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Durante muchos años, he pasado  por la vida nadando en la superficialidad de la acción comercial, a veces a favor y otras en contra de la corriente. Siempre he tenido la inquietud de la sensibilidad por las artes. Siempre he buscado en los entresijos del corazón de las gentes, pero, nunca lo suficiente, nunca en la profundidad  precisa como para conocer lo que atesora cada extraño, cada conocido o cada amigo que he encontrado a lo largo de mi dilatada vida.

Ahora que los años me han apartado de la superficie, estoy aprendiendo a sumergirme y a descubrir los tesoros que están ocultos tras personas sencillas, modestas, humildes, que pasan desapercibidas para el común de las gentes, que  solo con tomarles la mano, se abren de par en par y descubres lo insólito de sus vidas.

Ya los descubrí en Juan, el vendedor de chumbos, al otro Juan, el de Ugíjar, el gitano canastero que me impresionó con su filosofía de la vida, y que hace tiempo no veo, y me preocupa. Personajes que siempre he visto y he pasado ante ellos como si formaran parte del mobiliario urbano. Que miras sin ver. Rutinariamente. Con cataratas sobre el cristalino. Detrás de cada uno de ellos hay una perla. A veces descubres un rubí, y a veces... un diamante.

Hoy he descubierto uno. Es sábado. Acabo de desayunar en el bar nuevo del antiguo Rueda con mi amigo Arturo Palomino. Caminamos unos minutos por el mentidero de los sábados en El Puerto, que son los aledaños del mercado. El mercado es un hervidero de gentes. Las calles, con las terrazas llenas de personas que charlan ante un opíparo desayuno con churros; o los más madrugadores, que lo hacen ante una cerveza y una monumental tapa.
De pronto, se acerca a mi amigo Arturo, con dos libros en la mano ‘el Chigüi’. En un primer momento, --siempre juzgamos la apariencia, el triste efecto iceberg--, pensé que el gitano, porque ‘el Chigüi’ es gitano, quería venderle algo. Permanecí atento.

«--Toma, Arturo, a ver si te gusta». Ni siquiera le oí decir,  ‘lo he escrito yo’.
Dos libros, uno de poesía y otro prosa. Miré con descaro la portada. ‘Alma gitana’ por Salvador Cortés Núñez 'el Chigüi' y su amigo El Perejil. «--¿Puedo echarle un vistazo?», dije yo. Tomo el libro en mis manos, empiezo a leer, sigo leyendo, sigo leyendo… Arturo y ‘el Chigüi’ mirando. Uno pacientemente, el otro impaciente. Pasaron unos minutos, que para ellos debieron ser largos. No tuve más remedio que decirle, emocionado, «--¡Esto es muy bueno!». Acto seguido, leí en voz alta dos o tres poemas que me pusieron los pelos de punta.

LIBERTAD
Un río para lavarme,
un jato para dormir,
un puente para taparme,
y un campo para vivir

Un camino y una senda,
un puerto donde llegar,
y en el costado del viento
un sueño de libertad.

Gitano libre yo soy,
es mi destino el andar,
y en el camino desgrano,
el alma de mi cantar.

Sinsabores y desgracias,
persecuciones y huidas,
me van siguiendo los pasos
y cerrando mis heridas.

En cuero y descalzo vivo,
pero nunca miro atrás,
llevo en las manos grandeza,
y en el alma libertad.

No soy crítico literario, y mis conocimientos son muy limitados, pero los vivarachos ojos de ‘el Chigüi’ me escudriñaban como si lo fuera. «--Chigüi, le dije, ¿los vendes?», «--No, los regalo». «--¿Me regalarías a mi uno?», «--Ahora mismo». Se metió bajo su tenderete, repleto de trajes, medias y pantys, extrajo de un cajón dos ejemplares de los tres libros que ha escrito, y sin más, me los entregó. Le pedí con toda humildad, si me hacía el honor de dedicármelos. Sin el menor asomo de vanidad, me dedicó ambos libros, cuya reproducción reflejo.

Arturo, tenía que irse. Yo me quedé con ‘el Chigüi’. Estuvimos hablando largo tiempo. Le pedí si me permitía hacerle una foto que encabezara el relato que de él pensaba escribir. Aceptó. Después hablamos, hablamos… y tenemos que hablar, porque aun no tengo claro si su amigo ‘el Perejil’ tiene tantos títulos. Si es una pirueta literaria, mezcla realidad y ficción. Si solo ha hecho la ruta de los mercadillos, o ha sido Estados Unidos, Londres, Ciudad del Cabo… Es tanta su prodigiosa imaginación que no sabes dónde termina la realidad y donde empieza la ficción.

