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Acerca de Gente del Puerto

Gentes y Habitantes de El Puerto de Santa María (España). Caras conocidas, caras anónimas, la savia del Rey Sabio.

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Integrantes del equipo de la Peña 'El Troncho', el 21 de junio de 1961

Bonitos recuerdos se agolpan mi mente de aquellos años, entre 1957 a1963, con los amigos de la Peña ‘El Troncho’: Antonio Miranda Garcia, Luis Soriano, Manolo Rojas, Luis Gatica, Juan y Antonio Reinado Ojeda, Miguel Marroquin, Manolo Murga, Manuel Ferruti, Roberto Vega, Manuel Romo Martínez ‘Lolete’, Ramón Suarez, José Antonio Sánchez, Luis Sucino Rico ‘Luini’ y ‘el Tito’. Formamos un equipo de fútbol, el Troncho CF, con las camisetas de color blanco, rayas negras, y calzones blancos. Recorrimos muchos pueblos de la provincia de Cádiz, y participamos en campeonatos locales de El Puerto, durante varios años, siendo campeones en algunas competiciones. Este tiempo fue el más bonito de mi juventud, tuve muchas amigas allegadas a esta entidad, a las que no quiero mencionar por si molesto.

Teníamos muchas actividades y me viene una a la memoria: todos los años por el mes de julio, nos íbamos a la playa, toda la noche, con comida y bebidas. Recuerdo el uniforme de los peñistas: niqui negro y pantalón azul añil. Los fines de semana hacíamos guateques. La mayoría de las veces  en el patio de la casa de Roberto Vega, en la calle Cielos, quien tocaba estupendamente el acordeón y que hoy ya no está con nosotros.

Integrantes del equipo de la Peña 'El Troncho', el 1 de mayo de 1962.

En El Puerto, jugué con vario equipos de fútbol, tales como El Casamata, en la selección del colegio de San Luis Gonzaga, y otros que arbitraban  ‘el Gordo’ Gatica, Juan ‘Chiqueté’, Morrito Morro y Antonio Ortega ‘el Churra’. (Texto: Antonio Cristo Ruiz).

Más información de la Peña El Troncho en GdP:
225. La Solidaria Peña El Troncho.

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Es de El Puerto. De El Puerto de Santa María pero se recrió en Sevilla.  En Barcelona estudió danza clásica en el Estudio Fankhanel, escuela bolera y clásico español con Alicia Calado --primera bailarina del Teatre LLiceu de Barcelona-- y Felipe Sánchez. En Sevilla y en Jerez, se especializó en flamenco con Manolo Marín, Merche Esmeralda, Carmen Cortés, Angelita Gómez, Farruco y otros grandes. /Foto: Guillermo Rivas.

ALEMANIA.

Se trasladó a vivir en 1981 a Alemania, en Wuppertal donde conoce a Hans, su marido. Wuppertal es la ciudad de Pina Bausch y su 'Cafe Müller', donde se haya uno de los principales centros para el estudio del clima en la Unión Europea. Es un municipio perteneciente al Bundesland de Renania del Norte-Westfalia, donde estudió Canto con el Maestro Herr Gillessen. Pero no sólo estudió canto sino que impartió clases de flamenco en la Volkshochschule de Wuppertal y en el Tanz-Studio Katia Krüger.

Allí actuará en Jaus der Jugend (Casa de la Juventud),  en el Folklorefest Internacional en la Stadhalle de Wuppertal, en el Junges Theather de Góttingen, y en 1985 al fundarse el grupo ‘Flamenco Vivo’, actuará por toda Alemania. El 24 de Enero 1.986, con motivo del 50 aniversario de la muerte de Federico García Lorca se representa en la Opernhaus (Teatro de la Ópera) de Wuppertal la obra de teatro danza flamenco ‘Alboreá’ dirigida, coreografiada e interpretada por Ángela Cruces y su hermana Charo.

Charo y Ángela Cruces, interpretando 'Alboreá' en el Teatro de la Ópera de Wuppertal (Alemania), en 1986.

El tranvía por debajo de el puente, en Wuppertal (Alemania).

Participa también en ele  Stadhalle y en el Flamenco-Abend e la Musikschule de Bochum. En Dusseldorf  en el Nordrhein-Wesfalen-Fest y participará, en 1987 en la coreografía de la ópera ‘Carmen’ para la Opernhaus. Ese año y el siguiente actuará en Essen, Leverkusen, Bremen, Witten. Unna, Duisburg, Wilhelmshaven y Ludwigshafen. 

REGRESO A ESPAÑA: SAN SEBASTIÁN.

En 1988 regresará a España, estableciéndose en San Sebastián en 1995, impartiendo clases de Flamenco en Temis-Circulo de Actividades Culturales de la capital donostiarra. En 1998 estrena la obra ‘Lorca, poeta en soledad’, dirigida, interpretada y coreografiada por Ángela en la Casa de Cultura Lugaritz de San Sebastián. En 2003 coreografía un fragmento de la zarzuela “La Revoltosa” para la Asociación Lírica ‘Sasibill’ donostiarra. En 2004, estrena la obra “Poesía y Flamenco”, dirigida, coreografiada e interpretada por nuestra protagonista, siendo representada también ese año y el siguiente en la Casa de la Cultura de Egía, en San Sebastián, en el Teatro Amaya de Irún, en Lasarte-Oria y en Andoaín. /El Peine de los Vientos, en San Sebastián.

En Gazteszena (San Sebastián)

ESCUELA TALLER.

Su escuela taller escenario está en un sótano en el número 12 de la calle Carlos I, de la capital vasca, Allí está su academia de baile, de clases de flamenco, sevillana, castañuelas, coreografía… En San Sebastián ha rendido homenaje en distintos espectáculos, como bailaora y coreógrafa además de a Lorca, a la txalaparta, la percusión senegalesa y la poesía. Ha colaborado con Localia TV.

Ángela Cruces, durante una actuación en Rabat (Marruecos).

ENCUENTROS.

El pasado viernes estrenaba en San Sebastián el espectáculo flamenco ‘Encuentros’, donde muestra el rumbo del flamenco que se hace en Guipuzcoa. «El flamenco y el jazz, son primos, como dirían en mi tierra». Y hablando de fusión, «En cuanto llegué a San Sebastián pregunté cuál era la forma de percusión vasca y me encontré con la txalaparta. La incorporé a una coreografía, lógico»

Ángela, en un espectáculo de fusión entre el flamenco y la txalaparta.

LA TXALAPARTA.

La txalaparta es un instrumento de percusión tradicional del País Vasco que, generalmente consta de dos soportes (cestos, sillas, banquetas, etc.), sobre estos algún material aislante (hoja de maíz, sacos viejos enrollados, hierba seca, etc.) y sobre esto un tablón que es golpeado con cuatro palos (dos cada Txalapartari). Aunque tradicionalmente cada txalaparta solía tener dos o tres tablas de madera, recientemente es habitual encontrar txalapartas formadas por una docena de tablas.

En el Teatro Amaya (Irún).

EL FLAMENCO EN LA DISTANCIA.

Ángela explica como vive en flamenco tan lejos de su cuna: «Todos lo que lo vivimos --no se trata de decir 'lo practicamos', el flamenco es una manera de vivir-- estamos siempre en contacto. Nos vemos, nos oímos, nos contamos. Bajo mucho al Sur a inyectarme flamenco en vena. Y cuando estás allá, en Triana o en Jerez, en la Bienal o en un café las horas pasan en un vuelo. Porque puede que aquello que te vaya a entusiasmar, maravillar, enloquecer no suceda ni a las nueve ni a las diez ni a las once de la noche sino a las cuatro de la madrugada, a las seis de la mañana».

LA FUSIÓN.

En cuanto a la fusión entre diferentes estilos y técnicas afirma: «Es ley de vida. Al fin y al cabo, el cajón, que hoy parece algo consustancial al flamenco se lo trajo Paco de Lucía, de Perú. Y es la percusión perfecta. Tú puedes fusionar siempre y cuando tengas muy claro dónde están las raíces, la pureza. Porque si no, tu mezcla, tu baile, tu cante, tendrán los pies de barro». /Cartel de su último espectáculo 'Encuentros'.

EL AGUJETAS.

Recuerda el punto de soberbia de ‘El Agujetas’: «Tenía un cante ancestral. Había trabajado en la fragua, origen del martinete (ay el compás del martillo sobre el yunque...) y vivió mucho en Estados Unidos. Un día dijo: 'Yo puedo cantar 'My Way', a mi manera pero Sinatra nunca podrá cantar flamenco. Ni a la suya'». Y prosigue: «Aprenderás la métrica, la técnica pero sin ‘quejío’, sin 'jipío' nunca cantarás flamenco. El flamenco no cuenta historias en sus letras, sentencia: 'La luna tenía cerco, era noche de muerte'. En cómo dices esa frase está el secreto del cante. Esa pureza suya tan dura».

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Estrenando la motocicleta marca EGO en el Paseo de la Victoria el 6 de enero de 1958. Al fondo, el edificio de la Sericícola. De izquierda a derecha Vicente González Lechuga, Manuel García Sánchez, Manuel de la Rosa Vela y Juan Luís Bermudez Tejada

La imagen está tomada en la carretera de Sanlúcar, el mismo día: Manuel García Sánchez, Juan Luis Bermúdez Tejada y Vicente González Lechuga.

Garate, Anitua y Compañia, G.A.C. fue una empresa, eibarresa (Guipúzcoa)dedicada a la fabricación de bicicletas y motocicletas entre las que destacó la popular mobylette. La G.A.C. se fundó en Eibar a principios del siglo XX y como el resto de las fábricas de las de entonces, se dedicó a la fabricación de armas, en particular de pistolas. Una de las más populares de las que produjo fue el modelo Lira, conocida como La Lira que era una copia de la Manlincher de calibre 7,65 mm.

 La G.A.C. fue la primera de las empresas armeras que emprendieron el camino de la conversión a la bicicleta, pronto le seguirían otras como Orbea y BH. Para fomentar su uso y dar a conocer el producto en 1927 Eulogio Garate, Hermogenes Larrañaga y Eulogio Bustindui fundaron el Club Ciclista G.A.C. antecesor del Club Ciclista Eibarres, y comenzaron a organizar diferentes pruebas ciclitas por todo el país, de ellas saldrían las actuales competiciones como la bicicleta eibarresa, hoy conocida como euskal. A comienzos de la años 60 del siglo XX G.A.C. complementa su línea de productos con la fabricación, bajo licencia, de las motocicletas mobylette que rápidamente se popularizan en toda España.

 El crecimiento de la empresa hace que a principios de los años 70 decida abandonar las viejas instalaciones eibarresas, en el barrio de Txonta, y se traslade a unas modernas y amplias instalaciones de el barrio abadiñotarra de Matiena. Entonces la empresa contaba con una plantilla de cerca de medio millar de trabajadores. En este traslado del estrecho valle del Ego a las amplias campas del duranguesado la G.A.C. también fue de las pioneras. A ella y a otras empresas eibarresas de debe en nacimiento urbano de Matiena y la importancia industrial de Durango. /Fotos: Colección Vicente González Lechuga.

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Jose Pecho es el nombre artístico y por el que es por todos conocido, José Manuel Pecho Martín. Nace el 5 de junio de 1968 en Cádiz, en el hospital de la Misericordia y San Juan de Dios del barrio Santa María, aunque de siempre ha vivido en El Puerto. Es de una familia humilde y trabajadora. Su padre Manuel es patrón de barco  y su madre Soledad, ama de casa, ambos de El Puerto. Jose siempre se ha sentido muy orgulloso de sus padres y de la educación que le dieron. Tiene tres hermanos, Yolanda, Antonio y Silvia, siendo él el mayor.

1968.
Era alcalde de la Ciudad, Luis Portillo Ruiz. En junio se celebraba en El Puerto un pleno de la Diputación Provincial que se pronunciaba sobre la expansión universitaria en la provincia, algo de lo que El Puerto no se vería beneficiado y que produjo, por su desacuerdo que, un año después Luis Portillo abandonara la alcaldía al no verse apoyado para tal empresa. José Luis Tejada publica ‘El cadáver del alba’. Se proyecta en el Teatro Principal ‘El Planeta de los Simios’. Se estrena en la Scala de Milán, un ballet basado en el poemario de Rafael Alberti ‘Sobre los ángeles’, que ese año publica ‘Roma, peligro para caminantes’.

Se inauguraba el ambulatorio de la Seguridad Social ‘Virgen del Carmen’. En 1968 los cofrades de la Veracruz incorporaban la imagen de María Santísima de Consolación y Lágrimas, empezando a procesionar ese mismo año. Desde entonces en la procesión de la hermandad de la Veracruz desfilan delante del paso un grupo de mujeres ataviadas con la mantilla española.  Nace el cantante afincado en El Puerto Enrique Bunbury. /En la imagen, José Pecho, con su abuela en el Parque Calderón.

Son muchas las casas en las que ha vivido nuestro protagonista a lo largo de su vida en El Puerto, en Madrid, en La Pineda (Tarragona) y en Tenerife. Su primera infancia la pasa entre una casa palacio, convertida en casa de vecinos, situada en el número 8 de la calle Santa Lucía, junto a la iglesia Mayor Prioral en pleno centro, y la casa de sus abuelos maternos en una barriada ya desaparecida, la barriada ‘18 de Julio’  que estaba situada junto a la plaza de toros al comienzo de la Avenida del Ejército. De ambos lugares conserva recuerdos inolvidables a pesar de la edad que tenía cuando vivió allí. Posteriormente y de forma definitiva se traslada la familia, ya con los tres primeros hermanos, a un piso en la recién construida barriada Juan Melgarejo Osborne, conocida como barriada Sericícola, donde vivirá su infancia y juventud. Años más tarde se irán a vivir a una casa unifamiliar en el barrio de La Palma donde, en la actualidad, siguen viviendo sus padres.

CANARIAS.
Trabajando ya profesionalmente como actor, en unas mini vacaciones que se toma en Tenerife, después de acabar contrato en una producción teatral, se presenta a un casting para un espectáculo y lo eligen para un papel. Por ello se traslada a vivir a las Islas Canarias donde permanecerá durante casi tres años, tiempo que dura el espectáculo, viviendo en distintas casas. En la actualidad vive en su casa de la calle Palacios, en el centro histórico de El Puerto.

José Pecho con su padre y hermanas, su hermano Antonio es el que hace la fotografía.

OREJAS DE BURRO.
Comienza su aventura escolar en la guardería donde lo matricula su madre, de la que no recuerda el nombre pero sí que estaba situada en la calle Bolos. De allí recuerda la vez que la profesora, la que era muy mayor, por no saber responder correctamente una pregunta, le obliga a colocarse unas orejas de burro y a ir por todas las clases diciendo “soy un burro”. Por supuesto los otros niños se reían a carcajada limpia. Y, aunque no fue un buen momento, no lo recuerda con desagrado. Siempre ha dicho que esa fue su primera actuación ante el público. Era otra época.

José Pecho ha colaborado desinteresadamente en dos campañas de captación de socios para el Racing Club Portuense.

SUS INICIOS EN EL TEATRO.
Su relación con el teatro comienza muy temprano. Estando en quinto curso asiste en el colegio donde está a la función de la obra “Los cuatro Robinsones” de Pedro Muñoz Seca, realizada por compañeros del mismo centro. La primera obra de teatro que ve en su vida. Le llama tanto la atención que desde entonces busca la oportunidad de poder participar en algún montaje; algo que consigue al siguiente curso cuando preparan una obra pero que no llegan a representar.

Estando estudiando en el Instituto Pedro Muñoz Seca, la profesora de literatura crea grupos de trabajo y Jose Pecho decide participar en el de teatro. A lo largo del curso van ensayando varias escenas de “La Celestina” y la representan para los compañeros de clase a final de curso. Al curso siguiente entre los compañeros que participaron en la obra anterior deciden preparar fuera del horario de clase la obra “Amor al prójimo” y consiguen representarla en el salón de actos del centro para todos los estudiantes del Instituto.

