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soledadladelcepillo__lastablas_puertosantamariaEste viernes 29 de enero, en el tablao madrileño de Las Tablas (en plena Plaza de España), actúa a partir de las 23:45 horas nuestra voz más jóven y de tradición más antigua, la de Soledad la del Cepillo, acompañada a la guitarra por Niño Manuela, dentro del II Ciclo de Cante Joven. (Tlf. 915 420 520).

«¡Eso no se aprende, se trae!». Así contestaba su tía la Momi, a su otra tía, La Pijota, que preguntaba a Soledad siendo una niña, que de dónde había aprendido lo que acababa de cantar. La Momi, hija de Alonso el del Cepillo, con eso, estaba formulando toda una teoría de la tradicionalidad, con más enjundia, si cabe, que cuando la formuló Don Ramón Menéndez Pidal. Porque Soledad la del Cepillo, que ha adoptado el mismo nombre que su tatarabuela, tiene veinte años, pero lleva a sus espaldas, la tradición de siete siglos en los romances o en los corridos, en las bulerías de “Papagayos, ruiseñores»... que ya canta Melibea en La Celestina, en las nanas de la adúltera, en las soleares de su tatarabuela, o en las soleares corridas y paralelísticas, en las siguiriyas de su bisabuelo Luis el Viejo del Cepillo, en los tangos de la Catalina que ya circulaban en la tradición en 1562, las gilianas de su tía abuela Jeroma la del Planchero, en las tonás de su familia fragüera...

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Soledad, junto a los profesores Ana Valenciano y Joseph Snow, en la Fundación Menendez Pidal, durante un homenaje a Diego Catalán.

Soledad, a base de sacrificios, ha cursado sus estudios medios, estudios de piano, de canto lírico, de flauta traversera, lleva por delante su trabajo y no ha renunciado a ser lo que es: gitana y sacar adelante, como un último eslabón de una estirpe gloriosa, todo lo que se ha ido amasando en su casa, a costa de silgos. Tiene conciencia de descender de aquel Pedro Bermúdez portuense, preso, en la noche aciaga del 30 de julio de 1749, por el hecho de ser gitano, y condenado a las minas de azogue y, por eso canta, en primera persona, la toná de «Los gitanitos de El Puerto...» heredada como una crónica de familiares desventuras.

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Soledad, entre el autor de esta nótula, Luis Suárez y el periodista Carlos Herrera.

Llenar un escenario, en soledad, con majestad, porte y hechuras, es ya, de por sí, difícil. El repertorio de Soledad no procede del mimetismo discográfico, sino de su casa, de la tradición repetida, inculcada con reiterados actos inconscientes, que dejan su poso, que rediviven los siglos. Porque, como decía su tía La Momi, eso no se aprende; se trae. En la masa de la sangre, añado yo. (Texto: Luis Suárez Ávila).

Nótula biográfica y ancestral de Soledad la del Cepillo, núm. 155, en Gente del Puerto, pulsando sobre estas líneas.

Tiene 94 años. Es conocido por Pepe Guindate por su padre, Abelardo González Franco “El Manco Guindate”. Pepete, como también se le conoce, es el menor de cinco hermanos, hijos de Abelardo González Franco y Manuela Gutiérrez, ambos naturales de El Puerto. Familia de ricos agricultores antiguos de El Puerto, poseían fincas de labor en propiedad y arrendadas, casa grande con granero y cuadras en El Ejido de San Juan, negocios de transporte con carros, tanto de mulos como de bueyes, teniendo en exclusiva el acarreo de carbón de la Serranía de Cádiz a El Puerto. Aunque los abuelos siempre habían vivido de las rentas, la siguiente generación empezó a conocer la decadencia, lo que les llevó a empezar a vender patrimonio y a empezar a tener que valérselas por si mismos.

Pepe nace el 23 de Enero de 1916 y se bautizó en la Iglesia Mayor, Prioral de los Milagros. El primer colegio al que fue era Casa de Rosita, en la Calle Luna, encima del almacén La Giralda. Allí hizo la primera comunión con 9 años, en 1925. Aquel pequeño colegio tenia una directora y sus dos hijas, Rosarito y Paquita. Las tres eran profesoras, las hijas de las niñas y la madre de los niños.

Almacén la Giralda y, en el piso superior, el colegio donde hizo los primeros estudios.

De allí paso a Bellas Artes, con Felipe Lamadrid, y luego a otro con el profesor Ezequiel Hernández, que estaba en la Plaza de Isacc Peral, enfrente del ayuntamiento. Posteriormente pasó a otro colegio con Don Antonio y Doña Leonor, este colegio estaba en la calle Palacios. Ese fue su último centro de enseñanza al que acudiría

Con 14 años se fue al campo, a la Finca Laborda, donde estuvieron 4 años de rentas. Su dueño era José Repeto. Se quitó del colegio un sábado y el domingo le pusieron los calzones empalmaos (antes utilizaba calzones cortos) y le dieron un máquina de recoger heno y ya le fueron poniendo según la faena que iba saliendo en el campo, ya que estaba hecho todo un hombre.

Compro su padre un tractor “Dhery” que le costo 12 mil pesetas, en el año 1928, que utilizaba su hermano mayor Abelardo y Pepe se encargaba de ayudarle para poner la maquina para la siega, de manera que fuese el “jase” funcionando correctamente. El tractor servia para arar, hacer “cohecho” y sembrar. El tractor había sustituido al mulo de toda la vida.

Con 17 años tomo de rentas la finca “La Dehesilla” situada en el término municipal de Rota, en 1935 y en el 1936 se incorporó al Ejército el 2 de Febrero. Se fue voluntario al Depósito de Cría y Doma del Ejercito de Tierra en Jerez de la Frontera, por su conveniencia al estar mas cerca de su casa.

En la foto de cabo en 1938 en Jerez

EL SERVICIO MILITAR Y LA GUERRA.

La tranquilidad que esperaba se rompió el 18 de Julio con el golpe militar y la primera guardia que se hizo en el cuartel le tocó a él hacerla, a la 9 de la mañana. En noviembre del 1938 fue a destinado al Regimiento de Cazadores de Tardix núm. 7 de Sevilla, donde le cogieron junto a otros 8 soldados para formar parte de la escolta del Coronel Utrilla, Jefe de la Segunda División de Caballería, que estaba en Córdoba. Con el estuvo en Córdoba hasta finalizar la guerra, y algunos meses mas. A finales de Julio de 1939 volvió al cuartel de Jerez. En total estuvo en el ejército 3 años y 8 meses, desde Febrero del 36 a Octubre del 39

CONOCE A SU MUJER.

Volvió con su padre a La Dehesilla, a las faenas de la finca. Estando ya en la finca le hablaron de una moza de 16 años que estaba en la finca de al lado, justamente en la cañada de por medio entre las dos finca. Allí fue una y otra vez hasta que consiguió hablarle, le costó mucho trabajo, ella no se fiaba mucho de él porque era porteño. Esta joven roteña que se llamaba Trinidad Peña Benítez era la única hija de una familia de 6 hermanos. Poco a poco fueron hablando y en noviembre de ese año ya se hicieron novios formalmente. Le habló cuatro años y se casaron el 27 de Septiembre de 1943, en plena Feria de Sevilla de San Miguel. En la Iglesia de Ntra. Sra. de la O. Les casó el padre Cristóbal, que era de Arcos. La boda fue rápida y luego tiraron para Jerez en un taxi de El Puerto, de Manolo Rebollo. Les acompañó su cuñado Antonio Gil Muñoz. En Jerez cogieron un tren y se fueron a Sevilla donde llegaron a las 3 y pico. Se alojaron el Hotel Oriente, cerca de la Plaza Nueva. Allí estuvieron 4 días, coincidiendo con la Feria donde fueron varias veces. El festejo de toma de dichos, que se celebraba justo antes de la boda, se llevó a cabo en la casa de la novia que estaba en la calle Castelar, 21 en Rota. Asistieron gente de El Puerto y de Rota, mucha. Un festín por todo lo alto.

Recién casado, a los 2 meses tuvo la calentura del Tifus. "--A los 9 meses y 5 días justo nació mi primer hijo, Antonio, el 5 de Junio 1944. Abelardo, el siguiente hijo nació en el 1947, el año de la explosión de Cádiz y también el año de la muerte de Manolete", recuerda Pepe. Luego nacería Pepe, en el 1949. En 1951 nacerían dos gemelos Manuel y Rafael, Manuel fallecería al mes y pico de nacer. En 1953 tuvieron otro hijo al que llamaron Lolo. La primera hija, Trinidad, nacería en el 1958 y finalmente Loli nació en 1963.

Pepe con su esposa Trinidad

Desde la llegada de Pepe del servicio militar y su reincorporación al campo, su padre delegó en él la responsabilidad de llevar en la práctica la dirección de la finca, las relaciones con los trabajadores y con el personal en general, el control de la siembra etc. Estaban en esta tarea su hermano Manuel y él, pero quien estaba al frente era él.

A CARGO DE LA FINCA.

A principios de los años 50 su padre se va al Puerto y él se queda a cargo de la finca hasta que llegaron los americanos en el 54. La finca de Pepe fue de las expropiadas por el gobierno del General Franco. Aunque no le expropiaron al finca entera, solo parcialmente: de las 300 hectáreas, expropiaron 110. Pepe se trasladó entonces a un rancho que hizo en la otra punta de la finca, en Las Marismas y parte de La Dehesilla, que la siguieron sembrando hasta 1965. Recuerda que costó la casa 32.000 pesetas. La hizo Rebujina y Bartolito, contratistas roteños. La casa posteriormente la fue agrandando haciendo estancias para las vacas, haciendo una pequeña nave para meter los motores bajo techo de uralita, etc.

Los padres de Pepe Guindate, Abelardo y Manuela.

Con 66 años se jubila. Lo tenía que haber hecho a los 65 pero tenía a su cargo a 5 trabajadores y esperó hasta que llego una nueva normativa. Su amigo José Peña Real que era el guardacampo y estaba en la Hermandad de Labradores le arregló los papeles. Entonces se pudo jubilar ya cobrando la pensión. Al cargo de la finca se quedaron sus hijos Pepe y Abelardo. A este último le dio Colonización, unas tierras, y se fue allí, quedando Pepe al cargo de la finca.

Siguió viviendo en el rancho hasta que en 1960 se traslado a vivir a Rota, en la calle Castelar, 21 para vivir el resto de su vida tranquilo. Al campo iba de visita cuando le apetecía. Al principio iba a menudo y poco a poco a poco ya fue yendo menos.

pepeguindate_puertosantamariaPepe tiene una gran familia que se compone de 6 hijos , 17 nietos y 8 bisnietos y otro que viene en camino. De los nietos 12 están ya casados. Pepete sorprende con su gran memoria. Se acuerda de datos y nombres, con pelos y señales, de muchísima gente que ha conocido en su vida. Se conoce los nombres y las medidas de todos los cortijos de la campiña. Es un gran entendido en caballos y distingue los hierros de las distintas ganaderías de Andalucía.

En la actualidad tiene 94 que cumplía exactamente ayer, 23 de Enero de 2010. ¡Felicidades Pepe! (Textos: Javier Ros).

Ver la historia del padre de Pepe, en Gente del Puerto: Abelardo González Franco. El Manco Guindate o El Manco de los Cuatro Mil Reales, pulsando aquí.

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miguel_nino_bengala_puertosantamariaUn día del mes de julio de 1958 conocí a un venerable gitano. Se llamaba Miguel Niño Rodríguez "El Bengala". Estaba sentado, al fresco, en el sardinel del zaguán de su casa en la calle Pagés del Corro de Triana. Me dijo, nada más conocerme, que él descendía de El Puerto y le presté gran atención. Me contó que su tatarabuelo fue Pedro Niño Boneo "El Brujo", nacido en El Puerto en 1819 y artífice de una siguiriya y una toná que llevan su nombre y que eran desconocidas por todos. "El Bengala" las conservaba y dio cuenta cabal de ello en la III Fiesta del Cante de los Puertos en 1973. Conocía, además, la toná de los Pajaritos y un sin fin de romances de tipo épico e histórico que debía a su memoria y a la tradición recibida de, por lo menos, su tío bisabuelo, Juan José Niño López, el más completo romancista que se ha conocido en todo el mundo hispánico y que había nacido en El Puerto en 1859.

La familia de "El Bengala" marchó de El Puerto a Sevilla, por una cuestión que tuvo su tatarabuelo con un tal Joaquinillo El Farolero, cuya historia cantaba “El Brujo” como un león herido, cada vez que se acordaba de que a su hija Salud la había perdido el tal Joaquinillo:

miguelninoelbengala3_puertosantamariaPor tristes cuarenta reales
Y unos zapatitos moráos,
Joaquinillo El Farolero
Tu jardín ha marchitáo.

(Dibujo a la izquierda de Miguel Niño, de LSA).

En Sevilla, se instalaron, primero, a la calle Artemisa, en la Puerta Osario, donde tuvieron fragua y, luego, se incorporaron a Triana, donde se vivieron  en la calle Pureza, 127 y pusieron fragua en el Monte Pirolo y, luego, en la Huerta del Carmen, en el mismo sitio donde ahora está la Torre de los Remedios y antes la Sala de Fiestas “El cortijo de El Guajiro”.

Allí estaba la fragua de Manuel Sacramento Niño, su abuelo:

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¿Qué es aquéllo que reluce
por cima de aquellos cerros?
Es la fragua e Sacramento
Que está machacando hierro.

(A la izquierda, 'el Bengala', vestido de luces).

"El Bengala" fue novillero, banderillero en la cuadrilla de su primo Joaquín Rodríguez "Cagancho", ayudante de fragua (machacador y follador --de fuelle--) modelo en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, vendedor de aceitunas en el mercado de la calle Feria, cantaor de ventas y colmados, camarero, albéitar, además de corredor de cuatropeas.

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(En la imagen de la izquierda, José Miguel Carmona, de Ketama).

