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Don Tomás Martín-Barbadillo, Paúl, Fernández-Herrera-Dávila y Arozarena, Vizconde de Casa González (Sevilla 1897-1983), fue un asiduo visitante y veraneante en El Puerto. Paraba en casa de Margara Almansa, en la calle Larga, porque, según él decía, era el único sitio donde le ponían orinal en la mesita de noche. Licenciado en Derecho, aviador deportivo, fundador del Aeroclub de Sevilla, Alférez Provisional, tripulador del Zeppelín,... Fue autor de un gigantesco libro titulado "Sevilla, Aeropuerto terminal de Europa" y de otro sobre el Autogiro de La Cierva y era muy diestro en conocer, por muy lejos que estuviera, qué clase de avión surcaba los cielos: Un "Rata", un HeiEnkel...

Así que, presentado voluntario fuera de edad, en la gloriosa Cruzada, lo primero que hizo fue requisarse su propio Fiat "Balilla", con el que iba visitando las torres y prominencias de los pueblos, en donde instalaba vigías y emisoras de radio. Ocurrió en una de ellas que, preguntado Don Tomás, cuyo nombre de guerra era "Rego Ronco", por su teniente "¿Qué ve el vigía?", respondió: "Unos aviones que, por lo majestuoso de su vuelo pertenecen, sin duda, a la gloriosa aviación nacional". Al punto, esos aviones comenzaron a bombardear las posiciones nacionales, por lo que "Rego Ronco" hubo de rectificar: "No, no, no, pese a lo majestuoso de su vuelo, son unos hijos de la....,Corto y cambio".

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Cámara de cine aficionado, rodó, desde el Zeppelín, el año 29, una película sobre Andalucía a vista de pájaro que, sus herederos han entregado, en comodato, a la Filmoteca de Andalucía, como una reliquia.

Don Tomás fue asesor jurídico de muchas entidades y Jefe de Protocolo del Ayuntamiento de Sevilla. Conocedor, por tanto, del nivel intelectual necesario para ser edil, un día me vio con el burrito moruno que me había regalado José de los Reyes "El Negro", me paró y, dándole al burro una palmada en la tabla del cuello, le dijo al semoviente: "A crecer y a ser un buen concejal". Tomen nota. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Vamos a recordar algunos retazos de la historia de una de las más hermosas tabernas que en El Puerto han sido, La Burra, ubicada a escasos metros de la Plaza de Abastos, en la acera derecha de la calle Cielos.

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En 1994 entramos en el local acompañados de Ramón Sordo de la Borbolla, quien estuvo al frente de la taberna, hasta su cierre en Octubre de 1990, durante las últimas cinco décadas. Salvo el polvo acumulado en estos años, que no dejaba de proporcionarle cierto encanto, el local continuaba intacto, igual que hace más de un siglo, con el lógico deterioro que el paso del tiempo conlleva, que más que restarle valor, le añade sabor de lo añejo, de lo que tiene solera y tradición.

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Paseando y parando en cada recoveco de la taberna, por cada recuerdo, tuvimos la ocasión de comprobar que todo continuaba igual que siempre: el típico suelo de losas de Tarifa; los zócalos de azulejos multicolores “de plantilla”; el pequeño hierro junto a la pared para que los parroquianos se limpiaran las suelas del calzado al entrar, cuando las calles apenas estaban empedradas; los gastados mostradores de caoba; los vistosos anaqueles repletos de botellas; la pizarra, el antiguo escritorio y la vieja caja registradora, marca National, americana; las nueve botas de roble; el reloj de pared, por el que no parecía haber pasado el tiempo; y a la izquierda del mostrador, enfilados a un largo pasillo, los once reservados o camarotes, auténticas reliquias de otros tiempos, sin las puertas de vaivén desde que se mandaron quitar cuando vino el Movimiento, aunque Ramón siempre las conservó en su casa. Todo como siempre, si pero ¿desde cuando?.

laburra4_puertosantamariaEL ORIGEN DE LA TABERNA.
Al menos, desde 1863, documentalmente, tenemos constancia de la existencia de este lugar, en la calle Cielos, actual número 104, de una tienda de vinos, aunque no podríamos asegurar que su aspecto fuese semejante al que aún ofrece hoy. Más bien nos inclinamos a considerar que su fisonomía actual se debe a su segundo propietario, Miguel Felices, transformación que se realizaría hacia el año 1880 [...] A principios de la década de los 80 del siglo XIX, Juan de la Portilla dejó la propiedad de la taberna y destilería de la calle Cielos, ocupado en otros menesteres y prestando las funciones de vicecónsul de la República Argentina. El nuevo dueño de la taberna fue Miguel Felices Camino, otro montañés, este de Santillana del Mar, llegado a nuestra ciudad en 1856, cuanto tenía 27 años. Debió ser Miguel un tipo espabilado y de “buenas luces” pues en 1883, cuando ya explotaba la tienda y la destilería era regidor del Ayuntamiento, desempeñando una fecunda labor municipal. [Al fallecimiento de éste la familia se encargaría de la gestión de la taberna, pasando luego a la propiedad del hijo de un dependiente, Norberto, hijo de Benigno Sordo en el año 1910, etapa que siguió hasta nuestros días].

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LA FAMILIA SORDO DE LA BORBOLLA.
Norberto, nacido en la Montaña, en prio, cerca del límite con Asturias y la costa cántabra, tuvo el acierto de llamar a la taberna La Andaluza, el nombre más bonito en consonancia con el local, que podía llevar. En 1910, su especialidad era la manzanilla Argüeso. Dos años después abrió una fábrica de arguardientes, anisados y licores con el mismo nombre, en la calle Ganado núm. 26 (lindera a la pafinicadora La Divina Pastora, ya existente entonces). De aquí salieron los anises Las Tres Perlas y La Andaluza, y años después La Cigüeña, seca o dulce, muy afamada.

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La taberna, a pesar de no ocupar una de las esquinas comerciales del centro, a las que los montañeses, como avispados comerciantes, tenían especial inclinación, si se encontraban en un emplazamiento estratégico. A escasos 30 metros de la calle Ganado y de la Plaza de Abastos, siempre populares y bulliciosas, era un lugar idóneo para que los parroquianos parasen a tomar unos vasos de vino o de aguardiente, al tiempo que, sentados en los reservados, hablaran de negocios y cerraran tratos comerciales.

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LA BURRA
Afuera, en la entrada, los vendedores ambulantes de leche de burra apuraban las ubres, mientras que los más asiduos clientes de la taberna, los arrieros, ataban sus bestias de carga en las argollas dispuestas para tal fin en la fachada. Pensábamos que estas estampas --reales-- podían ser el origen del nombre popular de La Burra, o, quizá, que hiciera referencia al madero utilizado en las bodegas para almacenar las botas, pero no. Resulta que un día, hace mucho tiempo, con plena seguridad antes de 1920, en uno de los camarotes, dos arrieros gitanos se enzarzaron en una agria discusión a cuenta de la propiedad de una burra; que si tuya, que si mía, la disputa concluyó cuando uno de los arrieros apuñaló de muerte al otro. Desde entonces, en recuerdo de aquel suceso, el pueblo comenzó a llamar a La Andaluza, La Burra, y Burra se le quedó para siempre.

moroncillo_puertosantamariaFue habitual parada de célebres personajes populares como Juanillo Paterna; Belita, Luis Agacha, Saldiguera; Alemania, «gran paletón con la picha de papel y los huevos de cartón»; El Chumi; El Camión; Gabriel Guarigua, «Ya se murió Guarigua/ Dios le perdone/ ya se lo llevan volando/ los cigarrones», que decía la copla. En uno de los reservados, nos apuntó Luis Suárez --colaborador de Gente del Puerto--, solían reunirse a cantar romances José de los Reyes “el Negro”, Chamarit, El Caneco y José Morón “Moroncillo”. Cada uno entonaba cuatro hemisquistos, y quien no sabía continuarlo o se equivocaba, tenía que pagar una botella de vino para los demás. (En el centro de la imagen, José Morón 'Moroncillo', con una guitarrra. Fotografía Archivo de LSA).

Como en otros establecimientos, La Burra fue escenario, como no, de algunos robos, como éste que recogió la Revista Portuense el 7 de agosto de 1924, cuyo autor fue el propio encargado del local: «Por el guarda Francisco Díaz Toro fue detenido ayer José Puente García, encargado del establecimiento de bebidas La Andaluza, conocida actualmente por La Burra, el que había sustraído del cajón 125 pesetas. De éstas fueron ocupadas 62 que conservaba en un calcetín, habiendo distraído las restantes. Fue ingresado en la cárcel a disposición del señor Juez de Primera Instancia».

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Norberto Sordo contaba parra el almacenado de vinos propios con dos bodegas. La mayor, con dos lagares, se encontraba arriba de la calle Lechería [hoy  Santa Clara], en donde se criaba el fino Tambor. Y la pequeña, dos números más abajo de La Burra, en Cielos núm. 100, especialmente dedicada a manzanillas, que todavía conserva algunas botas.  Ramón Sordo entró a trabajar con su padre en 1941, cuando tenía 17 años. Tras la muerte de Norberto en 1957 continuó llevando el negocio, ya sin la destilería, hasta que a fines de 1990 cerró el local. Falleció en los años finales del siglo pasado. Con Dios debe estar porque fue un buen hombre.

antonio_ordonez_puertosantamariaDurante años el establecimiento fue sede de la Peña Taurina La Burra, promovida, entre otros, por Juan Marchán, padre e hijo, siendo su titular el maestro Antonio Ordóñez, quien en alguna que otra ocasión, nos dio Ramón, asistió a las tertulias. Cuando escribíamos estas líneas, La Burra, con la finca completa, acababa de venderse. Que será de ella, lo ignoramos. Sólo podemos esperar --y acaso rogar-- que el nuevo dueño no la desmantele y sepa valorar y respetar la fisonomía y los elementos que configuran esta peculiar e histórica taberna, porque a la vez de ser una propiedad privada, también es un patrimonio etnológico --Título VII de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía-- que El Puerto debe conservar, remozado y revitalizado. No vaya a ser que en un futuro próximo lamentemos su pérdida. (En la ilustración, el diestro Antonio Ordóñez). (Textos: Enrique Pérez Fernández). (Fotografías: Fito Carreto).

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El primer y único Festival de la Canción Juvenil se celebro en los jardines de  “La Ponderosa”, donde hoy se encuentra la cafetería del gallego --Pepe Basteiro, con nótula núm. xxx en Gente del Puerto--, frente a la Comisaría de la Policía Nacional. En esos tiempos lo habitual era organizar bailes y guateques para la juventud. Fue un sábado del mes de Agosto del año 1.968 y estuvo organizado por la Agrupación Cultural Juvenil Memphis, perteneciente a la Vocalía Juvenil de Medusa, siendo en esa época el vocal de música Álvaro Rendón Gómez.

Álvaro, persona emprendedora desde su juventud, perteneció a un grupo de música folk que creó el mismo junto con unos amigos. También por esa época cuando el Cine Macario terminaba la temporada de verano, organizaba bailes en la parte techada donde obtuvo un éxito importante de afluencia de jóvenes, llevando a actuar varios grupos de la provincia.

