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El abuelo de Manuel Muñoz Rodríguez, Luis Muñoz y Carballo tenía en 1870, entre otros negocios radicados en la calle Palacios 34, uno dedicado a la venta y distribución de toda la prensa y revistas que, en aquella época, se editaba en Madrid, Sevilla y Cádiz, entre ellos Diario de Cádiz, fundado por Federico Joly y Velasco en 1867, una de cuyas primeras portadas podemos ver en la imagen inferior.

En 1870, la Masonería haría acto de presencia con una logia en El Puerto, que venía a sumarse a las 12 existentes en la provincia gaditana. Se ensancha el Vergel del Conde O’Relly, entre las plazas de las Galeras y la Herrería, dando inicios al Parque Calderón. El portuense Federico Rubio y Galí explica por primera vez la especialidad de Urología en la Escuela Libre de Medicina, del Museo Antropológico de Madrid. Las Cortes elegían a Amadeo de Saboya como Rey de España.

En El Puerto de Santa María se editaban en aquellos años los siguientes medios de comunicación:  «La Estafeta Taurina (1888), «Portus Menesthei» (1888) «La Crónica de El Puerto» (1888), «Revista Portuense» (1889-1938), «El Puerto Cómico» (1893), «El Puerto en Broma» (1894), «El Puerto de Santa María» (1894), «La Estaca», (1894), «La Hoja del Puerto» (1894-1903), «La Región Andaluza» (1898-1903) «El Obrero Portuense» (1900).

«Una edición original de la Revista Portuense, de 1891 a 1938, se conserva en el Archivo Histórico Municipal, inicialmente bajo el título figuraba la leyenda ‘Periódico Independiente y de Intereses Materiales y Especiales’ para, en 1897 cambiar a ‘Diario de la mañana. Extensa información telegráfica’. Al inicio del siglo XX, en 1908, la leyenda del encabezamiento definía a la Revista Portuense como ‘Periódico Político y Literario’, cambiando en 1911 a ‘Periódico Literario y de Intereses Generales’ para, definitivamente, adoptar el escueto ‘Periódico de la mañana’. A partir de la década de los años veinte del siglo pasado». (A.G.R.).

Más información en GdP.
030. La Redacción. Revista Portuense.
812. Dionisio Pérez Gutiérrez. Fundador de la Revista Portuense.

A Luis Muñoz y Carballo, le sucede su hijo, Luis Muñoz y Muñoz, padre de nuestro protagonista. En 1905, Torcuato Luca de Tena funda «ABC de Madrid», otorgándole la editorial Prensa Española el número 95, como corresponsal/distribuidor de España. En nuestra Ciudad se editan, además, los siguientes medios: «El sudor del Obrero» (1902-1912), «Alerta» (1906), «El Comercio (1908), «La Voz del Puerto» (1908), «El Justiciero» «El Eco Portuense» (1910-1912), «Pérez» (1911).

Manuel Muñoz Rodríguez, es nombrado  corresponsal literario, concediéndosele en exclusiva la distribución para nuestra Ciudad de ABC de Sevilla, fundado en la capital andaluza por Juan Ignacio Luca de Tena, en 1929, a la vez que colaboraba en varios diarios gaditanos. En El Puerto se editarían «La Verdad» (1932-1936), Trabajo (1932-1936), «Revista Cruzados» (1939-1969) y «La Voz de la Bahía», de efímera vida --apenas un año--, que vio la luz en 1965 murió al año siguiente.

En 1930 se reforma el negocio de la papelería y distribución de prensa, ampliándose una nueva sección, la de librería bajo el nombre comercial de ‘Librería Muñoz’, también en el número 34 de la calle Palacios quienes, junto a otros libreros del entorno, empezaron a conformar el comercio del libro en la provincia gaditana.

Cabecera de Cruzados (1939-1969). Cruzados fue una publicación de  Acción Católica. El 12 de marzo de 1969, hace cuarenta y dos años, salía a la calle el número 3000 de Cruzados, su último número. El 3001, de fecha 10 de marzo, aunque se imprimió, nunca salió a la calle. Fue secuestrado por la Delegación Provincial de Información y Turismo cuyo delegado aquel entonces en Cádiz era Rafael Landin Carrasco, a quién dos años mas tarde, la Corporación Municipal, por su colaboración en la campaña de solidaridad con los porteños desfavorecidos “Navidad con Amor”, le concedía la medalla de oro…
Más información en la nótula num. 217 de GdP.

Manuel Muñoz sería, también, jefe de prensa de la Fundación Acción Católica. En 1985 recibiría un homenaje a la trayectoria profesional de su familia por la vinculación tan intensa con la editorial Prensa Española, editora de ABC, tras mas de  un siglo, efemérides que fue reflejada por el periódico ‘de las grapas’ en sus páginas de huecograbado el 3 de octubre de 1985.

Cabecera de 'La Voz de la Bahía', (1965-1966). El miércoles 25 de agosto de 1965 nació para El Puerto un nuevo periódico con vocación de bahía, y que puso su punto y final sin apenas haber llegado al año de existencia. Un grupo de portuenses de nacimiento y otros de corazón dieron vida a esta efímera publicación bisemanal que pretendió convertirse en periódico diario, y que se quedó en el camino como otras tantas cosas en El Puerto por la propia desidia de los portuenses. Ver nótula núm. 198 en GdP.