Sí sé, que tiene arte en sus manos, que en vez de vivir del cante o del baile, que quizá lo pudo hacer, prefirió aprender un oficio. Oficio de precisión. Tornero ajustador. Y sacó a su familia adelante. Ya me he leído su “Alma gitana”, he leído y releído sus versos. Algunos muy bien retocados, por la maldita culpa de la rima y de la métrica. Pero si les digo amigos, que aunque peor construidos, sus genuinos poemas, los que conservan su impronta, los de su innata frescura, los robados al dolor, esos son los que me han llegado más cerca del corazón. Chigüi, amigo, nos vemos el sábado que viene. (Texto: Alberto Boutellier Caparrós).

Más de Salvador Cortés Núñez, ‘el Chigüi en GdP’:
307. Salvador Cortés. ‘El Chigüi’.
420. Salvador Cortés, ‘El Chigui’ y el burro ‘Liviano’.
528. Salvador Cortés. Nuevo libro: ‘Alma gitana’.

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Estas imágenes, testimonio de un pasado reciente, lugares y objetos inexistentes, desaparecidos ya en la primera década de este siglo XXI, son un recordatorio de hacia donde va El Puerto. Y lo de lo poco que va quedando.

Casa situada junto a la extinta Pensión de la Fruta, en la calle Ganado, donde viviían los padres del 'Arropiero', en cuyos bajos había una accesoria en que vendían, por Navidades, figuritas de nacimientos hechas en barro y alambre de un estilo muy primitivo. /Foto: AGR

Una de las salas del desparecido Museo Ramón Bayo, en la calle San Francisco esquina a Santa Lucía. La familia intentó, sin éxito que el Ayuntamiento se hiciera cargo de la colección. Hoy, una parte de la exposición se encuentra en un museo gaditano y otra está a la venta por internet.

Puente de San Alejandro, el otro, gemelo que daba servicio a la línea de tren Madrid-Cádiz, salvado in extremis, espera destino para ser colocado en el río San Pedro, a la altura del Parque de los Toruños.

El Restaurante El Cortijo, en el Paseo de la Victoria, durante la celebración de una boda. /Foto: Colección Carlos Pumar Algaba.

Fotograma de la película 'Fugitivas' donde aparece la recientemente desaparecida Estación de Trenes.

Vapor y pesqueros en el antiguo muelle, cuyo edificio hoy está reconvertido por mor del afán recaudatorio de la Autoridad Portuaria en...

Discoteca Joy Sherry, en el edificio inconcluso del palacete al estilo francés 'Petite Trianón', en la carretera de Sanlúcar. Proyectos para hotel y otros usos no terminan de ver la luz. ¿Acabará destruido?

El Teatro Principal, pasto de las llamas ¿y de la especulación? en 1984.

Tabernón de Merello, en la calle Santa Lucía, uno de los últimos vetigios de las tabernas con solera de El Puerto, hoy desaparecido.

Colegio del Asilo de Huérfanas en la calle Cielos, esquina con Cervantes.

Balneario de Aguas Termales en La Puntilla, desaparecido en 1980.

Dunas, pinares, monte bajo y pinares de la playa de Fuenterrabía.

Selección de imágenes de la Colección de Antonio Gutiérrez Ruiz.

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Nunca pensé, que la trivial  descripción de una escena rutinaria de la calle, sin más pretensión que descubrir al lector una estampa de la vida cotidiana de la ciudad, diera lugar a un ataque contra el personaje. Es cierto, que quienes así se manifiestan, tienen sus razones, pero es probable que su razón, venga precedida de un hecho puntual. ¿Quién puede decir que nunca ha tenido un comportamiento reprobable en un momento determinado? ¿Es justo que por uno o varios actos anormales haya que estigmatizar a alguien? ¡Quién sabe qué hay detrás de esos actos! ¡Qué móviles le han llevado a tal comportamiento! El rumor circula desbocado colocando sobre cualquiera un halo, de bondad o de maldad, a veces injustamente. Hay un fenómeno que en psicología se denomina efecto iceberg. Como se entiende fácilmente, el iceberg, solo deja ver una puntita de todo su contenido; no podemos juzgar por lo que vemos, cuando es mucho más importante lo que no se ve.

He hecho este preámbulo, porque a la vista de los comentarios, este pasado sábado volví para observar el comportamiento del indigente, y hoy martes, me he acercado a él y hemos hablado por espacio de quince minutos.

