Rocío Áspera y Alejandro Narváez Bruneau, contándonos ilusionados sus realidades y sus proyectos.
Rocío Áspera (licenciada en Empresariales y Master por la UCA en Vitivinicultura en climas cálidos) y Alejandro Narváez (grado superior de Vitivinicultura y Enología por el IES Santo Domingo) ponen todos sus esfuerzos en sacar adelante "un vino que guste a la gente y que nos represente, somos de El Puerto". Por eso, la uva es autóctona para que "sepa a nuestra tierra, nuestro vino blanco es de uva palomina, pero seco", y de ahí que tengan ya en mente "recuperar la tintilla de Rota". Y no renuncian a producir, algún día, vinos del Marco del Jerez.
Producir vino ecológico elaborado con la uva autóctona de la tierra. Este era el sueño de dos jóvenes emprendedores de El Puerto, Rocío Áspera y Alejandro Narváez, cuando en el año 2009 comenzaron a dar sus primeros pasos. Algunos años después y tras haber recorrido una parte del camino ya ponen en manos del público su propio sueño, vino Forlong Tinto (2012) y Blanco (2013).
Alejandro atiende la visita organizada por Discovery Sherry, con Virginia Miller al frente, durante el pasado mes de junio, a la viña. Como afirma el crítico gastronómico Tubal: "Los viñedos de la bodega , se encuentran sobre tierra albariza, y cerca del mar, son estas características las que les aportan a sus vinos su mineralidad, intensidad aromática y salinidad, resultando vinos de excelente calidad".
AQUEL INGLÉS DE APELLIDO FORLONG.
Situada en El Puerto de Santa Maria "Bodega de Forlong" en el kilómetro 5 de la carretera de Jerez-Rota, cerca del Pago de la Arrejaná, nace del amor por el vino de una joven pareja. A la historia peculiar de estos jóvenes, "enamorados de nuestro proyecto", se suma un ingrediente más. Cultivan en una finca que tiene orígenes del siglo XVIII, un antiguo viñedo y olivar, que justamente son los mismos cultivos que ellos han plantado hoy, a pesar de que cuando llegaron era un terreno baldío y que tampoco conocían la historia pasada de la finca. Los datos históricos de la finca -perteneció a un comerciante británico de apellido Forlong- se los han aportado el equipo de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento porteño.
Hasta el etiquetado que han elegido para sus botellas, diseñado por una joven artista portuense, forma parte del mimado proyecto y de una cuidada presentación ante el público que han procurado sus creadores, que se confiesan "enamorados de nuestro proyecto".
El nombre por tanto, tampoco es el azar. "Quisimos recuperarlo y también por la expresión inglesa for a long time, porque queremos que este proyecto sea para un largo tiempo". /A la izquierda, la taponadora de Forlong.
LA VIÑA Y LA BODEGA.
Actualmente contamos con cinco hectareas de viña y, después de haber adquirido la experiencia necesaria, hemos decidido lanzarnos y montar una bodega de vinificación. Esto, aunque es un proceso que nos cuesta mucho ya que las posibilidades de financiiación en estos momentos son bastante complicadas, se está llevando a cabo ya que nuestra ilusión hace que este proyecto siga adelante sea como sea.
Nos dedicamos en cuerpo y alma a la elaboración de vinos tintos y de un vino blanco de forma totalmente artesanal. Plantamos un viñedo de una hectárea en El Puerto hace ya 5 años y esto nos ha servido para poder iniciarnos en la elaboración de vinos. El viñedo es llevado de forma totalmente ecológica usando sólo productos naturales en caso de requerir algún tratamiento.
Alejandro explicando el proceso de vinificación, en la bodega.
COLABORACIONES Y AYUDAS.
De momento, irrumpen en el mercado llenos de ilusión y agradeciendo la colaboración que han encontrado en este camino. Agradecen sobre todo la colaboración de José María Mateos, director de la Estación de Enología de Jerez, Ramón Iglesias, de Bodegas Sancha Pérez, el Instituto Santo Domingo a través de su Ciclo Formativo de Vitivinicultura y las Bodegas Luis Pérez.
Se encuentran en las vinotecasForlong Assemblage 2012 : Vino ensamblado con la variedades Syrah 60%, Merlot 40%, con 10 meses de crianza en barricas de roble. Forlong Blanco 2013 : Vino ensamblado con las variedades Palomino 85 % y Pedro Ximenez 15%A la espera de que el público quiera plantar en su mesa una botella de su vino ecológico, siguen entusiasmados con que "la gente aprecie en nuestro vino la expresión de nuestras tierras albarizas".
Sacar adelante vino del marco del Jerez, y que El Puerto de Santa María aparezca en las etiquetas de sus bodegas, algo que en la actual legislación no se permite como no sea con vinos adscritos al Consejo Regulador del Sherry, son unos de sus objetivos a medio plazo. La iniciativa ha contado con el apoyo del Ayuntamiento, desde donde se les ha dado un pequeño empujón, prestándoles colaboración también a través del Grupo de Desarrollo Rural (GDR), donde se ha gestionado que pudieran acceder a alguna ayuda de la Unión Europea.
Jesús Andrade y su esposa Rebeca Martín. /Foto: SiQuiero.
Jesús Andrades García es un portuense nacido en 1983, es un ‘activista cofrade’ muy vinculado con el mundo de las hermandades de penitencia y gloria y los ambientes de la Semana Santa. Y lo es, tanto desde los aspectos musical, costalero, organizando eventos en torno a la Semana de Pasión, su propia pertenencia a diferentes corporaciones, o con su última aventura: la hostelería en torno al ambiente de las hermandades: ‘El Rincón Cofrade’. Allí, vive de forma apasionada este acontecimiento de religiosidad popular --y cuantos los visitan-- durante los 365 días al año. Podríamos decir que es un bar temático, un punto de encuentro donde todo huele a incienso, la banda sonora es de cornetas y tambores alternándose con capillas musicales y, a un golpe de vista, todo recuerda a la pasión barroca andaluza.
Jesús, con miembros de la Banda de la Humildad y Paciencia.
CURRÍCULUM COFRADIERO.
Jesús tiene un amplísimo y detallado currículum cofrade, que no nos resistimos a resumir aquí: ha pertenecido a las Bandas de Cornetas y Tambores de3 Ntra. Sra. de los Milagros y Stmo. Cristo del Amor, ambas de El Puerto y Fundación Alcalde Zoilo Ruiz Mateos, de Rota. Es hermano de la Oración en El Huerto, la Veracruz, Flagelación, la hermandad de la Virgen del Carmen, todas de El Puerto, así como de la sevillana Esperanza de Triana, con diferentes responsabilidades, desde niño: cirio, cruz, vara, cargador y costalero en hermandades de El Puerto y fuera del mismo, e incluso miembro del equipo de capataces y contraguías de paso. Miembro auxiliar y titular de Junta de Gobierno, mayordomo y participante acido en presentaciones y mesas redondas cofrades, así como uno de los organizadores del III Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías del Segundo Misterio Doloroso Celebrado en El Puerto en 2008. Un año antes participaba en el Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías, celebrado en Almería.