Una nueva reforma con la ampliación del negocio trasladándose al edificio de enfrente, en la misma calle Palacios, con el nombre actual de Papelera Portuense, que se ocupa a partir de entonces de las secciones de papelería, librería, objetos de escritorio, material escolar y regalos. En julio de 1986, Papelera Portuense abría una sucursal en el Centro Comercial Vistahermosa.

Manuel Muñoz se lamentaría, en los últimos años de su vida, de que El Puerto no tuviera, como fue tradición a lo largo de los siglos XIX y gran parte del XX un  periódico local, ya fuera diario o semanal, que recogiera el pulso de la vida de la Ciudad. Apenas conocería iniciativas posteriores como las ediciones locales de Diario de Cádiz o El Periódico del Guadalete o, mas tarde, El Puerto Información, primero como semanario y luego diario aunque éste, de menor implantación en la Ciudad. De sus seis hijos, dos continúan al frente de los negocios de la venta de periódicos, librería y papelería: Manuel y Marisol Muñoz Bellvís.

Antigua ubicación de Papelera y Librería Portuense, en la calle Palacios.

DESCEDIENTES DE UN ILUSTRADO IMPRESOR DEL S. XVIII.

"Manuel Muñoz fue, para mí, una persona entrañable. Nadie puede comprender cómo se multiplicaba; cómo dedicaba sus días a la Armada Española, que compatibilizaba , gratis et amore, con el cargo –una carga de gran repercusión social– de Secretario de la Junta Local de Protección de Menores, con su querida Hermandad de la Misercordia, con las conferencias de San Vicente de Paul, con llevar adelante su negocio, además de ser un virtuoso reparador de plumas estilográficas (era un manitas en eso) y con todo lo que dedicó su vida. Y todo lo hizo bien.

Los Muñoz, descienden de aquel ilustrado impresor del siglo XVIII portuense, Vicente Muñoz (creo que es el que imprime el primer cartel de toros conocido en la historia, entre otras muchas cosas) y, desde entonces, se han dedicado a las artes gráficas o a la papelería, además, de tener la central de distribución de prensa.

Su padre, Don Luis Muñoz y Muñoz, tuvo un destacado cargo del Banco de Industria y Comercio, además de tener el negocio de Papelería, prensa y funeraria, actividad esta última que desempeñó, luego, un hermano de Manolo, mayor que él, llamado Luis. Manolo era una persona culta. Era un conversador ameno y tenía infinidad de amigos en todas las clases sociales y todos le querían. Durante su etapa periodística de corresponsal, era de ver con qué precisión redactaba sus crónicas y gacetillas. Porque escribía muy bien.

A su lado tuvo una mujer ejemplar, Marisol Bellvís Marín, y a sus hijas e hijos, todos ejemplares, a quienes educaron en valores altos e imperecederos de los que siguen dando testimonio. Sorprendería hoy tener que explicar — porque sería inexplicable en este mundo en que se está imponiendo el “aparcamiento” en manos extrañas de las personas mayores– con qué caridad fraternal Manolo y su esposa acogieron a Luis y a María, los hermanos solteros de Manolo, en sus últimos y no últimos días.

Por todo eso, y por muchas cosas más, que hoy se haya traído a esta pagina la nótula de Manolo Muñoz Rodríguez –incompleta, porque no lo retrata completamente–, es un motivo de satisfacción y orgullo para quienes tuvimos la dicha de conocerlo y ser sus amigos". (Luis Suárez Ávila).

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El termómetro no sube de los 12º y son las 10 de la mañana de finales de enero. Las gaviotas residentes en la lonja de la margen izquierda del río, con probable esclerosis en sus arterias por el escaso batir de sus  alas en busca de alimentos, graznan constantemente con esos gritos lastimosos, que más bien parecen los quejidos aflamencados de una soleá  o de un  martinete. Paso por delante de La Taberna La Gaviota, habitualmente llena de clientes hasta la puerta, donde suele haber algún pescador que en  una cestilla expone a la venta un exiguo ranchillo de peces arrancados con eterna paciencia a la bahía. Hoy no hay nadie y me extraña.

Las mesas de La Gaviota, atiborradas con clientes jugando al dominó.

Vuelvo sobre mis pasos y entro en el bar. Confieso que es la primera vez que la visito en 36 años. Es un pequeño bar de no más de treinta metros cuadrados para clientes y unos veinte de trastienda. Cuatro mesas ocupadas por cuatro pescadores cada una, en dos se juega al dominó, en las otras a las cartas, donde se dirime quien será el pagano del café o simplemente la honrilla del vencedor. Enfrente un mostrador, y a su espalda varias docenas de trofeos adornan las estanterías que no sé si proceden de torneos de estas timbas o de otro tipo de concurso.

En la imagen, José Camacho.

LOS 80 AÑOS DE JOSÉ CAMACHO.
La única mesa sin jugadores está ocupada por un parroquiano que parece ajeno al resto de clientes. «--Buenos días, --le digo--, ¿Puedo sentarme?» «--Naturalmente que sí». Me presento, y le digo que me ha llamado la atención este santuario, refugio de viejos pescadores que apuran el último tramo de su vida entre fichas, cartas, chanzas y que les permite pasar el tiempo en el único reducto posible donde olvidar las penurias de sus indignas pensiones. «--Pues yo me llamo José Camacho. Tengo 82 años». José, está tocado con una gorra de visera de color piel de ratón, camiseta, camisa y chaqueta. Un aspecto sereno, saludable y hasta venerable.