SÁBADO 15 DE SEPTIEMBRE.
Volví a La Placilla. Fui al Mercado y regresé desde la calle Luna, pasando ante mi hombre en dos ocasiones. Rebañé cuanto pude con mi vista sin detenerme, no fuera a reconocerme, y pudiera darme un meeting.

En la primera pasada, vi que de pie, discutía en voz alta,  probablemente con el dueño de la vivienda, en cuyo escalón se sienta con sus perritos. Reduje la marcha, pero el hombre entró en el portal y cerró. No oí nada. Solo vi que los perritos, estaban a un metro del escalón, no tumbados y de natural adormecidos, sino de pié, con sus orejitas tiesas, mirando fijamente a su dueño y al supuesto propietario.

A la siguiente vuelta, estaba en su posición habitual, sentado en el escalón;  tenía un ataque de tos; las flemas y balsas se le vinieron a la boca, expectorando en numerosas ocasiones; por fin pudo depositar en una bolsa de plástico los esputos que tal acceso le provocaron, acompañando este acto de imprecaciones masculladas en tono  bajo y entrecortado. No soy médico, pero podría dejarme cortar un dedo, si estuviera equivocado al deducir, que este hombre está aquejado de bronquitis crónica, y hasta es posible acompañada de un cuadro de disnea, que en los asmáticos produce tal sensación de angustia, que en sus crisis, les cambia el carácter, y a veces, se tornan irascibles.

Me fui sinceramente con el corazón encogido. Había descubierto una variante que algunos de los comentaristas no han apreciado. Pasada una hora, vuelvo y me siento en uno de esos bancos, atornillados al suelo; duros como la rodilla de una cabra; incómodos, porque el alcalde nunca se sentó en ellos; y a treinta metros, observé al indigente. Se acercó a un velador en la puerta del Cafetín donde dos señoras tomaban un refresco. Muy respetuoso, lo vi agacharse frente a ellas y reincorporarse. A esta distancia, es obvio no saber de qué hablaban, ni si pidió o no; solo lo veía aspaventar, levantando los brazos, pisando fuerte en el suelo, dándose con la palma de la mano en la frente, supongo que sonriendo porque las mujeres  permanecían atentas y hasta complacidas. Acompañó con una demostración histriónica su discurso. Pasados diez minutos, saludó a las señoras y se retiró a su escalón. Las señoras abandonaron El Cafetín en dirección a Luna; yo me fui tras ellas y las abordé:


«--Perdone señora que la importune». «--No, no me molesta, ¿qué desea?» «--He visto como ese pedigüeño ha estado hablando con ustedes durante diez minutos, ¿las ha molestado?» «--¡No, en absoluto!» «--¿Les ha pedido dinero?» «--¡Tampoco! Nos ha pedido un cigarro. Y nos ha contado que tiene muchos problemas, que tiene 56 años, que ha trabajado de minero, que ha tenido una ayuda de 400 euros, pero que ahora no; que hasta que no cumpla 60 años no le darán una pensión, que no sé donde,  se ha construido una casa (chabola), que ha tenido problemas con drogas… yo creo que tiene algún problema de tipo mental…» «--¿Y no se ha puesto pesado?»  «--No, esta es mi hermana y padece un trastorno mental, eso me hace muy sensible hacia estas personas y no me molesta en absoluto». «--Le hago estas preguntas porque he escrito un relato en GdP y voy a escribir una segunda parte». «--Sí, me lo ha dicho». «--¿¡Cómo!? «--Me ha manifestado  que ha salido en el periódico, que han hablado muy bien de él, y que se va a hacer famoso porque Quintero lo va a llevar a la Televisión».

Me quedé boquiabierto, no sé cómo ha podido enterarse. ¡Sabe que he sido yo quien ha escrito el artículo!, alguien ha debido informarle, pero a mí, no se ha dirigido para nada. Después de esta mañana de sábado, lo que fue un simple relato por mor de los comentarios, me ha hecho descubrir que debajo de esa punta de iceberg de su mal carácter y su vocabulario soez cuando se le niega una limosna, se ocultan otras  facetas desconocidas, en las que seguro hay drogas, falta de salud a causa del trabajo, enfermedad, aislamiento, rechazo, insolidaridad,  pérdida de  autoestima… ¿pretendemos además que sea agradable, simpático y que dé las gracias cuando le nieguen una propina?