Animado, junto con los compañeros de montaje, se apunta a la primera edición de Escuela Municipal de Teatro que crea el Ayuntamiento de El Puerto ese año. Aquí estará durante dos cursos representando las obras “Los Gemelos” de Plauto y “Tres sombreros de copa” de Miura. Al final del primer curso de la Escuela Municipal de Teatro, se incorpora al recién creado grupo de teatro municipal que más tarde sería conocido por T.E.J.A. (Teatro Estable Juvenil Andaluz) cuyo responsable sería durante unos años Paco Teja (ver nótula núm. 785 en GdP). Con este grupo representa “La Voz de su Amo” de Pedro Muñoz Seca y “Los Caciques” de Carlos Arniches. Obras con las que actúa por varios municipios de las provincias de Cádiz y Sevilla.

CODIRECTOR DEL TEJA.
Años más tarde, y ya desaparecido el creador del grupo, asume la dirección del mismo junto a su amigo y compañero Joaquín Perles (ver nótula 190 en GdP) y montan la obra “Camino de Plata” de Ana Diosdado. Con posterioridad, cuando ya vive en Madrid y está estudiando en la Escuela de Arte Dramático y ya como director único del grupo, monta el espectáculo “Historias de siempre”, recopilación de textos de varios autores del momento y donde empieza a crear su método de trabajo en la creación y composición de personajes y en el montaje de espectáculos.

INICIOS DEL GRUPO BALBO.
Formando parte del grupo TEJA, como actor, es tal sus ansias por hacer teatro que compagina su presencia en ese grupo con su incorporación al grupo de Emilio Flor, que por aquella época se llamaba ‘Antinoe’, con el que representa la comedia “Los Gemelos” de Plauto y luego la tragedia “Coéforas” de Esquilo. Al finalizar las representaciones de esta obra el grupo pasa a llamarse Balbo por lo que se puede decir que forma parte del mismo desde sus orígenes. /En la imagen de la izquierda, primera función con el Grupo Balbo.

En el periodo en el que representan estas dos obra, se produce una anécdota muy curiosa. En unas actuaciones en Vejer de la Frontera, a pesar de la proximidad de este pueblo con El Puerto, se decide que el grupo pernocte allí para de esa forma facilitar las labores propias del montaje y desmontaje del decorado de las obras. Pues bien, resulta que el lugar elegido por los organizadores de las funciones para dormir, es la cárcel del pueblo. Les dan como excusa que las dependencias están vacías y no hay intención de meter a nadie allí. En aquel momento bromearon con el hecho de que los habían “arrestado” porque no había gustado la función

Con el también actor Germán Arjona.

Su presencia en el grupo Balbo podemos establecerla en dos etapas. Una durante los primeros años de existencia del grupo donde participa como actor y una segunda, cuando regresa a El Puerto, y asume las labores de director y dramaturgo.

En la primera etapa representa las obras “Los Gemelos”, “Mostelaria” y “Miles Gloriosus” las tres de Plauto, “Electra” de Sófocles y “Coéforas” de Esquilo. Con estas obras el grupo va a actuar a innumerables ciudades y centros de enseñanza. Es el grupo de teatro Balbo el único que participa en el 1º Festival de Teatro Grecolatino para estudiantes que se organiza en España.

ESTUDIOS DE ARTE DRAMÁTICO.
Con treinta años y a pesar de saber que con esa edad puede resultar muy difícil su admisión, decide preparar las pruebas de ingreso en la R.E.S.A.D. (Real Escuela Superior de Arte Dramático) de Madrid. En setiembre se traslada a la capital del Reino a realizar dichas pruebas que supera a pesar de contar con más edad que todos los que junto a él las realizan aquel curso. A partir de entonces se va a vivir a Madrid y allí comienza posteriormente su actividad profesional.

¿QUIEN VIVE AQUÍ?
Cuando se traslada a Madrid a estudiar Arte Dramático, Jose Pecho comparte piso con compañeros y su pareja en el barrio de Antón Martín muy cerca de la plaza de Lavapiés.

De esta época siempre le gusta recordar una anécdota. En aquel momento compartía piso con un amigo italiano que estaba en España completando su formación. Un día regresa a casa después de terminar las clases en la Escuela y cuando abre la puerta de la calle comprueba que la casa está llena de gente, música y mucho bullicio. Sin llegar a entrar un hombre le pregunta «--¿Qué quiere?» y contesta «--Vivo aquí»; el otro lo mira de arriba abajo, se da media vuelta y se va. Una vez dentro comprueba que no conoce a nadie y que parece que están celebrando una fiesta. De pronto aparece su amigo italiano y le dice que invitó a unos amigos porque terminó lo que vino a hacer a España y quería celebrarlo con sus compañeros de estudios. Pero todo esto no le sorprendió a Jose porque su casa en Madrid siempre fue un punto de encuentro entre todos los compañeros, amigos y conocidos o desconocidos, lo que siempre le gustó. Sirvió para que amigos de El Puerto durmieran allí el tiempo que estuvieran en Madrid.

OTROS CURSOS.
Simultanea los estudios en la Escuela con otros cursos para completar más aun su formación. Entre los que realiza destacan los de “Dirección de actores” impartido por Ramón Simó, director del Teatro Nacional de Cataluña, el de "Producción Musical y el método de interpretación estadounidense" a cargo de Keith Nagy y Karen Gigly de la Universidad de John Carroll en EE.UU., "Creatividad teatral" a cargo de Alfonso Zurro, "El actor sinfónico" impartido por el director italiano Mateo Belli o el de "El verso y su mundo sonoro" impartido por Enrique Silva, maestro de maestros.

Teatro Pavón,  Compañía Teatro Clásico de Madrid.

ACTOR EN MADRID.
Estando en Madrid estudiando en la ya citada Real Escuela de Arte Dramático, comienza a trabajar como actor, primero en pequeñas producciones teatrales como: “El Arcón del Comediante” o “La familia Adams” con la compañía Pequeño Teatro de Madrid o “Totum Revolutum Cabaret” con la compañía Los Tres pies del Gato. Luego comienza a trabajar en algunas de las obras de más repercusión en la capital, como son: “Misericordia” de Pérez Galdos y versión de Alfredo Mañas, dirigida por Manuel Canseco y José Luis Alonso, “La Faroles” de Joaquín Calvo Sotelo dirigida por Ramón Ballesteros, “Amadeus” de Peter Shaffer dirigida por Nacho de Diego, “El Día y La Bruma, Becker” de Manuel Muñoz Hidalgo dirigida por Ramón Ballesteros, “Los Cuernos de Don Friolera” de Valle Inclán con la compañía Teatro Clásico de Madrid, “Los Emigrados” de Slawomir Mrozeck y “El Avaro” de Moliere ambas con dirección de Luis Vijuesca.

En algunas de ellas conoce y trabaja con algunos de los actores y actrices más destacados del teatro español. Mencionaremos entre ellos a Luisa María Payán,  María Fernanda d'Ocón, Paco Hernández, Carmen Segarra o Pepe Regueira. Con estos montajes visita gran parte de la geografía nacional, actuando en los principales teatros de las grandes capitales españolas. Ha estado sobre el escenario de los teatros de Madrid (donde hace en dos ocasiones temporada), Barcelona, Valencia, Bilbao, Coruña, Vigo, Santander, Pontevedra, Lugo, Salamanca, Burgos, Las Palmas de Gran Canarias, Ceuta, Melilla, Toledo, Jaén, Huelva, Jerez de la Frontera, Guadalajara, Logroño, Palencia, Cartagena, Murcia… /En la imagen, María Fernanda d'Ocón.

También estudiando en Madrid, pasa unos meses en Tarragona a donde va para trabajar en el Parque de Atracciones Port Aventura. En su etapa en Tenerife representa “La Tempestad” de W. Shakespeare con la que actúa en las siete islas que forman el archipiélago.

Emilio Flor, José Pecho y Paco Crespo entrevistados por Rafa Tardío en el Salón de Actos del Instituto Santo Domingo.

BALBO PROFESIONAL.
Después de un periodo de ausencia en el grupo, Jose Pecho vuelve al mismo cuando regresa a vivir a El Puerto tras su etapa en Madrid y Tenerife. Así, después de un encuentro con Emilio Flor, decide volver al grupo y poner en práctica la idea de éste de crear una compañía de teatro profesional. La compañía llevaría el mismo nombre que el grupo: “Balbo teatro” y junto a cuatro componentes del mismo  producen la obra “Miles Gloriosus” de Plauto versionado por José Luís Alonso de Santos. La obra la dirigirá Jose Pecho junto a Emilio Flor y con ella actuará en el Festival de Teatro de Comedias de El Puerto en el espacio de la Bodega Mora de Osborne, en el Festival Internacional de Teatro Mimarte de Braga (Portugal) o en el Festival Capvespres de Guissona en Lleida. Tras un periodo de dos años deciden que la empresa no puede seguir adelante y dan de baja a la compañía.

Paco Crespo y José Pecho recogiendo el Primer Premio del VI Concurso Nacional de grupos de Teatro Grecolatino de Segóbriga, organizado por el Ministerio de Educación, este año 2011.

Con posterioridad a esto, ya en 2008, toma de forma definitiva las riendas del grupo Balbo junto con Emilio Flor, Sara Nanpéh y Paco Crespo --equipo que sigue en la actualidad siendo, además, el equipo de dirección del grupo--. Aquí pone en práctica su método de trabajo que ya está completamente definido. En estos últimos años dirige Antígona de Sófocles, Aulularia y Rudens de Plauto de la que es el autor de la versión del texto y con la que el grupo consigue ganar el Primer Premio del Concurso de Teatro Grecolatino de Segóbriga en 2011, el premio ‘Buero’ de Teatro Joven en Andalucía y el de mejor vestuario y mejor escenografía en Madrid. También es autor de la dramaturgia “La Mujer en la Tragedia” montaje que igualmente dirige y donde hace un compendio y comparativa de la obra de García Lorca y la tragedia griega. Este texto está publicado por una editorial en España y otra en Portugal. Actualmente ha terminado la versión del texto de Plauto “Epídico” y de “Ifigenia” de Eurípides, esta última junto a Sara Nanpéh, obras que representará Balbo a partir de 2012.

LANCE PRODUCCIONES
En 2007 decide junto a Sara Nanpéh crear una compañía propia. Tras estudiar los pros y los contras deciden arriesgar y formar una productora a la que dan el nombre de LANCE producciones. Bajo este nombre producen un primer espectáculo llamado “En la pecera” de Jaime Salom. Al año siguiente producen “Off Comedia”, una disparatada comedia a base de esketchs que rozaban el absurdo. Con este participan en el Festival de Teatro de Comedias de El Puerto y en el Circuito de Teatro de Castilla-León. Después de este montaje se hacen cargo de “El Militar Fanfarrón” una versión de José Luís Alonso de Santos de la obra de Plauto y un montaje de pequeño formato para estudiantes que denominaron “Encuentros con el teatro” escrito por Sara Nanpéh y donde hacían un recorrido por el teatro, desde sus orígenes hasta la actualidad.

Paco Crespo, José Pecho y Sara Nanpéh en el espectáculo 'Off Comedia'.

El último espectáculo producido, hasta el momento, por LANCE producciones es “Julio Verne, un libro una aventura” de Sara Nanpéh. Esta obra está inspirada en la vida de Julio Verne y hace un pequeño recorrido por algunas de sus novelas más emblemáticas. En la actualidad sigue con la distribución de los espectáculos que tiene en cartel con LANCE producciones.

José Pecho y Sara Nanpéh en el espectáculo 'La Pecera'.

LA TELEVISIÓN.
Conjuntamente con su participación en los montajes teatrales, se introduce poco a poco en televisión, al comienzo con pequeñas apariciones en capítulos de las series que había en el momento, para ir haciéndose un hueco en el panorama televisivo e intervenir con personajes destacados, en algunas de las series más reconocidas por el gran público. Podemos verlo en las series: “Cuéntame cómo pasó” de TVE, donde conoce a Imanol Arias y coincide con Ana Duato y Alicia Hermida, “Yo soy Bea” de Tele 5, “Desaparecida” de TVE donde trabaja junto a Carlos Hipólito, “Como el perro y el gato” de TVE trabajando con Arturo Fernández, Quique Camoiras y Silvia Tortosa o en “Bendito Polonio” serie de producción española que se difundió en un canal de Miami.

También para televisión apareció en distintos spots publicitarios, entre ellos uno sobre los JJ.OO. de Sidney para TVE otro sobre el mundial de rugby para Canal + y la colaboración desinteresada en dos campañas de captación de socios del Racing Club Portuense.

En el rodaje de 'La decisión de los Lupano', dirigida por Nersas Ferrera y producida por Lou Degirogi y la sociedad Film Canary Islands. 

EL CINE.
En cine desarrolla su faceta como actor, en los últimos años. Comienza interpretando personajes para cortos como en “Tomates La Pastora” de Ricardo Pérez y Miguel Arias o en “Cautivos del mal” corto de Jonay Alonso. Ya en otro metraje participa en las películas “La Corbata Colombiana” de Miguel A. Macarrón y “Mirada perdida” de David Pareja; aquí crea un personaje inquietante y aterrador que le sirve para ser nominado como mejor actor por su interpretación en el Festival Jameson.

LA DECISIÓN DE LOS LUPANO.
Su último trabajo por el momento para el cine es el largometraje “La decisión de los Lupano” dirigida por Nersas Ferrera. Es una producción donde Jose Pecho interpreta a Nicola Pagnuzzi, un hombre tranquilo, sereno e implacable, mano derecha y hombre de confianza del Don de la familia Lupano. Con él Jose Pecho se ha enfrentado a uno de los personajes más interesantes de su carrera profesional. Esta película se estrena en el 2012.

Una escena de 'La decisión de los Lupano'.

AFICIONES Y PROYECTOS.
A nivel personal señalaremos que a Jose Pecho le gusta mucho la lectura. Lee especialmente teatro y novela histórica. Que es un hombre que vive por y para el teatro, cuando tiene tiempo libre lo dedica a ver, escribir o leer teatro y conocer autores nuevos. Le apasionan los móviles y todo su mundo al respecto de su tecnología y características. Pero especialmente, y causa principal de que viva en El Puerto, es que le gusta pasear por las calles de El Puerto. Redescubrió ese placer a su regreso de Madrid y fue lo que le decidió a dejar el bullicio y estrés de la capital y cambiarlo por el ambiente, la luz y la tranquilidad de su ciudad. Con la ventaja de que en Madrid está su representante.

Con un grupo de amigos, algunos también del Teatro, en la cafetería Larga, 70, la pasada Semana Santa.

Por el momento Jose Pecho seguirá viviendo en El Puerto y desde ahí se trasladará para realizar los rodajes correspondientes y las funciones que toquen. Sobre la mesa tiene varios proyectos de teatro, cine y televisión que se irán desarrollando a partir de mediados de 2012 y a lo largo de 2013. Esto sin contar que seguirá escribiendo y dirigiendo para el grupo Balbo.

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Joaquín Ruiz Golluri, nació en 1888 en El Puerto de Santa María, en la primera casa de calle Cielos, donde actualmente se ubica el Hotel Duques de Medinaceli. Es uno de los “gurús” de la radiodifusión española, con una dilatada vida profesional de más de medio siglo. Jefe técnico de la segunda emisora montada en España:“Unión Radio” que se reconvertiría en la Sociedad Española de Radiodifusión (SER) y responsable de la puesta en funcionamientos de las emisoras de Sevilla, Valencia, Barcelona… así podríamos completar varios folios con el brillante currículo profesional de este pionero de la radio, paisano nuestro.  Pero queremos dar a conocer solamente en esta nótula una pequeña parte de su vida,  vivencias llenas de intensidad, emoción y tragedia en el verano de 1914, contadas por su protagonista. (No disponemos de una imagen de mayor resolución de nuestro protagonista, Joaquín Ruiz Golluri. Esperamos de la comprensión de los lectores de GdP, disculpando la baja calidad de la misma).

El 17 de junio de 1925 se constituía en Madrid la Sociedad Anónima 'Unión Radio' cuyo objetivo era dar un impulso decisivo a la radiodifusión española. S. M. el Rey Alfonso XIII inauguraba la estación dirigiéndose ante el micrófono a los radioyentes españoles.

Hace unos días llegaron a mis manos 29 folios mecanografiados con el siguiente encabezamiento: ’Relato de mi vida profesional y de los hechos más salientes durante la misma’ una memoria autobiográfica inédita, confeccionada por don Joaquín a la edad de 82 años, escrita en Barcelona donde vivía, y finalizada la víspera del día de la patrona portuense, la Virgen de los Milagros, el 7 de septiembre de 1967, de la que reproducimos la  parte de la narración  en la que relata los curiosos incidentes en los que se vio envuelto.