Una vista del interior del Rincón Cofrade.
ANTECEDENTES.
El Rincón Cofrade ‘el Submarino’ es un bar-museo de ambiente genuinamente cofrade ubicado en la calle Santa María 8. El local en sí arrastra una larga trayectoria, iniciada alló por los años 60 cuando fue la conocida discoteca Club 2000, que en los ochenta pasaría a llamarse Krhamer. Posteriormente fue redecorada por Joaquín García Romeu, conocido rociero, que reabrió las puertas de dicho local como Club Camino, y en el que, en un ambiente rociero, se pasaron muy buenos momentos hasta su jubilación en torno al año 2000. Sin cerrar sus puertas, comenzó otra nueva singladura con el conocido cantautor portuense Riverita, que lo abrió con el nombre de La Luna, hasta que se reabrió nuevamente con el nombre de el Submarino, con que el recordado hermano de la Soledad Agustín Bello, conocía el local por tener esa característica escalera de bajada.
La inauguración fue el 14 de Agosto de 2013 en la que se contó también con la A.M. Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia donde Manuel Sanchez Cerdá pronunció el discurso inaugural de esta nueva etapa. /Foto: SiQuiero.
Las pinturas de la fachada son una colaboración desinteresada de Joaquín Cheda.
EL RINCÓN COFRADE..
En el año 2013 Jesus Andrades y su esposa Rebeca Martín, buenos cofrades, rebautizan el local como Rincón Cofrade el Submarino, con una decoración exclusivamente sumergida --valga la expresión-- en el ambiente cobradero, llena de recuerdos y de fotos cuyos propietarios donan para su exhibición unido a las marchas procesionales y videos, son la única ambientación junto con el permanente olor a incienso. Destacables en el local son también las obras de Joaquín Cheda , quien, desinteresadamente decoró la fachada y realizo un exorno para la puerta que hacen del espacio un sitio inconfundible. Igual de agradecida es la ayuda que presta en todo momento la Agrupación Musical de La Humildad y Paciencia, quienes colaboran en eventos puntuales. En definitiva, un verdadero refugio para los cofrades, quienes durante todo el año pueden buscar cobijo en su ambiente cuando sientan añoranza. El establecimiento es sede de la ‘Tertulia Santa María’ y en el se desarrollan diferentes actuaciones musicales, así como otros actos de carácter social, cultural y cofrade.
Acto de entrega de la corbata del pregonero, a David Calleja, quien pronunció el pregón de esta Semana Santa el pasado domingo. De izquierda a derecha el presidente del Consejo de HH y CC, el pregonero y Jesús Andrades.
El burropolo, una versión Light y divertida del Polo pero con burros en lugar de caballos, se lleva practicando en El Puerto desde hace al menos 15 años. Ahora, desde que Jesús Grandes (ver nótula 1.366 en Gente del Puerto) y Jaime Terry han creado una sociedad para gestionar las instalaciones de la vivienda rural ‘Villa Julia’ han dado protagonismo y un espacio mejor a este divertido deporte, donde las reglas se relajan y es mas la diversión y la participación que la normativa la que hacen que sea una actividad cada vez mas demandada.
A la izquierda Jaime Terry Osborne, a la derecha Jesús Grandes Melgarejo en el monumento a Sancho y su burro, en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real).
Se suelen hacer competiciones e incluso liguillas en Villa Julia, en el picadero de tierra de la finca ‘Las Marías’ o, a demanda, en instalaciones particulares como complemento a una fiesta o una celebración; se han llegado a desplazar, incluso a Alanís y a Badajoz, entre otras giras. Cada vez lo solicitan mas para comuniones, bodas o reuniones familiares y en vacaciones suelen celebrar un ‘Abierto’ por equipos, con cuartos de finales, semifinales y una gran final.
Un reñido partido de burropolo en el campo de Villa Julia.
Los equipos suelen estar formados –al igual que en el polo-- por 4 jugadores con sus correspondientes jumentos, en el que dos equipos contrarios intentan llevar un balón de plástico hacia la portería del rival, por medio de un cepillo de barrer en sustitución del taco o mazo. Duando se trata de niños, son el doble de jugadores ya que uno lleva al pollino y el otro lo monta. Los partidos no suelen durar mucho tiempo, ya que se puede jugar bien por número de tantos o goles o por un espacio de tiempo relativamente pequeño, para dar participación a todos. El que no juega es porque no quiere.
Jesús Grandes con la veterinaria nacida en Portugal María Joana Campos.
No todos los burros están preparados para el juego y la cabaña de asnos de Jesús y Jaime se tiene que ver complementada a veces con semovientes procedentes de Sanlúcar, cuando se requieren de muchos participantes. ¡Quien no se acuerda de aquella familia de arrieros de El Puerto, los Cantalejo, que desmontaron las dunas de las playas para proveer de arena a las calerías, en su monótono recorrido por el Camino –hoy Paseo—de los Enamorados!
Arrieros en la playa de La Puntilla, desmontando dunas.
Enlace a una interesante colección de imágnes sobre burros y mulas en Pinterest.
La casa existente en Villa Julia, antes de su demolición, propiedad de la familia Benjumeda, en una acuarela realizada por Santiago Díez Benjumeda.
Hubo un tiempo, mediado el siglo pasado, es decir en la década de los años cincuenta del siglo XX, en el que cenar ‘pescao del freidor’ era un hábito más que extendido, obligado, para la generalidad de las familias portuenses. Bien es cierto que, como todo en la vida, en el consumo nocturno de esta modalidad gastronómica, había clases y clases; mientras los pudientes solicitaban cazón, frito o en adobo --bienmesabe--, y esas pescadillitas enroscadas de tan exquisito bouquet y sabroso gusto, los menos favorecidos económicamente o con muchas bocas que mantener debían conformarse --debíamos conformarnos-- con un papelón de ‘memejuelas meonas’ –así denominadas por el fuerte olor, similar al del orín-, una especie de sucedáneo del más popular y de mayor consumo de los diversos productos comestibles del freidor: las rodajas de pescada.
Todo lo que no fueran las ‘tajaítas’ --que así también se designaban en lenguaje coloquial a los trozos de raya rebozados y fritos-- y esos medallones dorados procedentes de las merluzas al trocearlas transversalmente, debía considerarse delicatessen (chocos, tapaculos, acedías, huevas, etc.), aunque tal carácter tenía igualmente para los pequeños las denominadas ‘mijitas del freidor’, las migajas de toda la fritanga en una deliciosa rebujina que más que alimentos eran golosinas dentro del cartucho grasiento de papel de estraza. «--Deme usted un cartucho de militas». /En la imagen de la izquierda, José Luis, el último gallego de la desaparecida Freiduría Apolo.
