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El periodo de tiempo en que El Puerto de Santa María estuvo ocupado por tropas francesas, de 1 de febrero de 1810 al 25 de agosto de 1812 es, sin duda, uno de los más lamentables en la historia de la Ciudad.

'El rey José I en la Bahía de Cádiz'. La vista está tomada desde la playa portuense de Santa Catalina, al fondo Cádiz. Óleo de Augusto Ferrer Dalmau Nieto.

Puede estudiarse detalle por detalle, día a día, a través del minucioso estudio, centrado en la administración local, de la profesora de la Facultad de Derecho de Jerez, Dª Carmen Muñoz Bustillos (Rev. Historia de El Puerto núm. 3). Sus trabajos resultan imprescindibles para el conocimiento de El Puerto en esa época, por lo que por nuestra parte nos limitaremos a reseñar las vicisitudes más llamativas o acusadas.

Los mariscales de las tropas francesas, Victor y Soult, que ocuparon El Puerto.

Los casi 32 meses de dominación francesa responden a las circunstancias de la guerra y de una ocupación militar. Todo va a estar supeditado a las necesidades del ejército napoleónico y de las órdenes de sus jefes: el mariscal Victor, primero, quien establecerá aquí su cuartel general para las operaciones de asedio a Cádiz; del Mariscal Soult, después, del General Durricane, por último. De aquí que no hubiese ni lucha, ni destrozos, ni represalias. Eso sí, buen número de portuenses abandonaron la ciudad refugiándose en la Isla de León y en Cádiz y cuyos bienes, cuando se trató de personas de cierta solvencia, fueron confiscados en Diciembre de 1810, como en el caso de los Duques de Medinaceli. Tal éxodo acentuó la despoblación ya iniciada tras la epidemia de 1810, contribuyendo en gran medida al cese del comercio marítimo, uno de los principales medios de vida de la Ciudad, ya muy paralizado desde 1805, con motivo de la guerra contra Inglaterra.

La presencia del ejército invasor va a llevar consigo la ocupación de edificios y casas para soldados y oficiales: la requisa de caballerías y efectos; la imposición de tributos y gravámenes para el mantenimiento de dichas tropas. Así la contribución que se realizó desde febrero a diciembre de 1810 fué de 4.602.403 reales, superior a los cálculos previstos en el Padrón General de Enero de 1812, que escendía a 4.007.009 reales. La diferencia entre presupuestos y gastos reales, su compensaban con exacciones extraordinarias. Claro está que frente a las imposiciones contributivas de la administración ‘intrusa’ --terminología de la época-- sólo cabía la ocultación de bienes y la resistencia pasiva que se hizo a pesar de las amenzas y conminaciones de los jefes franceses. / En la imagen, documento de contribuciones especiales que debían satisfacer ciudadanos de El Puerto para cubrir los gastos de aprovisionamiento del ejército imperial francés. /Archivo Municipal de El Puerto de Santa María, Actas Capitulares 1812. Legajo 73, Tomo I, pág. 639.
...continúa leyendo "1.324. EL PUERTO BAJO LA OCUPACIÓN FRANCESA (1810-1812)."

La Fuente de las Galeras pasa por ser uno de los símbolos del patrimonio histórico portuense, pero ¿sabía que existió otra en sus inmediaciones, coetánea y de traza similar. La llamaban Fuente del Sobrante? En diciembre pasado se cumplieron 117 años de su derribo, ocurrido en 1895.

Muelle de faluchos y Fuente del Sobrante. Al fondo, el puente de San Alejandro.

Hace 152 años, las fuentes del Sobrante y de las Galeras dejaron de cumplir su tradicional función para convertirse durante unas horas en improvisadas fortalezas. Fue durante las Fiestas de San Juan de 1850. Este singular espectáculo consistió en un combate naval simulado entre dos barcos pesqueros --transformados en dos embarcaciones de guerra empavesadas-- y dos réplicas de fortalezas dispuestas en ambas fuentes.

