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el_bato_pacoarniz_puertosantamaria‘El Bato’, fallecido en 1994, era un personaje singular. Si alguien preguntaba por Francisco Merino González, nadie lo conocía. Sin embargo, al que se interesaba por ‘Bato’ lo llevaban hasta el mismo pesquero abarloado en el muelle, donde se encontraba enrolado. Esto ocurre con los motes, apodos y apelativos cariñosos en los pueblos. Una pena que en las mayoría de las ciudades se haya perdido éstos. Personaje querido dentro de la marinería, jamás hizo daño a nadie. Todo lo contrario. A veces se hacía pesado hasta la saciedad, pero simpático. Jamas se sabía en una conversación cuando se iba ‘el Bato’… /En la ilustración, ‘El Bato’. Óleo de Francisco M. Arniz Sanz. 1983.

El crítico de arte Manuel Fernández Nieto, escribía en abril de 1984 sobre este cuadro de Francisco Arniz (ver nótula núm. 1822 en GdP), que representa al marinero Francisco Merino González, ‘el Bato’, expuesto en una muestra del pintor en Barbate hace 29 años: «Ahí queda eso», pudo decir Arniz, descansando., cuando dió el último golpe de pincel al retrato de ‘el Bato’. Golpe de pincel --hay que subrayarlo--. porque lo que utilizó para alcanzar un resultado tan asombroso fue una técnica que está a medio camino entre la pintura y la escultura. El busto de ‘el Bato’ tiene un dinamismo que le permite avanzar, salirse del cuadro, discutir, si llegara el caso, acerca de su indiscutible autenticidad. Puede ocurrir que en este momento haya dos ‘Bato’ en el mundo: el de piel y hueso, y el de Arniz. No importaría que éste no se pareciera a aquél. De cualquier forma,  los buenos retratos superan esa ingenua exigencia del simple parecido, que queda,  como un poso, como la cáscara de una semilla germinada y convertida en árbol. Lo que interesa es el árbol, y aquí está plenamente conseguido.

Esas resquebrajaduras, esos barrancos abiertos en las mejillas fumadoras y en la garganta cargada de afonía: el agua que empaña el cristal de los ojos de mirada ausente, tierna, resignada; el pelo, trigal maduro zarandeado por vientos de dirección contraria; el jersey, que flota sobre una anatomía predominantemente ósea, y esa oreja... elefantina, volandera. amenazadora, si ‘el Bato’ no fuese un hombre-niño tan bueno como el pan bendito.» 

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La parroquia del Carmen y San Marcos estuvo entre 1965 y 1970 en los bajos del edificio del actual Ayuntamiento. A la derecha, en la plazuela de Las Bodegas, vivía nuestro protagonista.

Vivía en la plazuela de Las Bodegas, frente a donde está situado hoy el Teatro Pedro Muñoz Seca. Por su cercanía con la parroquia del Carmen y San Marcos, desde su fundación entre 1965 y 1970 en la plaza del Polvorista y posteriormente en la Avda. de la Constitución, pasaba mucho tiempo por allí,  cuando no andaba embarcado. Unido sentimentalmente a Rosario, a la que llamaba no sabemos si con respeto o temor ‘la Cortijera’, tenían un hijo. Ramón González Montaño, el párroco que latinizó su apodo llamándolo ‘Bato-Batus-Batista’ con una mijita de retranca, consiguió, de acuerdo con la pastoral que se había trazado, que contrajeran matrimonio canónico. ‘Bato’ se hizo un habitual de la parroquia y de los lugares satélites de la misma, el Bar ‘El Rempujo’, ‘Las Cadenas’, ‘El Ermitaño’ de los Gil, cuando se encontraba en el actual Ayuntamiento. Luego, en su emplazamiento definitivo, donde los ‘paraderos alternativos’ serían bar ‘Juanito’, la taberna ‘Pauyata’ donde hoy se encuentra la Comisaría de Policía y donde curiosamente Monseñor José María Cirarda puso la primera piedra de la parroquia del Carmen, aunque luego no se construyera allí y si en frente; ‘La Ponderosa’, con sus idas y venidas con Pepe Basteiro que lo quería mucho y su médico de cabecera, Manuel Peréz-Blanco Muñoz (ver nótula núm. 1187 en GdP); y, en la calle Aurora, la taberna de Vicente Gómez Messeguer, tío de los Soriano Gómez, conocido como Vicente ‘el Borriquete’ excelente patrón de pesca que fue del pesquero ‘Paco Rota’; y posteriormente el Bar ‘Dani’, donde se asentó, cultivó muchas amistades y donde se le recuerda.

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La aserradora de Soriano, en la trasera de la Casa de las Cadenas, en la Avda. de la Bajamar, vemos en el centro de la imagen a Luis Soriano (ver nótula núm. 1009 en GdP), en 1961.

Otro de sus paraderos era la aserradora de Soriano, luego marisquería, trasera del Palacio de las Cadenas, tristemente célebre por su derribo. Tenía un hermano que era empleado municipal y era familiar de Luis Merino, muchos años camarero de la Cervecería Skol, hoy Cervecería ‘El Puerto’.

En San Marcos se relacionaría con Faustino Navas, Antonio Naranjo, José Luis Álvarez Sevilla ‘Gavina’, Gerardo ‘el Carpintero’, Domingo Renedo, Antonio Herrero Tello, Pepe Alonso, Miguel ‘el Cubano’, Gaspar Luis Ramírez Perea… Y con esas reuniones y otras, era peculiar verlo desenvolverse, en su perorata, cariñosa, entrañable, pero jartible al final: «--Nuestra señora del Carmen nos Ampare» cuando se encontraba en el ambiente parroquial; o para entrar en alguna reunión de amigos, «--¿Usted conoce a Don Domingo Renedo?» y Renedo estaba presente en la reunión en la que quería introducirse. En la Cruz Roja: «--La Cruz Roja es muy ‘repetada’», porque ‘el Bato’ se quería poner fino y al final añadía o quitaba letras a sus palabras: «--La Virgen del Carmen nos ‘acompañes’». Soltaba una frase, se iba andando diez pasos, volvía, soltaba otra frase y así, el momento se podía hacer eterno hasta que había que indicarle que se marchara tras tantas interrupciones. Como afirma un marinero que lo conoció: «--’El Bato’ se sabía cuando llegaba, pero nunca cuando se marchaba».

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El variopinto y movido ambiente de la lonja pesquera cuando estuvo en la margen del río lindera con la Avda. de la Bajamar, hoy aparcamientos, locales comerciales y terminal marítima del catamarán.

Estuvo embarcado durante muchos años en los pesqueros de la sociedad García Sánchez-Sánchez Carbonell: Nuevo Pepe Carlos, Horta Grana, Ballena Blanca, Pepe Carlos, José Vicente. Y en los barcos de Francisco Perles Martínez ‘Paquito Marichea’: Nuevo Moruno, Danubio Azul, Marichea. También en los de la familia Roselló Castell: Juan y Guillermo, Matilde Castell, Jaime y Angelita.

‘El Bato’ no prolongó su matrimonio con Rosario. Algo tuvo que ver su afición por la bebida, aunque no era una persona malage, si acaso jartible. La mar no perdona, y los excesos con el tabaco y los caldos de la tierra le pasarían factura: pasaría el final de sus días en una casa de acogida en la calle Cielos frente a donde tuvo el Dr. Pérez Blanco su consulta, en las cercanías de la Plaza de Abastos. En quel hogar, regentado por Cáritas, se daban comidas a los transeúntes indigentes siendo atendido por Pepe González Montaño, Juan Buhigas, Pepe Serrato Barragán e Ignacio Gaztelu, entre otros. Su sepelio lo celebró el diácono Juan Villarreal Panadero (ver nótula núm. 637 en GdP) dejando este mundo en 1994.

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De izquierda a derecha, Luis Otero Sánchez, Adrián León Manito, Juan Jesús Franco Núñez (Mejor empresario 2005, hoy en Zaragoza dirigiendo una consultoría empresarial así como negocios inmobiliarios) y, en primer término, Manuel Quintero 'El Chumi' (ver nótula núm. 1.110 en GdP), quien da nombre a una conocida Peña Flamenca de la Ciudad. En el Bar 'La Marea', conocido popularmente como 'Los Cristalitos'. /Foto: Colección V.G.L.

