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Acerca de Gente del Puerto

Gentes y Habitantes de El Puerto de Santa María (España). Caras conocidas, caras anónimas, la savia del Rey Sabio.

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Juan Galarza Cabrera nació en El Puerto de Santa María en 1932, aunque está afincado en Tenerife desde los dos años de edad adonde se fue su padre, exportador de frutas y verduras. Posee una carrera de más de medio siglo dedicada a la mayoría de las artes plásticas. La docencia, el cartel, la caricatura, la escenografía, el pergamino o el dibujo publicitario son sólo algunas de las disciplinas en las que ha trabajado, pero es sin duda como acuarelista donde se encuentra el eje de su trayectoria vital y profesional. Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla, perito mercantil y miembro de número de las agrupaciones de acuarelistas de México, Canarias y Cataluña, el artista forma parte también de la Agrupación Vanguardista Hispana de Caricaturistas Personales.

1932.
En 1932, año del nacimiento de nuestro protagonita, recoge el investigador Antonio Gutiérrez que "el gobierno de la II República dictó diferentes normas y decretos tendentes a la normalización laica del Estado, que pasaría de confesional a laico, suprimiendo ayudas, desvinculando la iglesia de la enseñanza y otros espacios civiles que se encontraban bajo la influencia clerical. Ese año se subleva en Sevilla contra la República, el General Sanjurjo. En El Puerto era alcalde Francisco Tomeu Navarro.  El 2 de febrero, las autoridades provinciales y locales, cumpliendo con el decreto de disolución y confiscación, procedían a clausurar el Seminario de los Jesuitas y la Casa de Ejercicios de ‘La Inmaculada’. Esta decisión trajo paro a la ciudad y perdida económica para los comercios que vivían de abastecer y servir a la Orden. Lo mismo ocurrirá en Semana Santa, al suspender las propias  hermandades de penitencia los desfiles procesionales, ante el enrarecido ambiente que se vivía. Los bares y comercios, e industrias auxiliares que vivían de las procesiones, se quejaron de la pérdida de oportunidad de negocio al desaparecer los desfiles".

Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia. 1932. Reparto de pan y comestibles del catecismo parroquial, costeado por el Ayuntamiento y el benefactor Elías Ahuja y Andria (ver nótula núm. 634 en GdP).

El Casino Portuense se mudaba a la calle Larga. ‘El Kiosko del Chico’, en el Parque Calderón,  se anuncia en la Revista Portuense ofreciendo sus afamados chocolates y buñuelos. La Antigua de Cabo era ya un asentado restaurante próximo a la Playa de la Puntilla. Muñoz Seca estrenará en Madrid, ‘El corzo,  ‘Marcelino fue por vino’, ‘¡Te quiero Pepe y ‘La Oca’ mientras Rafael Alberti. Se tardaba 45 minutos en tren omnibus, en el trayecto entre El Puerto y Cádiz. Se produce una transición en la presidencia del Racing Club Portuense: Genaro González dará paso a Bartolomé Sánchez Bela.

Carteles de Juan Galarza: Rally, Fiestas de Invierno, Carnaval, ...

EL CARNAVAL DE STA. CRUZ DE TENERIFE.
Hablar del cartel del Carnaval en Tenerife es hablar de Juan Galarza Cabrera. Pocos como él han sabido convertir, y resumir, en un cartel la esencia de esta fiesta a los largo de varias décadas. Suyos son los más recordados por muchos chicharreros, sobre todo, aquellos que contienen las imágenes que vienen a la cabeza cuando se piensa en Carnaval; sus arlequines, sus dibujos cuidados al detalle, sus canarios… Solo Juan Galarza puede presumir de haber hecho no solo el primer cartel en 1962; sino, además, ser el autor del primer programa, un no cartel en 1961, que dio inicio a las Fiestas de Invierno. Su vinculación con la fiesta va más allá, ya que firmó innumerables programas de las recordadas piñatas del Centro de Iniciativas Turísticas o afiches para marcas comerciales.

Hasta llegar a 2008, Galarza había realizado un largo recorrido carnavalero. A aquel programa de 1961, le siguieron ocho carteles oficiales más (1962, 1963, 1964, 1968, 1978, 1980, 1981 y 2008), aunque hay muchos otros no oficiales que siguen presentes en el recuerdo de los carnavaleros. /En la imagen de la izquierda, mostrando la distinción que recibió en el homenaje que le tributaron en 2008 junto a Harry Beuster.

CARICATURISTA
Galarza hizo sus primeros bocetos para matar el aburrimiento de las clases de Comercio. Se sentía atraído por la obra de Paco Martínez. Así fue como Galarza comenzó a dibujar más y más. Mientras tanto, su padre, conoció al conocido caricaturista Harry Beuster y le pidió que le diera una opinión sobre las caricaturas de su hijo.  Al ver sus obras, los maestros de entonces lo alentaron a seguir dibujando. Poco después, la Agrupación Vanguardista Canaria de Caricaturistas Personales (AVCCP),  convocó un concurso de caricaturistas noveles.  Galarza se presentó con una caricatura de un profesor suyo, el matemático Arístides Ferrer, que aparece con la cara convertida en la ventanilla de un banco y su pelo rizado y voluminoso, totalmente poblado de números. Con esta representación, Juan Galarza obtuvo el primer premio

MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
Colaboró desde los años 60 con El Día, Deportes 7 Islas y Jornada Deportiva, entre otras publicaciones. Además, en 1981 concurrió al Salón de Dibujo Deportivo Humorístico de Ancona (Italia), donde se hizo con la Medalla de Plata. Más adelante, en 1989, participó en la primera edición del Certamen Internacional de Humor convocado por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, donde se llevó el tercer premio. Hasta 2005, Juan Galarza continuó dedicado al mundo de la caricatura, con la publicación de sus obras en La Opinión de Tenerife. Anteriormente había realizado trabajos para el semanario Azul y Blanco y para La Gaceta de Canarias. /La organización de la Vuelta Atlética a Tenerife rendirá homenaje a Juan Galarza, el artista que ha elaborado los carteles de la ronda durante la última década. En la imagen, el cartel de 2004.

El debate quedó planteado en la reseña y presentación del libro del profesor Abellán (Revista de Historia de El Puerto, nº38). Los restos arqueológicos y las evidencias documentales son tan incuestionables que bastará con señalarlas para dejar zanjada la discusión.

El Puerto en 1567, visto por Anton van Wyngaerden.

El libro del repartimiento señala como límite extremo de la alquería que era El Puerto de Santa María antes de 1275 una serie de puntos muy claros: el mar o el río por la parte meridional; el ejido o una serie de ejidos en la parte norte y el camino de Jerez por el este. La alquería estaba constituida por un conjunto de 43 casas desorganizadas, dispersas y articuladas en torno a ciertos edificios o elementos urbanos, con amplios espacios vacíos que luego permitieron crear hasta 264 solares para dotar de vivienda a los repobladores que llegaron tras la segunda conquista de la villa. Se repartieron 304 casas de un total de 286 repobladores (algo menos que los establecidos en Cádiz). En principio, este disperso perímetro estaba circunvalado por valladares o muros reforzados por un foso o cárcava. Una defensa muy pobre, pero en esta época no existía amenaza musulmana, tras la derrota y expulsión de los moros de Jerez y de la comarca del Guadalete, durante la revuelta mudéjar de 1264 y 1266. El dominio cristiano de toda la zona era absoluto.

Es a partir de 1275, ante el temor de invasión de los benimerines, o bereberes de Banu Marin del norte de África, que se reagruparon tras la caída y destrucción del imperio almohade, la villa de El Puerto se amuralló, y en su interior se concentró el vecindario. Esto se constata por las crónicas meriníes Rawd al-Quirtas utilizadas por López de Coca (y que también utilizó M. González). /En la portada portada del manuscrito del Libro de Repartimiento de El Puerto de Santa María.

