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El 23 de febrero de 1996, no hace tanto aparecía este artículo en Diario de Cádiz, donde se mencionaba por primera vez la palabra ‘internet’ en un periódico en El Puerto. Hoy, 16 años después, las referencias a internet en los medios son obligadas e incluso están cambiando la forma de entender los medios. Con este artículo tan porteño, lo rescatamos del recuerdo.

Quince grados.

Es una pieza fundamental. Sin ella no existirían.
Va de arriba a abajo; de delante a atrás; de principio a fin.
Es una parte fuerte y delicada a la vez, que hay que preservar de los fondos y bajíos; que hay que tener limpia de escaramujos y suciedades; que hay que mantener robusta.
Es para nosotros -en El Puerto - de confianza, familiar; la llamamos quilla.
Va en la parte inferior del barco, de proa a popa, y sobre ella se asienta el armazón del mismo.
La quilla de este barco conoce las interioridades de la Bahía de Cádiz, y como ha sido viajera, entiende de flora, fauna marina y algo de plancton de otros lugares.
Es difícil que tenga una visión diferente del mundo, salvo cuando el barco estuvo en construcción por los carpinteros de ribera; o en reparación, en los varaderos portuenses.
El marinero avezado conoce los movimientos del barco y su quilla; en nuestra Bahía y en alta mar; con el mar en calma y con temporales.
Sabe de bruscas sacudidas y de suaves balanceos; de maniobras encubiertas y de rumbos por derecho.
Hasta la aparición de modernos instrumentos de navegación, basados en los satélites y las computadoras, y algo de InterNet , el marinero se auxiliaba durante el mar de leva y los temporales de un singular aparato: el clinómetro.
Este instrumento determina la inclinación longitudinal de la quilla de los buques, con relación al plano del nivel del agua.
Así, avisa de la diferencia de calado entre la proa y la popa, sólo hasta los quince grados.
La medida siguiente en la escala del clinómetro es fatídica: el barco se está hundiendo.
No puede enmendarse.
No hay posibilidad de recuperación.
Por eso, el marinero, en tensión, vigila el clinómetro durante los temporales al acercarse a esa temible medida.
Promete no volver a salir nunca más a navegar, para a continuación y una vez en tierra -olvidados los sinsabores-, embarcarse en el siguiente turno acuciado por la necesidad; o animado porque el mar es su medio.
El marinero recuerda al poeta, y reflexiona; «Nadie se conoce hasta que ha sufrido».
De tal modo sabe que «demasiado» es enemigo de «suficiente», y conmina al referido aparato a no alcanzar los mencionados quince grados.
Hasta vulnerando las leyes de la naturaleza de esta gigantesca pecera. (Texto: José María Morillo).

 

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JUAN JOSÉ LÓPEZ AMADOR. Pocas veces tenemos la oportunidad de estudiar elementos tradicionales que aún son de uso en nuestra forma de vida actual, y mucho menos ponerlos en relación con usos similares, pero en épocas muy antiguas, especialmente si se trata de un amuleto que parece tener propiedades mágicas. El objeto arqueológico estudiado se mantiene en su esencia como una tradición marinera, sobre todo en la Bahía de Cádiz, y fundamentalmente en El Puerto de Santa María, aunque he podido ver su uso en la costa de Huelva y el Algarve portugués. En la actualidad está distribuido por toda la geografía nacional, pero casi seguro, que en la mayoría de los casos son adquiridos como adornos exóticos, sin saber que la tradición popular le dota de poderes sobrenaturales. /En la imagen se pude observar la forma más común de llevarlos, trabados en hilos y cadena de oro, y colgados del cuello, expuesto en el taller de platería Selma en nuestra Ciudad.

Durante largo tiempo he estado siguiendo la pista de esta pequeña pieza ósea, y para ser más concreto desde que en la excavación en 1984/85 (Túmulo 1. Necrópolis de Las Cumbres. Castillo de Doña Blanca), donde tuve el privilegio de colaborar, apareció uno de estos fotolitos en el ajuar de un difunto allí enterrado. Me llamó poderosamente la atención pues en mi casa era algo frecuente, mi padre tenía fe ciega para sus cefaleas. Aquello me dejó un poco con la incógnita de por qué este talismán se encontraba entre las cosas personales de quien estuviera allí enterrado.

AMULETO.
Para saber de sus virtudes hamos utilizado la sabiduría popular, sobre todo la de las personas mayores relacionadas con el mar. Durante largo tiempo hemos llevado un otolito con nosotros, se ha preguntado lo que sabían al respecto a personas que lo llevaban colgando al cuello, joyeros, en muelles, mercados, y enseñado a mayores en un recorrido por las de ciudades y pueblos como Algeciras, Tarifa, Barbate, Conil, Cádiz, El Puerto, Sanlúcar, Huelva Isla Cristina, Ayamonte y en Portugal, Vila Real de San Antonio, Tavira, Faro, Segres y muchos más.

Antiguamente, y de ello tenemos constancia, los otolitos de corvina eran transportados en bolsitas de tela o, incluso, sueltos en los bolsillos. Actualmente se comercializan en forma de anillos, pendientes y colgantes según su tamaño.

 

De los amuletos hay que decir que han sido empleado en todas las culturas y épocas de la historia, por sus supuestos poderes sobrenaturales. Las costumbres y tradiciones populares dan singular relevancia a la magia, y en especial, a los amuletos. Estos sueles ser objetos generalmente portátiles y unipersonales a los que supersticiosamente se le atribuyen alguna virtud sobrenatural: preservar de algunos males, evitar y sanar enfermedades, o traer suerte. Entre estos amuletos, hemos incluido los fotolitos. El portador considera el amuleto como un talismán que posee propiedades para ahuyentar el mal y los maleficios. Esta creencia forma parte de esta idea consustancial en el hombre de atribuir poderes sobrenaturales a elementos de la naturaleza, astros, animales, plantas, rocas, … Es algo que permanece vivo aún hoy en nuestra cultura, pero que va desapareciendo. /En la imagen la ubicación de los otolitos en la cabeza del pez tal vez hubiese influenciado para su uso como amuleto donde se muestra de la ubicación exacta del saco que contiene los otolitos en la cabeza de una gran corvina.

La corvina es uno de los pescados blancos que mas favorecen  a la salud al consumirlos, rico en fósforo y calcio y no tiene absolutamente nada de colesterol.

LA CORVINA.
Producto de la larga vinculación que desde la Prehistoria tenemos con el mar, es el singular uso que los habitantes de estas costas hemos dado a una pequeña parte de un pez: la corvina. Aparece desde momentos que remonta su antigüedad a más de 3000 años, convirtiéndose, posiblemente, en una de nuestras más antiguas manifestaciones mágico-religiosas originadas en el mundo marino.

Plato de corvina y pimientos.

La corvina aún se captura en nuestras aguas y forma parte de nuestra gastronomía. No es un pescado muy abundante y se encuentra en regresión por todo el litoral. Hace años se solían capturar en algunas alambrabas donde se pescaba el atún, pero siempre en menor proporción. Su captura se destina a la venta directa y no a la conserva. Se prepara en forma de filete o rodajas aprovechando para su corte la separación de las vértebras: la cabeza , que contiene el fotolito, una vez seccionada se vende aparte y a buen precio, según los pescaderos. La mayoría de las corvinas que hoy se venden provienen del ‘Moro’, zona geográfica que comprende la banda atlántica de Marruecos y el norte de las islas Canarias (Ferrer: 1993), siendo los de mayor tamaño de 12 a 20 kilogramos, mientras que los del Golfo de Cádiz tienen menor porte.

 

Un otolito engarzado en plata, otra forma de usarlo como colgante.

Al pez se le atribuyen poderes sobrenaturales, se le considera como un ser psíquico, dotado de poder ascensiones de lo inconsciente, tiene sentido fálico, es símbolo de fecundidad, etc. (Cirlot: 1969). Otras culturas le atribuyen un simbolismo espiritual, como ocurría entre los chinos, babilonios, asirios y fenicios.

EL OTOLITO.
Los otolitos o estatolitos son pequeños huesecillos que tiene la corvina en su cabeza. Tiene forma de saco y es parte del órgano de equilibrio en los peces y su ficha de crecimiento, situándose, en los vertebrados junto a los órganos acústicos. Desde antiguo, este hueso de aspecto alabastrado atrajo la atención de los marineros, que solían guardarlo como algo muy preciado. De hecho, como he dicho, mi padre, José López Navarrete (ver nótula núm. 422 en GdP), siempre lo llevaba en el bolsillo. Es curioso que hoy podemos observar estas piezas en el escaparate de cualquier joyería, formando parte de la orfebrería, ya que se ha conservado su uso como amuleto y es una tradición muy popular en la Bahía de Cádiz.

A nuestro amuleto se le atribuyen cualidades y propiedades curativas sobre cefaleas y dolores de cabeza, y buena fortuna, según la gran mayoría de consultas que se han efectuado fundamentalmente en el área geográfica del Golfo de Cádiz. Es verdad que existen muchas versiones de sus poderes mágicos, pero en general, la base de todas giran entorno a las mencionadas anteriormente.

Túmulo 1 y ajuar funerario de la Necrópolis 'Las Cumbres'. Castillo de Doña Blanca. El Puerto de Santa María.

EXCAVACIONES.
Dedicamos nuestra reflexión a este huesecillo que formando parte de la estructura ósea de la cabeza aparece siempre individualizado, así es como ha aparecido en varias excavaciones arqueológicas. Debemos señalar que la mayoría de las excavaciones corresponden al período Orientalizante. [Aparecen en El Puerto en las excavaciones de  Pocito Chico: año 1.000 a.C.; Castillo de Doña Blanca: s. VIII A.C. En Huelva, La Joya: s. VII a.C. En Gibraltar s. VIII a III a.C. En Sanlúcar, La Algaida s. V a II a.C.]

Aún son pocos los datos que tenemos de estos otolitos, singulares objetos arqueológicos, aunque estarán de acuerdo que su rastro es muy coincidente. Nos conduce a una serie de evidencias a tener en cuenta. Su aparición siempre forma parte de las ofrendas en distintos ritos, delimitado claramente en el tiempo. Así pues, al menos podemos definir claramente su uso en épocas Fenicio-Púnica, adaptándose y superviviente desde la fundación de Gadir hasta la llegada de los romanos.

Para finalizar quiero decir, que me gustaría poder ofrecer alguna teoría más al respecto, su procedencia, uso, etc. Pero como es lógico son pocos los datos que poseemos. Gracias a la tecnología y los análisis actuales como el ADN y otros. Tal vez muy pronto sepamos la procedencia geográfica de alguna de las personas que en la antigüedad utilizaban nuestro amuleto, y esto junto a otros datos nos aclaren un poco más sobre este singular patrimonio.

En la actualidad este amuleto tan arraigado en el Golfo gaditano, se ha visto trasladado a otras zonas de Andalucía, y también de España, como adorno personal, pero aquí ha quedado como parte de nuestro ajuar personal y nuestra tradición oral. Sea como fuere, este amuleto se distribuye en una región geográfica concreta como es el Golfo de Cádiz. Con una función creadora, en un sistema de relación hombre-objeto de manera muy compleja, especificándose creencias religiosas en relación con el medio natural, escondiendo viejos ritos bajo creencias tradicionales, que por suerte perduran hasta la actualidad.

El cocinero Angel León logra aplicando técnicas de Física Cuántica que sus platos tengan movimiento y una sopa “se mueva” al compás de la música. A partir del próximo año el restaurante de El Puerto contará con una mesa especial para dos en la que servirán platos que simulan el movimiento de las olas del mar.

 

El cocinero Angel León. / Foto: Restaurante Aponiente

Los platos hasta ahora se olían y se comían, pero a partir de principios del próximo año también habrá que dejar unos instantes para comprobar como se mueven porque en 'la mesa mágica',  una nueva experiencia que pondrá en marcha el  cocinero Ángel León (1 estrella Michelín) en su restaurante Aponiente de El Puerto de Santa María, algunos de sus platos también tendrán movimiento, se moverán al compás de la música recordando el vaivén de las olas del mar.

León señala que ha dedicado varios meses a estudiar como hacerlo. «--Era una vieja obsesión que tenía, la de lograr representar en un plato el movimiento del mar, las olas. Por fin este año he logrado encontrar la solución y ya estamos finalizando los trabajos para que a principios del año que viene en Aponiente se sirvan platos con movimiento. Será algo totalmente innovador, una nueva sensación».

El cocinero portuense, una vez más se ha aliado con los científicos para conseguir su objetivo. En esta ocasión han sido las universidades andaluzas las que le han apoyado y le han ayudado a buscar técnicas con las que desarrollar su idea. La solución la han encontrado en algo tan lejano a la cocina como la Física Cuántica, una ciencia que estudia el movimiento de las partículas. El equipo de Angel León, en colaboración con los científicos andaluces, han logrado conseguir que el contenido de un plato se mueva al compás de la música.

La técnica consiste en la construcción de una mesa especial que tendrá dos platos fijos, uno por cada comensal,  sobre los que se colocarán los platos que lleguen desde la cocina. Gracias a un sistema basado en las vibraciones que produce la música sobre este plato especial, se conseguirá que el contenido de este se mueva al compás simulando movimientos que irán variando mientras el comensal consume el plato. «--La idea -señala León- es que simulemos lo más exactamente posible el movimiento del mar. Se verán sus diversos estados, los vientos, el oleaje…». En principio el sistema se aplicará a dos platos. Uno será una sopa marinera con muchos matices que recuerden en olores y sabores al mar, señala el cocinero y otro será un postre.

En principio el sistema tan sólo se aplicará en una mesa del restaurante que habrá que reservar previamente y que se bautizará con el nombre de ‘mesa mágica’ y en la que el cocinero servirá un menú especial «donde habrá muchas sensaciones. Comer será algo más».

