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50lasalle_francis_puertosantamariaEvocación de los Alumnos, en representación de los cincuenta cursos, escrita y leída por Francisco Andrés Gallardo, antiguo alumno, durante el acto inaugural.

PRETÉRITO PERFECTO.
Lo que hubiera dado por remachar en la red el gol definitivo de aquella mañana de fiesta de mayo. Sentirme campeón a la sombra de aquellas torretas rojas, las que dejaban tiznadas las camisas. Lo que hubiera dado por alzar la copa futbolera que nunca tuve y tener todas las respuestas en el Futbigol.

Lo que habría dado para que mi torpe trabajo de hilograbado, un junco asiático o una mariposa imposible, se hubiera convertido en la estrella de la exposición en el Cascarón

Lo que hubiera dado por acumular más vales que nadie ante don Siro; el que hubiera aparecido en el panel como delegado, o al menos como simple responsable de los sacapuntas; el que hubiera conseguido más bolis en los agujeros excavados junto a la tapia; el que hubiera sorprendido a todos con una impresionante jugada soviética en aquel ajedrez de paño de don Antonio.

Lo que habría dado por un sobresaliente en abrazos de buenos amigos, por una medalla en voleibol de manos del hermano Ángel. Y haber triunfado en la cantera del hermano Aniano. Lo que habría entregado por haber sido siempre el primero en la cola del bocadillo, el primero en salir cada mediodía y el último en entrar de la fila del recreo o en entregar la tarea del fin de semana. No pude tener todos los libros de Astérix y Tintín que se deshojaban de abuso en la biblioteca, ni pude completar el álbum de los Billetes del Mundo. Pero tenía ese bolígrafo bic de plástico gris que se empeñaba en quedarse en blanco justo en la tarde que más cuentas había que hacer.

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Una improvisada clase de antaño abrió los actos conmemorativos. El Hermano, con 'babero' como mandaban aquellos tiempos.

Lo que hubiera dado por haber esquivado al Padre Palanca y a la chasca del gruñón hermano Pascual. Por haber tenido correctos todos los ejercicios de Física de don Martín y las ecuaciones de segundo grado de don Joaquín. Y tener el visto bueno de todos  esos problemas del Cuaderno Rubio, problemas de sacos de patatas, trenes que viajaban a velocidad constante y barriles con decimales puñeteros. Ay, cuando los problemas se resolvían a mano, con cuentas en hojas aparte y fórmulas programadas. Nada que ver con los problemas y quebraderos de cabeza que nos reservaba la existencia más allá del concesionario de la Seat.

Lo que hubiera dado por saberme el Credo sin tropezarme, por saber dónde estaba la derecha y la izquierda en la señal de la Santa Cruz, por encontrar todos los complementos circunstanciales de tiempo y dominar todas las trampas para domesticar a los kilopondios, los culombios y los decámetros cuadrados.

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Nicolás Jiménez Aragón, alumno que fué y profesor en la actulidad, habló en nombre de los docentes

Lo que daría  porque sonara la campana ahora mismo para irme a jugar con Morilla y con Quiñonero. Lo que daría por oír la voz de don Eleuterio y ponerme firme ante una amonestación del hermano José Miguel…

Lo que daría y no tengo por aguardar en la puerta de casa a mi padre para que me firmara en la cartulina verde de las notas, esas notas que siempre eran un poco más generosas que nuestros más pesimistas pronósticos.

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Se proyectó un frangmento de una película que resultaba familiar: 'El Señor de La Salle'.

Excmo. señor alcalde, directora. presidente de la comisión organizadora Don Martín. Queridos maestros; estimados padres y compañeros. Hermanos y condiscípulos. Amigos todos.

Que San Juan Bautista de La Salle os siga acompañando cada día y siempre tengáis presente de donde proceden nuestros primeros pasos. Seremos siempre los papeles de El Señor de la Salle. Aún suenan los cuchicheos en el salón de actos porque la película va a comenzar. Cuando la oscuridad era la fiesta en la que descubrimos el verdadero cine de barrio.

Medio siglo es más de media vida. Y toda una vida es lo que se nos amontona en la memoria cuando recordamos lo vivido entre La Rosa y San Francisco de Paula, junto a la Vid y frente a la venta El 7, cerca de la caseta azul de Milagros donde tantos de nosotros nos surtimos de pipas, caramelos y de esos chicles que teníamos que arrojar a la papelera.

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La orquesta 'Plectrum Gaditanum' dirigida por Carlos Coronado, antiguo alumno del centro, formada mayoritariamente por portuenses, contó con un solo de saxo de otro antiguo alumno, Juan Luis Barcia.

Bajo el pavimento del patio está la arena de la playa, la arena de aquellos campos de fútbol que se embarraban con cuatro gotas y que se convirtieron en los estadios de nuestras fantasías. Por la reja que ahora da a la plaza del Hermano Ignacio Javier aún parece que vemos aquel murete que servía de grada y peligroso pasillo de escaramuzas, cuando los ángeles de la guarda, dulces compañías, no podían permitirse ningún despiste con aquellos niños, entonces sólo niños, alimentados con pan con chocolate.

La plaza Hermano Ignacio Javier, qué mejor nombre y lugar para descubrir un amanecer en El Puerto y contemplar la firme estampa del legado de aquel constante fundador y de todo cuanto hicieron quienes ayudaron a levantar medio siglo de generaciones de escolares.

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El coro del Colegio cantó el Himno de La Salle.

Y es uno de los honores más grandes que he podido tener,  representar a todos vosotros y a todos esos miles de paisanos que pasaron por las aulas de azulejos celestes, que llegaron con las rodillas al aire un septiembre de estos, con una cartuchera de lápices de colores, y se marcharon siendo casi hombres y mujeres, mirando al frente con el bagaje de los valores lasalianos y una maleta llena del afecto de don Juan, de los consejos del hermano Francisco o de don Nicolás, de las notas musicales entregadas por don José Luis o de los mapas de colores del hermano Jose María.

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Representantes de los antiguos alumnos de distintos cursos académicos que pasaron por el colegio. (Foto: Alfonso González).

Es un privilegio poder evocaros los olores a cedro, a goma de nata, a cera Dacs y a cera Manley, a cuaderno limpio, a humedad en el vestuario, a barro amasado, a papel charol y a pila de petaca. A sabores como el de la satisfacción del agua fresca en aquellos servicios a los que había que ir en peregrinación. Más de uno no llegó a tiempo. De sabores de embutido zampado en el patio, de peta-zetas de fresa y de citrato negro, de sudor de recreo y jersey mojado.
Qué bien sentir de nuevo con vosotros sonidos como la algarabía tras cada timbrazo, el crujiente hojeo de los libros recién estrenados, las risas tras cualquier disparate en clase y el cascabeleo sordo del aula de mecanografía, ya de noche. Todavía me sobrecoge el sonido de los palmetazos de una regla y me serena la evocación de los rezos infantiles de cualquier mañana de invierno.  Los dedos parecen guardar el áspero polvo de tiza, el tacto pegajoso de la tinta de bolígrafo desparramada y la dulce sensación de acariciar los cristales tibios calentados por el sol de la primavera.

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Autoridades y representaciones asistentes al acto.

Crecí en La Salle Santa Natalia tal vez cuando se revolucionaba esa historia que después pude estudiar a lo grande. Mi generación se estrenó en el colegio cuando gobernaba Franco. Con razón siempre temíamos la palabra dictado... En mi caso el dictador se marchó justo cuando don Siro nos enseñaba aquella copla que decía “ya se murió el burro de la tía Vinagre, ya se lo llevó Dios de esta vida miserable”.
Aún me desconcierta de aquella copla del burro la estrofa que decía: “él era valiente, él era mohíno… él era el alivio de todo buen vecino”.

En 3º de EGB, en 1975, mis compañeros y yo aprendimos coplas que hoy no pasarían el control antidoping de un inspector como ‘A mí me gusta el Pimpirimpimpím’.
En clase aprendimos las capitales de Castilla La Nueva, que mapa más viejo, nos hacía ilusión la visita del hermano visitador, como ese pariente que llegaba en coche desde muy lejos, y después de las vacaciones de Navidad nos peleábamos a la salida con pistolas de juguete y con madelman militares.