Esta cerca no duró mucho. A los dos años fue arrasada por estos merínidas asentados en Fez. Así, 1277 la población decreció notablemente y la muralla sufrió considerables destrozos. Alfonso X trató de remediar la situación con la promulgación en 1281 de la famosa carta-puebla y ordenó la reparación y refuerzo de la muralla, como lo menciona Pedro de Medina ("Libro de grandezas y cosas memorables de España", Clásicos Españoles I, Madrid, 1944) y Agustín de Horozco en el siglo XVI ("Historia de la ciudad de Cádiz", Cádiz, 1845). Posteriormente, hacia 1697, aún quedaban restos de esa muralla en la calle Tripería y en la calle del Muro (Ricardo Alcón, hoy). La cita de Medinilla ("Baños de mar en El Puerto de Santa María", El Puerto de Santa María, 1880) completa el trazado de este muro de defensa medieval por las calles Jesús de los Milagros y posiblemente por la calle Nevería.  Pero es Francisco Ciria ("Tartessos", texto mecanografiado en dos volúmenes, 1934) quien se atreve a enunciar su trazado completo. Según el señor Ciria, la muralla comenzaba en el castillo de San Marcos, seguía por Pozuelo (Federico Rubio), Nevería y Muro (Ricardo Alcón).

Para el historiador M.A. Caballero "Las manzanas o parcelaciones urbanas están rodeadas de cercas, aunque en algunos detalles parecen asemejarse a muros construidos de tapial". (Del plano de Wyngaerden).

Este trazado no contradice el propuesto por Miguel Ángel Caballero Sánchez, historiador del Centro Municipal del Patrimonio Histórico de El Puerto de Santa María, que la hace recorrer la calle Jesús de los Milagros (antigua Dulce Nombre de Jesús) hasta la plaza de la Herrería, subir por Ricardo Alcón hasta la plaza de Abastos; seguiría por Santa María, plaza Juan Gavala, plaza de la Iglesia, sin incluirla, Pagador y La Palma. Lanza esta última tesis fundamentado en la excavación de Francisco Giles Pacheco en 1995, en los aledaños de la calle Placilla, que atisbaba una continuidad de la misma por la Casa de los Leones y el actual Bar Vicente, y la calle Ricardo Alcón (antigua calle Muro), en donde se conservan once metros y medio de muro de origen medieval de casi dos metros de espesor. Su factura almohade, anterior a la intervención del rey sabio, sólo refuerza la tesis de su existencia. Alfonso X sólo tuvo que completar el trazado.

...continúa leyendo "1.398. EL PUERTO. ¿CIUDAD ABIERTA O CERRADA?"

‘Los Beatles de Cádiz’ de visita en las bodegas Osborne en 1966, siendo atendidos por el Jefe de Publicidad de la firma, entonces, el jerezano José Luis Gómez, primero por la derecha. En la imagen aparece también el creador de la comparsa, Enrique Villegas, tercero por la derecha.

‘Los Beatles de Cádiz’ fue un grupo musical que se formó a raíz de la comparsa gaditana de Enrique Villegas, ‘Los Escarabajos Trillizos’. Participaron en el carnaval de Cádiz en 1965 --entonces Fiestas Típicas Gaditanas--, obteniendo el segundo premio en la modalidad de comparsas en el Concurso de Agrupaciones. Aquel año quisieron representar a la famosa banda británica, The Beatles, tan de moda en aquel tiempo. ‘Los Beatles de Cádiz’ grabaron varios discos y estuvieron de gira por toda España e Hispanoamérica, donde cosecharon muchos éxitos a finales de los sesenta.

En aquellos días vinieron a descansar a Cádiz tras pasar una temporada actuando en Madrid, grabando dos programas para TVE, un nuevo disco y rodando su segunda película: ‘Jugando a Morir’. Crearon dos nuevos ritmos que se divulgado por TVE que titularon ‘El Baile del Amargao’ y ‘El Baile de la Gripe’. /Fotos: Fariñas.

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Hablar de Muñoz-Seca es chocar con eso del ‘astracán' aunque yo quiero pasar sobre él sin detenerme, porque para mí el astracán, que según Sáinz Robles lo inventó Enrique García Alvarez, pero que como él dice fue el inolvidable autor portuense, su ‘máximo pontífice', para mí el astracán es algo que no lo tengo en cuenta. Pedro Muñoz-Seca, 'un hombre bueno, un corazón limpio, una gracia fresca, una modestia clara', como ha escrito José María Pemán, es una figura indiscutible en el teatro cómico español de todos los tiempos, al lado por ejemplo, de Jardiel Poncela o de Miguel Mihura. Cada uno, eso sí, con sus características inconfundibles, pero a una igual altura. Por tanto a Muñoz-Seca no hay que relegarlo al olvido, como es el caso de algunos que parecen ignorarlo, tal ves porque existe una creencia, de la que yo no participo, de que el teatro cómico es, diríase, un teatro menor al que no debe prestársele demasiada atención. Admito que Pedro Muñoz-Seca tengan sus detractores pero de eso a punto menos que ignorarlo, me parece un error lamentable. Con astracán o sin él, no siempre sus obras de las cerca de trescientas que escribió, han de ser consideradas como productos tan sólo para la risa, lo cual es ya un bien, porque el hacer reír no sienta mal a nadie. En Muñoz-Seca, muchas veces, tras la escena disparatada y regocijante, se esconde un fondo humano y serio.

En la fotografía aparecen, de izquierda a derecha, Pedro Muñoz-Seca, don Alfonso de Borbón y Tirso Escudero. Fue obtenida en el saloncito del Teatro de la Comedia (Madrid), en el entreacto de un estreno.

He leído no hace mucho, en un libro de publicación reciente, que Muñoz-Seca "no es que fuera un hombre inculto, aunque en su teatro, generalmente, brilla por su ausencia la literatura, arrastrando por el torbellino de su peregrino ingenio, de su fecundidad fabulosa". Me permitirán no esté conforme con ese parecer, porque no es que don Pedro rodease a sus obras de un marcado tinte de literatura, lo cual hasta cierto punto, no conviene a un tipo de teatro como el suyo, pero de eso a decir que los valores literarios en su teatro brillan por su ausencia, me parece hablar en términos muy expeditivos. Más prudente encuentro a Gonzalo Torrente Ballester cuando afirma que, 'aunque parezca raro, el teatro de Muñoz-Seca supone un pensamiento'. De ahí lo que dije antes de que muchas de sus obras esconden una idea formal y seria, pese a su envoltura superficial y cómica.

En la imagen,  Pedro Muñoz-Seca y su mujer Asunción Ariza, con su hermano el Dr. Muñoz Seca y Elisa Bela Marchena, en Sevilla.

Una de las virtudes del autor portuense es que su teatro gustaba a todos los públicos, con sus excepciones claro. Es de notar en el teatro muñozsequista dos perfectas y definidas facetas, las que corresponde a las obras escritas por Muñoz-Seca solo y las debidas a su estrecha y continuada colaboración con Pérez Fernández.

...continúa leyendo "1.396. PEDRO MUÑOZ-SECA. Gracia fresca, modestia clara."

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Fernando Gago, recién elegido alcalde en agosto de 2006.

