Este es un colegio más que centenario. Se formó sobre el palacio de un cargador de Indias de origen flamenco, llamado Vos, al que se unieron otras fincas, entre ellas las que formaron el teatro y la salida por la calle Pozuelo, la casa del capellán, el solar donde se edificó la Iglesia, la casa llamada de la Virgen, y, más luego, una casa que hacía esquina con la calle Santo Domingo, de Manuel Ortega Infante y la incorporación final de la casa que fue de mis tíos Javier Terry del Cuvillo y Carmen Muñoz Ávila. (Patio de las Carmelitas con el Monumento al Corazón de Jesús. Año 1935).
La impresionante fachada, la casapuerta, con sus hojas de caoba, claveteadas de bronce, el portón también de caoba tachonado de clavos, sobre el que campea todavía el Sagrado Corazón en un óvalo de cerámica barnizado, los azulejos, el patio porticado, el monumento al Sagrado Corazón, la escalera con barandal de palo santo y su cúpula, la sala de visitas, con el suelo entarimado, el estrado isabelino y la consola neogótica dorada y el retrato al óleo de San Pío X de Rodríguez Losada... todo eso le daba un especial ambiente y empaque a este Colegio de señoritas dirigido por las Reverendas Madres Carmelitas de la Caridad, como rezaba en los impresos.
Y todo ello, sin contar con las aulas, el patio de recreo, ochocenctista, con su palmera, con su verja de hierro fundido verde y su suelo de losas de Tarifa y losetas hidráulicas de cuadraditos, el teatro, la clase de las niñas gratuitas, que entraban por la puerta del garaje, en la calle Nevería, justo al lado de la Iglesia. En el piso alto solamente pude ver el ándito (corredor) del patio y el salón de arriba. A la izquierda según se subía por la escalera principal y al frente, por la escalera del patio del recreo, había unos prohibidores letreros de "clausura" que impedían el paso al lugar donde estuvieron las veinticuatro camarillas de las internas y sus cuartos de baño y entonces la vivienda de la Comunidad.

Fotografía tomada nen 1925. La primera por la izquierda es Carmen Poullet, le sigue Enriqueta Dosal Cumbreras, Maruja Paullada Varela, Mercedes Ávila Gutiérrez, madre del autor del artículo, la siguiente y las dos últimas eran hermanas hijas de un director del Penal, la tercera empezando por la derecha en Virginia Piury Dagnino
Mi madre, mis tías, las amigas de mi madre y de mis tías estuvieron en este colegio internas, aunque vivían en El Puerto y eran de aquí. Estuvieron, bajo el dominio de la implacable Madre Carmen Jácome, a la que recordaron toda su vida con especial cariño. Conservo fotografías de una orquesta que formaron, o de las procesiones de la Inmaculada de las Hijas de María; de la clase de pintura, donde mi tía Aurora y Carmen Pérez Pastor están acabando cada una un cuadro de tema religioso; o de mi madre y Elisa Muñoz Seca pintando cada una un bodegón de flores y frutas...
De esas fechas, que serían los años 1920, parte la incorporación al Colegio de una casita pequeña, pintada de rojo y blanco, con sólo la puerta y un balcón. Resultó que esa vivienda era una casa de mala nota y mi bisabuelo Norberto se alarmó, porque frontera al colegio de sus nietas hubiera un sitio de pecado. Así que la compró y la regaló a la Comunidad. Desde entonces, paradójicamente, la casita se llamó "La Casa de la Virgen", hoy desaparecida, y su superficie está integrada en el actual edificio. (En la iamgen de la izquierda, Norberto Gutiérrez, bisabuelo del autor del artículo).
Decía que este colegio es centenario, de 1893. En él se han educado infinidad de jóvenes portuenses de ambos sexos, porque además de niñas, había niños de hasta siete años. Los niños, en cuanto hacían la Primera Comunión, debían abandonar el Colegio, para ir a otros solamente de niños, que, por lo general, eran la Academia de don Luis Poullet, el Colegio de San Estanislao, vulgo ‘La Pescadería’ (de una Asociación de Padres de Familia, bajo la dirección espiritual de la Compañía de Jesús), o el de don Juan Díaz...