Esta nueva innovación del cocinero portuense se inscribe dentro de su idea de acercar cada día su cocina más al mundo marino. De hecho el menú que ha estrenado en 2011 (pulsar aquí para conocer la carta) recorre toda la cadena trófica, el ciclo de vida marino, por lo que comienza ofreciendo platos con placton, las pequeñas partículas con las que se alimentan los animales más pequeños y termina con los pescados más grandes. El cocinero defiende además el uso de los pescados humildes que se pescan en las costas gaditanas en la alta cocina. Así en su nueva carta figuran especies como el sapo, la pijota, la caballa, el tapaculo o la sardina, especies que hasta ahora han sido muy poco usadas en la alta cocina.

Angel León con sus novedosos chorizos hechos con lisas de estero. /Foto: Restaurante A Poniente

La colaboración con los científicos para desarrollar nuevos conceptos de cocina es una constante en el cocinero gaditano. Así muchos de sus platos han sido desarrollados con equipos de investigadores. Fruto de estas colaboraciones han salido el uso de huesos de aceituna como material de combustión para asar pescados, el uso de concentrados a base de vinos de Jerez, la creación de un concentrado de placton marino para aromatizar platos o el desarrollo de embutidos marineros a base de carne de lisa de estero o albur. (Texto: Pepe Monforte).

 

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Estas imágenes, testimonio de un pasado reciente, lugares y objetos inexistentes, desaparecidos ya en la primera década de este siglo XXI, son un recordatorio de hacia donde va El Puerto. Y lo de lo poco que va quedando.

Casa situada junto a la extinta Pensión de la Fruta, en la calle Ganado, donde viviían los padres del 'Arropiero', en cuyos bajos había una accesoria en que vendían, por Navidades, figuritas de nacimientos hechas en barro y alambre de un estilo muy primitivo. /Foto: AGR

Una de las salas del desparecido Museo Ramón Bayo, en la calle San Francisco esquina a Santa Lucía. La familia intentó, sin éxito que el Ayuntamiento se hiciera cargo de la colección. Hoy, una parte de la exposición se encuentra en un museo gaditano y otra está a la venta por internet.

Puente de San Alejandro, el otro, gemelo que daba servicio a la línea de tren Madrid-Cádiz, salvado in extremis, espera destino para ser colocado en el río San Pedro, a la altura del Parque de los Toruños.

El Restaurante El Cortijo, en el Paseo de la Victoria, durante la celebración de una boda. /Foto: Colección Carlos Pumar Algaba.

Fotograma de la película 'Fugitivas' donde aparece la recientemente desaparecida Estación de Trenes.

Vapor y pesqueros en el antiguo muelle, cuyo edificio hoy está reconvertido por mor del afán recaudatorio de la Autoridad Portuaria en...

Discoteca Joy Sherry, en el edificio inconcluso del palacete al estilo francés 'Petite Trianón', en la carretera de Sanlúcar. Proyectos para hotel y otros usos no terminan de ver la luz. ¿Acabará destruido?

El Teatro Principal, pasto de las llamas ¿y de la especulación? en 1984.

Tabernón de Merello, en la calle Santa Lucía, uno de los últimos vetigios de las tabernas con solera de El Puerto, hoy desaparecido.

Colegio del Asilo de Huérfanas en la calle Cielos, esquina con Cervantes.

Balneario de Aguas Termales en La Puntilla, desaparecido en 1980.

Dunas, pinares, monte bajo y pinares de la playa de Fuenterrabía.

Selección de imágenes de la Colección de Antonio Gutiérrez Ruiz.

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El 9 de septiembre de 1930, hace 81 años llegaba a El Puerto, poco después de las tres y media de la tarde S.A.R. el infante Don Juan de Borbón y Batenberg, procedente de San Fernando, acompañado de su preceptor, José María de Amusátegui. Fue recibido a las puertas del Club Náutio --que por aquel entonces se encontraba en La Otra Banda, junto al puente de San Alejandro-- por el alcalde de El Puerto, Eduardo Ruiz Golluri quien le dio la bienvenida en nombre de la Ciudad.


De izquierda a derecha, el Teniente Coronel Juan García de Diego, S.A.R. don Juan de Borbón y el alcalde, Eduardo Ruiz Golluri.

A continuación le cumplimentaron el Comandante Militar de la Plaza, Teniente Coronel Juan García de Diego, así como por la directiva y socios del Club Náutico que habían acudido al acto, entre los que encontraban su presidente Manuel Muñoz Ávila acompañado de Javier Terry del Cuvillo, José Gabiola, Bernardo Rodríguez Morgado, Carlos Zwiky, Juan Pedro Velázquez-Gaztelu y Caballero-Infante, el marqués de la Candia, Rafael Muñoz Ávila, Juan Osborne Tosar, Manuel Torrecillas, Carlos J. Terry y del Cuvillo.

Entre otros invitados estaban presentes el Ingeniero Director de la Comisión Administrativa del Puerto --el equivalente al Ingeniero Director de la actual Autoridad Portuaria-- Ignacio Moreno Llasera; el director de la Revista Portuense, Luis Pérez Pastor; el director de Diario de Jerez, Luis de la Sierra; el secretario del Ayuntameinto Federico A. Sánchez Pece; el Administrador de Aduanas, Joaquín Calero Cuenca y otras ‘fuerzas vivas’ entre los que se encontraban Mariano López Muñoz, Rafael Benvenuty y José Gamero Cívico, entre otros.

Bernardo Rodriguez Morgado conduciendo la embarcación 'La Pinta' con S.A.R. Fue un piloto de aviación civil que, con el tiempo sufriría un fatal accidente el 18 de Abril de 1934 cuando su avioneta  de desplomó cayendo en barrena sobre el Hotel Cristina de Sevilla, en  cuya azotea se estrelló. De 35 años, estaba casado y tenÌa dos hijos. Vivia en El Puerto de Santa Maria. Antes de practicar la aviación había sido motorista y sufrido un grave accidente del que quedó cojo. Despues compró la avioneta y se dedicó a tirar propaganda desde ella volando a baja altura sobre la ciudad de Sevilla.

Tras el encuentro dieron una vuelta por el río Guadalete, en la canoa-automóvil ‘Pinta’, pilotada por Bernardo Rodríguez Morgado, seguidos por la lancha ‘Tonino’ que les daba escolta, donde iban el alcalde y el preceptor de Don Juan. Además salió la lancha ‘María de los Ángeles’, pilotada por Carlos Zwiky con algunos de los asistentes al acto.

Sentados, de izquierda a derecha, S.A.R. el infante Don Juan de Borbón y Battenberg, Francisco Javier de Terry y del Cuvillo, Bernardo Rodríguez Morgado, de espaldas el teniente coronel, comandante general de la plaza Juan García de Diego, Juan Gavala y Laborde (ver nótula núm. 442 en GdP), Juan Pedro Velázquez-Gaztelu Caballero y Joaquín Calero Cuenca (ver nótula núm. 925 en GdP). De pie, Antonio Osborne Vázquez, Francisco Rodríguez Ceballos (ver nótula núm. 1113 en GdP), dos camareros desconocidos y Manuel Muñoz Ávila, presidente del Club Náutico entidad que visitó Don Juan de Borbón, procedente de San Fernando el 9 de septiembre de 1930, cuando se encontraba en la otra banda del río, junto al desaparecido Puente de San Alejandro.

De regreso al Club, la directiva ofreció una copa de champagne a S.A.R., marchando a continuación a la Plaza de Toros para asistir a la novillada que se celebraba poco después, en la que actuaron Camará, Leopoldo Blanco y Manolo del Pino ‘Niño del Matadero’, quien entusiasmó a sus paisanos.

Las instalaciones del primer Club Náutico, en la Otra Banda del río Guadalete.

Don Juan se encontraba estudiando en la Escuela Naval de San Fernando. Con los años volvería al Club Náutico en varias ocasiones, lugar donde tuvo su última aparición pública antes de ingresar en una clínica en la que no superaría la enfermedad que le aquejaba.

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Las aficiones de Andrés Pérles Velázquez han sido varias, desde muy temprana edad: los barcos de pesca, la navegación a vela, los materiales náuticos de las embarcaciones pesqueras, la restauración de los metales sobre todos los que procedían de los barcos, las maquetas y otras pero, también, en su juventud, fueron muy importantes la motocicletas, que es a lo que nos vamos a referir en la presente nótula de Gente del Puerto.

Veloxolex. Año 1955, la primera moto de Andrés Perles.

SU PRIMERA MOTO.

Su afición comenzó cuando casi era un niño, con una ‘Velosolex’ que le compró  en 1955 a  Gilito, Maestro Zapatero que tenía su taller frente a la casa familiar, en la calle Nevería. Este velomotor lo tuvo escaso tiempo ya que poco funcionaba. Había que pedalear bastante, sobre todo si cogía una pequeña cuesta. Es por eso que se hizo  con una ‘Mobylette’, que compró en la calle Larga, a un mecánico que tenia su taller a la altura de  donde tienen hoy su taller de reparación los hermanos Monis. Este mecánico se apodaba Antonio Rodriguez Cortes 'Piqui'. Aquel ciclomotor duró mas tiempo en su poder.

Andrés Perles, en 1960, con la Ducati matrícula CA-25267.

DUCATI.
Y cuando le comunicaron que tendría que realizar el servicio militar en la vecina población de San Fernando, intuyó que necesitaría un mejor medio de transporte por lo que vendiendo la ‘Mobylette’ adquiere una ‘Ducati 160’. Pero resultó que no le daba el rendimiento que el pretendía ya que tenía complicaciones de puesta a punto así como problemas con la batería, que se descargaba inmediatamente "--En estas condiciones no arrancaba ni empujándola".

Con la Vespa matrícula CA-35281 por la Avda. de la Bajamar,  a mediados de los sesenta del siglo pasado.

LA PRIMERA VESPA.
Y dado que esta motocicleta le gustaba mucho a Paco Gurrea  hicieron un trueque, cambiándola por una ‘Vespa’, "no recuerdo si nueva o de segunda mano". Lo cierto que es que le fue estupendamente, y esta afición por las Vespas se ha prolongado hasta hace un año, fecha en la que decide vender una ‘Vespa 200 PX’, en muy buen estado de conservación.

Andrés Perles, en Lebrija, durante una concentración de motos.

CARCOMA
En el año 1997 el mundo de la pesca empieza a resentirse y Andrés tendrá  menos carga de trabajo, por lo que decide salir con el Club de Motos y Coches Antiguos de El Puerto, en las salidas denominadas 'Carcoma', que organizaba dicho club cin motos antiguas, coincidiendo con el Gran Premio de Motociclismo de Jerez.  Ese año condujo una ‘Vespa’ restaurada que le prestó Fernando Marín, --"estupenda por cierto", recuerda Andrés-- y, ese mismo año, en noviembre, por San Andrés el club organizó una salida a Lebrija, a casa de un socio y amigo, Andrés Arjona, quien le ayudó mucho en el mundillo de la restauración de motos antiguas.

MV Augusta, antes de su restauración. Año 1997.

MV AUGUSTA.
La ayuda la recibió de su tocayo y amigo Andrés especialmente con el modelo ‘MV Augusta’ ya que, gracias a su intervención, le desaparecieron todos los problemas técnicos que esta motocicleta presentaba. Precisamente con esta moto fue cuando comenzó su afición por  la restauración de estos vehículos, al disponer de más tiempo por haber participado en estas salidas. La moto se la regaló Pedro. "--Cuando la vi por primera vez, me desmoralizó  totalmente y  le comenté  que no la quería", recuerda, a lo que le respondió éste irónicamente "--Que la tirara al río". Prosigue Andrés su relato: "--Cuando me tranquilicé, vi la marca y pensé que podría ser todo un reto, 'si fuésemos capaz de terminarla'. Y digo si fuésemos en plural  ya que contaba con un magnifico amigo, Rafael Soriano Valiente, su segundo apellido se le queda muy corto no es por nada, porque le mete mano a lo que haga falta, Así comencé junto con Rafael, esta gran aventura de la restauración, en un mundo que no conocíamos del todo".

La moto MV Carcoma, CA-10110, una vez restaurada. Año 1997.

PRIMER PREMIO.
“--Este  año salimos en 'Carcoma', con muchos problemas de motor y  con una gran satisfacción, nos dieron el primer premio de la mejor restauración, la verdad es que restaurar y poder salir con esa moto ya era muy difícil: el presidente y la directiva del club sabían las condiciones en que se encontraba dicha motocicleta”. Pero, además resultó que aquella moto se quedó bloqueada en la Salida y no terminó la prueba de ‘Carcoma’ de ese año. Con el tiempo y gracias a Andrés Arjona se podría solucionar el problema de aquella moto y salir a cualquier prueba,

Montesa Impala 250 cc. Año 1998.

MONTESA Y OSSA.
Como quiera que las dificultades que suponían aquella moto, cuya solución no se veía de inmediato y, en vista de los problemas que presentaba Andrés se puso a buscar otros modelos mas modernos dentro de la afición. Encontró, gracias a Gapar, hijo de  Sebastián Lloret Galiana, motorista y patrón de barcos de pesca vinculado a su familia, dos motos en Villajoyosa (Alicante). Le envió una ‘Montesa Impala 250 cc’. y una ‘Ossa 175 cc. Sport’.

Ossa Sport 175 cc. Año 1998.

Empezaron con la ‘Montesa’. Y empezaron a llegar al cuarto de redes donde las trabajaban los aficionados a la restauración: Rafael Gomez García ‘Fali’ y Valerio Camacho Marin. Pasaban los días y con éstos pasaban más aficionados por el improvisado taller, todos ayudando, y todos poniendo muchas ilusiones. “--Yo me quedé asombrado por que la ilusión era muy compartida”. La terminación de estos modelos no podían tener el más mínimo fallo. La restauración de ambos ciclomotores fueron modélicas.