Estaba rebelado porque su hijo Joaquín le había salido boxeador y llegaba a su casa con unas palizas mortales y la cara echada abajo. Sin embargo, bendecía el que su hija Amparo fuera bailaora y se casara con el guitarrista Pepe "Habichuela" que, a la postre, fueron padres nada menos que de Josemi Carmona, el de "Ketama".

Con "El Bengala" tuve una grandísima amistad. Me relataba toda su genealogía portuense desde un oscuro Pedro Niño Ximénez, nacido en 1621, hasta él mismo, como un escolar recita la lista de los reyes godos. Cuando en 1974 yo lo tenía anunciado para la IV Fiesta del Cante de los Puertos, me llegó un telegrama diciéndome que no podría actuar porque se encontraba mal. A los pocos días murió y yo no me lo creía, porque para mí que era inmortal. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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franciscolameyer_deraimundomadrazo_paris_1866Pintor, dibujante y grabador, Francisco Lameyer y Berenguer, nace en El Puerto de Santa María en 1825, localidad a la que llegó su abuelo, natural de Bremen, como vicecónsul de Prusia. En 1839, Lameyer llega a Madrid, traído por su tío el general de la Armada Dionisio Capaz, al quedar viudo. Con catorce años Lameyer ingresa en los talleres de Vicente Castelló. Su facilidad para el dibujo, le lleva rápidamente a colaborar en publicaciones de la época y en 1841 se matricula en la Academia de San Fernando, hasta 1843, dejando constancia por un ejercicio que allí se conserva y firmado al reverso por su maestro, Juan de Ribera. En aquel tiempo, contrajo matrimonio con Isabel Soriano, sobrina del Conserje de la Academia y tuvo dos hijos, Francisco de Paula y Alfredo, muertos ambos a temprana edad. (En la imagen, Francisco Lameyer, en un cuadro pintado por Raimundo Madrazo en París, en 1866).

Aquel mismo año 43 ingresa en el Cuerpo Administrativo de la Armada, ocupación militar que le llevará en 1848 hasta Roma - una vez eliminado en las oposiciones como pensionado en la lameyer_firma_puertosantamariaAcademia - para socorrer al Papa Pío IX en la revolución italiana y en 1854 como destinado en Filipinas, en su aifición por los viajes a países exóticos para descubrir el Lejano Oriente. (A la izquierda, firma del pintor).

Ascendido a Comisario de Guerra en 1856, y Ordenador de Pagos del Apostadero, regresa a España en 1859 para abandonar por motivos de salud su carrera militar en 1861. La fortuna dejada tras el fallecimiento de su tío Dionisio Capaz, le posibilita viajar hasta África en 1862, tras la guerra hispano-marroquí, para coincidir con Fortuny en 1863.

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Su viaje con Fortuny a Marruecos hará que el colorismo y los temas árabes sean sus favoritos, como el Asalto a un barrio judío, en la imagen. El estilo suelto y rápido de Delacroix también le llamará la atención. De su producción sólo conocemos unas diez obras, destacando sus copias de Goya y sus litografías en un estilo totalmente goyesco.

moroscorriendolapolvora_1860_museolazarogaldianoDe vuelta a Madrid, alterna prolongadas estancias en París junto a la familia Madrazo. Una larga enfermedad le lleva a fallecer en Madrid en 1877. Francisco Lameyer forma con Leonardo Alenza y Eugenio Lucas la escuela madrileña costumbrista llamada de "veta brava" en la estela dejada por Francisco de Goya a innumerables seguidores, pero su encuentro con Fortuny en África y su admiración por Delacroix le llevarán al orientalismo como estilo y temática predilecta. (En la imagen, 'Moros corriendo la pólvora'. Museo Lázaro Galdiano. 1860). (Texto: Fernando J. Martínez Rodríguez).

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Boda Judía en Tánger. Madrid. 1875.

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Interior con moros.

Francisco Lameyer tiene una calle rotulada a su nombre en la Barriada Durango.

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Anzonini_puertosantamariaEn una fiesta que se celebró en Cádiz por los años 1928 o 29, Federico García Lorca, relató que allí estaban los Florida, esto es Los Melu, "Que la gente cree carniceros, pero que en realidad son sacerdotes que siguen sacrificando toros a  Gerión". Carniceros, tablajeros, jiferos, gandingueros, matarifes, cabestreros, mozos, porteadores, carreros de todos los mataderos municipales de la Baja Andalucía han sido los forjadores de  este imponente tinglado que es el arte flamenco, en cualquiera de sus vertientes. Cuando yo, por los años 70 organizaba la Fiesta del Cante de los Puertos, no enviaba los carteles y los folletos a los Ayuntamientos de la zona, sino a los Mataderos Municipales. Precisamente porque allí estaban los destinatarios de esas proclamas y no en las oficinas, ni en los despachos de los alcaldes, de los secretarios, de los concejales...más que nada porque no los tiraran a la .papelera sin oficio ni beneficio para nadie. Los  carteles y los folletos eran enviados a donde tenían que ir. (En la imagen, Anzonini, y a la derecha su mujer, María de los Reyes Suárez, conocida como María 'La Churrasca').

No hace mucho tiempo, cuando uno observaba una reunión flamenca, podía apreciar que sus oficiantes eran los mismos que había visto en el matadero, o en un reñidero de gallos, o en la cuadrilla de un torero, o el torero mismo. Y es que son gentes con un sentido polivalente de la vida. Sus modos y maneras los tenían atados al ritual de la tragedia, de la sangre, de la muerte, de formas muy diversas, pero todas ellas revestidas de arte.

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Anzonini, bailando al centro.

Siempre han sido proclives a ser sedes de las más gloriosas y espontáneas reuniones flamencas, las tiendas del Matadero, o las de las Plazas de Abastos comarcanas. Y es que, acabada la jornada, eran inevitables los cónclaves de gente que lo mismo apuntillaba novillos o toros mansos en la manga ignominiosa, que se apuntillaba la madrugada con una siguiriya, o, en un rapto excelso e increíble ,daba una vueltecita por bulerías y se volvía a sentar, como si tal cosa.

anzonini_malcala_2_puertosantamariaA Anzonini, siempre lo recordaré subiendo y bajando las escalerillas del carro de la carne, después de haber descolgado de un garabato media vaca y echársela encima, sobre la capucha de muselina morena y saco, tinta en sangre, y llevar el cuarto del animal a un puesto de la Mercado de la Concepción. Y eso una y otra vez y así todos los días. (En la imagen, Anzonini, dibujo de M. Alcalá).
El Matadero viejo de El Puerto, el venerable edificio de finales del XVII, obra de Francisco de Guindos, fue crisol de muchos cantes y bailes y testigo impasible de ambiciones taurinas, alguna de las cuales cuajaron con notable éxito y de las que ha quedado perpetua memoria.
La estirpe de los "Titi", Bermúdez de apellido, los López, apodados "Tabares" los González Monje, por sobrenombre "Villegas" y un sin fin de gente flamenca tuvo su sede y su menester en el Matadero portuense. Y precisamente de la estirpe de los "Titi", era Manuel Bermúdez Junquera, por apodo "Anzonini de El Puerto", que nació en 1917, y se crió en la Plaza de Abastos, entre las tablas de carne, las tiendas de Enmedio, Milindri, Rábago, Las Delicias, el Cafetín, Los Pepes y el Matadero.

anzonini_malcala_1_puertosantamariaAnzonini, nunca pude saber de dónde le vino el apodo, rubio, con los ojos azules, tenía facciones típicamente gitanas, a pesar de ello.     Su estatura extrema, su delgadez, daban prestancia a su figura que se crecía, nada más cuadrarse y alzar los brazos, con una majestuosidad increíble. Por su rostro siempre desencajado, sobre cuya frente campeaba un mechón rizado de pelo, la boca huérfana de dientes, pasaban las memorias de sus gentes y de lo vivido. Sus pies paseaban, en un espacio mínimo, un baile rodado por los siglos, doméstico, casero. Nada había estudiado en él; todo era improvisado e irreflexivo. Pero también hondo, como un pozo sin fondo. Y es que en su baile surgía , como de un manantial inagotable, lo ancestral y genéticamente guardado en las entretelas de su persona. Ni había en su porte impostura, ni fingimiento, ni afectación, ni jactancia. Aparecía su baile sin aditamentos ni ropajes espurios, creadora e inconscientemente apegado a la tradición, legítima y genuinamente antiguo. (Otro dibujo de Anzonini, Anzonini del Puerto’, "quant à lui, dansait dans sa cuisine et cuisinait en dansant". Realizado por Miguel Alcalá).

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Manolito de la María, Anzonini del Puerto y Paco del Gastor. En la fotografía, tomada en Madrid en 1964, aparece a la derecha el guitarrista flamenco Francisco Gómez Amaya, más conocido como Paco del Gastor, nacido en Morón de la Frontera en 1944. Sobrino de Diego del Gastor, fue el primero de la dinastía de los Gastor que se instaló en Madrid para ser guitarrista profesional, donde trabajó en los tablaos El Duende y Torres Bermejas. Comenzó su camino, antes, en la finca de Donn Pohren, acompañando a cantaores como Antonio Mairena, Juan Talega, Manolito de la María (en la izquierda de la imagen), Fernanda de Utrera o Perrate. En Madrid fue acompañante a la guitarra de Bambino, actividad que alternó con giras junto a Lola Flores, Fernanda y Bernarda de Utrera, Chano Lobato, Miguel el Funi… En la actualidad y desde hace más de 12 años es el acompañante fijo de El Cabrero y enseña guitarra en el conservatorio municipal de Morón de la Frontera. Phil Slight (Nueva Zelanda, 1932) se estableció en Málaga en 1961. Su amistad con Donn Pohren le abrió las puertas al flamenco de Morón. En 1964, Phil compartió pensión en Madrid con Manolito de la María, Anzonini y Paco del Gastor, cuando formaban parte del cuadro flamenco de la Peña Los Gabrieles de Pohren. (Foto Phil Slight)

Pero, además y por encima, Anzonini era un virtuoso de los pitos, con los diez dedos, que ponían el ingrediente preciso, el condimento adecuado y medido a su baile. De sublimes pueden calificarse los chasquidos de sus dedos, a compás. A nadie he visto tocar los pitos con la precisión y destreza de Anzonini. A nadie.
Jaleador ingenioso y oportuno, cantaor por bulerías y soleares y conocedor de un sin fin de cantes, su casa portuense de la calle Pozuelo 21 se convirtió en el santo lugar común del flamenquerío. Por allí pasó todo el cante, todo el baile.

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Un fotogénico Anzonini del Puerto retratado en Lebrija junto a Fernanda de Utrera (1981). Flamenco Project

Su mujer, María de los Reyes Suárez, con la que se había casado muy joven, compartía la afición y las consecuencias. Hija de Salud Suárez Montoya cantaora de fuste y sobrina de María Suárez Montoya, "La Guapa", bailaora de tronío, María la de Churrasca, como se la conocía, vio cómo un mal día a Anzonini lo arrancaron de su primitivismo atávico, lo colocaron en Madrid, en el Tablao de Los Canasteros y, luego en las Cuevas de Nemesio. Se lo llevaron con Pepita Campos, otra bailaora, ya viejecita, de El Puerto. No obstante, merodeó, e incluso se asentó algún tiempo, en Morón donde se convirtió en maestro de baile, y oráculo flamenco, cosa que también hizo, durante una corta etapa en Nueva York, hasta que recaló por Marbella donde puso una tabla de carne. Allí, una pelagarta extranjera lo terminó de arrebatar para siempre. Pero María, su mujer, fiel, amante desmedida, le dio piadosa sepultura en El Puerto. Anzonini murió el 17 de septiembre de 1983. Desde entonces se ha confundido con su tierra, en un pedazo tan chico, como el que le bastaba para bailar. (Texto: Luis Suárez Ávila).

duque_angulema_puertosantamariaLuis Antonio de Borbón, duque de Angulema, príncipe y general francés, exponente de las tendencias más reaccionarias de la Restauración nació en Versalles en 1775. Era hijo primogénito del conde de Artois, que llegaría a ser rey de Francia con el nombre de Carlos X, a quien acompañó al exilio al estallar la Revolución Francesa en 1789. Diez años después se casó con su prima María Teresa Carlota, única hija de Luis XVI y de María Antonieta, que había sido liberada por los revolucionarios en 1795.
En 1823 fue designado por su tío Luis XVIII responsable del ejército expedicionario de los “Cien mil Hijos de San Luis”, destinado a restablecer en España la Monarquía absoluta. La expresión “Cien mil Hijos de San Luis” fue acuñada por el propio Luis XVIII y divulgada por Benito Pérez Galdós al dar título a uno de sus Episodios Nacionales.
Dos días después de que Francia retirase a su embajador en Madrid, es decir el 28 de enero de 1823, Luis XVIII pronunció un importante discurso con motivo de la apertura de las Cámaras, en el que anunció solemnemente que "cien mil franceses estaban dispuestos a marchar invocando al Dios de San Luis para conservar en el trono de España a un nieto de Enrique IV".
La operación encomendada a Angulema se desarrolló con notable rapidez y constituyó un éxito. Veamos su cronología: Por acuerdo de las potencias de la Santa Alianza en el Congreso de Verona de 1822 se decidió intervenir en España y restablecer a Fernando VII como rey absoluto. Dicho y hecho. El duque de Angulema penetra en España el 7 de abril de 1823 al frente de un ejército que se elevaba a 95.062 soldados, divididos en cuatro cuerpos y uno de reserva.

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Grabado que representa una escenas del episodio de la liberación por el Duque de Angoulême y los “Cien Mil Hijos de San Luis ” del Rey Fernando VII, retenido en Cádiz por los liberales por sus veleidades absolutistas.  J.P. Wagner sobre dibujos de Andreas Rossi. Siglo XIX. (Colección J.S.A. Bruselas). Texto del Grabado:
«LLEGADA DE S.A. EL S. DUQUE DE ANGULEMA AL QARTEL GENERAL DEL PUERTO DE SANTA MARÍA EL 16.DE AGOSTO." Al Excmo. S4. José Aznarez Navarro Sanchez y Fuertes. Consegero de Estado. Academico de honor de Nobles y bellas artes de San Luis de la Ciudad de Zaragoza, individuo de la Real Sociedad Aragoneza de Amigos del Pais. Socio honrífico de la de Sevilla y Asistente de esta Ciudad. Yntendente general de Facto de los quatro Reynos de Andalucia y de la Provincia en Comicion.