Luis Ortega García, el profesor de pintura de la Academia de Bellas Artes, en al Patio de San José, de las Carmelitas, el día de la Primera Comunión, con su hermana Anita.
Por el inmenso cariño que mi madre le tenía a su colegio, pese a haber tenido yo en casa una señorita, llamada Doña Concha Romero, entrada en muchos años, como que fue profesora de primeras letras de Rafael Alberti, quiso que yo estuviera en las Carmelitas. Más que nada porque con cinco años ya se está en condiciones de conocer a otros niños distintos de los de tu familia y empezar a tratar con personas desconocidas para ti.

Colegio Las Carmelitas. Mayo 1958, Todos gentes de El Puerto: los hermanos Bellvis: Javier y Marisol, única niña por aquello de separar las niñas de los niños; Luis Áspera, Paco Zamudio, Jaime Renedo, Mariano Medinilla, Miguel Lizaso, Javier Díaz, Hörh, Velarde, Julián Flores y otros…
Mi entrada en este Colegio no creo que fuera triunfal. Me trajo mi madre, vestido de marinerito, con un abrigo de paño azul y cuello de terciopelo negro, con botones dorados de ancla, que me había hecho Matilde la Sastra. Y lloré, me entró una pataleta enorme; no quería quedarme. Y mi madre, me contaba después, que dudó entre si llevarme otra vez a casa, o dejarme allí. Pero me dejó aquí, en un sitio que yo no conocía, entre gentes que no había visto nunca. Una monja, la Hermana Julia, me acabó de meter para dentro y me colocó en un pequeño pupitre, en una clase lindera con el patio del recreo, la puerta siguiente al "cuartito", que en los colegios jesuitas es "lugares", un aula con puerta de cristales y dos amplias ventanas que daban al ándito del patio del recreo.
El suelo de la clase era un entarimado de madera. Al fondo de la clase había una puerta de cristales, pintados de blanco, que cerraba un pequeño habitáculo, donde, al parecer, decían que era el cuarto de las ratas, y allí se metía a los niños que fueran malos. La clase la presidía, al frente, una pizarra, el encerado que se llamaba, un crucifijo, la mesa de la profesora que resultó ser la encantadora Hermana Natividad, un cartel como de hule con el mapa político de España, Islas Adyacentes y Plazas de Protectorado y Colonias Africanas y otro cartel con un silabario que, además de letras, tenía dibujos de animales y cosas que sugerían las sílabas o las palabras. Los niños no usábamos cuadernos. Escribíamos en pequeñas pizarras individuales, con el marco de madera, en uno de cuyos lados había un agujero por donde entraba la guita que sujetaba un trapito para borrar. Se escribía con un pizarrín, barrita hecha de la propia pizarra u otros más elaborados de manteca, que se decía. (Revista Mi Colegio. Núm. 52. Octubre 1923).
Al fondo de la clase, en una pequeña mesa, estaba sentada la ayudante de la Hermana Natividad, que era una seglar llamada Nati que por ahí la encuentro todavía, y la reconozco por la calle, aunque nunca supe sus apellidos.
Desde la clase de los niños, se veía por las ventanas, a las niñas en el recreo. Generalmente jugaban a saltar la cuerda, con el canto de aquello: «Soltera, casada, viuda y monja», repetido, cada vez más rápido, que fueron los estados por los que pasó la venerable Madre Vedruna. Las niñas con sus uniformes de tablas, azules, con cinturones de tela y hebilla plateada, sus cuellos blancos de piqué almidonados y, luego, de plexiglás, sus calcetines blancos y sus zapatos de charol, a veces lucían medallas y bandas por su buen comportamiento y aplicación. Para la clase de gimnasia usaban, bajo las faldas, los puchos, especie de pantalones bombachos hasta más abajo de las rodillas. Cuando iban a la iglesia, o algún acto especial, se colocaban, además, un velo de tul blanco, que se ceñían a la cabeza con un elástico y lo volteaban para atrás, y unos guantes también blancos.
Así iban, por ejemplo. en la procesión de la Niña María, una imagen de la Virgen Niña, de Olot, que anualmente, se sacaba, en unas anditas portadas por las propias niñas, por las calles cercanas al Colegio. En filas iban las alumnas y los pequeños alumnos, el sacristán con la Cruz, Pepe Caamaño, la Comunidad de Hermanas Carmelitas con la Madre Superiora, Madre María, la Hermana Julia, Hermana Rosa, las Hermanas Dolores Sánchez y Dolores Martínez, la Hermana Teresa, la Hermana Natividad, la Hermana Enriqueta Feliú, la Hermana Aurelia, la Hermana Encarnación, muy jovencita, y alguna más, todas de hábitos negros con sus tocas, como Dios y las constituciones de este Santo Instituto mandaban, y, de preste, con alba, capa, estola y bonete, el capellán que era don Antonio Herrera Hurtado, que murió en olor de santidad. La banda de música de Rocafull cerraba el cortejo. (En la imagen, vestidas Primera Comunión de Ana María y Celia Insúa Lavín. Detrás Matita Muñoz y María del Carmen García de Cos. El angelito de enmedio es Marisol Muñoz Bellvís. Foto: Celia Insúa Lavín).

