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Acerca de Gente del Puerto

Gentes y Habitantes de El Puerto de Santa María (España). Caras conocidas, caras anónimas, la savia del Rey Sabio.

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PERC0 | Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz [*]

Pedro de Medina, arquitecto español del siglo XVIII que realizó su labor profesional en Cuba, es el que queremos dar a conocer a los seguidores de GdP en nuestra colaboración de hoy, disipando las dudas, o mejor dicho, aclarando y puntualizando la extendida y generalizada opinión reflejada en gran parte de la bibliografía consultada en la que se le cita como “arquitecto gaditano”.  Pedro de Medina y Galindo nació el 2 de febrero de 1738, en El Puerto de Santa María, y ese mismo día recibió el agua bautismal en la iglesia Mayor Prioral de manos del cura de la misma don Carlos Ángel Natera que le impuso los nombres de Pedro, Francisco, Joseph. Era hijo de Juan de Medina y de Catalina Galindo, vecinos de El Puerto en esa fecha y anteriormente de la cercana ciudad de Jerez, en cuya parroquia del Salvador habían contraído matrimonio.  Fue su padrino Pedro Joseph Romero y el acta que certifica el Sacramento está inserta en el folio 143 vuelto del Libro de Bautismos del año de 1738 de dicha   iglesia parroquial.

...continúa leyendo "2.107. PEDRO DE MEDINA Y GALINDO. Arquitecto portuense. Figura destacada del barroco colonial cubano."

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barberia_laplacilla_1_puertosantamariaQuiero suponer que aún hay personas que aún la recuerdan esta barbería en La Placilla, regentada por Manolo Cordones Serpa ‘Barberito’. Estaba entre la Zapatería Ortiz, y la pescadería de Manolito Gutiérrez ‘el Cochino’ (ver nótula núm. 284 en Gente del Puerto). Actualmente es una tienda de artículos de peluquería. Parecería que no podía ser de otra manera.

No puedo por menos que esbozar una sonrisa al acordarme de aquella Barbería, porque todos los trabajadores y sus dueños fueron siempre encantadores. Más de una vez, siendo una cría me asomé a ver  como  acicalaban a la clientela. Y más de una vez pensé al verlos manejar las navajas que alguno perdía la oreja, pero que va:  eran todos my buenos profesionales. /En la imagen de la izquierda, Juan Lojo Barea 'Lele', Lolete, Felipe Romo y Sevillita.

Con quienes más trato tuve fue con los hermanos José y Manolo Rodríguez  Barcia, ‘los Sevillita’, apodo heredado del segundo apellido de  su bisabuelo.  Ellos eran los empleados más jóvenes  y además, Joselito permaneció  en la barbería hasta el cierre. Su dueño fue Manolo Cordones Serpa ‘Barberito’.

manolocordones_festival_puertosantamariaAlgo más que aficionado a los toros, porque tengo entendido que  aunque nunca hizo el paseíllo vestido de luces, si figuró en algún festival tal como lo acredita, Manuel Martínez Alfonso (ver nótula núm. 1.051 en Gente del Puerto) en su libro Plaza Real. /En la imagen de la izquierda, cartel del Festival Taurino del 25 de diciembre de 1944, donde actuaron Francisco Guilloto 'Orteguita' y Francisco Paradela del Pino, con los sobresalientes Manuel Cordones 'Barberito' y Manuel Bermudez, 'Anzonini'.

EMILIO BOOTELLO.
Se dio el caso que Emilio Bootello, Jefe de Estación, acostumbraba a frecuentar la barbería  junto a la Posada de la Fruta, sita en la calle del Ganado, frente al Bar Rueda. tienda de bebidas felizmente reabierta. Manolo Cordones, a la sazón uno de los  empleados de esta barbería que seguramente atendió eficazmente,  más de una vez a Bootello, por lo que éste le  ofreció montarle una barbería en La Placilla, a cambio de un alquiler razonable. Los dos eran hombres de bien y de palabra, por lo que la cosa llegó a buen puerto. La barbería si mis datos son ciertos, se puso a nombre de: Milagros Bootello Tardío, hija del anterior y abrió sus puertas al público en los primeros años de la década de los cincuenta del siglo pasado. Estaba bien equipada y contaba con unos sillones tipo americanos, que   a los niños nos encantaban. Y es que para que perdiéramos el miedo, nos invitaban a  algún caramelo y a  dar una vueltecita en el sillón, y así se ganaban nuestra confianza,  para que estuviéramos quietos a la hora del corte de pelo. Recuerdo como a los más pequeños nos ponían una banqueta encima del sillón, y  el peinador para que no nos entrara pelo. Manolo Cordones Serpa era muy buena persona y  un jefe estupendo para sus empleados, al igual que Manuela su mujer. Con su hija la menor, Loli tuve mayor trato.

JOSÉ FEU GONZÁLEZ.
Su primer empleado fue Pepín. Lo recuerdo perfectamente, porque además fue buen amigo de mi padre, pero quizás tenga más recuerdos de él, en su barbería de la calle Nevería, frente al Bar la Liga. Otro de los empleados fue José Feu González. Un hombre  rubio y apuesto,  que vino al Puerto, procedente de Ronda en 1958. En seguida se colocó en la barbería y es algo que siempre le agradecerá  a Manolo Cordones, al que considera una de las mejores personas que ha pasado por su vida. Cosa, que dice mucho de él, pues como no podía ser de otra manera, a jefe bueno, empleados igual de buenos. Ambos dos, compaginaban su labor, en la barbería de la Placilla y  en  la Base de Rota.

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José Feu González, los hermanos Pérez y Antonio Collantes, el niño con la camisa blanca que empezó su oficio en la barbería.

José, aun hoy se sigue acordando de su gente de La Placilla, por las que guarda un sincero cariño. Así, recuerda con afecto a Agustín Vela (ver nótula núm. 326 en Gente del Puerto) y Carmela Durán (ver nótula núm. 1.536 en Gente del Puerto), Ángel y Maximino Sordo (ver nótula núm. 1.884 en Gente del Puerto), Luís Jurado, de la taberna de La Liebre; Enrique-, del Refino de los Muertos (ver nótula núm. 150 en Gente del Puerto); Manolito ‘el Cochino’, Enrique Gago, --por aquel tiempo pescadero-- (ver nótula núm. 585 en Gente del Puerto);  Juan, de las Tres BBB, y tantas  y tantas personas que desgraciadamente ya nos dejaron y sin dudas ellos y el resto de comerciantes eran la alegría de La Placilla.

JUAN LOJO BAREA, ‘LELE’.
Después de la salida de José Feu, entró en la plantilla Juan Lojo Barea ‘Lele’. Había estado trabajando en  Alemania, y a su regreso se incorporó a las órdenes de Manolo Cordones. Gran aficionado a la música y sobre todo a Doña Concha Piquer.  Había traído de Alemania un magnetófono,  y una noche se disponía tranquilamente  a  grabar  a su ídolo, cuando  de pronto su reloj  de péndulo empezó a sonar... No se había dado cuenta de que eran las doce de la noche, y que él  reloj  daba inclemente  y puntual, la hora. Otra de sus aficiones eran las radio novelas. Por aquellos años las sobremesas estaban distraídas, con  novelas como: Ama Rosa y otras. No, no era solo cosas de mujeres, aunque es cierto  que muchas se reunían a esa hora para hacer labores y sobre todo para hacer las mayas de Terry. Algunos hombres también las oían mientras desempeñaban sus trabajos.  No todo iba a ser fútbol, o toros o boxeo.

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Juan Lojo Barea 'el Lele', Antonio Vela Durán, Manuel Mata Domínguez y Listones.

Lele tenía  una gracia innata y buena mano izquierda con los niños, porque a todos nos encantaba que nos diera vueltas en esos asientos giratorios que usaban en la barbería y nunca un mal gesto ni regaño. Se ve, que mi nombre de pila no debió de gustarle porque de un día para otro comenzó a llamarme: Marusela- Maruzella-. Según él, yo me parecía a cierta actriz o cantante de ese nombre  y demás era el título una canción de Renato Carosone  y  se escuchaba en esa época en  la radio. Desde entonces,  jamás me  volvieron a llamar por mi nombre, ni aún hoy.

LOS HERMANOS JOSÉ Y MANUEL R. BARCIA.
Con  los que realmente  tuve una buena  amistad, prolongada a través  de los años, fue con los hermanos José y Manolo Rodríguez Barcia, ‘los Sevillita’. Entró en la empresa como oficial  en 1959-60 con apenas dieciséis años. Tenía carácter, pero era muy noble y cariñoso.  Más de una vez, recurrimos para que nos arreglara algún desaguisado, en nuestros juguetes, para que nos dijera, en que fecha estábamos, o  que películas estaban  en cartel e incluso el numero  de los ciegos. Un hombre todo terreno con mucho arte y mucha humanidad.

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Juan Lojo Barea 'el Lele', 'Vivi' el electricista (por confirmar), José Rodríguez Barcia 'Sevillita', niño desconocido.

Manolo era un chaval de lo más servicial y  amable. Tendría que pensar mucho, para acordarme de verlo con el ceño fruncido o de mal humor. Por el contrario,  yo diría que su eterna sonrisa y su  buen carácter, le han granjeado la simpatía y el cariño de cuanto le hemos conocido y tratado. Aquel verano de 1962 y con solo doce años, ingresó como aprendiz, a las órdenes de  Manolo Cordones.  Como era muy espabilado, en poco tiempo se hizo un gran profesional. Era increíble verle manejar la navaja  a la hora de rasurarles la barba a los clientes, siendo apenas un chiquillo. Y no menos asombroso, la rapidez que tanto su hermano José, como él mismo imprimían a las tijeras al  cortar el pelo. Muchos chavales de su generación y anteriores, apenas pudieron ir a la escuela, por necesidades de las familias, pero el poder tener un oficio era la mejor de las garantías  en aquellos difíciles tiempos.

En 1966,  llamaron afilas a Joselito  el hermano de Manolo.. Como fue destinado en  La Almoraima, en el Campo de Gibraltar, ello y le permitía incorporarse al trabajo los fines de semana, ya que las barberías no cerraban ni los domingos.

Manolito, con tan solo 16 años, tuvo que hacerse cargo de la barbería: la clientela continuo fielmente, y no los defraudó. Algunos días el dueño echaba una mano. Sobre las seis  o seis y media  llegaba a El Puerto el autobús  que traía a los trabajadores de la Base de Rota. Bien porque  hubiera quedado con algún cliente de los que siempre  acostumbraba a atender, por ejemplo a Pepe Basteiro o para comprobar que todo marchaba bien. Manolito se colocó,  durante los años 1968-70- en la barbería Vicente, en calle Chanca, para pasar después a la que había junto al Resbaladero los años 1974-77. Fue en 1978, cuando su vida pegó un giro inesperado y se colocó en la Bodega de Terry, en San José del Pino creo, como vigilante de seguridad permaneciendo en ella hasta su feliz jubilación, transcurridos  treinta y seis años.

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A las puertas de la barbería.

No  sé, si me dejo algún nombre en el tintero, quizás a Antonio Collantes, pero, mentiría si dijera que lo recuerdo con nitidez. (Ver nótula núm. 303 en Gente del Puerto) y que recuerda como era La Placilla en 1950 (ver nótula núm. 366 en Gente del Puerto). De la misma manera, sé que  Julio, cuñado de Fernando Aldana, del bar Tendido Cuatro,  también estuvo en la empresa, pero no lo recuerdo, debí ser muy pequeña.