EL DUQUE LLEGA A EL PUERTO.
Tras recorrer toda España, el 24 de junio llega a El Puerto el denominado ‘ejército de vanguardia’; 3.000 soldados al mando del teniente coronel Luis Fernández de Córdova, y toman la ciudad. Dos días después llegan las tropas francesas, en número similar, al mando del General De Burgoing, que de facto se convirtió en el jefe y gobernador de la población, pese a la existencia de autoridades militares y civiles españolas.
En las Actas Capitulares vemos como el mando en plaza del General era evidente. Dictó numerosos bandos sobre limpieza de calles, autorización de espectáculos, alojamientos, arreglo de cuarteles y construcción de barracones en el Castillo de Santa Catalina y cerca del Puente del Río San Pedro.
Por fin el 7 de julio llega el grueso de la expedición, con el propio Duque de Angulema al frente. Y decidieron descansar mientras se negociaba la liberación de Fernando VII, confinado en Cádiz por los liberales. Angulema permaneció en El Puerto hasta el 2 de octubre, fijando su residencia en la casa de Francisco Pavón (Larga, 67). Su Mayor General en la de Terry y el embajador de Francia en la de Nicolás Böhl de Faber (San Bartolomé, 44). Los criados y dependientes en la finca de Luis de Córdoba.
Angulema contaba con varios barcos que podían cortar las comunicaciones marítimas de la ciudad de Cádiz donde permanecía rehén Fernando VII, y colaborar con las fuerzas terrestres en las operaciones que se disponían a llevar a cabo. Las Cortes y los gobiernos que se sucedieron en aquel verano de 1823 no fueron capaces de encontrar soluciones para evitar su caída y la ayuda inglesa que se esperaba no iba a llegar. Sólo la Milicia Nacional se mostraba dispuesta a resistir hasta el final. Ante tales circunstancias, los liberales parlamentaron con Fernando VII y con Angulema por separado y aceptaron liberar al monarca si a cambio se prometía el olvido del pasado. Fernando, que incumpliría su promesa nada más verse liberado de sus captores, pudo por fin reunirse con el Duque de Angulema en el Puerto de Santa María el 1 de octubre de 1823.

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Grabado que representa una escenas del  desembarco del Rey Fernando VII y su familia en El Puerto de Santa María el año 1823, retenido en Cádiz por los liberales por sus veleidades absolutistas.  J.P. Wagner sobre dibujos de Andreas Rossi. Siglo XIX. (Colección J.S.A. Bruselas). Texto del Grabado:
«DIA 1 DE OCTUBRE DE 1825. SSMM DESEMBARCAN FELICEMENTE EN EL PUERTO DE S: MARÍA, CON SSAARR LOS YNFANTES." SAS el S Duque de Angulema el SS Duque del Ynfantado y todas las Autoridades los reciben á su desembarque y un inmenso gentío con aclamaciones de gozo veneran al deseado FERNANDO. Segun lo dispuesto por Exmo S. Capitán General de los Reinos de Andalucía se dedica a todos los Españoles Religiosos honrados, amantes y fieles a su amable Soverano el S. D. FERNANDO VII Q.D.C.

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Vista de El Puerto de Santa María, desde el Castillo de San Marcos. Los soldados al mando del Duque de Angulema, en el Patio de Armas del Castillo, al fondo Cádiz y los barcos que traían libre a Fernando VII, después de liberarlo en Cádiz, para llegar a los muelles de El Puerto. (Colección L.S.A.)

CINCO AÑOS MÁS DE OCUPACIÓN.
La misión de “Los Cien Mil Hijos de San Luis” había concluido. Angulema dejo nuestra ciudad, pero algo más de 3.000 soldados y 800 jefes y oficiales permanecieron 5 años más en El Puerto, ocasionándose más perjuicios que beneficios. Además del alto coste del alojamiento de las tropas, que era sufragado por los vecinos con contribuciones especiales, fueron numerosos las molestias e incidentes que se produjeron, hasta el punto de que llegó a producirse un altercado cuando el general francés de turno, alojado en una finca en cuyos bajos se encontraba una tienda de bebidas, llegó a denunciar “los alborotos y bullangas que se producían por la noche a propósito de molestarlo”.
Hasta aquí la importante relación de Angulema con El Puerto. Tras regresar a Francia y al morir su padre en Praga en 1836, muchos legitimistas consideraron como nuevo rey ‘de iure’ al duque de Angulema, con el nombre de Luis XIX, por considerar inválidas las abdicaciones de 1830. No obstante, se mantuvo apartado de la política y nunca quiso adoptar esta denominación. Murió en el exilio en 1844. Está enterrado en la cripta de la iglesia del monasterio franciscano de Kostanjevica (Nova Gorica, Eslovenia). (Texto: Enrique Bartolomé).

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dionisiocapaz_puertosantamariaDionisio Capaz y Rendón nació en El Puerto en 1780 y murió en Madrid en 1855. En 1799 sentó plaza de guardiamarina, embarcando en el Conquistador , que mandaba Churruca, y al año siguiente ascendió a alférez de fragata. Participó luego en la expedición francesa de Leclerc a Santo Domingo, y en 1802 en la Comisión cartográfica que debía levantar los planos del archipiélago griego. Asistió a la batalla de Trafalgar, embarcado en el Bahama, y fue hecho prisionero por los ingleses. Al ser puesto en libertad se reintegró a Cádiz, ascendiendo a alférez de navío, y sucesivamente a teniente de fragata y de navío.

DIPUTADO POR CÁDIZ.
En 1813 fue elegido diputado a Cortes por la provincia de Cádiz hasta el regreso de Fernando VII a España. Fue entonces encarcelado en Madrid y trasladado luego al castillo de San Sebastián en Cádiz, en el que permaneció condenado durante dos años. En 1818 tomó parte en un convoy que llevaba tropas al Callao, teniendo que hacerse cargo del mando cuando el primer comandante cayó enfermo. La expedición fue desastrosa, pues los insurgentes capturaron el María Isabel, buque que tripulaba Capaz, quien, sin embargo, llegó al Callao. Fue sometido a causa, de la que salió absuelto por motivos políticos. Estaba en el Callao cuando el ataque de Cochrane y fue designado por el virrey Pezuela para representarle en las conferencias de Miraflores con San Martín, que no tuvieron resultado práctico (1821). Ese mismo año regresó a España y fue ascendido a capitán de fragata y en 1822 nombrado secretario de la Junta del Almirantazgo y del Despacho Universal de Marina en un Ministerio presidido por Evaristo San Miguel, liberal exaltado, Ministerio que fue apodado de los Siete Niños de Écija.

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Reunión de las Cortes de Cádiz durante el Trienio Liberal.

MAYOR GENERAL DE LA ESCUADRA DEL OCÉANO.
Al producirse la invasión del duque de Angulema se trasladó con el ministerio a Sevilla y luego a Cádiz, fue nombrado mayor general de la Escuadra del Océano y participó en la defensa del Trocadero; caído el régimen liberal emigró al extranjero y no regresó hasta 1832, reintegrándosele en sus grados, ascendiendo en 1835 a capitán de navío y después del motín de La Grania a brigadier.

SENADOR POR TOLEDO Y MINISTRO.
En 1837 fue elegido senador por la provincia de Toledo, afiliado al partido progresista, y al año siguiente promovido a jefe de escuadra. En 1840 fue nombrado ministro de Marina en el gobierno de Vicente Sancho, gabinete que quedó sin efecto. En 1841 se le nombró presidente del Consejo Permanente de Guerra de Generales del Eiército que había de fallar las causas por el levantamiento de octubre del mismo año y, empatados los votos en la del general Diego de León, el suyo fue el que decidió la pena de muerte dada a este, por lo que fue unánimemente censurado. Enemistado por esto con la opinión pública, renunció a su ascenso a teniente general, aunque más tarde lo hiciera valer invocando sus derechos al escalafón.

grancruzsanhermenegildoMINISTRO DE MARINA.
Fue nuevamente ministro de Marina con Rodil y al producirse el levantamiento de 1843 emigró al extranjero, de donde no volvió hasta 1847. Este mismo año ascendió a teniente general. En 1853 fue nombrado vocal de la Junta Consultiva. (En la imagen, Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo, de la que estaba en posesión, además de la banda de dicha orden).

CAPITÁN GENERAL DE LA ARMADA.
En agosto de 1855, elevado a capitán general de la Armada, cargo que desempeñó hasta su muerte, el 27 de diciembre siguiente. Julio Guillén hace de él este juicio: "a partir de Capitán de Fragata su carrera la hizo de Diputado o en la revolución, sin pisar la cubierta de un barco... La intriga y la política le hicieron alcanzar la suprema dignidad de la Armada, en cuya galería -llena de virtudes- no puede figurar sino como despótico, ambicioso y violento". (Texto: Germán Bleiberg).

dionisiocapaz_3_puertosantamariaRETRATADO POR FRANCISCO LAMEYER
Retrato sedente del Teniente general de la Armada, Dionisio Capaz y Rendón (1779-1855), tío de Francisco  Lameyer, vestido con uniforme de gala, casaca con  entorchados, charretera dorada y fajín rojo. El bastón de mando que porta en su mano derecha y las condecoraciones, Banda de la Orden de Carlos III, Gran Cruz y Banda de San Hermenegildo y, sobre la solapa, la Cruz Diadema Real de Marina, replicadas fielmente hasta en sus más pequeños detalles revelan el profundo conocimiento de la Armada por el autor. El retrato fue solicitado por el propio Museo Naval a Capaz en 1853, un año antes de que Francisco Lameyer marchara a Filipinas, con el propósito de albergar entre sus salas a generales y marinos ilustres. Pese a culpar del retraso a su indisposición física, alegada ante el Director del propio Museo Naval en mayo de aquel año, «...teniendo de otro modo que hacerlo –el retrato- en mi casa imposibilitado de andar aunque aliviado de mis males»; en septiembre fue terminado el retrato y el conserje del Museo Naval pasó a recogerlo al domicilio de Capaz, quien por aquellos años vivía con la familia Lameyer en la madrileña calle Arenal, número 12, para mudarse poco después al 18 de la Ballesta, donde aquel viejo general fallecería de pulmonía a los setenta y seis años de edad.

Este recién restaurado óleo sobre lienzo de forma ovalada, situado hoy, y tal  vez como castigo a su carácter en uno de los peines de los fondos de su depósito, pues «...el General D. Dionisio Capaz, era violento y despótico y no tenía ninguna condición de verdadero liberal; la vicisitudes de los tiempos y el turbión de las pasiones políticas, lo arrastraron a figurar en la parte más avanzada del partido constitucional, y allí ocupó el puesto que le correspondía por su buen talento, su vasta instrucción y su osadía. Siendo su último período el que más lastimó su nombre; la Armada no puede presentarlo en el catálogo de sus dignos y notables Capitanes Generales, con los títulos y virtudes de la mayor parte de los que llegaron a esta elevada altura» Francisco de Paula Pavía: “Galería Biográfica de los Generales de Marina»  (Texto: Fernando Martínez Rodríguez).

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“Testamento del Excmo. Sor. Dn. Dionisio Capaz, nombra por  herederos á sus hermanos, cárnales y política”.  Archivo Histórico de Protocolos, Madrid. Dionisio Pérez.

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luisrincon_puertosantamariaLuis era un niño en una posguerra atroz de hambre y oscuridad, monago insumiso, cómplice de estraperlista, militante antifranquista clandestino, obrero fabril, albañil capaz y vecino solidario sin etiquetas. Octogenario, Luís Rincón Noya contempla desde la atalaya de su 3º A de la Plaza del maestro Dueñas, junto a su compañera de todas sus vidas, Soledad, no en balde son progenitores de siete hijos con todos sus avíos, las grandezas y las miserias que la condición humana le ha mostrado a lo largo de su ya luenga existencia. De figura menuda y corazón grande, este lazarillo que fue de ciego, sindicalista orgulloso de su clase, y desengañado de la partitocracia en donde los actores principales y únicos del panorama político son los grandes partidos, se reivindica día a día como amo de casa,  abuelo vocacional y ferviente amante de la lectura, que en sus ratos libres escribe con la bonhomía que siempre ha llevado por bandera. (Ilustración: María Lizaso).

Dice que nació sin habérsele pedido permiso el 27 de marzo de 1929 en la Calle Larga, muy cerquita de casa de señoritos, en el seno de una familia pobre pero muy honrada. Su padre Salvador, que murió cuando el pequeño Luís no levantaba un palmo del suelo, era de oficio “jilaó”. Se dedicaba a elaborar las cuerdas que después usaban los rederos para hacer las redes de pesca, y lo dejó rodeado de mujeres como único varón entre siete hermanos.

segundarepublicaDe una infancia de posguerra repleta de calamidades, de hambre y de incomprensiones, recuerda como a un cuñado suyo, Manolo, que regentaba el bar Los Cisnes en plena Calle Luna, cuando los sublevados contra la República se hicieron con el control de la ciudad, le cerraron el local previo destrozo del mismo que, unido a su reciente viudez hizo que se trastornara por completo recluyéndosele en su casa por loco. Locura convenientemente fingida a instancias de un amigo falangista para evitar el casi seguro fusilamiento que le esperaba si llegaba a curarse.

O cuando un comandante militar de triste memoria en El Puerto, hizo masticar a dos de sus hermanas la bandera republicana por haber asistido a la manifestación del último primero de mayo antes del alzamiento militar. Raro era el día en que no veía a su madre –costurera de pobres- llorar por el fusilamiento de un esposo, un padre, un hermano o alguna amiga o conocida. Su casa, recuerda, durante mucho tiempo fue un velatorio permanente.

