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En la cena de gala que se ofreció a las aspirantes a Miss España, estuvieron presentes, entro otros Julio Iglesias (a la izquierda) que formaba parte del jurado y el porteño Tomás Terry (a la derecha).

El 24 de Septiembre de 1970, Juan de la Lastra y Terry escribía en el ABC de Sevilla que «el Puerto de Santa María se está engalanando para homenajear a las guapas que concurrirán en Cádiz con el título de Miss España. Homenajearlas. Son seis casas vinateras, Osborne, Fernando A. de Terry, Luis Caballero, Carlos y Javier de Terry, Miguel M. Gómez y Duff Gordon quienes, en definitiva colaboran con el Ayuntamiento portuense en lo que va a ser esplendorosa antesala de la gran final de Cádiz».

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En primer plano, las aspirantes a Miss España, detrás las cabeceras de las botas con las marcas de las bodegas participantes.

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Otra imagen con las 24 aspirantes a Miss España y Miss España 1969 y a su vez Miss Europa, Noelia Alfonso, todas juntas, en una kilométrica mesa.

Efectivamente en El Puerto se celebró en 1970 una gran fiesta en las instalaciones del Club “El Buzo” de Vistahermosa con recepción previa en el Castillo de San Marcos, formando parte del “circo promocional” de la elección de Miss España que en 1970 se celebraba en la capital de Cádiz. El Puerto jugó su papel y supo estar a la altura de las circunstancias. La prensa de la época y las revistas cardíacas así lo atestiguaron, por medio de los representantes de radio, prensa y televisión. Aquello supuso un revulsivo para la promoción turística de El Puerto, y al principio de los setenta se acuñaría el lema de “Ciudad de Historia y Turismo” que supuso un fuerte empujón para el desarrollo de dicha actividad económica y social, en nuestra Ciudad.

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Las guapas entrando en el Castillo de San Marcos, donde eran escoltadas por la Guardia Municipal, con uniforme de gala. Procedían de Sevilla de visitar la fábrica de cervezas Estrella del Sur.

En 1970 acabaría resultando elegida Miss España María García García, por nombre artístico Bárbara Rey. Aunque realmente fue elegida primera dama (representando a Madrid) y acabaría recibiendo el título como segunda opción porque la elegida, la chiclanera Fina Román renunció al título para casarse. En el certamen de Miss Mundo, celebrado también en 1970, Bárbara quedo semifinalista e, igualmente semifinalista en Miss Internacional 1971.

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A la izquierda, la representante de Madrid, Bárbara Rey -en su carnet María García García-, quien resultaría elegida Primera Dama y luego Miss, por la renuncia de la titular. A su lado Sara Montiel, en el Castillo de San Marcos.

Al parecer, y sin conocer en profundidad el sucedido, un travestido de la época participó en el certamen y fueron varios los munícipes que, sin advertirlo, estuvieron bailando con él. Cuando se descubrió el pastel, hubo comentarios para todos los gustos.

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El periodista gaditano De la Viesca, el alcalde en 1970, Juan Melgarejo Osborne y el Director del Certamen de Miss España, Paco Amores.

La primera Miss España fue Carmen Cervera en 1961, antes de esa fecha se había realizado el certamen con mas o menos continuidad, pero el título no era el de Miss, sino el de Señorita de España. De 1936 a 1959 no se realizó el concurso debido a razones evidentes relativas a la “moral y las buenas costumbres”: el régimen político de la época no quiso que se celebrara. (Fotos: Archivo Municipal).

Más información de la estancia de las Misses en Cádiz y la elección, en la página hermana Gente de Cádiz.

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En la imagen tomada delante del Bar Santa María, en el Parque Calderón y de izquierda a derecha, Leopoldo Jiménez Ruiz “Polo”, Jaimen Gutiérrez Perea, Miguel Roselló Tarrio, Vicente Gutiérrez de la Rosa, Toto Zaragoza y su hermano Pepín Zaragoza. Década de los sesenta del siglo pasado. (Foto Cuellar. Colección VGR)

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La calle Luna y la Ribera del Marisco, a la derecha el Parque Calderón sin el Kiosko del Bar Santa María. (Foto Colección Mata)

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El mismo sitio, en 2002, con la instalación del Kiosko. (Foto Mata).

"En noviembre de 1948, Angel Lozano García, una vez que finalizó el contrato de arrendamiento que tenía suscrito con Guillero Rivas, propietario del Bar Buenavista, solicitó al Ayuntamiento construir en un terreno de 68 metros cuadrados situado dentro del Parque Calderón y esquina a la Plaza de las Galeras, un nuevo bar. Y así fue. Con un bello y acertado diseño de Francisco Ameneiro, el arquitecto Fernando de la Cuadra concluyó la obra a mediados de 1949" Enrique Pérez Fernández. Bares y Tabernas con Solera.

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joselopeznavarrete_tiriri_puertosantamariaJosé López Navarrete, “el Tiriri” nació en nuestra Ciudad el 1 de abril de 1918. Hijo de Antonio y Milagros, fue bautizado como José Joaquín de la Santa Trinidad. Su madre, Milagros, fallece en 1922, cuando José tiene 4 años, quedando solo con su hermano mayor, Antonio, y su padre, del que tampoco disfrutaría muchos años, ya que al poco tiempo falleció, quedando los niños al cuidado de su tía, Carmelita General, y de Ana, que en el futuro sería su suegra. (En la imagen, Tiriri, en una instantánea de finales de la década de los sesenta del siglo pasado).

Su vida infantil y juvenil resultó ser muy breve. A la edad de 5 años ya merodeaba por el muelle pesquero, y a los 7 años se empezó a fraguar su futuro entorno a la pesca, donde se buscaría la vida. Todo esto lo compaginaba con unos estudios que le proporcionaron saber leer, tener una estupenda escritura y los conocimientos que le facilitaron obtener un nombramiento profesional. Creemos que no fue hasta los 12 años de edad cuando embarca como marinero, pero será cuatro años después cuando consta por primera vez en la cartilla de embarque.

LA PRIMERA CARTILLA DE EMBARQUE.
La vida laboral de José está bastante bien documentada, al menos con respecto a su relación con el mar. Por las cartillas de embarque sabemos los nombres de los barcos y la fecha que estuvo embarcado. En la primera de estas cartillas sabemos que la obtuvo en 1932, con la edad de 14 años, aunque no consta su primer embarque hasta 1934, cuando ya había cumplido los 16.

lopeznavarrete_tiriri_2_puertosantamariaRespecto a la relación laboral que mantiene en las embarcaciones, sabemos que son generalmente cortas, cambiando constantemente de barco. Repite en varios de ellos muchos años después, incluso en algún barco se enrola 22 años después de haberlo hecho la primera vez, como es el caso del “Victoria”, pero no el único de los 85 barcos en los que estuvo embarcado. (En la imagen 'Tiriri' a comienzos de la década de 1940).

LA GUERRA CIVIL.
Durante la Guerra Civil Española, y más concretamente el 24 de octubre de 1936, José desembarca, según consta en una nota de la 1ª cartilla, “Por ser delegado de La Naval” -aun no sabemos a que se refiere esta nota. Es enviado al frente de guerra, donde resulta herido en la sien izquierda -le roza una bala- y en la pierna, donde le hieren restos de metralla. Permanece en el frente hasta el 1 de enero del año 1938, cuando por su quinta, “ingresa en la situación activa de la Armada”, como también consta en la 1ª y 2ª cartilla (imagen inferior).

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Sabemos que realizó la instrucción militar, al menos durante siete meses, en el Buque Escuela Juan Sebastián Elcano, aunque desgraciadamente no hemos localizado documentación alguna ya que, al parecer, parte del archivo histórico de este buque se perdió en un incendio.

DE VUELTA A LA VIDA CIVIL.

De nuevo vuelve a aparecer José, en un asiento en la cartilla 1ª, el 12 de septiembre de 1938, como Marinero, aunque no había acabado la guerra. José ya no está en ella desde primeros de este mismo año. A partir de entonces, parece que comienza su formación, lo que mejorará sensiblemente en su nivel laboral. Durante su embarque en el “Natividad”, que se produce por primera vez el 15 de junio de 1939, la plaza que ocupa es de marinero, pasando rápidamente a Ayudante Motorista.

lopeznavarrete_tiriri4_puertosantamaria85 BARCOS Y 136 EMBARQUES.
Según consta en los registros de las cartillas, fueron 136 las ocasiones en las que embarcó, y otras tantas las que desembarcó y, como se ha comentado anteriormente, fueron 85 los barcos en los que realizó su labor el “Tiriri”,  siendo muy distintas las plazas que ocupa. Los motivos en los cambios de embarcaciones son muy diferentes, pero en su mayoría lo fueron por su propia voluntad. Lo cierto es que no estuvo mucho tiempo en un mismo barco, aunque en el “Paco Nuis” estuvo de 2º Mecánico casi dos años seguidos, del 9 de mayo de 1951 al 16 de marzo de 1953. Durante la construcción de la base Hispano-Americana de Rota, José probó a trabajar cerca de tierra, y estuvo contratado para labores realizadas con maquinaria pesada. No tenemos constancia de cuándo y de cuánto tiempo duró esta aventura, pero no debió ser mucho. Según los datos de embarque y la época de construcción de la base, debió tener lugar entre finales de 1957 y principios de 1958, periodo de 5 meses en los que no estuvo embarcado. (En el cuadro adjunto, relación de oficios desempeñados y motivos por los que desembarcó).

milagrosamadorperez_puertosantamariaLA FAMILIA DE JOSÉ
Se casó “el Tiriri” cuando tenía 22 años, el día 13 de febrero de 1941, con Milagros Amador Pérez, natural de El Puerto de Santa María. Tenía Milagros 20 años (fotografía de la izquierda a principios de 1940). A partir de entonces, las vecinas conocían a Milagros por “La Pescadera”, ya que la parte del rancho que le pertenecía al “Tiriri” como marinero, no sólo servía para mejorar algunas comidas durante unos días, si no que además, la parte que no se podía conservar se la daba a los vecinos.

