiliario sentimental socialista de El Puerto, con mas años, mas retranca, pero un referente para los valores de militancia, que tiene el corazón caliente por el partido. No forma parte, en la actualidad, del comité local. (Texto: José María Morillo).

Desde 1838, este casco de bodega se encuentra en la desembocadura  del río Guadalete a la Bahía de Cádiz atlántica. Los vientos secos de Levante y húmedos de Poniente provenientes del Oeano Atlántico regulan la humedad ambiental manteniendo las condiciones óptimas para los vinos. /En la imagen, cuando era propiedad de A & A Sancho.

La estabilidad y calidad de los vinos Gutiérrez-Colosía están garantizadas por una esmerada crianza por el sistema de criaderas y soleras, siguiendo la mejor tradición de la comarca. La estructura de las bodegas es conocida en la zona como "nave de catedral". Son edificios de gran altura y numerosos arcos que exponen los vinos a la influencia del clima especial del que goza la comarca del Jerez.

Herederas de una larga tradición vitivinícola: La primera nave fue construida en 1838 y se conserva prácticamente igual que entonces. Pasó por varios propietarios hasta que a principios del siglo xx la compró José Gutiérrez Dosal, bisabuelo de la última generación de la familia Gutiérrez-Colosía.

Imagen aérea de las actuales bodegas Colosía, con el vapor al fondo.

En 1969, la familia Gutiérrez-Colosía compró las ruinas del Palacio del Conde de Cumbrehermosa -cargador de Indias-, que ya tenía una bodega, y en su lugar hicieron construir dos naves más, hoy en desuso bodeguero. Las Bodegas Gutiérrez-Colosía son las únicas que actualmente dan directamente al río Guadalete lo que le aporta la humedad perfecta para la crianza biológica de los vinos finos bajo el velo "en flor" (microorganismos que se reproducen en la superficie del vino).

Más información de Bodegas Colosía: nótula 707 en GdP, Juan Carlos Gutiérrez Colosía

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| Texto: José María Morillo.

Ha sido director general del Consejo Regulador de la Denominación de Origen ‘Ribera del Duero’ entre 1992 y 1998. En la actualidad elabora dos de los mejores vinos de este país, según las más prestigiosas guías enológicas. Es un portuense de la diáspora que triunfa allá donde pone su intuición y conocimientos. Busca las mejores vides en las mejores aranzadas de tierra; excepcionales barricas y bodegas donde criar sus nuevos caldos mientras construye las propias. Sabe dar con el enólogo, esa figura fundamental, que firmará el vino como propio, aunque ya todos saben en el mundo de vinatería que los vinos que elabora Javier Zaccagnini, llevan su firma: un a modo de calidad española certificada.

Es la firma de un portuense en la distancia, que recordará el olor avino de su infancia en unas bodegas bien diferentes para llegar a las que tiene en Ribera del Duero, o en la zona de Rueda. “Aalto PS 2004 (Mágnum)”, Ribera del Duero Tinto Reserva alcanza en el mercado el precio de 155,5 euros. El gurú internacional del vino, Robert Parker, editor de The Wine Advocate, puntuó 98 sobre 100 a este vino, como el mejor español de la añada de 2001 (sirva como referencia que Parker puntuó con 92 a Vega Sicilia en 1987).

Nos encontramos pues con un vino excepcional, firmado por el enólogo Mariano García. Ahora otro vino, en este caso blanco, Ossian, elaborado con vides extremadamente viejas, anteriores a la filoxera, de hasta 150 años de antigüedad , verdejo al ciento por ciento, de cultivo ecológico. En la Guía Peñín 2008, el Ossian correspondiente a la añada de 2006, ha obtenido 96 puntos sobre 100, siendo ya considerado como uno de los grandes vinos blancos españoles.

El enólogo Pierre Millemann, aplica la filosofía de La Borgoña francesa en la elaboración de estos caldos. A otro portuense, el presidente de los Enólogos de España, Juan Gómez Benítez, le gusta decir que los vinos tienen autor: el enólogo. Yo me atrevo a añadir que también tienen a otra figura de excepción, aquella que sabe conjuntar todas las variables posibles para llegar a producir tan buenos caldos, como es en el caso de nuestro Javier Zaccagnini Sancho de Sopranis.