«--¡Que mala suerte!» Fueron las palabras que Fernando pronunció ante el médico que le comunicó que su enfermedad tomaba una deriva irreversible, hace un par de semanas. Fernando que siempre proclamaba ante cualquier situación, --en clave taurina-- ‘Que Dios reparta suerte’, no recogió en este último lance un poco de esa suerte que pedía para todos. Los que pensamos que después de la lucha que mantuvo lo iba a conseguir no renunciábamos a pesar de las prescripciones médicas. Lo mejor, que se ha ido sin dolor y querido por todos. Lo mas mejor, que ha dejado una escuela de portuensismo. Como dijera un común amigo hace unos años en una reunión-homenaje a Manolo Bejarano, ‘Si Fernando Gago no existiera, habría que inventarlo’.  Y lo insuperable es que, a los que hace años no entendíamos su ‘sangre gorda’ es aquella sentencia con la que nos bombardeaba, impertérrito, ante cualquier situación de emergencia: «--Si tiene solución no te preocupes, porque la tiene. Si no tiene solución, no te preocupes, porque no la tiene».

La Real Plaza de Toros, hoy, con la bandera a media asta, en señal de luto oficial. /Foto F.A. Gallardo.

Y así, el señor Gago ponía distancia entre las cosas para que las cosas no dominaran la situación. Era Fernando Gago ‘el Diplomático’. En las asociaciones, en el trabajo, en la política… Son tantos los recuerdos que se agolpan desde hace 30 años que difícilmente podemos atinar en este pensamiento de urgencia y de dolor, pero con humor, como a él le gustaba mirar a la muerte. Así, el magistrado Gago se marchó de la política con humor, con imaginación, con la diplomacia y educación exquisitas de la que siempre hizo gala. Acordándose de aquellos que le jaleaban ‘presidente hijoputa’ cuando presidía un festejo en la Plaza Real, con el mismo sentido del humor con el que asistía a un pleno, encaraba la vida, disfrutaba de sus hijos y nos enaltecía a los que fuimos su gente en Turismo, sus compañeros, de quien tanto aprendimos. «--No me descuajaringues, Fernando», por los siglos de  los siglos. (Texto: José María Morillo).

Pulsar aquí para acceder a la biografía de Fernando Gago García.

A continuación, reproducimos la crónica que se publicaba en Diario de Cádiz, firmada por Francisco Andrés Gallardo, el día 3 de agosto de 2006, el día que Fernando Gago llegó a la alcaldía de El Puerto, donde permaneció por espacio de nueve meses.

FERNANDO GAGO, EMBAJADOR EN LAS TERMÓPILAS.
Hernán nunca gobernó. Siempre mandó en el Ayuntamiento de El Puerto. Fernando Agustín Gago García si no gobierna, al menos reinará. Su traje planchado y su palabra calculada lo visten de perfecto representante, con su cruz al Mérito Naval en la solapa. No le gusta desagradar. Será imagen y estará al quite. España se perdió un magnífico embajador. Sus dotes se agradecerán en estas Termópilas  portuenses de francotiradores y emboscadas. /Fernando Gago versionado por Matt Groening, creador de Los Simpson.

Baqueteado durante bastantes trienios como relaciones públicas de Bodegas Terry, terminó de forjarse en el Consistorio de la plaza del Polvorista. En el 91, cuando accedió a la Corporación como concejal socialista, se planteó estar "doce años al servicio de El Puerto". Como mínimo, estará dieciséis, con una propina de un año como alcalde, lo que siempre había concebido como una irrealizable quimera: la vida es tan imprevisible que a veces da muchísimo más de lo que se pidió. La paciencia, la supervivencia, sortean regalos y a él le ha tocado un apartamento en Torrevieja.

A la edad en la que otros se jubilan, a los 65 años, ha tomado el bastón de mando de El Puerto, pocos años después de sus segundas nupcias y con sus cuatro hijos (tres chicas y un varón) bien criados. Gago  acudía a todas las fiestas bien que se preciaran en los contornos portuenses años ha. Aquel conductor de una voluntariosa lambretta cubierto por un guardapolvos escondía debajo un esmoquin, con el que tras una batida de kilómetros, impecable, se presentaba en la puerta del jolgorio sin una arruga.

Estar ahí supone un sacrificio que asume con gusto sin reparar en gastos. Nunca le ha faltado una palabra amable, ni una sonrisa, aunque nunca se ha callado cuando le han pisado un meñique. En 1999 se negó a ceder su puesto de aspirante a Jiménez Portela como le había solicitado Hernán Díaz. El desplante le costó caro, pero no se torció el brazo. Segundo de cuatro hermanos (uno de ellos fallecido), su afán autodidacto le hizo progresar en la empresa bodeguera donde recaló muy joven en el departamento de contabilidad. Más que números, él prefería las frases, como había demostrado en sus pinitos teatrales y en Radio Puerto, junto a su buen amigo el periodista Agustín Merello. Su facilidad políglota lo llevó a las relaciones públicas y a ser jefe de ventas de Terry en Norteamérica. Aprendió mucho en sus visitas estadounidenses. /En la imagen de la izquierda, Manolo, Fernando e Ignacio Gago García, falta Benito.

De izquierda a derecha Antonio Bollullo, Fernando Gago, Rafael Alberti y Juan Manuel Torres, entonces alcalde de El Puerto.

En 1990 Antonio Bollullo lo presenta al alcalde socialista Juan Manuel Torres como "un buen fichaje" para este partido, inmerso a nivel local en constantes guerras internas. Bollullo, Gago  o el entonces edil Vicente Sucino improvisaban tertulias para solucionar el mundo en la librería Babel y ahí nació el espíritu político del actual alcalde. Torres se lo reservó como gran baza en el congreso local para elaborar la lista electoral.

...continúa leyendo "1.395. MAGISTRADO GAGO."

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El 12 de enero de 1912, hace poco mas de cien años, nacía en Sevilla José de la Rosa Coria, conocido como ‘El Venta’, obteniendo el apodo de su padre quien se trasladaría a San Fernando donde trabajó en la Venta de Vargas y donde se criaría hasta bien entrada la adolescencia y con posterioridad a El Puerto, regentando una venta junto a la Estación de Ferrocarril, cuando José tenía apenas 18 años y era ‘e niño de El Venta’. Desde muy pequeño le gustó la bicicleta y el mismo aprendió a arreglarla, de ahí su afición a este deporte, donde sería profesional de la Vuelta Ciclista de Andalucía hasta bien entrada la treintena, obteniendo premios y distinciones.

Puerto Escondido, donde nuestro protagonista tuvo el primer taller de bicicletas.

1912.
En 1912 era alcalde de El Puerto, Luis Portillo de Pineda, padre, precisamente de quien lo fuera años mas tarde, --en la década de los sesenta-- Luis Portillo Ruiz. La población rondaba los 18.000 habitantes circunscribiéndose prácticamente al casco antiguo. Rafael Alberti ingresaba en el colegio de San Luis Gonzaga. Pedro Muñoz Seca publica en Madrid, en colaboración con Pedro Pérez Fernández el sainete ‘Coba Fina. Nacen el autor del toro de Osborne, Manolo Prieto;  el imaginero y escultor José Ovando Merino.

José de la Rosa, con su mujer Concha y su hijo Lolo.

Recién llegado El Puerto, ‘el Venta’  conoció a la que sería su mujer, Concha Vela Mariscal, con quien tendría un hijo, Lolo, actual concesionario de motos de BMW en El Puerto y Algeciras. A la vuelta del servicio militar en el Marruecos español y después de la Guerra Civil, José monta un taller de reparación de bicicletas en Puerto Escondido, donde también viviría la familia para, con posterioridad, trasladarse a la calle Misericordia esquina con Plaza de la Herrería, donde instala el taller de bicicletas, en cuyos locales se encuentra actualmente el Bar ‘La Esquina’.

José, con su hijo Lolo, en las playas portuenses.