El techo de la taberna, con cuatro ventiladores de aspa.

LA TABERNA POR DENTRO.
Mientras lo saludo paseo mi vista por el resto del local. Un remedo de artesonado mudéjar, huérfano de decoración, donde unas vigas negras son entrelazadas por listones a juego, lucen en su techo como único adorno; de él penden cuatro ventiladores de cuatro aspas, probablemente de los primitivos S&P de mediados del siglo XX, al contrario de sus paredes donde no queda un centímetro sin ocupar. Estas, en su parte superior, a las que están adosados unos arcos de medio punto, sirven de marco para unas pinturas  que representan un paisaje del río Guadalete y al fondo El Resbaladero; en el paramento de enfrente, otra pintura  con rederos en plena faena de reparación y un pesquero amarrado al muelle.

Pintura en la pared donde se ve una antigua representación del río Guadalete, sin los bloques de la Plaza de la Pescadería. Cuadros de especies marinas, relojes, platos, fotos antiguas completan la decoración del paramento.

Debajo, y sobre el techo de los urinarios, reposan desde tiempo lejano unas  enormes botellas de cinco litros de Veterano, Caballero y Anís  del Mono, cuyos golletes están tocados por una gorra de guardia urbano, con esas  cuadrículas de los librillos de papel de fumar Jean, una gorra de plato de algún marino de graduación, y un sombrero de paja que le dan un aire de museo; este marco se remata por la custodia que de ellos hacen sendas escafandras de buzo en un cobre obscurecido por el tiempo.

En primer término, los urinarios donde hasta hace poco estaban las botellas de cinco litros de diversos destilados. Al fondo, el fresco pintado en la pared, con el oficio de cordelero y redero y un salvavidas del 'San Telmo'.

CORDELERO.
José Camacho continúa contándome cómo empezó a trabajar a los catorce años y se jubiló con setenta; cincuenta y seis largos años trabajando en tierra, como cordelero, haciendo  malletas (ver nótula núm. 321 de GdP) para las redes; hoy ‘disfruta’ una pensión de 575 euros. Recuerda como no hace muchos años, en El Puerto amarraban ciento setenta barcos, dos docenas faenaban en ‘el moro’ y el resto pasaban hasta cuarenta días en la mar. Hoy apenas veinte, tratan de sobrevivir en las esquilmadas aguas que median entre Cádiz y Ayamonte, en la frontera con Portugal. «--José, y ¿qué piensa de las pateras?». «--Pues, en las fatiguitas que tienen que estar pasando esas criaturas pa venir a ahogarse aquí, yo no sé la forma de vivir que tienen por ahí, pero cuando vienen, es porque deben estar pasándolo mu mal».

Las paredes no dejan espacio para el vacío, en una especie de 'horror vacui' de un barroco marinero.

EL NAUFRAGIO DE VICENTE.
Al lado está Vicente, ochenta y un años, viudo, cuenta como se embarcó con dieciséis años y pasó más de  diez faenando en el Caribe. Muchas noches de mala mar. Náufrago en dos ocasiones. Cuando me va a contar qué se piensa mientras  se está en el agua a la espera de rescate, unas voces en la mesa colindante celebran alguna jugada que atrae más el interés de Vicente, y decido dejar para otro día oír de viva voz, qué pasa por la cabeza de un  náufrago mientras está en esa situación.

Patio de la casa de la Taberna, vista desde el interior a la calle.

TABERNA, PENSIÓN Y CASA DE TRATO.
Alguien me contó que la taberna tiene como tal, más de ochenta años de antigüedad. En un tiempo fue prostíbulo, dedicando la planta alta a pensión por horas, como mucho, una noche; abajo la taberna donde se alegraban las pajarillas los parroquianos, al amor del coñac y del anís propios de la época, sin desdeñar los ocasionales güisquis  y ginebras.

ENTRE ‘EL CHIGÜI’ Y ‘EL PRINGUE’.
Por cierto que, tomando café con mi amigo Salvador Cortés ‘el Chigüi’, --con nótula núm. 307 en GdP en la imagen de la izquierda-- me contó cómo, con posterioridad a la actividad de comercio carnal, allí se alojó su amigo y compañero de trabajo en VIPA (Vidrieras Palma), ‘El Pringue’, simpático personaje, y que debía este mote a su exagerada afición a los cocidos  con generosa ‘pringá’. En sus años mozos,  ‘El Pringue’, aficionado a la pesca, pedía a los pescadores de caña le permitieran acompañarles, aunque solo fuera ‘para darle sombra al botijo’ y mantener el agua fresquita. ‘El Pringue’  andaba siempre ofreciendo su ayuda a todo el mundo para agenciarse unas perrillas, hasta  que logró entrar en VIPA donde trabajó como palero y después en alguna otra función. Tras las duras jornadas de trabajo, los operarios solían ducharse, más en verano que en invierno. El agua que se utilizaba era fría y al remitir el verano, los más proclives a una higiene diaria, tuvieron que ingeniárselas para lograr agua caliente, y aquí surgió el talento de “El Chigüi”. El horno cuyas temperaturas alcanzaban los 1500º en su interior, irradiaban a una determinada altura setenta u ochenta, justo contra la pared a cuya espalda se hallaban  las duchas. Solo tuvo que elevar las tuberías a ese nivel, para disponer de un sistema de calefacción que permitió a todos disfrutar de gratificante placer. Aquí estaba “El Pringue”, quien no se sabe si por sus enormes atracones de pringá o por su genética, pese a su baja estatura, desarrolló unos enormes atributos sexuales y se jactaba ante sus compañeros desnudos de tales proporciones. No solo presumía de ello, sino que les amenazaba para que no se agacharan a coger el jabón porque corrían evidente riesgo.

