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Situación de los cursos de agua, caminos y aldeas andalusíes del término.

Como decíamos en la presentación de esta serie (ver nótula 2.217), comenzaremos nuestro recorrido por las tierras portuenses –en las que sus paisajes y la Historia serán protagonistas- en el arroyo Salado de Rota, el que nace en el lugar nombrado Pozo Salado y captando aguas dulces de arroyos menores, tras 9 kilómetros zigzagueando por los términos de Sanlúcar, Rota y El Puerto –en tramos marcando sus divisorias municipales-, desemboca en la bahía de Cádiz en terrenos ocupados por la Base Naval. Terrenos de marismas se abren en su curso bajo y alto, en el entorno de la desecada laguna del Gallo.

Hoy el Salado de Rota no es ni sombra de lo que fue. Por último, las intervenciones antrópicas realizadas intensivamente durante la segunda mitad del siglo XX con la parcial invasión de su lecho por las tierras de los campos linderos y su canalización artificial para el regadío (obras que a fines de los 80 realizó el Iryda y en 2008 la Agencia Andaluza del Agua) fueron minando y desfigurando la antigua fisonomía del curso fluvial que en el siglo XIII llamaban río de Casarejos y durante la Edad Moderna arroyo Ratonero y Paparratones.

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El Salado, abriéndose camino en la campiña. /Foto: Juan José López Amador. 1987.

En la década de los 80, cuando repetidamente recorrimos su curso en compañía de nuestros amigos José Antonio Ruiz y José Ignacio Delgado ‘Nani’, presentaba un estado de conservación notablemente mejor que hoy. Y como para conocer un curso fluvial no hay mejor modo que navegarlo, empleamos una barquita que habíamos construido expresamente para recorrer la laguna Salada (ver nótula 788).

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Navegando por el Salado en 1987. / Fotos: Nani y J.J.L.A.

Realmente era delicioso remontar, a percha, como en la laguna, el Salado; especialmente en primavera, cuando sus márgenes estaban repletos de flores. Conocimos entonces un arroyo lleno de vida vegetal en sus riberas –abundante el salado y, más al interior, los carrizos donde anidaban patos y fochas- y sus aguas repletas de lisas, anguilas, robalitos, cangrejos americanos, camarones, almejas, coquinas…

arrollosalado_5_puertosantamariaEn la imagen de la izquierda, vemos como las nasas también poblaban las aguas del Salado. / Foto: J.J.L.A. 1985

Acaso fuimos los últimos que navegaron por el Salado, porque hasta los últimos años 50 –cuando los campesinos aún habitaban los campos– sus vecinos bajaban el arroyo en barcazas cargadas con los productos hortícolas de sus tierras para venderlas en Rota y Cádiz. Un viejo campero del cortijo de Vaina, que contaba con embarcadero propio, nos lo contó. Hoy sólo navegan los submarinos nucleares que fondean junto a la boca del Salado.

LOS AFLUENTES

Que el Ratonero o Paparratones fue una importante vía de comunicación cultural y comercial –desde fines del tercer milenio anterior a nuestra era y hasta época andalusí (siglo XIII)- es una afirmación que las prospecciones y las puntuales excavaciones arqueológicas realizadas en sus inmediaciones han constatado. (De las aldeas que desde la Edad del Cobre poblaron las riberas del Salado y su zona de influencia escribiremos en próximas entregas.)

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Las frondosas riberas del Salado en 1987, antes de su canalización con hormigón. / Foto, J.J.L.A.

arrollo_villarana_1_puertosantamariaEl curso del Salado y sus afluentes vertebran al Este gran parte de las ‘tierras negras’ y albarizas que configuran la campiña portuense, siendo cinco los principales arroyos secundarios que irradian sus aguas por el término, que son, desde la boca del Salado aguas arriba y en su margen izquierdo:

-El arroyo de Villarana recorre el extenso pago y donadío de su nombre hasta alcanzar la laguna Salada, cuyas tierras conformaron –ya en época romana- un núcleo agrícola muy destacado dedicado a la explotación de cereales y durante siglos, la despensa de trigo de El Puerto; las tierras que hacia el año 1319 adquirió doña María Alfonso Coronel –entonces viuda de Guzmán el Bueno y señora jurisdiccional de El Puerto- y luego pasaron a manos de los condes y duques de Medinaceli, sus sucesores en el señorío.  /En la imagen de la izquierda, puente de madera sobre el arroyo Villarana en 1984. / Foto, J.J.L.A.

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Cuando la marea vacía, las piedras sobrepuestas en el Vado de Villarana forman esta cascada. / Foto, J.J.L.A. 1984.

-Le sigue el arroyo de Campillo –al comienzo del siglo XVI lo llamaban arroyo del Serrano-, que brota de las inmediaciones del cruce de las carreteras El Puerto-Sanlúcar y Jerez-Rota. Hoy sólo se alimenta de las aguas de lluvia y de las escorrentías del vecino cerro de Venta Alta, pero antaño nacía en un manantial junto al paraje donde se levantó la alquería andalusí de Fontanina y próximo a donde están los viejos pozos del Duque (de Medinaceli). En la Antigüedad, su cauce, mucho más caudaloso que hoy, propició que junto al arroyo se estableciera un poblado tartésico en los siglos X-IX, del que se excavaron, por vía de urgencia, dos fondos de cabañas en 1984 (Museo Municipal) y 1985 (Diego Ruiz Mata), exhumándose cerámicas que denotan los primeros contactos comerciales tartésicos con navegantes fenicios, antes de que se establecieran en la bahía de Cádiz. 

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El arroyo de Campillo con sus márgenes inundados, en 1986. / Foto, J.J.L.A.

-El arroyo del Gallo aporta sus aguas al Salado desde la laguna y marisma del Gallo, cuyo entorno, en las laderas de los cerros que lo flanquean, se poblará con aldeas desde la Edad del Cobre –ininterrumpidamente- hasta época andalusí.

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El arroyo del Gallo desbordado, en 1996. / Foto, J.J.L.A.

-El arroyo de Campín cruza al norte del término portuense hasta adentrarse en el jerezano. Junto a este curso fluvial nació el poblado del Cobre de Campín, sólo conocido por las prospecciones arqueológicas que realizamos –con José Antonio y Nani- en la década de los 80, pero que si algún día se excava deparará el hallazgo de una importante población, seguramente amurallada.

-Y el arroyo Hondo, que es una bifurcación del de Campín y se adentra en tierras sanluqueñas, cubriendo con los otros cuatro arroyos secundarios y el principal del Salado gran parte del territorio de Isla Cartare.

LA UNIÓN DEL GUADALQUIVIR CON EL SALADO.

Escribir de la historia natural del arroyo Salado y sus afluentes precisa que nos hagamos eco de una antigua tradición que diversos autores recogieron durante la Edad Moderna y la Contemporánea. Desde mediado el siglo XVI, la historiografía repetidamente apunta a que el curso del Salado formó parte –en un tiempo impreciso- de un antiguo cauce del Guadalquivir, identificado por diferentes autores como la boca occidental “perdida” referida a fines del siglo I antes de Cristo por Estrabón: “…después se halla la desembocadura del Betis [Guadalquivir], dividida en dos brazos; la isla comprendida entre ambas bocas abarca un trecho de costa que tiene cien estadios [18’5 km] o más, según algunos.” (Geographia, III, 1, 9)

Esta identificación la contemplaron, entre otros, Florián de Ocampo (1543), Agustín de Horozco (1598), Bernardo Aldrete (1614), Martín de Roa (1617), Rodrigo Caro (1634), Esteban Rallón (1665) y un largo etcétera. Según ellos, un estero nacido del Guadalquivir se adentraba por las sanluqueñas tierras de Maina y conectaba con el Salado (suponemos que por el afluente de arroyo Hondo).

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Una segunda conexión la establecieron otros autores a partir del siglo XVIII desde el brazo de la marisma de las Mesas, donde se sitúa la romana Hasta Regia, de cuya cola nace el arroyo Tabajete (junto al que transcurría la calzada de la Vía Augusta). De esta supuesta unión se hicieron eco, entre otros, Enrique Flórez (1752), Bartolomé Gutiérrez (1787), Miguel Cortés López (1835) o Adolfo de Castro (1858). Al respecto, el citado Flórez decía en su España Sagrada (t. IX, cap. I): “...no necesitaremos recurrir a la costa occidental de San Lucar, para buscar la otra boca pues en esta parte junto a Rota se verifica la distancia que Estrabón señala a la costa marítima de la Isla, diciendo que tenía tres leguas y cuarto, o más según otros, […] y esto viene bien con el sitio de junto a Rota, donde vemos actualmente un Arroyo, llamado Ratonero, que baja desde las peñas de Asta y Trebujena, entre las cuales pudo también correr la boca antigua del Betis, pues aun hoy dista poco el nacimiento del Arroyo de la Isla mayor del río, como vemos en el moderno mapa del Reino de Sevilla, ejecutado por el Ingeniero Jefe Don Francisco LLobet…”.  /En la imagen de la izquierda, detalle del Mapa del Reino de Sevilla (1748) del ingeniero Francisco Llobet. / Real Academia de la Historia.

Aún en el siglo XX se incidía en este segundo enlace. Así, José Chocomeli precisó en 1940 en su En busca de Tartessos: “…el primer brazo oriental derivaba del lago Ligustino [marismas del Guadalquivir] por bajo de Lebrija, siguiendo las marismas del Bujón, de las Mesas y de Tabajete, arroyo de este nombre, vereda de Ferias [que muere junto a la laguna del Gallo], arroyos del Gallo y Salado de Rota, a desembocar donde hoy lo hace este mismo arroyo.” El mismo trazado lo había marcado en agosto de 1935 el portuense Francisco Ciria (‘Canales y desembocadura del Tartessos’, Diario de Cádiz).

Y es probable que así fuera. Mucho han cambiado los paisajes –más de lo que parece- en los dos últimos milenios, por la acción de la naturaleza y sobre todo por la del hombre. Y hay que tener presente que este paisaje es el espacio en el que Estrabón decía que las poblaciones de los márgenes de las hoy marismas bajas del Guadalquivir –nombraba a Asta (Mesas de Asta, Jerez) y Nabrissa (Lebrija)– habían abierto en sus esteros canales artificiales: “La serie de canales que han sido abiertos por doquier ayudan al tráfico y a las relaciones, tanto entre ellos mismos como con los forasteros. Del mismo modo también en la pleamar se utilizan los brazos confluentes [de los esteros] cuando los istmos que los separan se hacen navegables al quedar anegados. Las naos pasan entonces de los ríos a los esteros y viceversa.” Sobre los esteros, el geógrafo griego remarcaba: “Se llaman esteros a las escotaduras litorales que el agua del mar llena en la pleamar, y por las que se puede navegar remontando la corriente como por los ríos hasta el interior de las tierras y las ciudades de sus orillas.” (Geographia, III, 2, 5 y III, 1, 9)

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Marisma de las Mesas de Asta. / Foto, José y Agustín García Lázaro (web entornoajerez).

