
Paseo de la Victoria, las cuatro estátuas de terracota representan a las cuatro estaciones. ... a la derecha los arcos de hierro de la rosaleda y la casa del guarda y jardinero, Domínguez, cuyo escudo de piedra se puso, en tiempos de Rafael Sevilla como Hermano Mayor de la Hermandad del Rocío,en la casa de El Puerto en la aldea del Rocío. cuando aquel parque neoclásico estaba en todo su esplendor...
Paseo de la Victoria, cuadro de Juan Lara. (Original de la colección de Francisco M. Arniz Sanz)
Al final del Paseo de la Victoria, la fuente de la gruta con su surtidor y su baranda, flanqueada por las estatuas de las cuatro estaciones: Y todo cubierto de hileras de farolillos y biznagas de luces, ahora apagadas. De la Granja de San Javier sale el hijo de don Félix Tejada que quiere ser poeta y, por ahora, conduce un tonneau con una jaquita, que su padre le ha comprado a Emilio Bootello.

La recientemente desaparecida gruta del Paseo de la Victoria. El padre de Luis Suárez Ávila pintó una acuarela el año 1931 de esa fuente en todo su esplendor. El deterioro del Paseo de la Victoria, bancos de hierro incluidos, es uno de los crímenes urbanísticos cometidos en nuestra Ciudad. Y van...
Más allá, la Sericícola, con su caserío, isabelino, pintado de rojo y blanco, por donde alcanzo a ver a otro grupo de jinetes y amazonas: Ana María y María Osborne, Cristina Cólogan, Isabelita y Cristina y Jesús Terry, éste sobre una jaquita gallega. El Mosca, con el landau tirado por mulas, trasiega Osbornes-Domecq desde la calle Fernán Caballero hasta El Palmar. Franco, con su "coche de plata", Peris, El Mena, Muñoz... van y vienen llevando feriantes en coches cuadrados para seis viajeros, dos transportines, el "ahí te pudras" y el conductor. Los dos autobuses "Chevrolet" de Emilio Bootello, azul-celestosos, carrozados de madera, van cargados hasta los topes, una y otra vez. Juan Antonio Buhigas guía la jardinera de Javier Terry, El Pajarito se acerca al pescante de la manola de don José María Pastor, Repeto aparece, desde "Laborde", en un milord redondo que acaba de arreglarse Alonso Romero. Paquiro arréa (¡Ría!, ¡Bóa!) un carro de marca que Abelardo Guindate ha preparado con una reata de mulos leoneses, esquilados por Margarito, que llevan las aparejadas nuevas, bordadas y claveteadas, con mosqueros de colas de zorros, que van a ser la sensación de la feria. Como de la Cañada de La Valenciana, se acerca un tropel de mayetos, vestidos de rayadillo, con sus tirillas abrochadas, sombreros anchos, sobre jacos y yeguas en monturas vaqueras vencidas y forradas de loneta, sus novias a la grupa, vestidas de gitana, que vienen desde lejos, dejando sus ranchos. Del Pago del Serrano, del Presidio, de Viruela, de Pernita,... Quiroces y Galanes sobre yeguas del hierro de "la Palma" que lo mismo trillan que les sirven de trono. Campo a través se divisan a los Sánchez Gallego, con sus caballos españoles de crines trenzadas y enlazadas, las colas recogidas, a la vaquera, cayendo en las monturas con la sencillez y la soltura que da lo cotidiano.

Feria de Ganado. Año 1964. (Archivo Municipal).
Al llegar al Palmar, un olor de hierba recién segada y un horizonte de mástiles, encalados, alineados, con gallardetes y grímpolas se presenta tras la portada de tres arcos, por donde penetra un hervidero de gente a pié, en coche y a caballo que desemboca en el real. Allí casetas de garlingas de eucaliptus y palmas, recién cortadas del Parque, del Vergel, de la Avenida de los Baños y de la Rotonda; allí, las sucursales provisionales de "Caza y Pesca", de "Antigua de Cabo", de "La Fuentecilla", de Aguilar el de "La Viña", de Obregón y de "La Gallera"...
Por el ala de la izquierda se penetra en la exposición del ganado. En boxes de empalizadas de eucaliptus y palmas, los caballos del hierro del "Bocado" y los del "Rastrillo"; cobras de yeguas de atusadas crines y colas, con rastra y sin ellas; potros tusones; vacas de leche; ganado de carne, retintas españolas, ovejas, cabras, burros garañones, burras de vientre; gallos españoles, pollos ingleses, gallinas de Guinea y conejos en clásicos polleros de madera, puestos a la vista de todos, pero, en particular, del competente jurado que ha sido nombrado. Los ganaderos guardan las formas. Sus mozos están vestidos impecablemente de corto, al cuidado de las bestias. El Loco Paquiro, Moroncillo o El Caneco sin guardar formas, ni nada, se permiten acercarse al Jurado para impetrar al Secretario: "--Don Federico de mi alma, ¿ha visto Vd. qué gallo más hermoso?"