En aquel taller de la calle Misericordia alquilaba las bicicletas de la marca ‘Orbea’ por horas y estaba abierto a diario, incluso domingos, acompañado por su esposa Concha. Más adelante el negocio fue prosperando y de las bicicletas pasó a las motos, reparando y vendiendo entre otras las marcas ‘Torrox’ o ‘Velosolex’. Allí ayudaban Fernando Camacho ‘Nani’ en el banco de la Veloxolex y con las motos mas grandes (Guzzi, Iresa, Ossa…), por las tardes y por horas colaboraban Fosco Valimaña y Marín (ver nótula núm. 095 en GdP) así como ‘el Manga’. En cierta ocasión se desplazó a Madrid a traerse una motocicleta marca BSA, acompañado por su mujer y su hijo, y se vinieron con aquella máquina hasta El Puerto.

TALLER EL VENTA JR.
Su hijo Lolo, empezó a colaborar con su padre en el taller de bicicletas primero y luego con las motos, mientras estudiaba. Será a partir de 1969, instalaría un local de motocicletas en frente del local paterno, en la esquina de la calle Misericordia con Ricardo Alcón, donde en la actualidad se encuentra una pizzería. Mas tarde se desplazaría a la calle Chanca donde en la actualidad representa la representación de las motos BMW, así como en Algeciras, donde ofrecen un servicio de posventa reconocido a nivel nacional y buscado, afanosamente, durante los días del Gran Premio de Motocilismo de Jerez. Desde hace 4 años colaboran en el encuentro BMW RIDERS que organiza la marca, disponiendo en El Puerto de un ‘banco de potencia’ y contando con un equipo humano de 17 personas. /En la imagen de la izquierda, el ciclista Manuel de la Rosa Vela, 'Lolo', actual titular de Talleres 'El Venta'.

Imagen de abajo: 100 Cumpleaños de 'El Venta'. De izquierda a derecha, Gregorio Cruz Vélez, María Jesús Vela Durán, Rosario Cairón García, Kika Vela Durán, Margarita nuera de 'el Venta' y María del Carmen Vela Durán. Sentados de izquierda a derecha, Manuel de la Rosa Vela 'Lolo' hijo de nuestro protagonista, Antonio Vela Leal (de Chiclana, conocido como la 'Familia del 22'), José de la Rosa Coria el homenajeado y Lorenzo Vela Leal.

El pasado 12 de enero José de la Rosa cumplía 100 años rodeado de su familia y compañeros del Centro ‘La Torre’ en El Puerto, donde vivía desde hacía dos años. Hasta hace uno entrenaba en una bicicleta estática recordando sus tiempos de ciclista profesional y hasta el final, con la mente lúcida era él mismo el que empujaba su silla de ruedas.  Nos dejaba el 26 de febrero de 2012.

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Estas imágenes tienen en común el Bar Santa María y el fotógrafo de la época ‘Cuellar’, a principio de la década de los setenta del siglo pasado, (ver nótula núm. 399 en GdP).  Es muy difícil que cualquiera de entonces no tuviera alguna foto hecha por él, y en la palmera, que estaba junto a una heladería de Camy, deberían de haber puesto una placa en homenaje a este peculiar fotógrafo. Fueron muchos los portuenses, y los que no lo eran, que dejaron su imagen ahí.

En la imagen uno de los hermanos Sánchez, Francisco Áspera Jiménez del grupo Chiqui Fly Travel Nirvana (ver nótula núm. 677 en GdP), Angelín Lozano y Méndez, entre otros.

En las imágenes  estamos entre otros Paco Guerra, que en paz descanse, Mary Carmen, de la que en la actualidad soy viudo y Ángel Lozano, actual propietario del establecimiento. Y ‘Cuellar’ , en el bar Santa María, era de la familia. Corría el año 1974 o 75. Paco Guerra y yo estábamos haciendo el servicio militar, en  el Arsenal de la Carraca (San Fernando). Angelín Lozano se fue unos meses mas tarde a El Aaiún, aún colonia española. Allí vivió la Marcha Verde. Paco Guerra y yo, arrestados en La Carraca, cargábamos municiones y víveres en los barcos que salían para allí. A los tres nos cogió la muerte de Franco en la mili. Y ahora, cada uno, recordamos aquellos desde distintos lugares de España y el mundo, los mas en El Puerto, otros ya tristemente desaparecidos. / En la imagen de la izquierda, el desaparecido Paco Guerra.

Reunión en el Bar Santa María.

Los hermanos José y Ángel Lozano, segundo y cuarto, de izquierda a derecha.

Durante un tiempo, este bar se convirtió en el punto de reunión de aquellos  que despertábamos a otra forma de vivir la vida, algunos incluido el ‘porro’. Era conocido en Cadiz, Jerez, Sevilla y hasta de Madrid venían buscando el bar y su ambiente. Fuimos acogidos, en principio, muy bien, ya que la madre de Angelín tenía unas cualidades humanas extraordinarias, hasta que empezamos a perjudicar la imagen del bar y la caja registradora. Ninguno teníamos un duro y estuvimos a punto de cargarnos el medio de vida de la familia.  El testigo pasó al Kiosko de Luis, pero esa es… otra historia.


El fallecido Paco Guerra, Ángel Lozano, Manolo 'el Casca', de la barriada de la playa y José Antonio Zambrano.

TIERRA MAR Y VINO.
La auténtica revolución social de Los Radar´s tuvo lugar años mas tarde, en la inolvidable caseta de feroa de Crevillet ‘Tierra, Mar y Vino’, que se convirtió en un lugar estable. Se esperaba con impaciencia al domingo y una vez allí, comenzaban a surgir todo tipo de emociones y experiencias que hacían unirse con mas fuerza a los jóvenes emergentes. Marcó época. Allí nacía, cada domingo, la experiencia, el amor y... los niños, ya que teníamos el pinar enfrente. (Texto: José Antonio Zambrano. Fotos: Cuellar, de la colección de J.A.Z.).

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El artista urbano MESA acaba de terminar hace un par de meses esta fantástica pieza en el estilo hiperrealista que tanto lo caracteriza. La pieza fue pintada en una nave en ruinas ubicada en El Puerto de Santa María. Los temas de MESA son a menudo de carácter obscuro y sus figuras parecen desvanercerse o quizás emerger de las sombras, muchas veces de forma repentina en una atmósfera suspendida, en una penumbra y con un realismo intenso. El lugar, una bodega abandonada antigua, ubicada a la Ribera del río Guadalete, es una de las ubicaciones favoritas de MESA en este momento, quién no descarta seguir pintando en el lugar.

En adición a está pieza, hay otra dentro del complejo donde MESA pintó otro muro representando esqueletos de antiguas barcas en una habitación con el suelo lleno de duelas de madera, restos de antiguas botas envinadas que acogieron caldos y brandies de El Puerto. La idea para este muro vino del lugar mismo ya que justo al lado hay un cementerio de barcas de las cuales sólo quedan los restos. En fin, una visión poética que testifica acerca de tiempos pasados, de vidas vividas. Totalmente esperando ver más de este talentoso artista en un futuro próximo.

Mañana se celebra el  LVII Festival de la Canción de Eurovisión. Hace 44 años tuvo lugar el 6 de abril de 1968, la edición XIII de este certamen en el Royal Albert Hall de Londres, (Reino Unido). La presentadora fue Katie Boyle y Massiel, que representaba a España, ganó el concurso con la canción ‘La, la, la’, obteniendo 29 puntos. El segundo puesto fue para el representante británico, Cliff Richard, que con la canción ‘Congratulations’  quedó a un punto de España. Francisco Andrés Gallardo nos cuenta como se vivió en España y en Europa y Pepe Mendoza como lo vivió El Puerto.

Europa, mal decían, comenzaba en los Pirineos y España entonces era diferente. El ‘Euro' era una ilusa utopía, y el festival de Eurovisión  era una oportunidad para codearnos con United Kingdom-Guayon miní, for poins, y con Suitserlán-Le Suisse, sí puá, donde los llorosos emigrantes hispanos asistían por la tele a los fiascos musicales de Conchita Bautista y Jorge Sepúlveda. En 1968 ETA daba su primer golpe, nos preparábamos para irnos de Fernando Poo y Sidi Ifni y Manolo Fraga hacía ya tiempo que había abierto las puertas de Santiago para que se tostaran los nórdicos.