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Maria del Carmen López Marchena, directora de las Escuelas Cristianas de la Salle en El Puerto, no olvidó en su alocución a nadie de quienes hicieron posible la celebración del acto.

Soy de otra época, tal vez de la vuestra. Leía tebeos cada semana, comía pastelitos de Cropan y Kubala era mi seleccionador, el de una selección que no era La Roja, si acaso era La Gris porque en casa teníamos un televisor en blanco y negro con un solo canal, el que nos regalaba la Justicia Infinita de Mazinger Z y los chistes malísimos de Bigote Arrocet. Mientras aprendía en La Salle se fraguó la democracia y en la última vez que bajé las escaleras de la puerta principal como alumno lo más azul que quedaban eran los Pitufos. Naranjito iba despidiéndose para recibir a Felipe González y la bandera andaluza ya hacía tiempo que ondeaba por las calles en paz. Fueron años decisivos que pasamos en clase mejorando nuestra caligrafía, el cálculo mental y la memoria histórica. Nos hicimos mayores subiendo escalones, superando plantas y completando fichas y exámenes.

Nos fuimos entrenando en la vida vigilados por la espadaña del edificio presidida por la cruz. Y por el pararrayos de aquellos temporales que anegaban los pasillos y filtraba el agua por las rendijas. El colegio era una inmenso diagrama de Venn, de intensas relaciones biyectivas, un círculo donde nos construimos como jóvenes y nos formamos como ciudadanos, con el disco duro amueblado de recuerdos y conocimientos. Los ordenadores eran entonces de ciencia ficción y lo más móvil que habíamos conocido  era aquel compañero que mandaban castigado de cara a la pared.

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El alcalde de la Ciudad, Enrique Moresco, cerró el acto que había presidido desde el público.

En el colegio estaban el hermano Julio, y el hermano Teodoro, el hermano Telesforo, el hermano Gonzalo, el hermano Eduardo o el hermano Tomás. Y entre los alumnos había auténticas estirpes, los Obregón del Valle, hijos de don Isidro, el portero de siempre, los Rendón, los Morillo, los Pecci o los Fernández Fernández. Eran otros hermanos que encadenaban el apego por el colegio. Porque La Salle siempre me pareció una gran familia, un sistema circulatorio de buenas implicaciones, una sabia combinación de moléculas, un firme cuerpo poliédrico.

Evocar este pretérito perfecto es vivir un presente continuo, el de las lecciones de inglés de don Vicente. Un ‘carrete’, Cantidad por rédito y por tiempo, como nos formulaba don Antonio…

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Detalle de la alfombra de sal de la procesión de la Patrona 2010, dedicado a la efemérides.

Han pasado 50 años en un suspiro. Lo que dura un pastel ante la puerta verde. Se ha cumplido medio siglo de vidas enteras que siempre alzaron la vista para encontrarse con la estatua de San Juan Bautista tutelando aquel edificio que comenzaron a poblar las ilusiones infantiles en 1960. Unos ladrillos que no hubieran tenido mayor utilidad sin la labor de los religiosos que pasaron por sus aulas y la entregada tarea diaria de profesores y profesoras que nos entregaron todo, con su mejor voluntad, su sapiencia y su paciencia. Una tarea con matrícula de honor, la mejor nota que podemos dar a todos estos años sobresalientes.

lasalle_50aniversario_e_puertosantamariaA los profesores que nos educaron y nos enseñaron, muchas gracias. Al colegio que nos acogió y en el corazón siempre nos sigue albergando, muchas gracias por haber existido. Gracias a los que lo hicieron posible y por habernos hecho este favor de convertirnos en hombres y mujeres de bien y haber cumplido con creces aquella confianza que depositaron nuestras familias. Es lo que menos que podemos decir esta noche.

Isidro toca con denuedo la campana. Los recuerdos se ponen en fila en el patio. Empieza un nuevo día. Muchas gracias a todos vosotros.

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Después del acto, se sirvió un aperitivo a los asitentes, el Auditorio de la Victoria estaba completo, aperitivo que no se pareció en nada a aquellos desayunos con chocolate y dulces que se ofrecían a los niños el día de SU Primera Comunión, como en esta fotografía de 1963 tomada en aquel Salón de Actos multiusos. Pero lo importantes fue que el ágape sirvió para que continuara la convivencia.

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cruzados_lasalle_1960_puertosantamariaREVISTA CRUZADOS.
En la Revista Cruzados del 21 de mayo de 1960 se publicaba la siguiente noticia: «El Hermano Ignacio Javier Orbegozo, ha recibido orden de sus superiores, para que en el próximo septiembre, comiencen a funcionar algunas de las clases, en el nuevo Colegio que se construye en nuestra Ciudad, para los Hermanos de las Escuelas Cristianas, y que sigan aumentando cada año nuevas clases, hasta llegar al millar de alumnos.

El edificio puede decirse que ya está hecho, y esto es lo más esencial, pero falta amueblarlo debidamente, como requieren las circunstancias presentes, lo que ha de hacerse con los esfuerzos de todos, para que los niños se aprovechen más y más y sean el día de mañana, hombres útiles a la sociedad cristiana y orgullo para El Puerto de Santa María.

Es cosa sabida por demostrada, aquí y fuera de aquí, la generosidad del Puerto no tiene límites y por ello, se acude con este llamamiento a todos, con el fin de que ayuden a amueblar la escuela que va a ser para todos, pues ya conocen la desprendida caridad de las dos personas que han sufragado la construcción de tan grandioso Grupo, y como se hace necesario más de un millón de pesetas para estos fines, es de confiar que Organismos, Hermandades sindicales y cada familia portuense acudan, que si cada uno aporta cuanto pueda, seguro está, que se superará con creces dicha cantidad.

Para todos será un honor el haber podido contribuir con sus donativos a la realización de una labor tan cristiana, que redundará en beneficio moral y material de esta hermosa Ciudad de Santa María».

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e_fdez_bobadilla_puertosantamariaEnrique Fernández de Bobadilla y Lassaletta es de los portuenses nacidos en Sevilla, el 9 de octubre de 1957. Es el cuarto de siete hermanos, tres por delante y tres por detrás, fruto del matrimonio celebrado entre Rafael Fernández de Bobadilla y González Abreu y la portuense Pilar Lassaletta Pemartín, apellidos que recuerdan claramente su vinculación con el mundo de las bodegas del Marco del Jerez-Xérès-Sherry.

El año de su nacimiento, 1957, ya existían 16 toros de Osborne, diseñados por Prieto, en las carreteras españolas. Ese año se instalaba en la fachada de la Capilla del Hospital San Juan de Dios, el retablo cerámico de N.P. Jesús de los Afligidos. El Ateneo de Sevilla se desplazó a nuestra Ciudad para rendir un homenaje a Pedro Muñoz Seca.  Se construye en la calle San Juan la casa del Cura, en el espacio que ocupaban unos almacenes en mal estado. El Colegio conocido como Asilo de Huérfanas o de San José, en la calle Cielos, instala un internado y medio pensionado bajo los auspicios de la Junta de Protección de Menores. Se estrena en Madrid la versión de Gustavo Pérez Puig de ‘La Venganza de Don Mendo’, con los hermanos Ozores. Nacen el pintor Angel Lara Barea, hijo del también pintor Juan Lara;  el escultor Pablo Tejada, hijo del poeta José Luis Tejada; el pintor italiano afincado en El Puerto, Franco Policastro; Manolo Morillo, actor. Juan Franco del Valle, maestro coctelero. Muere Luisa Butrón, ‘Luisa la del Puerto’ y Norberto Sordo de la Borbolla, uno de los propietarios de la taberna ‘La Burra’, por otro nombre ‘La Andaluza’.

hotel_palaceSu infancia la vivió repartiendo su tiempo por estaciones: los otoños e inviernos en el Hotel Madrid donde su padre, abogado que nunca ejerció,  --acaso de ahí vendría su vocación de director de hotel como lo ha sido en El Puerto-- y la primavera y los veranos en la sevillana Barriada de los Americanos --Santa Clara--, y pasaba temporadas en la casa de sus primos, en el Recreo de las Marías, en la carretera de Sanlúcar, donde hoy existe una Escuela de Hípica del mismo nombre. Estuvo hasta tercero de bachillerato en el Colegio Portacoeli de los Jesuitas, en la capital hispalense. En 1972 se traslada con la familia a Madrid, ya que su padre se hace cargo de la Restauración de los Hoteles Ritz y Palace (en la imagen de la izquierda, fotografía nocturna de la puerta principal de éste último), estudiando en el madrileño Colegio Velázquez hasta la finalización del bachillerato.