Tuvo siete hijos con Milagros. El último, José Joaquín, en 1959. Ninguno quiso o pudo ser marinero. Antonio, el mayor de los varones, hizo el intento en el verano de 1961, en un barco que pescaba durante 3 o 4 días, el “Paquita Marti”, con tan mala fortuna que en el primer viaje, a la vuelta, el barco embarrancó en la Bahía de Cádiz, y más concretamente a la entrada del río Guadalete, donde se formaba una barra. Una fuerte “levantera” los condujo hasta allí, lo que motivó una rápida intervención de barcos de Obras de Puerto dirigidos por el ingeniero, no produciéndose ninguna baja. Antonio, que con 11 años iba de forma ilegal, pues había que tener 14 años para poder embarcar, se salvó de cometer infracción alguna. Su sueldo consistió en un Cuartón, un cuarto de la parte de un marinero. De vuelta a su casa, no volvería a salir nunca más a la mar, aunque continuó ayudando en algunas faenas en el muelle.

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Pescado seco.

No fue fácil la vida de este marino. Durante muchos años, excepto los tres últimos, ya estando enfermo, tenía una dependencia absoluta del alcohol. La economía funcionaba gracias a que antes de partir a alta mar, a echar el turno, los armadores ofrecían a los contratados la posibilidad de recibir un anticipo, que se le restaba del sueldo al cobrarlo, acción que se llamaba safar. En la parte del pescado capturado que pertenecía al marinero, entraba alguna de la pesca que durante el periodo de embarque realizaba el propio pescador, para uso propio, y que durante la travesía secaba al sol o salaba. Así hemos podido comer salado o seco, atún, bonito, pulpo, safio, marrajo, tapaculo y voladores (en la imagen inferior). Cuando era una cantidad importante, se colgaban con los alfileres de los tendederos del patio, al que llamábamos corral.

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El corral donde se ponían a secar los pescados, colgados en los tendederos.

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Viviendas de la Barriada del 18 de Julio, construida en las huertas próximas a la Plaza de Toros.

EL CORRAL.
El corral era el patio que pertenecía a la casa que el Ayuntamiento, a través del Estado, construyó en las huertas próximas a la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María; casa que en principio (1956) alquilaron y después vendieron al matrimonio López, que lo había solicitado desde hacía bastante tiempo. Al barrio le llamaron “18 de julio”, y en la calle D nº 11 vivían José, Milagros y su familia. Casas adosadas, amplias y de una sola planta, patio, tres habitaciones, cocina, cuarto de baño y salón. Un palacio respecto a los cuartos que tenían alquilados en una casa de vecinos en la Plaza Juan de Austria “Casa la Lenga”. Situada en una esquina del barrio, la casa del “18 de julio” lindaba con el campo, aunque con el tiempo quedó inmersa en el entramado urbano, y cuando los vecinos de más edad la abandonaron, incluida la familia del “Tiriri”, el barrio pasó sus peores momentos, siendo derribado y construido uno nuevo.

huesodecorvina_puertosantamariaAMULETOS DE CORVINA.

Uno de los ritos o creencias marineras de José consistía en llevar en los bolsillos de los pantalones unos huesecillos que, misteriosamente, le quitaba, según el marinero, el dolor de cabeza que tenía a menudo. Con el tiempo, hemos estudiado estos huesos que pertenecen a otolitos que lleva en la cabeza la corvina, un pez muy relacionado con el Golfo de Cádiz. Esta tradición de llevar amuletos es muy antigua; en excavaciones de tumbas gaditanas de época fenicia han aparecido los restos óseos del difunto, con un hueso de corvina alrededor. (En la imagen, un otolito o hueso de corvina, engarzado para colgante con la Cruz de Caravaca).

gaviota_argentea_puertosantamariaUNA GAVIOTA POR MASCOTA.
La historia que vamos a contar, si uno en persona no lo hubiese vivido, seguro que sería difícil de creer. José López Navarrete “Tiriri” había criado una gaviota Argentea -no sabemos bien si desde que era una cría o que se enredó en algún arte del barco- a la que llamó “Juanillo”. La cuestión es que el pájaro seguía al “Tiriri” allá donde éste iba, incluido los viajes a las áreas pesqueras, la más sonada, la del "Moro", zona geográfica que comprende la banda atlántica de Marruecos y el norte de las islas Canarias.
Aquél pájaro, “Juanillo”, comía junto a José, y en su mismo plato. Lo curioso era ver cómo el animal, cuando escuchaba a Milagros poner los platos, era el primero en acudir a la mesa. No se dejaba tocar por nadie excepto por José. Le seguía por el pasillo o la calle andando tras él, igual que un perrito. Muchas de las veces se posaba en los hombros del marinero y, cuando alguien se acercaba, echaba a volar. Cuando el marino entraba en las tascas o bares, se quedaba fuera, sobre una cornisa, para seguirlo de nuevo a la salida.

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Pesquero entrando en la Bahía de Cádiz.

HUNDIMIENTO DEL “JOSÉ MIGUEL PERLES”
Hay una historia real que trata de la relación entre el marinero y el ave. El día 10 de mayo de 1969, el barco pesquero “José Miguel Perles” se hunde en las aguas de La Guera, en la Guinea Española. Durante algunos días los familiares no tienen claro qué ha ocurrido con la tripulación. Durante esos días la gaviota “Juanillo” apareció por los techos y el patio de la casa de José y Milagros. En cuanto la vio, Milagros supo que a su marido no le había ocurrido nada. Efectivamente, al poco tiempo se le comunicó la localización de su marido y, en pocos días, José estaba en su casa. Desgraciadamente “Juanillo” murió atropellado por uno de los pocos vehículos que había en la ciudad. Le atropelló en una calle junto al muelle pesquero de entonces, cuando seguía al “Tiriri”. En los años finales de su vida crió otro pájaro, en este caso un canario, al  que llamó “El Cordobés”.

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Tiriri y un amigo de la familia, en una instantánea tomada a principio de los 70 del siglo pasado.

ÚLTIMA ANOTACIÓN EN SU CARTILLA.
Sin duda la anotación más importante en la vida de José fue la del 3 de abril de 1974: En la 4ª cartilla consta cómo es desembarcado en Tarifa (Cádiz) por enfermedad. Ésta sería la ultima anotación, pues no volvería a embarcar. Una enfermedad que le duró hasta su fallecimiento, el 11 de enero de 1977. Casi tres años que pasó en tierra junto a su familia, el mayor periodo junto a ellos. Hoy sus cenizas descansan, junto a las de su esposa, en las aguas que tanto adoró: la Bahía de Cádiz.

VIDA DE UN MARINERO.
Excepción hecha de los grandes personajes de la Historia, la mayoría de los relatos de vidas que son contadas nos llegan a través de la documentación  escrita, generalmente generada según el poder adquisitivo del que ha disfrutado en vida y que queda reflejada en los archivos. Rastrear la vida de alguien que sólo ha desempeñado su oficio, sin hechos destacables ni posesiones resulta algo más complicado, aunque no imposible. En el caso de un marinero, sí se acumula suficiente información como para saber muchas cosas de su vida, y ello gracias a los registros del Instituto Social de la Marina y de la Marina Mercante, entre otros. (Textos: Juan José López Amador).

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En los años 50 yo tenía ocho o nueve años y mi abuelo tres burros y un arriero llamado el Paquiro, el cual llevaba los burros a la playa para cargarlos de arena, la cual se vendía a la calería. Todas las semanas mi abuelo le vendía unos cuantos metros cúbicos de arena y la calería la vendía para la construcción. Yo aprovechaba todas las coyunturas posibles para irme a la playa con los burros y el Paquiro.
De los tres burros que iban a la playa el de delante se llamaba Liviano, era el más listo, el más ligerillo, el más vivaracho y el más apuesto, ¡lo que sabía Liviano!. Lo que me quería a mi y yo a él. Cuando veníamos de la playa cargados de arena yo me ponía delante de él y este dejaba caer sus hocicos sobre mi hombro, a la altura de mi oreja, para que yo escuchara sus resoplidos y entre los dos les marcábamos el paso a los demás.? A la ida para la playa, Liviano iba descargado y sin peso, pero como yo lo quería tanto, cogido del bozal le llevaba andando. Pero cuando llevábamos un buen trecho yo me cansaba y entonces le decía a Paquiro que me montase en el lomo de Liviano. Cuando Liviano sentía que yo estaba sentado sobre él se le cambiaban los andares. Del paso monótono y cansino pasaba a un braceo chulesco y altanero, engallaba el pescuezo, estiraba las orejas y levantaba el rabo para tirarse dos pedos trompeteros y a renglón seguido sonaba la voz del Paquiro: «--¡Liviano, con las pamplinas!». Estos actos estaban marcados como un reloj. Montarme yo, los dos pedos de Liviano y la voz del Paquiro. Estábamos tan acostumbrados a esta trilogía que una vez me monté sin llamar a nadie, sonaron los pedos de Liviano y al no escuchar la voz del Paquiro, los dos volvimos la cabeza extrañados buscando al arriero y él venía distraído con el último burro.
Un día por el callejón estrechito de Jesús Cautivo, íbamos mi abuelo y yo camino a casa, él iba hablando fuerte y no sé si lo hacía para que yo me enterara o estaba pensando en voz alta: «--A Liviano voy a tener que venderlo. El señorito Don Juan se ha enamorado de él y se lo voy a tener que vender. Le he dicho que no lo vendo y él me ha contestado que le ponga precio, que me lo puede pagar como un borrico, como un potro o como un pura sangre inglés. Así es que no voy a tener mas remedio que vendérselo. Aunque por otro lado estoy contento porque sé que estará en buenas manos, Don Juan le cuidará como es costumbre en él».
A los dos o tres días por la mañana me dijo mi abuelo que me arreglara para ir al trato con Liviano. Yo mas que arreglarme me peiné el flequillo, y los dos juntos nos fuimos para la posada de la fruta que está enfrente de mi casa, junto a la barbería y la tienda Rueda.