José Luis Uribarri anunció ante las cámaras que el representante de TVE al Festival de Eurovisión  era «un joven español de nuestros días, con sus problemas e inquietudes pero desprovisto de afectación, melenas y atuendos extraños.
Por eso hemos elegido a Juan Manuel Serrat».

La canción ganadora de Eurovisión 1968, interpretada por Massiel. En el minuto 1:30 nuestra paisana Merche Macaria.

La canción: 'La, la, la', compuesta por los dinámicos Manuel de la Calva y Ramón Arcusa. El Noi de Poble Sec se lo pensó dos veces, recibió presiones de todo tipo, y se escapó con la excusa de que «por imponderable o cantaba en catalán, o nada». No quería ser el representante de Franco ante Europa. Por supuesto que era impensable que el Imperio fuera representado por `otra lengua'.

MERCHE MACARIA.
El coro de voces estaba elegido desde hacía tiempo. Tres jóvenes de la escuela de Canto de Madrid: María Jesús Aguirre, Cristina Fernández y la portuense Merche Valimaña Lechuga ‘la Macaria' (con nótula 047 en GdP), conocidas para siempre como el Trío La, la, la. Serrat fue sustituido a última hora por Agustina de Aragón, digo Massiel. Merche Valimaña recuerda que la delegación española iba «de cateta». Las chicas del coro no cobraron ni una peseta por acudir a Eurovisión  y hasta los breves trajes que lucían se lo tuvieron que confeccionar ellas mismas. /En la imagen, Merche Valimaña, 'la Macaria'.

VOTACIONES.
Cliff Richard y su `Congratulations' eran los favoritos en el `euro' de hace 30 años.
Diecisiete países -incluida la Yugoslavia de Tito- participaban y las máximas puntuaciones -6 puntos- iban a parar al británico en las primeras llamadas. Pero se produjo el milagro en Londres. España fue arañando votos y el jurado de Madrid era el penúltimo en puntuar.

Entre los miembros estaban Pilar Miró y Natalia Figueroa. Todo apunta que hubo una rectificación de última hora. España no dio ni un punto al Unaitid Quindom. Alemania era la última en votar. Seis puntos para España y ninguno para la pérfida Albión. Massiel ganaba por un solo punto (29 a 28) y el `La, la, la' saltaba a la inmortalidad cotidiana. Estos días, Televisión Española recuerda la gesta, que en aquella noche resumió el llorado locutor Jesús Alvarez con el lema «España y los españoles somos así». (Texto: Francisco Andrés Gallardo Alvarado).

La tanqueta de Leganés arrasó en Londres. Reacciones posteriores.

AQUELLA NOCHE EN EL PUERTO.
La noche del sábado 6 de abril de 1968, el maestro Rafael Ibarbia subía, impasible el ademán, al escenario del Royal Albert Hall de Londres. Segundos después salió Massiel, enfundada en un vestido cortísimo de organdí que, según nuestra vecina de enfrente, parecía más la indumentaria de una mujer de la vida que la de una mujer de su casa. Al fondo, en la esquina izquierda de la pantalla de nuestro General Eléctrica Española, tres muchachas, con un modelito similar, se colocaban esperando los primeros acordes. Fue entonces cuando mi madre dijo: ¡la de en medio es La Macaria, nuestra paisana!

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«El Castillo de san Marcos, en El Puerto de Santa María está en la plaza de Alfonso el Sabio, y se trata de una iglesia mozárabe rectangular, flanqueada por cuatro torreones octogonales del siglo XIII, y el principal (perforado en 1908, con los escombros esparcidos por todo el pavimento) que contiene el sagrario en su base; y algunas salas de época medieval, en el piso alto, con acceso por la azotea o patio que cubre la bóveda del templo». Así lo describía Carlos Sathou Carreres ("Castillos de España: (su pasado y su presente)", Espasa-Calpe), hace sesenta años.

Según los testimonios de la época, el Castillo o la antigua mezquita de Alcanate (Al-Qanatir) era la única iglesia existente en El Puerto. Argumento que defiende Manuel González Jiménez ("Repartimiento de El Puerto de Santa María", Univ.Sevilla, 2002, p.167) frente a la tesis contraria de Mariano López Muñoz que la confundió con la iglesia de Santa María, en el Pozo Santo, sobre la que se alzaría posteriormente la actual Iglesia Prioral.

Altar Mayor de la Iglesia de San Marcos (Castillo) en el siglo XIX. /Colección LSA.

En las Cantigas se relata que fue Alfonso X quien ordenó al alarife Alí que aprovechara la planta de la mezquita oratorio islámico, del siglo X, y levantase esta iglesia-fortaleza. Durante las obras  se produjo una avenida del Guadalete que arrastró hasta El Puerto el puente de madera del Portal de Jerez, como se recoge en la Cántiga 356.  Las obras se realizaron entre 1268 y 1272 y se respetaron la naves abovedadas soportadas por gruesas columnas romanas embutidas, el mirhab, un nicho de planta cuadrada y el patio de las abluciones, o sahn. Ignoramos si, como era común en los recintos fortificados de la época, tenía cava, cárcava o foso avanzado. La fortaleza de Santa María poseía varias puertas. La principal, de hierro, y las que conducían a pasos internos protegidos por torres y rastrillos corredizos que bajaban por aberturas hechas en la bóveda y ranuras laterales. De este modo se aseguraba la defensa de la fortaleza; pues, el asaltante debía recorrer un largo trecho, entre bastiones, antes de llegar a la puerta que no podía incendiar al ser de hierro. Aún se conservan algunos bastiones, ocultos en la muralla, y las puertas existentes en la actualidad no parece que sean defensivas, sino de acceso a la capilla interior, como señala González de Simancas, resultado de la adaptación de la mezquita y la fortaleza. Bellísimas son, sin embargo, las guarniciones de los muros y torres mediante merlones de base cuadrangular y capirote piramidal.

Óleo sobre tela (3760x32o0 cms. obra de José María Rodríguez Losada. (Año 1852). Idealización de Alfonso X recibiendo del alguacil moro de Jerez las llaves de la aldea de Alcanate. Al fondo el Castillo de San Marcos y, sobre la torre del homenaje, aparición de la Virgen de los Milagros, escudo de la Ciudad.  /Foto: Academia de Bellas Artes.

LEYENDAS.
Según la tradición popular, de explorarse el subsuelo del Castillo confirmaría o desmitificaría muchas historias que los portuenses ancianos contaban en torno a un velón de aceite, cuando se iba la luz eléctrica; porque, al parecer, la fortaleza está plagada de túneles subterráneas. Podrían ser primitivas covachas subterráneas, pasadizos por donde acceder a lugares estratégicos, más allá del perímetro convencional de la cerca defensiva, y que permitiría aprovisionarse de agua y comestibles en el caso de sitios prolongados. Se habla de dos túneles en concreto: El primero, la  comunicaría con la sierra de san Cristóbal y el segundo, más corto, con el río. De su existencia podrían dar buena cuenta los caballeros de la Orden de Santa María de España, fundada por Alfonso X el Sabio, que utilizaron el Castillo como fortaleza.

Cuadro que idealiza a unos canteros en pleno trabajo.