La Comisión de Fiestas del Ayuntamiento estableció la distribución del combate así: «Dará principio arrojando las embarcaciones a las fortalezas abundantes bombas y éstas los corresponderán. Avanzarán las embarcaciones queriendo meterse debajo de las baterías. Las fortalezas arrojarán bombas, balas rojas, (las de hierro que se enrojecían al fuego para introducirlas en las piezas de artillería, usadas para incendiar), palanquetas (barretas de hierro con dos cabezas gruesas empleadas como proyectiles en la artillería de Marina), camisas embreadas (pedazos de telas impregnadas con materias inflamables) y granadas de mano. Las embarcaciones se verán precisadas a retirarse con alguna pérdida considerable, venciendo las fortalezas. La banda de música tocará y se ejecutarán varios fuegos de regocijo en las fortalezas, concluyendo la función con la elevación de dos mangas de cohetes voladores».

A la izquierda en primer término, la Fuente del Sobrante, que estuvo situada frente al actual Cocedero de Mariscos de Romerijo. Siguiendo el cantil del muelle, la Fuente de las Galeras.

El espectáculo costó a las arcas municipales 1.300 reales. La figuración de combates navales con fuegos de artificio fue un recurso empleado habitualmente como cierre a las funciones que amenizaban a las veladas marítimas que durante el XIX y principios del XX se celebraron en el Vergel del Conde y el Parque Calderón. (Texto: Enrique Pérez Fernández).

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Anoche, en el Pago de la Caridad, en el Convento de las Capuchinas, el Jefe de Sociedad y Televisión del Grupo Joly, el porteño Francisco Andrés Gallardo (ver nótula 834 en GdP), quien ya pregonara la Semana Santa el 22 de marzo de 2010 (ver nótula 593 en GdP), se subía de nuevo a un atril cuaresmal para hacer la V Exaltación del Cristo del Amor, precedido por su presentador y maestro, Antonio Velázquez Garay. El acto estuvo organizado por un grupo de fieles del Cristo del Amor que impulsan una devoción que se ha perdido en El Puerto. Durante el acto intervinieron su profesor de guitarra, Antonio Villar Guerrero y se escucharon las saetas de Juan Antonio Rubio Gil y María Gil Jiménez. Lean y disfrútenlo.

Antonio Velázquez y Francisco Andrés Gallardo, anoche, antes de comenzar la exaltación.

PREÁMBULO ENTRE PRISAS Y RECUERDOS
El smartphone avisa de uno de esos cientos de mensajes que anuncian alguna de esas  noticias tan indispensables que serán olvidadas en unos minutos. Al ritmo de ese pulgar ansioso, reflejo de nuestras aceleraciones, que va arrastrándose por el cristal, borrando el ahora mismo para vivir apresuradamente un futuro que se desintegra antes de convertirse siquiera en presente. Redes sociales que no atrapan, que apretujan si acaso un montón de minutos perdidos.

Pisadas apresuradas hacia ninguna parte, llamadas telefónicas a nadie, vídeos descargados de un asunto que no terminó de existir, malos presentimientos de cifras rojas… tan rojas que son muy negras y que nos dejan el corazón encogido y aún peor, el mañana destrozado. Y seguimos corriendo sin saber adónde, seguimos peleándonos sin saber por qué, seguimos aguardando sin saber a quién

¿Así iba a ser el futuro que veíamos por la mirilla de nuestra niñez?

Mejor mirar atrás con los ojos cerrados…

El sopor de la tarde se va desparramando por las calles entre los aromas de una primavera pasada, de las evocaciones de un tiempo sincero. Un atardecer juguetón, interminable, cuando no se cambiaban las horas.

El Cristo del Amor, en Via Crucis, por la calle Santa Clara en la década de los cuarenta del siglo pasado.

Un ligero viento bufa suave los recuerdos y levanta en polvareda las plegarias de tantos ojos que lloraron junto a Él por aquellas calles de chinos, arena y jaramagos, por las esquinas matinales de bares cerrados, olores a gallinero y vaquería y humo de tabaco de contrabando. Un dedo paterno que le señala como ejemplo para que Él nos marque de por vida. Un silencio que se descuelga de la luna, luz blanca y rotunda que viene a alumbrar las llagas que no dejan de cicatrizar por todos nosotros. Un crujido y un golpe al suelo que proclama que es Jueves Santo en El Puerto, que Barrabás ha ganado la batalla, pero que el Redentor alcanzará la victoria y que en la Aurora se levanta la cruz de un Humilde apresado que se prestará a cumplir la misión de su destino. Un destino que es muerte cierta en la noche con los ojos vencidos de la Misericordia, entre rojo y blanco. Muerto. Vencido pero triunfante. Así será. Y camino hacia el presidio, remontando las silentes calles, esa misma devoción, en otra imagen, en otro nombre, pero en una misma fe y pasión, es llevado inerte entre cuatro llamas ardientes. Tres procesiones de  pentiencia y gracia, tres procesiones por las sencillas calles de El Puerto en unas imágenes en blanco y negro y en unos tiempos coloreados con la nostalgia.