Este fue el orden de actuaciones:

  1. “Pueblos”, autor: J.A. Zambrano, interpreta: Los Radar’s
  2. “Amor eterno”, autor: José Martín, interpreta: Francisco Calles
  3. “Nora” autor: M. Ruiz Herrera, interpreta: M. Ruiz Herrera
  4. “Súplicas”, autor: A. Gómez Benítez, interpreta: A. Gómez Benítez
  5. “Dímelo”, autor: J. L. Zaragoza, interpreta: J. L. Zaragoza
  6. “Soy vagabundo”, autor: J. C. Rodríguez Rendón, interpreta: Dúo Amisk
  7. “Atardecer”, autor: Inés Monguió, interpreta: Inés Monguió
  8. “Unos que vienen”, autor: Los Radar’s, interpreta Los Radar’s
  9. “Quiero enseñarte a vivir”, autor: J. L. Zaragoza, interpreta J. L. Zaragoza
  10. “Renunciar”, autor: M. Ruiz Herrera, interpreta M. Ruiz Herrera
  11. “Pastorcillo”, autor: J. E. Poullet, interpreta: Los Radar´s
  12. “Vieja balada”, autor: Inés Monguió, interpreta: Inés Monguió

Este Festival fue presentado por Isabel Mata, de El Puerto, recién elegida “Maja de Andalucía” en aquel mismo año y José Antonio Guerrero Torres.

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De izquierda a derecha, Lele, Juande, Julio, Koky y Pete, componentes de Los Radar's, posando para una publicidad del año 1967.

El grupo Los Radar’s interpretó “Pueblos” de Zambrano, “Pastorcillo” de Poullet, el tema “Unos que vienen” compuesta por ellos, fue cambiada por otra que se llamaba “Vivo el amor” también del propio grupo, otorgándose a está canción un premio especial fuera de concurso ya que el jurado consideró a Los Radar’s como profesionales de aquella época y el Festival estaba enfocado a jóvenes noveles de la música.

lavidasigueigual_puertosantamariaEn aquella época el autor de esta nótula tenía una grabadora "Philips" de esas de bobina grande, comprada en "Quicar" y pagada en pequeños plazos. Como estaba casi siempre escuchando la radio que es lo que había en esa época, hablamos de 1.968, aparte de una sola cadena en TVE, emitieron como primicia en una emisora las canciones que se presentarian en el Festival de Benidorm y las grabé. Unos días después estuve con Alvaro Rendón en mi casa preparando el Festival de la Ponderosa, cogí la guitarra y le dije: "--Esta es la canción que vamos a interpretar Los Radar's" y se la canté. Él dijo: "--No esta mal, ¿como se llama?», a lo que le respondí que no le habíamos puesto nombre todavía. Inmediatamente le puso "Unos que vienen". Momentos antes del Festival le dije que iba a cambiar la canción por la otra que era "Vivo el amor" compuesta por "Los Radar's" para el Festival. A Alvaro le pareció estupendo porque la verdad es que no le gustaba mucho "Unos que vienen" así que interpretamos "Vivo el amor". La sorpresa se la llevó cuando unos meses después se escuchó la canción de Julio Iglesias que ganó el VII Festival de la Canción de Benidorm en 1.968 con "La vida sigue igual". Era la misma que yo le canté aquel día en mi casa con la guitarra, desestimándola después para el Festival Juvenil. Yo creo que esa broma no me la perdonará nunca.

No se volvió a celebrar ningún festival de este tipo en El Puerto a pesar de que tuvo una gran aceptación, Alvaro Rendón se marchó a estudiar Bellas Artes en 1.970 dejando esta pequeña historia de la música en el Puerto de Santa María. Gracias Álvaro. (Textos: Francisco Ramírez Tallón).

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Vista aérea de la Playa de La Puntilla.

Para alguien que ha nacido en este rinconcito del sur, oír playa de La Puntilla es abrir la ventana de los recuerdos. Para muchos, entre los que me encuentro, La Puntilla es algo más que una playa, es un tiempo pasado cargado de anécdotas, venturas y desventuras. Allí fue donde mis ojos vieron por primera vez el mar. Soy jerezana y aunque estábamos tan cerca del mar, 15km, a la vez estábamos lejos. En los años 50 y 60 la vida no era ni mucho menos como en la actualidad.

Por el Carmen empezaban los baños, qué nervios con los preparativos, la ilusión se desbordaba. Los domingos por la mañana, ¡venga niñas a levantarse no vayamos a perder el tren!, con los cestos llenos de comida, toalla para tirarnos en la arena y la sombrilla, la cultura de saber estar al sol era importantísima para no acabar rojos como salmonetes. Los que no tenían cuidado con aquel sol traicionero pagaban las consecuencias, días después cambiaban la piel como si de serpientes se tratara, luego quedaban como dálmatas, me sonrío recordando todo aquello, y puedo verme, en una mano el cubo y la pala, bajo el brazo la pelota y sobre la cabeza un gorro para no coger una insolación. Yo de niña era rubia , cuando acavaba el verano, con el sol y el agua del mar, mi pelo se había vuelto tan dorado que a menudo me confundían con una nórdica, cuando llegábamos a El Puerto venga, un coche de caballos. Me gustaba sentarme en el pescante para ver el mar la primera y qué maravilla, yo no podía resistirme, en cuánto llegábamos a La Puntilla salía corriendo a meterme en el agua, qué buena estaba, cuanta feliciad sentía.

En La Puntilla nos conocíamos casi todos. Pasear por la orilla significaba ir saludando, por aquí y por allí salían conocidos. Fulanita se ha casado, menganita también y, ¿te acuerdas de aquella niña de Sevilla?, pues menudo bombo tiene, no se ve los pies, ¡ohi! que gorda y que guapa te has puesto chiquilla, le decían a la embarazada. A mí me decían que los niños venian de Paris y que los traía la cigüeña en el pico, pero de eso nada me dijo una niña mayor que yo, esa lo ha hecho, ¿hacer qué? me preguntaba yo , y así entre juego y veras me enteré cómo y de dónde venian los niños. Y es que mientras hacíamos la digestión y nuestras madres dormitaban allí en los pinares, a la sombra de aquellos árboles (si no estoy mal informada creo que no hay un lugar igual en la provincia de Cádiz, los pinares de La Puntilla eran únicos) las niñas de los años 50 y 60 teníamos unas conversaciones muy instructivas, a escondidas nos pasábamos todo tipo de información que la moral de la época censuraba.

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Pinares de la Puntilla (foto Jorge Roa).

Conforme crecíamos cambiaban los juegos de hacer castillos de arena en la orilla o hacer el submarino, eso era muy divertido, cogíamos un palo con ambas manos, los brazos estirados, antes de que llegara la ola nos tirábamos al agua boca abajo, el agua nos arrastraba unos metros hasta la orilla y así una y otra vez. Éramos incansables, ojito con los flotadores y con las colchonetas, alguna vez decían: a fulanito lo tubieron que recoger cuando pasaba el vaporcito si no lo cogen la corriente lo lleva a America. Recuerdo aquellos veraneantes que venían de Arcos, Medina Sidonia. etc., y el roneo de los jóvenes de la época que cuanto arte y cuanta gracia había que tener para ronear como Dios manda. ¡qué cosas pasaban!

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El Vapor de El Puerto a su paso por el Canal.

Y del Canal cuantas cosas podríamos decir, mi abuela decía que antes desembocaba en otro sitio y que cambiaron el cauce después de unas terribles inundaciones, el rio Cartuja se desbordó, murió mucha gente ahogada y los daños materiales fueron cuantiosos. Mi familia pertenecía al mundo del toro, mi abuela materna era Maria Chica sobrina carnal del ganadero jerezano Curro Chica, yo me eduqué en las Esclavas en Jerez y tuve la suerte de, siendo mi familia quien era, nadie me dijera no te juntes con éste o con el otro, al contrario mi abuela siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara y así nos educó, nadie es mejor que nadie por pertenecer a una clase social o a otra.

Los taurinos decían algo así como que «Quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es un día de toros» y yo digo que quien no ha estado en La Puntilla no sabe lo que era un día de playa de los de antes. El recuerdo de aquel tiempo me lleva a los ahogados del canal. ¡Cuanta gente jóven falleció de manera absurda!, era impactante ver el cuerpo sin vida del ahogado alli sobre la arena esperando la llegada de la Guardia Civil. Algún alma piadosa lo tapaba, espontáneamente se oía una oración por aquella persona que tan sólo un rato antes estaba llena de vida y ahora por una imprudencia yacía en la arena muerta, curiosamente siempre eran hombres jóvenes. Cuanto dolor y cuantas lágrimas se derramaron, pero la tragedia se repetía una y otra vez cada verano.

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Playa de Valdelagrana, vista aerea, finales de los sesenta del siglo pasado.

Recuerdo que en el verano de 1960, no se me olvida la fecha porque tengo una pulsera que me regalaron el día de mi santo con la fecha grabada, pues bién, como tantas veces cruzamos a Valdelagrana en barca, entre las personas iba una mujer enlutada con un ramo de flores en las manos, cuando estábamos en medio del canal lanzó las flores al agua, nadie dijo nada pero se acabaron las risas. No se quien era aquella mujer pero nunca olvidaré su cara.

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Atravesando desde La Puntilla a Valdelagrana en bote. (Foto Colección V.G.L.)

Yo vivo muy lejos, de mi familia directa no queda casi nadie en aquel rinconcito del sur, estamos repartidos entre Europa y América, pero por muy lejos que se esté, la bandera y la Patria se llevan en el corazón y el mío está repleto de aquellos veranos, de aquellas tertulias a la sombra de los pinares de La Puntilla. Fue un tiempo tan felíz que recordar aquella época y además poder compartir la experiencia es sencillamente maravilloso. (Textos: Carmen Freidías).

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Ramón Sánchez Pina nació en la Ribera núm. 41 entonces, en la Casa de la Escalerita el 3 de marzo de 1921. Cuando Ramón contaba apenas un año, su padre Manuel Sánchez Atalaya, se colocó de Sacristán en la Parroquia de San Joaquín a donde se fue a vivir toda la familia, y donde fue bautizado nuestro protagonista, hace ahora 88 años. Con cuatro años cursaría sus primeros estudios -con una amiga- en el Asilo de Huérfanas, con entrada por la calle Diego Niño. Allí estaría poco tiempo, luego pasaría a otra amiga en la calle Melero -con Paca la mujer de Juan Pinto, aunque lo llevaba la hija- cuando la familia tenía dinero para destinar 1 “perra chica” diaria a tal menester.

sanchezpina_monaguillo_puertosantamariaAllí aprendería las primeras reglas y, con seis años se vería de monaguillo, a las órdenes de su padre, el Sacristán, en San Joaquín. Luego estudiaría en el Pósito de Pescadores, en Puerto Escondido, aunque por poco tiempo: hacía falta arrimar algún dinero para la familia y dejó pronto la escuela. (En la imagen, Ramón de monaguillo, en 1926).

PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA.
La proclamación de la II República le cogió el 14 de abril con 10 años. Vendrían malos tiempos para la familia porque al padre lo echan de Sacristán de la Parroquia, debido a que su hijo era presidente de la Sociedad de Camareros, una especie de sindicato gremial progresista y porque también otros hermanos de Ramón militaban en partidos de izquierda que no se llevaban precisamente bien, con la Iglesia. Y así empieza un largo peregrinar por diversas viviendas de aquel Sacristán venido a menos y su larga prole -6 hijos- por diversos domicilios: Larga 72 -hoy 74-, Pozuelo, Durango, ...