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En la fotografía aparecen dos hosteleros muy vinculados al sector pesquero, por la proximidad del Bar 'La Marea' conocido por 'Los Cristalitos', a las desaparecidas Lonja Pesquera, Cofradía de Pescadores y el barrio, eminentemente marinero.

Adrián León Manito era propietario del Bar 'El Castillito-Casa Adrián', en la plaza del Castillo, en la esquina con la Bajada, justo en la estancia donde hoy se encuentra la Oficina de Turismo y donde estuviera --cuando era sede de los Juzgados-- el despacho del titular del núm. 3, el conocido magistrado, Miguel Ángel López Marchena (ver nótula núm. 039 en GdP). En esa casa vivía Luis Otero quien, de pequeño, empezó a trabajar en el bar de Adrián, como aprendiz.

Ya en 1962, León Manito traslada el bar al Grupo de Viviendas de 'La Pescadería, también en esquina y vuelta de la calle Compositor Javier Caballero y Micalea Aramburu, mas cerca del río. Allí Luis Otero llegaría a ser el encargado tras caer enfermo su propietario; al fallecimiento de éste, Otero llega a un acuerdo económico con la viuda al la que finaliza comprándole el negocio en el que permanecerá Luis, hasta su jubilación hace unos años, estando cerrado en la actualidad.

El paisaje de aquellos bajos comerciales de los bloques de 'La Pescadería' frente al 'Resbaladero' permanece en la memoria de muchos aún hoy día. El Bar 'Los Cristalitos' lugar de copas de Vino Fino previas a las comidas comerciales de armadores, minoristas, exportadores, patrones y pescadores que se celebraban en 'El Resbaladero'. 'La Marea' era el epicentro de la activad comercial: las transacciones económicas en torno al mundo del sector extractivo y comercial de la pescadería. El Bar 'La Marea' tenía, a su derecha la vendeduría de Miguel Roselló, mas tarde socio con Juan Avargues; a su izquierda en el actual Bar 'Ben & Jerry' la vendeduría de José Agarrado Macías, mas tarde de José Cuevas Mateos, quien fue presidente del Racing Club de Futbol. Y en la esquina con la calle Maestro Veneroni, el almacén de Nicanor Gómez Recalde, 'Los Caballos' más tarde de José Manuel García Gómez, su sobrino; y en la misma calle el Bar y Estanco de 'La Lucha' (ver nótula núm. 145 en GdP), donde el armador y vendedor José Agarrado tenía antes sus oficinas; frente al muelle, la vendeduría de Juan Hernández Navarro; también frente por frente, cruzando la calle, además de la Bajada del Castillo, tenía a la derecha el Colegio de 'La Pescadería' y el bar de 'Antonio Sucino' y la peluquería Reyes; el bar sobrevivió  el traslado de la Lonja a la Otra Banda, a finales de los setenta del siglo pasado.

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José Palacios Llorca vino al mundo  el seis de agosto de 1925 en Villajoyosa (Alicante). Sus padres, José y María, tuvieron cuatro hijos, tres mujeres y él, que fue el único varón. Su padre se dedicó  la pesca, fallecido prematuramente a la edad de 40 años.

En 1925 Juan Luis de los Santos abre su primera joyería en la calle Ganado, entonces Sagasta. Ese se mismo año nuestro paisano Rafael Alberti ganaba el Premio Nacional de Literatura con su obra Marinero en tierra y empezaba a colaborar en la Revista Occidente;  el historiador Hipólito Sancho centraba sus investigaciones históricas en El Puerto de Santa María y ejercía como alcalde de la ciudad su pariente, Alfonso Sancho y Mateos propietario de la Bodega A&A. Sancho fue el primer presidente de la Academia de Bellas Artes y precursor del dragado y encauzamiento del río Guadalete.

José estuvo viviendo en su pueblo natal hasta la edad de los 20 años, cuando partió a cumplir con sus deberes militares de la época, en plena posguerra, haciendo el servicio militar en la Marina en la ciudad de Cádiz. Al terminar, dos años ó tarde marchó hacia Málaga donde ingresará en Capitanía General, para realizar los estudios de náutica, finalizando en 1954.  Con la edad de 29 años, se vino a vivir a El Puerto de Santa María, ya que se informó de la posibilidad de entrar a trabajar en la Base Naval de Rota, como así sucedió.

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En la imagen, de izquierda a derecha, José Palacios Llorca, detrás Francisco Merino ‘El Bato’ medio oculto en la imagen, dadas las vueltas y revueltas que daba en todo momento; Juan Rodríguez Franco, motorista del pesquero ‘Veluca’; un joven Antonio Carbonell con apenas 15 años; delante José Domínguez Girón, conocido como ‘Pantito el Sanluqueño’ excelente cocinero del pesquero ‘Pepe Carlos’, padre de los hermanos José, Paco y Antonio, Domínguez Salas, Antonio fue jugador del C.F. San Marcos; Manuel Rodríguez Vidal, conocido como ‘Manolo Rulera’, hermano de Ricardo, abuelo del internacional futbolista porteño Joaquín; Ramón González Montaño, párroco del Carmen y San Marcos (ver nótula núm. 232 en GdP)el marinero Guillermo Benigno Franco, quien marcharía a las costas de Levante al igual que su hijo del mismo nombres; y cerrando el grupo un desconocido, amigo de Guillermo Benigno, el 16 de julio de 1967, festividad de la Virgen del Carmen, en la nave propiedad de Obras Públicas, hoy propiedad de APEMSA.

Se casó en esta Ciudad con María del Carmen Ruiz Presa, natural de Valladolid, el el 27 de mayo de 1956 en la Iglesia Mayor Prioral, con la que tuvo dos hijos, Maria del Carmen y Vicente. En 1957 comenzó su vida en la mar, llegando a conocer parte del continente africano. Fue patrón de altura, y estuvo embarcado entre otros en el Draga Sil, con matricula de Roma. Navegó en barcos de pesca entre 1958 hasta 1986, año en el en que se jubiló.  Gracias a sus conocimientos como capitán de barco, salió ileso de tres accidentes ocurridos por vías de agua, que repararon para poder llegar, mas tarde a repararlos, a los varaderos.

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A la izquierda, José con unos amigos en la desaparecida caseta de 'El Cortijo', en el Paseo de la Victoria, donde hoy se encuentra el I.N.B. Muñoz Seca.

Una vez jubilado, para ayudarse a mejorar su pensión se dedicó a la representación de bebidas espirituosas, whisky JB y vinos de cosecha. Hoy, a sus 88 años, se encuentra totalmente retirado de cualquier actividad profesional. Vivió en la calle Federico Rubio 53, y vive su viudedad desde hace varios años.

José frecuenta, impecablemente vestido y casi a diario, la tertulia de amigos que se forma en el Bar Manolo, en la calle Larga, frente a la plaza de Isaac Peral, donde toma sus cafés y cuenta algunas de sus peripecias y vivencias marítimas y marineras, que son muchas.

Da alegría verle pasear por esas calles del centro de El Puerto que tanto recuerdos le traen, y con él a todos los que le conocemos desde hace muchos años. /Texto y fotos: Carlos Pumar Algaba.

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EL CAPITÁN ROLLO.
A José se le conoce cariñosamente con el apodo de ‘Capitán Rollo’, y aunque es un calificativo que no le agrada, tiene su razón de ser. No era frecuente en su época ser una persona culta e instruida, elegante en el mundo de la mar, donde podía resultar un personaje extraño: no pegaba su elegancia, su dandismo. Persona con formación, ofrecía y ofrece interesantes disertaciones sobre los más variados temas. Y el apodo que hace muchos años se usó de forma despectiva porque la marinería no entendía sus parrafadas, en la actualidad es un reconocimiento a sus múltiples conocimientos, de las nuevas generaciones del mundo del mar, mas formadas intelectualmente.

El Capitán se ha relacionado, a lo largo de su vida, con gentes interesantes, teniendo su paradero, hace años en la desaparecida cafetería ‘El Faro’, en la esquina de la calle Palacios con Nevería, donde hoy se encuentra una óptica, allí era contertulio de los profesores del Instituto Laboral, entre ellos Manuel Martínez Alfonso (ver nótula núm. 1.051 en GdP), o Alfredo Bootello (ver nótula núm. 1.170 en GdP) entre otros.