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Parroquianos en la tienda de Rueda, con nótula propia en Gente del Puerto núm. 308.

Sacamos a Liviano de la cuadra y nos pusimos en la puerta de la tienda Rueda donde nos estaba esperando Don Juan. Los dos hombres se saludan, charlan, miran el borrico y se meten dentro de la tienda, se beben una chiquita (copa de vino) y salen para ver el borrico. Don Juan se acerca al cuello, lo palmea y le toca el pelo. Mi abuelo se queda en los cuartos traseros acariciándole la culata. Don Juan dice un precio y mi abuelo otro. Los dos hombres se meten en la tienda y otra chiquita. Al rato salen los dos más contentos y sonrientes. Don Juan para la cara del burro y mi abuelo para la culata. Don Juan le abre la boca a Liviano y le mira los dientes. Como ha quedado contento con lo que ha visto le da una palmadita en el cuello. Mi abuelo sin moverse de la culata no hace mas que acariciarle los cuartos traseros y tiene su explicación.

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Arrieros con sus burros en la Playa de La Puntilla.

Todos los meses viene a El Puerto un pelador de borricos y los pela a todos menos a Liviano. A este lo pela mi abuelo, él tiene unas tijerillas de pelar muy buenas por lo suave que es para adaptarse a lo que él quiere. Mi abuelo después de pelar a Liviano se esmera en hacerle unos dibujos arabescos en la culata, imitando a los mosaicos de la fábrica Pitman de Sevilla, formando unos cuadrados y círculos concéntricos los cuales dan vistosidad y es pura artesanía, de lo cual él se siente muy ufano.? Don Juan dejó de mirarle la boca y los dientes a Liviano y se fue junto a mi abuelo, los dos miraron los dibujos arabescos y hablaron de dinero. uno sube a más lo que ofrece y el otro baja a menos lo que pide, acercándose los dos al precio deseado.? «--¡Pero mire usted Don Juan, si es dócil y obediente como un perro faldero!», dijo esto mi abuelo dándole una palmada en los cuartos traseros levantándole el jopo y metiéndole la mano por los corbejones para tocarle la barriga.?Yo tenía la mano puesta en los hocicos de Liviano y cuando vi la operación de mi abuelo levantándole el rabo, me eché a temblar pensando: aquí se acabó el trato. Liviano se pegará sus dos pedos trompeteros y se quedará solo, de aquí nos vamos a tener que ir los tres. Pero no, Liviano era andaluz y filósofo como Séneca, así que adormeció su instinto burriquil para fortalecer su postura ferial.
Los dos hombres quedaron contentos. Subieron la oferta y bajaron el precio para llegar al acuerdo. Cuando el precio y la oferta coincidieron, los dos hombres alargaron el brazo y se estrecharon la mano, el trato estaba cerrado. Ese apretón de manos es un cheque al portador, vale más y es más serio que la firma del Banco de España, la honra de los dos hombres está sellada en sus manos.? Don Juan recoge el burro, mi abuelo y yo en la puerta de Rueda vemos como los dos se van alejando. Mi abuelo feliz por el precio alcanzado. Don Juan contento por la joya comprada.

salvadorcortes_chigui_2_puertosantamariaPero el más feliz es Liviano, pavoneándose como una bailarina de cabaret. Camina en busca de nuevas aventuras, con el cambio de vida alcanzará nuevos horizontes.? Cuando se han alejado un trecho, Don Juan se para y le dice a mi abuelo: "--Diego …". Mi abuelo le responde. En ese momento vuelve la cabeza Liviano y me mira, yo le miro a él y los dos salimos llorando. (Textos: Salvador Cortés  Nuñez “El Chigüi). Nótula propia núm 307. en Gente del Puerto.

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lalotetejadapeluffo_puertosantamariaLalo Tejada era entrañable. Lalo Tejada Peluffo, amiga de mi madre desde el colegio, hermana mayor de José Luis y madre de mi amigo de la niñez y de toda la vida, Juan Luis Bermúdez Tejada, –emulando a mi padre, que a nosotros y a nuestros amigos, los domingos, nos ponía a hacer comentarios de texto–, quiso aumentar nuestros conocimientos de francés. Y, en su casa de la “Granja de San Javier” y, luego, en la calle Cervantes, 1, nos daba clase. En el Colegio de San Estanislao, donde estábamos, el profesor de francés era Don Áureo Sanz Hernangil, al que Lalo le tenía cierta manía, porque, sostenía que Don Áureo tenía la pronunciación “du Midi”, vamos, “del Sur”, que era incorrecta; que había que tener la pronunciación de las personas distinguidas de París. Lalo, empeñada en que hasta respiráramos en francés, nos regaló a José Mari García Máiquez, a su hijo y a mí, unos misales de Lefebre, en latín-francés. El mío, lo conservo.?De los comentarios de texto que nos ponía mi padre recuerdo que, un día, leyó unos versos del Poema del Mío Cid entre los que estaban estos:

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Estas palabras dichas, la tienda es cogida.
Mío Çid e sus conpañas cavalgan tan aina.
La cara de su caballo tornó a Santa María,
Alçó su mano diestra, la cara se santigua.

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En la imagen, Lalote Bermúdez Tejada y Lalo Tejada Peluffo, hija y madre, respectivamente.

Mi padre había explicado los versos en castellano moderno para que los comprendiéramos. Pero, de pronto, se masticó la tragedia: “Lalote,  (hija de Lalo Tejada) –le preguntó mi padre– "¿--quién se santigua?”" Y Lalote le respondió: “--El caballo”. Mi padre perdió los papeles: “--Lalote, hija, ¿tú has visto alguna vez a un caballo santiguarse?” Y Lalote, por no dar su brazo a torcer, dijo: “--Don Luis, en la Granja de mi abuelo Félix, El Pili (el guarda) tiene un caballo que levanta las manos y, además, se arrodilla, porque es muy devoto”. Aquello terminó como la comedia de Ubrique.: “ --¡¡¡Lalo, Lalo, mira lo que dice tu hija…!!!” Pero Lalo, para colmo, le dijo que era verdad, que El Pili, en la Granja, tenía un caballo que levantaba las manos haciendo el paso español y que lo había enseñado a arrodillarse. (Textos: Luis Suárez Ávila).

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"Mi abuela Aurora, mi madre, mi tío Juan  y mi tía Aurora. Una tata, Pilar Casillas y Lola Blandino de negro, señorita de compañía, en la Playa de la Puntilla. Felices años 20 del siglo pasado." (Foto Colección LSA).

confesionarioHace cosa de dos años, estando yo en Roma, visité la Iglesia del Giesu, o sea, los  Jesuitas. En un confesionario de la derecha según se entra, estaba sentado un sacerdote anciano que llamó la atención. Sobre el confesionario había un letrero “P. Blandino,.”. Y es que el anciano sacerdote se parecía, era clavado,  a Lola Blandino. Tan es así que le pedí permiso para hacerle una foto [que no encuentra ahora]. El Padre Blandino accedió  y yo me quedé con su retrato para corroborar en El Puerto la identidad del parecido. Debe ser que los aires de familia no se pierden y que el origen italiano de Lola salía a relucir. Lola Blandino, nacida en el siglo XIX, finales, en El Puerto, era la imprescindible en mi casa. Y lo fue en casa de mi abuela Aurora, en casa de mi tía Aurora y en las de mis tías María Rosa y Carmen. Hay en los álbumes familiares multitud de fotos en que aparece Lola Blandino. Lo mismo está en los años 1920 en una excursión en burro a Fuentebravía, con mi madre, mi tia Aurora, mi tío Juan y las tías Terry del Cuvillo, en la Expo del 29...,  como en la Habana, cuando mi tía Aurora y mi tío Manolo se la llevaron para ser señorita de compañía de mis primas; o de paseo con nosotros, o en una corrida de toros en El Puerto, o en bautizos, en primeras comuniones... Lola Blandino era como de la casa. Frecuentaba mi casa y, después de haber vuelto de Cuba, se dedicaba a la costura y a hacernos babys “crecederos”, a sacarnos de paseo o simplemente a estar. Generalmente, se ponía en el cuarto de costura, sentada, con el tablero de cortar sobre las rodillas, y nosotros, cuando pasábamos por delante de ella, siempre le decíamos:

“Dolores, ¿Con qué te lavas la cara
que tanto te huele a flores?”

Y ella siempre respondía:

“Me lavo con agua clara
que Dios la manda del cielo”.

Lola cantaba con sones guajiros una coplilla que decía:

“La mujer que quiere a un chino
es que no tiene amor propio;
porque el chino fuma opio
y alborota a los vecinos”.

Y contaba la preciosa historia de “La mulata Corina”—“que orina”, decíamos nosotros--, o relataba los pormenores del ciclón que le cogió en la Habana, o las travesías en barco, o las fiestas en el Yacht Club... En El Puerto, Lola vivía en el entresuelo de una casa de la calle Ricardo Alcón  en compañía de su hermana Asunción y los dos hijos de ésta, Antonio y Maruja Muñoz Blandino. Antonio, su sobrino, hizo la mili en Artillería de Costa, en Cádiz, y yo no pude saber nunca, si cogió el traspaso del ropero del cuartel o qué. El caso es que no sé de dónde sacaría Lola tantas gorrillas cuarteleras de esas de borlón, con el emblema del arma de artillería, porque nos regalaba, de cuando en cuando, a nosotros unas cuantas, para jugar a los soldados.