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Enrique de pié a la derecha, en un descanso de unas maniobras en San Fernando, durante el Servicio Militar

Con posterioridad, inicia los estudios de Marino Mercante en el Colegio de Huérfanos de la Armada (CHA) y tras dos años en primero, decide realizar el servicio militar en la Marina, en San Fernando, donde pasará los siguientes 18 meses, y unos días de propina por un arresto de última hora. Tras esta prestación, regresa a Madrid, donde inicia los estudios de Publicidad y Relaciones Públicas, los cuales termina en el año 1982.

DE LA PUBLICIDAD AL GLAMOUR DE LOS HOTELES.
Su vida laboral se inicia con 17 años, cuando comienza a trabajar como ‘camarero extra’ los fines de semanas en los banquetes que se daban en los madrileños hoteles Ritz y Palace, dándose la circunstancia de que tuvo la oportunidad de servir el último banquete del 18 de julio en la Granja de San Ildefonso y el banquete de proclamación de S.M. el Rey

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Enrique a la izquierda, seguido de su padre y hermanos, en la celebración de la primera onomástica de S.M. el Rey, el 24 de julio de 1976. Al ser la primera fiesta real,  todos los invitados --unos 800-- asistieron con sus mejores galas. Principio de verano, las señoras con gasas y tules. El banquete, preparado como cocktail, se celebró en los Jardines del Moro, en el Palacio de Oriente. Pero allí se vivió una tragedia protocolaria: a los 10 minutos de comenzar el cocktail empezó a diluviar ante lo cual, los invitados aguantaron como pudieron, debajo de los árboles. Las señoras acabaron con los trajes empapados y con los peinados estropeados.

LLEGADA A EL PUERTO: PERIPLO HOTELERO.
Al finalizar los estudios superiores de Publicidad y RRPP, estará durante un año prestando sus servicios en la agencia de publicidad ‘Mensaje’. Al no estar muy satisfecho con su trabajo en el mundo de la comunicación publicitaria y, tras escuchar la oferta de los hermanos Pedregal --Enrique y Eugenio--, decide en enero de 1984-- hace 26 años, incorporarse a la nueva plantilla que se estaba preparando para la inauguración del primer hotel en el centro de El Puerto, Los Cántaros, donde toma parte en el montaje, decoración y preparación de su apertura, el 29 de febrero de 1984, fijando su residencia en nuestra Ciudad.

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En esta foto aparece junto a sus compañeros durante la inauguración del Hotel Los Cántaros. De izquierda a derecha: Francisco Garcia de Quirós, (actual director del Hotel Santa María), Enrique Fdez. de Bobadilla, Mari Rendón, José Luís Carrera Primitivo a la sazón el director, José Utrera y Concha Monje Reinado.

Tres años más tarde, en 1987, decide cambiar de trabajo y acepta la oportunidad que le ofrecen de incorporarse como recepcionista en el Hotel Avenida de Jerez de la Frontera, hasta que, tres años mas tarde, en 1990, regresa a El Puerto a la recepción del Hotel Santa María, que abría sus puertas en nuestra Ciudad.

expo92SEVILLA Y LA EXPO’92
En el verano de 1991, con los preámbulos de la Expo’92, se traslada a Sevilla para hacerse cargo de la subdirección del Hotel Sevilla Congresos, donde fijará su residencia familiar hasta que, con el cambio de propiedad, en el año 1999, abandona dicho establecimiento. Al año siguiente se incorpora como director del Hotel Costa Lagos, en Torremolinos (Málaga), en un periodo de transición ya que su familia continuaba en Sevilla.

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De izquierda a derecha, Ricardo Fernández, del Hotel Pinomar, José Anguiano, de Hoteles Catalán, Piedad Hernández, de Casa del Regidor, Pedro Boutín, del Hotel Puertobahía, Alvaro Casal, del Hotel Bodega Real, donde está tomada la imagen el verano de 2009, Enrique y su actual jefe, Pedro Bores, presidente de Marina del Puerto, S.A., concesionaria de Puerto Sherry, durante una de las reuniones de Directores de Hotel.

REGRESO A EL PUERTO.
En el año 2002 regresa a El Puerto para incorporarse a la plantilla del Hotel Monasterio de San Miguel, donde desempeñará diferentes funciones, desde Jefe de Recepción, hasta las de comercial y responsable de banquetes.

puertosherry_logo_bandera_puertosantamariaEn su última etapa en hoteles ha ejercido como  director en el Hotel Los Jándalos de Vistahermosa, durante siete años, (2002-2009) hasta que, hace un par de años ha sido fichado por la nueva propiedad de Puerto Sherry, trabajando en el Area de Desarrollo de dicho complejo náutico, deportivo y turístico. Ahí ocupa su tiempo profesional actual, atareado  en buscar nuevas actividades y oportunidades de negocio para crear y dotar de más vida el entorno del puerto deportivo más grande del atlántico sur de Europa.

bobadilla_familia_puertosantamariaSU FAMILIA.
La familia numerosa de la que procede de la que son siete hermanos y la que ha creado junto a María Jesús Esteve Puerto, con quien se casó en 1986 y con la que tiene seis hijos, cuatro de ellos de El Puerto que hacen que sus vínculos con nuestra Ciudad sean más grandes aún si cabe. Los dos restantes, sevillanos.

Siendo novio de María Jesús ambos colaboraban con el Asilo de Ancianos de las Hermanitas de los pobres, ayudando en el comedor. Allí, recuerda,  tuvo la oportunidad de conocer a peculiar huesped que se movía en silla de ruedas: un tío suyo cura, Manuel Lassaletta, del que no había tenido noticias, y con el que acabaría trabando una buena amistad.
Entre sus aficiones se encuentra la navegación a vela y aunque parezca una paradoja, no es un gran aficionado a viajar, pero si disfruta «una barbaridad», haciendo pequeñas travesías en el ‘barquito velero’ de su padre.

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Quiero hablar de una de las calles del barrio alto, la calle en que viví mi niñez y mi juventud en los años 50 del siglo pasado. Me refiero concretamente a la calle Cardenal Almaraz en el pasado, nombre que le viene de Don Enrique Almaraz Santos, hijo adoptivo de El Puerto de Santa María, y de otras ciudades españolas, me refiero a la calle Zarza. (En la imagen, el Cardenal Almaraz, que fue Cardenal de Sevilla, diócesis a la que perteneció El Puerto. En 1916 coronó a la Virgen de los Milagros. También fue, Arzobispo de Toledo y Primado de España).

MARGARITO.
Casi todas las calles del barrio alto de entonces, eran de cantos rodados (chinos) desiguales,  bien colocados y asentados sobre tierra, quedando la parte más plana a cara vista, las aceras eran de losas de Tarifa, bien canteadas y asentadas sobre mortero bastardo de cal; las fachadas casi todas estaban blanqueadas con cal apagada,  los zócalos eran pintados igualmente con el clásico amarillo de El Puerto, que se compraba en las calerías con esta nombre, los pinceles y brochas que eran utilizados para este fin eran fabricados por Margarito, esquilador profesional muy acreditado por la cabaña caballar, mular y asnar de El Puerto, dejaba a todo sus componentes en perfecto estado de revista, Margarito vivió junto a su mujer Jerónima en la Calle Espelete; rejas salientes de hierro forjado y azoteas visitables, que al reflejo de la luz solar de medio día lastimaban los ojos.

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La calle Cantarería, donde se aprecian perfectamente los chinos de la calzada y las aceras de losas de Tarifa. A la derecha un borrico, con los serones de esparto, posiblemente esquilado por Margarito. A fondo, el campario de la Prioral.

