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manuelpalacios1_puertosantamariaDel matrimonio entre Miguel Palacios y Guillén, conocido y querido Maestro mayor titular de Obras que fue del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, y Elena de Winthuyssen y Urruela, nacía a las once y media de la noche del 12 de octubre de 1881, en el nº 14 de la calle Diego Niño, Manuel Palacios y Winthuyssen. Con tres días de edad fue bautizado por Antonio Crespo Andrade, cura de la Iglesia Mayor Prioral y fue apadrinado por Manuel Fernández Coria, capitán de navío de la armada y por la esposa de éste, Olimpia García de Polavieja y Urruela, prima de su madre. Fue el mayor de seis hermanos; le seguirían Juan José, Miguel, Antonio, Pedro Nolasco y María del Pilar.

LA ESCUELA.
En su etapa escolar, pasó por el colegio San Luís Gonzaga de El Puerto de Santa Maria, al igual que sus hermanos Juan José y Antonio. Con ocho años, pertenecía a la 4ª División de alumnos con el nº 80, nivel en el que se calificaban tres aspectos: Deberes Religiosos, Urbanidad y Conducta General; además de las notas de clase que calificaban la Doctrina Cristiana,  Conducta en Clase, Aplicación y Aprovechamiento. Las calificaciones de Manuel Palacios no salían del 1 (muy bien) o el 2 (bien), sin que apareciera en su expediente calificaciones inferiores: 3 que es mediano; 4 que es mal y 5, muy mal. También pasó por el colegio de San Cayetano, situado en el nº 81 de la calle Larga de El Puerto, que abrió sus puertas en 1874 y cuyo director y fundador fue Baldomero Ruiz Lizano. Se conserva además su expediente y un examen de ingreso en el instituto jerezano “Padre Luís Coloma”.

Unos años después, exactamente el 26 de Noviembre de 1899 y recién cumplidos los 18 años,  fallecía su abuela materna, Inés de Urruela y Barreda, en su domicilio de la calle Diego Niño a las ocho de la tarde. Esta distinguida señora, gaditana pero de origen guatemalteco, era hija de Julián de Urruela y Casares (ver nótula) y de la onubense Pastora Barreda y Ortiz de Zárate.  Tan solo tres años después, un 27 de marzo de 1902, moriría, a los 84 años, su abuelo, viudo de Inés, Juan de Winthuysen Martínez de Baños (ver nótula).

antoniamunozseca_puertosantamariaLA HERMANA DE MUÑOZ SECA.
En estos primeros años del recién estrenado siglo XX, Manuel conoció a la que se convertiría en su esposa, la señorita Antonia Muñoz Seca, hija de José Joaquín Muñoz Césari,  natural de Cádiz y de la portuense María de las Mercedes Seca Miranda. El matrimonio Muñoz Seca vivió en la calle Castelar nº 44, en la actualidad, calle  Pedro Muñoz Seca.  Antonia era la séptima de diez hermanos, éstos eran María Teresa, Ana, Francisco, Pedro, Concepción, Josefa, Milagros, Carmen y José Muñoz Seca; algunos de los cuales optaron por la vida religiosa, otros por la medicina y Pedro, tras sus estudios universitarios de filosofía y letras además de derecho, escribió teatro, su gran pasión que le llevaría a un rotundo éxito.

LA BODA.
Manuel y Antonia decidieron casarse el 12 de octubre de 1906, día de la Virgen del Pilar y cumpleaños de Manuel. Los esponsales se verificaron días antes en el domicilio de la familia de la novia coincidiendo éstos con  los de una hermana de Antonia, Concepción y su prometido Pedro Luís de Lassaletta. El sacerdote que les asistió fue don Bartolomé Carro y los testigos, los señores condes de Casa Segovia, Juan Fadrique Lassaletta, José Jácome, Arturo Marenco, Luis Bela, José María Heredia, Plácido Navas (ver nótula) y Felipe Rigozzi. Al acto se acercaron familiares y amigos de ambas familias: Los Lassaletta, los señores de Palacios, Cruzzoe, Thuillier, González y Heros, Juan de Dios Dasti, Andrés Rodríguez, don Jorge Thuillier (ver nótula), don Rafael Marenco. Los señores de Muñoz Césari celebraron el evento ofreciendo una merienda a sus familiares e invitados.

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La familia de los Muñoz Seca. Arriba, el segundo por la izquierda, el comediógrafo Pedro Muñoz Seca.

El sábado 13 de octubre de 1906 y con el encabezamiento de “UNA BODA”, se dio a conocer la noticia del enlace en “Revista Portuense”: “Ayer a las cinco de la mañana se celebró en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, la boda de la bellísima señorita Antonia Muñoz Seca, con el joven Manuel Palacios Winthuyssen, perteneciente a la Jefatura de Obras Públicas de la provincia de Huelva.

El acto tuvo carácter íntimo y a él asistieron la familia y amigos de ella. A la hora indicada llegó la comitiva a la citada Iglesia. Apadrinaron a los novios la distinguida señora doña Elena Winthuyssen de Palacios, y el ilustrado facultativo don Francisco Muñoz Seca.

La novia radiante de hermosura vestía rico traje negro y velo blanco adornando su figura interesante con los simbólicos ramos de azahar. Es unánime la admiración de cuantos la contemplan. El novio viste levita. Ambos se postran en lujosos reclinatorios, colocados frente al altar de la Virgen del Perpetuo Socorro, que ostenta nutrida iluminación.

Poco después el Capellán de las RR. MM. de la Purísima Concepción, don Bartolomé Carro da principio a la ceremonia religiosa que se efectúa ante la artística Gruta de la Virgen de Lourdes, que existe en la misma iglesia.

La escena resulta conmovedora. A un lado los novios, acompañados de sus padrinos que escuchan las religiosas palabras de la Epístola de San Pablo. Al fondo de la iglesia y sumamente conmovidos sus padres, y hermanos que no pueden contener la emoción que les producía la separación de seres tan queridos, y todos rodeado de ese ambiente de misticismo y suprema religiosidad, con que la Iglesia Católica consagra sus actos más solemnes.

Después vuelven los novios a sus reclinatorios y el mismo sacerdote, dice la Misa de velaciones. El armonium acompaña la misa con sus místicos arpegios. Al consumir reciben la comunión los desposados. Terminada la ceremonia la comitiva sale de la iglesia. Entonces cesa aquel silencio que parece dominar y los novios abrazan a sus padres, y los amigos les estrechan las manos deseándoles mil venturas y felicidades.

Pueden llamarse estos instantes, momentos supremos de la vida, en que todo habla al alma: a unos le evoca recuerdos de tiempos mejores y a otros les hace entrever dichas inacabables.

En el domicilio de los padres de la novia se verifica la ceremonia civil. Representan al juzgado, el Fiscal suplente don Ramón Varela Campos y secretario don Lorenzo González Villagrán. Firman el acta como testigos don Luis Bela Nerini, don Felipe Rigozzi, don Pedro Luis Lassaletta, don José Luis García, don José Luis y don Manuel González Agreda hijos del señor Marqués de Bonanza, y don Luis Pérez Gutiérrez. Después la alegre fiesta de familia; sirviéndose un espléndido desayuno.

Además de los señores de Muñoz Césari y Palacios Guillén asisten al acto los señores doña Concepción Muñoz Seca, de Lassaletta; doña Elisa Bela, de Muñoz Seca; doña Inés Gil, de García; doña Pastora Winthuyssen, viuda. De González, y doña Carmen Heros. Srtas. De Muñoz Seca, Iribarren, González y Palacios Winthuyssen.

Sres. De Pedro Luis Lassaletta, don Felipe Rigozzi, don Manuel y don José Luis González Agreda, don Luis Bela Nerini, don José Luis García, don Luis Pérez, don Emilio Lorite, don Guillermo Alberti y Sánchez Bustamante, y don Miguel, don Antonio y don Pedro Palacios.

Trocadas las galas de los desposados por el traje de viaje, los ya señores de Palacios (don Manuel) marcharon a la estación, acompañándoles sus hermanos políticos don Pedro Luis Lassaletta y don Felipe Rigozzi.

La despedida fue cariñosísima deseándoles mil venturas y parabienes en su nuevo estado. Los señores de Palacios (don Manuel) marcharon en el tren correo a Sevilla donde pasarán los primeros días de su luna de miel, trasladándose después a Huelva donde fijarán su residencia.”