La conexión del Tabajete con el inmediato arroyo del Gallo –o acaso, apuntamos nosotros, con el de Campín, que se sitúa frente al de Tabajete– quedó cortada en 1877, cuando se construyó la vía férrea entre Jerez–Sanlúcar–Bonanza.

De cualquier forma, dejamos apuntada la vieja tradición (cuando el río suena…) de la antigua unión por vía fluvial de la bahía de Cádiz, a través del Salado de Rota y las campiñas de El Puerto, Sanlúcar y Jerez, con los esteros marismeños del Guadalquivir.

LA ALDEA ANDALUSÍ DE CASAREJOS.

Decíamos que el primer nombre conocido del arroyo Salado de Rota fue el de río de Casarejos, topónimo con el que fue bautizada –en el Libro del Repartimiento (1268) del término portuense- la aldea hispanomusulmana (de nombre árabe desconocido) que existía junto a la orilla izquierda de la desembocadura del Salado en el tiempo que la región gaditano-jerezana fue definitivamente conquistada para el mundo cristiano por Alfonso X.

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Detalle de la desembocadura del Salado, donde estuvo Casarejos . / Foto, Google. 2014.

Fue la de Casarejos una de las ocho alquerías andalusíes (de las trece que se distribuían por el término) que se fundaron, probablemente en los siglos X-XI, en el entorno del Salado y de sus afluentes y la laguna del Gallo, nombradas en el Repartimiento como Villarana, Bayna, Finojera, Fontanina, Grañina, Campix, Poblanina y, contiguo a la boca del Salado, Casarejos.

Aporta el documento medieval una interesante información para conocer algunos aspectos de la alquería andalusí, cuyas casas, solares y tierras fueron repartidas en 1268 a 77 repobladores castellanos.

casarejos_2_puertosantamariaSu término limitaba al sureste con el de Al-Qanatir (El Puerto), al norte con las tierras de las alquerías de Villarana y Bayna  y al oeste, en la otra margen del río, con la roteña de Flayna (probablemente emplazada en el yacimiento arqueológico de Las Mezquitillas). La ubicación de Casarejos junto a la boca del Salado indicaría su control del paso del cauce del río –probablemente con barcas- a la otra orilla y al interior de su curso, donde se emplazaban las otras siete aldeas andalusíes. Menciona el Libro del Repartimiento un camino –la carrera de Rota- que enlazaba Al-Qanatir, Casarejos y, por Flayna, con el ribat de Rota.  /En la imagen de la izquierda, reconstrucción del entorno de la alquería de Casarejos.

Se desconoce si Casarejos estuvo fortificado -como consta que lo estuvieron otras alquerías del Salado-, pero la repetida mención en el reparto a una pared  (o paredes) que servía para delimitar las entregas de los solares y casas a los repobladores, así podría indicarlo: por ejemplo, al decirse “…los palacios grandes como se sigue con la pared aiuso [abajo] o “…salvo los palacios que se siguen como va la pared ”.

arrollosalado_15_puertosantamariaEn el centro de la población se situaba su mezquita y –como los arriba citados- varios palacios grandes, que han de entenderse no como hoy, sino casas con más porte constructivo que los del común de la población. Y menciona el Libro dos calles, la rúa “que está de parte del río, la que va a Porluengas y “la de los Colmeneros”. Y un pozo comunal junto al camino de Al-Qanatir, y junto al pozo tierras públicas, el ejido. Y una cueva –“las casas que están sobre la cueva”-, que seguramente era un gran silo de la Edad del Cobre como los excavados en las inmediaciones del Salado en los años 50 dentro de la Base y en los 80 en La Viña. /En la imagen de la izquierda, ‘Cueva artificial’ de la Edad del Cobre en el yacimiento portuense de La Viña. / Foto, J.J.L.A. 1987. 

También menciona el texto alfonsí una isla e isleta, cuyo terreno también se repartió a los repobladores y que con seguridad se situaba en medio del río, al modo de un bajo formado por la colmatación de sedimentos marinos y fluviales, como aún se reflejaba en la cartografía del siglo XVIII.

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La isleta de la boca del Salado en un mapa de 1762.

La economía de Casarejos debió de basarse en la actividad pesquera con la explotación de corrales marinos, que aún se perciben en la margen izquierda de la boca del Salado, nombrados en la cartografía del XIX corral del Cueto. A una estructura pétrea que aún se ve en la misma boca del arroyo –tal vez la huella de un espigón o muelle de incierto origen- parece aludirse al comienzo del deslinde alfonsí (1268) de los términos de Rota y Casarejos: “El primer mojón es el Estapudal que llaman de los Camellos y Casarejos, que parte término con Rota. Han por mojones unas piedras que estaban en el mar que había nombre el Albequer.” Y una segunda base de la economía de Casarejos fue la explotación de las arenas litorales –al igual que en tiempos púnicos y romanos- como viñedos (vino, pasas, uvas), siendo 64 aranzadas las que se repartieron en 1268, linderas a las viñas de los arenales de Al-Qanatir. También tenía Casarejos, hacia el término de Bayna, un terreno menor dedicado a la explotación de cereales, y tierras de jaras con higueras y perales.

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Litoral entre El Puerto y Rota. Mapa de Francisco Coello, 1868. La flecha marca el Corral del Cueto.

Tras la ocupación cristiana de la alquería de Casarejos, su repoblación –como ocurrió en las demás a excepción de Al-Qanatir (El Puerto)- no cuajó y la vieja aldea andalusí se abandonó o, quizás, ni siquiera el conjunto de las casas y solares fuesen habitados por sus 77 beneficiarios. Sí perduró en el tiempo la ‘pesquería de Casarejos’ y la explotación de las arenas como viñedos y huertas.

Cuándo el término portuense de Casarejos pasó a integrarse en el roteño es cuestión que no podemos precisar, aunque lo más probable es que ocurriera poco después de 1341, cuando el señorío portuense pasó a manos de Juan de la Cerda I, hijo de Leonor Pérez de Guzmán y nieto, por vía materna, de los arriba citados Guzmán el Bueno y María Alfonso Coronel, también señores, desde 1297, de Rota. / Texto: Juan José López Amador y Enrique Pérez Fernández.

Todo en la niñez, se vive con mucha  intensidad e ilusión, la festividad de  la Virgen de los Milagros no iba a ser una excepción. Los días previos, ya  se respiraba, ambiente de fiesta, pues desde bien temprano, las campanas  de La Iglesia Mayor, nos daban los buenos días, con  repiques armoniosos y acompasados, que daba gusto oírlos.

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Pues bien, ese precioso sonido, unido al de los cantos Gregorianos  hacía que afloraran en mi, sentimientos contrapuestos. Por una parte,  sentía mucha emoción, pero a la vez, me invadía, una tristeza, que ni yo misma, sabía explicar, y  que hacía que saltara de la cama como un resorte.

Ya en el colegio --La Divina Pastora-- nos llevaban a confesarnos y a celebrar los actos religiosos y aunque lo tengo muy presente, me gustaba mucho más ir con mis hermanas.  Siempre  iba de la mano  de la mayor, no me faltaba, ni mi velo negro, como señal de respeto, ni mi misal ni mi rosario rojo.  La  imitaba en todos sus gestos, así, si se arrodillaba, yo también, si unía sus manos, yo lo mismo, solo a la hora de comulgar me quedaba en mi asiento  y me  preguntaba  porque  esa parte de la liturgia, siempre me la perdía.

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Por la puerta principal del edificio de la imagen -la Casa de los Sancho- se accedía, en la primera planta al Colegio de Infantil de La Divina Pastora. Allí ejercieron Doña Francisca González Sousa y Doña Lola Sancho.

Había una cola larguísima  y  era muy agradable, ver  las muchísimas caras conocidas. Algunas  según algún pequeño murmullo, eso sí  en voz queda, solo se les  veía en estas mismas fechas  Y era cierto, porque…  ¿toda esa gente vivía en el Puerto? Me preguntaba… ¿donde?.

prioral_1955_puertosantamariaEn la misa de ocho, no se cabía, y había que irse con tiempo, para conseguir un asiento en uno de los bancos o una silla, de las que la voluntariosa María ‘la de las sillas’—creo-- guardaba  celosamente; y  que con solo ver a la persona  en cuestión, entregaba sin equivocarse. Esta señora  recordaba  perfectamente a quien pertenecía cada una y además si ya había asistido a misa, pues en ese caso tenia la tranquilidad para prestarla. Aquello, aunque podría parecer un caos, no lo era, lo único  era que a todos no podía atender a la vez. Silla que vislumbraba, silla que entregaba.

A la salida de misa, nos esperaba en casa un buen desayuno, aquellos primeros años la cosa no estaba para muchos dispendios, pero en las  sucesivos, nos veíamos y nos las deseábamos, para conseguir mesa en las cafeterías  y no digamos el tiempo que nos llevábamos en los puestos de churros.

Ya por la tarde, bien arregladitas  a la calle a ver  nuestra preciosa procesión y aunque mi madre nos leía la cartilla éramos como papagayos. “--Mamá…..me compras, esto o aquello, me montas en los caballitos?”

pacoduenas_8mayo70_puertosantamariaPero fueron los años posteriores, en los que de verdad disfruté de esta fiesta. Ya iba camino de los diez años, y llevaba varios de ellos perteneciendo al coro del Maestro Dueñas (ver nótula núm. 197 en Gente del Puerto). Era un hombre admirable que irradiaba bondad, no quiero decir que no fuera estricto, lo era como no, pero tenía tacto y comprensión  a la hora de bregar con tanta niña chica.. Maribel, nuestra solista, era  un encanto de niña , tenía  desparpajo y  gracia innata, que para sí la quisieran muchos humoristas actuales;  pero no era solo eso, además  poseía una preciosa voz. Cada una teníamos nuestro sitio en los asientos del coro, fue  el propio Dueñas, quien nos lo asignó, y solo se variaba, en caso de que alguna faltara,  por aquello de que no quedaran  huecos vacíos. /En la imagen de la izquierda, Francisco Dueñas en mayo de 1980. /Foto: Rafa.

ramonzarcohernandez_puertosantamariaCuando llegaba este día de fiesta tan  ilusionante para nosotras,  cantábamos varias veces al día, pero no nos resultaba pesado, todo lo contrario, lo disfrutábamos  oyendo  y acompañando a Merche ‘La Macaria’ (ver nótula núm. 047 en GdP) a Felices Rivas, al virtuoso Ramón Zarco y su violín... Hasta  Doña Virginia Hernández su madre  más de una vez  nos deleitó al piano. Y como no acordarme de una de las hijas del maestro y de los hermanos Salvatierra,  que hacían que nos estremeciéramos todos de puro goce al oírlos. Realmente, una delicia a la que pude asistir, contemplar y disfrutar enormemente. /En la imagen de la izquierda, el virtuoso Ramón Zarco. /Foto: Academia BBAA Santa Cecilia.