ROSARIO STENTERELLO.
La perspectiva que ofrecía todo este paisaje con el azul del cielo más limpio que se pueden ustedes imaginar, era increíblemente bonito. Casi todas las casas  eran de una sola planta, algunas tenían la puerta del zaguán en forma de postigo, para que las bestias pudiesen entrar con serones incluidos. El tráfico era escaso, casi inexistente, junto a nuestra casa vivía  un taxista Luis Carreto que tenía el clásico Ford, que había que ponerlo en marcha a manivela, pero ¡oiga!, arrancaba a la primera.

carboneriaUna vez al  año más o menos, Rosario Stenterello, industrial carbonero, oriundo de Italia recibía de no sé donde un camión de carbón en su almacén que estaba junto al bazar de Paca la del Inglés y lo mismo en la carbonería de Manolo que estaba en una finca, frente al núm. 25, propiedad de Mauricio León, creo que hoy la utilizan como garaje, entonces en vez de gasolineras había carbonerías. Rosario Stenterello y su mujer Milagros tuvieron, una carbonería en la calle Ganado, justo en el sitio que está la galería de arte de Rafael Fenoy, sin embargo el almacén de carbón estuvo  en calle Zarza.

LA BRIGADA DE LOS GALLEGOS
Para la descarga del carbón se utilizaban una brigada de hombres que le decían "los gallegos", tenían su cuartel general en la taberna "Antigua de Rueda", eran seis o siete hombres fornidos,  puro músculo; el jefe se llamaba Carrasco, hacían este tipo de trabajo, descargaban o cargaban harina, trigo, una maquinaria pesada, o costaleros en Semana Santa, o lo que fuese.

ZARZA, UNA CALLE LLENA DE COMERCIOS.
El resto de trafico, que pudiese haber podía ser el reparto del almacén de coloniales de José Velarde Diaz-Munio. Para este menester El Sr. Velarde tenía dos repartidores,  los hermanos Diego  y  Curri que diligentemente en un triciclo repartían las mercancías propias de  alimentación .

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Calle Zarza, al fondo la calle San Juan. (Foto: Rafa. Colección C.P.O.)

Debemos tener en cuenta que en aquellas fechas en esta calle, en el tramo comprendido, desde calle de San Juan a calle Rosa, "el tejido empresarial" era el siguiente: diez tiendas de alimentación, una lechería, dos barberías, cinco tabernas, un zapataro remendón llamado Marroquin, una carbonería, la fragua de Canales,  un taller de calderería y además una familia, apodados los Vinagres, que tenía un rebaño de cabras, las cuales ordeñaban en plena calle, vendiendo la leche a cualquier persona que la solicitara, leche  rica de cabra,  espumosa, calentita,  nutritiva,  y sin bautizar, un lujo. Al final de 1.959 se instaló en el nº 25 un taller de imprenta.

ARTESANOS Y VENDEDORES AMBULANTES.
Además, los vecinos éramos visitados por artesanos y vendedores que venían ofreciendo sus servicios y mercancías. Casi todos venían a bordo de burros de Lucena, bien  herrados y aparejados. Algunos traían, por ejemplo, --recuerdo el pregón--: «--Los arneros, las zarandas, tapaeras e lata, María», otros cargados con redores de esparto, utilizados como alfombras: «--Hay reondeles», algunos venían cargados de botijos, cántaros de Lebrija, lebrillos, macetas, etc.

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La carbonería que existía en el Palacio de Purullena en la calle Cruces. Los carros, como los de la imagen también tirados a mano, eran imprescindibles para el transporte de mercancías.

plato_con_lanasVenían también lañadores que arreglaban los lebrillos y cántaros rotos, era uno de los trabajos que más me gustaban: estos artesanos cogían un lebrillo que se utilizaba como pila de lavar roto, unían las piezas y haciéndole unos taladros en ambas piezas rotas, le colocaban unas lañas en forma de U que previamente habían puesto al rojo en un anafre; una vez colocadas se enfriaban estas y las piezas quedaban perfectamente unidas y el lebrillo una vez lleno de agua no salía gota alguna.

Afiladores con su clásica flauta de pan y pregón que todos conocemos, arregladores de paraguas; vendedores y vendedoras de géneros; vendedoras de colonias; diteros  cargados de grandes cestos de mimbre llenos de cachivaches; el ciego Cadenas pregonando: «--Cincuenta iguales»; el Miji con su carro de helados: «--Rico mantecado helado al corte, el polo helado»; el Picha con  su pregón «--Higo a chica, higo a chica»; Serafín con su carro de pescado: «--Llevo la caballa, gooorda... vamo a la caballa»; el Guarigua vendiendo cemitas, etc.

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Todo esta algarabía  y trasiego gente arriba y abajo, daba un colorido especial a pesar de las carencias de aquellos años, había una vida en la calle importante, desde el amanecer, gente fuera de casa, cada uno a su quehacer, hombres al trabajo, señoras a sus labores, niños al colegio, los ociosos de siempre con manos en los bolsillos, esperando el porvenir, o algún que otro trabajo que no llegaba, cualquiera sabe.

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Útiles para el juego de la billarda.

JUEGOS EN LA CALLE.
Las calles de entonces, eran nuestros campos de deportes, podíamos jugar a todo, a los bolindres, al fútbol, al mocho y la billarda, en algunos trozos de acera lo suficientemente plana se podía jugar al trompo en la modalidad de robaguita; al salto en bua, a la palmá, a las guerrillas, y a un sinfín de juegos inocentes que entonces se estilaban.

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El escudo de la Orden de los Mínimos en la vivienda número 69 de la calle Zarza, en remodelación, con la inscripción ‘CHARITAS’ en un sol. (Foto: Alfredo García Portillo).

Había un arriero que vivía en calle Espelete, casi a la esquina con Zarza apodado Mojamé, que llegaba a comer a medio día a su casa y dejaba la recua de burros sueltos, los animales se ponían a mordisquear las hierbas, que nacían  entre el suelo enchinado comiendo y comiendo se alejaban sesenta o setenta metros, cuando salía  Mojamé de su casa  y  no veía a las animales donde los dejó, con vara de acebuche en mano, empezaba a soltar una jerga de improperios, que solo Dios y él entendían y por lo vistos los burros también, ya que volvían con las orejas gachas al lugar de origen.

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La calle Zarza, esquina con Rueda, 'tomada' por los peculiares ocupas de la Barriada José Antoniio.

Por la tarde, cuando el Sol se iba marchando a otros lugares, se regaba las calles y las chicas casaderas se sentaban en sillas de anea, y se ponían a hacer las famosas mallas de Terry, con nótula 149 en GdP. De vez en cuando algún que otro rondador de turno con el pelo peinado con exceso de brillantina y pañuelo colgado el el bolsillo de atrás, contoneándose como torero de postín, hacía su habitual ronda a la morena de sus sueños. Más tarde casi oscureciendo, un ejército de golondrinas, vencejos y panarrias , recorrían la calle desede San Juan a Espíritu Santo, atiborrándose de los mosquitos que llegaban de la cercana marisma. Más tarde, todo era silencio, después algún  que otro gallo, se encargaba de anunciar el alba y otro día. (Texto: Francisco Bollullos Estepa).

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Estimado Sr Suárez,
He dado con esta página por casualidad, buscando información sobre mi familia y, al leer su artículo, ¿Portuenses?, me he quedado sorprendida de la exactitud con la que retrata a los paracaidistas que aparecen por nuestra ciudad. Y si me lo permite, me gustaría aportar un nuevo grupo: portuenses emigrados. Ahí me incluyo.

Nací, me crié, me casé y tuve a mis hijos en esa nuestra ciudad. Por cuestiones laborales, mi marido y yo tuvimos que marcharnos. De esto hace diecisiete años. No encontrábamos trabajo, y la oportunidad se nos dio fuera. Como  tantos y tantos amigos, compañeros y familiares.

Al leer su artículo, me pregunto si tanto paracaidista que ha pasado por nuestra ciudad, con su política pucherona y de pelotazo, no habrá causado que los propios portuenses hayamos tenido que marcharnos de nuestro querido Puerto, porque ahí nunca encontrábamos oportunidades.

Yo vi muchos casos de paracaidistas que pasaban por delante nuestra, como pensando que nosotros somos tontos de remate porque somos pacíficos y simpáticos (¿o no?), pisándonos el trabajo, diciéndonos que no éramos profesionales y demás paparruchas que tantas y tantas veces nos han contado ya. Veo que no soy la única que se ha dado cuenta de que dar tanto poder a tanto personajillo es un reverendo error.

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Playa de la Muralla.