Feria de Ganado. Año 1960. (Archivo Municipal).
En el real, asiste al barullo, desde lo alto de sus caballos y sus monturas dragonas, la Guardia Rural, al mando del cabo Mulero; a pié, los guardias municipales: Peral, el comandante, el cabo Penita, Merengue, Pacuqui, Saborido, el Salas, Rafael Camacho... con blancas guerreras y cascos aun más blancos y relucientes. Y un ir y venir de jinetes y amazonas, de coches y de peatones, entre los que destaca y se descubre el brío de don Ramón García Llano, a lomos de una jaca torda y al Secretario General de Excmo. Ayuntamiento, don Federico Sánche- Pece y del Puerto, que con su jaca picaza y su garrocha ha traído, muy de mañana, desde el vecino cortijo de San Felipe y desde el Hato de la Carne el ganado retinto español hasta la feria. Antoñito, su hijo, hace sus pinitos, vestido de corto, sobre una burra, con aparejada bordada y albarda con estribos, que tienen en la finca de "Las Nieves" y cuida amorosamente el padre de Rafael Camacho.

Feria de Ganado. Año 1965. Las botas de vino, hacen las veces de paredes y mostrador. A la derecha, vendedores de coco y de mariscos. Nada ha cambiado desde entonces... (Foto Archivo Municipal).
En las casetas, sobre mostradores de medias botas, se trasiega el vino fino de El Puerto y se abren cestas de mimbre de donde salen tortillas, bistelitos empanados, lonchas de jamón, de queso y de caña de lomo. La Guachi, de punta en blanco, tan limpia, con su mata de geranios en el pelo, su pañolillo rojo de flecos, sus medias y sus alpargatas blancas, pregona el marisco que lleva en sus cestos y circulan los papelones de gambas y bocas, los bogavantes y los peñiscos, sin tasa ni miramiento. Por aquí Eduardo Ruiz y su tocayo Tejada, con sombreros de ala ancha, dan la nota. Don José Mesa, tan alto, se toca también con otro sombrero andaluz. Por allá Jhoni Osborne, con la chaqueta de hilo recién planchada e impecablemente arrugada, se pone un clavel reventón en la solapa y derrama gracia y sabiduría. La Farfolla, con su bolso y sus botas de botones, su cigarro y su voz de trueno masculino, coloca lotería entre la coña y las risas, encajadas con arte y filantropía. Por acullá, niñeras uniformadas, de cuello duro y delantal con tiras bordadas, briegan con unos angelitos que quieren retratarse en grupo por "Foto Paco", "Foto Leo" o "Galería Azul" o que les compren sombreros alones de papel "pinocho" de los que hay en esas panoplias de listones, cogidos con alfileres de palo, entre "feces" y gorritas ciclistas, trompetitas y matasuegras, o incordian porque las compren turrón o cocos de La Habana.

Interior de una caseta en la Feria de Ganado en 1963. Foto Rasero (Archivo Municipal).
El pueblo soberano desborda de alegría, en esa feria campera, tan ajena al asfalto, y canta a viva voz al son de una guitarra y baila hasta extenuar "La Sebastiana está al liquendoy..." Milagros Govantes se desgañita cantando "Pastillas de jabón a real...", "Me casé con un enano...", "Azules rejas..." y "La nieve por tu cara...". El Caco, Cailla, Quijano y Pepichi se parten tocando sevillanas de chimpúm. La Cruz Roja voluntaria, está pendiente, con camillas, por si hubiera o hubiese algún descarrilado que, con el sol y el polvo, se indigestara del vino...