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Fachada del Hospital Municipal San Juan de Dios, en el siglo pasado.

mantondemanilaCuando murió, al final de los 60 del siglo pasado, en el Hospital de San Juan de Dios, donde hubo que ingresarla, sus sobrinos, Antonio y Maruja, le trajeron a mi madre una enorme colección de fotografías familiares y el mantón de Manila de Lola; que había que verla con su mantón. Porque Lola tenía muy buena facha, aun de vieja; alta, delgada, muy derecha, de facciones muy agradables, siempre peinada igual, con algún parecido a la Señorita Rotermeyer, aunque siempre afable, bondadosa, con la misma prestancia romana que el Padre Blandino, S.J. que me asombró el parecido y el nombre, en Italia, hace cosa de dos años. (Textos: Luis Suárez Ávila).

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De izquierda a derecha: Tomás Osborne Mcpherson, bodeguero y aficionado a la caza y pesca; Antonio León Amo, director del Banco Hispano Americano (hoy Santader Central Hispano); Vicente Lizaso Sampelayo, dentista; Luis del Cuvillo Sancho, bodeguero; Eligio Pastor Nimo, químico de las bodegas Osborne; Antonio Cortés, médico; de pié Fernando Portillo Sharfhausen, consignatario de buques y promotor de las urbanizaciones El Manantial y Urbaluz, también fue presidente de la Diputación de Cádiz, diputado de UCD y en sus tiempos de presidente de la Caja de Ahorros de Cádiz, fundó la obra social y cultural de dicha entidad financiera, hoy integrada en Unicaja; y desconocido. Paseo por la Bahía de Cádiz a bordo del Adriano II.

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En la imagen los Vapores Adriano I, atracado y Adriano II.

El Vapor de El Puerto es es en realidad una motonave que une Cádiz con El Puerto, heredera de la tradición naval que comunicaba, desde la época de los fenicios a la capital Cádiz, entonces una isla, con la península y con lo que luego sería El Puerto. Con el paso de los años, se institucionalizó la creación de servicios estables. Entre las ciudades citadas ya en la época de los barcos de vapor, primero con el Cádiz, que explosionó en 1929 en el muelle portuense de las Galeras Reales, siendo sustituido por el Adriano I, motonave que vino desde y tras la Exposición Universal de Sevilla en 1929, en servicio hasta 1955, alternando con el Adriano II que se utilizó hasta 1982.

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En la imagen los Vapores Adriano III y Adriano II a la derecha.

El actual Adriano III data de 1955 y fue encargada a los astilleros de San Adrián en Vigo; realiza la travesía en unos 45 minutos. Premio a la Promoción Turística de El Puerto 1990  ha sido declarado por la Junta de Andalucía "Bien de Interés Cultural" en 1999. En el Vapor se rodaron películas como La Lola se va a los puertos, La Becerrada o Calle 54. Su imagen es el logotipo turístico de El Puerto de Santa María.

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Antiguo muelle de San Ignacio, donde atracarían los primeros vapores. Al fondo la Plaza de las Galeras Reales.

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María Merello Álvarez-Campana nació hace 85 años en la calle Luna40,  el 26 de julio de 1924, casa en la que viviría hasta los 26 años. Fueron 14 hermanos y entre el mayor y ella, que era la mas pequeña, existía más de una generación de diferencia, con lo que, curiosamente tiene sobrinos de más de 70 años. Por cierto que el desaparecido periodista Agustín Merello (nótula núm. 262) era su sobrino favorito y a su hermano Faly (nótula núm. 306), lo recuerda también con afecto pues ella fue su confidente.

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La familia Merello Álvarez-Campana, en 1930. De pie, Carmen, Pepa María, Agustín, Rafael, José Ignacio, Jesús e Isabel Merello  - con el tiempo, Vda. de Terry- con abanico. Sentados: Luis Merello, la madre Mari Pepa Álvarez Campana Rivera; los tres vestidos de marineros: Francisco, Estanislao y Serafín, Mila, nuestra protagonista, la mas pequeña María y el padre, Jesús Merello Gómez.

Vivían junto al Teatro Principal por lo que padecían las colas e incluso, los niños, a hurtadillas veían algunos espectáculos, sorteando la prohibición de los mayores, desde una ventana que, en la azotea, daba al Teatro.  Estudió interna en un buen colegio en Sevilla, como premio a su actitud con los estudios: el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús del Valle. Allí, curiosamente, se da otra paradoja, pues conoce -de verdad- a su hermana la segunda, monja de aquella congregación, con la que se llevaba algo más de 20 años de diferencia. Lejos de tener facilidades, la monja apretaba a María para que, sin tener privilegios, destacase. Eran muy estrictos. «--Allí trataron de educarme; no se si lo consiguieron. Creo que sí», afirma con una sonrisa que casi siempre permanece en su cara.

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El Teatro Principal y, a continuación, la casa donde nació y vivió María Merello, hoy destruida y sede de un banco.

JUGANDO A FINALES DE LOS AÑOS VEINTE.
De pequeña jugaba a todo, con la particularidad de que la estricta educación de la época impedía que niños y niñas jugaran juntos. Si alguna vez jugaban juntos en el jardín de la casa de la calle Luna,  (aquel jardín donde el sobrino de María, Faly Merello plantó una perra chica, a ver si crecía dinero y para sorpresa suya, con el tiempo se instaló allí un banco: El Banesto)  la voz de la madre organizaba a los niños con los niños y las niñas con las niñas, aunque sus hermanos inmediatamente anteriores eran varones. Bailar el trompo con la guita, montar en bicicleta, juegos de bolindres de barro, jugar con zancos hechos de madera, ...

ignaciovaldessancho_puertosantamariaMaría se casa en 1950 con Ignacio Valdés Sancho, hermano de Joaquín, fundador y director de la Revista 'Diez Minutos'. Aunque nacido en Sevilla, su familia materna y su propia madre era de El Puerto, emparentado con el bodeguero Hipólito Sancho García, padre del historiador Hipólito Sancho de Sopranis. Vivieron, a partir de entonces, en la planta baja de una casa de la calle Pagador, 16., donde tendrían de vecino a alguien que, con el tiempo, alcanzaría justa fama de escritor. Tuvieron siete hijos: Francisco de Paula (+), María, Berta (+), Ignacio (Director de Arte de Diario de Cádiz), Fernando, Berta y Jesús.  (En la imagen Ignacio Valdés Sancho).

EDUARDO MENDICUTTI
En aquella casa vivían en la planta baja y en el primero tuvieron a un vecino que hoy es un prestigioso escritor y columnista: Eduardo Mendicutti, con nótula propia en Gente del Puerto núm. 065; a su padre lo habían destinado a El Puerto como químico de la Fábrica de Botellas. Ya iniciada la década de los cincuenta del siglo pasado, María entretenía a sus hijos mayores: Francisco y María, a sus sobrinos Ignacio y Carlos Merello del Cuvillo y a Eduardo Medicutti con cuentos, rimas y juegos. Eduardo pedía permiso y bajaba a escuchar las narraciones de “Tía María” como la llamaba.

eduardo_mendicutti_puertosantamaria¿Acaso fue ese el origen literario del escritor? Veamos que dice propio Mendicutti: «Siempre cuento que mis precoces, bochornosos y --en su momento-- celebradísimos inicios literarios tuvieron que ver con Rafael Alberti, aunque es verdad que de un modo tan indirecto que a lo mejor más de uno piensa que eso es coger el rábano por las hojas.  El caso es que, cuando yo tenía 6 o 7 años y vivía en El Puerto, una vecina nuestra, María Merello, prima hermana de Alberti, nos contaba a sus hijos y a mí y mis hermanos, sobro todo en las tardes de lluvia, unos cuentos fascinantes que no he vuelto a leer o a oír en ninguna parte: al cabo de muchos años, María Merello me reveló que eran cuentos que ella había oído en su casa y que seguramente acabarán perdiéndose porque nadie los ha escrito nunca. Bueno, yo una vez escribí uno. Quiero decir que, un buen día, arranqué unas páginas de un cuaderno escolar, las doblé por la mitad y las cosí por el canto con un hilo, para fabricar un libro, y allí escribí una historia cuyo encanto al parecer no conseguí estropear del todo con mi, por lo demás, comprensible torpeza. Cuando los mayores de la casa leyeron el cuentecito cayeron todos en trance: «--Este niño va a ser un Pemá», repetían una y otra vez, arrebatados de admiración. Pero María Merello, en un momento en el que estábamos los dos a solas, con una sonrisa entre cómplice y pícara, me dijo: «--Al principio, todos los escritores se inspiran en otros, ¿verdad?». Porque ella sabía que aquel cuentecito estaba calcado de uno de los que ella nos contaba, pero no me delató. De haberlo hecho, y por culpa de la vergüenza, seguro que yo no habría vuelto a escribir jamás una sola palabra. No lo hizo, María Merello no le contó la verdad a nadie, y  eso me ayudó, como ninguna otra cosa en la vida, entonces y en el discurrir del tiempo, a descubrir el encanto, el desafío, el dolor, la alegría y el compromiso de la escritura. Solo puedo decir que siempre que se me ocurre preguntarme por qué demonios escribo, recuerdo aquellas tardes lluviosas de El Puerto, la voz levemente afónica y el acento delicado de María Merello, aquellos cuentos fascinantes que nos contaba, y hay en todo eso un eco misterioso y seductor de los versos de Alberti, un parentesco raro y enigmático que me permite evocar el feliz descubrimiento de la escritura y llena de sentido y necesidad el sinuoso empeño de escribir».

vespa_1955_puertosantamariaUNA MUJER EN VESPA.
En los cincuenta del siglo pasado, María también era popular porque era la primera mujer que viajaba en una moto Vespa, expresamente traída de Italia, de color verde claro. A finales de la década, en 1959 se van a vivir a Cádiz, ya que la profesión de marino mercante de su esposo lo requería, por su vinculación con CAMPSA, donde fue una persona muy querida. A su jubilación vuelven a El Puerto, a Las Viñas, a la calle Lagar, y con la desaparición de Ignacio Valdés, en abril de 2002,  cambia de nuevo de casa a su vivienda actual en la Costa Noroeste de El Puerto, donde recibe visitas de sobrinos y sobrinos nietos, además de las de sus hijos.