Ya con mis amigas,  por cierto, todas monísimas completábamos el recorrido  de la procesión,  unas veces  en las  filas  y otras fuera de ellas. Quien lo disfrutaba realmente era mi padre,  muy devoto de La Virgen de los milagros, hasta el final de sus días.

Terminada la procesión, nuestro obligado paseo por la calle Luna, Larga y   Parque Calderón,  a presumir un poquito de lo linda que estábamos  todas las amigas y comprarnos  un papelón de patatas fritas, sentadas tranquilamente, en  unos de los bancos,  de piedra y  hasta en esas bolas enormes, junto a estos, en espera de poder tomarnos alguna refresco de la marca Mirinda, cosa harto difícil, debido a la  gran marea humana que llenaba todas las terrazas.

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La plaza del Polvorista, cuando se remodeló hasta conseguir su actual estado, el 5 de abril de 1970. /Foto: Rafa.

No nos aburríamos,  algunos años  en la Plaza del Polvorista, ponían alguna atracción de feria, algún cacharrito y una pista de coches de choque, y allá que nos íbamos. Nos encantaba la música que ponían estas instalaciones,  de los Brincos, Formula V, Pekenikes  y tantos otros grupos. Como olvidar canciones tales como: Con un sorbito de Champan, Si yo tuviera una escoba,  Ana María se fue

A partir de este día,  ya sabía la respuesta a  la pregunta que había estado haciendo todo el año ¿Cuantos días faltan para mi santo el 12 de septiembre? Efectivamente, solo faltaban cuatro días, para el Dulce Nombre de María, y  así recoger algún  regalo. Lo malo es que aunque ya no me hiciera falta preguntar, continué con la misma ilusión repitiendo: ¡faltan cuatro días!. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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primodiazcampos_puertosantamariaPrimo Díaz Campos nació el 26 de diciembre de 1935 en El Puerto de Santa María. Su abuelo con el mismo nombre: Primo Díaz, dueño del restaurante El Resbaladero en 1929, fue asesinado por Francisco García Rico, Paco ‘el Sabonés’ en posesión de Real Patente de Navegación otorgada por Alfonso XIII, de cuyo suceso se hicieron eco la Revista Portuense y Diario de Cádiz, conocido como el ‘Crimén del Sabonés’ (ver nótula núm. 145 en GdP). La historia de otro nieto, el del Sabonés, Francisco García Gil, puede ser consultada también en Gente del Puerto (ver nótula núm. 1.085).

TÁNGER.
Su familia se marchó a Tanger después de la Guerra Civil, como muchos otros españoles. Estudió en los Marianistas y vivía debajo de la calle Fez, en la calle Isaac Peral. Su padre regentó varios establecimientos de hostelería en aquel convulso Tanger --ciudad internacional--, una de las capitales del espionaje durante la II Guerra Mundial, hoy tan de moda por la serie de televisión ‘El Tiempo entre Costuras’, su tía María, que vivía con ellos, se ganaba la vida, precisamente, como costurera.

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Instantánea del Tánger que encontró nuestro protagonista.

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Una imagen de Primo Díaz con su clase del Colegio de los Marianistas en Tánger.

Para Vicente Molina Foix: “Antes, en un periodo de esplendor que no conocí, Tánger era cosmopolita y franca, dulcemente canalla, y en ella el árabe, el francés, el inglés y el español, tanto el peninsular como el jaquetía, se hablaban sin solución de continuidad; hasta el griego, en este caso el amor, atraía a sus costas a hombres divertidos y nerviosos como Tennessee Williams, Paul Bowles o Truman Capote. Ahora Tánger ha perdido aura y franquicia, y en el puerto vagan los niños marroquíes a la busca de los bajos de algún camión que les lleve a Europa. Otro mundo. En lugar del dorado, los colores de la realidad”.

espana_cabecera_tangerNuestro protagonista seguía las noticias de nuestro país a través del periódico ‘España’ publicado en Tánger. Para el escritor Jesús María Serrano aquello suponía una gran paradoja: “Un periódico que se crea para enaltecer al ejército vencedor y al régimen franquista, se convierte en referente para los republicanos andaluces españoles”. En breve publicaremos una reseña sobre el citado periódico y sus seguidores en El Puerto, obra de Serrano.

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Primo Díaz a la derecha, en una visita a El Puerto, en la playa de La Puntilla, junto a Ricardo Granados Campos, recién llegado de la Guerra de Sidi-Ifni, en la que luchó como cabo de morteros (III Compañía, Regimiento de Infantería Cádiz 41).

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Durante el servicio militar obligatorio, fila superior, el segundo por la izquierda.

VETERANO DE LA CAMPAÑA DE IFNI.
La familia de Primo dejó Tanger, hecho que separó a los hermanos, nuestro protagonista se asentaría en Francia. Estuvo en el ejército haciendo el servicio militar obligatorio en el territorio colonial de Ifni, situado en el África Colonial Española y que ostentó el título de ser la 51 provincia de España entre los años 1958 a 1969., como cabo de morteros (III Compañía, Regimiento de Infantería Cádiz 41, durante los años 1957 y 1958.

primodiaz_toreroenronda_puertosantamariaNOVILLERO.
Primo, gran aficionado a los toros llegaría a torear novillos bravos, Su primer festival fue en Tanger. Rafael Ordóñez, hermano del célebre ‘Niño de la Palma’ creó una Escuela Taurina, entrenando en una plazoleta que había cerca de la Estación, junto a la entrada del muelle, por la Avenida España. El propio Rafael Ordóñez les confeccionaba los capotes con telas de lona y carretón. /En la imagen de la izquierda, Primo, con sombrero de ala ancha en la Plaza de Ronda donde toreó con Pepe Medina, de Lucena.

El lugar de reunión, acaso el lugar mas torero de Tánger en aquellos años, donde se veían los torerillos, era la zapatería del Cine Mauritania, donde se deleitaba nuestro protagonista viendo las fotografías y carteles colgados en sus paredes. El oficial peluquero se llamaba Jesús Cañizares, quien había sido banderillero, siendo ‘el Malagueño, el primer espontáneo que se tiró al ruedo oficial de Tánger,  propinando sus buenos muletazos, recuerda Primo Díaz. Además llegaría a torear en Melilla y en la Plaza de Toros de Ronda

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Primo, siempre muy vinculado con la oposición al régimen franquista y con la cultura española, en el Centro Pablo Picasso del municipio francés Knutange Moselle; de izquierda a derecha Primo Díaz, el poeta jerezano Carlos Álvarez, Jose Cuevas y Antonio Alarcón.

En Francia luchó desde la oposición al régimen franquista, por libertad en nuestro país ayudando a organizar a los emigrantes españoles y ayudando  a los refugiados políticos. En su casa estuvieron Manuel Espinar Galán --quien luego sería primer teniente de alcalde comunista de El Puerto tras el advenimiento de los ayuntamientos democráticos en 1979--, junto a su mujer Ana Perea España, el poeta jerezano Carlos Álvarez y muchos más.

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Con su esposa, en la actualidad.

FRANCIA.
En la actualidad, a sus 79 años, Primo vive en Miramas (Provence-Alpes-Cote d’Azur) en Francia, donde es conocido como ‘el Portuense’. Orgulloso de haber nacido en El Puerto de Santa María, lleva su portuensismo por bandera por donde quiera que va y regresa, en algunas ocasiones a nuestra Ciudad, donde hace esporádicas visitas. Participa en foros de antiguos residentes en Tánger y realiza algunas esculturas y pinturas como hobby, habiendo expuesto en 2003 y 2007.

pms_caricatura_puertosantamariaRelato de un suceso que vivió nuestro paisano, el comediógrafo Pedro Muñoz Seca, padre de la ‘astracanada’, escrito y publicado en la Revista Portuense el 22 de enero de 1927

Dependía entonces la Comisaría general de Seguridad del ministerio de Fomento. Era yo a la sazón jefe del Negociado de Accidentes y compartían conmigo los trabajos oficinescos dos simpáticos auxiliares, que vivos y relativamente sanos andan por ahí tosiendo su gripe como cada hijo de vecino.

Ya por, aquel entonces había yo estrenado cincuenta o sesenta comedias, y había tenido la suerte de que muchos críticos y no pocos intelectuales se “metieran” conmigo de una manera desacostumbrada. Porque sepan ustedes que, gracias a Dios, y E1 nos da a todos muchísima salud, a mi me han “pegado” algunos Aristarcos como no le han “pegado” a nadie. Ganas de demostrar a todas horas que son Aristarcos “de pega”.

¡Maestro “Azorín” …! ¡¡Viva su señora madre de usted!! Bueno, pues, a lo que iba. Una mañana, “al filo” de las doce, como dijo por vez primera no sé que escritor cursi, se entreabrió la puerta de mi despacho, asomó la gaita un señor de agradable aspecto, y, tras el consabido “se puede”, “adelante”, “gracias”, “no hay de que darlas”, preguntó a uno de mis auxiliares, con marcado, acento catalán:

-- ¿El “negociado” de Accidentes, me hace el favor?
-- Es este mismo, caballero. 
-- ¿Podría indicarme quien es el jefe? 
-- Aquel señor del bigote. 
-- Gracias.

pedromunozseca_recreodelostrapos_puertosantamariaY se acercó a mi mesa, y me saludó con una exquisitez, con una cortesanía, que hubiera dejado boquiabierto a D. Alfonso Retortillo, que es la persona a quien se ha visto saludar con más elegancia. /En la imagen, Pedro Muñoz Seca, en el porteño 'Recreo de los Trapos'.

--Mire --me dijo– Yo me estoy hecho un lío, ¿sabe? Yo soy director de una Compañía en “Barselona”, he ideado una nueva combinación de seguros, he redactado un modelo de contrato, y como no se si se ajusta o no a los preceptos legales y no quiero tirarme una plancha, porque a mi lo que más me horroriza son las planchas, ¿sabe?, pues deseo que me diga si la póliza es o no viable antes de solicitar oficialmente su autorización. Ya se que no está usted obligado a hacer este trabajo, pero si quiere tener conmigo esa gentileza … 
--No faltaría más, señor. Déjeme esas cuartillas; yo las estudiaré particularmente, subsanaré los defectos que tengan, y mañana, cuando usted vuelva, estará el modelo de contrato en punto de caramelo.

El caballero catalán se deshizo en frases de elogio para la Administración pública y para mí, se curvó cuatro veces, hasta esquirlarse las vértebras, y cuando regresó al día siguiente y se encontró con el trabajo hecho, volcó de nuevo sobre mi él carro de las alabanzas, y no sabia cómo demostrarme su agradecimiento.