Poeta, romántico, una composición suya con la que halagaba a las féminas es: «Si yo supiera escribir/ claveles te mandaría, y en medio de los claveles, mi corazón te pondría». A su edad echa de menos a amigos que, o bien han ido desapareciendo, como el médico Francisco Viseras Alcolea y a otros que no tienen su constancia de salir a diario a la calle, a tomarle el pulso a El Puerto.

Muy amigo de Basilio Lloret Linares, quien fuera patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, también natural de Villajoyosa, nuestro personaje estuvo embarcado en algunos de los pesqueros de Francisco Perles Martínez, ‘Paquito Marichea’: Nuevo Moruno, Danubio Azul, Marichea, Manolo Marhuenda, entre otros.

 

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De izquierda a derecha, Vicente Valle Rey ‘el Jopo’ lotero con nótula núm. 881 en GdP (embarcado entre otros en ‘El Glorioso’ y ‘Playa de Valdelagrana’); Rafael Morales Calatayud ‘Calata’; Antonio Moragues Molina ‘El americano’; Agustín Treviño; Vicente Tur Perles –de la familia de los Morriño– quien, aunque en la actualidad vive ya jubilado en Calpe (trabajó en la Cofradía de Pescadores de dicha localidad) y viene por El Puerto todos los años; Antonio Galán Marchena, ‘el Chispa; Francisco Guardiola Jiménez, víctima en el hundimiento del pesquero ‘Castillo Santa Catalina’; Pérez Roldan, ‘El Chino’ y, con el gancho en la mano, Juan Rubio Cuevas, conocido como ‘Juani Jerez’. Aquel turno fue conocido como ‘el de los Calamares’ dada la ingente cantidad que se capturaron de esta especie de cefalópodos, en los caladeros de Cabo Blanco y casi, con la frontera de Mauritania.

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Si bien en la embarcación solo se distingue en el fondo del barco del nombre de la palabra ‘castillo’, nosotros nos inclinamos porque la embarcación sea la del ‘Castillo de Santa Catalina’, aunque existieron otros dos ‘castillos’ en la flota pesquera portuense: ‘Castillo de Doña Blanca’ (estos dos del armador José María Martínez Govantes) y el ‘Castillo de San Marcos’ cuyo armador era Juan Hernández Navarro. /Foto: Colección AP.

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Imagen tomada en el yate ‘Aquílonia’, atracado en los pantanales de Puerto Sherry en agosto de 1990. De izquierda a derecha Javier Tosar Barrera (ver nótula núm. 063 en GdP), Antonio Almagro Buhigas (ver nótula núm. 178  en GdP), Emilio Almagro, Manuel Cuevas Mateos, Miguel Pineda Martí y Fosco Valimaña Lechuga (ver nótula núm. 095 en GdP). La imagen, con la vela o toldillo, es apropiada para este verano que comienza en pocos días. Fernando Gago hubiera dicho que, ahora en verano los propio es que cuando se insulte a alguien se le mande al ‘carajo la vela’.  /Foto: Colección Vicente González Lechuga. 

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En la desparecida Lonja del Pescado, de izquierda a derecha, Mellizo de Rota, desconocido, Frasquito, Juani Jerez, José Cuevas Mateo, desconocido,José Pérez, Fernando Heredia, desconocido, Luis Fernández Chuliá, Salva, Botella (sobrino), Pipo de Cádiz, desconocido, Benítez, ‘La Barca’, Paco Figuereo y Juanito. /Foto: Rafa.

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En la desaparecida Lonja del Pescado, de izquierda a derecha, de uniforme Vicente Perea Gandulla, con gafas Pineda, al micrófono Crstobal Romero Raposo, desconocido, José Bootello, Juan Antonio Cuevas Flores ‘Mosco’, desconocido, Salvador Figuereo ‘Salva’, semiescondido con gorra y apoyado en el anterior Gabriel Cuevas Flores, Manuel Espinosa, Luis Soriano y Chicla de Cádiz. /Foto: Rafa.

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Juan Cristo Charneco, (Lagoa, Portugal, 1923 - El Puerto, 2012). Tuvo un primer matrimonio, con Ángeles Jiménez, de cuya unión nació un hijo. Está casado actualmente con Manuela Álvarez, de Ceuta, de este matrimonio nacieron dos mujeres y dos hombres. Trabajó de marinero, cocinero y patrón, toda una vida en la mar, fue cocinero del barco hospital, durante 25 años. En su juventud fue cantante de melodías modernas, fados portugueses, y tangos argentinos. Canto en El Pay Pay, Teatro Principal, Las Cuevas del Pájaro Azul, El Picnic, El Oasis, en Sanlucar de Barrameda y en San Fernando, participando en concursos de Radio Cádiz, Sevilla, Radio Juventud y Radio Tánger. Bohemio y romántico en su época joven, cantó verdaderamente bien.

Realizó una tournée con una compañía de teatro por los pueblos de la costa, sierras de Cádiz y Málaga, en los años cincuenta. Hay personas que se acuerdan de él y me preguntan. Fue un hombre apuesto y muy buena persona, no lo digo yo, lo dice todo el que le conoce. Recuerdo cuando ensayaban los componentes de la compañía, en el edificio del Sindicato Vertical, anteriormente este edificio fue el Hotel Vista Alegre situado en la avenida Micaela Aramburu.

Imagen del antiguo edificio de Sindicatos, en la calle Micaela Aramburu.

En este elenco artístico participaban: Las Hermanas Villar, Soledad y Pepa, La Valladares, Los Hermanos Vargas, Antonio y Manolo, Roberto Iglesias, Juan Cristo, Manolo Barrera, y otros que no  recuerdo. Director y coreógrafo, del espectáculo, Francisco Rodríguez “Paquito el Maricon”, como él le gustaba que le llamaran cuando lo hacían de buena fe y en el momento adecuado. Buen bailarín, conocía el flamenco y el clásico español. Tubo de profesor a José Luis S. Rodríguez, nombre artístico de José Luis Sánchez Rodríguez, El Puerto, 1917. Cádiz, 200?, (ver nótula núm. 100 en Gente del Puerto).  Paquito, se quejaba que le tuvo muy poco tiempo de profesor, a este maestro del baile, afincado en Cádiz, alumno del bailaor  jerezano “el Estampio”. Recorrió los cinco continentes actuando con su mujer Pepita Sarazena (ver nótula 121 en Gente del Puerto). Hablaremos de éste artista, en otra ocasión.

Fue con Doña Virginia y Ramón Zarco, profesores de la Academia de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’ con la orquestina a algunas fiestas particulares o eventos, de la sociedad bien de aquellos años. Cantó con Merche ‘la Macaria’, nombre de María Mercedes Valimaña Lechuga (ver nótula núm. 047 en GdP)  y con Julio Pérez Flores, presidente fundador de la tertulia Flamenca de Tomas El Nitri, en algunas de las fiestas que se hacían en aquellas fechas en nuestra ciudad, en los bautizos, tomas de dichos y casas de tratos o del amor comprado. Mi tío terminó su vida artística en Algeciras. Llamo al abuelo y le dijo: «--Padre, estoy harto de bocadillos de sardinas en conservas y de morcillas, mándame dinero para el viaje, que dejo la vida artística para otros, que cojan el testigo, y tomo el  primer autobús que salga para El Puerto de Santa María». /En la imagen de la izquierda, Doña Virginia Hernández.

Teatro Chino de Manolita Chen.

Le llamaron para el Teatro Chino, de Manolita Chen. En este tiempo  estaba mi tío embarcado, pescando en el Moro. Mi abuela no se lo comunicó, no quiso que se metiera en más aventuras, con las que había vivido, estaba más que bien. En estos momentos pasa por la vida, sin reconocer a los familiares que no tienen contacto diario con él.

De izquierda a derecha, el autor de esta nótula Antonio Cristo Ruiz; Romeo Gómez Cristo; Juan Cristo Charneco; Manuela Álvarez; la mujer de Rui Gómez Cristo; Rui Gómez Cristo. En la discoteca El Oasis, década de los 70 del siglo XX.

