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El escritor y periodista sevillano Manuel Halcón Villalón-Daoiz (1900-1989) es autor, entre otras, de las novelas El hombre que espera (1922, Premio Ateneo de Sevilla), Recuerdos de Fernando Villalón (biografía novelada, 1941), Aventuras de Juan Lucas (1944), La gran borrachera (1953), Monólogo de una mujer fría (1960, Premio Nacional de Literatura) y Manuela (1970). Socio fundador de la revista poética Mediodía en 1926, durante la Guerra Civil dirigió el diario FE (órgano de la Falange sevillana) y la revista de divulgación cultural Vértice. Fue subdirector de ABC de Madrid (obtuvo el Premio Mariano de Cavia en 1940) y director de las revistas Semana y Moneda y Crédito. En 1962 ingresó en la Real Academia Española con el discurso "Sobre el prestigio del campo andaluz". Su última obra, Cuentos del buen ánimo, se publicó en 1979.

UN NOVELISTA EN EL COLEGIO DE LOS POETAS.
Manuel Halcón, hijo del marqués de San Gil, tenía 9 años cuando ingresó en septiembre de 1910 como interno en el afamado colegio de los jesuitas de El Puerto de Santa María. Su hermano mayor, Fernando, había cursado estudios allí de 1905 a 1907, como también lo hiciera -entre 1890 y 1896- el poeta Fernando Villalón, primo suyo. La infancia de Manuel fue un "llanto de ilusiones": era de los pocos alumnos que no recibía los domingos en el internado la visita de su madre, fallecida a los tres meses de nacer el niño. Halcón no llegaría a obtener el grado de bachiller, cuya duración -con arreglo al plan Bugallal- era entonces de seis años. En su expediente académico se refleja que cuando sale del colegio al terminar el curso 1916-17, solo había aprobado -con la nota mínima- 13 de las 23 asignaturas de las que se había matriculado, no presentándose a las restantes. Sobre su etapa escolar diría el propio Halcón en 1961: "Tan indisciplinado y desaplicado era que nada esperaban de mí mis profesores y compañeros. Era, además, un niño enclenque".

Manuel Halcón fue alumno de San Luis Gonzaga entre los años 1910 y 1917

Tres rectores tuvo el colegio de San Luis Gonzaga siendo Manuel Halcón alumno: los padres Rodolfo Velasco, Raimundo Zamarripa y Martín Mendoza. Fue el asturiano P. Velasco (1868-1940; rector de 1909 a 1915) -a quien Halcón consideraba "la representación humana del equilibrio" - el que le dejó mayor huella. Entre los jesuitas que ocuparon los cargos de padre espiritual o de prefecto se encontraban Manuel Abreu, Francisco Lirola, Salustiano Legórburu, Mariano Ayala o Francisco Javier Maruri. Con afecto recordará Halcón años más tarde a otro miembro de la comunidad jesuita, el hermano enfermero Francisco Javier Aizpuru (1876-1952): "Yo siempre le tuve como un ser distinto, a quien los carceleros le dejaban abrir las rejas para sacar a los niños débiles a tomar el aire".

Como le había sucedido al Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez dos décadas antes, la vocación literaria de Manuel Halcón aflora en el colegio. Le produce una emoción "más intensa aún que los versos" la novela de Pedro A. de Alarcón El final de Norma (1855), que el padre Alberto Risco les leía por capítulos en la clase de Literatura. Imparte Latín de 1º y de 2º el peruano padre Gustavo Salaverry, descrito por Halcón en Los Dueñas (1956) -su novela más autobiográfica- como "terror de los alumnos". En el curso 1915-16 tiene como profesor de Física (asignatura de 5º año) al veterano padre Plácido Hurtado, el mismo que con un telescopio descubre las rabonas en las dunas del entonces estudiante de 3º de bachillerato Rafael Alberti, según ha narrado el poeta portuense en La arboleda perdida. /En la imagen de la izquierda, el niño Juan Ramón Jiménez.

El colegio de San Luis tiene en la época de Manuel Halcón una media de 215 alumnos, mayoritariamente internos. En la emotiva crónica de guerra 'El amigo enemigo' (1936) evocará Halcón a algunos de ellos: la campana que tocaba Francisco de Paula Oliva Mack, las "consignas" que llevaba José Mª Rojas Lobo, las declamaciones de Jesús Pabón Suárez de Urbina y las travesuras de Juan A. Estrada Moreno.

Niños haciendo gimnasia en el patio principal del Colegio.

El futuro historiador y académico de la Historia sevillano Jesús Pabón (1902-1976) es coprotagonista del relato 'Los dos macferlanes' (1949), en el que Halcón cuenta cómo Pabón y él mismo, únicos portadores de unos abrigos desfasados, tuvieron que defenderse de las crueles burlas y agresiones de sus compañeros. Así nació una amistad profunda y duradera entre ambos. De la vida en el colegio de El Puerto está sacado también el argumento de 'El pecado insepulto' (1959), narración que tiene como protagonistas a los condiscípulos de Halcón en la clase de Física del P. Hurtado, entre ellos a "tres P señeras" que destacarían más tarde: el mencionado Jesús Pabón y los jerezanos Joaquín Mª Peñuela de la Cobiella (jesuita y profesor de asiriología) y Julián Pemartín Sanjuán (escritor y poeta falangista; director del Instituto Nacional del Libro de 1941 a 1966). Dos alumnos externos que inician el primer año de bachillerato con Halcón son José Luis Poullet Martínez y Antonio de la Torre González, que después se dedicarán profesionalmente al magisterio.

ÚLTIMA VISITA A LOS JESUITAS.
El 31 de mayo de 1921, Manuel Halcón contrajo matrimonio en Sevilla con Rosa Borrero Carrasco. En el viaje de novios, camino de Cádiz, hicieron una visita al colegio de San Luis. Así la recordaría Halcón en 1961 para La Estafeta Literaria: "Pedí permiso para pasearme por la huerta, por aquel sendero bajo las pimientas por donde otras veces paseaban las hermanas de los alumnos. Por mirarlas, más de una vez fui castigado. Y ahora llevaba una mujer cogida por el talle. Me pareció que recogía algo que estaba allí sujeto en el aire y que me estaba esperando. Después no he vuelto más". (Texto: Bernardo Rodríguez Caparrini).

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Antes del 1 de enero de 1901 la hora oficial en España era la del meridiano de Madrid (3º 41' 16" O), es decir, la hora civil de Madrid; aunque cada provincia tenía la hora civil correspondiente a su meridiano; eso suponía una hora de diferencia entre Barcelona y A Coruña. A partir de la 0 horas del 1 de enero de 1901 se adopta la hora del meridiano de Greenwich (UTC+0). El 15 de abril de 1819 se introduce por primera vez el horario de verano (adelanto de una hora), horario que se ha utilizado desde entonces intermitentemente. El 16 de marzo de 1940 a las 23 horas se adopta como hora oficial la UTC+1 (se adelanta una hora), es decir, se pasa de la zona horaria de Europa occidental (WET) a la zona horaria de la Europa Central (CET).

Reproducimos aquí relojes de sol de El Puerto de Santa María, recopilados por Paquita Vecina Romero, profesora  de Física y Química del IES Pablo Ruiz Picasso de Chiclana de la Frontera.

CALLE LUJA.

Es un reloj de adorno bastante deteriorado, sin estilo y cuyas líneas parecen pintadas en el azulejo. El reloj se encuentra en la fachada del nº 10 de la calle Luja, que confluye en la calle Larga.

BODEGAS TERRY.

Este reloj de sol (la fotografía está tomada en Mayo del 2003), al que le falta el estilo, se halla situado en el interior de las bodegas Terry. Está dibujado  directamente en la pared de la entrada al llamado Patio de los Olivos.

JÁNDALOS VISTAHERMOSA.

Reloj que se encuentra en el patio del Hotel Los Jándalos, en Vistahermosa, Calle Amparo Osborne. Más abajo, pero en la misma pared,  se encuentra las instrucciones en un panel de azulejos  para leer el reloj.  El reloj declina a poniente y lleva numeración arábiga.


HACIENDA BEATILLAS.

En la Hacienda Las Beatillas, se encuentra este reloj vertical meridional de 1718, construido en piedra y con la numeración romana. Esta antigua casa de labranza  era el caserío de una extensa cortijada que se extendía a los pies de la elevación apuntada, en una la zona denominada “Bellavista” en las lindes de El Puerto con Jerez.

CRUCES CON SAN SEBASTIÁN.

Estos dos relojes verticales se encuentra en el centro de El Puerto, en la calle San Sebastián nº 22 , haciendo esquina con la calle Cruces. Según cuentan, cuando se estaba haciendo el edificio de enfrente, los albañiles se fijaban en este reloj para ver cuando terminaban la jornada. El conjunto está formado por dos relojes pintados en la pared. El de la izquierda es un reloj vertical declinante a poniente (el muro está orientado hacia el suroeste), ya que las líneas horarias están más cercanas unas a otras en la parte de la derecha del limbo que de la izquierda. Los números que marcan las horas son romanos. El reloj de la derecha mira a levante y lleva números arábigos.

CASTILLITO DE LA PUNTILLA.

Estos relojes se encuentran en el Paseo de La Puntilla-La Colorá, junto al bar El Castillito y cerca del chiringuito de Luis 'el Moro'. Las fotos están hechas en abril del 2001. Es un conjunto de 3 relojes: un reloj vertical meridional orientado exactamente al sur, otro  vertical oriental y otro occidental, respectivamente. También hay una inscripción de Plan de Costas y en el reverso de la columna se explica como funciona el reloj. El reloj meridional lleva la leyenda: “Carpe Diem”. Son obra de Juan Gallardo.

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Rafael de la Riva Nicolau nació en 1862 y aunque no puedo precisar la fecha de su muerte, es mi objetivo dar a conocer a los lectores de GdP las buenas acciones y el talante liberal que presidió la vida plena de vocación --un sacerdote de la medicina-- de este respetable y olvidado paisano que dirigió de forma ejemplar y admirable  durante varios años, en el tránsito de del siglo XIX al XX,  el  Hospital Municipal.