Dispuesto yo a variar de tema le hablé de Cataluña, de mis entusiasmos por aquella región, y le pregunté, por preguntarle algo:

--¿Cómo van los teatros en Barcelona?  Torció el gesto repetidas veces.
-- Mire, amigo: aquello está de lo peor. No hacen más que esas astracanadas que le sacan a uno de “quisio”. Ya habrán oído ustedes hablar de ese autor que le “disen” Muñoz Seca; ese tío mamarracho, que no escribe más que brutalidades. ¡Los críticos de allá le ponen …! Pero, a pesar de ello, hay obras de Muñoz Seca en casi todos los teatros. ¡A mí, que soy un hombre fundamentalmente serio, me ponen mal esas obritas! Porque es que a mí, cuando alguien me hace reír, me da coraje, ¿sabe usted? Mire, yo no pataleo nunca en los teatros, porque soy una persona muy conocida en Barcelona, y no voy a ponerme a patalear en público ...
--Claro. 
--Pero no sabe usted las ganas que tengo de patalear a Muñoz Seca.

Mis dos auxiliares no subían adónde mirar. Uno de ellos metió la cabeza en un estante, como buscando algo, y empujaba, deseoso de meter también todo el cuerpo. EI otro, por no soltar el trapo, apretó entre los dientes con tal fuerza, una boquilla de espuma, que la partió en seis pedazos. Una hora después aún echaba espuma por la boca. Yo, sin alterarme, le dije sonriendo:

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Teatro de la Comedia (Madrid) antes del incendio de 1915, tras el que fue restaurado.

--Pues mire usted: mañana estrena Muñoz Seca en la Comedia, una astracanada de las suyas. Quédese; asista al estreno y como aquí no le conoce a usted nadie, patalee, si hay ocasión, y desahóguese.
--Si, señor. Encantado. Es un nuevo favor que voy tener que agradecerle; porque mañana … 

Y dejó caer un bastón que llevaba, que era una grúa. -Ahora mismo voy a comprar la localidad. Y se fue.

Corrió la especie por la oficina; llegó la especie de la broma al propio comisario de Seguros, y todo el personal de la casa aguardaba al siguiente día al caballero antiastracanista, antimuñosequista y catalanista. Y llegó radiante, con dos butacas de la fila sexta. ¡Dos! ¡Porque habla comprado otra para mí! Quería que yo le viera patalear. ¡Qué hombre tan grande ...¡ ¡Con que ilusión se despidió de mí aquella mañana …! ¡Hasta luego…! Que lleve un bastoncito de peso …¡Lo que nos vamos a divertir …!

Siempre he pedido al Altísimo que gusten mis comedias; pero nunca con el afán de aquella noche. ¡Dios mío, que guste siquiera el primer acto! ¡Que salga yo a escena! ¡Que me vea el catalán …!

Cuando llegué a la Comedia, minutos antes de empezar el espectáculo, miré por el agujerillo del telón, y vi a mi hombre repantigado en su butaca, con el “bastón grúa” en la mano y mirando levantiscamente a izquierda y derecha, como diciendo: “Aquí hay un reventador decidido. A ver que pasa”

Confieso que sentí pánico. Pero por fortuna, el acto primero fue un exitazo. ¡Qué risotadas! ¡Que ovaciones …! Jamás he salido a escena con tanto gusto. De la mano de Irene Alba, avancé hasta las candilejas, clavados mis ojos en los del caballero catalán, que, asombrado, rojo, no se si de vergüenza o de indignación, bajó la cabeza, hasta hundir la barbilla en el pecho …

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El Teatro de la Comedia, en la actualidad.

Al comenzar el acto segundo había desaparecido. No le he vuelto a ver. Dicen que cuando se estrena una comedia mía en Barcelona, aunque guste mucho, hay siempre un señor que protesta desaforadamente.

--¿Y es, seguramente, el de la póliza? 
-- ¡Oiga usted, amigo¡ ¡Bueno está ya, caramba! Que yo le di a usted una broma: pero usted me hizo estudiar toda una tarde aquel modelo de contrato, que era un ciempiés, y gracias a mi esfuerzo se está usted “hinchando”.

¡No “patalee” usted más, por los clavos de Cristo! /Texto: Pedro Muñoz Seca.

Empresarios de la Tonelería de El Puerto y Jerez —de aquella industria floreciente hace años en el marco de los vinos del Sherry— de visita a Sevilla en la década de los cincuenta del siglo pasado. Las fotos son de José Fernández Villegas y están tomadas en una visita a Sevilla, en la Plaza de España y los pabellones que configuraron la Exposición Universal del año 1929, apenas poco más de 20 años después.

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De izquierda a derecha, el taxista conocido como ‘el Peri’, Francisco Fernández Galloso, Juan Corchado, Agustín Álvarez Garzón, José Moran ‘el Morenito’, Lolo Flores y desconocido.  

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De izquierda a derecha, de pie: Francisco Fernández Galloso, Juan Corchado, desconocido, Manolo González, José Román ‘el Morenito’, Lolo Flores, desconocido y hermano de Manolo Gónzález. Agachados, de izquierda a derecha, taxista de El Puerto tío de los Miranda, desconocido, Agustín Álvarez Garzón padre del que fuera primer alcalde constitucional Antonio Álvarez Herrera.

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De izquierda a derecha, desconocido, Juan Corchado, Lolo Flores, Agustín Álvarez Garzón, Francisco Fernández Galloso, ‘Peri’ el taxista y José Román ‘el Morenito’.

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Manuel Salido Gutiérrez nace en Sanlúcar de Barrameda el 9  junio de 1899, en el número 2 de la calle Santo Domingo a las 18:00 horas, hijo de Miguel Salido de la Cal y Clara Gutiérrez Pedrote, siendo bautizado en la parroquia de Ntra. Sra. de la O por el presbítero Joaquín Claro, poniéndosele los nombres de Manuel María, Melchor, Gaspar, Baltasar, del Corazón de Jesús el 25 del mismo mes, siendo sus padrinos Manuel Sosa López y Rosario Gutiérrez Ruiz.

Cursa los estudios elementales en el sanluqueño colegio de los Escolapios, celebrando la Primera Comunión el 5 de mayo de 1910, afincándose la familia ese mismo año en Jerez de la Frontera, en la calle Honda. Estudiará en el colegio San Juan Bautista de los Maristas, obteniendo el título de bachiller el 22 de agosto de 1916 en el Instituto General Técnico jerezano.

SEMINARIO.

palaciosantelmo_sevillaEn 1917 ingresa en el Seminario Mayor de Sevilla (Palacio de San Telmo, hoy sede de la presidencia de la Junta de Andalucía, dado que El Puerto perteneció a la Diócesis de Sevilla hasta su segregación y adscripción a la Diócesis de Jerez-Asidonia) recibiendo en dicho seminario las Órdenes Menores los días 7 y 8 de noviembre de 1920 de manos del Cardenal Arzobispo de Sevilla, Enrique Almaraz y Santos. En 1923 recibe, respectivamente,  las Órdenes Mayores: Subdiaconado el 24 de febrero, Diaconado el 27 de marzo y por último el Presbiterado el 26 de mayo, ésta en la Catedral de la capital hispalense, por el entonces titular de la Archidiócesis, el Cardenal Arzobispo Eustaquio Ilundain y Esteban. /En la imagen, el Palacio de San Telmo a principios del siglo XX.

PRIMER DESTINO.

Su primer destino el 27 de junio de 1923 es como coadjutor de la Parroquia de Cañete La Real, en la provincia de Málaga, cantando su primera misa en la Parroquia de San Pedro de Jerez de la Frontera, siendo sus padrinos de altar, el Beneficiado de la Catedral de Cádiz, Francisco Contreras y Emilio Martín Calle, párroco de los Descalzos de Jerez, asistiendo a la ceremonia Domingo Sánchez Pabón, Párroco de la citada iglesia de San Pedro, predicando Jerónimo Armario y Rosado, Vicario General del Arzobispado de Sevilla, siendo los padrinos de honor Miguel Salido de la Cal y Clara Gutiérrez Pedrote. El 25 de junio toma posesión del destino.

En 1926 es nombrado el 2 de julio, párroco de la iglesia de San José, en El Gastor, y el 11 de diciembre es destinado como párroco a la Iglesia de Ntra. Sra. de la Antigua en Torre Alháquime, donde permanece hasta el 16 de junio de 1928 en el que es nombrado párroco en la Iglesia de la Purísima Concepción en la sevillana localidad de Brenes. Tras cinco años, el 20 de abril de 1933 nuevo destino durante  seis años como párroco en la iglesia de Santa María la Mayor de Estepa (Sevilla), donde vive los agitados tiempos previos a la contienda y posterior Guerra Civil.

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En la fotografía, tomada en 1952, aparece el equipo de monaguillos de San Joaquín: de izquierda a derecha, Manolo Girón ya de sacristán, Manuel Salido, Cura Párroco, Antonio Espinosa de los Monteros, ayudante de Sacristía, y los monaguillos Gabriel Núñez, Diego Oviedo, Fernando Bueno y el niño Antonio.

EL PUERTO.

El 13 de junio de 1939 llega a El Puerto de Santa María, en su primer destino en la localidad, como párroco de San Joaquín (ver nótula 1.190 en GdP) --la Ciudad solo contaba con dos parroquias en esas fechas, junto con la Prioral-- cuyo nombramiento se había producido el 31 de mayo. En la toma de posesión actuó como notario eclesiástico el presbítero Juan Benítez, siendo Arcipreste Juan Cantera, asistiendo sus padres y hermanos y como invitados el alcalde, Antonio Rives Bret (ver nótula núm. 1.257 en GdP), el Registrador de la Propiedad, Manuel Trujillo, el Notario Castor Montoto de Seda, los presbíteros Antonio Iñigo Preen, Enrique Pruqquer Oropesa y el capellán de las Hermanitas de los Pobres, Pedro Martínez. Los maestros nacionales Diego Pérez Vélez, Juan Vencelá, Remigio Peñalver, José Merello, Manuel Bonet Otero, y otros invitados tales como Antonio Castillo, Domingo Renedo, José A. Moreno Vergara, Manuel Muñoz Rodríguez (ver nótula núm. 997 en GdP), Joaquín Osborne Tosar y Joaquín y Manuel Ortega Infante.

FUNDACIÓN DE LA FLAGELACIÓN.

Empieza pronto a dejar huella de su paso por la parroquia fundando el 2 de julio de 1939 la Hermandad de la Flagelación, con Jesús Py Bononato, José Caamaño Camacho, Tomás Giménez Benito, Manuel Bollullo López, Manolito Iglesias Veneroni, José Arjona Cía, Antonio Díaz Artola, Manolo Medina Franco, Miguel Merello Gómez, Francisco Lora Atalaya, Ramón Bayo Valdés y Emilio Terol Escribano, habiéndose cumplido este año las Bodas de Diamantes, a los 75 años de su fundación.