Por cierto, en este Teatro trabajó un inolvidable amigo y portuense, Guillermo Aguilar Dueñas, este actuaba de relleno en el coro del ballet flamenco, y en el montaje y desmontaje, de este coliseo. Recorrió con este espectáculo ambulante varios meses, era su tiempo joven y se hace lo que te dicta el corazón, y con ganas de vivir aventuras. Fue encargado general de obras, y un artista en esta materia. La obra y el decorado interior de la Tertulia Flamenca de Tomas El Nitri, la realizo el referido Guillermo Aguilar. Esta local obtuvo el primer premio nacional de peñas flamencas, en la década de los ochenta del siglo pasado. Tuvo el cargo de vicepresidente de esta entidad y socio fundador. Te echamos de menos.

Segunda boda, en esta ocasión civil, de Juan Cristo Charneco con Manuela Álvarez, de Ceuta, en los juzgados, en la que actuaron como testigos el oficial de juzgado Manuel Artiel y el Decano de los Abogados en El Puerto. De este matrimonio nacieron dos mujeres y dos hombres.

Mi tío cocinaba fantásticamente, todo lo que fuera pescado. El rape en pan frito, como él lo guisaba no lo he comido mejor. De la familia Cristo, hubo un cantante fadista según me dijo mi abuela, de apellido Gabana. De todos los hermanos de mi padre con el que más me comuniqué fue con él y tuve más relación personal. Recuerdo muchas navidades, ferias y fiestas pasadas con mi tía Manuela y el tío Juan --que fallecía el pasado 29 de diciembre de 2012--, con los que pasamos muy buenos ratos, mi esposa y yo. (Texto: Antonio Cristo Ruiz).

(viene de la nótula núm. 1.609 en Gente del Puerto).

EL TÍO JOSÉ, FALANGISTA A LA FUERZA.
José Cristo Charneco (Vila Nova de Cácela, 1908 - El Puerto, 1961). Casado con una tarifeña, de nombre Marina León, tuvieron cinco hijos, cuatro varones y una hembra. Redero de profesión y armador de barcos de Diego Piñero, empresario que estuvo muy de moda en la baja Andalucía, hay una copla de Juan Valderrama, que dice:

Diego Piñero,
con sus barcos de pesca
y sus marineros,
aquí lo dejo.

Participó en la Guerra Civil, se lo llevaron para el frente, por el sistema ordeno y mando. Se encontraba mi tío con cuatro amigos tomando copas en un bar del pueblo de Tarifa. Se presentó un jefe de la falange, con cuatro camisas azules, en el local citado. El jefe falangista, se dirigió a mi tío y le preguntó: «--¿De dónde eres chaval?». «--Soy portugués, señor». «--¿Con quien trabajas?». «--Con Diego Piñero». «--Vente con nosotros a luchar por España», a lo que mi tío le contestó: «-Señor soy portugués»; respondiéndole el falangista: «--Tu donde vives, donde trabajas, donde comes es en España, así que ¡al frente por la patria!».  No tuvo más remedio que alistarse e incluso llegó a terne mando en la falange. El abuelo Juan, intento por todos los medios, rescatar su hijo, y llevárselo para casa. Contó el abuelo, que estuvo a punto de que lo expulsaran de España. De la guerra vino condecorado para toda la vida con una enfermedad crónica incurable, de la cual falleció. En los años cincuenta, con la muerte del empresario Diego Piñero, los herederos llevan a la empresa una verdadera hecatombe, y mi tío decide marchar a El Puerto, con su familia. Trabajó de redero en varios barcos, en nuestra ciudad, durante unos diez años.

EL TÍO MANUEL, CHATARRERO Y ARMADOR.
Manuel Cristo Charneco, (Lagoa,1918 - El Puerto, 1991). Se caso con una portuense de nombre María Aparicio, hija del conocido Juan Aparicio ‘el Mamarrosca’, de este matrimonio nacieron  tres hijos varonesy una fémina. Tuvo una caída en un barco, quedo inválido de una pierna, se la dejaron inflexible y sin  movimiento. Tuvo la mala fortuna de caer en mano de un mal facultativo, que solo tenía de doctor, el diploma, colgado en la pared de su despacho. Por sus condiciones, físicas, dejo la mar y puso el negocio de la chatarra.

Tuvo un amigo  muy conocido en El Puerto, Antonio de los Santos ‘Antoñito el Tonto’, el tiempo que estuvo convaleciente con la pierna, le acompañaba tres o cuatro horas diarias hasta que se repuso; mi tío le quería mucho, fue de los primeros portuense que conoció. Le toco la lotería en los años cincuenta, y se compró un barco, con el nombre de ‘Nuestra Señora de La Cinta’, nombre de la patrona de Huelva. Este barco lo mandó un portugués, de nombre Filiberto Barrientos, tenía fama de ser uno de los mejores patrones de pesca de esta zona, muy amigo de mi padre y de la familia. En este pesquero trabajo mi tío José, de redero.

En la Plaza de Isaac Peral mediados los años sesenta del siglo XX, de izquierda a derecha, Lourdes Cristo Aparicio, María Aparicio, Manuel Cristo Charneco y “Chati” hermana de María Aparicio.

Le ocurrió a mi tío Manolo, una anécdota con Antoñito “el Tonto’. Delante de las gentes, solía decirle a mi tío: «--Manolo, déjame tres mil pesetas, que tengo un plan con una gachí estupenda», mi tío se echaba mano al bolsillo y le ponía el dinero en la mano, Antoñito, se marchaba y al rato volvía y le devolvía el dinero; lo hacía para presumir. Una de las veces que le pidió dinero, lo llamaron para un recado y se olvidói entregarle el dinero. Mi tío decía: «--Estoy seguro que Antoñito, no se ha llevado el dinero, algo le ha pasado». A las tres horas llega con el dinero y con lágrimas en los ojos, Manolito, «--Perdón picha mía, se me olvido traerte el dinero, por culpa de la hija de la gran puta de la Juana». Era un poco tartajoso, y cuando nuestro convecino el viento de Levante, bufaba se atascaba más. Tres mil pesetas en los años cincuenta era mucho dinero. Antoñito, era primo por parte materna de José de los Reyes ‘el Negro’. Le tenía mi tío asignado un sueldo de una peseta y cincuenta céntimos diarios, por amigo. Creo que hay un cuadro al óleo de Antoñito, pintado por Juan Lara.

De izquierda a derecha: María León, Luciano Cristo Charneco, Carmen Ruiz Camacho y Lino Cristo Charneco (padres del autor de esta nótula) y  Manuel Cristo Velazquez.

EL TÍO LUCIANO, MARINERO Y MÚSICO.
Luciano Cristo Charneco, (Lagoa, Portugal, 1920 - El Puerto, 1999). Se casó con una jerezana de nombre Gertrudis Velázquez, de esta pareja nacieron dos varones y dos hembras. Trabajó siempre en la mar, de marinero, contramaestre y patrón, llego a tener su propio barco, con la mala fortuna, que lo embarranco un patrón de costa joven, junto a la costa Marroquí, según me contaron. Era aficionado a la música, tocaba el acordeón, conocía algo del folclore de la zona sur de Portugal. Amante del fado y de la música portuguesa y  muy aficionado al ciclismo. (Texto: Antonio Cristo Ruiz). (continuará)

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Contar la vida de un padre y de su familia es un poco complicado por muchas razones, creo que lo entenderán la gran mayoría de las personas que lean este texto. Mi padre y familia --los Cristo Charneco-- proceden de la provincia /distrito de Faro, en el Algarve, (Portugal). Fueron seis hermanos:  José, Cecilia, Lino, Manuel, Luciano y Juan. Todos vivieron y fallecieron en El Puerto, excepto mi tía Cecilia Cristo Charneco, (Vila Nova de Cácela 1911 - Vila Real de Santo Antonio, 1999). Estuvo casada con Antonio Gómez, hombre muy conocido en esta ciudad, era el encargado de Fomento en esta localidad fronteriza en 1947. Pasaron muchas temporadas de su vida en El Puerto, con sus tres hijos varones.

En la feria de Ganado (década de los 50 del siglo XX). De izquierda a derecha y de arriba a abajo: 1ª Fila: Lino Cristo Charneco; Juan Cristo Ruiz; Carmen Ruiz Camacho; Luciano Cristo Charneco; Gertrudis Velázquez; Juan Cristo de los Martyres; Cecilia Cristo Charneco; Carolina Charneco Gabana; delante de ella, Antonio Cristo Ruiz; María Aparicio; Manuel Cristo Charneco. 2ª Fila: 5 niños desconocidos; Manuela Álvarez; María del Carmen Cristo Ruiz .