Esta barbería, cerró definitivamente sus puertas, sobre el año 2000. Y  lo hizo a causa de la enfermedad de José Rodríguez ‘Sevillita’. .Lastimosamente le siguieron otros comercios emblemáticos de La Placilla, con lo que ésta quedó huérfana  de la presencia  y la alegría de sus comerciantes más queridos, entre los que siempre se encontraran todos los que pasaron por aquella entrañable barbería. Si, se apagaron las voces de sus pregoneros, pero nunca su entrañable recuerdo  ni el cariño que tan generosamente nos hicieron sentir. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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nina_maciasgarcia_puertosantamariaCristobalina Macías García, conocida en El Puerto como Nina, la incansable trabajadora propietaria de la agencia de ‘Transportes Nina’ nos dejaba el pasado jueves a la edad de 80 años. Nina, nacida en 1934, era la segunda de seis hermanas: María, Ángeles, Teresa, Milagros y Josefa, una mujer de fuerte carácter con el que supo llevar el negocio de transportes, siguiendo los pasos de su padre, durante aproximadamente 50 años. Transportes Nina se instaló en el Polígono Industrial hace 35 años, cuando éste se creó.

Desde la edad de 12 años entró a trabajar en la empresa de su padre al que perdería tres años mas tarde, en 1949, cuando nuestra protagonista tenía tan solo 15 años, haciéndose cargo de la agencia de transportes junto con uno de sus tíos. A pesar de su juventud, conocía bien su trabajo al que dedicó toda su vida, restándole importancia a los asuntos personales. En 2011 recibió un homenaje de un grupo de mujeres con motivo del Día de la Mujer Trabajadora en la que la hoy edil María del Carmen Vaca (ver nótula núm. 878 en Gente del Puerto), reconocía su papel precursor en un mundo dominado mayoritariamente por los hombres. Era devota de la Hermandad del Dolor y Sacrificio. Descanse en paz. /Foto: 11.500.com

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El Teatro Principal realizó esta curiosa campaña de publicidad para anunciar que, hace 62 años, el 10 de mayo de 1952 se estrenaba en El Puerto ‘Lo que el viento se llevó, --una de las películas mas famosas de la historia del Cine--, a los 12 años de su rodaje, en 1939.

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Basada en la película del mismo título de Margaret Mitchell, el rodaje que duró 125 días, supuso cambios importantes en la técnica cinematográfica. El afiche que ilustra esta nótula fue impreso en Gráficas Andaluza, imprenta que estuvo en la calle Larga.

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Era alcalde de El Puerto Luis Caballero Noguera. Se estrenaban, además la película ‘La Niña de la Venta’, dirigida por Ramón Torrado, con familia en El Puerto y protagonizada por Lola Flores y Manolo Caracol.

cine-005613En julio se celebró en el Tiro de Pichón la tirada de Copa del Campeonato del Puerto de Santa María, con 58 escopetas. La Plaza de Toros era adjudicada hasta diciembre de 1953 al empresario Manuel Belmonte García, a razón de 50.000 pesetas mensuales. El 3 de agosto de ese año se celebra una corrida de toros con Luis Miguel Dominguín, Rafael Ortega y Antonio Ordóñez; ese día entraron en El Puerto para ver el espectáculo, según estudio encargado al efecto, 1.522 vehículos, de los cuales 1.431 fueron automóviles y 71 autobuses.

Aquel año de 1952 llegaba a El Puerto, destinado al Instituto Santo Domingo, el profesor de Geografía e Historia Enrique Bartolomé López-Somoza. Mariscos Romerijo iniciaba su andadura empresaria. Rafael Alberti publica ‘Buenos Aires en Tinta China’ y ‘Retornos de lo vivo lejano’. El pintor porteño, afincado en Sevilla, Juan Miguel Sánchez pintaba el cartel de la Feria de Primavera. Francisco Dueñas Piñero empezaba a dirigir la Banda Municipal de Música hasta el año 1982. Y desde 1952 y, hasta 1977, la Academia de Bellas Artes, Santa Cecilia organizaba la Cabalgata de los Reyes Magos. En 1952 los hermanos Merello se hacían cargo de la empresa Cacao Pico. Nacían el historiador local Javier Maldonado Rosso, Director del Centro Municipal de Patrimonio Histórico y el profesor de judo Tadeo Díaz; el notario José Ramón Salamero Sánchez-Gabriel; las políticas Rosa Díez y Esperanza Aguirre, la actriz Teresa Rabal, el cantante italiano Umberto Tozzi. Moría Eva Perón.

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Las peleas de gallos, una costumbre sanguinaria que todavía funciona por medio mundo, tuvo en El Puerto sus días de gloria, contando con varios cosos a la medida, que todavía se recuerdan e incluso alguno que está todavía en pié en la calle Santa Clara arriba, junto a la que fue bodega de González Rico.

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El conocido chatarrero 'Churrasca', pesando gallos de pelea en una gallera de El Puerto. /Foto: Colección Luis Sánchez.

Y no es de extrañar que se sigan celebrando, en algún ‘deaconocido’ lugar, riñas clandestinas, donde se mueven altas cifras en apuestas que, además, no tributan a Hacienda. La legislación en España, por comunidades autónomas, es bastante irregular en este mundo de navajazos y espuelas gallísticas, que guarda cierto parecido a la política local. Una gallera, el lugar donde pelean los gallos, donde se azuzan a los gallos e incluso se les ponen espolones artificiales para hacer mas daño e infligir la muerte a su oponente, es una tradición de toda la vida en El Puerto.

También en la política local de los últimos años. Algunos productos de nuestras bodegas han llevado asociado a sus marcas nombres relacionados con este ¿deporte? que, al igual que los toros despierta pasiones encontradas. En la calle la Arena existía otro afamado Reñidero de Gallos al que asistían famosos de la época, entre otros el torero Rafael Ortega quien, metido en el ambiente, casi se olvida de cumplir con la corrida que tenía contratada: “Maestro que son las cinco menos cuarto” y Ortega se fue corriendo a la pensión Loreto a cambiar su ropa de paisano por el traje de luces.

En El Puerto, incluso se criaban y exportaban gallos de pelea con el marchamo nuestra Ciudad, a países latinamericanos donde esta afición permanece viva; hoy, de seguir existiendo, hasta tendrían página web y pondrían el logotipo del vapor en su publicidad. Pero en esto de las peleas de gallos, de las apuestas, si había algo que merecía la pena: el valor de la palabra y del apretón de manos. No hacía falta que se firmaran contratos ni adquirir boletos. Si en el previo al combate se acordaba una apuesta –o durante el desarrollo del mismo- la palabra bastaba para que, el perdedor, cumpliera con su compromiso de satisfacer la deuda.

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Reunión en la Bodega ‘La Gallera en la calle Ganado arriba casi esquina con la calle Yerba’. Reunión de algunos funcionarios del Ayuntamiento. Arriba de izquierda a derecha, podemos ver a Manuel González, Francisco Domínguez, Antonio González Rivera, el Maestro Dueñas, con nótula propia en Gente del Puerto, núm. 197, a su lado, Francisco Lara, funcionario de Aguas y desconocido. Abajo, Pablo Cerdá, Antonio Torres, Juan Ignacio Pérez Salas, Vicente Terrada, que vivía junto al Bar Manolo y y José Luis. La fotografía está tomada el 27 de diciembre de 1961. (Foto Rafael, Cruces, 27). /Foto: Colección Javier González.

En la gallera de la política local, (donde ya se confunde la parte con el todo y el dedo con la luna), perdón, quise decir de la calle la Arena, cuando un gallo ‘cantaba la gallina’, le retorcían el pescuezo y Milagros lo guisaba con arroz. Ese era día de fiesta en el Reñidero, donde José de los Reyes, ‘El Negro’ cantaba por martinetes, ese palo del flamenco que, dicen, era tan genuino en El Puerto. Y es que las gallinas no deben  jugar a ser gallos, ni soltar un cacareo a destiempo, no vayan a confundirlas con cualquier otro tipo de animal menos… noble. Sobre todo ahora, que están próximos los días de arroz y gallos muertos. /Texto: José María Morillo.

 

 

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Este lunes pasado nos dejaba huérfanos de su magia, Juan Escolano Paul, doblemente porteño, nacido en la vecina villa de Puerto Real y vecino de El Puerto desde 1971. Casado con Chica Pico Ruiz-Calderón, ni ella ni sus cuatro hijas ni sus nietos, podrán disfrutar más de sus juegos de inteligencia y de sus manos, de sus pompones mágicos que hizo célebres, este gran amigo de todos, colaborador incansable con muchas causas sociales, que siempre tenía una sonrisa, un juego improvisado, una ocurrencia con la que provocar el asombro en niños y mayores.

Amigo de ilusionistas conocidos como Juan Tamarit, Julio Carabias, Juan Antón, Pepe Carroll, de Idígoras el dibujante mago, del porteño Juan Luis Rubiales, y de tantos y tantos personajes mágicos y aficionados a tan apasionante mundo de la ilusión, a los que aglutinaba en torno a su persona por su carácter, su saber hacer y sus ganas a pesar de los años vividos. Vivió la segunda parte de los estudios de peritaje industrial en Madrid, donde tuvo oportunidad de admirar y codearse, e incluso actuar con personajes que destacaban en el mundo de la farándula de la época, llegando incluso a actuar en el Circo Price y en TVE.

Aunque su vida profesional discurrió por diversos y variados derroteros, la magia era la que animaba la vida de Juan, que cada mañana, al salir de casa tenía la oportunidad de ver la fachada de la casa de Rafael Alberti, en la calle Santo Domingo, el que fuera presidente de la Sociedad Gaditana de Ilusionismo, con sede en El Puerto. En la casa familiar, una casa de El Puerto del siglo XIX, Juan tenía ‘la habitación de la Magia’, donde rodeados de artilugios, libros y trucos, exhibía con orgullo su epígrafe profesional ante la Seguridad Social: Ilusionistas, Payasos y Caricatos. Orgulloso de ello, Juan buscaba la sonrisa, la sorpresa y la ilusión que ya no nos podrá regalar en persona, aunque siempre permanecerá en nuestro recuerdo la magia de Escolano. /Texto: José María Morillo

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La vida de Edward Hawke Locker es una de esas historias de novelas tan propia de Arturo Pérez Reverte, desconocidas por muchos, ambientada en la Bahía de Cádiz y el Cádiz constitucional de 1812 y en la que confluye el romanticismo, lo militar y lo artístico.

España se convierte, con el siglo XIX, en uno de los lugares predilectos de los viajeros europeos. El país, había quedado excluida de los itinerarios del Gran Tour que solían hacer los jóvenes aristócratas ingleses para completar su formación pero la Guerra de la Independencia comenzaría a despertarse el interés hacia lo español. Es así como un militar inglés, aliado con las fuerzas militares españolas contra la invasión napoleónica, se dedica durante su instancia en tierras gaditanas además de al arte de la guerra; al ejercicio de la curiosidad viajera.

viewsofspain_puertosantamariaEdward Hawke Locker era militar pero también poseía el gusto por la pintura y el arte, como así quedaría reflejado en su libro Views in Spain (1824), donde da cuenta gráfica y literaria de los recorridos que realizó en 1811 y 1813, al tiempo que cumplía su misión de entregar a Wellington, ciertos mensajes confidenciales.