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En la imagen celebración de las Bodas de Oro de María Merello e Ignacio Valdés, celebradas en el año 2000. La fotografía está tomada en las escaleras del altar mayor de la Iglesia Mayor Prioral. Fila superior, de izquierda a derecha: Fernández, Raul, María, Jesús e Ignacio Valdés Merello; nuestra protagonista María Merello Álvarez Campana y su esposo Ignacio Valdés Sancho; Berta Valdés Merello, Maite Delgado Roig. El grupo de chicas jóvenes está compuesto por Berta Castro Valdés, Marta Valdés Delgado, Pía Muñoz Valdés, Lucía Valdés Delgado, Ana Muñoz Valdés y María Valdés Delgado. Volvemos a la izquierda de la imagen y, con el traje estampado, Ana María Osborne Gordon; en el primer escalón, de izquierda a derecha, Pepa Martín Salvador, José Muñoz Marrero, Margarita Parra Reguera,  y les siguen los niños Blanca e Ignacio Valdés Parra, Ana María Valdés Osborne, Teresa Valdés Delgado, Fernando Castro Abellan, y en el suelo Ricardo Castro Valdés y Fernando Valdés Osborne.

mariamerello_ac_manos_puertosantamariaCUENTOS, POESÍAS Y JUEGOS.
Como ya hemos señalado, María siempre destacó por su capacidad narrativa y de escenificación de cuentos y tradiciones populares y juegos de otra época. Y aún hoy sigue, con una memoria envidiable, cautivando a sus nietos y sobrinos nietos que se acercan a saludarla e incluso al autor de esta nótula, al que ha hecho una impagable representación de como dar vida a un ratón confeccionado con un pañuelo y un imperdible, como podemos ver en la fotografía adjunta. Practica la papiroflexia y, en general tiene habilidad para construir cosas con las manos. Independientemente de que Gente del Puerto tiene previsto recoger de su boca cuentos y poesías, hemos querido traer a esta página un par de poesías donde números y rimas, van de la mano. (En la imagen inferior, jugando a la 'gallinita ciega').

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Cuanto descansan...
Una hora duerme el gallo,
dos el caballo,
tres el santo,
cuatro el que no es tanto,
cinco el peregrino,
seis el teatino,
(clérigo regular de San Cayetano)
siete el estudiante,
ocho el caminante,
nueve el caballero,
diez el majadero,
once el muchacho y
doce el borracho.

Al carnero quieto.
Si bien María nos lo relata como poesía, en algunas partes se jugaban como una variante del “Salto del Múa”.

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Una es la rueda de la fortuna,
Tu y yo somos dos,
dos gorriones y un cipres, tres,
tres cuchillos y un planto, cuatro,
cuatro curas descalzos y un San Francisco, cinco,
cinco príncipes y un rey, seis,
seis sotanas y un bonete, siete,
siete carneros y uno mocho, ocho,
ocho borrachos y uno que no bebe, nueve,
nueve cántaros y  uno de miel, diez,
diez cántaros y uno de bronce, once,
once batatas y una berenjena, la docena.


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La instantánea está tomada en 1957, en el colegio que D. Juan Díaz tenía en la calle San Sebastián. Tiene nótula propia núm. 138 en Gente del Puerto. De arriba abajo y de izquierda a derecha: Pepe López Romero, Devesa Sánchez, Alberto Vera Ruiz, Antonio Ojeda Lores. Desconocido, Egea hijo del sastre de Rendón, Manuel Gil Insúa, José V. González Selma, Manuel González hijo de Pepe González el de Lolita y Serafina, Ignacio Jiménez González-Nandín, Obregon de La Bota de Oro, Merino, Pilín sobrino de D. Juan, Camilo González Selma, Manolo Monge Reinado, Juan Custodio Cárdenas, Manolo Ojeda Lores, D. Juan Díaz, Pepe Palacios Ruiz, Eugenio Guareño Masa, Desconocido, José Joaquín Vera Ruiz “Quini”, al lado de Don Juan Botella, Izquierdo, Juan Luis Gutiérrez González capataz de Semana Santa, su primo Manolo González Verano de Bodegas Obregón, Quiqui Vicente A. Márquez González, Manuel Rodríguez Hernández, Bollullo, Desconocido, Juan Izquierdo Díaz sobrino de Don Juan, Agustín Vela Durán “Tito”, José Luis Cruz Salvadores.

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De izquierda a derecha en la fila superior, Fernando Arjona González, Rafael Gómez Giménez, Manuel Jesús Merchante Gutiérrez, Gaspar Aranda y Antón, Antonio Arredondo del Río, José María Gutiérrez Colosía, Desconocido, Juan Luis Perles Giner, Juan Palomino; Segunda fila: Enrique Rodríguez, Javier Renedo Varela, Juan de Dios Sánchez González, José Luis Moresco Suarez,  Manuel Serrano García, Rafael de los Santos Márquez, Enrique García Máiquez, José Miguel Merchante Gutiérrez; Fila del suelo:  Antonio Ortega Rojas, Desconocido, Fernando León García, Adolfo Ortega García, Antonio Sánchez Pece Gutiérrez. Foto tomada en el Colegio de las Carmelitas, con motivo de una fiesta de disfraces; iban de betuneros. Instantánea del 29 de marzo de 1949, hace 60 años. (Foto Pantoja. Colección e identificación de Vicente González Lechuga).

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El Grupo Blend, de izquierda a derecha Pely Parra, Pepe Palacios invitado para la ocasión, Juande Nogués, Koky y Juan Carlos Dueñas. Escenario de la Casa de la Cultura, 30 de Enero de 1.976. (Foto Rafa).

Era el 30 de Enero de 1.976, las 8,30 de la tarde. El teatro de la Casa de La Cultura de El Puerto de Santa María estaba que no se cabía de gente. Todas las butacas ocupadas, en los pasillos laterales y centrales, la gente estaba de pié, apretadas. Fuera, en el exterior aún quedaban mucha gente que no pudieron entrar, mientras se escuchaban los primeros acordes de la canción de Los Beatles “Love me do”.

beatles1Unos meses atrás, Ventura Lozano Moreno, a la sazón Secretario de Casa de la Cultura y yo mismo mantuvimos una reunión para estudiar la posibilidad de organizar algún concierto para la juventud en el que fueran protagonistas un grupo de El Puerto como el grupo al que pertenecía, Blend, muy conocidos por aquel entonces. La idea era dar un recital de canciones de los Beatles que comprendieran lo años entre 1960 y 1969, coincidiendo que en 1.975 Los Beatles anunciaron su separación como grupo. La entrada tenía que ser gratuita; solo había que retirar las invitaciones en la misma Casa de la Cultura con anterioridad. Para la propaganda de la cartelería recurrimos a la Bodega Osborne, la cual por mediación de Antonio Ramírez Ariza, por entonces relaciones públicas de la prestigiosa bodega de El Puerto, no dudó en aportar los carteles completamente gratis. (En la imagen, un cartel promocional de The Beatles).

cartel_blend_beatles_1976_puertosantamariaNo todo fue fácil. Fueron largas noches de ensayos e hicimos  un trabajo de investigación, con  un guión para comentar cada canción, quien la compuso, el año y sobre todo como influenció en nosotros y donde las escuchamos por primera vez. El grupo tenía que interpretar el tema lo mas parecido posible, pero con el sello personal que los caracterizaban. También se haría una breve traducción en español de cada una de ellas para los que no sabían inglés. Pepe Palacios, que no pertenecía al grupo, se ofreció a colaborar con este acontecimiento para tocar la guitarra eléctrica, imitando los solos que hacia Jhon Lennon. En esta ocasión yo me hice cargo de la guitarra acústica para acompañar como George Harrison, José Luis Parra el bajo de Paul Macarney, Juan de Dios Nogués la batería como Ringo Star y Juan Carlos Dueñas se encargó de los teclados para cubrir las orquestaciones que rellenaban algunas canciones de Los Beatles. De las voces se encargaron Pely, Juan de Dios y quien esto escribe --dependiendo de la canción que la cantaba uno u otro--  mientras los demás hacían segundas y terceras voces. (En la imagen cartel original del anuncio de la repetición del concierto el 6 de Febrero de 1.976).

EL DÍA DEL CONCIERTO.
Todo estaba preparado para en concierto del 30 de Enero. Desde por la mañana se estuvo montando el equipo y haciendo pruebas de sonido. El orden de las canciones, todas comprendidas entre 1960 y 1969, menos la última que se interpretó,  “Let it be” de 1.970 fue el siguiente:

beatles_love1. Love me do. 2. I sow her standing there. 3. Twiat and shout. 4. Please please me. 5. All my living. 6Tilll there was you. 7. Que noche la de aquel día. 8. And I love her. 9. Can’t buy my love. 10. No replay. 11. Rock an roll music. 12. I need you. 13. Yesterday. 14. Michelle. 15. She loves you. 16. From me to you. 17. I want to hold your hand. 18. Obladi Oblada. 19. Heres comes the sun. 20. Let it be (1970).