Tiempos gozosos de la juventud de nuestros mayores. Jueves Santo de los años 60 en que Humildad, Misericordia y Amor eran una trinidad de la noche porteña de Pasión, mientras la pescadería se adecentaba con galas dignas de la Señora del Carmen para recibir al Nazareno y a la Señora de los Dolores, la niña surgida de la gubia del paisano José Ovando.

Pretérito perfecto, fotos de un pasado, de mi gente… un Cristo sale de las Capuchinas, de la calle Larga, como exaltación penitente

Cristo Negro de mis ansias, Cristo Negro de mis quereres…
Evocación de El Puerto de mis mayores
Y recuerdo de El Puerto de mi presente
Cristo vivo en mis oraciones
Cristo aferrado en su dolor
Salvador que en las Capuchinas aguarda
Y que desde la Cruz nos abraza
Desangrándose de  Amor

...continúa leyendo "1.315. FRANCISCO ANDRÉS GALLARDO. Y su exaltación del Cristo del Amor."

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Se cumplen hoy 100 años de la celebración de una fiesta típica andaluza en el Cortijo de ‘Las Beatillas’, organizada por el alcalde de El Puerto, en homenaje al Gobernador Civil en el que fue hasta hace unas fechas, complejo hostelero “Hacienda las Beatillas” de la Sierra de San Cristóbal, próxima al casino “Bahía de Cádiz” y al parque acuático “Aquasherry Park” era el caserío de una extensa cortijada que se extendía a los pies de la elevación apuntada, en una la zona denominada “Bellavista” en las lindes de El Puerto con Jerez.

El Cortijo de Las Beatillas antes de su restauración.

Y su edificio principal, un alcázar rústico de severa portada y amplias instalaciones interiores, viviendas de los colonos, almacén para los aperos de labrar, cuadra, establos y granero, construido sobre una plataforma rocosa que se eleva apenas cien metros sobre el nivel del mar, a la izquierda de la actual carretera general IV, yendo en dirección Jerez, altura suficiente para contemplar desde allí el cáliz azul de la bahía, al sur, la serranía de Medina y los meandros del Guadalete al este y las esplendorosas puestas de sol otoñales, empapelado el cielo de nubes malvas, por el otro extremo, lugar elegido por el alcalde portuense Luis Portillo Pineda, dos meses después de su nombramiento para homenajear al gobernador civil de la provincia, Luis López García. Al acto, prácticamente una convención política, asistieron como invitados más de un centenar de personas de diversas siglas y nomenclaturas afines a los organizadores y, en cierto modo, pudo ser el germen de la coalición electoral conservadora que unos años mas tarde se presentarían a las elecciones municipales.

FIESTA VIP ANDALUZA.
Todo estaba perfectamente programado para agasajar a los asistentes, haciéndoles agradable y entretenida su estancia, que se prolongaría durante todo el día, el tiempo que durase la luz natural, estableciéndose un servicio de transporte con el que trasladar a los invitados que podrían degustar buen cante flamenco, presenciar lidia de vacas bravas y participar en una comida campestre de hermandad, algo realmente atrevido considerando las dificultades logísticas, el número de invitados y la falta de medios adecuados en el entorno rural en el que tendría lugar circunstancias que, por otra parte, suponía todo un atractivo añadido, según nos refieren los contemporáneos, al ser un enclave natural privilegiado, tal como hoy podemos comprobar visitando las que fueron instalaciones hosteleras antes mencionadas existentes en ese mismo lugar con la única diferencia en aquellos años de que el caserío estaba rodeado de vegetación: prietas chumberas, elegantes pitas y altas retamas.

...continúa leyendo "1.314. FIESTA EN EL CORTIJO DE ‘LAS BEATILLAS’. Hace 100 años.."