Feria de Ganado en El Palmar. Entrega de Premios por el entonces alcalde de la Ciudad (1959) Miguel Castro Merello. A la izquierda un militar desconocido, el Juez de la Ciudad, Fernando Ramos Pasalodo. A la derecha de la fotografía podemos observar en primer término al niño Ramón Insua Lavín, y detrás de izquierda a derecha a Blas Aranda, funcionario del penal, Francisco Sara Sampalo, funcionario de Fiestas (su hijo, José Luis Sara, desempeña en la actividad el mismo cometido), y el fotógrafo Luis Sánchez Pérez, 'Quico'. Foto Rafa. (Archivo Municipal).
A la hora señalada, las fuerzas vivas, civiles y militares, y el clero, se colocan en la tribuna para que desfile el ganado y Martínez Montenegro proclame, por el micrófono, la lista de los premiados:
"--Primer premio..., para el conejo de Doña (y aquí el nombre de una señora muy conocida); Premio de ganado retinto: Mejor semental, Don...(y aquí el nombre de un acreditado portuense)".
Ante el pasmo de la concurrencia, cada cual recoge su premio y no pasa nada. Porque la feria es así. Himno Nacional y bajada de bandera.
Por la tarde, en la Victoria, habrá batalla de flores, en camiones camuflados de carrozas, donde Lola Nimo es la inevitable. La feria acabará. Había empezado con el desfile de gigantes y cabezudos que, desde la Casa Cuna, salieron garbosos, con sus reyes, sus roques, sus enanos, sus toreros y su toro que, como una tarasca laica, va arremetiendo contra el personal, al son de pasodobles, hasta llegar a la Avenida de Valentín Galarza y desvirgar la feria más abierta y jovial de todas las Andalucías.

Feria de la Victoria. Carrozas y Batalla de Flores. Año 1959. Foto Rafa. (Archivo Municipal).
Pero con la batalla de flores, la feria acaba: "Ite, feria est". Yo, por mi parte, me apeo del pescante, refresco las cuartillas de mi jaco, le desabrocho la muserola y el ahogadero, le saco el quitipón y le abrocho las carrilleras del costal de lona porque el pienso se lo tiene merecido. (Texto: Luis Suárez Ávila).

Velada de la Victoria, en el Paseo del mismo nombre. Foto Rasero. (Archivo Municipal).



Juan Lara, el pintor de la luz, fue el “pintor de la Feria” pues nadie como él ha pintado y anunciado tantas veces y con tanta maestría el acontecimiento festivo de El Puerto por excelencia: en 1946, 1947, 1949, 1963 (reeditado en 1987), 1970, 1971, 1972, 1973 y el definitivo de 1989, con el que rompió moldes. Luego se publicaron póstumamente y como carteles de Feria, cuadros suyos pertenecientes a colecciones privadas y cedidos por sus propietarios para las distintas ocasiones en los años: 1995, 1998, 2001 y 2001. Para la Peña La Charanga -la otrora Caseta La Maruja- pintó algún cartel anunciador de la caseta.







Cáritas Portuense es una institución que todo el mundo conoce. Y hoy en tiempos de crisis, mas todavía. Los porteños saben que cuando envían algo o entregan dinero a Cáritas llega a las personas de la ciudad y a los emigrantes que más lo necesitan. Pero la cara de Cáritas es un equipo de hombres y mujeres voluntarias, al frente del cual está Pepe Serrato, que gestionan con equidad y justicia lo que los portuenses entregan. Los necesitados también tienen caras, nombres y carnés de identidad. No los conocemos, pero Cáritas sí los conoce con sus problemas diarios de subsistencia, de comida, de viviendas, de colegios, de salud, de trabajo...
José Serrato Barragán es un porteño, con más de treinta años de residencia en El Puerto. Nació en 1943 en Osuna (Sevilla) y llegó a El Puerto en 1977, como empleado de la RENFE. Está casado y tiene dos hijos. Desde su jubilación, dedica su tiempo libre a su familia y a Cáritas. Él mismo nos describe la historia, los antecedentes de Cáritas en nuestra Ciudad.