Rafael Gómez ayudó mucho a Andrés en la ‘Montessa’ y cuando le llegó el turno a la ‘Ossa’ --que a nuestro protagonista no le gustaba el estado en el que venía, era pura chatarra-- fue con su buen amigo Ángel Pantoja del Puerto con quien volvió a poner en valor la máquina “--Quizás la mejor moto restaurada que he tenido”.

La Guzzi cuando llegó al taller de Andrés Perles. Año 1999.

GUZZI.
Andrés es informado por Rafael Soriano que su hermano Luis ‘Boyna’, tenía dos motocicletas de la marca ‘Guzzi’ y que se las regalaba- Fueron a por ellas y cuando las vio el estado de conservación era aún peor que la MV Augusta. Pero Rafael Soriano asumió el reto junto a Andrés y salieron en la siguiente prueba de ‘Carcoma’. En la restauración de este modelo se implicaron un buen número de personas entendidas: Paco Marín, Fosco, Roja, Valerio, Rafael Gómez, Celu, Pantoja, Montero, Mariano y otros muchos buenos amigos de nuestro protagonista.

La Guzzi restaurada CA-8695. Año 1999.

CHATARRA FINA DEL PUERTO, S.L.
Todos al verla en el estado en el que llegó al Cuarto de Redes convertido en improvisado taller de restauración, esclamaban: “¡Chatarra!”, y tanto se usó este nombre que Andrés a la palabra ‘Chatarra’ le añadió ‘Fina de El Puerto, S.L.’ Lo de limitada era porque ya sumaban veinte amigos en el taller donde ya casi no cabían.

Bultaco 'Mercurio' 155cc. Año 2000.

BULTACO.
Luego le tocaría el turno a una ‘Bultaco 155 cc. Mercurio’ que parecía una 200 cc. magnífica, sin ningún problema. Al final la cadena de distribución se le quedó larga y el motor sonaba muy mal y ya, con tiempo y restaurada la cortó Francisco Marín de Taller ‘La Rinconada’. Más adelante vendría otra ‘Montessa’ que encontró en Lebrija gracias a otro amigo apodado ‘Tigre’ quien la encontró en dicha ciudad, era una moto disfrazada de ‘Montessa Comando’ que resultó ser, también, una ‘Montessa 175 Sport’.

Andrés, a la derecha de la imagen con unos amigos, Roberto Rendrón Gómez y Manuel Fernández Lobo, en los eucaliptales que existían en la playa de La Puntilla, con la primera vespa que tuvo.

VESPA.
Mención especial merece la ‘Vespa’. Unas cuantas se restauraron en ‘Chatarra Fina del Puerto, S.L.’, con mucha colaboración de los integrantes de aquel improvisado club, a los que no puede dejar de mencionar Andrés: Soriano, Fali, Valerio, Taller La Rinconada, Celu, Taller Durango Pepe y Ramón, en Lebrija Taller Antonio Repatriado, terminando todos aquellos modelos. Entremedio arreglaron algunos detalles a motocicletas de los amigos de estos aficionados portuenses. Una ‘NSU’, de Sergio Castilla; una ‘Montessa Texas’, de Ángel Povedano; sendas ‘Vespa’ y ‘Lambretta’ de Gaspar Perea y otras mas.

CONSTITUCIÓN DEL CLUB.

En el año 2002 se constituyó como tal el Club ‘Chatarra Fina del Puerto, S.L.’, en su acta fundacional constan como presidente de honor, José Luis Alarcos; presidente perpetuo, Andrés Perles; vicepresidente ‘con llave’, Rafael Soriano; secretario, Miguel Ángel Pantoja; departamento de mecánica y ajuste, Francisco Marín, Valerio Camacho, Antonio Rojas, Rafael Gomez y Rafael Soriano; departamento de chapa y pintura, Fosco Valimaña y Rafael Gómez; departamento de adquisiciones, Sergio Castilla; departamento de terminaciones y pegatinas, Ángel Pantoja; departamento de soldaduras especiales, Fernando Marín; departamento de relaciones públicas Fosquito Valimaña; departamento de tráfico y Ayuntamiento, Alfonso Candón; experto en desgracias en rutas, Miguel Ángel Povedano; experto en antigüedades diversas, Manuel Clemente; experto en transporte y bultaco inconclusa, Eloy Montero; experto en rutas de pantanos y ríos: Mariano Ramírez, siendo el secretario Miguel Ángel Pantoja del Puerto. /En la imagen de la izquierda, un grupo de amigos con Andrés, en el Taller-Cuarto de Redes.

Cafetería Milord. Exposición de motos restauradas. Año 2004.

Con tal motivo organizó Andrés una exposición de todas las motocicletas restauradas por Chatarra Fina del Puerto en la cafetería Milord y organizaron un par de salidas con aquellas motos milagrosamente recuperadas. Las reuniones se celebraban los sábados y domingos.

No todo en el taller era reconstruir motos. En la imagen una convivencia en torno a unas buenas viandas.

“--En febrero del año 2.005 sufrí una mala enfermedad que me prohibió montar en moto terminando con miactividad motera. Este año he salido un rato en el Carcoma, y ya estoy pensando en salir el próximo año, incluso me encantaría organizar una nueva salida de “Chatarra Fina del Puerto,  S.L.” alegraría mucho la afición que está casi desaparecida. La colección de motos al no poderlas atender: arrancar, limpiar, pasar ITV, etc. y ver que poco a poco, se deterioraban, la pasé a otro buen aficionado”.

VER VIDEOS SOBRE CHATARRA FINA DE EL PUERTO.

Chatarra Fina de El Puerto. Parte 1

Chatarra Fina de El Puerto. Parte 2

Francisco García Gil lleva a gala ser marinero y ser portuense. Su abuelo fue agraciado por el Rey Don Alfonso XIII con Real Patente de Navegación Mercantil para poder navegar y comerciar en todos los mares y puertos del Globo. Con más de 70 años, 43 de ellos dedicados a la mar. Procede de  familia de tradición marinera, no en balde su abuelo Francisco García Rico, maestro redero, creó un sistema novedoso de artes de pesca con el que revolucionó el sector a nivel mundial, llegando a ser armador en su momento de hasta 22 barcos pesqueros, y terrateniente de la Punta de los Saboneses y su entorno natural, al final de la Playa de Levante. /Francisco García Gil, 'el Sabonés', iIlustración: María Fernández Lizaso.

REAL PATENTE DE NAVEGACIÓN.
Este marinero ilustre está orgulloso de ser quien es y de haber sido lo que ha sido. Está orgulloso de sus ascendientes y de sus descendientes. Está orgulloso de que su abuelo fuese amigo personal del Rey Don Alfonso XIII, que le concedió a uno de sus faluchos como se ha dicho, el llamado “San Germán”, Real Patente de Navegación Mercantil para que pudiera navegar y comerciar en todos los mares y puertos del globo. 

 [La patente de navegación la tienen todos los barcos de más de 20 TRB. Equivale al permiso de navegación. Acostumbraba a estar firmada por el ministro correspondiente en nombre del Rey, aunque ahora ya las emite el Director General de la Marina Mercante].

/En la imagen de la izquierda S.M. el rey Alfonso XIII.

Perdió a su progenitor en los primeros días de la guerra civil española, cuando apenas contaba con cuarenta días de vida. Siendo el menor de cuatro hermanos, con diez años entró en el mundo laboral rodeándose de gaseosas y sifones, pasando luego a Gráficas Andaluzas para poco después, iniciar con escasos quince años su larga singladura por la mar en “El Pelayo”, del armador alicantino Miguel Ferrer y al son de esta cancioncilla popular que aún se puede oír por “El cuarto del Tecle”...

“Levántate tabernero
que la fortuna te llama,
que pa ganá dinero
hay que abandoná la cama”

De este primer embarque recuerda con emoción contenida la melancolía que embargaba a su cuerpo y a su alma, cuando caía la noche en alta mar. Recuerda también con cariño como le marinaba y adiestraba su tío en las faenas de ayuda a los marineros, y la alegría implícita cuando el patrón preguntaba «--¿Qué se merece el niño…?: un cuartoncito o media parte».

PRIMER NAUFRAGIO.
Con veintiún años recién cumplidos ya es primer mecánico de barco, y logra así rellenar tres libretas de embarque en una singladura vital que le lleva a probar fortuna en aproximadamente unos cincuenta pesqueros del Atlántico Sur. Toda una vida. Los percances en la mar los relata con la serenidad que siempre le ha caracterizado. Su primer naufragio fue en el año 1965 cuando venían con la pesca hecha desde el Río de Oro al Cabo Mogador. Pasadas las seis de la tarde, el tiempo oscurecido y la abundante niebla impedían la visibilidad del pesquero, y enfrente del Aaiún en el Medano de Santiago, el barco embarrancó teniendo que ganar la costa a nado.

La lonja del pescado en la década de 1960.

SEGUNDO NAUFRAGIO.
El otro naufragio de envergadura fue con un barco de Huelva en el año 1992, a trescientas brazas de agua. Gracias a su pericia y a la importante ayuda y protección de su Santísima Virgen, Señora del Carmen, “Stella Maris”, siempre presente en estas vidas trajinadas entre olas y mareas, logró que fuera un percance limpio y a salvo de cualquier desgracia personal.

El desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores.

PROMOTOR DE LAS CASA DE LOS MARINEROS.
Como navegante de estirpe, y hombre inquieto y solidario con sus iguales, fue Presidente de Técnicos de la flota pesquera de El Puerto en la Cofradía de Pescadores, promotor asimismo de las Casas de Marineros de la Casa del Mar y promotor de la Fábrica de Hielo.  Consiguió también en los momentos malos de la profesión, dos “socorros” de 6.000,00 ptas. para paliar la falta de recursos puntuales de los marineros.

El puente de los Toruños, que une la 'Punta de los Saboneses' con el Pinar de La Algaida, en Puerto Real.

Después de tantísimos años navegando, su castigado cuerpo labrado a fuerza de golpes de mar, y la crisis del sector, le llevaron a su estado actual de jubilación. Dice que la no renovación del acuerdo pesquero con nuestro vecino de la otra orilla, Marruecos, ha convertido El Puerto en un puesto de alambres, y desgraciadamente creo que no le falta razón.

Ahora, los paseos diarios con su perra “Mara”, y el “Cabildo” que forma con otros compañeros de profesión jubilados como él entorno al monumento al pescador, a la orilla del río Guadalete, le hace reflexionar sobre la gran familia que forman todas las personas que tienen relación con la mar, especialmente ellos, los hombres del mar, fuertemente vinculados por esos lazos entrañables de solidaridad fraterna, que distinguen a cuantos han hecho del mar el escenario habitual de su existencia. (Textos: Manolo Morillo).

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La familia González Gómez, recogiendo el Premio de Patrimonio Histórico, el pasado diciembre de 2010.

La panadería ‘La Pajarita’, también conocida como ‘Antiguo Horno de las Cañas’, es una establecimiento con solera de los que quedan pocos en El Puerto, a pesar de que ha vivido en sus instalaciones diferentes reformas y mejoras, desde 1921, para dar un trato moderno a sus clientes, acorde con los tiempos.

1921

Aquel año era alcalde de El Puerto de Santa María Manuel Ruiz-Calderón y Paz. Pedro Muñoz Seca estrenaba ‘El Parque de Sevilla’, ‘La hora del reparto’, ‘El castillo de los ultrajes’, ‘El Ardid’ y ‘San Pérez’. El ayuntamiento nombraba a Valentín Galarza Morante, quien con el tiempo sería ministro de la Gobernación, hijo predilecto de El Puerto. El torero Manuel García López ‘Mera’ tomaba la alternativa en la Plaza de Toros el 28 de agosto, de manos de Rafael ‘el Gallo’. Se iniciaban las obras del pabellón principal de la ‘Compañía Española de Electricidad y Gas Lebón’. Dionisio Pérez Gutiérrez, fundador de la Revista Portuense, obtenía el primer premio ‘Mariano de Cavia’ instituido por ABC, por su trabajo ‘La musa de Joaquín Costa’, publicado en la revista Nuevo Mundo.

Nacían también ese año el locutor de radio Pepe Morillo León, el fotógrafo Luis Sánchez Pérez, el jesuita Jorge Loring Miró, quien hizo el noviciado en El Puerto de Santa María y donde vivió los últimos años de su vida, Pedro Cairón Calatayud ‘Pedro Ventura’ y el que fuera presidente de Domecq México, Antonio Ariza Cañadilla.

‘La Pajarita’ abría sus puertas como tal fundada por Felipe González de los Ríos en el año 1921, la continuó su hijo José González Narváez, casado con  Antonia Gómez Recalde, con quien tuvo nueve hijos: Amparo, José Felipe (Pepín), Antonio José (Nono), María de la Cruz, Pilar, Rafael Felipe (Fali), Luis Felipe, Felipe y Joaquín, estando en la actualidad regentada por dos de los hijos de éste matrimonio: Antonio y Felipe González Gómez. En el Archivo Municipal existen antecedentes de la existencia de una tahona en el mismo sitio, es decir, en la calle Federico Rubio (o Pozuelo), esquina y vuelta con el recodo que hace la antigua calle Cañas, a espaldas del Castillo de San Marcos, en el entorno donde hace siglos estaba situada una los laterales de la muralla o cerca de El Puerto. Dicha calle tuvo otras denominaciones en sus orígenes: Horno de Juan Romero y Horno de Bizcocheros.

Vista áerea del entorno en el que se desenvuelve la clientela de 'La Pajarita', en la esquina superior izquierda de la instantánea. /Foto: Jorge Roa.