En la época que les cito, que es la de mi niñez, creo que había tres o cuatro freidores, regentados todos ellos por gallegos. El más popular e importante ocupaba la escuadra de las calle Ganado y Nevería propiedad de la familia Villar, frente a la confitería de Ojeda ‘La Perla’ --ambos edificios han desaparecido, sustituidos por otros de moderna construcción--, seguido de otro en esa última calle, cerca del cruce con Palacios, lindando con el popular Bar Apolo, que cerró no hace mucho, cuyo último propietario fue José Luis, apodado ‘el Rape’, (ver nótula núm. 016 en Gente del Puerto).
Fachada de la calle Postigo, a la derecha la calle Cruces, del edificio en un pésimo estado de conservación, que albergó las instalaciones del freidor de La Gloria.
Existía otro en calle Luna, esquina con Jesús de los Milagros y un cuarto en la calle Cruces esquina con Postigo junto al desaparecido bar ‘La Gloria’, aunque tanto en volumen de ventas como en la amplitud de sus instalaciones los dos primeramente citados se llevaban la palma.
Estos hábitos gastronómicos que fueron diluyéndose hasta casi desaparecer a medida que pasaban las décadas tenían una tradición de siglos. Pascual Madoz en su diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, editado en 1846, reseña en su volumen 5º los establecimientos con puerta abierta a la calle de la ciudad de Cádiz y al referirse a los freidores de pescado añade: “cuyo número es prodigioso”, asombrado de la cantidad de freidurías existentes, y completa su ilustración al respecto con este comentario: “La especie de pescado que más abunda en la pescada pequeña que puede decirse constituye el principal alimento de la generalidad del pueblo, pues los muchos freidores públicos que se encuentran repartidos por toda la ciudad, viven y aún hacen capitales, sin más giro ni ocupación que esta tan mezquina al parecer; la misma gente rica la usa generalmente en sus cenas.” /En la imagen de la izquierda, suelto publicado en la revista Cruzados el 16 de julio de 1966, sobre los malos olores y los freidores.
Siendo un negocio popular y rentable no es de extrañar que por esa misma época --mediados del siglo XIX-- en El Puerto, con una población mucho menor que Cádiz, hubiese más de una docena de freidores públicos. Cinco de ellos estaban situados en la calle Ganado, una arteria muy comercial. Eran sus propietarios Francisco de la Vega, Juan Marchena, Juan Bautista Bula, Andrés Chosenz y Rosa Martínez. En la plaza --el Mercado-- había un freidor cuyo propietario era José Iñigo y en su entorno, aparte los citados de calle Ganado, otro en Vicario, propio de José Muñoz y en Cielo, de José Genís. En esta última calle se ubicaban otros dos freidores más: uno, en la esquina con Santa Clara, propiedad de Luis Cuevas González, y otro en la esquina de Lechería --actual Cervantes-- del que era dueño Pedro Palma. En la parte opuesta del casco antiguo, en la esquina de San Bartolomé con Pozuelo (Federico Rubio) había otro, propiedad de Pedro González y, finalmente, José Morro regentaba dos establecimientos, uno en calle Luna y otro en la pescadería.
En el freidor propiedad de la familia Villar, en la calle Ganado esquina con Nevería, existía un puesto aparte para despachar aceitunas aliñadas. En la imagen, de izquierda a derecha,Miguel Pérez Sánchez; Antonio Ramírez Alejo 'el Peana'; Sebastian Marroquin Gómez; Diego López Romero; y el propietario de la freiduría de pescado, Daniel Villar. 30 de marzo de 1963.
Los bares --como La Galera en su última etapa con un puesto de freidor-- y restaurantes y la única freiduría existente --la de Romerijo-- deberán coger el testigo y ser los que mantengan el prestigio y popularidad alcanzado por esta modalidad siglos atrás para que las nuevas generaciones no se priven de este placer culinario tan peculiar. ¡Viva el pescaíto frito! /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.
Sede del Museo Municipal, compartida con la Academia de Bellas Artes.
Esta Ciudad, que presume de Historia, Congresos y Turismo, tiene museos de “medio ganchete”, pero no hay campaña electoral en que este de aquí y el otro de allí, no haya prometido un museo de tal o cual cosa. La verdad que el único que medio cumplió fue Antonio Muñoz Cuenca (ver nótula núm. 069 en Gente del Puerto) en cuyo mandato, como Concejal de Cultura logró para El Puerto un Museo, con vistas a mantener aquí los valiosos materiales que afloraban en Doña Blanca.
Interior del Museo Municipal
En la Casa del Marqués de la Candia se pusieron los cimientos de un Museo con materiales arqueológicos de Doña Blanca. Luego, yo, en mi mandato como Concejal, los pude ir ampliando con donaciones de particulares que tenían alguna pequeña colección antigua o con ánforas y ajuares que, de mi bolsillo, iba comprando a mariscadores y chamarileros. Excavaciones locales, rústicas y urbanas, proporcionaron un buen número de piezas, unas expuestas y otras no. En pintura se recurrió a donaciones y a una compra. El equipo de restauración ha hecho lo que ha podido –y muy bien-- siempre con escasísimos medios.
Interior de la Sala Hospitalito.
Total, que hay un Museo modestísimo, y, desde que Juan Gómez Fernández y Enrique Moresco García fueron Concejales de Cultura, se comenzaron las obras del Hospitalito para destinar todo el edificio a Museo, pero, la verdad, es que se ha quedado en una sala-sucursal y nada más. Ha sido buena cosa exponer”la pieza del mes” y darla explicada en folletos, lo que, desde que Javier Maldonado es director se viene haciendo. El grueso de los materiales de Doña Blanca se fueron al Museo de Cádiz.
Palacio de Araníbar, sede de la Concejalía de Turismo. En su primera planta está previsto un Museo a Cargadores a Indias.
Se nos prometió hace cosa de más de seis años, un Museo de Cargadores a Indias, en el Palacio de Aranibar, pero ese Palacio se ha destinado a dependencias municipales de Turismo. En la hoy Bodega de San José, Javier Maldonado y su equipo de Patrimonio, en los 80, organizaron una magnífica Exposición del Vino, que bien tuvo el porte de un gran museo.
Exposición taurina celebrada en el Instituto Santo Domingo en 1955, con motivo de las Bodas de Diamante de la Plaza de Toros.
Exposición taurina de José Luis Galloso, que se puede contemplar en los salones de El Cortijo.