Cuando voy a mi pueblo (para mí siempre será mi pueblo), la alegría me embarga al ver las primeras luces de Valdelagrana... pero acto seguido, se me caen dos lagrimones "como garbanzos", que diríamos por allá. ¿Que ha pasado con nuestros pinares? ¿Qué fue del Camino del Aguila? ¿Y la playa de la Muralla, que le pasó? ¿Y las chocitas de la Calita?¿Y la Huerta, donde comprábamos cigarrillos y bebidas los jóvenes? ¿Y donde se va la gente ahora cuando quiere comerse la tortilla en el campo? ¿Los niños del Puerto ahora que hacen?

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Monumento a Muñoz Seca en la Plaza de Isaac Peral.

Ya no juegan en las calles. Qué pena de Plaza Peral, con ese rinconcito dedicado a Don Pedro Muñoz Seca (otro ilustre portuense, que parece que a veces se olvida)... todo lleno de graffitis y medio en ruinas...

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El desaparecido Tabernón de Merello, en la calle Santa Lucía.

Que pena de tantas y tantas tasquitas que han tenido que cerrar porque la gente iba a chiringuitos como "Costa Casta", que encima de cobrarnos un dineral por un cubata (permítame el lenguaje coloquial) de garrafón, dejaban sin negocio a medio pueblo y se lo llevaban calentito para Madrid, dejaban la plaza del Castillo hecha un asco, a los vecinos (amigos de toda la vida) sordos, ... y encima, el nombrecito... insulto indirecto directísimo a las chicas portuenses, entre las cuales me incluyo. Que sepan que hemos sido castas porque en realidad, los paracaidistas no nos han interesado nunca... bueno, para novietes de verano, jaaaajajjaaja... y nos hemos casado con portuenses, que bien nos dijeron nuestras madres que de los de fuera, ni la hora... a ver si se piensan que somos bobas... anda yaaaaaaaa!

Disculpe este pequeño exhabrupto, pero la ocasión la pintan calva para mi pequeña queja, que llega con veinte años de retraso. Gracias por leerme, y enhorabuena por su artículo. (Texto: Mila Sánchez Matabuena).

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Y los personajes que recuerdo, se me hacen interminables, tratare de recordarlos todos. A los que nombré con  anterioridad, el Beau Brummel de la Playa, el hermano de Antoñito Ortega, fijata al viento, andares de torero, elegancia del tres cuartos, y sus primas María Luisa y Manolita, las niñas de las maquinas Alfa.

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Playa de Fuenterrabía. Portada del folleto del verano de 1962.

A María Luisa se le ve aun por Fuenterrabía, tras un montón de años despachándonos cintas y tiras bordadas en Velasco en Sevilla con su marido tristemente fallecido; y Manolita que era un encanto, mona, mona, mona, que iban al Canal a cruzarlo; y Miguelito Rodríguez, haciendo de guardaespaldas por si los padres venían. También recuerdo a Clarita Chamorro que se casó con Felipe Sanz, el cual trabajo mucho allá por el Norte y Madrid. Me dicen que posteriormente fue comisario en El Puerto, pero yo creo que ya venia cansado y agotado del trabajo que sostuvo, falleciendo posteriormente muy joven y creo que a Clarita, siempre se le quedo carita de tristeza del sufrimiento que ella también sostuvo.

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El vapor saliendo a la Bahía, junto a La Puntilla, con el espigón aún sin construir.

Los Merchante también fueron familias con raigambre y categoría en La Puntilla, tanto una como otra ya que había dos ramas, la de Manolo Merchante y demás hermanos y la de su primo Juanele «--¿A ti quien te gustaba Celia o Ana María?», con otra tropa de hermanos… La de Manolo, madre cristiana y con porte, al cargo de tantos hijos, entre ellas Carmen que vivió un gran amor con Miguele Forte, que la quiso mucho también. Por aquel entonces ya se configuraba una pandilla de mayores, con los amoríos de Jacinto Cossi y Marisa Muñoz, madrileña, que felizmente terminó en boda, marchándose a Madrid  a vivir, creo. La hermana de Juanlu Bermúdez y su hermana Lalote, la de la Granja, que decidieron irse a vivir a Madrid, que buenas gentes, ¿alguien sabe e ellos?. Todo lo grande que eran, eran así de grandes, de buenos. También andaban con los mayores, mi hermana Juanita, la cual ya no vive, en reunión las Merchantes y Milagrito Jiménez, la mujer de José Antonio Osborne, que a consecuencia de ese idilio cada dos por tres se iban a visitar la bodega Osborne.

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Limpieza en las playas en 1970.

Y los mayores, mayores… encabezados por orden de casetas, iban desde la caseta de los Ortega y las Máquinas Alfa, las de Encarna y Agustín de Córdoba con su suegra y sus hijos: Ángel, que se hizo salesiano, Pepe, Carmen, Agustinito, etc. Pasillo por medio y a continuación la de Doña Boni, con sus sobrinos los Repiso, mi madre María Pepa, la caseta de Severo, funcionario del penal, caseta a la que venían su cuñada, que era campeona de natación de Sevilla, con su marido Práctico del Puerto de Sevilla al que, según decían, le habían ofrecido terminar la película de Tyrone --Tairon para los amigos-- Power, cuando se murió en el rodaje en España de la película de ‘Orgullo y Prejuicio' ¿era esta?.

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En los setenta ya empezaban a aparcar mejor en las playas.

La de Don Gil Gómez Bajuelo, director de ABC y cronista de Toros y Deportes, junto con su mujer y cuñada,  también andaban por allí sin faltar un año. Manolo, el bañista,  lo primero que hacia era ponerle su toldo en la orilla… y Los Rodríguez, Don Miguel, padre de Miguel, José María y Milagrito, que nadaba tela de bien, su caseta era blanca y amarilla a rayas transversales; la caseta de María, que era una muñeca y su hermana Sioni que se fue a America con su marido, la de los Cossi, donde estaba la hermana de Jacinto,  Matildina creo que madre de la que fue Directora de Medios de Comunicación de la Junta, Tily Santiago; y la caseta de los Fombuena que estaba mas pegada al Bar Priñaca, donde el bueno de Manolo Fombuena se empeñó, un año, en que nos preparásemos el ingreso en Magisterio, obligándome a estudiar por las mañanas en la caseta, hasta que me harté y me fui con la reunión que teníamos.

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El Parque Calderón, a la izquierda los soportales y al fondo el Convento del Espíritu Santo.

Y pasamos de la playa al Parque Calderón, tarde-noche donde nos encontrábamos, todos los jóvenes de La Puntilla, nombrados al encuentro de las niñas que nos gustaban, Celia, Ana María, Eli,  Mery, etc.. Largos paseos, creo, hicimos kilómetros de acompañamientos, solo eso. Y venga a hablar, hablar y de vez en cuando a fardar un poco de niki rojo con chaleco azul, tipo Dúo Dinámico a ver quien impactaba mas a las niñas. Se decantaban ciertas posiciones, pero nunca llegaron a confirmarse. ¡Que diferencia con hoy!. En diez minutos se arregla todo. Empezábamos a fumar, ¿te acuerdas Juanele que íbamos a una tienda de Ultramarinos, donde había un mariquita, que con solo vernos nos ponía muy baratito un paquete de Pallmall largo?. De aquellas reuniones no salió nada, solo recuerdos, que hoy empiezan a cristalizar en otra amistad nostálgica, pero llena de encanto

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El guardia de la porra en la Plaza de las Galeras Reales sobre 1960.

Y como espectáculo deportivo junto al Parque, en la Plaza de las Galeras, el habitual Torneo de Baloncesto entre la Bazan, El Puerto y los niños de Rufo; eran estos falangistas cuyo entrenador era Rufo, jóvenes y bajitos pero sabiendo jugar tela. Por parte de El Puerto, estaban los Casado, --a la memoria se me vienenn los recuerdos de Milagritos y su hermana que se metió a monja, ambas fallecidas--, reforzando el equipo los Rodríguez, Miguelito y José María. ¡No fardaban ná los dos hermanos, con eso de que jugaban en el Natación de Sevilla!

Eran importantes estos partidos, nos jugábamos el honor ante la Bazan, que jugaba de amarillo y los niños de Rufo, que llegaban a la cancha en formación, tal cual Falange, prietas las filas, flechas marciales, … con el resto del campamento de Batalla del Salado como hinchada. Siempre ganaba El Puerto. Y hasta aquí llega este largo relato. Seguiremos desgranando recuerdos, antes de que la memoria nos falle. (Texto: José Luis Calle).