DESTINADO A HUELVA.
Efectivamente se trasladaron a Huelva, donde Palacios llevaba un tiempo trabajando en la jefatura de Obras Públicas de esa. Vivían en el número 18 de la calle General Azcárraga. En 1907 nacía el primero de los ocho hijos que tuvieron: Manuel, seguido de Elena, María, Mercedes, Miguel, José Carlos, Javier y Jesús:

“En Huelva, donde reside, ha dado a luz felizmente una niña la señora doña Antonia Muñoz Seca, esposa de nuestro muy querido amigo don Manuel Palacios Winthuyssen. Fue bautizada el pasado Martes 8, oficiando en la ceremonia religiosa el señor cura don Pedro Román Clavero que impuso a la recién nacida los nombres de Elena, María de la Concepción y Elisa.

Fueron padrinos D. Francisco Muñoz Seca y doña Elisa Bela y Marchena, de Muñoz Seca, representados por don José Paz y Caspe y la señorita María Muñoz Seca. Terminada la ceremonia, pasaron los invitados al domicilio de los señores de Palacios, siendo obsequiados con un lunch.

Asistieron a la ceremonia las señoras Caire de Medina y Haynes de Ages, y Srtas. Mora (C. y A.), Blanco Vargas (L. y M.), y Esparducer (María Teresa). Del sexo feo recordamos a los señores Sánchez, Caspe, Barredo, Vargas (D.C.), Merello y Medina.

Los invitados salieron muy complacidos de las atenciones que para con ellos tuvieron los señores de Palacios. Reciban estos nuestra mas cordial enhorabuena por tan fausto suceso de familia.” Revista Portuense”12/12/1908

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Claustro de la Escuela de Artes y Oficios de Jerez. 

PROFESOR EN JEREZ.
En 1911, por Real Decreto de 14 de octubre de 1910  y tras años de espera, abría sus puertas la Escuela de Artes y Oficios de Jerez bajo la dirección de Nicolás Soro Álvarez. Entre el profesorado propuesto había ya algunos que pertenecieron a la recién clausurada Academia de Santo Domingo y también se encontraba Manuel Palacios que ocuparía la plaza de profesor de Dibujo Lineal.  Más tarde, en 1916, sería admitido para examinarse de unas oposiciones a la plaza de profesor de Dibujo Artístico en la Escuela de Artes e Industrias de Jerez, según la Revista General De Enseñanza y Bellas Artes.

En 1922, trabajó Palacios como ayudante interino en asignaturas como dibujo artístico, modelado y vaciado, elementos de Historia del Arte y carpintería artística. Asignaturas que formaban parte de la sección artística habiendo otra sección denominada técnica y cuyas asignaturas eran dibujo lineal, gramática y caligrafía y elementos de mecánica.

AUXILIAR DE OBRAS PÚBLICAS.
En 1912, trabajó como auxiliar de Obras Públicas y ayudante del ingeniero director de las obras del pantano de Guadalcacín, por aquel entonces, Pedro Miguel González Quijano. Este señor fue ingeniero y matemático de reconocida reputación que participó además en proyectos como en el del sifón en la junta de los ríos y en la realización del trazado de la línea férrea Jeréz-Almargen. Además fue profesor de Hidrología en la Escuela de Ingenieros de Caminos y obras Hidráulicas de Madrid y fue autor de una veintena de estudios sobre temas de Obras Públicas e Hidráulicos.

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Imagen del Pantano de Guadalcacín.

EL PANTANO DE GUADALCACÍN.
En este mismo año, en un establecimiento llamado “Casa Chivas” situado en la calle Duque de Almodóvar esquina a la de Algarve, en Jerez, se expuso un plano de Palacios que representaba el embalse del Pantano de Guadalcacín con las dos vistas principales de la presa tal como mas adelante quedaría cuando estuviera terminada. Además, añadió anotaciones muy interesantes, tales como que la presa tendría treinta y un metro de altura desde la solera del túnel de fondo a la parte superior del pretil y que su altura total hasta la coronación, treinta metros y que su capacidad total sería de ciento once millones, seiscientos cuarenta y ocho mil ciento cuarenta y cuatro metros cúbicos.

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Pantano de Guadalcacín.

...continúa leyendo "2.339. MANUEL MARÍA PALACIOS WINTHUYSSEN. Ayudante de Obras Públicas.  "

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Jaime García-Máiquez y López, nació en Murcia en 1973, de donde era su madre, la farmacéutica Carmen López Llopis (ver nótula núm. 1.144 en Gente del Puerto). Su padre es el microbiólogo, farmacéutico y humanista Enrique García Máiquez, miembro de número de la Real Academia de Farmacia y portuense ilustre (ver nótula núm. 821 en Gente del Puerto). Es el menor de cuarto hermanos, junto al escritor Enrique (ver nótula núm. 2.226 en GdP), junto a los mellizos boticarios, Nicolás y María.

...continúa leyendo "2.338. Jaime García-Máiquez. Investigador del Museo del Prado & Poeta."

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Federico Ferrer Jimeno  estudió Economía y Comercio Exterior en la Universidad de Sevilla. Ha trabajado en Renta4,  primer banco español especializado en gestión patrimonial, mercados de capitales y servicios de inversión, primero como asesor de inversión en Sevilla hasta 2002 y como director de la oficina de Cádiz, hasta 2004 para, hasta 2012 trabajar en la oficina gaditana del consignatario de buques y seguros,  MacPherson Marine Suveryors.

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Con Wolfgang, un alemán de Sttugart aficionado a los vinos del Marco del Jerez.

Wolfgang WHiskymaster

Pero Federico desarrolló una profunda afición por la cocina, el vino y sus mezclas, hasta el punto de llevarle a arrancar un modesto negocio de distribución dedicado a pequeños productores y vinos auténticos, incluyendo sacas especiales y tesoros ocultos del Marco del Jerez-Xérès-Sherry, que ha llamado Cuatrogatos Wine Club, puesto en marcha en diciembre de 2013 junto a José Carlos Serrano, de la Vinoteca Vinarte, situada en el Centro Comercial Vistahermosa: un espacio para la venta de vinos, que se une al espacio de degustación. Muy activo en las redes sociales, Federico comparte su pasión por el vino a través de su cuenta en twitter @masuvas.

Andaba el otro día por el Parque Calderón y pasé por el “servicio público” que está frente a la Herrería, uno de esos artefactos horrorosos de imposible uso para una emergencia y que parecen que de un momento a otro van a despegar, que es lo que deberían hacer.

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Los servicios que se emplazaron entre la Ribera del Río y la del Marisco, en 1974. / Foto, Rafa. Archivo Municipal.

Y me acordé de aquel otro evacuatorioque existió frente al Parque y a la Casa de la Munición (ver nótula núm. 2.301 en GdP), donde hoy está la fuente de la plaza Pedro el de los Majaras.

Se construyó en 1956. Si tiene edad para ello, seguro que lorecuerda. Entrando en los servicios de señoras, a la izquierda, dos water-closet con asientos y tapas de madera esmaltada en blanco, y a la derecha un lavabo de porcelana. Para los caballeros, al frente dos W.C. y el lavabo, y a la izquierda, en semicírculo, cinco urinarios de pared. Todo de Roca, claro. Cumplieron su higiénica función hasta 1979, y a los dos años, para mejorar la densidad del tráfico en la zona, se derribó el socorrido edificio que tantos apretones alivió.

Que tenía delante, como se ve en la foto adjunta, la figura de un guardia urbano de mentirijillas, uniformado de punta en blancocomo los de verdad (recordarán a los que se ponían en el centro de la plaza de las Galeras, en verano con sombrilla) y que distribuía a uno y otro lado de la Ribera del Río y del Marisco el paso de los automóviles y los de cargas pesadas. Eficiente servidor del orden que también tenía la virtud de que no ponía multas y no te echaba una bronca si incumplías las normas de las buenas conductas al uso.

En el 79 también se quitó el transformador anejo que se construyó al tiempo que los servicios, que al año siguiente se puso de nuevo en el Parque, junto al puente de San Alejandro, donde sigue.

Una vez despejado el solar –donde se pensó levantar un monumento al Arrumbador, que no cuajó-, se ajardinó, hasta que en 1983 se colocó el monumento dedicado al Pescador, obra de Javier Tejada Prieto (1929-2009)(ver nótulas núm. 020 y 790 en GdP)hasta que a mediados de los 90 se trasladó al paseo del río, frente al muelle del Vapor.

Y ahora que recordaba los servicios públicos que tiraron en el 79 me vuelvo a acordar de los que vi el otro día en el Parque. Y qué quieren que les diga…(continuará)./ Texto: Enrique Pérez Fernández.

