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Y los personajes que recuerdo, se me hacen interminables, tratare de recordarlos todos. A los que nombré con  anterioridad, el Beau Brummel de la Playa, el hermano de Antoñito Ortega, fijata al viento, andares de torero, elegancia del tres cuartos, y sus primas María Luisa y Manolita, las niñas de las maquinas Alfa.

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Playa de Fuenterrabía. Portada del folleto del verano de 1962.

A María Luisa se le ve aun por Fuenterrabía, tras un montón de años despachándonos cintas y tiras bordadas en Velasco en Sevilla con su marido tristemente fallecido; y Manolita que era un encanto, mona, mona, mona, que iban al Canal a cruzarlo; y Miguelito Rodríguez, haciendo de guardaespaldas por si los padres venían. También recuerdo a Clarita Chamorro que se casó con Felipe Sanz, el cual trabajo mucho allá por el Norte y Madrid. Me dicen que posteriormente fue comisario en El Puerto, pero yo creo que ya venia cansado y agotado del trabajo que sostuvo, falleciendo posteriormente muy joven y creo que a Clarita, siempre se le quedo carita de tristeza del sufrimiento que ella también sostuvo.

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El vapor saliendo a la Bahía, junto a La Puntilla, con el espigón aún sin construir.

Los Merchante también fueron familias con raigambre y categoría en La Puntilla, tanto una como otra ya que había dos ramas, la de Manolo Merchante y demás hermanos y la de su primo Juanele «--¿A ti quien te gustaba Celia o Ana María?», con otra tropa de hermanos… La de Manolo, madre cristiana y con porte, al cargo de tantos hijos, entre ellas Carmen que vivió un gran amor con Miguele Forte, que la quiso mucho también. Por aquel entonces ya se configuraba una pandilla de mayores, con los amoríos de Jacinto Cossi y Marisa Muñoz, madrileña, que felizmente terminó en boda, marchándose a Madrid  a vivir, creo. La hermana de Juanlu Bermúdez y su hermana Lalote, la de la Granja, que decidieron irse a vivir a Madrid, que buenas gentes, ¿alguien sabe e ellos?. Todo lo grande que eran, eran así de grandes, de buenos. También andaban con los mayores, mi hermana Juanita, la cual ya no vive, en reunión las Merchantes y Milagrito Jiménez, la mujer de José Antonio Osborne, que a consecuencia de ese idilio cada dos por tres se iban a visitar la bodega Osborne.

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Limpieza en las playas en 1970.

Y los mayores, mayores… encabezados por orden de casetas, iban desde la caseta de los Ortega y las Máquinas Alfa, las de Encarna y Agustín de Córdoba con su suegra y sus hijos: Ángel, que se hizo salesiano, Pepe, Carmen, Agustinito, etc. Pasillo por medio y a continuación la de Doña Boni, con sus sobrinos los Repiso, mi madre María Pepa, la caseta de Severo, funcionario del penal, caseta a la que venían su cuñada, que era campeona de natación de Sevilla, con su marido Práctico del Puerto de Sevilla al que, según decían, le habían ofrecido terminar la película de Tyrone --Tairon para los amigos-- Power, cuando se murió en el rodaje en España de la película de ‘Orgullo y Prejuicio' ¿era esta?.

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En los setenta ya empezaban a aparcar mejor en las playas.

La de Don Gil Gómez Bajuelo, director de ABC y cronista de Toros y Deportes, junto con su mujer y cuñada,  también andaban por allí sin faltar un año. Manolo, el bañista,  lo primero que hacia era ponerle su toldo en la orilla… y Los Rodríguez, Don Miguel, padre de Miguel, José María y Milagrito, que nadaba tela de bien, su caseta era blanca y amarilla a rayas transversales; la caseta de María, que era una muñeca y su hermana Sioni que se fue a America con su marido, la de los Cossi, donde estaba la hermana de Jacinto,  Matildina creo que madre de la que fue Directora de Medios de Comunicación de la Junta, Tily Santiago; y la caseta de los Fombuena que estaba mas pegada al Bar Priñaca, donde el bueno de Manolo Fombuena se empeñó, un año, en que nos preparásemos el ingreso en Magisterio, obligándome a estudiar por las mañanas en la caseta, hasta que me harté y me fui con la reunión que teníamos.

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El Parque Calderón, a la izquierda los soportales y al fondo el Convento del Espíritu Santo.

Y pasamos de la playa al Parque Calderón, tarde-noche donde nos encontrábamos, todos los jóvenes de La Puntilla, nombrados al encuentro de las niñas que nos gustaban, Celia, Ana María, Eli,  Mery, etc.. Largos paseos, creo, hicimos kilómetros de acompañamientos, solo eso. Y venga a hablar, hablar y de vez en cuando a fardar un poco de niki rojo con chaleco azul, tipo Dúo Dinámico a ver quien impactaba mas a las niñas. Se decantaban ciertas posiciones, pero nunca llegaron a confirmarse. ¡Que diferencia con hoy!. En diez minutos se arregla todo. Empezábamos a fumar, ¿te acuerdas Juanele que íbamos a una tienda de Ultramarinos, donde había un mariquita, que con solo vernos nos ponía muy baratito un paquete de Pallmall largo?. De aquellas reuniones no salió nada, solo recuerdos, que hoy empiezan a cristalizar en otra amistad nostálgica, pero llena de encanto

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El guardia de la porra en la Plaza de las Galeras Reales sobre 1960.

