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Foto: WM Fotografía.

Alfonso es ‘Kolgaíto de El Puerto’ o ‘El Hijo de la Keka’. Aunque nacido en Jaen, reside en El Puerto de Santa María. Es autor del rap racinguista, publicado en la maqueta del álbum ‘Con el agua al cuello’, su tercera maqueta, con el título de ‘Ese Racing’. Los 20 cortes de temática variada, en las que nos cuenta desde lo poquito que le gusta trabajar, a sus orígenes en Villanueva del Arzobispo (Jaen), el circo de la prensa rosa o el mundo del tunning.

Incluye fragmentos de la Batalla de los Gallos 2006 celebrada en casa su madre ‘La Keka’, clásicos inolvidables del rap, acción al mas puro estilo Bud Spencer y las colaboraciones de Antonio el Demonio, Miguelate, Lucía Álvarez, Rap Seco y ‘La Keka’ entre otros. Incluso se atreve a hacer regetón y sale victorioso.

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Foto: María de la Orden.

Si que es verdad que al escuchar el disco entero, la voz de Alfonsito ataca a nuestros pabellones auditivos de manera sobrehumana, pero nos interesa tanto lo que dice que lo anterior se nos olvida rápido. Del apartado musical se ocupa Wahin (Wahin Makinaciones), el sello discográfico de Pinto, el portero del Barcelona, también de El Puerto (ver nótula núm. 1432 en Gente del Puerto) empleando buenas bases que hacen que el nivel no decaiga a lo largo de su hora de duración.

Aunque el Hip Hop sea algo muy serio, El Kolgaíto ocupa su digno lugar en él. Un estilo que otros han intentado ocupar pero que no han conseguido hacerlo con la misma gracia. Su último éxito era ‘Mamá quiero ser ternero’, empero este año se  supera con ‘Pega tu que yo no puedo’, caracterizado de boxeador.

Grabado en Wahim Makinaciones, ‘Pega tu que yo no puedo’ es un tema cargado de acción, golpes, persecuciones, peleas callejeras y mucho más, de la mano de WMFilms.

andressotocarrera_puertosantamariaAndrés Anastasio Soto Carrera, fraile capuchino con el nombre de Gil de El Puerto de Santa María, nació el 29 de junio de 1883. Fueron sus padres Andrés Soto y Genoveva Carrera. siendo bautizado el 26 de julio de 1883 en la Iglesia Mayor Prioral, recibiendo los nombres de Andrés Anastasio Marcelo Pedro de la Santísima Trinidad.  Siendo aún niño ingresó en el Seminario Seráfico, de donde pasó, una vez finalizados los estudios de humanidades, al noviciado, vistiendo el hábito capuchino con 15 años de edad , el 5 de julio de 1898 y emitiendo su profesión simple el 27 de julio de 1899 y la solemne el 5 de enero de 1905; fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1907.

Ocupó  diferentes cargos  de relevancia tanto en la orden como el de profesor y director del Colegio Seráfico, Lector, Vicario, Guardián, Maestro de Novi­cios, doce años secretario provincial y Definidor Provincial.

El P. Jerónimo de Málaga afirmaba que era un religioso "muy humilde, obediente, observante de la pobreza; tenía en gran estima el buen uso del tiempo y cumplía, muy diligentemente, con sus deberes a la hora de preparar las predicaciones o las cla­ses..." Casi todos los que lo conocieron destacan su espíritu de obe­diencia, su total disposición para aceptar las órdenes de los supe­riores puesta de relieve en el hecho de que "siendo Secretario Provincial, debería residir en Sevilla, pero estaba en Antequera por obediencia y para ser más útil a la Orden como Profesor" (P. Sebastián de Villaviciosa). Tenía también una gran capacidad de trabajo.

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El municipio de Antequera, durante la contienda civil.

GUERRA Y ASESINATO.

La Guerra Civil le sorprendió en el convento de Capuchinos de Antequera (Málaga) junto a otros compañeros suyos. Según el relato que se conserva, «el 6 de agosto de 1936 por la tarde, milicianos mandaron al P. Gil y a sus compañeros salir del convento. En sus palabras y Fray Gil, nervioso, trasladó a sus otros seis compañeros frailes con los que llevaba unos días en el Convento de Capuchinos, asediados: ‘Mandan que salgan todos los Padres, que si no va a ser peor’. Andrés Soto fue el pri­mero en salir fuera. Mientras se dirigía hacia el monumento de la Inmaculada con sus compañeros, rezando el Libro de Horas, cayó abatido por las balas de sus ase­sinos».

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Momento del mensaje del Papa, durante la beatificación. / Foto: José Luis Sellart.

BEATO Y MARTIR DESDE EL 13 DE OCTUBRE.

Uno de los 522 mártires del siglo XX beatificados por la Iglesia el pasado domingo 13 de octubre de 2013 en Tarragona ha sido Andrés Soto Carrera. El vicario de La Prioral, José Luis Oca, en su misa en las Concepcionistas recordó el domingo 13 a este, según sus palabras, ‘Mártir del Siglo XX'. En estos días se han estado repartiendo en La Prioral estampas devocionales alusivas a la beatificación, en la que el sacerdote capuchino aparece junto a un grupo de religiosos antes de su muerte en el año 1936. 77 años después, la Iglesia culminaba su proceso de beatificación, entre comentarios a favor y en contra con motivo de las heridas de nuevo abiertas, de los que recuerdan a sus fallecidos de uno y otro bando de la contienda civil.

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De izquierda a derecha, José Sanz Bustillo, Antonio Bravo Pérez de espaldas, Carlos --representante de máquinas de café-- y Felipe Pérez González, en los inicios de la década de los sesenta del siglo pasado. /Foto: Colección V.G.L.

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Enrique Pérez Fernández, en su libro ‘Taberna y Bares con Solera’ escribe: «Donde está hoy el Bar Manolo, frente a la plaza Peral y esquina a Javier de Burgos --la otra esquina donde está hoy Unicaja la ocupó el Hotel España, entre otros de la familia Simeón Rodríguez--, se encontraba en 1804 una tienda de montañés. [...]. En 1939, cuando era de Pedro Ayala, se llamó Bar La Manzanilla (como uno que existió en La Placilla), y al año siguiente, en manos de Juan Monreal y Francisco Salguero, Bar Nacional Express. A fines de 1941 lo adquirió Manuel Caballero Bazo, ‘el Mocho’, bautizándolo como Bar Manolo. Con los años lo vendió a Felipe Pérez González, siendo hoy los propietarios sus herederos». Con anterioridad, continúa Enrique Pérez «En 1910 era un ultramarinos del pontevedrés Antonio Dopeso, y en 1915 del portuense Francisco Custodio Rivas, lugar también de almacenaje y venta, como representante de la marca, de la manzanilla ‘La loca de la casa’. En julio de 1928 José Pérez Diáñez estableció al lado (donde tuvo la papelería Zorba su primer establecimiento), una fábrica de gaseosas y cervezas, ‘montada con todos los adelantos modernos’, y donde el ultramarinos, un despacho de vinos y, por supuesto, de sus cervezas y gaseosas».

Se han cumplido 190 años desde que, el 1 de Octubre de 1.823, desembarcara Fernando VII en El Puerto, tras su liberación por “Los Cien Mil Hijos de San Luís” de la prisión a la que le tenían sometido los liberales en Cádiz.

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“Desembarco de S.M. el Rey Don Fernando VII en El Puerto de Santa María, el 1 de Octubre de 1823.” José Aparicio. Óleo. El original (*) desapareció en un incendio. Esta es una copia del mismo autor (1,10 x 0,82), que se conserva en la Sala del Museo Romántico, de Madrid, propiedad de Mariano Rodríguez Rivas en 1959.

(*) El cuadro a gran tamaño estaba en el Convento de las Salesas Reales, de Madrid, donde estaba situado el Tribunal Supremo. Ardió completamente por efecto de un devastador incendio.

Poco después, el ‘malajoso’ rey del paletó derogaba la Constitución liberal, en el número 74 de la calle Larga. Un lugar, al parecer maldito, pues los comercios que alberga el actual Centro Comercial allí instalado (solo se conserva la fachada con una placa que recuerda la efemérides), no suelen tener, salvo excepciones, una larga singladura.

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Número 74 de la calle Larga, donde hoy se encuentra un Centro Comercial, (solo se conserva la fachada), donde se derogó la Constitución liberal.

Hay que recordar que cuatro años antes, aquí, en las afueras de El Puerto, se reprimió un intento de revolución el 8 de julio de 1819. Su propósito era imponer un régimen constitucional a Fernando VII, previo al ‘Trienio Liberal’, que fracasó por diversas circunstancias, siendo conocido como ‘El Pronunciamiento de El Palmar’. 

