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rafaelgomezelgallo__puertosantamariaAquella tarde Rafael Gómez Ortega ’el Gallo’, Juan Belmonte y Francisco Vega de los Reyes ‘Gitanillo de Triana I’, o ‘Curro Puya’, alternaron en la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María el 28 de agosto de 1927, día que recibió la sagrada investidura ‘Gitanillo de Triana I’, al cederle ‘el Gallo’  el toro de nombre ‘Vigilante’, berrendo en negro, de don D. Tomás Pérez de la Concha. Un testigo presencial del aquel doctorado, el portuense Juan Marchán Garcia –abuelo de nuestro amigo Francisco Varo Marchán- le contó a su nieto «...haber vivido la alternativa más larga de la historia del toreo, que duró 8 minutos.»

Juan Marchan era amigo de los tres matadores y era común en él que fuese de muy pocas palabras. A Juan Belmonte le caía personalmente muy bien por esa «virtud», y porque, además, era Marchan muy discreto, amable, bondadoso y noble. Jamás solía violentar una conversación y aceptaba las propuestas. Fue un modelo de condición humana: después de que sus cuñadas se quedaron viudas, él crió a todos sus sobrinos huérfanos. Todo lo asimilaba con frases taurinas. En cierta ocasión vio a un jubilado ya achacoso y dijo: «...tiene media estocá y se está acercando a las tablas.»

La histórica anécdota dice: En cierta ocasión, de las muchas que Rafael (Gallo) venía a El Puerto de Santa María y se quedaba a vivir en casa de los González (los Villegas) –cuando tenía que torear en nuestra plaza llegaba a la ciudad al menos tres días antes-, solía asistir a las peleas de gallos que entonces se celebraban, en el reñidero ubicado en la esquina de la  calle Santa Clara, al lado derecho donde hoy está el cementerio y desde donde se veía la finca de los Gallardo, en la que pastaban los toros de la primitiva casta de Miura. Rafael siempre recordaba una de las peleas de gallos de las que se ofrecían junto a los corrales –viviendas comunitarias de aquella época- en un local situado en la esquina de las calles sevillanas de Pagés del Corro y Costilla, en Triana.

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Reñidero de la calle Santa Clara. /Foto: Fernando Herraz

De todos es conocido la afición de la mayoría de los toreros a la crianza de los gallos de pelea, especialmente los de la raza calé. Así que entre ambos matadores se creó una especie  de competencia por tener el gallo negro, del que según Juan Marchán  se había enamorado Rafael ‘el Gallo’. Y en esa situación llegó el día en que ambos se vieron en la plaza de El Puerto de Santa María... la hora de que Rafael iba a imponer su investidura de doctor a ‘Gitanillo’. Los segundos transcurrían y ambos entablaron una amistosa y divertida charla de compra-venta, estando los tres lidiadores en el ruedo bajo el Palco. Lo que ambos se dijeron podía fácilmente interpretarse por los gestos y movimientos que hacía Juan Belmonte, que una y otra vez se separaba de ambos riéndose a carcajadas, poniéndose las manos en la cabeza y separándose de ellos... seguro que Rafael, al seguir oponiéndose ‘Gitanillo’ a venderle el gallo, le dijo: «O me lo vende, o te queas sin el sayo de mataó... y ahí te sigue de novillero...», durando aquella conversación los 8 minutos señalados,  mientras los peones no hacían otra cosa que detener a ‘Vigilante’ lejos de la ceremonia... y el respetable impacientándose. ‘El Gallo’ pasó a ser el propietario del gallo en litigio y ‘Gitanillo’ recibió la investidura. /Texto: Juan Zaldivar.

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Cartel que se muestra en las marquesinas de los autobuses urbanos.

Desde hace tiempo, tanto desde el Ayuntamiento como de los colectivos sociales se ha buscado la implicación de los hombres para que se sumaran a la repulsa más absoluta contra la violencia de género. Este pasado 25 N les habían pedido todavía más. Les habían pedido que lo hicierean públicamente, que contribuyeran con su rostro y su nombre propio a denunciar la violencia machista, a declarar públicamente ante los demás hombres que ellos están en contra de los maltratadores, que ellos no miran para otro lado, que ellos no son indiferente ante esta lacra que año tras año vierte unas cifras cada vez más alarmantes, que se manifiesta cada vez en edades más tempranas y que utiliza nuevos cauces para maltratar

Bien es cierto que no todo el mundo acepta prestar su rostro, su imagen, su nombre… para erradicar la violencia de género. A los seis hombres que han hecho posible este noviembre denunciar con sus caras la violencia machista el Ayuntamiento y los colectivos sociales implicados les mostraron su agradecimiento. A estos seis hombres portuenses, de nacimiento o de corazón. Su perfil y edad muy diferentes, pero sin duda, todos ellos valientes y comprometidos. Hombres que han dicho sí, sin dudarlo, sin pedir nada a cambio, a la lucha contra la violencia machista.

La campaña para el Area de Bienestar Social del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María ha sido realizada por la empresa JMGP Animación.

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Ángel Angulo Fernández, sacerdote, profesor y abogado, siempre dispuesto a colaborar y a ayudar a los que más lo necesitan. (ver nótula núm. 624 en GdP)

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Baldomero Rodríguez, hostelero portuense recientemente jubilado de reconocido prestigio, un hombre de El Puerto, de los de toda la vida que no ha dudado ni por un instante para decir que él no es cómplice de los maltratadores y que los repudiará con nombre propio. (ver nótula núm. 2.045 en GdP).

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Fernando Durán Rey, la voz de las mañanas de Radio Puerto, la voz de la calle, la oportunidad para la denuncia, cercanía y compromiso para denunciar la violencia machista a través de las ondas y donde sea necesario. (ver nótula núm. 227 en GdP).

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Antonio Muñoz Cuenca, Muñoli, nuestro querido profesor, amante y estudioso de El Puerto y sus gentes. Siempre generoso y dispuesto a colaborar. Máximo exponente del compromiso y la bondad. Contundente con sus ideales, él también se ha prestado desinteresadamente para denunciar a los maltratadores, para posicionarse en contra de la cualquier atisbo de violencia machista. (ver nótula núm. 069 en GdP).

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Juan Gómez Fernández, hombre de la cultura, profesor e historiador. Aún retirado de la vida pública y política --sin duda el mejor concejal de Cultura que ha tenido El Puerto de Santa María-- ha querido sumarse a la campaña. (ver nótula núm. 954 en GdP)

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Ángel León, cocinero por el mundo... desde El Puerto, la fuerza de la juventud, embajador de El Puerto allá dónde vaya, marinero en tierra, Chef del Mar, Estrella Michelin. (ver nótula núm. 2.218 en Gente del Puerto). 

 

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Estos días pasados le han ‘lavado la cara’ parcialmente a la fachada de la Casa de la Munición, el singular edificio que divide la Ribera del Río de la del Marisco y que es el escaparate de entrada por Pozos Dulces al casco histórico. Pero yo, que ando frecuentemente por ahí y sabiendo que las estructuras interiores del edificio están mal, por si acaso, paso por la acera de enfrente, porque este histórico inmueble –como tantos otros- necesita más que un chapú, que sólo enmascara su lamentable estado.