LA VIDA EN LA FREGUESÍA.
La vida en aquella freguesía (pedanía) de pescadores dependiente de Vila Real de Santo Antonio, en el primer tercio del siglo veinte, según mi abuelo,  era dura, dedicada a la pesca y salazones de pescados azules, y a la agricultura, tenían un terruño de arena de sílice, improductivo, de unos cuatro mil metros cuadrados de secano.  Hoy el terreno valdría mucho dinero por tener la playa muy cercana. Corrían malos tiempos a principio del siglo veinte en Portugal.

Mariscando en Vila Nova de Cacela, pedanía de Vila Real de Santo Antonio (Portugal).

El abuelo, Juan Cristo de los Mártires (Vila Nova de Cácela, Portugal 1887 - El Puerto, 1961). Tuvo que emigrar en busca de nuevos horizontes con sus dos hijos mayores, José de 20 años y Lino, de 14 años, deciden cruzar el río Guadiana, en busca de mejoras, con destino a Tarifa, pueblo marinero por excelencia, con un gran movimiento en la pesquería y conserveras de pescados de aquellos años.

CRUZANDO LA FRONTERA.
Me contó mi padre, Lino Cristo Charneco, que pasaron el río ya mencionado en una balsa de madera grandísima, en la que entraban carros tirados por mulas y animales cargados con todo lo que se puede vender, comprar y trocar. Esta embarcación iba arrastrada desde tierra, por un grupo de hombres en la margen hispana y equivalente en la orilla lusitana. Esto le impactó mucho a mi padre, lo mencionaba en muchas ocasiones, nos describía estos hombres con el torso desnudo, se semejaban a los esclavos egipcios, como nos relata la  cinematografía.

Me informó que no pasaron el río por la frontera de Villa Real de Santo Antonio-Ayamonte, fue una zona interior de la provincia de Huelva, que no describió. Recorrieron mucho camino a pie, antes de llegar a su destino. En el viaje mi padre, le comentaba continuamente a mi abuelo: «--¿Papa dónde vamos?» Dejar la tierra donde uno emerge y crece, para emigrar a otra comarca siendo un niño, tiene que ser muy doloroso. Yo lo digo por experiencia, me fui de El Puerto, con veinte y nueve años, con destino a Tarragona, y mi salida fue angustiosa. /Portada de la Pensión Las Columnas, hoy en desuso, donde vivieron a poco de llegar a El Puerto.

Se instalaron en Tarifa, el pueblo de Guzmán “El Bueno”, y  posterior en Barbate, trabajaron de marineros y rederos, y mi padre como grumete en los barcos de pesca durante varios años. Conoció mi abuelo a un portuense, dueño de barcos, este le aconsejó que se afincaran en El Puerto, que había más vida y oportunidades de trabajos.

LLEGADA A EL PUERTO.

En 1933, se trasladaron el abuelo y mi padre a Alcanatif, el nombre árabe de mi ciudad. Mi tío José se quedo como redero en Tarifa. Dormían en los barcos donde estaban enrolados o embarcados, o sea, hasta que no hubo presupuesto para poder hospedarse por primera vez en la posada de Las Columnas.

La calle Sierpes, en la década de los sesenta del siglo pasado. Como se puede observar en primer término a la izquierda, los puesos de verduras se encontraban adosados y al aire libre, con el toldo de protección plegado. A la derecha, la ristra de bares de la calle en aquellos años.

Otra vista, mas reciente de la calle Sierpes.

Con posterioridad alquilaron una vivienda en el número 5 de la calle Sierpes. Toda una vida junto a la Plaza de Abasto. Tenían de vecinos el Bar de ‘Milindri’, dirigido por Simón e Ignacio. ‘El Lengue’, padre y Rafael, hijo carnicero de profesión, creo que fue novilleros sin caballos. Cristóbal, el de ‘El Baratillo’, comparsista y hombre inteligente. Pancho Rábago, dueño del bar del mismo nombre, creo que tuvo el cargo de teniente alcalde.

El Bar Milindri, en la década de 1950, contemporáneo en sus inicios de la Carpintería Lobo. Manuel e Ignacio Simón, los primeros a la izquierda. (Fotografía del libro ‘Tabernas y Bares con Solera’ de Enrique Pérez Fernández).

Recuerdo al cantante Antonio Machín, cuando venía a actuar al Teatro Principal, siempre visitaba la casa de Pancho, la mujer era cubana y creo de la misma ciudad del genial cantante de color. Los carpinteros hermanos Lobo, (ver nótula núm. 159 en GdP) su taller daba junto a la casa de mis abuelos. Eloy Fernández Moro,(ver nótula núm. 059 en GdP) dueño de la tienda de comestibles, esquina en la confluencia de calle Vicario y Sierpes. Parece que le estoy viendo, se cubría con la clásica boina negra, y con una bata de color garbanzo, como describía mi abuela el color, de esta prenda: comprábamos en este comercio. Tomás el del ‘Metro’, tenía una tienda de tejidos y ropas, estaba situada en frente del  establecimiento del mencionado Eloy. /En la imagen de la izquierda, el cantante cubano afincado en España, Antonio Machín.

LA ABUELA: SASTRA Y CULTA.

La abuela, Carolina Charneco Gabana, (Vila Real de Santo Antonio, 1892 - El Puerto, 1976), mujer culta para su tiempo, estudió corte y confección, conocida por ‘la Portuguesa’, llegó con el resto de la familia en los años treinta y algo. Costurera de ropa de hombre, por cierto muy buena sastra. La primera chaqueta que vistió Manolo Bermúdez Junquera ‘Anzonini’ (ver nótula 524 en GdP), se la confeccionó mi abuela. Solía asesorar y leerles las cartas a los lusitanos analfabetos, que trabajaban en embarcados en El Puerto. La gran mayoría de los portugueses, se desplazaban en bicicletas de España, a Portugal y viceversa,  tardaban en el viaje tres o cuatro días. /En la imagen de la izquierda, Carolina Charneco Gabana, (Vila Real de Santo Antonio, 1892 - El Puerto, 1976).

Lo que hace la necesidad, para poder ahorrar algún dinero para su familia. Aquellos tiempos fueron durísimos. Conocí a un portugués de nombre Manuel de Ana que solía  viajar  en bicicleta y, con el tiempo, se compró una motocicleta;  era muy amigo de la familia y del mismo pueblo de Lagoa, trabajó en El Puerto, más de veinte y cinco años, en la mar, era un ser muy agradable:  lo que llamamos por aquí muy buena gente. /En la imagen de la izquierda, el portugués Manuel de Ana.

EL ABUELO: POLIFACÉTICO, INTELIGENTE Y ANALFABETO.

El abuelo, Juan Cristo de los Mártires estuvo de joven en Macao, colonia portuguesa en China. Mi abuelo fue un trabajador incansable, tuvo muchos oficios: barbero-sacamuelas, capador de cochinos, marinero, agricultor, en los veranos venía con una cuadrilla de portugueses, a la siega del trigo, a España.

Hombre que no sabía leer, ni escribir, pero les puedo asegurar que podía sobrevivir en cualquier sitio donde le dejaran. Diestro en la pesca desde tierra y en el mar, elaboraba muy bien los salazones, extraordinario mariscador, experto en la caza en todas sus modalidades, conocía las plantas medicinales, y como utilizarlas. En la imagen de la izquierda, Juan Cristo de los Mártires (Vila Nova de Cácela, Portugal 1887 - El Puerto, 1961).

Era amante de los pájaros, tenía siempre colgados en la fachada de casa, tres o cuatro jaulones con alondras, le encantaba el cante de estas aves, eran muy difícil mantenerlas en cautividad;  recuerdo que había  que coger cigarrones (saltamontes), para la dieta alimenticia de estos pájaros. Contaba el abuelo, que estuvo segando en una finca cerca de Arcos de la Frontera, a principio de los años treinta, se quedo asombrado, viendo como pelaban los novios la pava, en esta zona. Se echaban al suelo y se veían por el ojo de las gateras de los portones, ubicados en la zona baja de dichas puertas.

Era un ser bueno, inteligente y educado, no lo digo porque fue mi abuelo, lo digo porque es verdad. Fue el espejo donde mirarme, en esta vida clasificada por mí, de tiempos perniciosos y de momentos buenos. Por muchos años que pasen le sigo recordando y echándole de menos, sin olvidarme de la abuela. (continuará). (Texto: Antonio Cristo Ruiz).