EL LEVANTE o SOLANO WIND.
En su descripción de Cádiz habla de dos gran inconvenientes existentes en la ciudad, uno de ellos muy llamativo por su explicación: para Locker la salinidad de los pozos de la ciudad es una de las cuestiones a tener en cuenta ya que obliga a traer el agua desde El Puerto de Santa María.  El segundo gran inconveniente lo constituye el viento de Solano [el Levante]. Si, si tal cual… Solano wind, proveniente de la costa de África, el cual produce según palabras de Locker una alteración en la sangre de los andaluces, que los asesinatos y todo tipo de excesos son cometidos mientras prevalece, de tal manera que la gente prudente permanece dentro de las puertas de sus casas hasta que la malignidad haya pasado. Así tal cual. Nunca he leído una mejor descripción de los efectos del viento de Levante. /En la imagen de la izquierda, portada del libro Views of Spain.

edwardhawkelocke_levante_puertosantamariaA la izquierda el  fragmento de texto que hace referencia al viento de Levante.

Locker que había llegado al puerto de Cádiz en 1811, se alegra de llegar a la ciudad en ese preciso momento, en un periodo de extraordinario interés. El puerto de Cádiz era un ir y venir de provisiones, armas y correos bajo la protección de las baterías españolas y de la escuadra británica. [con otras referencias a la bahía, El Puerto de Santa María y el Fuerte de Santa Catalina].  /Texto: José Manuel Oneto.

No sabría decir cuál fue la primera película que vi en este Cine de Verano. Lo que sí sé, es que  lo hice sentada en la falda de mi querida tía Antonia.

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La pantalla del Cine de Verano Macario, entre Luna  y Misericordia, donde hoy se encuentra 'Mucho Teatro'.

Y es que al estar la casa de mis abuelos maternos, junto al Cine Macario, a mi tío José, hombre muy apañado y habilidoso, un buen día se le encendió la  bombilla e hizo un tablao de madera, lo suficientemente alto para alcanzar a ver  la pantalla tranquilamente sentados. Dicho y hecho, solo teníamos que salvar los dos peldaños y … ¡Ay, que buen invento! Tío José se esmeró, y aquel tablao resulto muy sólido. Como era lógico, tanto él como tía Antonia, cogieron los primeros puestos, y detrás de ellos lo fueron ocupando el resto de la familia y  amigos.

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La máquina de proyección del Cine

Aquel primer día debió ser antológico, todos sentados, o casi todos, para que cupieran más gente. Para los dueños, no fue ninguna sorpresa, pues una hermana de Mercedes --la propietaria-- vivía en la misma casa, de hecho frente al recién estrenado tablao. La cara de esta señora era un poema,  al ver que ya estaba terminado y con gente disfrutándolo. Se imaginaran, que gracia no le hacía, y que refunfuñaba bastante. Normal, yo también lo habría hecho  si  los propietarios  fueran de mi familia, pero… A ella se le ofreció, por supuesto, pero lo denegó  y jamás hizo amago de subirse.

Como por aquel entonces era muy  pequeña, aguantaba muy poco rato en las faldas de mi tía, entre otras cosas porque no alcanzaba  a ver bien la pantalla, a pesar de que estiraba el cuello, no había nada que hacer. Claro que la naturaleza sigue su curso, y el siguiente verano  ya alcanzaba a verla,  de pie.

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La fachada, por la calle Luna.

Los días de estreno, el tablao estaba al completo, sobre todo si  la película tenía buenas críticas, o los protagonistas eran actores conocidos. Todos queríamos ver  la primera sesión,   y pesar de que casi todos estábamos de pie,  en ocasiones no cabíamos. Más de una vez los  que vivían en la casa nos  cedían el sitio, sin ningún pesar, pues veían la  última sesión.

NODO.
Lo más pesado sin ninguna duda, el Nodo.  Al menos a mí se me hacía aburridísimo. Que le  iba a importar a una mica como yo, en aquella época,  la inauguración de  algún pantano,  y cosas por el estilo... Otra cosa, era ver a S.S. Juan XXIII. Me  gustaba aquel anciano venerable, con franca sonrisa. Lo que no entendía, era que estuviera  subido en esa silla trono. Los que lo alzaban tenía que ser  fuertes, porque lo que se dice delgado, no parecía que estuviera. Para mí, era de los pontífices más queridos, desprendía bondad y cercanía. Una de las noticias que me impactó fue: el asesinato de John Kennedy. Una cría de ocho años  no entendía porque  había muerto  el presidente de América, ¿es que era malo?   Otra de las noticias que no faltaban era de algún suceso, sobre todo si habían cogido al culpable. Una pesadez.

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El interior del cine, tras el acceso por calle Luna.

MUSICALES.
Lo que más les gustaba a los mayores, era los espectáculos musicales. El tablao estaba repleto, todos los días  que el espectáculo duraba y no cabía ni un alfiler. Tengo que decir, que la mayoría de los artistas,  hacían alusión al  público de que  nos habían visto y nos saludaban cortésmente. Nosotros le devolvíamos el saludo en forma de aplauso. Así, vimos a Caracol,  Lola Flores, Juan Valderrama y Dolores Abril, Antonio Molina, Miguel de los Reyes, Farina,  Cristina y Los Stop, Los Cinco Latinos y a muchísimos artistas de la época. Me reí mucho con Emilio el Moro  y Pepe da Rosa. Los que más ilusión me  hicieron  fueron el  Duo Dinámico. Estaban arrasando en esos momentos y además Ramón era bastante guapo y muy alto el chaval. Lo malo fue que solo actuaron un día --quiero recordar-- y fue complicado poder verlo, porque estaba claro que nadie se lo quería perder. En la calle, las colas eran enormes,   y mientras esperaban para entrar, la señora del carrillito de chucherías hacía su agosto.  ¡Que arte por Dios!

Para mí, siempre será un misterio el número de  películas llegué a ver, pero yo diría que muchísimas. Pero no crean que también para mí hubo censura.  Si los mayores consideraban que no había nada ofensivo o pernicioso, me dejaban verla. Claro que a veces me decían… anda bájate un momento y ya te avisamos  cuando puedas subir o simplemente  me hacían un gesto con la mano y  ya sabía que no había nada que hacer.

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Manuel Acosta, que trabajó muchos años con los cines, posando en el patio de butacas, en la parte cubierta de Uralita próxima a la entrada.

PELÍCULAS.
Las  que no me cansaba de ver era, Esplendor en la  hierba,  una historia triste pero muy bonita, con una Natalie Wood  guapísima. Susan Slade --1961-- no menos triste, pero igual de bonita. Me encantaba su banda sonora y sobre todo sus actores; Connie Stevens y Troy Donahue. Parrish --1961-- también de Troy Donahue. Y no digamos  del lejano Oeste con John Wayne,  y  muchos  buenos  actores americanos de este género.  También cómo no, las musicales con un Elvis Presley  arrollador y una  Ann Margret preciosa. Como buen cine que se precie, no faltaron  las  desternillantes, con un  Jerry Lewis pletórico y muy cómico. Había una escena suya con una máquina de escribir que era pura genialidad.

A todo esto en los descansos  se oía --dicho sea con  el máximo respeto--: Macario estafador, dame las tres pesetas que me voy al freidor. Y … Macario, enciende la luz que me mareo, eo, eo. No sé quien se inventó esas letrillas, pero conociendo   el buen humor y la gracia innata de  Merche y Macario hijo,  seguro que les hacía gracia, pues sabían que no había maldad, solo  ganas de sano pitorreo.

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Publicidad en el propio cine.

En los últimos años, los domingos traían a algún grupo y hacían baile. Mis amigas y yo, nos limitábamos a verlos y oírlos desde el tablao, porque no teníamos permiso para entrar. Pero eso sí, chismorreábamos un poquito, de quien estaba y con quien bailaba. No se crean poca cosa, porque como la mayoría eran  ya mayores  no los conocíamos.

Desafortunadamente, la casa  se deterioró tanto que mis familiares, tuvieron que buscar otro sitio para vivir. Más nuevo y más acondicionado sí, pero, desde luego,  no tan céntrico ni tan encantador. En fin,  el dicho progreso nos trajo los vídeos y el poder ver las películas en la intimidad de nuestras casas, pero... desengáñense: nunca será  lo mismo.  /Texto: María Jesús Vela Durán.

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pacocastrobarreroFrancisco Castro Barrera, alababa días atrás en el diario El País el método de enseñanza impartido por la universidad Oberta de Catalunya (UOC), donde cursó la Licenciatura de Derecho. Todo ello sin olvidarse de que a los matriculados en castellano se les cobra un precio consistente en más del doble que a los que lo hacen en catalán. Y es que Fran o Paco, como le conocen sus allegados, aunque nacido en Mérida, no vive en Cataluña, sino que, desde hace 12 años vive en El Puerto, por amor.

ENTRE LA MEDIACIÓN Y LOS CIBERDELITOS.
Este abogado con despacho en El Puerto, que ahora se está formando en la Mediación, una técnica jurídica poco practicada en la provincia de Cádiz, que prima evitar evitar los pleitos, propiciando los acuerdos entre las partes. Especializado en el Derecho de las Nuevas Tecnologías, es colaborador de la Oferta Educativa Municipal, siendo ponentes en diferentes institutos de secundaria y bachillerato, ofreciendo charlas sobre el Ciberbullyng (ciberacoso escolar entre menores) y otros ciberdelitos: sexting (envío de contenidos eróticos o pornográficos por medio de teléfonos inteligentes), extorsión, grooming (conductas y acciones emprendidas por un adulto ganándose su amistad, creando un vínculo emocional con el menor, con el fin de disminuir sus inhibiciones y poder abusar sexualmente de él), etc...

cbINGLÉS LEGAL.
Nuestro protagonista es administrador y profesor del Curso ‘Legal English’, un entorno en Facebook para enseñar el idioma inglés relacionado con el entorno jurídico, impartiendo clases de forma altruista. Francisco está, además, especializo en Derecho Laboral, Civil, Familia, derecho sucesorio y otros. Está Diploomado en Práctica Jurídica Forense en el Colegio de Abogados de Cádiz, al que pertenece. Es Master de Profesor de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y Formacion Profesional, en la Universidad de la Rioja, en la especialidad de ‘Economía de Empresa’. En unas semanas entrará a formar parte del Turno de Oficio. Entre sus otras especialidades está la de abogado matrimonialista; le apasiona llevar casos relacionados con divorcios, separaciones, guarda y custodia de hijos, reclamaciones de paternidad, etc. /A la izquierda, Paco Castro en el IES Santo Domingo, durante una de sus charlas de la Oferta Educativa Municipal.

uoc-logo-fase3LA UNIVERSIDAD ABIERTA DE CATALUÑA.
Ivanna Vallespísn, recoge en El País que «Francisco Castro acabó hace tres años la carrera de Derecho en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Vive en El Puerto de Santa María (Cádiz), así que se matriculó en la modalidad de lengua castellana. Antes de acabar la titulación se enteró que estaba pagando el triple de sus compañeros que estudian en catalán. Francisco alaba el método educativo de la UOC, pero critica esta política de precios. “Me parece injusto. No todos podemos hacer los estudios en catalán”, lamenta. [...] La diferencia de precios es ampliamente conocida por los alumnos de la UOC y por las redes sociales circula algún que otro consejo para ahorrarse un buen pellizco. “Te puedes matricular en catalán y después buscar los materiales en castellano, hay tráfico de materiales por la red. Algunos de mis compañeros lo hicieron, pero yo no me sentía seguro para estudiar en catalán”, explica Castro».