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(continuación)

Calles del centro, escenarios de recorridos de procesiones del Corpus y de la Virgen de los Milagros, olores a romero y nardos que anunciaban el comienzo y el final del verano. Olor a primavera, a azahar, a Semana Santa, a cera, incienso y a naftalina de las dalmáticas de los monaguillos. /En la imagen, el arcipreste de la Ciudad, Manuel Salido y el miembro de la Archicofradía del Santísimo, Ramón Jiménez Loma, en una procesión del Corpus de los años sesenta.

A veces, siempre en compañía de mi hermano, me aventuraba para explorar nuevos límites, nuevas calles hasta lo que hoy llamamos Barrio Alto. Nuevas sensaciones, gitanos de la calle de la Rosa y un olor nuevo, el de alhucema quemada (parece que para favorecer el sueño), miré a mi hermano y le dije: "¡Huele a vieja!". Recuerdo el olor de otra aventura, me intrigaba un indigente al que veia algunas veces sentado en una casapuerta comiendo pan y pescado frito (o "mijitas", no lo sabía). Quise experimentar esa sensación de "ser pobre" comprando su misma comida en el freidor de la calle Nevería y adentrarnos en calles oscuras, donde nadie nos viese, y vivir a fondo la sensación de ser mendigo por un instante. Tal vez fue mi forma de ser solidario con su injusta desventura.

Muchos adolescentes de mi edad frecuentaban el salón de juegos de la calle Palacios, billares y futbolines a los que mis padres me prohibían el acceso, pero no pusieron pega para apuntarme a Acción Católica, donde había un futbolín y una mesa de ping-pong. Nuevos olores de comida benéfica los domingos, donde se instalaba un comedor (con acceso,por la calle Diego Niño) gestionado por las Damas de la Caridad y donde colaborábamos instalando y sirviendo las mesas. A partir de ahí, mi hermano se integró en una pandilla de amigos y me cambió por los guateques de azotea.

La pubertad llegó al mismo tiempo que el turismo. Olor a coco del bronceado de las guiris del "Cangrejo Rojo", las niñas de mi pandilla preferían sin embargo un preparado de aceite de oliva, Inma y Carlota olían a ensalada en el Club Náutico. /En la imagen de la izquierda, publicidad del Cangrej Rojo, luego Club Mediterráneo.

Los olores de la plaza no formaron parte de mi primera infancia. Algunos recuerdos de ver a animales disfrazados, creo que por Todos los Santos o la Inmaculada. Funesto y grotesco. Nada que ver con el olor a chicharrones y manteca colorá, tan poderosos como el de los puestos de pescado. Olor a hierbabuena, apio y fruta del Vela en la Placilla.

El tiempo vuela y el otoño del 68, el otoño de las nuevas ideas y ansias de libertad, me lleva al último Preu de los Jesuítas (luego sería Cou), Pepe Buhigas, Miguel León, Javier Díaz, Tony Castillo, Emilio Flor, compañeros, amigos. Colegio de los Jesuítas y la casa de Faelo en la calle Larga, puntos opuestos en la distancia y tal vez en la mente de los curas, pero genialmente complementarios para comprender que la cultura es hermana de la libertad. Olores denlas calles Santa Lucía, Durango, Conejitos, San Francisco. Visita por las tardes a casa de Faelo, olor a jazmines y dama de noche, embriaguez de perfumes, de música clásica, poesía y de alguna copita del barrilito de fino. Placer infinito y paz interior en las puestas de sol de Fuentebravía.

Sopa de Tomate, hecha con pan duro a fuerza del Levante.           

A todo esto, ¿y el Levante?. De entrada, el Levante huele a Estrecho, a los Alcornocales y a las colinas de Vejer, a Valdelagrana y a Guadalete, a sirena del vapor en la azotea y a gaviotas que se adentran en tierra. El dolor de los juanetes de mi abuela, los brincos repentinos de los gatos, el "pato" de las niñas de la pandilla y los delirios de más de cuatro anunciaban su llegada. Para saber más sobre la influencia del viento de Levante recomiendo el opúsculo escrito por el bueno de Enrique Bartolomé. Y si el Levante pone el pan duro, bienvenidos sean la sopa de tomate, el ajo caliente y las torrijas, todo tiene su parte buena, para eso somos del Puerto.

Vivir en Francia me aportó innumerables beneficios ideológicos, culturales, profesionales y familiares. Cuando veníamos de vacaciones dejábamos la autopista en Jerez y no en Puerto Real para buscar un sentimiento apoteósico: divisar El Puerto desde lo alto de la cuesta de Matajaca, el mar, las salinas... y oler, oler El Puerto, porque los olores de lo vivido son eternos.

Pisa de la uva por el sistema tradicional.