BARES CON SOLERA.
Relata Enrique Pérez en su libro ‘Taberna y Bares con Solera’, que «José Luis González Obregón tuvo La Draga, antes de su actual emplazamiento en Juan de la Cosa, junto a la panadería que hace esquina a la calle Cañas. Mediados los 40, Eugenio Espinosa tenía en Pozuelo esquina a Cañas, en la acera izquierda, el Nuevo Bar, aunque pronto fue llamado Casa Eugenio. Luego instalaría el Bar Guadelete en Aurora  en la Bajamar. Enfrente, en la casa de los azulejos, hasta hace unos 40 años, Nicanor Gómez Recalde tuvo una tienda de comestibles y tabanco --éste metido en la calle Cañas-- llamado Los Caballos; nombre que puso luego en la esquina de Pozuelo con Aurora. No nos atrevemos a asegurar en cual esquina de la calle Cañas fue la que estuvo, desde el 17 de mayo de 1925, cuando se inauguró, Las Cañas, un establecimiento de bebidas de Antonio Herrera».

Pesqueros 'Mariela' y 'Vicente y Dionisia', en el antiguo muelle pesquero, hoy centro comercial y aparcamientos.

PROVEEDORES DE LOS PESQUEROS.
Desde principios del siglo XX, el pan de ‘La Pajarita’ es el que llevan los marineros de El Puerto en las singladuras que hacen los pocos barcos de pesca que aún quedan en los muelles de nuestra Ciudad, dada su calidad, lo que hace que sus propiedades se mantengan intactas durante semanas, incluso en alta mar. Y es que «el secreto del pan de telera es una miga blanca y suave que proviene del respeto a una tradición artesana», pan que se amasa a mano y después se introduce en el horno durante horas,  afirma el responsable del horno, Felipe, fórmula heredada de su padre, José González Narváez.

Azulejo en el interior de 'La Pajarita'.

Esta elaboración artesana precisa de personal especializado con experiencia en el mundo del obrador, vocacionales de su profesión, con largas jornadas para sacar los delicados y exquisitos productos, que conocen poco el descanso, dado el resultado final de tan cualificados

LOS MANOLETES.
Como sostiene Felipe, la diferencia con el pan de viena, un pan más moderno que se comercializa en forma de ‘Manolete’ (pan delgado y alargado que recuerda al desaparecido diestro de quien toma el nombre,parecido a la baguette. Esta una explicación para quienes no son o no viven en El Puerto).

Interior de 'La Pajarita' con clientes habituales.

DIPLOMA DE PATRIMONIO HISTÓRICO.
El pasado año 2010, el diploma a establecimientos tradicionales se le entregaba a la panadería ‘La Pajarita’, en reconocimiento a su trayectoria vital, laboral y profesional   por el respeto y mantenimiento del patrimonio histórico portuense, en cualquiera de sus manifestaciones. Sus continuadores al frente del antiguo Horno de las Cañas, han desarrollado una clara labor en la preservación del patrimonio etnográfico local y el mantenimiento de un oficio y un ambiente tradicional durante muchos años. Como destacó el alcalde, Enrique Moresco, «ya en pleno siglo XXI la panadería ‘La Pajarita’ es de las pocas que quedan en nuestra ciudad manteniendo el oficio de siempre».

Diploma del Centro Municipal de Patrimonio Histórico, otorgado a La Pajarita.

El acto, celebrado en los primeros días de diciembre del pasado año con motivo del Día Local del Patrimonio Histórico, instituido por el Ayuntamiento para celebrar que el 4 de diciembre de 1981 el Conjunto Histórico de El Puerto de Santa María fue declarado ‘Bien de Interés Cultural (BIC)’, algo que supone --al menos en el papel,  que lo soporta todo-- que nuestro centro goza de especial protección de los poderes públicos. Algo que no se entiende a la vista de los desaguisados que hemos seguido viendo cometer desde hace 30 años, cometidos contra el patrimonio de todos los portuenses.

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Pehr Löfling o Pedro Loefling, nació en 31 de enero de 1729 en Valbo Gastrikeland (Suecia), hijo de Erik Löfling y Bárbara Standman. Estudia con un profesor privado hasta que, con 16 años se matricula en la Universidad de Upsala, en un principio para estudiar Teología empero, influido por el profesor Carlos Linneo se apasiona por la Botánica y acaba cursando estudios de Medicina. Tutor del hijo de Linneo y ayudante de sus profesor, presenta tu tesis escrita sobre ‘Yemas y Retoños de los Árboles’ e ingrea en la Real Academia de Ciencias Sueca. /A la izquierda, silueta del científico.

ESPAÑA Y VENEZUELA.
Con 21 años viajará a España recomendado por su mentor, a instancias del rey Fernando VI, donde permanecerá entre 1751 y 1754, realizando una serie de colecciones de zoología, --especialmente ictiología-- y botánica, que enviará a Carlos Linneo a Suecia, entre las que se encontraban especies nuevas. Publicará sus estudios en la Gaceta de Madrid en 1752 y, a título póstumo, su mentor dará a conocer su único artículo científico Iter Hispanicum, eller resa til Spanska Länderna uti Europa och America 1751 til 1756 (1758), pues falleció, prematuramente con 27 años, en la actual Venezuela, a orillas del río Caroní, en la Misión de San Antonio de Caroní (Bolívar, Venezuela), siendo enterrado al pié de un naranjo junto a la iglesia, en la Misión de Santa Eulalia de Merecuri.

Quizás fue este El Puerto que, 30 años antes, conoció Pedro Loefling, visto desde el Matadero Viejo, detrás de la actual estación de Ferrocarril. “Vista del Puerto de Santa María”, óleo sobre lienzo, 70 x 95 cm, 1781-1785 (propiedad del Museo del Prado, en depósito en el Museo Naval de Madrid) [P1151]. Autor: Sánchez, Mariano Ramón (Valencia, 1740-1822).

1753. EL PUERTO.
Pedro Loefling permaneció por espacio de algo mas de tres meses en nuestra Ciudad, en 1753, mientras esperaba partir en la expedición que le llevaría a los límites del Sur de América o del Orinoco (en el viaje  realizó descripciones de peces, moluscos, crustáceos y medusas, y ya en Venezuela realizaría una interesante descripción de flora y fauna) y elaboró durante aquel periodo de tiempo, con la ayuda de los pescadores de El Puerto, el Primer Tratado Español de Descripción de Peces.

La sueca Solveig Nordin recoge en un estudio sobre su compatriota que «En Iter Hispanicum se puede leer sobre los peces que Loefling preparaba para la Reina de Suecia y probablemente algunos todavía están en Estocolmo, Suecia en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (Naturhistoriska Riksmuséet). [algo que la autora no tiene aún contrastado durante la redacción de este texto]

Se reproducen las páginas 93 y 94 del Iter Hispánicum En la segunda página, hace referencia a los 50-60 peces de El Puerto de Santa María que fueron enviados a la Reina de Suecia.

Traducción libre del texto, escrito por Loefling el 18 de diciembre de 1753, del Iter Hispanicum. «El 20 de Octubre, la misma fecha de llegar a Madrid hace 2 años, resultó ser mi primer día de viaje en mi Viaje Americana, y el 2 de noviembre llegué aquí al Puerto de Santa María y el 5 de noviembre a Cádiz, donde me quedé un poco mas de 2 semanas antes de regresar de nuevo junto con mi compañía al Puerto de Santa María, como aquí se presentan más posibilidades de realizar estudios de la Naturaleza, mejor que en Cádiz que está cerrada. Por fin me he dedicado a los peces, y me he entrenado en la Ictiología, además de haber preparado entre 50 y 60 Especies de Peces en “Spiritu Vino” para Su Real Majestad La Reina, los cuales serán mandados con el primer barco a Suecia por el Sr. Cónsul BELLMAN (en Cádiz).» /Portada de Iter Hispanicum, eller resa til Spanska Länderna uti Europa och America 1751 til 1756 (1758)

Loefling partió de la Bahía de Cádiz  la madrugada el 15 de febrero de 1754 en dirección a la que sería la actual Venezuela. Ya no volvería, quedando allí para siempre.

PISCES GADITANA. OBSERVATA GADIBUS ET AD PORTUS Sª MARÍA. 1753. Mens. Nov. et Decemb.
La abreviatura Loefl. se utiliza en los géneros creados ó especies descritas por Pedro Loefling. Algunos de los nombres vernáculos y nombres científicos dados por Löfling a la fauna marina de la Bahía de Cádiz, durante su estancia en El Puerto de Santa María en el Primer Tratado Español de Descripción de Peces:

anchova: Clupea encrasicholus; anguilla: Muraena anguilla; araña: Trachinus draco; armado: Trigla coccyx; azedia: Pleuronectes; borracha: Trigla; borriquete: Perca marina; breja: Sparus; burel: Scomber trachurus; cadella: Galeus Glaucus; cazon: Squalus Galeus; chucho: Raya; dorada: Sparus aurata; faneca: Gadus; galera: Cancer; herrera: Sparus oblongus; lenguado: Pleuronectes; lisa: Mugil; morena: Muraena; perrillo: Gobius niger; pescada: Gadus; pintarroja: Squalus Canicula; rape: Lophius; robalo: Perca labrax; rubio: Trigla cuculus; sabalo: Clupea; safio: Muraena; sardina: Clupea sardina; tapaculo: Pleuronectes; vaca: Raya maxima; xibia: Sepia.

Placa situada en la esquina de la calle Guadalete esquina Avda. de la Bajamar, en agosto de 2010.

PLACA DE RECONOCIMIENTO.
En la calle Guadalete, en una esquina del antiguo Hospital Municipal, con la vista puesta al río, se descubrió el pasado 11 de agosto de 201o una placa en reconocimiento del científico sueco que vivió durante unos meses en nuestra Ciudad y del trabajo realizado. El alcalde de la Ciudad Enrique Moresco, el presidente de la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, Manuel Pico Ruiz Calderón y el presidente de la Asociación de Amigos de la Cultura Científica, Francisco González de Posada uno de los impulsores de la iniciativa, presidieron el acto. La Asociación Ecologista, en palabras de su Coordinador Local, Juan Clavero Salvador, valoraron positivamente esta distinción. También, en el Real Jardín Botánico de Madrid, se encuentra una placa a la memoria del joven sueco desaparecido prematuramente a causa de unas fiebres en la expedición a los Límites del Orinoco.

SOLVEIG NORDIN.
Solveig Nordin Zamano, compatriota sueca de Pedro Loefling (idealizado en el grabado de la izquierda) hizo en mayo del 2008 un recorrido por España, utilizando como guía de su periplo, el Diario de Viaje escrito por nuestro protagonista, en su viaje desde Madrid el 20 de octubre de 1753  hasta llegar a Cadiz el 5 de noviembre, que refleja en algunas entradas y comentarios en su blog: http://rutahistoria.blogspot.com/ (Texto: José María Morillo).

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Mañana viernes, día 20, se celebrarán elecciones en el Real Club Náutico de nuestra Ciudad. Con estas nuevas elecciones --curiosamente a dos días de las Municipales 2011-- se decidirá que equipo dirigirá el futuro durante los próximos cuatro años de esta importante entidad que promociona los deportes náuticos en la Bahía de Cádiz y el nombre de El Puerto de Santa María por España y Europa.  Su actual presidente, José María Escribano Ivison, Medalla de Oro de la Ciudad de El Gran Puerto de Santa María --nótula núm. 956 en GdP--, se presenta a la reelección.

LA PROPUESTA DE ESCRIBANO.
Para el próximo mandato, Escribano se compromete, caso de resultar elegido, a la ejecución de un nuevo proyecto a la vista de la nueva concesión administrativa con la Autoridad Portuaria, entidad que gestiona la concesión marítimo terrestre que ocupa dicho Club. Los socios de la veterana entidad ya conocen este proyecto, que se ajusta a la Ley de Puertos y al nuevo PGOU de nuestra Ciudad, haciendo un Club más social y más permeable a los ciudadanos del Puerto.

El alcalde de la Ciudad entregaba el pasado 17 de marzo de 2010 la Medalla de Oro de la Ciudad de El Gran Puerto de Santa María, en un Pleno Extraordinario y Solemne celebrado por la Corporación Municipal. /Foto: Jorge Roa.

La larga trayectoria del Club Náutico, con José María Escribano al frente, en cuanto a actividades deportivas relacionadas con el mar, y su capacidad de organizar grandes eventos deportivos en sus respectivas modalidades, le avalan como legítimo merecedor de esta reelección.

En la candidatura de Escribano le acompañan portuenses de nacimiento, conocidos de todos, y porteños de elección; una renovada junta directiva que combina experiencia y juventud, contando entre sus miembros con un amplio palmarés deportivo y experiencia en la organización de eventos. Como muestra, un campeón de Europa en patín a vela, y numerosos títulos a nivel nacional de diferentes modalidades en vela y piragüismo:

DEPORTISTAS PREMIADOS.

  • Ángel Ruiz Díez, Campeón de Europa en la modalidad de Patín a Vela, además de haber destacado en numerosos campeonatos a nivel regional y nacional en la modalidad de Cruceros. Candidato a Tesorero.
  • Juan Carlos Carrasco Lorenzo, ganador de varios campeonatos, tanto a nivel regional como nacional. Candidato a Vocal de Piragüismo y Vela Ligera.
  • Santiago Villagrán Yañez, poseedor de un alto palmarés deportivo, forma parte del equipo de deportistas de Alto Rendimiento, catalogado por la Junta de Andalucía. Candidato a Vocal de Crucero. /En la imagen de la izquierda, Escribano, delante de la torre de comunicaciones que, junto a las nuevas instalaciones del Club, fueron inauguradas en 1992, en presencia de miembros de la familia real, el Príncipe de Asturias y la Infana Doña Cristina.
  • Completan la candidatura que compone la propuesta de Escribano: Miguel Mena a Vicepresidente; Rafael Álvarez-Cienfuegos, a Secreatrio; Miguel Roselló a Comodoro, Jaime Conde a Vicecomodoro, Nicolás García-Máiquez a Vocal de Pesca; Antonio Matiola, a Vocal de Cultura; Antonio Gugel, a Vocal de Tennis y Paddel y Miguel Roldán a Coordinador de las mismas materias.