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Quienes conocieron al Vista Alegre contaron que fue un establecimiento de reconocido prestigio dentro y fuera de El Puerto, una de las ofertas hosteleras más sólidas que una ciudad como la nuestra, abierta y volcada al turismo, ofreció a sus visitantes entre los años 40 de los siglos XIX y XX.

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En la Bajamar, frente al Hospital de San Juan de Dios, el Hotel Vista Alegre. Con una altura menos que por Micaela Aramburu, su amplia terraza ofrecía una espléndida vista del río y las marismas del Guadalete, las salinas, el pinar del Coto de la Isleta, la Sierra de San Cristóbal…. En el muelle del Vapor, los Adriano I y II.

hotelvistalegre2_puertosantamariaComo muchos portuenses recuerdan, se ubicaba en un sobrio y elegante inmueble de la calle Micaela Aramburu esquina a la de Guadalete, con la fachada posterior mirando al río, desde donde se contemplaría una hermosa panorámica que le dio nombre al local. Así lo percibió en 1840 uno de los célebres personajes que conocieron sus estancias, el escritor y viajero francés Théophile Gautier, que en su Viaje por España (1843) anotó: “Después de almorzar a toda prisa en la fonda de Vista Alegre, que merece su nombre a las mil maravillas...”. En la imagen de la izquierda, Théophile Gautier (1811-1872).

LOS BADANELLI: APOGEO Y DECADENCIA
Cuando Gautier recaló en El Puerto en septiembre de 1840, la fonda estaba recién inaugurada. Una jerezana –Manuela Vega- y luego un gaditano –Joaquín Sánchez- fueron sus primeros propietarios, desde su origen nombrada Vista Alegre. Pero no pudieron o no supieron consolidar el negocio, permaneciendo en sus manos poco tiempo, al contrario que pasaría con el tercer propietario, un italiano residente en El Puerto que adquirió el inmueble a fines de 1846: Tomás Badanelli Guidotti.

Bajo su dirección, dilatada en el tiempo, la posada conoció su primera época dorada. Ya fuera por ser un avispado hombre de negocios, o bien por suerte, fue todo un acierto hacerse cargo del establecimiento entonces, pues en el verano de 1846 el Ayuntamiento comenzó a organizar, con el fin de atraer la llegada de forasteros y hacerles más grata su estancia en la ciudad, diversos actos festivos y lúdicos durante la temporada veraniega, siendo el paseo del Vergel –que se prolongaba desde Micaela Aramburu esquina a Palacio hasta la perpendicular con la plaza de la Herrería- el principal marco donde se celebraron los festejos.

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El paseo del Vergel en su tramo de Micaela Aramburu hacia 1910. A la derecha, el Hotel Vista Alegre. Las acacias blancas se plantaron en 1870, reemplazadas por palmeras en 1914. Los bancos se instalaron en 1908. / Foto, archivo de Luis Suárez Ávila.

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Un mapa de Lombardía y Venecia de1859 como éste fue el que Baroja vio en el patio del hotel. 

Tomás Badanelli había nacido en 1797 en alguna localidad italiana que no he podido determinar. Al respecto, Pío Baroja (ver nótula núm. 1121 en Gente del Puerto), que se alojó en el Vista Alegre hacia 1910, escribió en la novela El mundo es ansí (1912): “Hemos ido a una fonda próxima a la ría, que se llama de Vista Alegre. Esta fonda debió de ser de un italiano; yo lo supongo al ver las paredes llenas de litografías y de grabados con vistas de Italia; probablemente el dueño era algún lombardo o veneciano, porque hay en el patio el plano del reino lombardo-véneto hecho el año 1859.

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Pío Baroja asomado al balcón de su casona ‘Itzea’, en Vera de Bidasoa (Navarra).

Y continuaba describiendo, en boca de uno de los personajes de la obra, el paisaje que contempló desde su habitación: “Desde el balcón de mi cuarto se ve la entrada del Guadalete. En el barro del río hay un casco viejo de un barco que están componiendo; un poco más lejos, al lado de una barraca, se ven las costillas de otro barco sostenidas por puntales. Sobre el muelle de la Ribera, unos cuantos hombres y chicos hacen cuerda con cáñamo; los hombres marchan hacia atrás con una madeja de estopa a la cintura y los chicos dan vuelta, mientras tanto, a una manivela que retuerce la maroma. Cerca, a la izquierda, hay junto al río una antigua fuente, pintada de rojo, que se llama la Galera. [...]

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La Ribera que conoció Baroja, junto a la plaza de la Pescadería.

Antes de acostarme he estado un momento en el balcón. La noche estaba tibia, la marea alta, la ría brillaba bajo el cielo lleno de nubes plateadas, iluminadas por la luna, las barcas se levantaban en la ribera y, enfrente, en la otra orilla, sobre una lengua de tierra, se destacaba en el cielo el perfil de unos pinos.

Y en su biografía novelada Juan Van Halen, el oficial aventurero (1933), Baroja añadía nuevas impresiones del local que conoció y de su antiguo propietario: “Luego fui al Puerto de Santa María y paré en el hotel Vista Alegre. El hotel, ya viejo, descuidado, con cierto aire extranjero, tenía gracia. En las paredes de los pasillos colgaban cuadros, estampas con vistas y escenas de los Alpes y un mapa del reino lombardo-véneto. El hotel, según se decía, había sido fundado en 1846, época de prosperidad del Puerto, por unos italianos caldereros. Por entonces daba impresión de abandono, las puertas cerraban mal, los suelos estaban alabeados, los pestillos se caían. Todo me parecía ruinoso, desolado y decadente.

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Sobre el oficio de calderero atribuido por don Pío a Tomás Badanelli, nada puedo afirmar, ni desmentir. Sus actividades profesionales en Italia las desconozco. No obstante –y no parece que sea una coincidencia- consta que en 1853 residían o trabajaban en una accesoria de la posada dos hermanos de profesión caldereros, nacidos en el municipio italiano de Maratea, Juan y Domingo Moya Blando, lo que hace pensar en un error de quienes le transmitieron los orígenes del local a Baroja.

Tomás Badanelli se había asentado en El Puerto en 1825, cuando tenía 28 años, siguiendo los pasos de su padre, Bartolomé, quien ya en 1812 regía una posada –no sé cuál- en nuestra ciudad, ejerciendo entonces de diputado del gremio de posaderos.

Tomás, ya viudo cuando se hizo cargo del Vista Alegre, vivió con sus tres hijos, Lucas, Pedro y Luisa, de segundo apellido Noli, que desde el principio trabajaron con su padre, y cuando falleció continuaron rigiendo el negocio. Al paso de unos meses de que Tomás abriera el establecimiento, de Italia llegó su hermano Bernardo para trabajar con él.

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Imagen de 1889. A la izquierda, el Vista Alegre, mientras un gentío embarca en el vapor Emilia (1883-1895) o el Puerto de Santa María (1888-1921), de la flota de Antonio Millán que entonces cubrían la travesía entre El Puerto y Cádiz. 

Junto a la familia Badanelli, siete trabajadores fueron los primeros que se ocuparon de atender la posada: dos asturianos, dos gallegos y tres sanluqueñas, Gertrudis Girón y sus hijas Dolores y Concepción. En 1849 la plantilla de trabajadores se incrementó a diez, cifra que número arriba o abajo se mantendría en las siguientes décadas.

Desde el comienzo, en una accesoria del inmueble Badanelly estableció una tienda de vinos y comidas también llamada Vista Alegre, que a juzgar por el número de seis trabajadores que conformaban su plantilla, todos montañeses, debió de tener cierta entidad.

Señal de la consolidación y prosperidad que por estos años gozaba la posada es el hecho de que su dueño abriese una tienda de vinos en la Ribera –ya abierta en 1859- nombrada Las Delicias (esquina a Javier de Burgos, donde tras la guerra civil abrió la taberna Tetuán, por último llevada por Manuel Arniz).

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La calle Guadalete (antigua callejuela de los Baños): a un lado el Vista Alegre; al otro, el Hospital de San Juan de Dios. / Foto, colección de Vicente González Lechuga.

En el verano de 1857 Badanelli solicitó al Ayuntamiento la enajenación a su favor de la callejuela de los Baños (hoy calle Guadalete) para cerrarla con verjas y transformarla en un salón ajardinado de la fonda. La Corporación, en razón a que la calle era de escaso tránsito, ocupada por las noches por ‘gente de mal vivir y por haberse convertido en un vertedero de basuras, acordó aprobar lo solicitado.

Unos años antes, en 1851, el neoyorquino John Esaías Warren –agregado cultural de la embajada de Estados Unidos en España- dejó escrita esta escueta opinión del establecimiento en su obra Notes of an Attaché in Spain in 1850: “el viajero puede encontrar [en El Puerto] un confortable aunque modesto hotel, el Vista Alegre”. Y del mismo modo, un joven granadino que con los años se afianzaría como escritor, Pedro Antonio de Alarcón, recordando su paso por El Puerto en 1854, dejó en su libro Viajes por España  (1883) esta otra breve impresión del local: “...allí, la fonda de Vista Alegre, que es un modelo en su clase.

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A la izquierda, el diplomático norteamericano John Esaías Warren (1827-1896). A la derecha, Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891).

Después de estar al frente del negocio durante tres décadas, Tomás Badanelli falleció a mediados de los 70. Sus hijos continuaron su labor, especialmente el mayor, Lucas, casado con la italiana Devota Cavallari. Cuando Lucas murió, en 1886, se hicieron cargo de la posada -ya con el calificativo de hotel- su viuda e hijos, Bernardo y Filomena, que lo mantuvieron en sus manos hasta 1913.

Tres años antes, en 1910, así se anunciaba al local en la Revista Portuense: “Gran Hotel y restaurant de Vista Alegre. Paseo del Vergel, 9. Luz eléctrica en toda la casa. Amplias habitaciones para familias. Hospedaje desde 5 ptas. Montado a la moderna con todas las comodidades apetecibles. Gran confort. English spoken. Cocina a la española y a la inglesa. Servicio esmerado. Gerente: Julio Tardío.” (Éste, de profesión cosario, fue el abuelo de nuestro paisano el pintor Rafael Tardío Alonso.Ver nótula 736 en GdP)

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Rafael Tardío, José Luis Tejada y Carlos Scat, mediados los 40 del siglo pasado, con el río de fondo.

En esta última etapa, como complemento a un negocio que comenzaba a flaquear, al menos desde 1902 una accesoria de la parte posterior del edificio se habilitó para el alquiler de carruajes de cuatro caballerías. Pero al Vista Alegre, por entonces ruinoso, asolado y decadente -al decir de Baroja-, tras permanecer en manos de la familia Badanelli durante 67 años, le había llegado el momento de encarar el futuro con ánimos renovados y nuevas perspectivas. La familia Badanelli, o al menos parte de ella, pasó entonces, tras cerrar el hotel en 1913, a residir a Sanlúcar.