SUCESORES EN SUDAMÉRICA.
Fueron sus padres, Felipe De la Riva Yela, un indiano guatemalteco descendiente de hijosdalgos cántabros, establecido en nuestra Ciudad mediado el siglo XIX, cuando apenas contaba 27 años, dedicado al negocio de la vinatería. Enviudó joven y contrajo segundas nupcias con Victorina Nicolau Chevasco, la hija mayor de un prestigioso abogado de origen catalán pero asentado desde hacía décadas en nuestra ciudad, donde nacieron todos sus hijos.  Tenía Felipe De la Riva dos hijos de su primer matrimonio, Amelia y Luis De la Riva Ruiz, este último nacido en El Puerto.

La hembra se crió con la familia de Guatemala y el varón se mantuvo con el padre hasta los quince años de edad, cruzando el Atlántico en busca de mejor fortuna, como tantos jóvenes de su edad. Un detalle bastante emotivo de este emigrante portuense medio hermano del personaje que estamos refiriendo, fue el hecho de que, cuando montó un negocio propio en 1886 de vinatería y abarrotería, término este –abarrote- equivalente en Guatemala y Panamá al empleado en nuestra tierra para el suministro de artículos de abasto, provisiones y víveres, le puso por nombre “El Guadalete”. Sus sucesores mantienen en la actualidad un complejo empresarial denominado “De la Riva Hermanos” que engloba empresas editoras, de diseño, distribución, publicidad y artículos de joyería. /En la imagen de la izquierda, caricatura de Luis de la Riva, ya mayor, publicada en la prensa de Guatemala.

CÓLERA MORBO.
Nada mejor para conocer la personalidad de Rafael De la Riva que la opinión de sus contemporáneos. De una semblanza publicada en la Revista Portuense del 12 de marzo de 1897, entresacamos algunos fragmentos: «Rafael De la Riva Nicolau es uno de los más ilustrados facultativos de la generación actual, y lo es más aún por sus arraigadas creencias médicas. No muy sobrado de recursos, hizo la carrera a fuerza de gran energía y constancia. En el año en que estaba a punto de terminar sus estudios, cuando el cólera morbo hacía bastantes estragos en Cádiz y se cebaba tan terrible epidemia en los infelices alienados del Manicomio Provincial, De la Riva solicitó y obtuvo un puesto de honor en tan caritativo establecimiento y, luchando en desventajosísimas condiciones, salvó de las garras de la muerte a muchos de aquellos desgraciados. Su notable conducta en los tres meses de aislamiento y sacrificio voluntario fue recompensada por la Diputación con el título de Licenciado en Medicina, libre de gastos, siendo propuesto para la Cruz de Beneficencia. Cuando estudiaba en Cádiz era siempre el obligado cabeza de motín, el que arengaba a los compañeros, el “leader”, el orador de confianza de la Facultad. Actualmente, que ostenta título tan preciado como el de Director del Hospital de San Juan de Dios, puede considerársele, sin exagerar, como un brillante cirujano. Reúne admirable destreza y enorme sangre fría… antes de operar, estudia y lee mucho… Muchas madres lo bendicen, al obtener la exclusiva para la aplicación en El Puerto del suero antidiftérico Behring…  Debió ser abogado: causas especiales le hicieron variar el rumbo de sus estudios… habría sido de los de buena cepa, pues le viene de casta. Demócrata convencido, sus ideales le han causado graves disgustos en distintas ocasiones. Escritor distinguido, polemista hábil, es temido como adversario en la prensa y en las tribunas».

Plácido Navas Villasclaras, médico que fue de la Plaza de Toros, con bigote, a la izquierda de la imagen. El tercero por la derecha, en primera fila, Enrique Máiquez Adán, también médico y abuelo de Enrique, José María y Consuelo García Máiquez. No conseguimos ubicar en la imagen a Rafael de la Riva.

CIRUJANO EJEMPLAR Y DEMÓCRATA.
Elogian en la semblanza su profesionalidad y brillantez. Sirva como botón de muestra la operación que practicó en el verano de 1894 en el Hospital Municipal, asistido por los médicos forenses Manuel Medinilla y Plácido Navas,  extrayendo un proyectil alojado en el cráneo desde hacía ocho años a un excombatiente.

FEDERICO RUBIO.
En 1900, el año en que moría el siglo XIX y nacía el XX, nuestro paisano Federico Rubio Galy, al que no quedaban muchos meses de vida,  gozaba de un merecido reconocimiento de todos los estamentos sociales por sus aportaciones científicas y humanísticas, recibiendo múltiples elogios y homenajes en numerosos lugares de la nación. Menos en su tierra natal, a lo que parece, pues en esa fecha, concretamente el 26 de junio de ese año, un paisano y colega, médico y cirujano también, firmaba en la Revista Portuense un artículo a él dedicado titulado “Honor y Caridad”. El autor,  Rafael de la Riva Nicolau y en él alertaba de la inminente visita a Cádiz del sabio doctor, proponiendo fuesen al andén de la estación, a su paso por esta, para honrarle y saludarle, una comisión municipal a la que se agregasen los médicos y vecinos que lo tuviesen a bien. Igualmente, apuntaba la idea de colocar una lápida conmemorativa en la casa en la que nació y destacaba en el amplio contenido de su colaboración en el periódico local sus virtudes y méritos profesionales: «Todos los que han tenido como yo el honor de tratar a don Federico, saben perfectamente que lo de ejercer y predicar la honradez profesional constituye en él una preocupación constante, casi una obsesión… no deja pasar momento propicio para predicar que seamos siquiera buenos los que apenas podemos ser científicos». /En la imagen de la izquierda, Federico Rubio.

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Recientes investigaciones sostienen que la actual desembocadura del río Guadalete se abrió hacia el año 19 antes de Cristo

Arriba, fotografía aérea de parte de la Bahía (Google Earth), donde hemos señalado el río Guadalete y la isla de Cádiz. Abajo, fotointerpretación de cómo podría haber sido la misma zona en época romana: con una sola desembocadura en el hoy río San Pedro, el recorrido de la Vía Augusta (puntos) y la actual desembocadura del Guadalete, creada por Balbo el Menor (líneas).

Sitúese en la desembocadura del Guadalete. Por ejemplo, frente a la plaza de las Galeras, en el muelle del Vapor. El curso del río que ve a derecha e izquierda no lo creó la naturaleza, sino la iniciativa de un hombre: el gaditano Lucio Cornelio Balbo,’ el Menor’ quien, hacia el año 19 antes de Cristo mandó abrir en su espacio una ría artificial para establecer las infraestructuras del Portus Gaditanus.

El Puerto Gaditano fue el puerto de Gades que se fundó entonces al amparo de la política económica marcada por Augusto (27 a.C.-14 d.C.) por la que la aristocracia mercantil gaditana se dedicó a la explotación de las fértiles tierras que median entre las desembocaduras del Guadalete y del Guadalquivir. El Marco del Jerez. La Isla Cartare de Avieno.

Se convirtió entonces el Portus en uno de los puertos más importantes del Mediterráneo, exportador a gran escala, básicamente, de salazón de pescado, vino y aceite. Su principal destino, Ostia, el puerto de Roma. El territorio se vertebró a través de la Vía Augusta, creada al tiempo que el nuevo puerto, que en su primer tramo enlazaba Gades, el Portus Gaditanus y, junto a un estero de las marismas del Guadalquivir, Hasta Regia.

Paramento Este de la calzada en el Coto de la Isleta. El agua del caño de las salinas ha desprendido la tierra, dejando al descubierto la estructura. En el recuadro, su situación.

En suelo portuense, en el Coto de la Isleta y junto a la laguna Salada –en el llamado de muy antiguo Camino de los Romanos- se reconocen los vestigios de la calzada. Una joya histórica que aún está por desvelar y por poner en valor en dos entornos en los que se aúnan naturaleza e historia. Ayuntamiento, póngase a la tarea.

A PICO Y PALA.
La obra que mandó hacer Balbo fue un canal –llamémoslo ‘Canal de Balbo’- en la playa, que entonces alcanzaba las inmediaciones de la calle Valdés, y unirlo a la madre vieja del Guadalete, que corría a espaldas del Coto de la Isleta, conectándose así el curso artificial con el cauce del San Pedro, que entonces era el Guadalete que desembocaba a la bahía en una ensenada junto a Puerto Real.

Arriba una fotografía aérea de la desembocadura del río Guadalete, en la actualidad (Google Earth). Abajo una fotointerpretación, con la reconstrucción ideal de Portus Gaditanus, algunos muelles de atraques con la infraestructura portuaria, administrativa y de habitad. El puente y la vía atraviesan el río, detrás el agua recorre serpenteando zonas de marismas, con canales navegables que conducen al río principal, que se podrá surcar río arriba. Al fondo la Sierra San Cristóbal.

...continúa leyendo "1.414. LA DESEMBOCADURA DEL GUADALETE ES ARTIFICIAL. Se abrió el año 19 a.d. Cristo."

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El utópico paraíso comunista, en el que tantos intelectuales creyeron, como el poeta Rafael Alberti, se cubría de una aureola ficticia de perfección ideológica no fácil de percibir a primera vista.

Maria Teresa León y Rafael Alberti con el poeta soviético Samuíl Marshak en 1937.

En sus memorias, en 'La Arboleda Perdida', Rafael Alberti habla de sus abuelos de origen italiano, que  junto con otras familias extranjeras llegan a la Bahía de Cádiz al olor de los vinos en pleno auge de las viñas de Jerez, y fueron, en su momento, los verdaderos amos de El Puerto de Santa María. Grandes burgueses, propietarios de viñas y bodegas, cosecheros de vinos que llegaron hasta los zares de Rusia.

Recuerda Alberti de sus abuelos los «pesados y vanos comentarios sobre ‘aquellos tiempos, aquella buena época’ de lujo, de largos y anecdóticos viajes a Rusia, Suecia y Dinamarca…» Países que Alberti imaginaba entonces como «largas llanuras de nieve deshabitadas y oscuros bosques de abetos».