(*) No se sabe a ciencia cierta si, por el contrario, es un porteño en Sevilla.

Otras nótulas de la Serie de 'LA PUNTILLA' por José Luis Calle.

719. MI PLAYA YA NO ES MI PLAYA: LA PUNTILLA. Memorias de un sevillano en El Puerto (*)
725. MI PLAYA, SIEMPRE MI PLAYA: LA PUNTILLA. (II). Memorias de un sevillano en El Puerto.
733. GENTES DE LA PUNTILLA (III). Memorias de un sevillano en El Puerto.

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Hoy miércoles 18 de agosto, la fotógrafa Antonia Flores Cebrián presenta una colección de fotografías a tamaño natural de Gente de El Puerto, de Gente de El Puerto con Arte, de Gente de Arte, en la Sala Milwaukee, a partir de las 21:00 horas.

Antonia ha mirado desde su objetivo. Ha mirado para las personas que forman parte del paisaje local --alguna ya desaparecida como Peligro-- y lo que ha visto lo ha querido contar con sus imágenes, con sus fotografías, con estos 20 iconos vivos, andantes, de este Puerto Alfonsí y Fenicio, Americano y Bodeguero, Marítimo y Turístico. Algunos están en estas páginas de Gente del Puerto, otros, gracias a la sagaz mirada de Antonia, están desde hoy en la lista de personajes a publicar.

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En el cartel anunciador de la Exposición, aparecen de izquierda a derecha y de arriba abajo:

El Chato, Emilio, Tagarnina,
El Ratón, Luis Poullet, José Luiz Arniz,
Morcilla, Adelina, El Coco,
Pepi, Paco del Puerto,
Fernandito, Luis el de los Huevos, El Bini,
Paco Soto ‘el Misterio’, Rafalito, Manolito ‘el Cochino’
Peligro, La Patina, Jesuli

joseluismedinagutierrez_pelligro_puertosantamaria_Uno de los personajes de la exposición, el recientemente desaparecido José Luis Mediana Gutiérrez, ‘Peligro’, nació en el año 1930, hijo de José Mediana Alcaide –que trabajó como arriero y como guarda en el colegio de San Luis Gonzaga– y de Carmen Gutiérrez Lubián, siendo el menor de cinco hermanos, por delante estaban Manuel, Juan, Antonio, Rafael y nuestro protagonista, ‘Peligro’.
Vivió en la calle de las Cruces, en la casa conocida como ‘Casa del Olivo’. Durante toda su vida trabajó en una tienda de Ultramarinos –un almacén–, situado en la misma calle Cruces, conocido como ‘la Tienda del Curita’.
Aficionado a los viajes, aprovechó su jubilación para viajar con el INSERSO a varias ciudades españolas. También estuvo dos veces en Argentina, tierra donde viven familiares emigrados en tiempos pretéritos: sus sobrinos María del Carmen –convivió una larga temporada con ‘Peligro’ en El Puerto, para luego regresar a la Argentina–, Milagros y José, que a su vez son padres de nuevos sobrinos, en segundo grado, de ‘Peligro’.
‘Peligro’ vivió a lo largo de toda su vida con el que, afirmaba, era su verdadero padre, pues como un padre lo acogió y trató: Antonio Gutiérrez, su jefe y dueño de la ‘Tienda del Curita’, que fue quien realmente lo sacó adelante.

Más información de ‘Peligro’, en la nótula 708, en Gente del Puerto.

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De su mayor afición ha conseguido hacer su profesión. Toñi Flores Cebrián, nacida en el Barrio Alto, aficionada al flamenco, fotógrafa de profesión por la afición, amante del mar y del baile… y especialmente aficionada a conocer y entender tantas y tan distintas formas de como se puede sobrevivir, de como rodearse de gente de verdad. Toñi, la fotógrafa, la viajera, tiene un enorme sentido del humor. Creo que mira la vida desde el prisma de la sonrisa: no hay mas que verle la cara. Le saca punta, le busca los tres pies al gato, mira las cosas para, además de buscarle la vida que tienen en su interior y plasmarla en la imagen fotográfica; además, digo para buscarle la vis cómica, el lado histriónico, el lado divertido. A fin de cuentas, la vida son tres días. Uno nos coge trabajando y otro durmiendo. Solo que para ella, ese trabajo también es vida. Es por lo que tiene vida doble. Que no doble vida.

Más información de Antonia Flores Cebrián, en en la nótula  101 de Gente del Puerto.

Exposición: Gente de Arte.
Lugar: Sala Milwakee.

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gregoriocruzvelez_puertosantamariaGregorio Francisco Cruz Vélez nace en la tan portuense calle Luna un día normal: el 24 de febrero de 1954. Ya desde pequeño le decía a su madre «--Déjame hacer lo que me gusta». Muchos años después nos damos cuenta que así ha sido.

Comienza su carrera taurina como alumno en la Escuela “Pedrucho” en Barcelona, ya que su familia emigró a tierras catalanas porque su padre trabajó en la construcción de carreteras por aquella zona.

En Abril de 1974 brilla por primera vez su traje de luces en la plaza de San Fernando (Cádiz). Un año después, en Marzo, debuta con picadores en Ubrique (Cádiz), alternando grandes actuaciones con otras menos brillantes en ruedos muy importantes de la novilleria hasta el final de la década de los setenta del siglo pasado. Participó en el cartel llamado ‘de los seis ases’, invento de varios empresarios para el fomento de las novilladas picadas.

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Debut con picadores en El Puerto.

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Con Manuel Benítez 'el Cordobés' y Manuel Beuzón Luque, 'Curro Luque'.

Quien le diría a El Puerto que en 1979 se bautizaba Gregorio como banderillero y que, cada año, contaría con mayor experiencia en los ruedos. Tanto que llegó a regalarle suspiros de temor a toros que iban a ser lidiados por grandes figuras del toreo: Emilio Oliva, Paco Ojeda, José María Manzanares, Emilio Muñoz, Juan Serrano “Finito de Córdoba” y al desafortunado Francisco Rivera ‘Paquirri’. Con todos vivió experiencias que le ayudaron a mejorar, pero con este último sufrió muy de cerca la máxima crueldad que puede hacer un toro: matar. Gregorio se encontraba en su cuadrilla el aciago día de su muerte en 1984.

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En la alternativa de Emilio Oliva.

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En Ronda con el diestro Paco Ojeda. (Foto Arjona).

Subiendo escalafones, como cualquier persona que pertenece al mundo del toro, ha toreado en las plazas más importantes del orbe taurino nacional e internacional, obteniendo más de 60 premios en todas las plazas y ferias importantes en las que se respira aroma taurino:  tanto con el capote, como con las banderillas.

premiostaurinoscanalplusTodas las plazas y aficionados que lo conocen saben captar su profesionalidad. Es poseedor de premios tan importantes como el ‘Maite’ de Madrid en tres ediciones, ‘Maestranza de Caballería’ de Sevilla, ‘Canal+', en diferentes ediciones --tanto en metálico, como el trofeo que lo acredita--, Premio Nacional Cossio... Y premios del sur de Francia, de temporadas catalanas, de jurados de prensa e incluso de los propios compañeros de profesión. En definitiva un largo etcétera que definen la categoría obtenida por nuestro paisano en su extensa trayectoria. (En la imagen de la izquierda, uno de los premios otorganos por la cadena de televisión Canal+).

El 31 de mayo de 2003, en el Puerto se respiraba un triste ambiente, ya que en El Molar (Madrid) a las órdenes de Iván Vicente, Gregorio Cruz Vélez le pone su par de banderillas al toro que pertenecería a su última corrida. Una lesión en la espalda le obligaba, muy a su pesar, a retirarse de los ruedos que tanta gloria le dieron y que a la postre es su vida. Un adiós que no es un hasta nunca, puesto que un torero lo es hasta el último de sus días;. Siempre será el banderillero de oro de El Puerto.

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Con Finito de Córdoba, en una corrida goyesca en Ronda.

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Con José María Manzanares en Sevilla.

Una vez alejado de los trajes de alamares impulsó la carrera taurina del hoy matador de toros Alejandro Morilla. Una vez más demostraba ser conocedor de todos los entresijos taurinos.