Y como espectáculo deportivo junto al Parque, en la Plaza de las Galeras, el habitual Torneo de Baloncesto entre la Bazan, El Puerto y los niños de Rufo; eran estos falangistas cuyo entrenador era Rufo, jóvenes y bajitos pero sabiendo jugar tela. Por parte de El Puerto, estaban los Casado, --a la memoria se me vienenn los recuerdos de Milagritos y su hermana que se metió a monja, ambas fallecidas--, reforzando el equipo los Rodríguez, Miguelito y José María. ¡No fardaban ná los dos hermanos, con eso de que jugaban en el Natación de Sevilla!

Eran importantes estos partidos, nos jugábamos el honor ante la Bazan, que jugaba de amarillo y los niños de Rufo, que llegaban a la cancha en formación, tal cual Falange, prietas las filas, flechas marciales, … con el resto del campamento de Batalla del Salado como hinchada. Siempre ganaba El Puerto. Y hasta aquí llega este largo relato. Seguiremos desgranando recuerdos, antes de que la memoria nos falle. (Texto: José Luis Calle).

(*) No se sabe a ciencia cierta si, por el contrario, es un porteño en Sevilla.

Otras nótulas de la Serie de 'LA PUNTILLA' por José Luis Calle.

719. MI PLAYA YA NO ES MI PLAYA: LA PUNTILLA. Memorias de un sevillano en El Puerto (*)
725. MI PLAYA, SIEMPRE MI PLAYA: LA PUNTILLA. (II). Memorias de un sevillano en El Puerto.
733. GENTES DE LA PUNTILLA (III). Memorias de un sevillano en El Puerto.

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Hoy jueves día 19, empieza el segundo ciclo de Carreras de Caballos de Sanlúcar, traemos a colación las pruebas que se celebraban en El Puerto durante los siglos XIX y XX, y que se dejaron de organizar en nuestra ciudad, coincidiendo con el advenimiento de los ayuntamientos democráticos.

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Carreras de Caballos en Valdelagrna. 11 de agosto de 1968. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

Los primeros antecedentes de Carreras de Caballos en El Puerto se encuentran en 1846, en la Playa de Santa Catalina, continuando en 1861 en el Palmar de la Victoria, en un hipódromo improvisado, frente al olivar de La Florida. Diez años más tarde de nuevo en El Palmar, en una huerta denominada ‘Ochavico’, paralela a la carretera de Jerez y las marismas. Nueve años mas tarde, coincidiendo con la inauguración de la Plaza de Toros, en 1880, las carreras se celebraron en La Puntilla y, con el inicio del siglo XX, en 1909, se volvería a un hipódromo habilitado en la huerta ya mencionada de ‘Ochavico’.

Pero la fama en el siglo XX se la llevó Valdelagrana. El Ayuntamiento solicitó a la Confederación Nacional de Concursos Hípicos y Carreras de Caballos incluir las pruebas en el calendario nacional, salvando las coincidencias con Sánlucar y Cádiz. En 1955, del 4 al 7 de agosto, se celebraron en la playa, organizadas por el Ayuntamiento con la colaboración del jerezano Club de Jockey, celebrándose la entrega de premios en las instalaciones del Club Náutico, donde se organizó una fiesta de sociedad, ofrecida a propietarios y jinetes.

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Inauguración Avenidad XXV Años de Paz, hoy Avda. de la Paz, el 20 de julio de 1964. (Foto Rafa. Archivo Municipal).

El Ayuntamiento se planteaba las carreras de caballos como una actividad más para atraer y fomentar el turismo y lo continuó haciendo cuatro años más, suspendiéndose en 1960. En 1964, la Diputación Provincial estudió construir un hipódromo en el Coto de la Isleta, dentro de un ambicioso proyecto de Complejo Deportivo, del que solo vieron la luz el Tiro de Pichón y 10 años mas tarde el Tiro al Plato. Pero volviendo a las carreras en Valdelagrana, estas se recuperarían en 1966. La cita,  del 12 al 14 de agosto, a las seis de la tarde en la la banda de la playa de Valdelagrana. En 1967 se interrumpiría de nuevo el ciclo de carreras.

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Hipódromo de Valdelagrana.

1968 fue un año de cambios para esta afición, organizándola un particular en lugar del Ayuntamiento: Roberto Terry. Además, se construyó-habilitó un hipódromo junto al paseo marítimo de Valdelagrana, frente a la Avda. XXV años de Paz, hoy Avenida de la Paz. 1300 metros de largo por 15 metros de ancho. Y así hasta el año 1974, en el que la expansión urbanística en Valdelagrana llevarían a la desaparición el circuito. Roberto Osborne Vázquez, presidente a la sazón de la Sociedad de Caballos de Obstáculos, intentó adquirir unos terrenos en el Coto de la Isleta para la construcción de un hipódromo, objetivo que no alcanzaría a ver la luz.

