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Revista-VIP-Feria_portadaReal: Es el recinto donde se celebra la Feria. En el caso de El Puerto este enclave se llama Las Banderas.

Portada: Es un elemento decorativo, normalmente luminoso, que se coloca en un lugar bien visible en el principal acceso al Real de la Feria.

Caseta: Cada uno de los recintos de lona que conforman la Feria y que están gestionados por una peña, empresa o asociación. Es un lugar en el que se come, se bebe, se canta y se baila a cualquier hora del día o de la noche.

Alumbrado: Las luces que iluminan la Feria destacan por la presencia de numerosas bombillas que forman también motivos decorativos. Estas luces extraordinarias se encienden cuando se inaugura la Feria y cada tarde a partir de la caída del sol.

Farolillos: Son unos exornos de papel que rodean las bombillas que se distribuyen por todo el Real. La mayoría suelen estar patrocinados por empresas bodegueras.

Fino: Es el vino típico de El Puerto. La Feria de Primavera, de hecho, lleva como sobrenombre el de Fiesta del Vino Fino. Es la bebida más consumida durante esta fiesta y se adquiere en las casetas por medias botellas.

unaderebujitoRebujito: Es una bebida relativamente moderna que se obtiene mezclando el Vino Fino con un refresco de soda. Es muy refrescante y la bebida favorita de numerosos feriantes. [Tiene sus antecedentes en el Sherry Cobblers de la inglaterra victoriana]

Faralaes: El traje de faralaes es un traje de volantes, un elemento irrenunciable en cualquier traje de flamenca. Normalmente es una palabra que solo se usa en plural y en la Feria, aunque su significado es 'volante'.

Sevillanas: Aunque se llama así también a las mujeres nacidas en Sevilla, se trata de la pieza musical más tradicional de la Feria. Se bailan por parejas y se ejecutan de cuatro en cuatro, cada uno de los pases con movimientos y cruces diferentes.

Traje corto: Es el equivalente masculino del traje de gitana o de flamenca. Es una vestimenta habitualmente utilizada por caballistas o bailaores.

Mantón: Es uno de los complementos más utilizados con el traje de gitana. El mantón de Manila es originario de China, pero ha ido evolucionando hasta modelos cada vez más pequeños y de todos los colores imaginables, en forma de mantoncillo, ya la mayoría de las sin el bordado que era tradicional.

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Calle del Infierno: Es la zona de la Feria más temida por los padres. Se trata del enclave donde se ubican las atracciones de la Feria, conocidas popularmente como 'cacharritos'. Es difícil salir de esta zona sin que se resienta la cartera. /Texto: Teresa Almendros Edeso.

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Rafael Alberti escribió este poema-premonición al pie de las Torres Gemelas de Nueva York, a principios de los años ochenta. Fue publicado por la editorial Seix Barral en 1982, en su libro  ‘Versos sueltos de cada día’. Un momento amargo de la historia visto por nuestro poeta mas universal, 19 años antes del luctuoso suceso, que cambió la historia de Occidente.

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Aquí no baja el viento,
se queda aquí en las torres,
en las largas alturas,
que un día caerán,
batidas, arrasadas de su propia ufanía.

Desplómate, ciudad de hombros terribles,
cae desde ti misma.

Qué balumba
de ventanas cerradas,
de cristales, de plásticos,
de vencidas, dobladas estructuras.

Entonces entrará,
podrá bajar el viento
hasta el nivel del fondo
y desde entonces ya no existirá
más arriba ni abajo.

Rafael Alberti

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Alentado por el hechizo que sobre él obran unos 'cuadernos chinos', Rafael Alberti va desgranando en ellos sus versos sueltos de cada día, escritos al hilo del discurrir cotidiano, del instante fugaz. Sembrado de delicias líricas que abarcan desde el aforismo poético, la evocación, la aprehensión del sentimiento, la imagen cercana al hai-ku, al poema o la copla de sabor popular, es éste un espontáneo libro de memoria que refleja las innumerables facetas y los motivos recurrentes del poeta.

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José María Morillo, acompañado por Milagros y Verónica Gago y Francisco Andrés Gallardo ofrecieron el pregón de feria en la Caseta Revuelo tras la inauguración del alumbrado, en la noche de la Velada, preludio de la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino. /Fotos: Oleguer García.

JUZGADO DE LO FERIAL Nº 1 DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA. SENTENCIA nº 21/2014.

En El Puerto de Santa María, Recinto Ferial de Las Banderas, calle de Madrid, Finca Revuelo, colindante con las casetas de La Cantarería y Los Trenti.
Vistos por este Tribunal del Juzgado de lo Ferial nº 1 de los de El Puerto de Santa María, los presentes autos de Juicio Oral seguidos ante este Juzgado, altercados de Orden Lúdico, siendo los acusados los socios de la denominada Caseta Revuelo, defendidos por los Letrados periodistas y tertulianas, Milagros y Verónica Gago, siendo parte acusadora el Ministerio Fiscal representado por el hombre de letras  Francisco Andrés Gallardo, crítico de TV del Grupo Joly. En defensa de la víctima: la acreditada cartera de legítima piel de Ubrique de los socios: los Hijos del Revuelo, con todos sus componentes: tarjeta de crédito sustentada en cuentas corrientes y billetes de 50 euros, a falta de una acusación particular, en nombre de S.M. el Rey, pronunciamos la presente sentencia, con base a los

ANTECEDENTES DE HECHO que pronto conocerán.

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El pregonero, el juez López Marchena, el alcalde de la Ciudad Alfonso Candón y el presidente del Revuelo, Paco Soto.

… … … 

Pero antes, querido presidente de la Peña Revuelo, queridos socios, amigas y amigos, señoras y señores, permítanme una reflexión, que viene escrita en la Biblia: “Cuando el Señor llamó a Gabino, no dijo, Gabino ven, sino venga Vino”. Esta noche pretendemos, queridos Hijos del Revuelo, con esta sentencia, que durante la Feria, el vino venga a nosotros, así como la amistad, las buenas intenciones, pasarlo bien, … llevarnos bien… todo lo que tengamos que llevarnos, de la Feria, que no pueden ser sino cositas buenas. Y abrirles las puertas de esta caseta a los ciudadanos de los Estados Unidos de Norteamérica, a los que homenajeamos en esta edición con nuestra primera fiesta local. En 1775, Tomas Jefferson, uno de los firmantes de la Declaración de Independencia norteamericana, hacía referencia a “que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, dentro de los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Que sabio Mr. Jeffersson, que ya imaginaba hace 239 años que, entre otras cosas, en la Feria, buscarían, buscaríamos, la felicidad. Good Bless América, o lo que es lo mismo Dios bendiga a América y en España, a la Caseta del Revuelo y a sus hijos, y a los hijos de sus hijos.

… … …

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Con los colaboradores del Pregón, delante de la caseta El Revuelo.

Y seguimos con los antecedentes de hecho, en este juicio de los poetas, a la Feria.

PRIMERO.- Que el Ministerio Fiscal en sus conclusiones, califica los hechos procesales como constitutivos de un delito continuado de lesiones a la cartera y contra las cuentas corrientes de los reunidos en este recinto de albero, penado con el artículo 147 del Código Ferial, expone como agravantes los artículos 174.1 y 177 de éste Código, relativos al mes de Mayo y a  la celebración de la Fiesta del Vino Fino porteño, y  acusa como ferialmente responsables en concepto de autores a los Hijos del Revuelo. No solicita ninguna pena en particular.
SEGUNDO.- Que la defensa en sus informes finales, culpa a la víctima –la cartera de Ubrique-- de lo dispuesto en los artículos 556 y 57 del Código Ferial, sobre descubiertos bancarios, préstamos y sablazos a corto plazo, justifica la actuación de los acusados en base al artículo 20.7 del Código Ferial, pasarlo bien sin mirar a quien, de obligado cumplimiento en estos días de fiesta, y solicita la libre absolución de los mismos.

...continúa leyendo "2.116. PREGÓN EN LA CASETA EL REVUELO."

 La llegada de la primavera, sin duda trae aires de feria,  ya se adivina la alegría y el regocijo  en los semblantes y es que no puede haber una estación más bonita, que esta. No sé que pensaran, pero merece la pena dar un paseo y  dejarnos embriagar por el olor a azahar de los naranjos en flor  y  con la explosión de color y belleza  que se nos da gratuita, con solo echar una mirada a  esos balcones  floridos con la delicadeza y colorido de esos geranios  tan variados y tan hermosos.