El padre coloca a Ramón de monaguillo en  la Iglesia Mayor Prioral, donde estará dos meses y luego con el mismo oficio además de mozo, en el antiguo Hospital San Juan de Dios.  También ejercería en el Convento del Espíritu Santo, el Asilo de Huérfanas y las Capuchinas. Un par de años más tarde, en 1933, se va a trabajar en la Papelería Cortés, con Emilia y Elisa, como repartidor y vendedor de periódicos, llegando a ganar 1 peseta diaria, compatibilizándolo con la venta del periódico comunista Mundo Obrero, donde se ganaba otra peseta al día.

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Ramón es el primero de la derecha, con sus padres y hermanos. La fotografía es de 1932.

LA REBELIÓN DE 1936.
En 1936 ya no vendía periódicos. Entra a trabajar como aprendiz, con 15 años, con Pepe Lora en la Carpintería La Palma y de chiquillo en las casetas de playa. El día que se produjo el Desembarco de los Moros en los muelles de El Puerto, el 18 de julio, lo mandaron para su casa.

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Los moros de Franco, camino de Madrid.

Los moros eran seguidos por la chiquillería, alborotadora, que contemplaron como sacaban a los falangistas que estaban presos en la Prevención. En el Ayuntamiento se cambiaron las tornas y organizaron el nuevo régimen; luego fueron a la Casa del Pueblo. Hubo tiros, algunos heridos y los niños desaparecieron, se cerraron comercios y en España y en El Puerto empezaría una nueva etapa que duraría 40 años.

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La Taberna 'La Burra', en una instantánea tomada después de su cierre. (Foto Fito Carreto).

Ramón siempre fue un buscavidas y buscando trabajo llegó a ejercer de freganchín en la Taberna “La Burra” en la calle Cielos, en “La Antigua de Cabo”, en las corridas de toros y en fiestas privadas. Como aprendiz de carpintería ayudaba a su padre, que en aquellos tiempos se ganaba la vida como fotógrafo de comunión, tomando instantáneas a los marineros o a los niños del Batallón Infantil, junto a otros conocidos retratistas de la época de El Puerto como Quico Sánchez o Justino Castroverde.

sasnchezpina_esposa1_puertosantamariaLA GUERRA Y SU NOVIA.
Debido a su papel como repartidor de Mundo Obrero, los Requetés lo quisieron llevar al frente de batalla y para ello lo pusieron a hacer instrucción militar. Pero un amigo le presentó a Juan Ignacio Varela Gilabert que lo introdujo en la organización juvenil de la Falange -los flechas- y se salvó de ir a la guerra. Eso si, todos los domingos y fiestas de guardar, tenía que ir a misa. (En la imagen, Ramón y su mujer, Catalina, el día de su boda celebrada en el año 1946).

Fue precisamente con los flechas que fueron a Rota a escoltar la procesión de la Virgen del Rosario cuando conoció a la que habría de ser su mujer, Catalina Santos Lucero. Estamos en 1938. Y a partir de entonces, domingo si domingo no, se desplazaba a la vecina población a ver a su novia. En 1939, con la mayoría de edad, lo mandan a Utrera a hacer la instrucción para ir, esta vez si, al frente de batalla. Allí conoce Manuel Delgado Almisas, que era practicante, y con él estuvo en el botiquín y haciendo la instrucción durante 21 días, con tan buena fortuna que se acabó la guerra y no conoció la confrontación en primera persona. Vuelta a El Puerto y se coloca de eventual en Bodegas Caballero, primero y luego en Bodegas Terry como arrumbador.

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De izquierda a derecha, Pepe Morillo León, Ramón Sánchez Pina y un desconocido. Foto de los años 40 del siglo pasado.

LA DIVISIÓN AZUL.
En 1941 se incorpora de nuevo al Servicio Militar. Viendo el hambre que había en Cádiz decide enrolarse en la División Azul -al menos comería- ganando 7,50 pesetas al mes. La División Azul --Blaue Division, para el ejército alemán, o la 250 Einheit spanischer Freisilliger de la Wehrmacht--, fue una unidad de voluntarios españoles que sirvió a partir de 1941, y oficialmente hasta 1943, en el bando alemán durante la II Guerra Mundial, principalmente en el frente oriental contra la Unión Soviética.

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En el frente ruso, a la derecha, llevando un carro de artillería.

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En Hoff (Alemania) 1943, poco antes de su repatriación a la derecha del grupo.

Allí estaría con otros porteños, entre otros Pepe Benjumeda, el Neno, con nótula 115 en Gente del Puerto,  pasando dos inviernos de auténtico frío. Fue artillero conductor del 4º de Carros del 2º Escuadrón, llevando también un armón de artillería. Recuerda aún el ametrallamiento aéreo de la columna en la que iba en el frente de Nogolor y también su paso por el Frente de Leningrado (San Petesburgo). De El Puerto fueron unos 25, --en Sevilla se bajaron 4-- regresando los de Artillería, no así los de Infantería que volvieron pocos. Recuerda a Pepe Barragán, Francisco Camacho Ullén, Ramón Ortiz, José Navarro Guerra, Quirós Vergara, Manolo Morillo (de infantería, que no regresó, muerto en Voljow). Ramón hizo amistad con el Cabo Carmelo Gómez Corella, con el que todavía se habla por teléfono.

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En las bodegas Terry, a la derecha con algunos compañeros, entre otros Alex R. Eady, con nótula núm. 391 en Gente del Puerto y Manuel Delgado Almisas, con el que compartió instrucción durante el Servicio Militar.

REGRESO A EL PUERTO.
En 1943 se incorpora de nuevo en Bodegas Terry donde haría de todo: arrumbador, embotellador, pintor, ayudante de carpintero, camarero, ... jubilándose como conserje en 1981, con 60 años. Lleva pues 28 años de jubilado jubiloso, con una memoria impecable, una conversación amenísima y nada pesada ni aburrida, y muchas cosas que contar y compartir que, en una segunda parte esperamos ofrecerles a los lectores de Gente del Puerto.

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Ramón y Catalina, con sus once hijos, en una reunión de aniversario.

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Ramón con sus nietos, no están, todos, en la misma reunión de aniversario.

LA FAMILIA Y EL TRABAJO.
Ramón se casaría en el año 1946 con Catalina Santos Lucero -recientemente desaparecida- con quien tuvo 11 hijos: los nietos y los biznietos siguen de camino. La ceremonia la celebró en la Iglesia Mayor Prioral, fijando su residencia en la calle Luna, 47. En la actualidad vive en un piso en una barriada que no podía tener un nombre más apropiado con su relación profesional: la Barriada de la Vid.

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Con un grupo de compañeros, de camarero.

Ramón, con tanta familia, tenía que seguir haciendo lo que hizo toda su vida: trabajar y compatibilizó sus ocupaciones en Terry con las de camarero -algo que también ejerció en la Bodega- en Los Tres Reyes, el Bar Vicente, el Resbaladero, en la Feria llevando la Caseta de Helo-Libo. Además, participó en la construcción del Depósito de Gasoil en “La Otra Banda”, o cuando estaba parado, acarreando tablillas en el Muelle, e incluso descargando maletas en la Estación. También fue conserje y cobrador de la Asociación Cultural 'Medusa' con nótula núm. 181 en Gente del Puerto, ayudando a sus hijos y  cobrador de la Hermandad del Olivo.

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Catalina y Ramón, el matrimonio duró más de sesenta años.

Su larga prole se tiene que sentir orgullosa de un hombre trabajador, sensible, culto e inquieto que al enterarse de que Gente del Puerto se lee por Internet, no ha dudado en pedirle a sus hijos que le instalasen en su casa un ordenador para conocer -tiene muchas ansias de conocer- que se cuenta de sus paisanos, de las Gente y Habitantes de El Puerto.

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Taller de Imprenta de SAFA, finales de la década de los cincuenta.

Yo fuí alumno de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA o Colegito) sobre los años cincuenta y tantos, En aquel entonces las Escuelas no estaba reconocida oficialmente y deseaba hacer la especialidad de Delineación y, mientras que se habilitaba el profesorado adecuado y la clase, me enviaron a la oficina de administración con Don Ginés para que no perdiese el tiempo. En esta oficinas trabajaba Juan Mesa, José L. Cantera Mesa y Don Ginés era el administrador.

padrevilloslada_puertosantamariaManuel Bermudo de la Rosa S.J., era director de la Escuela y persona comprometida con su orden, su pensamiento cristiano y humano a elevar el nivel integral de los alumnos en aquella época, según marcaba las directrices del ideario redactado por el Padre Villoslada. Como los recursos que se disponían eran escasos, el Padre Bermudo se dedicaba a visitar con frecuencia al Ministerio de Educación y Ciencia, para solicitar el reconocimiento de las Escuelas y que pudieran tener derecho al sostenimiento económico de las mismas. Mientras tanto estas peticiones no se solucionaban el Padre Bermudo consiguió que su padre comprara una furgoneta DKW para el servicio del Colegio. (En la imagen, el Padre Villoslada, S.J.)

Algunos benefactores de la época con las Escuelas, que donaban dinero fueron: Isabel Merello Alvarez-Campana, José Luis, Joaquín y Enriqueta Osborne Vázquez y otros que no recuerdo. Las cantidades eran importantes, había donativos desde 10.000 hasta 100.000 pesetas. de entonces y esto lo hacía el Padre Bermudo tocándole el corazón a las personas que disponían de recursos. También había mujeres solteras de relevancia social, no muy ocupadas, que acudían a misa casi a diario, a las que el Padre Bermudo puso a tricotar lana para hacer jerseys para los alumnos, no olvidemos que en aquellas fechas la ropa escaseaba y casi no se conocían los chaquetones.

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Misa de Fin de curso en los patios, año 1954.

Igualmente se creó el economato, para que los padres de alumnos pudiesen comprar comestibles a precios más asequibles. Y, como los sueldos de los maestros eran escaso, ya dice el refrán: "Pasa más hambre que un maestro escuela", el Colegito estableció una gratificación a los maestros de 500 pesetas mensuales, porque algunos no alcanzaban a vivir que el salario del Estado.

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Patio de Talleres de SAFA.

La aportación de la Base Naval de Rota en especies también fue importante, el que más y el que menos se acuerda de suculento queso americano y la leche en polvo. Ramón Insua Baena enviaba todos los años dos cochinos y un equipo de matarifes para que los niños pudieran comer carne.

Al cabo de los años pienso que las Escuelas ha preparado, prepara y seguirá haciéndolo, hombres en todo Andalucía con una formación integral, el ejemplo está la factoría de Santana de Linares (Jaen) en la  que casi todos los alumnos de SAFA resultaban colocados en aquella empresa de automoción.

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Alumnos de SAFA, visitando una empresa para conocer, de primera mano, la realidad laboral de la época.

Me gustaría destacar a los profesores con los que tuve más contacto como Don Leonardo Romero Maure, Don Juan Navarro Rincón, Don Diego Mora, Don Antonio Ojeda Dante, Don Antonio (Maestro del taller de imprenta), Don Pedro Valcalcer, Don José Arjona Cía (maestro carpintero, un artista dibujando), etc.

Y por ultimo, quisiera desde este extraordinario medio de comunicación que es Gente del Puerto, denunciar que nuestra ciudad no ha sido agradecida a las jesuitas, que de una forma callada y siempre pasando desapercibidos realizaron una labor formativa que ahí está. (Textos: Francisco Bollullos Estepa).