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De la magnífica exposición "De la aguja náutica al GPS" que se montó en el Centro Cultural Alfonso X, que recomendé a todo bicho viviente, salí un poco contrariado, porque en este Gran Puerto de Santa María se había desaprovechado la ocasión de hacer memoria y loa de un espécimen curioso y pícaro. Se trata de Felipe Guillén, nacido en 1492, boticario de esta Ciudad, donde ejerció su profesión hasta 1519 en que marchó a Portugal.

En una acotación escrita por Gil Vicente (Poeta y dramaturgo portugués, 1465-1536) copiada por Menéndez Pelayo se lee: "El año de 1519 vino a esta corte de Portugal un Felipe Guillén, castellano [así se llamaba a cualquier español], que se dice había sido boticario en el Puerto de Santa María, el cual era gran lógico y muy elocuente y de muy buena plática, por lo cual muchas personas sabidoras gustaban de oírle.

Tenía algo de matemático; dijo al Rey que le quería dar el arte de navegar de Este a Oeste, que había inventado. Para la demostración de este arte, hizo muchos instrumentos, entre ellos un astrolabio para tomar el sol a toda hora. Explicó este arte en presencia de Francisco de Mello, que era el mejor matemático que entonces había en el reino, y de otros muchos que para esto se juntaron por mandato de Su Alteza, todos probaron el arte por buena: hízole el Rey por esto merced de cien mil reales de pensión  y el hábito y corretaje de la casa de la India que valía mucho..."

    Pero la dicha no duró. "En este tiempo mandó Su Alteza llamar al Algarve a un Simón Fernández, gran matemático y astrólogo..." Así que habló con él, el Fernández comprobó que Guillén era un embustero y que sus argumentos eran falsos. Antes, Felipe Guillén se había descubierto en secreto al un tal Juan Rodríguez que se lo fue a decir al Rey. Viéndose perdido, quiso huir. Peor el Rey lo mandó prender y lo hallaron subido en un caballo  de postas en Aldea Gallega. "Siendo preso, como era gran trovador, le mandó Gil Vicente unas trovas: ...Que, sin  ver astronomía,/ él toma el sol por el rabo/ en cualquier hora del día..." Preso, fue llevado a las galeras de El Puerto donde estuvo , al parecer, de por vida. "Sic transit gloria mundi". Amén.  (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Romualdo Peña Montes, ‘Remujardo’ el aguador, había nacido el 2 de abril de 1920, --hijo natural de Dolores-- que tenía pues casi 92 años cuando, el pasado día 17 de febrero, nos dejaba en la Residencia Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, junto al recinto ferial de ‘Las Banderas’, donde vivía hacía ya muchos años.

Era una persona muy querida por todos los portuenses que le trataron. En sus comienzos como aguador solía ir descalzo y con un aro con dos cubos alrededor del cuerpo. Cogía el agua en la fuente del Hospitalito y en la de las Galeras y las repartía a las casas que no tenían. Los niños de aquel tiempo se metían mucho con él, para hacerlo enfadar, pues se enfadaba ¡y como!, pero con gracia. De Romualdo --’Remujardo’-- ha escrito el profesor Rafael Sánchez González:

«Una de las características de nuestra ciudad a lo largo de su vigencia contemporánea, ha sido la existencia de una serie de personas convertidas por el tiempo en personajes de público reconocimiento que han sabido mantener una relación interdependiente con la propia ciudadanía. Eran personas que muchas veces se encontraban con la palabrería del que pasaba junto a él, pero con el suficiente vigor para contestar a su manera a las pertinentes referencias.

Romualdo Peña Montes, se dejaba querer y he aquí en uno de los múltiples posados fotográficos, de Estudio, en los que participó. Vivía hasta su traslado a la Residencia de Ancianos en el número 70 de la calle Ganado. ...continúa leyendo "1.310. ROMUALDO PEÑA MONTES. ‘Remujardo’ el Aguador."

Francisco Guanter Espinal nació en El Puerto de Santa María en 1834 y no ejerció de guantero, como conjeturaba Fernando Quiñones, vía la información aportada por Aurelio Sellés, sino primero de barbero, y posteriormente de marinero, al igual que su padre, llamado Mariano Guanter y nacido en Valencia en 1806 y muy posiblemente dedicado a la pesca de Bou, técnica de arrastre, muy usual en la época y en donde destacaban los marineros levantinos.