Sólo los verdaderos amigos son capaces de conseguir, en un día tan especial, que se aparque el orgullo a un lado y se valore lo importante de la vida. Una reflexión desde El Puerto de Santa María para el mundo.

 

Un corto cinematográfico de la productora local Producciones Varadas, con la colaboración de los actores porteños Manolo Barba y Manolo Morillo.

Recogemos una selección de villancicos de autores portuenses: Rafael Alberti, José Luis Tejada, Inmaculada Moreno, Enrique García-Máiquez y Ángel Mendoza. Su lírica nos recuerda que hoy es Navidad.

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Belén de época realizado en la primera mitad del siglo XX con figuras del imaginero Ángel Martínez.  (Ver nótula 1.968 en GdP).

LAS TRES NEGACIONES

Primer no
—Pastor que vas con tus cabras
cantando por los caminos,
¿quieres darme una cabrita
para que juegue mi niño?

—Muy contento se la diera
Si el dueño de mi ganado,
Señora, lo permitiera 

Segundo no

—Aceitunero que estás
vareando los olivos,
¿me das tres aceitunitas
para que juegue mi niño?

—Muy contento se las diera
si el dueño del olivar,
Señora, lo permitiera.

Tercer no

—Ventero amigo que estás,
Sentado en un ventorrillo,
¿quieres darme una cunita
para que duerma mi niño?

—Muy contento se lo diera,
si hubiese sitio y el ama,
Señora, lo permitiera.

Rafael Alberti.

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Donde hoy se encuentra un grupo de viviendas promovida por Bodegas Terry y, con anterioridad la fábrica de Cervezas Tosar, entre las calles Cielos y Larga, estuvo esta choza, paradigma de la infravivienda en el casco urbano, que albergó a una familia portuense. (Ver nótula 63 en GdP).

EL PASTOR MALO

--Vine, pero no por ti.
Vine por curiosidad,
por ver, por la novedad.
No por ti.
Y
bien poco de nuevo vi.
Tal como vine me voy.
Pero estoy cansado, hoy
pasaré la noche aquí.
Que conste que no por ti.

José Luis Tejada.

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Reyes Magos en el Colegio Luisa de Marillac, conocido como el 'Asilo de Huérfanas', en su anterior emplazamiento de calle Cielos, en 1952.  (Ver nótula 692 en GdP)

VILLANCICO

Los Reyes perdidos
siguiendo una estrella,
la dulce vereda
cercada de olivos
prolonga el camino
de los buscadores.

Promesa de albores,
espera el Dios niño.

El aire vestido
de olores de albahaca,
la risa de plata
sonando en el río.
Un cierto latido
confunde este miedo.

Tendido en el suelo
te espera el Dios niño.

Inmaculada Moreno.

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Calle de la Rosa, a mediados de los años sesenta del siglo pasado.  'El Caneco' (ver nótula 1,252 en GdP), vivió en la calle de la Rosa.

CADA AÑO NACE DIOS

Cada año nace Dios.
¿Para cuándo nazco yo?

En Navidad novedad
que se repite incesante.
Él se nos pone delante
hecho Niño en el Portal.
Y en medio de la emoción,
no dejo de preguntarme:
“Si, sin cesar nace Dios
¿para cuándo, cuándo yo?”.

Enrique García-Máiquez.

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En el antiguo palomar existente en la Plaza de Isaac Peral, el jefe de Obras y Mantenimiento Urbano del Ayuntamiento, el maestro Dueñas, (ver nótula 197 en GdP) instalaba el Belén en la desaparecida estructura que vemos en la imagen de Rafa, que fue derribada el 29 de enero de 1972. (Ver nótula 322, Clemente, el Guarda de la Plaza Peral).

ME ACUERDO

Me acuerdo de un río
de plata dormida,
de un puente de caña,
de estrellas prendidas
a un cielo pintado
con nubes torcidas.

Me acuerdo de fieltro
que era hierba viva,
de serrín haciendo
de tierra baldía,
pesebre de plástico,
noche de mentira.

Y todo tan cierto
que yo lo creía.

Ángel Mendoza

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La III Ruta de Escaparates Culturales: El Centro de Arte, bajo el título ‘Retazos del Pasado’ fusiona el arte de Adrián Ferreras con los pinceles y el barro con las figuras de Sucesores de Angel Martínez, de la mano de Vicente Rodríguez, que estará funcionando hasta el 6 de enero de 2015, siendo una iniciativa del Centro Comercial Abierto.

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Pinttorama expuesto en el escaparate de Frenchie

Ambos artistas viven la pasión por el Costumbrismo. Tanto Vicente Rodríguez como Adrián Ferreras comparten una paleta de colores que se combina de forma exquisita, creando con sus obras, distintas pero conectadas, una sublime simbiosis que han denominado Pinttoramas, de la que ambos se muestran satisfechos por el resultado obtenido, que está a la vista de todos.

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Vicente Rodríguez.

Estas rutas culturales son exposiciones monotemáticas en las que las piezas que las componen son expuestas en 25 establecimientos públicos, asociados al Centro Comercial Abierto tanto en escaparates comerciales como en espacios públicos y  locales de hostelería, que ha sido co patrocinada por el Ayuntamiento.

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Adrián Ferreras.

Ferreras ha animado a los porteños a visitar los diferentes escaparates incluidos en la exposición, señalando que “una obra de arte no existe si no hay espectadores.Cada pintura ha creado una escena que cuenta una historia, que será personalizada por cada persona que la observe”. El pintor también ha incidido en que el conjunto resultante ha sido cuidado con esmero, “desde la pintura seleccionada, la elección de las figuras de barro, hasta crear una base muy trabajada para contextualizar la escena. Óleo y barro, sin dejar de ser cada uno lo que es, se han unido para recrear y llevarnos a viajar, a modo de retazos, a lo más profundo de nuestras raíces, a un costumbrismo andaluz, donde el sabor y el saber de un pueblo como el nuestro se ven reflejados en cada uno de estos Pinttoramas”.

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Pinttorama expuesto en Tejidos 'Casa Muro'.

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Pinttorama expuesto en el escaparate de 'Opticalia'.

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Pinttorama expuesto en Tejidos 'Casa Pedro'.

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Pinttorama expuesto en la taberna 'Ancalagüela'.

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Pinttorama expuesto en Boutique 'Zacatín'.

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Pinttorama expuesto en 'Multiópitcas Díaz'.

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Pinttorama expuesto en Ferretería 'Suimbasa'.

...continúa leyendo "2.332. PINTTORAMAS DE LA NAVIDAD"

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De izquierda a derecha, Aitana, Amaya y Ramón de los Reyes junto a la esposa y madre de la familia, Ana Gómez Santiago.

Ramón de los Reyes Amaya, guitarrista de 38 años, es descendiente del  Viejo Agujeta –Manuel de los Santos Gallardo-- y de la Familia Amaya (Negros de Ronda). Es el cabeza de una familia de artistas que ahora vive inmersa en el flamenco como medio de vida. Ramón, es electricista de alta tensión,  aunque ahora se encuentra en paro: su empresa, Eléctrica del Norte (Elecnor) con sede en Bilbao, no es ajena a la crisis económica y está prescindiendo de profesionales como Ramón. Pero el flamenco, algo que ha mamado en casa, ha venido a resolver , junto a su familia, la ocupación principal de nuestros protagonistas, que viven en la plaza de San Juan.

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Cristian, Aitana, Ana y Ramón a la sonanta, actuando en el tablao del bodegón de la plaza de Toros, 'Puerta 56'. /Foto: Adrian Morillo

Ana Gómez Santiago, es su mujer, cantaora de 36 años, que aunque nacida en Cádiz por mor de que entonces los niños de El Puerto nacían en la capital, lleva el nombre de su Ciudad con orgullo y es nieta de el Gitano Rubio, natural de Madrid. Y lo pone de manifiesto cantando coplas con letras de El Puerto que se pierden en tiempos remotos. Y  junto a Ramón y Ana, sus hijas. Aitana, bailaora de 18 años que estudia 1º de psicología y ha actuado ya en Suiza y Japón, (de ella escribiremos otra nótula en Gente del Puerto) y la pequeña Amaya de 10 años que estudia 3º de piano en el conservatorio y actúa cantando y bailando en los escenarios. A ellos se suma un primo de Aitana y Amaya: Cristian de los Reyes, bailaor.