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Frente a esta casa, por la Ribera del Río, nació Luis del Pino Robles, conocido como Luis 'el de los huevos' (ver nótula núm. 203 en Gente del Puerto).

La Casa de la Munición o de la Provisión se construyó en 1781 –dos años después de levantarse enfrente el puente de barcas de San Alejandro- para servir de almacén de víveres para las tropas acantonadas en la ciudad, en los cuarteles de la plaza del Polvorista y en el del Alamillo, junto a la Plaza de Toros. Para su uso exclusivo, pero se conoce que al año siguiente, en 1782 y a petición de Juan Pérez de Mena, arrendador de las rentas de los arbitrios municipales, se formó un auto contra Tomás de Goyechea, administrador de la Provisión, para “que no consienta que por el muelle al pie de la casa de la Provisión embarque o desembarque géneros de dueños particulares, pues la ciudad tiene para ello el muelle de madera y surtidas bajas [en la plaza de la Pescadería y aledaños], ya que éste es sólo para la provisión”; hecho que ocultaba, como venía siendo habitual, la ‘picaresca’ de evitar el pago de los aranceles fijados sobre los géneros y productos embarcados y desembarcados en el río.

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Se levantó el inmueble militar junto a una pequeña ensenada que la corriente del río formó de antiguo, orillada en los portales de la ribera, los que, según escribió en 1764 Anselmo J. Ruiz de Cortázar “sirven de no menor utilidad que hermosura los portales que se registran inmediatos a la orilla del río a cuyo amparo trabajan los calafates en la carena de las embarcaciones y pescadores en el aderezo de sus redes.” Lugar donde existió, frente a la calle Chanca, el humilladero conocido como Cruz de los Calafates, sufragado por el gremio de los carpinteros de ribera que de siglos atrás aquí habitaban y trabajaban.

federeicorubiogali___puertosantamariaY para el particular uso de los militares se levantó el referido muelle, de madera sobre pilotes, el que al paso de los años Federico Rubio (1827-1902) mencionó en sus Memorias recordando una travesura que de niño vivió en el río, en 1840, que a punto estuvo de costarle la vida. De su testimonio extraigo estos fragmentos: “El lugar de mi partida fue como a mitad de la distancia que media entre el puente [el de barcas] y un almacén que hay a la derecha, construido sobre pilotes, y que tiene a modo de un muellecito, que el río cubre en las crecientes y lame en las menguantes.

Cuando dueño de mí quise ganar el trecho perdido, hallábame como a dos cuerpos de edificio más allá del almacén. Tomar la orilla fangosa en el punto más próximo y seguir por ella a pie hasta el lugar de mis vestidos, era imposible; adelantar a nado, más imposible aún. […]

Lacerado cual se puede suponer, casi exhausto, llegué al punto donde, sobresaliendo el muelle del almacén, vi cortada mi carrera de caimán o de hipopótamo. Era preciso volver a convertirse en pez. Empresa vana: el cansancio extremado, el río veloz en opuesto sentido, hacíanme retroceder lo avanzado con tan penoso arrastre. Tenté a ver si agarrándome a las junturas de los cantos de la construcción podía pasar; y ¡oh, ventura!, casi a nivel de agua toqué, una magnífica hilera de estacas o defensa de pilotes que corrían por todo lo largo de la pared [estacada que se recompuso en 1854]. Ganada ya la última estaca, volví a nadar sobre la orilla; y fuese porque el estribo del puente cortase la fuerza de las aguas, fuese por haber terminado la bajamar, vi que adelantaba regularmente y sin obstáculos que vencer.”

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La fachada de la casa que da a la Ribera del Marisco, en 2012, el año del Bicentenario de las Cortes de Cádiz.

La ensenada del muelle de la Munición subsistió hasta que en 1873 comenzó a cegarse para construir una muralla de encauzamiento del río entre el puente colgante de San Alejandro y la plaza de la Herrería (138 años después de la que se levantó –en 1735- desde las Galeras a la Herrería).

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En este espacio inmediato a la Munición, cuando el río no estaba canalizado, sus aguas, durante las crecidas, golpeaban las fachadas de las viviendas situadas en primera línea. Así, en 1622, los franciscanos descalzos del convento de San Antonio de Padua, ubicado hacía dos años en la esquina de la calle Sardinería (hoy Javier de Burgos), decidieron trasladarlo de lugar (a la hoy plaza Peral), entre otros motivos y según alegaron, “por tener de la una parte el río de Guadalete que llega hasta las paredes de la dicha casa cuando crece el agua”.

Pero los trabajos de la nueva muralla comenzada en 1873 –por eso de que las cosas de palacio siempre fueron despacio y las del ayuntamiento más lento-, desde su inicio estuvieron cuajados de problemas técnicos, financieros y burocráticos, fueron paralizados en varias ocasiones y repetidamente motivaron la crispación en la ciudad, no culminándose las obras hasta fines de 1884, once años después de iniciarse.

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Con todo, el resultado dejó mucho que desear, por lo que de inmediato fue preciso acometer nuevas obras –conocidas en la época como ‘la Canalización’- que se prolongaron hasta 1895 (otros once años más), cuando el entorno del muelle y de la Casa de la Munición quedó definitivamente habilitado con la fundación del Parque Calderón. / Texto: Enrique Pérez Fernández. /Fotos: C.M.P.H.

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infantaluisafernandadeborbon_puertosantamariaHace unos días se cumplió el 166º aniversario de la visita y estancia de cuatro días de la Infanta María Luisa Fernanda a nuestra Ciudad, una pequeña efeméride de la historia local que vamos a contar para aquellos que no la conozcan. En la fecha que nos vamos referir, noviembre de 1848, hacía 16 años que, tanto sus tíos los Infantes Francisco de Paula Antonio y su esposa Luisa Carlota de Borbón como su primo y cuñado, el rey consorte Francisco de Asís habían abandonado El Puerto, tras pasar todo el verano y bañarse en el río. Ella, que en la fecha que hemos referido, 1832, tenía tan solo unos pocos meses de vida, hacía dos años que había contraído matrimonio en Madríd con Antonio María de Orleans, en una “ceremonia dúplex”, celebrada en el Salón del Trono del Palacio Real, pues se casó también su hermana, Isabel II, con su primo Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. Vivian en el Palacio de San Telmo, en Sevilla. /En la imagen de la izquierda, la infanta Luisa Fernanda de Borbón. Óleo de Federico Madrazo. Año 1847, un año antes de su estancia en El Puerto. Museo Romántico de Madrid. Reproducción de R. Puig.