Su madre Jacinta Espinal Torres, nació en Morón, --localidad muy vinculada al cantaor sevillano Silverio Franconetti--, aproximadamente en 1802 y se dedicó a labores de lavandería.

En 1844, aparecen empadronados en la gaditana calle Sopranis núm. 92 primero izquierda del Barrio de Santa María, aunque ya llevaban algunos años de residencia en la capital. Posteriormente viven en otros domicilios del mismo barrio, sobre todo en la Calle Santo Domingo, 55 y 150, respectivamente.

Faustino Nuñez, autor publica sus investigaciones sobre Paquirri en el libro de José Manuel Gamboa «Una historia del Flamenco», y localiza en el periódico gaditano ‘El Comercio’, a un joven Guanter de diez años, actuando el 28 de enero de 1847 en el Teatro ‘El Balón’ y en donde interpretó las siguientes canciones: El Currillo, El Pescador y El Polo. Igualmente localizó otra noticia del mismo año, acaecida el 13 de septiembre, donde nuevamente el joven Guanter, actúa, esta vez en el Teatro Principal --cosa inusual para espectáculos de este corte-- y en donde él mismo se acompaña a la guitarra y canta El jaleo de la Gariana, y el Polo Andaluz. Gamboa y Faustino, que tanto montan, montan tanto, ya apuntaron, la posibilidad de que "este joven Guanter", fuera el famoso y enigmático Paquirri ‘el Guanté’, aunque lo hacía de nacencia francesa o catalana. Pues bien, estos valiosos datos, me llevaron a investigar al referido sujeto en los Padrones de Habitantes de la Ciudad de Cádiz,

A partir de 1853, ya no se encuentran referencias de esta familia, aunque sí de su hermanastro Antonio Guanter Ruiz, marinero de profesión, natural de El Puerto de Santa María e hijo del primer matrimonio del padre, al cual localizo en 1906 en la calle Suárez de Salazar, 6 bajo, viviendo solo, viudo y con 82 años de edad.

FERNANDO QUIÑONES.
Fernando Quiñones en su conocido libro “De Cádiz y sus Cantes” lo suponía nacido en el siglo XVIII, con el oficio de guantero, y según sus últimos testimonios, residente en la gaditana calle Cristóbal Colón. Así mismo supuso que murió joven y en Madrid, vilmente envenenado por un marido celoso.

Concluida la primera parte en la cual se demuestra fehacientemente que no ejerció de guantero, al menos en sus primeros años y que tampoco vivió en la calle Cristóbal Colón, si he de decir que los últimos datos aportados por Quiñones, casan sobremanera con los localizados por el que suscribe, aunque con algunas diferencias.

...continúa leyendo "1.309. PAQUIRRI EL GUANTÉ. El crimen que nunca cometió."

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Los juegos infantiles de mi niñez, me refiero a los juegos de tradición, son aquellos que desde muchísimos años atrás, seguían perdurando de generación en generación, siendo transmitidos de forma oral de abuelos a padres y de padres a hijos, a veces sufriendo algunos cambios; pero transmitiendo su esencia que permanece. No existía ningún manual para su ejecución  ni en la forma de jugar, ni la jerga utilizada, porque en cada zona de España se empleada un vocabulario distinto. Es curioso que estos juegos  aparezcan y desaparecen en determinadas épocas del año, por periodos indeterminados que no se pueden explicar y  sin tener en cuenta la estación del año. Lo cierto que cuando los niños empezábamos a jugar al trompo, decíamos: «Ha llegado el tiempo del trompo», ¡hale y todo los niños a jugar al trompo!

AQUELLOS JUEGOS.
En los años cincuenta del siglo pasado, los niños nos entreteníamos aparte del fútbol,  con el juego del trompo, mocho y la billarda, juego de la palmá,  salto en búa, máquina cincel, salto de la pared, bolindres, cilin sin cerra, nicle nacle y colate, pelota al ruedo, etc. Había juegos para niños, niñas y mixtos; por describir algunos me referiré en este trabajo al juego del bolindre.

El juego del bolindre, boliche, boli o canicas, probablemente sea uno de  los juegos de niños más antiguos que  se conocen,  según algunos estudios  su origen es de postneolítico; se han encontrado canicas en tumbas infantiles en la zona del río Nilo y han  aparecido  bolitas de barro del tiempo de las cavernas.