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Aitana y Cristian, bailando ante un grupo de Agentes de Viajes, en el bodegón de la Plaza de Toros 'Puerta 56', el pasado mes de noviembre. /Foto: Adrián Morillo

Si bien el grupo está constituido desde hace 14 años, es ahora, de un año a esta parte cuando está surgiendo con fuerza y con más actuaciones que nunca. Estas Navidades les hemos visto en muchas zambombas, pero también en fiestas flamencas, bodas, ferias, reuniones familiares, … Actúan con asiduidad en el tablao de El Rincón del Jamón y la Paletilla y en la Plaza de Toros, en el bodegón Puerta 56, con actuaciones para vecinos  y turistas.

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La familia de los Reyes, --al cante Amaya-- durante una Zambomba celebrada hace unos días en la calle Misericordia organizada por la 'Bodeguilla del Bar Jamón' y el Bar 'Er Beti'.

Han actuado en la VII Festival Internacional de la Alhambra en Granada, la II Semana Internacional de Flamenco y en la XX Edición de Noches de la Plazuela en Jerez, o en las IX Jornadas de Ayer, Hoy y Mañana del Flamenco en Cádiz, entre otros festivales. El resurgir de esta familia de flamencos va a compás de su buen hacer y su bonhomía.

Excelente trabajo del actor y director Gabriel Piñero, colaborador de Radio Puerto, que nos ofrece una imagen diferente –por positiva-- de El Puerto de Santa María. 3,35 minutos de pura delicia.

El corto musical, elaborado en los primeros días de diciembre bajo la dirección, guion y fotografía De Gabriel Piñero y con la producción de Alba de la Cruz, cuenta con la colaboración actoral de Alejo Malia y Paula Piñero, que visitan un Puerto diferente al que nuestros ojos están acostumbrados a ver, reduciendo al blanco y negro la explosión de vida que recogen las imágenes. La banda sonora, de Charlie Winston – 9 YR Old Friend.

La película de Piñero viene a corroborar las palabras de Mar Rascón Sánchez, una de las organizadoras del Festival de Cortos ‘Shorty Week’: “Muchos dicen que El Puerto esta muerto, pero hay personas que deciden quedarse y emprender en la ciudad, un ejemplo son los organizadores de Monkey Week, o las personas que sacan adelante sus negocios, o personas que abren tiendas o servicios online, o los organizadores de Cataideas, los que realizan talleres, exponen sus fotografías, trabajos, los poetas que recitan, los encargados de hacernos llegar un cine en vose, etc...  ¿Por que no se les da voz a esas personas en lugar de a los que solo dicen que El Puerto esta muerto?”

Que Gente de El Puerto como Mar Rascón, Gabriel Piñero, Alejo Malia, Tali Carreto, Mikel Gil, Sergio Pérez, Irene Berbel,  los hermanos Cesar y Jesús Guisado, Migue Moreno, Jesús Pecho, Alba de la Cruz, Carlos Millán Ortolá, David Mendez, Eva Baro, Adrián Morillo, Juanjo Castillo, Mauri Buhigas, los hermanos Manuel y Fran Mesa Delgado y tantos y tantos otros que trabajan por El Puerto en positivo, hacen que en un día como hoy pensemos que con emprendedores como ellos, nos ha tocado ya  la lotería.

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Aspecto anterior de la calle Santa María desembocando a la plaza de Juan Gavala. Albergó, en el último tercio del siglo XX la Ferretería Zaragoza y el Bazar Plastimar. Actualmente existe un solar en dicha esquina, una vez derribado el edificio de la izquierda.

Estas foto plumillas, originales del investigador Antonio Gutiérrez Ruiz  y comentadas por él, recogen, a excepción de la última, imágenes que no pueden verse en la actualidad tal como figuran en ellas, siendo realizadas en diferentes épocas.

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Anterior estación de ferrocarril y los muelles de carga de mercancías. Todo ha desaparecido, dando paso a una moderna estación.

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Hace unos años que se acabó de derribar esta capillita existente en el Camino Viejo de Rota, ya ruinosa en la época en la que se realizó la fotografía y que muchos portuenses tuvieron uso de razón de su existencia, por ser uno de los accesos al recinto ferial de Las Banderas.

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En el lugar donde estaba la Fábrica de Hielo, en el antiguo muelle pesquero de esta margen del Guadalete,  se hizo este moderno edificio para bar discoteca que ya ha desaparecido, igualmente, dando paso a otro negocio de hostelería.

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Aspecto que presentaba esta parte de la iglesia de San Francisco, en la calle del mismo nombre, cercada de tapias y sin la garita-campanario que fue añadida por el párroco del templo hace una década.

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Este encuadre fotográfico aún puede realizarse en las lindes del terreno de la feria, suponemos que por poco tiempo.

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Los trabajadores de la empresa municipal de Suelo y Vivienda (SUVIPUERTO) quizás estén pasando las Navidades más amargas de sus vidas como colectivo. O no, si sus acciones tienen como resultado que las familias que dependen con su salario de la empresa municipal, no cierre al finalizar el año.

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El colectivo de trabajadores de SUVIPUERTO, caracterizados de figuras de un Belen, ante la fachada principal del Ayuntamiento.

Los trabajadores andan en busca de soluciones para que la empresa sea viable y, a las propuestas de expertos, de la dirección política y de los propios trabajadores, suman una que demuestra que SUVIPUERTO no está muerto, con un Belén Viviente.

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Cantando Villancicos ante la entrada lateral de las oficinas municipales.

Así, caracterizados de las diferentes figuras de un Nacimiento, quisieron llamar la atención de los porteños y los medios de comunicación, manifestándose el pasado jueves de esta guisa ante la Casa Consistorial,  cantando Villancicos alusivos a su precaria situación.

VILLANCICO

(Con música de La Chocolatera).

El cierre de Suvipuerto, rin, rin,
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
nos deja a todos afuera.

venimos aquí a cantarle rin, rin
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
la murga a su presidenta

Mariola, Mariola, párate un momento,
piensa en las familias que viven de esto.

tabernasybaresconsolera2_puertosantamariaMañana sábado, 20 de diciembre, en las Bodegas Mora de Osborne (calle Los Moros nº 7) y a las 12 horas, se presentará la segunda edición del libro Tabernas y bares con solera. Una historia de la hostelería en El Puerto de Santa María, obra del historiador jerezano afincado en nuestra ciudad Enrique Pérez Fernández.

La primera edición del libro salió a la luz hace quince años, en diciembre de 1999, editada por la Asociación de Hosteleros Portuenses (Hospor) que presidía Juan Franco del Valle. Presentada en el mismo marco bodeguero que lo acogerá mañana, se editaron 1.000 ejemplares, que se agotaron en 2-3 meses. /En la imagen de la izquierda, imagen de la segunda edición de Tabernas y Bares con Solera, ampliada.

Al paso de estos años, el autor ha realizado una revisión y ampliación del texto e imágenes. En su origen, el libro nació de una serie de 11 artículos que Enrique publicó en la sección dominical Puerto Escondido del Diario de Cádiz en 1994-1995.

En las 336 páginas que conforman la renovada publicación, se hace memoria de más de 500 establecimientos hosteleros que existieron entre el siglo XVIII y los años 70 del XX. Las 47 fotografías que ilustraban la primera edición han pasado en la segunda a 217, todas en blanco y negro y en su mayor parte antiguas.

tabernaybaresconsolera1_puertosantamariaEn sus 14 capítulos se hace un recorrido por las calles portuenses tras las huellas de los viejos establecimientos, desglosándose en algunos la historia de los más emblemáticos: La Burra, el Bar Vicente, el restaurante La Fuentecilla, la Tienda de Rueda… /En la imagen de la izquierda, portada de la primera edición de Tabernas y Bares con Solera.

Especial relevancia en la historia hostelera de nuestra ciudad tuvieron las ‘tiendas de montañeses’ que en elevado número se establecieron a partir de mediados del siglo XVIII, regidas por montañeses procedentes, principalmente, de los valles de Herrerías, Cabuérniga y Valdáliga. La obra se cierra con un capítulo dedicado a las ventas y ventorrillos que en los últimos siglos se apostaron en los caminos y a las afueras de la población. El autor aúna en el libro el rigor histórico con la divulgación de carácter eminentemente popular.

La edición ha corrido a cargo de la editorial portuense El Boletín que dirige Eduardo Albaladejo Manzanares. Tras la presentación se podrá adquirir el libro. Nos piden el autor y el editor que hagamos llegar su invitación a acudir al acto a todos los lectores de Gente del Puerto. Mañana, a las 12 del mediodía, es la cita.

enriqueperezfernandez__puertosantamariaDel autor ha escrito el colaborador de Gente del Puerto, Luis Suárez Ávila: “Enrique Pérez Fernández (Jerez, 1962), entrañable amigo, historiador tenaz y enjundioso, revividor de situaciones y espacios, regenerador de muchas nostalgias propias y ajenas y, pese a su juventud, autor de muchos artículos, ponencias, comunicaciones y libros que tienen el denominador común de ser imprescindibles. Cada tema que toca Enrique lo ha hallado virgen. Tiene esa virtud y esa agudeza. Que haya salido con tanto éxito de su producción sobre los bares y las tabernas, levantando un monumento a la historia pequeña industrial, comercial y consuetudinaria...”