DOS MAESTROS

"En las escuelas de primaria de Finlandia, los alumnos se despiden de sus maestros estrechándoles la mano y agradeciéndoles los conocimientos adquiridos ese día. Hermosa manera, a edades tan tempranas, de ejercer la gratitud con aquellos que tienen la osadía de enseñar en estos tiempos gamberros en los que casi nadie da las gracias por nada.

Me acordé el otro día de esta esperanzadora liturgia de reconocimiento a los docentes de aquel país larguirucho, mientras leía, con la nostalgia herida, la noticia del fallecimiento de Antonio Ariza. Hace algunas semanas nos dejaba también Elías Estíbaliz, otro histórico de la Plaza Elías Ahuja.

No cultivé la amistad con ellos, pero mi relación con ambos fue siempre cordial y respetuosa. El recuerdo, ese idioma de los sentimientos, me lleva hoy a unas aulas que rodeaban un patio claro en el que madurábamos junto a rosas y geranios. Allí aprendimos que la estenotipia no era una enfermedad, sino una asignatura, que los asientos contables no tenían patas y que el delegado de la clase de al lado se llamaba igual que el interés comercial: Ico, para los amigos.

A Elías le debemos su pasión por los buenos afanes. Nos dio de leer libros que disiparon nuestra ignorancia, nos condujo gentilmente por la calles austeras y limpias de la ética, y, desde un escepticismo discreto, nos regaló su ingenio humilde y elegante. Parece que lo estoy viendo atravesar la clase pausadamente, buscando actores para Luces de Bohemia: tú, Max Estrella; tú,  Madame Collet; tú, te callas si no quieres irte fuera.

A Antonio le recuerdo, en mangas de camisa, dando clases de Prácticas Administrativas, corbata al cuello y un colegio sobre sus espaldas. La última vez que le vi, enjuto de carnes que no de esperanza, hablamos otra vez de lo de siempre: buena cosecha aquella del 77, la segunda promoción de Administrativo. No sé que sería hoy de muchos de nosotros si aquel vino nuevo no hubiera pasado por el alambique generoso de la SAFA, esa escuela que se nos cruzó un día en la vendimia de nuestra vidas.

Como los chavales finlandeses al final de cada jornada escolar, ya con las nieves del tiempo plateando mi sien, quiero hoy despedirme de ellos agradeciéndoles su esfuerzo por abrirnos el porvenir en las mañanas azules de nuestra adolescencia". (Pepe Mendoza)

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En la imagen, fila superior, de izquierda a derecha: Manolo Torrent, Paco Candón empresario de Artes Gráficas de San Fernando, Matías Ayuso y su amigo del alma, Fernando Torrent. Agachados, José Luis Nimo Muñoz y Manolito Torrent, todos ellos de la “Saga de los Torrent” gestores de la antigua fábrica de tapones y cápsular Torrent, situada en la calle Espíritu Santo. La fotografía está tomada en la antigua Feria de Ganado, situada en los terrenos donde en la actualidad se encuentra el Polígono Indutrial “El Palmar”, en el año 1954.

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loro_alquiladores_puertosantamariaHubo un humilde personaje en El Puerto de la segunda mitad de los cincuenta del siglo XX que por humilde, ni siquiera era personaje, pero sí un ser entrañable para los niños de entonces, como yo: el Loro de la calle Alquiladores.

En aquellas frías e interminables tardes de esos años, a la salida de los colegios nunca faltaba a su cita con los chavales que pasábamos bajo su balcón. Se entablaba rápidamente un fluido coloquio entre los de la calle y el del balcón, en el cual se trataban variados temas, como las preferencias sexuales de unos y otro, menciones apasionadas siempre relacionadas con funciones fisiológicas, sobre los difuntos próximos de los de abajo, cuestionándose indefectiblemente, por parte del plumífero, la honorabilidad de las señoras madres de los de abajo.

El Loro (sí, con mayúsculas) demostraba con su diestro manejo del lenguaje,  adecuado a la ocasión, que disfrutaba de un entregado pedagogo que, a "full time", debía vivir dedicado a la puesta al dia del vocabulario de su aventajado pupilo.

Cuando voy a mi Puerto y paso por la calle Alquiladores, mis ojos a través de sus gafas de vista cansada, siempre se dirigen a ese balcón hoy vacío y si bién no una oración, sí que le dedico al Loro de la calle Alquiladores una sonrisa. Y sigo mi camino esperando oir tras de mí una voz aguda y chillona que me diga: ¡¡Hijo de p**a!! 

Veamos que nos cuenta Luis Suárez Ávila: "azulejo_loroLos animales se parecen a sus dueños. Eso es cosa que siempre se ha dicho, yo no sé si con fundamento o sin él. Pero, sea como fuere, me vienen a la memoria una serie de ejemplos y verbi gratias que me llaman la atención sobre el particular. Del  mundo de las aves, los loros,  son animales de los que en este Gran Puerto ha habido unos buenísimos ejemplares, más que nada por su carácter cosmopolita y por el comercio con la Indias. En cualquier casa había un loro, una cotorra o un guacamayo que un embarcado había traído de regalo. Sin embargo, siempre estuvieron sometidos a la disciplina y enseñanzas domésticas y nunca disfrutaron de libertad plena, como ahora que se han escapado, o los han echado a la calle, por perversos, y han poblado en colonias numerosísimas todas las palmeras de la entrada de Vista Hermosa y se han extendido a todos los Pagos del término municipal. Son loros salvajes y cotorras montunas, sin formación específica que, abandonados por sus dueños, se han multiplicado sin tasa en un medio que no les es el propio y ya van por la décima generación, por lo menos. En cierto modo son como los cocodrilos que aparecieron en un pantano madrileño, las tortugas americanas que pueblan nuestros ríos, o los patos malvasía foráneos que han abandonado sus dueños, con peligro y detrimento de bastardear la especie autóctona en los humedales de Doñana.

En este Gran Puerto, han abundado los loros famosos.
La prueba de que esta Ciudad es una de las más relevantes cunas del flamenco es lo que cuenta  Don Nicolás de la Cruz Bahamonde, Conde de Maule, en su “Viaje de España, Francia e Italia, en 14 volúmenes, publicado en Cádiz, a comienzos del siglo XIX. En el volumen XII, página 502, refiere que en El Puerto de Santa María vio en una casa un loro de treinta y nueve años de edad, del cual dice: “Su condición es montés e idiomática a pesar de sus treinta y seis años que lleva de encierro en esta casa; pero es muy alegre y gitano; le gusta la música, principalmente los palillos o castañuelas, pues en oyéndolos tocar en los tonos de zapateado, fandango, boleras u otros, por este orden, se alegra, grita y baila llevando el compás de la música con sus patitas...”

De ello se deduce la longevidad de los loros, la facilidad para los idiomas  --este es idiomático--, es melómano, y aficionado al flamenco –es muy alegre y gitano--, jaleador de los cantes  y bailaor.  Pero lo que no nos dice el conde de Maule es quién era el dueño de la casa, que seguramente sería igual, igualito en aficiones y condición, que el loro.
En la calle Alquiladores, cuando yo era chico, había un loro en un balcón, al que los niños y los mayores, le decían tacos, picardías y palabrotas. Pues el loro, no bien veía alguien pasar por la calle, prorrumpía en una sarta de insultos, que eran contestados por el viandante, con lo que el loro aprendía vocablos nuevos de esa jerga. Yo no sé quien era el dueño, ni si era persona educada, pero, con no haber cogido al loro y haberlo metido en un correccional, ya estaba retratado, por permitirle esa fea conducta y versación.

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En la calle Luna, desde 1927, hasta hace poco, estuvo abierta la tienda de tejidos y confecciones de Lolita Serafina --Dolores García de Quirós, casada con Vicente Acal--, cuya tienda frecuentaban las señoras al salir de misa en la Prioral. Pues bien, como Lolita era muy religiosa y su clientela también, el loro que tenía lo era igualmente. Y es que el loro cantaba con gran entonación eso de “Corazón Santo, tú reinarás...”, lo que era una delicia para las edificantes señoras que frecuentaban el establecimiento.

Otro loro famoso era el que tenía Rafael Alberti en su casa de El Puerto. En cuanto llegaba un camarada de visita le endilgaba “La Internacional”, con  revolucionario espíritu enardecido. Y es que cada dueño tiene y ha tenido el loro que le corresponde y cada dueño, en mala comparación, pero con toda propiedad, se parece a su loro. Eso es cosa del mimetismo ilustrado o cosa parecida, digo yo." (Texto: Luis Suárez Ávila).

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blasdelezo_museonaval_puertosantamariaSeguramente, para la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas, el nombre de Blas de Lezo les es desconocido. Quizá hayan oído hablar de una fragata de la Armada que lleva ese nombre y la gente de la vela sabrá que hay una importante regata nocturna que organiza el Club de Mar Puerto Sherry -el pasado 2008 asistió el actual Marqués de Ovieco, descendiente de Lezo-. Pero, por fortuna, en los últimos meses la figura del insigne marino vasco Blas de Lezo y Olavarrieta (también conocido como El Almirante 'Patapalo') ha sido difundida a través de conferencias, artículos periodísticos y radiofónicos, cientos de páginas web -algunas de ellas con errores y anacronismos-, varios vídeos que se pueden visionar en www.youtube.com y libros como el de Carlos Alonso Mendizábal: Blas de Lezo, el Malquerido, de la Editorial Dossoles o el de José Manuel Rodríguez El Almirante Blas de Lezo, el vasco que salvó el Imperio español, de la editorial Áltera .

Existe además una plataforma ciudadana que está recabando firmas para que el Ayuntamiento de Madrid le dedique un vial o una plaza al gran almirante, como ya existe en otras ciudades españolas y colombianas, y reconocer así al gran militar --"el terror de los ingleses", "el marino que surgía de la niebla"-- que fue este guipuzcoano de Pasajes.

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La memoria de Lezo es honrada por la Armada Española, donde su nombre se recuerda con el mayor honor que puede rendirse a un marino español, siendo costumbre que exista siempre un navío de la Armada bautizado con su nombre. El último, una fragata de la clase F-100, la Blas de Lezo (F103), que encalló en 2007 durante unos ejercicios de la OTAN en Escocia. Curiosamente, no es el único barco con este nombre que sufre percances, ya que el crucero Blas de Lezo se perdió en 1932 al tocar un bajío frente a Finisterre. (Dibujo: Revista Naval).

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En la imagen, detalle de la estatua erigida en honor de Lezo en Cartagena de Indias (Colombia). Muchas de los cuadros y dibujos existentes del Almirante, procuran disimular desde el punto de vista del autor -como en la fotografía- los defectos físicos del personaje, que blasedelezo_dibujo_puertosantamariase fueron acentuando en los distintos frentes en los que participó. Era tuerto, cojo y manco. (Foto Juan Carlos Muñoz).

Todo lo anterior ha contribuido a que su intensa carrera en la mar y su azarosa vida sean conocidas por un mayor número de personas. Desde su alistamiento como guardiamarina a los 12 años -1701- en la flota francesa, hasta su muerte en Cartagena de Indias (Colombia) en 1741 tras infringir una severa derrota a la imponente armada inglesa del almirante Edward Vernon, participó en numerosas batallas de forma valerosa y con una estrategia fuera de lo común. Fue herido en varias ocasiones y, a los 25 años, había perdido una pierna -sustituida por una de madera-, la movilidad de un brazo y la visión de un ojo.