Existía en cada lugar un vocabulario al efecto, que se empleaba cuando se jugaba; en cada sitio se  regía por  normas distintas,  incluso para la misma modalidad,  yo me limitaré sin más, a hacerlo como entonces jugábamos los muchachos en  El Puerto.


Bolis de barro 'cacho' y 'cuatro cachos'. /Foto: Manuel Cabello y Esperanza Izquierdo.

LOS BOLIS.
Lo bolis, como aquí se denominaban, eran bolitas de barro cocido, que se solían comprar en los refinos, mercerías y algún almacén de ultramarinos. Recuerdo los que vendían en casa de la Chana, el refino de Miseria, el almacén del Cañón, o el refino de Pérez Grant. Existían también  bolas de cristal, que eran los tapones de gaseosa y bolas de acero que eran poco utilizadas por lo pesadas. Los más sibaritas, se hacían a su medida  el bolindre que utilizaban para jugar, para ello iban a la fábrica de ladrillos de los hermanos Lorenzo y Manuel Cauqui Badallo –esta fábrica de ladrillos toscos, estaba situada en lo que fue el almacén de hierros de Almacenes Osca, frente de la finca “El Caracol”--  y pedían un pedacito de barro que convenientemente trabajado le daban el diámetro y la redondez necesaria a su maña, después se secaba al sol y luego se cocía al horno Existían dos tamaños de bolindres, los bolis y bolas. Las bolas equivalían a cuatro bolis pequeños; los bolis pequeños con el tiempo dejaron de fabricarse y quedaron solamente las bolas.

El bolindre pequeño o boli, equivalía en el argot del jugador a un cacho y la bola a cuatro cachos, casi siempre se empezaba jugando a dos cachos,  es decir a dos bolindres pequeños o la mitad de una bola.

...continúa leyendo "1.304. JUEGOS INFANTILES: 1. El Bolindre."

En la casa número 7 de calle Larga, cuyo lamentable aspecto actual, como el de la histórica finca que le sigue, el número 9, la mansión de los Mera-Winthuyssen (ver nótula 756) es prolongadamente indecoroso y no se entiende la desidia municipal al respecto, existió desde setiembre de 1919 hasta hace pocos años una lápida conmemorativa del nacimiento en aquel lugar, el 31 de agosto de 1895, de Juan Luis Iribarren Jiménez, teniente de Regulares que, según rezaba en el texto de la lápida, “murió gloriosamente en el combate de Beni-Hogmar, en Marruecos” cinco meses antes. Finalizaba la inscripción indicando: “La Ciudad por suscripción popular le dedicó este recuerdo a fin de perpetuar la memoria de hijo tan distinguido”. /Casa núm. 7 de la calle Larga.

El acuerdo municipal para este homenaje tuvo lugar en la sesión del 9 de abril, al siguiente día de conocerse la noticia de su fallecimiento. Presidió dicha reunión el alcalde Sr. Piury, quien comunicó oficialmente a la Corporación el fallecimiento de su joven paisano, “muerto heroicamente luchando por su Patria en la zona española de Marruecos” haciendo constar el hondo pesar de los integrantes del consistorio por “tan sensible desgracia”  dando las condolencias a su tío Javier Jiménez González y a su hermano Ramón Iribarren, compañero de concejo. Y la consumación del acto, es decir, la solemne inauguración, mejor dicho, descubrimiento de la lápida tuvo lugar el 8 de septiembre, después de la función de la Patrona, organizándose una procesión cívica con el alcalde y los ediles asistentes desde la iglesia Mayor Prioral hasta el domicilio donde nació, acompañados de la banda de música municipal, siendo recibidos en la puerta por el tío del homenajeado, Javier Jiménez González. /Casa núm. 9 de la calle Larga.

En la imagen de la izquierda, el padre de nuestro protagonista, Juan Luis Iribarren Olozarra, quien acompañó a Isaac Peral en las pruebas del submarino en aguas de la Bahía, casado con Amalia Jiménez, hija del empresario vinícola Ramón Jiménez Varela.

Juan Luis Iribarren Jiménez, al que la Revista portuense retrata como un joven “animoso, simpático y enamorado de su carrera, perteneciente a una de las más distinguidas familias portuenses” era hijo del teniente de Navío Juan Luis Iribarren Olozarra, poseedor de la Cruz del Mérito Naval Roja, de 1ª clase, por ser uno de los cinco oficiales que acompañaron a Isaac Peral en las pruebas de inmersión realizadas en aguas de nuestra bahía del torpedero sumergible de su invención y de Amalia Jiménez González, hija del empresario vinícola Ramón Jiménez Varela.