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Un nutrido grupo de hermanos de la Flagelación, con el concejal Eligio Pastor Nimo. /Foto: Hermandad.

Su actividad en los años siguientes, con el nacional catolicismo imperante --siguiendo los usos de la época con una vuelta a muchos aspectos de la vida religiosa-- será una constante. En 1940 accede, dada la proximidad, a la direccion espiritual de las Hijas de María del Colegio del Asilo de Huérfanas (ver nótula núm. 692 en GdP), la dirección de las Visitas a los Sagrarios --cada domingo, durante el año, se visitaba un Sagrario--, organiza junto con los Jesuitas la festividad de Cristo Rey.

LAS MISIONES.

En 1941 organiza la festividad de Acción Católica y junto al párroco de la Iglesia Mayor Prioral, Antonio Cía Moreno (ver nótula núm. 179 en GdP) organiza las nuevas Misiones Populares dedicadas a la cristianización masiva en España --y en El Puerto también--, que funcionaron durante más de una década, llegando a visitar la Ciudad el Cardenal Arzobispo de Sevilla, en esas fechas, el polémico Cardenal Pedro Segura y Saéz, quien había sido Cardenal Primado de España. Ese año se incorporaría como monaguillo en San Joaquín el que sería durante 34 años su más director colaborador, Manolo Girón Ceballos, más tarde y hasta su jubilación, Sacristán de la Prioral. (ver nótula núm. 109 en GdP).

En 1943, junto a los feligreses Luis Suárez Rodríguez, Domingo Renedo, Rafael Bellvís y Manuel Muñoz Rodríguez entre otros, organiza el Vía Crucis del Cristo del Amor, que es llevado a hombros en la tarde del Viernes Santo, con salida a las cuatro de la tarde.

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Capilla de la Sangre, en la confluencia de las calles Nevería con Palacios.

En 1945 ofrece la parroquia de San Joaquín a la Hermandad de la Veracruz, su traslado se produjo desde la Capilla del Rosario de la Iglesia Mayor Prioral donde se encontraba provisionalmente sobre un paso, dadas las malas condiciones de su sede: la Capilla de la Sangre (esquina Nevería con Palacios, frente al Bar Apolo, donde estuvo en los setenta el Bar La Mina), y que, como tantas cosas, se dejaron caer en El Puerto. El traslado se produce en 1946, año en el que se crea la Junta de Reconstrucción de la Parroquia, formada junto a Domingo Renedo, José Lerdo de Tejada, Rafael Bellvís, el médico Antonio García Sánchez y Federico Herrera Síñigo (ver nótula núm. 086 en GdP). Ese año organiza la Procesión Magna junto al citado párroco de la Prioral, Antonio Cía y al Herman Mayor del Santo Entierro, José Luis Osborne y Vázquez.

Como dejó dicho Rafael Gómez Pérez: “La religión era un elemento natural de la vida social; las Navidades con los Belenes y las cabalgatas de los Reyes Magos; las conferencias cuaresmales y ejercicios espirituales abiertos o cerrados; novenas; las procesiones de Semana Santa; las procesiones eucarísticas y para el viático a los enfermos; los rosarios de la aurora; las procesiones del Sagrado Corazón de Jesús; las romerías a la Virgen; las fiestas de la Patrona, los actos religiosos de cofradías y hermandades... Todo el año estaba acompañado de alguna manifestación religiosa pública".

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Interior de la Parroquia de San Joaquín, al fondo el retablo en el altar mayor realizado por el porteño José Ovando.

NUEVO RETABLO EN SAN JOAQUIN.

En 1947, el 19 de marzo, fiesta en toda España, bendice el Nuevo Retablo Mayor de San Joaquín --costeado en buena medida por la Hermandad de la Verazcruz y por suscripción popular--, con asistencia de la Corporación Municipal con el alcalde, Ignacio Osborne Vázquez a la cabeza y la Junta Local del Movimiento, Juez, Autoridades Militares, ... así como las Juntas de Gobierno de las Hermandades de Penitencia radicadas en el templo.

En 1948 nombran a Salido consiliario de las cuatro ramas de Acción Católica. Las normas de Acción Católica de 1931 inspiradas en las italianas, estructuran cuatro ramas de carácter unitario -hombres, mujeres, juventud masculina y juventud femenina- que, a partir de los Estatutos de 1959, constituirán la llamada Acción Católica General.

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Voces de Bajos del Coro de Acción Católica Fotografía tomada el 12 de diciembre de 1957 en el desaparecido Cine Moderno. En ella podemos ver en la fila superior, de izquierda a derecha a Reina, electricista  que está en la puerta, Gonzalo Zaragoza Mancera ‘Tito’, Juan Quiñonero Anguiano, desconocido y Ramón Simón. Agachados: Francisco Iborra Roselló funcionario del Instituto Nacional de Previsión, Miguel Arniz, empleado de Terry, José Luis Poullet Ramírez y Felipe Bononato Saez, funcionario de Instituto Social de la Marina. Formaban parte del grupo de cantores del Maestro Dueñas. (Foto: Rafa).

En junio celebra las Bodas de Plata Sacerdotales en la parroquia, asistiendo su hermano José y su madre, como padrinos de honor y otros familiares, así como las juntas de gobierno de las hermandades, amigos y conocidos: el Conde de Osborne, Fernando C. de Terry y del Cuvillo apodado ‘El Levante’ por su fuerte temperamento, Francisco Quijano Rosende, Manuel Calderón Pulito, los hermanos Osborne Tosar, Terry Galarza, Terry Merello, Osborne Vázquez y otros habituales de la parroquia.

Para el norteamericano Stanley G. Paney, en aquel contexto “En algunos aspectos la vida española de los 40 se vivía de forma extrema. Floreció la prostitución en medio de la penuria de la posguerra, mientras la sociedad formal era la más puritana de Europa. El mercado negro era una necesidad para muchos en su vida privada, pero en público se expresaban siempre en términos tan piadosos que hubiera resultado extraño incluso antes de la República. El gobierno de la nación abolió oficialmente el divorcio en septiembre de 1939 y volvió a instaurar el subsidio estatal eclesiástico -que había suprimido la República- dos años más tarde. Sin embargo, la década de los 50, más próspera y pluralista, que vio cómo crecía el neocatolicismo, también pudo ver los primeros indicios de un declive de la actividad religiosa y el comienzo de una nueva secularización. De hecho, algunos indicadores de la actividad religiosa habían empezado a bajar antes del final de los 50. Ya se podían ver señales significativas de cambio tanto en las organizaciones eclesiásticas como en las laicas, que empezaban a recibir las influencias de la liberalización que se estaba dando en la Europa de la posguerra. Las Hermandades Obreras de Acción Católica, la HOAC creció de forma constante y se hizo mucho más militante en sus actitudes políticas y económicas a mediados de los 50”.

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Con el Cardenal Bueno Monreal en una de las visitas a las obras del Colegio La Salle. En la imagen aparecen también el concejal Fernandez-Prada, Serafín Álvarez-Campana y el alcalde Miguel Castro Merello. /Foto: Rasero.

ARCIPRESTE DEL PARTIDO.

En 1950 funda el Apostolado de la Oración, en San Joaquín. Dos años mas tarde, el 17 de abril de 1952 es nombrado vocal de Enseñanzas Medias en la Junta Local de Educación. El Obispo de Sevilla, en calidad de Administrador Apostólico de la Diócesis de Sevilla, José María Bueno Monreal, le otorga el nombramiento de Arcipreste del Partido el 29 de agosto de 1952.   Al año siguiente, 1953, es nombrado el 15 de noviembre profesor especial de Formación Religiosa del Instituto Laboral, siendo director del centro el catedrático de Literatura, Manuel Martínez Alfonso, quien con el tiempo sería alcalde de la Ciudad (ver nótula núm. 1.051 en GdP). En 1954 funda La Voz del Pobre.

COLEGIO LA SALLE Y AFLIGIDOS.

Será en 1955 cuando celebra la primera reunión con el Hermano Ignacio Javier --en el mundo, José Antonio Orbegozo Aizpuru-- (ver nótula núm. 804 en GdP) así como con Serafín Álvarez-Campana padre e hijo  el Conde de Osborne, para reactivar la construcción del Colegio La Salle Santa Natalia.

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Junta de Gobierno de la Hermandad de la Flagelación en 1956. /Foto: Hermandad.

También ese año de 1955 funda, con Anastasio Pérez de Andrés, capellán del antiguo Hospital Municipal, de la Ciudad y de la Prisión Central, así como con Juan y Jesús Py Bononato, Juan Péculo Gutiérrez, y un grupo de empleados de las bodegas Fernando A. de Terry la Hermandad de los Afligidos, que haría su primera salida procesional hace 58 años, el Lunes Santo de 1956. Precisamente ese año, S.A.R. Don Juan de Borbón, en el exilio, aceptaba ser Hermano Mayor de la nueva cofradía.

Organiza junto al párroco de la Prioral Antonio Cía y la colaboración del Ayuntamiento, la construcción y bencidión el 12 de diciembre de 1955 el Obispo de Cádiz-Ceuta, Doctor Tomás Gutiérrez Díez, el monumento a la Inmaculada Concepción ubicado en el centro de la Plaza de la Iglesia o Plaza de España. (ver nótula 221 en GdP). Unos días antes, el 8 de diciembre, bendice la barriada de la Inmaculada.

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A la izquierda, Antonio Bernal Ortega, 'Antoñito el Sacristán' con las llaves de la Capilla y del Camarín de la Patrona en las manos, en el centro, el párroco de la Prioral, Manuel Salido Gutiérrez y a su derecha el coadjutor, Carlos Román Ruiloba. Detrás de éste, el porteño Antonio Rives, quien con el tiempo se acabaría secularizando y ejerciendo como maestro de primaria en el Colegio de Don Antonio ‘el Cojo‘. /Foto Colección de M.G.C.

PÁRROCO DE LA PRIORAL.

En 1956 es nombrado párroco encargado de las dos parroquias de la localidad, manteniendo San Joaquín y añadiendo a sus cometidos la dirección eclesiástica de la Iglesia Mayor Prioral, para, mas adelante ser nombrado Cura Propio de la Prioral, tras el nombramiento otorgado por el Obispo de Sevilla, José María Bueno Monreal. El coadjutor de la parroquia, el jerezano Carlos Román Ruiloba, ofició la toma de posesión por delegación episcopal. Se lleva consigo de Sacristán a Manuel Girón, permaneciendo también en su puesto de la Prioral Antonio Bernal Ortega ‘Antoñito el Sacristán’ (ver nótula num. 243 en GdP). Ese año Manuel Salido es nombrado director espiritual del Colegio de Luisas de Marillac.