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El Club El Buzo, desde la Playa de Santa Catalina. 6 de junio de 1972. (Foto: Archivo Municipal).

Ya no sería hasta el año 1977, en la Playa de Santa Catalina a la altura de la urbanización Las Redes, cuando se volverían a celebrar carreras de caballos y así hasta el año 1979. Con el advenimiento de los ayuntamientos democráticos, se dejarían de realizar estos acontecimientos deportivos en las playas de El Puerto, aunque, nos consta, Roberto Terry no abandonó el empeño, incluso con trotones, para volver a recuperar para nuestra ciudad las Carreras de Caballos.

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Hoy se cumplen 15 años y 1 mes desde la última corrida, celebrada hasta el momento en El Puerto,  a Plaza partida. Históricamente tenemos constancia de seis de estos acontecimientos, desde el primero, celebrado  el 12 de julio de 1835, hasta el 14 de julio de 1995.

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Adolfo Vidal Benito escribía para la revista de la Academia de Bellas Artes, ‘Pliegos de la Academia’: «El fundamento de una corrida a plaza partida consiste en dividir el ruedo en dos partes por medio de una barrera que desde la puerta de chiqueros llega al extremo izquierdo. De esta suerte, se lidian dos reses a la vez, ya sean toros, novillos o corrida mixta. Al ser dos espectáculos independientes, los servicios se duplican: presidencia, música, delegado de autoridad, alguacilillos, etc.»

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1835.  Primera Corrida de Toros a Plaza partida, celebrada en El Puerto el 12 de julio. (Foto: Rasero).

1835.
El primero de estos festejos se celebró el 12 de Julio de 1.835. Se lidiaron 10 toros, los 4 primeros a plaza entera y los 6 restantes a plaza partida, levantándose la barrera divisoria en breve tiempo. Cuatro toros eran de la viuda de Montero y los 6 restantes de D. José M. Albareda, también de El Puerto, siendo lidiados por Juan Hidalgo, de San Fernando (Cádiz) y Luis Rodríguez, de Sevilla, actuando de media espada José Díaz “Mosquita”, de Cádiz y de sobresaliente Francisco Benítez “El Panadero”.

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1867. Cartel de otra corrida a plaza partida, el 1 de septiembre. (Foto: Rasero).

1867.
El segundo fue el 1 de septiembre de 1.867, lidiándose 7 toros, 4 de Núñez Pardo y tres de Eduardo Shelly. En primer lugar se corrieron 3 a plaza entera que fueron estoqueados por Antonio Sánchez “El Tato”, y después se dividió el ruedo con la valla correspondiente y en competencia de ganaderías se lidiaron a uno y a otro lado los 4 restantes por el gaditano José Ponce y el cordobés Manuel Fuentes “Bocanegra”. Estos dos primeros festejos de los que se tienen noticias, se celebraron en plaza de madera en los terrenos del Ejido de San Francisco, en el mismo lugar donde está construida la actual plaza.

1883.
La tercera corrida a plaza partida se celebró el 2 de septiembre de 1.883, es decir 3 años después de inaugurarse la actual plaza. Se lidiaron 8 toros de la ganadería de Ignacio Martín que fueron lidiados por Hermosilla, Labi, Bocanegra y Mazantini. Los 4 primeros toros se lidiaron a plaza normal y los restantes a plaza partida

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1922. Corrida a Plaza Partida celebrada el 6 de agosto. (Foto: Rasero)

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Las mulillas de arrastre, trabajando en una de las divisiones de la Plaza.

1922.
El cuarto de estos festejos tuvo lugar el 6 de agosto de 1.922. Fue una novillada con 8 toros de D. Francisco Molina. En primer lugar se lidiaron los 4 primeros novillos a plaza partida y los 4 restantes a plaza normal, previamente en el descanso se había desmontado las vallas. Actuaron Francisco Redondo, de Chiclana de la Frontera (Cádiz) y el asturiano Miguel Casielles. A plaza normal lidiaron el gaditano José Amuelo y el sevillano Domingo Correas Montes.

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Exterior de la Plaza de Toros.

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Paseillo en ambas divisiones de la Plaza. Año 1958, el 31 de agosto. La separación de la Plaza estaba ya hecha antes del desfile de cuadrillas, que lo hicieron por puertas distintas y diferentes recorridos. También habían dos bandas de música, una para cada mitad de la Plaza. (Foto: Rasero).

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El quinto de los festejos de este tipo se celebró el 31 de agosto de 1.958, en esta ocasión fueron 6 toros y 6 novillos, todos ellos de D. Carlos Núñez de Tarifa (Cádiz) que fueron lidiados por Rafael Ortega, Gregorio Sánchez y Juan Antonio Romero, los toros, mientras los novilleros fueron Pepa Alvarez, Emilio Oliva y Rafael de Paula. En esta ocasión el desfile de las cuadrillas se hicieron por puertas distintas y recorridos diferentes, habiendo doble puerta de toriles.

1995.
El 14 de julio de 1.995 se celebra el sexto y, hasta el momento, último festejo de este tipo. Se corrieron 6 toros de los Hdros. de Cebada Gago para los matadores Francisco Núñez “Currillo”, Oscar Higares y Víctor Puerto, y seis novillos de Viento Verde, propiedad de los Hnos. Peralta, para José Luis Moreno, Gil Belmonte y Víctor Manuel.