El acceso a la casa de la Taberna de la Gaviota, no tiene puerta de la calle, accediéndose directamente al patio donde existe un taller de imprenta y viviendas.

EL MUELLE.
La taberna estaba atiborrada. Busqué como en anteriores ocasiones a Juan Diego, joven patrón que atesora “millones” de anécdotas, como él dice, de su vida en la mar, pero tampoco estaba. Me fui hacia la balaustrada del Guadalete, iniciando un paseo de unos cien metros que separan la taberna del muelle. Mientras camino observo cómo está bajando la marea y deja al desnudo los bloques de protección, que cubiertos con un musgo de verde intenso, son fuente de alimentación de bogas y cangrejos.

Vista del río Guadalete, desde el Edificio Vistalegre. (Foto: Vicente González Lechuga).

‘EL CACHORRO’.
Próximos al embarcadero y sentados en un banco, dos hombres mantienen una animada charla. Me siento al lado de ellos y después de saludarles me presento. Para mi suerte, uno de ellos  es un pescador jubilado: José Mª, 'el Cachorro' natural de Lepe,  78 años, barba de dos días, rala, con zonas menos pobladas que en otras; aprecio una piel escasa de arrugas y de tono sonrosado que desmentiría sus más de cuarenta y cinco años  como marinero; conserva gran parte de un cabello entrecano. Mirada franca en ojos gastados, uno de ellos un tanto enrojecido y tal vez producto de incipiente conjuntivitis, deja ver en su lagrimal una pequeña legaña.

Solo he tenido que preguntarle por la bolsa de pescado situada a sus pies, cuando me enseña su contenido; varios salmonetes de buen tamaño y unas pescadillas; de inmediato, una  catarata de información sobre la procedencia de la bolsa. «--Esta mañana a las siete, ya estaba ayudando a los pescadores en la descarga y haciéndoles “mandaos”, ¿sabe  usté?…». Y continuó con su historia mientras yo observaba un nervioso movimiento de manos acariciándose ora una, ora la otra, que no sabría si atribuirlo a un tic, consecuencia de  los muchos años de jalar de redes, maromas y malletas y que me recuerda aquella escena de la película “Tiempos modernos”, en la que su protagonista, Charlot, trabajaba en una cadena de montaje; toda la jornada en monótona y rutinaria acción de apretar tornillos con ambas manos, derivaban en el regreso a su domicilio, en un acto reflejo del que no podía prescindir en un repetitivo gesto de sus  manos… (Texto y fotos: Alberto Boutellier Caparrós).

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El campanario de la Iglesia Mayor Prioral.

Imagen de principio de siglo del Campanario de la Prioral

Si traigo hoy a las campanas entre mis personajes, es porque todas tienen un nombre. Yo encontré una vez en una librería de viejo, y lo compré, un raro opusculillo del XVIII que recoge el ritual para la bendición de las campanas, que es como ponerle nombre o bautizarlas. Las campanas tienen nombre y lengua.

LA MATRACA.

Hoy es Domingo de Gloria --Regina Coeli, laetare, ¡Alleluia!-- y me han venido a la memoria, no las campanas, sino la matraca que, desde el Jueves Santo hasta el Sábado de Gloria, hoy Domingo de Gloria, se tocaba en la espadaña de la Prioral y de todas las iglesias importantes del orbe cristiano. Desgraciadamente, estos conservables aparatos han ido desapareciendo de los campanarios por la incuria de la gente, de los curas mal informados, de los arquitectos sin preparación... como en el caso de El Puerto. /En la Catedral de Santiago de Compostela han inaugurado estos días una monumental matraca (en la imagen) fiel reproducción de la anterios existente, que se encontraba en lamentable estado. La matraca está compuesta por cuatro cajas de resonancia rectangulares, colocadas en cruz. Cada una de las cajas presenta una lengüeta que, al rotar sobre un eje con forma de rueda mordisco, las golpea y hace sonar al unísono. Los brazos de la cruz miden algo más de dos metros y medio.

Y yo echo de menos la monumental matraca del campanario en los días que han pasado, ahora que en la Catedral de Santiago de Compostela han inaugurado una monumental matraca, casi tan grande como la que recuerdo en el campanario de la Prioral.

Desmontaje de las Campanas de la Prioral en 1989. En la imagen, el párroco, Julio Juez Ahedo.

Desmontaje de las Campanas.