En cada campaña se habla de un Museo Taurino, en los bodegones de la Real Plaza de Toros, y nada de eso se ha hecho. ¿Dónde estarán las seis monturas de picar del XVIII del guadarnés de la Plaza?. Las colecciones de carteles y objetos taurinos, valiosísimas, de Luis Prieto y de Manolo Almagro, desconozco dónde estén. Las de Antonio Ruiz Alcón y de su yerno, algún día las veremos aventadas por esos mundos de Dios. Existen colecciones taurinas muy importantes en las bodegas de Osborne y de Caballero. En 1955, en el entonces Instituto Laboral, se organizó la Exposición Taurina con motivo de las Bodas de Diamante de la Plaza de Toros, que causó pasmo y orgullo a El Puerto (ver nótula núm. 832 en Gente del Puerto). En El Cortijo de Paco Custodio hay una pequeña exposición taurina dedicada a José Luis Galloso (ver nótula núm. 368 en Gente del Puerto).
Museo de Ciencias Naturales en San Luis Gonzaga, en los inicios del siglo XX.
El Museo, en la actualidad. A la izquierda el director del centro, Lorenzo Rus.
Con motivo del 150 aniversario de la fundación del Colegio de San Luis Gonzaga se habla de abrir a los escolares portuenses el impresionante Museo de Historia Natural (ver nótula 261 en GdP) con que cuenta, desde el siglo XIX, el edificio. Siempre he querido, sin conseguirlo, un acuerdo entre SEPRONA y el Colegio de San Luis para dejar en comodato los animales disecados que decomisa esa sección de la Guardia Civil y aumentar el Museo tan rico del Colegio.
La denominada por el Prf. Ruiz Mata cueva cantera 'De la Luz Divina', en un lamentable estado de conservación.
Nos quedan, llenos de basura y abandonados, los espacios verdaderamente museables de las cuevas-cantera de la Sierra, envidiables por cualquier pueblo que los tuviera, sin que nadie les haga caso. Yacen, sin oficio ni beneficio, los legados de Manolo Prieto y de Eulogio Varela y nadie les echa cuenta a tan importantes colecciones pictóricas que, incluso se están deteriorando con el paso del tiempo y sus inclemencias.
Galería de retratos del poeta universal, en su casa de la calle Santo Domingo.
Menos mal que se consiguió reunir y mantener el legado de Rafael Alberti en su Casa-Museo que no sabemos hasta cuándo durará. Pero, la verdad, yo no he visto una ciudad con mayores proyectos, nunca realizados, de museos de tal o cual cosa. Eso sí, en cada campaña de las municipales llueven promesas ampulosas de museos. Pero todo se queda en deseos “emíferos”, que, como decía aquel, es más que efímeros. /Texto: Luis Suárez Ávila.
Una vista de barcos abarloados en el río Guadalete en los años ochenta. /Foto Michael Reckling.
Hubo un tiempo donde la pesca fue unos de los pilares de nuestra economía, desde la llegada de la colonia alicantina, principio de los años 30, hasta final de los años noventa del siglo pasado. Aquella fue la época de esplendor: la década de los años setenta y ochenta, cuando la flota llegó a tener 132 unidades que, sumadas a la foránea provenientes de los puertos de Huelva, Isla Cristina, Punta Umbría, Ayamonte, Algeciras y Málaga, que vendían sus capturas en la lonja de pescados de El Puerto.
Llegó a ser considerada por ello como una de las principales en ventas de España, después de la de Vigo, y Cádiz.
Tenía el sector extractivo pesquero un censo de 1,500 trabajadores, entre pescadores (1.400) y rederos (100). El caso es que de estos 1.500 trabajadores de la actividad extractiva se crearon casi 10.000 puestos indirectos e inducidos proporcionados por la actividad de la pesca, entre ellos los trabajadores de los Efectos Navales que se dedicaba a la venta de suministros y repuestos para las embarcaciones. Eran la ferretería del mar, tenían de todo, difícilmente se quedaba un barco en puerto sin poder salir a la mar: pintura, redes, cuerdas, hilos, grilletes, repuesto de toca clase de marcas para los motores pesqueros, cables, tornillos, en definitiva, los llamados suministros navales. /En la imagen de la izquierda, la Lonja del pescado, en plena actividad.
LA LLAVE.
En las décadas de esplendor, en la Avenida Enrique Martínez (próximamente hablaremos sobre este personaje vinculado a la vida de El Puerto del primer tercio de siglo), hoy de la Bajamar, frente a la Ayudantía Militar de Marina, donde hoy se encuentra la Sala Milwaukee, estaba Efectos Navales ‘La Llave’ de José Agarrado Macías, teniendo por socio a Luis Márquez que era quien estaba al frente del negocio y, entre sus empleados, a Gandulla.
Imagen de unos Efectos Navales, posiblemente de Cádiz.
Anuncio de la casa central de Paulino Freire en Vigo.
PAULINO FREIRE Y LA COFRADÍA.
Junto al Bar Liba se encontraban loa Efectos Navales de ‘Paulino Freire’ y, entre sus empleados se encontraba Bohórquez. La familia de Paulino, procedente de Galicia, era propietaria de los Efectos Navales. Aquí en El Puerto, atendía más a los barcos mercantes que descargaban en la Otra Banda y al desaparecer estos también se dedicaron a la flota pesquera y al publico en general.
En la imagen podemos ver detrás el edificio donde se encontraba los Efectos Navales de Paulino Freire, donde hoy se encuentra el restaurante Alavera, en la Avda. de la Bajamar. Se aprecia el desaparecido depósito de agua en la plaza de las Galeras Reales.
Junto a los Efectos Navales de Freire había varias oficinas de Consignatarios de Buques Mercantes, por ejemplo la Miguel Lobato Quintero (ver nótula 539 en GdP), donde se dice: "Luego vendría el Puerto Comercial, la frontera natural marítima de El Puerto con el exterior. Miguel Lobato trabajó en diversas empresas consignatarias de buques, primero con Vicente Prego, continuando con Emilio Huart y hasta su jubilación en LOPAMAR, S.L. Es, precisamente en ese tiempo, cuando colabora para que en El Puerto se cree un cuerpo de trabajadores portuarios, independientes de los de Cádiz. En aquellos tiempos se vivieron los mejores tiempos de actividad portuaria en nuestro puerto, pujanza hoy tristemente desaparecida".
A mediados de los 80, dentro de la Antigua Lonja de esta Banda, lindando con la Avenida de la Bajamar, la Cofradía de Pescadores tuvo Efectos Navales con los empleados José Galán Venegas y José María Requena Olmo.
Rederos trabajando en esta Banda, donde hoy se encuentran uno de los aparcamientos gestionados por Impulsa.
EN LA OTRA BANDA.
Posteriormente en los años 90, en la Otra Banda, José Luis Reyes Albaiceta y sus hijos, abrieron unos Efectos Navales en la zona de los cuartos de los rederos, próximo a la Fábrica de Hielo y a las nuevas instalaciones pesqueras.
OTROS SUMINISTRADORES.