--Era horrible ver a la gente por la calle en los años cuarenta morirse de hambre. No en sentido figurado, sino literalmente caerse muertos de hambre”, reflexiona en voz alta este superviviente de la lucha fraticida entre hermanos, al que tocó casi siempre estar en el tramo medio vacío de la botella. La recogida de caracoles, el rebusco en las tinas donde echaban los restos del pescado después de limpiarlos, las labores propias de monago en la Iglesia Mayor Prioral, portear maletas en la estación de ferrocarril y ayudar a los estraperlistas en el transporte de su carga, fueron entre otras, actividades que permitieron tanto a él como a su familia supervivir en aquella sinrazón de existencia.

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En la fotografía, durante la Primera Comunión de su hija Maria Ángeles. Sus hijo Luis y Juan de pequeños, Luis Rincón y su mujer, embarazada de su hija Sole)

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Una foto más reciente, Luis y su mujer. y sus hijas Sole y Maria Ángeles)

Su aprendizaje de la cerrajería y forja, ocupación que le cautivó por encima de cualquier otra, le llevó hasta la primera fábrica de botellas que hubo en El Puerto, y cuando ésta cerró por falta de materia prima como consecuencia de la guerra mundial, entró a formar parte de la plantilla de otra de baldosas que también llegó a cerrar por el mismo motivo. Pero fue su último y definitivo trabajo como albañil en la fábrica de botellas V.I.P.A., en el que estuvo hasta su jubilación, el que despertó su conciencia social y de clase a favor del mundo obrero.

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Impreso de Vidrieras Palma (VIPA) fábrica de botellas existente en el lugar que hoy ocupan viviendas frente a la Casa de la Cultura).

torre_vipa_puertosantamariaSu incorporación al movimiento sindical se comprende con estas palabras: “--Cuando llegué a la fábrica y vi a un centenar largo de hombres trabajando en unas condiciones laborales infamantes, con un calor de muerte y sirviendo a unas máquinas de fabricación automática con medios artesanales, comprendí que la época de la esclavitud aún no había terminado”. Fue Esteban Caamaño Bernal quien a través de Calixto García, compañero de la fábrica, el que le introdujo en la Hermandad Obrera de Acción Católica (H.O.A.C.). En el sindicato vertical de la época fue enlace sindical, jurado de empresa, presidente de la sección social local del Sindicato de Construcción, Vidrio y Cerámica, y vocal provincial de esta misma rama. Colaboró con Esteban, Isidoro Gálvez y su hermano Manolín y otros compañeros de Cádiz, San Fernando y Jerez en la implantación por esta zona del Sindicato Unión Sindical Obrera (U.S.O.). Siente especial admiración y aprecio por Tina Aguinaco y Jaime San Narciso, dos asturianos, profesora ella y médico él, que por sus estudios y formación pertenecían a la clase media, pero que sin embargo, por sus valores humanos estaban más cerca de los pobres que sus propios congéneres. (En la imagen, torre chimenea de la desaparecida fábrica de botellas).

luisrinconnoya_peq_puertosantamariaCon la restauración de la democracia abandonó un tanto desengañado el mundo sindical y político, pero sus inquietudes solidarias le llevaron a impulsar el movimiento vecinal incipiente que se habría paso en esos momentos de apertura del país. Tuvo el honor –según sus palabras- de ser el primer presidente de la Asociación de Vecinos “San Jaime” en la zona de Crevillet. Ahora, tras una larga y trabajada vida de compromiso hacia los demás, su descanso activo lo ejerce como escritor ya premiado en algunos certámenes literarios, manteniendo por siempre el orgullo de haberse ganado la amistad y el respeto de todos sus compañeros en el mundo del trabajo. (Textos: Manolo Morillo).

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francisco-anglada-gallardo_puertosantamariaEn 1906, una de las pioneras fábricas de automóviles en España, la de Anglada Gallardo, había cerrado sus puertas en las instalaciones abiertas desde 1899 en la calle Cielo. La falta de inversores obligó al mecánico Anglada (en la imagen) a trasladar su negocio a Córdoba, donde encontró respaldo económico.

El emprendedor mecánico portuense Francisco Anglada Gallardo  llegó a un acuerdo con empresarios cordobeses para trasladar su factoría de automóviles ubicada en la calle Cielo hasta la capital de la Mezquita cerrando sus dependencias en El Puerto. La “falta de apoyos inversores”, subrayaba, había obligado a Anglada, de origen malagueño, a tirar la toalla. La empresa automovilística comenzó su andadura el 13 de septiembre de 1899 con la construcción de bicicletas marca Hércules y cuyo pintado de los cuadros supuso la primera cadena demontaje conocida en España.

Tras un fulgurante éxito con las bicis, que llegaron a ser premiadas en ferias internacionales, la firma pasó también al invento del siglo: los automóviles, con la ayuda del ingeniero Agustín Scandella, llegando a dar empleo a 40 trabajadores, algunos de ellos procedentes de puntos distantes del país, ante la iniciativa pionera para competir con los automóviles foráneos. La factoría también se especializó en máquinas en general, como el encargo que recibió de la firma de Cervezas Tosar, instalada a principios del siglo XX en El Puerto, con nótula num. 063 en Gente del Puerto.

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Taller Anglada en la calle Cielos, a la izquierda la Parroquia San Joaquín.

La fábrica de automóviles construyó entre 1901 y 1906 unos 24 automóviles, de los que algunos fueron exportados a América y uno de ellos fue adquirido por SM el rey Alfonso XIII.

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Uno de los automóviles surgidos de la fábrica portuense Anglada.

En su catálogo figuraban avanzados modelos de 2 a 4 asientos e incluso un potente ómnibus de 14plazas. Curiosamente, poco antes de la instalación de Anglada, llegó a El Puerto el primer coche comprado por un vecino. Pedro Hernández Cabrera había adquirido en París por 8.000 francos un Renault Freres, que alcanzaba la friolera de 45 kilómetros por hora, aun con el precario estado en que se encontraban los caminos que llevaban a la localidad. (Textos: Fransico Andrés Gallardo).

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Publicidad de Automóviles Anglada, en un carro tirado por semovientes en la Cabalgata y Batalla de Flores que se celebraba durante las Fiestas de Verano en el Paseo de la Victoria. Además vemos propaganda de la Imprenta Luis Pérez Grant, Cognac Terry, Amontillado Pepe Luis, Cervezas Tosar y Restaurante La Alegría.

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mancoguindate_puertosantamariaAbelardo González Franco, era el pequeño de los seis hijos del matrimonio formado por Antonio González  Ávila natural de Medina Sidonia y de Francisca Franco Felices natural de Morón de la Frontera, asentados en El Puerto a principios o mediados del siglo XIX. Familia de ricos agricultores antiguos de El Puerto, poseían fincas de labor en propiedad y arrendadas, casa grande con granero y cuadras en El Ejido de San Juan, negocios de transporte con carros, tanto de mulos como de bueyes, (estos heredados de la familia Felices) teniendo en exclusiva el acarreo de carbón de la serranía de Cádiz a El Puerto.

En la casa de El Ejido de San Juan siempre había alguna celebración de por medio por lo que siempre estaba llena de personas aficionadas al cante y a la buena mesa. Y aunque los progenitores siempre habían vivido de las rentas, la siguiente generación empezó a conocer la decadencia, lo que les llevó a empezar a vender patrimonio para poder seguir llevando el mismo nivel de vida al que estaban acostumbrados.

EL MANCO GUINDATE.
A Abelardo se le empezó a conocer popularmente como “El manco Guindate” debido a la pérdida de su brazo izquierdo con tan sólo 20 años de edad, ocurrido en un accidente en la finca del cortijo de Buena vista. Este cortijo no se sabe bien, si era de su propiedad o lo tenían arrendado, pero el caso es que cansados de que les entraran por las noches para robar parte del ganado y productos de la tierra, decidieron hacer guardias entre el capataz de la finca, Abelardo y algunos más. En un momento de la noche, al oír ruidos, Abelardo montó en su caballo para dar caza y detener a los ladrones, con tan mala fortuna que se cruzó con uno de los disparos efectuados por el capataz.

manola_demancoguindate_puertosantamariaMás tarde se casó con Manuela Gutiérrez, natural de El Puerto. Al igual que Abelardo, Manuela era una persona muy querida por todos los que la conocían, llegando a conocerse por “Tía Manola” sobrenombre puesto cariñosamente por sus cuñados. El matrimonio tuvo 5 hijos: María, Abelardo, Manola, Manuel y José (Pepete), siendo éste último el único descendiente directo que aún continua entre nosotros viviendo en la vecina localidad de Rota. (En la imagen, Tía Manola).

Debido al negocio del acarreo que tenían sus padres, Abelardo se aficionó desde muy joven a los enganches, siempre le gustaba llevar un carro con un buen tiro.

Le encantaban –como buen portuense- las ferias del ganado que se celebraban por aquel entonces, a las cuáles siempre iba acompañado de sus mujer y de sus hijas.

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E incluso durante algunos años realizó a caballo junto a su hermano Antonio el encierro de las reses bravas, desde las haciendas hasta la plaza de toros recorriendo las calles de El Puerto, vistiendo para tal ocasión de corto y negro.

retratodelgeneralqueipodellano_oleolienzoEL MANCO CUATRO MIL REALES.

Abelardo González empezó también a ser muy conocido con éste sobrenombre, puesto por su amigo el general Queipo de Llano quien vivió una temporada en la calle de las Cruces de nuestra Ciudad, desterrado por el gobierno monárquico, por su condición de republicano, en la actual casa de Roberto Romero Laffite, entonces propiedad de los Pineda. El manco frecuentaba mucho el tabernón de Juan de Dios Sánchez, en la calle Luna, lugar donde el general y varios señores más, incluido Abelardo, realizaban sus tertulias. Abelardo era una persona tan espléndida que cuando se encontraba a gusto entre sus contertulios siempre lo manifestaba exclamando: “¡Vamos a cortarle el dobladillo a este billete de cuatro mil reales!” (En la imagen, Gonzalo Queipo de Llano, en un retrato óleo sobre lienzo).

Este grupo de “tertulianos” mantuvo una estrecha relación de amistad e incluso durante el periodo de la Guerra Incivil ya que, a pesar del traslado a Sevilla de Queipo de Llano para su incorporación a la Capitanía General, siguió manteniéndose en contacto con ellos, a través de  consignas  emitidas por este último en los partes de guerra radiados a las 10 de la noche, o bien por correspondencia.

En relación a la correspondencia, aún se recuerda una anécdota  muy celebrada,  hacia la persona de Abelardo. Un día llegó a las oficinas de correos un sobre con remite de Capitanía general de Sevilla y en la dirección una nota que ponía:

«Aunque la carta no lleve remite ni destinatario,
sus señas son bien cabales
¿Quién no conoce en El Puerto
al manco cuatro mil reales?»

El cartero llevó la carta al domicilio de Abelardo González Franco.

pepeguindate_rotaPERCANCE CON LA JUSTICIA.
Abelardo González siempre llevó buenos cortijos a rentas, siendo los hijos quiénes trabajaban los campos y cuidaban del ganado. En cierta ocasión pusieron a la venta uno de los cortijos que tenían arrendados, llamado “Las Gesillas” y situado en el término de Rota. Este cortijo era propiedad de los hermanos García Lagos de las Herranz, vecinos de El Puerto. Abelardo conocedor de la buena calidad de las tierras decidió comprarlo, llegando a un acuerdo con los dueños y entregándoles cuatro mil reales a cuenta. Días más tarde, estando Abelardo en el Casino de Labradores, se enteró por terceras personas que una labradora muy rica les había hecho a los hermanos García Lagos de las Herranz una oferta superior a la suya por el susodicho cortijo, cerrando éstos, definitivamente, el trato con ella. (En la imagen, Pepe González 'Guindate', en una fotografía reciente tomada en Rota, localidad donde reside a sus más de 90 años). Ver nótula núm. 535 en GdP.

Ofuscado Abelardo por este comentario, ni corto ni perezoso se personó en la casa de los dueños y al primero que le abrió la puerta, sin mediar palabra alguna le arreó una gran bofetada y se marchó. Ofendidos los hermanos y dueños ante esta actitud, decidieron ponerle una denuncia ante el juez de guardia, resultando el juez ser amigo de ambos: denunciante y denunciado. El juez para no quedar mal con ninguno de los dos, decidió desterrar permanente a Abelardo a la Villa de Rota donde labraban los campos arrendados, pero a su vez hacia la vista gorda ya que Abelardo acudía todas las noches a pernoctar en El Puerto, en su casa de el Ejido de San Juan.

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Casa del Manco de los Cuatro Mil Reales, en el Ejido de San Juan. En tiempos del manco era una preciosa casa del siglo XVIII con sus corrales, sus graneros y sobre todo con un hermoso patio de columnas. Hoy la casa ha perdido todo su carácter. Alberga la Iglesia Evangélica 'Miel de la Peña' a un lado de su fachada y al otro la Peña El Timbrado Español 'Monteburra.

10realesdefrancoLA ÚLTIMA DÉCADA.
En los últimos años de su vida, ya retirado del campo, viudo y con todos sus hijos casados, vivió hasta su muerte con su hija Manola en la antigua casa de la “Sevillana”, rodeado de sus hijos, nietos y biznietos. Los que lo conocieron, siempre lo recordarán como el típico señorito andaluz. Impecable traje negro, chaleco, camisa blanca, corbata y sombrero negro de ala ancha. Predispuesto siempre a meterse los dedos en el bolsillo de su chaleco y obsequiar así a la chiquillería familiar y no familiar con una monedita. La última generación conocida por él, recuerda que empezó con 10 reales y acabó con 20 duros. (En la imagen, 2,50 pesetas, o dicho coloquialmente, "los 10 reales de Franco").

