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Han pasado doce años desde que edité el último número de la guía turística PUERTOGUIA, en el verano de 1999. Fue un número diferente y antológico en el ocaso del siglo XX, fin de un ciclo que había durado 15 años. Con la colaboración impagable de la mayoría de las empresas y comerciantes que habían patrocinado y hecho posible la publicación de la guía en años precedentes, pusimos en las manos de nuestros visitantes aquel verano de 1999 un libreto de 75 páginas a todo color, sin una sola página de publicidad y un contenido generalista que intentaba recoger todos los aspectos culturales y lúdicos de la ciudad, en cualquier época del año:

Monumentos: (Tres retablos barrocos; Iglesias y conventos; Monasterio de la Victoria; Edificios desaparecidos; Colegio de San Luis Gonzaga; Casas palacios de los Cargadores a Indias; Castillo de San Marcos; Excavaciones arqueológicas; Plaza de Toros y estatuaria urbana definida como “Homenaje en bronce”), fiestas: (Calendario de fiestas locales; Carnavales; Semana Santa, hermandad por hermandad; Feria de Primavera; Corpus Christi; Virgen del Carmen y Fiestas Patronales), fichas de historia: (Alfonso X conquista El Puerto; La época del Descubrimiento; Felipe V, huésped ilustre; Vizarrón, virrey de Méjico; El Condado del Puerto de Santa María; La invasión anglo-holandesa de 1702 y la abolición de la Constitución) y una serie de páginas de interés para el visitante que incluimos en el índice de contenidos como “Peculiaridades”: (Bodegas visitables; el vaporcito de El Puerto a Cádiz; Un siglo de vocación turística; José Luis Tejada; Rafael Alberti; Museos y fundaciones; El toro de Osborne; Gastronomía local; Ocio y tiempo libre y nuestras playas.)

35 NÚMEROS.
En la presentación de este número final, que hacía el 35 de los editados desde el verano de 1985 tuve un emocionado recuerdo, que ahora repito, amplificándolo, para Antonio Pérez Ruiz, amigo y socio, que falleció en 1987, con el que realicé, conjuntamente, los PUERTOGUIA de 1985, 1986 y 1987. En 1988 cambié al formato que, con ligeras variaciones en 1991 y 1992, se mantendría hasta el final. Ahora, en la distancia, resulta agotador y un tanto nostálgico, recordar las innumerables horas dedicadas en mi tiempo libre y con tan modestos medios a diseñar páginas, recopilar información tanto literaria como gráfica, contactar con anunciantes y confeccionar sus anuncios en ocasiones, coordinar la impresión y realizar el reparto… hasta incluso, para ahorrar costes, realizar en casa con la ayuda de toda la familia en pleno, el montaje y grapado de los libretos.

COLABORACIONES.
Bien verdad que, en distintas épocas, he tenido el consejo y ayuda técnica de creativos portuenses como Javier Gandulla, Pepe Fernández Villegas y Josema Martínez, a los que reitero décadas después mi agradecimiento por su amistosa colaboración, así como a Antonio Jiménez, en su calidad de presidente de Acocén y a José María Morillo, gerente del entonces Patronato Municipal de Turismo, entidades que tuvieron gran importancia, con su patrocinio y ayuda económica, en la consolidación de la publicación, al igual que los numerosos anunciantes locales, 32 de los cuales cubrieron por iguales partes el coste de este número antológico final.

Los tres primeros años la guía se imprimió en la imprenta Jiménez Mena, de Cádiz y el resto, salvo algunas ediciones puntuales que se realizaron en una imprenta de Lloret de Mar, en la imprenta Bollullo de esta ciudad, a cuyo responsable, Ramón Bollullo Estepa y al personal de la misma quiero mostrar, igualmente, mi agradecimiento por el trato y amistad recibido en todos esos años.

LUCES Y SOMBRAS.
Aunque resulta evidente que la publicación alcanzó altas cotas de popularidad y aceptación, tuvo sus sombras en los primeros años. En 1988  fracasó un intento de ampliar el radio de actividad a la cercana ciudad de Rota. Edité una “Guía de Rota” en Puertograf,  con el anagrama diseñado por Jesús Suarez Ávila que resultó un fiasco económico ante la ausencia de apoyo por parte de los comerciantes, desistiendo de continuar. También, a modo de ensayo, se realizaron tiradas de primavera y otoño-invierno en los años 1988, 1989 y 1990, de las que igualmente desistimos para afianzar la publicación del verano, haciendo una especie de sustitución de las mismas con números extras de Feria y Semana Santa.

Me alegra comprobar que otras publicaciones han cubierto el hueco de la mía,  modesta continuadora de la tradición de otras anteriores y pionera en el último cuarto del pasado siglo en dar información útil y practica a cuantos nos visitaban cada verano en un formato digno y manejable.

ASOCIACIÓN CULTURAL ‘PUERTOGUÍA’.
Me quedó el ‘gusanillo’ y es por eso que creé una asociación cultural con este mismo nombre, con la única finalidad de difundir la historia, cultura y tradiciones de El Puerto y sus gentes, editora hasta el momento de tres libros, dos de ellos agotados y también colaboradora, a través de mi persona, en esta web, con más de una treintena de temas. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

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José Alonso Martín nació en Madrid el 29 de agosto de 1935. Tenía tres hermanas: Maruja, Carmen y Conchita y estaba casado con la portuense Eloisa Govantes Pico, a la que conoció cuando llegó a nuestra Ciudad en 1960. Fallecía el pasado domingo en Cádiz, a la edad de 75 años.

1935
Manolo Prieto, el creador del Toro de Osborne, presenta diversas obras en el "XVII Salón de los Humoristas" celebrado en Madrid y obtiene 2 primeros Premios en el Concurso de Carteles Turísticos Pro-Guipúzcoa organizado por la Diputación de Guipúzcoa. Se funda la Bodega Obregón. Abre al público en junio el Cine Orpheo, en Puerto Escondido, permaneciendo funcionando hasta noviembre de 1941. En junio, Luis Cómpanys, expresidente de la Generalidad de Cataluña, ingresa en el Penal de El Puerto.  Era alcalde de la Ciudad, José Luis Macías Caro. Rafael Alberti le dedica la elegía ‘Verte y no verte’ a Ignacio Sánchez Mejías, ‘Poesía (1924-1930)’ y ‘Versos de Agitación’. Muñoz Seca estrena las obras ‘El Gran Ciudadano’, ‘Papeles’, ‘El rey Negro’, ‘La Plasmatoria’, ‘Soy un sinvergüenza’ y ‘Triple Seco’.

Muere el fundador de la Revista Portuense, Dionisio Pérez Gutiérrez.  Muere el Conde de Osborne, Tomás Osborne y Guezala, en posesión de este título pontificio desde junio de 1900. Su hijo, Ignacio Osborne Vázquez se hace cargo de la bodega hasta 1972. Nacen el humanista Rafael Esteban Poullet, ediácono Francisco Prieto Ramos, adscrito a la Parroquia del Carmen y San Marcos y el corredor local Pedro Rizo Pérez.

Gran Vía, 19 con los Almacenes Rodríguez a la derecha en el edificio obra de Modesto López Otero. A la izquierda podemos ver la parte trasera del Oratorio del Caballero de Gracia, tal y como eran antes de la reforma llevada a cabo en los años 70/80 que le dejó su aspecto actual.

ALMACENES RODRÍGUEZ.
Como hemos señalado, Pepe Alonso llegó a nuestra Ciudad el año 1960, como representante de zona de los afamados Almacenes Rodríguez, gran almacén instalado en el número 19 de la Gran Vía madrileña. Edificados en 1921 fue inaugurado por Alfonso XIII y contaba con 9 plantas dedicadas al mundo del hogar: muebles, electródomésticos, ropa de la casa… Desapareció en 1977 levantándose un edificio que nada tiene que ver con la Gran Vía que albergó primero la sede de las Cajas Rurales y, actualmente, unos juzgados.

Eloisa Govantes Pico que luego sería su mujer, José Alonso Martín, Milagros Govantes Pico y Marina Rábago Vega, de espaldas en la Feria de 1964. Perteneció, a sus inicios, a la Peña 'El Binomio' con su caseta en la Feria.