El Puerto tiene el honor de contar entre sus empadronados como portuense a un gran banderillero, que es camino a seguir para las próximas almas toreras. Como bien dijo Joselito, ‘Quien no ha visto toros en el Puerto, no sabe lo que es un día de toros’. Y quien no ha visto a Gregorio parear un burel mientras lo decora con los garapullos, andándole toreramente y dando todas las ventajas al mismo, no conoce un tercio de banderillas.

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Gregorio herrando, junto a Isabel Pantoja y Paquirri, metido a ganadero.

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Gregorio, junto a su mujer, María Jesús Vela, Pedro García Nobleja y su mujer Cristina, y Carmen la mujer del desaparecido Cañita, también en la instantánea tomada en la Feria de El Puerto.

Por desgracia El Puerto, indolente, no sabe valorar a todos los artistas que han nacido bajo el manto de la Virgen de los Milagros y un ejemplo muy claro es Gregorio.

Este hombre que tanto empeño ha puesto para cumplir sus metas, que se ha esforzado en sus entrenamientos para luego dar lo máximo en la Plaza y que se ha jugado la vida tantas y tantísimas veces… Es trisque que en su ciudad natal no se le haya reconocido con el honor que se le debería de otorgar.

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En 1985, en el Festival de los Banderilleros de El Puerto, a la izquierda. (Foto Espinosa).

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Como vemos, Gregorio no pierde la afición.

Ha demostrado que ha podido desarrollar su vocación y que su alma es realmente torera, pero aquí en El Puerto, como siempre, lo han tratado como a uno más, siendo muy diferente el trato que recibe en otras plazas y ciudades donde le siguen llamando ‘maestro’.

cruzvelezQuizás el viento de Levante, ese que te despeina mientras contemplas una tarde de toros en pleno mes de julio, o que hace ondear las banderas de la Plaza Real cuando suenan los clarines; o quizás las salinas que rodean la ciudad, sean la excusa perfecta de este carácter duro y de superioridad que, desgraciadamente, califican el trato que dedica El Puerto a sus paisanos más relevantes en la distintas artes.

(Texto: Paco Moreno).

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El fin de semana de los pasados 29 y 30 de mayo se han reunido en El Puerto 70 familiares procedentes de toda España para celebrar un Encuentro en la cuna de los Alba. Muchos de ellos no se conocían físicamente y han aprovechado para documentarse de lo que fue y es hoy en día su familia.

Cuando Luis de Alba Clares y Teresa Navas Ramos decidieron casarse en la intimidad de su casa a principios del siglo XX, seguro que nunca les dio por pensar que tendrían una descendencia tan grande: sus diez hijos no solo se quedaron en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad y Granl Puerto de Santa María, sino que los Alba se dividieron y volvieron a dividir hasta fundar familias en Toledo, Islas Canarias, Granada, Huesca, Sevilla, Madrid, etc, etc.

El primer Alba que viviera en El Puerto del que se tiene conocimiento, fue en el siglo XIX: Cipriano de Alba Rodríguez,  quien estaba casado con Carmen Clares de Lassaleta. Militar de carrera, llegó procedente del Norte de África. Vivieron frente a la puerta de la Sacristía de la Iglesia Mayor Prioral. Tenían diez hijos, entre ellos Luís de Alba Clares, quien, aunque naciera en Badajoz en el año 1877, pasó una parte importante de su vida en nuestra Ciudad.

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Luis de Alba y Teresa Navas, en la foto oficial de bodas.

Luis de Alba Clares se casa con Teresa Navas Ramos, hija del famoso médico Plácido Navas Villasclaras, en el salón del domicilio paterno en Vergel del Conde nº 16, un 18 de abril de 1900. Luis se hizo militar como su padre, con 19 años. Tuvieron diez hijos que fueron naciendo allí donde era destinado: Fuerteventura, Málaga, Melilla, Toledo…

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Plácido Navas Villasclaras, médico que fue de la Plaza de Toros, con bigote, a la izquierda de la imagen, padre de Teresa Navas, casada con Luis de Alba. El tercero por la derecha, en primera fila, Enrique Máiquez Adán, también médico y abuelo de Enrique, José María y Consuelo García Máiquez.

El que se quedó en El Puerto fue José Alba Navas, quien nace en Málaga, de casualidad, en 1913. Pero El Puerto le cautivó (bueno, más que El Puerto, una portuense… Milagros Medinilla Medinilla -Lalo-, que aparecen en la foto inferior, el día de su boda.

josealbanavas_puertosantamariaComienza José a trabajar en las Bodegas Osborne, y hace sus pinitos en política fundando un partido que nunca llegó a cuajar. Durante el inicio de la Guerra Civil es movilizado y sirve como alférez provisional en África.  En uno de los permisos, vuelve y se casa con Lalo el 17 de octubre de 1938. Tras la contienda se van a vivir de alquiler a la calle Pagador,  y más tarde a Cielo nº 81. Le han guardado su puesto en la bodega Osborne. Fruto de esta relación nacen 6 hijos: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles Alba Medinilla. En los años 60, siendo Alcalde Luis Portillo, fue concejal de Fiestas. Igualmente fue miembro activo del Racing Club Portuense y tesorero de las Conferencias de San Vicente de Paúl, organización encargada de visitar en sus domicilios a enfermos, a los que entregaban bonos de pan y leche. En el año 1962, Osborne le traslada a Tomelloso (Ciudad Real) donde pasa varios años y cuando se jubila decide irse con su mujer y su hija aún soltera, María Ángeles, a Sevilla, donde fallece a los 78 años de edad.

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La famlia Alba Medinilla, formada por José y Lalo, y sus descendencia: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles

Su primogénito es José Alba Medinilla quien nace el 24 de septiembre de 1939 en El Puerto. Va a estudiar Ingeniería a Madrid (iba para Industriales pero terminó en Minas). Se casa con Josefina Chao Arroyo. Tienen cuatro hijos: María, José, Almudena y Pablo. Tiene ya seis nietos. Su pasión: el mar de Los Caños de Meca.

Milagros Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 3 de mayo de 1941. Era la polvorilla de la casa. Se casa el 14 de septiembre de 1968 con el oftalmólogo sevillano José Martínez Román y se afinca en Sevilla. Tienen 7 hijos: Carlota, Milagros; Inmaculada; José; Leonor; Rafael y Diego y dos nietas. Sigue muy vinculada a El Puerto, donde posee un apartamento en Valdelagrana, que es el punto de reunión de su familia.

hojalunes_23junio1968María Teresa Alba Medinilla. Nace el 29 de diciembre de 1942, aunque su carné de identidad dice 1 de enero de 1943, porque el Registro Civil estaba ya cerrado cuando su padre “se acordó” de ir a inscribirla, y así evitó la multa. Se casa con José Luis López  Franco el 26 de diciembre de 1964 y viven desde entonces en El Puerto. Todos sus hijos son portuenses: María Teresa; María José; José Luis, Santiago y Fernando. Tiene dos nietos. (En la imagen, natalicio de su hijo José Luis, publicado en la Hoja del Lunes del 23 de junio de 1968).

luisalbamedinilla_puertosantamariaLuis Alba Medinilla. Nace en 11 de diciembre de 1944  Desde muy joven quiso ser sacerdote y tenía montando en un armario de la calle Cielo un altar desde donde impartía “misa” a todos sus hermanos. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca. Se casa el 14 de junio de 1976 con Consuelo Guerra Pérez. Tiene dos hijas, Susana y Beatriz. Ya jubilado, vive en Madrid aunque hace poco ha vuelto a sus raíces: se ha comprado una casa en El Puerto y ha ingresado en la Hermandad de la Flagelación de donde es secretario segundo y archivero.

Inmaculada Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 9 de diciembre de 1946. Hay una graciosa anécdota: de pequeña la eligen para encarnar la figura de “España” en un paso de la Virgen del Pilar, en la Procesión Magna Mariana del centenario del dogma de la Inmaculada Concepción, y la suben toda vestida de blanco en el paso de la Virgen del Pilar. La gente se queda impresionada y corre la voz de que era una niña paralítica que la Virgen había sanado. (Imagen inferior).