Aparte de los Efectos Navales, siempre alrededor de la flota han existido comerciantes que también han suministrado efectos navales a los barcos, como Simeón Nogueroles Verdú que tenia un establecimiento de redes y baterías junto al Bar la Gaviota, Vicente Moreno que suministraba malletas y cables, ‘Pepin Ragel’, hilos y redes, o Náutica Banderas, en el núm. 15 de la Avda. Micaela Aramburu, frente a l Resbaladero, entre otros.
Una imagen de unos efectos navales.
En la actualidad debido al decaimiento de la flota y a las pérdidas de unidades pesqueras no quedan tiendas de Efectos Navales. De los armadores que quedan, aprovisionan sus barcos en Efectos Navales de Sanlucar de Barrameda y en la Costa de Huelva.
José Poquet Cabrera nació en Calpe (Alicante), ciudad con la que está hermanado El Puerto de Santa María, por medio de la pesca y los hombres de la mar, donde se repiten apellidos --en ambas poblaciones-- desde antiguo. Fue bautizado en la parroquia de Ntra. Sra. de las Nieves. Su infancia transcurrió en ambientes marineros calpinos.
Ya hecho un joven fuerte y decidido, puso rumbo a América del Norte, trabajando en las obras del tendido de la línea del ferrocarril Pensylvania Express, que unió el norte con el sur de los Estados Unidos. Allí vivió con los emigrantes por antonomasia en dicho país, con una familia irlandesa, empero, regresaría a España y poco después, siguiendo con su espíritu aventurero, conocerá nuevas tierras, esta vez en el continente europeo. Francia, Alemania, Rusia y... vuelta a América, trabajando en los Altos Hornos americanos que, aunque debilitan su forma física, le proporciona buenos ingresos, regresando, definitivamente a España, a su Calpe natal.
Un tren de pasajeros en la línea Pensylvania Express.
LLEGADA A EL PUERTO: 1931.
Allí se hace armador de barcos de pesca y su sueño se convierte en realidad, con el barco Melchora que sale de los astilleros levantinos. Ya por aquella época una importante colonia alicantina residía en El Puerto: los Roselló, los Perles, los Morató y otros muchos apellidos de ‘la mejor tierra del mundo’ estaban asentado en nuestra Ciudad, a donde arribará con su embarcación en diciembre de 1931, ya con unos años y soltero. Le acompañaban dos hermanas y un sobrino, residiendo en el número 102 de la calle Larga.
El 12 de abril se celebraron elecciones municipales. El 31 de mayo, ya con la II República, se volvieron a celebrar los comicios locales. Fueron alcaldes ese año Eduardo Ruiz Golluri por los conservadores y Francisco Cossi Ochoa, por los progresistas.
Supo integrase en la sociedad portuense y se ganó el respeto de todos, tanto del sector pesquero como de otras actividades en el ámbito local. Era un hombre bueno y honrado, querido y admirado por sus convecinos, que desbordaba sencillez y humildad. Una persona que no solo ayudó a las familias de pescadores, sino que contribuyó a la época de máximo esplendor de la pesca en El Puerto. Tenía mucha mano izquierda.
Una foto de la vivienda de Tio Pé, arriba del desaparecido Casa Lucas, con la familia.
Tio Pé se trasladaría al número 110 de la calle Larga --arriba del famoso bar Casa Lucas--, al contraer matrimonio con Francisca Beltrán, con la que tuvo cuatro hijos, dos niños y dos niñas, que hoy viven en Calpe, llegando a ser representante de dicha colonia en nuestra población.
El 'Melchora' y el 'Nueva Melchora', construido este último en alicante en el astillero de Vda. de Manuel Ripoll.
EL NUEVA MELCHORA Y LAS REDES.
Su barco, la Melchora, naufraga en aguas de Marruecos a consecuencia de una avería y, en cuanto pudo, puso en astilleros la quilla de la Nueva Melchora, continuando así su actividad pesquera en los caladeros marroquíes. Al mismo tiempo, simultaneaba dicha actividad con un taller de entintado de redes, en el mismo edificio donde guardaba los enseres propios de la embarcación. Fue armador, además, del Melchora y Nueva Melchora, de otras embarcaciones a lo largo de su trayectoria profesional: La República, Belimar, Monte Olta. Y Fabian, en honor de su hijo quien, entre las décadas de los sesenta a los ochenta estuvo embarcado como pescador y posteriormente como patrón de los barcos de su padre, marchando con posterioridad a Calpe en los años noventa, donde llegaría a ser Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores durante el mandato 2007-2011
Unos rederos en plena actividad en el muelle.
EL PÓSITO DE PESCADORES.
“Tio Pé” fue un excelente pescador que cimentaba la amistad en condiciones de igualdad, en todas las esferas económicas y sociales que se daban cita en la desaparecida Casa Lucas, siendo el primer Presidente del antiguo Pósito Marítimo y de Pescadores --luego Cofradía de Pescadores--, que se constituyó el día 5 de mayo de 1934, sobre las cenizas de otro anterior en la década de los años veinte, sien su primer presidente el ex alcalde Ramón Varela Campos (ver nótula núm. 2.030 en Gente del Puerto) que desapareció por diversas razones en fecha incierta. En su refundación intervinieron apellidos de ascendencia alicantina, llegando a tener, en el primer año de funcionamiento, 56 afiliados, permaneciendo en su presidencia hasta 1941.
Bajo su mandato, se dotaron al muelle pesquero de nuevas infraestructuras: una lonja moderna para la época para la subasta del pescado, con fábrica de hielo y depósitos de carburante junto al mismo cantil del muelle. En el edificio del Pósito se creó una clínica ambulatoria para la asistencia quirúrgica de sus afiliados, antes de existir la Seguridad Social y una cooperativa para el suministro de enseres de las embarcaciones.
ACTIVIDAD POLÍTICA: PARLAMENTARIO Y CONCEJAL.
El 1 de noviembre de 1942, re reunieron en la sede de los Sindicatos Nacionales las Juntas Sindicales Centrales, para proceder a la elección de los representantes sindicales en las Cortes Españolas del régimen franquista. Como obrero del Sindicato Nacional de Pesca, fue elegido en representación de dicho sindicato vertical , como Procurador en Cortes, para la legislatura de 1943-1946.
Debido a su entrega e interés, no solo por los hombres de la mar, sino por la Ciudad de adopción que lo acogió, llegaría a ser concejal de la Corporación entre el 3 de febrero de 1952 y el 21 de mayo de 1958, con los alcaldes, Eduardo Ciria Pérez, Luis Caballero Noguera y Miguel Castro Merello(ver nótula núm. 1.654 en Gente del Puerto).
El número 110 de la calle Larga, casa Lucas, donde hoy se encuentra Copistería HIVA.
EL RAPE PERDIDO.