Transporte de heridos por la Cruz Roja, en triciclos, durante la I Guerra Mundial.

Joaquín Ruiz Golluri estudió la carrera de ingeniería, especialidad de radio telegrafía en la Universidad Católica de Lovaina,  terminando la carrera en junio de  1914.  A los pocos días –el 28 de julio-  se inició la que conocemos como 'I  Guerra Mundial', sorprendiéndole en Agen. Así lo cuenta: «… pude salir de allí (de Agen) con intención de regresar a España vía Bélgica y Francia, pero en Lieja quedé bloqueado y, al segundo día de guerra, durante un bombardeo, fui alcanzado por un obús del calibre 28, cuya metralla me produjo muchas heridas, entre ellas, la más grande, una en el bajo vientre. El camillero que iba conmigo tuvo peor suerte, ya que uno de los cascos de metralla le entró en el corazón y quedo muerto a mi lado. Yo fui recogido por una ambulancia y trasladado a un puesto de socorro; pero los alemanes habían amenazado con bombardear la ciudad desde el zepelín si no se rendía en un plazo de dos horas. Ello asustó a los médicos y a la mayor parte de las enfermeras, que se marcharon dejándonos abandonados y, gracias a que, en una ambulancia que llegó, me llevaron a la estación de Guillemens y me colocaron en el último tren de heridos que salió para Bruselas, donde me internaron en el hospital civil de Escarlec. En ese hospital, y nada más llegar, me operaron de la herida en el vientre y en la de la mano derecha».

En la imagen, Rodrigo de Saavedra y Vinent, II marqués de Villalobar (1864-1926), enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en la legación de España.en Bruselas cuya actuación durante la Primera Guerra Mundial en aquel país aún recuerda y agradece el pueblo Belga.

Continúa Joaquín Ruiz Golluri, que en esa fecha tenía 29 años, relatando las peripecias por las que atravesó, en las que la fortuna le fue propicia hasta que, finalmente, y padeciendo numerosos percances, consiguió llegar a su casa: «Al día siguiente los alemanes entraban en Bruselas y se presentaron en el hospital con la pretensión de evacuarnos a Alemania ya que allí todos los heridos eran militares. Yo alegaba mi condición de español, pero como estaba desnudo y sin documentación alguna, no me querían creer y, gracias a que permitieron que por teléfono se avisase al ministro español en Bruselas, marqués de Villalobar, el cual inmediatamente se personó en el hospital, me reconoció (porque era amigo de mi familia) y en su propio coche los alemanes permitieron que me sacara de allí y me llevara a la casa del barón Empain, presidente accionista del banco más fuerte de Bélgica, e incluso de los tranvías de Madrid y Barcelona. (…) A requerimiento de mi padre, el ministro marqués de Villalobar logró del General Jefe de los Ejércitos de ocupación de Bélgica un documento en el que se me facilitaba la salida de Bélgica a través de la frontera con Holanda, por Maestric, para mi regreso a España. El marqués me facilitó dinero y billetes de ferrocarril, desde Maestric a Rotterdam y el pasaje de Rotterdam hasta La Coruña en el gran buque de pasaje ‘Gloria’».

Gran Plaza de Bruselas, con la Casa de las Corporaciones al fondo, hace 100 años.

Sin embargo no fue gratuita la ayuda, pues el ministro español le encomendó a cambio del favor otorgado, dos “peligrosas misiones” según él mismo califica: «la primera, recoger en Lieja información detallada del fusilamiento de una familia española, que tenía un comercio de venta de frutas en la plaza de la universidad, frente a la misma. Los alemanes habían establecido, en la universidad, unas oficinas militares y colocaron en la puerta sus centinelas, los cuales fueron tiroteados por unos pocos desde los edificios de enfrente. A consecuencia de ello, y al no conseguir que los vecinos de enfrente de la plaza entregaran  al culpable, sacaron a todas las docenas de vecinos y los colocaron en línea contra la fachada de la Universidad y, con ametralladoras, los mataron a todos: viejos, mujeres, hombres y niños. La segunda comisión que me encomendó el marqués de Villalobar fue recoger en Lieja a una señora francesa, esposa de un médico militar francés que estaba en Marruecos y, con sus tres hijas, acompañarlos hasta España, haciéndoles pasar por españoles».

Nuevamente la buena suerte de nuestro protagonista, de la que sin duda estaba tocado, hizo su oportuna aparición en el momento adecuado para esquivar las dificultades finales. Así narra Joaquín Ruiz Golluri su salida del territorio ocupado: «Los alemanes nos trasladaron en un tren militar, en un vagón cerrado, desde Bruselas a Lieja, en donde nos dejaron para presentarnos en la Comandancia militar para obtener el medio de ir hacia la frontera holandesa y pasar la misma. Ya en Lieja, y en la misma entrada del Palacio de Justicia donde habían establecido la Comandancia, tuve la enorme y útil sorpresa de ser parado por un oficial alemán montado en bicicleta. Lo reconocí en el acto, pues era, nada menos, que el propietario del piso en el que tuve yo alquiladas dos habitaciones durante mi época de estudios. A mí me apreciaba bastante, así como su esposa, y me explicó que había estado viviendo en Bélgica, en calidad de espía, siguiendo órdenes superiores. Gracias a este oficial fui introducido inmediatamente en el despacho del General Gobernador Militar de la plaza, el cual puso a mi disposición un automóvil, ordenando a mi antiguo patrono que me acompañara hasta la frontera holandesa, lo que realizamos sin dificultad, pasando con facilidad la frontera, gracias al oficial que nos acompañaba». /En la imagen el general alemán Von Emmich entrando en Lieja

Foto realizada en la primera década del pasado siglo en los jardines de la Casa-Quinta de la Familia Ruiz López (actual Hotel Duques de Medinaceli). De pie, en cuarto lugar de izquierda a derecha,  nuestro protagonista, rodeado de su padre y hermanos.

Posteriormente se trasladaron en ferrocarril a Rotterdam, embarcando en un buque de pasaje con destino a Lisboa, con escala en La Coruña, barco que cuando atravesó el Canal de la Mancha fue interceptado por la marina inglesa que, después de comprobar la identidad de pasaje, escoltó con dos destructores al “Gloria” hasta la salida del canal. Desembarcó en La Coruña y desde allí, por ferrocarril hasta El Puerto, donde cicatrizaron sus heridas. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).


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Luis Bellido Salguero nació en Jerez en el Arroyo, el 1 de noviembre de 1924. De haber vivido ahora, el pasado día de los Tosantos hubiera cumplido 87 años. Hijo de  Antonio Bellido Troncoso,’Guerrerito’ banderillero de la cuadrilla del torero ‘Venturita’,  y de Trinidad Salguero, tenía cuatro hermanos: Antonio, Carlos, Encarna y Javier.  Entró en el Seminario en 1938, con 14 años. /En la imagen, Bellido en 1999, poco antes del homenaje que le tributaron. Era un fumador empedernido.

CURA EN EL PUERTO.
Se ordenó sacerdote el 23 de octubre de 1949, siendo apadrinado por Juan Miguel Pomar García y esposa quien, por encontrarse indispuesta, fue representada por Trininad del Pino, viuda de García Mier. Estuvo tres años en su primer destino: El Puerto de Santa María, entre la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto de Santa María, ciudad donde le pusieron el apodo de 'Padre Bicicleta' por ser ese su medio de locomoción, tanto para desplazarse desde Jerez como para circular por las calle de El Puerto (vivía en la calle San Juan arriba y cogía carrerilla bajando la cuesta abajo); y no por decir la misa más rápido que nadie -que también-, como algunos creían. Dejó muy buena huella. Y la bicicleta, a su amigo Pepe Morillo, que estuvo en la calle San Juan, núm. 20 durante muchos años.

Luis Bellido, en su primer destino, El Puerto de Santa María, en esta ocasión en el escritorio de la Parroquia de San Joaquín.

Luis Bellido fue cura consiliario de Acción Católica. De pie, de izquierda a derecha, en la superior, José Bononato Sáez, Rafael Felices Morro, Pepe Morillo León, Jacinto Cossi Mora, Luís Jiménez González-Nandín, el Presbítero D. Luis Bellido Salguero, Francisco Rábago Vega, Antoñito Sampalo “El Aceitunero”, Pedro Crespo Blanquer, Andrés Alarcón Cañones, Luís Fernández-Sanz Blanco. Los tres de la fila de en medio: Francisco Basallote, José Luís López Franco, Antonio Pineda Crespo. Y en la fila de los que están sentados en el suelo Enrique Rodríguez primo de Juan Luís de los Santos, Antonio de la Torre González, Guillermo Benvenutty, Alarcón, Manuel Barba y Juan Luis de los Santos. /Foto Colección Vicente González Lechuga.

LA PRIORAL Y SAN JOAQUÍN.
De la Prioral, pasaría también a la parroquia de San Joaquín portuense siendo luego destinado a la iglesia de la Magdalena de Sevilla en 1953, donde nosotros le visitamos una vez, acompañando a su hermano Javier. Y luego el destino sería Jerez en 1956, como coadjutor de San Marcos y encargado, a su vez, de las iglesias de San Lucas y de San Juan de los Caballeros, donde tenía su vivienda, en la cual también recuerdo haberle visitado, en alguna ocasión. Posteriormente pasaría a su último destino, como párroco del templo del patrón de la ciudad, San Dionisio, en cuyas habitaciones anexas vivía con su anciana madre desde 1957.

En El Puerto, en la casa parroquial, con sus amigos Pepe Morillo, Manuel Ortega y Pepe Valiente.

SAN DIONISIO EN JEREZ.
En esta parroquia se entregó en cuerpo y alma, tanto a su labor espiritual, como a la restauración del templo, que le costó la mitad de su vida y su salud. Una obra que duró desde el día de Reyes de 1964, hasta la fiesta de la Inmaculada, de 1977, teniendo nosotros ocasión, por entonces, de entrevistarle sobre las mismas, con motivo de la visita que realizara a la misma un ministro, acompañado de diversas autoridades nacionales, locales y provinciales.

MISA ENTRE ESCOMBROS.
Por cierto que sabemos que hay quien guarda viejas fotografías en la que se ve a Bellido diciendo misa, con la iglesia llena de escombros, montones de arena y paraguas abiertos, en días de lluvia. Porque, en los trece años que duraron aquellas primeras obras de restauración, en las que se acometió la más profunda de las intervenciones, desde los cimientos, al artesonado nuevo, nunca se cerró la iglesia. Decía el sacerdote que si se cerraba el templo, jamás se restauraría. Y para sacar fondos para las obras se las ingeniaba de mil maneras, con carteles en los que aparecía montado en un camión de materiales, vestido con su inseparable sotana. Otras veces compraba cupones y, otras, lotería, pensando siempre en que podría pagar si le tocaban, aunque la diosa Fortuna no fue muy generosa con él. Y pidiendo y dando sablazos a unos y a otros, especialmente a determinados amigos y feligreses adinerados, a los cuales solía ir a buscar incluso a los bares donde paraban, para pedirles dinero para las obras. /Fachada de la iglesia de San Dionisio en los cincuenta.

En una visita, precisamente del ministro jerezano Manuel Lora Tamayo, también está el alcalde Miguel Primo de Rivera y el arquitecto Fernando de la Cuadra (también Rafael Manzano Martos), mostrándole las obras de San Dionisio. Bellido era cura de sotana perenne, afirmando que no gastaba en pantalones ni tenían que estar planchados.

MINISTRO LORA TAMAYO.
Una Semana Santa, cuando el ministro de Educación y Ciencia, Lora Tamayo, jerezano de nacimiento, vino a dar el pregón, al pasar delante del humilladero de San Dionisio, desfilando en la presidencia de una cofradía, Bellido se acercó a él, pidiéndole respetuosamente que le echara una mano en las obras de su templo; a lo que el ministro le contestó que iglesias en ruinas, había muchas en España; saltando inmediatamente el cura, contestándole que sí, «pero que ministros de Jerez solo hay uno» y, sin más, se marchó dejando plantado al ministro.

En 1974, durante la celebración de sus Bodas de Oro sacerdotales, con el Obispo Rafael Bellido Caro.

BELLIDO BARATO.
Bellido Salguero tenía una personalidad muy especial y, sobre todo, mucha gracia de la espontánea; sin perder nunca su seriedad; ya que era un sacerdote muy responsable y comprometido. Una vez dijo al Obispo Bellido, compañero suyo de seminario, que si don Rafael era el Bellido Caro, él era el Bellido ‘Barato’. Otra de sus características principales fue el gran amor por los pobres, socorriendo generosamente a cuantos acudían en masa a su despacho; repartiendo lo mucho o poco que tenía. Y en época de inicio del curso escolar, tenía un convenio con la Papelería Consistorio, de su amigo Pablo, para que diera los libros de texto a muchos niños de familias que no podían adquirirlos; pasándose luego él para pagarlos.

RUIZ MATEOS.
A otro amigo feligrés, dueño de una bodega, acudía de vez en cuando a pedirle dinero, en momentos en que las limosnas no le llegaban; se tomaba un te con él y se iba más que contento, porque ya podía aliviar los problemas de alguien. Sabemos que sufrió enormemente, cuando encarcelaron a José María Ruiz-Mateos, a quien estimaba muchísimo. Y cuando éste quedó libre, mandó repicar a gloria las campanas de San Dionisio, formando un gran alboroto; pues le decía a los monaguillos que tocaran «más fuerte, más fuerte, que se enteren en Madrid». /Con el Obispo Auxiliar de Jerez, José María Cirarda Lachiondo.

A LA INTEMPERIE.
Era tal su delicadeza, que cuando murió su madre, Trini Salguero, a la que amaba con locura, y ya vivía completamente solo, una noche tuvo que salir para llevar los últimos auxilios espirituales a un enfermo, olvidándose las llaves; y cuando volvió, ya de madrugada, para no molestar a nadie, se sentó en los escalones de su vivienda, anexa a la iglesia, donde se quedó dormido y allí pasó, en la puerta de la calle, el resto de la noche. De salud delicada, desde 1984 tenía instalado un marcapasos y sufrió, en total siete operaciones.

LE CURÉ DE SAN DENÍS.
Y algo que muchos desconocen: Luis Bellido Salguero era un extraordinario pintor, en la línea del gran paisajista José Montenegro Capel, al que imitaba perfectamente, firmando sus cuadros, que solía regalar a sus amistades y bienhechores, con el seudónimo de 'Le Curé de San Denís'. Fallecía a las cuatro de la tarde del domingo 5 de marzo del año 2000. (Textos: J.de la P.)

Iglesia Mayor Prioral, puertas de las Campanas, a la izquierda y del Sol a la derecha.

Hace 100 años, el 24 de noviembre de 1911, se celebró un curioso y solemne bautizo en la Iglesia Mayor, siendo la receptora del sacramento una mujer adulta de nombre Lucía Cauly, amadrinada por la dama portuense doña Manuela Zurutuza, Vda. de Tosar. En la ‘Revista Portuense’ cuenta con todo detalle el inusual acto: «Ayer, a las 7,30 de la mañana, concurso numeroso de fiel es que presenciaron la ceremonia que tuvo efecto en la iglesia Mayor Prioral del acto solemne de abjurar de sus errores protestantes e ingresar en nuestra sacrosanta religión católica la antigua y respetable convencían, doña Lucía Cauly, procedente de secta anglicana».

En la puerta de las Campanas le esperaba el arcipreste Sr. Barreda, revestido con  pluvial morado, bordado en oro que actuaba como oficiante del acto, por concesión especial del Arzobispo de la diócesis. Allí, siguiendo las oraciones contenidas en el Ritual «hizo la abjuración de sus errores y prácticas protestantes, diciendo con voz firme y clara que creía y confesaba cuanto cree y confiesa la religión católica, apostólica, romana, en cuyo seno quería vivir y morir.»  Tras esta renuncia de sus anteriores creencias solivió ser bautizada y, «tras besar el crucifijo que le acercó el celebrante» se trasladó a la capilla bautismal, exornada especialmente para dicho acto «recibiendo al mismo tiempo que sobre su cabeza corría la regeneradora agua, los nombres de María de los Milagros, Lucía, Luisa.»

Pila bautismal de la Iglesia Mayor Prioral.