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Una vista aérea de la Feria en Crevillet.

Y como no hacerlo con nuestros patios, si cada año los  engalanan como a   mocitos,  en busca de sus damiselas. No se puede  ser más generoso que estos propietarios e inquilinos, pues  por unos días,  no solo nos deleitan la vista también nos dan vida  y  añoranzas de lo que fuimos y vivimos, en esas casas de vecindad, en la que  era cotidiano reunirse  en el patio para  labores, como: coser, bordar y en muchos casos enjaretar el ajuar de alguna mocita casadera. Eran mucho más que amigos, yo diría que eran una gran familia, de puertas abiertas y afectos la mayoría de  las veces inquebrantables. Ven como sí son generosos, pues nos demuestran que precisamente la calidad de vida, puede estar simplemente, en sacar una silla al patio  al calor de una taza de café y la buena conversación y  compañía de los vecinos.

PRE FERIA.
En los años 60-70 los días previos a la Feria,  nuestras calles, especialmente La Placilla, era un hervidero de gente de lo más variopinta. Los comerciantes esporádicos, montaban sus tenderetes, y cierto era que podíamos encontrar casi de todo, desde los vendedores de turrón pregonando  reiteradamente   sus ofertas, se acuerdan verdad, no solo te daban un lote, terminabas  prácticamente, pagando uno, y llevándote dos, pero eso sí, de elegir nada de nada, y como decimos por aquí… se dejaban comer.

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LOS TRILEROS.
Ciertamente, había  otro gremio, pero no sé cómo calificarlos, en mi ánimo no está molestar a nadie, pero desde luego, lo que es, es. Me explico, había unos personajes, que con una mesa pequeña, montaban su tinglado. Ponían sobre ella, tres vasos, y con una habilidad más que ensayada, hacían creer que se podía lograr acertar  debajo de que vaso se escondía la piedra, carta etc. Claro, que al principio, todos miraban entusiasmados, pero sin  atreverse a jugar, o apostar. Estos tenían sus ganchos,  y hacían creer a los pobres incautos, que si ellos podían ganarle al  Trilero, --o como quiera que se llamen--, cómo no iban a poder hacerlo  los demás.  Craso error, pues manejaban los vasos, con gran habilidad, y claramente quienes apostaban salían perdiendo, pues no acertaban donde estaba la moneda, carta etc. Había una especie de mesita con una rueda, pero era más de lo mismo. Estos virtuosos  no sé, si  del timo y del disimulo, se hacían los  panolis, pero …. sí, sí. En fin,  los pícaros de siempre.

algodondulceTROVEROS.
También estaban  los Trovadores --troveros-- en definitiva, contadores de historias. Estos iban de feria en feria  dándonos   una versión ‘fidedigna’ de las diferentes batallas, ganadas por nuestros   héroes de guerra. Era increíble, oírles   como escenificaban cada parte del grabado, haciéndonos participes de la  gran valentía y heroicidad  de personajes como  nuestro Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Que arte, por Dios!

Supongo, que se acordaran, de los compradores de  colchones de lanas,  por cierto, mira que era agradable dormir en ellos,  sobre todo en invierno, siempre que no se hubiera formado un tolondrón  pues en ese caso nos  tocaba pasar la noche abriendo la lana, y  una de dos  o terminábamos con ellos y cogiendo postura  o amanecíamos hasta el gorro de los dichosos tolondrones.

AMBULANTES MIL.
En estas fechas aparecían: Tapiceros,  Vendedores, de algodón dulce, de flores cortadas, mayormente claveles, para adornarnos el pelo,  vendedores de accesorios como: zarcillos, collares, pulseras, mantoncillos etc. Lo malo era los temidos  Afiladores, estos, mal que me pese, parecíame, que anunciaban Levante y eso tenía su mijíta de guasa, porque la ventolera nos ponía, a unos más que a otros, un poco tocados y no digamos como dejaba al Feria, sin farolillos y casi sin bombillas. No, no se me  olvidan, los que hacían actuar a las pobres cabras, con esos órganos a todo volumen. No, es broma,  también tenían su público  y su mérito. Lo más agradable sin duda,  el sonido del organillo, pues no había  estridencias, si no música cadenciosa y alegre. Los chiquillos nos quedamos embobados, oyéndolos tocar, desde un Chotis, a una Zarzuela.

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De izquierda a derecha, José Luis Péculo Utrera, ‘Tio Luis’, Emilia Péculo Vichera, Concepción Herrera Péculo, Magdalena Péculo Utrera, Federico Herrera Síñigo. Delante: José Luis Herrera Péculo, Antonio Herrera Péculo. Detrás, mirando al objetivo, Enrique Marroquín Sánchez y Sebastián Marroquin Gómez. 29 de abril de 1952.

GIGANTES Y CABEZUDOS.

No sé si estoy equivocada, pero creo recordar,  que de alguna manera, la Feria empezaba  en la Plaza de la Iglesia,  con un pasa calles de Gigantes y Cabezudos. A mi daban un miedo, considerable, sobre todo cuando se acercaban demasiado, pero me escondía como buenamente podía.

LA FERIA DE GANADO.
Por fin, llegado el medio día, ya estaban las tarteras de aluminio preparadas con las tortillas, filetes empanados, pimientos fritos, y algún que otro fiambre para la merienda. Solo quedaba ponernos guapas, con nuestros  preciosos vestidos de gitanas. Mi cariñosa vecina Loli  nos pintaba los rabillos de los ojos, algún que otro lunar y por supuesto los labios. Al parecer, era típico.  Lo malo eran los zapatos de tacones, porque aunque lleváramos días  haciéndonos a ellos,  dolían los condenados. Mientras esperábamos impacientes el momento de arrancar, nos poníamos a dar vueltas, porque nos encantaba ver los volantes al aire, y  caer al suelo de bruces con el vestido rodeándonos.

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La familia Moreno Naval en la Feria de Ganado de 1958. En el pescante, Rafael Moreno Porto, 'el Lengue'.

¡Por fin  nos vamos  para la Feria! Todos  íbamos con la ilusión a flor de piel, lo primero era subirnos al coche de caballos, los  machotes en el pescante,  las mayorcitas  en la parte de atrás, luciendo los volantes del vestido y teniendo cuidado  de que no se lo comiera el  caballo detrás nuestro. Los pequeños sentados en  las faldas de los mayores, no importaba, el caso era llegar.

LAS ATRACCIONES.
Y  llegamos, despacio pero enteros, pobre caballo. En esos momentos  a los niños nos entraban las prisas, por ver las atracciones, pero no había mucho donde elegir, estaban: el carro de las patás, en dos versiones, uno para los más pequeños y el  de los mayores. Siempre salíamos lastimados, porque aunque fuéramos chicos, brutos  hay a todas las edades.

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Unos vetustos coches de choque.

Los coches de  choques, eran de hierro y  tenían un circuito, no como en la actualidad. En  esos años de finales de los sesenta, no tengo claro si estaban  el carrusel de los Caballitos y la Ola, pero si en la velada de la Victoria. Lo que si se podía ver era la venta de ganado, pero era demasiado pequeña para apreciarlo

EL ALMUERZO.
Llegada la hora del almuerzo, cada familia cogía su trocito de parcela,  extendían el mantel y todos alrededor de él a dar buena cuenta de las viandas. Aquello sí que era una bonita romería. Los vecinos de parcela --cachito de tierra-- por lo general, te ofrecían,  ustedes gustan  un vasito de vino a los adultos,  o agua fresquita del búcaro. Nosotros llevábamos cantimploras pero cuando  se acababa, sin remisión  había que llamar al  Aguador.

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Las familias Pantoja y Gilabert, en una caseta de la Feria. Vemos como se anuncian los vinos de Bodegas Caballero.