¿Qué diferencia puede existir entre el olor a vino fino en una calle bodeguera de El Puerto y en otra de Jerez? La respuesta merece detenerse un instante. Cuando los 20 o 30 millones de células olfativas captan un olor, la información llega al sistema límbico y al hipotálamo, que son las regiones cerebrales responsables delasmemociones, sentimientos, instintos e impulsos. Ese olor va a modificar directamente nuestro comportamiento y las funciones corporales (producirá emociones, sentimientos de adhesión, rechazo). Sólo más tarde, parte de la información olorosa alcanza la corteza cerebral y se torna consciente.

Al tornarse consciente, el olor se racionaliza, se cataloga y se generaliza: en todas las calles bodegueras del marco de Jerez el olor a vino fino es el mismo, pero el que percibo en El Puerto es el mío, el que descubrí, el que generó en mí determinadas emociones antes de aprenderlo y guardarlo en la memoria para reconocerlo en otros lugares. Donde quiera que huela a vino fino, mi memoria dirá: "¡El Puerto!"

En base a esta premisa he pretendido describir olores que, desde la infancia, jalonaron mi vida, crónica del conocimiento, emociones y vínculos que estructuraron y definieron mi personalidad afectiva y mi conciencia de pertenencia a esta tierra. (Texto: Diego Utrera Sánchez)

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Leyendo el otro día el bellísimo canto a las calles de El Puerto de Pilar Paz Pasamar me vino a la mente el recuerdo de una multitud de olores, identificando todos ellos lugares y momentos de mi porteña vida.

Ultramarinos La Argentina /Foto: Quico Sánchez. (Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

¿A qué huele El Puerto? Un profesor de Psicología genética del niño nos comentaba la experiencia llevada a cabo en una maternidad con lactantes de pocas semanas que lloraban y sólo se calmaban si se les ponía al lado una prenda de la madre. El recién nacido integrará esas primeras sensaciones viscerales que le permitirán reconocer y discriminar el olor de su madre entre todos los demás. Es esa genialidad hipotalámica del olfato como generador de vínculos la que me lleva a recordar olores que, de alguna forma, definieron mi vida y mi entorno, por lo que siempre serán únicos.

Todos los hogares portan la impronta de la vida de sus moradores. Mi casa olía a leña para la cocina, a brasero de invierno en el que no era raro un tufillo de goma quemada de zapatilla. El punzante olor de Zotal de la ferretería de mis tios subía hasta casa mientras los clientes hablaban de fútbol en invierno y toros en verano. La calle Luna, recorrido desde casa hasta el colegio de Doña Paquita en el que ya mi madre fue alumna. Olor a café tostado de La Giralda, a pipas del carrillo de Severo y a zapatos "Gorila" comprados en Rialto a principios de curso. Misa de ocho de la tarde los domingos en la Prioral, "vuelta al ruedo" con mis padres visitando todas las capillas a la espera de los actos litúrgicos de los siete domingos de San José, olores propios a beata, a incienso y velas con música de órgano del maestro Dueñas. Bajada por la calle Ganado para ver el resultado del partido del Racing en el tablero de la Secretaría del club junto al colegio de La Merced y el almacén de mi padre, compra semanal de dulces en "La Perlita" y vuelta a casa.


En la imagen, personal de Confitería 'La Perla': Pía, Vaca, ...

Mi vida se limitaba a un espacio tan reducido como repetitivo, recorridos en los que se incluía la visita a mi padre a la salida del colegio mientras mi madre ponía la mesa. Calle Nevería, olor a Floïd de la barbería de Pepín y a chamusquina en la hojalatería cerca de la esquina con Ganado, con gatos en la puerta con el pelo ennegrecido.

El tramo de Ganado, entre Larga y Nevería, tenía una vida bullanguera, olor a telas en Moresco, novias y niños de Primera Comunión que inmortalizaban esos trascendentes momentos en Fotos Pantoja, cuadrillas de toreros en la Pensión Loreto, de donde emanaban olores de cocina popular y de pescado en tartera, muy distintos, evidentemente, del olor fuerte, acre y punzante de la droguería de Roque. Amas de casa que volvían apresuradas de la plaza con las provisiones para la comida.