Lo mismo que echo de menos a aquellos campaneros de El Puerto que daban a cada toque el punto preciso y adecuado con lo que todo el mundo sabía qué era lo que se estaba cociendo y qué anunciaban: la media, (primer toque), el cuarto (segundo toque), la Misa (tercer toque); a muerto, entierro, funeral, a gloria; a  fuego, alarma; la salida del Viático para un enfermo; el Ángelus, la oración, las Ánimas, la salida de una procesión, su entrada, las treinta y tres campanadas --la edad de Cristo-- con que se abría la Puerta del Sol para salir el Nazareno...

A la derecha, uno de los campaniles del Coro de la Iglesia Mayor.

Anoche las campanas de la espadaña de la Prioral y los campaniles de la reja del coro sonaron a Gloria, anunciando la Resurrección --Quia surréxit Dominus vere, ¡Alleluia!. Y estoy seguro de que en todas las páginas web del Vaticano y de todas las Diócesis, con sus respectivos enlaces en las más humildes  hermandades, cofradías, órdenes religiosas e institutos de vida consagrada, habrá saltado la noticia. Porque en internet, se sabe al momento todo lo que ocurre.

El campanario de la Prioral, sin las campanas, durante la restauración de finales de la década de los ochenta del siglo pasado.

Imagen de la reparación de las cubiertas de la Iglesia Mayor, a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, hace 20 años.

LOS NOMBRES.

Pero yo me quedo en lo más cercano, en lo más doméstico, en lo de toda la vida de Dios: en las campanas, con su nombre --San Miguel, San Pedro, San Cristóbal... y su lengua, su badajo, aunque, ahora, no las muevan con bramantes y sogas, a mano, volteadas o  amartilladas, sino dándoles corriente con un interruptor, programadas.

Manolo Girón, a la sazón sacristán de la Prioral, con la campana 'San Pedro' desmontada en el patio trasero del templo  y dos operarios, el 30 de marzo de 1989.

La verdad es que quien primero lo supo, sin campanas, ni teléfonos móviles, ni Internet, fue María de Magdala, y se lo dijo un humilde jardinero. Que no hay nada como tener interés por saber y estar al tanto de la noticia, a pie de obra. ¡Felices Pascuas! (Texto: Luis Suárez Ávila).

Una imagen actual del Campanario, visto desde la calle San Sebastián. (Foto: Utrera/Trigueros).

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Las agujas del frío de la madrugada las recuerdo clavadas en mi cara infantil, sorprendido, medio despierto de un sueño-vela, inquieto, expectante, ilusionado, cuando salíamos mi padre, mis hermanos y yo, calle San Juan abajo, para la Prioral a eso de la una de la noche del Jueves al Viernes Santo. Mi padre vestía la túnica de nazareno, del Señor, y , nosotros, las dalmáticas de acólitos. /El autor de la nótula, revestido de acólito, en la época que recrea.

Recién peinados, con fijador ‘Lucky’, revestidos de nuestras albas de encaje, planchadas y rizadas por las Madres Capuchinas y, encima, las dalmáticas moradas, con su cuello y su fiador, oliendo a alcanfor, que se mezclaba con el amargo humo de la retama, del horno de pan vecino, con la humedad de la rociada, con el frío, atravesábamos la puerta del Taller. Allí nos esperaba el Arcipreste del Partido, el Cura Propio de la Prioral, el Dr. Don Antonio Cía Moreno, con su sotana, su bonete de borla roja y su larga boquilla liada de 'papel de oficio' del Juzgado que le proporcionaba su sobrino Antonio Carmona, desde que el médico le dijo una vez que se retirara del tabaco.

«--Ya está aquí la Comunidad de Venerables Granujas», decía el Cura, señalándonos a los que vestíamos dalmáticas. Nos habíamos estrenado en salir en el Nazareno, la Venerable, Ilustre y Antigua Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, María Santísima de los Dolores, San Juan Evangelista, Orden Tercera de Servitas y Cofradía de Ánimas de San Nicolás de Tolentino, a la imagen y semejanza de la ‘Madre y Maestra’ de Sevilla. La Cofradía se fundó en el siglo XVII, en el convento del Sr. San Agustín, donde tuvo capilla propia, con camarín, un buen retablo, y muchas arañas de cristal que lo iluminaban. El Nazareno, con eso de venerarse en el Barrio de Guía, fue erigido en Protector de las Galeras Reales de España, que tenían su base e invernadero en el frontero río Guadalete desde tiempo inmemorial. /En la imagen, Antonio Cía Moreno, párroco de la Prioral en aquella época.

Aquel era el primer trasnoche de nuestras vidas y todo nos sabía a nuevo, nos sorprendía, nos sobrecogía y nos ilusionaba. Allí, con túnicas nazarenas -del Señor o de la Virgen-, las caras que habíamos conocido en el "desayuno del Nazareno", que se daba en mi casa, no bien acabada la misa de Comunión del Quinario y antes de la Función Principal: Don Francisco Quijano Rosende, Don Antonio de la Torre, José Ríos Santaorosia, Don  José Bononato, Carlos Zamora, 'Poniqui', Antonio González Rivera, Stenterello Rosario Ventura, Fernando Arjona, Eustasio Torrecillas, mis tíos José Moresco y Diego Muñoz, Lorenzo Boragno, Domínguez, Piñero, Rafael, Miguele Forte, Jesús Rodríguez Neto, José Muñoz Carrera, Tato y Paquito Quijano, Arturo Garrido, Paco Blandino y casi para de contar.