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Una buena instantánea de Fito Carreto, el 14 de julio de 1995.

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El 14 de julio de 1995, 37 años después del anterior festejo a plaza partida, se celebró el sexto acontecimiento taurino de este tipo, con toros de Herederos de Cebada Gago. Oliva, Pepe  Álvarez y Rafael Ortega, siendo homenajeados desfilando por el albero porteño como hicieran 37 años antes como novilleros.

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Fuente: Plaza Real 1968. Manuel Martínez Alfonso.

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playas_1967_puertosantamariaEl Cailla ya viene anunciando  con sus altavoces la corrida de esta tarde. El día antes en su emisora o en el Dato ha anunciado la alineación del Racing. Como hace Levante, en La Puntilla se oye el eco de su voz… (En la imagen, cartel promocional de las playas, del verano de 1967).

Agustín Peralta, Juanlu Perles el de Marbella. Fernandito Bootello, Rascón,  Jaimito Benjumeda, su hermano Ignacio; su primo Fernando, con el que yo me iba de cacería por septiembre a la tórtola, de furtivos, a las seis de la mañana en bicicleta, yo subido en el manillar,  que quiso ser atleta y jugaba al futbol como Nijinski, dando saltos y zancadas con estilo de 400 metros vallas que después se fue a a estudiar al Claret a Sevilla y después se nos perdió por instalaciones petrolíferas según. me dijeron; y su hermano Gorila; Antonio el practicante, el hombre que ha visto mas brazos y culos condenados, para eso estaba en El Penal como ATS; Juanlu el de la Granja: Isidoro y su hermano, que bacila era el Isidoro Nogués; ¡bueno y el que viene ahora es nada mas y menos que Fernandito Gago! y su hermano Benito, que alegraban las reuniones, como si fueran unos Fernando Arriba o Luis Ortiz en Marbella; y Antoñito Ortega que se quedaba prendado de cómo yo jugaba al futbol; y su hermano que no se si quería parecerse a Manolete, pero que llevaba todo el fijador en el tupé de su peinado.

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Velada de la Victoria.

Un día que en la Kermés o Kermesse --qué palabra mas antigua--, o la Gala del Veraneo que se celebró en la Victoria. Vicente González y yo, nos saltamos por la verja del parque y dos guardias nos estaban esperando en el interior, para sacarnos por la puerta principal de entrada agarrados del brazo y llevarnos a no se que dependencia y, cuando llevábamos un buen trecho andando por la calle Larga,  le insistimos que nos soltaran del brazo y aprovechando un descuido nos dimos a la fuga, corriendo por calles oscuras que daban al cementerio. Cuando comentábamos que nos escapamos de un guardia que decía llamarse ‘el Legionario’, las gentes no se lo creían. Por cierto en aquella fiesta nos acompañaba Manolo ‘el Lechero’, de Sevilla, que también se coló y no paraba de bailar y según nos comentaron no podía salir de la pista ya que había perdido una alpargata que llevaba de esparto y le daba apuros que lo vieran…

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Vista aérea de La Puntilla, sin carretera, ni polideportivo, ni camping...

Mañana de La Puntilla. Marea baja. Empiezan a agruparse gentes al comienzo de la playa, en las rocas. Sale una pelota rodando y empiezan a aparecer gentes: va a dar comienzo el partido, aunque nos internemos por la orilla y nos dejemos los dedos ensangrentados con los pelotes. Algunos de los nombrados con anterioridad mas Jacinto Cossi, los Casado, los Rivas, Pepe Benjumeda, leña al mono que es de goma, Joaquín Muñoz Vela, Santiago --que nos llegó de Canarias, para fichar por el Racing y por el Jerez Industrial--. Jaime, portero que estuvo a prueba en el Real Madrid. Mas la saga sevillana encabezada por Miguelito Rodríguez, que no sabía si era mejor baloncestista o mejor portero, ¡que le gustaba una palomita!; su hermano José María, mas baloncestista que jugador: Vicente, ‘el Canijo’, fino pelotero, admiración de la Puntilla, novio de Pili Guerra que junto con el que suscribe constituían el ala mas peligrosa de la banda derecha, la de arena fina.

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La Puntilla,desde el Castillito,  aun no estaba construido el espigón.

También entraban en el partido Manolín Guerra, ‘el Magulla’, futbolista que fue del Sevilla juvenil, subcampeón de la Copa del Generalísimo, junto con Miguelito que iba de portero suplente ya que el titular era Galocha. También jugó su hermano Julio,  mucho mas jugador que él, pero quiso ser piloto y encontró pronto la muerte y ‘el Picota’ se quedó solo, o sea Manolín; y se fue a Huelva a la Cope a o Ser para coger la parcela informativa de deportes y mas gentes del Puerto como Alfredo Bootello, si, Alfredo, estaba para darle un color especial, junto con los Corzo, Antonio Gil, ‘el Grúa’, etc…