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La fragata de Blas de Lezo contra el navío Stanhope

blasdelezo_tuerto_puertosantamariaLas diferencias de estrategia que mantuvo con el virrey de Nueva Granada, Sebastián Eslava, en la defensa de Cartagena hizo que éste conspirase contra el marino (en el cuadro de autor desconocido que aparece a la izquierda de este texto) y el rey Felipe V actuase de tal manera que su determinación ocasionó a su familia la ruina económica y social, hasta el punto que ni siquiera pudieron pagarle una sepultura digna, por lo que se desconoce su enterramiento. Incluso después de muerto fue destituido. Finalmente y, pasado un tiempo, fue rehabilitada su figura y el 26 de agosto de 1760 el Rey Carlos III le otorgó, a título póstumo, el Marquesado de Ovieco, que recayó en su hijo Blas Fernando de Lezo y Pacheco, el cual fue investido en diciembre de 1771 por el Rey como maestro de ceremonias de la Orden de los Caballeros de las Grandes Cruces de Carlos III. Gracias a este reconocimiento, los descendientes de Lezo empezaron a obtener privilegios y nombramientos y a emparentarse con la aristocracia del país. Tomás de Lezo y Pacheco murió en Santa Cruz (Bolivia) en 1782, siendo gobernador.

blasdelezo_estandarte_puertosantamariaUn sobrino de los anteriores, hijo de una hermana, llamado Alvarado Lezo, llegó también a ser Almirante. Blas de Lezo y Castro, Marqués de Ovieco, fue nombrado Académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1815. Otro Lezo, José Lezo y Vasco, durante el período 1858 a 1900, año de su muerte, fue Senador vitalicio, además de llevar el título del Marquesado. En la actualidad, el título está regentado por Antonio Marabini y Bérriz. (En reconocimiento de sus servicios al Rey, este le concedió en 1731 como estandarte para su capitana la bandera morada con el escudo de armas de Felipe V, las órdenes del Espíritu Santo y el Toisón de Oro alrededor y cuatro anclas en sus extremos).

LOS LEZO EN EL PUERTO.
Tras estas sucintas reseñas, pasamos a la finalidad principal de este artículo, la estancia de los Lezo en El Puerto de Santa María. El almirante ya había estado en 1719-20 y en 1730 en Cádiz. De allí partió, ya viviendo en El Puerto, el 3 de febrero de 1737 hacia Cartagena dirigiendo la que sería la última carrera de Indias y donde encontraría, como ya se ha reflejado, su fatal destino.

larga70_puertosantamariaTras las investigaciones realizadas en los padrones de la época por Miguel Ángel Caballero Sánchez -historiador de Patrimonio Histórico de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de El Puerto- al que agradezco su constancia y dedicación ya que, sin sus aportaciones, no se hubiesen podido divulgar estos datos que se relatan a continuación, hemos podido saber fehacientemente tras el estudio de los padrones de la Iglesia Mayor Prioral que Blas de Lezo, su mujer, Josefa Pacheco Bustos -una criolla peruana con la que se había casado el 5 de mayo de 1725 en Lima- sus hijos y un criado (¿?) afroamericano llamado Antonio Lezo, vivieron desde 1736 en una casa de la calle Larga, para ser más exactos en Larga, 70, hoy reconvertida en apartamentos de alquiler. Tras su muerte, su viuda -conocida en la localidad como 'La Gobernadora'- y sus hijos permanecieron en ella hasta la muerte de ésta el 31 de marzo de 1743. (En la imagen, la 'Casa de la Gobernaora', hoy Apartamentos 'Larga 70').

blasedelezo_firma_puertosantamariaA la izquierda, firma del Almirante Blas de Lezo.

La Excma. Sra. Doña Josefa Pacheco fue enterrada en el Convento de Santo Domingo, sito en la calle del mismo nombre. A partir de esta fecha, los descendientes de Blas de Lezo desaparecen de los padrones portuenses. Durante su residencia en la ciudad, el Cabildo municipal, siendo conocedor del prestigio del almirante, hizo a su familia diferentes concesiones, entre las que destacó una toma de agua para la casa. Hasta hace pocos años, la ciudadanía portuense siguió llamando a la mansión casa de 'La Gobernaora'. (Texto: Juan Ig. Domínguez Gil).

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Placa conmemorativa descubierta en el día de ayer, situada en la fachada de la casa donde vivió el almirante. (Foto: Vicente González Lechuga).

DESCUBRIMIENTO DE PLACA.
El alcalde Enrique Moresco, el almirante de la Flota (Alflot), Juan Carlos Muñoz-Delgado, el contralmirante Juan Rodríguez Garat comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota (Congruflot) y la presidenta del Club de Mar Puerto Sherry, Elena Colomer, presidieron ayer sábado, 21 de noviembre de 2009, el solemne acto de homenaje al almirante Blas de Lezo, con el descubrimiento de una lápida en el que fuera su domicilio en El Puerto y que su familia ocupara hasta 1843, en la calle Larga, 70.

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El acto contó con la participación de la Banda del Tercio Sur de la Armada que interpretó la marcha militar 'Almirante Blas de Lezo', original del joven compositor Joaquín Drake, quien estuvo presente en el acto. (Foto: Vicente González Lechuga).

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Al presionar sobre la imagen se ve a tamaño completo.

De izquierda a derecha, fila superior: dos desconocidos, Manuel González Rodríguez  (Bar La Gallera) tres desconocidos, Javier Merello Gaztelu, desconocido, Pedro Osborne Domecq, (propietario del Depósito existente de Cruz Blanca en la Plaza del Castillo), Emilio Martínez de Murga, comercial de la marca;  Terrada, Antonio de la Tertulia Taurina Monasterio, desconocido. Fila segunda, desconocidos. Fila tercera, desconocido, “El Pobre Pepe” del Bar Cádiz, el resto desconocidos hasta Maximino Sordo y desconocidos. Fila cuarta, Eugenio Mena, del Bar El Brillante, Rafael Felices, Pepe del Bar Pepito, Felipe Pérez, José García de Quirós, Enrique Gago del Bar El Nuevo Pescaíto, desconocido, Guillermo García de Leániz, 3 desconocidos y Eloy López. Fila de abajo, desconocido, el hijo del Bar Ramoni, Antonio Balcón (carnicero y hoy está en la puerta del Campo del Racing, jubilado, de portero), Pedro González ya fallecido hijo de Pepe González exportador de pescados; Juan, que trabajó en el Bar Los Tres Reyes en la calle Nevería y en la Base de Rota, en hostelería.

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También se encuentran en la imagen, Guillermo, del Club Náutico; hijo del Bar Simón, de la calle Larga; Antonio Falcón, jefe de porteros de la Plaza de Toros; Feria, yerno de Reina, y a su lado Guillermo, que tenía el Bar frente al Cine Moderno; también el que fue portero del Portuense, de la Bodega de los Giles.

Hemos seleccionado esta foto, especialmente, para que desde Gente del Puerto los lectores nos ayuden a identificar a la mayor parte de los que la integran, desconocidos para las personas que hemos redactado esta nótula.

La imagen está tomada el 16 de abril de 1966 en la Fábrica de las Cervezas Cruz Blanca de Cádiz, a la entrada de la Ciudad,  y a ella se desplazaron una nutrida representación de la hostelería porteña, abastecidas en gran medida por Cervezas Cruz Blanca.

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La foto es de la antigua fábrica de cerveza Cruz Blanca y en frente, lindante con la entonces semisalvaje playa, el solar de los actuales "Delfines". Junto a la fábrica de la Cruz Blanca, la cárcel en construcción. La flamante fábrica de cerveza situada en la zona de Extramuros, territorio que ha sufrido una extraordinaria transformación. (Foto: Memoria de Cádiz. Localizador V.G.L.)

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El reloj de sol, visto desde la calle Cruces. (Foto: Jacinto del Buey Pérez).

El reloj de sol de la fotografía está situado en en la esquina de la calle San Sebastián esquina y vuelta con Cruces. Me impactó de tal manera que pasé mucho tiempo observándolo y ampliando la foto para apreciar sus detalles. Lo primero que llama la atención es su color amarillo "chillón", que lo hace visible a gran distancia, después, cuando te acercas a él ves que es un reloj muy humilde. Está pintado en la pared, pero se aprecia que la persona que lo hizo dominaba muy bien los principios de la Gnomónica (*). En realidad son dos relojes, el que da a la calle Cruces (a la derecha) es un reloj declinante a Levante con los números arábigos. El reloj de la Calle San Sebastián, está mejor orientado hacia el Sur pero en este caso es algo declinante a Poniente, ya que la línea subestilar está prácticamente encima de la una. En este reloj el limbo está marcado con números romanos. Según dice el catálogo de la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol, (pincha aquí), es muy exacto, cosa que pude comprobar cuando fui a verlo. Sus coordenadas son las siguientes: 36º 36’ 01’’N  6º 13’ 50’’W. En los bajos de esa casa había un bar que evidentemente se llamaba "Bar el Reloj". [Quedan los restos de un anuncio de plástico, de color rojo de dicho bar que simula un reloj de Cuco, en la esquina].

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El reloj de sol, visto desde la calle San Sebastián. (Foto Jacinto del Buey Pérez).

¿QUE ES LA GNOMÓNICA?
(*) Gnomónica. (Del lat. gnomonicus). f. Ciencia que enseña el modo de hacer los relojes solares. ?gnomon. (Del lat. gnomon). m. Indicador de las horas en los relojes solares más comunes, frecuentemente en forma de un estilo.

Desde pequeño me han fascinado los relojes de sol. Nunca me pasan desapercibidos, cuando cruzo una plaza, o ando por una calle, donde hay un reloj de sol, es como si un imán me atrajera la mirada hacia él, haciendo que todo pase a un segundo plano. Incluso la nomenclatura usada para referirse a sus diferentes elementos me parece fonéticamente armoniosa, es como si escondiera grandes misterios esotéricos: "gnomon", "línea subestilar", "limbo", "meridiana", etc.

Cuando alguien, profano en la materia, observa un reloj de sol automáticamente mira su reloj de pulsera para tras un momento de confusión argumentar, "Ese reloj no marca la hora bien". Cuando le dices que es el suyo el que marca una hora equivocada, suele responder, "¡Eso como va a ser, si mi reloj varía segundos al mes!".

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Una foto del reloj de sol fue enviada por el porteño Antonio Ramón a Antonio Castillo, sevillano, autor de esta nótula. Lamentablemente, el estado del edificio puede hacer que este histórico medidor del tiempo, desaparezca un día, fruto de la desidia, la ruina o la no adecuada aplicación de las medidas de protección de Casco Histórico de El Puerto. (Foto Antonio Ramón).

¿CUANDO AMANECE, DE VERDAD, EN EL PUERTO?
En El Puerto amanece 14,4 minutos después que en Castellón (por allí pasa el Meridiano 0). En Sevilla amanece 24 minutos después que en Castellón, y en Coruña 33,6 minutos después. Por lo tanto un reloj en El Puerto debía de marcar aproximadamente un cuarto de hora menos que en Castellón.

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Amanecer en El Puerto de Santa María. (Foto de Javier Sánchez).