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"El Cangrejo Rojo era el nombre del restaurante, la zona de ocupación era Hotel Playa de Andalucía. La sociedad que lo fundó era Playas del Sur S.A., cuyos propietarios de los terrenos eran Don Enrique Osborne y Don Felipe Osborne, tios de Don Juan Melgarejo. El Motivo de fundar esa sociedad era para promocionar los terrenos y venderlos después como lo que hoy se denomina Vistahermosa. Allí en el año 1964, empezó lo que hoy día es Vistahermosa y todo su entorno. El primer director del Cangrejo Rojo, Hotel Playa Andalucía era Don Juan Manuel Ramos y Velasco, que ya en el año 1962 fue también director del Caballo Blanco, con Meliá. Esto es historia y se puede seguir contado muchas cosas más, tantas como para escribir un libro". (Antonio, el del Economato).

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El Hotel "Cangrejo Rojo", posteriormente llamado "Club Mediterranee" e incluso “Club Aquarius” fue un privilegiado espacio situado al pie de la Playa de Santa Catalina (al final de Vistahermosa, en el lugar conocido como Pinar de Mochicle) que hoy permanece, tristemente, cerrado. Entre los fundadores había capital belga.La clientela estaba compuesta por ingleses, belgas y franceses, quienes eran los clientes habituales. El conjunto musical, Los Radar's a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, actuaba diariamente durante el verano.

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En la fotografía, como era habitual, Koky Ramírez Tallón o Lele Cárave, dejaban la guitarra para cantar bailando con alguna turista solitaria.

cangrejorojo4_puertosantamariaMis primeros "pinitos" en el piano fueron en el año 1.965 en el Hotel "El Cangrejo Rojo", cuando antes de la actuación o en un descanso de "Los Radar's, interpretaba alguna canción tocando el piano solo. "El Cangrejo Rojo" era para los españoles de hace 45 años una especie de paraiso: los únicos españoles eramos nosotros y algún camarero o cocinero que trabajaban allí.

"Los Radar´s éramos trabajadores privilegiados, podíamos entrar y salir a cualquier hora; si queríamos nos podíamos quedar a dormir. La hora de actuación era desde las 9 a las 12 de la noche, aproximadamente, a no ser que se hiciera una fiesta especial y entonces estábamos hasta mas tarde.

"El Candil Verde", un lugar perteneciente al mismo hotel donde se hacían fiestas especiales todos los martes y algunos sábados. Era un espacio al aire libre, tenía pista de baile y escenario donde hacíamos las actuaciones, estaba decorado al estilo tropical, se servían cócteles especiales e incluso algunas veces se asaba un puerco. (Textos: Francisco Ramírez Tallón).

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Don Tomás Martín-Barbadillo, Paúl, Fernández-Herrera-Dávila y Arozarena, Vizconde de Casa González (Sevilla 1897-1983), fue un asiduo visitante y veraneante en El Puerto. Paraba en casa de Margara Almansa, en la calle Larga, porque, según él decía, era el único sitio donde le ponían orinal en la mesita de noche. Licenciado en Derecho, aviador deportivo, fundador del Aeroclub de Sevilla, Alférez Provisional, tripulador del Zeppelín,... Fue autor de un gigantesco libro titulado "Sevilla, Aeropuerto terminal de Europa" y de otro sobre el Autogiro de La Cierva y era muy diestro en conocer, por muy lejos que estuviera, qué clase de avión surcaba los cielos: Un "Rata", un HeiEnkel...

Así que, presentado voluntario fuera de edad, en la gloriosa Cruzada, lo primero que hizo fue requisarse su propio Fiat "Balilla", con el que iba visitando las torres y prominencias de los pueblos, en donde instalaba vigías y emisoras de radio. Ocurrió en una de ellas que, preguntado Don Tomás, cuyo nombre de guerra era "Rego Ronco", por su teniente "¿Qué ve el vigía?", respondió: "Unos aviones que, por lo majestuoso de su vuelo pertenecen, sin duda, a la gloriosa aviación nacional". Al punto, esos aviones comenzaron a bombardear las posiciones nacionales, por lo que "Rego Ronco" hubo de rectificar: "No, no, no, pese a lo majestuoso de su vuelo, son unos hijos de la....,Corto y cambio".

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Cámara de cine aficionado, rodó, desde el Zeppelín, el año 29, una película sobre Andalucía a vista de pájaro que, sus herederos han entregado, en comodato, a la Filmoteca de Andalucía, como una reliquia.

Don Tomás fue asesor jurídico de muchas entidades y Jefe de Protocolo del Ayuntamiento de Sevilla. Conocedor, por tanto, del nivel intelectual necesario para ser edil, un día me vio con el burrito moruno que me había regalado José de los Reyes "El Negro", me paró y, dándole al burro una palmada en la tabla del cuello, le dijo al semoviente: "A crecer y a ser un buen concejal". Tomen nota. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Vamos a recordar algunos retazos de la historia de una de las más hermosas tabernas que en El Puerto han sido, La Burra, ubicada a escasos metros de la Plaza de Abastos, en la acera derecha de la calle Cielos.

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En 1994 entramos en el local acompañados de Ramón Sordo de la Borbolla, quien estuvo al frente de la taberna, hasta su cierre en Octubre de 1990, durante las últimas cinco décadas. Salvo el polvo acumulado en estos años, que no dejaba de proporcionarle cierto encanto, el local continuaba intacto, igual que hace más de un siglo, con el lógico deterioro que el paso del tiempo conlleva, que más que restarle valor, le añade sabor de lo añejo, de lo que tiene solera y tradición.

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Paseando y parando en cada recoveco de la taberna, por cada recuerdo, tuvimos la ocasión de comprobar que todo continuaba igual que siempre: el típico suelo de losas de Tarifa; los zócalos de azulejos multicolores “de plantilla”; el pequeño hierro junto a la pared para que los parroquianos se limpiaran las suelas del calzado al entrar, cuando las calles apenas estaban empedradas; los gastados mostradores de caoba; los vistosos anaqueles repletos de botellas; la pizarra, el antiguo escritorio y la vieja caja registradora, marca National, americana; las nueve botas de roble; el reloj de pared, por el que no parecía haber pasado el tiempo; y a la izquierda del mostrador, enfilados a un largo pasillo, los once reservados o camarotes, auténticas reliquias de otros tiempos, sin las puertas de vaivén desde que se mandaron quitar cuando vino el Movimiento, aunque Ramón siempre las conservó en su casa. Todo como siempre, si pero ¿desde cuando?.

laburra4_puertosantamariaEL ORIGEN DE LA TABERNA.
Al menos, desde 1863, documentalmente, tenemos constancia de la existencia de este lugar, en la calle Cielos, actual número 104, de una tienda de vinos, aunque no podríamos asegurar que su aspecto fuese semejante al que aún ofrece hoy. Más bien nos inclinamos a considerar que su fisonomía actual se debe a su segundo propietario, Miguel Felices, transformación que se realizaría hacia el año 1880 [...] A principios de la década de los 80 del siglo XIX, Juan de la Portilla dejó la propiedad de la taberna y destilería de la calle Cielos, ocupado en otros menesteres y prestando las funciones de vicecónsul de la República Argentina. El nuevo dueño de la taberna fue Miguel Felices Camino, otro montañés, este de Santillana del Mar, llegado a nuestra ciudad en 1856, cuanto tenía 27 años. Debió ser Miguel un tipo espabilado y de “buenas luces” pues en 1883, cuando ya explotaba la tienda y la destilería era regidor del Ayuntamiento, desempeñando una fecunda labor municipal. [Al fallecimiento de éste la familia se encargaría de la gestión de la taberna, pasando luego a la propiedad del hijo de un dependiente, Norberto, hijo de Benigno Sordo en el año 1910, etapa que siguió hasta nuestros días].

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LA FAMILIA SORDO DE LA BORBOLLA.
Norberto, nacido en la Montaña, en prio, cerca del límite con Asturias y la costa cántabra, tuvo el acierto de llamar a la taberna La Andaluza, el nombre más bonito en consonancia con el local, que podía llevar. En 1910, su especialidad era la manzanilla Argüeso. Dos años después abrió una fábrica de arguardientes, anisados y licores con el mismo nombre, en la calle Ganado núm. 26 (lindera a la pafinicadora La Divina Pastora, ya existente entonces). De aquí salieron los anises Las Tres Perlas y La Andaluza, y años después La Cigüeña, seca o dulce, muy afamada.

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La taberna, a pesar de no ocupar una de las esquinas comerciales del centro, a las que los montañeses, como avispados comerciantes, tenían especial inclinación, si se encontraban en un emplazamiento estratégico. A escasos 30 metros de la calle Ganado y de la Plaza de Abastos, siempre populares y bulliciosas, era un lugar idóneo para que los parroquianos parasen a tomar unos vasos de vino o de aguardiente, al tiempo que, sentados en los reservados, hablaran de negocios y cerraran tratos comerciales.

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LA BURRA
Afuera, en la entrada, los vendedores ambulantes de leche de burra apuraban las ubres, mientras que los más asiduos clientes de la taberna, los arrieros, ataban sus bestias de carga en las argollas dispuestas para tal fin en la fachada. Pensábamos que estas estampas --reales-- podían ser el origen del nombre popular de La Burra, o, quizá, que hiciera referencia al madero utilizado en las bodegas para almacenar las botas, pero no. Resulta que un día, hace mucho tiempo, con plena seguridad antes de 1920, en uno de los camarotes, dos arrieros gitanos se enzarzaron en una agria discusión a cuenta de la propiedad de una burra; que si tuya, que si mía, la disputa concluyó cuando uno de los arrieros apuñaló de muerte al otro. Desde entonces, en recuerdo de aquel suceso, el pueblo comenzó a llamar a La Andaluza, La Burra, y Burra se le quedó para siempre.

moroncillo_puertosantamariaFue habitual parada de célebres personajes populares como Juanillo Paterna; Belita, Luis Agacha, Saldiguera; Alemania, «gran paletón con la picha de papel y los huevos de cartón»; El Chumi; El Camión; Gabriel Guarigua, «Ya se murió Guarigua/ Dios le perdone/ ya se lo llevan volando/ los cigarrones», que decía la copla. En uno de los reservados, nos apuntó Luis Suárez --colaborador de Gente del Puerto--, solían reunirse a cantar romances José de los Reyes “el Negro”, Chamarit, El Caneco y José Morón “Moroncillo”. Cada uno entonaba cuatro hemisquistos, y quien no sabía continuarlo o se equivocaba, tenía que pagar una botella de vino para los demás. (En el centro de la imagen, José Morón 'Moroncillo', con una guitarrra. Fotografía Archivo de LSA).

Como en otros establecimientos, La Burra fue escenario, como no, de algunos robos, como éste que recogió la Revista Portuense el 7 de agosto de 1924, cuyo autor fue el propio encargado del local: «Por el guarda Francisco Díaz Toro fue detenido ayer José Puente García, encargado del establecimiento de bebidas La Andaluza, conocida actualmente por La Burra, el que había sustraído del cajón 125 pesetas. De éstas fueron ocupadas 62 que conservaba en un calcetín, habiendo distraído las restantes. Fue ingresado en la cárcel a disposición del señor Juez de Primera Instancia».

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Norberto Sordo contaba parra el almacenado de vinos propios con dos bodegas. La mayor, con dos lagares, se encontraba arriba de la calle Lechería [hoy  Santa Clara], en donde se criaba el fino Tambor. Y la pequeña, dos números más abajo de La Burra, en Cielos núm. 100, especialmente dedicada a manzanillas, que todavía conserva algunas botas.  Ramón Sordo entró a trabajar con su padre en 1941, cuando tenía 17 años. Tras la muerte de Norberto en 1957 continuó llevando el negocio, ya sin la destilería, hasta que a fines de 1990 cerró el local. Falleció en los años finales del siglo pasado. Con Dios debe estar porque fue un buen hombre.

antonio_ordonez_puertosantamariaDurante años el establecimiento fue sede de la Peña Taurina La Burra, promovida, entre otros, por Juan Marchán, padre e hijo, siendo su titular el maestro Antonio Ordóñez, quien en alguna que otra ocasión, nos dio Ramón, asistió a las tertulias. Cuando escribíamos estas líneas, La Burra, con la finca completa, acababa de venderse. Que será de ella, lo ignoramos. Sólo podemos esperar --y acaso rogar-- que el nuevo dueño no la desmantele y sepa valorar y respetar la fisonomía y los elementos que configuran esta peculiar e histórica taberna, porque a la vez de ser una propiedad privada, también es un patrimonio etnológico --Título VII de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía-- que El Puerto debe conservar, remozado y revitalizado. No vaya a ser que en un futuro próximo lamentemos su pérdida. (En la ilustración, el diestro Antonio Ordóñez). (Textos: Enrique Pérez Fernández). (Fotografías: Fito Carreto).

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Los que habían sido concejales en los ayuntamientos democráticos y los que lo eran aquel 6 de diciembre de 2003, posan juntos y revueltos tras el acto institucional celebrado en el Auditorio Municipal del Monasterio de la Victoria, a la finalización del acto. Fila superior: Ignacio García de Quirós Pacheco (PSOE), Alberto García (IU). Siguiente fila: Miguel Cirera Jiménez (PSOE), Francisco Sánchez Gatica (PSOE), Miguel Marroquín Travieso (PSOE), José Luis Alonso (UCD), José Fernández Sánchez (IP), Antonio Sánchez González (PSOE), Pedro López Fernández (PCE), Francisco Lara Fernández (PSOE).
Siguiente fila: Fernando Jiménez Romero, Secretario General del Ayuntamiento, José Valiente Moreno (PSOE), Eduardo Bocarando Gándara (PCE), Antonio Muñoz Cuenca (PSA), Manuel Rodríguez González (PCE), Victor Unzueta Gabiola (UCD), Ignacio García Rodríguez (IU), José Luis Romero Pacheco (PSOE).
Siguiente fila: Patricia Ybarra Lalor (PP), Juan Ramón Castillo (PP), Carmina Porra Pérez (PP), Rafael Vallejo (PP).
Siguiente fila: Jaime Pombo (IP), Manuel Romero (IP), Silvia Gómez (IP), D, Carlos Montero Vítores (PP), Carlos Campoy López (UCD), Rafael Valera Rey (PSOE), José Galán (PP), Juan Arana (PP), Pepa Conde (IU) Rosario Sentís (IU), Julio Acale (IU).
Siguiente fila: Vicente Sucino Rico (PSOE), Francisco del Castillo (PP), Carlota Benjumeda (PP), Juan Gómez Fernández (PP), Joaquín Corredera Andrés (PSOE), Carmen Lara (IP), María Jesús Sánchez (IP), Yolanda Nimo (IP), Consuelo Gamero (PSOE), Lola Caballero (PSOE), Manuel Moreno Romero (CD-PP), Antonio Alvarez (PCE-PSOE), Francisco Corbacho (PSOE), José Antonio Navarro (PSOE), Maria del Carmen Martín (PSOE), Manuel Pérez Blanco (PP), Carlos de la Flor Morales (PSOE), Enrique Moresco (IP-PP), José Manuel Cauqui (IP).
Agachados: Manuel González Cordero (IU), José Antonio Castro Cortegana (IU), Mª Angeles Fernádnez Bustabad (IP), Hernán Díaz Cortés (PP-IP) Fernando Gago García (PSOE-IP). (Foto Jorge Roa).