En la primavera de 1848 los Duques de Montpensier mostraron su deseo de visitar El Puerto de Santa María, dirigiéndose el jefe de su Casa a las autoridades municipales para organizar la estancia oficial en la ciudad de Dª María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II, Infanta de España por tanto, hija de Fernando VII y de María Luisa de Borbón Dos Sicilia, conocida como María Luisa de Nápoles, a la que acompañaría su esposo, el Duque de Montpensier. En el municipio la noticia fue bien acogida, teniendo relativamente reciente el precedente de la estancia de su hermano menor, el Infante Francisco de Paula Antonio, su esposa Luisa Carlota y varios de sus hijos, en 1832, como antes apuntamos. Y a efectos prácticos, el ayuntamiento nombró una comisión que se ocupara de organizar, además del alojamiento, la intendencia necesaria para los cuatro días que duraría la visita de los duques y sus acompañantes y un programa de actos adecuado a la categoría de los huéspedes.

casacallelarga_-PuertosantamariaLa comisión inició de inmediato sus actividades, dirigiéndose a los administradores o responsables de diversos edificios públicos para que procediesen al blanqueo y adecentamiento de sus fachadas, a la capitanía de marina solicitándoles las banderas que tuviesen en existencia en los almacenes del arsenal de Las Carraca y la de los buques que estuviesen en carena, convocando una reunión con el empresario taurino para determinar las “funciones de toros”, alertando a la banda música para que am- pliasen su repertorio y solicitando por escrito a don Francisco Javier García de Velasco ofreciese su casa de calle Larga para el hospedaje de los Infantes. /El inmueble escogido, hoy sede de  la Delegación Territorial de Hacienda, en la calle Larga.

Realmente nos ha extrañado la elección de este inmueble, la casa número 123 antiguo y 76 moderno, edifico que alberga actualmente las oficinas de la delegación de Hacienda, casa de 263 metros cuadrados de superficie y dos plantas, que en aquella época tenía 6 habitaciones y cochera en el bajo y diez habitaciones en la planta alta, considerando la gran cantidad de inmuebles existentes en esa misma calle, de mayor capacidad e instalaciones. Pero esta fue, sin duda, la primera opción que barajó la comisión, tal como consta en el escrito que remitieron a su propietario con fecha 10 de junio de 1848. La única explicación que encontramos a esta decisión es que la casa no estuviese ocupada, salvo temporadas, por la familia de este ilustre anciano que en esa fecha tenía 73 años. Era Caballero Supernumerario de la Orden de Carlos III y Maestrante de la de Ronda y tenía su residencia habitual, desde 1825 en Alcalá de los Gazules. La respuesta negativa fue inmediata, dirigiéndose entonces, con fecha 14 de junio a Juan José Zapata, residente en Arcos que tenía arrendada la casa número 4 de calle Ganado, un enorme caserón situado en donde actualmente están el colegio de Nuestra Señora de la Merced y la escuadra de la calle Doctor Muñoz Seca. A vuelta de correos el Sr. Zapata escribió negando la cesión, indicando que el inmueble no estaba desocupado y que la necesitaba para su esposa enferma.

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Arco triunfal instalado en honor de Isabel II, años mas tarde a esta visita, que bien pudo ser similar al que se levantó para la visita de la infanta Luisa Fernanda.

La comisión proponía, asimismo, saliesen a recibir a los ilustres huéspedes al termino de esta ciudad con la de Sanlúcar y “que se elevase un arco triunfal a la entrada de San Juan, con un asta y su bandera nacional y música militar colocada en dicha plaza que toque a su llegada” así como la colocación de banderas en ventanas bajas y colgaduras en los balcones por todo el trayecto, es decir, las calles San Juan, Luna y Larga, hasta el alojamiento de SS.AA. “y que se adornen los palcos de la plaza de toros y teatro sin que falten los refrescos de toda clase en uno y otro lugar” sin olvidar una iluminación especial y extraordinaria de los paseos públicos en los días que durase la estancia. Los gastos previstos se tasaron en 27.600 reales de vellón. De esta cantidad el ayuntamiento aportaría 3.000 reales, abriéndose una suscripción voluntaria entre los demás miembros de la corporación y el colectivo de comerciantes a los que especialmente les beneficiara la visita: extractores y al- macenistas de vinos, panaderos, mercaderes de ropa, etcétera…
El 18 de junio anunciaron que habían pospuesto el viaje (posiblemente por el estado de gestación de la Infanta, que debía estar de cinco meses en esa fecha) y el 2 de noviembre de ese mismo año volvieron a anunciar la visita para el 13 de ese mes. Volvió a formarse una nueva comisión, en esta ocasión mixta, formada por los munícipes Rodríguez de Guillén, Críspulo Martínez, García Valdeavellano y los comerciantes Carlos Carrera, Luis Urruela, José Antonio O’Neale y José Delgado. En vista de lo anteriormente ocurrido, el propio Sr. Alcalde Corregidor tuvo el detalle de ofrecer su casa de la plaza de la Iglesia para el hospedaje de SS.AA. El arco que habían preparado para el verano se instaló en la entrada de San Juan, se exornaron los edificios públicos, programándose funciones de teatro, se dotó de iluminación especial la plaza de la iglesia y los puentes de San Alejandro y San Pedro y se empavesaron los barcos surtos en el río. Del coto de Valdelagrana se trajeron cinco carretadas de lentisco para adorno de las plataformas y tablados instaladas en los paseos para las dos bandas de música que actuarían esos días: la del Regimiento de León y la del cuerpo de Artillería. Finalmente, para acompañar a SS.AA. y séquito en sus desplazamientos y velar por su seguridad. Desde Jerez llegaron dos compañías de Infantería y cincuenta caballos.

...continúa leyendo "2.297. VISITA DE LA INFANTA MARIA LUISA FERNANDA"

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Beltrán Roca Martínez nació en Algeciras el 16 de noviembre de 1979 --el año en el que se eligieron los primeros ayuntamiento democráticos--, siendo el mayor de cinco hermanos, dos de ellos de El Puerto. Vivirá posteriormente en Cádiz y, desde los 12 años, en El Puerto de Santa María al que se traslada la familia por motivos laborales.