Los nietos del autor de la nótula y un nieto de Serafín Álvarez-Campana, de monaguillos, en la procesión de la Patrona.

A la salida procesional, la salvaban, las ‘representaciones’ multicolores, con sus guiones, sus estandartes, sus varas.... y  las mujeres, en tan gran número, que ‘en manada’ como se decía, ocupaban más de un centenar de metros lineales. Le daba cierto toque de ancestral manifestación barroco-religiosa la presencia del ‘Tío de las Cadenas’, y el ‘Tuerto del Resbaladero’ con la cruz al hombro, y Milagros Góngora Caballero, vestida de túnica y antifaz, la única mujer a la se le permitió ceñir el hábito nazareno porque tenía una promesa de ir detrás del Cristo pidiéndole por la salud de su hija Manuela.

Cuando Antonio Bernal Ortega, Antoñito ‘el Sacristán’ se dirigía a la Puerta del Perdón de la Iglesia y tomaba la soga de la campana grande, todo el mundo callaba. Treinta y tres veces sonaba el badajo sobre el bronce. Eran las treinta tres campanadas, por los treinta y tres años de la vida de Cristo. Silencio. Y se hacía un silencio sepulcral. Se abría la Puerta del Sol. La gente se esperaba reverente y callada en la plaza y por la calle Palacios abajo. Se acababa de recoger, en la Capilla de la Aurora la Humildad y Paciencia. Los mismos cargadores que la habían llevado, llevaban ahora los dos pasos de ‘El Silencio’. Yo no sé cómo esos hombres tenían cuerpo para tanto.  Los guiones flameaban por la plaza, las ‘representaciones’ salían tras sus estandartes. Luego, un pequeño número de penitentes nazarenos con la túnica y la capa de lana virgen blanca y los vivos, la botonadura, el cíngulo y el antifaz, morados. En rojo, sobre el hombro de las capas, a la izquierda, campeaba el Corazón de María traspasado por las siete espadas y, dentro de él, la Cruz quíntuple de Jerusalén. El estandarte bordado que hiceron en Valencia, en ‘Casa Garín’, y, por fin, el paso del Cristo. /A la izquierda, Antonio Bernal Ortega, Antoñito 'el Sacristán'.

Luis, Jesús y Juan Suárez Ávila, de pequeños, revestidos para acompañar al Nazareno.

Delante, inquietos, los acólitos de las dalmáticas moradas. Guiándolo, el hermano Luis Suárez Rodríguez, con túnica y antifaz y, debajo, la cuadrilla de los ‘Paquis’: ‘El Niño Chico’, ‘Tarugo’, ‘Panete’ y Gatica, de pateros. Las órdenes, escuetas, casi rumoreadas, sin que se percibieran, sino por ‘los de abajo’: (¿Prevenidos?; ¡Los delante a la derecha los de detrás a la izquierda!, o viceversa y ¡Fondo!). Tan sólo el llamador de hierro rompía aquel silencio. Con paso corto, arrastrando las alpargatas, sin mecido, hacia delante, el Nazareno de Pedro Roldán, con su túnica de terciopelo rojo, que le hiciera doña Cruz Hernández con las cortinas del salón de su casa-bien-venida-a-menos, y su rica Cruz de laca oriental barroca, hacía su aparición, entre los cuatro candelabros con veintiocho parabrisas con sus velones, sobre el ‘paso’, de caoba y cedro, que encargara el hermano Juan Avila y tallara José Ovando Merino.

La Guardia Civil, de gala, con correajes amarillos, y tricornios de fieltro, galoneado de castillos y leones, se incorporaba, escoltando el paso, con los fusiles a la funerala.  Detrás, la figura, escueta y alta, impresionante, del ‘Tío de las cadenas’, un vendedor ambulante de caramelos, que por promesa se ataba a los tobillos unas gruesas cadenas de cinco metros de longitud, ‘ida y vuelta’, que iba arrastrando desde que salía hasta que entraba la procesión. Y el ‘Tuerto del Resbaladero’ y ‘Saldiguera’ y Milagros Góngora Caballero, y multitud de mujeres.

De pronto, en el recogimiento de la noche, cortaba la saeta. ‘Silencio, pueblo cristiano…’ Era Pellicer, o Laynez, o ‘el Azotea’, o Arana, o Juanito Arjona, o Milagritos Forte, o Esperanza López, o Matiola, o Gatica... Cada vez que hacía ‘fondo’ el paso del Cristo, cada vez, una saeta. Era inevitable.  Una saeta, o dos, o tres. Calle Palacios abajo, Vergel, Plaza de las Galeras, calle Luna. Mi padre procuraba ordenar ‘fondo’ al pasar el paso en la esquina con la calle Misericordia y, entre los visillos del balcón, aparecía la silueta de la cara de su madre, mi abuela María de los Ángeles. Y mi padre miraba hacia arriba y se complacía de poder complacerla.