Relata Manuel Lojo Espinosa en su libro Casa Lucas, la siguiente anécdota: «Para el acceso a su vivienda, el Tío Pé utilizaba una escalera situada en el patio del local de Casa Lucas, por lo que en muchas ocasiones también le servía para dar o recibir recados de su familia. En esta ocasión, había llegado de turno de pesca la Melchora y el dueño llevó a casa un extraordinario rape de más de 5 kilos de peso. La familia colgó esta hermosa pieza en la escalera que daba al citado patio, pero seguramente a causas del peso del pescado o, a que no estuviera bien atado, lo cierto fue que el rape cayó al patio y rápidamente, desapareció.
Tio Pé y su esposa, Francisca Beltrán.
El dueño no sabía explicar a su esposa lo sucedido, o a lo mejor, fue el mismo el que autorizó a un buen amigo para que se lo llevara a su casa». Don Manuel Lojo, siempre tan discreto, seguro que sabía quien era ese buen amigo, pero el secreto como otros tantos, se lo llevó consigo a la tumba.
Tio Pé, toma la palabra en el homenaje que recibió el 27 de diciembre de 1956, en El Resbaladero.
Otra vista de los asistentes al homenaje.
HOMENAJE.
Por toda su trayectoria, recibió un homenaje de sus amigos de Casa Lucas, el 27 de septiembre de 1956, al cumplir sus bodas de plata de su llegada a El Puerto, que tuvo lugar en el restaurante El Resbaladero, con asistencia de muchos amigos porteños y de la colonia alicantina afincada en nuestra Ciudad. Le obsequiaron, entre otras sorpresas con el Himno a la Melchora, entonado por los asistentes, con letra del tasquero de Casa Lucas y música de la marcha Valencia. Francisco Lara Izquierdo, a la sazón presidente de la peña Casa Lucas, pronunció un emotivo discurso que llegó a emocionar al homenajeado, y que finalizaba con unos versos: Viva el Cristo del Sudor/ Viva el Peñón de Ifach/ Viva la Villa de Calpe/ Y viva este lobo de mar.
Una imagen de Tio Pé, retirado, con la familia y el Peñón de Ifach al fondo, en Calpe.
Da cosa cerrar el paréntesis de arriba, porque es triste dar por cerrada la última página de la historia de la saga de los Adriano. Así lo es al día de hoy al encontrarse el Adriano III, después de dos años y medio de hundirse,abandonado a su suerte en el abandonado varadero del abandonado río del Olvido (al que El Puerto de Santa María le debe su propia existencia, su antiguo esplendor y que hoy es la viva imagen y el espejo de su decadencia).
El Adriano III en el astillero de San Adrián de Cobres, en 1955. Posando, su propietaria, Socorro Sanjuán Dopico y su hijo Antonio Somorrostro, quien fuera el último Administrador, desde 2003, de Motonaves Adriano S.L. / Foto, colección Andrés Fernández Valimaña, último Gestor del vapor.
El Tercero de los Adriano fue el único que no se construyó en el astillero que Antonio Fernández ‘el Adriano’ (fallecido en 1946) tenía en la ferrolana playa de Maniños, sino al interior de otra ría gallega, la de Vigo, en el astillero (1919-1998) que los Sucesores de Francisco González García mantenían en la parroquia de San Adrián de Cobres, en el municipio pontevedrés de Vilaboa. Se construyó en 1955 a iniciativa de los hermanos José, Juan y Eduardo Fernández Sanjuán, sobrinos de ‘el Adriano’, y de inmediato llegó al Guadalete, en aquella primera travesía al mando del mecánico Francisco Artola, para sustituir en las travesías al Adriano II, que entonces se varó después de un cuarto de siglo cubriendo las travesías entre El Puerto y Cádiz.
Una instantánea histórica: la botadura del Adriano III en San Adrián de Cobres.
LAS TRIPAS
El Adriano III se compuso ‘a la antigua’, con madera de roble para el armazón, tablones de pino gallego de 8 cm de espesor para el casco y acacia brava de 6 cm para las cubiertas y los camarotes. Sus dimensiones, 25’25 metros de eslora, 5’76 m de manga y 2’80 m de puntal. Su peso, 117 toneladas. El costo, 2 millones de pesetas y capacidad para 200 pasajeros: 65 en la cubierta del puente y 135 en la principal (26 en popa, 44 en los bancos de popa y 65 en los de proa). En esta cubierta se instalaron dos sanitarios, dos cisternas de agua dulce y un compartimento con el guardacalor de protección del motor (220 caballos) situado debajo, en la cámara de máquinas de la cubierta baja, que se dividió en dos pañoles de popa y otro de proa, cargados con 40 toneladas de adoquines como lastre.
Siendo los mas conocidos Pepe y Juan, su hermano Eduardo FernándezSanjuán (1911-1987), a la derecha de la imagen, trabajó 55 años en los Adriano como marinero de proa, cobrador y durante más de 30 al frente de la empresa familiar.
Y en la cubierta del puente, el sanctasanctórum donde Pepe ‘el del Vapor’ gobernó el nuevo barco de la saga con sus hermanos Juan y Eduardo y los demás trabajadores que con los años se fueron sucediendo.
El Adriano III abarloado a cuatro pesqueros.
El viejo motor fue remplazado en 1991 por un diésel ‘Guascor’ de 360 caballos, que alcanzaba una velocidad punta de ocho nudos y medio. La travesía entre El Puerto y Cádiz se hacía, en condiciones climáticas normales y a la velocidad establecida a la entrada y salida de los puertos, en 35-40 minutos (cuando el motor se puso a prueba la distancia se cubrió en 20’). El arranque se efectuaba por aire comprimido, con motor auxiliar. El timón contaba con ayuda mecánica, moviéndose el engranaje mediante cadenas y varillas de acero. Los medios de seguridad de la navegación, los reglamentarios: radar de superficie, compás, emisora de radio y luces de situación.
El vapor, reluciente, en el varadero Guadalete durante una de sus revisiones anuales. / Foto, col. Andrés Fdez. Valimaña.
Los años en que los AdrianoII y III compartieron tiempo y travesías (1955-1982), lo acostumbrado era que el III cargase con los viajes diarios y el II se dedicara a dar paseos turísticos a Cádiz y por la bahía, a veces con paradas en Puerto Real, Matagorda, La Carraca y la Zona Franca. En diciembre y enero, cuando el AdrianoIII varaba para su limpieza y mantenimiento, el II lo sustituía en las travesías diarias, en el día a día que los Adriano mantuvieron desde 1930.
El vapor pasando por La Puntilla, aún sin espigón. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.
Destacado político republicano portuense, siempre vinculado con los problemas de la clase obrera, barbero de profesión. Ya en 1905 vemos sus textos en el periódico ‘El Sudor del Obrero’, Órgano de las Sociedades y de las Agrupación Socialista Obrera de El Puerto de Santa María. Era uno de los siete periódicos con los que contaban los socialistas en España en aquel inicio de siglo.