Se comunica todos los lunes vía webcam --por Internet-- con su hermana Carmen en El Puerto. No posee muchas amistades en su ciudad de acogida: «--De una mano doblo tres dedos y esa es la cantidad de amigas que tengo» Frente a su calle vive Susi, una roteña muy buena persona. Pero su mejor amiga es su hermana Carmen. Sus hijos Marta y Andrew han estado dos veces en nuestra Ciudad, la primera vez en la Navidad de 1986, cuando falleció su abuela paterna, Carmela, y la última vez que estuvieron en España fue en 1992. Teresa regresaría sola en la Navidad de 1996, la última vez que estuvo en El Puerto, hace 12 años. Quiere volver para «ver donde están los que ya no están», aunque ahora la frena la crisis económica: un viaje trasatlántico cuesta mucho dinero . De momento se conforma leyendo la web Gente del Puerto y viendo por Internet Canal Sur Televisión. (En la fotografía, Teresa y su hermana Carmen, de pequeñas en El Puerto).
En este primero de Mayo, los trabajadores, los implicados en la mejora de las condiciones sociales y laborales de todos, los que piensan que se puede conciliar el estado del bienestar con el mundo del trabajo, tienen más presente que nunca, si cabe, a Isidoro Gálvez líder sindical en la provincia de Cádiz. “Alguien del pasado que todavía es presente”, en palabras del Secretario General de Unión General de Trabajadores (UGT) de la provincia. “Amigo y dialogante en la unidad de acción, desde otro sindicato” dice Federico Pedreño, quien fuera Secretario del Metal de las Comisiones Obreras (CCOO), cuando Isidoro Gálvez ocupaba el mismo cargo en UGT. “Un hombre íntegro, humanamente increíble, que intuía las cosas”, recuerda Elías Py, cabeza visible de UGT en El Puerto. Todos quienes nos rozamos de alguna manera con Isidoro, a lo largo de su vida, nos impregnamos de esa humanidad, de ese sentido de la justicia, de esa forma de ver la vida donde el sol tenía que salir, forzosamente, para todo el mundo.
La relación con las Hermandades del Trabajo de Acción Católica (HOAC), le hacen conocer a Esteban Caamaño, con quien más adelante militaría en otras organizaciones progresistas, codo a codo. Como responsable de las JOC, es detenido en Madrid en 1972, junto a toda la ejecutiva, pasando más de 3 meses en la cárcel de Carabanchel, quedando en libertad provisional a la espera de juicio, gracias a los buenos oficios de quien sería su buen amigo, el ex ministro socialista Enrique Barón, quien actuó como abogado defensor. En ese tiempo nace su hijo Daniel. (En la fotografia, Esteban Caamaño Bernal, arrumbador, sindicalista y político, quien coincidiría con Caamaño en el parlamento español cuando ambos tenían responsabilidades políticas durante el primer gobierno de Felipe González).
Dos años después, con el momento político convulso, y con las maletas casi preparadas para salir de España, pues tenían noticias de que iban a detener a los activistas políticos y sindicales clandestinos en la provincia, Isidoro se niega a marchar. Jaime San Narciso, el médico, le avisa del avanzado estado de gestación de su mujer, Mariá de los Ángeles Fernández Cortabarría --bilbaína de nacimiento pero porteña por elección--, por lo que decide acompañarla al hospital, donde efectivamente es detenido por la policía del régimen. (En la fotografía, el exministro socialista Enrique Barón, gran amigo de Isidoro y abogado defensor en algunas de sus causas como responsable de la Juventud Obrera Católica. JOC).
Allí nace su segundo hijo, Alejandro, mientras su padre permanece en la cárcel. Ya en la Transición, con el nacimiento de su tercer vástago, José María, las bromas de los compañeros eran constantes aventurando que ese alumbramiento podría traer pareja otra temporada ‘a la sombra’.
Su gran intuición, le vino a corroborar un día, que sus convicciones de izquierdas, de lucha sindical le venían por herencia de sangre. En su familia, temerosa por lo que habían pasado durante el anterior régimen, no se hablaba del pasado político, algo por otra parte muy frecuente en las familias represaliadas durante el anterior régimen. Fue su amigo Elías Py, allá por 1992, quien le comunicó, tras investigar en la prensa local de la época: la revista ‘Trabajo’ en un número de 1935, que su padre había sido militante de Izquierda Republicana y miembro del Sindicato Sociedades Obreras Ugetisas, de Cocineros, Camareros y Similares. Trabajó como camarero en los restaurantes “La Burra” y “El Resbaladero”. (En la fotografía su mujer y compañera, María de los Ángeles Fernández Cortabarría).
Por su defensa a favor de la República, el padre de Isidoro sufrió los rigores políticos del anterior régimen, siendo condenado a muerte, luego conmutada la pena, pasando más de cuatro años en la cárcel. Luego nacieron Isidoro, Manolín y Pepi. Las palabras de Isidoro “lo sabía” era una muestra más de su intuición, sus convicciones y su contento. Y es que, Isidoro, sabía que no había mejor rama que la que al tronco sale. Nos dejó, hace unos años, siendo miembro de la Ejecutiva Provincial de la UGT, ya jubilado, pero aportando todo su saber para que el porvenir sea mejor para todos. (Autor de la ilustración: Martín. Izquierda Republicana. 1936).
EL SINDICATO DE LABRADORES Y GANADEROS.
La complejidad de las estructuras de las hermandades dependía de la cantidad de agricultores socios de cada una. Destacan la figura del jefe de la Hermandad, la Junta Sindical (asamblea de representantes), o el secretario. Las Hermandades Sindicales Locales solían estar vinculadas a las cooperativas del campo existentes en cada localidad. La hermandades sindicales solían organizar en cada localidad la fiesta de San Isidro, patrón de los agricultores. Desaparecieron como tales entre 1977 y 1980 con su transformación en las Cámaras Agrarias. En trance de desaparición irreversible, el Patrimonio de las Hermandades pasó a depender de las actuales Cámaras Agrarias, organismos dependientes del Instituto de Relaciones Agrarias del Ministerio de Agricultura. Tras una etapa de recelo por su pasado uniformizador y no democrático, los sindicatos agrarios de clase decidieron, con posterioridad, participar en los nuevos órganos de gestión de los asuntos agrícolas.
Pedro Delgado Sánchez, nace en el mismo año de la instauración de la II Republica en la Casa de Roque Aguado, colindando con la Casa-Palacio de Vizarrón o de las Cadenas en la Plaza del Polvorista. Su nombre artístico es el de Perico ‘de la Carlota’ en honor a su madre, por la que sentía un gran amor. Era tal su parecido físico que en los distintos disfraces que utilizaba en Carnaval confundía al personal. Mucho que ayudó Perico a su madre que se dedicaba al estraperlo para echar un capote a la maltrecha situación económica de años de penurias. Recorrían las calles para sacarse un dinero. (En la fotografía, Perico con su mobylette, frente al Bar la Ponderosa. Foto Colección AP).