Calle Larga, a la derecha... El escueto paso de palio, con sus diez varales, de la Virgen de Ovando, confortada por el San Juan de Pedro Roldán, firmado tres veces, requiere detenerse en él. Lo primero, por el atuendo de sus imágenes: la Virgen vestía la saya y el manto de tisú de oro que le regaló don Francisco Quijano, el esposo de la camarista, Doña Luisa Aquino y Arnosa, la diadema de plata dorada que diseñó y regaló mi tío Juan Avila. Iba radiante, con el rostrillo de encaje, salpicado de joyas, y, en su mano derecha un pañuelo bordado. El San Juan, que vestía mi madre, llevaba una túnica que había sido del Cristo, y un mantolín que se le hizo del traje de una novia judía-sefardita de Marruecos. Se tocaba la impresionante cabeza de Roldán, con un nimbo de plata barroco que todos los años se le pedía a las monjas Comendadoras del Espíritu Santo. /En la imagen de la izquierda, María Santísima de los Dolores.

El palio, sin ser rico, era elegante. Morado, de terciopelo, estaba bordado en oro con motivos vegetales, cartelas con símbolos de la pasión y, en el fondo, al centro, el escudo de la Hermandad. Los respiraderos fueron obra del maestro Arjona, en lo que a carpintería se refiere, y, de mi padre, las excelentes cartelas pintadas con escenas de la calle de la Amargura. Pero al paso, por lo reducido, le decían ‘la caja de cerillos’. Ahora, que lucía, con la cera ardiendo y los gladiolos y los alhelíes blancos, entresacados con papaver, como el mejor paso de Sevilla.

Lo mandaba el hermano Don Antonio de la Torre González, a quien se conocía, pese a estar su rostro tapado, por cierta berruguita negra con  pedúnculo que tenía en el párpado derecho, junto a la nariz, que le salía por uno de los ojos del antifaz nazareno, y , por la tos, (Ején, ején) que tenía, de vez en cuando, como un tíc nervioso.

Detrás del paso, de preste, siempre iba Don Antonio Lobo, de capa morada, con bonete. Este sacerdote se prestaba humildemente a todos estos menesteres enojosos y cansinos, y estaba presente de celebrante o de capero en todos los entierros y capellanías, porque, aunque suspendidas las licencias para confesar, tenía que ingeniárselas para sacar adelante a su prole clandestina y sacrílega. Murió santamente, como había vivido, aunque esclavo de su fogosidad juvenil y de la carne débil --o dura, según la parte--, en el Hospital de Venerables Sacerdotes de Sevilla.

Dejamos al Cristo enfilando la calle Larga, a la derecha. Y bien larga que se hacía, porque la procesión llegaba hasta la Plaza de los Jazmines y volvía por la calle Cielos, Vicario y a su templo. Serían las siete de la mañana cuando el Nazareno entraba por la Plaza de la Iglesia, abarrotada de fieles, porque infieles es que no los había en aquellos años, o, por lo menos, no se manifestaban como tales.

El paso del Cristo entrando en la Prioral por la Puerta del Sol.

Nada de palmas, ni de vítores. Un respeto religioso presidía todo el cortejo. Y el ambiente. Silencio. El paso del Cristo daría la vuelta sobre el empedrado de la Iglesia. Con las maniguetas, casi daba en las columnas. Pero no las rozaba. Fondo y para dentro. Acaso una saeta o dos. Silencio. Mujeres; penitentes de la Virgen. A la altura de la casa de don Francisco Muñoz Seca se apreciaba la luz de la cera del paso de palio. Silencio.

Cuando la Virgen con San Juan, daban la vuelta sobre el empedrado y entraban por la Puerta del Sol, las dos pesadas hojas se cerraban. La procesión había terminado. Y el silencio seguía. El Alcalde dictaba todos los años un bando ordenando la suspensión de los espectáculos, la prohibición de la circulación rodada, el cierre de los bares... Silencio. Era ya Viernes Santo y el silencio se estrenó a las doce de la noche, una hora antes de salir por las puertas de la Prioral ‘El Silencio’. (Texto: Luis Suárez Ávila).

Los tres hermanos Rodríguez Román vestidos de Guardia Municipal de Gala, vulgo 'plumeros' a las puertas del antiguo ayuntamiento portuense. Manolo (cabo), Guillermo (casado con Vicenta, la hija de la panadera) y Vicente.

Durante la década de los setenta del siglo pasado, invitados por la Hermandad de Jesús Cautivo --en realidad es Real, Muy Ilustre y Venerable Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Cautivo, María Santísima de la Trinidad Coronada y del Glorioso Apóstol Santiago--  de Málaga, una patrulla de la Guardia Municipal de Gala de El Puerto, acompañaba junto a una representación municipal a esta imagen en su traslado desde la iglesia de San Pablo a su trono procesional, todos los viernes de Dolores, recorriendo el barrio de la Trinidad malagueña.

José Arena Navarro, Cabo, José Muñoz Martínez, Juan Manuel Marroquín. José Carrasco Mateo. Conducía el Land Rover, en aquellos viajes a Málaga el guardia municipal Manuel Quirós (que no aparece en la fotografía), formados en las calles de Málaga.


La Guardia Municipal de Gala, desfilando por las calles de Málaga. Al frente de la misma, el Cabo Arenas.


Desfile procesional de la representación municipal. De izquierda a derecha,  los tenientes de alcalde Enrique Pedregal Valenzuela, Francisco Javier Merello Gaztelu y Diego Mora.