MARTES 20 DE SEPTIEMBRE.
He querido profundizar más para que mi relato sea objetivo. Sobre las 12.30 me he acercado a él. Me he presentado. Le he dicho que soy el autor del artículo. No entro en detalles pero se ha sentido muy complacido. Le he comentado que hay muchos comentarios en su contra y se ha defendido en un tono humilde. Dice que en alguna ocasión no se ha comportado bien, pero han sido escasas las veces. Ha llamado al camarero del Cafetín y le ha preguntado por su comportamiento y este le ha respondido que muy bueno. Han pasado numerosas personas que lo han saludado. Otra le ha dejado dos manzanas. Entonces le he hecho unas preguntas que me ha contestado muy amablemente.

Se llama Antonio Vázquez, natural del Riotinto. Su padre y dos de sus hermanos han fallecido, eran mineros. Tiene una hermana en Madrid y otro en Mallorca, pero sus economías son modestas y no saben que él está en la calle. El ha sido minero en Riotinto y en Mallorca; ha trabajado en la construcción hasta que perdió el trabajo y no ha tenido otra oportunidad. Se ha construido una chabola al lado del comedor social de la calle Cruces, que era un estercolero. Ha recogido toda la basura, la ha retirado el Ayuntamiento  y está cultivando en lo que fue el estercolero un pequeño huerto, y allí vive con sus perritos y algún gato para ahuyentar las ratas. Lleva en El Puerto trece meses, «--Porque aquí la gente es muy buena», dice.

Su conversación conmigo, ha sido amable y respetuosa y su mirada franca. Hasta me he permitido sugerirle que cuide en lo posible sus ocasionales reacciones. Me lo ha prometido. Yo no soy quien para ser celador de sus promesas, pero sí deseo, que este relato, en la medida de lo posible, nos lleve a la reflexión,  incluyéndome a mí, ante esos icebergs que nos encontramos en nuestra vida cotidiana. Con esta exposición, pretendo dar respuesta a los comentarios anteriores. (Texto y fotos: Alberto Boutellier Caparrós).

EL INDIGENTE DE LOS PERRITOS (I).

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Imagen del helicóptero siniestrado el pasado domingo, en la confluencia de las calles San Juan con Melero y Postigo. /Foto: Fito Carreto.

EL INNOVADOR TRABAJO QUE HACÍAN LOS TRIPULANTES DE LA AERONAVE.
¿Quieren ver a qué se dedicaban los pilotos y operadores de vídeo que viajaban a bordo del helicóptero siniestrado en El Puerto? ¿disfrutar de los paisajes?¿saben que la tecnología que usaban acababa de ser presentada como un producto estrella en Alemania? ¿que el trabajo de la empresa Traffics (en realidad una operadora turística) servirá para un sistema de reservas on line, orientado a iPhone y iPad? Pues todo eso lo contaba en El Mundo de Andalucía, en su edición papel del pasado martes. Aquí, en este blog ofrecía un adelanto y, de propina, dos vídeos y la foto de la aeronave siniestrada. De nada, me encanta internet. Por eso, tras tantos años enredado es un placer mostraros estas imágenes, que nadie, excepto El Mundo, ofrecía en las numerosas informaciones al respecto.

La aeronave, realizando sus trabajos de filmación sobre la costa española. /Foto: Rotorflug Helicopters

TRABAJANDO POR EL TURISMO.
Fuentes de la compañía explicaron  que realizaban trabajos para consolidar reservas de viajes on line mediante vídeos aéreos de las zonas costeras tanto en Mallorca como en la zona mediterránea peninsular, accesibles a través de Internet (Google Maps) mediante dispositivos inalámbricos (‘tablets’ y ‘smartphones’). Era uno de los primeros vuelos de la oferta Heliview, comercializada por la compañía Traffics, que era el nombre insertado el fuselaje de la aeronave.

El helicóptero accidentado, según fuentes de Aviación Civil (Ministerio de Fomento), es propiedad de la compañía aérea germana Rotorflug Helicopters, de Frankfurt, que cuenta con una sede en el aeropuerto de Son Bonet de Mallorca. La unidad siniestrada estaba siendo usada para la filmación de contenidos multimedia para un programa de reservas hoteleras on line que comercializa mundialmente desde hace pocos meses la compañía turística germana Traffics.

Este tipo de aeronave, Bell 206 Jetranger, es una de las favoritas, por su gran estabilidad, de fotógrafos y operadores de filmación. Desde pasado mes de enero, el  equipo siniestrado ha volado cientos de horas en el Bell JetRanger filmando localizaciones de instalaciones hoteleras que luego son ofrecidas en alta definición en la web del operador turístico Traffics.