1979. HACE 35 AÑOS...
El año 1979 fue el de la transición política en los ayuntamientos. Fueron alcaldes de El Puerto Enrique Pedregal Valenzuela (ver nótula núm.841 en GdP) y elegido democráticamente merced al pacto de las izquierdas, Antonio Álvarez Herrera (ver nótula núm. 362 en GdP). La exposición ‘Escenas de la España Cañí’ del Grupo Costus tuvo lugar en la Casa de la Cultura. (ver nótula núm. 2.291 en GdP). La comparsa ‘Cantares’ de la Peña Los Majaras, obtuvo el 2º Premio Provincial de dicho año, con letra de Diego Caraballo Blanco. En 1979 el arqueológo Diego Ruiz Mata inicia las excavaciones en Doña Blanca (ver nótula núm. 2.266 en GdP). El torero sanluqueño Paco Ojeda tomó la alternativa en la Plaza Real el 19 de julio. El Club Guadalete obtenía la medalla de bronce al Mérito Filatélico. Se funda el Grupo Scout ‘San Jorge’ radicado en la parroquia de la Milagrosa. El Grupo de Teatro ‘Bellas Artes’ representaba en la Casa de la Cultura la obra de Muñoz Seca ‘Anacleto se Divorcia’. El grupo de rock sinfónico andaluz ‘Triana’ sacaba su album ‘Sombra y Luz’ con el batería porteño Juan José Palacios ‘Tele’ (ver nótula núm. 455 en Gente del Puerto). Rafael Alberti publicaba ‘El Matador’, ‘¡Aire, que me lleva el aire!’, ‘Antología Poética (1924-1972)’ y ‘Despertar a quien duerme’ de Lope de Vega. Eran detenidos seis portuenses por su militancia en el PC(r), entre ellos el responsable del Comité Regional de Andalucía, Juan Rincón (ver nótula 143 en Gente del Puerto). Nace Paco Sordo Artaraz, ilustrador, anteriormente en ‘El Jueves’ y hoy en la revista ‘Orgullo y Satisfacción’.

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Antonio Álvarez, al poco de acceder a la alcaldía en 1979.

EL PUERTO, ANTES Y AHORA.
“Recuerdo El Puerto de mi infancia" --llegó a El Puerto en 1991, siendo alcalde Hernán Díaz Cortés-- y adolescencia como un lugar con mucha zona verde en la periferia, sin edificar, en el que los niños construían cabañas y jugaban con libertad. Donde también se podía mariscar y pescar sin problemas. Hoy está todo mucho más edificado y hay menos zonas verdes en las que las nuevas generaciones puedan crecer en contacto con la naturaleza”.

Y abunda: “Desde el punto de vista político, percibo El Puerto en un estado lamentable. Del lado de los políticos, se ha gobernado en general desde el clientelismo --‘comprando votos’ a cambio de favores--, desde la falta de respeto a los derechos sociales y el medio ambiente, y, en buena medida, relacionado con el sector empresarial del ladrillo (inmobiliarias, constructoras, promotoras...). Esa connivencia entre política y dinero ha pervertido totalmente la política municipal. Del lado de los ciudadanos, en una medida u otra, hemos formado parte de ese sistema clientelar y corrupto, que ahora se muestra con toda su crudeza”.

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Primer cumpleaños de Rafael Alberti, con Hernán Díaz Cortés como alcalde, celebrado el 16 de diciembre de 1991 en el Hotel Monasterio de San Miguel, vemos al poeta rodeado de periodistas recogiendo unas declaraciones del poeta. De izquierda a derecha, fila superior, Ignacio Gago Fornell, Andrés Jiménez, semioculto desconocido, Francisco Andrés Gallardo, Soledad Duro, Rafa Tardío y Paco Crespo. Sentados, el ex alcalde Hernán Díaz, desconocido, Isabel Flores, el poeta universal y su segunda esposa, María Asunción Mateo. Cumplía el poeta. Cumplía 89 años.

ESTUDIOS.
Estudió en Cádiz en el CEIP Josefina Pascual y en El Puerto en el Centro Inglés y en el IES Pedro Muñoz Seca. Posteriormente el primer ciclo de Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Granada, licenciándose en Antropología Social por la Universidad de Sevilla; obtiene el doctorado en Antropología Social en la misma universidad con una tesis que investigaba el funcionamiento de las organizaciones no gubernamentales de cooperación al desarrollo a partir de cinco casos (Madre Coraje, Médicos del Mundo, Manos Unidas, Intermón-Oxfam y Paz y Solidaridad).

portada_antropologiaANTROPÓLOGO.
La participación en ámbitos militantes del anarquismo le lleva desde muy joven a preguntarse por el funcionamiento de las sociedades. Por influencia de Salvador Medina Baena en su etapa de secundaria se acerca a las ciencias sociales, formándose posteriormente en sociología y antropología social en la universidad. Considera que la mayor virtud de las ciencias sociales es que “nos ayudan a pensar la sociedad mas allá de lo aparente, cuestionándonos las instituciones, ideas y estructuras dominantes, las cosas que damos por sentadas. La antropología, por ejemplo, nos enseña que lo que para nosotros ha sido de una manera ‘de toda la vida de Dios’, en otros sitios es distinto. Y, por lo tanto, no hay nada que no podamos cambiar si dedicamos el esfuerzo suficiente, aunque esos cambios lleven tiempo”. /En la imagen de la izquierda, portada del libro 'Anarquismo y Antropología'.

EJERCIENDO DE DOCENTE.
Ha trabajado como docente e investigador en la Universidad de Sevilla, Escuela Adscrita de Trabajo Social, Turismo y Relaciones Laborales de Jerez, Universidad Pablo de Olavide y la Universidad de Cádiz. Actualmente es profesor del Área de Sociología de la Universidad de Cádiz, donde enseña a estudiantes de Trabajo Social, Empresariales y Gestión y Administración Pública.

portada_contrapodersindicalPRINCIPALES PUBLICACIONES.
Es autor de más de veinte artículos en revistas científicas, una docena de ponencias en congresos, varios capítulos de libros y varios libros. Destacan la antología "Anarquismo y Antropología" (LaMalatesta Editorial, 2008), donde se explora la interrelación entre las ideas libertarias y la disciplina antropológica, el libro "El pueblo en la calle" (Centro de Estudios Andaluces, 2009), escrito junto a David Florido y José Luis Gutiérrez Molina, sobre la lucha laboral en el astillero de Puerto Real, y el libro "Contrapoder sindical" (Fundación Anselmo Lorenzo, 2013), que incluye varios capítulos donde se analiza la situación del movimiento sindical hoy en España. /En la imagen de la izquierda, portada del libro 'Contraponer Sindical'.

EL ANARQUISMO.
En 1996, aún en secundaria, empieza a asistir a las reuniones para reconstituir el sindicato CNT en El Puerto. Al principio en el local cedido por Ecologistas en Acción en la Real Plaza de Toros. En esas reuniones, aún muy joven, por la influencia del militante Juan Ceballos Herrera, se convence de la necesidad de cambiar la sociedad hacia mayores cuotas de igualdad y libertad, superando estructuras como el Estado, el Mercado y el Patriarcado. Ve el anarquismo no como un futuro sistema perfecto, sino como una utopía en el buen sentido, unas coordenadas (no mandar, no obedecer, o lo que es lo mismo, que todos manden y todos obedezcan) hacia las que dirigirse en todo momento. Y esto lo considerad válido tanto para las relaciones interpersonales como para la vida social y colectiva.

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Beltrán, con megáfono, durante la huelga de carniceros en 2008.