Mi padre olía a los jamones y chorizos colgados con puntillas en las vigas y de los que en verano caían gotas de grasa que impregnaban el babi de faena y prolongaban el olor hasta la casa. Olor a serrín, a aceite de oliva a granel y a papelillos de café antes de que llegara el café Saimaza empaquetado. Era costumbre tener uno o dos gatos, mi padre decía que los machos se iban con el celo y las gatas eran más fieles..., nada nuevo bajo el sol de los humanos. Los gatos se alimentaban de los restos de comida de casa y algunas sobras extra del Loreto. Cuando no había sobras, mi padre mandaba a comprar en la plaza un poco de pescado de escaso valor, solían ser pequeños jureles. Tomando una vez una cerveza en Almería, donde ponen sistemáticamente una tapa sin tener que pedirla, le pusieron a mi amigo un jurel a la plancha (en Almería no saben freír el pescado por no tener la harina apropiada) y, al verlo, me dije: "¡Pero si esto es comida para gatos!". Y nunca comí un jurel.

Propaganda de 'Las Novedades'.

Cuando se acercaba la Navidad, volvíamos a casa por la calle Larga para ver los juguetes en el refino de la viuda de Luis Pérez Grant, que olía a Heno de Pravia.

Mi padre nos llevaba algunos domingos al fútbol en el Eduardo Dato, donde olía fuertemente al potingue con el que "el Chicharito" embadurnaba las piernas de los jugadores mientras los aficionados combatían el frío con los vasitos de coñac que vendía "el Palote". La zona me resultaba familiar puesto que donde hoy está La Ponderosa había una pequeña finca de recreo que mi padre alquiló en verano en algunas ocasiones. Los siguientes, y así todos los restantes, mi abuela cargaba con siete nietos tomando el coche de Bootello hasta la playa de La Puntilla, donde se afanaba tejiendo mallas de seda amarilla para las botellas de Centenario mientras el moderno transistor emitía las venturas y desventuras de los protagonistas de "Ama Rosa", "Sangre Negra" -con guión de Guillermo Gautier Casaseca- decía el locutor al presentar las novelas. Mientras tanto, nos ocupábamos para hacer pasar las rigurosas tres horas de digestión antes de bañarnos, dos horas y media para mojarnos los pies. El Poniente nos hacía tiritar a la salida del baño, lo que mi abuela atenuaba con un sorbito de vino dulce que guardaba en un botellín de cerveza. Paseos hasta el Castillito y las dunas, olores a eucalipto, pinos y retama, olor a ostiones con marea baja y a cangrejos moros en la escollera desde donde algunos adolescentes cruzaban a nado el "canal" atentos al paso del Vapor. Olor a arropía pregonada por "el Sevillano" y a sardinas del Bar Ramoní, que se anegaba con las mareas de Santiago. A veces perdíamos el último autobús, caminata de vuelta a lo largo del río, la vista de la Pescadería y el olor de las redes nos anunciaban la proximidad del Parque.


El padre del autor del artículo, Diego Utrera, junto a Matiola, conserje del Banco Central.

El paso de los años nos proporcionaba autonomía y la posibilidad de extender el perímetro del espacio de nuestra vida cotidiana. La Plaza de Peral en invierno (rodillas desolladas por las caidas en el albero), el Guarda Clemente disuadía de jugar a la pelota y de pisar los jardines, olor a flores, a naranja agria (que mi madre utilizaba en la coliflor frita), araucarias luego trucidadas por ávidos gobernantes... El Parque en verano, sublime olor a bajamar cerca del puente de San Alejandro, impregnado en las casas y soportales de enfrente, rincón marinero de mi infancia. El muelle del vapor, el olor de "La Mezquita" y de la bodeguilla de González, donde mi madre me enviaba a comprar vinagre y vino de guisar. Olor a carburo del carrillo del Cine Macario. Olores a perfumes del refino de Maraver en la calle Larga, donde tenían el gel Moussel. (Texto: Diego Utrera Sánchez).

(continuará)

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Alejandro Parra García, nace en El Puerto de Santa María en 1993. Muy pronto, a la edad de cuatro años demostrará sus dotes artísticas zambulléndose en el mundo del teatro, debutando con la obra ‘La Zapatera Prodigiosa’, de Federico García Lorca. Estudia en la Universidad ‘Juan Carlos I’ de Fuenlabrada (Madrid) Comunicación Audiovisual.

Tocando su instrumento: el clarinete.

Pero antes, mucho antes y no sabemos de donde ha sacado el tiempo, Alex cursa sus estudios musicales de clarinete, lenguaje musical y coro en el Conservatorio de Música ‘Joaquín Turina’ de Sanlúcar de Barrameda, pasando posteriormente al Real Conservatorio Profesional de Música ‘Manuel de Falla’ de Cádiz. Es miembro de la Banda de Música Maestro Dueñas donde toca el Requinto. Ha actuado en directo junto al cantante Hakim. Presenta el Encuentro Musical que se celebra en El Puerto.