    Vista aérea del Guadalete, la Bajamar y el Club con los pantalanes que en su día instaló la directiva de Escribano. /Foto: Jorge Roa.

    S.A.R. EL PRÍNCIPE DON FELIPE.
    Y en esa tarea de darle prestigio a El Puerto y al Club, se puede adelantar, que este año, Su Alteza Real, el Príncipe Don Felipe ha aceptado la Presidencia de Honor  de la 40ª edición de la Semana Náutica que se celebrará el próximo mes de Agosto.

    S.A.R. Don Felipe de Borbón, recibiendo en Zarzuela a José María Escribano.

    Por todo ello, José María Escribano ha instado, personalmente, a la masa social, tanto residentes en El Puerto como a los que viven fuera, a que acudan a depositar su voto mañana viernes 20 de 16:00 a 21:00 horas en las instalaciones del Club en la Avda. de la Bajamar para que legitimen, con su participación, la candidatura que presenta.

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    Pedro Cairón Calatayud nació en la calle Aurora, muy cerca de la Plaza del Polvorista el 2 de febrero de 1921. Tiene 90 años. Sus padres fueron Josefa y Buenaventura de ahí que sea conocido como ‘Pedro Ventura’. Con dos años, al fallecer su madre, lo mandaron a vivir junto a su hermana Francisca, a Cádiz, donde estudiaría Primaria en el Colegio de Antonio Fazán, durante seis años.

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    El termómetro no sube de los 12º y son las 10 de la mañana de finales de enero. Las gaviotas residentes en la lonja de la margen izquierda del río, con probable esclerosis en sus arterias por el escaso batir de sus  alas en busca de alimentos, graznan constantemente con esos gritos lastimosos, que más bien parecen los quejidos aflamencados de una soleá  o de un  martinete. Paso por delante de La Taberna La Gaviota, habitualmente llena de clientes hasta la puerta, donde suele haber algún pescador que en  una cestilla expone a la venta un exiguo ranchillo de peces arrancados con eterna paciencia a la bahía. Hoy no hay nadie y me extraña.

    Las mesas de La Gaviota, atiborradas con clientes jugando al dominó.

    Vuelvo sobre mis pasos y entro en el bar. Confieso que es la primera vez que la visito en 36 años. Es un pequeño bar de no más de treinta metros cuadrados para clientes y unos veinte de trastienda. Cuatro mesas ocupadas por cuatro pescadores cada una, en dos se juega al dominó, en las otras a las cartas, donde se dirime quien será el pagano del café o simplemente la honrilla del vencedor. Enfrente un mostrador, y a su espalda varias docenas de trofeos adornan las estanterías que no sé si proceden de torneos de estas timbas o de otro tipo de concurso.

    En la imagen, José Camacho.

    LOS 80 AÑOS DE JOSÉ CAMACHO.
    La única mesa sin jugadores está ocupada por un parroquiano que parece ajeno al resto de clientes. «--Buenos días, --le digo--, ¿Puedo sentarme?» «--Naturalmente que sí». Me presento, y le digo que me ha llamado la atención este santuario, refugio de viejos pescadores que apuran el último tramo de su vida entre fichas, cartas, chanzas y que les permite pasar el tiempo en el único reducto posible donde olvidar las penurias de sus indignas pensiones. «--Pues yo me llamo José Camacho. Tengo 82 años». José, está tocado con una gorra de visera de color piel de ratón, camiseta, camisa y chaqueta. Un aspecto sereno, saludable y hasta venerable.

    El techo de la taberna, con cuatro ventiladores de aspa.

    LA TABERNA POR DENTRO.
    Mientras lo saludo paseo mi vista por el resto del local. Un remedo de artesonado mudéjar, huérfano de decoración, donde unas vigas negras son entrelazadas por listones a juego, lucen en su techo como único adorno; de él penden cuatro ventiladores de cuatro aspas, probablemente de los primitivos S&P de mediados del siglo XX, al contrario de sus paredes donde no queda un centímetro sin ocupar. Estas, en su parte superior, a las que están adosados unos arcos de medio punto, sirven de marco para unas pinturas  que representan un paisaje del río Guadalete y al fondo El Resbaladero; en el paramento de enfrente, otra pintura  con rederos en plena faena de reparación y un pesquero amarrado al muelle.

    Pintura en la pared donde se ve una antigua representación del río Guadalete, sin los bloques de la Plaza de la Pescadería. Cuadros de especies marinas, relojes, platos, fotos antiguas completan la decoración del paramento.

    Debajo, y sobre el techo de los urinarios, reposan desde tiempo lejano unas  enormes botellas de cinco litros de Veterano, Caballero y Anís  del Mono, cuyos golletes están tocados por una gorra de guardia urbano, con esas  cuadrículas de los librillos de papel de fumar Jean, una gorra de plato de algún marino de graduación, y un sombrero de paja que le dan un aire de museo; este marco se remata por la custodia que de ellos hacen sendas escafandras de buzo en un cobre obscurecido por el tiempo.

    En primer término, los urinarios donde hasta hace poco estaban las botellas de cinco litros de diversos destilados. Al fondo, el fresco pintado en la pared, con el oficio de cordelero y redero y un salvavidas del 'San Telmo'.

    CORDELERO.
    José Camacho continúa contándome cómo empezó a trabajar a los catorce años y se jubiló con setenta; cincuenta y seis largos años trabajando en tierra, como cordelero, haciendo  malletas (ver nótula núm. 321 de GdP) para las redes; hoy ‘disfruta’ una pensión de 575 euros. Recuerda como no hace muchos años, en El Puerto amarraban ciento setenta barcos, dos docenas faenaban en ‘el moro’ y el resto pasaban hasta cuarenta días en la mar. Hoy apenas veinte, tratan de sobrevivir en las esquilmadas aguas que median entre Cádiz y Ayamonte, en la frontera con Portugal. «--José, y ¿qué piensa de las pateras?». «--Pues, en las fatiguitas que tienen que estar pasando esas criaturas pa venir a ahogarse aquí, yo no sé la forma de vivir que tienen por ahí, pero cuando vienen, es porque deben estar pasándolo mu mal».

    Las paredes no dejan espacio para el vacío, en una especie de 'horror vacui' de un barroco marinero.

    EL NAUFRAGIO DE VICENTE.
    Al lado está Vicente, ochenta y un años, viudo, cuenta como se embarcó con dieciséis años y pasó más de  diez faenando en el Caribe. Muchas noches de mala mar. Náufrago en dos ocasiones. Cuando me va a contar qué se piensa mientras  se está en el agua a la espera de rescate, unas voces en la mesa colindante celebran alguna jugada que atrae más el interés de Vicente, y decido dejar para otro día oír de viva voz, qué pasa por la cabeza de un  náufrago mientras está en esa situación.

    Patio de la casa de la Taberna, vista desde el interior a la calle.

    TABERNA, PENSIÓN Y CASA DE TRATO.
    Alguien me contó que la taberna tiene como tal, más de ochenta años de antigüedad. En un tiempo fue prostíbulo, dedicando la planta alta a pensión por horas, como mucho, una noche; abajo la taberna donde se alegraban las pajarillas los parroquianos, al amor del coñac y del anís propios de la época, sin desdeñar los ocasionales güisquis  y ginebras.

    ENTRE ‘EL CHIGÜI’ Y ‘EL PRINGUE’.
    Por cierto que, tomando café con mi amigo Salvador Cortés ‘el Chigüi’, --con nótula núm. 307 en GdP en la imagen de la izquierda-- me contó cómo, con posterioridad a la actividad de comercio carnal, allí se alojó su amigo y compañero de trabajo en VIPA (Vidrieras Palma), ‘El Pringue’, simpático personaje, y que debía este mote a su exagerada afición a los cocidos  con generosa ‘pringá’. En sus años mozos,  ‘El Pringue’, aficionado a la pesca, pedía a los pescadores de caña le permitieran acompañarles, aunque solo fuera ‘para darle sombra al botijo’ y mantener el agua fresquita. ‘El Pringue’  andaba siempre ofreciendo su ayuda a todo el mundo para agenciarse unas perrillas, hasta  que logró entrar en VIPA donde trabajó como palero y después en alguna otra función. Tras las duras jornadas de trabajo, los operarios solían ducharse, más en verano que en invierno. El agua que se utilizaba era fría y al remitir el verano, los más proclives a una higiene diaria, tuvieron que ingeniárselas para lograr agua caliente, y aquí surgió el talento de “El Chigüi”. El horno cuyas temperaturas alcanzaban los 1500º en su interior, irradiaban a una determinada altura setenta u ochenta, justo contra la pared a cuya espalda se hallaban  las duchas. Solo tuvo que elevar las tuberías a ese nivel, para disponer de un sistema de calefacción que permitió a todos disfrutar de gratificante placer. Aquí estaba “El Pringue”, quien no se sabe si por sus enormes atracones de pringá o por su genética, pese a su baja estatura, desarrolló unos enormes atributos sexuales y se jactaba ante sus compañeros desnudos de tales proporciones. No solo presumía de ello, sino que les amenazaba para que no se agacharan a coger el jabón porque corrían evidente riesgo.

    El acceso a la casa de la Taberna de la Gaviota, no tiene puerta de la calle, accediéndose directamente al patio donde existe un taller de imprenta y viviendas.

    EL MUELLE.
    La taberna estaba atiborrada. Busqué como en anteriores ocasiones a Juan Diego, joven patrón que atesora “millones” de anécdotas, como él dice, de su vida en la mar, pero tampoco estaba. Me fui hacia la balaustrada del Guadalete, iniciando un paseo de unos cien metros que separan la taberna del muelle. Mientras camino observo cómo está bajando la marea y deja al desnudo los bloques de protección, que cubiertos con un musgo de verde intenso, son fuente de alimentación de bogas y cangrejos.

    Vista del río Guadalete, desde el Edificio Vistalegre. (Foto: Vicente González Lechuga).

    ‘EL CACHORRO’.
    Próximos al embarcadero y sentados en un banco, dos hombres mantienen una animada charla. Me siento al lado de ellos y después de saludarles me presento. Para mi suerte, uno de ellos  es un pescador jubilado: José Mª, 'el Cachorro' natural de Lepe,  78 años, barba de dos días, rala, con zonas menos pobladas que en otras; aprecio una piel escasa de arrugas y de tono sonrosado que desmentiría sus más de cuarenta y cinco años  como marinero; conserva gran parte de un cabello entrecano. Mirada franca en ojos gastados, uno de ellos un tanto enrojecido y tal vez producto de incipiente conjuntivitis, deja ver en su lagrimal una pequeña legaña.

    Solo he tenido que preguntarle por la bolsa de pescado situada a sus pies, cuando me enseña su contenido; varios salmonetes de buen tamaño y unas pescadillas; de inmediato, una  catarata de información sobre la procedencia de la bolsa. «--Esta mañana a las siete, ya estaba ayudando a los pescadores en la descarga y haciéndoles “mandaos”, ¿sabe  usté?…». Y continuó con su historia mientras yo observaba un nervioso movimiento de manos acariciándose ora una, ora la otra, que no sabría si atribuirlo a un tic, consecuencia de  los muchos años de jalar de redes, maromas y malletas y que me recuerda aquella escena de la película “Tiempos modernos”, en la que su protagonista, Charlot, trabajaba en una cadena de montaje; toda la jornada en monótona y rutinaria acción de apretar tornillos con ambas manos, derivaban en el regreso a su domicilio, en un acto reflejo del que no podía prescindir en un repetitivo gesto de sus  manos… (Texto y fotos: Alberto Boutellier Caparrós).

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    Ana Delgado Ramos nació hace 77 años, en 1934. Eran cuatro hermanos.  Estudió interna en un colegio en Cádiz, junto al Hospital de Mora: había que quitar una boca que alimentar en plena posguerra. Su padre trabajó en Jerez, en una bodega, cuyo nombre no recuerda. 31 alcaldes ha tenido El Puerto desde que nació nuestra protagonista: 6 durante el Frente Popular; 19 durante la Rebelión Militar, la Dictadura y el Postfranquismo y 6 durante el actual periodo democrático.

    1934
    El año del nacimiento de Ana, nacen también Juan Muñoz Aparicio, jefe de taquillas de la Plaza de Toros y Luis Caballero Florido, presidente de honor de Bodegas Luis Caballero. El Ayuntamiento estuvo presidido por tres alcaldes, desde junio del año anterior hasta marzo, por Francisco Cossi Ochoa; de marzo a Octubre, por Francisco Tomeu Navarro y, desde octubre hasta enero de 1936 por José Luis Macías Caro, padre de Luis Macías Rubio.

    Hipólito Sancho (en la imagen de la izquierda) publica «La Iglesia Prioral del Puerto de Santa María y Antón Martín Calafate». Pedro Muñoz Seca estrena «Mi chica», «¡No hay no!», «La Eme», «El Escándalo» y «El Ex». Alberti publicará, ese año, ‘Bazar de la Providencia’ y ‘La farsa de los Reyes Magos, dos farsas revolucionarias’ y funda junto a su esposa, María Teresa León, la revista revolucionaria ‘Octubre’ e iniciará una gira por diversos países americanos.  La vía pecuaria ‘Colada del Cementerio’ fue deslindada y amojonada los días 14 y 15 de marzo de 1934. El Maestro Dueñas es destinado a hacer el servicio militar en El Puerto. Agrupaciones carnavalescas de El Puerto participan en el Carnaval de Isla Cristina (Huelva).