Foto de una ceremonia similar de abjuración del Protestantismo y conversión al catolicismo de cuatro alemanas, celebrada en la iglesia de Igeldo (San Sebastián) el 30 de septiembre de 1914, 3 años después de la celebrada en El Puerto.. De izquierda a derecha, delante: P. Martínez, superior de los Jesuitas de S.S.; Felipa Horn; Margarita Werthe; Luisa Peters; Emma N.; Braulio Iraizoz, párroco de Igeldo. En segundo término las personas que apadrinaron el acto.

Fueron testigos los presbíteros Julián Carril y Ricardo Luna los cuales se ocuparon previamente, comisionados por el arcipreste, de instruirla en los conocimientos necesarios para ser bautizada. Posteriormente, en la capilla del Sagrario recibió por primera vez la Sagrada Eucaristía, «escapándose de sus pupilas abundantes lágrimas, visibles señales de gozo que inundaba su alma». Finalmente, subió al camarín de la Patrona, Ntra. Sra. de los Milagros, orando bajo su manto. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).


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María Vera, portorrealeña con ascendencia porteña afincada en nuestra Ciudad es la mujer de quien fuera Secretario General del PCE en El Puerto (1974-1981) y concejal del PSOE (1987-1991), Miguel Marroquín Travieso. Su historia es representativa de muchas mujeres que apoyaron a sus maridos en la conquista de la libertad que hoy gozamos, sufriendo privaciones, sintiéndose señaladas y en una situación de miedo permanente ya que desconocían en que circunstancias se encontraban sus maridos cuando eran detenidos por sus ideas políticas, o cuando sería la próxima vez. María Vera nos cuenta su historia.

«--Mi padre era de izquierdas. Mi madre en cambio, nunca se interesó por la política. Supe que a mi padre le interesaba la política y que era de izquierdas cuando conocí a Miguel: mi padre y él no paraban de hablar siempre de política. En mi casa nunca se escuchó ningún tema referente a la política, de manera que yo, tampoco me interesé por ella hasta que conozco a Miguel.  Entonces tenía yo 15 años. Miguel comenzó a llevarme a reuniones y, cuando cumplí 17 años también yo ingresé en el Partido. Mi padre lo asumió bien, en cambio mi madre no; cuando cayó Miguel preso, me decía: ‘Mujer, tan joven y lo que ya estás sufriendo, lo que estás pasando…’ Y era cierto, pero yo lo quería mucho y deseaba estar  a su lado».

¿Perteneció Vd. a la Sección Femenina? [rama femenina de la Falange Española, constituida en 1934 y disuelta en 1977]. María nos contesta rápidamente: «--No, yo solo pertenecí al Partido Comunista». ¿Como conoció a Miguel?. «--Mi madre era de Puerto Real, pero mis abuelos vivían aquí, en El Puerto de Santa María. Yo pasaba mucho tiempo con mis abuelos y me hice amiga de la hermana de Miguel. Yo tenía 15 años y él 17». /Publicidad de la Sección Femenina.

«Me fui enterando poco a poco que Miguel estaba metido en política. Al principio me decía: ‘Me voy a una reunión’ (antes no se podía ni nombrar al PC). Yo me preguntaba que para que iba a una reunión, una reunión de que… Hasta que me dijo que pertenecía al PC, y como estaba enamorada de él no me importó. Empezamos a trabajar los dos. Me uní con las mujeres que también estaban en el Partido y asistía a movilizaciones.

LA CAIDA DE LOS SETENTA.
Recuerdo la caída de los setenta, cuando muchos amigos y compañeros cayeron presos. Y por supuesto, mi marido. Hubieron muchas concentraciones para intentar sacarlos de la cárcel. Nos metimos en la Iglesia Mayor tres días. La policía intentaba entrar pero no podía. Hubo muchos palos… No conseguimos nada, a Miguel se lo llevaron a Cádiz, donde estuvo tres meses. Después lo trasladaron a Madrid para el juicio y le condenaron durante tres años, luego volvió a caer a los seis meses y cumplió una condena de 18 meses en Palencia. Estuvo en muchos sitios, en Jaén, Madrid, Palencia, en El Puerto, en Cádiz. En el Penal solo estuvo cuatro noches, pero según él fue el mas horrible… /Logotipo realizado en hierro del Partido Comunista.

No me quedaba tranquila cuando mi marido salía por las noches a tirar octavillas o a reuniones, pero… ¡Que iba a hacer! Siempre estaba muy asustada y, cuando tuve a mi hija peor, aunque realmente el miedo y la angustia siempre fue la misma. Era horrible escuchar en la tele o en la radio cualquier cosa y de repente pensaba… ¡Seguro que van a venir a por él! Hemos sufrido muchísimo, solo de pensarlo… si tuviera que volver a vivirlo preferiría morirme antes.

DETENCIÓN Y BODA.
La primera detención de Miguel fue en el setenta, yo era su novia, nos íbamos a casar. Estaba metiendo los muebles en mi casa cuando me dijeron que se lo habían llevado. Me dijeron: ‘A tu novio se lo han llevado, pero solamente le van a hacer unas preguntitas y sale enseguida, ahora mismo viene para acá’. Me llamaron y me dijeron que estaba preso, salió a los tres meses, entonces fue cuando nos casamos, en julio. Nos casamos por la iglesia, pero lo hicimos, sobre todo, por mi madre. Cuando detuvieron a Miguel, que cogieron a tantísima gente, mi padre se fue al campo --había estado en la Guerra Civil--, hizo un agujero y enterró todos los libros que mi marido le había dejado. /Una imagen del joven Marroquín.

Por supuesto, por parte del Estado no teníamos ningún tipo de ayuda. Provenían de los trabajadores, las empresas, … Pero realmente la ayuda que teníamos en aquellos momentos tan difíciles errar de la gente del Partido. Aquella cuota que pagábamos se utilizaba para estas cosas, para momentos de urgente necesidad. Pero aún así, si por cualquier razón no hubiera suficiente dinero de las cuotas para alimentar a una familia donde el padre estuviera preso [político], las demás familias se encargaban de que no les faltara casi de nada, o al menos no se quedaran sin comer. Allí todos éramos como una familia.

Tenía mi hija cuando a mi marido se lo llevaron preso [Eva Marroquín Vera nació en 1971] cuarenta días. Le tuve que quitar el pecho. Estuvo un año y pico. No tuve mas remedio que irme con mi suegra, no tenía a mi gente aquí, y estaba completamente sola. Estuve así hasta que me fui para Palencia, a cuya cárcel trasladaron a Miguel.

LA CÁRCEL.
Cuando estuve en Jaén llevé a mi hija para que viera a su padre.  Ella era muy chica, tenía siete u ocho meses. No paraba de llorar, no quería estar con su padre, no lo conocía. Se llevaron a su padre cuando ella tenía cuarenta días, era normal que no se acordara… Ella no paraba de llorar cuando Miguel la cogió en brazos. Aquello le dolió muchísimo, es muy duro que, sin haber hecho nada, te quiten la libertad, pero peor es aún que te priven de los primeros pasos de tu hija… él lo lamenta muchísimo. Cuando estuvo preso en Cádiz no la llevé. Ni siquiera me dejaban entrar a mí, me tenía que hacer pasar por la mujer de otro para que me dejaran entrar.

Antigua Cárcel de Palencia, donde su marido estuvo preso.

PALENCIA.
A los dos o tres meses de estar en Jaén lo trasladan a Palencia. Me fui para allá, llevándome, por supuesto, a mi hija que era aún muy pequeñita, tenía entonces 18 meses. Nos tuvimos que ir a una pensión. Allí pasé lo mío, mi hija y yo, tuvimos que, incluso, dormir en el suelo… después Miguel conoció a un señor en la cárcel. La mujer de aquel hombre estaba en la misma situación que yo, de manera que, alquilamos una casa juntas y nos apoyamos mutuamente mientras que nuestros maridos estaban presos. Así estuve un mes y pico. En Palencia Miguel tenía un régimen abierto, el cual consistía en lo siguiente, trabajaba fuera de la cárcel, en una imprenta, comía en mi casa con nosotros --entonces fue cuando mi hija comenzó a conocer a su padre--, y tenía que dormir en la cárcel.

María Vera en el centro de la imagen y su marido Miguel el Día del Trabajo de 1979. Entre los manifestantes, se puede ver a José Marroquín “Alicate” y a la derecha de la fotografía, al padre de Isabel Oreni Mayi, suegro de Antonio Álvarez Herrera, Fernando Oreni. La fotografía está tomada en la calle Luna, a la altura del antiguo Banco Hispano Americano, esquina con la calle Larga.

A mi hija nos la llevábamos  todos sitios, venía a manifestaciones, por las tardes al Partido, donde tenía sus amiguitas. Donde no nos la llevábamos era a las concentraciones grandes, porque allí lo único que había era muchos palos.

TORTURAS.
Cuando fui a verlo al Juzgado, la primera vez, le habían dado una paliza que no sé ni como no me lo mataron… tenía el oído reventado, la boca reventada, … estaba totalmente desfigurado. La nariz se la dejaron hecha polvo… No quiero ni acordarme, yo no sé ni como me pude mantener en pie cuando lo vi en aquella habitación. Y le hacían todo aquello sin que ellos se dignaran a hablar, si hubieran hablado… ni quiero ni pensar lo que le podían haber hecho. Aquella no fue ni la primera ni la última vez que le hacían eso.

Las banderas preconstitucionales de España, FE de las JONS (Falange Española de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalista), la de España con el escudo del águila y la bandera tradicional Carlista, ondeando en el balcón principal del antiguo ayuntamiento en 1970 cuando aún estaban las centenarias araucarias.

LA ENFERMEDAD.
Cuando él salió de la cárcel me entró una pancreatitis y estuve al filo de la muerte. Aquella enfermedad fue a causa de tantos disgustos un día tras otro… Cuando salí del Hospital él me preguntó si quería que dejara la política. Yo le dije que no, que siguiera trabajando, que no se preocupara, que no hacía falta… Me siento muy orgullosa de él, de mi y de mi hija [tienen otro hijo, Miguel, mas pequeño], de todo lo que hemos pasado, de lo fuertes que hemos sido y de que nunca nos hemos echado para detrás, que es difícil no hacerlo…

EL ENTORNO.
Nunca tuve apoyo por parte de los vecinos. Ellos lo sabían pero no querían saber nada. Nadie quería saber nada, todo el mundo tenía mucho miedo, no los culpo, todos estábamos aterrorizados. Una vez entraron en casa de mi vecina --a ella le habían fusilado a toda la familia, solo quedó ella- ¡Pobre muchacha! Ella sabía que Miguel estaba en la cárcel, pero no se atrevía ni a preguntar. ¡Que lástima de mujer!

Todos pasamos mucho. Recuerdo que cuando Miguel tuvo uno de los juicios, no recuerdo exactamente cual fue, entre condena y condena se le juntaron 20 años de cárcel. ¡Yo me quería morir! Tenía a mi hija muy pequeñita y pensaba: ‘¿Que hago yo con mi marido 20 años en la cárcel? ¿Mi hija no va a conocer a su padre hasta que cumpla veinte años?’ Me fui a casa de mi suegra, porque tenía a la niña muy chica. Me metí en una habitación y no salía para nada, hasta que, menos mal, que Miguel salió a los seis meses y se lo llevaron para Palencia, entonces nos fuimos con él. ¡Aquello fue horrible!».

HABLA LA HIJA.
Rememora su hija Eva: «--Recuerdo perfectamente un día que vinieron a llevarse a papá. Ya yo era más grandecita y lo recuerdo con mucha claridad. Fue en 1976, después de que Franco muriera. Yo fui la que abrió la puerta, era muy tarde, por la noche, y aparecieron delante de mi dos hombres muy bien vestidos y demasiado altos. Así es exactamente como lo recuerdo. De repente vi que mis padres se iban corriendo hacia su habitación. Yo me preguntaba que pasaba… mi padre empezó a vestirse. Yo me decía a mi misma: ‘¿Donde va mi padre con lo tarde que es?’. Mi padre desapareció con aquellos hombres tan altos y tan bien vestidos, y mi madre empezó a vestirme y nos fuimos a la calle a buscar a mi tío, que era abogado, para ver si podía hacer algo para que mi padre volviera a casa, con su familia, que ya había sufrido bastante».  (Texto: Leticia Sánchez Moy y María Mercedes Aguza Carrascal).


 

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“...hartos estamos de decirnos y escucharnos que ‘en El Puerto no podrá nunca hacerse nada’, que ‘la gente de aquí somos así’. Pues bien no seamos más ‘así’, no seamos ‘gente’, sino personas, señores de nosotros mismos, capaces de asociarnos para alzarnos, apoyados los unos en los otros, en defensa de nuestra mejor parte…” (Del Manifiesto fundacional de la Agrupación Cultural Portuense MEDUSA).

De izquierda a derecha, Rafael Rodicio Lanzarote, desconocido cuya familia tenía un puesto en la Placilla donde vivían, desconocido, Juan Luis Rodríguez, los hermanos Zaccagnini, Ramón Lobo, Manolo Muñoz Bellvís, desconocido y el poeta José Luis Tejada Pleuffo presidente de Medusa, el poeta Jesús María Serrano Romero y el colaborador de Gente del Puerto Antonio Gutiérrez Ruiz. Entrega de Premios del Trofeo Social de Tenis de Mesa de Medusa. Año 1968.

Más información de Medusa en GdP.
181. MEDUSA. Agrupación Cultural Portuense

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Parece que fue ayer cuando se caía una moneda de una peseta, e incluso una perra chica o una gorda y hasta sonaba a dinero. Vd. habrá comprobado de ciencia propia que hoy [el artículo está escrito en la década de los noventa del siglo pasado] se cae al suelo una moneda de quinientas pesetas y no suena a nada. La verdad es que la peseta está depreciada, desprestigiada y vilipendiada. Ya se sabe, según ha dicho Solves, preclaro dirigidor de la economía patria, que la culpa de todo la tiene el P.P. /En la imagen de la izquierda, Antonio Leiva Aguilar 'Severo'.

Vd. con una peseta en el bolsillo hace el ridículo. Vamos, el ridículo se hace hasta con dos mil duros en el bolsillo y aun con más. Tiempo hubo en que con una perra chica, convenientemente golpeada sobre el cristal de la vitrina de un carrillo o sobre el mármol del mostrador de un almacén de ultramarinos, se alertaba al dependiente y hasta le producía al dueño ese sonido una especie de orgasmo financiero venial.

Cuando una patulea de niños, cada uno proveído con su perra chica o su perra gorda, se acercaba a un carrillo, lo de cajón era golpear con la perra y añadir gritando:¡Oiga, despacháaa!. Alrededor del Teatro Principal, siempre hubo un especial clientela fija. Alrededor del Teatro, se instalaron los carrillos, primero, el de Severo; luego, durante un tiempo el del "Guardapavos"; y luego el de Carmelita "La Rubia", frente por frente, en la parte más estrecha de "La Placilla" a la entrada de la calle San Bartolomé. /En la imagen de la izquierda, la tercera mujer de Severo, Rafaela Morón Suárez.

DEL CAMPO AL CARRILLO.
A "Severo" lo hizo vendedor de chucherías su médico, don Rafael Rioja. Fue unos años antes de la guerra civil. Pero Severo, no se llamaba Severo; Severo se llamaba Antonio Leiva Aguilar. Lo de Severo le venía de su padre y de su abuelo. Severo era de campo. Tenía una finquita en el Pago de Cantarranas, en las arenas, y otra en un lugar llamado "Los Navazos". La verdad es que don Rafael Rioja le encontró no se sabe qué dolencia y le aconsejó, como primera medida, dejar el campo.

Con las quinientas pesetas que obtuvo con la venta de las fincas, Severo se vino a vivir a la calle del Postigo mandó construir un hermoso carrillo, con ruedas de bicicleta, vitrina, depósito en la parte inferior, cubierto todo con un gran toldo de lona graduable. Con este armatoste, Severo se instaló, primero que nadie, en la boca de la Placilla, sobre el muro del frontero Teatro, justo al lado de la puerta del Bar "La Concha". Allí, Severo se convirtió en el "Rey de las pepitas", porque pepitas se llamaron siempre a lo que hoy son pipas e incluso piponazos.

El Carrillo de Severo, atendido por su mujer, Rafaela.