SINDICALISMO.
Tras participar inicialmente en el movimiento estudiantil, cuando termina sus estudios y comienza su vida profesional, se centra en la defensa de los derechos laborales. Aún en Sevilla, aprende mucho de acción sindical del militante cenetista Antonio Moragues. En 2008, cuando es contratado en la universidad en Jerez, regresa a El Puerto y se hace cargo de la Acción Sindical. Desde entonces ha ayudado a cientos de portuenses en sus problemas laborales, creando una veintena de secciones sindicales en empresas y asesorando ante conflictos, demandas y huelgas. Su objetivo ha sido y es fortalecer el sindicalismo independiente en El Puerto, para que los trabajadores estén organizados, defiendan sus intereses y aumenten sus capacidad colectiva para transformar la realidad desde la lucha en los centros de trabajo y en la calle. Hoy no es secretario del sindicato, pero sigue asesorando a trabajadores y participando activamente en la vida del sindicato en la calle Gatona.

FORO SOCIAL PORTUENSE.
También es colaborador del Foro Social Portuense aunque de manera interrumpida, dado que ha estado algunos años fuera. La participación en el Foro se debe a que entiende que la defensa de los derechos sociales no se realiza sólo en el centro de trabajo. Cree en la necesidad de tender puentes entre el sindicato y las organizaciones comunitarias para conquistar derechos y hacer una ciudad más justa para las clases populares.

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Durante una Asamblea del 15M, en la plaza del Polvorista.

GANEMOS.
En 2014, fruto de una serie de debates en el seno del Foro Social Portuense, se decide impulsar una plataforma ciudadana que podría concurrir a las elecciones municipales de 2015. Esta plataforma se denomina Ganemos El Puerto, siguiendo la estala marcada por la experiencia de Barcelona y otros municipios.

Aunque siempre ha sido muy escéptico respecto a la capacidad de promover cambios sociales significativos desde las instituciones, decide implicarse en Ganemos. El principal motivo es que entiende Ganemos no como un partido o una simple apuesta electoral más que aspira a sustituir a los actuales gobernantes, sino como una iniciativa de ciudadanos particulares que puede reforzar el papel de los movimientos sociales locales. Entiende que “la capacidad para democratizar radicalmente la ciudad, y acabar con la corruptela y la mala gestión, está en los movimientos sociales. Pero considera que los movimientos solos tienen una capacidad limitada en el actual contexto, y necesitan dotarse de herramientas para fortalecerse. Una palanca para fortalecerse puede ser por un lado, quitar a los actuales gobernantes y proponer otros más sensibilizados, y por otro, tratar de transformar la manera de gobernar el municipio, explorando vías para ejercer la democracia directa”. Así, entiende que su participación en Ganemos no es una ruptura con sus ideas libertarias, sino una evolución de éstas, pues la autogestión, la democracia directa y la solidaridad son los pilares de lo que aspiran a construir desde la plataforma ciudadana.

festivalhaiti_2010_puertosantamariaSOLUCIONES PARA EL PUERTO.
Afirma que “hay soluciones a muchos de nuestros problemas, pero sólo una parte de éstos pueden solucionarse desde el ámbito exclusivamente local. Hay que decir que por encima del gobierno municipal hay leyes e instituciones autonómicas, estatales, europeas que limitan notoriamente la capacidad para inventar soluciones. Estas leyes, por lo general, están diseñadas para beneficiar a unos pocos en detrimento del interés general. A gran escala el capitalismo se ha transformado en esta crisis económica. Los grandes grupos de poder han declarado un estado de excepción permanente, que está sirviendo para imponer un modelo de sociedad tremendamente injusto: con un paro galopante, exclusión, hambre, falta de oportunidades, sin derechos laborales... El Puerto es también escenario de todo eso”. /En la imagen de la izquierda, durante el festival por Haití celebrado en 2010.

Y continúa: “A esto hay que añadir que El Puerto es una ciudad muy compleja, en su estructura económica, urbanismo, la cultura, el asociacionismo. Además, es uno de los municipios más endeudados del país, por lo que el margen de maniobra de un Ayuntamiento es muy limitado”. Pero a pesar de todo, “estoy convencido de que colectivamente, con imaginación, buscando otros referentes, es posible diseñar de manera colectiva y democrática, políticas públicas que mejoren nuestra situación y que, además, contribuyan a alcanzar un cambio social de más calado. Sólo a modo de ejemplo, en otros periodos cuando no había dinero para urbanizar o mejorar las infraestructuras de un barrio, los Ayuntamientos han cedido los materiales y los vecinos han trabajado. Se han auto-organizado los barrios”.

beltranroca_senderismo_puertosantamaria“Claro que” --añade--, "plantear esto desde un Ayuntamiento como El Puerto, que tiene actualmente unos trece cargos de confianza y alguno roza el salario de cien mil euros anuales, es totalmente ilegítimo. Pero en un Ayuntamiento que destine sus recursos a las necesidades de verdad de la población, cuyos presupuestos se hayan decidido colectivamente, si no queda otro remedio, la opción de la auto-organización y el trabajo voluntario no es tan disparatada. Esto es sólo un ejemplo, de cómo con otro tipo de políticas y de formas de autogobierno, muchos de nuestros problemas cotidianos se pueden solucionar. Y además, pueden sentar las bases para un cambio más profundo en nuestra forma de vida y de relacionarnos unos con otros, pues, especialmente dados los límites ecológicos de nuestro planeta, cabe la posibilidad de que este cambio llegue a producirse antes de lo que pensamos”. /En la imagen de la izquierda, Beltrán, reponiendo líquidos tras ejercer de senderista.

AFICIONES.
Le gusta, entre otras cosas, el senderismo, leer, montar en bicicleta y pescar, aunque el intenso trabajo académico, la militancia sindical y social, y estar con su querida compañera, María y su hijo, Mario de dos años, le consumen todo el tiempo. Afirma que los fines de semana, cuando tiene un poco de tiempo de descanso, tan sólo puede entrar en letargo y “ver peliculones de Antena Tres”.

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El Barrio de Guía era, por antonomasia, el barrio marinero de El Puerto, que se extiende en torno a la antigua Pescadería, hoy conocido como Avda. de la Bajamar, y en toda su extensión, antaño, la larga vía se denominaba Enrique Martínez, en honor del ingeniero de obras públicas que impulsó la canalización del río Guadalete...

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Portalón de la Ciudad al tráfico marítimo, a la explotación pesquera, a la aventura marina, a las pasadas tradiciones navales, la avenida de la Bajamar...

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Pescadores en torno a la taberna La Gaviota, uno de los pocos reductos con auténtico sabor marinero, donde unas pieles curtidas, unas voces ajadas, una mirada rota, una socarrona sonrisa, te pueden evocar que fue del puerto que no es.

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La orilla del río, hoy cantil del muelle, contempla como antaño, a quienes partieron a América, antes con el comercio de ultramar, hoy con embarcaciones deportivas. Y los marineros, que ya no tienen La Lucha, Los Cristalitos, Los Caballos, Adriano, los ven...