FRANCMASONERÍA.
Son curiosos los signos lapidarios que describe Hipólito Sancho en los años cuarenta del siglo pasado, y que existieron antes de que el Castillo fuera restaurado para tomar el aspecto que posee en la actualidad. Rafael Gómez Ramos ("Los constructores de la España Medieval", Universidad de Sevilla, 2006, p.184) los sitúa en las cinco torres y, sobre todo, en el muro este. ¿Significa esto que, como opina Rubio Samper (J.M.Rubio Samper, "La figura del arquitecto en el periodo Gótico. Relaciones entre España y el resto de Europa", Boletín del Museo e Instituto Camón Azanar, XXII, 1985, p.102, los canteros constituían una "aristocacia" dentro de los obreros, considerándose incluso superiores a los otros "masones" o albañiles? No parece que exista relación alguna entre esta "casta de alarifes" (G.E.Street, "La arquitectura gótica en España", Madrid, 1926, p.466) y la francmasonería; aunque, en el "Libro del Peso de los alarifes y Balanza de los menestrales" aparecen datos muy semejantes a los conocidos de las corporaciones europeas, con secretos del arte de construir basados en la Geometría.

Acuarela de Molina Mora de la Bajada del Castillo.

La copia que se conserva es la que celosamente guardaban los alarifes sevillanos en 1540, y que fueron obligados a entregar al concejo de Sevilla, por una orden del emperador Carlos V. Sobre la portada de este manuscrito aparece la figura de un rey sentado, con el escudo de Castilla y la leyenda "Alarifes juzgad y seréis bien juzgados", sobre la imagen de una ciudad amurallada y las herramientas del oficio de albañiles (R.Gómez, "El Libro del Peso de alarifes y Balanza de los menestrales", Actas del I Simposio Internacional de Mudejarismo, Madrid-Teruel, 1981, ps. 255-267) ¿Qué ciudad amurallada representaba?» (Texto: Álvaro Rendón Gómez).

El 7 de abril de 1962 hace 50 años, se inauguraba el Motel Meliá Caballo Blanco, situado en el entonces Coto de Valdelagrana, hoy urbanización del mismo nombre que permanece cerrado desde el año 2005. Las autoridades primero tardaron en dar la renovada licencia --compatibilizando una galería comercial con los alojamientos-- y cuando ésta llegó, fueron los bancos los que, en plena crisis, no apoyaron la operación de reconstrucción, a cargo de la firma Hogarsur y otro socio gaditano.

El obispo  de Cádiz, Tomás Gutiérrez y el alcalde Luis Portillo, durante la inauguración del hotel.

El entonces obispo de la diócesis gaditana a la que pertenece Valdelagrana, Tomás Gutiérrez, procedió a la bendición de las instalaciones hoteleras, junto al alcalde de la Ciudad, Luis Portillo Ruiz y otras autoridades civiles y militares de El Puerto y la provincia, siendo recibidos por el presidente del consejo de administración de la propiedad, José Meliá, leyéndose en el acto unas cuartillas enviadas para la ocasión por el escritor gaditano José María Pemán. En el accionariado participaba también bodegas Caballero y José Guerrero Misa.

La piscina del hotel, entre pinares, contaba con cafetería y era escenario de importantes acontecimientos de los veranos portuenses. Hasta la aparición del Casino Bahía de Cádiz, cualquier acontecimiento de nivel en la Bahía se celebraba en El Caballo Blanco.

El establecimiento contaba con cincuenta habitaciones con baño privado y teléfono, siendo su director Jerónimo Tavira. Los mas modernos adelantos para un hotel de cuatro estrellas los tenía El Caballo Blanco: baño privado, teléfono, aire acondicionado, piscina iluminada y una zona acotada, entonces, en la playa. La celebración finalizó por la noche con una fiesta flamenca.

Vidriera con escudo de El Puerto que todavía existe en el inmueble.

El establecimiento pionero, moderno de este sector en nuestra ciudad, en la que solo había fondas,  pensiones y hostales hasta esas fechas, fue un navarro: Jose Luis Kurt Muñagorri (ver nótula núm. 897 en GdP), quien construyó y dirigió un hotel “sur la mer”, a pie de playa, el Hotel Fuentebravía, ampliado posteriormente con el nombre de ‘Parador Fuentebravía’.  También hay que anotar en su haber e iniciativa la creación junto con otros portuenses, del Centro de Iniciativas Turisticas, precursor del Patronato Municipal de Turismo que vería la luz en 1984.  Pronto siguieron, escalonadamente, nuevos centros de alojamientos: Motel Caballo Blanco, “El Cangrejo Rojo” –después Club Mediterráneo- y ya avanzados los setenta el Hotel Puertobahía, también en Valdelagrana.

Remozadas instalaciones para congresos en el Motel.

En la década de los ochenta experimentaría una profunda reforma y modernización, siendo director del establecimiento Juan Luis Ortega Rosillo y Director General Adjunto de Hoteles Meliá el porteño Ignacio Gago García (ver nótula 081 en GdP), recibiendo en 1986 el Premio a la Promoción Turística del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.

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Antonio Andrades Arana nació el 28 de Enero de 1962, en el barrio alto de El Puerto de Santa Maria, concretamente en la calle Espelete 17, actualmente número 25. Hijo de José Andrades Gordillo, viticultor y Carmen Arana Buzón, ama de casa ambos naturales de Sanlucar de Barramela, aunque criados y formados en esta Ciudad.

1962.
En 1962 era alcalde de la Ciudad Luis Portillo Ruiz. Manuel Martínez Alfonso publica su libro «El Puerto de Santa María en la Literatura Española». Se rueda en El Puerto la película ‘La Becerrada’ con Fernando Fernán Gómez; la Plaza de Toros y el Vapor, espacios inmortalizados. Rafael Alberti publica ‘Poemas Escénicos’ primera serie.Se inauguraba el Hotel Meliá ‘El Caballo Blanco’. El ayuntamiento concede la Medalla de Oro de la Ciudad al dictador y Jefe del Estado, Francisco Franco. Se inauguraban las viviendas de La Pescadería, reciente y parcialmente derrumbadas para recuperar la Plaza del Carmen. Empieza a realizar su labor docente el Colegio La Salle que, en septiembre, inaugura el Curso 1962/63. Nacen ese año, también, el investigador Bernardo Rodriguez Caparrini, el compositor carnavalesco Luis Galán, la actriz Montse Torrent, el navegante Epi Unzueta Melgarejo y ell fotógrafo Manuel Bernabé Gatica y ell comerciante Miguel Ángel Mena Rodríguez.

En su primera comunión, en foto estudio Pantoja.

LOS ESTUDIOS.
Antonio, es el segundo hijo del matrimonio formado por José y Carmen, de tres hermanos; su niñez la vivió entre el callejón Espelete y el campo, en el Pago de la Arrejaná, finca ‘lo de Heredia’, estudiando en el colegio de ‘La Marrufa’, centro educativo que se encontraba exactamente donde hoy esta situado el centro de cumplimiento penitenciario Puerto III. Luego vendría el colegio del Hospitalito y por último inauguraría el centro escolar ‘José Luis Poullet’, donde terminaría sus estudios.

Durante su etapa como miembro de una banda de música, en la fila del centro es el segundo.

EL MUNDO DEL TRABAJO.
Pronto empezará a trabajar, a la edad de 13 años en el campo, haciendo diversas faenas tanto en la vid como en la agricultura en general; mas adelante probaría suerte con la jardinería en la cual estuvo durante ocho años para luego dedicarse al transporte ligero, trabajo que desarrolla actualmente junto a uno de sus hermanos y su hijo el mayor.

La flotilla y el personal de Transportes Carambito.

TRANSPORTES CARAMBITO.
‘Carambito’ es el apodo heredado de la familia, pues ya a su tatarabuelo le llamaban por este nombre, no se sabe con certeza por que, pero si podemos atestiguar que este hombre, amigo de sus amigos, contesta antes al sobrenombre de ‘Carambito’ que al suyo propio. Y, además, la agencia de transportes que regenta se llama ‘Transporte Hermanos Carambito e Hijos’.

Durante una corrida de toros, Carambito está con los mulilleros a la derecha de la imagen. 17 de agosto de 2003. / Foto: Bellido.