Hubo un episodio simpatiquísimo. En cierta ocasión, cuando jugábamos un partido, --hay que señalar que entonces como hoy estaba prohibido jugar a la pelota en la playa-- aparecieron dos municipales y, rápidamente, nos metimos en el agua con lo cual no podían detener a nadie. Cuando pasó un tiempo y, dado que los guardias no se iban, decidimos salir del agua, encabezando el grupo Alfredo Bootello, que se convirtió en líder del grupo. Quiso pactar con los guardias, pero no accedieron al ruego de Alfredo, conduciéndolo a la explanada del Autobús, para llevarlo al casco antiguo. La reacción del grupo fue inmediata: nos metimos en el autobús todos en bañador para acompañarlo no se a donde. Cuando llegamos a la ciudad, los guardias ante tal espectáculo se preguntarían  «--¿Y ahora que hacemos con tanta gente?». En el mismo autobús, llegamos de nuevo a La Puntilla, en loor de multitudes. (Texto: José Luis Calle).

(*) No se sabe a ciencia cierta si, por el contrario, es un porteño en Sevilla.

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EN AGOSTO, EN EL HOTEL PINOMAR, DOS EXPOSICIONES DE ADRIÁN FERRERAS.

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Reloj solar, en La Puntilla, junto al Castillito de la Pólvora.

Cierro los ojos y pasa por mi mente una película de personajes, como para hacer un documental, eran tantos que intentaré recordarlos y llevarles un homenaje de cariño y sentimientos, porque todo fue bonito y tan inocente…

Si hablamos de La Puntilla, es obligación recordar a Paco Neto y a su mujer María; él buenísima persona, como su hijo Mariano el que estuvo en Bodegas Terry,  su padre montaba y desmontaba casetas, haciendo posible que pudiéramos veranear en ellas que eran como nuestras propias casas durante el día, con anafe incluido para calentar las comidas, después vendría el petróleo. Y María saciándonos la sed, con aquellos cántaros de Lebrija, que por solo 50 céntimos, teníamos al instante. Veraneos del 15 de Junio al día de la Virgen.

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Las casetas de playa, detrás las Dunas de la Puntilla.

Las tardes tenían sus personajes, por ejemplo el Arropiero, creo que padre del famoso y desgraciado criminal, «--Arropías, las tengo largas y retorcías. Niña, que larga las tengo!». Y otros días veíamos venir a Cándida la Negra, cubana que después fallecería sola en un incendio en su casa, arrastrando los pies por la arena de caseta en caseta pidiendo la voluntad, mientras que todos corríamos a escondernos.

Personajes muchos como los de los autobuses de Bootello: los conductores Trigo, Gallo y Juan el cobrador, que después salió del armario y nos vino muy bien no por los escarceos, sino que con la gracia y la conversación, dejamos de pagar. Hoy ya no se donde quedaba la parada, pero si veía por allí el Bar Priñaca, que lo han tirado el año pasado, porque por lo visto estorbaba, para no se que proyecto de costas, ¡leche migá! También estaba en La Puntilla al principio junto a otro que no me acuerdo y que eran víctimas de las arriadas de las mareas de Santiago.

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Aquellos SEAT 1500 y 600, en el aparcamiento detrás de las casetas, cuando se hizo un camino y se desmontó la duna...

«--¿Tú vas esta tarde al desencajonamiento? A las niñas las dejan ir, nos vemos por allí». Y allí íbamos a la Plaza Real a ver los toros que lo echaban al ruedo y mientras nos comíamos un curruco. Corridas de Pepe Álvarez,  Emilio Oliva, etc.…Y decían los aficionados: «Mañana va a hacer Levante, porque torea Rafael Ortega».

Me acuerdo del fotógrafo, todo vestido de blanco con la Leika al cuello y con los pantalón es arremangaos, que me hizo fotos a mi y a mi hermana Juanita y que ya buscaré para sacarla en la próxima entrega.

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La playa de La Puntilla, hoy.

Suspiros, avellanas de La Pastora,…  »--Ya que voy por el pan, dame para un suspiro». Y la respuesta: «--Cómo te queda vuelta de dinero, en La Bodeguita, cuando compres el octavo de vino, de las dos pesetas, te quedan 10 céntimos, júntalo y te compras  el suspiro». Suspiros. Sic.

Y al fondo el Castillito de la Pólvora, que en aquellos años estaba cerrado y solo servía para subirnos al tejado e intenta plasmar en el tronco un corazón con las iniciales de C y JL, J y A. Allí había más letras que en el Banco Español de Crédito. Letras que al año siguiente íbamos para ver si continuaban allí o la corteza las había tapado. (Texto: José Luis Calle).

(*) No se sabe a ciencia cierta si, por el contrario, es un porteño en Sevilla.

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Una de las modalidades de fiesta taurina más populares en la Edad Media era la de los toros del Corpus, astados enmaromados que se soltaban por las calles de una villa siendo dirigidos en su recorrido urbano por los mozos del pueblo que utilizaban las cuerdas atadas a sus cuernos para obligarlos a frenar y a seguir la dirección deseada.

Aunque en determinados pueblos de la provincia de Cádiz su conexión tenga más que ver con la Pascua de Resurrección, véanse si no el Toro del Aleluya de Arcos, el Toro Embolao de Vejer o el Toro de Cuerda en Benamahoma entre otros, es probablemente El Puerto con el Toro del Aguardiente el que se sale de esa tradición acomodada a las más substanciales celebraciones del cristianismo.