INFORME.
Un portavoz de Aviación Civil informó a El Mundo que la CIAIAC (Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil) ha notificado sobre el accidente al país de la empresa, Alemania, a Estados Unidos –que fabrica el motor Rolls Royce con que va equipado- y a Canadá, país de la compañía Bell Helicopters.

El helicóptero siniestrao en El Puerto de Santa María, en su base de Mallorca. / Foto:  Rotorflug Helicopters

El informe preliminar podría concluir en pocos días. Los expertos consideran que el helicóptero siniestrado es uno de los más seguros en la actualidad y de menor coste de mantenimiento por la calidad de sus componentes. Con capacidad para el piloto y cuatro tripulantes, el Bell 206 Jetranger de Rotorflug Helicopters fue fletado para realizar un reportaje de vídeo entre Jerez y Málaga, según el plan de vuelo aportado a la torre de control del Aeropuerto de San Pablo.

COMPAÑÍA CON 30 AÑOS DE EXPERIENCIA.
Georgios Kipros, gerente de Rotorflug Helicopters, se negaba, a preguntas de El Mundo, a facilitar información detallada sobre el accidente, argumentando que se pronunciarán una vez que los especialistas de la CIAIAC concluyan su informe oficial y la policía española haya terminado sus investigaciones periciales. «--Hasta ese momento no vamos a hacer declaraciones ni tampoco facilitar datos de los tripulantes», afirmó Kipros desde Frankfurt. /En la imagen de la izquierda, Georgios Kipros, gerente de Rotorflug Helicopters

La compañía Rotorflug GmbH, establecida desde 1972 en Friedrichsdorf, cerca de Frankfurt, ofrece trabajos aéreos (carga, ensamblaje, corte, ambulancia, filmación, fotografía, etc.), vuelos de negocios, de incentivo y panorámicos. Cuenta con 30 años de experiencia en todos los aspectos relacionados con el vuelo de helicóptero y dispone de certificado de mantenimiento y su propia escuela de vuelo. Rotorflug GmbH también opera en Berlín, Kiel, Kaiserslautern, Koblenza, Egelsbach, Munich y Rostock.  (Textos: Pepe Contreras).

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Ayer sentí vergüenza ajena. Unos comerciantes, agrupados en el CCA (Centro Comercial Abierto) le pusieron la cara colorá al Ayuntamiento. Con recursos propios empezaron a tapar pintadas y grafitis del centro de El Puerto. Algunas tienen mas de dos años de solera en su haber.

La céntrica calle Ricardo Alcón, antes de la intervención del CCA.

El mismo sitio poco después, tras la actuación de limpieza y adecentamiento acometido por los comerciantes.

Ayer le dieron una primera mano de pintura antimanchas, en las calles Ricardo Alcón, lugar que recogen las fotografías; Santa María, Plaza de España, Palacios, San Bartolomé, Placilla, Luna, … estando previsto que los trabajos finalizan en la mañana de hoy tras el repaso correspondiente, así como la colocación de letreros con la leyenda «Prohibido Fijar Carteles» y «Prohibido realizar pintadas».

Los comerciantes se sienten indignados con el propio Ayuntamiento que anuncia algunas de sus actividades pegando carteles en puertas y escaparates de casas y comercios abandonados del centro, dando así mal ejemplo a la iniciativa privada que, visto lo visto, cree que está permitido, en una mala práctica de la ordenanza de limpieza pública.

Pintadas en los accesos de la ciudad como en la rotonda de los toros de Osborne que hubo de resanar una empresa privada ante la inactividad municipal en subsanarlo; pintadas en tapias y casas, monumentos y bodegas, y una con solera, como la que existe hace mas de un año en la tapia del Convento del Espíritu Santo, dan una idea del abandono al que se siente sometido El Puerto en cuanto a limpieza se refiere. Esto solo incita a los incívicos a persistir en sus pintadas, dada la permisividad y falta de reflejos de los servidores públicos.

El presupuesto supermillonario que administra la delegación municipal de Limpieza Pública debería sonrojar a su responsable político: un colectivo de empresarios ha desembolsado una cantidad --ni mucha ni poca-- y ha demostrado que querer es poder: «Solo pretendemos mejorar la imagen del centro» han declarado «…ante la inactividad del Ayuntamiento» se les ha olvidado añadir. Y les han dado una cachetá sin mano, demostrando que con voluntad todo es posible y sin salir de los impuestos que ¿para que pagamos? Esperemos que hoy no les multen por hacer una obra menor --el pintado o encalado-- sin licencia. (Texto: El Chicuco de CCA).

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La columna de humo se podía divisar desde el muelle del Vapor.