    La primera pata concedida como trofeo taurino fue entregada en 1934 a Vicente Barrera Cambra (en la imagen de la izquierda) que cortó, además dos orejas y rabo y toreó junto a Rafael ‘el Gallo’ y Juan Belmonte. El Teatro Principal, cerró sus puertas durante la Semana Santa, reabriéndolas el sábado de Gloria, con la película ‘Melodías de Arrabal’, en la que intervenía Carlos Gardel junto a Imperio Argentina. El Ayuntamiento, creemos que en el último trimestre del año, acordó que fueran días festivos locales, las festividades religiosas del Corpus, la Virgen del Carmen y la Virgen de los Milagros.  Se crea el ‘Pósito Marítimo y de Pescadores’, siendo su primer presidente José Poquet Cabrera, entidad antecesora de la Cofradía de Pescadores.

    Una antigua imagen del Mercado Municipal realizado con el material de derribo del Convento de los Descalzos (actual Plaza de Isaac Peral).

    MERCADO DE ABASTOS.
    Ana lleva 56 años vendiendo camarones en la Plaza, en el entorno del Mercado de Abastos, desde los 20 años. Y continúa a sus 76 porque, ya sin paga desde los 70 años al no tener hijos dependientes, no alcanza con la jubilación de su marido: Joaquín Lara Pino (80 años), con quien tuvo 8 hijos «--y dos abortos», se apresura a precisar, además de 9 nietos y 3 bisnietos. Joaquín trabajó en muchos sitios: estuvo embarcado, emigrante en Alemania, al principio de las obras en la Base Naval de Rota, en el campo...

    Camarones vivos y saltando

    Los camarones que vende, vivos y saltando antes en un canasto, hoy en una moderno recipiente de polímero azul, los cogía antes Joaquín, su marido. Hoy, dada su elevada edad, son sus hijos los que surten a Ana de la materia prima y se los paga, «--Ellos también tienen que dar de comer a sus familias», añade.

    Ana, el pasado Miércoles Santo, en plena faena de venta.

    Y en la plaza, esta menuda mujer aún tiene voz para lanzar su pregón: «--¡Venga niño: camaroncito vivo!». Paga al ayuntamiento según los días que tenga el mes, que viene a ser una media de cincuenta euros mensuales. Y vende con dos medidas diferente de cristal, la cantidad estipulada, para tortillas, para cocerlos e incluso para cebo vivo para los pescadores, ofreciendo a quien se lo pide, recetas de como cocinarlos.

    Hace un mes, un matrimonio americano le pidió permiso para que su hija pequeña se fotografiara con Ana, avisándola de que aquella imagen se colgaría en una de las paredes de su restaurante, a su regreso tras las vacaciones. Y ahí sigue Ana, en la Plaza, en invierno y en verano --sufriendo corrientes de frío y golpes de calor-- recordándonos con su presencia que antiguas formas de subsistencia siguen vigente en pleno siglo XXI. (Texto: José María Morillo).

    5

    Vicente Garran López, es el sexto hijo de Gumersinda López García y José Garrán Girón. Le nacieron en El Puerto de Santa María el 25 de Junio de 1939. Está casado con Milagros Garrucho Jiménez y, de aquella unión matrimonial celebrada en 1967 tuvieron cuatro hijos; María José, Rocío, Milagros --que destacó en el mundo del cante-- y Antonio, quien fue novillero y, posteriormente banderillero.

    El año de su nacimiento, 1939, El "Cuartel General del Generalísimo" acababa de difundir su último parte oficial de guerra: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. ¡La Guerra ha terminado! Burgos, 1 de Abril de 1939. Año de la Victoria. El Generalísimo Franco." La II Guerra Mundial venía detrás: el 1 de septiembre. Fue alcalde de la ciudad, entre 1939 y 1941, Manuel Barba Ordóñez.

    El muelle comercial a finales de los años 30 del siglo pasado.

    La obra «Entre el clavel y la espada», de dibujos que Rafael Alberti  se publicará dos años mas tarde, pero que se corresponden con el bienio: 1939-1940.  Bs. As., Losada, 1941. El artista porteño Manolo Prieto pertenecía ese año a la Delegación de Propaganda y Prensa del Ministerio de Turismo, simultaneándolo como dibujante político del Periódico "El Sol". Se celebra una corrida de toros el 31 de julio, con Juan Belmonte a caballo, y los toreros Domingo Ortega, Pascual Márquez y Manolete. Nace Manolo Sánchez García, popular sastre local.

    Vicente Garrán, posando en un teloncillo en Cádiz, como Flecha Naval. Año 1954.

    Emilio Pendás Trelles, poeta popular asturiano escribe ‘Cuentos populares recogidos en el penal del Puerto de Santa María (1939). Cancionero y obra poética. Fue editado en el año 2000. El letrista autor de “Soy minero”, “La bien pagá” o “La Falsa Monea” Ramón Perelló, hijo de minero y de convicciones anarquistas, que fue detenido y condenado a muerte, aunque se conmutó su pena pasó un largo periodo de prisión en la cárcel de El Puerto de Santa María.

    Durane el Servicio Militar, embarcado también.

    Estudió Vicente Garrán López en el Colegio del Sagrado Corazón en la Plaza del Polvorista, siendo su profesor Antonio Márquez Toledo, hasta la edad de 14 años. A muy temprana edad empezó a trabajar en la mar y su bautizo marinero fue en el pesquero “Pepito González” cuyo armador era nuestro paisano José González Narváez. En 1954 estuvo de Flecha Naval en Cádiz hasta el año 1956 y, desde este año hasta 1960, cumplió el Servicio Militar en la Marina.

    Estando embarcado empezó a estudiar para motorista de barcos de pesca. Una vez terminado los estudios, se enroló como 2º mecánico naval en el pesquero “Victoria” que, al igual que algunas personas en la Pescadería, tenía el apodo de “La Pargata”, siendo los armadores de este barco Antenor Barcia y José Villegas.

    En la faena de limpieza de las máquinas del pesquero  'Pigal', del armador Guzmán González 'el Tesorillo'. En la imagen, de izquierda a derecha, su amigo Juan López Guardiola, Francisco Boronat Ivars, Francisco Perles Martínez y Vicente Garrán. Década de los setenta del siglo pasado.

    Me ha encantado ver al buen amigo Vicente, y tan buen profesional, felicitaros por estos estupendos escritos, creo que en la fotografia, que estan limpiando parte del motor del
    pesquero, desde mi conocimiento es el Tesorillo el armador
    correcto,Juan Guardiola correcto, el deconocido creo que se
    trata de Francisco Boronat Ivars, el siguiente es Francisco Perles Martinez, y Vicente Garran.

    Otra imagen en el pesquero 'Pigal', con Alejandro Navarro, patrón de la embarcación, en el centro  y a la derecha Vicente Garrán.

    Toda su vida laboral la dedicó a la mar, enrolado en diversos barcos, como “Manolet” de Pedro Ferrer; “La Moncloa” de Vicente Quesada, barco que había llegado a El Puerto de la mano de los armadores Ramón Tur y Juan Mulet; “Ginés y García” y “Angelina Lloret”, de Antenor Barcia Ramírez y José Villegas. Este último se construyó en Alicante y Vicente viajó con la tripulación hasta el Levante para traerlo a la que sería su base:  El Puerto de Santa María. También el “Francisco Crespo” de Juan Hernández Navarro y Miguel Morató; “Ducal” de Miguel Coloma y Tomás Osborne MacPherson, entre otros.

    Tomándose una 'chiquita' en el Bar La Dorada. El cliente que está probando las cañaíllas es Jaime Soler.

    En 1975 decide abandonar el mundo del mar y se desembarca arrendando el Bar La Dorada, explotándolo durante cinco años. Y como le gustaba mucho el futbol fundó el equipo de ‘C.D. La Dorada’.

    Después de esta experiencia en tierra, a la mar en el pesquero “Pez de Espada” de Juan Mayor. A continuación se enrolaría en el “Juan y Loli” siendo sus armadores Francisco Flores y los hermanos Luís y Francisco Rueda. En este pesquero, estando en alta mar, sufrieron una vía de agua que paró los motores y tuvieron que ir a tierra achicando agua con una bomba eléctrica, regresando la tripulación a El Puerto en helicóptero y retornando el barco remolcado. Trabajando en dicho pesquero se jubiló dándose la circunstancia que, en siguiente singladura la nave salió ardiendo y se fue a pique. (En la imagen de la izquierda, Vicente preparando cajas de lenguados en el pesquero 'Juan y Loli').

    Vicente Garrán y su esposa, Milagros Garrucho Jiménez.

    Su hija, Mila Garrán, a la izquierda, actuando en un tablao en Holanda.

    Su hijo, Antonio Garrán, dando unos pases en pose de torero.

    A Vicente le gusta mucho montar Nacimientos y de hecho perteneció a la Asociación de Belenistas ‘Ángel Martínez’ de nuestra Ciudad. Sus aficiones han sido los deportes; curiosamente el día de su nacimiento, nació Allen Fox, tenista estadounidense. Entre sus amistades, los mas allegados son José Cailla y Juan López Guardiola. (Texto: Vicente González Lechuga).

    En 1968 se fletó el pesquero ‘Nuevo Chelito’. Podemos ver en dicha celebración, de izquierda a derecha a Carmen Velázquez Rodríguez, a María de los Ángeles Velázquez Rodríguez, Vda. de Antonio Salvatierra, el joven Pedro Salvatierra Velázquez; con la cabeza vuelta, Maria del Carmen Perles Velázquez; Maruja Guardiola y Sebastián Lloret Galiana, esposo de la anterior; y los niños Pedro Blanquer Velázquez y Juan José Perles Velázquez.

    Vicente Valle Rey fue nacido en 1929 en la calle de la Palma, es el tercero de los seis hijos habidos en el matrimonio celebrado entre Encarnacion Rey Rodríguez y Antonio Valle Ceballos. A sus 81 años, sigue en forma vendiendo décimos de lotería.

    «El año de su nacimiento, 1929, se palpaba la incertidumbre política y el deterioro de la monarquía. En El Puerto de Santa María, la ausencia del Teniente Coronel del Batallón de Cazadores de África, nº 7 y del Ayudante Militar de Marina al funeral por la reina María Cristina, organizado por el municipio, excusando ambos por escrito su asistencia, era una clara muestra. Asimismo excusó su asistencia el filántropo portuense Elías Ahuja Andria mediante una comunicación de su secretaria, sin firma». Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

    Estudió Vicente Valle interno en los Salesianos de Cádiz, donde aprendió el oficio de zapatero artesano.  Con 22 años se colocaría en oficios varios en Bodegas Caballero –“en el embotellado poniendo papel de plata a las botellas de Ponche Caballero”, recuerda- -, permaneciendo por espacio de cuatro años para, mas tarde, trabajar en la estiba, descargando barcos, en la Otra Banda.

    En la imagen, con el periodista Modesto Barragán, director de 'Andalucía Directo' en el  Bar 'Er Beti'.

    Se casa en la parroquia de San Joaquín con María Morales y con ella tendrá cinco hijos. La familia demandaba un salario fijo y se enroló como marinero en sendos pesqueros, el ‘Glorioso’ y el ‘Playa de Valdelagrana’ donde permaneció por espacio de quince años, navegando hasta Cabo Blanco, Dakkar, Sa. Luis… allí se cogían buenos calamares, chocos y lenguados machos. Pero un accidente de trabajo le obliga a prejubilarse y deja el mundo de la mar.

    LA LOTERÍA
    Y ya lleva cerca de 20 años con la lotería y, a sus 91 se encuentra perfectamente haciendo sus recorridos urbanos con su ristra de décimos en la pechera, con la corrección y amabilidad que le caracterizan. “Niño, esto no es nada malo para mí, verdad? pregunta cuando le hacemos la nótula sentados en una mesa de Romerijo, donde charlamos a las 3 de la tarde. Ahora solo trabaja por las tardes, salvo los días de fiesta que cambia por las mañanas su ‘paseo de la suerte’. Y es que hay que decirlo, esta semana pasada ha dado un segundo y un tercer premio.

    Su itinerario de antes era extenso. A las 12 de la noche se dirigía a la Otra Banda, a la Lonja del Pescado y allí permanecía hasta las 9 de la mañana, luego hacía un recorrido por Valdelagrana para, a continuación dirigirse al Centro Comercial ‘El Paseo’; una vuelta por la Clínica de Santa María del Puerto y alrededores y luego terminaba en el centro. Y todo ello, andando. Quien quiera encontrarlo, en el antiguo Bar Rábago, frente al Mercado, tiene una de sus paradas fijas. “Ojú, ahora es mas difícil buscarse la vida…”. 81 años, genio y figura.

    5

    Los pisos de la Pescadería, todavía en pié, en su fachada a la Avda. Micaela Aramburu. (Foto: Fariñas. Archivo Municipal).

    Casi 50 años después de su inauguración, el 25 de julio de 1962, se han empezado a derribar los dos bloques menores del Grupo de Pescadería desalojados durante el verano pasado, construidos en el antiguo solar de la Plaza de la Pescadería. La demolición de los dos bloques con fachada a la avenida de la Bajamar esquina y vuelta  con Domingo Veneroni y Compositor Javier Caballero, que albergaban un total de 16 viviendas. En 2006, la desaparecida Cofradía de Pescadores tuvo igual fin. En el futuro, desde la recuperada Plaza, se construirá una pasarela peatonal y de servicios que comunique ambas márgenes del río Guadalete.

    Acto inaugural de las viviendas el 25 de julio de 1962. En la presidencia, el alcalde de la Ciudad --a la izquierda del Arcipreste, Don Manuel Salido Gutiérrez, párroco de la Prioral. Le acompañan también los hermanos Manuel (izda.) y Carlos (dcha.) Román Ruiloba, présbíteros coadjutores de la Prioral y a la izquierda de Carlos, Anastasio Pérez Andrés, Pbr. capellán del Penal y del Hospital Municipal. (Foto: Fariñas. Archivo Municipal).