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Como no queriendo ver mas allá del decaimiento del sector pesquero, los pescadores artesanos, deportivos, ociosos, aburridos, son la luz en la Bajamar de este Puerto de Arrebatacapas. /Fotos: Adrián Morillo.

pepin_cabrales_puertosantamariaJosé Cabrales Campos, conocido artísticamente como Pepín Cabrales nacido en Cádiz en 1936, era un bailaor flamenco que en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado triunfó en tablaos madrileños de prestigio: El Duende, Zambra o Los Canasteros, viajando fuera de España con diversas compañías flamencas. Era también un hombre con gracia, capaz de animar la fiesta. Fue también un extraordinario palmero. A final de los setenta dejó de bailar. En 1979 y 1980 desempeñó la gerencia del tablao La Venta del Gato, retirándose a continuación de la vida pública. Falleció en Madrid en el año 2004.

‘Quien no ha visto toros en El Puerto, no sabe lo que es un día de toros’. “--¿A Joselito se le va a ocurrir eso? Ná de ná, Juanín. Eso fue cosa de Barrilaro con dos de La Ina por encima”. Esta ocurrencia de Pepín Cabrales no extrañaba a nadie. Todo el mundo sabía que este gaditano universal era genial, que su simpatía y la gracia de su trimilenaria Cádiz corría por sus venas como la sal marina de su bahía, y cautivaba a sus amigos.

El Puerto de Santa María y sus días de toros son como son por sus aires, sus gentes y sus carteles. Uno de los más grandiosos ha sido el formado por Diodoro Canorea, Juan Luis Bandrés, Pepin Cabrales, y Enrique Barrilaro, genuino empresario de la histórica plaza de toros. Por entonces era descabellado suponer que un toro de Bandrés y de su socio Sayalero acabaría con la vida de otro gaditano de buen son como Paquirri, que el ganadero donostiarra moriría a manos de la sin razón y que a Diodoro, a Pepín y a Enrique “la comía” se los llevaría por delante.

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Azulejo a la entrada de la Plaza de Toros, en el callejón de la Puerta Grande.

Pues ante la esplendorosa “comía” de las terrazas” de El Puerto se plantaba este cartelazo en día de corrida después del apartado. –-“Qué forma de pedir tenía Barrilaro”, decía Pepín. Qué arte, qué belleza de mesa, y también qué gesto estremecido asomaba en la cara del camarero. ¿A cuánto ascendería la pella esta vez? “--No importa, el toreo es grandeza”, sentenciaba el empresario con torería sacando de su bolsillo el fajillo... no de billetes; el fajillo de entradas de toros para los camareros, para todo el mundo, “pa l’abuelo y pa l’abuela, pa los nenes y pa las nenas”. En aquella época colaba todavía eso de regalar entradas de toros; ahora, si se ofrecen, son capaces de llamar al 091.

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En primer término, Enrique Barrilaro, en el burladero de la Empresa durante el Festival Taurino celebrado el 28 de febrero de 1971, tras el homenaje recibido el día anterior en el Hotel Meliá 'El Caballo Blanco'. Detrás vemos, de izquierda a derecha, al presidente de la Diputación Antonio Barbadillo y García de Velasco, el Gobernador Civil, Luis Nozal y el alcalde de la Ciudad, Fernando T. de Terry Galarza, junto a sus respectivas esposas.

A Canorea y a Bandrés las tensiones de su Maestranza sevillana y de la naviera gaditana se las llevaban las brisas marineras de El Puerto en su alianza empresarial con Barrilaro. Algo más se quedaba por ahí, pero a ellos no les importaba: disfrutaban con su ambiente, con sus toreros y con su Pepín, que les contaba las cosas de Cádiz, de los flamencos de su Barrio de Santa María, de la Caleta, de su “mare” Juana, de su maestro Aurelio Sellés o de Pericón, de las cosas del Beni y del cante por alegrías de Manolo Vargas; les ligaba relatos de Ignacio Ezpeleta e historias del abuelo Caracol el del bulto, y las vivencias con su hijo don Manuel Ortega Juárez, como solía nombrar a Manolo Caracol. Pepín presumía de memorión para los apellidos.

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El empresario taurino Diodoro Canorea

Su ingenio y saber contar hacían las delicias de la mesa y de los que se iban arrimando. Se acercaba la hora de ver a Curro: “--Ay. Romero de mis entrañas”, suspiraba Pepín desde que un día fue a una sin caballos en Puerto Real a ver a su paisano Mondeño y se encontró con un tal Curro Romero.

Al ruedo de la mesa iban soltando magníficos ejemplares, un encierro amplio de cigalas con trapío que miraban con fijeza desde su saltones ojos, mientras sus puntas rozaban los pechos de los avezados diestros. Antes, desfilando en aclamado paseíllo, la rica bahía había abierto el portón para exhibición de garbosos camarones y afiladas bocas de la Isla, los bigotes de langostinos de Sanlúcar se enredaban en vistosa madroñera, los chocos y calamares extendían sus brazos en alto, en cordial saludo a los afamados lidiadores. Cuando el rigor agosteño apretaba contra las tablas se abría la manguera de la Cruzcampo para blanquear con su espuma el piso del redondel y aliviar las gargantas de los afanosos fenómenos de la torería.

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Fotografía tomada en Madrid en el pub 'Snobísimo' donde aparecen Pepe "El Palmera", Gabriel Gómez Campos de la Venta Los Tarantos de San Fernando, el compositor gaditano Felipe Campuzano, el bailaor Pepín Cabrales y el periodista gaditano Fernando Orgambides. /Foto: Venta Los Tarantos.

Cuando ya las cabezas de la gamba blanca de Onuba tapaban los huecos de los zapatos de rejilla de Barrilaro trepando hasta los machos, y la salsa de papas con choco dibujaban chorreras y caireles en su guayabera, se le entornaban los ojos de su faz bonachona en rostro de grana y oro, para sumergirse en profundo y placentero sueños.

Cuando, ya próximo el toque de clarín de su plaza de El Puerto, se despertaba, clamaba, soliviantado, al camarero:

–-“Rápido, por favor, que empieza la corrida. Póngame usted un bol doble de café con leche, una rebaná con aceite, dos croissant abiertos con mantequilla y una botellita de agua”. Entonces Pepín le reprochaba, con jocosa complicidad, que se echara otra vez al ruedo, a lo que Enrique Barrilaro, muy serio y con aires de reprimenda, contestaba:
-–“Mira, Cabrales, siempre que me despierto, yo desayuno...

Vámonos a los toros, a los toros del Puerto...

Puerto de Santa María,
qué sabor a vino viejo
se bebe en cada “corría”...
(M. Martínez Remis)

Texto: Juan Lamarca López. Ex presidente de la Monumental Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid).

En la imagen, Miguel Salguero Suárez, patriarca de toda una estirpe de churreros con Charo Salguero Venegas (ver nótula núm. 350 en GdP). Sus hijos tienen un gran parecido, especialmente José Luis, quien mantiene con Tere (ver nótula núm. 093 en GdP) un puesto de patatas fritas en el Parque Calderón (ver nótula núm. 1.228 en GdP) y a veces está en la churrería. La tradición viene de familia del padre de Miguel, Facundo Salguero Junquera y sus tíos.