Alberti coleccionaba las bellas y románticas etiquetas de los vinos de su familia, con los retratos de los zares y reyes nórdicos. Rafael Alberti y su esposa María Teresa León posiblemente fueron los primeros que visitaron la URSS en 1932, cuando aún la Unión Soviética no había sido reconocida por el Gobierno de la República. Parece que vinieron para ocho días y la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios les propuso quedarse dos meses. /Etiqueta de amontillado del padre del poeta, Vicente Alberti.

El Alberti de la visita de 1932 distaba mucho del Alberti que volvió en 1977. En la última ocasión se mostraba  apesadumbrado o ensimismado. ¿Qué había ocurrido para que experimentara tal cambio? Gracias a Ella Braguínskaya, fallecida en 2010, que fue la traductora rusa de Rafael Alberti y al que conoció personalmente tenemos interesantes testimonios de la estancia del poeta en la utópica tierra comunista.

NOTICIARIO DE UN POETA EN LA URSS.
En su primera visita, en 1932, vino a observar los movimientos teatrales de Europa oriental. A medidados de 1933 publicó en el diario madrileño republicano 'Luz' --que duró desde 1932 a 1934-- el ‘Noticiario de un poeta en la URSS’, donde se refleja el espíritu de un hombre fascinado por la idea de un ‘mundo feliz’, diario en el que mostraba una gran admiración hacia la madre patria comunista por cualquier motivo, hablaba con sincero entusiasmo de todo y de cualquier cosa, de los helados rusos, del cambio de guardia del Mausoleo, de cómo trabajaban en las fábricas, etc. Sin embargo en la segunda parte de La arboleda perdida, en las páginas en las que habla de su viaje a la Unión Soviética, ya solo comenta, parco de palabras y sin exaltación, algunas anécdotas.

Edición rusa de un poemario de Rafael Alberti.

PRIMER CONGRESO DE ESCRITORES.
En 1934 participó en el primer congreso de escritores, donde prometió que en España pronto se levantarían por todas partes banderas rojas —y así lo creía--. En 1937 lo recibió Stalin al que pretendía convencer para enviar una delegación soviética a un congreso en defensa de la cultura. Pero Stalin se resistía, no le había gustado que André Gide escribiera un panfleto difamatorio de la URSS.  Definitivamente enviaron una delegación, formada, entre otros, por los escritores  Iliá Erenburg, Alexéi Tolstói , Vsevólod Vishnevski  y por supuesto Fiódor Kellin. Con el intérprete Fiodor Kellin, patriarca de los hispanistas rusos, conoce a los escritores rusos de la época, entre otros a Pasternak o Lili y Iósif Brik, los visita en su casa, va a recitales en fábricas. Traduce el poema de Svetlov sobre Granada. Los Alberti conocieron también a famosos directores de algunos teatros soviéticos como Meyerhold y se encontraron con Eisenstein y Prokófiev. Según palabras del propio Alberti, Pasternak tradujo muchas cosas de Alberti.

PROPAGANDA COMUNISTA EN OCCIDENTE.
Pero en medio de toda esta atmósfera de un idealizado mundo prometido, se escondía otra verdad. Parece ser que Yuri Kublanovski, poeta contemporáneo de gran talento calificaba a Erenburg de “agente de influencia, adaptado al ambiente occidental que convertía a estos prestigiosos amigos de la Unión Soviética en una especie de almohada de aire para propagar ideas comunistas en Occidente”. A Iliá Erenburg le dedicó Alberti un poema, como amigo entrañable al que quería sinceramente y cuya muerte lloró de todo corazón.

Maria Teresa León y Rafael Alberti en la URSS.

Cuando estuvieron en Georgia, cuenta Braguínskaya, que en el coche siempre iba con ellos la misma persona. Les decía que trabajaba para el Ministerio de Cultura y que les hablaría de los monumentos, pero cuando pasaban por delante de los monumentos emblemáticos, callaba. Al día siguiente, Alberti, que ya había entendido todo, le dijo a Braguínskaya: “Pregúntele dónde trabaja”. Se lo preguntó y esta vez resultó trabajar en el Consejo de ministros, así empezaron este juego en el que cada vez contestaba una cosa distinta a la pregunta. Parecía no ser capaz de recordar cada cargo que inventaba.

PATRIA COMUNISTA PROMETIDA.
En su trabajo sobre Alberti, Braguínskaya, comentaba que Rafael Alberti no era el único poeta hechizado desde sus años juveniles por la ideología de una patria comunista prometida. También lo estuvieron Neruda, Picasso Malraux, Bernard Shaw, Antonio Machado o Romain Rolland. /El matrimonio Alberti-León visitando una fábrica en la URSS.

URRS VIRTUAL.
Alberti estuvo más que ningún otro poeta en la URSS, pero “en una realidad virtual que casi no tenía nada que ver con la realidad verdadera. Así, puede decirse, que Alberti nunca estuvo en la URSS, sino en un país virtual. Y en mi país había gente que sabía cómo alimentar ese hechizo, mostrándoles una realidad virtual que casi no tenía nada que ver con la realidad verdadera”, decía Braguínskaya. Rafael Alberti durante toda la vida fue amigo de la Unión Soviética, y en 1965 galardonado con el Premio Internacional Lenin para el Fortalecimiento de la Paz entre los Pueblos. (Texto: Carmen Marín).

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Hoy se cumplen 283 años del comienzo formal de los autos de incorporación de El Puerto de Santa María a la Corona de Castilla. Si bien el Decreto de incorporación es del 31 de mayo de 1929, no será hasta el 10 de junio de ese año cuando el juez comisionado por S.M. el rey Don Felipe V, Francisco de Escobar y Bazán --llegado a El Puerto un día antes-- cuando empiece a actuar: sustituyendo los cargos y oficiales ducales por toros de carácter interino, ordenando también picar los escudos del Duque de Medinaceli de las oficinas públicas y pintar, en su lugar, las armas reales, … /En la imagen, S.M. el Rey Don Felipe V.

MÁS DE 400 AÑOS DE SEÑORÍO.
El Puerto de Santa María se incorporó a la Corona de Castilla en 1264 y tras una breve dependencia de la Orden Militar de Santa María de España -- entre 1272 y 1280-- nuestra Ciudad pasaría a ser un señorío jurisdiccional a finales del siglo XIII, al ser cedido por la Corona castellana al primer señor de El Puerto, el almirante genovés Micer Benedetto Zaccaria como contraprestación por de la guarda y defensa del Estrecho de Gibraltar así como de las desembocaduras de los ríos Guadalete y Guadalquivir, con doce galeras. Mas adelante, el señorío jurisdiccional pasó a manos de la familia de la Cerda, descendientes directos de quien fuera otro señor de El Puerto, Alonso Pérez de Guzmán ‘el Bueno’, pasando en el siglo XIV a los Medinaceli.

En la imagen de la izquierda, Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda,  X Duque de Medinaceli y último Señor que fue de El Puerto de Santa María. 1729. Cuadro de Valerio Iriarte.

Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda, marqués de Priego y Cogolludo, duque de Feria, Medinaceli y Alcalá, décimo conde del Gran Puerto de Santa María, de los Molares y otros títulos: Adelantado Mayor de Andalucía, de la insigne Orden del Toisón, Caballero Mayor de la Reina doña Isabel de Farnesio, tuvo hasta 1729  los derechos sobre el señorío jurisdiccional de El Puerto de Santa María.

Los portuenses, mediante este acto administrativo, adquirirán un nuevo status en su pertenencia a El Puerto: dejarán de ser vasallos del señorío de Medinaceli para convertirse en súbditos de S.M. el Rey Don Felipe V.

REAL DECRETO DE INCORPORACIÓN.
S.M. el Rey Don Felipe V promulgaba el Real Decreto de incorporación el 31 de mayo de 1729, en el que se incluía, también la incorporación a la Corona, de San Fernando --entonces Isla de León-- en posesión por el Duque de Arcos: “Conviniendo a mi Real Servicio y a la Corona incorporar a ella El Puerto de Santa María que hoy goza la Casa y estado del duque de Medinaceli, (y la Isla de León que posee la del duque de Arcos), he resuelto incorporar y mando se incorporen en la Corona con la jurisdicción, señorío y vasallaje, oficios, rentas y derechos jurisdiccionales de estos dos pueblos y que hoy gozan sus poseedores, cuya incorporación se ejecute y en su virtud se tome la posesión de ellos, y de todo lo referido a mi Real Nombre, a cuyo fin se expidan luego por el Consejo las órdenes convenientes y de haberse ejecutado me dará cuenta. /En la imagen superior izquierda, escudo de España durante el reinado de S.M. el rey Don Felipe V.

Y aviso a la Cámara para que proceda en adelante a lo que le toca en inteligencia, que igualmente he mandado al de Hacienda expida las convenientes para la incorporación y posesión de las alcábalas y demás derechos y rentas que por cualquier título o merced hoy gozan las dos referidas Casas en los dos expresados pueblos, y así tomada y en vista de los títulos y privilegios que en él presenten sus poseedores arregle después el correspondiente equivalente que así mismo he resuelto se les de, el cual haya de correr y corra desde el día de la referida posesión, se tendrá así entendido en el Consejo para su cumplimiento en la parte que le toca”. /En la imagen superior izquierda, escudo de los Duques de Medinaceli, en muy mal estado, conservado en los claustros del antiguo Monasterio de la Victoria.

“Vista del Puerto de Santa María”, óleo sobre lienzo, 70 x 95 cm, 1781-1785. Autor: Sánchez, Mariano Ramón (Valencia, 1740-1822). Pintor y miniaturista español. El cuadro es propiedad del Museo del Prado, en depósito en el Museo Naval de Madrid. [P1151]

LAS RAZONES DEL CAMBIO.
Para el historiador Jesús González Beltrán, quien ha investigado este periodo para su tesis de licenciatura en 1994 y posteriormente, se trata de:  «Una orden que no deja traslucir ninguna motivación concreta para llevar a efecto la incorporación, tan sólo se señala un vago “conviniendo a mi Real Servicio y a la Corona”. Detrás de esta conveniencia creemos que actúan ciertas “razones de Estado” relacionadas con la política exterior de defensa y el desa- rrollo de la Marina Real. […]

La Bahía de Cádiz en 1700. /Paris Chez Basset.