LAS TRES BODAS DE SEVERO.
Severo, como Fernán Caballero, se casó tres veces. Severo, de sus matrimonios dejó una prole compuesta por Anita, Milagros, María, Juan José y Paco, éste último fallecido. Severo, ceñido por su gran cinturón, con los pantalones caídos, la barriga pronunciada, su sombrero o su boina, se convirtió en el recaudador del "peaje" a la Placilla. Por cierto que Severo ha quedado en dichos populares. Cuando a un niño se le veía con la correa apretadita, por debajo del ombligo, y los pantalones faltos de tiro, se le decía: «--Anda, hijo, que te pareces a Severo, el del carrillo».

Pues bien, aquel lugar donde Severo asentó su negocio, además de ser un incesante "pasito de tórtolas", tenía el aliciente de las sesiones matinales de los domingos en el Teatro, esto es "la infantil", en la que todos nos divertimos viendo "Piter Pan", "La Dama y el Vagabundo", "Blancanieves y los siete enanitos" e incluso lloramos a lágrima tendida con "Marcelino, pan y vino", comiendo pepitas, tostadas y saladas, con ese puntito único que les daba Severo, quien aparece en la imagen de la izquierda.

PIPAS TOSTADAS.
Y nada de bolsas de plástico, ni fórmulas cualitativas. En cucuruchos de papel de periódico, que lo que no mata engorda, allí se expedían, una chica, una gorda, e incluso dos reales en casos de economía boyante, las sabrosas pepitas. Tal era la cantidad de pipas que vendía que, en numerosas ocasiones, tuvo quejas de Manolo, de Pepe y de Eduardo Nuchera por el cúmulo de cáscaras que quedaban en el patio de butacas, en las plateas, en los palcos y, sobre todo, en el "gallinero", una vez concluidas las sesiones cinematográficas. Pero, en particular eran famosas las llamadas al orden de Güelfo, el diligente y eficiente portero y acomodador, cuando subía de tono el crujido de las pipas o alguno se ventoseaba en el "gallinero". "De ahí para abajo, todo el mundo a la calle", decía,  y requería a los serenos "Pacuqui", Espinosa, "Merengue" o cualquier otro para que evacuara a los crujidores o al presunto ventoseador.

Severo fue a más. Su principal fuente de riqueza fueron las pepitas de girasol, pero no abandonó nunca el "paloduz", el citrato, las algarrobas molidas, los caramelos, los altramuces, y mil y una chucherías, además del triquitraque, las mechas y piedras de mechero, el tabaco de cuarterón, el papel de fumar, las cerillas, etc., etc. etc. El carrillo lo guardaba, de noche en la parte trasera, por la calle San Bartolomé, de "Las Columnas", propiedad de Quintín Puente, pero donde tenía su cuartel general era en una accesoria de la calle Cielos, justo enfrente de la calle Santa Clara, destinada a almacén y tostadero.

LA COMPETENCIA: GUARDAPAVOS Y LA RUBIA.
Pronto, a Severo le salieron competidores. A su lado colocó el carrillo, aunque efímeramente, el "Guardapavos". Así dicho, seguramente no sabrá Vd. de quien se trata, pero si le digo que era el "tío de las cadenas", que salía de penitencia en la procesión del Nazareno, con una enormes cadenas atadas a los pies, detrás del paso de Cristo, ya habrá Vd. caído de quién se trata.

Rafaela y su hija Milagros, casada con José Rebollo 'el Rubio', en el carrillo.

Frente por frente, se le instaló a Severo, Carmelita "La Rubia", con un carrillo bien surtido, que regentaba ella misma pero, sobre todo, su sobrino, José Rebollo "El Rubio", quien --lo que es la oligarquía y la endogamia tanto en el negocio del vino, como entre las nobles familias de cargadores a Indias, como entre los propietarios de carrillos de chucherías-- se casó con una hija de Severo llamada Milagros. "La Rubia" durante el día atendía, con su sobrino, el carrillo de la Placilla y, por la noche, su kiosko del Parque, en la esquina de enfrente de la tribuna de la música.

OTROS CINES.
Tras del invento de Severo, en los aledaños de otros cines, como en el "Macario", por ejemplo, se instalaron una pareja de viejos, con su carrillo. Eran José de los Reyes y de los Reyes, "El Chato Paterna", y su esposa. Enfrente puso su carrillo una buena anciana, llamada Juana, que tenía un rodete y en su cara y en sus manos tenía señales de padecer de vitíligo. A la puerta del cine "Colón", recuérdese, también, el carrillo de Manuel Álvarez "El Cochero" y  a "El Gamba" con su negocio de higos de Lepe metidos en miel. Y en todos los cines, las capachas de piñones: "¡Piñones, como cabezas de gorriones!", que pregonaban, y cada vez a la medida, un cajoncito de madera muy pequeño, se le añadía más y más papel de estraza doblado en el fondo en franco fraude comercial. /Rafaela Leiva, en el carrillo del lateral del Teatro Principal.

LAS VENTANITAS.
No es lugar este para hablar de las "ventanitas" que surtían, en las cercanías de los colegios, migas, academias y escuelas, a los más pequeños. Estas "ventanitas" regentadas por tal cual viuda de un carabinero, o por una viejecita de "estado honesto" proporcionaban el suplemento necesario a la pensión de viudedad o a la ayuda del montepío tan escuetas.

Puede decirse que Severo --a la izquierda de la imagen fotografiado en la calle Postigo-- fue el pionero del carrillo de chucherías y que Carmelita "La Rubia" lo fue del kiosko. Perdidos ambos, un Concejal del Ayuntamiento portuense, Juanito Ponce, propuso a la viuda de Severo cambiar el carrillo por un kiosko. Así se hizo y, mientras estuvo en pie el Teatro Principal, se mantuvo en su mismo sitio. Luego, incendiado el Teatro, se trasladó a la Plaza de Juan Gavala, donde se mantiene. Pero ya, los niños no hablan como antes, porque la caja tonta les ha homogeneizado el lenguaje, no tienen tatas, y sus maestros son de fuera. No hay perras chicas, ni perras gordas, ni moneditas de dos reales, ni las pesetas suenan a dinero, ni se golpea la vitrina, ni el mostrador al grito de "¡Oiga, despacháaa!". (Texto: Luis Suárez Ávila).

Más información en GdP:
104. SEVERO. El carrillo de la ilusión.

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Decir ‘Kiliki’, es trasladarse al pasado ‘esplendoroso” de La Placilla. Desde que tengo conciencia --si es que alguna vez la he tenido-- me acostumbré a ver a muchos comerciantes, dejarse la piel día a día. Cada uno tiraba del carro de su vida, con uñas y dientes, sabedores de que en la vida pocas cosas hay gratis. A ellos desgraciadamente les toco luchar muy duro, por todo lo que con valentía y esfuerzo lograron. La familia Tejada Bautista, no iba a ser una excepción: desde las primeras luces del alba Francisco Tejada Torres ‘Kiliki’ natural de El Puerto, --nacido el 17 de Abril de 1911 y fallecido el 19 de Marzo del 1986-- se preparaba para su laboriosa jornada laboral. Vivieron en la plaza del Polvorista, en la calle Cantarería y en la nueva barriada de Crevillet.

KILIKI.
El origen de la palabra kiliki es desconocido, aunque algunos estudiosos apuntan a que proviene del euskera kili-kili, que se traduciría como, moscorra, curda… El Kiliki es un personaje que forma parte de la tradición navarra: la comparsa de gigantes y cabezudos de Pamplona aglutina a un conjunto de figuras de cartón piedra, que incluyen gigantes, cabezudos, kilikis y zaldikos, así como a quienes lo portan. Acaso nuestro Francisco Tejada Torres viajero y feriante infatigable por las Ferias y Fiestas del país recordara a alguien la fisonomía de estos personajes de ficción, tocados con un tricornio y… Kiliki se le quedó para siempre. /En la imagen de la izquierda, cartel las fiestas de San Fermín 1997, dedicado al Kiliki.

Kiliki y su mujer, junto a su padre y hermanos en la tómbola que tuvieron en Canarias.

CANARIAS.
Kiliki contaba con la inestimable ayuda de Juana Bautista Díaz- su esposa- y años más tarde de sus hijos Milagros y Salvador. Poco imaginaban Francisco Tejada y Milagros Torres padres de Kiliki que en el traslado para trabajar en la bonita Isla de La Palma, una canaria simpática y bonachona sería la fiel compañera de su niño. Juana fue una compañera infatigable, --las mujeres de su generación parecían estar hechas de otra pasta-- trabajadora constante y una luchadora nata.

La mujer de Kiliki, Juana Bautista Díaz en el puesto de la Placilla instalado delante de la puerta de los artistas del Teatro Principal.

ENTRE EL PARQUE Y LA PLACILLA.
Los derroteros de la vida llevó a los padres de Kiliki a trabajar en Tómbolas, casetas de Feria y venta ambulante. Una de estas casetas, concretamente de tiros, se montó en el Parque Calderón y la fatalidad quiso, que un cliente errara el tiro y para su desgracia un plomillo le diera de lleno en la cara. A consecuencia de este hecho perdió un ojo, pero afortunadamente no su alegría, ni sus geniales ocurrencias. De vuelta a El Puerto, sus padres por fin recalaron en La Placilla. Instalaron una Reolina en los alrededores de la Plaza de Abastos, el premio consistía en una pastilla de jabón, un paquete de galletas o de tabaco, la tirada era a 10 céntimos. ¿Curioso verdad?

Kiliki, en la Feria de Ganado en El Palmar de la Victoria sentado en el suelo, sobre él su hermana Pepa y a la derecha de ésta, la mujer del pintor Juan Lara. El niño de pié es Juan José Lara ya fallecido, hijo del pintor de la luz.

Kiliki, Antoñito Castilla (de la desaparecida imprenta y papelería Pérez Pastor que estaba en la calle Larga entre Luna y Palacios) y Manuel García, empleado municipal padre de Manolo García Campos, contertulios de Casa Lucas (ver nótula 037 en GdP).

Pasado el tiempo, los tres hermanos, pusieron sus puestos en la Placilla. Kiliki y Juana se instalaron junto a la puerta de los artistas, del desaparecido Teatro Principal. En aquellos momentos sus vecinos eran Carmen apodada ‘la Bigotona’, la señora Pepa, José Ramírez –alpargatero- y su genial hermana Pepa. Esta última junto a su bonachón y sonriente marido Manolo Bermúdez Riqué, comerciantes ya veteranos de La Placilla, les dieron la bienvenida no solo a Kiliki, sino también a Félix tercero de los hermanos Tejada Torres.

Pepa 'la de la Quincalla', la hermana de Kiliki, junto a Basti el carnicero y Eduardo, en el puesto de la plaza, frente al puesto de congelados.

SU HERMANA PEPA.
Si me permiten una pequeña licencia, querría destacar a la persona de su hermana Pepa, 'la de la Quincalla' . Para casi toda la Placilla ella y Pepe –el de los ultramarinos Los Dos Pepes- eran dos personas con un sentido del humor extraordinario y ambos dos con un corazón que no les cabía en el pecho. Afortunadamente Pepa goza hoy día de buena salud --vive en Jerez-- y atesora una memoria prodigiosa. Esperemos que nos siga alegrando por mucho tiempo con esa su preciosa y dorada sonrisa.

En la imagen, Miguel, de Plateria Iglesias, Pepa Tejada y Milagritos, niño desconocido, en la Placilla.

Pero volvamos al principio de su llegada a la Placilla. Desde ese día, era normal verlos en las labores de acarreo de la mercancía, con su pequeño carrillo daban mil y un viajes, siempre cargados, siempre infatigables una y otra vez. Pero… ¿que hacer?, eran tiempos duros, en los que ganarse el sustento no era tarea fácil para nadie. Vendían un poco de todo: unos sartenes, platos, vasos, lámparas, búcaros, macetas etc. Cuando llegaba la época navideña, era fácil encontrar entre sus artículos las desaparecidas matracas, así como las zambombas, panderetas etc. Había que adaptarse a todo, no quedaba otra.

Juana y su hija Milagros, en el atiborrado puesto de la Placilla.

MILAGROS Y SALVADOR.
Años más tarde, Milagros y Salvador dignos hijos de sus padres se incorporaron al negocio familiar. Con ellos llegaron nuevos ímpetus y renovadas ilusiones. Milagros era una trabajadora nata como su madre, desde muy jovencita, se tomó su trabajo con gran responsabilidad, deseosa de echarles una mano a sus padres. Despierta y con una sonrisa franca que hacía que fuera muy apreciada por todos. A menudo la veía pasar con su carrillo, y me admiraba de su gran fortaleza. El carro iba cargado de género y ella tiraba de él con gran presteza, sin perder ni el agrado ni su preciosa sonrisa. Milagros no solo es una gran trabajadora, también una mujer extraordinaria.

Milagritos y dos amigos en el puesto, frente a Calzados Heredia.

Poco después fue Salvador quien se incorporó a la empresa familiar. Salva tiene ese ‘pellizco’, de las geniales ocurrencias de su padre, buen trabajador, supo innovar el negocio familiar, con la venta de otro tipo de artículos. Ya ni el carrillo era el de antaño, mucho más apropiado, y provisto de un pequeño toldo, para esos momentos de apuro, en los que la lluvia hacía difícil la recogida de tanto género.  Me gustaría destacar la gran nobleza y honestidad de esta familia.  Mi amigo Paco Rodríguez Lores me recordaba lo buen amigo de sus amigos que era Kiliki y como la gracia natural y espontánea era una de sus rasgos más característicos. Y sí aunque yo añadiría la entrañabilidad de todos y cada uno de los Tejada. (Texto: María Jesús Vela Durán).

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Con motivo del primer centenario de la inauguración de la Parroquia de San Joaquín de El Puerto, se va a presentar en breve un libro recordatorio de esta efemérides cuyo autor es el porteño Luis Alba Medinilla (con nótula 822 en GdP). Para despejar el camino  a esa presentación, hoy, traemos a esta web unos pequeños apuntes extraídos de la amplia recopilación de datos realizada por su autor de cómo se gestó el nacimiento de la popular Parroquia.

En el encabezamiento del Libro 1º de Bautismos figura una nota manuscrita del primer Cura Párroco que la dirigió, el Reverendo Salvador Martín Rodríguez, que dice textualmente: Se inauguró la Parroquia en el día 1 del mes de noviembre de 1911. Salvador Martín’. Y esta misma nota se repite en el encabezamiento del Libro 1º de Matrimonios, en el de Defunciones y en el de Confirmaciones.

Los antecedentes a la misma se sitúan en el 4 de septiembre de 1728, día en el que se celebró la primera misa en una sala baja de unas casas cedidas al efecto en la calle Cielos frente a la de Ginés de la Fruta, constituyéndose como Ayuda de Parroquia de la Iglesia Mayor Prioral. Los promotores de la construcción de la Iglesia de San Joaquín fueron Francisco Moreno, Vicario de la Prioral, y el Reverendo Pedro Ambrosio Rodríguez Villarello, Capellán del Convento de la Reverendas Madres Capuchinas. Ambos personajes solicitaron licencia de construcción al, todavía en aquellas fechas, Conde de El Puerto de Santa María, Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda, Marqués de Priego y Duque de Medinaceli, que la otorgó en Madrid el 21 de diciembre de 1728. La construcción de esta primitiva iglesia se sufragó a costa de limosnas, y se inauguró en el año 1737 según publica en su Historia de El Puerto Anselmo José Ruíz de Cortázar. Durante casi dos siglos se mantuvo la labor de esta Iglesia Auxiliar del Señor San Joaquín hasta el momento en que fue elevada al rango de parroquia independiente el día 1 de noviembre de 1911, año en el que se inició su actividad pastoral. /En la imagen, el paso de la Veracruz procesionando, cuando ya estaba su sede en San Joaquín.

Boceto del retablo de San Joaquín, obra de María F. Lizaso.

Las nuevas instalaciones nacían con un impedimento de envergadura que a la postre resultaría definitivo para su posterior desarrollo. La vieja iglesia auxiliar de la que apenas existen datos contrastados tenía una característica bien conocida, y era la de su pequeñez, heredada de sus primeros tiempos; era poco más que una ermita que la hacía inviable como nueva institución parroquial destinada a la atención religiosa de la mitad de la población de El Puerto.

Interior de la Parroquia de San Joaquín, al fondo el retablo en el altar mayor realizado por el porteño José Ovando.