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Isabel Rodríguez, una portuense devota de la Virgen de los Milagros, ha recuperado la movilidad en una pierna que tenía desde la niñez atrofiada por la polio. Entre 1945 y 1962 la poliomelitis fue una plaga, una epidemia que barrió las cunas de toda España. El franquismo borró buena parte de las pistas de aquella mayúscula negligencia y oficialmente sólo se reconocieron 35.000 casos, que ya son casos. Isabelita fue uno de ellos. A los 23 meses de vida el poliovirus entró en su médula y, desde entonces, su pierna derecha se deformó y se paralizó. Isabelita vivió con ello, acompañada toda la vida por el dolor que provenía de una extremidad rígida que no le obedecía, se casó con Julio, tuvieron hijos y cada semana acudía a la Prioral de El Puerto de Santa María a rezar a la Virgen de los Milagros para que todo fuera bien, para que los niños estuvieran sanos y la vida no trajera desastres. La Virgen de Isabelita cumplió con ella y a Isabelita nunca se le ocurrió pedir que su pierna volviera a estar como cuando tenía 22 meses. (En la imagen, Isabel Rodríguez, delante de la Capilla que da acceso al Camarín de la Virgen de los Milagros. Foto Fito Carreto).

Entramos con Isabel en la Prioral cruzándonos con un mendigo que en la puerta exhibe un cartón donde se lee "padesco cáncer y no persivo ayuda. Solo quiero comer". La Virgen de los Milagros luce manto blanco desde lo alto de su capilla e Isabelita mira embelesada. Pero Isabelita no es ninguna iluminada. Es una mujer de rasgos dulces y ojos chispeantes que se asombra de lo que le ha sucedido, lo agradece y lo lleva con discreción. Sucedió. Increíble, pero sucedió.

exvoto5_puertosantamaria copiaCuentan en la Hermandad una historia ocurrida en 1620. Es la historia de una mujer amortajada a la que vela su marido entre sollozos, alumbrados ambos, el cadáver y el doliente, por las candelas. En un momento, toda la habitación se ilumina con un fogonazo y del haz de luz emerge la Virgen y el marido que se hinca de rodillas y le pide que le devuelva a su mujer amada. La amortajada abre los ojos y se levanta. Así se publicó en la Revista Portuense, en su número de septiembre de 1922. Desde entonces, la Virgen lleva el nombre que lleva. (En la imagen, exvoto que se conserva en las escaleras de acceso al Camarín de la Virgen de los Milagros).

El pasado 6 de septiembre era un día especial para Isabelita. Después de año y medio cuidando y mimando el atuendo de la Virgen, colocando cada viernes flores, la Hermandad le iba a imponer la medalla, una medalla que todos reciben de rodillas. Ella sabe que eso no es posible. Nunca ha podido hincar su rodilla y menos desde que hace unos años su pierna fue a dar con una de esas trampas que ponen los ayuntamientos en la vía pública. Se rompió el fémur. En esa mañana en la que la que las hermanas esclavas están preparándolo todo para el día de la Patrona, descienden la imagen de la Virgen e Isabel nota algo raro. "--No sé, no diría que fue una mirada, no podría explicarlo. Yo estaba muy emocionada y noté lo que no puedo explicar. Era algo en los ojos de la Virgen y sentí algo que ... sabía que había pasado algo porque, de repente me dije y si..."

exvoto_pierna_puertosantamariaY sí. Había pasado. Isabel se arrodilló. De testigo, todas sus compañeras. "--Isabelita, puedes arrodillarte. Isabelita, ¿qué ha pasado?"

Julio, su marido, está con ella y corrobora la historia. "--Cuando llegó a casa diciendo mira lo que me ha pasado yo le dije pero mujer, cómo va a a ser eso. Pero era cierto". Demuestra la recuperada movilidad de la pierna ante nosotros, ante la capilla de su virgen venerada y ante unos turistas de San Sebastián, que observan con curiosidad. "--Si es que hay que creer en los milagros", conviene la turista. (En la imagen, un exvoto de una pierna).

Los dolores que siempre le han acompañado han desaparecido de su pierna derecha, lo que se le hace extraño. Ha pedido hora para el traumatólogo porque tiene curiosidad por saber qué ha sucedido con su pierna. cómo es ahora su pierna por dentro. Está deseando ver las radiografías. "--De verdad, no pedí nada a la Virgen. No sé si es un milagro o no. Los padres lo han dicho en la Iglesia, aunque no han dicho que fuera yo. Y es que no lo voy contando por ahí. Si alguien me pregunta, pues le digo que sí, que me pasó, que mi pierna puede doblarse".

diegovalle_parroco_puertosantamariaLa Iglesia es prudente con estos fenómenos. A Diego Valle, párroco de la Prioral, se le nota que no le gusta hablar del tema. "--Yo le he dicho a Isabel que vaya a ver al médico. Tiene que ser la medicina la que nos diga que ha ocurrido algo sobrenatural, algo que no tiene explicación. Mientras tanto, nos alegramos de que Isabel esté mejor, haya sido un milagro o no". Pero ya pronunciar la palabra milagro le cuesta trabajo. En más de veinte años de sacerdote reconoce no haber visto ninguno. "--Creo en los milagros, naturalmente, cómo no voy a creer, pero es cierto que es la primera vez que me enfrento a algo así. Porque sí, gente que dice que ve a la Virgen hay mucha, pero la fiabilidad es poca". (En la imagen, Diego Valle).

juandelrio_obispo_puertosantamariaJuan del Río ha sido obispo de Jerez y en la actualidad es arzobispo castrense. El sí afirma conocer casos de curaciones. "--Son cosas que suceden, pero si no existe un mediador, si se produce espontáneamente, se agradece el alivio con unas misas y no se produce investigación alguna". Del Río fue postulador en la beatificación de Célia Méndez, fundadora de Las Esclavas, y allí conoció la cantidad de informes médicos, "a ser posible gente de la comunidad científica no decididamente creyente", para elevar el milagro a hecho. Es consciente de que la mayoría de la gente se toma este tipo de casos a risa: "--Es la alegría de los amigos y la mofa de los enemigos". (En la imagen, Juan del Río).

Estanislao Mena es psicoanalista y no cree en los milagros, pero sí en la potencia de "la identificación. Desconocemos el poder de la mente y la relación entre lo psíquico y lo físico no sorprende a nadie". Una radiografía que mostrara si se ha producido un cambio radical en la articulación sería una prueba que a los médicos les daría que pensar, pero, sin esa radiografía, Mena cree que lo lógico es considerar que un momento de plena emoción ha podido operar una mejoría. Al mismo tiempo, relata el caso recientemente publicado por una revista científica francesa sobre un extraño suceso ocurrido en un internado de París. Fue un caso de histeria colectiva. Tras sufrir un desengaño amoroso, una chica sufrió una parálisis total. Por extraño que parezca, la parálisis se contagió a gran parte del internado. "--El poder de la identificación. Aquí no había nada sobrenatural".

El milagro, como dice Juan del Río, sirve de mofa a los no creyentes, pero es un fenómeno presente en todas las sociedades. Todo el mundo desea la intercesión divina para que con un chas todo cambie en la vida terrenal. En Jerez está la capilla que se conoce como del "señor de la Puerta Real". Está tapizada de aparatos ortopédicos, juguetes de niños y multitud de cachivaches que son los que dejan los que creen firmemente en que se obrará un milagro que corrija las desdichas. Juan, uno de los mendigos habituales de la Puerta Real, cree en él "porque me salvó la vida". "¿Cómo?" "Me tiré desde un cuarto piso y salí vivo". "¿Y cómo fue eso"? "Porque me amortiguaron los tendederos. En realidad me salvó el Señor y los tendederos".

alexiscarrel_puertosantamariaDonde la Iglesia sí se preocupa de investigar las curaciones milagrosas es en sus lugares de peregrinaje clásicos. Lourdes es el más importante de todos ellos. A esta pequeña cueva acuden cada año cinco millones de fieles, absolutamente seguros de que ahí se obran milagros. Sin embargo, pese a la multitudinaria presencia de fervorosos seguidores de la Virgen durante más de un siglo sólo se han certificado 67 curaciones, la última ocurrida en 1987 y aceptada por la Iglesia en 1999. Para ser más exactos, la comisión de seguimiento de Lourdes no habla nunca de milagros, sino de "hechos médicamente inexplicables". (En la imagen, el Premio Nóbel de Medicina, Alexis Carrel).

Los defensores de los milagros siempre mencionan a su testigo más célebre, el Nobel de Medicina Alexis Carrel, que viajó en 1910 para estudiar lo que consideraba "curaciones psicológicas debidas a la histeria de las masas" y, de paso, acompañar en sus últimas horas a una enferma terminal de peritonitis. Para su sorpresa, fue llegar a Lourdes y desapafrecer la infección. Y será o no será, quién sabe, pero lo cierto es que Isabel aún observa sorprendida cómo su pierna se flexiona. Y por ello da gracias a su Virgen de los Milagros y es feliz, muy feliz. Ese hecho sí es incontrovertible. (Textos: Pedro Ingelmo).

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Ramón Sánchez Pina nació en la Ribera núm. 41 entonces, en la Casa de la Escalerita el 3 de marzo de 1921. Cuando Ramón contaba apenas un año, su padre Manuel Sánchez Atalaya, se colocó de Sacristán en la Parroquia de San Joaquín a donde se fue a vivir toda la familia, y donde fue bautizado nuestro protagonista, hace ahora 88 años. Con cuatro años cursaría sus primeros estudios -con una amiga- en el Asilo de Huérfanas, con entrada por la calle Diego Niño. Allí estaría poco tiempo, luego pasaría a otra amiga en la calle Melero -con Paca la mujer de Juan Pinto, aunque lo llevaba la hija- cuando la familia tenía dinero para destinar 1 “perra chica” diaria a tal menester.

sanchezpina_monaguillo_puertosantamariaAllí aprendería las primeras reglas y, con seis años se vería de monaguillo, a las órdenes de su padre, el Sacristán, en San Joaquín. Luego estudiaría en el Pósito de Pescadores, en Puerto Escondido, aunque por poco tiempo: hacía falta arrimar algún dinero para la familia y dejó pronto la escuela. (En la imagen, Ramón de monaguillo, en 1926).

PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA.
La proclamación de la II República le cogió el 14 de abril con 10 años. Vendrían malos tiempos para la familia porque al padre lo echan de Sacristán de la Parroquia, debido a que su hijo era presidente de la Sociedad de Camareros, una especie de sindicato gremial progresista y porque también otros hermanos de Ramón militaban en partidos de izquierda que no se llevaban precisamente bien, con la Iglesia. Y así empieza un largo peregrinar por diversas viviendas de aquel Sacristán venido a menos y su larga prole -6 hijos- por diversos domicilios: Larga 72 -hoy 74-, Pozuelo, Durango, ...

El padre coloca a Ramón de monaguillo en  la Iglesia Mayor Prioral, donde estará dos meses y luego con el mismo oficio además de mozo, en el antiguo Hospital San Juan de Dios.  También ejercería en el Convento del Espíritu Santo, el Asilo de Huérfanas y las Capuchinas. Un par de años más tarde, en 1933, se va a trabajar en la Papelería Cortés, con Emilia y Elisa, como repartidor y vendedor de periódicos, llegando a ganar 1 peseta diaria, compatibilizándolo con la venta del periódico comunista Mundo Obrero, donde se ganaba otra peseta al día.

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Ramón es el primero de la derecha, con sus padres y hermanos. La fotografía es de 1932.

LA REBELIÓN DE 1936.
En 1936 ya no vendía periódicos. Entra a trabajar como aprendiz, con 15 años, con Pepe Lora en la Carpintería La Palma y de chiquillo en las casetas de playa. El día que se produjo el Desembarco de los Moros en los muelles de El Puerto, el 18 de julio, lo mandaron para su casa.

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Los moros de Franco, camino de Madrid.

Los moros eran seguidos por la chiquillería, alborotadora, que contemplaron como sacaban a los falangistas que estaban presos en la Prevención. En el Ayuntamiento se cambiaron las tornas y organizaron el nuevo régimen; luego fueron a la Casa del Pueblo. Hubo tiros, algunos heridos y los niños desaparecieron, se cerraron comercios y en España y en El Puerto empezaría una nueva etapa que duraría 40 años.

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La Taberna 'La Burra', en una instantánea tomada después de su cierre. (Foto Fito Carreto).