Años atrás, el desembarco angloholandés de 1702, con los saqueos de Rota, El Puerto y Puerto Real, había dejado al descubierto las deficiencias de las plazas de señorío: escasa preocupación por las fortificaciones y el artillado de las mismas, nulidad de las milicias, problemas de coordinación con sus autoridades, etc., por tanto, no era coherente centralizar en la Bahía de Cádiz el futuro militar, naval y comercial español y dejar que permanecieran bajo jurisdicción señorial áreas estratégicas de la zona como El Puerto de Santa María, que dominaba todo un flanco de la bahía y la desembocadura del Guadalete, o la Isla de León, defensa natural de Cádiz, paso obligado hacia la Carraca y nudo de comunicaciones con el caño de Sancti-Petri y el puente Suazo. Pero creemos que una decisión tan excepcional, ya que muy raramente se aplicó durante el Antiguo Régimen, tuvo que tener como trasfondo unos fundamentos de gran peso, tal como comentábamos al principio unas poderosas “razones de Estado”»

Puede que la Corona tuviera otros argumentos que expliquen el traspaso de jurisdicción de señorío a realengo de El Puerto, incluso algunos investigadores han llegado a señalarlos: castigar a la casa ducal de Medinaceli por su supuesta actitud ambigua durante la Guerra de Sucesión Española, sin apoyar abiertamente a Felipe V; atender las peticiones de determinadas familias portuenses contrarias o insatisfechas con el dominio ducal; recuperar las sustanciosas, y en crecimiento, rentas y derechos fiscales de la localidad; o, simplemente, poner bajo la protección real una ciudad que había agradado sobremanera al rey durante su estancia en ella en el mes de abril de 1729, un mes antes de tomar la importante resolución. […] / Acuarela de la Casa Palacio de Vizarrón, conocida como “Casa de las Cadenas”  30×43 cms. Autor: Ángel Pantoja del Puerto. El escudo sobre la puerta está sujetado por dos tenantes (*) con forma de sirena; en la esquina inferior izquierda dos cadenas que recuerdan el sobrenombre del edificio. Existe una lápida en el patio con el texto “En esta casa habitó SS.MM. D. Felipe y Dña. Isabel de Farnesio en los años 1.729 y 1.730?. Inexplicablemente este edificio permanece cerrado en peligroso estado de ruina. ¿Se acabará cayendo como tantos otros? (*) tenante (Del fr. tenant, que sostiene). 1. m. Heráldica. Cada una de las figuras de ángeles u hombres que sostienen el escudo.

El Castillo de Santa Catalina, sobre la playa del mismo nombre. /Foto: Javier de Lucas.

LA REALIDAD.
La incorporación de El Puerto de Santa María en 1729, favoreció, en primer lugar, a la Corona, que recuperó para su administración directa una ciudad rica y en auge, con una ubicación privilegiada en la comercial Bahía de Cádiz. Por supuesto, benefició a las familias dirigentes de la localidad, que, a su excepcional posición social y económica podían añadir, ahora, con la anuencia de los organismos estatales, el control político del municipio. Mientras que la mayoría de la población permanecería ajena al proceso, disfrutaría de los tres días de luminarias decretados por el cabildo y seguiría con su complicada vida, aumento de impuestos incluido, con independencia de ser gobernados por un señor jurisdiccional o por una emergente oligarquía local defensora de sus exclusivos intereses». (Texto: Jesús González Beltrán).

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Hablar de Muñoz-Seca es chocar con eso del ‘astracán' aunque yo quiero pasar sobre él sin detenerme, porque para mí el astracán, que según Sáinz Robles lo inventó Enrique García Alvarez, pero que como él dice fue el inolvidable autor portuense, su ‘máximo pontífice', para mí el astracán es algo que no lo tengo en cuenta. Pedro Muñoz-Seca, 'un hombre bueno, un corazón limpio, una gracia fresca, una modestia clara', como ha escrito José María Pemán, es una figura indiscutible en el teatro cómico español de todos los tiempos, al lado por ejemplo, de Jardiel Poncela o de Miguel Mihura. Cada uno, eso sí, con sus características inconfundibles, pero a una igual altura. Por tanto a Muñoz-Seca no hay que relegarlo al olvido, como es el caso de algunos que parecen ignorarlo, tal ves porque existe una creencia, de la que yo no participo, de que el teatro cómico es, diríase, un teatro menor al que no debe prestársele demasiada atención. Admito que Pedro Muñoz-Seca tengan sus detractores pero de eso a punto menos que ignorarlo, me parece un error lamentable. Con astracán o sin él, no siempre sus obras de las cerca de trescientas que escribió, han de ser consideradas como productos tan sólo para la risa, lo cual es ya un bien, porque el hacer reír no sienta mal a nadie. En Muñoz-Seca, muchas veces, tras la escena disparatada y regocijante, se esconde un fondo humano y serio.

En la fotografía aparecen, de izquierda a derecha, Pedro Muñoz-Seca, don Alfonso de Borbón y Tirso Escudero. Fue obtenida en el saloncito del Teatro de la Comedia (Madrid), en el entreacto de un estreno.

He leído no hace mucho, en un libro de publicación reciente, que Muñoz-Seca "no es que fuera un hombre inculto, aunque en su teatro, generalmente, brilla por su ausencia la literatura, arrastrando por el torbellino de su peregrino ingenio, de su fecundidad fabulosa". Me permitirán no esté conforme con ese parecer, porque no es que don Pedro rodease a sus obras de un marcado tinte de literatura, lo cual hasta cierto punto, no conviene a un tipo de teatro como el suyo, pero de eso a decir que los valores literarios en su teatro brillan por su ausencia, me parece hablar en términos muy expeditivos. Más prudente encuentro a Gonzalo Torrente Ballester cuando afirma que, 'aunque parezca raro, el teatro de Muñoz-Seca supone un pensamiento'. De ahí lo que dije antes de que muchas de sus obras esconden una idea formal y seria, pese a su envoltura superficial y cómica.

En la imagen,  Pedro Muñoz-Seca y su mujer Asunción Ariza, con su hermano el Dr. Muñoz Seca y Elisa Bela Marchena, en Sevilla.

Una de las virtudes del autor portuense es que su teatro gustaba a todos los públicos, con sus excepciones claro. Es de notar en el teatro muñozsequista dos perfectas y definidas facetas, las que corresponde a las obras escritas por Muñoz-Seca solo y las debidas a su estrecha y continuada colaboración con Pérez Fernández.

...continúa leyendo "1.396. PEDRO MUÑOZ-SECA. Gracia fresca, modestia clara."

Mañana se celebra el  LVII Festival de la Canción de Eurovisión. Hace 44 años tuvo lugar el 6 de abril de 1968, la edición XIII de este certamen en el Royal Albert Hall de Londres, (Reino Unido). La presentadora fue Katie Boyle y Massiel, que representaba a España, ganó el concurso con la canción ‘La, la, la’, obteniendo 29 puntos. El segundo puesto fue para el representante británico, Cliff Richard, que con la canción ‘Congratulations’  quedó a un punto de España. Francisco Andrés Gallardo nos cuenta como se vivió en España y en Europa y Pepe Mendoza como lo vivió El Puerto.

Europa, mal decían, comenzaba en los Pirineos y España entonces era diferente. El ‘Euro' era una ilusa utopía, y el festival de Eurovisión  era una oportunidad para codearnos con United Kingdom-Guayon miní, for poins, y con Suitserlán-Le Suisse, sí puá, donde los llorosos emigrantes hispanos asistían por la tele a los fiascos musicales de Conchita Bautista y Jorge Sepúlveda. En 1968 ETA daba su primer golpe, nos preparábamos para irnos de Fernando Poo y Sidi Ifni y Manolo Fraga hacía ya tiempo que había abierto las puertas de Santiago para que se tostaran los nórdicos.

José Luis Uribarri anunció ante las cámaras que el representante de TVE al Festival de Eurovisión  era «un joven español de nuestros días, con sus problemas e inquietudes pero desprovisto de afectación, melenas y atuendos extraños.
Por eso hemos elegido a Juan Manuel Serrat».

La canción ganadora de Eurovisión 1968, interpretada por Massiel. En el minuto 1:30 nuestra paisana Merche Macaria.

La canción: 'La, la, la', compuesta por los dinámicos Manuel de la Calva y Ramón Arcusa. El Noi de Poble Sec se lo pensó dos veces, recibió presiones de todo tipo, y se escapó con la excusa de que «por imponderable o cantaba en catalán, o nada». No quería ser el representante de Franco ante Europa. Por supuesto que era impensable que el Imperio fuera representado por `otra lengua'.

MERCHE MACARIA.
El coro de voces estaba elegido desde hacía tiempo. Tres jóvenes de la escuela de Canto de Madrid: María Jesús Aguirre, Cristina Fernández y la portuense Merche Valimaña Lechuga ‘la Macaria' (con nótula 047 en GdP), conocidas para siempre como el Trío La, la, la. Serrat fue sustituido a última hora por Agustina de Aragón, digo Massiel. Merche Valimaña recuerda que la delegación española iba «de cateta». Las chicas del coro no cobraron ni una peseta por acudir a Eurovisión  y hasta los breves trajes que lucían se lo tuvieron que confeccionar ellas mismas. /En la imagen, Merche Valimaña, 'la Macaria'.

VOTACIONES.
Cliff Richard y su `Congratulations' eran los favoritos en el `euro' de hace 30 años.
Diecisiete países -incluida la Yugoslavia de Tito- participaban y las máximas puntuaciones -6 puntos- iban a parar al británico en las primeras llamadas. Pero se produjo el milagro en Londres. España fue arañando votos y el jurado de Madrid era el penúltimo en puntuar.