LAS CASETAS.
Lo que no consigo es  acordarme con nitidez  de las casetas, pero sé que haberlas las hubo,  aunque, mucho más sencillas que las actuales  y  a sones de sevillanas corraleras,  nos pegábamos  más de un baile. ¿Quien no se va a acordar de los Hermanos Toronjo y los Hermanos Reyes entre otros? También había una especie de mostradores en los que servía el vino,  pero   está claro, que a esas edades, solo bebíamos  Quina Santa Catalina y en la Feria no era plan.  No, no se me olvida, la imagen de Pepe el Escocés --ni idea de cuál era su verdadero nombre-- por aquellos años,  al ser yo tan pequeña,  le veía tan larguirucho que  su figura resaltaba  como un Guión de Semana Santa, y  no hablemos de su  típica falda de cuadros, pues primero me asombró, y luego alguna que otra risita. Claro que ya a fuerza de verlo año tras años, y ver lo afable  y espontáneo que era, parecía que la Feria era más Feria, si estaba Pepe el escocés.  ¡Todo un gentleman!

Llegada la tarde, después de haber disfrutado de lo lindo, de ese primer día de feria y de convivencia al aire libre, la consabida foto en el caballito, nuestro trocito de coco y de calabaza escarchada y para casa, que después de lo bregado, caímos como angelitos.

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LA VELADA EN LA VICTORIA.
La Velada, no podía estar en una ubicación más bonita,  no exagero al decir, que  todo en  este parque  era armonioso, estético, evocador  y encantador.   Para los niños, era ilusionante, poder percibir el  bonito alumbrado,  el sonido algo mareante  de las tómbolas, los cacharritos,  la  música  de la Banda Municipal,  el Circo y sobre todo y por encima de  todo  la alegría. ¿Se acuerdan de los espejos, en los que te veías larguirucha, o  bien oronda?  ¿Y… el laberinto de cristales y  el tren de los escobazos? A que sí, ya lo sabía.

Ya en los 70 era otra historia, hasta los vestidos en esta época cambiaron  su  estética, pues aunque se seguían llevando, los lunares y los  vestidos cortos  Lolita Olmedo fue innovadora trayendo  trajes  largos en estampado. Lo que no recuerdo es, si en esos momentos tenia la tienda en la calle Luna, más o menos frente a Tejidos Ángeles --Pepe el de Badajoz-- o en la calle San Bartolomé, junto a la Giralda. ¿Se imaginan las veces que  pase por el escaparate a verlos?  Sí muchas, hasta que  por fin lo tuve en mi armario. Mi hermana y yo estábamos  muy monas.

Si, fueron años duros y de pocos hallares, pero de respeto y  civismo. Si el cansancio  o la falta de medios, no les permitía a nuestros padres   llevarnos a la feria, en el infantil, podíamos ver películas cómo: Poliana Los hijos del capitán Grant, Tu a Boston y yo a California, no era lo mismo pero….que le íbamos a hacer. /Texto: María Jesús Vela Durán.

manuelperezcasaux_2005_puertosantamariaMe dice Juan José Téllez que habría que hacer un homenaje a Manuel Pérez Casaux antes de que sea “demasiado tarde”. Y tiene razón. De hecho, cualquier reivindicación de su figura y su obra llegaría ya, inevitablemente, tarde. Yo pienso en Pérez Casaux y considero que convendría reescribir de una vez la historia del teatro español de posguerra. Cualquier noción de independencia aplicada a la actividad escénica de aquellos años se sigue formulando hoy desde un prejuicio tan centralista (y mira que detesto esta palabra) como corto de miras, como si mientras otros se partían la cara Andalucía se conformaba con su costumbrismo gracioso de sangregorda y peineta.

Cierto, qué vamos a contar a estas alturas: Sastre y Paso fundaron Arte Nuevo, Modesto Higueras había puesto en marcha el TEU y todo eso; pero lo que hizo Quimera en Cádiz y desde Cádiz no fue menos significativo, menos representativo ni menos digno de figurar en la historia de cómo la vanguardia prendió y resistió en las catacumbas. El estreno en 1963 de La cena de los camareros debería figurar en las efemérides como el acontecimiento que fue: la asunción del absurdo de una manera tan inconfundible como propia, y la vía abierta para que Salvador Távora y los demás hiciesen después lo que tenían que hacer. Ya no sería el absurdo, claro, ni la dramaturgia no aristotélica que reclamaba Brecht sería ya tan importante.

quimera_1960_puertosantamariaPero la posibilidad de un teatro andaluz capaz de aspirar a la universalidad sin dejar de ser andaluz tuvo en Pérez Casaux a uno de sus más firmes baluartes. /En la imagen de la izquierda, el grupo Quimera, en los años sesenta del siglo pasado.

Conviene admitir que el realismo socialista envejeció luego como lo hizo. Y que todo lo relacionado con José María Sánchez Casas y su militancia tampoco ha jugado muy a favor del reconocimiento abierto y general de Quimera como el revulsivo artístico que supuso. Pero también es cierto que la memoria se muestra especialmente ingrata en estos tiempos, y que Andalucía todavía tiene pendiente una deuda no pequeña con Pérez Casaux y Quimera. Resulta casi doloroso el modo en que la identificación de los pioneros resulta tan arbitrario. Y ya va siendo hora de que se haga justicia. /Texto: Pablo Bujalance.

Más información en GdP.  Nótula núm. 953

 

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El martes de resaca de la pasada Feria de Primavera de El Puerto de Santa María, hubo una manifestación popular y espontánea por el recinto ferial de Las Banderas de un numeroso grupo de porteños y porteñas. Causó tanta sensación la dedicación de la próxima Feria a los EE.UU, que no se pudieron aguantar y así lo exteriorizaron, mostrando su aprobación y alegría, con un hermoso cartel, cantando:

Americanos, vienen al Puerto gordos y sanos
Viva el tronío, viva Manhattan y nuestro río
Olé Kenctuky, Larga y San Juan
Y La Puntilla, que no está mal, que no está mal
Os recibimos americanos con alegría
en Las Banderas, jugando al beisbol con dos sandías
Americanos, vienen al Puerto gordos y sanos
que viva el Racing, olé los Lakers y las corrías.

Un verdadero clamor popular recorrió, efectivamente, el recinto de Las Banderas hasta el centro de El Puerto que, como se pudo comprobar, por primera vez en muchos años, volvió a llenarse de gente.

Os recibimos americanos con alegría,
que estamos tiesos, como mojamas,
no hay ni tu tía.

Por la parte de la Barriada de la Playa estamos hasta la corcha de americanos y americanas con hombreras. Al lao del Colegio de la Pantera Rosa se han instalado varias roulottes de perritos calientes y hamburguesas con tomates de la Base Naval... Aquellos a los que cantara nuestro universal poeta, Rafael Alberti. Esto es una invasión en toda regla...

A la Costa Oeste, también han llegado, y le han quitado lo de Costa y le han puesto Lejano. Tres tíos montados a caballos --El Bueno, el Feo y el Malo, dice que se llaman-- andan dando vueltas con una musiquita de fondo. Tras haber merendado en La Ponderosa y guardar allí mismo un minuto de silencio por Bonanza, fuentes bien informadas nos aseguran que la cena la harán en Foster Hollywood. Luego irán al Águila a echar una visual --creen que es un indio en vez de una urbanización--.

Un indio arapajoe que joe anda suelto. Poned los culitos a cubierto que la cosa está mu mala... A la entrada de El Puerto --por la glorieta a la mayor gloria de Hernán-- están aparcando unos Panzerkampfwagen repartiendo "chicles bazookas joe" y unas bolsitas de leche en polvo pa los niños desnutridos. Que buenos son estos americanos...!!!

Seguiremos informando. Pepe Mendoza y Manolo Morillo, desde la Costa, digo el Lejano Oeste, para los informativos de Gente del Puerto. Noticia contrastada con humor de Feria.

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adrian_ferreras_leonMás que artista, este pintor portuense se considera un humilde artesano. Su trabajo es madurado y fruto de muchas horas frente al lienzo: óleos, acuarelas y también plumillas. En cuanto a contenido marinas, casas de salinas, temas de campo como los cortijos, casas palacios, interiores...

-¿Siempre pinta escenas costumbristas?
-La temática de por sí es un campo de trabajo para ensayar. El costumbrismo te permite trabajar con el agua, la vegetación, la fisionomía humana y animal, o el movimiento. Lo que yo percibo en mi obra es la luz y el color, y más la luz que tenemos aquí en Cádiz.

-Dentro de 30 años, ¿qué escenas costumbristas pintará de esta primera década del siglo XXI?
-Al ritmo que se está viviendo y cómo se está quedando todo arcaico, la verdad que vamos a tener muchas cosas que pintar. Vamos avanzando muy rápido, yo estoy a favor de lo nuevo, pero con una razón sostenible y coherente. Y no nos debemos olvidar de lo que hemos tenido, tenemos un legado muy bonito.