Pero volvamos a 1823. Así relata Santiago Montoto el suceso reflejado en la reproducción del óleo que acompaña estas líneas: «La hermosa ciudad, un día Capitanía General del Mar Océano, reunía en su seno lo más selecto del ejército francés y de los personajes del gobierno realista: el embajador de Luís XVIII, los de la Santa Alianza, el Presidente de la Regencia, Duque del Infantado, el ministro don Víctor Sáez, el Duque de Angulema, el Duque de Guiches… El muelle de El Puerto se hallaba engalanado con banderas y gallardetes; por las aguas de la bahía surcaban barcos empavesados. […]"

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Vista de El Puerto de Santa María, desde el Castillo de San Marcos. Los soldados al mando del Duque de Angulema, en el Patio de Armas del Castillo, al fondo Cádiz y los barcos que traían libre a Fernando VII, para llegar a los muelles de El Puerto. (Colección L.S.A.)

"La falúa real atracó al muelle… Una lluvia de flores cayó sobre Fernando y su familia. El Rey dio a besar su mano a las personas más significadas y ostensiblemente mostraba su alegría al pisar la tierra de El Puerto. Abrazó al Duque de Angulema, […] y se apresuró a buscar descanso en la hermosa casa que le habían señalado en la calle Larga, número 74, propiedad a la sazón de la familia Reinoso Mendoza de las Panelas, constituyendo el desembarco, según el Marqués de Miraflores, una de las escenas más interesantes que ofrecen los siglos»

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“Llegada de Fernando VII en una falúa al muelle de El Puerto de Santa María”. Litografía. (Colección de Antonio Osborne Vázquez en 1959)

El Puerto, por aquella época, se emperifollaba feliz por la presencia de tantos y tan principales personajes de toda índole, con repique de campanas en la Prioral. Los portuenses de 1823 vivieron en primera persona los agitados acontecimientos, violentos unos, diplomáticos otros; las conspiraciones y las traiciones, que han quedado reflejadas en tan triste momento de la historia de España: unas tropas extranjeras venían a liberar a un torpe rey de infausta memoria, que vino a derogar en nuestra Ciudad –por segunda vez- la primera carta magna que provenía del pueblo, fruto de la convulsa España de principios del XIX,  dando paso  a la que sería conocida como “Década Ominosa” (1823-1833). Autoridades y potentados, diletantes y militares, residentes o sobrevenidos se erigieron por unas fechas en protagonistas en torno a ese momento que finaliza con el desembarco real y subsiguientes decretos de anulación de lo actuado en el anterior periodo de política constitucional. A partir de ese día se produjo una fuerte represión, con especial depuración de oficiales del ejército, jueces, funcionarios y cuantos hubiesen colaborado con el gobierno liberal, faltando el rey a su palabra/manifiesto de un ‘olvido general’ para los protagonistas del periodo liberal.

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Grabado que representa una escenas del episodio de la liberación por el Duque de Angoulême y los “Cien Mil Hijos de San Luis ” del Rey Fernando VII, retenido en Cádiz por los liberales por sus veleidades absolutistas.  J.P. Wagner sobre dibujos de Andreas Rossi. Siglo XIX. (Colección J.S.A. Bruselas).

Texto del Grabado: «LLEGADA DE S.A. EL S. DUQUE DE ANGULEMA AL QARTEL GENERAL DEL PUERTO DE SANTA MARÍA EL 16.DE AGOSTO.
Al Excmo. S4. José Aznarez Navarro Sanchez y Fuertes. Consegero de Estado. Academico de honor de Nobles y bellas artes de San Luis de la Ciudad de Zaragoza, individuo de la Real Sociedad Aragoneza de Amigos del Pais. Socio honrífico de la de Sevilla y Asistente de esta Ciudad. Yntendente general de Facto de los quatro Reynos de Andalucia y de la Provincia en Comicion.

Y el portuense de a pie asistía, desde calles y plazas a un incesante ir y venir de carrozas, compañías de militares, servidumbre distinguida, acopio de avituallamientos, movimientos económicos y zarandeo a la monotonía. Era un reality show, en vivo y en directo.

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“El Puerto desde la Otra Banda”, con el puente colgante sobre el Guadalete. Litografía utilizada como cubierta del libro de Santiago Montoto ‘El Puerto de Santa María en la liberación de Fernando VII’. 1959. Edición Limitada de 500 ejemplares.

La  medalla que luego otorgara el rey al ayuntamiento de la Ciudad, como agradecimiento por los servicios prestados, venía con una cinta amarilla y hojas de laurel. Con posterioridad serviría de inspiración para los colores amarillo y verde de la Hermandad del Rocío, en el segundo tercio del siglo XX y mas tarde para definir los colores de la Ciudad. Unos colores basados en un momento indigno de la historia española. Ya hay quien aboga por el carmesí del pendón de los Duques de Medinaceli, señores de El Puerto hasta su incorporación a la corona, o el sugerido, previamente, en colores alfonsíes por su vinculación con la fundación por el rey Sabio. Que son, por otro lado, los colores del Racing Club Portuense junto con el blanco.

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Explicación de los personajes que aparecen en el cuadro de José Aparicio, que aparece al inicio de esta nótula.

Lo cierto es que el suceso, reproducido en un óleo de José Aparicio depositado en el Museo de Arte Romántico de Madrid (ojo al linnun crucis reproducido, cruz que se conserva en el tesoro de la Prioral), marca de forma clara a la Ciudad. Un lugar donde la Constitución es abolida, donde los principios de soberanía del pueblo venían a ser pisoteados por alguien que no supo interpretar su papel, en el escenario de una España que quería caminar hacia la modernidad. Se cerraron universidades y periódicos; se restableció la censura; se expurgaron bibliotecas y librerías, y no se restableció la Inquisición abolida en el Trienio Liberal, de puro milagro, valga el contrasentido. Un rey bajito de miras, corto de alcances y que pasó a la historia con semejante baldón, permaneciendo en las coplas por usar aquel gabán afrancesado, de paño grueso, largo y entallado: el paletó. Vaya prenda para un tío malaje. /Texto: José María Morillo.

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juanespinosapalacios_II_puertosantamariaEl día 6 de agosto se cumplieron 14 años de la desaparición de Juan Espinosa Palacios, “Juani de Guadebro”. Le conocí algo tarde y tengo que decir que su conversación, sus conocimientos, su humanidad y su cocina hicieron que, desde la admiración, aspirase a su amistad, algo de lo que me enorgullezco catorce años después de su óbito.Tenía Juan esa sabiduría aprendida desde chico entre fogones, barra de bar y ambientes marineros, primero en el bar de sus padres -Eugenio y Milagros-  de la calle Cañas; luego en el restaurante Guadalete, para independizarse en el establecimiento  cuyo nombre tomó prestado de la inmobiliaria, en la Avda. Antonio Fernández Sevilla.

Juan miraba en el bar como el que mira en el mar al horizonte, desde lejos y al lejos. Y cuando la complicidad se establecía, la conversación era fluida, las confidencias largas y los momentos mágicos de estar a gusto, de estar bien, en compañía de otros amigos como Carmelo el taxista, hacían que se retrasase la hora de continuar otras obligaciones. Tenía un libro de recetas al que tuve oportunidad de tener acceso y allí había magia -la alquimia de los peroles- ya que eran sabias combinaciones entre los frutos del mar y de la tierra.

Como comprenderán, no solo tuve acceso a las recetas sino que probé la mayoría de sus platos: raya en pimentón, caballas con fideos o aliñadas, chocos con garbanzos o éstos con langostinos, pescados con salsa de carne, atún en escabeche o mechado, rape en pan frito, urta como a la roteña, pescado en sobrehusa, papas con chocos, pescados y mariscos a la sal, y un arroz de mariscos caldoso que, por mucho que lo intento, no consigo emular.

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Juan el día de su boda. Detrás, en el centro, su hermano Eugenio, (nótula 414 en GdP).

Al final de, lo de menos ya era la comida. Eran las conversaciones profundas de un hombre que había vivido lo suyo, que lo compartía y que se nos fue a destiempo, pero dejando un gran legado: sus hijos y su forma de ver la vida, de hacer la cocina de aquí, de hacer amigos. /Texto: José María Morillo.

RECETA DE JUANI: CHOCOS CON GARBANZOS.

Ingredientes. 1 Kg de chocos, 2 botes de garbanzos, 1 cebolla, 2 pimientos, 2 ajos, 1 vaso de tomate frito, hierbabuena, 1 cucharadita de café de pimiento molido de la comarca de la Vera. Vino Fino. Azafrán.

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Elaboración. Se cuece el choco en agua con un poco de sal hasta que esté tierno y se reserva el caldo. Se corta el choco en trozos y se lavan los garbanzos. Con el aceite ya caliente se rehogan las verduras, una vez doradas se le añade el azafrán, el pimiento molido y el vino que dejamos evaporar y añadimos el agua de los chocos y la sal, teniendo en cuenta que el agua al cocer los chocos ya tiene sal. Una vez cocido se bate y se cuela y, en ese caldo se añaden los chocos y los garbanzos con el toma frito y la hierbabuena.

Más información de Juan Espinosa en GdP.

Nótula 321: El Alquimista de los Peroles.