Entre los miembros estaban Pilar Miró y Natalia Figueroa. Todo apunta que hubo una rectificación de última hora. España no dio ni un punto al Unaitid Quindom. Alemania era la última en votar. Seis puntos para España y ninguno para la pérfida Albión. Massiel ganaba por un solo punto (29 a 28) y el `La, la, la' saltaba a la inmortalidad cotidiana. Estos días, Televisión Española recuerda la gesta, que en aquella noche resumió el llorado locutor Jesús Alvarez con el lema «España y los españoles somos así». (Texto: Francisco Andrés Gallardo Alvarado).

La tanqueta de Leganés arrasó en Londres. Reacciones posteriores.

AQUELLA NOCHE EN EL PUERTO.
La noche del sábado 6 de abril de 1968, el maestro Rafael Ibarbia subía, impasible el ademán, al escenario del Royal Albert Hall de Londres. Segundos después salió Massiel, enfundada en un vestido cortísimo de organdí que, según nuestra vecina de enfrente, parecía más la indumentaria de una mujer de la vida que la de una mujer de su casa. Al fondo, en la esquina izquierda de la pantalla de nuestro General Eléctrica Española, tres muchachas, con un modelito similar, se colocaban esperando los primeros acordes. Fue entonces cuando mi madre dijo: ¡la de en medio es La Macaria, nuestra paisana!

...continúa leyendo "1.391. EUROVISIÓN 1968. El Puerto estuvo allí, con Merche Macaria, hace 44 años."

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«El Castillo de san Marcos, en El Puerto de Santa María está en la plaza de Alfonso el Sabio, y se trata de una iglesia mozárabe rectangular, flanqueada por cuatro torreones octogonales del siglo XIII, y el principal (perforado en 1908, con los escombros esparcidos por todo el pavimento) que contiene el sagrario en su base; y algunas salas de época medieval, en el piso alto, con acceso por la azotea o patio que cubre la bóveda del templo». Así lo describía Carlos Sathou Carreres ("Castillos de España: (su pasado y su presente)", Espasa-Calpe), hace sesenta años.

Según los testimonios de la época, el Castillo o la antigua mezquita de Alcanate (Al-Qanatir) era la única iglesia existente en El Puerto. Argumento que defiende Manuel González Jiménez ("Repartimiento de El Puerto de Santa María", Univ.Sevilla, 2002, p.167) frente a la tesis contraria de Mariano López Muñoz que la confundió con la iglesia de Santa María, en el Pozo Santo, sobre la que se alzaría posteriormente la actual Iglesia Prioral.

Altar Mayor de la Iglesia de San Marcos (Castillo) en el siglo XIX. /Colección LSA.

En las Cantigas se relata que fue Alfonso X quien ordenó al alarife Alí que aprovechara la planta de la mezquita oratorio islámico, del siglo X, y levantase esta iglesia-fortaleza. Durante las obras  se produjo una avenida del Guadalete que arrastró hasta El Puerto el puente de madera del Portal de Jerez, como se recoge en la Cántiga 356.  Las obras se realizaron entre 1268 y 1272 y se respetaron la naves abovedadas soportadas por gruesas columnas romanas embutidas, el mirhab, un nicho de planta cuadrada y el patio de las abluciones, o sahn. Ignoramos si, como era común en los recintos fortificados de la época, tenía cava, cárcava o foso avanzado. La fortaleza de Santa María poseía varias puertas. La principal, de hierro, y las que conducían a pasos internos protegidos por torres y rastrillos corredizos que bajaban por aberturas hechas en la bóveda y ranuras laterales. De este modo se aseguraba la defensa de la fortaleza; pues, el asaltante debía recorrer un largo trecho, entre bastiones, antes de llegar a la puerta que no podía incendiar al ser de hierro. Aún se conservan algunos bastiones, ocultos en la muralla, y las puertas existentes en la actualidad no parece que sean defensivas, sino de acceso a la capilla interior, como señala González de Simancas, resultado de la adaptación de la mezquita y la fortaleza. Bellísimas son, sin embargo, las guarniciones de los muros y torres mediante merlones de base cuadrangular y capirote piramidal.

Óleo sobre tela (3760x32o0 cms. obra de José María Rodríguez Losada. (Año 1852). Idealización de Alfonso X recibiendo del alguacil moro de Jerez las llaves de la aldea de Alcanate. Al fondo el Castillo de San Marcos y, sobre la torre del homenaje, aparición de la Virgen de los Milagros, escudo de la Ciudad.  /Foto: Academia de Bellas Artes.

LEYENDAS.
Según la tradición popular, de explorarse el subsuelo del Castillo confirmaría o desmitificaría muchas historias que los portuenses ancianos contaban en torno a un velón de aceite, cuando se iba la luz eléctrica; porque, al parecer, la fortaleza está plagada de túneles subterráneas. Podrían ser primitivas covachas subterráneas, pasadizos por donde acceder a lugares estratégicos, más allá del perímetro convencional de la cerca defensiva, y que permitiría aprovisionarse de agua y comestibles en el caso de sitios prolongados. Se habla de dos túneles en concreto: El primero, la  comunicaría con la sierra de san Cristóbal y el segundo, más corto, con el río. De su existencia podrían dar buena cuenta los caballeros de la Orden de Santa María de España, fundada por Alfonso X el Sabio, que utilizaron el Castillo como fortaleza.

Cuadro que idealiza a unos canteros en pleno trabajo.

FRANCMASONERÍA.
Son curiosos los signos lapidarios que describe Hipólito Sancho en los años cuarenta del siglo pasado, y que existieron antes de que el Castillo fuera restaurado para tomar el aspecto que posee en la actualidad. Rafael Gómez Ramos ("Los constructores de la España Medieval", Universidad de Sevilla, 2006, p.184) los sitúa en las cinco torres y, sobre todo, en el muro este. ¿Significa esto que, como opina Rubio Samper (J.M.Rubio Samper, "La figura del arquitecto en el periodo Gótico. Relaciones entre España y el resto de Europa", Boletín del Museo e Instituto Camón Azanar, XXII, 1985, p.102, los canteros constituían una "aristocacia" dentro de los obreros, considerándose incluso superiores a los otros "masones" o albañiles? No parece que exista relación alguna entre esta "casta de alarifes" (G.E.Street, "La arquitectura gótica en España", Madrid, 1926, p.466) y la francmasonería; aunque, en el "Libro del Peso de los alarifes y Balanza de los menestrales" aparecen datos muy semejantes a los conocidos de las corporaciones europeas, con secretos del arte de construir basados en la Geometría.

Acuarela de Molina Mora de la Bajada del Castillo.

La copia que se conserva es la que celosamente guardaban los alarifes sevillanos en 1540, y que fueron obligados a entregar al concejo de Sevilla, por una orden del emperador Carlos V. Sobre la portada de este manuscrito aparece la figura de un rey sentado, con el escudo de Castilla y la leyenda "Alarifes juzgad y seréis bien juzgados", sobre la imagen de una ciudad amurallada y las herramientas del oficio de albañiles (R.Gómez, "El Libro del Peso de alarifes y Balanza de los menestrales", Actas del I Simposio Internacional de Mudejarismo, Madrid-Teruel, 1981, ps. 255-267) ¿Qué ciudad amurallada representaba?» (Texto: Álvaro Rendón Gómez).

El 7 de abril de 1962 hace 50 años, se inauguraba el Motel Meliá Caballo Blanco, situado en el entonces Coto de Valdelagrana, hoy urbanización del mismo nombre que permanece cerrado desde el año 2005. Las autoridades primero tardaron en dar la renovada licencia --compatibilizando una galería comercial con los alojamientos-- y cuando ésta llegó, fueron los bancos los que, en plena crisis, no apoyaron la operación de reconstrucción, a cargo de la firma Hogarsur y otro socio gaditano.

El obispo  de Cádiz, Tomás Gutiérrez y el alcalde Luis Portillo, durante la inauguración del hotel.

El entonces obispo de la diócesis gaditana a la que pertenece Valdelagrana, Tomás Gutiérrez, procedió a la bendición de las instalaciones hoteleras, junto al alcalde de la Ciudad, Luis Portillo Ruiz y otras autoridades civiles y militares de El Puerto y la provincia, siendo recibidos por el presidente del consejo de administración de la propiedad, José Meliá, leyéndose en el acto unas cuartillas enviadas para la ocasión por el escritor gaditano José María Pemán. En el accionariado participaba también bodegas Caballero y José Guerrero Misa.

La piscina del hotel, entre pinares, contaba con cafetería y era escenario de importantes acontecimientos de los veranos portuenses. Hasta la aparición del Casino Bahía de Cádiz, cualquier acontecimiento de nivel en la Bahía se celebraba en El Caballo Blanco.

El establecimiento contaba con cincuenta habitaciones con baño privado y teléfono, siendo su director Jerónimo Tavira. Los mas modernos adelantos para un hotel de cuatro estrellas los tenía El Caballo Blanco: baño privado, teléfono, aire acondicionado, piscina iluminada y una zona acotada, entonces, en la playa. La celebración finalizó por la noche con una fiesta flamenca.

Vidriera con escudo de El Puerto que todavía existe en el inmueble.

El establecimiento pionero, moderno de este sector en nuestra ciudad, en la que solo había fondas,  pensiones y hostales hasta esas fechas, fue un navarro: Jose Luis Kurt Muñagorri (ver nótula núm. 897 en GdP), quien construyó y dirigió un hotel “sur la mer”, a pie de playa, el Hotel Fuentebravía, ampliado posteriormente con el nombre de ‘Parador Fuentebravía’.  También hay que anotar en su haber e iniciativa la creación junto con otros portuenses, del Centro de Iniciativas Turisticas, precursor del Patronato Municipal de Turismo que vería la luz en 1984.  Pronto siguieron, escalonadamente, nuevos centros de alojamientos: Motel Caballo Blanco, “El Cangrejo Rojo” –después Club Mediterráneo- y ya avanzados los setenta el Hotel Puertobahía, también en Valdelagrana.

Remozadas instalaciones para congresos en el Motel.

En la década de los ochenta experimentaría una profunda reforma y modernización, siendo director del establecimiento Juan Luis Ortega Rosillo y Director General Adjunto de Hoteles Meliá el porteño Ignacio Gago García (ver nótula 081 en GdP), recibiendo en 1986 el Premio a la Promoción Turística del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.