Corría el año 1972. Un macroproyecto turístico y residencial circulaba por los despachos, desde Madrid a El Puerto. Se trataba de urbanizar la Península de Los Toruños, y convertirla en un gran centro europeo de ocio, turismo y residencial. Se trataba de crear en El Puerto “La Venecia Atlántica», aprovechando los caños, el propio río San Pedro -surtidor principal de agua para el proyecto- creando nuevos canales que circundaran los espacios desecados y construidos. Ya se había empezado a urbanizar -era el boom inmobiliario de Valdelagrana- y paralelamente avanzaba la Barriada del Río San Pedro, en el término municipal de Puerto Real dejaban un suculento espacio para los constructores en una zona donde, argumentaban, «solo había mosquitos y aguas estancadas», abundando en que «podía suponer la creación de muchos puestos de trabajo directos e indirectos»,  ¿Han notado que el discurso sería el mismo, una década mas tarde, cuando se empezó a vender Puerto Sherry como la salvación de todos nuestros males de desempleo?.

Vista aérea de la península de Los Toruños.

Una carretera que todavía sobrevive en su primer tramo atraviesa Los Toruños en lo que hoy es el Parque Metropolitano más grande de Andalucía junto con el Pinar de la Algaida en Puerto Real. Gracias a las presiones ecologistas a principio de los ochenta se pudo evitar el mayor desastre ecológico que hubiera supuesto desecar las marismas, ahuyentar cientos de especies que nidifican y deshovan aquí, y que sin su presencia hubieran matado la pesca en la Bahía de Cádiz. Lo que hubiera sido un ¿espacio de privilegio para unos pocos? hoy es un lugar de esparcimiento para todos. Allí se encuentran águilas pescadoras, charrancitos, avocetas, flamencos, garzas, chorlitejos, martines pescadores,  lagartos ocelados y camaleones, entre caños, dunas, pinares, playas naturales y salinas. El dinero fácil, el dinero rápido para unos pocos en nombre de un falso desarrollo y crecimiento de las ciudades, encontró eco hasta hace poco en este Puerto de los Lamentos, que tristemente siempre ha sido indolente a lo largo de su historia, frente a su lenta destrucción. Solo de vez en cuando respondemos a los estímulos del hartazgo, nos levantamos con ganas de parar el Desarrollo Sostenible camuflado y mandar a tanto listo a tomar por donde amarga el pepino. Tendrán que venir de fuera a recordárnoslo. (Texto: José María Morillo).

La imagen de la Virgen del Carmen, saliendo de la Iglesia de las Esclavas, antiguo Convento de San Juan de Dios.

Las tradicionales fiestas del Carmen, celebradas en los pueblos de la Bahía de Cádiz desde tiempos inmemoriales, se vieron engrandecidas a raíz de una bula pontificia emitida por León XIII en 1892. La bula fue solicitada por el entonces superior general de la orden de la Beata Virgen María de Montecarmelo con el fin de aumentar la devoción y la piedad de los fieles hacia ella.

Ejemplar de la Revista Portuense de 1892 que se hace eco de la bula papal.

Esta bula la aseguraba la indulgencia plenaria a todos aquellos que arrepentidos, y previa confesión y comunión, visitasen las iglesias y oratorios pertenecientes a la orden y rogasen en ellas por la Iglesia y sus miembros. Condición indispensable para recibir el perdón era que la visita se realizase entre las primeras horas del día y la caída del sol.

La Virgen de la procesión marítima en una embarcación adornada al efecto a la que no le faltaba un detalle. ¿Igual que hoy?

A partir de ese momento las ya solemnemente celebradas fiestas del Carmen adquirieron una mayor participación devota de los fieles. A consecuencia de esta creciente devoción, años más tarde surge la primera procesión del Carmen, de la cual hay crónicas publicadas desde 1900. Dicha procesión iba encabezada por los marineros, patronos y armadores, que demostraban así el fervor que sentían hacia su patrona, y también participaban en ella miembros de la Corporación Municipal.

La procesión en el muelle de la plaza de la Pescadería, hoy viviendas de la Pescadería en proceso de derribo.

Es en esta época cuando nace el rito de la bendición de las aguas y el tradicional discurso desde la plaza de la Pescadería. Ese año corrió a cargo del guardián de los frailes capuchinos, Ambrosio de Úbeda que se ganó a los portuenses con su oratoria: «El Puerto es un pueblo de fe, y esta clase de pueblo son ciudades de héroes y éstos tienen siempre las bendiciones del cielo», dijo. Con este discurso se celebró una de las primeras procesiones entre cantos de júbilo y lluvia de flores a la Virgen del Carmen. (Texto: Mercedes Torrecillas).

El pesquero Tonino que esta tarde estará en Puerto Sherry portando a la Virgen Marinera.

Esta tarde, en Puerto Sherry, a las 18:30 llegará la comitiva procesional con la representación de la imagen de Ntra. Sra. del Carmen, a bordo del pesquero ‘Tonino’ que atracará en el pantalón de honor para realizar, a continuación, la procesión marinera y el encuentro con la procesión terrestre en el tramo final del río Guadalete.

4

La playa de la Puntilla es una de las playas más populares de El Puerto de Santa María. No es precisamente la más bella, la que tenga el agua más limpia, la arena más fina o la más tranquila.

¿Qué es lo que tiene la playa de la Puntilla entonces? Tiene a quienes le dan su vida, los portuenses. Está situada entre la desembocadura del río Guadalete y la playa de La Colorá, arropada por los pinares que pueblan las dunas de San Antón y bañada con el olor a pescadito frito del bar El Castillito, despertando pasiones en los estómagos de quienes toman el sol al mediodía.

Cuando los médicos recomiendan esconderse de los rayos del sol, a eso de la 1:30 de la tarde, la Puntilla comienza a tomar cuerpo. Por el Camino de los Enamorados van llegando a pie familias completas del centro de la ciudad: abuelos, padres, primos, nietos, tíos, amigos, padrinos, y agregados, que ataviados como si de un equipo de combate se tratara, llevan consigo sillas, tumbonas, toallas, esterillas, sombrillas, neveras, tupperwares, juegos de mesa... y al perro de la familia. Todo de las tonalidades más llamativas posibles, menos el perro, claro. Se crea así un paisaje de tonalidades vivas y chillonas alrededor de la orilla de la playa, que con la dura luz del mediodía parece un cuadro de Kandinsky.

A la tarde, con los rayos del sol comenzando a menguar en intensidad, la vida que parecía haber desaparecido bajo las sombrillas tras haber acabado con los bocadillos de filete empanados de la abuela, la tortilla de la cuñada, las cervecitas de oferta en el súper y la sandía enterrada en la orilla de la playa, parece despertar. Un niño que intenta nadar cerca de la orilla comienza a llorar desconsoladamente. Sale corriendo del agua y se abraza a su abuela metiendo la cabeza entre sus pechos. Se ha abierto una herida en un brazo, sensible con la sal del agua. A la poca profundidad que tiene el mar de esta playa, hay que añadirle la gran cantidad de piedras que la pueblan, de cuyos familiares se acuerda más de un portuense cada verano.

Un grupo de chavales juega al voleibol en una improvisada pista marcada con chanclas Los veraneantes que tomaban el sol en las inmediaciones del nuevo terreno de juego, comienzan a mudarse de lugar, cubiertos de arena como croquetas antes de un baño de aceite.  Algunos aprovechan para darse un paseo por la orilla y llenar sus manos de todo tipo piedras moldeadas por la marea así como de conchas con brillos y colores hipnotizantes. Acabarán en mesas de trabajo, lavabos y maleteros de coches. Pero no hay que preocuparse, la cantidad de regalos del mar de la playa de la Puntilla nunca se agota.

Cuando el sol comienza a resguardarse, las familias preparan su vuelta al hogar. Una pequeña odisea que se cumple tras conseguir despertar al abuelo, que mimetizado con la tumbona es incapaz de responder a llamadas, sacar al niño del mar, que se resiste a marcharse, y quitarle el bañador a la prima pequeña, que le da vergüenza que la vean desnuda sus primos de Sanlúcar.