    La corporación y otras fuerzas vivas de la época, en la tribuna instalada en el patio interior formado por los bloques de viviendas. (Foto: Fariñas. Archivo Municipal).

    La Cofradía de Pescadores, demolida el pasado año de 2006, también se engalanó para la fiesta de inauguración. Vemos al fotógrafo de las anteriores imágenes, Fariñas, inmortalizado por su compañero, el también fotógrafo, Rafa. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

    En 1962 era alcalde de la Ciudad Luis Portillo Ruiz. Se inauguraba el Hotel Meliá ‘El Caballo Blanco’. Rafael Alberti publicaba ‘Poemas Escénicos’ primera serie.
    El ayuntamiento concedía la Medalla de Oro de la Ciudad al dictador y Jefe del Estado, Francisco Franco. Nacían el investigador Bernardo Rodriguez Caparrini, el compositor carnavalesco Luis Galán Pérez y la actriz Montse Torrent, entre otros.

    La Plaza de la Pescadería, al fondo el Resbaladero y el Castillo de San Marcos. A la izquerida, la Real Fábrica de Arguardientes y Licores, luego Casa de la Aduana. En el agua, un barco a vapor. (Grabado del Siglo XIX. Plaza de la Pescadería. Cahpuy).

    «El 19 de abril de 1939 se crea el Instituto Nacional de la Vivienda dependiente primero de la Organización Sindical y posteriormente (2 de enero de 1942) del Ministerio de Trabajo. Su dirección en un primer momento recae en la persona de Federico Mayo. La misma ley de abril de 1939 crea la figura de "vivienda protegida". Según esta Ley el INV es el único organismo capacitado para aprobar los proyectos de construcción de "vivienda protegida" y para lo referente a todo tipo de normas. Su función principal era diseñar un plan nacional de vivienda protegida para todo el Estado, de donde nacen los Planes Nacionales de Vivienda». (Jesús López Díaz).

    Almacenes existentes frente al Resbaladero, en cuyo lugar se construyeron los pisos. Albergaron durante un tiempo el Parque de Bomberos de la Ciudad. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

    La Plaza de la Pescadería con los almacenes al fondo. vista del desaparecido muelle de madera existente. A la izquierda la Casa de la Aduana (que había sido Real Fábrica de Arguardientes y Licores). (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

    La Plaza de la Pescadería, desde la Otra Banda. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

    Estas viviendas fueron cosntruidas en la Plaza de la Pescadería, derrumbando para ello unos almacenes existentes desde al menos, el siglo XIX. Hubo un intento de construir pisos en la Plaza del Polvorista, pero la fuerte oposición, a mediados de los sesenta de Manuel Martínez Alfonso y otros, impidió que ocurriera lo mismo que con la Plaza de la Pescadería, llamada en otros tiempos Plaza de la Virgen del Carmen.

    La Plaza de la Pescadería, al fondo la Casa de la Aduana. En esta plaza se solían instalar los Circos cuando visitaban la Ciudad. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

    La Plaza de la Pescadería en 1890. A la derecha, los almacenes frente al Restaurante El Resbaladero. En el centro de la imagen, la fuente del Convento de Santo Domingo, que permanecería mcuhos años en los jardines de la Estación de FFCC y que, desde que se encuentra reubicada en el Parque Calderón ha sufrido todo tipo de actos vandálicos. (Foto: Colección Antonio Leveque).

    VUELTA A LA CORDURA (Por Luis Suárez Ávila).

    "El urbanismo de El Puerto, logrado a base de siglos, ha tenido sus peores enemigos en el siglo XX y lo que va del XXI. A mí, al menos, eso me parece. Ahora que se están derribando los bloques de viviendas construidos indebidamente en un espacio público, la Plaza de la Pescadería, me vienen a la memoria las acciones de quienes éramos muy jóvenes en 1962 para impedirlo. Recuerdo que, en tiempos de Luis Portillo como alcalde, este quiso construir la Plaza del Polvorista y recuerdo también las protestas en la entonces Voz de la Bahía, incluso con un artículo y un dibujo-propuesta de Faelo Esteban Poullet, en que figuraba, en el centro de la Plaza del Polvorista un monumento ecuestre de Felipe V, muy bien concebido, como todo lo que hace Faelo.

    Derrumbando... 1 (Foto: Vicente González Lechuga)

    La Plaza de la Pescadería, llamada luego Plaza de la Virgen del Carmen, fue, durante nuestra niñez, solar de juegos, como que allí estaba nuestro Colegio, el de San José y San Estanislao, conocido por "el de la Pescadería". En esa plaza corríamos, hacíamos gymkanas en bicicleta, jugábamos a los bolis, consumíamos las chucherías que comprábamos en el puesto de La sargenta, y, en fin, fue un espacio muy querido por toda mi generación. Se trataba de una plaza con mucha historia. En ella estaba la casa de la Aduana, que había sido Real Fábrica de Licores, con su fachada neoclásica, y su templete con la maquinaria del reloj y su esfera; su escalera imperial, y sus amplios bodegones, donde estuvo "La Lucha", con su estanco, y Ezequiel y su mujer ofrecían buenos guisos marineros; "El Resbaladero", con la historia de Primo Díaz y el Saboné y, luego de Maximino, famoso en toda Andalucía, que se ponía de bote en bote los días de toros.

    Derrumbando... 2 (Foto: Antonio Gutiérrez Ruiz).

    En la fachada opuesta, la casa de Anelo, con el surtidor, por la calle de la Bajamar, con aquel aparato de manubrio, al que había que darle al contrario para que saliera la gasolina. Y, en el muelle pesquero infinidad de barcos, cientos, atracados de cuatro en cuatro o de cinco en cinco, las redes puestas a secar, con olor a mar y a brea; los hiladores, los Camacho, con aquellos utensilios para torcer el cáñamo que me parecían más bien instrumentos de la Inquisición, tal como me los había descrito Lola Blandino. O la nave, que fue lonja del pescado, donde se guardaba el coche del agua, un hispanosuiza que conducía Antonio Espino Pino. En fin, que vuelven las aguas a sus cauces y las perspectivas antiguas vuelven a ser iguales. Todo es un vaivén, sin criterio, en esto del urbanismo de nuestra ciudad. Pero esta vuelta a la cordura, bienvenida sea."

    La plaza, tras el derrumbe del 21 de diciembre de 2010. (Foto: Vicente González Lechuga)

    8

    ‘Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo’ Antonio Porchia

    El tiempo pasa inexorablemente, el pasado, presente y futuro está a pesar del largo tiempo transcurrido y por transcurrir, unido, parece fue ayer, pero hemos pasado rápidamente a un mundo de tecnologías que han eliminado imágenes en nuestras vidas que por suerte seguimos teniendo en la memoria, y de eso se trata este escrito, de recordar aquellas figuras hoy obsoletas.

    Capilla de la Sangre, en la calle Palacios esquina con Nevería, (frente al Bar Apolo y la Óptica, más tarde aquí estuvo el Bar La Mina) desde donde está tomada la foto que presenta un precioso empredado de la calle, con aceras de doble losa de Tarifa.

    Ya no tropiezas en una calle empedrada cual calzada romana que un empedrador se esmeraba en nivelar, ni calles llenas de chinos no con tiendas de todo a cien como ahora, sino calles llenas de chinos pelúos que fueron poco a poco sustituidas por esos adoquineros que rellenaban de tierra, que con una cuerda marcaban la línea y que colocaban poco a poco esos pesados adoquines dejando un dedo de espacio para rellenar más tarde con cemento y que reinauguraban como un avance y minimizaban el traqueteo de las carretas, haciendo un poco más felices a los carreteros, a los ciclistas de ruedas macizas y los dueños de los primeros seiscientos.

    Los arrieros enfilaban a primera hora sus burros  al servicio del calero hasta la playa a por arena en viaje de vuelta a la calería por la calle Santa Lucía. Cerones a rebosar, borricos adornados por el diseño de los guarnicioneros y con las espuertas de esparto a lomos para aprovechar el viaje de cada borrico que fueron habilidosamente creadas por los esparteros.

    Empezaba el día y los barrenderos comenzaban su faena cargando las espuertas de goma con aquellas dos medias paletas metalicas y aquél escobón de palo largo y grueso con el ramillete de esparto que planeaba constantemente sobre las aceras arrastrando las colillas de los celtas y los peninsulares. Por delante el varillero que había acudido a la llamada de los vecinos porque las pozas estaban atascadas y había que retirar la arena.

    La mañana era en el pueblo medidor de vida, de actividad comercial, el sillero con su manojo grande de enea arreglando las sillas que los taberneros tenían desfondadas y obligaban a sus clientes a tener que sentarse sobre el palo haciendo equilibrios mientras se echaban al gaznate de un tirón el vaso de vino blanco. El zapatero remendón dejaba su canto para ver pasar a las muchachas zurcidoras que con esas habilidosas manos arreglaban las carreras de aquellas medias que vendía bajo precio el estraperlista como de calidad y traídas del extranjero y que mostraba a sus clientas con el mayor de los misterios.

    Pepín el barbero colocaba sus paños blancos sobre las estanterías de cristales a la espera del primer cliente, Pepe el tendero de Ultramarinos Genaro apuntaba ya en el papel de estraza las primeras cuentas y las pinchaba en aquél alambre en el que contabilizaba los “mandáos fiáos”. El carbonero de la calle Nevería con la boina calada hasta las cejas y la cara ennegrecida preparaba el picón para las anafes, el ditero con su gordo cuaderno en el sobaco y sobre el brazo prendas de vestir empezaba su recorrido diario para apuntar con un lápiz grueso que mojaba con saliva los a cuentas de sus clientes antes que llegaran los cobradores de los bancos y de las tiendas. El dulcero sacaba a pasear aquellas sultanas de coco y “güevo”. El lechero, el mielero y el recovero se hacían los amos de las casapuertas. El matarife se encaminaba al matadero con su atillo de cuchillos afilados, el picapedrero y el cantero se enfilaban hacía la sierra de San Cristobal, El Puerto era un clamor de prosperidad. Los tejadores no paraban de faena que tenían,  e iban de la mano de los desollinadores con aquellas escobas larguísimas de caña llevándose todo el negro hollín de aquellas chimeneas cocinas. Y al quite de ellos el “encalaó” con su cubo de cal viva y sus escobillas para acicalar las casas y dejarlas listas para el verano.

    El herrero de las Siete Esquinas adornaba sus cierros y balcones compitiendo en el martilleo con los toneleros, y los arrumbadores movían las botas y toneles por la calle Valdés de una bodega a otra. El hielero en su carricoche le hacía competencia desleal al heladero, que pedaleaba incansable, vendiendo junto con el hielo aquellas botellas de gaseosa “La  Revoltosa” fresquita que competían con La Casera para apoderarse del mercado.

    Las calles principales eran un hervidero de gente moviendo el comercio, con su bata gris o marrón claro en algunos casos con una larga hilera de botones, el recadero iba de un lugar a otro llevando y trayendo paquetes y recados,  el cuchillero pregonaba sus navajas de Albacete, el paragüero ofrecía sus varillas y sus arreglos, el alfarero paseaba a lomo de su mulo sus cántaras y vasijas de barro, la entrada al Mercado de Abastos era una exposición mostrada sobre atillos a partir carillo de chucherías de Severo,, el buhonero esparcía sus peines, botones y baratijas,  más allá el alpargatero mostraba orgulloso los últimos diseños, el marroquinero mostraba sus artículos de piel o imitación generalmente, carteras, bolsas de todos los colores, billeteras, tejedores que vendían sus sábanas de lino y gruesos “jerseis” de lana con muchos coloridos.

    La gente prosperaba, arrinconaban  los pantalones con parches en el culo, había futuro, se creaban empleos para toda la vida, el cobrador del tranvía iba como un almirante engalanado, el prestamista se apoyaba en su bastón y asomaba el pico de un pañuelo blanco en el bolsillo superior izquierdo de su chaqueta y aguardaba impasible a la espera de recuperar su dinero, el alguacil del ayuntamiento llevaba presto para ejecutar en su carpetilla  los mandatos del alcalde andando más que un peón caminero.

    Los niños cantábamos el Cara al Sol al entrar cada mañana al colegio, nos “endiñaban” nuestra dosis de leche en polvo y de aquel queso amarillento que se pegaba al cielo de la boca y nos íbamos cantando “Paloma si vas al monte....”. Jugábamos en las calles Palacios y San Bartolomé al atardecer mientras las golondrinas y vencejos revoloteaban y de forma acompasada se oía el cacharrareo del latero, del hojalatero que te hacía un cazito con una lata de leche condensada, a Dª Virginia, profesora de piano vecina de mi abuela y de Manolo Martínez Alfonso, y de los Govantes, siempre de negro y de roete con su do re mí, al piano.

    El campanero se volvía loco tirando de una y otra soga para hacer sonar las campanas para el rosario. Apenas éramos interrumpidos en nuestros saltos de las “papas cocías”, en nuestra pelota al ruedo, la lleva, lleva... cuando pasaba el colchonero que ofrecía sus servicios de vareo de la lana o  la borra de los menos pudientes despelmazándola con gran habilidad para poder ser usado el colchón como el primer día, el afilador que hacía sonar su chiflo con su música tan característica, que cuando era requerido le ponía aquella correa ancha de cuero a la rueda de madera que elevaba sobre un caballete y que con un motor hacía girar para afilar los cuchillos y las tijeras produciendo aquellas chispas que salían despedidas con fuerza y  nos hacían soñar en dragones. Antonio el barquillero con su canasto de mimbre repleto de barquillos y con su reolina para probar suerte. El arropiero que iba camino del parque Calderón para apostarse en la entrada con sus arropías de color rosa y pegajosas.