Eran las 13 horas del miércoles 25 de julio de 1979. En pocos minutos, un voraz incendio, alimentado por lo inflamable de la materia prima, se llevaba por delante la fábrica de cartones Cartonsa, situada en la antigua carretera de Jerez, con una inversión valorada en más de 1.200 millones de pesetas de hace 32 años.  El alcalde, Antonio Álvarez Herrera, que llevaba desde abril en el cargo, se personó junto a otros concejales en el lugar del siniestro. Cerca de 135 empleados perdían su puesto de trabajo, mas otros 70 inducidos de industrias auxiliares.

Cartonsa, situada en el polígono industrial ‘El Palmar’, a pie de la antigua carretera de Jerez, era una sociedad que existía hacía algo más de una década, pero que apenas llevaba 4 años, desde 1975, en las nuevas instalaciones que ardían aquel fatídico miércoles. Casi el 50% del capital pertenecía a familias jerezanas y de El Puerto, interesadas en la industria vitivinícola, si bien la otra mitad del accionariado se encontraba repartido por diferentes provincias españolas.

El fuerte viento de Levante impulsó el incendio. La moderna instalación, dotada con los últimos adelantos de la técnica en litografía, impresión y fabricación de cajas, tenía una maquinaria valorada en 700 millones de pesetas, en poco tiempo reducida a hierros retorcidos y chatarra. Millones de cajas prensadas y otros productos casi terminados y sobre 4.000 toneladas de papel fueron pasto de las llamas, en los 17.000 metros cuadrados de superficie que ocupaba la industria Cartonsa.

Cuando se produjo el incendio, día festivo en el país por ser la fiesta del apóstol Santiago, se encontraban en las oficinas de la fábrica el director general, el jerezano Juan Mera Ferrer junto a otros ejecutivos, en una reunión de carácter técnico. Fueron advertidos por los guardas de la factoría del incendio producido en una zona de retales, cercana a la vía del tren. Apenas les dio tiempo de reaccionar: todo se desarrolló muy rápidamente por lo inflamable de los productos almacenados.

No sirvieron los 70 extintores distribuidos por la superficie de la fábrica en las diferentes naves industriales, ni el material contra incendios con el que estaba equipada para resolver el incendio --incluso un aljibe con 400.000 litros de agua en el subsuelo de la la factoría--. Al parecer una chispa en la zona de retales hizo que el fuego se propagara con rapidez. En cuestión de minutos las llamas y su poder devastador, alcanzaron grandes proporciones.

El personal de guardia intentaba sin éxito atajar el incendio, avisando a los cuerpos de Bomberos de El Puerto, Jerez y la Base de Rota, además de solicitar los servicios, dada la proporción que tomaba el siniestro, de la Armada Española en San Fernando y una dotación del Servicio de Extinción de Incendios de Cádiz.

Un operario de la fábrica desconectó el cuadro de mando de la factoría de la red eléctrica para así evitar la propagación de las llamas a otras zonas lo que, por otro lado, impidió que los bomberos pudieran obtener el agua del aljibe que se encontraba debajo de la fábrica, accediendo a ella de otra forma los bomberos de marinería de San Fernando, mientras que otras dotaciones se abastecían del agua de la zona y el de la Base de Rota hizo 8 viajes transportando en cada uno de ellos 10.000 litros. Se cortó y aisló el suministro de fuel-oil y se prestó especial atención a la caldera de vapor, dada la alta temperatura que había alcanzado. Se evacuaron a diversas personas mayores que vivían en las cercanías de la fábrica.

El consejero delegado de la empresa era Manuel García Casa. Otros ejecutivos de la firma, Manuel Gordillo Perea, Francisco Franco Rivas, Luis Porras Sánchez, Enrique Izquierdo Peña siendo el director gerente José María del Río Serrano.

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Los dos son caras conocidas de las calles de El Puerto. Ambos han tocado con los dedos el éxito y se han codeado con primeras figuras del arte. Los dos, para comer, han hecho de todo, pero en el fondo el artista que llevan dentro siempre sale a la luz. Saben mas que Briján (o Brian, el inglés), no les ha quedado otro remedio que saber. Y han sabido y saben desenvolverse, aún, en el filo de la jubilación que nunca llega. Uno es catedrático de la calle, el otro primer espada que se hizo el nombre a base de bollos y panecillos. Los dos, juntos, una explosión de conocimientos y retranca. Y un montón de risas con sus ocurrencias cuando hablan, ‘ex cátedra’ de las cosas de la vida. Son Gente del Puerto de largo recorrido. (Texto: José María Morillo).