Ramón siempre fue un buscavidas y buscando trabajo llegó a ejercer de freganchín en la Taberna “La Burra” en la calle Cielos, en “La Antigua de Cabo”, en las corridas de toros y en fiestas privadas. Como aprendiz de carpintería ayudaba a su padre, que en aquellos tiempos se ganaba la vida como fotógrafo de comunión, tomando instantáneas a los marineros o a los niños del Batallón Infantil, junto a otros conocidos retratistas de la época de El Puerto como Quico Sánchez o Justino Castroverde.

sasnchezpina_esposa1_puertosantamariaLA GUERRA Y SU NOVIA.
Debido a su papel como repartidor de Mundo Obrero, los Requetés lo quisieron llevar al frente de batalla y para ello lo pusieron a hacer instrucción militar. Pero un amigo le presentó a Juan Ignacio Varela Gilabert que lo introdujo en la organización juvenil de la Falange -los flechas- y se salvó de ir a la guerra. Eso si, todos los domingos y fiestas de guardar, tenía que ir a misa. (En la imagen, Ramón y su mujer, Catalina, el día de su boda celebrada en el año 1946).

Fue precisamente con los flechas que fueron a Rota a escoltar la procesión de la Virgen del Rosario cuando conoció a la que habría de ser su mujer, Catalina Santos Lucero. Estamos en 1938. Y a partir de entonces, domingo si domingo no, se desplazaba a la vecina población a ver a su novia. En 1939, con la mayoría de edad, lo mandan a Utrera a hacer la instrucción para ir, esta vez si, al frente de batalla. Allí conoce Manuel Delgado Almisas, que era practicante, y con él estuvo en el botiquín y haciendo la instrucción durante 21 días, con tan buena fortuna que se acabó la guerra y no conoció la confrontación en primera persona. Vuelta a El Puerto y se coloca de eventual en Bodegas Caballero, primero y luego en Bodegas Terry como arrumbador.

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De izquierda a derecha, Pepe Morillo León, Ramón Sánchez Pina y un desconocido. Foto de los años 40 del siglo pasado.

LA DIVISIÓN AZUL.
En 1941 se incorpora de nuevo al Servicio Militar. Viendo el hambre que había en Cádiz decide enrolarse en la División Azul -al menos comería- ganando 7,50 pesetas al mes. La División Azul --Blaue Division, para el ejército alemán, o la 250 Einheit spanischer Freisilliger de la Wehrmacht--, fue una unidad de voluntarios españoles que sirvió a partir de 1941, y oficialmente hasta 1943, en el bando alemán durante la II Guerra Mundial, principalmente en el frente oriental contra la Unión Soviética.

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En el frente ruso, a la derecha, llevando un carro de artillería.

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En Hoff (Alemania) 1943, poco antes de su repatriación a la derecha del grupo.

Allí estaría con otros porteños, entre otros Pepe Benjumeda, el Neno, con nótula 115 en Gente del Puerto,  pasando dos inviernos de auténtico frío. Fue artillero conductor del 4º de Carros del 2º Escuadrón, llevando también un armón de artillería. Recuerda aún el ametrallamiento aéreo de la columna en la que iba en el frente de Nogolor y también su paso por el Frente de Leningrado (San Petesburgo). De El Puerto fueron unos 25, --en Sevilla se bajaron 4-- regresando los de Artillería, no así los de Infantería que volvieron pocos. Recuerda a Pepe Barragán, Francisco Camacho Ullén, Ramón Ortiz, José Navarro Guerra, Quirós Vergara, Manolo Morillo (de infantería, que no regresó, muerto en Voljow). Ramón hizo amistad con el Cabo Carmelo Gómez Corella, con el que todavía se habla por teléfono.

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En las bodegas Terry, a la derecha con algunos compañeros, entre otros Alex R. Eady, con nótula núm. 391 en Gente del Puerto y Manuel Delgado Almisas, con el que compartió instrucción durante el Servicio Militar.

REGRESO A EL PUERTO.
En 1943 se incorpora de nuevo en Bodegas Terry donde haría de todo: arrumbador, embotellador, pintor, ayudante de carpintero, camarero, ... jubilándose como conserje en 1981, con 60 años. Lleva pues 28 años de jubilado jubiloso, con una memoria impecable, una conversación amenísima y nada pesada ni aburrida, y muchas cosas que contar y compartir que, en una segunda parte esperamos ofrecerles a los lectores de Gente del Puerto.

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Ramón y Catalina, con sus once hijos, en una reunión de aniversario.

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Ramón con sus nietos, no están, todos, en la misma reunión de aniversario.

LA FAMILIA Y EL TRABAJO.
Ramón se casaría en el año 1946 con Catalina Santos Lucero -recientemente desaparecida- con quien tuvo 11 hijos: los nietos y los biznietos siguen de camino. La ceremonia la celebró en la Iglesia Mayor Prioral, fijando su residencia en la calle Luna, 47. En la actualidad vive en un piso en una barriada que no podía tener un nombre más apropiado con su relación profesional: la Barriada de la Vid.

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Con un grupo de compañeros, de camarero.

Ramón, con tanta familia, tenía que seguir haciendo lo que hizo toda su vida: trabajar y compatibilizó sus ocupaciones en Terry con las de camarero -algo que también ejerció en la Bodega- en Los Tres Reyes, el Bar Vicente, el Resbaladero, en la Feria llevando la Caseta de Helo-Libo. Además, participó en la construcción del Depósito de Gasoil en “La Otra Banda”, o cuando estaba parado, acarreando tablillas en el Muelle, e incluso descargando maletas en la Estación. También fue conserje y cobrador de la Asociación Cultural 'Medusa' con nótula núm. 181 en Gente del Puerto, ayudando a sus hijos y  cobrador de la Hermandad del Olivo.

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Catalina y Ramón, el matrimonio duró más de sesenta años.

Su larga prole se tiene que sentir orgullosa de un hombre trabajador, sensible, culto e inquieto que al enterarse de que Gente del Puerto se lee por Internet, no ha dudado en pedirle a sus hijos que le instalasen en su casa un ordenador para conocer -tiene muchas ansias de conocer- que se cuenta de sus paisanos, de las Gente y Habitantes de El Puerto.

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loro_alquiladores_puertosantamariaHubo un humilde personaje en El Puerto de la segunda mitad de los cincuenta del siglo XX que por humilde, ni siquiera era personaje, pero sí un ser entrañable para los niños de entonces, como yo: el Loro de la calle Alquiladores.

En aquellas frías e interminables tardes de esos años, a la salida de los colegios nunca faltaba a su cita con los chavales que pasábamos bajo su balcón. Se entablaba rápidamente un fluido coloquio entre los de la calle y el del balcón, en el cual se trataban variados temas, como las preferencias sexuales de unos y otro, menciones apasionadas siempre relacionadas con funciones fisiológicas, sobre los difuntos próximos de los de abajo, cuestionándose indefectiblemente, por parte del plumífero, la honorabilidad de las señoras madres de los de abajo.

El Loro (sí, con mayúsculas) demostraba con su diestro manejo del lenguaje,  adecuado a la ocasión, que disfrutaba de un entregado pedagogo que, a "full time", debía vivir dedicado a la puesta al dia del vocabulario de su aventajado pupilo.

Cuando voy a mi Puerto y paso por la calle Alquiladores, mis ojos a través de sus gafas de vista cansada, siempre se dirigen a ese balcón hoy vacío y si bién no una oración, sí que le dedico al Loro de la calle Alquiladores una sonrisa. Y sigo mi camino esperando oir tras de mí una voz aguda y chillona que me diga: ¡¡Hijo de p**a!! 

Veamos que nos cuenta Luis Suárez Ávila: "azulejo_loroLos animales se parecen a sus dueños. Eso es cosa que siempre se ha dicho, yo no sé si con fundamento o sin él. Pero, sea como fuere, me vienen a la memoria una serie de ejemplos y verbi gratias que me llaman la atención sobre el particular. Del  mundo de las aves, los loros,  son animales de los que en este Gran Puerto ha habido unos buenísimos ejemplares, más que nada por su carácter cosmopolita y por el comercio con la Indias. En cualquier casa había un loro, una cotorra o un guacamayo que un embarcado había traído de regalo. Sin embargo, siempre estuvieron sometidos a la disciplina y enseñanzas domésticas y nunca disfrutaron de libertad plena, como ahora que se han escapado, o los han echado a la calle, por perversos, y han poblado en colonias numerosísimas todas las palmeras de la entrada de Vista Hermosa y se han extendido a todos los Pagos del término municipal. Son loros salvajes y cotorras montunas, sin formación específica que, abandonados por sus dueños, se han multiplicado sin tasa en un medio que no les es el propio y ya van por la décima generación, por lo menos. En cierto modo son como los cocodrilos que aparecieron en un pantano madrileño, las tortugas americanas que pueblan nuestros ríos, o los patos malvasía foráneos que han abandonado sus dueños, con peligro y detrimento de bastardear la especie autóctona en los humedales de Doñana.

En este Gran Puerto, han abundado los loros famosos.
La prueba de que esta Ciudad es una de las más relevantes cunas del flamenco es lo que cuenta  Don Nicolás de la Cruz Bahamonde, Conde de Maule, en su “Viaje de España, Francia e Italia, en 14 volúmenes, publicado en Cádiz, a comienzos del siglo XIX. En el volumen XII, página 502, refiere que en El Puerto de Santa María vio en una casa un loro de treinta y nueve años de edad, del cual dice: “Su condición es montés e idiomática a pesar de sus treinta y seis años que lleva de encierro en esta casa; pero es muy alegre y gitano; le gusta la música, principalmente los palillos o castañuelas, pues en oyéndolos tocar en los tonos de zapateado, fandango, boleras u otros, por este orden, se alegra, grita y baila llevando el compás de la música con sus patitas...”

De ello se deduce la longevidad de los loros, la facilidad para los idiomas  --este es idiomático--, es melómano, y aficionado al flamenco –es muy alegre y gitano--, jaleador de los cantes  y bailaor.  Pero lo que no nos dice el conde de Maule es quién era el dueño de la casa, que seguramente sería igual, igualito en aficiones y condición, que el loro.
En la calle Alquiladores, cuando yo era chico, había un loro en un balcón, al que los niños y los mayores, le decían tacos, picardías y palabrotas. Pues el loro, no bien veía alguien pasar por la calle, prorrumpía en una sarta de insultos, que eran contestados por el viandante, con lo que el loro aprendía vocablos nuevos de esa jerga. Yo no sé quien era el dueño, ni si era persona educada, pero, con no haber cogido al loro y haberlo metido en un correccional, ya estaba retratado, por permitirle esa fea conducta y versación.

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En la calle Luna, desde 1927, hasta hace poco, estuvo abierta la tienda de tejidos y confecciones de Lolita Serafina --Dolores García de Quirós, casada con Vicente Acal--, cuya tienda frecuentaban las señoras al salir de misa en la Prioral. Pues bien, como Lolita era muy religiosa y su clientela también, el loro que tenía lo era igualmente. Y es que el loro cantaba con gran entonación eso de “Corazón Santo, tú reinarás...”, lo que era una delicia para las edificantes señoras que frecuentaban el establecimiento.

Otro loro famoso era el que tenía Rafael Alberti en su casa de El Puerto. En cuanto llegaba un camarada de visita le endilgaba “La Internacional”, con  revolucionario espíritu enardecido. Y es que cada dueño tiene y ha tenido el loro que le corresponde y cada dueño, en mala comparación, pero con toda propiedad, se parece a su loro. Eso es cosa del mimetismo ilustrado o cosa parecida, digo yo." (Texto: Luis Suárez Ávila).

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blasdelezo_museonaval_puertosantamariaSeguramente, para la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas, el nombre de Blas de Lezo les es desconocido. Quizá hayan oído hablar de una fragata de la Armada que lleva ese nombre y la gente de la vela sabrá que hay una importante regata nocturna que organiza el Club de Mar Puerto Sherry -el pasado 2008 asistió el actual Marqués de Ovieco, descendiente de Lezo-. Pero, por fortuna, en los últimos meses la figura del insigne marino vasco Blas de Lezo y Olavarrieta (también conocido como El Almirante 'Patapalo') ha sido difundida a través de conferencias, artículos periodísticos y radiofónicos, cientos de páginas web -algunas de ellas con errores y anacronismos-, varios vídeos que se pueden visionar en www.youtube.com y libros como el de Carlos Alonso Mendizábal: Blas de Lezo, el Malquerido, de la Editorial Dossoles o el de José Manuel Rodríguez El Almirante Blas de Lezo, el vasco que salvó el Imperio español, de la editorial Áltera .

Existe además una plataforma ciudadana que está recabando firmas para que el Ayuntamiento de Madrid le dedique un vial o una plaza al gran almirante, como ya existe en otras ciudades españolas y colombianas, y reconocer así al gran militar --"el terror de los ingleses", "el marino que surgía de la niebla"-- que fue este guipuzcoano de Pasajes.

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La memoria de Lezo es honrada por la Armada Española, donde su nombre se recuerda con el mayor honor que puede rendirse a un marino español, siendo costumbre que exista siempre un navío de la Armada bautizado con su nombre. El último, una fragata de la clase F-100, la Blas de Lezo (F103), que encalló en 2007 durante unos ejercicios de la OTAN en Escocia. Curiosamente, no es el único barco con este nombre que sufre percances, ya que el crucero Blas de Lezo se perdió en 1932 al tocar un bajío frente a Finisterre. (Dibujo: Revista Naval).

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En la imagen, detalle de la estatua erigida en honor de Lezo en Cartagena de Indias (Colombia). Muchas de los cuadros y dibujos existentes del Almirante, procuran disimular desde el punto de vista del autor -como en la fotografía- los defectos físicos del personaje, que blasedelezo_dibujo_puertosantamariase fueron acentuando en los distintos frentes en los que participó. Era tuerto, cojo y manco. (Foto Juan Carlos Muñoz).

Todo lo anterior ha contribuido a que su intensa carrera en la mar y su azarosa vida sean conocidas por un mayor número de personas. Desde su alistamiento como guardiamarina a los 12 años -1701- en la flota francesa, hasta su muerte en Cartagena de Indias (Colombia) en 1741 tras infringir una severa derrota a la imponente armada inglesa del almirante Edward Vernon, participó en numerosas batallas de forma valerosa y con una estrategia fuera de lo común. Fue herido en varias ocasiones y, a los 25 años, había perdido una pierna -sustituida por una de madera-, la movilidad de un brazo y la visión de un ojo.