Interpretando la obra 'El Cíclope', hace cinco años. "Y cantad Viva Grecia, siempre firme!!".

Ha interpretado obras de teatro grecolatino en el Grupo Balbo como: El Cíclope, --Premio Nacional de teatro Grecolatino-- Aulularia, Mostelaria, Rudens, Antígona… interviniendo en ellas como actor, músico y coreógrafo. Alex ha participado en diversos cortometrajes.

En los camerinos del Teatro ‘Mira’ de Pozuelo de Alarcón (Madrid) en mayo de 2012, con ‘Eureka Espectáculos’.

En ‘La Ópera de los Dos Centavos’ de Bertold Brecht.

Nuestro protagonista es fundador y director del grupo Forever Espectáculos con el cual ha interpretado musicales como ‘Alladin’ y ‘La Bella la Bestia’, adaptación de Hairspray y Chicago. Además,  es compositor de bandas aonoras para cortometrajes y obras teatrales como ‘Ángel’ en la cual participa como actor y músico de la compañía ‘El Aedo Teatro’ y  ‘Cuento de navidad, de la porteña compañía ‘Olvido Producciones’.

Junto a un cartel de ‘La Vida es Sueño: El Bululú’, basada en la obra de Calderón de la Barca, donde Alex fue Ayudante de Producción con ‘El Aedo Teatro’.

En la imagen, de izquierda a derecha, Alba Bootello, ‘el Sevilla’ y Alex, tras una grabación de ‘Tu si que vales: El Espectáculo’.

Este polifacético Alex además, es fotógrafo, siendo autor de los libros de ejercicios musicales para niños Do-Mi-Sol de la editorial ‘Carish’ y con la editorial ‘Enclave Creativa’ el libro ‘Mis Notitas Musicales’ y autor del ‘Diccionario para Futuros Músicos’. Y tiene toda la vida por delante.

En la actualidad está preparando el papel de Don Álvaro de Luna, con el que nos deleitará en breve por los escenarios españoles.

El primogénito, según el artículo 31 del Código Civil, es el que nace antes, lo que en el caso de que los hubiera habido, tendría los derechos que la ley reconozca al primogénito, en este caso a Agustín sobre Fernando, ya que el primero nació antes, valga el juego de palabras. Tienen una hermana, María Antonia, que vive en El Ferrol , en Galicia.

De izquierda a derecha, Fernando y Agustín, en la terraza del Bar Santa María.

Agustín y Fernando Álvarez Oreni  nacen en Cádiz, en el Hospital de Mora, dado que el embarazo de su madre, Isabel Oreni Mayi --casada con el que fuera primer acalle democrático, Antonio Alvarez Herrera, con nótula núm. 362 en GdP-- era considerado de alto riesgo al ser gemelos. A su regreso de Cádiz, vivieron su infancia en el domicilio familiar de una familia humilde, la que siempre tuve aquel líder sindical que fue Antonio Álvarez, en la calle Santa Lucía. Los niños estudiarán en el Colegio San Agustín, que era el que les correspondía, luego pasarían al Instituto Nacional de Bachillerato ‘Pedro Muñoz Seca’ y finalizarían su formación académica en el Colegio Safa-San Luis.

De pequeños en La Puntilla, Agustín, María Antonia y Fernando.

Pronto empezará la vida laboral de ambos, en la cocina del Hotel Puertobahía, como pinches, que continuarían en el Club Mediterráneo. Fernando, luego de hacer el servicio militar se fue a una cocina a Sevilla, y después sería conductor de hormigoneras, taxista y por último trabaja en transportes internacionales, donde lleva ya muchos años, profesión que le lleva a faltar de su casa -ambos hermanos están casados-- entre 12 y 16 días por los ciclos del transporte.

El Papi (ver nótulas núm. 009  y 564 en GdP), junto a la hermana de los mellizos, María Antonia.

Agustín trabajó también en la cocina del Madrugador y del Parque Acuático y, tras un corto periodo como instalador de electrodomésticos, su afición: el cine y la fotografía, le devino en profesión. Entrará a trabajar para El Periódico del Guadalete, primero y, cuando pasa a manos de José Antonio Mallou que forma el grupo de periódicos Información, será fotógrafo de la provincia con sede en Jerez durante cuatro años, para regresar a El Puerto Información en nuestra Ciudad: en total mas de 20 años como periodista gráfico hasta la finalización del contrato de muchos con una pretendido destino en Sevilla que la práctica totalidad rechazó. En la actualidad y tras superar un examen es trabajador municipal interino. Está casado con la profesora Rosa Jiménez Doello.