Fachada de la Iglesia de las Carmelitas. (Foto: Fernando Vidal).
La procesión salía de la Iglesia y a ella volvía, pero la Niña María no estaba en la iglesia el resto del año. La iglesia inaugurada en 1893, por el Cardenal Arzobispo de Sevilla, se construyó a expensas de doña Elisa Guezala, viuda de Osborne, condesa de ese título, y en ella tienen cripta y panteón todos los Osborne. En ella está enterrada toda esa familia, empezando por don Juan Nicolás Böhl de Faber y Doña Frasquita de Larrea, padres de Fernán Caballero y abuelos de la primera generación de “Osbornes” portuenses, cuya imagen podemos ver a la izquierda.
El proyecto fue del arquitecto Don Juan de la Vega y el estilo neogótico. En el presbiterio sobre la mesa de altar, se puso un sagrario y sobre él un tabernáculo gótico, todo dorado y blanco, con pináculos. En el ábside, en tres hornacinas, se colocaron las imágenes del Sagrado Corazón, Santa Teresa y San José, obras del escultor Fons y Pons de Madrid.
Y ya, en las dos naves laterales, en la de la epístola, una gruta con la Virgen de Lourdes y Bernardette, con su manantial y todo y un retablo neogótico con la Virgen del Perpetuo Socorro de bulto, la más rara que he visto, pues todas son pintadas en tablas, como podemos apreciar en la foto de debajo.
En la nave del evangelio, el altar de la Virgen del Carmen, sentada sobre una peana de terribles llamas por las que asomaban de cabeza o de medio cuerpo las Benditas Ánimas del Purgatorio y, a los lados, las imágenes de San Juan de la Cruz y la de la entonces Venerable hoy Santa, Madre Joaquina Vedruna de Más, la fundadora. El siguiente altar era el de la Inmaculada de las Hijas de María, imagen que antiguamente salía en procesión.
El coro alto, sobre un arco, al fondo de la iglesia, sobre el cancel, acogía un buen armonium que era accionado por Luis Muñoz o por alguna Hermana de la Comunidad, y en él cantaba un orfeón formado por diversas antiguas alumnas, entre las que destacaba, en los solos, mi tía Carmen Muñoz Ávila. En algunos actos litúrgicos, a los alumnos nos vestían de monaguillos, con sotanas rojas o celestes y esclavinas ribeteadas de borreguillo. (continuará). (Texto: Luis Suárez Ávila).

Tolkien huía de la alegoría. Por eso el cristianismo de ‘El Señor de los Anillos’ no hay que buscarlo tanto en sus tramas ni en los personajes, aunque se puede rastrear, sino en el vuelo de la visión y en el temple moral. Gracias a la exhaustiva investigación de José Manuel Ferrández Bru, que adelanta en su blog, 
TÍO CURRO, EL CURA QUE CUIDÓ AL JOVEN TOLKIEN.
SUBVENCIONÓ A TOLKIEN
Luego, cuando en la adolescencia se enamoró perdidamente de Edith Mary Bratt, el tutor prohibió el contacto hasta la mayoría de edad. Tolkien obedeció. Hasta el mismo día que cumplió 21 años: entonces escribió a Edith, y retomaron su noviazgo. Fueron padres de cuatro hijos y, lejos de guardar rencor a Fr. Morgan, lo recibieron en su familia con cariño. Incluso pensaron que aquella dura prueba convirtió un momentáneo amor juvenil en un maduro amor conyugal. Que el sacerdote veía en Tolkien a un hijo lo demuestra el hecho de que le dejase en herencia un valioso reloj que él había heredado de su padre.
FERNÁN CABALLERO.