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La fragata de Blas de Lezo contra el navío Stanhope

blasdelezo_tuerto_puertosantamariaLas diferencias de estrategia que mantuvo con el virrey de Nueva Granada, Sebastián Eslava, en la defensa de Cartagena hizo que éste conspirase contra el marino (en el cuadro de autor desconocido que aparece a la izquierda de este texto) y el rey Felipe V actuase de tal manera que su determinación ocasionó a su familia la ruina económica y social, hasta el punto que ni siquiera pudieron pagarle una sepultura digna, por lo que se desconoce su enterramiento. Incluso después de muerto fue destituido. Finalmente y, pasado un tiempo, fue rehabilitada su figura y el 26 de agosto de 1760 el Rey Carlos III le otorgó, a título póstumo, el Marquesado de Ovieco, que recayó en su hijo Blas Fernando de Lezo y Pacheco, el cual fue investido en diciembre de 1771 por el Rey como maestro de ceremonias de la Orden de los Caballeros de las Grandes Cruces de Carlos III. Gracias a este reconocimiento, los descendientes de Lezo empezaron a obtener privilegios y nombramientos y a emparentarse con la aristocracia del país. Tomás de Lezo y Pacheco murió en Santa Cruz (Bolivia) en 1782, siendo gobernador.

blasdelezo_estandarte_puertosantamariaUn sobrino de los anteriores, hijo de una hermana, llamado Alvarado Lezo, llegó también a ser Almirante. Blas de Lezo y Castro, Marqués de Ovieco, fue nombrado Académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1815. Otro Lezo, José Lezo y Vasco, durante el período 1858 a 1900, año de su muerte, fue Senador vitalicio, además de llevar el título del Marquesado. En la actualidad, el título está regentado por Antonio Marabini y Bérriz. (En reconocimiento de sus servicios al Rey, este le concedió en 1731 como estandarte para su capitana la bandera morada con el escudo de armas de Felipe V, las órdenes del Espíritu Santo y el Toisón de Oro alrededor y cuatro anclas en sus extremos).

LOS LEZO EN EL PUERTO.
Tras estas sucintas reseñas, pasamos a la finalidad principal de este artículo, la estancia de los Lezo en El Puerto de Santa María. El almirante ya había estado en 1719-20 y en 1730 en Cádiz. De allí partió, ya viviendo en El Puerto, el 3 de febrero de 1737 hacia Cartagena dirigiendo la que sería la última carrera de Indias y donde encontraría, como ya se ha reflejado, su fatal destino.

larga70_puertosantamariaTras las investigaciones realizadas en los padrones de la época por Miguel Ángel Caballero Sánchez -historiador de Patrimonio Histórico de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de El Puerto- al que agradezco su constancia y dedicación ya que, sin sus aportaciones, no se hubiesen podido divulgar estos datos que se relatan a continuación, hemos podido saber fehacientemente tras el estudio de los padrones de la Iglesia Mayor Prioral que Blas de Lezo, su mujer, Josefa Pacheco Bustos -una criolla peruana con la que se había casado el 5 de mayo de 1725 en Lima- sus hijos y un criado (¿?) afroamericano llamado Antonio Lezo, vivieron desde 1736 en una casa de la calle Larga, para ser más exactos en Larga, 70, hoy reconvertida en apartamentos de alquiler. Tras su muerte, su viuda -conocida en la localidad como 'La Gobernadora'- y sus hijos permanecieron en ella hasta la muerte de ésta el 31 de marzo de 1743. (En la imagen, la 'Casa de la Gobernaora', hoy Apartamentos 'Larga 70').

blasedelezo_firma_puertosantamariaA la izquierda, firma del Almirante Blas de Lezo.

La Excma. Sra. Doña Josefa Pacheco fue enterrada en el Convento de Santo Domingo, sito en la calle del mismo nombre. A partir de esta fecha, los descendientes de Blas de Lezo desaparecen de los padrones portuenses. Durante su residencia en la ciudad, el Cabildo municipal, siendo conocedor del prestigio del almirante, hizo a su familia diferentes concesiones, entre las que destacó una toma de agua para la casa. Hasta hace pocos años, la ciudadanía portuense siguió llamando a la mansión casa de 'La Gobernaora'. (Texto: Juan Ig. Domínguez Gil).

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Placa conmemorativa descubierta en el día de ayer, situada en la fachada de la casa donde vivió el almirante. (Foto: Vicente González Lechuga).

DESCUBRIMIENTO DE PLACA.
El alcalde Enrique Moresco, el almirante de la Flota (Alflot), Juan Carlos Muñoz-Delgado, el contralmirante Juan Rodríguez Garat comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota (Congruflot) y la presidenta del Club de Mar Puerto Sherry, Elena Colomer, presidieron ayer sábado, 21 de noviembre de 2009, el solemne acto de homenaje al almirante Blas de Lezo, con el descubrimiento de una lápida en el que fuera su domicilio en El Puerto y que su familia ocupara hasta 1843, en la calle Larga, 70.

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El acto contó con la participación de la Banda del Tercio Sur de la Armada que interpretó la marcha militar 'Almirante Blas de Lezo', original del joven compositor Joaquín Drake, quien estuvo presente en el acto. (Foto: Vicente González Lechuga).

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El almirante Bernardino de Valdivieso Benítez, nace en El Puerto el 2 de Abril de 1644, con toda probabilidad en la calle Alquiladores, donde vivían sus padres, Juan de Valdivieso, sirviendo al rey en la Galera Capitana de España, y que procedía de la población de Bribiesca en Burgos, y su madre que era portuense, Florentina Benítez Corvalan, miembro de una ilustre familia, asentada desde hace tiempo en nuestra Ciudad. Por distintos motivos familiares, con el tiempo, Bernardino estaría entroncado con las familias mas destacadas de la ciudad, como los Pereyra, Vidarte, Eguiarreta, Ordóñez de la Romana, Reynoso, Vizarrón, Araníbar y otros.

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Artesonado del techo del dormitorio de Bernardino de Valdivieso.

Se casa el 18 de noviembre de 1679 (dentro justamente de una semana se cumplen 330 años), con la portuense Juana Luisa de Eguiarreta, de familia distinguida y adinerada, su padre Bernardo, era Contador del Duque. Fue testigo Juan de Araníbar, por entonces capitán, y tío político de la novia. Tuvieron la familia Valdivieso-Eguiarreta, cuatro hijos, Juan Bartolomé, Bernardo Manuel, Teresa y Catalina.

valdivieso_escudo_1980_puertosantamariaEl primero de los hijos fue militar, la ultima de las noticias que tenemos es que viajo rumbo a las Américas en el año 1712. El segundo fue sacerdote, y se marchó a Nueva España con un ilustre familiar, D. Juan Antonio Vizarrón Eguiarreta, concretamente a Méjico, donde llego a ser prebendado de la Catedral, donde esta enterrado, y administrador del Hospital del Amor de Dios, falleciendo en el año 1755. Teresa sabemos que falleció a la corta edad de 10 años. Catalina, se casó con Pablo Miguel Vizarrón, con quien tuvo 5 hijos. (En la imagen, el escudo de la fachada principal del Palacio de Valdivieso, en la década de los ochenta, antes de la restauración del edificio).

CASA DE CARGADORES A INDIAS.

La casa-palacio donde vivian, es típica de un comerciante con América, aunque denominada de Cargadores a Indias, Bernardino de Valdivieso no era un Cargador, sino un marino, dedicado al comercio colonial. La casa se construye en el año 1.679, sobre otras mas antiguas que son derribadas, su arquitecto fue, Pedro Mateos de Grajales, con unas características arquitectónicas muy definidas: fachada decorada, con columnas dobles sobre pilares, y escudo nobiliario, en este caso con un espacio abierto hacia la calle Sol.

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Este espacio ha servido para que el gran pintor de la luz,  Juan Lara, reflejara en un famoso óleo, una estampa costumbrista llamada “Lección de toreo”, (en la imagen) propiedad de la casa vinatera Osborne.

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Patio porticado del Palacio de Valdivieso, actual sede del Servicio Municipal de Urbanismo.

Sigamos con la casa-palacio, patio regular porticado, y con columnas, la distribución interior con bajo, donde se encontraban caballerizas, almacenes, bodegas para granos, aceite, vino, etc., comunicados por una gran escalera de dos cuerpos, estaban en primer lugar el  entresuelo, aquí se encontraban las oficinas de la administración de su casa y negocios, así como zonas de almacenamiento de los productos mas delicados como las telas.

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Pinturas existentess en las estancias, en proceso de restauración, en los años ochenta (I)

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Pinturas existentes en las estancias, en proceso de restauración, en los años ochenta (II)

A continuación accedíamos a la planta principal donde tenían sus salones y dormitorios la familia, aquí se realizaba la vida diaria, techos con artesonados mudéjares, pinturas en las paredes, como las que vemos en la fotografías en proceso de restauración, a finales de los años ochenta y por supuesto la capilla familiar. En esta planta se encontraban los principales enseres, cuadros, baúles, alfombras, mesas, etc., finalmente en el ático se encontraban la cocina los lavaderos, y los dormitorios de sirvientes y esclavos.

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Cortijo La Bizarrona.

EL CORTIJO DE LA BIZARRONA.

Como buen hacendado de la época, Bernardino adquirió tierras para sembrar, gran cantidad de viñas, olivares, así como una cortijada de piedra, que hemos relacionado con el cortijo de la fotografía llamado hoy, “Cortijo de la Bizarrona”, en nuestro termino municipal. Mientras el viajaba al Nuevo Mundo, mantuvo una gran cantidad de negocios, que siempre dejaba en manos de allegados y familiares, todos relacionados con la exportación e importación con América y África.

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Marcas de las ánforas para la exportación.

Como muestra de este negocio la fotografía que recoge las marcas en las anforetas de sus propietarios: 1. Bernardino de Valdivieso. 2. Juan de Araníbar. 3. Martín de Loizaga.  3-a, primera marca, 3-b, segunda marca. 4. Juan Ruiz de Ahumada. 5. Pedro Jaspe de Montenegro. 6. Fermín Sasoeta. 7. Juan Ramírez Galbán. 8. José de Irazabal.

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Plano de Cartajena de Indias. Grabado. Archivo Biblioteca Pública.

VIAJES AL NUEVO MUNDO.

De sus viajes al Nuevo Mundo, tenemos constancia al menos de seis, el primero con 27 años, como Alférez en la flota a Nueva España en 1671, concretamente a Cartagena de Indias, cuya planta podemos ver en la fotografía del grabado de la Biblioteca Publica de nuestra ciudad. El segundo, en el año 1.675 va a las Antillas. En el tercero, en el año 1.678 viaja a la Gran Colombia. En el cuarto, lo encontramos como Capitán de Mar y Guerra de la Almiranta de la Armada, en el año 1.681. El quinto viaje en 1.684, fue posiblemente la gran aventura de su vida, estaba al mando de un galeón “Nuestra Señora de Guadalupe, Santo Domingo y San Ignacio”, con destino a Isla Margarita y otros puertos venezolanos. El sexto viaje en 1.688, fue una orden desde Madrid, para que el Capitán de navío Bernardino de Valdivieso embarque en la flota a Nueva España con azogues en el barco «Nuestra Señora de Guadalupe».

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Barandilla del Sagrario. Iglesia Mayor Prioral.

BARANDAL DEL SAGRARIO DE LA PRIORAL.
En ese mismo año de 1.688 fue nombrado Caballero de la Orden de Calatrava, como hermano de la Cofradía del  Santísimo Sacramento de la Iglesia Mayor Prioral, donó un importante legado a la cofradía, se trata del barandal de plata que da acceso al retablo de plata que donó el Capitán Juan Camacho Jayna, con quien debió tratar de este asunto. Dicho barandal lleva una inscripción en todo su recorrido, en la parte interior que dice:

“Esta baranda la dio siendo hermanote la cofradía del Santísimo Sacramento el capitán D. Bernardino de Valdivieso caballero de la Orden de Calatrava año 1690”.

valdivieso_rafaeltardio_puertosantamariaA finales de este mismo año es nombrado Almirante, cargo que disfrutara poco tiempo, su médico José de Salazar tiene que tratarlo por una enfermedad, que le causó la muerte el 22 de marzo del año 1.691, siendo  enterrado en el panteón familiar, que se encontraba bajo lo que hoy es el Altar Mayor en nuestra Iglesia principal. (En la imagen de la izquierda, pintura de Rafael Tardío Alonso).

CASA PALACIO - CASA DE VECINOS.

Con el tiempo la casa-palacio de Valdivieso, se convirtió en una casa de vecinos, donde vivian gentes dedicadas al mar. Una casa de vecinos donde vivian hasta cien personas, en casas con paredes de sacos encalados, hasta principios de los años 80 del siglo pasado, una tasca inolvidable se encontraba en la planta baja, me refiero al bar “La Caballa”, donde de la mano de mi padre tuve la ocasión de estar en bastantes ocasiones, hoy el edificio esta ocupado por el Área de Urbanismo de nuestra ciudad.

Aunque en este caso hemos hablado de un portuense constructor de una casa-palacio, no cabe duda que con el tiempo, su vivienda se convirtió en la morada de muchos portuenses, una casa con tantos habitantes en el tiempo, que raro es el portuense que no tuviese familia, amigo o conocido que viviera, o hubiese estado en tan magnifica casa, naturalmente, me refiero a personas de cierta edad. Pero se trataba de una forma de vida que mas tarde o mas temprano habrá que estudiar a fondo, una manera de vivir bien reflejada en la novela costumbrista “La Juncalera” del portuense Dionisio Pérez, pero hoy hablaremos de su constructor. (Textos: Juan José López Amador).

Los datos han sido extraídos del libro “El Almirante Valdivieso su palacio y El Puerto de Santa María en el siglo XVII “, del año 1992.

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