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Una cigüeña y sus crías en el nido instalado delante del ábside de la Prioral/ Foto: Anabade.

Cigüeñas, primillas y palomas, a centenares, viven en la techumbre, bóvedas, arbotantes y demás espacios donde encuentran hueco y acomodo en la Iglesia Mayor Prioral, causando un daño cada vez mas irreparable por lo costoso, y por cuanto pueda suponer para el mantenimiento y conservación del edificio.

El Instituto de Patrimonio Cultural de España ha editado en formato de libro electrónico las ponencias impartidas por los especialistas que participaron en la jornada ‘La incidencia de las aves en la conservación de monumentos’ celebrada hace un par de años en la Ciudad Universitaria de Madrid.

La magnitud de este problema, que afecta a una gran parte de los bienes culturales, hizo que desde el citado Instituto español se planteara la necesidad de reunir, desde una perspectiva interdisciplinar, a diferentes expertos en este campo con el objetivo de profundizar en el conocimiento de las aves, su comportamiento y su influencia en el deterioro del patrimonio inmueble.

Además, se estableció un foro de diálogo y una toma de contacto entre los distintos estamentos y profesionales implicados en el problema para adaptar las posibles soluciones a la conservación del patrimonio cultural.
Para descargar el libro, pulsar aquí.

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Enrique Ortega, en el Museo 'Julio Romero de Torres' de Córdoba. Al fondo, 'La Chiquita Piconera'. Ortega regenta junto a Rosa Cabello, el Taller de Restauración cordobés 'La Regespa'. /Foto: Miguel Ángel.

Enrique Ortega Ortega lleva más de media vida dedicado a la restauración y una década empeñado en devolver su esplendor a los lienzos y tablas de Julio Romero de Torres en el Laboratorio de Los Museos Municipales. Este gaditano de El Puerto de Santa María, licenciado en Bellas Artes, presume de tener, sobre todo, paciencia y tiento. Revela que el secreto de una restauración está en no quitar más de lo necesario para preservar la obra intacta. Por sus manos han pasado más de 60 obras del insigne artista cordobés; entre ellas «La chiquita piconera», expuesta en la reapertura del museo Julio Romero de Torres en la cordobesa plaza del Potro.

—Repase una década restaurando.
—Durante la última etapa del museo, en los últimos 10 ó 12 años, se ha intentado restaurar la totalidad de los cuadros. Algunas restauraciones han sido complicadas; otras, sencillas; unas más largas y otras más cortas, pero en esta reapertura del museo se ha tratado de que todas las obras estuvieran restauradas.

—¿Cómo ha sido el trabajo sobre el cuadro de «La chiquita piconera»?
—A nadie le tengo que explicar lo que significa restaurarlo. El trabajo sobre esta obra ha sido primero de documentación. Se ha investigado sobre sus componentes, los materiales con los que está hecho, se han realizado radiografías, fotografías con luces especiales para conocer el cuadro, aún más si cabe. A continuación, se ha realizado un tratamiento de limpieza de barnices, de eliminación de suciedad superficial, y, por último, se ha procedido a la reposición del nuevo barniz que le dé garantía de conservación. /En  la imagen ‘La Chiquita Piconera’. 1930. Museo Julio Romero de Torres, restaurada por nuestro paisano Enrique Ortega.

—¿Qué secretos le han revelado los cuadros?
—Simplemente, en la «La chiquita piconera» al eliminar el barniz recupera muchísimos barnices que quedaban ocultos por la opacidad del barniz envejecido. Pero, sobre todo, en los cuadros de Romero de Torres, y en especial en éste, los fondos recuperan la luminosidad. El paisaje del río en la esquina superior izquierda se aprecia mucho mejor.

—¿Cómo son los trazos de «La chiquita piconera» bajo la lupa?
—Los análisis radiográficos no apuntan a unos bocetos, sino todo lo contrario. Romero de Torres ejecuta el dibujo y, a continuación, hace el cuadro prácticamente del tirón, con mucha decisión. No ha habido ningún arrepentimiento ni cambio de composición o de color. De ahí podemos saber que era el cuadro que él quería pintar.

Enrique Ortega restaurando ‘Flor de Santidad’, cuadro favorito del escritor Ramón María del Valle Inclán, amigo del pintor durante su estancia en Madrid. 1910.

—De las más de 60 obras restauradas, ¿cuál le ha sorprendido?
—Cada restauración tiene su peculiaridad y todas tienen su interés, gracias a Dios. «La chiquita piconera», por su carácter emblemático, es interesante por sí sola; otros, en cambio, por las dificultades técnicas durante su restauración también son dignos de recordar. Entre las obras de Romero de Torres, destacaría el cuadro «La niña del candil», que está realizado sobre tabla, que no es muy habitual en el artista cordobés. Tenía muchos problemas con el barniz con superposiciones y nos dio muchos quebraderos de cabeza pero conseguimos quitar esas capas de barniz añadido, dejar el original y que el cuadro recuperara su belleza primitiva.

—¿Hay diferencias en las obras de Romero de Torres con la edad?
—El maestro cordobés utiliza unas capas muy finas, muy delgadas y muy sutiles en las que va combinando el temple con el óleo para conseguir el detalle, la vibración del color. Una de las dificultades en la restauración de Romero de Torres está precisamente aquí, en poder distinguir cada capa y no alterarla. Hay capas muy delgadas de veladuras que si se eliminan cambias sustancialmente el cuadro. Se trata de limpiar el barniz, no eliminarlo totalmente, sino dejar una fina capa que nos garantice que no hemos tocado la pintura.

—¿Cuál es el secreto de una buena restauración?
—La restauración es una actividad que necesita de mucha paciencia. El éxito de una restauración no está en lo que se hace sino en lo que se deja de hacer. A veces, por las prisas, por el desconocimiento, o por el afán de que quede bien la restauración, eliminamos pintura que no debemos de haber eliminado. Por tanto, hay que saber que la restauración como tal es laboriosa, pero aún más laboriosa es la parte intelectual de la restauración que comprende diseñar la restauración y resolver los problemas que presenta cada cual.

'Salomé', de Julio Romero de Torres.

—¿Qué revelaría del autor a través del estudio técnico de su obra?
—Romero de Torres era un artista con todas las letras en mayúsculas y como tal artista no valoraba su arte. Hoy lo consideramos muchísimo pero para él todos los cuadros que pintaba eran de Julio Romero de Torres y si no le gustaba un cuadro o pensaba que podría mejorarlo le daba la vuelta y pintaba encima. En el museo hay varios así. De los expuestos, hay uno, «Salomé» en la sala de la capilla, que está pintado sobre un retrato inferior de una señora, una señora no determinada pero diferente a la protagonista. De hecho, esta obra tiene una composición horizontal y el retrato de la señora era una composición vertical, totalmente diferente. (Texto: P. García Baquero).

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Ofrecemos unas imágenes de diferentes lugares de El Puerto de antaño y en la actualidad, seleccionadas y/o realizadas por el Jefe de Fotografía de Gente del Puerto, Vicente González Lechuga. ¡Como ha cambiado El Puerto!

Calle Fernán Caballero. Bodegas Osborne.

Ayuntamiento y Plaza de Isaac Peral.

Avda de la Estación, antiguo Camino de Urdax. Bodegas e Instituto Muñoz Seca.

Panadería 'La Divina Pastora' en la calle Ganado, vista desde La Placilla.

Calle Luna, vista desde el tramo comprendido entre Larga y Misericordia.

Fuente del Paseo de la Victoria.

Fuente del Convento de Santo Domingo hoy en el Parque Calderón.

La Ribera, restaurantes Flores y Los Portales.

 

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La fotografía de convivencia de los empleados del Casino Bahía de Cádiz en la Navidad de 1995, tomada en el Hotel Santa María.