Dª ROSARIO RODRÍGUEZ,  LA SEGUNDA ÉPOCA DORADA
En abril de 1914 –ahora hace un siglo- adquirió el negocio una inquieta emprendedora portuense, doña Rosario Rodríguez (que también llevó el Hotel Portuense en la calle Luna, el Hotel París en Larga, el restaurante de la Rotonda de La Puntilla y el aún abierto Hostal Loreto en Ganado; y en Sevilla el Hotel Emperador, en Córdoba el Vista Alta y en Chiclana el Balneario de Fuente amarga). En 1914 también se remodeló –buena cosa para el hotel- el paseo del Vergel, cuando se plantaron las palmeras que hoy, a cuenta del picudo, están a punto, las pocas que se salvaron, de desaparecer (ver nótula núm. 1761 en GdP).

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Anuncio del Bar-Restaurant La Puntilla, a cargo del Hotel París, propiedad deRosario Rodríguez. Almanaque de Verano 1927.

Profundamente transformado el Vista Alegre en sus habitaciones y mobiliario, comenzó a anunciarse como “Gran Hotel de Vista Alegre, montado al estilo de los de las mejores capitales de España”. En 1915, la dirección del hotel regalaba a cada cliente –decía la Revista Portuense- “una elegante carterita de viaje, con espejo, peine, gancho para botones y limpia uñas”, y al año siguiente un abanico con un anuncio del hotel.

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Publicidad del Vista Alegre en la Revista Portuense, en 1915.

Por entonces, doña Rosario, siguiendo una recomendación de la Revista, vendía en el hotel, con vista a ser consumidos en la playa, unos tentempiés contenidos en cestas. Así lo contó el periódico: “Ayer se han empezado a expender las cestas que con un lunch ha confeccionado la inteligente propietaria del Hotel de Vista Alegre doña Rosario Rodríguez. Es verdaderamente delicada la preparación de los alimentos que forman el menú de dichas cestas. La de ayer contenía lo siguiente: tortilla, emparedado de salchichón, mayonesa de langostinos, dulces y pan. El precio fijado es de 2 pesetas y con media botella de vino 2,75 ptas. De seguir el Hotel vendiendo esas cestas, no ya sólo para la playa, sino para muchas casas particulares, se han de vender como pan bendito. La presentación es también muy cómoda y adecuada al objeto que se destina.

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La playa de La Puntilla a comienzos del siglo XX. A la derecha, los Baños El Porvenir, de la familia Neto, instalados por vez primera en 1885.

Y la propietaria del hotel continuó desempeñando una lúcida tarea de reformas y mejoras del servicio que prestaba el negocio. En la temporada veraniega de 1917, según  informaba la Revista, se montó en la fachada principal, la de Micaela Aramburu, una marquesina y una terraza, desde entonces “punto de reunión de numerosas personas, que elogian la iniciativa realizada”; a la vez, y dado que los tiempos avanzaban una barbaridad, se instaló “una cámara frigorífica que conserva los alimentos y produce nieve que se utiliza en las necesidades del Hotel, cuyo mecanismo se mueve con un motor eléctrico”. El hospedaje costaba entonces a partir de 10 pesetas; las comidas desde 5 ptas; los almuerzos desde 4 ptas y el té o el lunch desde 3 ptas. Año también el de 1917 en que el Vista Alegre, siempre con fama de contar con un espléndido servicio de cocina, se hizo cargo del restaurante del Tiro de Pichón.

El salón-comedor del hotel, con vistas al río, fue habitual lugar donde se celebraron numerosos actos de sociedad y banquetes familiares, sociales, políticos, de negocio..., de los que daba detallada y buena cuenta la Revista Portuense.

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Tertulia en el patio del Vista Alegre, hacia 1920.

También fue el Vista Alegre un tradicional lugar donde se reunían aficionados taurinos antes y después de las afamadas corridas celebradas en el coso portuense. Como muestra de ello, valga este testimonio fechado en agosto de 1928, si bien la fuente en que bebió el texto se escribió en la propia fonda de Vista Alegre por un anónimo visitante en 1889: “...Hojeando papeles, tropiezo con chistosa revista de una de esas animadas corridas lidiadas a fines del siglo XIX. Era costumbre en la aristocracia jerezana apearse a su llegada al Puerto en aquella célebre e inolvidable fonda de Vista Alegre donde se apuraban sendas cañas de la manzanilla sanluqueña y las damas cubrían con airosa mantilla blanca, negra o de morillas, la alta peina y en su cobija pendían la ligera malvaloca, flor de moda en aquellos tiempos.

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Aficionados taurinos en el patio del hotel en torno a Manuel del Pino, ‘Niño del Matadero’. / Foto de Manuel Pico en copia del Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

hotelvistaalegre_16_puertosantamaria[...] Concluida la corrida, era de nuevo invadida la fonda de Vista Alegre por el elemento aristocrático, donde en bien servidas mesas cada reunión de amigos y señoras formando una pequeña peña alegremente cerraban en animada charla sobre los accidentes de la corrida”. Ciertamente, la inmediatez a la posada de la parada de coches de alquiler y del muelle del Vapor, tradicionalmente empleados por los aficionados taurinos de la bahía, propició que fuera habitual lugar de reunión de quienes asistían a las corridas. Circunstancia que debían propiciar los propios dueños del establecimiento a fines del XIX, pues Lucas Badanelli, en la década de los 80, era consejero y secretario de la Compañía que regía la Plaza de Toros. /En la imagen de la izquierda, factura del 13 de agosto de 1937 por 9 raciones de fiambres vendidas al ‘hospital musulmán’, el ‘hospital de sangre’ que al inicio de la guerra se estableció en el Colegio San Luis Gonzaga para la cura de los legionarios y moros de las tropas franquistas.  

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La fachada principal del inmueble, entonces Casa del Sindicato, a fines de los 50. / Foto, Mesa.

LOS ÚLTIMOS AÑOS
Después, o quizás un poco antes, de que doña Rosario Rodríguez se hiciera cargo, hacia 1928, del Hotel París de la Calle Larga (donde estuvo el Círculo de Labradores), el Vista Alegre permaneció un tiempo cerrado. Reabrieron el negocio –“aquella acreditadísima casa portuense que tan justa fama y prestigio gozó no ya solo en Andalucía, sino en otras muchas regiones de España”, decía la Revista-  Gabriel Simeón, hijo de doña Rosario, y un cuñado de éste, Manuel Moreno Moreno, celebrándose en aquella jornada, el 21 de junio de 1931, un banquete en homenaje al presidente del Círculo de Labradores, Antonio Rives Bret (con nótula núm. 1257 en GdP). Luego Manuel llevó, entre otros locales, La Antigua de Cabo en Larga esquina a Ganado –a partir de 1941- y en la Ribera abrió en 1962 el Échate pa’ yá. Su hijo, Manolo M. Simeón  (con nótula núm. 981 en GdP) –que nació en el Vista Alegre-, querido amigo y excelente profesional, se jubilaría el año 2000 llevando, desde 1972, el Bar La Solera, lindero al Hostal Loreto de su abuela Rosario.

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La fachada de la Bajamar a comienzos de los 70, poco antes del derribo. / Foto, colección de Vicente González Lechuga.

Durante la guerra civil, el Vista Alegre fue requisado para servir de alojamiento a los oficiales italianos presentes en El Puerto. Reabrió sus puertas el hotel tras la contienda, pero por poco tiempo, cerrando –la dura posguerra- hacia 1941. Se convirtió entonces el edificio en la sede de la Delegación Sindical, hasta que en septiembre de 1972 se derribó. Hoy, en su solar se levanta un bloque de viviendas que conserva el nombre que durante un siglo llevó la posada y hotel Vista Alegre, el que, como dijo Gautier, merecía su nombre a las mil maravillas. /Texto: Enrique Pérez Fernández. 

Puesto del Caimán, 8 hijos, trabajó  Ayto

A mediados del siglo XX existía adosado al mercado central, un puesto de frutas y verduras que era conocido como el ‘Puesto del Caimán’, regentado por Vicente Sánchez --con el tiempo funcionario municipal, casado con Manuela Arenas, padre de 8 hijos, entre ellos del querido y desaparecido Vicente Sánchez Arenas, ‘el policía de la calle San Juan’--, y que era conocido como Vicente Loliti.

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La frutería de Genaro González Sala --ya jubilado-- vuelve al Mercado Central,  ahora a la Plaza de Abastos, después de tres años alejado de sus parroquianos y amigos.

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En la imagen, Genaro, a este lado de las viandas y un sonriente 'Lati'.

Tiempos muy duros para la familia de los 'Listones'. Ha costado salir para adelante pero, el hijo de Genaro, José Manuel González Fuentes (ver nótula núm. 141 en Gente del Puerto) ‘El Lati’ ha vuelto con las frutas y verduras a reencontrarse con sus clientes. Al igual que su padre y su abuela, Ramona González Sala, la tradición vuelve, continúa, en el Mercado de la Placilla.

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Cuadro del desaparecido Convento de San Antonio de los Franciscanos Descalzos, expulsados de la Ciudad tras la Revolución de 1868, que estaba situado en el solar de la plaza de Isaac Peral.

Este año el espacio del Mercado cumple los 750 de antigüedad, si bien el edificio que lo alberga, está construidos con los materiales de cantería procedentes del derribo del Convento de los Descalzos que existía en la actual plaza de Isaac Peral, tras la desamortización de los bienes de la iglesia, decretada por la Junta Revolucionaria creada en El Puerto, tras el triunfo del pronunciamiento militar iniciado el 18 de septiembre de 1868.

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Las llamadas Cuatro Esquinas de El Puerto de Santa María forman parte de la más añorante historia portuense. Ya sé que todas las confluencias de dos calles tienen cuatro esquinas pero en El Puerto hay una llamada así, por antonomasia. La formaban, entre Larga y Luna,  la Cervecería, el Refino, los Tejidos de D. Mariano Gutiérrez y la Confitería La Campana.

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Tres de las Cuatro Esquinas, con la calle Larga y la Sierra de San Cristóbal, en lontananza.

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La Campana, en primer término a la derecha.

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Una imagen del famoso crucero de Larga y Luna, tantas veces fotografiado.

Igual que “el patio de mi casa” las Cuatro Esquinas del Puerto son enclave peculiar, cuando allí sopla el Levante, sopla más que en las demás.  Y es que el Levante se frena cuando llega a la Fuente de las Galeras, forma cauce en la Calle Luna, se reconforta en las Cuatro Esquinas y espera , todavía hoy, qué antiguo, poder refrescarse en el Pilón de San Juan, calle arriba...

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El mismo sitio, fotografiado en la actualidad.

La Cervecería, en la Calle Larga, luego Bar Central de Maximino Sordo, era aledaña a la casa de los Grant, y más allá estaba la Zapatería de Juanito Gilabert. Esta zapatería no era una tienda de venta de zapatos, como son ahora, sino que los fabricaba, con una gran categoría y fama del fabricante y de los clientes. Gilabert no era un zapatero vulgar sino un señor con su correspondiente categoría social, que surtía a la más distinguida clientela del Puerto, de Jerez y hasta de Sevilla.

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El interior del Bar Central, ante de su remodelación realizada por el arquitecto de Los Santos, hoy Banco de Andalucía.