A la muerte de Francis Morgan este reloj fue heredado por el mayor de sus protegidos, J.R.R. Tolkien, quien lo conservó en su estudio durante toda su vida y en más de una ocasión fue capaz de repararlo a pesar de la antigüedad de su maquinaria. La familia Tolkien llamaba al reloj ‘el flip-flap’ porque indicaba la hora girando las figuras como si fueran las páginas de un libro mientras emitía un leve ruido zumbante. Tras la muerte de Tolkien, el reloj fue heredado a su vez por su hijo mayor John, quien falleció en 2003, sin que se sepa cual fue el destino del reloj». (En la imagen, Tío Curro, ya de mayor).
A la memoria de Juan Bocanegra.
«Propagandista español del socialismo furierista nacido en Tarifa en mayo de 1782 y fallecido en Algeciras el 17 de febrero de 1851, del que desciende la rama portuense de los Abreu. Inició la carrera de marino a los quince años, al ingresar en septiembre de 1797 como guardiamarina. Durante la Guerra de la Independencia fue oficial de la marina mercante, y combatió como alférez. Al finalizar la guerra en 1814 renuncia al grado de oficial y vuelve a su ciudad natal. Implicado en las luchas políticas clandestinas tras el golpe de estado fernandino de 1814, tuvo que marchar al exilio. Tras su regreso, en 1820 ejerció el cargo Alcalde de Tarifa (Cádiz) durante varios meses, fue nombrado diputado provincial por el distrito de Algeciras (1820-1822) y diputado provincial por Cádiz (1822-1823). Como diputado tuvo una actuación destacada en la aprobación de la ley de reparto de bienes comunales. Formó parte de la comisión encargada de conducir a Fernando VII a Sevilla y votó a favor de su destitución, lo que le costó una condena a muerte y tener que exiliarse a Francia para evitar su cumplimiento. (En la imagen, Joaquín Abreu Orta)
Durante este nuevo exilio en Francia (1823-1834) conoció a Carlos Fourier (1772-1837), y se convirtió en uno de sus seguidores, interviniendo en la organización del primer falansterio, organizado en 1832 en Condé-sur-Vesgres. (En la imagen, Joaquín Abreu Núñez).
Se casó en Cádiz el 28 de octubre de 1836 con su sobrina Concepción Nuñez Abreu, veinticuatro años más joven que su tío y esposo (si hemos de creer lo que dice la dispensa papal, que se conserva en el Archivo de la Diócesis de Cádiz, la novia iba embarazada).» Texto: Jorge Lombardero Álvarez. Proyecto Filosofía en Español. (En la imagen de la izquierda, escudo de los Abreu).
Contó con numerosos seguidores entre los que destacaron Pedro Luis Hugarte, Faustino Alonso y Joaquina de Morla, que tradujeron al español textos franceses de difusión del furierismo y defendieron estos proyectos en periódicos y revistas. Estos seguidores eran principalmente comerciantes, propietarios, médicos y otros profesionales que más adelante se vincularon al republicanismo.
Hablar del Vapor de El Puerto en la última década, era asociarlo a la entrañable figura de su patrón más conocido: Pepe. Sin embargo apenas se hablaba del otro hermano, Juan, quien también fue patrón del barco, cobrador, marinero y gestor de la nave hasta su jubilación. A Juan Fernández Sanjuán yo le tenía un afecto especial. Me relacioné con él durante 20 años por razones de índole profesional, y siempre aprendía algo de sus comentarios, parcos, pero certeros. Era un hombre de pocas palabras, las precisas, pero de un gran corazón y mucha sabiduría. Los años en el barco le hicieron ver la lámina de agua de la Bahía de forma diferente. (En la imagen, Juan Fernández, recogiendo el Premio a la Promoción Turística que le otorgó el Ayuntamiento en 1991).
Sus gestores piensan que los catamaranes pueden dar al traste con este Bien de Interés Cultural (BIC) de toda la bahía gaditana, al no poder competir en precio por lo cuantioso de los gastos, y además, porque al estar el Vapor protegido por la ley, no pueden hacer con el cualquier cosa. Y para colmo, las pocas subvenciones públicas se les están apagando como una vela.