ASOCIACIÓN DE ARMADORES DE BARCOS.
Una vez cerró Almacenes Rodríguez, fue contratado por la Asociación de Armadores de Barcos de Pesca, presidida por Genaro González Padilla a la que también pertenecía José, el hermano de éste. Colaboró también en asuntos de secretaría particular de María del Carmen Osborne Fernández.

MADRIDISTA ACÉRRIMO.
Contrajo matrimonio con nuestra paisana Eloisa Govantes Pico el 9 de septiembre de 1967. Y como era un grandísimo aficionado al Real Madrid, en la despedida de soltero, los amigos le gastaron una de esas bromas de tanta retranca que siempre se han dado  en El Puerto: lo obligaron a lucir durante bastante tiempo la camiseta con los colores del Atlético de Madrid.

BAR CENTRAL.
En El Puerto se integró con la reunión de jóvenes que solían parar en el desaparecido Bar Central, en el crucero de las calles Larga y Luna, donde hoy se encuentra el Banco de Andalucía. Allí trabó amistad con Manolo Pico, Angel Zamacola, Luis Poullet, Paco Acosta, Jacinto Cossi, Vicente González, los hermanos Bononato, Peña… todos ellos fundadores de la novísima hermandad del Dolor y Sacrificio, de la que pronto pasaría a formar parte nuestro protagonista.

Reyes Magos de 1979, de pié Miguel Lobato Quintero, Juan Martín Vélez, Rafael Sevilla López, rey Baltasar, rey Gaspar, Javier Merello Gaztelu a la sazón alcalde de la Ciudad, Enrique Pedregal Valenzuela, rey Melchor, José Antonio Español Caparrós. Agachados, Pepe Alonso Martín, Luis Poullet Ramírez, n.n. y Felipe Bononato Saez.

HERMANO MAYOR.
Tal fue su grado de implicación con el Dolor y Sacrificio que llegaría a ser Hermano Mayor de la cofradía entre los años 1973 y 1975. Tres años mas tarde colaboraría con dicha hermandad en la organización de la Cabalgata de Reyes Magos de ese año, encarnando a SSMM los Reyes de Oriente Rafael Corzo Ganaza, Francisco Sordo Díaz y Juan Díaz Sara.

De izquierda a derecha, el diputado de UCD, Antonio Morillo Crespo, desconocido, el ministro Juan Antonio García Díez, Pepe Alonso y Luis Frontela, durante una visita a la clínica de dicho doctor, hoy Santa María de El Puerto, en su etapa de concejal.

CONCEJAL DE UCD.
En 1979 formó parte de la lista que Unión de Centro Democrático, presentaba a las primeras elecciones municipales tras la dictadura, encabezada por Victor Unzueta Gabiola, resultando elegido concejal de la corporación municipal y, si bien UCD ganó las elecciones no lo hizo por mayoría absoluta, alcanzando la alcaldía el comunista Antonio Álvarez Herrera, merced al pacto de los partidos de izquierdas: PC, PSOE, PSA. Fueron compañeros suyo de candidatura Antonio Ariza Albaiceta, Daniel Arias Fernández, Antonio Cordero Velázquez, Enrique Miranda García, Carlos Campoy López, José Luis Poullet Ramírez, Manuel Fernández de la Trinidad, Elías Martín Velázquez, Antonio Nogués Ropero, Manuel Pacheco Albalate, entre otros. /En la imagen, Pepe Alonso, concejal de la Corporación Municipal, con 43 años.

Representantes de la primera corporación municipal democrática, Eduardo Pérez (PSA), Manolo Moreno (CD), el alcalde Rafael Gómez Ojeda (PCE), Rafael Valera (PSOE) y Pepe Alonso (UCD).

En animada convivencia en la Feria de Primavera, la última que se celebró en Crevillet, brindando con Fino Pavón con el edil comunista Miguel de Santiago en presencia de otro concejal, Luis Poullet. A la izquierda vemos a Manuel Rodríguez, concejal del PC y al entonces secretario de la alcaldía, Pepe Gil.

Colaborador de la Parroquia del Carmen y San Marcos, tenía una fuerte amistad con el desaparecido presbítero Ramón González Montaño, con nótula núm. 232 en GdP. También colaboró con AFANAS.

Los que habían sido concejales en los ayuntamientos democráticos y los que lo eran aquel 6 de diciembre de 2003, posan juntos y revueltos tras el acto institucional celebrado en el Auditorio Municipal del Monasterio de la Victoria, a la finalización del acto conmemorativo del XXV Aniversario de la Constitución Española. Fila superior: Ignacio García de Quirós Pacheco (PSOE), Alberto García (IU). Siguiente fila: Miguel Cirera Jiménez (PSOE), Francisco Sánchez Gatica (PSOE), Miguel Marroquín Travieso (PSOE), José Alonso Martín (UCD), José Fernández Sánchez (IP), Antonio Sánchez González (PSOE), Pedro López Fernández (PCE), Francisco Lara Fernández (PSOE).
Siguiente fila: Fernando Jiménez Romero, Secretario General del Ayuntamiento, José Valiente Moreno (PSOE), Eduardo Bocarando Gándara (PCE), Antonio Muñoz Cuenca (PSA), Manuel Rodríguez González (PCE), Victor Unzueta Gabiola (UCD), Ignacio García Rodríguez (IU), José Luis Romero Pacheco (PSOE).
Siguiente fila: Patricia Ybarra Lalor (PP), Juan Ramón Castillo (PP), Carmina Porra Pérez (PP), Rafael Vallejo (PP).
Siguiente fila: Jaime Pombo (IP), Manuel Romero (IP), Silvia Gómez (IP), D, Carlos Montero Vítores (PP), Carlos Campoy López (UCD), Rafael Valera Rey (PSOE), José Galán (PP), Juan Arana (PP), Pepa Conde (IU) Rosario Sentís (IU), Julio Acale (IU).
Siguiente fila: Vicente Sucino Rico (PSOE), Francisco del Castillo (PP), Carlota Benjumeda (PP), Juan Gómez Fernández (PP), Joaquín Corredera Andrés (PSOE), Carmen Lara (IP), María Jesús Sánchez (IP), Yolanda Nimo (IP), Consuelo Gamero (PSOE), Lola Caballero (PSOE), Manuel Moreno Romero (CD-PP), Antonio Alvarez (PCE-PSOE), Francisco Corbacho (PSOE), José Antonio Navarro (PSOE), Maria del Carmen Martín (PSOE), Manuel Pérez Blanco (PP), Carlos de la Flor Morales (PSOE), Enrique Moresco (IP-PP), José Manuel Cauqui (IP).
Agachados: Manuel González Cordero (IU), José Antonio Castro Cortegana (IU), Mª Angeles Fernádnez Bustabad (IP), Hernán Díaz Cortés (PP-IP) Fernando Gago García (PSOE-IP). (Foto Jorge Roa).

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Roberto Carmé Ramírez nace el domingo 27 de Mayo de 1934 en la Calle Vicario 20. Sus padres, Juan Carmé de los Ríos quien tuvo una droguería junto a la casa donde nació Roberto y María Ramírez Delgado tuvieron nueve hijos, ocupando Roberto el quinto lugar en venir a este mundo: Juan, María del Carmen “Luchi”, José el cura, con nótula núm. 948 en GdP, Cosme, Roberto nuestro protagonista, Ernesto, Jesús y Eloisa. Tiene en la actualidad 77 años.

1934

En 1934, el Ayuntamiento estuvo presidido ese año por tres alcaldes, desde junio del año anterior hasta marzo, por Francisco Cossi Ochoa; de marzo a Octubre, por Francisco Tomeu Navarro y, desde octubre hasta enero de 1936 por José Luis Macías Caro, padre de Luis Macías Rubio. Se crea el ‘Pósito Marítimo y de Pescadores’, siendo su primer presidente José Poquet Cabrera, entidad antecesora de la Cofradía de Pescadores. Aquel año de 1934 Hipólito Sancho publica «La Iglesia Prioral del Puerto de Santa María y Antón Martín Calafate».  La vía pecuaria ‘Colada del Cementerio’ fue deslindada y amojonada los días 14 y 15 de marzo de 1934.

Miguel Caro Gómez y Roberto Carmé, en la Feria de Ganado.