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La cafetería Central, hoy Banco de Andalucía, en febrero de 1978. /Foto: Rafa. Archivo Municipal.

juanignaciovarelagilabert_puertosantamariaYo recuerdo a su sobrino Juan Varela Gilabert, en la imagen de la izquierda, (ver nótula núm. 1.047 en GdP) que heredó la tienda y que no era zapatero sino fino poeta e inigualable conversador, cuando todavía tenía clientela en Sevilla, de lo más rancio y aristocrático, por cierto.  Juan se desplazaba a Sevilla para “tomar medidas”. Para dicho cometido, se estaba algo así como una semana en la recordada Pensión San José, en la sevillana calle del mismo nombre, nido de estudiantes y residente ocasional de los grupos de “vicetiples” que actuaban en el Teatro Cervantes. Juan, repito, deleitaba a los huéspedes de dicha Pensión, con divertidísimas y cultas historietas. En la Zapatería Gilabert, por cierto frente a la histórica Casa Lucas, trabajó Tobío, que luego fue ordenanza en el Instituto Laboral, que afable y cumplidor, compartía con su compañero Manolo Camacho, el toque de la famosa campana del Instituto para anunciar el final y el comienzo de cada hora de clase.  Manolo fue Conserje en dicho Instituto una vez que finalizó su aventura comercial en su Refino de la Calle Larga, lindando con la que fue  Farmacia de Pernía, en donde trabajó Domingo Monge Atalaya (ver nótula núm. 1.941 en GdP),  y luego de José María Viqueira.

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Donde hoy se encuentra Talgo Boutique, se encontraba el Refino de Piñero, frente a Tejidos Lerdo, donde vivieron sus sobrinos, los Lerdo de Tejada. La imagen es de  febrero de 1978. / Foto: Rafa. Archivo Municipal.

En la acera de enfrente a la Cervecería estuvo el Refino de Piñero, que en últimos años lo recuerdo regentada por dos señoras, que traspasaron el negocio a Pepe Sánchez Cossio, que abrió en su lugar lo que fue muy moderno establecimiento llamado Auto-Radio, que obró con la colaboración técnica de Luís Babiano. Luís, compañero y colega de D. Juan Villar ejerció como Ayudante de Obras Públicas en lo que entonces se llamaba Obras del Puerto, cuyas oficinas estaban la Calle Nevería.

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La calle Nevería, en 1926, cuando se llamaba Castelar. A la derecha, el edificio donde luego estaría, de nueva construcción, Tejidos López, mas adelante, Obras de El Puerto.

manolocarrillolucero_puertosantamariaEn esas Obras del Puerto, en cuya Dirección hay que citar a D. Antonio Duran, a D. Juan Machimbarrena, a D. Manuel Álvarez Aguirre y a D. José Antonio Español (ver nótula núm. 1.892 en GdP), prestaron sus servicios, entre otros conocidos amigos, como chóferes de grato recuerdo, Sánchez, padre del que llegó a ser muy buen futbolista local Sánchez Escalante, y Rafael, ceremonioso y educadísimo en los gestos de su oficio.  En dicho Refino de Piñero, trabajó mi buen amigo Manolo Carrillo --a la izquierda de la imgen-- (ver nótula núm. 076 en GdP), entre polifacéticos quehaceres, con el buen humor que le caracterizó. Recuerdo que un día Manolo anunció a las dueñas, con gran aspaviento y escándalo,  que un “viajante en cueros” se empeñaba en visitarlas, consiguiendo alarmarlas antes de poner en claro la situación. El chiste es viejo, pero Manolo  consiguió la escenificación adecuada.

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Tejidos Mariano Gutiérrez, en la calle Larga esquina a Luna.

En la otra esquina de las Cuatro, estaba la Tienda de Tejidos de D. Mariano Gutiérrez, sesudo paseante en los días festivo, del brazo de su mujer y acompañados por su ahijada la Srta. Lora.  Don Mariano era muy aficionado a la cacería y salía a las tórtolas con una escopeta “de siempre”, que no tenía “papeles”. Un mal día lo interceptó la Guardia Civil y un uso de su más elemental obligación, se los requirió. Don Mariano se extrañó, fue al coche y los que encontró no fueron de la satisfacción de dicha Guardia, rechazándoselos.  Entonces D. Mariano, azorado, pronunció la famosa frase: “--Pues eso es lo que hay y con eso hay que apañarse”.  Por supuesto que se quedó sin la escopeta.

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Casa Lerdo, vista desde la calle Larga, a la derecha, confitería La Campana.

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Tejidos Lerdo, vistos desde la calle Luna.

Los Tejidos Gutiérrez fueron traslados a José Lerdo de Tejada, sevillano que se afincó El Puerto, y que fundó los conocidísimos, en su día, Tejidos Casa Lerdo, modernizando el negocio con la colaboración de su mujer Pepita Labat, también de Sevilla, y otras colaboradoras entre las que quiero citar, como no, a Milagros Cristóbal.  También recuerdo a su hijo Pepito Lerdo, que hizo sus pinitos como torero y que cuando declinó, se dedicó o dedica, en Sevilla, a apoderamientos y asuntos taurinos y que aparece en la imagen de la izquierda. Al Puerto vinieron también sus sobrinos, los hermanos Lerdo, amigos nuestros hasta el presente, que vivieron en  Luna esquina con Larga, precisamente frente a la Tienda de Tejidos.

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La confitería La Campana a la derecha, frente a Tejidos Mariano Gutiérrez.

Cerrando el esquinerío de las Cuatro, en la otra estaba la Confitería La Campana, atendida por el bueno de Juan Luís Hernández, con sus desplazamientos en bicicleta. De la Campana he comido los más inimaginables y ricos merengues de fresa, con aquel almíbar inigualable del que todavía me relamo. En el piso alto de La Campana dando con la calle Luna, en el martillo que formaba el edificio,  vivieron los Castilla, entre los que recuerdo a Federico (poeta y músico que escribió, por ejemplo, el himno del Racing Club Portuense. Pregunto ¿qué ha sido de la obra musical y poética de Federico?), a Marina, a Santiago (amable siempre en su cometido como empleado en el Banco Hispano) y, sobre todos, a Elías, entrañable amigo y compañero en la Academia Poullet, sobre el que todavía tengo pesares de lejanía, desaparecido prematuramente. A Elías, que tan pocos recuerdos mundanos dejó, salvo su tímida sonrisa premonitoria de muchos sufrimientos que creo que luego padeció, le envío, donde quiera que esté, que puede que yo lo sepa, al cabo de muchos años de recuerdo, mi sentimiento de la oración persistente.

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El Banco Hispano Americano, el 23 de febrero de 1978. /Foto Rafa. Archivo Municipal.    

El edificio de La Campana fue derribado, creo que a comienzos de los cincuenta, y  allí el Banco Hispano Americano erigió el edificio que hoy ocupa el Banco de Santander. Su segunda planta la estrenaron nuestros amigos Carlos Cuvillo Jiménez y Charo Arias Molleda, antes de trasladarse a su chalet en la Hijuela del Tío Prieto.

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Las Siete Esquinas, antes y ahora.

Quiero finalizar recordando que nuestro pueblo/Ciudad –Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Gran Puerto de Santa María, que no se le olvide a nadie; ni hoy-- es peculiar en muchas cosas, por ejemplo en la existencia de la antonomásica, citada y descrita someramente, Cuatro Esquinas, además de tener el otro característico enclave de las Siete Esquinas, adornadas éstas, por cierto, con el oloroso aroma de los vinos que se crían en sus alrededores; las Bodegas Osborne  y la que regenta mi querido amigo Edmundo, que acoge ese delicioso patio florido, que es enjundia de familiares reposos portuenses.

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La plaza de las Galeras, el Vergel del Conde, el Parque Calderón y, al fondo, la calle de la Luna.

Pero en este manojo de Esquinas del Puerto, yo quisiera ¿por qué no?, fundar otra: Mi Esquina. Esa es, la que forma la Calle Luna abajo con el llamado Vergel del Conde, que tantas veces doblé camino de mi casa, entre la de Bish y el garaje de Pepe Bononato.  Ni Cuatro, ni Siete; Una, la mía. Permiso. Y esta es la historia, más o menos --seguramente menos-- que yo recuerdo de las Cuatro Esquinas del Puerto. Otro día, si D.q., las otras. /Texto: José López Ruiz.

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El tenista, educado profesionalmente en la escuela de Tenis del Real Club Náutico (RCN) de El Puerto de Santa María, supera a Iván Arenas en la final del Primer Futures de Madrid

El gaditano de 21 años, Ricardo Ojeda, tenista educado profesionalmente en la Escuela de Tenis del RCN de El Puerto de Santa María, ha logrado su primer título profesional en el torneo internacional ITF Futures, disputado en el Club Internacional de Tenis de Majadahonda, en Madrid.

Ojeda conseguía este domingo superar en la final al madrileño Iván Arenas por 3-6, 6-3 y 6-3. La competición se traslada esta semana a las pistas del Club Móstoles de Tenis para la celebración de un nuevo evento de 10 mil dólares.

Ricardo Ojeda había disputado su primera final el pasado año en el torneo de Oporto en Portugal, y esta temporada tenía como mejor resultado un puesto de cuartofinalista en el Futures 10 de Antalya-Belconti en Turquía. En Madrid, el jugador de El Puerto de Santa María vencía en cuartos de final al local Miguel Semmler (6-4 6-3) y en semifinales al alicantino Marc Giner (6-3 6-4). /Texto: Mara Escassi.

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Una 'conchinchina' en Bodegas Grant. /Foto: Silvia Guzmán.

Estos días he escuchado una expresión, hoy bastante en desuso, pero que se guarda como habla específica del mundo de la vitivinicultura: la ‘conchinchina’. Este es un artefacto en forma de caseta de playa, de no más de medio metro, con su tejadito a dos aguas y la abertura en el lugar de la puerta, con una vela dentro. Se usaba, hasta no hace muchos años para ver la pureza, la claridad de los vinos. Se colocaba la copa en el interior, delante de la vela y se podían apreciar los aspectos visuales de los vinos que se estaban criando y ensolerando en nuestras bodegas. Habitualmente, este mueble bodeguero se situaba en el sitio más oscuro de la bodega –para realzar el contraste a la luz de la vela- y también en el más lejano de cualquier dependencia de las naves de crianza. De ahí que se le llamara la ’Conchinchina’; aquí siempre la dijimos con una letra ‘ene’ de más).

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Mapa de la Cochinchina. /Foto: Manhhai.

Porque la Cochinchina geográfica es el nombre que los franceses le pusieron hace un par de siglos a la zona del sur de Vietnam, a la altura de Saigón y el delta del Mekong. Cuando los vecinos franceses se adueñaron completamente del Vietnam, le cambiaron la denominación pasando a ser Indochina (los actuales Vietnam, Laos y Camboya). Y como España participó con desigual fortuna en la conquista de Cochinchina a partir de 1859, aquí nos quedamos con el nombre arcaico. Y ya se sabe que el ingenio, la asociación de ideas, y el habla de nuestra zona es único a la hora de poner nombres, sobrenombres y motes. Y así motejaron al artilugio para ver algunas de las cualidades organolépticas del vino, que estaba tan lejos como la Cochinchina.