En la imagen de la izquierda, Enrique Pérez Fernández.

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Antonio Muñoz Cuenca /Foto: 11500.

Tal vez porque nació en plena guerra civil y en la calle Santa Clara, esa delgada línea roja que, en cuesta arriba desde Cielos al cementerio, comunicaba El Puerto de los vivos con el de los muertos (morirse entonces era "irse pa Santa Clara"). Tal vez por eso, porque la parca era una vecina mayor más, enjuta y de lutos rigurosos, como tantas del barrio, el niño Antonio supo desde chico que la vida iba en serio. "En El Puerto había entonces cientos de muertos vivos… En La Placilla, en el mercado de abastos, la gente se arrastraba por el suelo pidiendo", tiene escrito en su libro Paisajes y Paisanajes.

Muñoli pertenece a una generación a la que no le cabía el hambre en la boca, hombres y mujeres que crecieron con el porvenir torcido y el estómago agilao. Asegura que se alimentaba de flores y que "consumía mucho paisaje", que es la forma poética que tiene de decir que pasaba más tiempo en la calle que los chinos pelúos. Aquellas tardes pardas y frías de la posguerra las consumió pegado a una farola, escuchando a los chavales más mayores contar historias populares de palacios encantados y arboledas perdidas en la bruma amarilla del tiempo. Confiesa que, pese a todo, fue un niño feliz.

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Eduardo Albaladejo, editor de El Boletín, se dirige a los asistentes en el Centro Cívico durante la presentación el pasado octubre del libro de Muñoli, quien es flanqueado, también por Dora Nidia Quevedo, representante de la Federación Local de Asociaciones de Vecinos. /Foto: El Puerto Actualidad.

Tal vez por eso, y tal vez también porque los jesuitas le enseñaron que ser buen cristiano es no resignarse a que cuando uno muera el mundo siga como si uno no hubiera vivido, el caso es que este hombre no ha parado, como un sereno amable e ilustrado, de encender las luces de las farolas de la razón, la cultura y la buena vecindad. Muñoli ha dado letra y orgullo cívico a los de abajo, a aquellos que, como él, se ganan a diario su culpa o su inocencia con el sudor de su frente. Y lo ha hecho aquí, rescatando del olvido la intrahistoria más humilde y decente de esta vieja ciudad nuestra de marineros en tierra y arrumbadores sin botas. Antonio Muñoz Cuenca es El Puerto y El Puerto es Antonio Muñoz Cuenca.

El niño moreno de Santa Clara presentó el pasado mes de octubre un nuevo libro, Relatos Portuenses, un homenaje entrañable a sus hijos literarios más raros, anónimos y libres, nuestros clásicos populares de toda la vida de Dios y de Menesteo. Un autorretrato colectivo muy recomendable para conciencias adormiladas y memorias agilás. /Texto: Pepe Mendoza.

relatosportuenses_2_puertosantamariaLas ilustraciones del libro son obra de Fran Mesa.

Del libro ha escrito el periodista Enrique Alcina: “El salto la patata, el Pelete, el Caraba, la biblia en verso imperfecto. Muñoli escribe entonces como se habla, emulando sin pretenderlo a Fernando Quiñones o Tom Wolfe, y firma un documental sentimental en primera persona del singular y del plural, del acabose y con los principios intactos. Antonio, concejal primero de calidad suprema, subraya la lucha del abolengo de sal y urgencias. Cuenta lo que nunca ocurrió, cuando El Puerto estuvo a punto de convertirse, o no, en antepuerto de Sevilla. Y navega por paisajes de supervivencia y juegos, escenas sencillas de la vida y muertes anunciadas. Muñoli rememora la época triunfal de El Correa, barquito de vapor muy anterior al ya recordado Adriano el vilipendiado. Llanto por la flota pesquera, rabia por las horas muertas de los marineros en tierra, gritos en el cielo y rentoys a cara de perro. El autor desmelena el viento caprichoso y deja “fiao” un apunte fino, un detalle con clase, un borbotón a golpe de sol. Narra amores civilizados, trinca el tren en marcha, como la máquina 3303 que tiraba del expreso Cádiz- Madrid y frena en seco a lo justo, con el tiempo justo para empezar de nuevo a escudriñar entre lo incierto y fijar posturas. Muñoli, concejal primero de cajitas de música, ministro de exteriores del orfeón portuense, Lennon sin Mc Cartney, Leibber sin Stoller, León sin Quiroga, valiente sin dudas.”

Ver más de Antonio Muñoz Cuenca en Gente del Puerto:
MUÑOLI. El portuensismo erudito y su amor a El Puerto.
MUÑOLIS GIRL’S. Las 3 hijas del profesor Muñoz Cuenca.
Cuaderno de Antonio Muñoz Cuenca.

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La Asociación Cultural Puertoguía ha editado un nuevo libro de la serie 'Mansiones y Linajes de El Puerto de Santa María', del que es autor, como de todos los anteriores, Antonio Gutiérrez Ruiz. Se trata del volumen VI, con el título de: 'Cuatro rosas de piedra' que, manteniendo la misma línea y estilo de los otros volúmenes, reseña la historia de la casa número 76 actual de calle Larga, casas principales de la familia Fleming, de origen irlandés, en el siglo XVIII, y primera fábrica eléctrica a fines del XIX.

Esta saga familiar de los Fleming portuenses fue fundada por John Fleming y Elena Geynan que se establecieron en El Puerto abriendo una casa de comercio en la que participarán posteriormente todos sus hijos, bajo la dirección del mayor de ellos, Domingo Fleming, fundador de un Mayorazgo familiar. Se incluyen en las 280 páginas y 61.282 palabras que componen el texto, semblanzas biográficas de todos y cada uno de los hermanos y un seguimiento de los descendientes de Antonio Fleming Geynan, que se ordenó presbítero cuando enviudó, originando dos ramas perfectamente definidas y diferenciadas, la de los Fleming alicantinos y la portuense. No es habitual conseguir ensamblar miembros contemporáneos de un mismo apellido con sus orígenes, alejado en este caso más de tres siglos, detallando todas y cada una de las generaciones que le precedieron. En este trabajo de intensa investigación, el autor lo ha conseguido, desarrollando además algunas biografías cargadas de interés humano, en algunos casos, emociones que intenta trasladar a los lectores en su relato de la historia familiar de este 'linaje', principales moradores de la 'mansión' protagonista.

 

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En un segundo capítulo relaciona y da a conocer a los que fueron propietarios de dos casas situadas en la esquina de las calles Descalzos y Diego Niño, que se fusionarán posteriormente con la casa de los Fleming, personajes de apellidos conocidos en la localidad como son los Barreda, Ruiz-Tagle, Febrés, y otros, haciendo una sinopsis de su evolución como casa habitación hasta que fue adquirida por la compañía que la transformó en una fábrica eléctrica, junto con la casa y jardines de los Fleming.

 

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Y, finalmente, en un tercer capítulo aborda el nacimiento del alumbrado eléctrico en El Puerto, una breve reseña de los comienzos y trayectoria de “Electra Peral Portuense” y de su absorción por la que fuera su competencia, la Compañía de Gas Lebón, cerrándose así el ciclo histórico de este amplio inmueble con fachadas a las calles Larga y Diego Niño y todo el lateral en calle Descalzos, en el tramo entre las dos anteriormente citadas.

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Copia de comienzos del s. XVI de la Carta-puebla que Alfonso X otorgó a nuestra ciudad. Archivo Municipal. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

Hoy, 16 de diciembre de 2014, El Puerto de Santa María cumple 733 años. Tal día como hoy de 1281, Alfonso X (ver nótula núm. 1.000 en Gente del Puerto) otorgó, rubricada en Sevilla, la carta-puebla fundacional de la ciudad que hoy habitamos, su ‘partida de nacimiento’; de la que el rey en ella decía: “…el Puerto que llaman de Santa María, que solía haber nombre Alcanatín en tiempo de moros, que es entre Xerés y la ciudad de Cádis, y tiene de la una parte la Grand Mar que cerca todo el mundo y que llaman Océano, y el gran río de Guadalquivir, y de la otra el mar Mediterráneo y el río de Guadalete, que son dos aguas dulces por donde vienen grandes navíos, es lugar más conveniente que otros que nosotros sepamos ni de que oyésemos hablar para hacer noble ciudad. Toda una declaración de principios del monarca a un lugar que bien conoció y por el que sintió verdadero afecto. Fue la última carta-puebla que en vida firmó.

islacartare8_2_puertosantamariaEn el gráfico de la izquierda, localizaciones de las 13 alquerías andalusíes en el término portuense. En verde, la aldea de Al-Qanatir.