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Pregón de la Semana Santa pronunciado en el Teatro Principal, el 3 de abril de 1960, por Francisco Montero Galvache. Presidencia del acto: podemos ver, de izquierda a derecha a  Luis Almansa, Jefe Local del Movimiento y cofrade del Cristo del Amor, Neto, el concejal Fernando Arjona Cia, el Arcipreste de la Ciudad, Manuel Salido, el alcalde en funciones Javier Fernández Prada, el párroco de San Joaquín, José María Rivas y el concejal Eligio Pastor Nimo.

EL DOLOR Y EL HUERTO.

En 1957 son derribadas las naves adosadas a la Prioral por Vicario y San Juan y, con la colaboración municipal se construyen las oficinas y Casa Rectoral, para viviendas. Al año siguiente, en 1958 funda el 3 de noviembre la Hermandad del Dolor y Sacrificio, junto a José Luis Poullet, Pablo Cerdá, Jacinto Cossi, Agustín Fernández, Felipe y José Bononato, José Luis López y Manuel Carrasco, entre otros.

En 1960 se constituye la Hermandad de la Oración en El Huerto. Salido junto a unos jóvenes Luis Ortega García, José María Sánchez, Enrique Ortega Simeon y Enrique Pedregal Valenzuela, entre otros trabajan para que su primera salida procesional fue ra al año siguiente. En Agosto de 2010, se cumplió el cincuenta aniversario de su fundación con una procesión extraordinaria por las calles del casco antiguo.

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Con el Cardenal Bueno Monreal y el Obispo Auxiliar José María Cirarda, en la entrega de viviendas de la Coronación, en cuya promoción tuvo un papel muy activo. 1966.

El 25 de enero de 1961 bendice la Capilla y Convento de las Siervas de los Pobres.  Ese mismo año organiza con las hermandades de penitencia una exposición de arte sacro cofrade, en relación con los enseres de estreno, en la Casa de Acción Católica, en la calle Larga. En 1962 Es nombrado Vocal de la Junta Local de Protección de Menores. Al año siguiente promueve la entronización de imágenes religiosas en los colegios de la Plaza del Polvorista, en su calidad de Director de Apostolado de la Oración.

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50 AÑOS CORONACIÓN DE LA PATRONA.

En 1965 coordina los actos de las Bodas de Oro de la Coronación de la Patrona de la Ciudad, la Virgen de los Milagros. En 1966 la Hermandad del Dolor y Sacrificio lo nombra Capellán de Honor. En 1968 hace entrega de un cuadro a Rafael Sevilla López (ver nótula núm. 1.362 en GdP), como hermano mayor de la Hermandad del Rocío, con motivo del pregón del segundo centenario. Dicha hermandad lo nombra Capellán Honorario el 8 de diciembre del mismo año en el que, también, reorganiza junto a un grupo de hermanos la Hermandad de la Humildad y Paciencia, dando comienzos las obras de restauración para su apertura al culto de la Capilla de la Aurora. El 22 de marzo del año siguiente, 1969, bendice y celebra la primera misa en  dicho edificio anexo a la Prioral.

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Celebración de las Bodas de Oro de sacerdote en 1973.

SALONES PARROQUIALES.

En 1970 se realizan obras en la Sacristía de la Capilla de la Virgen de los Milagros, adaptando el espacio como Museo del Tesoro de la Prioral. En 1972, promovió otra obra de interés en la Iglesia Mayor Prioral, nivelando el patio trasero de la iglesia, sagrupando los restos humanos existentes que fueron enterrados en aquel espacio tras uno de los derrumbes de uno de los puentes sobre el Guadalete, levantándose pequeñas naves para la guarda de pasos (Cerillitos, Santo Entierro, Nazareno)  y se construyó el Salón Parroquial, donde se colocarían la colección de 12 apóstoles que estaban desperdigados en diversas partes del templo. (Recientemente esa zona de la parroquia ha experimentado una remodelación). Era una nueva utilización del edificio de las Escuelas Pías de la Aurora: una parte sería para la Hermandad del Olivo, otra para la de la Humildad y Paciencia y otra como estos edificios anejos a la Parroquia. Hogaño las casas de hermandades no se encuentran allí. En la parte baja del Salón Parroquial, se encontraba dividida la zona abovedada, entre los pasos de la Hermandad del Nazareno, las escaleras de acceso a dicho salón y el grupo juvenil de la Parroquia, “Virgen de los Milagros”, que sería dirigido por el cura coadjutor y consiliario, Carlos Román Ruiloba, allá por los inicios de la década de los setenta del siglo pasado.

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Recibiendo el pergamino que le acredita que es Hijo Adoptivo de El Puerto, de manos del alcalde de la Ciudad, Fernando T. de Terry y su mujer, Mariana Mateo. Junio 1973.

HIJO ADOPTIVO Y BODAS DE ORO.

En 5 de junio de 1973 celebra su 50 aniversario como sacerdote, en la que fue arropado por numerosos compañeros del sacerdocio, siendo los padrinos de honor el alcalde Fernando T. de Terry Galarza (ver nótula núm. 749 en GdP) y su esposa, Maria Ana Mateo. Coincidiendo con las Bodas de Oro, el Ayuntamiento, instruye un expediente de honores por medio de su Teniente de Alcalde, Manuel Lojo Espinosa (ver nótula núm. 1.927 en GdP) mediante el cual el Pleno de la Corporación, nombra Hijo Adoptivo de la Ciudad a nuestro protagonista, entregándosele un pergamino --obra de Javier Tejada-- con el título que acredita la distinción, siendo entregado tras la ceremonia religiosa en el Salón Parroquial.

En 1974, al cumplir los 75 años de edad, se jubila dejando el cargo de Arcipreste, si bien continuó como cura propio de la Prioral, poniéndose a disposición del párroco regente del primer templo local, tomando el relevo el presbítero Antonio Cabezas Moya, un cura recién llegado de Misiones en Venezuela y que en El Puerto remueve conciencias, religiosidad popular y los patronazgos eclesiásticos de las clases altas, en la tranquila vida de una Ciudad de provincias.

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Carta de agradecimiento a la Corporación Municipal por el honor recibido.

Estuvo colaborando con el clero de la Prioral hasta que el 23 de febrero de 1981 ingresó en la clínica, falleciendo con 81 años el Viernes Santo, 17 de abril de 1981,  tras una larga enfermedad que había tenido diversas alternativas. El martes 20 de abril Monseñor Bellido Caro, acompañado de 20 presbíteros celebraron en la Prioral el funeral por su alma. El alcalde comunista, Antonio Álvarez asistió al acto junto a miembros de la Corporación Municipal.

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La bahía de Cádiz, las tierras intermedias entre el Guadalete y el Guadalquivir y el Coto de Doñana. /Foto: Google.

Comenzamos aquí y ahora presentando una serie de textos que publicaremos en Gente del Puerto durante los próximos meses. Bajo el título general de Isla Cartare, todos tendrán el vínculo de que tratarán del espacio –los paisajes- y el paso del tiempo –la Historia- en el ámbito de las tierras que conforman el término municipal de El Puerto de Santa María (154 km2, marismas del Guadalete incluidas), cuyas tierras fueron habitadas  desde hace unos 6.000 años en tres áreas bien diferenciadas: las arenas que se extienden por la franja costera, la Sierra de San Cristóbal y las tierras negras y albarizas de la campiña; espacios que durante la Prehistoria reciente los ocupaba un extenso bosque mediterráneo exuberante de vida, hasta que en tiempos fenicios y romanos sus fértiles tierras fueron roturadas intensivamente de cara a la exportación de los productos de la tríada mediterránea: vino, aceite y trigo; al igual que ocurriría en los siglos XVII y XVIII por cuenta y cargo de los cosecheros y cargadores a Indias asentados en El Puerto.

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La campiña desde el camino de Campín, en 1986. A la derecha, el cortijo de las Ánimas, donde existió una aldea andalusí. / Foto: Juan José López Amador.

La demarcación del término portuense –que formó parte del de Cádiz hasta el año 1272- se fijó en 1268, tras la definitiva conquista y repoblación en época de Alfonso X del territorio gaditano de al-Andalus, englobando sus límites las tierras de trece alquerías (aldeas) andalusíes fundadas a partir del siglo X, que fueron herederas –en algunos casos sin solución de continuidad- de los asentamientos que desde la Edad del Cobre y en los periodos tartésicos, fenicios y romanos alcanzaron el esplendor comercial y cultural del territorio de Isla Cartare. 

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Nani y José Antonio, sobre las huellas de un fondo de cabaña de la Edad del Cobre de La Dehesa, junto al Castillo de Doña Blanca. 1982. /Foto: J.J.L.A.

EN LOS AÑOS 80
Junto a nuestros amigos José Antonio Ruiz Gil y José Ignacio Delgado Poullet –Nani-, durante la década de los 80 recorrimos asiduamente el término portuense con el fin de documentar el poblamiento antiguo –en todas las épocas- de sus tierras. Para ello realizamos exhaustivas prospecciones arqueológicas superficiales a lo largo y ancho del término con la recogida de materiales culturales –en su mayor parte cerámicos- que fijaron el origen y la cronología de los asentamientos detectados.

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Excavación en la Barriada del Pilar en 1982, la primera que realizó el recién fundado Museo Municipal. Agachado, su director, Paco Giles; en el corte, Nani y Juan Fernández; detrás, de izquierda a derecha, Juan José López, Juan Taboada, Javier Maldonado, Enrique Pérez, José Antonio Ruiz, Jesús Montero y José López. /Foto: Museo Municipal.

A partir de 1982, cuando se creó el Museo Municipal –dirigido por Francisco Giles Pacheco y al tiempo que comenzamos a trabajar en él dos de nosotros (Nani y Juan José)-, el objetivo se redobló y hasta el fin de la década continuamos prospectando el término y localizando en torno a un centenar de yacimientos, que permitieron conocer, a grandes rasgos, las características del poblamiento de los campos portuenses en el transcurso de la Historia.

Lamentablemente, las leyes vigentes en Andalucía durante las últimas décadas sólo han contemplado las intervenciones arqueológicas si lo son por vía de urgencia, negándose así el derecho de los ciudadanos a conocer el pasado global de su entorno vital y crear desde la disciplina arqueológica una ‘industria cultural’ que redunde en beneficio de la sociedad. De sobra existen en nuestro ámbito geográfico los mimbres para ello, pero no la política que ampare las excavaciones sistemáticas. 

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Equipo de la primera campaña de excavación de Cantarranas, 1982. /Foto: Museo Municipal

Así las cosas, al menos las prospecciones de los años 80 propiciaron que se realizaran excavaciones de urgencia en algunos de los yacimientos detectados: Barriada del Pilar (1982), La Dehesa (1982), Cantarranas (1982;1985;1986), El Barranco (1983), Vicuña (1983), Las Beatillas (1984), Campillo (1984;1985), La Viña (1984;1986;1987), El Palomar (1994), Buenavista (1997), Pocito Chico (1997-1999) y La Florida (1999). De sus improntas culturales y dataciones algo escribiremos en próximas nótulas.