Por eso, cuando aquí mandamos a alguien lejos lo mandamos a ese sito, de forma despectiva: a la oscuridad, a la soledad, a donde las moscas del vino custodian el silencio bodeguero. Al ostracismo de los políticos griegos. Y es que eso tiene la política, y detentar cargos de cualquier clase y condición, que lo mismo pone que quita, mediante los votos y el mandato del poder ejercido mediante éstos. Que lo mismo estás en la zona noble, en todo el cogollo, con mando en plaza, que te mandan a semejante sitio, a la ‘conchinchina’. Y eso es de agradecer.

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Explicación se semejantes palos de barco. /Foto: Ignomano.

Imaginen si no, cuando en Cádiz mandan a alguien a hacer guardia a cierto palo de los grandes veleros. A la ‘verga’ –la mayor del palo de mesana que no lleva vela- también conocida como ‘carajo’, con la despectiva frase hecha de: “Vete al carajo y dile a tu madre que te has caído” de donde, por cierto, parece provenir el término carajote. Y es que tenemos un habla tan alambicada… /Texto: José María Morillo.

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Soy Patricia García Py una de las autoras del libro ‘La Mesa del Pecado’ que acaba de publicar la editorial Larousse, y que se pone a la venta esta semana. Una gaditana de El Puerto de Santa María, que después de dejar allí parte de mi corazón --aunque siempre regreso y paso las temporadas de vacaciones en casa de mi familia en El Puerto--, me fui a estudiar la carrera a Escocia, a viajar después  por el mundo y a trabajar durante 5 años en los países más remotos… Asia, África, Latino América… Hasta que en Sitges, encontré al amor de mi vida y junto a él formé mi preciosa familia con los tres soletes que iluminan nuestra vida y donde hemos vivido hasta que  ahora, por motivos de trabajo, nos hemos trasladado a la preciosa ciudad de La Coruña, desde donde sigo escribiendo mi blog ‘Sabores y Momentos’ para compartir mis recetas y mi día a día. Desde Octubre 2012  colaboro en la revista  digital ’Cuquin Magazine Food & Photography’, lo que me permite estar rodeada de fantásticos compañeros con los que aprendo y me enriquezco, así como con la revista digital de recetas y fotos gastronómicas ‘Food&Photo digital magazine’.

LaMesaDelPecado-puertosantamariaLA MESA DEL PECADO.
Con el lema ‘Pecando sabe mejor’, ocho gastroblogueros, entre los que se encuentra nuestra paisana, que nos invitan a pecar hasta en la mesa, con este original libro.
«La mesa del pecado» es una sugestiva combinación de cocina y fotografía ideada por un conjunto de blogueros que se han propuesto agitar nuestros sentidos e incitarnos a caer en todas las tentaciones posibles. Con los siete pecados capitales como hilo conductor, cada uno de ellos presenta otras tantas recetas, sencillas algunas, suculentas todas. Un llamamiento a pecar sin remordimientos, aunque también se reserve un hueco al final para que las virtudes compensen tanto frenesí.

¿Se puede cocinar con ira? ¿A qué sabe la avaricia? ¿Cómo es un plato lujurioso? ¿Y uno repleto de envidia? ¿Qué comer cuando te puede la pereza? ¿Que plato asociaríamos a la envidia? ¿Y la soberbia que receta nos sugiere? ¿Y la gula, como se interpreta en una receta?...

saboresymomentos_puertosantamariaLos siete pecados capitales son el hilo conductor del libro, la propuesta elaborada por siete de los principales protagonistas de la actual blogosfera gastronómica. Y como contraste, las siete virtudes (la castidad, la templanza, la generosidad, la diligencia, la paciencia, la caridad y la humildad), ínterpretadas por un octavo protagonista, que elabora sus recetas como contrapunto (o penitencia) a los pecados. Todas las respuestas están en «La mesa del pecado», un libro tan original como práctico. Cada receta se acompaña de una sugerencia de maridaje.

En el blog ‘Hoy del día’ le preguntan a nuestra protagonista que se considera: ¿Bloguera, cocinera, fotógrafa, comunicadora? ¿Qué es lo que mejor te define? «--Quizás un poco de fotógrafa, algo más de bloguera, un bastante de cocinera de casa (como me gusta a mi llamarme) y un muchísimo de comunicadora, jajajaj!!  Es lo que más me gusta, trasmitir comunicar, expresar lo que siento, ya sea con mis palabras, mis recetas o mis fotos. Como buena gaditana, me gusta preparar el pescaíto frito!!! No lo puedo remediar, me encanta jaja!! La verdad es que lo preparo de muchas maneras, al horno, a la plancha, en guiso, en sopa… pero que no me quiten mi bandeja de pescaíto frito, boquerones, calamares, chocos, pescadillas… es que la tierra tira!»

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La Capilla de la Universidad de Aberdeen, en Escocia, donde estudió la carrera.

MUNDO LABORAL.
Patricia es licenciada en Dirección y Administración de Empresas, Economía de la Empresa por la Universidad de Aberdeen (Escocia), donde estudió entre 1991 y 1995.

afa_press_puertosantamariaA partir de 1996 y hasta el año 2000 fue directora de equipos internacionales de AFA Press Internacional, de esta importante agencia de comunicación y prensa internacional. Visitó diferentes países por su trabajo en el último año: Filipinas, Macao (China), Sudáfrica, Tanzania, Turquía, Finlandia, Portugal, Rusia, República Dominicana, Croacia, Kenia, Israel, Egipto, Chipre y Yugoslavia. Durante los cuatro primeros años realizó reportajes en Indonesia (Partes I & II) para el USA Today (con base en Yakarta, 12 meses); Eslovaquia para el Paris Match (con base en Bratislava, 4 meses); Macao (China) para US News & World Report (estancia 4 meses); Hong Kong para US News & World Report (estancia 6 meses); Mozambique para Handelsblatt (con base en Maputo, 6 meses); Puerto Rico para US News & World Report (con base en S. Juan, 5 meses); Uruguay para US News & World Report (con base en Montevideo, 5 meses); Malaysia para el Frankfurter Allgemeine Zeitung (con base en K.L., 6 meses).

lizarran_puertosantamariaLuego cambió radicalmente su profesión, y empezó a adentrarse en el mundo de la gastronomía, pero desde la óptica empresarial, como Directora de Expansión Internacional de la franquicia ‘Tabernas Lizarrán’, durante 2001 y 2002. Desde enero de 2012 es la editora de ‘Sabores y Momentos’.

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Fundada nuestra ciudad en 1264, este año se cumplen 750 de la ubicación del Mercado en el espacio donde hoy sigue. / Foto, Joaquín Cordero.

El Bar Vicente es algo más que uno de los establecimientos comerciales más queridos y entrañables de El Puerto, por el que han parado varias generaciones de propios y foráneos. Porque además de ofrecer –como decían los antiguos- un esmerado servicio en un grato ambiente, conserva entre sus paredes la solera que sólo el paso del tiempo deja en los espacios cargados de historia. Como éste, ubicado frente a la Plaza de Abastos (1874), donde siempre, desde la misma fundación de la ciudad a mediados del siglo XIII estuvo, al raso y en linde al recinto amurallado medieval, el Mercado.

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Reconstrucción por Juan José López Amador de El Puerto en el siglo XIII. Arriba, la situación del Mercado.  

El mismo bar ocupa parte de lo que fue la Carnicería Pública, la que se construyó en 1692 seguramente sobre otra anterior, donde se agrupaban los tablajeros con sus ‘tablas’ para abastecer a la población. Su huella pervive en las columnas y arcos cegados del bar  y en la fachada, que es la de la vieja Carnicería, que tenía su acceso principal por la calle Sierpes, en la casapuerta de la casa lindera al bar. Sólo se cambió, en 1881, la actual esquina achaflanada, que originariamente se cortaba en ángulo recto. Y enfrente, entre las calles Ricardo Alcón y Ganado se encontraba el Matadero, el anterior al que en 1699 se edificó a las afueras de la ciudad (exsede del Imucona).

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Columnas y arcos tapados de la Carnicería del siglo XVII. / Foto, Javier Nucete Alba

En el interior de la Carnicería se estableció, en fecha incierta, una capilla en la que los tablajeros ofrecían misas y donde en 1750 se dispuso el cuadro de la Inmaculada Concepción (de origen franciscano) que hoy se custodia y venera en el Mercado de la Concepción.

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La capilla del Mercado de la Concepción con el cuadro de la Inmaculada.

Al inaugurarse éste, el 29 de octubre de 1874, el inmueble dejó de cumplir su tradicional función. Después, durante algunas décadas sus paredes albergaron algunos puestos para la venta de diversos productos, convirtiéndose en una prolongación de la Plaza. Por ejemplo, en 1896 había un ultramarinos de Manuel Quevedo, una lechería de José Pavón, un puesto de lozas entrefinas de Manuel Ortega, dos tablas de carne de Antonio Castro y José Vázquez y un despacho de vinos, El Tiro, de Bonifacio González.

Entre 1904 y 1916 se estableció en una parte del local un ultramarinos de Genaro Molleda Colosía, un montañés del valle de Herrerías que se asentó en nuestra ciudad siguiendo los pasos de sus hermanos Sinforiano y José, propietarios de una taberna en La Placilla esquina a Santa María, que por último fue El Cafetín del reciente cierre (ver en GdP nótula núm. 1884). 

LAS MELLIZAS.
Pero lo que yo quería –que me voy por las ramas- era compartir con el lector y comentar una vieja imagen que Miguel Sánchez Lobato gentilmente me facilitó, de cuando el Bar Vicente era Las Mellizas, tomada hacia el año 1928 desde el acceso al local por San Bartolomé hacia la actual cocina, que es la que muestra a continuación.

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Foto núm. 5. /Colección Miguel Sánchez Lobato.

Apoyado en el mostrador de caoba y cubierto con boina montañesa está el propietario del establecimiento, José Ruiz Sordo, apodado ‘el Rubio’, un metro noventa de montañés nacido en la aldea de Camijanes en 1885 y que a El Puerto llegó, tras estar un tiempo en Cuba, en 1917, un año después de que su paisano Genaro Molleda cerrara el ultramarinos.

Hacia 1919, tras desmantelar las accesorias de los antiguos puestos que dividían el solar, abrió el establecimiento de vinos, café y licores que bautizó con el nombre de Las Mellizas, también conocido por su apodo. Una vez asentado el negocio, en 1922 vinieron de La Montaña para quedarse su esposa y paisana, Nieves Linares, y sus dos hijas, las mellizas Paquita y Nieves, de cuatro años, de quienes tomó el nombre el bar. Están en el centro de la foto, junto a un primo y dos primas, Luisa y Efigenia, ‘Nena’, que son  quienes también aparecen en esta otra imagen tomada entonces.

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Foto núm. 6. De pie, las mellizas, Nieves y Paquita. / Foto, Francisca Ruiz Linares.

barvicente_epf7_puertosantamariaLos dos chicucos situados a la izquierda en la vieja foto, --que aparecen en la foto 5 en detalle a la izquierda de este párrafo-- por la edad que aparentan, deben ser Remigio Valle Rubín y Daniel González Escandín, también de Camijanes, donde nacieron en 1905 y 1906, que continuaron trabajando con El Rubio hasta bien avanzados los años 30.

Detrás de ambos, colgado en la pared está el comandero, donde se anotaban las consumiciones de las mesas, que hoy se conserva en el bar, al igual que el bandejero y los anaqueles de las botellas, elementos que formaron parte de un mismo lote adquirido por El Rubio (la misma madera y los mismos apliques decorativos). Y también se han conservado  de tiempos de Las Mellizas las dos bolas metálicas (fotos 5 y 6) donde los camareros guardaban las aljofifas, los paños o bayetas de limpiar las mesas, que son las mismas –más pequeñas- que tenía La Fuentecilla, como veremos en una fotografía más abajo.