Dicha publicación, dirigida por Diego Velázquez, e impresa en la imprenta La Unión, de esta Ciudad, no estuvo falta de problemas desde sus inicios en 1902. A partir de 1909 una irónica frase acompaña el encabezamiento: "se publica cuando se puede", con diversa periodicidad, bisemanal, semanal y quincenal. En 1910, su titular afirmaba que era el Órgano de las Sociedades Obreras y de la Colación Republicana Socialista. En 1915 rezaba en su titular: Órgano de la Conjunción Republicano-Socialista y de las Sociedades Obreras. La redacción estaba en el número 44 de la calle Palacios.
Otros escritos de Tomeu Navarro aparecerán en ‘El Obrero Portuense’, dirigido por Manuel Pérez desde 1900. Volvió a resurgir en 1919, siendo promotor de esta publicación, Órgano de las Sociedades Obreras de esta localidad, época donde encontramos los textos de Tomeu, que se publicó entre el 8 de noviembre de 1919 y el 27 de julio de 1920. A mediados de 1920 firmaba sus artículos en el periódico con el seudónimo de ‘Dagoberto’.
Afiliado a la Agrupación Socialista de El Puerto, de la que fue re fundador en 1899, junto a los toneleros Alfonso Fernández y Diego Velázquez al que aludíamos mas arriba y el viticultor Francisco Figueroa. En los años 20, junto con otros compañeros formaría los primeros grupos republicanos, siendo secretario de la Junta Local de Reformas Sociales y de la Junta de la Casa del Pueblo.
La plaza del Polvorista en 1905.
Así, formó parte de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María entre las elecciones del 14 de abril y el 31 de mayo de 1931. Tras éstas últimas elecciones municipales sale elegido como concejal, formando parte del gobierno municipal como Teniente de Alcalde por el Partido Republicano Radical Socialista. Tras la dimisión de Francisco Cossi Ochoa en mayo de 1932 es propuesto y sale elegido como nuevo alcalde el 25 de mayo, permaneciendo hasta junio de 1933. Unos meses después de los trágicos sucesos de Casas Viejas, Francisco Tomeu dimite de forma irrevocable de la alcaldía portuense, ocupando la alcaldía, de nuevo Francisco Cossi Ochoa (ver nótula núm. 590 en Gente del Puerto), quien sería presidente de la Diputación, cuando el golpe de estado del 18 de julio de 1936, siendo depuesto y, posteriormente, desaparecido.
A día de hoy tiene una calle en su ciudad natal. /Texto: Santiago Moreno Tello.
La crisis no termina de remitir a pesar de las reiteradas promesas de los políticos y aunque lo económico algún día mejore, la llamada “generación perdida” de nuestro país se convertirá en una nueva generación de españoles por el mundo. Miembro de esta generación perdida, es Adrián Morillo, fotógrafo que, como muchos españoles, ha decidido marchar a probar suerte fuera de nuestro país.
«Mas que irme, siento que me han echado de España»
Hemos tenido la ocasión – y la suerte – de charlar con él a pocos días vista de su marcha definitiva a Londres. [Parte hoy sábado, desde el aeropuerto de Gibraltar con destino al londinense de Gatwick] Una marcha que solamente podemos observar con tristeza y que se convierte en un tópico cada vez más habitual en nuestros entornos. Descubrimos a Adrían con uno de sus últimos trabajos. Un trabajo íntimo, “Jondo”, lleno de grandes referencias a muchos maestros, una fotografía “sucia” como él mismo Adrián la llama pero con un nivel de intimidad muy profundo para acercarnos a la trastienda del mundo del Flamenco.
Adrián nace en Cádiz en 1986. En el momento de publicarse esta entrevista estará asentado definitivamente en Londres. Junto a sus proyectos personales trabaja en producciones cinematográficas, prensa y publicidad. Es Licenciado en audiovisuales en la Universidad Rey Juan Carlos y posee un Master en Bellas Artes en la Universidad Complutense.
Tradicionalmente ha trabajado desarrollando piezas audiovisuales documentales centradas en diferentes problemáticas sociales pero progresivamente se ha ido decantando por la fotografía ya que es un medio que le otorga más libertad para trabajar. Sus últimos trabajos fotográficos se han centrado en la investigación de diversas manifestaciones culturales arraigadas al sur de Andalucía a la espera de afrontar nuevas oportunidades en Reino Unido.
Bienvenido Adrián. Empezaré diciendo que me ha parecido que tu trabajo tiene un toque muy particular, casi siempre en Blanco y Negro muy contrastado, mucho grano, dejando intuir a veces …
Gracias. Efectivamente. Es una fotografía muy “sucia” debido a que mi trabajo documental siempre lo he desarrollado en la noche, generalmente con escasas fuentes de luz y realizando las tomas sin flash, por lo que no me queda otra. También es cierto que algunos referentes que he tenido en mente realizando mi trabajo tienen las características que comentas: Robert Frank, Anders Petersen, Bela Tarr… Hasta ahora todo mi trabajo se ha “pensado” en blanco y negro, creo que por que necesitaba intentar acercarme a la estética de los autores que más me marcaron cuando empecé a interesarme por la fotografía y también porque clarifica mucho las imágenes. El blanco y negro permite remarcar mucho ciertas sensaciones y sentimientos.
Respecto a lo que comentas de dejar intuir… es algo que creo que se ha desarrollado mucho más con mi último trabajo, “Jondo”, debido a que intentaba fotografiar las emociones que provocan la práctica del flamenco, no solamente las actuaciones. Esto conlleva fotografiar muchos momentos de reflexión, instantes previos a actuaciones… pequeños espacios de tiempo donde afloran ciertos sentimientos, que suelen estar acompañados de la ausencia de luz.
Tu trabajo documental recoge las tradiciones, principalmente del sur de España, de una forma muy íntima, muy desde dentro. ¿Cómo has hecho para conseguir llegar tan dentro? no habrá sido fácil.
El trabajo documental que llevo realizado hasta ahora ha sido en cierta forma una toma de contacto con mi tierra. Yo soy de El Puerto de Santa María, Cádiz, pero he estado viviendo fuera muchísimos años. Esto ha provocado que con el tiempo las manifestaciones socio culturales del sur se me hayan hecho ajenas y me haya convertido en espectador en mi tierra de origen. A nivel fotográfico es una suerte, ya que sentir extrañamiento y curiosidad por grupos sociales así como eventos que tienes a mano nada más abrir la puerta de tu casa es casi un regalo.
A finales del siglo XVIII, es posible que antes, se comenzaba a conocer en un cuadrilátero de la Baja Andalucía cuyos vértices fueron Cádiz, Ronda, Écija y Sevilla la práctica flamenca. Realizada por comunidades gitanas que se asentaron en el espacio territorial descrito, consistía en el relato entre los propios gitanos de las miserias y sufrimientos que padecían durante sus vidas.