Para saber más:
Francisco Pérez Bernal, ‘el Kako’, nótula núm. 004 en GdP.
Diego Simón Montes, ‘el Bimbo’, nótula núm. 358 en GdP.

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Aclaro, que no son perritos calientes, por si alguien asocia el título, a la ingesta de salchichas por parte de un yanqui pobre. La  mañana de antesdeayer , trece y martes, por romper el maleficio, ni me casé ni me embarqué, simplemente hice algo inhabitual. A las 10, hora en la que se supone debería estar trabajando, como el resto de los ciudadanos que lo intentan, me senté en una de las mesas del mentidero de El Puerto, en El Cafetín de la Placilla (ver nótula núm. 003 en GdP); el solícito camarero, al segundo, estaba ante mí dispuesto a recoger la comanda. No había muchos veladores ocupados; de ahí la rapidez en servirme un café con leche y churros recién hechos.

Sonaban las 10 horas; puntual, según me informo, como todos los días, llega a su puesto de trabajo el indigente de los perritos. De la mano, una cuerda que al final se convierte en dos bridas a las que lleva sujetos sendos perritos, humildes, pobres como él, no pertenecen a ninguna raza conocida; tienen escaso tamaño; ojos de listos.

Los perritos obedecen a su amo simplemente observado sus gestos. De inmediato, los perritos, tratan de encontrar la mejor postura, a lo largo del escalón del escaparate de una tienda; mientras él, deja sobre el suelo, un mugriento zurrón, medio saquito de pienso y  una especie de plato, que ha confeccionado sobre la marcha con un trozo de papel de aluminio. Con rutinaria precisión, introduce su mano en el bolsillo, extrae dos o tres monedas y las sitúa en el interior del recipiente que ha fabricado. Mira a sus perritos y les ordena que les dejen espacio para él. Se resisten unos segundos, pues ya había logrado su mejor acomodo. Levanta un poco la voz, y logra que se separen dejando justo el espacio para que él se siente.

Poca gente circula a esa hora; raro, porque es la justa para ir al mercado; desconozco si es a causa de la crisis o del sueño, pues ahora las marías, a falta de otras distracciones, apuran las noches viendo el circo, en el que despellejan entre sí, los comentaristas - copresentadores - indagadores de vergüenzas ajenas y propias de la más… más… y más… y menos… menos… y menos… de las televisiones que padecemos.

El indigente, con su barba cuidadosamente descuidada de seis o siete días;  siempre se le ve igual, con una sonrisa franca, y un poder de comunicación con la que sabe captar la simpatía, y casi siempre, la conmiseración de las gentes; le hace una carantoña al niño que su mamá transporta en el cochecito, al tiempo que levanta la vista hacia la madre, y le dice: «--¡Vaya niño guapo, se parece a su madre!» Y ya tenemos la madre abriendo el bolso y dejándole una moneda. Los sábados por la mañana, no permanece sentado en el escalón, tiene mucho trabajo con el ir y venir de las mamás.

No es ambicioso; debe tener su tope de necesidad y no quiere más. Saca para su tabaco y probablemente para comer; dormir no sé donde lo hará, pero seguro que su simpatía le habrá logrado un refugio.

Esta mañana como digo, no había mucha gente; se quedó sentado en el escalón y mirándome, levantó el saquito de pienso añadiendo: «--¡Este es del caro! ¡No es del corriente!» Yo le respondo: «--¡!Que bien viven los perros!» «--¡No lo sabe Vd. bien, en la carnicería me dan los recortes de jamón y se lo mezclo con el pienso! ¡Viven como reyes!» Así están de dóciles sus perros, y de lustrosos, y de obedientes… ¿y él? Sin duda, es más feliz que el común de los vecinos que cruzamos la Placilla, ensimismados en cómo resolver los grandes problemas con los que nos levantamos a diario. Así tiene siempre esa sonrisa, y sus perros, que no sonríen, siempre están moviendo la cola de alegría. (Texto y fotos: Alberto Boutellier Caparrós).

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El 12 de septiembre de 2009 Antonio Arjona Sacaluga, ex propietario de la Finca ‘La Angelita’, publicaba en Diario de Cádiz su versión de los hechos de aquel derribo, uno más, contra el Patrimonio Histórico y Etnográfico --de la memoria visual-- de El Puerto.

«Según consta en los archivos históricos de nuestra Ciudad el “caserío de la Angelita” data de mediados del siglo XVII y desde hace más de 120 años perteneció a la familia Sacaluga. Tanto la familia Sacaluga como el propio caserío, han sido siempre un referente de la ciudad, de ahí que en el argot popular se decía: junto a, o después de, o frente a la Angelita o casa colorá de la Angelita.