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El Resbaladero y la Antigua Fábrica de Arguardientes y Licores.

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Las Beatillas.

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El río Guadalete cuando aún existía la Casa Palacio del Marqués de Cumbre Hermosa.

-Su cuadro protagonizó el cartel de la Fiesta de los Patios 2010, ¿qué significó para usted?
-A mí me encantó cuando me lo propusieron. Sabían el concepto que yo tenía de ellos y me dieron total libertad. He intentado reflejar la esencia de la Fiesta de los Patios. Yo pienso que es bueno valorar el trabajo diario, el constante mantenimiento que tienen. Y que se conviva un poco más, la vida ha cambiado, no es como antes, pero por lo menos se debería dar esa convivencia personal. Pinté igualmente, el cartel de la corrida del Bicentenario, a la que asistió S.M. el Rey Don Juan Carlos.

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Junto a S.M. el Rey, delante del cuadro que pintó para la Corrida de Toros del Bicentenario.

-¿Cuáles son las obras que ha añadido últimamente?
-Estoy aportando temas taurinos y cofrades. Estas obras me transmiten una espiritualidad porque tienen ese duende del que hablamos en el arte, el flamenco... Cuando pinto estos temas, me gusta el preámbulo, los artesanos, las sensaciones que se viven alrededor...

-¿Le gusta plasmar animales?
-Me encantan el caballo y el toro, pero sobre todo, por el movimiento y el agua. Con ellos descubrí una temática que a mí personalmente me llena mucho. Sobre todo innovar dentro del costumbrismo. Mi técnica es vanguardista, sigo una línea de color muy personal con tonos pasteles, y otras técnicas como el raspado.

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Fachada de la Aduana de los Duques de Medinaceli

-¿Realiza sus obras en el taller o al aire libre?
-En el taller hago más obras que al aire libre. La mayoría la trabajo visualmente, me quedo con lo que yo vi. Luego hay otras que las trabajo in situ. Así veo cómo aprender el movimiento del agua al natural. O el de los toros.

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En su estudio delante de un cuadro pintado de la Catedral de Cádiz.

-Además expone en Internet.
-Mi obra se puede ver en la web: www.adrianferreras.galeriadelarte.net. Pero también quiero invitar a toda la gente a que se acerque por mis exposiciones, que anualmente expongo en un hotel que está en un sitio muy agradable y bonito para ver los cuadros: el Hotel Pinomar, entre pinares, muy cerca de la playa de La Puntilla, en el Pago de la Laja, entre el Paseo de los Enamorados y la carretera de Puerto Sherry. /Texto: Virginia Menacho.

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El Castillo de San Marcos

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A Vicente Sordo Gómez, con
mi amistad.

Es una inacabable algarabía,
donde todo es posible e inaudito:
desde la tapa insigne al numerito,
que vende silenciosa “La Alegría”.

Una alegre y flamenca bulería
en la barra ... Se bebe Fernandito
su quinto “valdepeñas”, como un rito
solemne, alrededor del mediodía.

Todo tiene un acento costumbrista:
en la puerta la foto de un artista
se cuelga del cristal, calladamente.

Y el tiempo que parece se ha quedado,
al pie de La Placilla ensimismado,
colgado en la pared del “Bar Vicente.

Todo tiene el sabor recio y añejo
de aquel Puerto de ayer, tan aldeano,
donde imperaba el trato campechano
no falto de sapiencia y de gracejo.

Baja de La Angelita el Puerto viejo,
campesino y sufrido, al par que humano.
Gesticula al hablar su recia mano,
dando al ambiente un aire de festejo.

“Los Dos Pepes” ayer ... Hoy, padre e hijo,
en un constante y cálido amasijo
de lealtad y servicio a sus clientes,

escriben, sin saberlo, lo que historia
mañana habrá de ser ... Que en la memoria
del Puerto han de quedar los “Dos Vicentes”.

Paco del Castillo

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De izquierda a derecha, José Pantoja Leal fundador de la desaparecida firma Muebles Pantoja, camarero de la venta desconocido, el taxista Carreto y Rafael Álvarez ‘el de las gomas’ que tenía la tienda de primeros auxilios para coches. La imagen está tomada en los primeros años de la década de los sesenta del siglo pasado.

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Una imagen del equipo de fútbol Casamata que participaron en la película ‘Los Económicamente Débiles’, el año 1960, dirigida por Pedro Lazaga y en los papeles principales con Laura Valenzuela y Tony Leblanc..

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Los jugadores en la fila superior, Pepe Martín Murga, Conejo, Manolín primo de Crespo, José Cairón García hijo de Pedro Ventura, Domingo Monge, José Rodríguez Barcia. Agachados, Juan Ramírez Díaz, Paco Soto, desconocido apodado ‘la Vieja’, Juan ‘Piquito’ quien trabajó junto a su hermano Miguel en la pollería Jiménez y Juan Martín Murga. Año 1960.

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Díptico promocional de la película 'Los Economícamente Débiles'.

Dirigida por Pedro Lazaga, actuaron además Antonio Ozores, José Luis López Vázquez, Venancio Muro, Mayrata O’Wisiedo y Jesús Puente. La sinopsis habla del Casamata Fútbol Club, un equipo que militaba en la Segunda División Regional, un club modesto pero con aspiraciones.

Este grupo de jugadores aficionados lo forman gente de El Puerto que en algún momento estuvieron vinculados al Club de Baloncesto ADEP y gente de Jerez, conocidas a través del que fuera fisioterapeuta --ya fallecido-- Julián Ayala Mascarell. La imagen está tomada en 2009.

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Fila superior, de izquierda a derecha: Kike Ayala Mascarell (hermano de Julián), Paco  Pérez, Marcos, Antonio Aguilar ‘Buitre’, Pérez, Rafa Gilabert, Paco Rivera, Javier Serrano ‘Coco’, Román, Lolo, Ramón Miguélez y Dani González. Agachados, Paco Barroso, Antonio ‘el Chiclanero’, Antonio Carle, Chuli Gentes, Francisco Gallardo ‘Nene’, el desaparecido Julián Ayala, Jose Luis Rivera, Lolito, Jorge Romero, y Joaquín Troncoso Serrano ‘Tronco’.

PERC0Pedro de Medina, arquitecto español del siglo XVIII que realizó su labor profesional en Cuba, es el que queremos dar a conocer a los seguidores de GdP en nuestra colaboración de hoy, disipando las dudas, o mejor dicho, aclarando y puntualizando la extendida y generalizada opinión reflejada en gran parte de la bibliografía consultada en la que se le cita como “arquitecto gaditano”.  Pedro de Medina y Galindo nació el 2 de febrero de 1738, en El Puerto de Santa María, y ese mismo día recibió el agua bautismal en la iglesia Mayor Prioral de manos del cura de la misma don Carlos Ángel Natera que le impuso los nombres de Pedro, Francisco, Joseph. Era hijo de Juan de Medina y de Catalina Galindo, vecinos de El Puerto en esa fecha y anteriormente de la cercana ciudad de Jerez, en cuya parroquia del Salvador habían contraído matrimonio.  Fue su padrino Pedro Joseph Romero y el acta que certifica el Sacramento está inserta en el folio 143 vuelto del Libro de Bautismos del año de 1738 de dicha   iglesia parroquial.

Antes, en el siglo XVI, en la época del Renacimiento, existió un Pedro de Medina, nacido en Sevilla en 1493, según unos biógrafos y en Medina Sidonia, según otros.  Fue un polifacético personaje que destacó en diversos campos de las ciencias.  Insigne matemático y prestigioso geógrafo, cartógrafo y astrónomo fue el autor del famoso “Arte de Navegar” que durante décadas ilustró a los pilotos en la navegación marítima de aquel siglo, tratado que resultaba tan básico y fundamental para esa profesión como los Evangelios para los creyentes.

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Fachada de la catedral de La Habana (Cuba) realizada por el arquitecto portuense. Muchas de las similitudes que se encuentran entre La Habana y Cádiz se deben a la obra de nuestro paisano.