 

 

De izquierda a derecha, Rafael Tejero Gordillo padre del fotógrafo José Antonio Tejero, Miguel Torres (de Puerto Real, quien tenía una escuelita en Valdelagrana), Manuel Colorado Lanzarote portero que fue del Victoria y abuelo de Pinto, actual portero de Barcelona (nótula 1.032 en GdP); Francisco Gómez Ortega, 'Pacoli' de la Peña Los Majaras (ver nótula núm. 1.067 en GdP); José Rivera Velázquez, capataz de bodegas Domecq; Guillermo Romero Rivas, empleado de la Caja de Ahorros de Cádiz; Jesús Rodríguez Neto, en representación del Colegio de Árbitros y padre de Vicente Rodríguez Giménez de Sucesores de Ángel Martínez (ver nótula núm. 236 en GdP); Higinio Obregón Agudo, portero que fue del Racing Club Portuense y empleado de la Caja de Ahorros de Cádiz. Agachados, Rafael García Carreto 'Rafalín' y Ricardo Palacios Mena, ex jugador del Racing Club Portuense. /Año 1974.

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Fotograma de Manuel Mesa, durante una entrevista en italiano, subtitulada en inglés.

Manuel Mesa comenzó su carrera como artista urbano pintando grafitis en su ciudad natal: El Puerto. Junto a su hermano Fran, realizaron muchas travesuras relacionadas con la pintura y los grafitis: la primera pintada de Manuel en la calle le pilló por casualidad su madre y le cayó una buena bronca, empero, a pesar de ello, continuaron con su genio creativo.

Tras graduarse nuestro protagonista en la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría (Sevilla) ha realizado su último curso en Italia, habiendo  recibido encargos  para pintar murales en España, Atenas, Berlín, París, Italia y África. Se dedica a la pintura, mientras su hermano Francisco está terminando la carrera de Bellas Artes en Centroamérica.

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Mural de Mesa en la muestra de Prada. /Fotografía: Attilio Maranzano

MURALISTA PARA PRADA.

Prada es una firma italiana de moda fundada en 1913, un negocio local de piel y cuero. La firma dio un giro radical con la llegada a la gerencia de Miuccia Prada, nieta del fundador, en 1978, cuando se convirtió en pocos años en una firma internacional de moda. La primera colección prêt-à-porter de Prada fue presentada en la temporada otoño-invierno de 1989.

Hace poco más de un mes, el 19 de septiembre, Prada presentó ‘In the Heart of the Multitude’ (En el corazón de la multitud), un nuevo proyecto en su larga tradición de colaboraciones creativas. Como parte del entorne del desfile de primavera verano 2014 de ropa para mujer, Parda invitó a Manolo Mesa, junto a otros muralistas: Miles ‘el Mac’ MacGregor, Gabriel Specter y Stinkfish, y a los ilustradores Jeanne Detallane y Perre Mornet a que plasmaran temáticas relacionadas con la feminidad, la representación, el poder y la multiplicidad en las paredes del lugar de la celebración del desfije, en la vía Fogazzaro de Milán.

Vídeo de 'Los Pájaros' pinturas murales en un antiguo vagón de tren, lleno de pintadas.

Más información en GdP:

1.392. Manuel Mesa Delgado. Murales Mesa.

 

 

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En la fotografía, de izquierda a derecha: José Sánchez Ivars, José Rico, conocido como ‘Joselito Baltasar’ uno de los ‘llamaores’ de El Puerto y Antonio Pascual Rostoll, en el ‘Martínez Ferrer’, anteriormente llamado ‘San Servando’. La figura del llamador está prácticamente perdida con la aparición de los teléfonos móviles. Otros llamadores fueron Vicente Albaiceta Núñez conocido como  ‘Manolico’ y Manuel Patino Berciano.

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Hace años, en la práctica totalidad de los puertos andaluces existía un personaje que, siempre alerta y a cualquier hora de la madrugada se encargaba de avisar a los pescadores insistiendo una y otra vez para informarles que había llegado el momento de partir hacia alta mar. A esta persona, todos cariñosamente la conocíamos como el “llamaó”.

Su voz en la madrugada era inconfundible para los hombres de la mar y sus familiares. No solamente se conformaba con recibir el “ya” por parte del pescador, además de esto, lo esperaba y lo acompañaba hasta el muelle para que junto al resto de sus compañeros pudiera comenzar la singladura. Su figura era imprescindible, y como fieles cumplidores de su trabajo no desfallecían en su cometido. Difícilmente un pescador no zarpaba para la mar por quedarse dormido.

Los bares cercanos a los muelles de El Puerto eran los puntos de encuentro de los marineros. Un ejemplo de ellos es el desaparecido bar “La Lucha”, que estaba situado en la Bajamar de El Puerto de Santa María. A ellos también acudía el llamador, el cual estaba atento y pendiente a cualquier indicación de la tripulación. Era uno más de ellos, participaba del día a día, de todo cuanto acontecía alrededor del barco, de sus capturas, de las condiciones meteorológicas adversas, de las averías, y en definitiva, de la problemática personal o laboral de cualquiera de sus compañeros. Aunque los pescadores cambiaran de embarcación, el “llamaó” seguía avisándoles, pues la relación entre ellos era de por vida. Tal es así, que se acercaban también a los entresijos familiares y se desvivían por ayudar en ausencia de la marinería.

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Descargando para la subasta del pescado.

Aparte de las funciones de avisador, actualmente en la vecina localidad de Sanlucar de Barrameda, también suelen actuar como lancheros, o incluso se dedican a la guardia y custodia de las embarcaciones mientras permanecen en puerto. Tan importante es su trabajo, que sus hijos suelen seguir la tradición, reemplazándolos llegado ya el momento de no poder continuar por razones de edad o por problemas de salud.

Son personas vinculadas a la mar, la mayoría de ellos son pescadores ya jubilados o incapacitados para su profesión habitual por cualquier problema de accidente o enfermedad pero, sin duda alguna, son uno de los eslabones del sector pesquero. Desde el punto de vista laboral no cuentan con la cobertura necesaria ya que tan solo reciben las cantidades que conciertan con los marineros por marea. Sin embargo en Sanlucar de Barrameda por la dedicación a otras tareas, el llamador por uso y costumbre participa del antiguo sistema tradicional “a la parte” percibiendo cantidades en consonancia con las faenas realizadas.

Desgraciadamente, hoy por hoy, la figura del llamador se encuentra en vías de extinción, pues las nuevas tecnologías han llevado a los barcos a autorregular sus salidas. Vaya este reconocimiento a aquellos que se marcharon y a los que actualmente quedan entre nosotros. A su atenta voz de madrugada y a su extraordinaria y eficaz colaboración con la actividad extractiva y con los hombres de la mar. /Texto: Antonio Carbonell López.

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paquitomorenoacosta_puertosantamariaYa ves, después de tantos años,  tu recuerdo sigue anclado, en este corazón mío, como huella indeleble de lo mucho que te hacías querer.

Y es que eras un niño adorable con muchas ilusiones y proyectos, pero a la vez con los pies en la tierra sabiendo tus limitaciones. Tu mayor logro  era poder levantarte cada día pletórico de facultades, para felicidad de los tuyos, entre los que me encuentro. No, no teníamos una sola gota de sangre en común, pero…es que acaso eso es importante?  Yo sé bien que no, porque no solo éramos dos familias amigas, de eso nada! Había lazos invisibles de sincero y fraternal cariño. /Paquito, delante de su casa de Pozos Dulces; detrás, la iglesia del Convento del Espíritu Santo.

Muchos fueron los momentos que compartimos, durante esos  veinte dos años,  y nunca un enfado, a pesar de  que ambos teníamos, nuestro poquito de genio. Y es que tenías lo que se dice ‘mano izquierda’ --símil taurino-- a la hora de  saber darle su sitio a cada uno de tus muchos amigos. Como no ibas a hacerlo, si tenias una claridad mental, envidiable.

Querido Paquito, está claro  que estabas genialmente  dotado para las artes,  pero  el caprichoso destino, hizo diana en ti y no te permitió cumplir todos tus sueños,  ni  a mi poder tener la dicha de verte realizarlos. Eras muy grande, y por tanto sé que allá en el cielo, seguro que estas deleitando a toda la corte celestial, con tu  prosa, tu  alegre y colorido trazo y con el  armonioso y sentido sonido de tu guitarra.

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De izquierda a derecha, Antonio Morión Monge, Capataz de Williams & Humbert Ltd., de Jerez;  José Lobato Peralta,  Capataz de Fernando A. de Terry, padre de Mari Carmen Lobato, casada con Javier Benjumeda; Luis Moreno Paz, Capataz de Fernando A. de Terry  padre de Juan Luis, Tatín, Mila y Paquito Moreno; y Manuel Camacho Cala, Capataz de Osborne y Cía., hermano de Milagros, la segunda mujer de Pepe Romero Zarazaga, de Romerijo. A estos capataces de la fotografía les dieron un homenaje en una Fiesta de la Vendimia de Jerez, en la década de los sesenta del siglo pasado.