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Estudia enfermería en Madrid y se casa con el médico gallego David Liste Jiménez el 13 de junio de 1969. Tiene cuatro hijos: David, Miguel Ángel; Rafael y  Luis y tres nietas. También pasa largas temporadas en El Puerto, en su casa de Valdelagrana.

angelesalbamedinilla_puertosantamariaMaría de los Ángeles Alba Medinilla. Nace el  20 de diciembre de 1949.  La más pequeña, la “pelusa”. De ahí el apodo cariñoso que le pone su padre (Peli) que hoy conserva.   Se casa con Joaquín Aleu Morales el 29 de diciembre de 1984 y se traslada a vivir a Puerto Real, donde vive actualmente. Enfermera, trabaja durante muchos años en el Hospital Zamacola en Cádiz y ahora está ya jubilada. Ambos son unos enamorados del campo: tienen una casa en El Marquesado con una parcela donde siembran de todo. Hace poco celebraron por todo lo alto sus bodas de plata. Tiene un hijo, Francisco José.

La familia, a lo largo de este tiempo, desde los abuelos Luis y María Teresa, ha permanecido en contacto más o menos continuo. En una época en que no había teléfonos móviles, e-mails y mucho menos “er Facebú”, las cartas de la Abuela Teresa a sus hijos y nietos eran constantes Una vez faltó la bisabuela María Teresa, fue la tía Carmela Alba Navas la que “heredó” el papel de informadora oficial de los aconteceres familiares.

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Hoy en día viven en El Puerto varios descendientes de esos primeros Alba:  de la Familia López Alba, José Luis y María Alba Chao, a quienes vemos en la fotografía del Encuentro Familiar realizado en El Puerto, con las bandas de 'Reyes de los Alba 2010', que los acreditan.

José Luis López Alba nace en El Puerto el 12 de junio de 1968. Pertenece a la hermandad del Dolor y Sacrificio, como toda su familia, de la que llegó a formar parte de su Junta de Gobierno durante doce años. Muy familiar, aunque vive independiente, siente debilidad por sus sobrinos. Es Licenciado en Derecho y trabaja como Jefe de Administración para la Agencia de Repsol Butano, J. Sánchez-Cossío, S.L.

María Alba Chao nace en Madrid el 11 de enero de 1967, aunque vive en El Puerto desde hace 15 años. Periodista de profesión, ha trabajado en varios medios de comunicación de la provincia y en la actualidad es Responsable de Comunicación en la Empresa de Aguas de El Puerto. Está casada con Francisco. Javier de la Flor Benítez y tiene un hijo de 9 años, Javier. Es sobrina del también periodista Tico Medina.

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Otra fotografía del encuentro de los Alba en El Puerto, en la visita a la Hermandad del Dolor y Sacrificio.

(Agradecemos a María Alba Chao y José Luis López Alba, el trabajo de investigación realizado para la realización de esta nótula, así como la recopilación de imágenes que ofrecemos).

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alfonsocarretomartinarroyo_puertosantamariaAlfonso Carreto está jubilado desde hace doce años, y desde entonces las ferias  las vive más tranquilas, pero siempre son intensas.
Cuando trabajaba en la Hermandad de Labradores y Ganaderos (tras la transición, Cámara Agraria Local) su misión en la fiesta se centraba en coordinar la feria  de ganado que organizaba el Ayuntamiento.
Pero las ganas de pasarlo bien nunca las ha perdido.
"Me gusta la feria. Yo colaboraba en la organización del concurso de ganado y en concreto, entre los años 50 y 70, del vacuno lechero y caballar", detalla.
Unos doscientos ejemplares solían reunirse en cada edición. "Había concursos a ver qué vaca daba más en los ordeños, uno a las seis de la mañana y otro a las cinco de la tarde, en días sucesivos", explica de forma didáctica.
Eran otros tiempos.Parece que de otro siglo.En fin, son de otro siglo.
De aquellos años destaca la ganadería de los Arcila, los Lavi. En el ámbito caballar, a los Montes de Oca, los Terry o los Colón. El sitio casi fijo de Alfonso es su caseta Los del Homenaje, de la que fue fundador.

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Primer Concurso de Fachadas de la Feria de El Puerto. Primer Premio. En la imagen, de izquierda a derecha, Alfonso Carreto, los concejales Juan Ponce, Serafín Álvarez Campana Rafael Sevilla y Manuel Lojo. (Foto Rafa).

Todo se debió a un almuerzo que se hizo en honor en 1969 hacia el concejal Serafín Álvarez y Juan de la Lastra se hizo eco en los medios." Aquel acto privado en la finca de El Pedroso fue malinterpretado por el gobernador civil, que incluso se quejó ante el alcalde, Terry Galarza", cuenta Carreto.Cuando aquellos amigos de Álvarez y Lastra decidieron reunirse en una caseta ya tenían su punto de referencia: aquel homenaje. Juan Durio, Carlos del Poyo o Ramón Nimo formaron parte de la relación de venerables portuenses que formaron una de las instituciones caseteras en el real.
La feria  de Alfonso arranca sobre las dos y media de la tarde, "me quedo en la caseta hasta que me aburro", señala. Ese límite pueden ser las nueve y media de la noche o, si se encarta, las cuatro de la mañana. "Para la feria  trasladamos nuestra casa a la caseta", resume Carreto sobre como es su vida en estos día. Allí en El Homenaje lo encontrarán y a veces reúne a toda la familia, a su mujer, a sus cuatro hijos y sus parejas, a sus siete nietos, y una relación de buenos amigos que nunca faltan en la tertulia.

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En la caseta de Los del Homenaje. Año 2009. Alfonso Carreto , Beluca, Olga Ruiz, María Jesús Sordo, Silvia Estévez y Mavi Melgarejo. (foto: Fito Carreto).

"Esta siempre fue una caseta de entrada libre, la palabra privada nunca nos gustó", aprecia Alfonso, "pero si se pone caseta particular, es una expresión que agregamos para que aquel que venga patoso se corte un poquito, para poder actuar ante quien quiera no comportarse en nuestra caseta", aclara.
Pero para vérselas en Los del Homenaje hay que ser ya malaje.
Alfonso siempre está al quite con una botella para encarar, como él, con humor y sana sabiduría esta vida. (Texto: Francisco A. Gallardo).

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Acabo de ver el vídeo de la remodelación de las márgenes del río en Internet: ¡por fin los puentes sobre el Guadalete! Gracias, llevo años soñando con ellos.

Empiezo a ver las imágenes y pienso que será un proyecto positivo para la ciudad, pero el vídeo dura seis minutos y llega un momento en el que mi Puerto se me pierde un poco en esa estética tan de cualquier sitio. Ya sé que sólo es un vídeo, pero mi cerebro me la juega machacándome a preguntas: ¿son necesarias tantas losas, tanto cemento?, ¿por qué hay tan pocas zonas ajardinadas?, ¿no crees que falta gracia y color? ¿Dónde queda Andalucía?, ¿escondida?

Echo en falta arriates, albero, flores, zonas de juego para los niños, bancos para los mayores, quiero que el parque siga siendo parque y no se convierta en una calle peatonal más...

¿Sería posible plasmar la historia portuense, nuestro sabor, lo que somos y hemos sido, a través de esta nueva arquitectura y del diseño actual? Por qué olvidar que en Pozos Dulces hubo un astillero, que en la pescadería se cosían las redes, que la draga luchaba contra los bancos de arena, que la sal surcaba en aire en bagonetas negras, que los barcos de pesca dibujaban el paisaje del río...?

Mi bienvenida a los puentes y mi enhorabuena a los artífices, pero en esa nueva estética echo en falta ¡El Puerto! ¿Sería posible construir ese gran proyecto sin borrarlo? Seguro que sí.
Cuento con ello. Cuento con vosotros.

(Texto: Begoña San Narciso)

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Avda. de la Bajamar, calle Guadalete, a la izquierda el antiguo Hospital Municipal, a la derecha el Hotel Vista Alegre. (Foto: Colección Vicente González Lechuga).

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Avda de la Bajamar, el desaparecido Hotel Vista Alegre, hotel de toreros, donde hoy se encuentra el edificio del mismo nombre, que alberga en sus bajos de cara al río el 'Bar del Puerto' en la esquina con la calle Guadalete, que es la que se muestra. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

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La desaparecida Plaza de la Pescadería, donde se espera demoler los edificios que se construyeron delante del Resbaladero para que vuelva a tener la anterior fisonomía, en una imagen del pasado. (Foto: Colección JMM).

Imágenes de la desembocadura del río Guadalete, desde el catamarán.

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