El Maestro Dueñas es destinado a hacer el servicio militar en El Puerto. La primera pata concedida como trofeo taurino fue entregada en 1934 a Vicente Barrera que cortó, además dos orejas y rabo y toreó junto a Rafael ‘el Gallo’ y Juan Belmonte. El Teatro Principal, cerró sus puertas durante la Semana Santa, reabriéndolas el sábado de Gloria, con la película ‘Melodías de Arrabal’, en la que intervenía Carlos Gardel junto a Imperio Argentina. En 1934, España, participa en su primer Mundial de Fútbol, jugando el primer partido en Genova contra Brasil y que arbitró el alemán, Birlem, llegando a cuartos de final tras perder contra el anfitrión, Italia.

Francisco Garrucho 'Paquito el del Bar El Chico' y Roberto Carmé.

ESTUDIOS Y PRIMERAS AMISTADES.
Roberto estudió en el colegio de Alfonso Cárdenas Felices, en la calle Luna; en el de Juan Díaz, en la Calle San Sebastian y en el Hospitalito, cuyo director en aquellas fechas era Diego Pérez Vélez. Fuero sus amigos de la infancia y de época de colegios, José Álvarez quien tuvo una relojería en la  Calle Los Descalzos y su hermano Ramón; Miguel Caro Gómez; los hermanos José y Domingo Prieto Ramos; Antonio Gil González de Quevedo; Rafael Gómez Ojeda ex alcalde de El Puerto, con nótula núm. 488 en GdP, Diego Fernández Rodríguez, Eduardo Chaparro y Manuel Martínez Mel, entre otros.

De izquierda a derecha, el sacerdote José Carmé Ramírez, José Arjona Cía, Roberto Carmé, Josefa Arjona Acá 'Pepita' y Carmen Carmé Ramírez, el 8 de diciembre de 1962, en la Boda que se celebró en la Iglesia Mayor Prioral.

LAS CASAS
Roberto vivió, como ya se ha indicado en la calle Vicario 20, donde nació, pasando en 1947 a vivir a la Calle La Fuente 8, hasta que se casó con Josefa Arjoja Acá, el 8 de diciembre de 1962 en la Iglesia Mayor Prioral, oficiando la ceremonia su hermano Pepe. El nuevo matrimonio se fue a vivir a la calle Cielo 11, junto a la barbería de Muñoz y la Taberna 'La Burra', con nótula núm. 489 en GdP y, posteriormente cuando fueron ya viniendo los hijos: Juan Bautista, José Luis y Roberto --que falleció recién nacido-- se compró la casa de la Calle Ganado 42, donde vivió durante 25 años.  Su afición principal es la lectura.

Ultramarinos 'El Carmen', el 1 de febrerero de 1960

DEL ALMACÉN AL AUTOSERVICIO.
Desde muy pequeño, con 12 años, Roberto empezó a trabajar como dependiente en el almacén, hoy Ultramarinos, que era de Vicente Jiménez Salmerón y estaba situado en la esquina de la Calle Vicario y Ganado, y que se le conocía como “El Cañón”. Se acuerda de cuando existían las cartillas de racionamiento y una de sus clientas asiduas era Cristobalina Delgado Sánchez. En dicho negocio se preparaban muchos costos para barcos pesqueros, y recuerda que el día de la explosión de Cádiz, el 18 de agosto de 1947, estaba preparando el avituallamiento para un pesquero que pertenecía al primo de Vicente, el dueño del “El Cañón”.

Roberto Carmé Ramírez durante el servicio militar

En 1956 fue llamado a filas para hacer el servicio militar tocándole el sorteo el Ejército de Tierra y recibiendo como destino Santa Cruz de Tenerife en la sección de automovilismo.

Roberto Carmé, en el interior del almacén de la calle Ganado con Cruces, el 27 de enero de 1960.

De regreso a casa, en 1959, se estableció como industrial en el ramo de alimentación en la esquina de la calle Ganado y Cruces, en el almacén o ultramarinos que tenía Julia Eizaguirre, junto a lo que fue la Peña de Los Majaras, al que le puso el nombre  'Ultramarinos Carmen'.

Roberto Carmé, haciendo el uso de la palabra tras serle impuesta la 'A de Oro' de la Alimentación, durante la jornada que se celebró en el Casino Bahía de Cádiz entre Eduardo Alcina Parodi, secretario de la Asociación Provincial de Detallistas de la Alimentación de Cádiz y Fernando Alcaraz Marco, Jefe Provincial de Promoción y Desarrollo de Comercio de la Junta de Andalucía, el 27 de marzo de 1984.

PRESIDENTE DEL GREMIO Y MEDALLA.
En 1970 fue nombrado por los comerciantes del gremio de la alimentación presidente, cargo que ostentó durante 7 años. En 1984 la revista mensual nacional del ramo de alimentación “El Comestible”, celebró, en el Casino Bahía de Cádiz, la 59 reunión anual, contando con la asistencia de unas 800 personas, entre autoridades, periodistas, televisión y comerciantes. En dicho acto se le impuso a Roberto la insignia de oro “A de Oro” del gremio de alimentación de manos de Francisco Alcaraz Marcos, jefe provincial de Promoción y Desarrollo del Comercio de la Junta de Andalucía.

En 1981, Juan de Dios entregándole un premio conseguido por una empresa de productos de limpieza. Ana María PInto Fernández, Juan Bautista y José Luis Carmé Arjona, Antonia Tapia de la Torre, Roberto Carmé y Pepita Arjona. 27 de mayo de 1981.

Autoservicio Roberto, la evolución de aquellos Ultramarinos 'El Carmen', el 31 de mayo de 1984.

CADENA DE SUPERMERCADOS.
En el año 1984 modernizó el negocio transformándolo en autoservicio, montando una mini cadena, que estuvieron en El Camino de los Enamorados y el la Calle Cruces esquina a Calle Espelete, además del original, llamándoles a todos ellos Autoservicios Roberto.

EL ARROPIERO.
Durante mucho tiempo, en la puerta de su negocio, solía haber un hombre llamado Manuel Delgado Villegas, que vendía arropías, al que diariamente le preparaba varios bocadillos, quien resultó ser, años más tarde, el trístemente celebre 'Arropiero'. Parece ser que el día de su detención fue en el establecimiento de nuestro protagonista. /En la imagen de la izquierda, una información del periodista Ramón Sánchez Ocaña sobre 'el Arropiero'.

Recorte de prensa de uno de los atracos que sufrió. En esta ocasión en marzo de 1998.

EL ESTABLECIMIENTO Y LOS CACOS.
Desde que se estableció como comerciante por su cuenta hasta que cerró, por jubilación, fue víctima de frecuentes robos en su local. De hecho guarda un álbum de recortes de diversos medios donde se cuentan los diferentes robos y atracos que ha sufrido en sus carnes... y en su tienda.

MEDALLAS PARA ROBERTO.
El 16 de octubre del año 2000, el exalcalde Rafael Gómez Ojeda, publicaba en su columna de opinión de Diario de Cádiz el siguiente artículo, bastante ilustrativo de las circunstancias por las que pasó Roberto años antes de su jubilación: "Roberto Carmé es el dueño de un almacén de ultramarinos sito en la populosa y otrora alegre calle Ganado. Roberto y yo, fuimos discípulos de Don Diego Pérez Vélez en la escuela de El Hospitalito. Ya entonces, Roberto destacaba por ser un niño despierto e inteligente. Reunía todas las características literarias del prototipo del "primero de la clase". Era, por méritos propios, el brazo derecho de D. Diego. Ya de mayor, decidió trabajar por cuenta propia y abrió el comercio anteriormente descrito.

Dicho establecimiento ha sido atracado varias veces; tantas, que ni Roberto sabe cuántas han sido. Le han robado por la ventana, por la puerta, y hasta por el techo. A pesar de todo eso, Roberto no grita, no maldice, no patalea, seguramente recordando la buena educación que recibimos de D. Diego. A Roberto no le ayudan ni las autoridades, ni la policía, ni los jueces, ni siquiera el mismo cielo. Está solo ante el peligro como Gary Cooper en las películas.

(En la imagen de la izquierda, Maruja López Romero, Julia y Carmen Izaguirre, Antonio Rodríguez 'el Bicho', Roberto Carmé, los niños José María y una hermana de Maruja. 27 de enero de 1967. Foto Rafa).

Ahora que en Australia se han repartido tantas medallas (y tan pocas han venido a España), a Roberto habría que concederle una, no por ser el comerciante más robado, sino por haber soportado tantos robos. Qué pensará Roberto cuando oye a algún político decir que "España va bien", o a algún comisario de policía asegurar que "El Puerto es una ciudad con bajo nivel de delincuencia".