[Pero para eso están los usos horarios, que marcan a un territorio. Geográficamente, se llama huso horario a cada una de las veinticuatro áreas en que se divide la Tierra, siguiendo la misma definición de tiempo cronométrico. Se llaman así porque tienen forma de huso de hilar o de gajo de naranja, y están centrados en meridianos de una longitud que es un múltiplo de 15°.
Actualmente, la definición de huso horario se basa en las fronteras de países y regiones, y sus límites pueden ser bastante irregulares. En este sentido, a veces se usa el término zona horaria. El Tiempo Universal Coordinado (UTC), centrado sobre el Meridiano de Greenwich define nuestros horarios y despertares, cambios de horario en invierno y verano y diferencias con otros países de nuestro entorno europeo, donde adelantamos otra hora más.
En El Puerto vivimos en la zona horaria de Europa Occidental: UTC+1]

relojsolportatilEl tiempo varía 4 minutos por cada grado de longitud. Conociendo la longitud del lugar, si multiplicas los grados por cuatro hallarás la diferencia horaria con el meridiano 0. También debes de tener en cuenta que los países añaden o quitan horas para aprovechar la luz (en España la hora oficial es GMT+1 en invierno, y GMT+2 en verano). En definitiva que lo que marca el reloj de pulsera es una hora de conveniencia, y no la hora real del lugar donde estamos.Por último me gustaría resaltar que los relojes de sol suelen llevar una leyenda que los hace más enigmáticos, si cabe, y yo voy a colocar aquí una como fin de la entrada: "Omnes feriunt, ultima necat". Que traducido quiere decir: “Todas (las horas) hieren, la última mata”. (Textos: Antonio Castillo). (En la imagen, reloj de sol portable).

FICHA TÉCNICA.

  • Autor/De - fecha, hora foto: Jacinto del Buey Pérez - 18 de junio de 2007, 11:59
  • Lugar: San Sebastián 22 esquina y vuelta con Cruces,
  • Coordenadas, altitud: 36º 36' 01.22'' -6º 13' 50.26'' (36.600335,-6.230623) (Pulsar en el enlace para ver el mapa de situación).
  • Autor - fecha reloj: Desconocidos.
  • Descripción: Reloj doble con caras a levante y meridional, ambas con ligera declinación hacia el alba, pintado en la esquina con gnomones bien colocados. El reloj indica muy bien las horas. (Asociación de los Amigos de los Relojes de Sol. AARS)

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Fray José Cordero de Torres, religioso lego del convento de San Francisco de El Puerto, nació en nuestra Ciudad en 1718 y falleció en 1797. Construyó el reloj de la torre de la Giralda de Sevilla, empezándolo en 1757 y terminándolo en 1764 'obra de singular valía --dice una popularísima descripción impresa-- por la exactitud con que funciona y la belleza de su construcción'. "La campana será o no la misma del reloj primitivo, que cambió por el suyo Fray José Cordero; pero  allí está el primoroso artificio, saturando de espiritualidad las horas de Sevilla" (Mariano López Muñoz). Realizó la reja de la Capilla de San Pedro de la Catedral hispalense, terminándola en 1780. Igualmente realizó los cuadros de cobre que se conservan en la Sacristía de la Prioral y el reloj de la torre del Convento de San Francisco. Tiene atribuido, aunque sin confirmar, la reja del entrecoro de la Cartuja de Jerez. (Foto: Francisco Sánchez).

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En la Sala de Fiestas "El Oasis", Manolo y Diego García Mateos a la izquierda, Koky sustituyendo ese día a Pepe Palacios, Bruce, un pianista inglés que tocaba con ellos, Luis Albela (batería), el del centro parece ser que era el taxista y el primero por la derecha, el cantante de Los Starfis. Año 1.962.

Este grupo --o conjunto como se decía en aquellos tiempos--, estaba regido por sus dos principales componentes, los hermanos Diego y Manuel García Mateos, guitarra y bajo respectivamente. En la panaderia-confiteria de la Calle Jesus Cautivo propiedad de sus padres en los años 50 del siglo pasado, me enseñaron a tocar la guitarra. Manolo tocaba la bandurria, el laud, la guitarra y por último el bajo. En un principo antes de formarse los grupos en El Puerto, empecé tocando con ellos en una "Rondalla", donde habían varios amigos que cantaban y tocaban algún instrumendo de los típicos, estaba entonces a la voz cantante Juan Arjona. Ver nótula núm. 415, La Rondalla de 1961 en el Teatro Principal.

Los Starfis fué el primer grupo de música moderna que se formó en El Puerto a finales de los 50 y principio de los 60. Aunque vivieron muchos cambios, los fundadores fueron Diego (guitarra), Manolo (bajo), Isidoro Nogués (batería) y Pepe Palacios (guitarra).

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En la imagen Los Starfis tocando en una fiesta de fin de curso para los de 3º de oficialía del colegio de la Sagrada Familia en el año 1.959-1960. (Textos: Francisco Ramírez Tallón).

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El almirante Bernardino de Valdivieso Benítez, nace en El Puerto el 2 de Abril de 1644, con toda probabilidad en la calle Alquiladores, donde vivían sus padres, Juan de Valdivieso, sirviendo al rey en la Galera Capitana de España, y que procedía de la población de Bribiesca en Burgos, y su madre que era portuense, Florentina Benítez Corvalan, miembro de una ilustre familia, asentada desde hace tiempo en nuestra Ciudad. Por distintos motivos familiares, con el tiempo, Bernardino estaría entroncado con las familias mas destacadas de la ciudad, como los Pereyra, Vidarte, Eguiarreta, Ordóñez de la Romana, Reynoso, Vizarrón, Araníbar y otros.

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Artesonado del techo del dormitorio de Bernardino de Valdivieso.

Se casa el 18 de noviembre de 1679 (dentro justamente de una semana se cumplen 330 años), con la portuense Juana Luisa de Eguiarreta, de familia distinguida y adinerada, su padre Bernardo, era Contador del Duque. Fue testigo Juan de Araníbar, por entonces capitán, y tío político de la novia. Tuvieron la familia Valdivieso-Eguiarreta, cuatro hijos, Juan Bartolomé, Bernardo Manuel, Teresa y Catalina.

valdivieso_escudo_1980_puertosantamariaEl primero de los hijos fue militar, la ultima de las noticias que tenemos es que viajo rumbo a las Américas en el año 1712. El segundo fue sacerdote, y se marchó a Nueva España con un ilustre familiar, D. Juan Antonio Vizarrón Eguiarreta, concretamente a Méjico, donde llego a ser prebendado de la Catedral, donde esta enterrado, y administrador del Hospital del Amor de Dios, falleciendo en el año 1755. Teresa sabemos que falleció a la corta edad de 10 años. Catalina, se casó con Pablo Miguel Vizarrón, con quien tuvo 5 hijos. (En la imagen, el escudo de la fachada principal del Palacio de Valdivieso, en la década de los ochenta, antes de la restauración del edificio).

CASA DE CARGADORES A INDIAS.

La casa-palacio donde vivian, es típica de un comerciante con América, aunque denominada de Cargadores a Indias, Bernardino de Valdivieso no era un Cargador, sino un marino, dedicado al comercio colonial. La casa se construye en el año 1.679, sobre otras mas antiguas que son derribadas, su arquitecto fue, Pedro Mateos de Grajales, con unas características arquitectónicas muy definidas: fachada decorada, con columnas dobles sobre pilares, y escudo nobiliario, en este caso con un espacio abierto hacia la calle Sol.

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Este espacio ha servido para que el gran pintor de la luz,  Juan Lara, reflejara en un famoso óleo, una estampa costumbrista llamada “Lección de toreo”, (en la imagen) propiedad de la casa vinatera Osborne.

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Patio porticado del Palacio de Valdivieso, actual sede del Servicio Municipal de Urbanismo.

Sigamos con la casa-palacio, patio regular porticado, y con columnas, la distribución interior con bajo, donde se encontraban caballerizas, almacenes, bodegas para granos, aceite, vino, etc., comunicados por una gran escalera de dos cuerpos, estaban en primer lugar el  entresuelo, aquí se encontraban las oficinas de la administración de su casa y negocios, así como zonas de almacenamiento de los productos mas delicados como las telas.

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Pinturas existentess en las estancias, en proceso de restauración, en los años ochenta (I)

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Pinturas existentes en las estancias, en proceso de restauración, en los años ochenta (II)

A continuación accedíamos a la planta principal donde tenían sus salones y dormitorios la familia, aquí se realizaba la vida diaria, techos con artesonados mudéjares, pinturas en las paredes, como las que vemos en la fotografías en proceso de restauración, a finales de los años ochenta y por supuesto la capilla familiar. En esta planta se encontraban los principales enseres, cuadros, baúles, alfombras, mesas, etc., finalmente en el ático se encontraban la cocina los lavaderos, y los dormitorios de sirvientes y esclavos.

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Cortijo La Bizarrona.

EL CORTIJO DE LA BIZARRONA.

Como buen hacendado de la época, Bernardino adquirió tierras para sembrar, gran cantidad de viñas, olivares, así como una cortijada de piedra, que hemos relacionado con el cortijo de la fotografía llamado hoy, “Cortijo de la Bizarrona”, en nuestro termino municipal. Mientras el viajaba al Nuevo Mundo, mantuvo una gran cantidad de negocios, que siempre dejaba en manos de allegados y familiares, todos relacionados con la exportación e importación con América y África.

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Marcas de las ánforas para la exportación.

Como muestra de este negocio la fotografía que recoge las marcas en las anforetas de sus propietarios: 1. Bernardino de Valdivieso. 2. Juan de Araníbar. 3. Martín de Loizaga.  3-a, primera marca, 3-b, segunda marca. 4. Juan Ruiz de Ahumada. 5. Pedro Jaspe de Montenegro. 6. Fermín Sasoeta. 7. Juan Ramírez Galbán. 8. José de Irazabal.

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Plano de Cartajena de Indias. Grabado. Archivo Biblioteca Pública.

VIAJES AL NUEVO MUNDO.

De sus viajes al Nuevo Mundo, tenemos constancia al menos de seis, el primero con 27 años, como Alférez en la flota a Nueva España en 1671, concretamente a Cartagena de Indias, cuya planta podemos ver en la fotografía del grabado de la Biblioteca Publica de nuestra ciudad. El segundo, en el año 1.675 va a las Antillas. En el tercero, en el año 1.678 viaja a la Gran Colombia. En el cuarto, lo encontramos como Capitán de Mar y Guerra de la Almiranta de la Armada, en el año 1.681. El quinto viaje en 1.684, fue posiblemente la gran aventura de su vida, estaba al mando de un galeón “Nuestra Señora de Guadalupe, Santo Domingo y San Ignacio”, con destino a Isla Margarita y otros puertos venezolanos. El sexto viaje en 1.688, fue una orden desde Madrid, para que el Capitán de navío Bernardino de Valdivieso embarque en la flota a Nueva España con azogues en el barco «Nuestra Señora de Guadalupe».

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Barandilla del Sagrario. Iglesia Mayor Prioral.