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El comandero y bandejero de los tiempos de El Rubio. / Foto, María Antonia Álvarez Oreni. 

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En la pared, los viejos anaqueles conservados desde la época de Las Mellizas. Tras el mostrador, el desaparecido Manuel García Gómez ‘el Tabique’, con nótula propia en GdP núm. 655,

Volvemos a la foto 5. Quienes están detrás de las niñas deben ser los otros dos dependientes de Las Mellizas en sus primeros años, Ceferino Gutiérrez (Carmona, Santander, 1901) y José Noriega Espinosa (Camijanes, 1894), que pronto se abrió camino llevando negocios propios: que yo sepa, un almacén de comestibles y bebidas en Larga esquina a Ángel Urzáiz y otro en Zarza-Santa Clara, Las Américas (que terminó siendo el Bar Victorino).

Destacan en la foto los dos reservados que se ubicaban donde hoy la cocina del bar -más otros dos que existieron junto a la fachada de Sierpes- y delante de ellos –en el espacio que hoy da paso al salón interior- el habitáculo donde se guardaban los enseres del establecimiento. Camarotes que eran parecidos a los del restaurante La Fuentecilla (en Larga esquina a Ricardo Alcón y Ganado, cerrado en 1952), según se aprecia en la imagen que ofrecemos a continuación.

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Al fondo, dos de los seis reservados de La Fuentecilla en una imagen tomada el 19 de enero de 1930, con el personal (33 cuento) antes de servir un banquete organizado por Luis Suárez Cofiño en homenaje al industrial Daniel Martínez García (con nótula en GdP núm. 656), recién elegido, en Barcelona, presidente de la Confederación Gremial Española. /Foto: Francisco Sánchez Pérez ‘Quico’, cedida por Ángel Lozano Sordo.

Nada que ver estos reservados de La Fuentecilla y Las Mellizas con los célebres de La Burra: aquéllos industriales y con prestancia; los de la emblemática y añorada taberna, rústicos y populares, como buena parte de los parroquianos que la frecuentaron desde que abrió sus puertas mediado el siglo XIX.

También compartieron Las Mellizas y La Burra -en ésta al interior de algunos de los camarotes y en el pasillo que los enfilan- los azulejos que a media altura aún decoran las paredes del Bar Vicente, facturados en la sevillana fábrica de Mensaque.

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Al interior y exterior de los camarotes de La Burra (ver en GdP nótula núm. 489) los mismos azulejos de Las Mellizas-Bar Vicente. /Foto: Fito Carreto.

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La Fuentecilla (ver en GdP nótula núm. 1061) hacia 1942, junto a la mampara que dividía el bar de el comedor. Sujeta a la columna, la  bola donde se guardaban las aljofifas. / Foto, Francisco Sánchez Pérez ‘Quico’, cedida por Emilio Sánchez, hijo del hasta entonces propietario del restaurante, José Sánchez Gil. 

LOS DOS PEPES
José Ruiz Sordo ‘el Rubio’ falleció en octubre de 1948. En el 45 había traspasado el negocio al portuense José Sánchez Sousa, que lo llamó Los dos Pepes (él y su hijo), nombre que ya tenía desde comienzos de los años 30 la panadería que tenía abierta entre Las Mellizas y la Casa de los Leones, ampliada a confitería y tienda de comestibles en 1940. Ambos locales se comunicaban entre sí desde los tiempos de ‘el Rubio’. Continuó llevando el ultramarinos durante años, hasta que pasó a manos de la familia Ojeda, la de la confitería La Perla, cerrando en los 80, cuando era el autoservicio Los dos Pepes.

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A los cinco años de hacerse con el bar, en 1950, asfixiado por problemas económicos, decidió cambiar de aires y se estableció en Cádiz, donde en 1960 abriría una panadería-confitería-charcutería  en la calle San Francisco y después una sucursal en la plaza Mina, donde elaboró sus célebres picos brasileños, tan célebres como su Mini (versión furgoneta) en el que hacía los repartos acompañado como copiloto por una muñeca hinchable vestida según la ocasión: en verano, con traje de baño; en feria, de gitana; en Semana Santa, con mantilla…

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Fue Pepe Sánchez Sousa, al que llamaban Machaquito (no sé si por el torero o por el anís), un tipo simpático y de buen carácter, muy trabajador, algo extravagante y siempre vestido con gorro y guayabera o chaqueta blancas. A pesar de los pocos años que llevó el bar, dejó huella en sus parroquianos por su buen hacer y su peculiar manera de ser, y de hecho aún el bar se nombra también por su antiguo nombre, por economía de lenguaje, Los Pepes.

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LOS TRES VICENTE 
En 1950 concluyó la segunda etapa del local como bar y comenzó la que ha llegado a nuestros días. El 27 de mayo de aquel año se hizo con el local otro montañés de Camijanes, Vicente Sordo Díaz, que a El Puerto llegó en septiembre de 1937, cuando tenía quince años, para trabajar con su hermano Maximino, que días antes de estallar la guerra civil comenzó a llevar El Resbaladero y que antes ya había trabajado, con su hermano Cosme, en Las Mellizas. En el 42 Maximino tomó La Fuentecilla, trabajando con él su hermano Vicente, a quien le subarrendó el negocio en julio del 48 en aparcería con José Terrazas ‘el Balilla’. Luego Vicente tuvo  el Bar Pavoni, también en la calle Larga, hasta que se independizó para llevar Los dos Pepes, al que rebautizó como Bar Vicente. Retomó así el local la familia Sordo, pues José Ruiz Sordo, ‘el Rubio’, era primo de su padre, Francisco Sordo Rubín.

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Vicente Sordo y su hijo Vicentín cuando era Vicentín. La pared cegada entre las columnas cerraba lo que hoy es la cocina. Al fondo, el comandero de Las Mellizas. / Foto: Bar Vicente.

Aquí permaneció Vicente durante 62 años, toda una vida, que es la que lleva su hijo Vicente, mi amigo y hermano, de quien hace veinte años escribí y ahora lo reitero que es todo un experto en el difícil arte de saber estar detrás de un mostrador; y delante, añado ahora. Y con él su hijo Tito, la tercera generación de los Vicente Sordo, que sigue el camino que comenzó su abuelo, el montañés que con el merecido respeto y el afecto de todos los portuenses se quedó para siempre con nosotros y del que el próximo 28 de mayo se cumplirá el segundo aniversario de su fallecimiento, que es lo segundo, además de mostrarles la vieja foto de Las Mellizas, que yo quería destacar, y decirle desde el recuerdo al patriarca que por el bar, aunque en El Puerto andan las cosas como andan, todo va bien. Sabe que lo dejó en buenas manos y que en ellas seguirá durante muuuucho tiempo. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

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Vicente Sordo en su tierra, junto a la ermita de San Antonio del Monte Corona, en el municipio de Valdáliga. Hasta siempre, Vicente.  

Más información del Bar Vicente en Gente del Puerto:
Nótulas, núm. 14, 977, 1.225, 1.891.

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En la época de los retratos con negativos al colodión y copias a la albúmina de color marrón pardo, pegados sobre cartulinas, nacía en nuestra ciudad, el 2 de febrero de 1876, Justino Castroverde García, --el autor de la fotografía-- hijo del abogado portuense José Castroverde Quirós. A decir del historiador Rafael Garófano Sánchez -que ha estudiado la vida de Castroverde-, las circunstancias familiares llevaron a Justino a la fotografía.

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Numerados en la propia fotografía, llevan escritos los nombres en el reverso de la cartulina: 1. Fernando Ruiz-Calderón Puerto. 2. Esteban García Raul. 3. Manuel Fernández Martínez. 4. Eduardo Tejada Artola. 5. Manuel Ortega Infante. 6. José Romero. 7. Manuel Sánchez Enríquez (Lunita). 8. Manuel Moratón Curvario. 9. Tomás González Muñoz. 10. Desconocido. 11. Ángel Medinilla Ducros. 12. Moreno. 13. Desconocido. 14. Desconocido. 15. Santiago Biensobas. 16. José Neto Artola. 17 Adolfo Tosar Hano. La fotografía, realizada por Justino Castroverde, (ver nótula 705 en Gente del Puerto) hace aproximadamente 100 años, pertenece a la colección de Carmen Medinilla.

andreajimenezgaseni1_puertosantamariaNatural de El Puerto de Santa Maria, en este momento se encuentra viviendo en Londres desde hace mas de un año. Hija de Juan Carlos Jiménez Lavi y de Lola Gaseni Palacios es, junto a Pablo, la mayor de dos hermanos. Andrea está formada en los IES La Arboleda y Santo Domingo, así como en las universidades de Valladolid, Deusto y Valparaíso (Chile), esta portuense en la diáspora, colabora en la actualidad con la International Sherry Week, que es como se conoce internacionalmente a la semana de promoción de los vinos del Marco del Jerez, evento divulgativo de nuestros vinos que se celebrará a nivel mundial, entre el 2 y el 8 de junio de 2014.

La Semana Internacional del Sherry ha sido creada y gestionada por un grupo de profesionales de marketing y formadores homologados de los vinos del Marco del Jerez, que cuenta con el apoyo oficial y el patrocinio del Consejo Regulador de Vinos del citado marco. Se divulga, mediante redes sociales y otros medios de comunicación, eventos relacionados con nuestros vinos, a nivel internacional: flamenco, tapas, maridajes, cócteles, tapas, ... participando bares, bodegas, instituciones educativas, hoteles, restaurantes, tabancos, viñas, distribuidores e importadores, Clubs de Vinos, en incluso fiestas en honor del Sherry.

internacionalsherryweekAndrea es una profesional de Marketing y Eventos que formó parte del departamento de Visitantes en la edición de Alimentaria 2012 en Barcelona, la tercera feria mas importante de Alimentos y Bebidas del Mundo.  Colaboró en la Escuela de Creativos ‘Complot’, de Barcelona, como Asistente de Marketing y Account Manager en ‘El Grupazo’, también en la capital catalana. /En la imagen de la izquierda, el logo de la International Sherry Week.

A nivel internacional, ha trabajado en Belfast (Irlanda), trabajo en ‘Eventus’, como organizadora de conferencias y en Viña del Mar (Chile) como Asistente de Marketing en la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de dicha población del país andino. En Jerez de la Frontera colaboró con Midas Publicidad, como Técnico Superior de Publicidad y en Bilbao, en el Instituto de Estudios  de Ocio, de la Universidad de Deusto como organizadora de Eventos.

andreajimenezgaseni_puertosantamariaAmante del flamenco, estudió baile flamenco durante su infancia y juventud y participó en los concursos locales de bailes típicos de Andalucia.

Se considera una prescriptora de todo lo que tiene que ver con nuestra cultura, en especial la gastronomía y los vinos, aprovechando sus cortas estancias en El Puerto y, sobre todo en la Feria de Primavera para cargarse de sensaciones que luego sabe transmitir allá donde vive,  donde actúa siempre como embajadora de la cultura española llevando El Puerto de Santa María,  sus costumbres y tradiciones como señas de identidad. /En la imagen de la izquierda, Andrea en Bodegas Osborne.

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