Todo salió como estaba previsto, ajustándose al guión salvo alguna que otra improvisación que se me ocurría sobre la marcha, ya que hacía de conductor comentarista del recital/concierto. Mas de dos horas estuvimos en el escenario interpretando estos temas.

placa_beatles_blend_puertosantamariaEn vista del éxito, algo inesperado para la época en El Puerto, Ventura Lozano propuso que se repitiera el día seis de Febrero , es decir, una semana después, para la gente que se había quedado sin poder entrar el concierto anterior, consiguiéndose el mismo lleno que en el anterior. La Casa de la Cultura, entregó una placa conmemorativa a cada uno de los componentes del grupo de manos del Secretario de la institucvión y la felicitación y agradecimiento  de Manuel Martínez Alonso, alcalde de El Puerto  en aquel año 1.976. Empezaban a soplar otros aires en El Puerto, menos difíciles, además del Levante. (Texto: Francisco Ramírez Tallón, Koky).

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Integrantes de la Congregación de Luisa de Marillac, conocida como ‘Las Luisas’, cuya sede estaba en el antiguo Hospital Municipal de San Juan de Dios. Agachada, está Conchita Oviedo, justo detrás Anita Blanquer, junto a ésta, a la izquierda, Lalo Bermúdez Tejada, y a la derecha de Ana, de perfil, Marcela, antigua Enfermera Jefe del Ambulatorio de la Seguridad Social ‘Virgen del Carmen’. Al fondo, detrás de la mesa, hay una chica morena, enfermera del ambulatorio igualmente: Delia Rodríguez que vive en la calle Cruces esquina con Postigo, madre de Mercedes y Antonio Morales Rodríguez.

Las congregantas y las monjas preparaban en las cocinas del antiguo Hospital ingentes cantidades de comida en grandes pucheros, para repartir entre las familias más necesitadas de El Puerto. Había hambre y necesidad. Estas familias se acercaban al Hospital con ollas, cacerolas o cualquier otro recipiente, para recoger las raciones de comidas necesarias para sus hogares. A las personas enfermas o imposibilitadas de movimiento, que no podían recoger los guisos, estas congregantas las llevaban personalmente a sus domicilios. Cáritas colaboraba también con esta labor y las voluntarias de lo que hoy sería una ONG también colaboraban con cuotas, loterías y rifas que se encargaban de vender para obtener beneficios para aquellos fines de beneficencia. Existían otras congregaciones, la de María Milagrosa, que pertenecían al desaparecido Orfanato de la calle Cielos, y las de María Inmaculada, con nótula anterior núm. 390, que pertenecían a Safa. Estas dos congregaciones se diferenciaban de ‘Las Luisas’ porque daban de comer solo a niños y además servían en comedores. (Foto: Colección Coral Piá Oviedo).

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| Texto: Luis Suárez Ávila.

Cuando se haga la historia de la fotografía en El Puerto se hablará, sin duda, de Justino Castroverde y de Francisco Sánchez "Quico". Se hablará de Pantoja, de Rasero, de Fariñas, de "Rafa," de la "Galería Azul" o de Garpre. Seguramente nadie se acordará de "Cuéllar", el viejo, ni de "Cuéllar", el hijo. Pues, de entrada diré que "Cuéllar" el viejo no se llamaba "Cuéllar", sino José Alonso Mesa, y que "Cuéllar" el hijo, ni se llamaba "Cuéllar", ni era hijo del viejo. "Cuéllar", el hijo, tiene por nombre Rafael y por apellidos López Raya. Lo que ocurre es que "Cuéllar" el viejo lo recogió, lo adoptó y lo tuvo siempre por hijo.

...continúa leyendo "399. Cuellar. Foto al minuto."

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Campeonato de España de Piragüismo en la desembocadura del Rio Guadalete, en El Puerto; los piragüistas en K 2 que se ven en la foto, en primer término, son del equipo del Real Madrid, que fué el campeón. La foto está tomada con una camara "micro" en la decada de los 50 del siglo pasado.
(Foto Colección: Luis García Sánchez).

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El público asistió al Campeonato desde el cantil del muelle. En la imagen el muelle de la Otra Banda, preparado para una ocasión tan especial, al darse estas pruebas en nuestra Ciudad.

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Javier González Ruiz nació en la calle Ganado esquina y vuelta con Nevería, el 4 de diciembre de 1946. Estudió en La Pescadería y el bachillerato en El Palo (Málaga). Muy pronto empezó a ser lo que ha sido durante buena parte de su vida laboral, comercial, primero de la bodega propiedad de la familia 'La Gallera' en calle Ganado y más adelante sería responsable comercial para España (menos para Cádiz y Sevilla) de Conservas Sur, con nótula núm. 333 en Gente del Puerto. Con posterioridad prestó sus servicios profesionales en el Casino Bahía de Cádiz y avaló comercialmente una compañía de vidrios entre otras ocupaciones del mundo de la representación.

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Manuel González, padre de Javier, fundador y propietario de Bodega 'La Gallera', venenciando la manzanilla fina que llevaba el nombre de la casa.

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Manolo, el hermano de Javier, atendiendo el mostrador formado por duelas de toneles que finalizaba en una bota: un trabajo de artesanía de los maestros toneleros de la época. Detrás un 'altar' bodeguero formado por medias botas distribuidas en 3,2,1 con los diversos vinos de la casa.

FinoAlvarito_LaGallera_puertosantamariaBODEGA LA GALLERA.
En la calle Ganado arriba, casi esquina con Yerba se encontraba una bodega de tipo medio, de tantas como existieron en nuestra Ciudad a finales del siglo XIX y a lo largo del XX: la Bodega La Gallera que fundara su padre a finales de la década de los 50 del siglo pasado.

Allí, aparte de los vinos a granel, se embotellaba la exquisita Manzanilla Fina 'La Gallera' en cuya etiqueta se imitaban los tipos de letra del Amontillado Fino 'Jardín', de Jiménez Varela, del que González era admirador, o el Fino 'Alvarito'. Tenían, también, tres tabernas: La Gallera, en la calle Ganado arriba; Los Gallitos, inaugurado en 1962, cerro poco antes de finalizar el siglo XX, en Ganado esquina y vuelta con Cantarería; y El Caracas, en la Plaza del Castillo. Precisamente, durante la inauguración del Caracas (22 de noviembre de 1963), se conoció la noticia de que habían asesinado a Kennedy. Uno de los asistentes, de derechas de toda la vida, muy conocido en El Puerto y querido por todos, pero cuyo nombre vamos a silenciar, afirmaba con rotundidad que aquello 'era cosa de los Rusos y que iba a empezar la III Guerra Mundial'.

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Reunión en la Bodega 'La Gallera'. Reunión de algunos funcionarios del Ayuntamiento. Arriba de izquierda a derechea, podemos ver a Manuel González, Francisco Domínguez, Antonio González Rivera, el Maestro Dueñas, con nótula propia en Gente del Puerto, núm. 197, a su lado, Francisco Lara, funcionario de Aguas y desconocido. Abajo, Pablo Cerdá, Antonio Torres, Juan Ignacio Pérez Salas, Vicente Terrada, que vivía junto al Bar Manolo y y José Luis. La fotografía está tomada el 27 de diciembre de 1961. (Foto Rafael, Cruces, 27).

Las actividades empresariales iban cogiendo fuerza y aquello se convirtió en un Centro Logístico de Distribución, pues junto con el pariente de los González, Alfonso Carreto, se empezó a distribuir, también, la cerveza 'San Miguel'. Y ya solo faltaba un refresco, para completar la gama de productos que representaban y servían desde El Puerto, estos emprendedores.

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A la izquierda de la imagen detrás de las mesas del primer término, un isocarro distribuidor de Volpa, en la Plaza de España, de Conil de la Frontera, a finales de la década de los sesenta del siglo pasado. En la provincia estaban muy introducidos los productos de la Distribuidora de Manolo González que regentaba, ayudado por sus familiares.

volpa_latilla_puertosantamariaVOLPA, LA COLA DEL PUERTO.
¿Que es el Volpa? ¿Que significa? Como quiera que aquel refesco de cola no tenía significado, la imaginación popular hizo que se inventara una explicación a estas letras. A estas siglas. V.O.L.P.A. quedaría traducido por la soberanía popular como 'Varios Obreros Laboran Productos Asquerosos'. Y así pasó a la historia esta gaseosa que fundara Javier Osborne Domecq y que se hizo pronto popular, no solo en El Puerto, dada su implantación provincial. Por citar algunos sitios, el famoso Pay Pay de Cádiz, en el Centro de Instrucción de Reclutas (CIR 16) de San Fernando eran grandes clientes y consumidores de nuestro VOLPA.

A mediados de la década de los 60 del siglo pasado, los González adquieren la marca y la maquinaria a Javier Osborne y, la primera medida que adoptan es trasladar la razón social, la fábrica propiamente dicha desde sus instalaciones existentes en la calle de La Rosa, a una nueva ubicación: las naves de EDICO situadas donde hoy se encuentra la Plaza de Enrique Bartolomé, en la calle Valdés.

EDICO son las siglas de Exclusivas de Distribución Comercia, pyme creada por Antonio Cólogan Osborne, Juan Ignacio Varela Gilabert y Agustín Merello del Cuvillo. Dicha distribuidora se fundó en la Plaza de la Iglesia, en la antigua casa de la familia Vencelá -poteriormente derribada construyéndose la casa que hoy habita la familia Álvarez-Campana/Osborne, junto a la Academia de Bellas Artes. Luego EDICO se desplazaría a la calle Valdés. Los tres fundadores de EDICO no viven en la actualidad.