Roberto con sus cuñados Pepón y Juan Arjona Acá.

Le dicen que sus asaltantes son Víctimas. Roberto se preguntará: ¿y quién puñeta es el culpable? En su establecimiento Roberto es el dueño, el dependiente, el chicuco y últimamente, el Guarda Jurado. Hay quien para consolarlo, le aconsejan que haga como su tocayo Roberto Alcázar y Pedrín: que intente dar caza a los ladrones, a lo que Roberto se niega porque, aunque parezca extraño, el sigue confiando en la justicia. Díganme, a ver, si no se merece este hombre una medalla".

Agradecemos la inestimable colaboración de Vicente González Lechuga en la elaboracion de esta nótula, tanto en la búsqueda de datos como en el tratamiento infográfico de las imágenes.

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Se denominan ‘tiendas de ultramarinos’, al establecimiento comercial que vende especialmente productos alimenticios, tanto envasados como a granel, al peso, abarcando un sinfín  de productos de nuestra gastronomía.

'Casa Joselito', de José Fernández, el 25 de noviembre de 1958./ Foto: Rafa.

El vocablo ‘ultramarino’, proviene de que los productos que antiguamente se vendían en estas tiendas procedían de territorios de Ultramar, eran artículos de importación; actualmente es una palabra en desuso y estos establecimientos han quedado en ‘tiendas de alimentación’, en  El Puerto ‘almacén’. Al propietario del almacén se le solía decir ‘almacenero’. Quiero referirme a los años de mil novecientos cincuenta del siglo pasado en El Puerto, en la zona comprendida dentro del casco antiguo.

EL ALMACÉN.
El Almacén, era un local de medidas de determinadas, curiosamente, las tiendas hacían esquina, perspicacia comercial del comerciante de entonces; el suelo solía ser de losas de Tarifa, mostrador de madera o fábrica de ladrillo con frente que podía estar forrado de azulejos y la parte interior de cajones que podía servir para guardar los pequeños artículos que, previamente, se habían envasado en pequeñas porciones en papel de estraza, tales como el café, pimiento molido, ... Algún cajón podía servir de caja registradora, balanza de la marca Berkel, encima del mostrador, como garantía de una pesada justa. La fábrica de balanzas Berkel, inventó más tarde las rebanadoras para chacinas que tanto éxito tuvieron en los años de mil novecientos sesenta. Además se solía colocar un artístico molinillo de café, el aparato para medir aceite y una guillotina para cortar bacalao, quizás también un recipiente con garbanzos “remojaos” y alguna bandeja con “carne membrillo”, cubierta adecuadamente para evitar las moscas. /En la imagen, estanterías del 'Almacén Casa Nicanor', en la esquina de Ricardo Alcón con Placilla. (Fotografía tomada el 15 de octubre de 2008).

Instantánea de Martín Peris Felices en 1990, padre de Vicente Peris Tey. (Foto: Carmelo Ciria Pino).

LAS ESTANTERÍAS.
El frente de la tienda lo conformaban estanterías de madera donde se colocaban, cantidades de conservas de pescado y vegetales. Recuerdo las tiendas de entonces con los productos de Conservas Sur, cajas de galletas María, grandes bolsas de paquetes de café, paquetes de Malta, leche condensada, cajas metálicas bellamente policromadas de pimentón murciano, azafrán El Aeroplano, especias de todo tipo, licorería, con vinos quinados, anises y vinos de nuestra zona, caldos Potax, --eran unos dados de un extracto de carne, que las amas de casa ponían un cazo con agua hirviendo y ya estaba el puchero hecho--.

Cajas de pimentón murciano.

Una chirigota de Cádiz, llamada “Los tontos de pueblo” sacó un cuplé al respecto,  que decía:

Con ezo de las comías
paecen cozas de medicina
con una pastilla jervía
ya er puchero jabe a gallina
con unos porvos amarillos
a los ciquillos le hazen flan
que igan lo que quieran
lo mas güeno en una telera
una buena jolla berza
y ju pringá.

PRODUCTOS CON PREMIO.
Como les decía y siguiendo con los caldos Potax, que eran unos dados del tamaño aproximado de un centímetro y medio envuelto en un papel que por el anverso venía la publicidad de Potax  y por el reverso la relación de premios que esta firma obsequiaba a los clientes por el consumo de los famosos cubitos del concentrado, recuerdo que el primer premio: “Un balón de reglamento con bomba y vejiga de recambio”, segunda premio: “Una pluma atómica” –consistía en un bolígrafo dorado con dos puntas una escribía rojo y otro azul, que no escribía nada bien, ya que fueron los comienzos de los bolígrafos– . El chocolate Elgorriaga también regalaba un balón de reglamento (de cuero), con la compra de un determinado número de tabletas de chocolate. Hubo casas en las que se llegó a aborrecer tan, entonces como ahora, apreciado producto.

CARAMELOS Y TAQUILLAS.
En lugar de la estantería, bastante visibles, existían algunos recipientes con caramelos. Había un espacio para colgar la chacina, una tabla para cortar ‘los avíos del puchero’, chacinas, ... La parte baja de las estanterías eran unas taquillas, donde se colocaban las legumbres para venderlas a granel; ver un a almacenero envolver en papel de estraza medio kilo, de alubias, garbanzos, arroz, dos reales de pimiento molido, una peseta de café o un octavo de ‘mantequilla de reino’,  era un primor. Por fuera del mostrador se solían colocar sacos de alubias del Barco, garbanzos y garbanzas, arroz, harina de trigo, lentejas, azúcar, harina de garbanzo para hacer las famosas “panizas”, que después se cocinaban aliñadas o fritas; alguna caja de frutas, alguna barrica de sardinas arenques como la de la imagen de la izquierda...

El Almacén de Nicanor en 1948.

LA TRASTIENDA.
El interior  de almacén o trastienda, era utilizado como almacén propiamente dicho, en donde se ubicaba en algún rincón o, colgada del techo, una balanza romana para pesar sacos y todo envase que pudiese pesar más de veinte o veinticinco kilos; un barril de buen vino fino, jamones colgados del techo. Quizás era el sitio adecuado para que el almacenero pudiese hablar con representantes o amigos, después de la jornada de trabajo. La contabilidad era bien simple, dos clavos en la pared, en uno facturas pagadas y en otro facturas pendientes de pago.

EL ALMACENERO.
La indumentaria del almacenero, solía ser un babi color beige o gris. Nuestro protagonista, salvo excepciones, era una persona amable y educada, con gran visión comercial, desde que entraba un cliente por su establecimiento, sabía en un alto porcentaje sus posibilidades de compra. Recuerdo una frase de Miguel Caro Beato, que tuvo sus comercio en la esquina de calle Larga y Chanca donde se encuentra hoy la Caja de Galicia, que decía: “--Un comerciante al que le entra un posible cliente y lo recibe con una sonrisa amable, tiene el cincuenta por ciento de la venta hecha”. Los clientes llevaban el control de turno a la hora de ser atendidos, preguntando: ”--¿Quién es la última/ o el último?”. Recuerdo, también, que había una forma de dirigirse al almacenero, que puede parecer hoy un tanto pintoresca; era utilizada por los niños que, poniendo en el mostrador  una cantidad de dinero aproximada de lo que iba a compra, decía: “--Pepe, me ha dicho mi madre que dé un cuarto y ortavo de aceite y la vuerta.”. / En la imagen, papel encerado de 'La Giralda'.

MIXTURA DE OLORES.
Las cantidades de artículos tan dispares que existían en estos comercios, producían una  la mezcla del olores nada desagradable, que hoy han desaparecido: el olor del bacalao, sardinas arenques, legumbres, aceite, café, chacinas, especias, el olor de los garbanzos ‘remojaos’, galletas... En Navidades estos olores se acentuaban ostensiblemente con la matalahúva, ajonjolí, anís, miel que se vendía a granel, además de los dulces propios de esta fecha como polvorones, alfajores, turrones, y las botellas de anís Periquito tan solicitadas, de las Destilerías Morphy dirigida por los Benventuy. Habían tiendas que adornaban sus escaparates en Navidades, con luces de colores, virutas de papel celofán, cajas de bombones, tarros de frutas escarchada, fiambres envueltos en bonitos papeles de colores, cajas de mazapanes y cajas familiares de cinco kilos de polvorones y alfajores de Estepa, Medina y Antequera./En la imagen, papel encerado de 'La Diana'.