Pulsar sobre la imagen para agrandarla.

Enrique Cairon, Francisco Delgado Márquez, Gallardo, Ex de Milagros, Sra. de Gallardo, Kiko, Milagros Galvez, Juana Garcia, Francisco Corbeto, Paco Pinto, Willy, Pepe Salguero, Ana Borrajo, Manolo Lojo, Mari Alfonsin, Recordado Pombo, Maria José, Carlos Abollado, Enrique Blanco, Maria Victoria Morillo Sanchez, Jose Luis Romero Sanchez, Manolo Justo, la mujer de Romero V., Manuel R. Alejo, Ramón Serrano, Manuel R. Verdu, Paco Cantero, Antonia Peinado, Juan Figueroa, Manolo Perez, Paco Sanchez-Romate, Lola Facio, Francisco Javier Ameneiro Rodríguez, Juan Luis Partida Lopez, El Chirri (Mago), Alfonso Sendra, Ramón Romo Palacios, Pepi Rodriguez, Rafael Martinez, Miguel Morató.

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Los ríos dan a la tierra una inmensa fecundidad que se palpa en muchos aspectos del paisaje. El agua es vida y es también vehículo. Las ciudades con río poseen una idiosincrasia especial que las hace únicas. Señalan un camino hollado, mantenido en el espacio y el tiempo, por el que es posible transitar apaciblemente. Los ribereños han utilizado esta corriente constante para desarrollar su actividad comercial.

Óleo de Ángel Lara Barea.

A través del río se accede fácilmente al mar y de ahí a los océanos que bañan mundos accesibles, porque el agua lo une todo. Está presente en los seres y objetos de la Tierra. Es universal. El elixir de la vida que reclamaban los alquimistas medievales, el disolvente universal que destacaron en sus fórmulas esotéricas. Las ciudades con río son abiertas. Despiertan expectación y crían ciudadanos con alma inquieta, conscientes de ese eterno manar segundos de un tiempo que parece no detenerse nunca.

Merced al río, El Puerto es una ciudad franca y luminosa, cordial y amiga. Acoge al viajero que, como corriente libre de agua, cree moverse aunque nunca la abandona: Peregrino de una misma ruta, siempre cadente y renovada. Camino insondable que conoce y ama; que forma parte de remotos ayeres, que le hace recorrer largos viajes entre la vida y la muerte. Porque la vida, como la muerte, es un constante fluir, una incesante sucesión de conciencia-inconciencia, nacimiento y renacimiento, sueño y despertar. El Puerto perpetúa sus brazos abiertos, como lenguas de arena fina, de arrullo de ola, de brisa que al sumergirse en los esteros, se sala.

El desaparecido puente de hierro sobre el Guadalete en el siglo XIX.

El río arroba la mirada del caminante cansado, lo trata con llaneza y sinceridad. Como al hermano que intuye tiene en cada muelle, allende los mares. Los mismos donde atracaron navíos que partieron hace mucho del improvisado muelle de mi pueblo.

Hoy, el errante inmóvil arrastra blancas vivencias fijadas, como espuma, a las sienes de las olas. A este muelle llegaron también fenicios y griegos, cartagineses y romanos, mucho antes de que se instalara "el moro" durante ocho siglos y le añadiera el prefijo "guada" al que se denominó Lethéo, y su nombre en griego Lethe que quiere decir olvido.

Es el mismo río al que Lucio Aneo Floro, amigo personal del emperador Adriano, en su Epítome de la Historia de Tito Livio (lib.2, cap.17) dice que los soldados de Decio Bruto temían pasarlo por temor a morir y por eso cambiaron su nombre por el de Flumen Oblivionis. En el poema épico Púnica, Tiberio Catio Asconio Silio Itálico, escribió que el río causaba olvido al que bebía sus aguas, y añade con sarcasmo que habría que "tenerla a mano y a la boca en muchas ocasiones del mundo y de la fortuna". Claudio Eliano, en cambio, en su Varia Historia dice que la denominación de "río del olvido" era porque en sus riberas crecían adormideras, mandrágoras y otras hierbas, cuyos zumos causaban y reconciliaban el sueño. Según otras fuentes, por este río Lethéo, o Guadalete, se sospechaba que se accedía a los campos de Elisia Pedia –Elíseos–, un vergel apacible y ameno, con gloriosos bosques donde moraban los hombres buenos. Poseía una luz del Cielo que todo lo transformaba en risa, alegría y regocijo. /En la imagen de la izquierda, el emperador español Adriano.

Los campos olían a Primavera, aromas y flores, acompañados de mucha variedad de frutos sabrosísimos, y fáciles de cultivar con azada, reja o cultura. No cabe duda de que este autor dijo verdad. Desde su origen, el río de mi pueblo, el río del Puerto crió buenos pescadores y hábiles marineros; aunque los hizo esclavos de los vientos que soplan apacibles de levante y poniente, ciegos de la luz que blanquea las frágiles pirámides de sal; aunque, eso sí, también los hizo serenos y creativos, perpetuamente abiertos a la inmensidad del cielo, azul e incierto.

Vista aérea del río y la Ciudad. /Foto: Jorge Roa.

Si mi pueblo, El Puerto de Santa María, diera la espalda al río, se negaría a si mismo, rompería la historia, se hundiría en la nada de lo vacuo y efímero, y se perdería un futuro que invariablemente le perteneció.  (Texto: Álvaro Rendón Gómez)

De entre las muchas e importantes empresas vinícolas portuenses contemporáneas, cabe destacar a las siguientes. Una primera generación entre fines del siglo XVIII y mediados del XIX, la constituyen, entre otros, Duff Gordon y Cía. (que en este mismo periodo pasó a ser dirigida por Tomás Osborne y Mann), Miguel Lobo, Juan Monsley, Manuel Moreno de Mora, Enrique Oneale, Guillermo Oldhamn, Williams Burdon, y los montañeses Diego Ibáñez Pacheco, Basilio Pérez Campuzano y Francisco Gutiérrrez Calderón. /En la imagen de la izquierda, Tomas Osborne y Mann.

Muchas de estas empresas continuaron su actividad durante todo el siglo XIX, pero, a través de la segunda mitad de dicha centuria, y a principios de la actual, surgieron o se desarrollaron otras que vienen a ser una segunda generación. Entre ellas estaban Bodegas Sancho, Jiménez Varela, Grant, Quijano, Terry, Merello, Thuillier, Gaztelu, Cuvillo, Luis Caballero...

En la imagen de la izquierda, José Luis González Obregón.

Por último hay una tercera generación de bodegas, constituidas más recientemente, cual Obregón o Gutiérrez Colosía; así como el caso de Miguel M. Gómez, que instalada en Cádiz desde el siglo XIX, junto con Lacave y Arbazuza, cuando por imperativos del reglamento del Consejo Regulador del Jerez-Xeres-Sherry y de la Manzanilla de Sanlúcar hubo que optar por trasladarse a alguna de las localidades de la zona de crianza, lo hizo a El Puerto de Santa María. (Texto: Javier Maldonado Rosso).

El equipo de Futbito patrocinado por el desaparecido comercio  de electrodomésticos ‘Cartago’ que estuvo en la Placilla y que perteneció a Juan Durán y Alejandro Navarro (mas tarde se independizarían fundando Milar La Placilla y Electrodomésticos Alejandro), en la Ciudad Deportiva (por aquellas fechas denominado Polideportivo de la Diputación Provincial), el 11 de julio de 1978.

De izquierda a derecha, fila superior, Pepe Vaca, Juan Moreno, José Pecho, Manuel Moreno, Juan Durán y Alejandro Navarro; agachados Miguel Gómez (+), Juan Cairón, Juan Gutiérrez, Manolo Bernal, Manolo Borne, Ramón González y Kike Moreno /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

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