¿Te acuerdas, como  me ganabas en todo? Yo, si y nada, no había nada que hacer, puñetero, que hábil eras  dejándome ganar alguna vez, para que no me sintiera mal. Y es que las cosas en su sitio, no era rival para ti, ¿ambos dos lo sabíamos verdad? No sabría por dónde empezar, si tuviera que enumerar todos los gratos momentos pasados en tu compañía,  pero si te parece,  ¿te acuerdas de cómo me invitabas a jugar con tus vecinos y amigos a la puerta de tu casa? Bien a la pelota, a las cuatro esquinas, al pañuelo etc. Tu pobre madre,  requiriéndote y  con el “¡Ay! en la boca” atenta para que no te cansaras, ni sufrieras ningún rasguño, ni caída. Escucha,  todas las madres, somos ‘un poquitín pesaditas’, ahora lo sé, pero era lógico,  tú eras su niño de su alma, y  sabía que  cualquier esfuerzo era perjudicial para ti, pero claro tú querías seguir jugando. Yo alucinaba con tu habilidad con el Mecano, los juegos de construcciones  y con esos  estupendos juguetes, que aunque nuevos siempre compartías.

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De izquierda a derecha, Milagros Moreno Acosta, Conchita, María Jesús y Kika Vela Durán, hermana y amigas de Paquito, respectivamene.

Todo te parecía poco para agradarnos. Recuerdo como  me explicabas  que vino contenía, cada uno de  tu amplia colección de botellines. A mí me gustaban los que tenían mallas, me parecían muy bonitos, además me viene a la memoria como se reunían   en la azotea de la casa de una  amiga- a la hora de la radio novela: Ama Rosa, Esmeralda, Lucecita etc. Que habilidosas eran. ¡Anda que no se lo pasaban bien, ni nada! Fíjate, que más de una vez, creo haber acompañado a  algún sitio donde se las recogían, solo que no lo pongo en claro. Así, como al Colegio de las hermanitas en la calle cielo, a por leche el polvo... La primera vez que mi amiga me  dio una cucharadita, casi me ahogo,  pero la verdad es que estaba buenísima, y más de una vez le puse la mano, y  aunque este feo decirlo,  más parecía un gato que una niña.

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Paquito, delante de su casa en Pozos Dulces. Detrás la desaparecida bodega de Pedro Domecq, derrumbada para hacer el ensanche de la entrada a El Puerto por dicha vía.

Y es que así era nuestra ciudad en aquellos años,  bulliciosa y alegre.

Bulliciosa, porque las calles  tenían vida, cierto es que  prácticamente casi todos vivíamos en el centro, y que apenas empezaban a construirse las primeras barriadas. Alegre, porque al haber tan pocos coches, por la tarde a la salida de los colegios, los niños nos adueñábamos de ellas con nuestros juegos y era  pura alegría. Ahora han cambiado mucho las cosas, apenas si se ven niños jugando, y los pocos que hay, no siempre son cívicos y respetuosos. Una pena, pero así es, a nosotros nos reñían y agachábamos la cabeza  sin chistar. Ahora es un poquito……complicado.

Muchas de las cosas que hemos perdido, sin lugar a dudas, es la familiaridad entre vecinos,  y no saben los que se pierden,  porque nosotros lo pasábamos muy bien juntos. ¿Te acuerdas  de los largos paseos --éramos muy pequeños, y todo parecía muy lejos-- los domingos  por la tarde  con nuestras tías Lalo y Tata? Cruzábamos el puente San Alejandro, y llegábamos hasta una pequeña Venta Pacorro, --creo-- y  allí descansábamos un poquito,  nos tomábamos una Mirinda y como estaba en pleno campo jugábamos  de los lindo  y de vuelta a casa, cansados pero muy contentos, y nuestras madres más, porque caímos rendidos  y no dábamos guerra. ¿Y de los guateques de nuestros hermanos mayores?  Ahora en la distancia, me parecen entrañables. Aunque a nosotros  los pequeños, no nos dejaban entrar --normal-- nos colábamos y echábamos nuestros bailecitos Tenían la música más en boga del momento como: La casa del sol naciente de The Animals, Noche de blanco satén de The Moody Blues, Desencadenando Melodías de The Righteous Brothers, Yesterday de los Beatles y tantas canciones bonitas.  La cosa se animaba con el  Twist, y  la Yenka, esperando siempre, que no viniera algún patoso y  sin querer moviera  el tocadiscos y rallara los discos de vinilo. Que agradable  era todo, ¿verdad?

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En la imagen, El Puerto anegado por las lluvias, delante de casa de nuestro protagonista. Con delantal a la derecha, María Acosta Higueas, prima de María Torres Higuera, conocida modista de La Placilla.

Como agradable y entrañable,  era el reunirnos las dos familias para hacer las tortas de Navidad. Recuerdo que mi padre  nos traía  naranja agria y si no la encontraba, se la pedíamos al guarda de la Plaza Peral. Un par de ellas, nada más, porque tampoco había que abusar. Todos disfrutábamos mucho, con los preparativos, y  tú con ese salero que tenías  nos hacías pasar una tarde inolvidable con tus chistes y  gracietas.  Y es que estabas sembrado!

Unos  estirábamos la masa con  rodillos, otros con botellas, y  los más pequeños solo nos limitábamos  a hacer la forma redondeada de las tortas con vasos. Todos echando una manita y animando el cotarro y  hasta  haciendo música con la botella de Anís del Mono, con las panderetas, matracas y zambombas, hasta con las tapaderas de las ollas si venia al caso. Cuando alborotábamos en demasía,  tanto tu tía Lalo, como mi tía Emilia, nos ponían firmes en un segundo, y todos más buenos que el pan.

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La casa donde vivía Paquito, en la actualidad (entre la entrada principal a El Cortijo y el desaparecido Economato de Terry). En la planta baja vivían los Moreno Acosta y en la superior los Ameneiro Rodríguez.

El colofón era el día de reyes, todos deseosos de ver lo que SS.MM. los Reyes  de Oriente  habían tenido a bien dejarnos a cada uno. Dudas había, porque  más de una vez nos habían dicho, que nos podían traer carbón,  pero nunca fue así. No, no es que no hubiera carbón, claro que lo hubo pues  uno de los reyes magos, debía ser un poquito guasón  y nos gastó la broma, pero. menos  mal  que era de caramelo. Nuestras caras eran unos poemas todos alucinados preguntando…. ¿a ti que te han traído? Pues a mí esto  o aquello  y claro nuestros mayores poniendo caras de circunstancias para no descubrirse.

Ves querido Paquito, ¿como tus veintidós años, han sido muy ricos en vivencias y en  bonitos recuerdos? Pasaste por este mundo, dando muchas alegrías, y lecciones de vida. Alegrías porque todo tú eras, un día  radiante y esplendoroso,   de  risas contagiosas, de calidez y cariñoso magnetismo, porque  irremediablemente,  te llevabas de calle  a cuantos te conocíamos. Y  lecciones, por la  dignidad y  entereza, al  afrontar tu enfermedad, contagiándonos de  optimismo y dándonos el alma, en cada uno de esos  benditos veintidós años,  de un ser humano maravilloso y  excepcional.

Querido Paquito, gracias, por el privilegio de  tu valiosa amistad. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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robertorodriguezgarcia_puertosantamariaRoberto Rodríguez García nació el 25 de octubre de 1973. Es hijo de Baldomero Rodríguez (ver nótula núm. 408 en GdP), conocido en El Puerto por sus muchos años detrás del mostrador del Bar Casa Paco y nieto del también popular Paco Rodríguez Ceballos (ver nótula núm. 1.113  en GdP) quien iniciara a la familia en la pasión por la hostelería y nieto de Balbina, ama de casa y madre de cinco hijos. Su madre es Mercedes García --conocida por su familia y amigos como “Tati”,  y nieto de Manolo García --quien, además de otros oficios, trabajaba en el Ayuntamiento) y de Mercedes Campos ama de casa, quien tuvo la dura tarea de criar a 12 hijos. Nuestro protagonista, Roberto, es el primero de tres los hermanos, junto con Mercedes y Baldomero, ‘Mero’ para los suyos, del matrimonio Rodríguez García. Cuando Roberto nació pasó sus primeros años de vida en la Barriada Caballero. Después de un intervalo de unos años en Valdelagrana se trasladaron al centro, a la calle Sol junto a la Plaza del Polvorista, donde continúan sus padres.

1973

El año del nacimiento de Roberto, 1973, era alcalde de El Puerto Fernando T. de Terry Galarza, (ver nótula núm. 749 en GdP). Bodegas Osborne adquiere las Bodegas Montecillo en La Rioja.

La Academia de Bellas Artes accedía, mediante acuerdo plenario del Ayuntamiento de febrero de 1973 a la cuarta sede de la institución, en la calle Pagador, 1 en la casa del Marqués de la Candia. Se grababan en El Puerto diferentes capítulos de la serie de TVE ‘Rito y Geografía del Cante’, colección de ‘incunables audiovisuales’ sobre el cante flamenco.

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El abuelo de Roberto, Paco Rodríguez Ceballos, en una fotografía junto con el gato que tomaba té en el bar Casa Paco. El gato había venido embarcado de Tánger y traía aquella curiosa costumbre. Desconocemos si el té era moruno o asiático.