Después de la publicación hace un par de meses, en este mismo espacio, de mi colaboración sobre la estancia en nuestra ciudad de la condesa de Chinchón (nótula 1527 de GdP) en la que dejé constancia de mi desconocimiento sobre el tiempo que pudo estar alojada esta noble dama, que acompañaba a su hermano, Don Luis María de Borbón, Cardenal Primado de las Españas. A raíz de ese artículo, decíamos, el inefable y gentil archivero municipal, José Ignacio Buhígas, me mostró  uno de los numerosos relicarios culturales que allí se custodian, que en el caso que nos ocupa se trata de un pequeño libreto, impreso en Cádiz, en febrero de 1809, en la imprenta de Quintana, cuyo contenido no solo confirma la presencia de la nieta de Felipe V en El Puerto meses antes de que fuera ocupado por el ejército francés sino que nos proporciona fundamentos para establecer que su estancia duró más de siete u ocho meses. /En la imagen de la izquierda, el cardenal Luis de Borbón.

El largo enunciado del folletito, que tiene un formato aproximado de 15x21 cms. y 24 páginas, reza así: “Descripción circunstanciada de las Exequias que en virtud de Real Orden el Ilustrísimo Ayuntamiento de esta Ciudad y gran Puerto de Santa María en unión y acuerdo del Ilustre y Venerable Clero de su Iglesia Mayor Prioral celebró el día 21 de enero del presente año de 1809 por el Serenísimo Señor Conde de Floridablanca.”

José Moñino y Redondo, que ese era el nombre del I conde de Floridablanca, había fallecido en Sevilla tres semanas antes, el 30 de diciembre de 1808, al poco tiempo de haber sido nombrado presidente de la Junta Central Suprema que gobernaba los reinos de España y las Indias.

El ayuntamiento, en cabildo celebrado el 9 de enero, acató gustosamente la  real orden de celebrar el funeral y exequias por tan ilustre difunto, al que se aplicaría el rango de Infante de Castilla, coordinando el acto con el Venerable clero de la Prioral “y que mediante hallarse en esta Ciudad el eminentísimo Señor Cardenal Arzobispo de Toledo y administrador del de Sevilla, su digna hermana, la Serenísima Señora Condesa de Chinchón, el Excelentísimo Señor Arzobispo de Nicea, Monseñor Nuncio Apostólico de Su Santidad y el Señor marqués de Pontejo, pariente y doliente principal del Señor presidente difunto, pasasen las diputaciones a cumplimentar y convidar a tan dignas y respetables personas, con cuya asistencia tendría la función todo el lustre y decoro que era debido y deseaban los dos respetables cuerpos” –el capitular y el del Venerable Clero- señalándose las diez horas del sábado 21 de enero para la celebración del acto.

Con ser importante, que lo es, la confirmación de la estancia de Don Luis de Borbón, cardenal de la iglesia romana, del título de Santa María de Scala, Arzobispo de la diócesis de Toledo, Primado de las Españas, administrador y dispensador perpetuo en lo espiritual y temporal de la iglesia metropolitana y patriarcal de Sevilla, visitador y reformador apostólico, Grande de España de primera clase, Caballero Gran Cruz de la real y distinguida Orden de Carlos III y de las de San Fernando y San Genaro de Nápoles, y del Consejo de Su Majestad, el objeto principal de esta colaboración es dar a conocer la excelente descripción fotográfica que se relata en esa especie de acta testifical de las exequias que es el opúsculo que comentamos, cuya redacción o autoría creo debemos atribuirla a  uno de los diputados del clero, el presbítero Tomás José de Saelices, catedrático de Filosofía en el Colegio de Nuestra Señora de la Aurora.