BARANDAL DEL SAGRARIO DE LA PRIORAL.
En ese mismo año de 1.688 fue nombrado Caballero de la Orden de Calatrava, como hermano de la Cofradía del  Santísimo Sacramento de la Iglesia Mayor Prioral, donó un importante legado a la cofradía, se trata del barandal de plata que da acceso al retablo de plata que donó el Capitán Juan Camacho Jayna, con quien debió tratar de este asunto. Dicho barandal lleva una inscripción en todo su recorrido, en la parte interior que dice:

“Esta baranda la dio siendo hermanote la cofradía del Santísimo Sacramento el capitán D. Bernardino de Valdivieso caballero de la Orden de Calatrava año 1690”.

valdivieso_rafaeltardio_puertosantamariaA finales de este mismo año es nombrado Almirante, cargo que disfrutara poco tiempo, su médico José de Salazar tiene que tratarlo por una enfermedad, que le causó la muerte el 22 de marzo del año 1.691, siendo  enterrado en el panteón familiar, que se encontraba bajo lo que hoy es el Altar Mayor en nuestra Iglesia principal. (En la imagen de la izquierda, pintura de Rafael Tardío Alonso).

CASA PALACIO - CASA DE VECINOS.

Con el tiempo la casa-palacio de Valdivieso, se convirtió en una casa de vecinos, donde vivian gentes dedicadas al mar. Una casa de vecinos donde vivian hasta cien personas, en casas con paredes de sacos encalados, hasta principios de los años 80 del siglo pasado, una tasca inolvidable se encontraba en la planta baja, me refiero al bar “La Caballa”, donde de la mano de mi padre tuve la ocasión de estar en bastantes ocasiones, hoy el edificio esta ocupado por el Área de Urbanismo de nuestra ciudad.

Aunque en este caso hemos hablado de un portuense constructor de una casa-palacio, no cabe duda que con el tiempo, su vivienda se convirtió en la morada de muchos portuenses, una casa con tantos habitantes en el tiempo, que raro es el portuense que no tuviese familia, amigo o conocido que viviera, o hubiese estado en tan magnifica casa, naturalmente, me refiero a personas de cierta edad. Pero se trataba de una forma de vida que mas tarde o mas temprano habrá que estudiar a fondo, una manera de vivir bien reflejada en la novela costumbrista “La Juncalera” del portuense Dionisio Pérez, pero hoy hablaremos de su constructor. (Textos: Juan José López Amador).

Los datos han sido extraídos del libro “El Almirante Valdivieso su palacio y El Puerto de Santa María en el siglo XVII “, del año 1992.

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Nace el Grupo Independiente (GI) desde el afecto por El Puerto para las Elecciones Municipales de 1983. Un grupo de compañeros y compañeras acompañan incondicionalmente al exalcalde Antonio Álvarez Herrera, con nótula número 362 en Gente del Puerto, a recuperar la Alcaldía. Sin duda,  uno de los políticos a nivel local con más carisma de cuantos han pasado por el Ayuntamiento.

antonioalvarezherrera_1983_puertosantamariaEl Racing Club Portuense, su Junta Directiva, plantilla de jugadores, cuerpo técnico y, sobre todo, la afición, corta, como siempre, pero muy comprometida, influyó bastante para que Antonio Álvarez Herrera, se decantara por volver de nuevo a la Corporación Municipal, después de ver truncadas todas sus ilusiones por tener que renunciar a su condición de ser Alcalde de la ciudad que lo vio nacer, como consecuencia de la decisión tomada por  sus compañeros del Partido Comunista de España. PCE, el día 14 de septiembre de 1981, que entendían, por aquellas fechas, que Antonio Álvarez no estaba cumpliendo las directrices del partido. Solo pretendió ser el alcalde de todos los portuenses.  (En la imagen, fotografía oficial de Antonio Álvarez para la Campaña Electoral de 1983, usada en los medios de la época).

Las muestras de cariño de los aficionados racinguistas en las temporadas 1981/82 y 1982/83, le hicieron albergar esperanzas.

gi_papeleta_puertosantamariaPrecisamente, encontró en el Racing a unos amigos. Por eso cuando en noviembre de 1982, peligraba la continuidad del RC Portuense por unos hechos que implicaron a la dirección del Club con asuntos bancarios, creando situaciones confusas, Antonio, no solo  garantizó la honradez de sus amigos, los dirigentes racinguistas, como quedó  demostrado posteriormente en los procedimientos judiciales que se abrieron al respecto, sino que en su Grupo Independiente, en sus puestos de salida, incluyó a directivos del Portuense.

Era tremendamente agradecido y, me consta, ya que desde aquellas fechas del otoño de 1982, con las turbulencias provocadas en El Puerto por lo del primer equipo de fútbol de la ciudad, se consolidó aún más su idea de volver de nuevo a la Alcaldía y ayudar también a los rojillos, como cariñosamente llamaba Antonio al equipo del  Racing Club Portuense.

El Grupo Independiente, formado por personas de distintas ideologías, creyentes, agnósticos, empresarios, abogados, trabajadores, funcionarios, en resumidas cuentas habitantes y gente de El Puerto, solo tenían en común que Antonio Álvarez Herrera saliera de nuevo elegido Alcalde de El Puerto. En la lista del Grupo, a excepción de él, nadie contaba con los conocimientos políticos y sindicales, forjados desde su más tierna infancia en la defensa de los desfavorecidos y de las libertades.  (En la imagen, papeleta de voto del Grupo Independiente, con la que concurrían a las Elecciones Locales de 1983).

gi_programa_puertosantamariaMiguel Marroquín Travieso colaboró con Antonio ya que como el cuenta: “mi amigo quería mi ayuda y para eso están los amigos: para las maduras y para las mas duras”. Aunque, por decisión propia, se quedó al margen de cualquier aparición pública.

Durante la campaña electoral de 1983, el Grupo Independiente quiso poner en evidencia la  gestión política que había realizado el equipo de gobierno, después del cese de Antonio Álvarez como Alcalde. Aquello no se encajó bien por parte de  los adversarios políticos y dio lugar a situaciones difíciles. De cualquier manera, se realizaron esfuerzos pero no fueron suficientes como para ganar la confianza de la ciudadanía ya que los dirigentes del PCE movilizaron a todo su electorado de la época. Aparte de que, por aquellas fechas, los ciudadanos eran poco receptivos con los grupos independientes y estaban más por la labor de los partidos organizados, en el ámbito autonómico y nacional.

Los compañeros y compañeras del Grupo Independiente, sin una tendencia política definida ni enmarcada en ningún partido político, al menos, vio recompensado todo su trabajo con la presencia de Antonio Álvarez Herrera de nuevo en la Corporación Municipal. Por cierto, nadie podía imaginar que, después de que el PSOE de Felipe González arrasara en las Elecciones Generales de 1982, el PCE en El Puerto consiguiera nueve concejales en las Elecciones Municipales del día 8 de mayo de 1983. Antonio Álvarez Herrera, con la asignación que tuvo como único concejal del Grupo Independiente, saldó la deuda de la campaña electoral. (Textos: Antonio Carbonell López).

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juanbermudezjaen_puertosantamariaJuan Bermúdez Jaén (EL Puerto 1915 - Barcelona 1972), era hijo de Rafael Bermúdez Delgado y Juana Jaén Delgado. Desde muy jovencito ayudaba a su padre en un taller de bicicletas

Juan Bermúdez nació en plena Primera Guerra Mundial. Ese año --1915-- Franz Kafka publica “La Metamorfosis” y Picasso pinta su famoso “Arlequín”, Einstein da a conocer su “Teoría de la Relatividad” y Sigmund Freud publica su tratado de Metapsicología. El gaditano Manuel de Falla, compone “El Amor Brujo”. Es el año en el que nacen el político comunista Santiago Carrillo, el banquero estadounidense Rockefeller, la actriz sueca Ingrid Bergman, el escritor Arthur Miller, el dictador chileno Augusto Pinochet, el cantante Frank Sinatra. En 1915 mueren el neurólogo alemán Alois Alzheimer, el fundador de las Juventudes Socialistas, Tomás Meabe y el filósofo y pedagogo Francisco Giner de los Ríos.

milagrostejadapeluffo_puertosantamariaSe casó con 25 años, en octubre de 1940, con Milagros Tejada Peluffo (El Puerto 1917 - Madrid 2002) conocida como Lalo --hermana del fallecido poeta José Luis Tejada-- era hija de Felix Tejada Mayo y Milagros Peluffo Delgado. El matrimonio se fue a vivir a la Ribera del Río, 37 y tuvieron cuatro hijos: Milagros (Lalote), Juan Luis, Francisco Javier y José Manuel. Conforme iba aumentando la familia, se trasladaron a la Granja de San Javier (frente a lo que queda del Paseo de la Victoria). Le pusieron ese nombre porque su hijo Javier, al nacer, estuvo en serio peligro de muerte y se encomendaron al patrón de El Puerto, San Francisco Javier.

La suegra de Juan Bermúdez fallecería a los pocos días de nacer el poeta José Luis Tejada. Las hermanas José Luis y la futura mujer de Juan Bermúdez, Lalo, fueron internadas como únicas alumnas en esa circunstancia en el Colegio de Las Carmelitas, donde permanecieron hasta que Milagros Tejada Peluffo pudo hacerse cargo de ellos, por eso el poeta la llamaba cariñosamente “madre hermana”. Allí Milagros cursaría --por que se aburría-- la carrera de Piano.

tejadamayo_puertosantamariaJuan Bermúdez y dos de sus hermanos trabajarían en la Fábrica de Hielo propiedad, a partes iguales, de José León de Carranza y de su suegro Felix Tejada Mayo. A su fallecimiento, Juan le compra a las hermanas Tejada la parte que heredaron, asumiendo la gerencia de dicho establecimiento, hasta que se abrió una nueva fábrica en el Muelle, dejando de ser rentable, ante la fuerte competencia que sobrevino. Juan Bermúdez llegó a afirmar que, sin la fábrica «que ha sido toda mi vida, ya no me quiero quedar en El Puerto». Además llegaba el momento en el que los hijos empiezan a estar en edad de iniciar carreras universitarias y Juan y su mujer Lalo, querían permanecer cerca de sus hijos. Se plantean abandonar El Puerto.

En el año 1962 se trasladó la familia a Madrid donde abrieron como buenos porteños de la provincia de Cádiz una freiduría -un Freidor- que no tuvo éxito.  Y tres años mas tarde se trasladan a Barcelona. En 1978 las dos Milagros, Lalo y Lalote, madre e hija, vuelven por cuestiones de trabajo a la capital de España. (En la imagen Félix Tejada Mayo, padre de Lalo, con sus nietos Lalote que sostiene en sus brazos a José Manuel. Entre las piernas de su abuelo está Juan Luis y a la derecha Javier, hijos de Lalo Tejada Peluffo y de Juan Bermúdez Jaén).

Larga-Autobus-de-la-Estacion-(25.09.1955)LA GUAGUA 'CAMPANITA'.

Según relata Javier Bermúdez Tejada, la Guagua fue posiblemente con el de Bootello uno de los primeros autobuses que tuvo El Puerto, al que llamaban “el omnibus”. Era una guagua canaria, de madera, con los asientos igualmente de madera, que llegó a nuestra Ciudad en muy mal estado y que Juan Bermúdez, aficionado a la mecánica desde pequeño, arregló. Todo lo que caía en sus manos con averías encontraba solución: coches, camiones, taxis, ante la atenta mirada de su hijo Francisco Javier (quien en la actualidad vive en Barcelona), que le ayudaba y escuchaba vestido con un mono mecánico.