Los Charlots, de José Luis Arniz, obtenían el primer premio provincial de comparsas en las Fiestas Típicas Gaditanas (actuales carnavales) de Cádiz. El torero José Luis Galloso encarnaó al rey Melchor en la Cabalgata de los Reyes Magos de El Puerto. Fallecía el Padre Pedro Guerrero González, S.J., el 3 de septiembre. En la misma fecha, pero de 2001, se iniciaría la Causa de Beatificación.

Pero volviendo a nuestro protagonista, las abuelas de Roberto jugaron un papel muy importante en su infancia, como para la mayoría de nosotros, y sus respectivas casas fueron lugar de visita casi a diario, así que tanto la calle Palacios como la Ribera del Río, son calles importantes de El Puerto en la vida de Roberto.

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Roberto, muy pequeño, entre sus padres, Baldomero y Tati.

Estudió en Luisa de Marillac y San Luis Gonzaga. La carrera de la cursó Turismo en la Escuela de Turismo de Jerez, aunque mucho más tarde ampliara conocimientos en la Universidad de Murcia, y realizara un Master en Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa en la Universidad de Jaime I de Castellón.

El primer contacto con el mundo turístico y laboral lo tuvo con la Oficina de Turismo de El Puerto, donde realizó prácticas en las oficinas de información y como guía turístico de la ciudad. Ya en el último curso de la carrera realizó prácticas en el departamento Comercial del Casino Bahía de Cádiz.

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El Bar Casa Paco, en los años veinte del siglo pasado.

ESCOCIA Y CANARIAS.

Al terminar la carrera en Jerez, marchó a Escocia con idea de comenzar su experiencia profesional en la industria hotelera. De allí, tras un periodo corto de estancia en El Puerto, se traslada e Alemania con la intención de perfeccionar el idioma germánico.

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El hotel Vulcano, en la tinerfeña playa de Las Américas.

Tras esta etapa, decide regresar a España, y luego de otro efímero periodo en El Puerto, parte hacia las Islas Canarias, Tenerife con el sueño --hoy conseguido-- de desarrollar su carrera en la industria hotelera.  Dos años estuvo trabajando en el Hotel Vulcano de Playas de la Américas, y de allí decidió cambiar de isla, trasladándose a Fuerteventura , para trabajar con la cadena Iberostar.

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Una nevada en el Hotel Palace de Gstaad

SUIZA.

Estando en Fuerteventura, le vuelve la idea de salir de España de nuevo, y decide  marcharse a Suiza a conocer la tan valorada hostelería suiza. Allí entra en contacto con los hotelería de lujo, al trabajar en el Hotel Palace de Gstaad.  Desde Suiza tantea hoteles de alto nivel en Marbella, con la suerte de que le ofrecen la posibilidad de trabajar en el Puente Romano, también de 5 estrellas, y el pensamiento de volver a Andalucía hace que no se lo piense mucho.

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El hotel Fuerte de Marbella.

HOTELES FUERTE.

En Marbella, cambió el Hotel Puente Romano, por los de cuatro estrellas, al ingresar a la cadena hotelera andaluza Fuerte Hoteles. Fue en esta grupo hotelero, en el que su carrera dio un cambio importante, ya que es donde obtuvo su primer puesto de responsabilidad como Jefe de Recepción, y más tarde como Director de Hotel en el Fuerte en Marbella. Mas adelante le ofrecen la responsabilidad de abrir un hotel en El Rompido (Huelva) y allí estuvo de Director hasta que decidió regresar a Marbella, para trabajar en las oficinas centrales de la cadena.

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La prestigiosa escuela de Turismo de Les Roches en Marbella.

LES ROCHES (MARBELLA).

Desde Septiembre de 2009, es profesor en la Escuela Internacional de Dirección de Hotel, Les Roches Marbella. En reputado centro da clases relacionadas con el alojamiento en hoteles, además de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa. Desempeña, también, funciones de responsable académico de los cursos tercero y cuarto de los estudios de Grado en Dirección de Hotel.

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De pequeño, con sus padres y sus hermanos, preparados para la Feria en una desconocida y frondosa Plaza del Polvorista.

EL PUERTO EN LA DISTANCIA.

Roberto ve a El Puerto desde la distancia con añoranza. Sobre todo añoranza de los años de infancia y juventud. Ahora disfruta de El Puerto desde los ojos de un turista, porque las fechas que puede visitarlo suele ser la Semana Santa --en especial disfruta del Jueves Santo para ver a  la Humildad y Paciencia, en la que salió con sus hermanos y primos muchos años--, la Feria del Vino Fino, el verano en la Playa de Valdelagrana; aunque aún se acuerda de una caseta que tenía su abuela Mercedes, en la playa de la Puntilla, o cuando puede en el día de la Patrona. Roberto se alegra cuando ve nuevos negocios, bares, restaurantes abiertos, pero también le apena ver como esta crisis también está haciendo que muchos otros se cierren. Espera que pronto pase la recesión económica y que las calles Larga, Luna, Palacios se llenen de nuevo de comercios y alegría.

NUEVA FAMILIA.

Roberto se casó con Virginia, una navarra natural de Carcastillo, en el pueblo medieval de Olite, el 20 de Septiembre de 2002 y en la actualidad tienen dos hijas, una nacida en Marbella, Lucía, y la otra en Huelva, Leyre.

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Roberto y su mujer, Virginia, en la Feria de Primavera de 2010.

Una de las mayores aficiones de Roberto es el cine. Recuerda las dobles sesiones en el cine Macario, el cine de Verano en San Agustin,  o los ciclos de cine no comercial en el cine del Casino Bahía de Cádiz. El teatro es otra afición que disfrutó cada vez que podía con el certamen de Comedias de San Luis Gonzaga.

HIJO DE REY.

Para Roberto, un día muy especial, como para cada niño, siempre fue el día de la Cabalgata de Reyes, pero ninguno como el de este año 2013, cuando su padre tuvo el honor de representar al Rey Gaspar. Roberto tuvo oportunidad de salir en la cabalgata de pequeño con sus primos en una carroza de la Peña Flamenca Tomás ‘el Nitri’, ya que su tío Roberto (persona muy especial para él) era miembro de la peña.  Lo recuerda aún como una experiencia entrañable. Este año sus hijas Lucía y Leyre, tuvieron la oportunidad de acompañar a su abuelo Baldomero, y vivir esa experiencia como un día lo hizo su padre.

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The_Battle_of_Trafalgar-puertosantamariaEn los días que sucedieron al nefasto 21 de octubre de 1805 (se cumplen hoy 208 años), penúltimo desastre naval, una decena de barcos derrotados, con sus bodegas llenas de heridos, la mayoría desarbolados y con graves averías,  fueron zarandeados a placer por la tormenta que azotó el Golfo de Cádiz, desde el cabo Trafalgar al de Santa María, desde Tarifa hasta Faro, terminando por arrojarlos, desencuadernados unos, varados otros, a las costas gaditanas y onubenses. /En el folleto inglés, se relatan las hazañas victoriosas del almirante Horacio Nelson en Trafalgar, quien pereció en la batalla naval.

Cercano a nuestra ciudad, según relata magistralmente la historiadora gaditana Lourdes Márquez Carmona en su artículo “Naufragios de la Batalla de Trafalgar y El Puerto de Santa María”, publicado hace una década en el número 30 de la “Revista de Historia de El Puerto”, zozobraron cuatro embarcaciones; dos francesas: El “Indomptable”, navío de 80 cañones al mando del capitán Hubert que se fue a pique pereciendo casi toda su tripulación, y el “Aigle”, de 74 cañones, capitaneado por Courrége que también se hundió, posiblemente frente a la Punta de los Saboneses, entre El Puerto y Puerto Real, y dos españolas: El “Neptuno” del porte de 80 cañones, mandado por el Brigadier Cayetano Valdés, el mismo que dieciocho años después dirigiría la falúa en la que Fernando VII viajó de Cádiz a El Puerto, liberado por los Cien Mil Hijos de San Luis Y el segundo barco de línea de la Armada española naufragado fue el “San Francisco de Asís”, de 74 cañones, comandado por Luis Antonio de Flores.

Cayetano_valdes_puertosantamariaHace unos años, - en 2005- con motivo de la celebración del segundo centenario vieron la luz infinidad de libros, artículos y reportajes en los que se analizaban y desmenuzaban todas las circunstancias y detalles de la efeméride. En estos días en que estas trágicas jornadas vividas por nuestros antepasados cumplen 208 años desde que se produjeron voy a relatar dos anécdotas de salvamentos de náufragos, de entre las muchas que conforman esta página de la historia moderna de España./ En la imagen de la izquierda, retrato de Cayetano Valdés y Flores capitán general de la Real Armada. Pintado por José Roldán y Martínez, realizado en Sevilla en 1847, por encargo del Museo Naval.

El “Neptuno”, que tenía 55,6 metros de eslora (largo) por 15 de manga (ancho) debió encallar en alguna de las escolleras naturales que rodean al fuerte de Santa Catalina. Podemos hacernos una idea del encaje que debió tener entre las rocas al mantenerse allí varado sus restos durante al menos dos años, tiempo que se tardó en rescatar toda su artillería. Con el mar embravecido resultaba imposible organizar el rescate de la tripulación. El método empleado en estos casos era armar una “jangada”, una especie de balsa construida con los propios restos del naufragio y con troncos de árboles, en la que se incluían numerosos asideros y dos postes, a proa y a popa, a los que ataban cabos para remolcar en las dos direcciones. A esta operación de tirar –jalar- desde el barco naufragado hacia él, y la contraria, desde tierra, cuando los náufragos se situaban encima de la balsa, se la denominaba “alar la jangada”.