Las primeras referencias que se tienen en nuestra ciudad de este acontecimiento lúdico-taurino datan del año 1866, en donde y como complemento de un día de corrida en el estío porteño, a las siete de la mañana, se corrió el toro llamado del aguardiente, costando cuatro cuartos la entrada a la Plaza. Después de lidiado, se regalaron 500 reales en la forma de costumbre, esto es, a la persona poseedora del número igual al extraído del clásico cilindro contenedor de papeletas de la época.

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Corrida medieval. Cantigas de Santa María, número 144. Alfonso X 'el Sabio'.

Al año siguiente, hubo corrida a plaza partida el día 1 de septiembre, y en su víspera, salieron a las cinco de la tarde de la misma Plaza dos gallumbos –toros enmaromados-  que prepararon el ambiente para el encierro del día siguiente. De alguna manera el famoso día de toros en El Puerto se vivía desde la jornada anterior.

La controversia con estas prácticas de suelta de morlacos por las calles, ha existido desde sus orígenes, no en balde en 1869 se amenaza por parte de las autoridades locales con la suspensión de las mismas o en su defecto, embolar o despuntar las astas de los toros, además de obligar a que en el redondel del coso hubiera dos diestros que evitaran cualquier acontecimiento desagradable.

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Cartel de Vistas de Toros de Muerte, en El Puerto. Año 1855.

Los distintos aconteceres y peripecias que sufrió el Toro del Aguardiente durante el último cuarto del s. XIX ponen de manifiesto las dudas sobre este festejo. A veces se anuncia que sería “banderilleado y estoqueado por el simpático joven…”, otras se prohíbe ponerle banderillas; en ocasiones el toro era de la misma ganadería que los de la corrida e incluso era señalado con su propio nombre (“Montejaque”, de 6 años, castaño…). También es denominado “toro de prueba”, siendo lidiado por cierto número de aficionados bajo la dirección de un banderillero, no pudiendo exigirse más suertes que la de capa y banderillas.

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Novillos de Muerte y Toro del Aguardiente. Año 1883.

La Revista Portuense publica el 31 de agosto de 1910 un artículo firmado por Javier Piñero, que va preparando el terreno para lo que vendría después. Bajo el título “Escuela de barbarie” plantea lo siguiente: «No es posible dejar pasar sin la más enérgica protesta, el vergonzoso espectáculo que se dio el domingo por la mañana en la plaza de toros del Puerto. Cuando tanto se clama, por lo elementos intelectuales del país, contra las corridas como espectáculo bárbaro e inculto… / … en las gradas una abigarrada muchedumbre goza de las emociones de la mañana, cuya síntesis puede ser: sangre y aguardiente.»… El articulista termina con esta reflexión: «Las costumbres cuando no son buenas deben abolirse. ¿Qué es el progreso sino una constante modificación de las costumbres?»

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El Toro del Aguardiente en la Plaza de Toros, en 1910.

En 1901 los toros enmaromados fueron prohibidos por Real Orden. Ese fue el curso prohibicionista que siguieron los toros enmaromados. No obstante testimonios orales sostienen que los efectivamente prohibidos fueron los toros embolaos y no los enmaromados. El Diccionario enciclopédico gaditano dice que en El Puerto de Santa María, por ejemplo, la prohibición estuvo vigente desde 1912 hasta 1981 en que se recuperó una tradición que ya casi ni los más viejos del lugar recordaban.

Pero como segundas partes nunca fueron buenas, en 1985 el alcalde Rafael Gómez Ojeda se vio en la tesitura de tener que hacer desaparecer el Toro del Aguardiente del calendario de festejos de la ciudad, debido en su mayor medida, a las salvajadas que tuvieron lugar en el coso portuense tanto con los animales como con las propias instalaciones de la Plaza. La misma historia repetida y la irracionalidad de los siempre no tuvieron piedad con esta tradición. (Texto: Manolo Morillo).

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José Ignacio Delgado Poullet, ‘Nani’ proyecta en el Teatro de Puerto Sherry, el 29 de julio a las 20:30 el documental 'Costas del Sur', con degustación incluida. Primero se hará una presentación del documental con imágenes de las factorías de salazón de El Puerto que datan de los siglos IV y V a.c. Posteriormente se proyectará el documental con entrega previa de un díptico con los romances que se pueden escuchar en el documental. Para finalizar, habrá degustación de mojama con aceite de oliva y almendras molidas, que rememora las épocas que se han vivido en el documental. Colabora el Club de Pesca Portuense.

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José Manuel Ibañez, el creador de las Tejas, con una de sus populares latas de tejas en la tienda que tienen en la calle Misericordia de El Puerto. (Foto: Lola Monforte).

El olor, suave a coco, es lo primero que llama la atención del nuevo producto de la familia Ibañez de El Puerto, los fabricantes de las famosas tejas de la localidad. Luego en la boca crujen como sus hermanas de almendra y ya, lo dificil es parar para no comerse de una sentada el paquete completo.