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Sondeo arqueológico en El Barranco, junto a la laguna Salada. 1983. /Foto: Museo Municipal.

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Juan José, Enrique y José Antonio en abril de 1984 excavando en la Sierra de San Cristóbal, en Las Beatillas. /Foto: Nani.

Pero durante aquellos años que pateamos el término no sólo nos interesó la localización de yacimientos arqueológicos, sino conocer y atestiguar todos los elementos que configuran un espacio rural: los diversos biotopos y sus transformaciones naturales y antrópicas; la fauna y flora; los cursos de agua, pozos, lagunas y marismas; las cañadas, caminos, veredas e hijuelas; los cortijos, casas de campo y chozos; los sistemas de explotación de las tierras y las arenas…

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Chozo (hoy desaparecido) junto al cortijo de Vaina. 1984. / Foto, J.J.L.A.

De aquellas experiencias inolvidables que intensamente vivimos cuatro amigos –entonces muy jóvenes- en los pagos portuenses, tratarán los textos que a partir de la próxima entrega compartiremos con los lectores de Gente del Puerto; las huellas que en el curso del tiempo dejaron los hombres y mujeres en las tierras situadas al sur de Isla Cartare, como llamaron en la Antigüedad Clásica a las fértiles tierras situadas frente a la Bahía de Cádiz, entre las desembocaduras del Guadalquivir y el Guadalete. Un nombre, para nosotros, mágico y evocador. 

isla_cartare_9_puertosantamariaLA ORA MARÍTIMA DE AVIENO
Rufo Festo Avieno, escritor latino natural de Volsinia (Italia) que vivió en el siglo IV de nuestra era, nos legó en su poema Ora Maritima la primera descripción histórico-geográfica –somera, eso sí- del litoral gaditano y la mención de algunos de sus topónimos más significados en la Antigüedad. Para su composición el autor empleó fuentes muy anteriores a su época, principalmente la de un periplo griego massaliota que se fecharía hacia el año 535 antes de Cristo, interpoladas con noticias de autores posteriores y del propio Avieno.

Si bien el poema en sus 713 versos conservados contiene información acerca de la navegación entre Tartessos-Massalia (Marsella) y las Oestrymnides (Islas Británicas), así como apuntes de enclaves aún más lejanos, reseñaremos lo que dice Avieno de Isla Cartare, voz de origen fenicio-púnico (como Cartago, Cartagena, Carteia) que vendría a significar Isla de la Ciudad. /Planos de Juan Gavala (1959) con la ubicación de Isla Cartare y su entorno en la Antigüedad; en el plano de mas abajo, el mismo espacio geográfico, en nuestro tiempo.

isla_cartare_10_puertosantamariaLa certera identificación del antiguo topónimo con la geografía actual la propugnó por vez primera –tras erróneas propuestas de Adolf Schulten (1921) y Antonio Blázquez (1923)- el ingeniero de minas lebrijano-portuense Juan Gavala y Laborde (ver nótula 442) en 1959, en su obra La Geología de la Costa y Bahía de Cádiz y el poema ‘Ora Maritima’ de Avieno, cuya traducción del texto latino seguiremos.

Ora Maritima recoge en sus versos una supuesta descripción de los accidentes costeros gaditanos que visualizó un navegante griego massaliota desde su embarcación de cabotaje. Tomando como referencia la cronología del periplo, la travesía se realizó cuando en la Baja Andalucía comenzaba el colapso, o la transformación, de las bases económicas que sustentaron en un alto grado de civilización a la vieja cultura tartésica.

Tomaremos el texto de Avieno a partir de que el nauta griego pasa por la costa  onubense, donde cita un “monte y rico templo consagrado a la diosa infernal, en el interior de una profunda cueva [Gavala lo sitúa en la colina de Moguer], la laguna Erebea [estuario del río Odiel), la ciudad de Herbi [cabezos de Huelva] y el río Hibero [Tinto-Odiel], añadiendo que “la parte de levante contiene a partir de aquí a los Tartessios y a los Cilbicenos.

Es destacable en el poema la omisión del extenso cordón dunar (70 km) del litoral del Coto de Doñana, seguramente debida al no contemplar el navegante topografía alguna digna de mención en un entorno muy lineal de arenas bajas. (Como rasgo cultural señalado en la zona, cabría mencionar la existencia de una vía comercial que enlazaba las minas de Aznalcóllar con las colonias fenicias de Cádiz y el Castillo de Doña Blanca a través de Tejada la Vieja, Almonte y El Rocío; milenaria senda bien conocida por los peregrinos rocieros.)    

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Paso de la Hermandad de El Rocío de El Puerto por las inmediaciones de la laguna del Gallo. 1999. /Foto: J.J.L.A.

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Y tras mencionar al río Hibero, continúa Avieno (versos 255 ss.): “Después se encuentra la Isla Cartare, y es creencia bastante extendida que antiguamente estuvo ocupada por los Cempsos; arrojados luego por lucha con sus vecinos, se retiraron en busca de otros lugares. Se alza después el Monte Cassio […]; luego se encuentra el Cabo del Templo, y a lo lejos está la fortaleza de Gerión […]

Aquí se hallan, distanciadas unas de otras, las bocas del Golfo de los Tartessios, y desde el mencionado río [Hibero] hasta estos lugares hay para los barcos un día de navegación. [La distancia -60 millas- la cubriría una embarcación de la época en 16-18 horas.] Aquí está la ciudad de Gadir, […] la misma fue llamada primeramente Tartessos […] 

Mas el río Tartessos [Guadalquivir], al fluir del Lago Ligustino [marismas del Guadalquivir] a través de campos abiertos, ciñe por todas partes con su corriente a la isla. Este rio no avanza con una corriente única, ni surca con un solo cauce el terreno subyacente, pues vierte sus aguas en los campos por tres bocas por la parte de levante, y con una boca gemela baña también dos veces la región situada al sur de la ciudad. […] El mar que se halla en medio separa […] el Castillo de Gerión y el Cabo del Templo, y el golfo [de los Tartessios] se adentra entre altos acantilados de rocas.

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Acantilado en la playa del Almirante. 2010. /Foto: J.J.L.A.

Ese Templo, “junto a un ancho río” –añade el poema más adelante-, debe ser el santuario excavado en el sanluqueño Pinar de la Algaida, el que fue consagrado a la diosa cuyo nombre alude a la luz del crepúsculo (lux dubia), identificada con Phosphoros, y al lucero de la tarde, el planeta Venus. La fortaleza de Gerión (en memoria al mítico rey tartesio) se situaría –según Gavala- en la Isla de León o en el islote de Sancti-Petri. Ambos topónimos delimitaban el Golfo de los Tartesios, que es decir la Bahía de Cádiz.

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En la imagen de la izquierda, máscara en terracota del santuario de El Tesorillo, en La Algaida. /Foto: J.J.L.A.

En estos párrafos de Avieno queda fijada la situación de Isla Cartare: abarcaría el territorio situado entre las desembocaduras del Guadalquivir y el Guadalete. Aunque la unión entre ambos ríos nunca fue efectiva por la infranqueable barrera terciaria (38 metros) existente entre El Cuervo y los jerezanos Llanos de Caulina –aunque sí pudo existir  abriéndose caños artificiales entre ambos estuarios, como de hecho fue y contó Estrabón-, la peculiar fisonomía del paisaje que se les presentaba a los navegantes que cruzasen el litoral durante el I milenio anterior a nuestra era, aparentaría que los brazos de mar comunicaran entre sí y fuesen los esteros del Guadalete bocas dependientes del Lago Ligustino. Esta hipótesis ya fue enunciada por el investigador gaditano César Pemán en 1941, en su libro El pasaje tartéssico de Avieno a la luz de las últimas investigaciones.

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Caño y marisma en Sanlúcar. Al fondo, el Guadalquivir. /Foto: J.J.L.A.

DONDE ESTÁ EL AJO...
Alusiones al territorio que Avieno denomina Isla Cartare se vislumbra en otros escritores de la Antigüedad Clásica. Así, el geógrafo griego Estrabón, a fines del siglo I a.C. aunque empleando noticias de Estesícoro de Himera (hacia 630-550 a.C.), escribe: “Parece ser que en tiempos anteriores se llamó al Betis Tartessos y a Gadir y sus islas vecinas Erytheia. Así se explica que Estesícoro, hablando del pastor Gerión, dijese que había nacido casi enfrente de la ilustre Erytheia, junto a las fuentes inmensas del Tartessos, de raíces argentes, en un escondrijo de la peña. Y como el río tiene dos desembocaduras, se dijo también que la ciudad de Tartessos, homónima del río, estuvo edificada antiguamente en la tierra sita entre ambos.” El mismo espacio donde Estrabón sitúa las ciudades romanas de Nabrissa (Lebrija), Hasta Regia (Mesas de Asta, Jerez) y Ebora (inmediata al sanluqueño santuario de La Algaida), la Torre y el Faro de Caepionis (Chipiona), y el Puerto y Oráculo de Menesteo… 

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Mesas de Asta, en un estero del Guadalquivir, fue un enclave, desde el Neolítico, de      capital importancia en el curso de la Historia. En la imagen, excavándose en los años 50.

Isla Cartare viene a ser hoy el territorio de las fértiles campiñas vinícolas –hasta el siglo XVIII también pobladas de olivares- que se extienden, al sur de Lebrija y El Cuervo, por Jerez, Trebujena, Sanlúcar, Chipiona, Rota y El Puerto. Que viene a ser el mismo espacio del que los viejos flamencos, aludiendo a las tierras donde nació y desde donde se expandió el cante jondo, decían… De El Cuervo pa’bajo, donde está el ajo. 

De esas tierras, las situadas al sur de Isla Cartare que hoy conforman el término de El Puerto de Santa María –el Portus Gaditanus que a fines del siglo I antes de Cristo fundó Balbo ‘el Menor’-, escribiremos a partir de la próxima entrega.

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Los autores, en las marismas entre Trebujena y Sanlúcar. 1984. /Foto: Nani.

Y como por algún lugar hay que comenzar, lo haremos recorriendo el arroyo Salado de Rota, el que en la Edad Media llamaban río de Casarejos, donde en su desembocadura existió, hasta que fue conquistada y repoblada en tiempos de Alfonso X, una aldea andalusí. /Texto: Enrique Pérez Fernández y Juan José López Amador.

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Noticia aparecida en Diario de Cádiz, hace 100 años, en octubre de 2014.