A Pedro Muñoz Seca le dedican en Madrid un teatro con su nombre y ese año estrena, siete obras de teatro. El restaurador Juan Botaro da a conocer ese año la autoría, por parte de Juan de Mesa, de la imagen del San Francisco Javier, custodiada en la iglesia de San Francisco. Se funda la Hermandad de la Misericordia y Ntra. Sra. de la Piedad. Nace también, José Luis Mediana Gutiérrez, 'Peligro', conocido dependiente de la tienda de la calle Cruces 'Casa del Curita'. (La imagen de la izquierda fue tomada en la calle Nevería, esquina con Palacios, delante del Cosario de Tablas. De izquierda a derecha, José y Francisco Llorca Ortiz, Juan Santisteban Muñoz con un bocadillo en la mano, José Gómez Moya 'Lupo Chico' con una garrafa. Delante Juan Carreto con el uniforme de botones del Banco Central. 26 de febrero de 1945).
niño Juan volverá a vivir con ellas y con sus primos Juan y Manuel Muñoz Aparicio, así como con Pepito Ruiz Aparicio. En 1945, con 15 años de edad entrará a trabajar como botones en el Banco Central.









En 1997, la enfermedad de un célebre alemán, de apellido Alzeheimer le visitó y se instaló a vivir con él, acompañándole hasta el final de sus días, en la festividad de San Carlos Borromeo, el 4 de noviembre del año 2009, óbito que le sobrevino con 79 años en la residencia donde vivía, en el Geriátrico de Montealto (Jerez), siendo concelebrado su sepelio en una multitudinaria ceremonia presidida por Monseñor Mazuelos, acompañado por sus hermanos sacerdotes, en la Iglesia Mayor Prioral.
El Puerto de Santa María, su historia y hasta la más popular de sus devociones, están asociadas íntimamente a la figura y al recuerdo de Alfonso X "Rey de Castilla, León y de Andalucía". En efecto, El Puerto de Santa María fue poblada y organizada por Alfonso X a través de una serie de actuaciones que culminaron en la concesión a la Ciudad el 16 de diciembre de 1281 de una carta-puebla que puede ser considerada justamente como el texto fundacional de esta Ciudad, a la que el rey dio nombre de Gran Puerto de Santa María.
Sus objetivos principales son el estudio y difusión de la personalidad, época y obra del más universal de los reyes hispánicos medievales. La actuación de la "Cátedra Alfonso X el Sabio" se manifiesta a través de la celebración bienal de una Semana de Estudios Alfonsíes y en la publicación de los textos allí presentados y de otros estudios en la revista Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes.
JUNTA DIRECTIVA


Asociación Cultural ‘Cátedra Alfonso X el SAbio’.

«Si hoy viajara a la India en busca de especias, su carabela se llamaría Internet: la mayoría de productos que importa de países asiáticos (como unos chupetes con termómetro incorporado) los ha descubierto previamente navegando por la Red.»
PRENSA RECICLA PAPEL.
DESCENDIENTE DE CRISTÓBAL COLÓN.

Sentía una necesidad vital de hacer aquel viaje, y en 1991 se enroló en un barco que cubría la Ruta del Descubrimiento. Si Colón empleó más de dos meses en llegar a América, él cubrió el trayecto en dos semanas.
DESCENDIENTE DE MOCTEZUMA.







Figura citado como “casas del marqués de Cumbrehermosa” y tiene un grave error en su enunciado porque Lorenzo Ferrari y Porro, un sevillano de ascendencia italiana que realizó una meteórica carrera en los negocios de la época, si bien adquirió un título de Castilla a la marquesa de Bedmar, con la debida licencia real, este se denominó “Conde de Cumbre Hermosa” y no marqués. Incluso, el Sr. Ferrari, que era Gentilhombre de S.M., pretendió obtener el título de vizconde de Casa Ferrari, que le fue denegado. Al redactar estas líneas a vuelapluma no hemos tenido ocasión de comprobar si el I conde de Cumbre Hermosa vivía en su palacio el año en que se imprimió este grabado, es decir si estaba vivo en esa fecha, o era su sucesor en el condado, su hermana Antonia, casada con un coronel de Infantería la que pudiera residir en temporadas en el mismo, ya que, habitualmente vivía en Madrid. El título nobiliario que dio nombre a la casa hasta que fue derribada por la piqueta (imagen de la izquierda), es uno de los muchos que en la actualidad están vacantes. El último poseedor y VII conde de Cumbre Hermosa, en 1888, fue Francisco Mayone del Mazo.