Este es el tercer producto que sacan el obrador de dulces. A las tejas de almendras,   las primeras que se pusieron a la venta en 1995 se unieron más tarde las de chocolate, que se dejan de hacer en Verano por el calor, y ahora salen estas en las que las almendras se sustituyen por coco rallado, mantiendose el huevo, la harina y la mantequilla como demás ingredientes.

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La firma portuense de la familia Ibáñez lanza estas nuevas galletas crujientes: las tejas de coco. (Foto: Lola Monforte).

Las Tejas comenzaron a elaborarse en 1995. José Manuel Ibañez, el fundador de este negocio familiar, leía un libro antiguo sobre pastelería francesa y vio unas galletas de almendra. Como su pasión es la pastelería se puso a trabajar en ellas en la panadería Gómez de Requena que entonces tenía la familia, antes de dedicarse, por entero, como hacen ahora a las tejas. El resultado fue inmediato y a los pocos día ya la producción tuvo que dispararse. Ahora, quince años después, las tejas son un producto ya típico de El Puerto de Santa María y su presentación en latas de estilo antiguo se han consolidado como un regalo típico de la localidad. (Texto: Pepe Monforte)

Más información en anterior nótula 053 en Gente del Puerto.

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La Puntilla a finales de 1960. Vista aérea.

Todos los años cuando comienza la temporada,  me voy a La Puntilla a darme un paseo y no es lo que era. Solo queda Luis el del Castillo de la Pólvora.
Ya no están los Montes, como decíamos nosotros a las Dunas.
Ya no están las casetas, donde vivíamos y convivíamos.
Ya no están las mareas de de Santiago, que inundan la parte de atrás de las casetas y a las que estaban situadas al principio de la playa, se las llevara flotando.
Ya no esta el canal, ahora hay desguaces de barcos viejos, ya no tenemos ilusión en cruzar el canal, pues descubrimos Valdelagrana antes que nadie y allí la dejamos, porque no nos hacia falta para nada.
Ya no se hacen las excursiones a Fuenterrabía, Puerto Sherry se nos ha metido por medio.
Ya no hay palos en forma de y griega invertida con la cuerda y salvavidas para cuando la marean subiera nos agarráramos a la cuerda para que el mar no nos llevara para adentro.

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El Castillito o Castillo de la Pólvora.

Ya no hay olas, porque el espigón lo impide y además no nos deja ver Cádiz.
Ya no hay carreras de barcas o botes desde el Náutico hasta las escolleras. Tampoco hay balandros.
Ya no hay travesía a nado desde la playa hasta Cádiz.
Ya no hay juegos como alrededor de un fangal, «San Pedro como era calvo le picaban los mosquitos y su padre le decía…», o el puntillón.

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Una familia en La Puntilla: los Poquet Grimaldi.

Ya no hay figuritas en la arena como las que hacía el amigo Macario
Ya no hay bombas chinescas.
Ya no hay guardias civiles que al atardecer aparecían por la orilla de la playa con sus capotes y fusiles, me imagino que para vigilar la costa desde los castillitos a la espera de un galeón de Reverte.
Ya no hay campamento de Batalla del Salado donde a golpes de dianas y ‘caras al sol’, los flechas desfilaban y de camino veían el mar.
Ya no están los baños calientes.
Ya no esta la caseta de Educación y Descanso, donde nos acercábamos, por que decían que allí había pecado.
Ya no están los guardias que vigilaban la playa y obligaban a las mujeres a ponerse el bañador con faldas y a los hombre con camisetas.
Ya no esta ‘el Gato’ vendiendo patatas y roscos..

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La Puntilla en la actualidad. Vista aérea. (Foto: Jorge Roa).

Ya no están tantas cosas que nos dejamos allí y que los años nos las han ido quitando, pero que aun perdura en nuestra mente y que poco a poco iremos desgranando en sucesivas entregas con personajes de aquel tiempo.
Cualquier tiempo pasado fue mejor con bañadores hechos por nuestras madres que imitaban a los meybas. (Texto: José Luis Calle).
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(*) No se sabe a ciencia cierta si, por el contrario, es un porteño en Sevilla.

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Juan Benitez Verano con la sartén que utilizan para hacer sus tortillas desde hace más de 40 años.

El tortillón más veterano de la Bahía también tiene orígenes gallegos es del Bar Apolo de El Puerto de Santa María. Allí la hacen a diario los hermanos Roberto y Juan Diego Benitez. El establecimiento, situado en pleno centro de la ciudad, es toda una institución y existe desde 1826. Fue cafetería, casa de comidas, anexo de un freidor y bar “de vasos” hasta que a finales de los 70 se hizo cargo de él Juan Benitez Verano, el padre de Roberto y Juan Diego.

Juan, que todavía ayuda a sus hijos en el bar de la familia, aprendió a hacer la tortilla en otro bar que había frente al Apolo, La Mina, un establecimiento que regentaba, desde la mitad de los años 50, un gallego, Ramiro Gómez Bernárdez. El y su mujer son los que empezaron a hacer el tortillón cuando se hicieron cargo del establecimiento. Juan, que trabajó para ellos, aprendió a hacerla y cuando Ramiro decidió volverse a su Galicia natal decidió arrendarle el Apolo a él, agradecido por lo bien que lo había hecho durante los años que estuvo en La Mina.