Pero volviendo a nuestro paisano, a los siete años marchó a Puerto Real, villa en la que ejercía como Maestro Mayor uno de sus hermanos, “para aprender el arte de la arquitectura junto a él, que lo ejercía con crédito”.  Apenas cumplido los veinte años ya trabajaba como arquitecto en la Ciudad de Cádiz y sería allí donde lo “ficharía” el arquitecto militar Silvestre Abarca al que le habían encomendado la construcción de un complejo militar defensivo en la entrada de la Bahía de La Habana después que los ingleses devolvieran a la corona española la plaza de La Habana (hace 250 años) entregada en el verano de 1762 por el gobernador Portocarrero a las fuerzas inglesas, muy superiores en número, tras capitular. Allí no había un Blas de Lezo. Y para curarse en salud, se construyó la fortaleza mayor de todas las existentes en su época, con 700 metros de murallas, a la que llamaron San Carlos de la Cabaña, bajo la dirección del brigadier e ingeniero militar Abarca y la especial colaboración de nuestro paisano, el arquitecto  Pedro de Medina en los años finales de tan espectacular obra que se terminó en 1774, once años después de iniciadas. En esa fecha Pedro de Medina tenía 26 años de edad.

Tras esta intervención se sucedieron numerosos proyectos tanto militares como civiles cuya exposición sería exhaustiva, realizados todos ellos en la misma zona geográfica, la comarca habanera, de donde nunca más saldría. Vamos a referir dos de estos trabajos: la fachada de la catedral de La Habana, y la del arco del convento e iglesia de Belén.   La antigua iglesia de la Compañía de Jesús se convirtió en Parroquia Mayor de la Ciudad de La Habana tras la expulsión de estos y, posteriormente en 1789, en catedral. Para ello debieron realizarse algunas mejoras propuestas por el jefe del cuerpo de ingenieros, Joaquín de Casaviella, encargándose Medina de proyectar y realizar las modificaciones que dieron el aspecto que actualmente puede verse en su fachada barroca que tiene dos torres de tres cuerpos y es una síntesis de las de Guadix y Cádiz. La catedral de La Habana –en opinión de D. Ángel Sabaté- es el más bello edificio religioso de Cuba y uno de los mejor conservados de todo Latinoamérica. La otra cita a que nos referíamos, dentro de la pléyade de proyectos y colaboraciones realizadas durante más de tres décadas es la fachada delantera del convento e iglesia de Belén y el curioso arco que construyó para unir esta instalación conventual con otras de la misma comunidad en una manzana diferente, con la que comunicó. Lo construyó en 1775.

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Arco del convento e iglesia de Belén en La Habana (Cuba).

El barroco colonial cubano se caracteriza por la sencillez de la volumetría arquitectónica, la claridad de lectura de sus diseños y el encanto del trazado de sus molduras y remates, la ornamentación concentrada alrededor de los vanos en contraste con los lisos muros y el destaque del vano de entrada principal, definición que tomamos de Daniel Taboada. Y una de sus figuras más relevantes fue Pedro de Medina que jugó un papel de primera fila en el barroco habanero aportando con su obra una importante contribución a la arquitectura barroca colonia del último tercio del siglo XVIII en Cuba.

En 1797, un año después de su fallecimiento, se celebró un acto de homenaje en su memoria en los salones de la Sociedad Económica de La Habana.  La charla o conferencia se tituló: “Elogio del arquitecto gaditano Don Pedro Medina” y en ella el conferenciante, llamado Torres Romay, inició su disertación refiriéndose a la persona de nuestro paisano como un profesional “cuya honradez fue el fundamente de su mérito”. Con este valor reconocido, bien tan escaso en los tiempos que corren, añadido a sus méritos artísticos,  finalizamos esta breve semblanza de uno de los numerosos personajes locales escasamente conocidos que debemos añadir a nuestra memoria histórica y colectiva. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

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barberia_laplacilla_1_puertosantamariaQuiero suponer que aún hay personas que aún la recuerdan esta barbería en La Placilla, regentada por Manolo Cordones Serpa ‘Barberito’. Estaba entre la Zapatería Ortiz, y la pescadería de Manolito Gutiérrez ‘el Cochino’ (ver nótula núm. 284 en Gente del Puerto). Actualmente es una tienda de artículos de peluquería. Parecería que no podía ser de otra manera.

No puedo por menos que esbozar una sonrisa al acordarme de aquella Barbería, porque todos los trabajadores y sus dueños fueron siempre encantadores. Más de una vez, siendo una cría me asomé a ver  como  acicalaban a la clientela. Y más de una vez pensé al verlos manejar las navajas que alguno perdía la oreja, pero que va:  eran todos my buenos profesionales. /En la imagen de la izquierda, Juan Lojo Barea 'Lele', Lolete, Felipe Romo y Sevillita.

Con quienes más trato tuve fue con los hermanos José y Manolo Rodríguez  Barcia, ‘los Sevillita’, apodo heredado del segundo apellido de  su bisabuelo.  Ellos eran los empleados más jóvenes  y además, Joselito permaneció  en la barbería hasta el cierre. Su dueño fue Manolo Cordones Serpa ‘Barberito’.

manolocordones_festival_puertosantamariaAlgo más que aficionado a los toros, porque tengo entendido que  aunque nunca hizo el paseíllo vestido de luces, si figuró en algún festival tal como lo acredita, Manuel Martínez Alfonso (ver nótula núm. 1.051 en Gente del Puerto) en su libro Plaza Real. /En la imagen de la izquierda, cartel del Festival Taurino del 25 de diciembre de 1944, donde actuaron Francisco Guilloto 'Orteguita' y Francisco Paradela del Pino, con los sobresalientes Manuel Cordones 'Barberito' y Manuel Bermudez, 'Anzonini'.

EMILIO BOOTELLO.
Se dio el caso que Emilio Bootello, Jefe de Estación, acostumbraba a frecuentar la barbería  junto a la Posada de la Fruta, sita en la calle del Ganado, frente al Bar Rueda. tienda de bebidas felizmente reabierta. Manolo Cordones, a la sazón uno de los  empleados de esta barbería que seguramente atendió eficazmente,  más de una vez a Bootello, por lo que éste le  ofreció montarle una barbería en La Placilla, a cambio de un alquiler razonable. Los dos eran hombres de bien y de palabra, por lo que la cosa llegó a buen puerto. La barbería si mis datos son ciertos, se puso a nombre de: Milagros Bootello Tardío, hija del anterior y abrió sus puertas al público en los primeros años de la década de los cincuenta del siglo pasado. Estaba bien equipada y contaba con unos sillones tipo americanos, que   a los niños nos encantaban. Y es que para que perdiéramos el miedo, nos invitaban a  algún caramelo y a  dar una vueltecita en el sillón, y así se ganaban nuestra confianza,  para que estuviéramos quietos a la hora del corte de pelo. Recuerdo como a los más pequeños nos ponían una banqueta encima del sillón, y  el peinador para que no nos entrara pelo. Manolo Cordones Serpa era muy buena persona y  un jefe estupendo para sus empleados, al igual que Manuela su mujer. Con su hija la menor, Loli tuve mayor trato.

JOSÉ FEU GONZÁLEZ.
Su primer empleado fue Pepín. Lo recuerdo perfectamente, porque además fue buen amigo de mi padre, pero quizás tenga más recuerdos de él, en su barbería de la calle Nevería, frente al Bar la Liga. Otro de los empleados fue José Feu González. Un hombre  rubio y apuesto,  que vino al Puerto, procedente de Ronda en 1958. En seguida se colocó en la barbería y es algo que siempre le agradecerá  a Manolo Cordones, al que considera una de las mejores personas que ha pasado por su vida. Cosa, que dice mucho de él, pues como no podía ser de otra manera, a jefe bueno, empleados igual de buenos. Ambos dos, compaginaban su labor, en la barbería de la Placilla y  en  la Base de Rota.

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José Feu González, los hermanos Pérez y Antonio Collantes, el niño con la camisa blanca que empezó su oficio en la barbería.

José, aun hoy se sigue acordando de su gente de La Placilla, por las que guarda un sincero cariño. Así, recuerda con afecto a Agustín Vela (ver nótula núm. 326 en Gente del Puerto) y Carmela Durán (ver nótula núm. 1.536 en Gente del Puerto), Ángel y Maximino Sordo (ver nótula núm. 1.884 en Gente del Puerto), Luís Jurado, de la taberna de La Liebre; Enrique-, del Refino de los Muertos (ver nótula núm. 150 en Gente del Puerto); Manolito ‘el Cochino’, Enrique Gago, --por aquel tiempo pescadero-- (ver nótula núm. 585 en Gente del Puerto);  Juan, de las Tres BBB, y tantas  y tantas personas que desgraciadamente ya nos dejaron y sin dudas ellos y el resto de comerciantes eran la alegría de La Placilla.