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Podemos observar arriba en la imagen del voladizo del toldo un anuncio de "VOLPA", durante una actuación del grupo 'Los Ever Play'. En la imagen, tocando la batería el porteño Francisco Pérez Bernal, 'Kako', con nótula propia en Gente del Puerto, núm. 004, quizás sustituyendo a Pepe Arcas, el batería titular del grupo, o simplemente pasaría por allí y se puso a tocar una canción, cosas que solían hacer los músicos de la época, entre ellos. (Foto: Francisco Ramírez Tallón).

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Poseían un tren de maquinaria moderno que empleaba a seis trabajadores y a otros tantos en las funciones comerciales. Ya hemos indicado lo demandado que era VOLPA en el ámbito provincial. El director del laboratorio, quien mejoró la fórmula que facilitaba la fábrica de refrescos valenciana Citrania, era el químico y profesor de esta asignatura en los Jesuitas, Eleuterio Ferrera, quien mas tarde dirigiría los laboratorios de Bodegas Terry. Los tapones -las latillas que muchos niños hacían colección- eran fabricadas en Metalúrgica Portuense, propiedad de Castro Merello, ubicada donde hoy se encuentra el supermercado ALDI, en la calle Valdés. El azucar para el refresco era provisto por los almacenes de Velarde, de la calle Cielos esquina y vuelta con Lechería, actual Cervantes.

citrania_puertosantamariaY el jarabe era suministrado por la ya mencionada fábrica valenciana CITRANIA. Como todo acaba en la vida, las grandes empresas se comieron a la pequeña y tuvo que cerrar, a principio de los 70 del siglo pasado, cuando una caja de 24 botellines de 25 cl. costaba 72 pesetas. La maquinaria, moderna y en muy buen estado, fue adquirida por Ruiz Mateos para gasificar vinos y vender 'champagnes o cava' sin denominación de origen. Y El Puerto, volvió a perder otra empresa y varios empleos, en la década de los setenta del pasado siglo.

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En la imagen, tomada en la Playa de la Puntilla, de izquierda a derecha, Juan Luis Bermúdez Tejada, Concha Cossi, María Josefa Tejada Peluffo con Javier Bermúdez Tejada en brazos, Elena González Bruzón, viuda de Ginés Hidalgo y las hermanas Pepita -ya fallecida- y Loli Muñoz Baltar, primas de Antonio Muñoz Cuenca.
(Foto Colección Vicente González Lechuga).

«¿Quien no recuerda los veraneos del Puerto, los primeros veraneos organizados de Andalucía, en aquella playa de La Puntilla, rodeada de coches de caballos, en aquel balneario que era idéntico al quiosco de la Banda Municipal del Paseo de Rosales de Madrid y que de niños, en la posguerra del 14, creíamos la cima de los paraísos? ¿Quien no recuerda las tardes de verano en El Puerto, la siesta en los cierros y en las calles las campanitas de los burros que llevaban el agua para beber?» José de las Cuevas.

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Playa de la Puntilla. Rocas del Canal, al fondo, Valdelagrana. De izquierda a derecha, arriba: Tere Gay, Luis Suárez, Piluca (de Badajoz), Paco Pepe Rodríguez Batllorí Sánchez. Izquierda abajo, Enrique Pedrosa y Mati Bellvís.

"La Playa de la Puntilla, la más próxima a la población --orilla derecha de la desembocadura del Guadalete--, es la más popular, la más democrática. Y también la más tradicional. La que conoció unos felices años veinte de bañadores a rayas, sillones con sombrajo de mimbre y caballeros con sombrero de paja". Manuel Martínez Alfonso.

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Vista aérea de la Playa de La Puntilla, sin espigones, sin el Polideportivo, sin Puerto Sherry... A este lado, Valdelagrana. Se cruzaba en pequeñas barcas de una playa a otra.

«De la dorada paz de La Puntilla
al pastoso silencio del Ejido,
el Puerto de María está tendido,
su frente en la almohada de la orilla»

José Luis Tejada.

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franciscoramirezdepina_puertosantamariaNació en Montánchez (Cáceres) --el pueblo de los buenos jamones ibéricos y el vino de pitarra-- el 2 de Abril de 1.909. Era hijo de José María Ramírez del Hoyo, funcionario que fue de a Cárcel para Mujeres situada donde hoy se ubica el Hotel Los Cántaros, en la plaza llamada también de La Cárcel. Se vino para El Puerto siendo muy joven, junto con su familia por estar el padre destinado aquí. Entró a trabajar como funcionario del Ayuntamiento en el año 1.935, en un tiempo convulso, en la España de preguerra. Se casó con María Luisa Tallón Quintero de cuyo matrimonio nació su hijo Koky, con nótula propia en Gente del Puerto, núm. 349. En la calle Larga, 60 vivió durante mas de 35 años, dándose la circunstancia que el Ayuntamiento, por entonces, estaba situado en la Plaza de Isaac Peral, con lo que le cogía muy cerca. (en la imagen, Francisco Ramírez de Piña, en una imagen obtenida tras su jubilación).

Durante cuarenta años estuvo ejerciendo como funcionario en el Negociado de Quintas. Todo joven que cumplía veinte años, recibía una carta citándole a personarse en la ventanilla de “Quintas” del Palacio Municipal. Allí,  Francisco le informaba donde había sido destinado; le daba consejos, le preguntaba siempre si tenía algo que alegar y, si era así, el mismo hacia el escrito y lo enviaba a la “Caja de Reclutas nº 18”, situada en Cádiz frente al Parque Genovés donde hoy se encuentra la Escuela de Ingeniería Técnica. Francisco tenía que estar presente en ese acto, junto con el Tribunal Médico que decidía si era apto o no para hacer el servicio militar. Con este cometido, durante cada reemplazo, dos veces al año se dirigía a Cádiz a las siete de la mañana en el tren y volvía a las tres de la tarde en el Vapor de El Puerto.

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Francisco Ramirez de vuelta con su esposa de la plaza de toros. Año 1940.

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El segundo por la izquierda Francisco Ramirez, no sabemos quienes les acompañan, por lo que animamos a los lectores a identificarlos. El lugar, la Feria de Ganado.

ramirezdepina_3_puertosantamariaAl salir del Ayuntamiento, sobre las dos y media, siempre se tomaba su aperitivo y su copita de Vino Fino en el Bar “Chico”, donde hoy se encuentra el edificio de la heladería “La Perla”. Siempre fue una persona muy metódica, siempre estaba a la misma hora en el mismo sitio. Sus lugares de ocio eran el Bar “San José” y el Bar “Puente”, cuando la zona del Corribolo gozaba de bastante ambiente.

AMANTE DE LA NATURALEZA.
Durante las vacaciones de verano y acompañado de su hijo Koky, de corta edad, salía de mañana muy temprano cogiendo calle Chanca abajo hasta cruzar el puente de San Alejandro y seguir andando, entre los pinares, hasta llegar a la playa de Valdelagrana.  Despacio, contemplando la naturaleza, le encantaba observar a los camaleones, aspirando el olor a pino, después volvía por la misma ruta hasta su casa en la calle Larga. (Paseo de Francisco con su señora, en el Parque Calderón).

La astronomía era uno de sus entretenimientos favoritos, se pasaba horas contemplando la luna y las estrellas. Tenía una admiración enorme hacia Julio Verne, si no estaba leyendo el periódico, siempre tenía a mano una novela del visionario escritor francies Verne.

ramirezdepina_5_puertosantamariaFELICITACIONES.
La Caja de Reclutas nº 18 de Cádiz Felicitó a la Corporación Municipal por las labores llevadas a cabo por los funcionarios del Negociado de Quintas, entre ellos a Francisco Ramírez de Piña. En 1970 fue galardonado con la medalla del Mérito al Trabajo, a propuesta del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.  En 1.974 se jubiló debido a una enfermedad que se prolongó hasta el 13 de Marzo de 1.985, fecha de su fallecimiento. (En la imagen, escrito de felicitación a Francisco Ramírez).

El 14 de Marzo de 1.985, fue enviada al Diario de Cádiz la siguiente nota escrita por Juan Novoa González, Funcionario de Instituciones Penitenciarias: «El Puerto de Santa María, vive la tristeza de ver como nuestro querido amigo D. Francisco Ramírez de Piña, funcionario de la Administración Local jubilado, nos deja en este mundo para gozar de la presencia de Dios. Los que le hemos conocido y tratado, sentimos amén de la pérdida de su presencia física entre nosotros, el calor afable de su trato con las que nos recibía en su casa y antes de su prolongada enfermedad, en el despacho de su cometido profesional. Nada exageramos si decimos que en su larga vida dedicó su amor al prójimo influenciado por sus creencias religiosas y por el cariño a la familia y amigos. A su esposa, Dña. María Tallón Quintero, a su hijo Francisco Ramírez Tallón, empleado de Obras Públicas, a su hija política Dña. Milagros Vicente Gallego, a sus hermanos José, Ana y Josefina, queremos hacerle presente, por medio de estas líneas publicadas en este Diario de Cádiz, el mas sentido pésame por la irreparable pérdida.»
El 31 de diciembre de 2001, el gobierno de España, curiosamente el gobierno popular de Aznar, abolió el servicio militar obligatorio, quedando suspendida la incorporación forzosa de los jóvenes para efectuar dicho servicio de armas.