Aquel transporte hizo su primer trayecto desde la Estación de Tren hasta la Playa de Valdelagrana; nació con esa vocación transportar a los viajeros procedentes de Sevilla o Jerez a la playa, entre arenales y el bosque de pinos que era el Coto de Valdelagrana. Más adelante, este autobús amplió su recorrido por la circunvalación de El Puerto y como transporte para las Ferias. (En la imagen, el autobús de la Estación, en una instantánea tomada el 25 de septiembre de 1955, en la calle Larga. Foto Colección Vicente González Lechuga).

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En la imagen, la Guagua de Juan Bermúdez, en un cuadro de Miguel Ángel Pantoja, pasando por delante del actual Echate P'yá, Restaurante Los Portales y Casa Flores. Al fondo el edificio donde hoy se encuentra Romerijo.

La Guagua, “el omnibus” que tenía matrícula de Cádiz, se llamaba “Campanita” y carecía de claxon para avisar, solamente tenía un pedal en el suelo que al pulsarlo activaba el sonido de una campana. En ocasiones, los pasajeros picaban al conductor y le cantaban la canción “Campanita de la Aldea” para, a continuación el chofer pisar el pedal produciendo un sonido característico. Aquel “clin,clin” acompañaba a la canción, muchas veces, hasta el final del trayecto.

CAMPANITAS DE LA ALDEA.

Eres buena y eres mala
pero como te quería
todito te lo pasaba

Campanitas de la aldea
que llamáis al amor mío
no toquéis tan temprano
que hace frío, mucho frío

Está nevando en la aldea
y mi amor ya se ha dormido
no quiero que se despierte
que soñando está conmigo

Guarda silencio campana
mientras mi cariño duerme
que no quiero darle un beso
para que no se despierte

Callada ya está la fuente
dormidos los surtidores
y hasta que el sol no sonría
llorando estarán las flores

Parece que allá en el cielo
se desnudan los almendros
y las torres de la aldea
de novia se están vistiendo

Guarda silencio campana
mientras mi cariño duerme
que no quiero darle un beso
para que no se despierte.

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Campanitas de la Aldea (bolero por bulerías),
interpretado por el Cojo de Huelva.

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Hasta hace bien poco, había unas encantadoras beatas ludópatas en la Iglesia Mayor Prioral. Vamos, entregadas al juego de sacar Ánimas Benditas del Purgatorio. Y es que en la fachada de la Capilla de las Ánimas, en la Prioral, había una maquinita con caja de caoba y perilla de ébano con una ventana por donde, dándole vueltas a la perilla, aparecía un número. Al lado había un cuadro con una lista de números y, a continuación de cada número, una intención por la que rezar.

difuntos_2Horas y horas se llevaban las beatas jugando a sacar Ánimas con Padrenuestros, Avemarías y Requiescant... Le daban una vuelta a la perillita: el 3. Miraban en el cuadro: "Se sacará el ánima del Obispo más necesitado de sufragios". Otra vuelta: el 17. "Se saca el ánima de las meretrices a quienes nadie reza". Otra vuelta: el 23. "Se saca el ánima de los marineros muertos en la mar". Otra vuelta: el 51. "Se saca el ánima de los muertos por el rayo y las tempestades". Otra vuelta: el 70. "Se saca el ánima de ..." Y así hasta el 100. Si repetía número, no valía y se volvía a tirar.

Horas, horas y más horas pasaban, en este bonito y provechoso juego de sacar almas en pena del Purgatorio, las prestigiosas beatas que pululaban, fijas y fijas discontinuas, por la Prioral portuense. El juego, además, era gratuito. Es decir, que no había que pagar nada.

En otros sitios menos lúdicos, como una caterva de fúnebres noctámbulos, en el mes de noviembre, salían, de noche y madrugada, los hermanos de las Cofradías de Ánimas, con campanillas y cepillos, haciendo la demanda para sacar almas del Purgatorio y cantando las  horripilantes "saetas del pecado mortal".

animas-benditas-purgatorioY, la verdad, encuentro menos nocherniego, menos escandaloso, más económico y más efectivo el Juego de la Ruleta de los Sufragios, porque, mientras la beata hacía éso, no estaba haciendo nada malo, sino algo bien provechoso para el alma de los difuntos de todo tipo y condición, no gastaba dinero, ni por su cabeza pasaban, mientras tanto, pensamientos pecaminosos. Además lo hacía, a la vista prodigiosa del altar privilegiado de Rivas, inmenso retablo barroco, coronado por el Resucitado atribuido a La Roldana y presidido por San Miguel Arcángel y, a la puerta de la capilla, entre los zócalos de mármoles y jaspes con los relieves las dos calaveras --cuyas cuencas, de chico, yo hurgaba inmisericorde con mis dedos--, y las cuatro tibias.

calaveraprioral_puertosantamariaMañana, día de los Fieles Difuntos, echaré en falta la Lotería de las Ánimas Benditas. Se eliminó inexplicablemente cuando la última restauración de las naves laterales de la Iglesia, que, como se dice muy bien, "quien restaura resta-aura". Pero yo cierro los ojos; mentalmente, giro la perillita: el 101. Y oigo una voz de ultratumba que me dice: "Se sacan del Purgatorio a las beatas ludópatas de la Prioral que ya no tienen quienes les recen". Padre nuestro... Ave María... Requiescant... Amén.

(Textos: Luis Suárez Ávila).

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Puesto de Rafael Moreno Porto, hoy Hermanos Moreno, en el Mercado de Abastos.

Hace muchos años, más que veinticinco, los Tosantos era una celebración importante en el Mercado de Abastos. Dicho acontecimiento festivo perdió protagonismo en dicho gremio, en beneficio de la Inmaculada Concepción, nombre que lleva el mercado central, celebrándo los tenderos su fiesta el 8 de diciembre. Por parte del Ayuntamiento se ha intentado recuperar la tradición de celebrar los Tosantos, como antaño los días 31 de octubre y 1 de noviembre, con desafortunado éxito: de los 65 puestos pocos son partidario de volver a aquel pasado en el que los puestos del Lengue, en carnicería, de Ochele en Recova y de destacados comerciantes de frutas y verduras engalanaban los mostradores con una estética que muchos recordarán, y de la que traemos hoy algún documento gráfico, algunas de ellas ya perteneciente a la etapa del 8 de diciembre.

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«La gastronomía, íntimamente ligada a cualquier fiesta, se transforma en huesos de santos y buñuelos de cidra y crema de boniato y pasarán de inequívoca manera a formar parte de las meriendas y postres  manteniendo la tradición y la batalla contra la muy ordinaria y anglosajona fiesta del halloween que por mas que bombardea a través de los medios de comunicación no corresponde con nuestra idiosincrasia.
La víspera de este señalado día, se celebra con la presentación de frutas y frutos que la tierra ofrece en estas fechas y que prácticamente, coincide con el climatológico fin del verano [!!] y comienzo del invierno. Es el tiempo de las nueces, las almendras, las avellanas, que aquí se llaman de los toros, por distinguirlas de los maníes, que reciben también el nombre de avellanas, diferenciándose las primeras por la tradicional ingesta de ellas las tardes de corridas taurinas, las acerolas o azofaifas, que solo se deben comer después de las primeras lluvias pues antes ocasionan fiebres, los seretes de higos secos que durante el verano han estado prensados y al sol para adquirir azúcares y forma de disco, los dátiles de berbería, las excelentes frutas de las tierras circundantes, como las naranjas de San Martín del Tesorillo, los peros, los manzanas para los foráneos, los boniatos y batatas, las chirimoyas y aguacates de tierras granadinas.

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Las aceitunas verdes de la sierra que serán partidas con una piedra y aliñadas con ajo, limón, orégano, comino y sal en abundancia, las piñas o ananá y cocos que vienen de Ultramar, los plátanos de las islas afortunadas y bastantes mas que olvido. Tiempo también de las carnes de volatería y caza, de retinto de la Janda, de ciervos y corzos de las primeras monterías, cordero y cabrito de la sierra de Grazalema, de Benaocaz y Villaluenga, cochino ibérico de las estribaciones de la sierra que servirán para confeccionar los excelentes chicharrones que  se degustan, conejo y gallos de Medina, quesos de Puerto Real y Alcalá de los Gazules , los innumerables productos de la huerta roteña y la invasión marina de todo tipo de pescado y marisco de nuestras costas y de los caladeros tradicionales de la flota artesanal de nuestro inacabable litoral». (Texto: Mariano del Río).

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El Primer Premio de Cuartetos del Carnaval de Cádiz de 1998, de José A. Vera Luque,  representando a unos periodistas retransmitiendo un acontecimiento, interpretaban el siguiente satírico cuplé:

Cuando llega la fiesta los Tosantos,
que gracia, en la Plaza
que me río mire usted.
Lo mismo te ves los pollos que las gallinas
con una bata de guatiné.
Ponen las caballas vestías gitanas
o si no el padre Apeles
que es un jurel con una sotana.
Yo es que allí me parto, porque es pa reírse
viendo a dos conejos con bañador puestos en la Caleta.
Pero con los bichos que más me río pa que lo sepas
son con los cochinos el Ayuntamiento
que todo el año van de chaqueta.

Las fotografías de Carnicería, pertenecen a la Colección de Hermanos Moreno. Las fotos de Recova y Verduras, al Archivo Municipal, siendo el fotógrafo Rafa.

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De pie, de izquierda a derecha, en la superior, José Bononato Sáez, Rafael Felices Morro, Pepe Morillo León, Jacinto Cossi Mora, Luís Jiménez González-Nandín, el Presbítero D. Luis Bellido Salguero, Francisco Rábago Vea, Antoñito Sampalo “El Aceitunero”, Pedro Crespo Blanquer, Andrés Alarcón Cañones, Luís Fernández-Sanz Blanco. Los tres de la fila de en medio: Francisco Basallote, José Luís López Franco, Antonio Pineda Crespo. Y en la fila de los que están sentados en el suelo Enrique Rodríguez primo de Juan Luís de los Santos, Antonio de la Torre González, Guillermo Benvenutty, Alarcón, Manuel Barba y Juan Luis de los Santos. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

Estamos en la década de los cincuenta del siglo pasado. En la casa de la Acción Católica sita en la calle Larga, cedida por su propietario Esteban Fernández Rosado. La puerta de la calle Larga era para los miembros de la Asociación y la de la calle Diego Niño para los aspirantes.  El cura consiliario -con sotana y bonete- Don Luis Bellido Salguero; le acompaña a su izquierda su buen amigo Pepe Morillo. Bellido era coadjutor de la Parroquia de San Joaquín, conocido como el ‘Padre Bicicleta’ por usar este ingenio para desplazarse y por lo breve de sus misas, de escasos 20 minutos. Era Consiliario de Acción Católica. Cuando el cura fue destinado a la parroquia de San Dionisio (Jerez), Bellido le regaló la bicicleta a Morillo.

Al parecer, entre Acción Católica y los Congregantes pertenecientes a las distintas asociaciones pías juveniles de los Jesuitas, siendo su consiliario el Padre Díaz Urmeneta, existía algún tipo de enfrentamiento, fomentado por uno de los curas y no alimentado por el otro. Con la salida de uno de estos dos se fraguó la paz jugando un partido de fútbol entre los equipos de ambas entidades. Y es que, en aquella Iglesia se fomentaba, al igual que cualquier asociación participada por los hombres, el enfrentamiento y la competencia. Paz a los ausentes.

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