JUAN LOJO BAREA, ‘LELE’.
Después de la salida de José Feu, entró en la plantilla Juan Lojo Barea ‘Lele’. Había estado trabajando en  Alemania, y a su regreso se incorporó a las órdenes de Manolo Cordones. Gran aficionado a la música y sobre todo a Doña Concha Piquer.  Había traído de Alemania un magnetófono,  y una noche se disponía tranquilamente  a  grabar  a su ídolo, cuando  de pronto su reloj  de péndulo empezó a sonar... No se había dado cuenta de que eran las doce de la noche, y que él  reloj  daba inclemente  y puntual, la hora. Otra de sus aficiones eran las radio novelas. Por aquellos años las sobremesas estaban distraídas, con  novelas como: Ama Rosa y otras. No, no era solo cosas de mujeres, aunque es cierto  que muchas se reunían a esa hora para hacer labores y sobre todo para hacer las mayas de Terry. Algunos hombres también las oían mientras desempeñaban sus trabajos.  No todo iba a ser fútbol, o toros o boxeo.

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Juan Lojo Barea 'el Lele', Antonio Vela Durán, Manuel Mata Domínguez y Listones.

Lele tenía  una gracia innata y buena mano izquierda con los niños, porque a todos nos encantaba que nos diera vueltas en esos asientos giratorios que usaban en la barbería y nunca un mal gesto ni regaño. Se ve, que mi nombre de pila no debió de gustarle porque de un día para otro comenzó a llamarme: Marusela- Maruzella-. Según él, yo me parecía a cierta actriz o cantante de ese nombre  y demás era el título una canción de Renato Carosone  y  se escuchaba en esa época en  la radio. Desde entonces,  jamás me  volvieron a llamar por mi nombre, ni aún hoy.

LOS HERMANOS JOSÉ Y MANUEL R. BARCIA.
Con  los que realmente  tuve una buena  amistad, prolongada a través  de los años, fue con los hermanos José y Manolo Rodríguez Barcia, ‘los Sevillita’. Entró en la empresa como oficial  en 1959-60 con apenas dieciséis años. Tenía carácter, pero era muy noble y cariñoso.  Más de una vez, recurrimos para que nos arreglara algún desaguisado, en nuestros juguetes, para que nos dijera, en que fecha estábamos, o  que películas estaban  en cartel e incluso el numero  de los ciegos. Un hombre todo terreno con mucho arte y mucha humanidad.

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Juan Lojo Barea 'el Lele', 'Vivi' el electricista (por confirmar), José Rodríguez Barcia 'Sevillita', niño desconocido.

Manolo era un chaval de lo más servicial y  amable. Tendría que pensar mucho, para acordarme de verlo con el ceño fruncido o de mal humor. Por el contrario,  yo diría que su eterna sonrisa y su  buen carácter, le han granjeado la simpatía y el cariño de cuanto le hemos conocido y tratado. Aquel verano de 1962 y con solo doce años, ingresó como aprendiz, a las órdenes de  Manolo Cordones.  Como era muy espabilado, en poco tiempo se hizo un gran profesional. Era increíble verle manejar la navaja  a la hora de rasurarles la barba a los clientes, siendo apenas un chiquillo. Y no menos asombroso, la rapidez que tanto su hermano José, como él mismo imprimían a las tijeras al  cortar el pelo. Muchos chavales de su generación y anteriores, apenas pudieron ir a la escuela, por necesidades de las familias, pero el poder tener un oficio era la mejor de las garantías  en aquellos difíciles tiempos.

En 1966,  llamaron afilas a Joselito  el hermano de Manolo.. Como fue destinado en  La Almoraima, en el Campo de Gibraltar, ello y le permitía incorporarse al trabajo los fines de semana, ya que las barberías no cerraban ni los domingos.

Manolito, con tan solo 16 años, tuvo que hacerse cargo de la barbería: la clientela continuo fielmente, y no los defraudó. Algunos días el dueño echaba una mano. Sobre las seis  o seis y media  llegaba a El Puerto el autobús  que traía a los trabajadores de la Base de Rota. Bien porque  hubiera quedado con algún cliente de los que siempre  acostumbraba a atender, por ejemplo a Pepe Basteiro o para comprobar que todo marchaba bien. Manolito se colocó,  durante los años 1968-70- en la barbería Vicente, en calle Chanca, para pasar después a la que había junto al Resbaladero los años 1974-77. Fue en 1978, cuando su vida pegó un giro inesperado y se colocó en la Bodega de Terry, en San José del Pino creo, como vigilante de seguridad permaneciendo en ella hasta su feliz jubilación, transcurridos  treinta y seis años.

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A las puertas de la barbería.

No  sé, si me dejo algún nombre en el tintero, quizás a Antonio Collantes, pero, mentiría si dijera que lo recuerdo con nitidez. (Ver nótula núm. 303 en Gente del Puerto) y que recuerda como era La Placilla en 1950 (ver nótula núm. 366 en Gente del Puerto). De la misma manera, sé que  Julio, cuñado de Fernando Aldana, del bar Tendido Cuatro,  también estuvo en la empresa, pero no lo recuerdo, debí ser muy pequeña.

Esta barbería, cerró definitivamente sus puertas, sobre el año 2000. Y  lo hizo a causa de la enfermedad de José Rodríguez ‘Sevillita’. .Lastimosamente le siguieron otros comercios emblemáticos de La Placilla, con lo que ésta quedó huérfana  de la presencia  y la alegría de sus comerciantes más queridos, entre los que siempre se encontraran todos los que pasaron por aquella entrañable barbería. Si, se apagaron las voces de sus pregoneros, pero nunca su entrañable recuerdo  ni el cariño que tan generosamente nos hicieron sentir. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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nina_maciasgarcia_puertosantamariaCristobalina Macías García, conocida en El Puerto como Nina, la incansable trabajadora propietaria de la agencia de ‘Transportes Nina’ nos dejaba el pasado jueves a la edad de 80 años. Nina, nacida en 1934, era la segunda de seis hermanas: María, Ángeles, Teresa, Milagros y Josefa, una mujer de fuerte carácter con el que supo llevar el negocio de transportes, siguiendo los pasos de su padre, durante aproximadamente 50 años. Transportes Nina se instaló en el Polígono Industrial hace 35 años, cuando éste se creó.

Desde la edad de 12 años entró a trabajar en la empresa de su padre al que perdería tres años mas tarde, en 1949, cuando nuestra protagonista tenía tan solo 15 años, haciéndose cargo de la agencia de transportes junto con uno de sus tíos. A pesar de su juventud, conocía bien su trabajo al que dedicó toda su vida, restándole importancia a los asuntos personales. En 2011 recibió un homenaje de un grupo de mujeres con motivo del Día de la Mujer Trabajadora en la que la hoy edil María del Carmen Vaca (ver nótula núm. 878 en Gente del Puerto), reconocía su papel precursor en un mundo dominado mayoritariamente por los hombres. Era devota de la Hermandad del Dolor y Sacrificio. Descanse en paz. /Foto: 11.500.com

El Teatro Principal realizó esta curiosa campaña de publicidad para anunciar que, hace 62 años, el 10 de mayo de 1952 se estrenaba en El Puerto ‘Lo que el viento se llevó, --una de las películas mas famosas de la historia del Cine--, a los 12 años de su rodaje, en 1939.

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Basada en la película del mismo título de Margaret Mitchell, el rodaje que duró 125 días, supuso cambios importantes en la técnica cinematográfica. El afiche que ilustra esta nótula fue impreso en Gráficas Andaluza, imprenta que estuvo en la calle Larga.

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Era alcalde de El Puerto Luis Caballero Noguera. Se estrenaban, además la película ‘La Niña de la Venta’, dirigida por Ramón Torrado, con familia en El Puerto y protagonizada por Lola Flores y Manolo Caracol.

cine-005613En julio se celebró en el Tiro de Pichón la tirada de Copa del Campeonato del Puerto de Santa María, con 58 escopetas. La Plaza de Toros era adjudicada hasta diciembre de 1953 al empresario Manuel Belmonte García, a razón de 50.000 pesetas mensuales. El 3 de agosto de ese año se celebra una corrida de toros con Luis Miguel Dominguín, Rafael Ortega y Antonio Ordóñez; ese día entraron en El Puerto para ver el espectáculo, según estudio encargado al efecto, 1.522 vehículos, de los cuales 1.431 fueron automóviles y 71 autobuses.