Tras algunas vicisitudes de localización por mor del poco espacio (estuvo hasta 1917 en la entonces Iglesia de San Juan de Dios, sita en la calle Luna núm. 11, donde hoy día se ubica la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús), volviendo ese mismo año a su sede en la llamada calle Federico Laviña (hoy Cielos) que fue remodelada a través de la iniciativa de un parroquiano que costeó las obras, aunque su espacio vital no quedó con la capacidad que realmente se requería para la ocasión.Finalmente y bajo los auspicios del Cardenal Eustaquio llundain Esteban (en la imagen de la izquierda), arzobispo de Sevilla, el día 23 de mayo de 1927 se cierra nuevamente la Parroquia para realizar las obras de ampliación definitivas que con más o menos reformas ha llegado hasta nuestros días. Durante el periodo de obras se habilitó para Parroquial la Iglesia del Convento de las Reverendas Madres Capuchinas, teniendo lugar la inauguración de la nueva Parroquia un año más tarde –el domingo 9 de junio de 1928- sin el retablo que actualmente luce el altar mayor.

Luis Bellido Salguero, quien fuera durante muchos años párroco de San Dionisio en Jerez, estuvo destinado en El Puerto y, como se aprecia en la imagen, imponiéndole en San Joaquín la insignia de Acción Católica al niño Enrique Pedregal Valenzuela, (con nótula núm. 841 en GdP), en presencia de Luis Almansa.

Con la guerra civil de por medio y una posguerra que marcó a sangre y fuego el devenir de varias generaciones de españoles, es en 1945 cuando se empieza a tener noticias del proyecto de retablo mayor que el párroco de la época –Don Manuel Salido- tenía anotado en su hoja de ruta, amén de aumentar en cuanto pudiera el valor patrimonial y artístico del recinto parroquial. El escultor elegido fue el porteño José Ovando, formado en la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia y discípulo del afamado escultor Castillo Lastrucci.

En la fotografía, tomada en 1952, aparece el equipo de monaguillos de San Joaquín: de izquierda a derecha, Manolo Girón ya por entonces sacristán (con nótula 110 en GdP), Manuel Salido, Cura Párroco, Antonio Espinosa de los Monteros, ayudante de Sacristía, y los monaguillos Gabriel Núñez, Diego Oviedo, Fernando Bueno y el niño Antonio.

José María Rivas Rodríguez, párroco durante 38 años de San Joaquín sucedió a Manuel Salido Gutiérrez, párroco igualmente de  dicho templo, cuando el segundo marchó a la Iglesia Mayor Prioral. En la imagen con el alcalde Miguel Castro Merello, en el ágape que siguió al pregón de la Semana Santa el 16 de marzo de 1959

El retablo fue costeado en buena medida por la Hermandad de la Vera Cruz y por suscripción popular que se abrió en la ciudad, quedando inaugurado el 19 de marzo de 1947 con una Misa solemne oficiada por el propio cura párroco y con la asistencia de las autoridades civiles y militares de la época, así como por una amplia representación de las Hermandades de Penitencia.

Guillermo Camacho Negreira, actual párroco de San Joaquín, durante esta semana siendo recibido por el alcalde de la Ciudad, Enrique Moresco, con motivo de la efemérides del centenario del templo portuense. Fueron coadjutores del templo Juan Luis Calvo Guerrero y Eduard Mc'oi.

Según palabras del profesor de Historia del Arte Francisco González Luque, la obra de Ovando funde los elementos arquitectónicos, escultóricos y ornamentales con gran acierto, logrando el ennoblecimiento del altar mayor de San Joaquín. Un siglo da para mucho o para poco, según se mire, pero no cabe duda que la Iglesia de San Joaquín ha estado inmersa y formando parte muy activa de las historias y vicisitudes de nuestra ciudad y sus habitantes en la última centena de años vividos. (Texto: Manolo Morillo).

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Elena de Winthuyssen y Urruela nació el 18 de febrero de 1852 en El Puerto de Santa María siendo la mediana de tres hermanos: Pastora, su hermana mayor  y Felipe, el pequeño y que murió joven y soltero.

Su padre, Juan de Winthuyssen Martínez de Baños, nació el 18 de agosto de 1819 y fue capitán de fragata; hijo de Pedro de Winthuyssen y Bustillo, natural del Real Arsenal de la Carraca, que fue capitán de Caballería y Caballero de Paja de S. M. el rey Carlos IV y que casó en la parroquia de San Martín de Madrid con Felipa Martínez de Baños. Ambos abuelos paternos de Elena. Su madre, Inés de Urruela y Barreda, nació el 21 de agosto de 1822 en Cádiz y fue la pequeña de una familia numerosa; el padre de ésta José Julián de Urruela y Casares, nacido el 7 de enero de 1780 en la Nueva Guatemala de la Asunción era hijo de Gregorio Ignacio de Urruela y Angulo natural de la villa de Retes, Álava, que  se trasladó a Guatemala en 1774 a bordo de una fragata y se casó allí, en 1779, con María Josefa de Casares y Olaberrieta, hija, ésta, de padres españoles.

Embarcó, Julián, en 1802, con destino España junto a José Frayle y Jorro, con la intención de fundar una casa de comercio en Cádiz que respondería al nombre de URRUELA HIJOS Y JORRO. Es en Cádiz en donde se unió en  matrimonio con la onubense Pastora Barreda Ortiz de Zarate y con la que tuvo seis hijos.

En los años treinta del siglo XIX se trasladaron a El Puerto, donde Julián fijó su residencia en el número 75, por aquel entonces, de la calle Larga, actualmente conocida como ‘Palacio de Winthuyssen’. De fachada barroco tardío con alguna referencia neoclásica y de interior ecléctico, donde se combinan diferentes estilos, neogótico, neoclásico y mudéjar por unos preciosos arcos lobulados localizados en algún que otro salón. Allí mismo viviría Inés de Urruela con su marido Juan de Winthuyssen y tendrían a sus hijos. El 13 de agosto de 1845 falleció Julián y pocos años después su esposa. En 1865 pasaron a vivir los Winthuyssen Urruela a un anexo de la mansión con el número 9. Irían con ellos dos sobrinos de Inés y primos de Elena: Julián y Olimpia García de Polavieja y Urruela. /En la ilustración, óleo de Juan de Winthuyssen.

En febrero de 1880, contando Elena con 27 años de edad, casó con el Maestro Mayor  Titular de Obras del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María: el jerezano  Miguel Palacios y Guillén, nacido en 1841; poseedor éste del título oficial de la Escuela  Superior de Arquitectura de Madrid además de ser perito agrimensor y tasador de tierras. Los recién casados se trasladarían ese mismo año al nº 14 de la calle Diego Niño en donde nacerían sus seis hijos: los hermanos Palacios Winthuyssen, fijando, poco mas tarde y definitivamente, su residencia en el número 6 de la Avda. Rodrigáñez, al final del Paseo de la Victoria, en las inmediaciones del Monasterio de la Victoria.

 

En la foto familiar tomada en el número 6 del Paseo de la Victoria, aparecen reunidos en primer lugar y en un extremo sentado, don Miguel Palacios y Guillén y su nieta Elena Palacios Muñoz-Seca y en el otro extremo doña Elena de Winthuyssen y de Urruela. De izquierda a derecha y de pie: doña María Teresa Muñoz Seca, tras don Miguel, le siguen a ésta su hermana Antonia Muñoz Seca, su marido don Manuel y hermanos de éste, don Antonio y doña Pilar Palacios Winthuyssen; doña Catalina Beigbeder y Gallegos y su marido don Pedro Nolasco Palacios Winthuyssen posando junto a Elena, su madre. A la izquierda de don Miguel, su cuñada Pastora de Winthuyssen y de Urruela siguiéndole un jesuita amigo y vecino de la familia que esta sujetando a dos de los nietos del matrimonio y doña Olimpia García de Polavieja y de Urruela. En el suelo Manuel Palacios Muñoz-Seca junto una prima suya. La foto la tomaron con la gruta, de fondo, que otro hijo de doña Elena y de don Miguel les hizo. 22 de octubre de 1914.

El 27 de noviembre de 1899 perdía Elena a su madre a la edad de 76 años y tres años mas tarde, en 1902, a la edad de 83 años, a su padre, el ya retirado capitán de fragata, que viviría sus últimos años en la casa de la calle Diego Niño.

 

Sepelio aparecido en la Revista Portuense en 1925.

En su nueva residencia al final del Paseo de la Victoria, sobre la que ya escribí con el título de “La huerta de tía Pilar”, (nótula 857 en GdP) pasaría el matrimonio formado por Elena y Miguel el resto de su vida. El 12 de octubre de 1925, a los 74 años de edad, fallece Elena de Winthuyssen y Urruela. (Texto: J. Manuel Rguez Gay-Palacios. 'Juan de Winthuyssen').

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Vista de El Puerto. Anton van Wyngaerden. Detalle. /Foto: Fito Carreto.

Durante cuatrocientos años aproximadamente, estuvo oculta en Viena una ilustración de El Puerto de Santa María fechada en 1567, y llevada a cabo por el especialista en vistas urbanas: el belga Anton Van den Wyngaerden, quién con una precisión a caballo entre la topografía y el arte del fotógrafo, recorrió la España de Felipe II con el real encargo de realizar grabados de las principales poblaciones del país para editar un Atlas que nunca vio la luz.

Este dibujante recorrió El Puerto del Siglo de Oro. Conoció distintas vistas de la Ciudad y las plasmó en sus obras: El Puerto desde el camino de Sanlucar, desde la otra banda del río Guadalete, desde la Bahía de Cádiz. Se hospedó en pensiones de la época: ¿quizás la de la calle Ganado, por aquel entonces llamada calle de la Zangarriana?.

Wyngaerden recrea El Puerto del último tercio del S. XVI. Recoge en su Vista desde el Sureste detalles de naos en el río Guadalete, algunas como la réplica de La Niña que en breve surcará la Bahía. Esboza “Las Ruynas de puente antyque que solía essre? por porte Real”. Nos deja unas vistas inéditas del Castillo y la Iglesia Mayor, sin sus actuales reformas aquel, o antes de la reconstrucción de ésta. Coloca en lugar preponderante las montañas de sal y la explotación de las salinas porque estas “producían tanta sal que acontece muchas veces cargarse juntas 50 o 60 naos, y varcas de sal para Flandes, Ingalaterra, y otras partes”, según se recoge en crónicas de la época. O vistas de la desaparecida Ermita de Guía en la desembocadura del Guadalete, junto a la Playa de la Puntilla, con un molino de viento al lado.

La vida que se refleja en el grabado --que muy pocos conocían aunque fue editado hace varios años en sendas publicaciones por Richard L. Kagan en su libro Ciudades del Siglo de Oro (1986) y reproducido como cartel promocional por la concejalía de Turismo (2002) y estudiado por el historiador Miguel Angel Caballero (2008)--, es la que hemos imaginado muchas veces oyendo a los especialistas en historia hablar de un El Puerto dinámico, que se empezó a hacer a sí mismo hace 730 años, aunque llevando en su interior lo aprendido con acierto desde la época de los fenicios. La reproducción es de uno de varios bocetos ya que el original pereció en un incendio.

Reproducción completa de uno de los bocetos, el editado por la Concejalía de Turismo. /Foto: Archivo de Oronoz.

Otros autores, con posterioridad, han dibujado El Puerto con la poesía, la literatura, la música, la escultura, la investigación, la gestión política, o la iniciativa empresarial, creando instantáneas de una Ciudad en que siempre ha estado en constante movimiento, que hacía que quienes la habitan y la visitan -no solo en verano- quedaran prendados de su calidad de puerto acogedor. Ahora El Puerto que pintara Wyngaerden reclama otra instantánea, otra fotografía. Esperemos que ésta no quede oculta otros 400 años. (Texto: José María Morillo).

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Manuel Perez-Blanco Muñoz nació el 2 de Agosto del 1937 en Benalup-Casas Viejas en plena Guerra Civil, cuatro años después de los tristemente famosos sucesos de Casas Viejas: la insurrección anarquista que acabó en tragedia. Sus padres se llamaban Alfonso y Ana Maria, los dos nacidos y residentes en Benalup. Manuel es el segundo de seis hermanos, tres varones y tres hembras.

1937.
El año de su nacimiento, 1937 fueron alcaldes de El Puerto, Francisco Quijano Rosende y Antonio Rives Brest. Rafael Alberti publica ‘De un momento a otro’. Llega a El Puerto el músico Francisco Dueñas Piñero, que entra a prestar sus servicios en el Ayuntamiento. El General Modesto mandaba la 4ª División del Cuerpo del Ejército de Madrid. El 14 de enero fallecía en El Puerto, José A. Ruiz de Cortázar y Sanginés, Interventor de Fondos del Ayuntamiento, casado con Luisa Tosar y Zurututza.

Como consecuencia de la contienda civil, fueron fusilados en el término de El Puerto, la madrugada del 4 de enero, Luis García Sahagún, maestro nacional y ex-primer teniente de alcalde del último ayuntamiento republicano de Sanlúcar, junto a él, el hijo el ‘Quincallero’ de la Plaza de San Roque, ‘el Manga’, secretario que fue de los viticultores y ‘el Chato de la Dehesa’ padre, todos ellos de Sanlúcar. Al mes siguiente, en febrero, el General Franco le concedía la Medalla Militar individual al falangista Fernando Zamacola. El alcalde socialista de Torre Alháquime Pedro Pérez Álvarez fue condenado a muerte y fusilado en El Puerto el 2 de julio de ese año.

Entrada de las Tropas de Asalto en Benalup-Casas Viejas, el 8 de enero de 1933.

El primero por la izquierda, con bata blanca, es Alfonso Pérez-Blanco, médico y padre de nuestro protagonista, observando las víctimas de la revuelta anarquista, en presencia de la Guardia de Asalto.

La infancia de nuestro protagonista transcurrió entre Benalup y en el colegio de los Salesianos de Utrera (Sevilla). En el pueblo estudió en la Escuela Pública y en los Salesianos de Utrera hizo el bachillerato pasando, seguidamente, a la Facultad de Medicina de Cádiz en donde se licenció en Medicina y Cirugía en el año 1964.

Su carrera profesional la comenzó ejerciendo en Alcalá de los Gazules, para pasar a continuación a Puerto Real y terminando definitivamente en El Puerto de Santa María  a donde llegó junto con sus compañeros médicos, ya fallecidos, Jose Gallego Puerto y Lino Corrales. En aquel año de 1968 compatibilizaba el ejercicio médico entre la Casa de Socorro y las urgencias de la Seguridad Social. También estuvo muy relacionado con el sector pesquero, atendiendo a sus afiliados en la Casa del Mar; entonces se fraguó su amistad con Antonio Regordán, celador de aquella institución, amistad que hoy continúa.

Manolo fue directivo del Racing Club Portuense. Aquí le vemos en 1978 con los regidores del club que presidía Francisco Ferrer Palacios con el alcalde aquel año, Francisco Javier Merello Gaztelu en la fila superior con chaqueta blanca entre Ferrer y Toimil. Entre otros vemos  Alfonso Carreto, Adolfo Ortega, Manolo Toimil, Bartolomé Domínguez Sánchez , Paco Díaz Trillo, Daniel Otero Rascón, Antonio Miranda, José Luis García León, Enero, Gandulla, ... /Foto: Rafa.

EL RACING CLUB PORTUENSE.
Manuel Perez-Blanco Muñoz, fue mucho más médico que directivo del Racing Club Portuense, sin percibir una sola peseta. Todo lo contrario. Le costo dinero como a otros directivos... Su etapa estuvo  íntimamente ligada a la presidencia de Paco Ferrer Palacios, a finales de los años 70 y principios de los 80. Además viajaba también acompañando al delegado de equipo en los desplazamientos del Racing a otras provincias, cuando su profesión de lo permitía.

 Ya en tiempos del presidente Bernardo Sancho, por la amistad que unía al doctor con Ferrer Palacios, que ya era directivo por aquel entonces con Sancho atendía a los jugadores en su consulta. Después de salir la directiva de Ferrer Palacios colaboró de la misma manera, durante bastante tiempo, con los jugadores del Racing, atendiéndolos en su consulta y, como siempre, gratuitamente.

Manuel Pérez-Blanco con el ex jugador del Racing José Trujillo, entregándole un reconocimiento el 1 de agosto de 1978. /Foto: Rafa.