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Juan Diego y Roberto Benitez junto a su padre con el tortillón del Apolo. Aunque su invención es anterior en el Bar Apolo se sirve desde mediados de los años 70, cuando Juan Benitez Verano se incorpora al local.

Desde entonces el tortillón es la tapa estrella del Apolo. Roberto, 38 años y Juan Diego, 36, no sólo siguen utilizando la misma fórmula que su padre para hacer el tortillón sino que emplean hasta la misma sartén, que ya Juan se trajo de La Mina cuando cerró. Juan explica que “si no la utilizamos no sale igual y cuidamos la sartén como una joya”. La suelen untar de aceite para que no estropee y que no se pegue que es la clave de las tortillas. La de los Benitez no sólo lleva patatas y huevos la añaden un poquito de chorizo, pimientos morrones, cebolla y unos guisantes. Es lo que se entiende por una tortilla mixta.Los hermanos Benitez cuidan su tortilla en todo momento mientras que la hacen.

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Espejo del Bar Apolo, elaborado con motivo del 25 Aniversario de su llegada al establecimiento de Juan Benítez Verano.

FÓRMULA MAGISTRAL.
Primero fríen las patatas a fuego lento y cuando están ya tiernas, retiran el aceite y agregan el resto de los ingredientes excepto el huevo. A partir de ese momento comienzan a “machacar” con una espátula de madera. Fuego lento y a echar el huevo por encima, que van mezclando poco a poco con el resto de los ingredientes hasta que se cuaja. Entonces, ayudándose con un plato le dan la vuelta a la pieza para la que emplean un total de 12 huevos.

reloj_XIILA HORA DEL ÁNGELUS.
A las doce del mediodía sale la tortilla. Los clientes del bar ya lo saben y muchos acuden sobre esa hora para comérsela calentita. Luego prefieren servirla fría “aunque si alguien pide que se le caliente la hacemos”. Normalmente hacen una al día y es muy habitual que tengan también encargos de tortillas enteras para llevar, a 10 euros. (Texto y foto: Pepe Monforte).

Más información: Nótula 041 en Gente del Puerto.

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La Virgen del Carmen, en el falucho 'Bellita', el día de la Asunción, hace 80 años.

Hace 80 años que la imagen titular de la hermandad del Carmen, la que se venera en las Concepcionistas, procesionó por la ribera del Guadalete. El 16 de julio de 1930 lo había hecho por las calles de la ciudad, procesión iniciada en El Puerto en el en el verano de 1896. Pero en la Festividad de la Asunción de dicho año, el 15 de agosto, presidió una inédita (hasta entonces) procesión marinera, que se ha convertido en tradición local a partir de los años 50 y que se celebra de forma paralela a la llamada “procesión terrestre”.

ruiz_golluri_puertosantamaria2La iniciativa del cortejo marítimo partió del Ayuntamiento encabezado por el Alcalde Eduardo Ruiz-Golluri, (en la imagen de la izquierda) quien promovió los festejos durante su mandato. Fue un emprendedor alcalde que truncó su inquieta trayectoria con la llegada de la Segunda República. Entre otros eventos ideó la denominada Fiesta del Vino en el Parque de la Victoria, una de las precursoras de nuestra actual Feria de Primavera. El turismo estival, demasiado elitista entonces, se convertía en uno de los mimos del gobierno local más por prestigio que como una fuente de ingresos de primer orden. Aunque algunos empresarios y políticos visionarios comenzaron a sospechar de las posibilidades del sector.

Como las arcas municipales no podrían acometer demasiados dispendios  lúdicos, a través de una cuestación popular se sufragaron los gastos de la llamada Fiesta del Mar, para la que se recaudó entre empresas y particulares 3.557 pesetas (unos 5.000 euros al valor actual). En la tarde del 14 de agosto, en medio de gran expectación, fondearon en el muelle pesquero los Torpederos 16 y 19 de la Armada, como visita excepcional, abriéndose con la bienvenida esta festividad marinera. Por la noche se ofreció en el Consistorio de la Plaza Peral una cena de gala, organizada por el recién nacido entonces Club Náutico. El baile estuvo a cargo de la orquestina del Casino.

La procesión marinera se inició a la calurosa hora de las cinco de la tarde del festivo 15, con el traslado de la imagen desde la Prioral hasta el muelle de San Ignacio. El paso iba portado por los marinos de los torpederos y a las siete y media la Virgen fue colocada en un falucho rotulado como Bellita, adornado como una góndola veneciana. La procesión partió a las ocho, con la escolta del remolcador Nefiche y el vapor Virgen de las Nieves. Los barcos tomaron en principio hacia la sede del Náutico, entonces junto al puente San Alejandro, adornado su perfil con luces de colores, al igual que el desaparecido transbordador de sal, para después recorres la ría hasta La Puntilla. La Virgen fue llevada en su paso hasta la Prioral y al término de la ceremonia se celebró en los baños Termales otra cena de gala y baile, organizados en esta ocasión por otra de las corporaciones señeras de la ciudad, la Academia de Bella Artes. (Texto: Francisco Andrés Gallardo).

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