Con la noche ya entrada, la playa queda prácticamente vacía. Algunas parejas se dejan ver, resguardándose entre pequeñas palmeras esparcidas por la arena. Si uno desea darse un paseo por la orilla a estas horas, debe de tener la delicadeza de no romper con su intimidad. Basta con no acercarse a los grupos de datileras ocupadas, reconocibles por los tintineos de litros de cerveza que se van consumiendo entre risas y el olor de algún que otro cigarrillo aliñado. Siguiendo la línea de la costa, puede llegar a un pequeño espigón, ir hasta el final del mismo, y observar con la paz que aporta la brisa salada de las noches de verano, el interior de la bahía de Cádiz.

Antigua vista aérea de La Puntilla, o Punta de La Laja o la Laxa.

TIEMPO ATRÁS.
Antiguamente se llamaba Playa de la Laxa. Posteriormente pasaría a conocerse como la playa de La Laja y finalmente tomaría la denominación actual. El nombre data de mediados del siglo XVII, debido al fuerte construido para defender la ciudad. Sobre sus restos se encuetra situado el bar El Castillito. Por esta época Juan Camacho Jayna mandó plantar los pinares de las dunas de San Antón para evitar que el viento se llevara la arena. (Texto: Adrián Morillo) /Fotos: Diputación de Cádiz.

El Libro sabio y desengañado de la Biblia, el que mejor penetra en la naturaleza misma de las cosas y del ser humano, enseña, en su capítulo 3, lo imperecedero de los ciclos vitales, de la siega y de la cosecha (mirad la que aquí se puede hacer), el tiempo de demoler y el de edificar (mirad que a propósito).


El momento oportuno:

3:1 Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa
bajo el sol:
3:2 un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
3:3 un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
3:4 un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
3:5 un tiempo para arrojar piedras
y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse
y un tiempo para separarse;
3:6 un tiempo para buscar
y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
3:7 un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
3:8 un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra
y un tiempo de paz.

Lo que ha pasado, por ahora, son los tiempos de callarnos y de llorar, porque  nuestro silencio ha hecho crecer esta jungla en medio de nuestro otrora barrio marinero [donde se hospedaran los Reyes de España en 1729 y 1730], que, lejos de ser el más querido y admirado de la ciudad, sigue destrozado, medio en ruinas y ahora, además, empiezan sus ruinas  a transformarse en pastizales, como éste,  donde deben criarse lagartos y serpientes de toda especie como en el Jardín del Edén, pero sobre todo, seres diabólicos, dispuestos a tentar a los codiciosos, cuando vuelva a fluir ese dinero que hoy se muestra tan esquivo.

Creíamos que el entorno de la Avda. de la Bajamar ya no podría estar peor, que tal vez hubiese tocado fondo y empezaría a salir del olvido, que el tiempo de restaurar las paredes caídas estaba cerca, que se acercaba el tiempo del recuerdo, pero no es así. En este caso, recordamos al Profeta Jeremías, nuestro Patrón, quien sigue llorando por la vencida Jerusalén. En este caso, por El Puerto vencido, que sigue sin levantar cabeza.

Cada vez que, transcurrido un tiempo, uno o dos meses, vuelvo por aquella zona,  encuentro más decadencia, abandono y desinterés en este entorno. Sin ayudas, porque ahora no hay dinero, pero cuando lo había tampoco se hizo más que destruir, sin interés, nuestros munícipes se siguen preocupando sólo de lo que ve la gente, de lo que se supone que ven los forasteros: la calle Larga.

La Aserradora de Soriano, en la trasera hoy derruida de la Casa de las Cadenas, en la Avda. de la Bajamar. En la imagen, de izquierda a derecha, Eduardo Chiquete, Luis Soriano y José, aprestándose a repartir las cajas para la Lonja del Pescado. Año 1961.

Lo que nuestros nefastos gestores ignoran (o pretenden ignorar) es que esos turistas también van a “esos barrios” y que cuando una se cruza con ellos en “esas calles”, es inevitable sentir una profunda vergüenza.

La trasera de la Casa de las Cadena, vista desde el río Guadalete, con los pesqueros abarlovados en el cantil del muelle.

Y este es mi último hallazgo que hemos mostrado en las fotografías de más arriba: el Jardín del Edén, la  cosecha sin siega del Eclesiastés y el llanto de Jeremías, y todo en la Avda. Bajamar y en la cale Cadenas, sin ir más lejos, señores. (Texto de Esperanza de los Ríos. Adaptación).

2

El padre de los hermanos “Chirri” , Juan Manuel Travieso se dedicada al marisco y por eso no es raro que sus hijos: José Manuel, Enrique y Angel tengan un don especial para tratarlo. Su restaurante, El Rincón del Chirri, es famoso por esto y por su pescado, materia prima cocida o frita, nada más y para qué más.

El personal de El Chirri en estado de revista. El primero de la fila es Enrique Travieso, uno de los cocineros y el tercero su hermano José Manuel que se ocupa de comprar y supervisar el género. (Foto: Pepe Monforte).

José Manuel Travieso Robles,  57 años y el mayor de los hermanos, se encarga de las compras. Sus proveedores dicen que es duro “y sólo quiere lo mejor”. Sus gambas las adquiere en la lonja de El Puerto de Santa María y suelen pescarse en la provincia de Cádiz. “Hay muy poca”, afirma, pero nosotros la compramos porque es el mejor género. Luego Enrique y Angel, los hermanos que se ocupan de la cocina, señalan que lo único que hacen es cocerla en su punto justo y ponerle sal, nada más. Afirman que son tan buenas porque “el género es muy bueno”.

Suculenta vitrina a la vista en el restaurante.

El Rincón del Chirri, fundado hace 7 años, aunque ya antes los hermanos habían regentado el Bar ‘El Tiburón’ y otro rincón del Chirri que estuvo en la avenida de Sudamérica, es un establecimiento de esos de materia prima. Su especialidad son los bogavantes que también sirven cocidos y son cogidos en la provincia. En temporada también son famosas su galeras de coral cocidas, pero tampoco hay que perder de vista el pescado fresco, los chocos fritos, unas coquinas al vapor o a la marinera, unas tortillitas de camarones, los lenguados soldao fritos o a la plancha, las cigalas cocidas, o unas estupendas huevas fritas.  No hay carta y el encargado del local te dice las existencias del día.

La ración de 300 gramos de gambas cocidas se cotizó a 15 euros (60 euros el kilo) aunque el Chirri advierte que el precio puede variar en función de al precio que las encuentre. Pero como en el mundo hay que decidirse nos decantamos (verbo finísimo) por las gambas, que siempre son las gambas y además es un producto cardiosaludable, digan lo que digan los médicos, porque se hace ejercicio pelándolas.

Gambas de la Bahía de Cádiz, servidas cocidas en El Rincón del Chirri.

Primera consideración importante. No se le vaya a ocurrir quitarle la cabeza a estas gambas que pone El Chirri y no pegarle unos lengüetazos porque habrá perdido uno de los momentos culmen de esta ración. Tienen más coral que todas las Islas Fiji juntas. Una vez dejadas las cabezas más limpias que si hubieran sido lavadas con Perlán, es momento de ese instante erótico de la mariscodoncia que es quitarle el caparazón a las gambas. Se hace fácil lo que indica buena cocción y buen producto. Y el cuerpo gambístico no se queda atrás de la cabeza, jugosito y en un excepcional punto de sal, sobresaliente y sobrecomible.

El Rincón del Chirri tiene una decoración funcional. Los salones son amplios y cuentan con aparcamiento privado. Abre todos los días para almuerzos y cenas, excepto los domingos por la noche y los lunes enteros. (Texto: Pepe Monforte).

3

El sábado día 30 de marzo, hace escasamente una semana, se cumplió el vigésimo quinto aniversario de la desaparición del pesquero portuense “Calpe Quintans” en las costas de Marruecos, al noroeste de las Islas Canarias. Nueve desaparecidos, un muerto y dos supervivientes es el triste balance del naufragio sufrido por el pesquero, tragedia que aún se recuerda en El Puerto. El alcalde de El Puerto, a la sazón Juan Manuel Torres Ramírez (con nótula num. 827 en GdP), declaraba la jornada del martes 31 de marzo de 1987 ‘Día de Luto’ por la tragedia. En la imagen, naufragio de Pesuta. /Foto Gary Nylander.