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En el centro de la imagen, tomada en la Velada del Paseo de la Victoria, con la manga metálica de echar los churros un muy joven Alfonso Romero Núñez, marido de Charo Salguero. Y detrás, la señora que atiende a la clientela es posible que sea Dolores Venegas, esposa de nuestro protagonista con las varillas de freír los bollos.

Según el historiador, Enrique Pérez Fernández, "Aunque no puedo asegurarlo, creo que fue un familiar de Facundo Salguero Junquera, Antonio Suárez Junquera, quien instaló el primer puesto de churros en el Parque Calderón, en 1924, frente al kiosco de Murga.
Al año siguiente quiso de nuevo ponerlo pero no se le concedió permiso, y sí a Miguel Peña Oviedo y otro a su hermano José Suárez Junquera (Bornos, 1874), también en el Parque, entre los dos parterres fronteros a Javier de Burgos, donde José instaló su anafe de carbón y leña hasta mediado los años 30.

En plena guerra civil, en el verano de 1938, fue cuando Facundo puso por vez primera su puesto de masa frita -que decían entonces- en el Parque.

José Suárez a la vez que churrero ejerció de conductor de camiones, según leí en esta noticia que publicó la Revista Portuense sobre un accidente que tuvo en agosto de 1933: “Entre otras notas que quedaron por insertar en nuestra anterior edición, figuraba el dar cuenta del suceso ocurrido en la tarde del pasado miércoles, en que el camión destinado a transportar piedra de la cantera [de la Sierra de San Cristóbal], matrícula PO-107, propiedad de José Blas Núñez y conducido por José Suárez Junquera, cuando se dirigía hacia el puente de San Alejandro, debido sin duda a algún desperfecto en su mecanismo, comenzó a descender hacia atrás hasta venir a chocar con el árbol y el banco de material más próximo al puente, de los existentes en el Parque. Efecto del choque rompió el árbol y parte del banco, viniendo una de las ramas de aquél a dar en la cabeza del anciano Francisco Díaz Lanceta que se hallaba allí sentado, y el que fue asistido en el hospital de una herida contusa de 4 centímetros en la región occipitoparietal, lado izquierdo, que interesa todas las partes blandas hasta el periostio, con mortificación de los bordes, de pronóstico reservado.

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Miguel Salguero, en el centro, probando una copa de vino, y a la derecha, su compadre Manolo Vélez Hidalgo, con gorra. /Foto: Colección Bar Vicente.

Pero volviendo a Miguel, nuestro protagonista, además de trabajar duro con los churros en la Plaza de Abastos, en ferias, fiestas y verbenas, trabajó también en una bodega portuense para suplemental el jornal que sacó a su familia adelante.

Como nos cuenta la que fue su vecina en la Placilla, María Jesús Vela: “Miguel tenía muy buen carácter, siempre sonriendo a la clientela y cantiñeando, tal como su yerno Alonso Romero Núñez. Muy cercano en todo. Aficionado a las peleas de gallos, quizás por su amistad con los hermanos Manolo y José Vélez Hidalgo. Ellos criaban y adiestraban a los pollos y, de hecho, Manolo Vélez y Miguel Salguero eran compadres.

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El puesto que Miguel Salguero tenía frente a la Casa de los Leones, en La Placilla, atendido por su hija Charo y su yerno Alfonso, salió ardiendo y todos los vecinos salieron a ayudarles, por lo que no hubo que lamentar desgracias personales. Coincidió con una Feria cuando se celebraba en Crevillet.

Cuando en la década de los sesenta del siglo pasado vinieron unos misioneros a El Puerto, promocionando las vocaciones, uno de aquellos sacerdotes se parecía a su yerno, Alfonso, al que le pregunté si era su hermano. Éste me respondió afirmativamente, y yo todos los días iba al puesto de churros y le preguntaba por él, e incluso le llegué a escribir varias cartas. Yo, con mis pocos años, creía que era verdad y Alfonso me seguía el juego, contándome las aventuras de su supuesto hermano, y me decía que las cartas tardaban mucho en llegar porque su hermano estaba en el extranjero. Y que fuera buena y que rezara, que un día vendría a verme. Mientras a diario esperaba una carta que nunca llegó. Y así hasta que un día me di cuenta del engaño. Pero Alfonso no lo hacía con maldad. Era un bendito".

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En la imagen, Fernando Camacho Arana (ver nótula núm. 1.851 en GdP)

Dedicado al tapatólogo Gabriel Alconchel, gran higuista.

'--A los reondos y durse' cantaban los hombres rústicos por las calles. Conducían unas “amotos” (moto rústica) más viejas que el taparrabos de Tarzán. En la parte de atrás portaban dos peazos de cerones de esparto donde iba el preciado fruto. Todos estaban morenos, no precisamente los pobres míos de ir a la playa y se tapaban con gorrillas, preferiblemente de acuadritos. Recuerdo que en el barrio la gente salía con los platos en la mano para que el hombre rústico les sirviera la “ocena”, unidad de medida por la que se vendían los higos.

No sabía muy bien si su nombre eran higos chumbos o chungos, porque los pobres míos eran de segunda división. Mientras sus primas hermanas las brevas, de suave frescor, y los higos negros, se lucían en las fruterías de tronío con el pomposo nombre de frutas de temporada, el se paseaba en serones por las calles, muertecito de calor y además con un abrigo de púas.

Siempre que mi madre salía a comprar la ocena, me enrolaba en la expedición para disfrutar de la ceremonia del pelado de los higos. Me llamaban la atención las peazos de manos de los hombres rústicos, capaces de derribar hasta un hipopótamo de una sola cachetá y como eran inmunes a clavarse las puyas… aunque yo creo que éstas, cuando impactaban en su piel, hasta rebotaban de lo hartas que estaban esas manos de coger higos, tagarninas, aceitunas y todo lo que se pudiera por el campo. Una vez uno relataba, mientras manejaba con destreza la navaja con la que pelaba los higos,  que una pitonisa intentó leerle las líneas de las manos y le dijo, chiquillo tu más que líneas lo que tienes aquí es la autopista Cádiz Sevilla de lo ancha que es.

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En la imagen, Juan Guerrero Villegas 'el Rifle'.

Enrolarse en la expedición tenía como premio que me comía el higo de regalo que daban por la ocena en una demostración más de que el tres por dos no lo inventaron los chichinabos del Carrefú. Ya no se ven los hombres rústicos por las calles, por lo menos por los pueblos por donde me muevo, pero los higos no han dejado su carácter de segundones. No se venden en los puestos de las plazas, sino en los exteriores, casi clandestinos, en bolsitas transparentes, que sustituyen a los platos de duralex de cuando había que llevar el envase puesto.

Pero los higos “chungos” siguen teniendo el encanto de lo salvaje, de todo lo que se come a chupetones, el encanto de que el caldo que sueltan te llegue hasta el codo. Deben de estar fresquitos y no comerte más de seis porque si te pasas te puede dar un tralará de cuarto baño.