Precisamente, el gran "Chicharito", Manuel Jarque Martínez, era quien presentaba en consulta a los jugadores y también a través del añorado Manolo Toimil. Con Pepe Basteiro, Domiciano Rodríguez Hernández, Alfonso Carreto, Paco Ferrer Palacios, Victor Martinez Guerra y Antonio Carbonell se daban cita, finalizada la jornada de mañana en la Cerveceria Skol, actualmente denominada Cervecería El Puerto, todos atendidos por Miguel Ferrer que también se unía a la tertulia, hablando siempre del Cádiz y del Racing y de las anécdotas del día.

LA POLÍTICA DE PARTIDO.
A final de la década de los años setenta del siglo pasado ingresó en el Partido Popular (PP) que por aquellas fechas se llamaba Alianza Popular (AP). Manolo irá en la candidatura a las elecciones municipales de 1983 que presentó dicho partido, resultando elegido concejal para el mandato 1983-1987, junto a Manuel Moreno Romero, Teófila Martínez Saíz, Aurelio Sánchez Ramos, Antonio Nogues Ropero --que procedía de Unión de Centro Democrático (UCD)--, Luis Suárez Ávila y Ramiro Cerezo Magán.

Fila superior, de izquierda a derecha, Ramiro Cerezo, Armario (alcalde de Arcos), Álvarez Cascos a la sazón Secretario General de Alianza Popular, Indalecio Rábago y Manuel Pérez Blanco; fila inferior Teófila Martínez y Hernán Díaz Cortés.

Durante la mayor parte del mandato formó parte de la oposición al gobierno formado primero por comunistas y socialistas, presidido por Rafael Gómez Ojeda y tras la ruptura del pacto de los partidos de izquierda, socialistas y populares le dieron la alcaldía a Juan Manuel Torres Ramírez, al presentarle una moción de censura el 13 de octubre de 1986 (una sesión bochornosa donde simpatizantes comunistas agredieron verbalmente a los votantes de la citada moción), formalizando un pacto de gobierno. Manuel llegaría a ocupar la concejalía de Parques y Jardines, dado que el ejercicio profesional de la medicina le absorbía de tal manera, y esa era una parcela municipal que requería poca atención política.

Fachada principal del Monasterio de la Victoria (Iglesia). Año 1935.

En un vistazo general a la zona del Ejido de la Victoria  allá por los años cuarenta del siglo XIX nos llama la atención el viejo monasterio que tiene tres siglos y ha sido abandonado por la comunidad de los franciscanos Mínimos que lo habitaron hace apenas un lustro. Él sería uno de los novecientos conventos exclaustrados en España en 1835 por el chiclanero Juan de Dios Álvarez Mendizábal, en su calidad de ministro de hacienda y presidente del Consejo de Ministros de España por esas fechas con la Desamortización que lleva su nombre. En años venideros, ya secularizado y formando parte de los bienes estatales, sufrirá vicisitudes, transformaciones y gran parte de sus instalaciones usos de utilidad pública: hospicio, centro penitenciario y sala de congresos el propio edificio del convento y un paseo romántico y las instalaciones de Renfe que ocuparon parte de las huertas monacales.

En esta fecha, aunque hacía casi una década que Niepce había experimentado con éxito la captación de imágenes por medio de una cámara obscura, se tardará aún dos décadas más para que las imágenes capturadas se reproduzcan en un soporte de papel. A falta de este material gráfico de esa época, voy a intentar confeccionar para los lectores de GdP un breve retrato literario de la iglesia del Monasterio. /A la izquierda, proyecto de Retablo para el Convento de la Victoria. Año 1675. Archivo Fundación Medinaceli. Sevilla.

Aun están las campanas en su torre: tres medianas y una pequeña.  Nos situamos en el amplio atrio de la iglesia y vemos en su costado derecho la capilla casi terminada que levantó la hermandad de la Soledad, que nunca pudo cubrir y que acabarían por derribar años después las autoridades,  al frecuentar sus abandonados muros, rufianes y prostitutas. Sigue el almacén y la sala de sesiones de dicha hermandad. Después un jardín cercado de tapia, con árboles y plantas que aún están cuidadas, un pozo y una noria con canjilones nuevos que apenas se han usado al emigrar la comunidad de  Mínimos poco después de su construcción  La sólida puerta principal de dos hojas, adornadas con trabajados herrajes está ahora cerrada.

El Monasterio de la Victoria visto desde la parte trasera.

Si pudiéramos penetrar en el interior de la iglesia, veríamos una filigrana de luces proyectada sobre los escalones de mármol negro del presbiterio procedente de los ventanales altos, cuyas cristaleras aún se conservan y,  posiblemente,  nos resultase un tanto deprimente mirar los retablos vacíos, las cortinas empolvadas,  los deslucidos banco de pino y los deteriorados candelabros de madera repintada desechados por los frailes escuchando de fondo el rítmico sonido de un reloj de péndolas colgado  en la pared de la nave central que acentuaba la soledad casi sepulcral del recinto recientemente secularizado.

En la capilla que fue sagrario solo quedaba la balaustrada de hierro cuyas perillas, de reluciente metal antaño, mostraban una roñosa costra. Un confesionario y el púlpito, recordaba el culto de otros tiempos, así como las imágenes que permanecían en sus retablos y pedestales, pertenecientes casi todas ellas a las hermandades de la Soledad y Humildad que en dicho recinto tenían su sede. En la primera capilla de la derecha, la talla del Cristo de la Humildad y Paciencia en un retablo de madera con altar. En otra más adelante,  la imagen de San Francisco de Paula, fundador de la orden que habitó el monasterio, también en retablo de madera pintada con altar.

En la fotografía superior izquierda, talla del Stmo. Cristo de la Humildad y Paciencia. 

En la fotografía de la izquierda talla de Ntra. Sra. de la Soledad.

En la parte contraria, un retablo nuevo con las efigies de un crucificado, la Virgen y San Juan, pertenecientes a la Humildad y en la última capilla de ese mismo lado otro altar con retablo de madera en el que estaba instalada la Virgen de la Soledad.  Colgados de las paredes quedaban dos cuadros: uno, de una Dolorosa y otro, de mayor tamaño, con la figura de santo Tomás de Villanueva y en el coro de atrevida arcada, al que se accedía por una estrecha escalera de caracol habían dejado los monjes un órgano portátil pequeño, tres bancos, un facistol, un ataúd y en un nicho de pared, una imagen de la Virgen de Belén.

(Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

14

Yo no sé si Vd. se piensa morir, pero, por lo general, todo el mundo se muere, a menos que Vd. haya concluido que se va a quedar para simiente de rábano o siga a algún Guru que le haya metido en el caletre que se va a reencarnar. A todo el mundo le llega su día, como a todo cerdo le llega su San Martín, que dice el refrán. Dicho de otro modo, o "expressione latina", que diría el Papa: "Hodie mihi, cras tibi", que era el letrero que campeaba en la puerta del cementerio de esta Ciudad y que una tata Antonia que hubo en mi casa traducía libremente: "Por aguantar un peo, aquí me veo".

"Este está para Santa Clara" o "Este está para que se lo lleve Carrurra" son dos frases que indican lo mismo: que se está en las últimas. Porque Santa Clara es el barrio donde está el cementerio de Santa Cruz--que así se llama el de nuestra Ciudad-- y Carrura un sepulturero portuense, que ha quedado en los dichos populares. Pero, además, el barrio de Santa Clara, siempre se ha conocido como "El Otro Mundo". Así, si Vd. recuerda, cuando se llegaba a la aserradora de Pastor, que estaba en la calle Misericordia, y preguntaba por alguien, seguro que se sorprendería, porque le dijeran que ese alguien estaba "en el otro mundo". Y es que "el otro mundo" era el almacén de maderas que tenían en una nave de bodega frontera con la carretera del cementerio "en el quartel de Santa Clara" que dicen los padrones, que es lo mismo que el barrio de "el otro mundo".

Así que si Vd. tiene tragado que se va a morir como todo bicho viviente, no ha pensado quedarse para simiente de rábano, ni cree en la reencarnación, debe saber, también, que, para el caso, está totalmente contraindicado comer carne de grulla. La carne de grulla produce una larga y penosa agonía en quienes la han comido alguna vez en su vida y exhalar el espíritu supone un largo proceso, a menos que sus deudos y familiares caigan en la cuenta y llamen a especialistas, que los ha habido--no sé si ahora los hay-- que, en la escalera de la casa donde se encuentra el moribundo, imite a la perfección el canto de la grulla, con cuya armonía, muere placidamente el agonizante.

Lo de toda la vida, en las familias de orden y de concierto, ha sido llamar al cura. No debe dejarse para el final, porque el moribundo debe ir bien preparado. Eso de ir simplemente "aliñado", esto es, con el "Santólio", aun con ser loable, no es lo más conveniente. El enfermo debe confesar y recibir el viático, recoméndarsele el alma y, finalmente, ser responseado con los convenientes hisopazos y gori-goris.

Ser un Don Guido --el de Antonio Machado-- y tener, al final, "un punto de contrición", cono Don Juan Tenorio, no está mal tampoco. Pero lo de cajón, para poder ponerlo en las esquelas y, en particular para la salvación del alma, es irse al otro barrio "después de haber recibido los Santos Sacramentos y la bendición apostólica de S.S.". Porque, si no, solo se puede poner "auxiliado con los Santos Sacramentos", lo que es lo mismo que bien "aliñado".

Santos óleos.

Por cierto, que caso de ocurrir el fatal desenlace, lo mejor, si es que no disponía de sillería, ni isabelina, ni imperio, ni chipendale, ni victoriana, ni tan siquiera de Benamahoma, es acudir , como toda la vida, a alquilarlas a Pasaje, que las tenía almacenadas en la antigua capilla de Jesús de los Milagros; hacer una buena olla de caldo, tener previsto el aguardiente y, sobre todo, el agua de azahar, por si ocurriera, que casi siempre ocurre, que alguna señora se priva, en pleno duelo, con la aflicción de la pena.

Temible es, en estos casos, la presencia de alicantinas, que se ponen, con la mejor intención y en aras de la salvación del alma del difunto, a entonar padrenuestros por cada clavo del Señor, por las cinco llagas y hasta por los pelos que le arrancaron de la barba, con una vehemencia y tenacidad encomiables, pero también tocantes a la risa. Ya se sabe que los mejores chistes del mundo se cuentan en los velatorios y duelos.

Velatorio. /Foto: Eugene Smith

Pero, atención, mucha atención, muy saludable y de particular interés es echar, de cuando en cuando, una miradita al muerto. Con el parpadeo de la llama de los cirios, con el reflejo del cristal de la tapa del ataúd, y con la sugestión que cada uno tenga, a veces, parece que el difunto ha movido los párpados o la boca. Casos se han dado, que el muerto no era tal. Así, quien tenga edad que lo recuerde, Carmen Vila, la portera de Acción Católica, pudo haber sido enterrada hasta dos veces viva. Sucedió que con la entonación de los latines del cura y del sochantre se reanimó, ante el pasmo general. A la tercera, fue la vencida. Y es que  algunos humanos, por la razón que sea, hacen lo que yo llamo "el ensayo general" para comprobar cómo se portarían, en ese trance, los herederos y parientes.

Lo normal, es que llegado el caso, en la casa doliente, lo primero que ocurría era la entrada de Luis Muñoz, diligente agente funerario, que tomaba cartas en el asunto. Lo segundo, la entrada de Ruperto, para tomar medidas. Lo tercero, el encargo de la caja a Enrique , el de los Muertos (aunque es de notar que si el entierro era en el hospital, de caridad, o en en Asilo de las Hermanitas de los Pobres, el ataúd lo hacía, de pino, teñido de nogalina y con una cruz de cinta morada, Teodomiro Alcántara, que tenía su taller frente por frente al Hospital y, era ,además, un gran ebanista).

Gente prevenida, como Angelito Martínez García, el artesano de los muñequitos de nacimiento, ha habido pocos. Ángel Martínez tenía, hecho de su propia mano --pues era, también, carpintero--, su ataúd, de madera de ciprés, colocado bajo la cama y, con su diseño, un panteón, en el primer patio del cementerio, ejecutado por el célebre marmolista sevillano Rovayo.

Curiosa inscripción en una lápida del cementerio.

Dispuesto todo eso que digo, hora era de ponerse los lutos. El luto riguroso, consistía en todo negro y, en las mujeres, además, las medias y el velo, el corto y el largo, llamado "la pena". Se revolvían armarios, roperos y arcas en busca de ropas de ese color y, caso de no hallarlas, se recurría a los consabidos tintes "Iberia" o a que familiares y amigos la proporcionaran.

Acto seguido, alguien allegado, se dirigiría a los balcones de la casa, si los hubiera, y alzaría los rodapiés, signo inequívoco de que la familia habitante estaba de luto. Otro que tal, se encargaría de poner en la casapuerta, cerrada a media hoja, una mesa con una bandeja, para las tarjetas y pliegos para las firmas de pésame. Fulanita de cual, proporcionaría el hábito de San Francisco para amortajar al difunto, el cordón y el escapulario de la Orden Tercera, la cera para sellarle los ojos y el pañuelo para forzarle a apretar la boca, de tal manera que algún recién fallecido parecía más padecer de un flemón que ser un verdadero muerto.

Los amigos le dedicaron una original esquela a su presidente.

Conviene que alguien, con buena caligrafía, rellene los nombres, apellidos y direcciones en las esquelas, de acuerdo con la lista que entre todos los circunstantes se preparaba, no bien llegaran las esquelas de la imprenta de Pérez, porque, del temprano y buen reparto, dependía la afluencia de gente a la casa y, luego al entierro. Y un entierro, bien poblado, es signo del singular afecto que el difunto y la familia gozan en la ciudad y fuera de ella.

Así que, durante toda una noche y, una mañana, discurría el velatorio, entre entradas y salidas, llamadas telefónicas, telegramas, rezos, ayes de dolor, llantos incontenibles, palabras de pesar, chistes verdes y marrones, más rezos, tazas de caldo, de café y copas de aguardiente, según los casos, pero siempre, ante el cuerpo presente del muerto, beatíficamente quietecito, con el crucifijo y el rosario en las manos entrelazadas, y, por lo que se oye comúnmente, el más bueno de la tierra, porque no hace falta más que morirse para ser bueno.

Monumento funerario de Enrique O'Neale Ybray, entrando en el cementerio, a mano izquierda.

A la hora señalada, a la vez que de la Iglesia sale el clero, con la cruz alzada, el sochantre, para dirigirse a la casa mortuoria, en la propia casa se organiza la cabecera del duelo. En la habitación más capaz, o en el patio, se forman los hombres más allegados, como en media luna y van recibiendo la "cabezada" de todo aquel que, por curiosidad, o por cariño al difunto o a la familia va entrando y saliendo. En la calle se forma un grupo, grande o pequeño --que, escrito quede-- hay entierros que dan pena verlos de poco público, y al poco se ve llegar al clero, con uno dos, tres y hasta ocho caperos revestidos con ornamentos negros, (según fuera de primera, de segunda o de tercera) con la Cruz alzada, los ciriales, el sochantre, el monaguillo con el libro , el acetre y el hisopo, y todos entonando, por lo alto o por lo bajo, latinajos, más o menos familiares para los asiduos a estas manifestaciones, de los que se pegan al oído, lo de"A porta inferi, erue, Domine, anima eius", y "Requiescant in pace, Amén", aparte de alguna otra palabra suelta de cuyo significado no queda constancia, y "Pater noster", al rociar de agua bendita, con el hisopo, el cadáver que, a manos de los más próximos, se acerca a la casapuerta, ante escenas de dolor. Luego, una dos, tres cuatro... posas, es decir paradas, desde la casa al cementerio, según se haya concertado, y en cada posa, un responso: otra vez latines inteligibles con la voz perruna del Padre Lobo, cánticos de Dueñas, agua bendita, y andando.

Traslado a pie de los féretros de las víctimas del accidente de la calle San Juan, ocurrido en febrero de 1963, desde la Iglesia Mayor al Cementerio Campal.

Por lo común, cualquiera que fuera el domicilio de donde partiera el entierro, a hombros --porque aún no se había establecido la moda del coche-- siempre se subía la cuesta de la calle Santa Clara hasta el cementerio. Al entrar, recibido por Carrurra, por Cándido, el Conserje, y por don Tomás o don Anastasio, sacerdotes capellanes de la Ciudad, se procedía a la cristiana sepultura del cadáver.

Tapia derruida del antiguo Cementerio Inglés. (Foto: AGR).