Aquel año de 1952 llegaba a El Puerto, destinado al Instituto Santo Domingo, el profesor de Geografía e Historia Enrique Bartolomé López-Somoza. Mariscos Romerijo iniciaba su andadura empresaria. Rafael Alberti publica ‘Buenos Aires en Tinta China’ y ‘Retornos de lo vivo lejano’. El pintor porteño, afincado en Sevilla, Juan Miguel Sánchez pintaba el cartel de la Feria de Primavera. Francisco Dueñas Piñero empezaba a dirigir la Banda Municipal de Música hasta el año 1982. Y desde 1952 y, hasta 1977, la Academia de Bellas Artes, Santa Cecilia organizaba la Cabalgata de los Reyes Magos. En 1952 los hermanos Merello se hacían cargo de la empresa Cacao Pico. Nacían el historiador local Javier Maldonado Rosso, Director del Centro Municipal de Patrimonio Histórico y el profesor de judo Tadeo Díaz; el notario José Ramón Salamero Sánchez-Gabriel; las políticas Rosa Díez y Esperanza Aguirre, la actriz Teresa Rabal, el cantante italiano Umberto Tozzi. Moría Eva Perón.

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Las peleas de gallos, una costumbre sanguinaria que todavía funciona por medio mundo, tuvo en El Puerto sus días de gloria, contando con varios cosos a la medida, que todavía se recuerdan e incluso alguno que está todavía en pié en la calle Santa Clara arriba, junto a la que fue bodega de González Rico.

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El conocido chatarrero 'Churrasca', pesando gallos de pelea en una gallera de El Puerto. /Foto: Colección Luis Sánchez.

Y no es de extrañar que se sigan celebrando, en algún ‘deaconocido’ lugar, riñas clandestinas, donde se mueven altas cifras en apuestas que, además, no tributan a Hacienda. La legislación en España, por comunidades autónomas, es bastante irregular en este mundo de navajazos y espuelas gallísticas, que guarda cierto parecido a la política local. Una gallera, el lugar donde pelean los gallos, donde se azuzan a los gallos e incluso se les ponen espolones artificiales para hacer mas daño e infligir la muerte a su oponente, es una tradición de toda la vida en El Puerto.

También en la política local de los últimos años. Algunos productos de nuestras bodegas han llevado asociado a sus marcas nombres relacionados con este ¿deporte? que, al igual que los toros despierta pasiones encontradas. En la calle la Arena existía otro afamado Reñidero de Gallos al que asistían famosos de la época, entre otros el torero Rafael Ortega quien, metido en el ambiente, casi se olvida de cumplir con la corrida que tenía contratada: “Maestro que son las cinco menos cuarto” y Ortega se fue corriendo a la pensión Loreto a cambiar su ropa de paisano por el traje de luces.

En El Puerto, incluso se criaban y exportaban gallos de pelea con el marchamo nuestra Ciudad, a países latinamericanos donde esta afición permanece viva; hoy, de seguir existiendo, hasta tendrían página web y pondrían el logotipo del vapor en su publicidad. Pero en esto de las peleas de gallos, de las apuestas, si había algo que merecía la pena: el valor de la palabra y del apretón de manos. No hacía falta que se firmaran contratos ni adquirir boletos. Si en el previo al combate se acordaba una apuesta –o durante el desarrollo del mismo- la palabra bastaba para que, el perdedor, cumpliera con su compromiso de satisfacer la deuda.

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Reunión en la Bodega ‘La Gallera en la calle Ganado arriba casi esquina con la calle Yerba’. Reunión de algunos funcionarios del Ayuntamiento. Arriba de izquierda a derecha, podemos ver a Manuel González, Francisco Domínguez, Antonio González Rivera, el Maestro Dueñas, con nótula propia en Gente del Puerto, núm. 197, a su lado, Francisco Lara, funcionario de Aguas y desconocido. Abajo, Pablo Cerdá, Antonio Torres, Juan Ignacio Pérez Salas, Vicente Terrada, que vivía junto al Bar Manolo y y José Luis. La fotografía está tomada el 27 de diciembre de 1961. (Foto Rafael, Cruces, 27). /Foto: Colección Javier González.

En la gallera de la política local, (donde ya se confunde la parte con el todo y el dedo con la luna), perdón, quise decir de la calle la Arena, cuando un gallo ‘cantaba la gallina’, le retorcían el pescuezo y Milagros lo guisaba con arroz. Ese era día de fiesta en el Reñidero, donde José de los Reyes, ‘El Negro’ cantaba por martinetes, ese palo del flamenco que, dicen, era tan genuino en El Puerto. Y es que las gallinas no deben  jugar a ser gallos, ni soltar un cacareo a destiempo, no vayan a confundirlas con cualquier otro tipo de animal menos… noble. Sobre todo ahora, que están próximos los días de arroz y gallos muertos. /Texto: José María Morillo.

 

 

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Este lunes pasado nos dejaba huérfanos de su magia, Juan Escolano Paul, doblemente porteño, nacido en la vecina villa de Puerto Real y vecino de El Puerto desde 1971. Casado con Chica Pico Ruiz-Calderón, ni ella ni sus cuatro hijas ni sus nietos, podrán disfrutar más de sus juegos de inteligencia y de sus manos, de sus pompones mágicos que hizo célebres, este gran amigo de todos, colaborador incansable con muchas causas sociales, que siempre tenía una sonrisa, un juego improvisado, una ocurrencia con la que provocar el asombro en niños y mayores.

Amigo de ilusionistas conocidos como Juan Tamarit, Julio Carabias, Juan Antón, Pepe Carroll, de Idígoras el dibujante mago, del porteño Juan Luis Rubiales, y de tantos y tantos personajes mágicos y aficionados a tan apasionante mundo de la ilusión, a los que aglutinaba en torno a su persona por su carácter, su saber hacer y sus ganas a pesar de los años vividos. Vivió la segunda parte de los estudios de peritaje industrial en Madrid, donde tuvo oportunidad de admirar y codearse, e incluso actuar con personajes que destacaban en el mundo de la farándula de la época, llegando incluso a actuar en el Circo Price y en TVE.

Aunque su vida profesional discurrió por diversos y variados derroteros, la magia era la que animaba la vida de Juan, que cada mañana, al salir de casa tenía la oportunidad de ver la fachada de la casa de Rafael Alberti, en la calle Santo Domingo, el que fuera presidente de la Sociedad Gaditana de Ilusionismo, con sede en El Puerto. En la casa familiar, una casa de El Puerto del siglo XIX, Juan tenía ‘la habitación de la Magia’, donde rodeados de artilugios, libros y trucos, exhibía con orgullo su epígrafe profesional ante la Seguridad Social: Ilusionistas, Payasos y Caricatos. Orgulloso de ello, Juan buscaba la sonrisa, la sorpresa y la ilusión que ya no nos podrá regalar en persona, aunque siempre permanecerá en nuestro recuerdo la magia de Escolano. /Texto: José María Morillo

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La vida de Edward Hawke Locker es una de esas historias de novelas tan propia de Arturo Pérez Reverte, desconocidas por muchos, ambientada en la Bahía de Cádiz y el Cádiz constitucional de 1812 y en la que confluye el romanticismo, lo militar y lo artístico.

España se convierte, con el siglo XIX, en uno de los lugares predilectos de los viajeros europeos. El país, había quedado excluida de los itinerarios del Gran Tour que solían hacer los jóvenes aristócratas ingleses para completar su formación pero la Guerra de la Independencia comenzaría a despertarse el interés hacia lo español. Es así como un militar inglés, aliado con las fuerzas militares españolas contra la invasión napoleónica, se dedica durante su instancia en tierras gaditanas además de al arte de la guerra; al ejercicio de la curiosidad viajera.

viewsofspain_puertosantamariaEdward Hawke Locker era militar pero también poseía el gusto por la pintura y el arte, como así quedaría reflejado en su libro Views in Spain (1824), donde da cuenta gráfica y literaria de los recorridos que realizó en 1811 y 1813, al tiempo que cumplía su misión de entregar a Wellington, ciertos mensajes confidenciales.