    Un parque que se llenaba de gentío paseando a las fresquitas oliendo a papas fritas y buñuelos, a pescaíto frito y viendo de reojillo esas gambas y langostinos de Romerijo que eran entonces para unos pocos, las tajaítas en la puerta del bar La Marea, los ostiones. Los americanos en el Santa María, caballitos de sube y baja, niños llorando y riendo en el carro de “las patás”; el cerillero que se acerca para ofrecer esa cajillas de cerillas finas que dejaron olvidados a los encendedores de mechas largas amarillas veteadas de negro.

    El limpiabotas con su caja y su silloncito de madera con un acolchado filiteado y que se anuncia con su “limpiaaaa", y atento a todo el fotógrafo con aquella caja roja llena de fotos en sus laterales puesta sobre un alto trípode y dejando caer por un lado aquella larga manga negra. Casa Flores, Los Portales, Las Rejas, Ceballos no eran lo que es y siguen en el presente. Y como si formara parte del parque, un Tonino esperando le llamaran maricón para asomar por la manga su muñon; a mí me conocía: decía "--Tú eres el hijo de Milagros": el Chumi con dos barcas por zapatos, el Guarigua al que le cantabamos "Ya se murió Guarigua, Dios lo perdone, se lo ha llevao volando, los cigarrones"; el Baba con sus pellizcos, La Guachi con su canasta de mariscos y cantando, cuando estaba agustito "Terry, Terry, Terry, el de la maya dorada", el Papi patatas fritas de noche, pescado de día, iglesia y procesiones a la sombra de D. Manuel Salido, el Tagarnina y su radio de deportes solo del Racing, de aquél de la fábrica de Vipa en la que veíamos a un Manolo de Central, a Fenoy de lateral o a un Ricardo pañuelo en la frente... goleando al Jeré, Luichi con sus devaneos, bailoteo de muñeca y respuesta para todo, un Ratón de gorra y bastón ataviado de pañuelo al cuello, y es que el Parque Calderón era la artería nocturna de El Puerto.

    De izquierda a derecha, Tonino, El Chumi, El Papi, El Tagasnina. (Fotos: Miguel Sánchez Lobato).

    Ya se acercaba la noche lo indicaba el mamporrero de los caballos cartujanos de Terry que charlaba animadamente con el herrador a la salida del trabajo. El acomodador del Teatro Principal de Nuchera llevaba la linterna en la mano porque ya empezaba la función. En El Puerto ciudad próspera ya no teníamos serenos y perdimos el canto de las horas en punto y sin novedad, tampoco fareros, dejamos de tener esos barqueros que nos cruzaban el río Guadalete desde la playa de la Puntilla a la de Valdelagrana y viceversa en la desembocadura del río y cerca de la torta en la que jugábamos al fútbol cuando bajaba la marea, mientras la virgen del Carmen atenta era saludada por los barcos en sus idas y venida a la mar. Un río que desde el vapor nos dejaba ver en su ribera al cordelero trenzando cuerdas de cáñamo y esparto girando la manivela hasta montar una única y gruesa maroma. Un poco más allá los rederos con su agujas de madera arreglan las artes, reparan las redes de pesca a la vuelta de los barcos de faenar, ajustan las relingas de flotadores y plomos. Montones de trasmallos y algunas nasas, pollos de pelea en sus jaulas  de madera, gallinas inglesas picoteando restos de pescado seco.

    Redero en la Avda. de la Bajamar, donde hoy se encuentrar el último aparcamiento, frente a La Nueva Dorada. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

    Las gaviotas acompañan  con su vuelo majestuoso al vapor desde la barra hasta puerto, cierras los ojos para soñar despierto recibiendo en tu cara los rayos del sol humedecidos con la brisa marina y me transporto a aquellos días en que viví en Campo Lugar un pueblito de Cáceres en dónde conocí al pregonero que haciendo sonar su trompetilla  “turú, turú, de parte, del señor alcalde, se hace saber...." y nos hacía saber todo lo que acontecía a la vez que como hombre anuncio nos indicaba las mejores ofertas de sandías y melones y a quién la chiquillería, al menos mis hermanos y yo no habituados, les seguíamos como su cuadrilla particular.

    Allí había bastante menos ajetreo que en El Puerto, gallinas y cerdos por las calles paseando libremente, mulos y cerones, el trillero, el talabartero, dedicado a sus menesteres, el aguador con su cisterna tirada por un borrico y que proveía llenando las cántaras de los vecinos, amaneceres para otras profesiones distintas, segadores, resineros, hacheros, recolectores, porqueros, mesegueros, capadores, molinero, albarquero, curtidores, bataneros y aquellas señoras lavanderas que con un rosquete sobre su cabeza soportaba cestas de ropas camino del río...  la sirena del Adriano II llamó de nuevo mi atención, ya estaba atracando y preparando un nuevo viaje a Cádiz. (En la imagen, Francisco Gómez Badillo cabo primera de la guardia urbana dirigiendo el tráfico en un pedestal con sombrilla en la Plaza de las Galeras, en 1960).

    Espero que con esta narrativa haya traído recuerdos, que no es sino una forma de homenajear, y aunque uno no sea un juglar ni un contador de historias,  ni un bufón más bien un cagajonero de la vida, sea yo mi propio verdugo y que como un praegustador pruebe yo mismo a modo de veneno mis propios devaneos con el recuerdo. (Texto: Manolo Cruz Vélez).

    10

    re-coquinariaAl  Excmo Sr. D. Alejandro Romero Osborne, Marqués del Arco Hermoso.

    "De re coquinaria". Así tituló el hispano-romano Apicio su tratado de cocina. Y se me antoja hacer etimología, un tanto macarrónica, y conectar "coquinarius" con coquina y con coquinero, que así nos llaman a los portuenses. Y no es que yo me trate de remontar al tiempo de los romanos, sino que quiero darle cierta perspectiva y un tanto de abolengo a lo que voy a comentar. Porque lo cierto es que el arte de cocinar no es cosa nueva en estos parajes: oiga Vd. al Profesor Diego Ruiz Mata y se convencerá de cómo es posible reconstruir la dieta de los fenicios y los turdetanos a partir de las fosas de basura que se han hallado en las excavaciones del poblado de Doña Blanca. Pues esos señores ya se daban sus homenajes con la dorada y la lubina a la sal, por ejemplo.

    la_diana_envoltorio2_puertosantamariaYo, el otro día, me encontré a José Luis Prieto González, el hijo de Luis Prieto, uno de los más claros puntales de la "re coquinaria " portuense. José Luis me comentaba que a quién se le había ocurrido organizar esas deslabazadas jornadas culinarias. Casi ninguna de las recetas que se ofrecieron tenían nada que ver con la tradición cocinera de nuestra ciudad. Es cierto. Pero también es cierto que muchos de los cuadernos, libretas y libros de nuestros preclarísimos cocineros están o perdidos u olvidados.

    A mí se me llena de sanísima envidia el cuerpo cuando veo que una cercana y pequeña villa, como Rota, acaba de publicar un libro sobre su cocina. "Pepe Ramos", José Sánchez Durán, ha escrito con mucho tino y singular sencillez un precioso libro sobre cocina de Rota. Yo le digo a Pepe, para mortificarlo, que el libro no es suyo; que el libro es de Conchi, su mujer, y de su suegro, el singular "Cascarilla", cocinero popular, ya fallecido. Pero aunque el libro no sea suyo, Pepe ha tenido la genialidad de apropiarse de los saberes que todavía y por mucho tiempo han quedado en casa de su suegro, y darlos, muy sencillamente expuestos, al publico en general, para deleite y ejercicio de los desmemoriados o de los interesados por poner sus paladares a punto con el tono culinario roteño.

    guiadelbuencomerespanol_puertosantamariaAquí, en este Gran Puerto de Santa María, noto que está faltando un buen libro que reproduzca las recetas que hicieron famosos a Gloria Jiménez Loma, a Bella y a Rosarito Simeón, a Luis Prieto, a María Benítez, a Gabriel, a Pepe Ruiz Ramírez, Y estoy seguro que sus cuadernos de recetas están descansando en algún lugar de las casas de sus hijos o de sus nietos, sin pena ni gloria. Tan sin pena ni gloria que acaso poca gente, hoy, tenga memoria de los nombres de estos y de muchos otros anónimos cocineros portuenses. Y entre los anónimos, recuerdo a la larga lista de los enrolados en los barcos de pesca, que dieron un puntito especial a los guisos marineros inventados en alta mar y reproducidos en tierra firme.

    La cocina portuense merece un mejor tratamiento, y ya es hora, porque se nos está colando de rondón mucha "re coquinaria" espuria.  Dionisio Pérez,en su "Guía del Buen Comer Español", publicada en 1929, hace inventario, recuento y glosa de las recetas portuenses y de los banquetes célebres.

    issac_peral_uniformeEn 1891 se ofreció a Isaac Peral, en este Gran Puerto de Santa María, en el Barrio de Guía, un banquete en el que figuraron veintiún platos de pescados y mariscos todos preparados al estilo de los marineros de aquí. El 26 de febrero de 1899 se dio otro banquete al sainetero portuense Javier de Burgos que se compuso de cinco platos marineros y de muchos entremeses de igual laya.

    El inefable Bonilla, marido de Manolita Ganaza, que había sido cocinero del Colegio de San Luis Gonzaga, cuando era internado, recogió  de un precioso libro llamado "Cómún modo de guisar que observan en las casas de los Regulares de la extinguida [entonces] Compañía de Jesús", 1795, unas recetas de la sopa hervida y de la sopa de tomate que el famosisimo Melquiades Brizuela ofrecía, dignísimamente a los comensales de la Compañía Trasatlántica en sus cruceros. Seguramente las mismas sopitas a que se refiere Juan Ramón Jiménez, en su carta famosa a Rafael Alberti, que el hermano enfermero le hacía a los colegiales malitos del Colegio portuense.

    Este Gran Puerto de Santa María, con sus huertas, sus almendrales, su litoral sus viñas y su campiña ha proporcionado, de siempre, a los paladares más exigentes, platos exquisitos.

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    Anuncio del Gran Champagne Continental de El Puerto de principios del siglo XX. Todavía se conservan las cuevas en la Finca El Caracol.

    Desde el pan: las acemitas, los bollitos preñados, las rosquitas, los cundi, las bobas, las medias bobas; hasta los vinos: el fino, el oloroso , el amontillado, el Pedro Ximénez, hasta los brandíes, el champán (no se olvide, que todavía existe memoria y aún las cavas subterráneas del Champán Continental de Jiménez Varela, que se criaba y elaboraba en las cavas de "El Caracol") o la crema de cacao.

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    Distintos licores de Crema de Cacao Pico.

    Desde las gambas blancas de la bahía, al embutido de marisco, invento portuense que se hacía en un cocedero de las Plaza del Carbón y hoy aún se elabora, ya trasplantado a Cádiz, en la famosa "Cervecería del Puerto" gaditana, hasta las coquinas, las almejas, los camarones, las galeras, los burgadillos, los ostiones o los muergos... Desde las lisas a las doradas, a los robalos, a los sábalos, a las anguilas... Desde las rayas, las caballas, los besugos, los chocos, los malarmados, los lenguados...

    No me diga que nunca le han hablado, o Vd. ha tomado la sopa al cuarto de hora, las sopitas de gato, la raya en pimentón, el caldillo de perro, los malarmados a la sal, las anguilas en amarillo o las caballas con fideos.

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    La Tarta Imperial de Pepe Mesa, con patente de invención, hecha a base de almendras, mantequilla, azúcar, huevos y licor de Cacao.

    Si a Vd. no le suena la sopa de arroz con ostiones, las tortillitas de camarones, el rape al pan frito, las lisas en amarillo o en adobo, las panizas, los huevos de fraile, por poner unos ejemplos, o no ha degustado los suspiros de monja, la tarta imperial, el tocino de cielo, las poleadas con coscorrones...; si a Vd. no ha probado las sardinas sin piel ni espinas, ni la mermelada de naranja agria o la de breva que preparaba con especial esmero "Conservas Sur", sin espesantes, ni colorantes, ni potenciadores del sabor, ni otras lindezas actuales, Vd. no sabe lo que es bueno.

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    Mermelada de breva de Conservas Sur.

    Si Vd. no ha comido los boniatos asados, ni el arroz con galeras, ni las papas con chocos, ni las coquinas a la marinera o a la plancha, ni el arroz con coquinas, ni las papas al escándalo, ni la leche frita, el lenguado a las siete cosas, ni la compota de zamboas..., Vd., perdóneme que se lo diga, está pasando por la vida sin pena no gloria.

    Si Vd. lo que frecuenta es la llamada "comida basura", la rápida, o, por el contrario, se deleita comentando que ayer estuvo en un "Chino", o se vanagloria de comer en un restaurante de cocina francesa, Vd. es lo que se llama un perfecto y vulgar "paracaidista" o, en cualquier caso, un abominable "piojo resucitado". No me hable Vd. Oiga, que le digo que no me hable. Ande y váyase a informarse y que le digan cómo se ha comido y se come en este Gran Puerto de Santa María. Verá Vd. cosa fina y buena.

    lagiraldapapel_puertosantamariaPero antes, por la mañana, al levantarse, tómese un tazón de café y una acemita con manteca colorada y azúcar, que le será provechoso para empezar a funcionar, salga luego a la calle y, antes de proponerse qué es lo que va a poner de comer, busque a alguien con cara de saber antiguo, párelo, pregúntele qué es lo que comía de chico, hágase a la idea mientras el propio le va relatando, póngase en situación, relámase los dedos pensándolo, vaya a la compra, adquiera lo pertinente para ello, póngalo en obra y terminado que fuera, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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