...continúa leyendo "1.299. JUAN LUIS IRIBARREN JIMÉNEZ. Militar muerto en combate en la Guerra de Marruecos."

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Nacido el 26 de septiembre de 1959 en Puerto Real, hijo de Juan y de Concepción. Es el mayor de una familia de siete hermanos. Casado con María Jesús Chanivet Zaldívar, con la que tiene tres hijos.

Estudió en el Colegio La Salle y en Instituto Manuel de Falla de Puerto Real. Inició estudios de Geografía e Historia en 1976 en el Colegio Universitario de Filosofía y Letras de Cádiz. Más tarde pasó a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, donde obtuvo su licenciatura, con Premio Extraordinario, en 1981. /Juan José Iglesias en la actualidad.

En 1982 obtuvo una beca de Formación del Personal Investigador del Ministerio de Educación y Ciencia, con la que se inició en las tareas de investigación histórica. En 1985 fue contratado como Ayudante de Clases Prácticas en el Departamento de Historia de España Moderna y Contemporánea de la Universidad de Sevilla. Este contrato significó el comienzo de su carrera docente universitaria. Se doctoró en 1988 en la Universidad de Sevilla con una tesis sobre El Puerto de Santa María en el siglo XVIII.

Colegio de La Salle, curso 1965/66. Juan José Iglesias es el primero por la derecha de la segunda fila, contando desde abajo.

En 1990 desarrolló una estancia de investigación en el Archivio di Stato de la ciudad de Florencia (Italia). El mismo año obtuvo por concurso-oposición plaza de Profesor Titular de Historia Moderna en la Universidad de Sevilla. Fue secretario y vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia de dicha Universidad entre 1989 y 1994. Este último año fue nombrado Director de Planes de Estudios de su Universidad, de la que fue también vicerrector entre 1996 y 2009. En 2008 obtuvo plaza de catedrático de Historia Moderna, puesto que desempeña en la actualidad.

VINCULACIÓN CON EL PUERTO.
Su vinculación a El Puerto de Santa María data de 1982, cuando la Diputación Provincial de Cádiz le encargó a un equipo de historiadores del que formaba parte la redacción de una síntesis de la historia de la ciudad. Por diversos avatares, este trabajo terminó realizándolo y firmándolo en solitario. Este libro salió publicado en 1985 y constituye su primera publicación sobre la historia de la ciudad. Al conocer los ricos fondos documentales conservados en El Puerto decidió realizar su tesis doctoral sobre el siglo XVIII portuense, un siglo especialmente destacado en la historia de la ciudad por su estrecha vinculación con el comercio colonial americano. /En la imagen, Juan José Iglesias durante su etapa como vicerrector de la Universidad de Sevilla.

ANÉCDOTAS EN LOS ARCHIVOS PORTUENSES.
Los años que pasó en los archivos portuenses están jalonados de anécdotas. Las más curiosas le sucedieron en el archivo parroquial, donde, gracias a la gentileza del cura-párroco don Julio Juez, pasó no pocos meses investigando. Algunas veces, mientras estudiaba los libros parroquiales del siglo XVIII, ayudó a vender velas para el Sagrado Corazón de Jesús, en las ocasiones en que la encargada se veía precisada a ausentarse. Una de ellas, bien gorda, la compró en acción de gracias un portuense que resultó lanzado por los aires por un toro, afortunadamente sin consecuencias, la tarde anterior en el callejón de la plaza, al que el animal se había saltado. En otra ocasión, estando trabajando en la mesa de despacho del párroco y en ausencia de éste, se presentó un señor que se empeñó en confesarse, a pesar de las reiteradas advertencias que Juan José le hizo de que no era sacerdote, sin que el penitente, embebido en los pesares de su conciencia y en las urgencias de la contrición, le hiciera el menor caso. /En la imagen, portada del libro Monarquía y Nobleza Señorial en Andalucía- Estudio sobre el señorío de El Puerto (siglos XIII-XVIII).

...continúa leyendo "1.296. JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ. Investigador de la Historia de El Puerto. Catedrático y Dr. en Historia."

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