EL LEVANTE o SOLANO WIND.
En su descripción de Cádiz habla de dos gran inconvenientes existentes en la ciudad, uno de ellos muy llamativo por su explicación: para Locker la salinidad de los pozos de la ciudad es una de las cuestiones a tener en cuenta ya que obliga a traer el agua desde El Puerto de Santa María.  El segundo gran inconveniente lo constituye el viento de Solano [el Levante]. Si, si tal cual… Solano wind, proveniente de la costa de África, el cual produce según palabras de Locker una alteración en la sangre de los andaluces, que los asesinatos y todo tipo de excesos son cometidos mientras prevalece, de tal manera que la gente prudente permanece dentro de las puertas de sus casas hasta que la malignidad haya pasado. Así tal cual. Nunca he leído una mejor descripción de los efectos del viento de Levante. /En la imagen de la izquierda, portada del libro Views of Spain.

edwardhawkelocke_levante_puertosantamariaA la izquierda el  fragmento de texto que hace referencia al viento de Levante.

Locker que había llegado al puerto de Cádiz en 1811, se alegra de llegar a la ciudad en ese preciso momento, en un periodo de extraordinario interés. El puerto de Cádiz era un ir y venir de provisiones, armas y correos bajo la protección de las baterías españolas y de la escuadra británica. [con otras referencias a la bahía, El Puerto de Santa María y el Fuerte de Santa Catalina].  /Texto: José Manuel Oneto.

No sabría decir cuál fue la primera película que vi en este Cine de Verano. Lo que sí sé, es que  lo hice sentada en la falda de mi querida tía Antonia.

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La pantalla del Cine de Verano Macario, entre Luna  y Misericordia, donde hoy se encuentra 'Mucho Teatro'.

Y es que al estar la casa de mis abuelos maternos, junto al Cine Macario, a mi tío José, hombre muy apañado y habilidoso, un buen día se le encendió la  bombilla e hizo un tablao de madera, lo suficientemente alto para alcanzar a ver  la pantalla tranquilamente sentados. Dicho y hecho, solo teníamos que salvar los dos peldaños y … ¡Ay, que buen invento! Tío José se esmeró, y aquel tablao resulto muy sólido. Como era lógico, tanto él como tía Antonia, cogieron los primeros puestos, y detrás de ellos lo fueron ocupando el resto de la familia y  amigos.

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La máquina de proyección del Cine

Aquel primer día debió ser antológico, todos sentados, o casi todos, para que cupieran más gente. Para los dueños, no fue ninguna sorpresa, pues una hermana de Mercedes --la propietaria-- vivía en la misma casa, de hecho frente al recién estrenado tablao. La cara de esta señora era un poema,  al ver que ya estaba terminado y con gente disfrutándolo. Se imaginaran, que gracia no le hacía, y que refunfuñaba bastante. Normal, yo también lo habría hecho  si  los propietarios  fueran de mi familia, pero… A ella se le ofreció, por supuesto, pero lo denegó  y jamás hizo amago de subirse.

Como por aquel entonces era muy  pequeña, aguantaba muy poco rato en las faldas de mi tía, entre otras cosas porque no alcanzaba  a ver bien la pantalla, a pesar de que estiraba el cuello, no había nada que hacer. Claro que la naturaleza sigue su curso, y el siguiente verano  ya alcanzaba a verla,  de pie.

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La fachada, por la calle Luna.

Los días de estreno, el tablao estaba al completo, sobre todo si  la película tenía buenas críticas, o los protagonistas eran actores conocidos. Todos queríamos ver  la primera sesión,   y pesar de que casi todos estábamos de pie,  en ocasiones no cabíamos. Más de una vez los  que vivían en la casa nos  cedían el sitio, sin ningún pesar, pues veían la  última sesión.

NODO.
Lo más pesado sin ninguna duda, el Nodo.  Al menos a mí se me hacía aburridísimo. Que le  iba a importar a una mica como yo, en aquella época,  la inauguración de  algún pantano,  y cosas por el estilo... Otra cosa, era ver a S.S. Juan XXIII. Me  gustaba aquel anciano venerable, con franca sonrisa. Lo que no entendía, era que estuviera  subido en esa silla trono. Los que lo alzaban tenía que ser  fuertes, porque lo que se dice delgado, no parecía que estuviera. Para mí, era de los pontífices más queridos, desprendía bondad y cercanía. Una de las noticias que me impactó fue: el asesinato de John Kennedy. Una cría de ocho años  no entendía porque  había muerto  el presidente de América, ¿es que era malo?   Otra de las noticias que no faltaban era de algún suceso, sobre todo si habían cogido al culpable. Una pesadez.

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El interior del cine, tras el acceso por calle Luna.

MUSICALES.
Lo que más les gustaba a los mayores, era los espectáculos musicales. El tablao estaba repleto, todos los días  que el espectáculo duraba y no cabía ni un alfiler. Tengo que decir, que la mayoría de los artistas,  hacían alusión al  público de que  nos habían visto y nos saludaban cortésmente. Nosotros le devolvíamos el saludo en forma de aplauso. Así, vimos a Caracol,  Lola Flores, Juan Valderrama y Dolores Abril, Antonio Molina, Miguel de los Reyes, Farina,  Cristina y Los Stop, Los Cinco Latinos y a muchísimos artistas de la época. Me reí mucho con Emilio el Moro  y Pepe da Rosa. Los que más ilusión me  hicieron  fueron el  Duo Dinámico. Estaban arrasando en esos momentos y además Ramón era bastante guapo y muy alto el chaval. Lo malo fue que solo actuaron un día --quiero recordar-- y fue complicado poder verlo, porque estaba claro que nadie se lo quería perder. En la calle, las colas eran enormes,   y mientras esperaban para entrar, la señora del carrillito de chucherías hacía su agosto.  ¡Que arte por Dios!

Para mí, siempre será un misterio el número de  películas llegué a ver, pero yo diría que muchísimas. Pero no crean que también para mí hubo censura.  Si los mayores consideraban que no había nada ofensivo o pernicioso, me dejaban verla. Claro que a veces me decían… anda bájate un momento y ya te avisamos  cuando puedas subir o simplemente  me hacían un gesto con la mano y  ya sabía que no había nada que hacer.

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Manuel Acosta, que trabajó muchos años con los cines, posando en el patio de butacas, en la parte cubierta de Uralita próxima a la entrada.

PELÍCULAS.
Las  que no me cansaba de ver era, Esplendor en la  hierba,  una historia triste pero muy bonita, con una Natalie Wood  guapísima. Susan Slade --1961-- no menos triste, pero igual de bonita. Me encantaba su banda sonora y sobre todo sus actores; Connie Stevens y Troy Donahue. Parrish --1961-- también de Troy Donahue. Y no digamos  del lejano Oeste con John Wayne,  y  muchos  buenos  actores americanos de este género.  También cómo no, las musicales con un Elvis Presley  arrollador y una  Ann Margret preciosa. Como buen cine que se precie, no faltaron  las  desternillantes, con un  Jerry Lewis pletórico y muy cómico. Había una escena suya con una máquina de escribir que era pura genialidad.

A todo esto en los descansos  se oía --dicho sea con  el máximo respeto--: Macario estafador, dame las tres pesetas que me voy al freidor. Y … Macario, enciende la luz que me mareo, eo, eo. No sé quien se inventó esas letrillas, pero conociendo   el buen humor y la gracia innata de  Merche y Macario hijo,  seguro que les hacía gracia, pues sabían que no había maldad, solo  ganas de sano pitorreo.

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Publicidad en el propio cine.

En los últimos años, los domingos traían a algún grupo y hacían baile. Mis amigas y yo, nos limitábamos a verlos y oírlos desde el tablao, porque no teníamos permiso para entrar. Pero eso sí, chismorreábamos un poquito, de quien estaba y con quien bailaba. No se crean poca cosa, porque como la mayoría eran  ya mayores  no los conocíamos.

Desafortunadamente, la casa  se deterioró tanto que mis familiares, tuvieron que buscar otro sitio para vivir. Más nuevo y más acondicionado sí, pero, desde luego,  no tan céntrico ni tan encantador. En fin,  el dicho progreso nos trajo los vídeos y el poder ver las películas en la intimidad de nuestras casas, pero... desengáñense: nunca será  lo mismo.  /Texto: María Jesús Vela Durán.

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