Permitemé una solo pregunta ¿tú de que eres de los verdes o de los coloraos de final de temporada? Y segunda pregunta ¿es tapatológicamente correcto comérselos en una mousse con crujiente de sus pepitas?. /Una reflexión tapatológica de Pepe Monforte.

Más sobre higos chumbos en Gente del Puerto.
Nótula núm. 376 de Luis Suárez Ávila.
Nótula núm. 1.788 de Alberto Boutellier Caparrós.

Todo en la niñez, se vive con mucha  intensidad e ilusión, la festividad de  la Virgen de los Milagros no iba a ser una excepción. Los días previos, ya  se respiraba, ambiente de fiesta, pues desde bien temprano, las campanas  de La Iglesia Mayor, nos daban los buenos días, con  repiques armoniosos y acompasados, que daba gusto oírlos.

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Pues bien, ese precioso sonido, unido al de los cantos Gregorianos  hacía que afloraran en mi, sentimientos contrapuestos. Por una parte,  sentía mucha emoción, pero a la vez, me invadía, una tristeza, que ni yo misma, sabía explicar, y  que hacía que saltara de la cama como un resorte.

Ya en el colegio --La Divina Pastora-- nos llevaban a confesarnos y a celebrar los actos religiosos y aunque lo tengo muy presente, me gustaba mucho más ir con mis hermanas.  Siempre  iba de la mano  de la mayor, no me faltaba, ni mi velo negro, como señal de respeto, ni mi misal ni mi rosario rojo.  La  imitaba en todos sus gestos, así, si se arrodillaba, yo también, si unía sus manos, yo lo mismo, solo a la hora de comulgar me quedaba en mi asiento  y me  preguntaba  porque  esa parte de la liturgia, siempre me la perdía.

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Por la puerta principal del edificio de la imagen -la Casa de los Sancho- se accedía, en la primera planta al Colegio de Infantil de La Divina Pastora. Allí ejercieron Doña Francisca González Sousa y Doña Lola Sancho.

Había una cola larguísima  y  era muy agradable, ver  las muchísimas caras conocidas. Algunas  según algún pequeño murmullo, eso sí  en voz queda, solo se les  veía en estas mismas fechas  Y era cierto, porque…  ¿toda esa gente vivía en el Puerto? Me preguntaba… ¿donde?.

prioral_1955_puertosantamariaEn la misa de ocho, no se cabía, y había que irse con tiempo, para conseguir un asiento en uno de los bancos o una silla, de las que la voluntariosa María ‘la de las sillas’—creo-- guardaba  celosamente; y  que con solo ver a la persona  en cuestión, entregaba sin equivocarse. Esta señora  recordaba  perfectamente a quien pertenecía cada una y además si ya había asistido a misa, pues en ese caso tenia la tranquilidad para prestarla. Aquello, aunque podría parecer un caos, no lo era, lo único  era que a todos no podía atender a la vez. Silla que vislumbraba, silla que entregaba.

A la salida de misa, nos esperaba en casa un buen desayuno, aquellos primeros años la cosa no estaba para muchos dispendios, pero en las  sucesivos, nos veíamos y nos las deseábamos, para conseguir mesa en las cafeterías  y no digamos el tiempo que nos llevábamos en los puestos de churros.

Ya por la tarde, bien arregladitas  a la calle a ver  nuestra preciosa procesión y aunque mi madre nos leía la cartilla éramos como papagayos. “--Mamá…..me compras, esto o aquello, me montas en los caballitos?”

pacoduenas_8mayo70_puertosantamariaPero fueron los años posteriores, en los que de verdad disfruté de esta fiesta. Ya iba camino de los diez años, y llevaba varios de ellos perteneciendo al coro del Maestro Dueñas (ver nótula núm. 197 en Gente del Puerto). Era un hombre admirable que irradiaba bondad, no quiero decir que no fuera estricto, lo era como no, pero tenía tacto y comprensión  a la hora de bregar con tanta niña chica.. Maribel, nuestra solista, era  un encanto de niña , tenía  desparpajo y  gracia innata, que para sí la quisieran muchos humoristas actuales;  pero no era solo eso, además  poseía una preciosa voz. Cada una teníamos nuestro sitio en los asientos del coro, fue  el propio Dueñas, quien nos lo asignó, y solo se variaba, en caso de que alguna faltara,  por aquello de que no quedaran  huecos vacíos. /En la imagen de la izquierda, Francisco Dueñas en mayo de 1980. /Foto: Rafa.

ramonzarcohernandez_puertosantamariaCuando llegaba este día de fiesta tan  ilusionante para nosotras,  cantábamos varias veces al día, pero no nos resultaba pesado, todo lo contrario, lo disfrutábamos  oyendo  y acompañando a Merche ‘La Macaria’ (ver nótula núm. 047 en GdP) a Felices Rivas, al virtuoso Ramón Zarco y su violín... Hasta  Doña Virginia Hernández su madre  más de una vez  nos deleitó al piano. Y como no acordarme de una de las hijas del maestro y de los hermanos Salvatierra,  que hacían que nos estremeciéramos todos de puro goce al oírlos. Realmente, una delicia a la que pude asistir, contemplar y disfrutar enormemente. /En la imagen de la izquierda, el virtuoso Ramón Zarco. /Foto: Academia BBAA Santa Cecilia.

Ya con mis amigas,  por cierto, todas monísimas completábamos el recorrido  de la procesión,  unas veces  en las  filas  y otras fuera de ellas. Quien lo disfrutaba realmente era mi padre,  muy devoto de La Virgen de los milagros, hasta el final de sus días.

Terminada la procesión, nuestro obligado paseo por la calle Luna, Larga y   Parque Calderón,  a presumir un poquito de lo linda que estábamos  todas las amigas y comprarnos  un papelón de patatas fritas, sentadas tranquilamente, en  unos de los bancos,  de piedra y  hasta en esas bolas enormes, junto a estos, en espera de poder tomarnos alguna refresco de la marca Mirinda, cosa harto difícil, debido a la  gran marea humana que llenaba todas las terrazas.

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La plaza del Polvorista, cuando se remodeló hasta conseguir su actual estado, el 5 de abril de 1970. /Foto: Rafa.

No nos aburríamos,  algunos años  en la Plaza del Polvorista, ponían alguna atracción de feria, algún cacharrito y una pista de coches de choque, y allá que nos íbamos. Nos encantaba la música que ponían estas instalaciones,  de los Brincos, Formula V, Pekenikes  y tantos otros grupos. Como olvidar canciones tales como: Con un sorbito de Champan, Si yo tuviera una escoba,  Ana María se fue

A partir de este día,  ya sabía la respuesta a  la pregunta que había estado haciendo todo el año ¿Cuantos días faltan para mi santo el 12 de septiembre? Efectivamente, solo faltaban cuatro días, para el Dulce Nombre de María, y  así recoger algún  regalo. Lo malo es que aunque ya no me hiciera falta preguntar, continué con la misma ilusión repitiendo: ¡faltan cuatro días!. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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