El impresionante mausoleo funerario que se dispuso, superaba los once metros de alto. Se colocó bajo la bóveda del crucero principal de las tres naves de la iglesia Mayor y estaba “compuesto de tres cuerpos de orden toscano, con adornos propios de su estructura, finalizando en una aguja, todo de color negro y porcelana. En el frente del segundo cuerpo que miraba al pueblo se colocó el escudo de armas del difunto, primorosamente esmaltado, sostenido por dos genios que recibían en sus manos los extremos de una orla enlazada en dicho escudo con el mote: <VIRTUTI, ET MERITO>. Bajo el escudo, en el espacio del primer cuerpo, se colocaron cuatro cojines de terciopelos color carmesí, guarnecido de galones y borlas de oro, pendientes desde el primero la banda y Gran Cruz de Carlos III, el collar de la Orden del Toisón y, en el medio, la placa de distinción de la Junta central gubernativa y, sobre ellos, la espada, bastón y sombrero. En los cuatro ángulos de la superficie de la basa se pusieron cuatro hachones y en el pavimento de la iglesia, rodeando los cuatro lados, dieciséis de la misma clase, todos con cera de grueso calibre.” /En la imagen de la izquierda, el Conde de Floridablanca.

En el plano del presbiterio se colocaron en los dos lados de evangelio y epístola dos doseles de damasco de color carmesí con guarniciones a puntas, flecos y borlas de seda de dicho color; bajo de ellos sobre tarimas alfombradas dos sillas de brazos de caoba preciosamente embutidas de varias  maderas, con remates y guarniciones doradas, asiento y espaldares de terciopelo color carmesí y escudos de la iglesia bordados de oro, plata y piedras, reclinatorios cubiertos de paños grandes de seda y cojines todo  de color morado; a los lados de dichas sillas se situaron banquillos sin respaldo con asientos de terciopelo para los asistentes y cerca de las barandas del presbiterio, inmediatos a estos, escaños con respaldos cubiertos con damasco carmesí para los familiares, y delante de la grada del altar dos cojines morados para la adoración al tabernáculo del Santísimo Sacramento.

Interior de la iglesia Mayor Prioral.

...continúa leyendo "1.574. EL CARDENAL DON LUIS DE BORBÓN. Y las exequias del Conde de Floridablanca."

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Francisco de la Milla y Aliaño nació en El Puerto el 12 de agosto de 1912, hace 100 años. Su padre, maestro de escuela, lo observó desde pequeño en sus estudios, buscando para él una carrera profesional que le resultara natural, que no fuera contraproducente a sus condiciones.

No era buen estudiante Paquito Milla, y así lo demostró en la escuela portuense. Con ocho años, su padre fue trasladado a una escuela nacional de Vejer de la Frontera y allá que se fue nuestro eterno niño. Hasta los catorce años, es decir, durante su infancia y primera adolescencia. Milla recorrí la bellísima población vegeriega, se enamoró de sus niñas y escudriñó su cielo azulísimo, reafirmando a su padre que era un desastre en los estudios pero que, sin embargo tenía una gran facilidad con las manos, sobre todo para dibujar y modelar todo aquello que le llamara la atención.

De nuevo trasladan al padre, con los 14 años de nuestro protagonista, a otro municipio, Puerto Real y será, precisamente, una decisión paterna lleva a Milla a Jerez de la Frontera, a viro con una tía y a comenzar los estudios de Artes y Oficios, acercándose al arte, su obsesión. Ya, con 19 años, su padre le matricula en Madrid, en la facultad de Bellas Artes, hospedándose en casa de otro tío que era director del Banco Industrial Mercantil.

Afiche de la película 'Gracia y Justicia', con Morena Clara, rodada en los Estudios Cinematográficos Roptenses, donde trabajó De la Milla.

Relacionado con la ‘buena sociedad madrileña’ y el mundo de los negocios, su tío lo colocó en los Estudios Cinematográficos Roptenses, de donde era accionista, donde vivirá su primera experiencia con el mundo del cine y contactó con la profesión que, le iba a servir para ganarse la vida. Como ayudante de cabina de proyección en los estudios, Milla pasó sus primeros meses madrileños esperando a que comenzara su primer curso de Bellas Artes, un curso que nunca iba a iniciarse para nuestro protagonista, por el estallido de la Guerra Civil.

Por lo que se llamaba entonces ‘estrecho de pecho’ Milla quiso esquivar el conflicto y salirse de la guerra, pero la guerra terminó reclamándolo a un puesto casi de cine: la UGT creó, en los Estudios Roptenses, una unidad de defensa antiaérea y metió a milla en la contienda. Desde la azotea tenía que escudriñar el cielo con los reflectores del Estudio para alumbrarlo, un destino peligroso. Así pasó la guerra y así la terminó, compaginando la defensa de los cielos con su trabajo en los estudios. Tanta confianza había despertado en los cineastas, y tanto se creía avanzado en el mundo del séptimo arte, que hasta tuvo tiempo de imaginar una escenografía, fijarla en una maqueta y presentarla al productor, que a punto estuvo de aceptársela para una película.