Anoche cuando regresaban de prestar servicio de vigilancia en el teatro de verano los Guardias municipales Juan Marroquín y Rafael Gómez Márquez, a quienes acompañaba el cabo Sr. Sanchez, éste se quedó en la calle Larga para continuar su servicio y los referidos guardias siguieron unidos para sus respectivos domicilios; pero a poco de irse aproximando a las esquinas de las calles Castelar [la actual calle Nevería llevó el nombre del escritor, orador y político español, presidente de la I República en 1873-1874, Emilio Castelar, a su muerte en 1899] y Navarrete [la actual calle Palacios llevó el nombre de José de Navarrete y Vela-Hidalgo (ver nótula num. 1.996 en Gente del Puerto), la calle donde había nacido, y vivido entre 1903 y 1935], apercibiéndose que salía gran cantidad de humo por la ventana baja del almacén de comestibles de D. Juan Custodio Rivas.

Dieron aviso al cabo Sr. Sánchez, y tocando a llamada de serenos, pusiéronse éstos en movimiento, dirigiéndose a la casa incendiada, en tanto el Sr. Sánchez, daba aviso a los bomberos para que acudiesen con el servicio de incendios. De los primeros en llegar fueron el alcalde don Manuel Ruiz Calderón; secretario D. José Luis García; juez de Instrucción D. Alejandro Álvarez; jefe del puesto de la Guardia Civil y varias parejas; concejales D. Ramón Ameneiro y D. Manuel García Lago y jefe de la Guardia Municipal señor Fernández.

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La calle Nevería y la casa Morgan.

A poco llegó el servicio de incendios que tiene el Municipio, pudiendo utilizarse cómodamente por haberse alimentado de bombas de una boca de riego que hay en la esquina de la calle Palacios y Larga. Los de la incendiada tuvieron que salir por los balcones. Las medidas adoptadas por las autoridades pudieron lograr que se localizara el fuego en el almacén, hasta extinguirlo. Esto se consiguió a las dos y cuarto de la mañana.

En el último piso vivía una joven de 14 años y la  mujer encargada de la casa. Cuando se inició el fuego, el dueño del almacén se encontraba en el Teatro, así que se se enteró del suceso al regresar para su casa. La citada casa es de D. Manuel Gutiérrez y está asegurada por la compañía “El Norte”, que representa en esta D. Salvador Costas, el cual se personó también en el lugar del suceso desde los primeros momentos.

Vimos además al señor Inspector de los Servicios Municipales y al Maestro Mayor de Obras. La casa del siniestro es de las anotadas en el registro de las desgracias. Ha habido ya otra vez fuego en ella; otro que la tenía se suicidó arrojándose por una de las ventanas altas; otros han salido arruinados y actualmente otra vez ha sido envuelta por las llamas.

 

El pasado día 22 de este mismo mes hizo 78 años del fallecimiento en Madrid de Adolfo Gómez Rube, Vicealmirante de la Armada. Este insigne militar había nacido en El Puerto de Santa María el 11 de noviembre de 1861, ingresando por oposición cuando contaba quince años en la Escuela Naval Militar, en la que finalizó sus estudios como aspirante dos años y medio después, con 18 años recién cumplidos.

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Emblemas de guardiamarinas.

Sus mediocres notas, excepto en la asignatura de Cálculo, actitud rebelde y comportamiento poco disciplinado durante ese corto periodo de estudios, según consta en su expediente académico, no hacían prever la brillante carrera que iniciaría poco después de Guardia Marina al madurar como persona,  potenciando virtudes castrenses tan apreciadas en la Armada como el valor, espíritu de servicio y sacrificio, y camaradería.

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Fotografía del acorazado Pelayo, de cuya dotación formó parte en 1888.

De carácter extrovertido, siendo estudiante era un empedernido bromista y, a pesar de su corta estatura (ingresó en la academia midiendo 1,53 cm. y salió de ella con 13 cm. más) era un líder estudiantil en esa primera etapa formativa.  Durante su formación como oficial, obtuvo diversas licencias por enfermedad. Acabados sus estudios y plenamente restablecido de sus dolencias escolares, en el verano de 1888, se le ordena trasladarse a Tolón, donde se encontraba el acorazado “Pelayo” para formar parte de su dotación. Los días de mar que figuran en su expediente son: 55 en barcos de vela y 223 en vapores.

mundonavalilustradoEn febrero de 1890 es promovido al grado de teniente de Navío. Una Real Orden de fecha 11 de abril de 1893 lo destina a Filipinas y se encarga de los Guardias Marinas que prestan servicios en las Escuadras de Instrucción destinados en dicho Apostadero. Meses después es nombrado comandante del “Albany”, cesando en marzo de 1894 para coger el mando del cañonero “Paraguay”. Y es en esta lejana colonia, sumergida en la guerra por su independencia, donde iniciaría el tramo más brillante de su carrera profesional. Allí obtiene tres condecoraciones casi seguidas: en julio de 1897, la Cruz de 1ª Clase al Mérito Militar, con distintivo rojo, por las operaciones de Mindanao; en noviembre de ese mismo año la Cruz de 1ª Clase de María Cristina por los méritos que contrajo en el rio Paombong y en octubre de 1898, terminada la guerra, Cruz de 1ª Clase del Mérito Militar, con distintivo blanco por servicios prestados a lo largo de toda la campaña de Filipinas.  /En la imagen, la revista El Mundo Naval Ilustrado que nace con los enfrentamientos con Cuba y Filipinas.

camarin_virgen_M_1916_puertosantamariaFue repatriado en los primeros días de 1899, embarcando el día de Reyes con destino a Cádiz. En esa fecha, tenía 36 años, graduado como teniente de Navío, consiguiendo una licencia de casi seis meses por enfermedad y repatriación, designándosele después como segundo comandante de la Ayudantía de Marina de Huelva. Tengo la impresión de que no le gustó nada ser segundo y, de hecho, no se incorporó hasta noviembre de 1900, pero ya como comandante de la Ayudantía.  Estaba aún soltero, aunque por poco tiempo, pues el 24 de  agosto de 1901 contrajo matrimonio en la iglesia Mayor Prioral con la hija del bodeguero local Ramón Jiménez Dávila, María del Carmen Jiménez Mateos, que tenía en esa fecha 25 años. La ceremonia, un tanto extraña, pues se celebró a las cinco de la mañana en la capilla de la Patrona, con la novia vestida de negro, fue oficiada por don Antonio Iñigo, en presencia del abogado Lorenzo González Villagrán, secretario del Juzgado, actuando de testigos Rafael Franco Gil y José Molares Delgado. /En la imagen de la izquierda, camarín de la Virgen de los Milagros, en cuya capilla se casó nuestro paisano en 1900. /Foto: Justino Castroverde de principios del S. XX.

De Huelva pasó a Almería y de allí, en mayo de 1905, a Cádiz, como Jefe de la Estación Torpedista y unos meses después es nombrado comandante de la misma, relevando a Juan Antonio Gener. (El título o enunciado completo de este cargo sería: Jefe del Ramo de Armamento, Artillería, Ingenieros, Comisario y Jefe de la Sanidad de dicho Arsenal). Continuaba siendo teniente de Navío en 1908 cuando ejercía como Jefe de Electricidad y Torpedos, siendo elogiado en su trabajo por sus superiores, valiéndole la concesión de  la Cruz del Mérito Naval y dos años después la placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

medallademarruecosEn 1912 asciende a capitán de Fragata y en 1914, con esta graduación ejerce como segundo comandante en los cruceros “Reina Regente”, Extremadura” y el cañonero “María de Molina”. En 1916 asciende nuevamente a capitán de Navío y en 1917 es nombrado comandante del acorazado “Pelayo” en el que inició su carrera militar.

A partir de esta responsabilidad, tras dos años al mando de tan emblemática embarcación, en el transcurso de la cual le fue concedida la Medalla Militar de Marruecos y dos meses de licencia que reparte entre Madrid y El Puerto  inicia una meteórica carrera que comienza siendo ascendido a contralmirante y nombrado General Jefe de la División de Instrucción, después General Jefe de Personal y Servicios Auxiliares del Estado Mayor Central y, en abril de 1923, Jefe de Estado Mayor del Departamento de El Ferrol. Antes de ser nombrado en noviembre de 1924, Comandante General del Arsenal de Cartagena, es ascendido a vicealmirante, puesto que desempeñó hasta su pase a situación de Reserva, el 16 de noviembre de 1927. /Medalla de Marruecos, concedida por Alfonso XIII.

Desde esa fecha, estando en dicha situación de Reserva,  hasta junio de 1931, ejerció como vocal del Tribunal Superior de Marina y Guerra, interviniendo en numerosos procesos, falleciendo en Madrid a la edad de 75 años el 22 de agosto de 1936.

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Capitanía General de El Ferrol, donde ejerció como Jefe de Estado Mayor del Departamento Marítimo del Ferrol, en 1923, coincidiendo ese año su ascenso a Vicealmirante. 

A pesar de ser uno de los que yo denomino “portuenses errantes” siempre ejerció como tal y no perdía ocasión para acercarse a su ciudad natal y la de su esposa, localizando en la “Revista Portuense” en sus notas de sociedad, numerosas citas anunciando su presencia, entre otras como acompañante junto a otras autoridades en la procesión de la Virgen de los Milagros. Con esta pequeña semblanza creo es de justicia recordar la memoria de este ilustre marino que une su figura y trayectoria a la de otros paisanos de igual arma como los Coig, Winthuysen o Piury. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. PUERTOGUÍA

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En la imagen, Javier Maldonado, Jefe del Servicio de la Concejalía de Patrimonio Histórico, al inicio de la Ruta de las Casas Viñas del Pago de Balbaina, el pasado viernes.

Un paseo por la Ruta de las Casas Viñas del Pago de Balbaina, permite conocer a través de 8 kilómetros varias casas viñas que forman parte de la cultura vinícola portuense, comentada por técnicos de la concejalía de Patrimonio Histórico que titula María Antonia Martínez, organizadora de la actividad. Se trata de una actividad que conjuga la belleza de un paisaje portuense distinto con explicaciones históricas que dan a conocer la arquitectura de las propias casas viñas, detalles de sus orígenes y pasado así como las características del terreno y el entorno del pasaje vitivinícola.

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Para el fotógrafo Adrián Morillo, autor de las instantáneas que acompañan esta nótula, es “Un lujo poder conocer paisajes y espacios de El Puerto de Santa María a muchos autóctonos nos pasan desapercibidos disfrutando de charlas de primer nivel, acerca de la elaboración del vino y sus particularidades”. /Fotos: Adrián Morillo.

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Fachada de la Casa Viña de Belludo Bajo.

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Un pozo de 1853.

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La concejala María Antonia Martínez en el acceso a una de las Casas Viñas: Belludo Bajo.

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Desde el otro lado de la ventana, se ven las almenas que circundan la casa viña.

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Explicación en el interior de la Casa Viña de Belludo Bajo.

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La Casa Viña vista al paso de los siglos.

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Todos son necesarios en los trabajos de la viña.

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... Y al fondo los molinos, tecnología para la energía eólica de nuestro tiempo.

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