El almacenero Diego Utrera Sánchez y Ramón Matiola Gutiérrez, empleado del Banco Hispano Americano.

Recuerdo algunas  tiendas que en aquellas fechas navideñas hacían un  alarde de buen gusto e incitaban al cliente a comprar, arreglando sus escaparates: La Argentina, La Giralda, Las Campanillas y el almacén de Diego Utrera. En algunas tiendas se ponía una cartel “Hay pavo trufado”.

La Argentina, en la esquina de la calle Luna con Nevería, cuando era propiedad de López Terán.

AUTOEXPLOTACIÓN POR DECRETO.
Por reconocimiento hacía estos profesionales que se autoexplotaban, con jornadas de trabajo interminables, vendiendo artículos casi al coste por prescripción gubernativa, siempre con el ánimo de servir al cliente, quisiera recordar algunos establecimientos emblemáticos que de alguna forma marcaron una época y que fuero la antesala de lo que después fueron economatos, supermercados e hipermercados:

En la imagen, José Sánchez Berrocal, desaparecido hace pocos años, propietario de La Argentina.

En la plaza de la Herrería, Casa Serafín. En calle Misericordia; esquina con Luna Almacén de Suárez. En calle Larga; esquina con Chanca,  Miguel Caro Beato; esquina con Federico Rubio, José Gómez Recalde. En calle Nevería; esquina con Ganado, Almacén de José Montes Enriquez --hoy Droguería de Roque Morales Augusto--; esquina con Luna, La Argentina de José Sánchez Berrocal (Ver más en nótula núm. 008 en GdP); esquina con Santo Domingo, Almacén de Cañadilla. Dentro del Mercado de Abastos estaba el almacén de Manuel Carrasco de la Bandera.

José Joaquín Sánchez Sena, en 1969, en Ultramarinos 'La Diana' que continúa abierto en la confluencia de Palacios con San Bartolomé.

En calle de San Bartolomé; esquina con calle Palacios, ‘Ultramarinos La Diana’, hoy de José Joaquín Sánchez Sena, (antes de Isidro Gómez Recalde y antes de Antonio Camacho Caballero), comercio tradicional de El Puerto --así fue distinguido por el Ayuntamiento-- que tiene el coraje y mérito de continuar en la brecha (Ver más en nótula 090 en GdP); esquina con calle Luna, ‘La Giralda’ de la familia Ruiz, almacén de siempre en nuestra ciudad, continua su actividad que además de los productos tradicionales, ha incrementado su oferta a productos de macrobiótica  y delicatessens (Ver más en nótula núm. 043 en GdP). Esquina con Luna, almacén de los hermanos Genaro y José González Noval; esquina con calle Luna y la Placilla, Almacén de Leopoldo. El almacén de ‘Los Dos Pepes’, esquina con Ricardo Alcón el almacén de Nicanor Gómez Soto y terminamos esquina con Ganado el almacén de Antonio del Valle.

Concha y Angelita, en Ultramarinos 'La Giralda'.

En calle Cielo esquina con Espíritu Santo, almacén y bar de Manuel Gatica; en el número, 54 se encontraba el almacén de Luciano Vázquez y junto a éste haciendo esquina con calle Chanca estuvo el ‘Almacén de Coloniales’, suministrador de casi todas las tiendas de El Puerto de José Velarde Díaz-Munio; en la esquina con calle Santa Clara estuvo el almacén y estanco de la familia de Ricardo Velarde Sánchez de Cos y esquina con Ganado, estuvo el ‘Almacén de las Campanillas’ de Juan Custodio.

La imagen muestra la tienda de Ultramarinos de calle Cielos esquina con Espíritu Santo en 1989, poco antes de su cierre. A ella vino de chicuco Nicanor Gómez Soto y de la que se hizo cargo allá por 1920. Luego pasaría, en la década de los cuarenta del siglo pasado a manos de Manuel Gatica, quien la tuvo abierto con una tienda de bebidas separada por una mampara, tal y como que se puede apreciar en la foto, hasta finales de la década de los ochenta del siglo pasado. (Foto José Ignacio Delgado Poullet. Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

El Almacén de Joselito Verde, en la confluencia de las calles Ganado y Cantarería.

En calle Ganado, frente a lo qué fue la antigua droguería de Roque, estuvo el Almacén de Diego Utrera; en la esquina con Cantarería (también se llamó la calle Pedro de Villa) estuvo el Almacén de José Verde, que más tarde fue regentado hasta hace poco tiempo por sus hijos Manuel y José, fallecido el primero y felizmente jubilado el segundo. En calle Vicario, esquina con Ganado estuvo ‘El Cañon’; esquina con Sierpes estuvo el almacén de Eloy Fernández Moro (ver nótula núm 087 en GdP), a su jubilación  lo regentaron sus hijos Manuel y Eloy; en la esquina con calle San Juan el almacén ‘La Puerta del Sol’ de Federico, después pasó a Isidro Gómez Recalde.

Eloy Fernández Moro y su hijo Eloy Fernández Lobo, en el almacén situado en la confluencia de las calles Vicario y Sierpes, frente al Mercado de Abastos. Eloy Fernánez Moro, había nacido en 1906 en el municipio onubense de Cumbres Mayores. Era marchante, viajante o representante de Ultramarinos y se acabó estableciendo en El Puerto con su padre y hermanos, abriendo un almacén de ultramarinos que, fíjense que curioso,  no era gestionado ni por gallegos ni por montañeses.

En la imagen de la izquierda, Manuel Leveque Delgado, que regentó un almacén de comestibles en la confluencia de las calles San Juan y Cruces, frente al desaparecido Almacén de Rafael y el Bar 'El Golpe'.

En calle Santa Lucía esquina con Federico Rubio el almacén-estanco-taberna de Martín Peris Felices y después su hijo Vicente Peris Tey (ver nótula núm. 714 en GdP).  En calle Cruces, esquina con calle Ganado estuvo el almacén taberna de Eloy Eizaguirre, después lo llevó su hija Julia, a continuación el hijo de ésta Eloy Bayard Eizaguirre y después fue adquirido por Roberto Carmé Ramírez; esquina con Arena, estuvo el almacén de Antonio Rodríguez; en la esquina con San Juan estuvo el almacén de Manuel Leveque Delgado (ver nótula núm 097 en GdP) y en la esquina con San Sebastián estuvo el almacén de González Heredero.

Ultramarinos 'El Carmen', almacén de Eloy Eizaguirre, luego gestionado por Eloy Bayard Eizaguirre y más tarde adquirido por Roberto Carmé Ramírez, en calle Ganado esquina con Cruces. En la imagen, el establecimiento a principios del año 1960.

El Almacén de Nicanor, en la calle Ricardo Alcón, esquina con Placilla. 1948.

En calle Federico Rubio, esquina con Micaela de Aramburu estuvo el almacén ‘Los Caballos’ propiedad de Nicanor Gómez Recalde (ver nótula núm. 080 en GdP), después hasta su cierre lo arrendó José Manuel García Gómez; esquina con calle Cañas, estuvo el almacén de Nicanor Gómez Recalde; en la esquina con plaza Juan de la Cosa, estuvo el Almacén de Julián, que después paso a manos de José Montes Enriquez;  en la esquina con calle Gatona estuvo el Almacén y Taberna de Panseco.

Solar del almacén y vivienda de Victoriano García Linares, derribado el pasado año, en la confluencia de las calles San Juan, 5  y Postigo.

En calle San Juan esquina con calle Postigo estuvo el Almacén de Victoriano García Linares, (en la imagen de la izquierda) natural de El Puerto, pero hijo de santanderino de La Montaña (Cabanzón) (Ver nótula núm. 848 en GdP). En la esquina con Santa Fe estuvo y sigue estando el Almacén de Manila, hoy regentado por Manuel Rodríguez Tey. En calle Postigo; en el número 24 estuvo el almacén de José Fernández Rodríguez, “Casa Joselito” (Ver nótula 122 en GdP). En calle Zarza  esquina con Arenas estuvo el almacén de Benito; frente al Colegio Hospitalito estuvo el Almacén de Fernando Güelfo; en la esquina de Santa Clara estuvo el almacén de Ramona y Máximo Fernández Lobo y en la acera opuesta haciendo esquina también con calle Santa Clara estuvo el Almacén de Noriega.