En 1987 el penúltimo día de marzo era un lunes. Al norte de Marruecos a bastantes millas de Casablanca, naufragó y se hundió el pesquero “Calpe Quintans” del que sobrevivieron dos, de los doce tripulantes que iban enrolados. No es nada agradable rememorar el naufragio de una embarcación y todavía menos cuando lleva implícito la perdida de 10 vidas humanas. En naufragio del pesquero portuense “Calpe Quintans”, hizo emerger una frontera a partir de la cual la seguridad fue un factor a tener en cuenta. Tras el tiempo transcurrido desde aquel siniestro y a pesar de la cantidad de medios desplegados en materia de seguridad, las tragedias marítimas continúan sucediéndose en nuestra geografía. La perdida irreparable de los 10 tripulantes del Calpe Quintans” no ha servido para evitarlas…


IN MEMORIAM
El ‘Calpe Quintans’ era un motopesquero de madera, de cien toneladas de registro bruto, construido en 1972. Los armadores, Hermanos Morató Martínez, llevaban enrolado en la tripulación a Pedro Morató Blanquer, hijo de Francisco Morató Martinez, siendo el otro socio armador el patrón de Pesca, Miguel Navarro. Este es el rol de la embarcación:

Miguel Navarro Moran, "Fanguito", patrón de Pesca
Pedro Morato Blanquer, técnico de Pesca
José Adán López, "Gordito", segundo Mecánico
Antonio Robles Cairon, engrasador
Manuel Calatayud Ojeda, contramaestre
Eduardo Jiménez Ruiz, cocinero
José Borga Pérez, nevero
José Luis Lara Rodríguez, nevero
Ángel Anaya Pecho, nevero
Ramón Arana Pino, marinero

Supervivientes: El primer mecánico, Manuel Julián Sempere, "Santapolero" y el marinero Ángel Pedro García Serrano, que luego trabajaría como marinero en Puerto Sherry. Curiosamente los tripulantes de mayor y menor edad de la embarcación.

...continúa leyendo "1.344. 25 ANIVERSARIO DEL NAUFRAGIO DEL ‘CALPE QUINTANS’. 9 desaparecidos, 1 muerto y 2 supervivientes."

1

Luce el sol en el ecuador de este enero mientras trepamos con esfuerzo por la empinada cuesta. Pensativo desayunaba, y a través del ventanal de mi cocina, observo unos gorriones bebiendo en los restos remansados del rocío matinal; picoteaban sobre el agua y levantaban la cabeza al cielo; los no creyentes dirán que es para facilitar el tránsito traqueal, yo soy creyente y pienso que lo hacen para dar gracias a Dios por el regalo del agua, del alimento, de la vida. Allá cada cual con sus creencias.

Desde hace más de cuarenta años, en El Puerto de Santa María y en los soportales de la Ribera del Río, por los aledaños del Bar ‘el Manga’, existían dos o tres tenderetes donde se vendía “carná”, es decir, cebos para los pescadores de caña. Con la venta ¿vivían? varias familias, entre ellas ‘el Ranito’ y José Luis ‘el Jorobaíto’, ya desaparecidos, y siguieron ‘el Cala’, ‘el Nene’, ‘el Moje’ y Francisco Rodriguez Palacios, el último de aquellos gorriones que buscaban entre médanos y rocas de las bajas mareas, esa “carná” que luego vendían.

Hace unos años que desaparecieron los tenderetes  de los soportales, por razones que no vienen al caso, y solo quedaron dos: uno situado en el aparcamiento de Pozos Dulces, y otro en una de las aceras del Parque de la Victoria, frente a la Estación de RENFE. En este punto permanece Francisco Rodríguez Palacios, Paco. En los últimos siete u ocho años, paso ante él todos los días cuatro veces y ahí está, imperturbable, llueva, haga frío o lo zarandee el Levante inmisericorde, que por esa zona sopla sin barreras arquitectónicas que lo atenúen. Solo se toca con un sombrero tirolés que protege su amplia calva. Es un personaje que hubiese sido digno de los pinceles de Manet, Cezanne o Toulouse Lautrec.

...continúa leyendo "2.168. FRANCISCO RODRÍGUEZ PALACIOS. El gorrión urbanita."

Fotografía aérea de El Puerto de Santa María, Bahía de Cádiz, con la ubicación actual de las factorías Fenicio-Púnicas, siglos VI-III a. C., localizadas hasta el año 2.004.

Lo que para los fenicios era una delicatessen, en la actualidad posiblemente no se emplearía ni para cebar a los gorrinos. «Creo que hoy en día no soportaríamos el sabor de las salazones de entonces», afirma, contundente, Eduardo Ferrer Albelda, doctor en Historia por la Universidad de Sevilla. Aquellas apestosas viandas era manjares para los paladares griegos, que los importaban desde las factorías del Estrecho y Mediterráneo: «Era el gusto por el lujo, por lo exótico, por lo que llegaba de lejos», explica Ferrer, que afirma que esa pasión por la salazón gaditana y mediterránea «se ha relacionado con la expansión de Atenas en el siglo V a. C.». Esos alimentos «se producían en la zona de Cádiz, concretamente en El Puerto de Santa María, pero en toda la bahía se han hallado factorías que datan de esa época».

Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa Noroeste de la Bahía de Cádiz, y la ubicación de las factorías Fenicio-Púnicas, siglos VI-III a. C., con respecto a la costa, y la posible vertebración siguiendo vías de comunicación.

LAS CONSERVERAS (FACTORÍAS DE SALAZÓN).
Si bien griegos, fenicios y púnicos salivaban ante la perspectiva de untar uno de sus guisos con esas salazones, al parecer compartían con los europeos actuales el olfato: «La mayoría de las factorías estaban alejadas de la ciudad. Por el olor, que debía de ser bastante desagradable», subraya el doctor en Historia. Lo cual es lógico si se tiene en cuenta cómo se elaboraban aquellas sabrosas delicatessen. Un paso esencial era macerarlas al sol en unas piletas: «Allí se pudrían las tripas y se añadía la sal», explica. El resultado, una pasta «muy sabrosa, muy fuerte», con la que se acompañaban distintos tipos de alimentos. También producían trozos de pescado salado, como la mojama. Filetes de carne de pescado secos que aún hoy, estos sí, se consideran bocata di cardinale.

...continúa leyendo "1.264. CONSERVAS DE HACE 2500 AÑOS. Las Delicatessen de El Puerto."

Tras año y medio de espera, el recinto portuario portuense abría las nuevas instalaciones comerciales de la lonja en la madrugada del lunes 20 al martes 21 de noviembre de 2006. El Delegado de Diario de Cádiz en El Puerto en aquellos años, era el único periodista que, a las cinco de la mañana asistía al acontecimiento como fedatario del acontecimiento.

La sala de primeras ventas prosiguió hasta finales de año con el tradicional sistema de subasta y altavoz hasta que se puso en marcha el proceso informatizado. Informatización ya instalada en la sala de segunda ventas, de pescado procedente de otros puertos , que bullía de personal desde un primer instante, con problemas por la masificación para adquirir las tarjetas entre los compradores y el imprevisto adelanto en más de media hora en su apertura.

Ambas instalaciones serían a partir de entonces de gestión directa de la Autoridad Portuaria, al quedar desierto el concurso de concesión directo y la declinación de la Cofradía de Pescadores de proseguir con la explotación ante la previsión de falta de ingresos para asumir el servicio. La hoy desaparecida Cofradía, la tercera más antigua de España, vigente desde la fundación de El Puerto  en 1281, explotaba la lonja  desde 1929 y finalizó su concesión de forma oficial el 31 de agosto de 2004. Durante 2005 y 2006 efectuaba el servicio de forma interina.

A LAS CINCO DE LA MADRUGADA.
Al filo de las cinco de la madrugada se inauguraba sin ninguna ceremonia en especial la amplia sala donde a partir de aquel 20N empezaron a llegar las capturas. Cuatro barcos que faenaban en la Bahía de Cádiz, mediante trasmallos y artes tradicionales, traían una cantidad muy reducida de pescado y un limitado número de especies (sargos, borriquetes y doradas en su mayoría), a la espera de la primera jornada de las embarcaciones del Golfo que recalaban aquella madrugada tras aguardar dos meses de veda (o paro biológico). Del volumen de unas 220 cajas que se subastaron, algo más de 2.?000 kilos, se dispararía a lo que ofrecieron después los más de treinta barcos previstos para el día siguiente.

...continúa leyendo "1.249. LA NUEVA LONJA DEL PESCADO. A cinco años de su inauguración."

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