En su panorama artístico sus actuaciones con los pensionistas del mar y en la Caseta de Chicharito en Real de la Feria, de lo más sobresaliente. Colaborador y muy querido en la Peña ‘La Marea’, donde encontró su segunda casa, su primer presidente Joselito Dandy le ofreció amistad y su comportamiento fue exquisito. Cabe destacar que después de su injusta detención e ingreso en prisión le hizo ser muy reservado y actuaba por libre. Dos excepciones, Sebastian Ganaza Cañas, ‘Ojito’ y su vecino ‘el Pino’. No se fiaba de nadie ni en tiempos de la democracia… Se nos fue a mediados de esta década, pero todavía recordamos su impronta paseando en su Mobylette. Muy enamorado de la playa de la Puntilla y de de las dunas, a donde solía acudir y meditar… La guasa del pueblo en muchas ocasiones buscaba el disparate y Perico, sin pelos en la lengua, decía: «--Soy Perico, 'el de la Carlota. Yo soy maricón, pero tu... Calla, calla mariquita, porque si los pinos hablaran…» (En la fotografía, disfrazado en Carnaval a finales de los años 80 del siglo pasado, maquillado y preparado, muestra un gran parecido con su madre. Foto Colección AP). (Texto: Antonio Carbonell López).
Agustín Merello nace en El Puerto el día de los Santos Inocentes de 1942, el 28 de diciembre, en la calle Luna, 40, en el edificio donde hoy se encuentra el Banco Español de Crédito. Hijo de Agustín y Dolores, nuestro protagonista Agustín, fue el primero de seis hermanos: Rafael, Dolores, Álvaro, Carlos e Ignacio. La familia se fue a vivir mas tarde a la Hijuela del Tío Prieto, en el campo de la Hermanas Rioja. Entre 1949 y 1951 se fueron a vivir al Caserón de los Lasaletta, donde hoy está “Oh Puerto». Era sobrino del poeta universal Rafael Alberti. Estuvo en el Seminario de San Telmo de Sevilla, durante dos años.