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Alzados y perfiles del 'Neptuno'.

Los marineros valencianos que formaban un curtido gremio en El Puerto  intentaron acercarse con sus barcas, valiéndose de su experiencia e intrepidez, pero les resultó imposible, pudiendo llegar tan solo a voz del barco. Desde la distancia, preguntado los tripulantes, que animales vivos llevaban a bordo, dijeron que gallinas y una pareja de cerdos. Siguiendo las indicaciones de los marineros arrojaron al mar uno de los cerdos al que habían atado a una de las patas traseras una cuerda robusta, aunque fina, que a su vez enganchaba a otra más gruesa que pudiese servir de cabo a la jangada. El cerdo, a pesar del fuerte temporal, alcanzó tierra nadando y de esta forma se pudo, alando la jangada, llevar a tierra gran parte de la tripulación, siendo rescatados los heridos, entre los que se encontraban el propio Valdés, el segundo comandante Joaquín Somoza y el resto de supervivientes, días después, al amainar el temporal, por parte del capitán Ayalde, Ayudante General de la Escuadra.

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Plano y perfiles del Castillo de Santa Catalina.

El otro navío, al que simplificadamente llamaban “Asís”, debió varar frente a Vistahermosa o Fuentebravía, en mejores condiciones para poder enviar un cabo a tierra que el “Neptuno” si no hubiera sido por la furia del mar que impedía que nadie pudiera acercarse a tierra, donde estaban preparando la jangada de rescate. En esas circunstancias, se le ocurrió al comandante Flores arrojar un tonel vacío con el cabo atado y esperar a que el oleaje lo llevase a tierra. Y así fue, aunque no acababa de llegar a la orilla por el reflujo del oleaje, ante la desesperación de un nutrido grupo de militares del Regimiento de Zaragoza, que estaban de guarnición del fuerte de Santa Catalina, del Departamento marítimo y de los Carabineros Reales que esperaban en la playa poner en marcha la jangada para el rescate. Rompiendo la impotencia pasiva de sus camaradas, un carabinero, azuzó a su caballo y ambos se internaron entre las olas con gran valentía y riesgo hasta alcanzar el barril, permitiendo el inicio  del rescate de los tripulantes del “San Francisco de Asís” que estaban ya en tierra en la madrugada del día 25, contabilizándose como una buena cifra que no pasasen de treinta el número de ahogados, lo que vendría a suponer un 5% de los tripulantes, y casi todos debidos a intentos fallidos de llegar a tierra a nado.

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Combate entre el San Francisco de Asís y tres fragatas el 25 de enero de 1797

A todos los que participaron y colaboraron en el rescate y cuidado de los náufragos se les realizó público reconocimiento de su labor, y a la oficialidad se le elevó un grado, siendo especialmente elogiados el capitán de Fragata Pedro Cabrera, el teniente de Fragata Francisco Michelena y el coronel del Regimiento de Zaragoza,  el Brigadier Narciso de Pedro, que fue ascendido a Mariscal de Campo y como tal participó en la Guerra de la Independencia.

Como habéis visto, tanto el cerdo como la montura del carabinero, dos animales, fueron parte importante en el feliz rescate de numerosos náufragos. / Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.- A.C. Puertoguía.

Hay una burguesía andaluza que prefiere la discreción de sus feudos de toda la vida al bullicio de las noches de Marbella para pasar el largo y ardiente verano del Sur. La costa de Cádiz se llena poco a poco de urbanizaciones privadas, defendidas por barreras y guardas que cierran el paso a las multitudes. Vista Hermosa, a escasa distancia de El Puerto de Santa María, la más antigua y de más solera, alberga todavía a un alto porcentaje de los grandes de las bodegas de Jerez de la Frontera y El Puerto.

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En la imagen, el Club 'El Buzo', en la playa de Santa Catalina.

Aunque la aristocracia de la botella, en franca decadencia, cede cada vez más el paso a nuevos profesionales de alto nivel económico, hay un sabor profundo a viejos tiempos en la costa gaditana que contrasta llamativamente con el ritmo de vida de los ayuntamientos comunistas recientemente votados en El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda.

(Artículo publicado en el periódico El País, el 13 de agosto de 1981, hace 32 años).

«Teresa Osborne, por favor, la llaman por teléfono». Los altavoces de El Buzo, club deportivo y social de la urbanización Vistahermosa, repiten un par de veces la llamada. Luego, una muchachita rubia, delgada, cubierta con una camiseta, atraviesa la plataforma ardiente al borde justo de la piscina y desaparece por una puerta discretamente. Un grupo de invitados, que obviamente no residen en Vistahermosa, persigue con la vista a la rubia, mientras a golpe de codo confirman que efectivamente se trata de una Osborne. Con un poco de paciencia, y unos cuantos finos vivificadores, el grupo podrá tropezarse en esa terraza con la flor y nata de las familias de Jerez, Cádiz o de El Puerto de Santa María, tomando un refresco y mirando indolentes la playa de arena blanquísima. Nietas de la frondosa familia del desaparecido José María Pemán, domecqs, osbornes y terrys de piel oportunamente dorada pasan ante sus ojos con majestuosa indiferencia.

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La Casa Grande, casa club del campo de golf de Vistahermosa.

Decenas de imitadores de Bertín Osborne ensanchan sus espaldas nadando a mariposa con leve golpeteo de medallas e insignias al cuello. Como Bertín los hay que han ido arrinconando hasta dejar reducido al esqueleto de una inicial el primer apellido para llegar al codiciado Osborne tranquilamente. La playa de El Buzo no tiene tan siquiera la visión de las playas populares de El Puerto de Santa María, cercanas en kilómetros, pero escondidas en un entrante de la costa. Sólo está al fondo Cádiz, el puerto y la bahía.

Una chica de unos quince años se acerca al grupo de mirones pidiendo fuego para su cigarrillo. En torno a las muñecas lleva varias cadenas de oro con alguna insignia ultra entrelazada.

juanmelgarejoosborne_puertosantamariaPara Angel Moresco, director y residente en Vistahermosa, que ha visto poblarse de niños e infernales jovencitos motorizados estas calles privadas de la urbanización, «hoy aquí hay de todo. A pesar de que fueron Osborne los promotores de este recinto, la gente que vive hoy es, en un alto porcentaje, profesionales de alto nivel de vida, ente que viene de Madrid, de Sevilla, de Cádiz, de El Puerto y, claro, también de Jerez. Además, los Osborne que tenemos no están relacionados directamente con las bodegas». /En la imagen de la izquierda, Juan Melgarejo Osborne, presidente fundador de Vistahermosa (ver nótula núm. 890 en GdP).

Soportando el fuego líquido del mediodía. Angel Moresco, amable y eficiente, da unas vueltas a la urbanización, señalando a quienes le seguimos el peligro de los badenes que, con sus buenos centímetros de altura, pueden acabar con los amortiguadores de cualquier coche. «Es que hemos tenido, algún accidente, ya ven que hay muchos niños montando en bici o en moto, y claro, como la urbanización tiene mucho tráfico, existía siempre ese peligro, por eso pusimos los badenes». Pero ni badenes, ni rótulos de propiedad privada, ni guardas, que no desentonarían junto al oso Yogui, han podido evitar que la calle principal que baja directamente a la playa, una de las más hermosas de toda esta costa, esté tan frecuentada como la carretera que lleva a El Puerto de Santa María. Es un concepto nuevo del lujo que llega a paroxismos torremolinescos los fines de semana, cuando a las prolíficas familias propietarias de chalés o apartamentos se suman los innumerables amigos, ya se sabe, la gente es campechana aquí, en el Sur, dispuestos a disfrutar de las delicias de una aglomeración con alcurnia.

joseluiskutzmunagorri_puertosantamariaUN LITIGIO CON EL AYUNTAMIENTO.

La gente de El Puerto, en cambio, lo tiene difícil. A pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento comunista de El Puerto de Santa María, en cuyo municipio se encuentra Vistahermosa, que ha llevado a juicio a la urbanización acusándola de apropiarse de los caminos públicos que bajaban a la playa, hoy por hoy nadie sin una invitación especial puede llegar hasta ella. El litigio se presenta sencillo, por el contrario, para José Luis Kutz Muñagorri, (ver nótula núm. 897 en GdP) el propietario del hotel Fuentebravía, que se levanta a muy pocos metros de la barrera metálica que delimita la base naval de Rota. /En la imagen de la izquierda, José Luis Kutz.