La definitiva conquista y repoblación alfonsí de las aldeas andalusíes que poblaron las tierras del actual término portuense, que fueron parte de Cádiz hasta 1272 y de las que hicimos memoria en anteriores entregas (ver nótulas 2.294 y 2.308 en Gente del Puerto), se llevó a cabo en 1264, salvo las casas y solares de Al-Qanatir, que serían repartidas en 1268 a 300 repobladores. Pero al paso de nueve años, en septiembre de 1277, la recién poblada villa de Santa María del Puerto fue atacada y asolada por huestes benimerines procedentes del norte de África, al mando de Abu Yusuf Yaqub, hijo del emir meriní.

Tras la desolación, el rey decidió en 1281 avivar en la carta-puebla una nueva repoblación y marcar las bases económicas para el desarrollo de la villa, otorgando concesiones y privilegios a quienes se asentaran en su solar –extranjeros incluidos- y eximiéndoles del pago de impuestos. También se fijó su gobierno bajo la autoridad de alcaldes de la villa y del mar y un juez, se marcó su término municipal –grosso modo el actual- y, entre otras reglas, para el correcto abastecimiento de la población se establecieron mercados los miércoles y sábados y ferias a celebrar al comienzo de la Cuaresma y en octubre.

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Alfonso X el Sabio representado en las Cantigas de Santa María, en su corte.

Otros privilegios otorgaría el monarca en marzo de 1283 –un año antes de fallecer-, con el Guadalete como principal activo del porvenir de la población:Por hacer bien y merced a los pobladores del Puerto de Santa María, y porque se pueble mejor el lugar, tengo por bien que todos los bajeles cargados que pasaren por el río de Guadalete para ir a Xerés que se descargue y el tercio, también de vianda como de madera o de otras cosas que ellos mester hubieren”; “mando a todos los marineros mercaderes que por í pasaren que descarguen y el tercio de lo que llevaren en sus bajeles, y que lo vendan y también de vianda como de las otras cosas.

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Figuración de un barco del siglo XIII en las Cantigas.

Ciertamente, en el río y por el mar le llegó al Gran Puerto de Santa María –como Alfonso X también tituló a la población- el esplendor comercial que conoció la villa durante toda la Baja Edad Media y la Edad Moderna. Pero los pilares de su desarrollo –el aceite, trigo y vino de su fértil campiña, las vías comerciales abiertas y conocidas de antiguo, los avezados marineros, pescadores y carpinteros de ribera, la imprescindible sal de sus inmensas salinas, la piedra de las canteras de San Cristóbal, el agua de los manantiales de La Piedad…- se cimentaron mucho tiempo atrás.

LA ANDALUSÍ AL-QANATIR

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Inscripciones islámicas sobre mármol de Al-Qanatir.

Fue Santa María del Puerto heredera de la alquería andalusí que ya en el siglo X, en tiempos del próspero califato de Córdoba (929-1031), se había establecido en la ribera del wadi Lakka, dependiente en su fiscalidad y administración de Saris (Jerez), la capital de la cora de Sidonia hasta la conquista castellana. A su vez, Al-Qanatir fue sucesora del Portus Gaditanus que Balbo el Menor fundó a fines del siglo I a.C. y del Portum tardorromano y bizantino (ver nótula núm. 2.000 de Gente del Puerto). Su ubicación a orilla del Guadalete y de la bahía de Cádiz, estratégico puerto de comunicación entre continentes, propició que Al-Qanatir fuera la única alquería de las trece que existieron en el término portuense que ha perdurado hasta nuestros días.

Del urbanismo de la alquería andalusí destacaremos aquí y ahora dos elementos arquitectónicos: su muralla y la mezquita, de las que a continuación haremos memoria.

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La cimentación de la muralla excavada en Ricardo Alcón en 1993. /Museo Municipal.

LA MURALLA ALMOHADE.

En 1993, el Museo Municipal excavó en linde a la calle Ricardo Alcón (hoy Centro de Salud ‘Federico Rubio’) un tramo de la cimentación de la muralla (14 m de largo por 2’5 m de anchura) que circundó Al-Qanatir, y a ella adosada al exterior una torre defensiva (4’5 m x 2’5 m). La muralla, construida en sus paramentos con piedra arenisca y ostionera y al interior de mortero de cal y arena con guijarros y fragmentos de ladrillos, ha de datarse, según informaron arqueólogos medievalistas, en algún momento del periodo en que los almohades dominaron al-Andalus durante cuatro décadas (1172-1212), coetánea a la Giralda de Sevilla.

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Dibujo de planta de la cimentación de la muralla excavada en Ricardo Alcón en 1993 y su planta en dibujo. / Museo Municipal.

Este lienzo exhumado y otros eran conocidos de antiguo. De hecho, en el Libro del Repartimiento alfonsí (1268) se mencionan –con la voz de pared y paredes- en varias partidas del reparto, mencionándose el frente de la muralla donde se excavó en éstas: Comiença otra tabla de fuera del valladar e de la cárcava, del majuelo de Pero Ganzana fasta el cabo [extremo, esquina] de las paredes.”; otra tabla “cerca la noria en los espinos, de los solares que están en las espaldas de la casa de Pero Ganzana, la carrera del pozo en medio, de parte de Xerez, en el prado, como van al pozo hasta la pared que está levantada.”; y “Copo la punta entre las dos carreras en cabo del valladar del majuelo de Pero Ganzana con el corral y el figar, que está de fuera del valladar, y con los dos de dentro de las paredes sobre sí, que son cuatro solares para cuatro moradores, para hacer casas

Esa cárcava citada era el curso de agua que documentos de comienzos de la Edad Moderna llamaban arroyo de la Zangarriana, que transcurría –y aún transcurre en el subsuelo- desde su nacimiento en la finca El Caracol del cerro de la Belleza, a cuyo pie se asienta la ciudad. Y es preciso el documento alfonsí, porque una cárcava más que un arroyo debió ser el aspecto que presentaría su cauce en tiempos de fuertes lluvias, un torrente de agua bajando por la hoy calle Ganado para desaguar, por la plaza de la Herrería, en el Guadalete. Esta vía fluvial –una frontera natural- determinó el trazado urbano –su límite norte– de las villas andalusí y cristiana, y también la del Puerto Gaditano. En 1735 se procedió a canalizar su curso bajo tierra en la obra, reformada en varias ocasiones, que llamaron Caño de la Villa.

islacartare9_8_puertosantamariaEn la imagen de la izquierda, el Caño de la Villa, antiguo curso del arroyo de la Zangarriana, cuando apareció al hacerse obras en los 60 frente a la plaza de la Herrería. / Foto, Archivo Municipal.

La presencia de la muralla medieval en Ricardo Alcón –la antigua calle del Muro y de la Tripería (por el Matadero público que aquí existió hasta 1699, con acceso desde Ganado)- se puede rastrear en el Archivo Municipal. Así, el Cabildo acordó en 1641 “reparar el muro de la calle de la Tripería” (empleándose en ello diez carretadas de cantillos, nueve de ripios, arena y ocho cahíces de cal). Y en 1698, un vecino adquirió al municipio el solar para edificar en él: “se aplican 200 reales que dio Juan Rendón, por un pedazo de sitio y muralla propio de la ciudad en la calle de la Tripería, linde de sus casas.” Lienzo de muralla que aún era visible en 1764, según anotó el historiador Anselmo Ruiz de Cortázar, y subsistía en 1880, en testimonio de Joaquín Medinilla: “todavía se conservan restos de estas murallas en la calle Jesús de los Milagros casa sin número junto al uno [frente a la plaza de la Herrería], y en la del Correo, antes Muro, en la casa donde están los graneros del señor Camacho”; inmueble éste, más abajo del tramo excavado, entre Nevería y Larga, donde ciertamente se conserva en 2’5 metros de altura el lienzo de la muralla, como muy probablemente suceda en otros inmuebles en todo el perímetro de su recorrido, enmascarados bajo la cal y los repellados de las fachadas.