Casa Joselito, con José Fernández Sánchez en los comienzos en calle Postigo.

Probablemente puede que alguna tienda se me haya quedado involuntariamente olvidada, pero creo que el colectivo de ultramarinos o almacenes de alimentación está suficientemente representado en el casco antiguo. Sé que había otras tiendas que, además, vendían otros artículos que tenían más rotación que en el centro como, hortalizas, frutas, verduras, refrescos, pan, etc.; pero estas al igual que la mayoría de los almacenes  fueron absorbidas, por lo que son supermercados de barrios y  los  grandes espacios comerciales, donde se vende de casi todo y se compra cosas que no necesitamos. Puede ser que hayamos ganado con esto algunos ochavos con estos cambios; pero se ha perdido un colectivo importante de trabajadores autónomos y el contacto humano que existían entre  cliente y almacenero. (Texto: Francisco Bollullos Estepa. Fotos: Colección J.M.M.)

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En la imagen aparecen dos diteros, uno de ellos se llamaba Antonio García Abadía, por la calle de la Arena o Arenas, hoy Arzobispo Vizarrón, en honor del hijo de El Puerto que fue virrey de Méjico. 17 de mayo de 1957. /Foto: Col. Vicente González Lechuga.

«En casa, pues, vivíamos con lo justo. Si mi madre juntaba algún ahorrillo, un tipo sonriente aparecía con un paquete bajo el brazo. Una vez, por Navidad, era una caja surtida de mantecados. Otra, una plancha eléctrica. Por fin, otro día, se encendió el primer transistor a pilas y el hogar se fue llenando algo, aunque sólo fuera de voces fantasmas. Le llamábamos “el ditero” y era habitual en las tardes de radionovela, merienda de cuenco de pan con aceite y chocolate rancio, que apareciera a cobrar una pequeña parte de lo que se le debía», con una libreta de tapas duras, en la que se llevaban las cuentas de cada vecino, cogido con unas palomillas. «Los pagos se eternizaban y, cada poco tiempo, me hacían sumarlos para saber si quedaba mucho. Cuando se liquidaba una cuenta, ya se podía pensar en abrir otra. Nunca noté que perdiera la sonrisa ante la imposibilidad de un pago y no creo que se cobrara intereses, pero para todos era que tenía dinero». (Texto: Mateo Bellido Rojas).

Ditero: Persona que cobra la dita (|| pago a plazos). Dita: Deuda. Pago a plazos, en pequeñas cantidades, fijadas por el comerciante o por el cliente. Etimológicamente la palabra ‘dita’ procede del italiano antiguo: ‘ditta’ ‘detta’, que significa: cosas dichas, debidas.

En la actualidad, los modernos diteros son Bancos y Cajas de Ahorros entidades que, mediante tarjetas de crédito, --al 15 o 18 por ciento de interés-- posibilitan la adquisición de bienes y servicios.

En la iamgen de la izquierda, documento en el que los Diteros iban apuntando lo que le pagaban. Esta hoja, hecha por encargo en una imprenta.


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La familia González Gómez, recogiendo el Premio de Patrimonio Histórico, el pasado diciembre de 2010.

La panadería ‘La Pajarita’, también conocida como ‘Antiguo Horno de las Cañas’, es una establecimiento con solera de los que quedan pocos en El Puerto, a pesar de que ha vivido en sus instalaciones diferentes reformas y mejoras, desde 1921, para dar un trato moderno a sus clientes, acorde con los tiempos.

1921

Aquel año era alcalde de El Puerto de Santa María Manuel Ruiz-Calderón y Paz. Pedro Muñoz Seca estrenaba ‘El Parque de Sevilla’, ‘La hora del reparto’, ‘El castillo de los ultrajes’, ‘El Ardid’ y ‘San Pérez’. El ayuntamiento nombraba a Valentín Galarza Morante, quien con el tiempo sería ministro de la Gobernación, hijo predilecto de El Puerto. El torero Manuel García López ‘Mera’ tomaba la alternativa en la Plaza de Toros el 28 de agosto, de manos de Rafael ‘el Gallo’. Se iniciaban las obras del pabellón principal de la ‘Compañía Española de Electricidad y Gas Lebón’. Dionisio Pérez Gutiérrez, fundador de la Revista Portuense, obtenía el primer premio ‘Mariano de Cavia’ instituido por ABC, por su trabajo ‘La musa de Joaquín Costa’, publicado en la revista Nuevo Mundo.

Nacían también ese año el locutor de radio Pepe Morillo León, el fotógrafo Luis Sánchez Pérez, el jesuita Jorge Loring Miró, quien hizo el noviciado en El Puerto de Santa María y donde vivió los últimos años de su vida, Pedro Cairón Calatayud ‘Pedro Ventura’ y el que fuera presidente de Domecq México, Antonio Ariza Cañadilla.

‘La Pajarita’ abría sus puertas como tal fundada por Felipe González de los Ríos en el año 1921, la continuó su hijo José González Narváez, casado con  Antonia Gómez Recalde, con quien tuvo nueve hijos: Amparo, José Felipe (Pepín), Antonio José (Nono), María de la Cruz, Pilar, Rafael Felipe (Fali), Luis Felipe, Felipe y Joaquín, estando en la actualidad regentada por dos de los hijos de éste matrimonio: Antonio y Felipe González Gómez. En el Archivo Municipal existen antecedentes de la existencia de una tahona en el mismo sitio, es decir, en la calle Federico Rubio (o Pozuelo), esquina y vuelta con el recodo que hace la antigua calle Cañas, a espaldas del Castillo de San Marcos, en el entorno donde hace siglos estaba situada una los laterales de la muralla o cerca de El Puerto. Dicha calle tuvo otras denominaciones en sus orígenes: Horno de Juan Romero y Horno de Bizcocheros.

Vista áerea del entorno en el que se desenvuelve la clientela de 'La Pajarita', en la esquina superior izquierda de la instantánea. /Foto: Jorge Roa.

BARES CON SOLERA.
Relata Enrique Pérez en su libro ‘Taberna y Bares con Solera’, que «José Luis González Obregón tuvo La Draga, antes de su actual emplazamiento en Juan de la Cosa, junto a la panadería que hace esquina a la calle Cañas. Mediados los 40, Eugenio Espinosa tenía en Pozuelo esquina a Cañas, en la acera izquierda, el Nuevo Bar, aunque pronto fue llamado Casa Eugenio. Luego instalaría el Bar Guadelete en Aurora  en la Bajamar. Enfrente, en la casa de los azulejos, hasta hace unos 40 años, Nicanor Gómez Recalde tuvo una tienda de comestibles y tabanco --éste metido en la calle Cañas-- llamado Los Caballos; nombre que puso luego en la esquina de Pozuelo con Aurora. No nos atrevemos a asegurar en cual esquina de la calle Cañas fue la que estuvo, desde el 17 de mayo de 1925, cuando se inauguró, Las Cañas, un establecimiento de bebidas de Antonio Herrera».

Pesqueros 'Mariela' y 'Vicente y Dionisia', en el antiguo muelle pesquero, hoy centro comercial y aparcamientos.

PROVEEDORES DE LOS PESQUEROS.
Desde principios del siglo XX, el pan de ‘La Pajarita’ es el que llevan los marineros de El Puerto en las singladuras que hacen los pocos barcos de pesca que aún quedan en los muelles de nuestra Ciudad, dada su calidad, lo que hace que sus propiedades se mantengan intactas durante semanas, incluso en alta mar. Y es que «el secreto del pan de telera es una miga blanca y suave que proviene del respeto a una tradición artesana», pan que se amasa a mano y después se introduce en el horno durante horas,  afirma el responsable del horno, Felipe, fórmula heredada de su padre, José González Narváez.

Azulejo en el interior de 'La Pajarita'.

Esta elaboración artesana precisa de personal especializado con experiencia en el mundo del obrador, vocacionales de su profesión, con largas jornadas para sacar los delicados y exquisitos productos, que conocen poco el descanso, dado el resultado final de tan cualificados

LOS MANOLETES.
Como sostiene Felipe, la diferencia con el pan de viena, un pan más moderno que se comercializa en forma de ‘Manolete’ (pan delgado y alargado que recuerda al desaparecido diestro de quien toma el nombre,parecido a la baguette. Esta una explicación para quienes no son o no viven en El Puerto).