CONCURSO REDYGOL
DIARIO DE CÁDIZ.








LIBROS DE ARTÍCULOS DE AGUSTÍN
PREMIO DE COMUNICACIÓN «AGUSTÍN MERELLO»
Hace unos días en Diario de Cádiz se publicaba la noticia de que se impondría la multa de noventa euros (14.975 pesetas, dicho en cristiano, o 15.000, redondeando), a quienes jugaran a la pelota en la playa e incluso se les incautarían las pelotas. Tamaña medida coercitiva no es nueva, sino bien antigua, aunque, dicha sea la verdad, nunca se ha respetado, ni espero que se respete. No es que yo esté llamando a la desobediencia civil, que a lo mejor lo estoy, pero es que ésto de jugar a la pelota en la playa es beneficioso para la salud del alma y del cuerpo y cantera de gentes que así empezaron, como el mundialista portuense Joaquín. Y, fíjense, adonde ha llegado.

Cuando yo era chico, más abajo de “Las Columnas” y más arriba de la Farmacia de Manolo Hörh, en la calle Luna, hubo una lechería, propiedad de Doña Amparo Osborne Vázquez, Duquesa Viuda de San Fernando de Quiroga, donde se vendían los productos de la Granja de la Misericordia, finca de la Duquesa, en el camino de Fuenterrabía, camino de Mazantini, que se llamaba y, luego carretera de Fuentebravía, a la salida de Vista Hermosa. Dos veces al día, el vaquero, que era vasco, aprovisionaba la tienda de leche y huevos, así que no era raro ver el carro de la Granja, tirado por un caballo, estacionado junto a la acera, en la calle Luna. A mí me impresionaba la gran cabeza de gallo que estaba pintada en la fachada de la lechería, que se repetía dentro, en la pared del fondo. Y recuerdo al vaquero trasegando jarras de leche a unos enormes depósitos de donde, en medidas, se sacaba para su venta al por menor. Recuerdo al vaquero bajando del carro unos enormes canastos, con paja y virutas en que transportaba los huevos. Recuerdo al caballo, enganchado al carro, parado, quieto, inmóvil, atado por el ramal de la marteguilla a la argolla que había en el alisar de la acera.


Todos también recuerdan a doña Virginia Hernández López, quien además fue profesora de piano en la Academia de Bellas Artes entre 1923 y 1962… “… me acicalaron y condujeron a la Academia, en la calle Santo Domingo y entré por primera vez y para muchos años por su bonito patio, que mi retina conservó para siempre su forma, su escalera de madera, su salón de actos, sus clases, sus luces y mis oídos escucharon como una magia la campanita de llamada, acordes musicales unas voces de do, re, mi, fa, sol, inexplicables…” Juan Lara. “Mis Recuerdos”
FRASES Y CITAS.
Antonio Domínguez Ramos: “Risa, penas, muchas calamidades y con nuestras chiquillerías contagiábamos e inyectábamos alegría. Era una manera de olvidar el hambre. Incluso nos quitábamos las alpargatas cuando jugábamos para que no se rompieran… “Me parto el pecho por vosotros para nada…” decía don Salvador cuando se enfadaba. “Nadie hacia nada, nadie se metía con nadie” cuando veían la imponente figura de don Salvador paseando, leyendo por la calle.
El bueno de Benjamin Lora Atalaya siempre preocupado por sus compañeros que nos daba todas las facilidades para comprar los muebles para casa ¡Cuánto lo recuerdo! ¡Que gran persona!”. Benjamín tiene nótula propia en Gente del Puerto, junto a su hija Isa Lora, con el número 105, en el Indice de Gentes de este Portal de Internet.
mas reciente, nos han ido abandonando…” “Aquí estamos algunos de nosotros para agradecer desde el recuerdo todo cuanto hicieron por nosotros”
hermanos… a Don Salvador todos debemos gratitud, nos enseñó a caminar por la vida, leer, escribir y ser honestos”. Y añade “Antes de dedicarme a la hostelería fui pescadero y las cuatro reglas que me enseñaron en el Colegio de la Academia de Bellas Artes me sirvieron para trabajar por mi familia” concluyendo que “sería una alegría si me viera ahora don Salvador aquí, en el Bar El Pescaíto, con mi mujer, hijos y nietos que contento se pondría, pero seguro que lo está viendo… ”