«Los dos tienen razón», señala, con un gesto conciliador de sus gruesos brazos, este navarro enamorado de Andalucía y casado con una francesa, que parece conocer todas las claves de la vida en El Puerto. «El Ayuntamiento, que, además, tiene muy buena voluntad, aunque no lo esté haciendo demasiado bien, tiene razón; Vistahermosa cegó un camino público que bajaba a la playa. Pero también la urbanización la tiene, porque las calles son particulares, y la solución para que sigan siendo de uso casi exclusivo de sus habitantes está en dejar libre el acceso a todo el mundo, pero impedirles aparcar abajo. ¡A ver quién es el guapo que es capaz de ir a esa playa si tiene que aparcar el coche dos kilómetros más arriba!».

Un helicóptero sobrevuela la playa de Fuentebravía, donde se bañan unos pocos clientes del hotel. José Luis Kutz, presidente del Centro de Iniciativas del Turismo, vocal nacional de Hospedaje, presidente de la Confederación Empresarial de Cádiz, entre otras muchas cosas, no oculta su desánimo por el descenso en picado del turismo, ni sus críticas ácidas a la actual situación política. De ideas falangistas, el director del hotel Fuentebravía considera que ha sido un gran error por parte de los empresarios europeos el poner sus industrias en manos del petróleo. «Lo que habré luchado yo con mi mujer por este motivo, que si el gas es mejor, que si el fuel, nada, que quería propanizarme hasta la cocina. Pero yo me he mantenido fiel al carbón, que, poco o mucho, por lo menos es la energía que producimos». Carbón que ha sido más fiel que aquella primitiva clientela de americanos, que llegaron a la base de Rota a montar sus Polaris a un costado del hotel. Polaris ya no hay, y americanos quedan pocos.

antonioalvarezherrera_1983_puertosantamariaEL ARRUMBADOR QUE LLEGÓ A ALCALDE.

A pesar de estar en contra de casi todo, José Luis Kutz paga religiosamente sus impuestos al nuevo ayuntamiento comunista, a cuyo frente está Antonio Alvarez Herrera (ver nótula núm. 362 en GdP), un antiguo arrumbador de las bodegas de El Puerto de Santa María. A las diez de la mañana entra un bedel delgado en el despacho de su secretaria: «Que llamen a la casa Osborne», anuncia sin más protocolo. Los Osborne otra vez. Aunque se dice que las grandes bodegas van a pique, aunque se destiñe ya el viejo esplendor de los nombres ingleses españolizados, y hasta la casa Terry ha vendido por varios millones de pesetas bodegas, caballos, todo, a una firma catalano-canadiense. /En la imagen de la izquierda, Antonio Álvarez Herrera.

A las 10.05 horas ha llegado el alcalde, con un traje de safari adaptado posiblemente a la jungla tórrida de El Puerto de Santa María, ciudad de cien palacios en ruinas, como rezan los carteles colocados por la Delegación de Cultura del nuevo Ayuntamiento en cientos de muros. Sobre la mesa de madera noble, el retrato del rey Juan Carlos se ha desplazado galantemente ante la imagen de la Virgen de los Milagros, la patrona de El Puerto. En la pared de enfrente, amorosamente enmarcado, hay un verso de Alberti, a quien el Ayuntamiento va a dedicar una casa-museo, en el que Juan Panadero saluda a los «nuevos alcaldes de Andalucía».

«Que han llamado de la casa Osborne». La joven secretaria, que ha venido de Madrid, transmite el mismo mensaje. «Contra lo que pudiera parecer, no hemos notado ninguna actitud saboteadora, ni nada parecido, por parte de la burguesía de El Puerto», aclara Antonio Alvarez. «Incluso han venido a explicarme sus planes de cerrar algunas bodegas de las que se visitan, y yo sencillamente les he dicho que toda mi vida, desde pequeño, estoy acostumbrado a este paisaje de bodegas, y que El Puerto es una ciudad turística y hay que mantener su personalidad y su belleza, y me han dicho que sí, que de acuerdo, y han salido por esta puerta tan amigos». /Texto: Lola Galán.

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En la noche de ayer viernes se presentó al mundo cofrade los pregones de la Semana Santa pronunciados en los últimos cinco años: los de José Manuel Romo, Francisco Andrés Gallardo, Sergio Cíes, Juan Villarreal y José Manuel Lorenzo. Traemos a Gente del Puerto las palabras del pregonero de 2010, Francisco Andrés Gallardo, quien no pudo estar en el acto, ausente en Madrid por cuestiones profesionales.

No sabéis cuánto lamento no estar esta tarde con vosotros, en las siempre monumentales estancias de Araníbar,  para revivir a vuestro lado aquel momento tan especial de mi vida cómo fue pregonar  la Semana Santa de mi tierra, de mi Puerto, de mis entretelas, releyendo ahora las líneas que os aseguro que en su momento brotaron de mi alma.

Fue un encargo muy especial, que denotaba confianza y fe,  al que estaré siempre agradecido a la presidenta antecesora, Mar Vázquez;  al presidente actual, amigo cofrade desde tanto tiempo atrás, José Manuel Castilla, y al equipo que al frente del Consejo comenzó a trabajar por brindar una cita del pregón de Semana Santa más apegada a los sentimientos locales.

pregon_francisgallardo_libro_puertosantamariaPorque fue así cuando hace cuatro años, de forma imprevista y con tan poco margen de tiempo,  cuando asumí  pronunciar el pregón de la Semana Santa de El Puerto: lo concebí como un regalo para mí y en correspondencia así, multiplicado por la ilusión, que se convirtiera en un regalo de la primavera a mis paisanos, a mi gente. Con el cariño mostrado en aquellas semanas, entre todos me lo escribistéis y yo sólo tuve que ponerle la firma. Me sorprendí a veces descubriendo estrofas que habían surgido desde  un rastro muy profundo del corazón, en esos rincones de los recuerdos y de las vivencias a los que sólo se llegan con la sinceridad rotunda y el aprecio encontrado en los demás.

Intenté que el pregón del año 2010 fuera una muestra de Fe. De la Fe por Dios, de la Fe por mi gente y de la Fe por la esperanza de mejores tiempos. Mejores tiempos que aunque no hayan terminado de llegar, pero tened por seguro que como decía aquel pregonero, llegará con el empeño de la buena gente de El Puerto.
Ya dejaba algunas líneas al final del pregón para que se siguiera parte del camino… con una buena conmemoración del centenario de la coronación de Patrona, para el año 2016; con la unión sentimental de las hermandades con una coronación para la Señora de la Soledad y, en el horizonte, el desvelo por los niños y jóvenes de ahora, tan entregados a las virtualidades de internet, que han de ser los más preparados relevos para levantar este paso de El Puerto.

Fueron días preciosos de vísperas, preparación para entregaros este legado de mis sentimientos y esa hora larga, ese ratito a solas, de este pregonero con su gente, en una radiante mañana en el Teatro Pedro Muñoz Seca. Fueron días en los que la convivencia con el presentador, Modesto Barragán, o con quien os está leyendo este mensaje, José María Morillo, me permitieron esbozar lo que quería compartir con todos.

Fue ayer mismo, aunque hayan pasado cuatro años. Agradezco que el Consejo  y el Ayuntamiento hayan culminado una edición que se ha venido atrasando, pero contad conmigo para vernos cualquier día y firmaros ese ejemplar que vais a tener siempre en casa.

Un abrazo para mis maestros, los amigos sucesores en el atril, para Sergio, para Juan (un verdadero maestro al que siempre tendré en mi corazón de portuense) y para José Manuel.  Me hubiera gustado estar a vuestro lado hoy para intercambiar estos pregones de El Puerto para todos los portuenses que conseveramos con orgullo y ternura. Muchas gracias.

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Javier Ruibal saca nuevo disco, ‘Quédate conmigo’ que toma nombre de un tema que viene regalando a sus seguidores en las actuaciones en directo, desde 2008. El 3 de octubre de 2008, en el concierto ofrecido en la sala Galileo Galilei de Madrid, lo presentaba en sociedad para deleite de sus incondicionales. Pulsando sobre el enlace, ‘Quédate conmigo’.

«Que tengo la mesa
que desde aquel día
me guarda un amigo.
Te pido con besos,
quédate conmigo.
Con besos,
quédate conmigo».

Para saber más de Javier Ruibal en GdP.
286. Calle de Javier Ruibal.
1.560. Al sur de la quimera. 
1.703. Casa Ruibal.

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otero_cruces_puertosantamaria«Desde el alto otero de las Cruces, El Puerto parece un velero anclado o varado junto al río», describía acertadamente el desaparecido escritor portuense, Juan Ignacio Varela Gilabert. Al sol de hoy, Durango arriba, todavía queda una cruz, ahogada entre modernos edificios, sorteando los coches y algún elemento de Vías y Obras, a la que casi hay que encaramarse para ver la perspectiva del Puerto descrita por Varela. /Cruz del desaparecido hospital de San Sebastián, situada en la esquina de Santa Fe y Durango, en las proximidades de la que fue la ermita del Santo Cristo.

Otros portuenses, ilustres, especialmente ilustres en amar, escribir y reivindicar por su Puerto, por su puerto [sic] que sí, lo hicieron en el tiempo que les tocó vivir con desigual resultado. Por citar solo tres ejemplos del siglo pasado, en la década de los 20, el funcionario, escritor y pre-andalucista Mariano López Muñoz, se lamentaba en los artículos que escribía para la Revista Portuense. En ‘El río que muere en tormento’ termina: «Porque la vida de la Ciudad, que languidece con la anemia de su río, solo puede florecer en grandes empresas, si se embarcan las a’mas en bajeles de juventud». Describía en su artículo la desidia y el abandono de las fuerzas vivas para con la Ciudad.