Interior de 'La Pajarita' con clientes habituales.

DIPLOMA DE PATRIMONIO HISTÓRICO.
El pasado año 2010, el diploma a establecimientos tradicionales se le entregaba a la panadería ‘La Pajarita’, en reconocimiento a su trayectoria vital, laboral y profesional   por el respeto y mantenimiento del patrimonio histórico portuense, en cualquiera de sus manifestaciones. Sus continuadores al frente del antiguo Horno de las Cañas, han desarrollado una clara labor en la preservación del patrimonio etnográfico local y el mantenimiento de un oficio y un ambiente tradicional durante muchos años. Como destacó el alcalde, Enrique Moresco, «ya en pleno siglo XXI la panadería ‘La Pajarita’ es de las pocas que quedan en nuestra ciudad manteniendo el oficio de siempre».

Diploma del Centro Municipal de Patrimonio Histórico, otorgado a La Pajarita.

El acto, celebrado en los primeros días de diciembre del pasado año con motivo del Día Local del Patrimonio Histórico, instituido por el Ayuntamiento para celebrar que el 4 de diciembre de 1981 el Conjunto Histórico de El Puerto de Santa María fue declarado ‘Bien de Interés Cultural (BIC)’, algo que supone --al menos en el papel,  que lo soporta todo-- que nuestro centro goza de especial protección de los poderes públicos. Algo que no se entiende a la vista de los desaguisados que hemos seguido viendo cometer desde hace 30 años, cometidos contra el patrimonio de todos los portuenses.

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El ambiente bullicioso de la Placilla. En el centro de la imagen, Isabel Oreni Mayi, esposa que fue de Antonio Álvarez Herrera. Al fondo, la tienda de Nicanor y el Bazar de Loza y Cristal, en la calle Ricardo Alcón, antigua calle Correo o Muro.

Añoro a la que fuiste; a esa, a la bulliciosa; a la que a las claritas del día me despertaba con el eco de los pregoneros. Puñeteros, no me dejaban dormir. Unos te ofrecían las mejores frutas;  otros las mejores lozas, las mejores macetas,  juguetes,  flores, 'tajaítas', churros y hasta bragas, etc... --¡Ya lo habían conseguido! --refunfuñaba-- ¡aquí no hay quien duerma! Pero qué alegría tenía mi Placilla, daba gloria  ver  como se esmeraban los comerciantes preparando su género.

Era un trasiego de mercancías, algunos como Paco 'el Jerezano', la acarreaban desde  la desaparecida Posada de la  Fruta en la calle Ganado. Era todo un espectáculo. Las señoras con sus canastos, las había que rebuscaban por todos los puestos; no eran buenos tiempos y había que apañarse bien con lo que se tenía pues  eran muchas las bocas que alimentar y había que hacer virguerías con los  escasos recursos de que se disponía. Otras, en cambio, eran fieles a sus proveedores, eso  les garantizaba un trato deferente.

El puesto de frutas y verduras de Manuel Raposo Ruso 'Carrizales' y su señora Manuela López, en la esquina de la fachada del Mercado de Abastos, frente al Bar Vicente.

Imangen la misma esquina, vemos que a la derecha, la puerta del Mercado es de rejas de madera.

La clientela, posando para el fotógrafo, ante unas frutas perfectamente alieadas, amén de las que penden de sendos clavos en la pared del Mercado de Abastos.


Otra visión del mismo espacio expositivo y de ventas. Los puestos tenían toldos para proteger las mercancías de las inclemencias del tiempo. Todas estas imágenes son del puesto de 'Carrizales'.

Los puestos de fruta ocupaban gran parte de la Placilla. Tenían una estructura de madera que les permitía exponer con armonía los diferentes artículos. Estaban Agustín Vela y Carmela Durán --mis padres--, Juan Malete y su esposa María, tenían una perrita --Estrella-- que me dejaban pasear y eso me encantaba. Tobálo, Santiago Martín-Arroyo, Manuel Raposo Ruso 'Carrizales' y su señora Manuela López; María y 'el Toto' cuñado de Antonio López 'Veneno' que tenía una Pescadería  junto a la Alpargatería de José Ramírez.

En la imagen, con delantal, Carmen, tenía su puesto de frutas junto al Alpargatero.

Junto a ellos tenía su puesto la señora Carmen --creo que tenía dos hijas: Carmelita, a la otra siento no recordarla--. No era la única Pescadería de la Placilla; estaba el puesto de Manolito 'el Cochino' que por las tardes lo abría su hermana Carmelita y que era muy graciosa, a la que más tarde reemplazó su esposa, Milagros, una gran señora.

Otros muchos comerciantes utilizaban una especie de tenderetes, que les resultaba fácil recoger cuando terminaba la jornada laboral. Así era mi Placilla, un hervidero de gente, cada uno a lo suyo, ganándose el pan como buenamente podían.

En la imagen, un isocarro con publicidad de Fino Quinta, en el que Juan Pérez, el repartidor, está dejando una caja de madera con botellas de cerveza de vidrio no retornable, vacías. Vemos los puestos del exterior del Mercado, plegados. La bicilceta era el vehículo por antonomasia de los pobres.

En esa época las bicicletas eran los vehículos de los pobres. Los hombres  hacían muchos kilómetros  para traer a El Puerto alguna caja de frutas ¿Se imaginan ir hasta Chiclana y, a la vuelta, venir cargados con una o dos cajas de Damascos? Pues eso era casi a diario y, conociendo a mi padre, seguro que traía una más, no por vanidad sino por su gran fortaleza. Había quien se ganaba la vida con aquellos inolvidables Isocarros, muy útiles para reparto.

En el Café Moderno, actual Cafetín, detrás de la barra Juan Pérez, repartidor de cervezas con Isocarro, Ángel Sordo propietario del establecimiento y Luis Jurado. Fuera del mostrador, a la izquierda, Luichi Alcántara Torrent y a la derecha, Enrique Gago, propietario del Bar ‘El Pescaíto’.

Si algo bueno tenía mi Placilla era la solidaridad ante algún contratiempo de uno de  los nuestros, que eso éramos: como una gran familia. No todo era perfecto, como no; había quien tenía más guasa... y los que refunfuñaban. Los había encantadores como  Ángel Sordo del bar Moderno: era como un tío para mi; aguantaba que le cantara y bailara y siempre tenía algún gesto de cariño para todos los niños del barrio. Vicente, su hermano del Bar los Dos Pepes. Remedios la portera del Teatro Principal que nos dejaba ver películas en un proscenio junto al escenario. La señora Pilar Lagunas, de 'los Maños', Fermin 'el Carbonero, 'el Boli' que era recadero, junto a Antoñito 'el del Penal', otro recadero; José y Lele, barberos; Enrique el del 'Refino de los Muertos'. Encarna su hermana, tenía una taberna 'Las 3 B', que si no me equivoco, hacía  la  mejor sangre encebollada de El Puerto; Miguel Salguero 'el Bollero', siempre amable y risueño. Bartolo, Pepín, María y Conchita y  Cuqui de Ultramarinos 'La Giralda'.


El trajín de la Plaza, con puestos, toldos, cajas y vendedores y mozos de todas las edades.

Los había con todo el salero del mundo  como María la del 'Toto'; Pepa, hermana de 'Kiliki' y 'Kunini', éste último casi nos dejaba sordos a todos con ese vozarrón que Dios le ha dado. Y Pepe 'el de los Dos Pepes' se paseaba en un seiscientos con una muñeca  hinchable; era todo un espectáculo por  su personalidad tan peculiar y esa gracia innata de la gente de Cádiz. Como no, los despistados como Leopoldo, que tenía la mejor carne membrillo de tres colores que yo haya probado nunca; los  preguntones como... mejor lo dejamos; los cocinillas como: Tete Ganaza que hacía un ajo caliente buenísimo a ojos de una niña de pocos años.

Juan González Herrera y sus hijos Juan y Ana González Borrás, en  el puesto de  carnicería del Mercado.

La Placilla se me antojaba enorme, era como un gran patio de vecinos, en los que todos estábamos bien avenidos o casi todos. Recuerdo como en ocasiones me llamaban Servando y José 'el Barbero': los dos me pedían que les barriera; uno me daba las mijitas de las galletas, el otro me  montaba en la silla de trabajo y me daba vueltas porque era giratoria. Lo hacían porque les encantaba los niños, no había ninguna maldad, José comenzó  a llamarme Marusela --decía que me parecía a una cantante de ese nombre-- y a día de hoy para él sigo siendo Marusela.