Al finalizar la guerra se colocó en la Academia Majón, como profesor de dibujo para los bachilleres. Pero hubo de reincorporarse a filas --no sirvió de nada el anterior servicio militar al servicio de la república-- y, aunque lo hizo con celeridad ante la carta amenazante que recibió, fue declarado prófugo por lo que hubo de resolver como pudo con la ayuda paterna, presentándose en un Cuartel de Osuna: contó su aventura madrileña, hizo valer su argumento de ‘estrecho de pecho’ para librarse del servicio, y consiguió tras jurar bandera, volver a casa.

Una vista de la plaza del Altozano, de Utrera, a donde llegó nuestro protagonista en 1943.

En 1943 su padre trabajaba como maestro nacional en Utrera había había sido trasladado forzoso por el Ministerio de Educación Nacional, y allí llegará Francisco por vez primera. Pronto encontrará trabajo en un cino de verano de Sevilla, y en años sucesivos en un cine de Jerez, Vejer, El Palmar de Troya, Los Molares y vuelta a Utrera donde donde pasó, ya en un puesto fijo, en el cine Avenida, de invierno, hasta que se jubiló.

Hasta que se casó ya mayor, vivió en la utrerana calle Porras con su madre, África. Cine por las noches y cine vespertino los sábados y domingos. Pero mucho tiempo libre para matar el gusanillo de su existencia: el arte. Milla pintaba cuadros, modelaba objetos, restauraba crucifijos viejos, nacimientos de barro, imágenes de escayola de la Virgen, juguetes antiguos, jarrones… Esa parte de su vida se la pasaba en su estudio. El que disfrutó la mayor parte de su tiempo estaba en la calle Sevilla, en dos habitaciones repletas de cachivaches, despojos antiguos, cuadros, objetos destrozados, pinturas, pinceles, estanterías repletas y una bombilla desnuda de la que Milla sacaba toda la inspiración.

Como el pueblo de Utrera tampoco estaba sobrado de esta clase de artesanos, pronto le llegaron encargos importantes. Encargos para los que no estaba demasiado preparado pero que él trataba de solventar de la mejor manera posible: Cristo de los Gitanos, Virgen del Rosario de Santiago, Camarín de la Virgen de la Consolación de Utrera, Sagrario de Santa María, frescos y pinturas de las hermanas de la Cruz… con resultados desiguales y, en ningún caso nada que no pudiera subsanarse en los que Milla ponía su vida y su tiempo, y de ellos sacaba lo justo para vivir, para seguir llevando la vida humilde que llevaba, ya casado y sin hijos. /En la imagen, Cristo de la Buena Muerte. El artista Miñarro ha recuperado la encarnadura del Siglo XVIII, eliminando la intervención realizada en 1.956 por el artista portuense afincado en Utrera y hermano de dicha corporación  Francisco de la Milla y Aliaño

Antigua Cabalgata de Reyes.

Este portuense se volcó, de forma desinteresada, en la organización y construcción de carrozas de la Cabalgata de Reyes de Utrera desde los años cincuenta hasta casi el día de su muerte, participando activamente en todas las etapas de este desfile de la ilusión. Ya con unas cataratas, en 1996, no pudo colaborar con el evento, pero iba  las naves donde se construían a oler y respirar aquel mundo de pinturas, de papeles, de pegamentos y prisas. Siempre al lado de la Cabalgata hasta el día de su muerte.

Paco de la Milla, junto a las carrozas.

Ahí terminó la historia vital de este chiquillo de El Puerto que no servía para los estudios pero que tenía muchas habilidades manuales. Hoy la asociación utrerana que organiza el cortejo real se llama ‘Asociación Cultural Francisco de la Milla y Aliaño’. Y una plaza lleva desde el 2006, el nombre de ‘Maestro Milla’ y se ubica en la Avenida del Matadero, junto a la barriada que lleva su nombre, en Utrera, la ciudad que lo acogió y donde vivió hasta el fin de sus días. (Texto: Salvador de la Quinta Garrobo).

Nuestro agradecimiento al utrerano Jesús Fernández Lobillo.

La vespa con matrícula CA-21988, matriculada en 1959 y conducida por Pepe Cabrera, lleva de ‘paquete’ a dos intrépidos motoristas Juan Monge Reinado y Paco Dueñas Redondo. La imagen, tomada desde la acera del antiguo ayuntamiento, muestra dos peculiares camiones de la época delante de uno de los laterales de la plaza de Isaac Peral.

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