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‘Mejón que Manolete’ decían las crónicas que estuvo la Feria de El Puerto el primer año de su celebración con el actual diseño como Feria de Primavera 1945’. Este año cumpleN 37 años que desembocó en Las Banderas desde su lugar de origen la Victoria pasando por Crevillet. Tuvo como antecedentes dos feria de ganado en el coto Valdelagrana celebradas en septiembre, mes también de las anteriores ferias de la Victoria, inmemoriales ya en el siglo XVIII, aunque la memoria nos puede llevar al Rey Alfonso X, que en 1.281 concedió a la Ciudad la celebración de dos ferias anuales.

Aquel 1.945, hace 67 años, días antes precisamente de que se firmara la paz en la Segunda Guerra Mundial, se informaba que el Puerto se estaba preparando con sus mejores galas para celebrar su feria y “fiestas primaverales” y que era “extraordinaria” la animación que reina en los contornos para asistir a esta típica fecha “En El Puerto no se habla de otra cosa que de nuestra Feria y Fiestas Primaverales.

Según parece decía el cronista de “Cruzados” Don Fulano en su perfil de la semana “Perfil de la semana” el 21 de abril de 1.945 “vamos por fin a disfrutar de una hermosa feria, llena de todo el sabor andaluz, sol, vino, fino, salero, que junto, muy juntito están salinas, gitanas con garbo y sandunga, cantando por bulerías y luciendo el color de mil colores de los trajes típicos de la tierra, jacas y caballistas y toda la gracia de Andalucía”.

Una semana después el mismo cronista confesaba “Yo, la verdad, no creía que la feria de la Victoria iba a resultar tan bien. Ayer oía a un hombre de esos que llevan un sombrero de ala ancha y bastón muy gordo, el cual le iba dando más vuelta que los caballitos, que le decía a otro, que estaba un poco ajumado: la feria ha estado “Mejón que Manolete”. Y es que lo flamenco comparan todas las cosas con los toreros. /En la imagen, Manolete, dibujado por S. Guzman.

¿Qué tal resultará la feria? Preguntaban todos. Los optimistas de antemano aseguraban rotundo éxito. Los pesimistas, completo fracaso. No faltaron tampoco los derrotistas, que no solo aseguraban el fracaso, sino que han puesto de su parte obstáculos de la murmuración, para ahogar la feria, si fuese posible, antes de nacer.

Foto: Justino Castroverde.

EL MERCADO DE GANADOS.
El mejor exponente del feliz resultado de la primera edición de la feria de primavera portuense era para “Cruzados” el mercado de ganados. Advertía que el número de transacciones realizadas (33 de ganado caballar, 22 de asnal y 17 de mular) podría parecer corto, pero no se tenía en cuenta que “la mayor parte del ganado era selecto y que sus propietarios se negaban a venderlos y los precios elevadísimos de los mismos” y que en la información sólo figuraban las que habían tenido que “pasar por las oficinas” así como que otros muchos tratos no habían sido más que iniciados pero ultimados.

Contaba también el programa de la feria con carreras de cintas en bicicletas, concursos de bailes regionales, carreras pedestre, un espectáculo cómico taurino musical y conciertos de bandas de música, como el de la banda de Infantería de Marina de San Fernando.

Foto: Rafael González.

EL ÚLTIMO DÍA.
Numeroso grupo de caballistas y amazonas cruzan el recinto y lucen sus habilidades con las pintureras cabriolas y movimientos de la garbosa jaca. Magníficos coches enjaezados con lujo y gracia desfilan entre el público llamando la atención con el sonar de cascabeles y el restallar de los látigos. Vino después la entrega de premios a las mejores cabezas y lotes presentados de ganado vacuno, caballar, mular, asnal, cabrío y de cerda y por la tarde, de carrozas fue concedido por un jurado integrado por Luis Suárez Rodríguez, Joaquín Calero y Juan C. Bottaro Palmer, la lancha presentada por Felix Tejada Mayo que había sido realizada por el pintor Juan Lara.

Foto: Kiko Sánchez.

GRACIAS Y SUCESOS.
Censuraba con todo, “Cruzados”, la actitud de algunos participantes en esta batalla “que olvidando su verdadero carácter de fiesta correcta y galante, creyeron estar en los campos de batalla de entre aliados y alemanes, niños patosos que se dedicaron a tirar todo lo que a mano tenían, y que con sus “gracias” estropearon una fiesta tan simpática.

No faltaban en las crónicas los relatos de otros sucesos como los ocho niños que fueron sorprendidos por los guardianes bañándose desnudos en la fuente grande la Victoria; o los otros tres que robaron una cartera con 75 pesetas; el robo que sufrió en sus camerinos un payaso de uno de los circos que actuaba en la feria o las detenciones de los dueños de un “puesto” donde se jugaba a los dados y de una garita donde había una ruleta cuyos premios eran falsos.

Foto: Archivo Municipal.

FIESTA DEL VINO.
Y, si hemos de buscar antecedentes, no faltaba tampoco para la denominación de “Fiesta del vino fino” que se incorpora a la feria este año. Fue en 1.943, el primero de los dos que hubo feria de ganado en el coto de Valdelagrana a principios de septiembre, cuando en la Feria de la Victoria, se celebró la “Fiesta del Vino”, en la que, según crónica de entonces, “bellísimas señoritas ataviadas con el típico traje andaluz” dieron a beber “los caldos, más selectos de las acreditadas firmas vinateras portuenses. (Texto: José Ignacio Buhigas Cabrera).

 

A veces, los que viajamos tanto o más a través de las páginas de viejos libros, que por  caminos que nos llevan a lugares reales, nos podemos encontrar realizando viajes tan inesperados   como apasionantes. Es lo que me sucedió hace unos días,  donde por casualidad me topé con un curioso libro. Curioso porque resultó ser una rareza bibliográfica apenas localizable en alguna biblioteca y, además, porque el libro en cuestión, de literatura viajera, recogía algunas referencias a la provincia de Cádiz, incluyendo en ellas al Puerto de Santa María, por unos desconocidos para mí, hasta este momento, viajeros polacos. Pues bien, en este 'Viajeros por España y Portugal' de Javier Liske, se nos dan noticias de tres viajeros polacos, que enrolados en los ejércitos, primero de Carlos V y luego de Felipe II, recorrerán España camino de sus compromisos bélicos.

Portada del Libro 'Viajes de Extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII'.

Hay en el libro algunas  referencias, como comentaba más arriba, al Puerto de Santa María, cuyo interés reside principalmente en ser estas anteriores a la eclosión del fenómeno viajero por nuestro país, primero por los viajeros ilustrados y luego, y muy especialmente, por los románticos. Por ello el libro de Liske tiene un doble interés ya que, por un lado, nos descubre a viajeros que por una razón u otra pasaron por nuestra población en fechas muy anteriores al fenómeno viajero, pero sobre todo descubrimos en estos testimonios la imagen de una ciudad , más cercana a la imagen medieval y sus servidumbres bélicas que a la que dos siglos después nos dejarían los viajeros románticos. No son extensas las referencias encontradas, pero sí muy curiosas, sobre todo en el más extenso de los textos sobre nuestra ciudad, obra del germano polaco Erich Lassota que el 6 de Octubre de  1583 desembarca en Cádiz después de distintas campañas militares con un regimiento alemán al servicio de España.

El Puerto  de Santa María visto en 1567 por Anton van Wyngaerden. Detalle.

Dos días después Lassota se acerca acompañado de dos compañeros de armas, Felipe Molfritz y  Juan Stridel, a la vecina ciudad de El Puerto, y  de aquella efímera visita nos dejaba el siguiente texto:

«Porto Santa María es una grande y  hermosa villa, propiedad del duque de Medina Celi. Atraviesa esta localidad un bello río que corre dentro del país y ofrece mucha seguridad, las galeras de España suelen estacionar allí. Posee algunas magnificas iglesias y conventos. De este lugar nos fuimos a pie a una milla más adelante, a una venta donde comimos y luego dos millas, a Sanlúcar de Barrameda».

Los siguientes días nuestro viajero recorrerá, siguiendo el río, poblaciones vecinas como Lebrija, Puebla, Coria, hasta llegar a Sevilla. Permaneció en la provincia, una veces acuartelado en Cádiz, otras en Jerez y el Puerto, hasta Mayo de 1584, periodo que le permitió conocer otras poblaciones como Trebujena, Medina, Puerto Real, etc. Fue entonces cuando todas las banderas alemanas acampadas por entonces en el Monasterio de Nuestra Señora de la Victoria en El Puerto de Santa María, recibieron orden de embarcar. Nuestro personaje Erik Lassota lo haría en la nave capitana Vicenzo de Pola, que al frente de una flotilla de galeras partió rumbo a Italia a la llamada de nuevos servicios militares, y por lo que sabemos fue la última vez que este viajero estuvo por  estos parajes del sur peninsular.   (Texto: Ramón Clavijo Provencio).

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Puerta inconclusa de Las Campanas. Gran angular. /Foto: Javier de Lucas.

Debió destacar como ningún otro edificio, ¡y eso que en El Puerto los hay muy bien plantados, cuyas fachadas aun reflejan el pasado abolengo de una época próspera! Y los patios que cobijan, ¿qué me dicen de ellos…? La Prioral es una inmensa mole de piedra, de planta gótica y remates neo-renacentistas que se eleva sobre un templete escalonado. No guarda proporción con los edificios colindantes, en especial con la capilla de la Aurora, tan modesta y tan hermosa, que apenas toca por una de sus esquinas. La bien planeada plaza de España permite contemplar el monumento en su justa proporción.

Puerta del Sol. Detalle. /Foto Paco Belmez.

Y, si no fuera suficiente, se puede admirar desde Micaela Aramburu, recorriendo con la vista toda la calle Palacios, hasta tropezar con ella. Es una visión espeluznante hacerlo al atardecer, cuando la luz desfallecida aún tiene ánimos para jugar con la espadaña y el campanario, cuando proyecta sombra sobre los contrafuertes y la recorta del inmenso cielo.

Zona de respeto de la Iglesia Mayor. Detalle Columnas. /Foto: Bitarita.