En 'La Angelita' entre terneros, de izquierda a derecha, niño desconocido, Carmen Cantera Mesa con el niño Antonio Ojeda Cantera en brazos, dos hijas de los colonos de La Angelita, Mariano y Matilde Cantera Mesa y delante, el niño José Luis Cantera Mesa, que vivían allí en esa época. Año 1933.

El mismo sitio de la foto anterior, en el año 2002, 69 años entre ambas instantáneas.

El caserío de la Angelita era la única edificación prototipo de casa rural que quedaba en El Puerto, cuando en nuestro municipio se vivía de la agricultura. Actualmente el caserío estaba integrado en el núcleo urbano, fue siempre una casa familiar, acogedora, muy alegre, con muchos amigos y conocida por todos los portuenses, que desgraciadamente hoy lamentan su pérdida. Desde la finca de la Angelita, se llevaba con borricos el albero a la plaza de toros y a los diferentes paseos de nuestra ciudad.

Si grande es el dolor que siento por las medidas coactivas utilizadas por el Ayuntamiento contra nuestra familia durante el desalojo, mayor aún es el que percibo por su pérdida y por el daño irreparable que le han hecho a nuestro patrimonio histórico y cultural, porque nuestros ediles deben de saber, que la cultura además de los monumentos, la conforman los modos de vida, las costumbres y el conocimiento que estamos obligados a transmitir a las generaciones que nos preceden.

La Angelita, desde la calle Ganado. Años sesenta del siglo pasado.

El mismo sitio de la instantánea anterior, en el año 2002, avanzando el objetivo sobre la imagen.

El día más triste de mi vida fue el 24 de agosto, cuando el Policía Local número 23, un técnico municipal y dos acompañantes me amenazaron a my y a mi familia en un tono altisonante diciéndonos de manera reiterada que éramos unos ocupa, que nos teníamos que marchar de inmediato y que el recurso interpuesto no valía para nada, que no pensaban contestarnos, que mandarían dos días después al Juez a echarnos a la calle y que ya nos enteraríamos de los millones que tendríamos que pagar por los daños que les estábamos causando. En definitiva amenazas, abuso de autoridad, pero por escrito nada de nada.

El característico color almagra de la casa de 'La Angelita'.

El daño ocasionado ya es desgraciadamente irrecuperable, pero desde esta humilde tribuna sólo le pido a los ediles de nuestro municipio, que estas situaciones de abuso de autoridad y humillación, no se vuelvan a dar con ningún otro ciudadano más y menos aún con gentes de bien. Déjense de mentiras de que la edificación estaba en ruina, déjense de mentiras de que el caserío era incompatible con el planteamiento y digan la verdad. ¿Dónde está el 33, 33% de las viviendas de protección oficial que el Plan General tenía prevista en el PPNO-3 de la Angelita o acaso eso no les preocupa? ¿Por qué han tirado la edificación con tanta prisa y con nocturnidad? ¿Por qué han utilizado la coacción con nuestra familia? ¿Acaso se puede llamar ocupas a una familia que lleva viviendo en el caserío más de setenta años?...

Vista aérea de la zona, a la izquierda, marcada con una cruz, la desaparecida cortijada.

Por favor, tengan un poco más de respeto por sus ciudadanos porque no es grato pasar a la historia por acontecimientos de esta índole, ya que el pueblo siempre les recordará como “aquellos que durante días nos tuvieron incomunicados telefónicamente, no permitiendo el libre acceso al caserío a pesar de ser conocedor de que en su interior estaba mi esposo gravemente enfermo con problemas respiratorios y fundamentalmente por haber atentado contra el caserío de la Angelita y borrar de la historia del Puerto el único caserío emblemático que quedaba integrado en nuestra ciudad”».

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En la calle Larga 77, antes 79, frente a la plaza Peral estaba instalada en la casapuerta la antigua panadería Rosado, donde hoy se encuentra Joyería Marín. Era la gran casa familiar, donde nació Mercedes Máiquez, la última regidora del negocio,  con tres plantas de altura y una gran extensión en metros cuadrados, que daba a la calle Curva.

En la imagen, empleados de la Panadería

La casa de los García Máiquez, en la calle Larga, frente a la Plaza de Isaac Peral. Donde estuvo la Panadería Rosado hoy se encuentra la joyería de Fernando Marín, casado con Consuelo García Máiquez.

En esta imagen, vemos la panadería que tiene delante un coche de caballos.


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