En la calle Sierpes, Dolores Dosal, Manolo Picazo, con pantalón de peto  y Manolo Martín-Arroyo, con sombrero blanco y mandil, delante del puesto de fruta y verduras.

Recuerdo  cómo íbamos a comprar  la leche con nuestras lecheras de aluminio, unas veces a la calle Luna, otras creo a la calle Vicario, a Santa María en casa Carmina. Y  lo mismo pasaba con el aceite: lo comprábamos a Genaro que tenía su almacén entre  Placilla y Luna. Y nada de un litro, un cuarto, o medio litro como mucho: había para más.  Era época de colas para la leche, el aceite, el picón, carbón, parar las sillas de la Iglesia Mayor; todavía recuerdo a la señora Juana, creo, repartiéndolas; ella sabía a quién  pertenecían y rara vez se equivocaba.

Paquito y Pedro Álvarez Herrera, hermano de Antonio Álvarez, primer alcalde constitucional del periodo de los ayuntamientos democráticos.

Y no digamos para en cine, sobre todo si  había algún espectáculo. Y de cambiar los tebeos en el Liberato en la calle Vicario. Por la tarde, los niños éramos los reyes de la Placilla; las niñas jugábamos a la china, al elástico, a la comba, a la pelota, al pañuelo, al  diábolo, al  coger, al esconder, etc. Los niños también jugaban con nosotras, pero  los juegos eran más en grupos. La mayoría de los niños éramos nacidos en la Placilla y alrededores. Muchas de las cancioncillas de la época todavía las recuerdo y, en ocasiones, me han servido para distraer a mis hijos y ahora a mi nieta.

En la desaparecida recientemente tienda de Genaro, vemos a su madre, Ramona Salas.

En mi adolescencia se reunían en la Placilla muchos jóvenes a los que se les llamó  'placilleros'; supongo que se hicieron  conocidos por el gran numero de ellos; yo lo que recuerdo es que, en una ocasión de apuro, eran los días de la fiesta del Mercado,  agradecí que vinieran en mi ayuda. Eran 'el Bestia', Eloy, los hermanos Rojas, los Crespo, los Ojeda, 'el Pesca', 'el Carlangas', Ernesto, etc.

De izquierda a derecha, con el micrófono, Antonio Romero Castro, Jefe de Negociado de Fiestas del Ayuntamiento, Miss Simpatía, Mariana, hija de Luchi Ganaza y nieta de Tete Ganaza; Miss Mercado, Dolores Moreno Figueras --esposa de ‘Lele el Pescaero’--, Manuel García funcionario municipal padre de Manolo García Campos, Carlos ‘Carlangas’ pescadero, asoma la cabeza el concejal Juan Ponce, la siguiente Miss, de la que no conseguimos leer su distinción, es hermana de de Antonio e hija de Angelito, quien tenía la frutería junto a la Carnicería Centro, en la calle Ganado y Calzados Ramírez, y Pedro Osborne Domecq. Fiesta del Mercado, el día de la Inmaculada, 8 de diciembre de 1972. /Foto: Rafa. Archivo Municipal.

Esta era  mi Placilla, la del olor a café  recién tostado, a pan tierno, a suspiros de La  Pastora, a fruta, a bollos, a huesos para el puchero, a pescado fresco, a carne de toro, a aceitunas, a aceite, a manteca colorá, a  flores, ...  En definitiva a vida, a sacrificios, a amistades sinceras y a mucho, mucho respeto. Gracias a todos,  siempre seréis mis buenas  y entrañables  gentes de La Placilla. (Texto: María Jesús Vela Durán). (Fotos: Colección A.F.G.).

Más nótulas de la Placilla en Gente del Puerto:
366. La Placilla en la década de 1950.
684. Motes en la Placilla.

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Pedro Cairón Calatayud nació en la calle Aurora, muy cerca de la Plaza del Polvorista el 2 de febrero de 1921. Tiene 90 años. Sus padres fueron Josefa y Buenaventura de ahí que sea conocido como ‘Pedro Ventura’. Con dos años, al fallecer su madre, lo mandaron a vivir junto a su hermana Francisca, a Cádiz, donde estudiaría Primaria en el Colegio de Antonio Fazán, durante seis años.

...continúa leyendo "1.018. PEDRO CAIRÓN CALATAYUD. Pedro Ventura."

| Texto: José María Morillo.

En este video, Antonio cuenta de viva voz, su historia, con todo lujo de detalles, haciendo gala de una memoria prodigiosa a sus 95 años.

Hoy tiene 95 años y una memoria prodigiosa. En abril del pasado año 2010 traíamos a Gente del Puerto a Antonio González Morillo, ‘Antonio Guindate’ que nos contaba una interesante historia en relación a la antigüedad de la Feria, en su origen como Feria de Ganado, tras el lapso de 1916 ante la decadencia y falta de negocio de la misma y después de la Guerra Civil.

...continúa leyendo "1.013. CONTROVERSIA: ¿EXISTIÓ FERIA EN 1942?"

6

La historia de este Gran Puerto de Santa María está hecha a base de montañeses. Si no, repase Vd. el Libro del Repartimiento de Alfonso X, por cierto publicado hace escasas fecha en una edición escrupulosa del Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla Manuel González Jiménez.

Habrán habido, en el tiempo avalanchas de genoveses, de flamencos, de franceses, de irlandeses... pero el germen de la demografía portuense ha sido siempre montañesa. Aquello es Castilla pura, es la mar de Castilla. En todas las épocas esta Baja Andalucía ha sido un atractivo para los montañeses y ya sea de chicucos, ya sea de comerciantes, cualquiera de ellos, escarbando un poco tenían unas ejemplares y claras ejecutorias de hidalguía, cuando no de nobleza. Todos.

Maximino era montañés. Maximino Sordo Díaz (Trescudia, Camijanes, 1912-El Puerto, 1982) no se llamaba Maximino, sino Luis-Maximino. La verdad es que poca gente lo sabía. Entre ellos mi padre, Luis, yo, Luis, ambos de San Luis IX, Rey de Francia, el 25 de agosto, felicitábamos a Maximino en su día y a una señora, Luisa , Aquino Arnosa, viuda de Quijano, que también celebraba ese raro santo de agosto.

El restaurante 'El Resbaladero' o 'Resbalón', a la izquierda, en la década de los 30 del siglo pasado, con el castillo de San Marcos sin la  restauración a la que lo sometió Hipólito Sancho.

El abuelo de Maximino, Mateos Sordo, ya recaló por aquí en el último tercio del XIX y trabajó en "La Vega", en Jerez. El padre, Francisco Sordo también, aunque luego se fue a la Montaña para casarse y no volvió sino para ver a sus hijos Maximino, Ángel y Cosme que se vinieron a El Puerto, a "Las Mellizas". Maximino tomó "El Resbaladero" en el 36, un restaurante que tenía una honda tradición marinera, andaba en boca de todo el mundo e incluso en páginas escritas por Pío Baroja o José Navarrete.

Bar 'Las Mellizas', actual Bar Vicente.

En el 37, Maximino marchó a El Arrudo y se casó en Vielba con su novia Feliciana de la Torre y se volvieron a El Puerto. En el 41 amplió su negocio con "La Fuentecilla" y algo más tarde tomó el "Bar Central".  Su imperio fue ampliándose con el Tiro de Pichón, con el Club "El Buzo" y el Club Naútico, en El Puerto o con la caseta del Casino Nacional en Jerez. Además tuvo un catering acreditadísimo para bautizos, primeras comuniones, bodas y cualquier otra celebración.

Fachada del Restaurante El Resbaladero, con toldos y mobiliario antiguo. /Foto: Neto Anelo.

Barra y estanterías bien provistas de El Resbaladero.

Cuadro de 'El Resbaladero', pintado por Juan Lara. La polémica de aquel cuadro la hemos contado en GdP en la nótula núm. 670.

Imagen del comedor nuevo del Resbaladero.

En los sesenta, El Puerto comenzó a expandirse y se establecieron otros, de modo que el casi monopolio de Maximino empezó a resentirse. Se decía por aquellos entonces:"El Caballo Blanco, el Cangrejo Rojo, El Candil Verde y... Maximino Negro". (Texto: Luis Suárez Ávila).

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