Los trabajos que he realizado en Andalucía han nacido de forma espontánea. Conociendo a gente de forma casual, encontrando fotografías de personas que me han interesado por alguna razón y con la que he contactado, cruzándome con algún evento o fiesta… No son trabajos que nacieran de una reflexión previa, sino que me han atrapado y a posteriori les he ido dando forma de proyecto fotográfico. Esto es muy importante ya que me permite tener bastante confianza previa con las personas que fotografío y poder gozar así de intimidad con ellos.
Pero también tienes otros proyectos. En We we Wedding has realizado otro tipo de eventos muy habituales como son las bodas. ¿Qué te permites en este otro tipo de eventos?
Es un cambio respecto a mi trabajo personal, aunque en el fondo no muy diferente. Intento huir lo máximo posible de las fotos posado, fotos de grupo y estampas de recuerdo para trabajar desde la espontaneidad. Exceptuando ciertos momentos importantes donde se tiene claro qué hay que fotografiar, durante la boda me voy moviendo por todas partes buscando instantes emotivos, que afloran por todas partes. Es bastante estimulante porque encuentras muchas sorpresas. Esto implica también que dos bodas nunca son iguales, lo cual es muy positivo ya que así nunca se convierte en un trabajo previsible.
Marchas para Londres por motivos de trabajo ¿cómo afrontas esta experiencia? Cuéntanos un poco el proceso para decidirte a marchar.
Más que irme, siento que me han echado de España. Tras el derrumbe del mercado laboral, donde el sector de la fotografía, vídeo y comunicación ha sido muy dañado, he intentado ir viviendo con mi trabajo y desarrollando cursos, talleres, actividades culturales con la fotografía como protagonista… Pero aun así se hace prácticamente imposible sobrevivir con la situación económica que se ha instaurado en España. Así que tras probar todas las fórmulas posibles dentro del país, no me queda otra que irme.
En Londres tengo buenos amigos, algunas ideas que me apetece intentar desarrollar en un nuevo proyecto fotográfico y un mercado laboral que no es que sea la panacea, pero que, sin duda, me da más oportunidades que el español. Y el futuro creo que va a seguir en esta línea. Viendo el tono que está tomando la situación económica mundial, creo que la gente de mi generación y de las futuras vamos a ser migrantes de por vida, viajando a diferentes países según evolucionen las crisis económicas que vayan apareciendo, consecuencia inevitable del neoliberalismo. Hasta que no cambie el modelo…
¿Te sientes, entonces, como otros muchos españoles que no encuentran su sitio en nuestro país? ¿La fotografía no encuentra su sitio o no es apreciada? cuéntanos.
La fotografía en nuestro país se encuentra en un momento excelente, hay una grandísima cantidad de autores contemporáneos y jóvenes con trabajos fantásticos que además están obteniendo gran reconocimiento internacional, y autores incipientes apuntando buenísimas maneras. Nuevas escuelas muy interesantes, el boom del foto libro, nuevos festivales, magazines y revistas digitales… La fotografía, que siempre ha sido un arte algo secundario, se puede decir que se ha puesto “de moda”. Y con razón.
Ahora bien, somos muchos, por lo que es difícil “encontrar sitio” en España (cada uno puede interpretar encontrar sitio de distinta forma según el lugar que busque).
Cuentas que has trabajado realizando cortometrajes documentales hasta llegar a la fotografía donde encuentras más libertad de trabajo. ¿Cómo ha sido este proceso?
Pues fue un poco de golpe y porrazo. Antes de empezar a trabajar con la fotografía, realizaba piezas documentales con unos amigos donde hacía un poco de todo. Por diversas razones, el grupo con el que desarrollaba documentales se disolvió, justo cuando estaba preparando un proyecto acerca de los toreros de provincias en el sur de Andalucía. Me vi entonces en una situación difícil para desarrollar yo solo un trabajo documental por lo que pensé que tal vez no sería mala idea realizarlo mediante fotografías. Aunque tenía experiencia como cámara, en lo que realmente me había especializado era en la edición de vídeo, por lo que el proyecto se me planteaba como un reto. Decidí comprar entonces una cámara analógica (Nikon FM2), hacerme con un objetivo 50mm y un buen número de carretes. Ya que me planteaba un nuevo reto, quería tener los límites del número de disparos del carrete para obligarme a pensar qué era lo que quería captar, no estar probando sin tener claro qué quería, algo a lo que invitan a veces las cámaras digitales.
Estuve durante el verano realizando el proyecto y en octubre volví a Madrid con un gran número de carretes. Los revelé, empecé a ver todos los fallos que había cometido y a darme cuenta lo difícil que es crear una serie fotográfica que tenga cierta coherencia. Con todo, muchos meses después, finalicé el trabajo “Toreros de provincias”, proyecto final de un Master en Arte, Creación e Investigación que estaba realizando en la Universidad Complutense. Ese trabajo me permitió conseguir una beca para estudiar en la escuela de fotografía MadPhoto.
La experiencia que tuve con mis toreros, tanto realizando las fotografías como después dándoles forma, me enseñó mucho sobre la fotografía. Descubrí que era un medio que otorgaba mucha más libertad que el cine, que hacía más sencilla la conexión con quienes trabajabas, y sobre todo, que podía transmitir de una forma que hasta entonces desconocía ciertos sentimientos y sensaciones. Por lo tanto decidí seguir trabajando con ella.
¿Cuáles son tus perspectivas inmediatas en cuanto al tipo de fotografía que quieres hacer próximamente?
Ando dándole vueltas a un proyecto en el que la música, al igual que en Jondo, tiene bastante importancia. No sé si cambiaré la forma de trabajar las imágenes, tal vez probar cosas con color, uso de flash… Me daré un tiempo largo para ir probando ideas y ver que puede salir. Creo que es importante antes de empezar un proyecto perderse un poco, probar cosas, no tener muy claro qué se está buscando. A posteriori ayuda mucho a la hora de tener claro qué quieres hacer con tu trabajo.
También ando dándole vueltas a la eterna cuestión de ser un sujeto externo cuando estoy trabajando. Por mucha intimidad que tenga con las personas que aparecen en mis fotografías, nunca se llega a eliminar del todo la barrera entre el fotógrafo y las personas fotografiadas. No llego a estar plenamente integrado en la comunidad a la que acudo para fotografiar precisamente porque la estoy fotografiando. Es una cuestión sobre la que quiero trabajar en futuros proyectos.
Hasta aquí la entrevista con Adrián Morillo, un joven fotógrafo andaluz que deja nuestro país para poder trabajar, en el extranjero, como muchos otros ciudadanos de nuestro país. Dar las gracias a Adrián por su amabilidad en compartir sus experiencias con nosotros y le deseamos que todo marche muy bien en sus próximos proyectos. /Texto: Alfonso Domínguez Lavín. Fotos de Adrián Morillo.
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