Si el difunto era disidente, moro, suicida o cosa parecida, nada de esto es aplicable. Para eso había un cementerio contiguo, detrás, con un letrero de caracteres arábigos, en donde se enterraban, además del llamado cementerio de los ingleses, que estaba justo donde el "CARREFOUR" [antes PRYCA y mas antes HIPER)], que acogió a muchos de los primeros bodegueros que se instalaron en la zona.

Y, aunque lo que valen son las oraciones y sufragios por los difuntos, había quienes le encargaban coronas de flores a Antonio "Carabina", a Macías, el de la "Cerería" o a "Paco Teleras" que hacían verdaderas obras de arte y le añadían perifollos y cintas con letreros laudatorios y recordatorios del difunto.

Curioso enunciado en la esquela de Doña Petra XX XX.

Dije antes que por la calle Santa Clara pasaban todos los entierros. No he dicho que, inmediatamente detrás del féretro iba la cabecera de duelo. Pues lo digo. Y quiero recordar a aquel hijo doliente que, calle Santa Clara arriba, detrás del cadáver de su padre se quejaba: «Ya lo llevan a donde no se vive; ya lo llevan a donde no se come; ya lo llevan a donde no se bebe…» Y "Saldiguera" que, borracho, estaba apoyado en una ventana exclamó: «--Vamos, a que lo llevan a mi casa». (Texto: Luis Suárez Ávila).

7


Clemente Patón Carrasco nació el 18 de septiembre de 1951 en Mérida (Badajoz) , en la calle Capitán Barón, junto al Foro Romano y el Templo de Diana, siendo el mayor de cuatro hermanos del matrimonio formado por Vicente Patón y María Carrasco, también de Mérida. Con 15 años compatibilizaba sus estudios ayudando a su padre como fotógrafo profesional ambulante.

1951.
En 1951 era alcalde de El Puerto, Eduardo Ciria Pérez. Rafael Alberti publicaba  ‘Buenos Aires en tinta china’. El pintor porteño Enrique Ochoa, legaba a la Ciudad una importante colección de obras de su producción. El escultor José Ovando Merino tallaba, con la madera proveniente de dos cipreses del Cementerio de San Fernando de Sevilla, la imagen de estilo neobarroco del Cristo de la Hermandad de la Misericordia.

Clemente, con pocos meses, con sus padres.

Nacían en 1951, también, el profesor y político Juan Gómez Fernández, el músico Andrés Olaegui y el vitolfílico Francisco Román Sánchez. Por contra nos dejaban Cándida Jiménez Huelva, Cándida la Negra’, que nació esclava y murió libre y centenaria en El Puerto; el filántropo Elías Ahuja y Andria. (1863-1951) y el que fuera ministro de la gobernación con el gobierno del dictador Franco, Valentín Galarza Morante (1882-1951).

El carnet de fotógrafo profesional ambulante de Clemente, que colaboraba con su padre, estudiando y trabajando, a partir de los 15 años.

ESTUDIOS.
En Mérida estudiará en una escuela particular hasta los 7 años y luego hasta los 11 en la Escuela Pública ‘El Trajano’ y hasta los 17 cursa el bachillerato y las dos reválidas en el Colegio Salesianos, estudiando el Preuniversitario en el Instituto Santa Eulalia, todos de Mérida.

En la Plaza de España de Mérida con sus amigos Macías, Fernando y Vega.

Dado que le denegaron la beca salario que solicitó --por falta de crédito del PIO (Patronato de Igualdad de Oportunidades), y carecer de medios familiares, para estudiar Física, se presentó a oposiciones de Operador Técnico de Telefónica, aprobando las mismas, si bien estando en realizando el curso en Sevilla cayó con fiebres de Malta y le anularon el expediente, que denunció ante la propia compañía en 1971, no obteniendo contestación hasta septiembre de 1973, para que se trasladara a realizar un curso inferior, es decir, de mecánico.

ESTUDIOS DE POLICÍA.
Clemente agradeció la misiva y respondió al Director General de la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), hoy Movistar, que desistía de ello dado que el 17 de ese mes se incorporaba a realizar el curso de Inspector de Policía, cuyas oposiciones había aprobado en el mes de junio anterior  --y que había preparado durante el servicio militar al que fue como voluntario--, en la Escuela de Formación del Cuerpo General de Policía, en Madrid. Se dio la circunstancia que su padre colaboraba con el equipo de DNI de la Comisaría de Mérida, acompañándolos como fotógrafo por los pequeños pueblos de Badajoz.

Los inspectores de aquella comisaría le informadon que habían salido plazas de inspector de policía, que podía realizar oposiciones dado que era un trabajo interesante y con muchas posibilidades. /En la imagen de la izquierda, antiguo logotipo de Telefónica, hoy Movistar.

LICENCIADO EN DERECHO.
Con posterioridad, 17 años después cursaría los estudios de Derecho en la Universidad de Educación Nacional a Distancia (UNED)  entre los cursos 1988/89 hasta 1995/96. Se dio la circunstancia que, ejerciendo de policía y como representante sindical, pensó en retomar los estudios que había dejado en 1971 y, dado que no disponía de tiempo para asistir a la universidad de forma presencial --su deseo era estudiar una carrera de Ciencias--, optó por estudiar Derecho por la UNED que precisaba menos asistencia a las aulas.

PRIMER DESTINO: BILBAO.
El 13 de mayo de 1974 es destinado a la Jefatura Superior de Policía de Bilbao, donde pasará por la inspección de guardia y Grupo 1º de la entonces Brigada Regional Criminal, actualmente Brigada de Policía Judicial. Al abrirse nuevas comisarías de policía en diversas localidades de las Vascongadas, en 1977 es trasladado a la Comisaría de Santurce, donde realiza funciones propias de investigación criminal, regresando con posterioridad a su brigada en Bilbao a los seis meses donde permanecerá hasta mediados de septiembre de 1978. Todavía en las Vascongadas como funcionario mas antiguo fue responsable durante un mes del puesto fronterizo de Eugin (Navarra). /En la imagen de la izquierda, con la que sería su mujer, Isabel de la Osa, en Bilbao.

Clemente se siente especialmente satisfecho de los años pasados en Bilbao pues, con 22 años y la ayuda de sus compañeros del aquel Grupo 1º, fue aprendiendo lo que será ser servidor público, defender la convivencia pacífica y luchar para ir cambiando la sociedad, pues allí, en 1977 fue elegido representante de su brigada del incipiente asociacionismo que se autorizó a los conocidos como ‘Policía Secreta’, único cuerpo civil policial, no militar, del Estado.

A petición propia pide traslado a una comisaría de nueva creación y, doblando el mapa de la península ibérica, es destinado a la Comisaría de Puerto Real en el último trimestre de 1978, donde realizará funciones de Inspector de Guardia y Brigada Criminal, y un poco de todo, como el resto de inspectores: Postigo, Casais, Sestelo, Vilches, Sardiña, … donde permanecerá por espacio de poco mas de un año.

LLEGADA A EL PUERTO.
En 1979, durante seis meses estuvo como agregado en la Jefatura Superior de Policía en Madrid, en el antiguo Departamento de Orden Público. El 2 de noviembre de ese año, el de las primeras elecciones democráticas en los ayuntamientos, comienza a prestar sus servicios en la Comisaría de El Puerto, con la que se fusionó la anterior, pasando por la Inspección de Guardia (Sala del 091); entre 1980 y 1983 en la Policía Judicial para, en noviembre de ese año ocupar la responsabilidad del Gabinete de Identificación --actual Policía Científica--, donde permanece hasta mayo de 1988. Antes, en 1982, estuvo como agregado voluntario en Bilbao para, ese mismo año, pasar a formar parte, durante dos meses, del dispositivo operativo policial de la Conferencia de Cooperación Europea, celebrado en Madrid.

SINDICATO PROFESIONAL DE POLICÍA.
Desde abril de 1983 hasta marzo de 1985, como miembro del Sindicato Profesional de Policía (SPP) será liberado sindical a tiempo parcial al ser nombrado Vicepresidente Nacional de dicha organización sindical policial, compatibilizándolo con su trabajo en la Policía Científica en El Puerto, los estudios de Derecho, … y la familia. En mayo de 1988 pasa a liberado sindical del SPP, situación que dura hasta agosto de 1991. Muy combativo, las reivindicaciones que lideró fueron consolidando la libertad sindical de la que gozan hoy en día los servidores del orden público. Continúa como Presidente del Sindicato Profesional de Policía de Andalucía.

Llegada del presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escudero, al Hotel de Torremolinos donde inauguró el Congreso Nacional del Sindicato Profesional de Policía. Marzo 1983.

MEMORIA HISTÓRICA.
En 1980 tuvo oportunidad de vivir una anécdota que le impactó, al haber tenido en sus manos y leído, el expediente penitenciario de su abuelo paterno, Ramón Patón Burgos, que fuera enterrado en la fosa común del antiguo Penal de El Puerto, donde falleció, al estar cumpliendo condena por ser dirigente campesino, tras la Guerra Civil.

JEFE DE SEGURIDAD CIUDADANA.
En 1991 será nombrado Jefe de Seguridad Ciudadana de la Comisaría de El Puerto, donde permanecerá hasta julio de 2002. Tuvo que vivir situaciones de diferente calado. Recuerda que, cuando la huelga de los trabajadores discontinuos de Bodegas Terry, la intervención policial que tuvo que realizar fue quitando, uno a uno a los obreros que estaban sentados en el suelo e impedían la entrada y salida de camiones e idéntica actuación con los empleados de la Depuradora de APEMSA. Clemente tiene en su mente el control de las concentraciones de motos durante los diferentes Grandes Premios de Motociclismo de Jerez o la huelga de funcionarios de prisiones, donde se hubieron de adoptar una serie de medidas en las que se enfrentaban las obligaciones funcionariales del policía con los del ser humano, dado que entre los huelguistas había muchos conocidos y algunos amigos, con los que continúa manteniendo una cordial relación.

En el Palacio de Marismilla, en el Coto de Doñana, en la recepción que el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y esposa, Sonsoles Espinosa, ofreció a los cuerpos de seguridad del Estado. Agosto 2008.

COMISARIO EN SANLÚCAR.
El 25 de julio de ese año un nuevo destino viene a conformar su carrera profesional en la Policía, como Jefe de la Comisaría de Sanlúcar de Barrameda, primero designado por sus superiores y en diciembre de 2003 en concurso general de libre designación es ratificado en la misma, permaneciendo hasta el pasado 18 de septiembre, dado que, al cumplir  los 60 años ha pasaos a la situación de Segunda Actividad. Una situación problemática vivida durante este periodo fue cuando tuvo que intervenir  durante la huelga de funcionarios del Ayuntamiento sanluqueño regido por el Partido Popular, o la huelga de basuras, en la que tuvo que intervenir la Junta de Salubridad, al prolongarse por 12 días el paro.

En la despedida como Comisario en Sanlúcar celebrada el pasado 16 de septiembre. De izquierda a derecha, el Comisario de El Puerto Enrique Jiménez, d, la alcaldesa Irene García, Alberto Tesorero Nacional del SUP, su esposa, y los comisarios de Algeciras y Jerez.

Clemente se siente satisfecho de haber contribuido, en los diversos puestos de trabajo desarrollados, a tener una sociedad más justa, libre, democrática y haber tratado de ser justo en las muchísimas decisiones que ha tenido que tomar.

La familia numerosa de Clemente Patón, en una imagen de mediados de los noventa.

LA FAMILIA, LOS AMIGOS, …
Clemente Patón está casado con Isabel de la Osa Villaseñor, de cuyo matrimonio, celebrado en 1975 tienen cuatro hijos: Vicente, nacido en Santurce, María Isabel y Cristina, nacidas en Jerez al estar cerrada la Clínica del Dr. Frontela y Sergio, natural de El Puerto.

Con Eusebio Acosta, Hermano Mayor de la Hermandad del Rocío de Sanlúcar de Barrameda, en la barcaza de los Hermanos Arillo, al regreso de la aldea del Rocío.

De su época juvenil, recuerdo como buenos amigos a Eusebio Pardo, Francisco Javier Moreno, el sacerdote Antonio Paniagua consiliario de las Juventudes Obreras Cristianas (JOC), y de este grupo el ya fallecido dirigente de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) Mario Balanzátegui.

En la comida que un grupo de compañeros y amigos ofrecieron a José Antonio Postigo con motivo de su destino como Comisario en San Fernando.

Cree tener muy buenos amigos, en el mas amplio sentido de la palabra, entre los que cuenta a Juan Carlos Rivas, Paco Pecho, Aguilera, Juan Antonio Bautista, Luis Casais, Pepa Coronil, la pintora alemán Jutta, Maribel, de la Comisaría, Isidoro Hidalgo (ex fiscal Jefe de la provincia de Cádiz), Carmen, de la Comisaría, Benjamín…   Es el presidente de la Peña Tecno-Cultural ‘Los Buscaos’, desde hace nueve años, entidad que se caracteriza por sus semanas culturales y actividades de índole recreativo y social.

 

8

De izquierda a derecha: Salvador Navarro Marquina , Miguel Sibón Pantoja, Manuel Julbes Cuellar, Aurelio Sellés Nomdedeu, Juan Vargas (cantaor y propietario de la Venta de Vargas) y José Brea “Breíta”. Más a la derecha y al fondo está Rafael de Jerez (tocaor de guitarra).

Frente al número 7 de la calle Capillera -- mi casa--  conocida en aquel tiempo por ‘la Casa del Cabo Mulero’, tenía José Brea ‘Breíta’, una Gallera de pollos ingleses de peleas, que exportaba a Sudamérica. Este hombre, nacido en Cádiz, fue una enciclopedia viviente del flamenco; conocía todos  los cantes, bailes y artistas de este género. Era cuñado del insigne cantaor gaditano Manolo Vargas, contertulio de Agustín 'el Melu' en el gaditano Bar Andalucía y del bailaor Antonio Vargas, apodado ‘el Cojo Peroche’. De este simpático artista --se quejaba su cuñado ‘Breíta’--, cuando venía de Cádiz a El Puerto de visita, «ese día me quedaba sin habanos y sin whisky».

Era la calle Capillera una calle con mucho ambiente, junto a mi casa había una tonelería de dos socios: ‘El Torero’ y Agustín Álvarez, padre del que llegaría a ser alcalde comunista, Antonio Álvarez. En la esquina estaba la tienda de comestibles de Joselito ‘el Gallego’ que con el tiempo sería conocida como Bar Jamón y cuyo hijo Pepe Fernández ha levantado ese hermoso restaurante en la rotonda del Molino Platero.

Pero volviendo a esa gallera, en ella trabajaba un matrimonio de raza gitana, ‘la Jeroma’ y Curro Canales, gran entendedor en cuidar y poner a punto los pollos, para las peleas. Cuando tenían mucho trabajo venía Paco Gatica, persona conocedora en gallos de esta especie.

LOS FLAMENCOS DE ‘BREÍTA’.
Gran aficionado al flamenco y a los toros, 'Breíta' había sido novillero, por su casa pasaron: Antonio Ordoñez, Rafael Ortega, ‘Limeño’, Miguel Báez ‘Litri’, Juan Antonio Romero ‘Ciclón de Jerez’,  Manolo Caracol, Lola Flores, Pericón, ‘Beni de Cádiz’, ‘Paquera de Jerez’, Amor Rodríguez, Aurelio Sellés ‘el Tuerto’, Manolito Barrera ‘el Soldao’, Fernando ‘Terremoto’, ‘Sordera Jerez’, ‘Sernita , ‘La Perla de Cádiz’, Manuel Bermúdez Junquera ‘Anzonini’ (ver nótula núm. 524 en GdP), Manuel Parrilla, Fernando Gatica, Pepa Campos, Félix de Utrera y Roberto Iglesias, un buen guitarrista, portuense. /En la imagen de la izquierda, Manuel Bermúdez Junquera, 'Anzonini de El Puerto'.

Me comentó el guitarrista Félix de Utrera que cuando José ‘Breíta’ iba a Madrid, tenía asegurado dos meses de supervivencia, dada la cantidad de amistades y conocimientos que tenía en la capital, en aquellos años de los sesenta que fueron también muy duros. Le agradezco a José Brea, al que yo considero amigo,  la extensa  información  y datos que aportó al flamenco. (Texto: Antonio Cristo Ruiz).

 

 

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