Manuel Martínez Alfonso, portuense por elección, y alcalde que fue de esta Ciudad a finales del anterior régimen, tuvo una cruzada personal en la década de los sesenta en ‘La Voz de la Bahía’, para impedir la construcción de un edificio en el solar  de la Plaza del Polvorista. Se jugó el tipo con los poderes de la época. Y lo consiguió. Volveremos en otra nótula’ sobre el tema porque merece ser recordada la hazaña del profesor.

Agustín Merello del Cuvillo, excelente periodista, y mejor persona que nos abandonó prematuramente, tuvo una sección en Diario de Cádiz bajo el título de ‘El Ruido y las Nueces’ a principios de los setenta, antes de su vuelta como Delegado que fue del Diario de Cádiz en El Puerto. Escribía así hace 32 años, nuestro llorado Agustín: «La arborifobia, o que se diga, está a la orden del día. El alma se nos cae a pedazos cada vez que contemplamos la tala a discreción a la que muchos se han habituado a fuerza de verla repetir por doquier y por dová. No cabe duda que esto de la tala es asunto de mal “tala-nte”». Se refería Agustín en su artículo a las leyes que amparaban estas talas.

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Esto queda de la cruz, rastro semiescondido entre coches aparcados, de un edificio que testimonió la asistencia social de la Iglesia cuando los poderes públicos no se interesaban por los más desfavorecidos. Más información de San Sebastián, desconocido copatrono de El Puerto: Nótula núm. 631 en GdP.

Pero con o sin leyes, con o sin vueltas a las mismas, cada vez más se le ha ido hurtando a esta Ciudad, la memoria visual, el patrimonio ambiental y el  histórico. ¿Cuántas casas originales quedan en la calle Ganado, en el tramo que va desde Vicario a Nevería, por citar un solo ejemplo de nuestro casco antiguo?.

Así, el barco anclado que describía Varela, el bajel de López Muñoz, la lucha de Martínez Alfonso y el quejío de Agustín han pasado a ser un referente de la historia de poco menos de un siglo portuense. Alguien dijo que la perfección no existe, que por eso sopla el Levante en El Puerto. /Texto: José María Morillo.

El próximo sábado 19 de octubre, dentro del XIV Salón Internacional del Libro Teatral que se celebra este año en Madrid, tendrá lugar en el stand de Ediciones Irreverentes la presentación del libro “Celeste Flora” del escritor porteño Juan García Larrondo (ver nótula núm. 082 en GdP).

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"Celeste Flora” (2º Premio de Teatro Kutxa Ciudad de San Sebastián 1994) es una de las piezas teatrales más conocidas de Larrondo y ha sido representada con gran éxito por toda España y en algunos de los más prestigiosos festivales internacionales de otros países como Estados Unidos, Costa Rica, Uruguay, Brasil, Chile, Puerto Rico, Colombia, Perú, Argentina y Venezuela.

Traducida también a otros idiomas, la obra narra la historia de una mujer madura que ha dedicado la mayor parte de su vida al estudio de las plantas. Apenas reconocida a niveles científicos, la protagonista pasa los últimos años consagrada a la investigación botánica y a las clases que imparte en una pequeña academia hasta que, inducida por unas “razones” que se irán desvelando a lo largo del drama, acaba por asesinar a varias de sus alumnas, lo que la lleva a ser recluida y condenada a muerte en una prisión de mujeres.

celesteflora_puertosantamariaEn contra de la opinión pública, un tribunal psiquiátrico liderado por una eminente doctora francesa, someterá a la presa a un estudio para determinar su estado y averiguar las razones que le llevaron a cometer los asesinatos. Si al final este tribunal consigue demostrar que Flora es una enferma mental, esta verá conmutada su condena. La tarea no será fácil. Pronto, entre ambas protagonistas, de perfiles complejos e inaccesibles, se producirá un enfrentamiento y, a la vez, un intercambio: la razón y la pasión serán puestas a prueba. Flora siempre negará su locura y justificará sus crímenes a través del profundo amor que sostiene hacia las flores y hacia la resurrección de la naturaleza. Narcisse, la psiquiatra que ha llegado desde Francia para estudiar su mente, cumplirá con ahínco su trabajo pero, a cambio, sufrirá la mayor metamorfosis de su vida. Un enfrentamiento entre vida y muerte y entre moral y libertad que dejará absolutamente desconcertada a la ciencia y que significará, en cualquier caso, el definitivo triunfo de la vida, del ser humano y del amor.

Juan García Larrondo plantea en este texto romántico y existencialista un bello ejercicio de honestidad, una reflexión sobre la sociedad y la naturaleza humana que no deja a nadie indiferente. Es, sin duda, teatro escrito desde el corazón, que destila inteligencia, humanismo, compromiso político y literatura dramática de alta calidad.

Más información de García Larrondo en GdP.

 

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Desde las almenas del Castillo vemos Cádiz.

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La calle Palacios, al fondo, la Prioral.

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Desde las ruinas de la calle Larga, al fondo los Astilleros.

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Desde la calle Ganado arriba.

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Purullena, las Concepcionistas, el Catillo y al fondo… Medina.

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Invitamos a los lectores a indentificar a la cuadrilla de cargadores del paso del Cristo de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, que procesiona el jueves santo desde la Capilla de la Aurora. Reconocemos con la camisa de rayas, en primer término al que fuera novillero Jesús Vela Morillo, en la segunda fila a la derecha a Jesús Abelenda, encargado de las visitas al templo, y con chaqueta, medio oculto en el centro, a José Antonio Terrada Sara. También aparecen Manolo Hiniesta, Juan Luis Arévalo Espinosa, Galán, …  Año 1978.

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pacogonzalez_sjoseobrero_puertosantamariaPaco González, párroco de la parroquia de San José Obrero, cumplió en junio 50 años desde su ordenación. Nacido en Jerez y tras pasar un tiempo en Benaocaz y Ubrique, en 1970 se crea la parroquia de San José Obrero, para atender la zona norte. Por expreso deseo del cardenal de Sevilla, en septiembre aparecen Paco González y Manolo Rodríguez, al que se unió Antonio Troya y más tarde, Manolo Bellido, para intentar plasmar en El Puerto los nuevos aires que trajo a la Iglesia el Concilio Vaticano II.

Paco González es un hombre muy preparado intelectualmente, con mucha creatividad, con mucha confianza en las personas, gran trabajador, muy honrado y fiel a los principios del evangelio, amante de la naturaleza y de la amistad. Defensor de la formación, está próxima la publicación de un libro con su plan de catecumenado para personas adultas, confeccionado junto a Elisa Calderón, como elemento básico para la formación de una parroquia. /Texto: Antonio Díaz.

EL TABERNERO FIEL.

Sin casulla ni alba ni estola podría pasar por un dependiente de ultramarinos, o mejor, por un tabernero de esos de toda la vida que un día llega al barrio, alquila un pequeño local, monta un bar y enseguida se gana el respeto de la clientela. La bondad de un tabernero se refleja, claro que sí, en los productos que expende, pero también en el trato con la parroquia, y en ese sentido Paco es un currante que además de ofrecer un buen pan y un buen vino, permite, mientras baldea el serrín de su tienda y friega las copas vacías que se acumulan sobre el mostrador, la tertulia diaria y el cante los domingos. En realidad, este tabernero no ha hecho otra cosa en su vida que expender los productos más básicos a un buen precio, regalándolos casi. Y, sobre todo, atender pacientemente a sus vecinos y echarles un cable cuando vienen mal dadas.

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Manolo Bellido y Paco González, segundo y tercero por la izquierda, en la primera misa de la parroquia de San Sebastián (Vallealto), segregada de San José Obrero.

Podría pasar por un tabernero de los de toda la vida, pero Paco González es sacerdote, un sacerdote de esos  de los que desgraciadamente cada vez quedan menos en la viña del Señor. En su taberna, o en su parroquia, que viene a ser lo mismo, no ha parado de ayudar a los demás, recordándoles que tan importante como disfrutar de la cháchara y la cervecita después de dar de mano en el tajo, es hacerlo juntos. Que las tapas saben mejor compartidas. Que Dios es más creíble cuando le vemos ayudar en la cocina. Que el respeto de la clientela y de los fieles hay que ganárselo sirviendo, pues una iglesia que no sirve no sirve para nada.

Se han cumplido 50 años de su ordenación y, lejos de aburguesarse, no ha traicionado a aquel joven  entusiasta que llegó hace más de cuarenta años de Ubrique. Con la camisa remangada y la libreta llena de nombres de vecinos que ya no están pero que le ayudaron a que en el bar hubiera siempre un buen ambiente, un ambiente en el que nadie es más ni menos que nadie, sigue baldeando el serrín y fregando las copas vacías que se acumulan sobre el mostrador. /Texto: Pepe Mendoza.

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