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manuelsanchezjimenez_puertosantamariaManuel Sánchez nació el 24 de diciembre de 1918 en la calle Jesús Cautivo, hijo de Manuel Sánchez y de Ana Jiménez, tenía cinco hermanos. Durante la Guerra Incivil  luchó, primero en el bando rebelde -era Falangista- y luego, apresado en Pozoblanco y llevado hacia la retaguardia contraria, estuvo cautivo en San Miguel de los Reyes (un monasterio de la Ciudad de Valencia), hasta que fue enrolado por el ejército de la República. Luego cruzó a Francia donde permaneció preso en un campo de concentración para aquellos españoles que venían huyendo, bien de la guerra, bien del ejército rebelde. Con 20 años, en 1938 y, a la vista de como estaba la situación en nuestro país, en la propia Francia, inmersa en la II Guera Mundial, lejos de regresar a España decidió emigrar a América, y se embarcó en dirección a Chile. Era un joven deseando ver mundo, un mundo mejor que el que le había tocado vivir. (En la imagen, Manuel Sánchez Jiménez, en una fotografía tomada hace 40 años).

EN OSORNO (CHILE).
En el país andino los comienzos no fueron fáciles, desde su llegada hasta poder establecerse en Osorno, pasó por múltiples vicisitudes. Osorno es una ciudad que toma el nombre del volcán del mismo nombre, en la zona sur de Chile en la región de Los Lagos, a 946 kms. de Santiago de Chile y 110 kilómetros de la capital de la región: Puerto Montt, y a 260 kilómetros de la ciudad argentina de San Carlos de Bariloche. En Osorno se casó, tuvo tres hijos y abrió un comercio de artículos deportivos. En El Puerto era aficionado al fútbol, hincha del Racing e incluso llegó a jugar en el equipo local, pero como él mismo confesaba "era de los malos". Seguía las noticias del fútbol español a través de las emisiones de Radio Exterior de España y en Osorno, colaboraba con el Club Deportivo Español, siendo presidente de la Sección de Fútbol de dicha organización deportiva.

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Antigua Estación de Ferrocarril de Osorno, hoy en otros usos, a donde llegó nuestro emigrante en Chile, a finales de la década de los 30 del siglo pasado.

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La Estación Marítima de Barcelona, el 7 de octubre de 1969, atiborrada para recibir a los expedicionarios de la Operación España. (Foto: Javier Ortega Figueiral).

OPERACIÓN ESPAÑA.
En 1969, el 26 de septiembre, se reunía el entonces ministro de trabajo, Romero Gorria, con el Club Internación de la Prensa, representantes de los medios de comunicación madrileños y corresponsales de la prensa extranjera para explicar la llamada “Operación España”. El ministro se refirió a los dos millones de españoles que vivían en hispanoamérica y como las Casas de España o regionales asentadas en aquellos países organizaban viajes de reencuentro con la tierra que los vió nacer. El régimen político de la época se hizo eco de la situación y de ahí surgió la “Operación España”. Dos requisitos había que cumplir: llevar más de 25 años fuera del país y acreditar no tener medios para realizar el viaje.
De esta manera, el 7 de octubre la expedición formada por 1300 españoles procedentes de hispanoamérica llegaba al puerto de Barcelona, a bordo de los trasatlánticos “Satrústegui” y “Cabo de San Vicente”, y en la motonave “Ciudad de Barcelona” dos centenares de emigrantes españoles afincados en Méjico y Cuba, y que habían llegado por vía aérea a Palma de Mallorca, desde donde partió dicha nave con destino a Barcelona, donde fueron agasajados suficientemente, antes de partir para sus ciudades natales o de origen.  La decana de los emigrantes, Úrsula Gasull, de novena y cuatro años, llevaba residiendo en Uruguay más de 50 años.

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De izquierda a derecha, el sargento Yeste, de la Policía Municipal, Manuel Sánchez, Juan Melgarejo, alcalde de la Ciudad y José Antonio Español, Ingeniero Jefe de la Junta de Obras del Puerto. Asistían al 'Derby' entre el Portuense y el Jerez Industrial. 12 de octubre de 1969. (Archivo Municipal. Foto Rafa).

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De izquierda a derecha, Juan Melgarejo Osborne, alcalde de El Puerto; Juan Ignacio Varela Gilabert, concejal; Juan Martín Vélez, Secretario Particular de la Alcaldía y el homenajeado, Manuel Sánchez en un agasajo que recibió por parte de la Corporación Municipal en el Hotel Meliá Caballo Blanco, el 22 de diciembre de 1969, poco antes de su tornaviaje a Chile. (Archivo Municipal. Foto Rafa).

LLEGA A EL PUERTO.
Manuel Sánchez, que tenía entonces 50 años de edad, se acogió a esta Operación España, y el 7 de octubre de 1969  se encontraba con los españoles retornados, recién llegado a Barcelona. Cuatro días más tarde, el 11 se encontraba en nuestra Ciudad siendo recibido por las fuerzas vivas. Era alcalde, a la sazón, Juan Melgarejo Osborne. Nuestro protagonista se pudo reunir con sus familiares: su madre Ana Jiménez, sus cinco hermanos, e infinidad de sobrinos y recorrer El Puerto que había dejado hacía más de 30 años.  Y además se propuso, durante su estancia de casi tres meses, conocer cuanto pudiera de Andalucía. Como anécdota curiosa, fue invitado por el Ayuntamiento de la Ciudad al derby entre los equipos de fútbol Racing Club Portuense y el Jerez Industrial. También estuvo en los toros, asistiendo a una corrida de un joven José Luis Galloso que empezaba a despuntar. Tenía intención de visitar Cádiz, desde cuyo puerto de pasajeros ralizó el tornaviaje en dirección a Chile a finales de diciembre del mismo año. El hombre había llegado a la luna en junio y nuestro paisano Manuel, a El Puerto en octubre.

mariacuenca_puertosantamariaNo puedo olvidar que siento admiración, respeto, cariño y simpatía por todo lo relacionado con la forma de ser, pensar y actuar de gran mayoría de mujeres de todas las épocas. Ante ellas y, sobre todo, ante la mujer luchadora, inteligente, fuerte y desenvuelta, me siento casi desarmado. He conocido a lo largo de toda mi vida a mujeres excepcionales.
Mi madre, María Cuenca, por ejemplo, natural de Paterna de la Rivera, se vino a El Puerto con 13 años porque se quedó sin padres, a trabajar de criada. Casi con 16 años se casó, y toda su vida la dedicó a trabajar por sus hijos, pues mi padre murió joven. En aquella época, a una viuda no le quedaba paga alguna, y mi madre fregó todos los suelos del mundo para dar de comer, o mal comer, a sus hijos, a costa de sus riñoñes, su espalda, sus reumas y sus dolores. Nunca se quejó, y su fortaleza interior era su fuerza, pues éramos su orgullo y su razón de ser. Murió cosida de dolores pero unificó, aconsejó, acunó a sus hijos y nietos, y su ejemplo permanecerá en nosotros par siempre. Mi madre era casi analfabeta, pero tenía muchos litros de cultura en la sangre. Y como ella, muchas, muchas vecinas antiguas de las calles empedradas de aquel difícil Puerto. (En la imagen, María Cuenca, en una imagen de su juventud-madurez, posando en la huerta de una casa).

mariacuenca_2_puertosantamariaEn estos momentos confieso mi admiración y respeto, por ejemplo, por las madres y mujeres de la asociación ANDAD, en lucha contra la droga, por su valor y coraje. Mujeres que dan la cara en asociaciones de barrios como presidentas, en las APAs de los colegiosm, en centros culturales de gitanos luchando hasta dignificarlos. Mujeres de 'Médicos sin Fronteras' que van a lejanos países para aliviar el dolor en medio de tanta miseria. Chavalas de trabajadores, que están en la Universidad, a la que han accedido no sin sacrificio, comiendo en todo el día un bocadillo para poder conseguir unos estudios y una carrerra que dignifiquen su vida, un un larguísimo etcétera que no cabe aquí. (En la imagen, María Cuenca ya de mayor).

padres_munozcuenca_puertosantamariaPero quizás lo que mas me llame la atención sea el caso de muchas mujeres, madres de alumnos y ex alumnos míos, cuya vida diaria -por la enorme cantidad de paro que hay para sus maridos- es un acto de entrega y sacrificio por su casa. Hay que tener coraje, porque ellas son el sostén de la escasa economía doméstica; trabajando fuera de casa en lo que salga, se preocupan por la educación de sus hijos, pues son las únicas que aparecen por los colegios, y encima llevan las faenas de la casa para sus hijos y sus maridos con un coraje y un equilibrio interior asombrosos. Sobre estas heroínas populares nadie escribirá su historia, pero como dice el castellano antiguo: héteme aquí cual un Antonio Gala, un Baudelaire o un Kipling, para poner en lo más alto del pedestal a todas estas mujeres. Yo, si quiero refrescar mis ideales y no desfallecer y caer en la rutina cómoda de la vida, no tengo más que mirar a mi alrededor y contemplar la vida de todas estas mujeres. (En la imagen, la familia paterna de Antonio Muñoz Cuenca: el abuelo, Antonio Muñoz Zambrano, natural de Lebrija, panadero, con despacho en la calle Santa Lucía, junto al almacén de Juanito Martín; la abuela, María Cortés, era pelirroja pero conocida como 'La Rubia'; el padre, Antonio Muñoz Cortés y sentado, su tío José.  Foto A. del Castillo. Larga, 77).

Solo me queda decir: Loli, Rosario, Luisa, Milagros, Mari, Pepi: Gracias por vuestra entrega. Sois un ejemplo de vida. Lo mismo que vosotras, miles, millones de mujeres, que en países o continentes como África y sur de Asia, aún luchais por subsistir cada día en condiciones infrahumanas, intentando sobfrevivir a la pobreza, la barbarie y el horror. Nadie os tiene en cuenta porque sois un cero a la izquierda, y lleváis pegados a vuestros escasos techos y carnes un hálito de vida y esperanza en forma de grandes ojos y mirada inocente de niños con enfermedad, hambre y tristeza. ¡Toda la admiración, el amor y la comprensión de este humilde escribidor, para vosotras! (Texto: Antonio Muñoz Cuenca).

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