Las columnas que señalaban los límites del suelo sagrado ya no sostienen guirnaldas de hierro, donde los críos nos columpiábamos con equilibrio arriesgado e inestable.

Capilla adosada a la fachada de la Iglesia Mayor Prioral. “Tu honorificencia populi nostri” Tu eres la honra de nuestro pueblo. Fue construida por internos del Penal del Puerto en el año de 1940. /Foto: J.M.M.

Mientras la circundamos, sorprenden muchos detalles de la misma: La modesta capillita de la Virgen, oratorio callejero y recuerdo de su celestial presencia… Nunca faltan flores frescas y los candelabros laterales aún brillan mientras la ciudad duerme. En dirección sur, al otro lado de la portada, hay una gran cruz de madera que recuerda a Cristo en su pasión. La madera se ha abierto y apenas se sostiene con los cuatro agarres de hierro que la fijan al paramento. Sus lineas oscuras, entrecruzadas y ordenadas, forman un doble eje de simetría respecto del ventanal y los ojos ovalados.

Sillares desgastados de la Piroral de la Puerta de las Campanas. /Foto: F.A. Gallardo.

¡Qué será de ella cuando los vientos de poniente y levante, tan característicos y conocidos, acaben por borrar la fisonomía de sus tallas, en su afán por devolver lentamente la arenisca que la conforman a la sierra de San Cristóbal! ¿Quién detendrá este deterioro, esta conversión a la nada de su impresionante alzado? ¿Qué será de sus espectaculares remates, de sus bajorrelieves, de las virtudes capitales que otean impertérritas la ciudad, de la enigmática fachada del sol y la pretendida fachada gótica?

Otra vista de la Puerta del Sol. /Foto: Hikergoer.

Si nadie lo remedia, acabarán desdibujadas en el espacio y el tiempo; en ese tiempo que alguna vez marcó el reloj de la torre lateral de levante. ¿No es una ironía que se haya detenido en las diez y diez, la hora más simpática?» (Texto: Álvaro Rendón Gómez).

Fachada lateral de la Iglesia Mayor Prioral, convertida en principal. /Foto: Costaluz.

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Las cantigas estan en un género medieval propio de la zona gallegoportuguesa en la que los trovadores ponían música a los poemas, que solían cantarlos los juglares. Ya he traído en otra ocasión las famosas Cantigas de Amigo del trovador gallego Martín Codax. Hoy te traigo una de la que sin duda es el corpus más conocidos de cantigas. Además, con una dedicación muy especial... ¡A mi ciudad donde vivo! Vamos a ello

Estoy hablando de las Cantigas de Santa María del rey Alfonso X el Sabio (1221-1284), rey de Castilla e hijo del también rey Fernando III el Santo (es decir, san Fernando). El apelativo de sabio no es algo gratuito ya que, además de sus habituales contiendas guerreras y de conquista, tenía tiempo de dedicarse a las bellas artes y la poesía. /En la imagen “Aparición de la Virgen a Alfonso X” Cuadro de grandes dimensiones que se exhibe en el Auditorio Municipal San Miguel. Anteriormente se encontraba situado en la escalera del antiguo Ayuntamiento de Plaza de Peral. Ha sido restaurado por los técnicos de Museo Municipal, Javier de Lucas y Juan José L.  Amador. (Foto Servicio Municipal de Restauración del Excmo. Ayuntamiento).

¿Quién no conoce las Cantigas de Santa María? Son unas 420 composiciones dedicadas a la Virgen María. A pesar de que tradicionalmente se las asigna al rey Alfonso, no puede comprobarse que fuese el autor de las mismas; es más, es algo muy improbable. El rey era un amante de las bellas artes, y seguro que era el impulsor de la composición de las cantigas, e incluso seguramente supervisor de muchas de ella, pero no pudo componerlas todas. La autoría del rey está asegurada en unas 10 o 12, y poco más; y esta autoría no es porque aparezca la firma del monarca sino por la temática y porque tratan temas muy personales.

Hoy traigo la Cantiga número 364 titulada Quen por serviço da Virgen. La cantiga cuenta cómo Santa María del Puerto protegió a treinta obreros que cavaban la tierra para construir una iglesia y se cayó sobre ellos la torre. Les contaré que Santa María del Puerto hace referencia a una advocación que radicaba en El Puerto de Santa María (sitio donde orgullosamente vivo), llamado Alcanate en la época del rey sabio. Dicho rey transformó la mezquita en un santuario sobre el que hoy se construye el Castillo de San Marcos. La imagen (aunque no completa) se conserva hoy día con la advocación de Nuestra Señora de los Milagros.

Aquí tienen esta cantiga interpretada por el conjunto Música Antigua dirigido por Eduardo Paniagua. Pueden leer el texto de esta cantiga haciendo clic aquí.

(Hacer clic en botón de PLAY abajo. Es posible que antes de la música tenga que escuchar algo de publicidad. Espere que pase y comenzará la música automáticamente. En la parte superior derecha verás dos controles que puedes deslizar con el ratón; el de la izquierda es con el que puedes controlar el volumen.) (Texto: José Gallardo Alberni).

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En este Gran Puerto se han puesto los cimientos de muchas corrientes artísticas. Los gérmenes son mucho más interesantes que las etapas consolidadas. Así la poesía de Bécquer, tiene sus precedentes en la del portuense Angel María Dacarrete, o la de  Don Luis de Góngora en  la de Don Luis Carrillo, o el portuense Don Juan Francisco de Enciso Monzón despide aquí el barroco y se hace preneoclásico.

El día 22 de enero han hecho cuatro siglos desde que Don Luis Carrillo Sotomayor muriera en  este Gran Puerto de Santa María.  Don Luis Carrillo, poeta preculterano, cuatralbo de las Galeras Reales de El Puerto, nació en Baena (Córdoba) en una fecha imprecisa entre 1585 y1586. Aquí, en El Puerto, vivió y murió este caballero del "ávito de Santiago, con que se fue a serbir a las galeras de España, desde hedad de diez y siete años, de entretenido en las dichas galeras, de capitán en la Patrona de España y de Quatralvo... [y] murió [en el Gran Puerto de Santa María] sirviendo el dicho ofiçio de hedad de veinticuatro años..." el 22 de enero 1610.

En este último año, el Padre Fray Luis Núñez de Prado, de la Orden de los Mínimos del Convento de la Victoria, predicó un sermón en la iglesia del Convento de San Agustín de esta Ciudad, "A las honras del nobilíssimo Caballero de buena memoria Don Luis Carrillo del Hábito de Santiago, Comendador de la Fuente del Maestre y Quatralbo de una Escuadra de Galeras de España...".

Aquí, en El Puerto, durante un invierno, escribió su Fábula de Acis y Galatea.  Muchos de sus poemas están escritos aquí y, sobre todo, su ”Libro de la erudición poética”. Cuando "estaba consultado para general de las [galeras] de Portugal...", murió con sentimiento general de todos, y declaró que "tenía hecho voto de castidad y religión". Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de San Francisco [de Paula?] en El Puerto. En su testamento dejó “al convento de Nuestra Señora de la Victoria toda su librería".(¿Dónde estarán hoy sus libros?).

Estoy seguro de que nuestro Ayuntamiento, tan preocupado por las cosas culturales, habrá programado un Congreso, por el IV Centenario de la muerte de quien fue precursor del culteranismo, con los más grandes especialistas en la obra de Don Luis Carrillo como las Profesoras Rosa Navarro Durán, Fiorenza Randelli Romano y Angelina Costa Palacios, o con el Profesor Antonio Carreiras, y habrá aprobado ponerle una calle. Lo digo al revés para que ustedes me entiendan. Soy consciente de que predico en el desierto. Pues vale.

P.S.  Esto lo escribí en Diciembre de 2010. Pues ha pasado el 2011, 2012, sin que nadie se enterara de esto. Es una pena. (Texto: Luis Suárez Ávila).

(*) Cuatralbo. Jefe o cabo de cuatro galeras.

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juanlaurent_puertosantamariaJean Laurent o Juan Laurent Minier (Garchizy, Nevers (Francia), 23 de julio de 1816 - Madrid, 24 de noviembre de 1886) fue uno de los más importantes fotógrafos que trabajaron en España en el siglo XIX. /Juan Laurent en La Ilustración Nacional, pag. 20 del número de 20 de enero de 1887.

Jean Laurent es unos de esos personajes fascinantes cuya vida y obra está muy alejada de ser reconocida por el gran público. Viene siendo habitual desde hace un par de año organizar exposiciones fotográficas que recogen la historia local de una comunidad como puede ser la andaluza o de una ciudad como Toledo. Indistintamente cual sea el objeto fotografiado --véase el Patio de los Leones de La Alhambra o dos chicas con el traje típico vejeriego (Vejer de la Frontera, Cádiz)-- las imágenes posiblemente formen parte de una antigua colección privada que el Estado compró en 1975 a Joaquín Ruiz Vernacci. Un auténtico tesoro cultural cuya “joya de la corona” lo conforma la colección fotográfica de Jean Laurent y Minier, un francés afincado en Madrid desde 1843 cuya especialidad eran las fotografías de retratos, paisajes turísticos y vistas de tópicos pintorescos.  Laurent es considerado uno de los grandes pioneros de la fotografía en España y hoy es nuestro protagonista.

Puente de San Alejandro. Del Catálogo: 'Obras Públicas de España. Vistas fotográficas de algunas obras importantes y de algunos monumentos antiguos. Carretera de primer orden de Madrid a Cádiz. Autores: Laurent, J. (1816 - 1886) y Martínez Sánchez, José (fl. 1853 - 1870) Año 1867. Biblioteca Digital Hispánica.

Abrió un estudio con su socio José Martínez Sánchez que luego llamaría Laurent y Cía. -en la Carrera de San Jerónimo en Madrid, en unos de los edificios en frente del Congreso de los Diputados-, cuando se unió con su yerno Alfonso Roswag. Laurent seguía los pasos del otro pionero de la fotografía en España: Charles Clifford.