Es singular la mención en el Libro del reparto en dos partidas a cruces dispuestas en las paredes de la muralla: otra tabla como van al Pozo Santo, hay calle hasta la pared, que está la cruz en el canto (en un ángulo o esquina de la muralla); “…hasta la plazuela otra, donde está una cruz en la pared”. Cruces que parecen marcar la sacralización, desde los primeros momentos de la ocupación cristiana de Al-Qanatir, de una construcción –el cerco de la villa- levantada por moros.

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Reconstrucción ideal de Santa María del Puerto a fines del siglo XIII, con el recorrido de la cerca y el arroyo de la Zangarriana (que en castellano viejo es decir de la Tristeza o, en su acepción andaluza, de la Borrachera).

...continúa leyendo "2.324. DE AL-QANATIR AL PUERTO. 733 Aniversario de la Fundación de El Gran Puerto de Santa María. Isla Cartare (VIII)."

Mañana martes 16 de diciembre se cumplen 112 años del nacimiento del poeta portuense, el poeta más universal que ha tenido El Puerto de Santa María, perteneciente a la Generación del 27. Desaparecido en 1999, hace 15 años, la fundación que lleva su nombre encara un año más ante un futuro incierto, cuando su obra empieza a ser la gran desconocida para las nuevas generaciones de hispanohablantes. 

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Regreso de Alberti a España en 1977. /Foto: Iberia.

El marinero en tierra es desconocido para las nuevas generaciones. El miembro más longevo de la generación del 27, que unida por el culteranismo de Góngora agrupó a Jorge Guillén, Pedro Salinas, García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre..., corre el riesgo de perderse en la bruma de la historia. Cuando en las clases de literatura se da este increíblemente fértil movimiento, en los libros de texto no aparecen los poemas de Rafael Alberti. Uno de los mejores poetas de la Edad de Plata de la literatura española no tiene quien lo estudie.

«La mayoría de los escritores vivos o sus herederos dan permiso para que sus escritos aparezcan en los libros de texto», explica Tálida Ruiz del Árbol, catedrática de Lengua Española con decenios de experiencia en la enseñanza en institutos, «y hay otros autores, como Alberti, que exigen cobrar, así que en el 90% de los manuales no aparecen fragmentos de sus obras». Ruiz del Árbol cuenta que en las clases se pueden repartir fotocopias o poner proyecciones con breves poemas del autor, pero que no pueden enviar a una web con textos completos, en parte «porque no existen, ya que también tendrían que pasar por caja».

Estas dificultades hacen que en el intenso currículum que deben impartir los profesores de literatura cada curso Alberti vaya apareciendo menos. En su contra juega además su propia y fructífera generación. «Tienes tantos y tan buenos, como Salinas, Aleixandre, Lorca...», cuenta. «Sí que se explica sobre él, pero no se da tanto y, además, en la antologías, que es al final lo que los alumnos tienen en casa, tampoco aparece». Poco a poco, el marinero en tierra no tiene quien lo estudie.

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Rafael Alberti, acompañado de su esposa María Asunción Mateo, llega a la Biblioteca de Temas Gaditanos para entregar el XI Premio Nacional de Poesía Unicaja que lleva su nombre, concedido a la escritora Guadalupe Grandes por su obra “El libro de Lilit”. 18 de septiembre de 1996./ Foto: Jaro Muñoz.

Con la ley en la mano, todo lo que ocurre con el legado de Alberti es perfectamente legal. Tras una ardua batalla judicial entre su viuda, María Asunción Mateo, y su hija, Aitana, la justicia dictaminó que la primera tenía razón. Ahora, los derechos sobre sus textos los gestiona la agencia Carmen Balcells; los musicales y teatrales, Monge y Bofeta Asociados Musicales; y los de voz, imagen y obra gráfica, la sociedad limitada Alba de Alhelí. Esta, cuyos apoderados son la propia Mateo, su hija Marta, de un matrimonio anterior, y el abogado especialista en derechos de autor Santiago Mediano, es la depositaria y a donde van los beneficios generados.

«En España los derechos pertenecen a los herederos durante 70 años tras el fallecimiento del autor, 80 en caso de que ese plazo no se hubiera cumplido antes de la modificación de la ley [en 1987]», explica Javier de la Cueva, abogado especialista en este campo, «aunque esto varía según el país y la legislación». La propiedad intelectual establece que el autor tiene cuatro derechos de explotación. Él o sus herederos deciden quién puede copiar, transformar, difundir y distribuir, para lo que debe otorgar su consentimiento. «A no ser que la propia ley establezca una excepción», advierte.

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Entrega de los Premios Nacionales Unicaja de artículos periodísticos “José María Pemán” y de poesía “Rafael Alberti” en el salón de actos de esta entidad bancaria. En la imagen, el presidente de Unicaja, Braulio Medel (izda.); el alcalde de Cádiz, Carlos Díaz (2º izda.); el premio de poesía “Alberti”, José María García López (2º dcha.); y el premio periodístico “Pemán”, Luis García Berlanga (dcha.). Sentado, el poeta Rafael Alberti. 15 de enero de 1993. /Foto: A. Movellán

Una de ellas es la educativa. «Se puede poner un poema de Rafael Alberti en los libros de texto, pero el problema no es si tienes derecho o no», razona, «es si me van a demandar o no ya que a nadie le gustan los pleitos». Las editoriales, ante la posibilidad de una demanda, de tener que defenderse ante el juez y encima que este les dé la razón, deciden «pasar de Alberti». «De esta manera, la mal llamada protección de los derechos de autor se queda en un ocultamiento de la historia, ya que un autor que pretende que sus derechos sean imposibles de usar lo que logra es ser ignorado por la cultura».

...continúa leyendo "2.323. ALBERTI NO TIENE QUIEN LO ESTUDIE."

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El puente colgante de San Alejandro en 1867, fotografiado por Jean Laurent. Biblioteca Nacional de España.

Mal acabó el año 1839 para El Puerto. El 1 de diciembre, el puente de barcas de San Alejandro, el que se construyó a iniciativa del Capitán General Alejandro O’Reilly sesenta años atrás, se desplomó y la corriente del río se lo llevó. Pero para día aciago, el de su inauguración, el 14 de febrero de 1779, cuando la aglomeración de gentes sobre el puente fue tal que provocó que las compuertas móviles cedieran y se precipitaran al río numerosas personas, falleciendo 115.

De inmediato, el Ayuntamiento comenzó a gestionar la cons­trucción de un nuevo puente en el mismo lugar, decantándose en marzo de 1840 por el proyecto de un puente colgante que tenía presentado al Gobierno de la nación el francés Jules Seguin, aunque las obras se retrasaron varios años.

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Los hermanos Jules Seguin (1796-1868) y Marc Seguin (1786-1875), artífices de los puente de San Alejandro y San Pedro.

Era Jules Seguin empresario y hermano del prestigioso ingeniero francés Marc Seguin, el inventor en 1824 de los puentes colgantes suspendidos de cables de acero y también de la caldera tubular, entregada a la industria en 1827 y aplicada a la primera locomotora de Stephenson. Su ingenio le venía de familia: era sobrino de los hermanos Montgolfier, los inventores del globo aerostático.

El nuevo puente que sustituyó al de barcas –todo un alarde técnico para la época-, se conformó con un tablero de madera (95 metros de largo por 6’40 m) suspendido de cables que pendían de cuatro cilindros de fundición y retenidos a otros tantos pozos de amarra. Para su construcción se aprovecharon las calzadas de acceso y los estribos del puente de barcas. La obra la ejecutó la empresa de Jules Seguin, previéndose sufragar su coste con la reimplantación durante treinta años de un antiguo arbitrio de carreteras, debiendo pagar el Ayuntamiento como rédito anual 12.178 reales. Luego su propiedad quedaría en manos del Estado por situarse el puente en el tránsito de una carretera nacional de primer orden.

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Litografía del puente y la Ribera de 1864, de la ‘Guía del viagero por el Ferrocarril de Sevilla a Cádiz’, de Eduardo Antón Rodríguez.

Se inauguró el 18 de enero de 1846, a partir de las dos de la tarde. El programa de actos quedó fijado con el boato propio de la época… la presencia de las autoridades, los invitados y el clero portando la Cruz Parroquial; la música de dos bandas militares, situadas a cada extremo del puente; su bendición por el Vicario y la entonación del tedeum; la salva de la Brigada de Artillería dispuesta del lado del arrecife de Puerto Real; de nuevo las músicas militares; y el puente adornado con vistosas guirnaldas y banderas para marcar tan señalado día, pues el puente era la única vía de acceso terrestre a Cádiz y a las demás poblaciones de la bahía. Cinco meses después, el 30 de junio de 1846, también según proyecto de Marcos Seguin, quedó inaugurado otro puente colgante sobre el río San Pedro (que se hundió a fines de 1880, tres años después de hacerlo el de San Alejan­dro).

SE VEÍA VENIR…

Pese a los alardes técnicos empleados, el nuevo puente de San Alejandro (si los romanos levantaran la cabeza) no tendría una larga vida: a los 31 años de construirse se vino abajo. Según refleja la documentación conservada en el Archivo Municipal, era algo que se veía venir hacía años…

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Lámina del puente en 1864.A su lado, un pequeño astillero, lugar donde entonces se permitía bañarse a las mujeres –sólo a las mujeres- de noche.  

En mayo de 1855 el alcalde portuense elevó un oficio al gobernador civil de la provincia solicitando que se verificara un reconocimiento del puente (no realizado desde su inaugura­ción), especialmente en los cables no visibles de los pozos de amarra, pues se contaba con el antecedente reciente de cuando se tuvo que descolgar el tablero del puente del San Pedro para efectuar algunas reparaciones, se comprobó que los cables de suspensión embutidos en sus muros de mampostería tenían cortados las tres cuartas partes de los hilos. A tal requerimiento, el gobernador dispuso que pasase a inspeccionarlo el Ingeniero civil de la provincia, pero éste contestó que el alcalde tenía excesivo celo e incurría en un acto de injerencia y desconfianza al ser a él a quien correspondía juzgar si era necesario o no reconocer su estado. Al mes siguiente, el Ayuntamiento reiteró al gobierno civil lo solicitado, pero no consta que se obtuviera respuesta. Días antes, un dictamen de los síndicos portuenses recordaba que por Real Orden de 25-XII-1843, mientras no concluyese la concesión del puente a la empresa constructora, ésta tenía la obligación, no cumplida, de mantenerlo en buenas condiciones, teniendo que pintar la madera y los hierros al menos una vez cada tres años, y recomponerlos o reemplazarlos cuando lo exigiese la seguridad del tránsito, al igual que los cables de suspensión y retención que se rompieran. Otros intentos para reconocer el estado de conservación del puente se repitieron con el tiempo, pero siempre en vano. En julio de 1858 ardió el tablero en su totalidad, posteriormente repuesto a costa del Estado

Pasaron los años. En noviembre de 1873, la comisión de Obras Públicas del Ayuntamiento, aun a sabiendas de que no era asunto de sus atribuciones, pasó a reconocerlo. Se encontraron las maderas del pavimento podridas, así como la mayor parte de las transversales sobre las que descansaban, no siéndoles posible comprobar las amarras por encontrarse los pozos en que se sujeta­ban cubiertos de agua; días antes, el guarda del puente vio en ellos pedazos de alambres podridos. Y así, de momento, quedaron las cosas.

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Imagen captada en mayo de 1877, mientras el puente se reparaba, poco antes de derrumbarse. / Foto, colección de Manuel Pacheco Albalate.

…Y SE CAYÓ

El 15 de mayo de 1877, de uno de los pozos de amarra se safó uno de los cables o calabrotes (cabo grueso de 9 cordones corchados de izquierda a derecha, en grupos de 3 y en sentido contrario al reunirlos) que sostenían el tablero. Como precau­ción, se cerraron los accesos al puente con vallas y se reali­zaron algunas reparaciones menores. Entonces fue cuando se captó la imagen adjunta, en la que se observa a un operario encaramado a horcajadas a uno de los calabrotes, comprobando su estado o reparándolo. No pierda el detalle de la escalera por la que subió.

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Una vez venido abajo, aún con algunos cables de acero colgando. Fotografía de J. Laurent, 1879.

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Composición del puente derribado a partir de otra instantánea de Laurent, 1879.

El 2 de octubre, al paso de un carro cargado con losas de Tarifa que conducía el portorrealeño Diego Carrera, se asti­llaron completamente dos vigas madre del pavimento, hasta que definiti­vamente, el 16 de noviembre de aquel 1877, a las cuatro y media de la tarde, cuando cruzaban el puente en dirección a Puerto Real tres carros sin carga tirados por tres mulas cada uno, se desprendieron de sus amarras los tres calabrotes que colgaban del lado izquierdo de la orilla de la otra banda; los que (en la foto) revisaba el operario. Bestias y arrieros se precipitaron al río, resultando tan sólo herido leve uno de los arrieros, Manuel Romero. Como remedio provisional, se construyó una barca de pasaje, arrendada para su explotación a Francisco Vaca, y se habilitaron en ambas orillas sendos muelles.

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El puente de hierro de San Alejandro (1884-1977) desde ‘la otra banda’. En la orilla, el espacio que ocupó el pequeño carenero que en 1906 estableció José María Ponce. (Ver nótula núm. 2.311 en Gente del Puerto).

Y al colgante le sucedió el tercer puente de San Alejandro, el de hierro, que se construyó, con diseño del ingeniero Emilio Iznardi, en 1884 y fue desmontado, salvo sus pilas, que siguen aflorando en el río, en 1977. Justo un siglo después de que se hundiera, por dejación de las autoridades competentes, el colgante. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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juancarlosbouteliermunoz_puertosantamariaJuan Carlos Boutellier, miembro del Club de Tenis de Mesa portuense --considerado uno de los mejores clubes de tenis en la provincia--, participó días pasados en Chiclana de la Frontera en el Campeonato de Andalucía de Tenis de Mesa, categoría veteranos, junto a los también portuenses José María Sánchez y Diego Abeijón.

En la categoría individual de la División de Honor, Juan Carlos Boutellier se proclamó campeón de Andalucía en mayores de 40 años, cuando, el pasado septiembre el mismo jugador se clasificó en séptima posición en el Campeonato de Europa de dicha modalidad, donde se batió con jugadores de Bulgaria, Rusia, Turquía, Eslovenia, Bélgica, Inglaterra, Francia, Letonia, Eslovaquia e Italia, entre otros muchos países europeos. Juan Carlos Boutellier se clasificó la pasada temporada entre los doce primeros jugadores del top de Tercera Nacional, por lo que sus perspectivas son muy halagüeñas.

isabelalbabarbosa_puertosantamariaIsabel Alba Barbosa nació el 24 de noviembre de 1920 en Jerez de la Frontera, el año en el que nacían, también, el pintor de la Luz, Juan Lara Izquierdo y el profesor y radioaficionado Joaquín Calero Muñoz. Aquel 1920, El Puerto contaba con 18.839 habitantes de hecho 18.951 habitantes de derecho y 4.524 hogares. Era alcalde Manuel Ruiz-Calderón y Paz.

Lamentaba Isabel que su madre la quitara muy pronto del colegio, con apenas 0cho años y es que tenía hermanos pequeños “y como mi madre trabajaba, yo los cuidaba.” Eran once hermanos.

Con 18 años, Isabel se casa y se traslada a vivir a El Puerto de Santa María. Su marido, Juan Nucete Sucino, trabajador de Bodegas Terry fallecido en 1971, era con quien formó una  extensa prole, 7 hijas y 3 hijos: Milagros, Isabel, Carmen, Teresa, María, Marisol y Pepi y los hijos varones, Antonio, Manuel y Francisco Javier.

El trabajo fue una constante en la vida de Isabel. Cuando llegó a El Puerto en 1938 entró a trabajar en la casa de los Díaz Cortés, donde cuidaba a 13 niños, entre los que se encontraba el que fuera alcalde de El Puerto, Hernán Díaz Cortés. “Allí hacía de todo: planchaba, cosía, la verdad es que eran muy buenos chicos, yo llevaba a los ocho más pequeños al Parque Calderón a pasear”.

“Eran tiempos complicados para todos, finalizando la Guerra Civil, había mucha escasez de productos de primera necesidad y mi marido Juan era eventual en la bodega, por eso no tuve mas remedio que ayudar en la economía familiar porque había que comer”.

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Isabel junto a algunos de sus hijos el desaparecido Bar Gazpacho, situado en la zona de Crevillet, donde hoy se encuentra el Polideportivo Cubierto, durante la boda de un familiar en 1979.

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En el 84 cumpleaños de Isabel, junto a sus hijos, en 2004.

Al fallecer su marido en 1971, Isabel tuvo que hacer de padre y madre de su extensa prole, ayudado por algunas de sus hijas. Tuvo varios domicilios en El Puerto, entre otros en la calle San Juan. Nos dejaba el pasado 20 de noviembre de 2014, a pocos días de cumplir los 94 años edad.

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