Puente del ferrocarril sobre el Guadalete (El Puerto de Santa María). Autor: Jean Laurent. Este puente permaneció intacto hasta noviembre de 2007. Tuve la suerte de fotografiarlo antes de su desmantelamiento para la construcción de uno nuevo para el AVE (por entonces sólo quedaba menos de 20 metros). Año 1867. Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.

Laurent como Clifford ostentó el título de “Fotógrafo de Su Majestad la Reina” (Isabel II), al ser considerado un gran retratista. Compaginó su trabajo como fotógrafo de Isabel II con el que fue su proyecto fotográfico de mayor envergadura: recoger las diferentes vistas de España y Portugal. Además, la Casa Real no fue su único cliente, también lo fueron las principales Compañías ferroviarias extranjeras, en su mayoría francesas y belgas, que comenzaban a construir la red ferroviaria española (desde 1853 a 1866 se construyó el 40% de la red existente en 1936). Pero en muchos otros casos los trabajos fotográficos fueron realizados por iniciativa propia de Laurent con el objetivo de facilitar a la sociedad el conocimiento de los principales monumentos y manifestaciones artísticas que se habían producido a lo largo de la historia de España.

Puente del ferrocarril sobre el caño o río San Pedro (El Puerto-Puerto Real). Autor: Jean Laurent. Año 1867. Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.

Habitualmente usaba el tren para trasladarse de un punto a otro y tal vez su “deformación profesional” por su trabajo con las Compañias ferroviarias le llevó a fotografiar en Cádiz los puentes sobre el río Guadalete (El Puerto de Santa María) y el caño de San Pedro en Puerto Real. Tal vez su amigo Alejandro Dumas padre (autor del El Conde de Montecristo) le hablara de las bondades gaditanas o tal vez conocía la obra de Dumas “Impressions de voyages: de Paris a Cadix”. Pero de un modo u otro, Jean Laurent recaló en Cádiz allá por el año 1867 (posiblemente con el encargo de fotografiar obras públicas para la Exposición Universal que se iba a celebrar ese mismo año en París).

Laboratorio fotográfico de Laurent, en 1872 /Archivo Ruiz Vernacci IPHE. Ministerio de Educación y Cultura.

Con su pesado equipo fotográfico transportado en un carruaje-laboratorio se paseó por la provincia de Cádiz dejando como testimonio de su paso sus fotografías. Estas son algunas de imágenes que captó aquel año de 1867. (Texto: José Manuel Oneto Mariscal)

… Disfrutaban de un tranquilo y agradable viaje del que nadie podría imaginar lo que en pocos días les esperaba...

A las 23.40 de la noche del 14 de abril de 1912, tras cuatro días desde que  partieran  de Southampton, Inglaterra con destino a Nueva York y habiendo hecho escala en Chemburgo, Francia y en Queenstone, Irlanda, uno de los vigías de guardia esa noche, Frederick Flees, divisó, a 500 metros, la presencia imponente de un iceberg con una altura aproximada de unos 30 metros. De nada sirvieron los desesperados intentos de no colisionar con el “gigante de hielo”.

         Instantánea del iceberg que provocó el hundimiento del 'Titanic'.

Hoy se cumplen 100 años  de este trágico y horrible suceso que conmocionó a millones de personas y que aún hoy en día sigue sin dejar indiferente a cualquiera.

A continuación podrán leer una serie de artículos pertenecientes a la “Revista Portuense” y por los que, los ciudadanos de El Puerto de Santa María de aquel año de 1912, fueron informados de tal inquietante naufragio:

...continúa leyendo "1.350. EL NAUFRAGIO DEL TITANIC. Contado por la Revista Portuense"

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Algunas investigaciones sobre la talla del Cristo del Amor hablan de la poderosa gubia de algún autor italiano, de uno de los genoveses que residían en el esplendoroso Cádiz colonial del siglo XVIII  y que contaban con piadosos encargos incesantes en la capital y en su entorno. El profesor Paco González Luque, que admira tanto como venera a este Cristo, lo ha estudiado detenidamente y ha cotejado datos y versiones sobre este conmovedor,  a todas luces estremecedor, crucificado barroco. Se habla de Joaquín María di Maggio como el creador de este serenísimo rostro, de esta Muerte  de Dios, tan mansa como sobrecogedora, por el encargo del capellán Ambrosio Álvarez de Villarelo, quien quería trasladar la mística visión del Redentor que tuvo en uno de sus sueños.

Imagen actual del Cristo del Amor en la moderna iglesia de las Capuchinas, en el Pago de la Caridad.

Un Cristo con las carnes abiertas, sacrificado como el cordero de Pascua, sin la fractura de ninguno de sus huesos, como proclamaron las profecías, y clamando piedad, paz y amor,  justicia y caridad, en su dramática actitud expiatoria.  Un encargo de cuando se culminaba la rica capilla de las Capuchinas en la vía de la Virgen de los Milagros, sobre 1750. Pero tal vez pudo ser un prodigioso y anónimo autor local. Como siempre, los portuenses no terminamos de valorar ni lo que tenemos ni a quienes trabajaron por este bendito rincón de Santa María. Si no de nacimiento, aunque fuera un autor italiano, seguro que  fueron unas manos portuenses por implicación, manos portuenses de devoción, las que crearon esta barroquísima representación de la Pasión de Cristo.

La primera vez que este Cristo de las devociones salió a la calle fue con motivo de una procesión en acción de gracias en 1941. Cuando decimos que vivimos un año complicado, sólo nuestros mayores muy mayores pueden hablarnos de la hambruna y de la cartilla de racionamiento, de las privaciones y las desesperaciones de una posguerra donde en cada alborada sonaban trágicos disparos, cada día, en ese penal de El Puerto, Puerto de Santa María. En 1943 los jóvenes de Acción Católica instituyeron ese vía crucis del Cristo del Perdón del que se conservan muchas imágenes fotográficas porque se celebraba el Viernes Santo al mediodía. Discurría desde la iglesia de San Joaquín, con recogida en el templo capuchino sobre las tres de la tarde,  recorriendo las calles de ese Barrio Alto, de gitanos saeteros y patios tan floridos como humildes, siempre necesitado y latiendo como corazón de la esencia de El Puerto. /En la imagen, Vía Crucis por la calle Santa Clara en 1943.

El Cristo del Amor, portado por presos, en el interior del antiguo Penal.

El capellán jerónimo Francisco Duque sintió esa necesidad de convertir al Santísimo Cristo del Amor en estandarte de la fe y mensaje de reconciliación entre los presos del sufrido penal portuense. De ahí que el Arzobispado de Sevilla concediera con celeridad en 1958 la creación de la asociación piadosa que asisitió durante un cuarto de siglo a los reclusos. Durante décadas el Cristo Negro formaba parte de la devoción popular portuense aunque no fuera una imagen procesional. Ya en 1959 se instituye la primera salida de la asociación piadosa hasta el penal  y al año siguiente TVE filmó el primer documento que tiene sobre El Puerto en su archivo, el de la estación de penitencia de 1960.

Papeleta de rifa de 1968 para recaudar fondos para la Asociación Piadosa del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Madre Dolorossa del Silencio. El Premio estaba expuesto en los desaparecidos Tejidos Fernández.

Esteban Fernández Rosado y Joaquín Gaztelu eran los dos nombres fundamentales de los desvelos del capellán para llevar adelante la asociación. Con una riada de cruces exaltadas formada por Pepe Calvario, Enrique García Máiquez, Eduardo Ballesteros, Enrique Esteban Poullet, Vicente González Lechuga, Vicente Zuasti, Benito Gago, Luis Ramos, Luis Puentes o Juan Macías Figuereo. Algunos de los hermanos que con su estampa impresionaban en el Jueves Santo, mientras 16 personas conducían el recoleto paso que entre cuatro hachones  dibujaba sombras de dolor en las fachadas de la calle Cielo y que en silencio transcurría como una estrella fugaz por la noche de la primavera temprana porteña… /En la imagen, el Cristo del Amor portado por 16 hermanos, a su paso por la Carrera Oficial por la calle Larga. /Texto: Francisco Andrés Gallardo.

"Desde el alto otero de las Cruces, El Puerto parece un velero anclado o varado junto al río. Caminemos despacio. El Puerto hay que conocerlo sin prisas, poco a poco. No hay temor de que se nos haga tarde. El tiempo se detiene aquí, entre otras razones, porque no podría hacerlo en otro sitio mejor".
Juan Ig. Varela Gilabert

"Descubrid y deteneros un día, ante la cruz de hierro forjado que se encuentra en la esquina de Santa Fe con Durango, en las proximidades de lo que fue la ermita del Santo Cristo. Ermita que fue originaria sede de la hermandad de la Vera-Cruz hace cinco siglos, y por donde se erigiría ese monasterio de los franciscanos, hoy parroquia jesuita, a principios de la floreciente centuria del XVI, en el esplendor del señorío de los Medinaceli. /Antigua imagen de la cruz de la Ermita de San Sebatián, que aun se conserva en el lugar donde fue construida ésta, y en los terrenos aledaños donde más tarde habría un Hospital de Mujeres

Es la cruz del desaparecido hospital de San Sebastián, rastro semiescondido  y casi olvidado, entre coches aparcados, de un edificio que testimonió la asistencia social de la Iglesia cuando los poderes públicos no se interesaban por los más desfavorecidos…

Imagen actual de la disminuida Cruz de San Sebastián, entre coches y deslucida

Ya que en estos momentos ningún malaje nos oye, confiemos en que no venga nadie a pedir demandas de otros tiempos y a reclamar en que, por el bien de un malentendido laicismo, por desnudar de principios a una sociedad ya de por sí indolente, blandengue y trivial, se retire ese símbolo cristiano de un lugar público, como está sucediendo en otras ciudades y como se pretende imponer en colegios y hospitales regidos por órdenes religiosas. Esa cruz de hierro tan austera, con su estilizado capitel, forma parte de un patrimonio tanto cultural como sentimental y religioso que nos recuerda cada día lo que fuimos y lo que somos". /Del pregón de Semana Santa de Francisco Andrés Gallardo. Año 2010.

Más información de San Sebastián:
Nótula núm. 631 en Gente del Puerto.

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