Durante dicho recorrido se visita a los enfermos en el Hospital. Este Cristo ha sido exaltado hace algunos años por el humorista y cofrade Angel Garó. Desde el año 2010 se ha trasladado al sábado, para propiciar mayor presencia de público y fieles, algo que se ha convertido realmente en una marea humana.

Retablo azulejo de 20 piezas (5x4) existente en la calle de Jesús Cautivo, inaugurado en febrero de 1972.

A la espalda del antiguo ayuntamiento, en la calle Jesús Cautivo, --cuyo nombre ya consta en el nomenclator de calles de 1874, acaso debido a alguna imagen que se pudiera venerar en el antiguo Convento de Descalzos-- existe un azulejo con ese nombre «Calle Jesús Cautivo, milagrosa efigie que se venera en la iglesia de San Pablo de Málaga». El azulejo fue realizado en los talleres malagueños de J. Ruiz de Luna. /Juan Melgarejo Osborne, a la sazón alcalde de la Ciudad, inaugurando el azulejo.

El 28 de febrero de 1972, la Junta de Gobierno de la hermandad malagueña se trasladó a nuestra Ciudad, acompañada por una representación municipal del ayuntamiento de la capital malacitana, para descubrir el azulejo mencionado.  La calle Jesús Cautivo se llamó en la antigüedad, calle Yeserías, acaso por las calerías o polveros existentes en dicha calle que proveían de material de obra para construcción y reformas.

Escuadra mixta de la Guardia Municipal de Gala de Málaga y El Puerto, en la calle Jesús de los Milagros el día 28 de febrero de 1972, durante la inauguración del azulejo que lleva el nombre de la cofradía malagueña.

En la imagen el casco de los uniformes de gala. Como curiosidad se puede decir que uniforme y cascos fueron comprados, de segunda mano, a la Guardia Urbana de Barcelona; aparece el escudo de la Ciudad Condal en el casco. Tradicionalmente el ayuntamiento de la epoca adquiría la uniformidad de los guardias en Sevilla, en los Almacenes Pedro Roldán.

El Ayuntamiento tuvo una escuadra de Agentes de Policía de Gala con uniforme  isabelino y sombrero tipo ros, que estuvo funcionando durante algunos de los mandatos de Independientes Portuenses, habiendo desaparecido en la actualidad.

Los 'plumeros' de gala, cerrando el cortejo de la procesión cívica, con la Corporación Municipal Bajo Mazas, camino de la Iglesia Mayor para asistir a la procesión religiosa de la Patrona. Año 2009. (Foto Juan de Dios Corzo).

Pregón de la Semana Santa 2010. Los 'plumeros' a derecha e izquierda del escenario.

En la actualidad, la Asociación Musical Santísimo Cristo del Amor, que preside Francisco Navarro García, hace las funciones de acompañamiento de gala, tanto en procesiones, como a la Corporación Municipal Bajo Mazas, en Plenos Solemenes de la municipalidad o en el Pregón de Semana Santa. El uniforme, inspirado en 'los plumeros' de la antigua Guardia de Gala porteña, sigue teniendo aceptación, como vitola de solemnidad y distinción en actos públicos civiles y religiosos.

1

(continuación).

Existen numerosos ejemplos de Vía–Crucis que se extendió por los diferentes pueblos y ciudades dada la dificultad de visitar los lugares pasionales en Tierra Santa, tiene ejemplos destacables en el siglo XVIII, citaremos el de Umbrete, el del Monasterio de la Encarnación de Osuna, el del convento sevillano de Santa Rosalía o los del Hospital de Mujeres gaditano.

DETERIORO.
El valor de las piezas del patio trasero de la Prioral es innegable, dada la escasez existente en la actualidad, si bien el deterioro que han sufrido es patente. Un estudio de las piezas nos permite contemplar como la ignorancia y el fundamentalismo pueden llegar a destruir una obra de arte, pues tanto las caras como en ocasiones los cuerpos completos de las figuras de sayones, judíos y romanos han sido literalmente picadas en los distintos retablos cerámicos que hemos tenido el privilegio de contemplar. Hay una pieza que se encuentra en estado aceptable y otras dos que aunque con desperfectos nos permiten hacernos una idea de lo que tuvo que ser el Vía Crucis en origen.

Las composiciones son sencillas, presentando los elementos necesarios para entender cada escena. Este conjunto de retablos del siglo XVIII, en su mayoría deteriorados, conforma la serie de piezas cerámicas más antiguas ubicadas en la actualidad en la ciudad. ??Representa los esquemas clásicos y habituales de los Vía Crucis de la época, desarrollando la misma hechura en las piezas, aunque elaborando en ocasiones algo más los dibujos, lo que revela la mano de un artista conocedor del género y que sin llegar a ser de una gran categoría, si es de mayor realce que otros que ejecutaban piezas cerámicas en la época que nos ocupa.

Habiéndose ya localizado las piezas en el interior de dependencias anexas al patio, hemos podido verificar que no se corresponde con el modelo de Jerusalén al tratar el primero de los retablos analizados el episodio de la flagelación en vez del de la Sentencia de Cristo.

Pero volvamos con las Estaciones de Penitencia.

El cuarto azulejo está también partido.

8ª ESTACIÓN: ENCUENTRO DE JESÚS CON LAS SANTAS MUJERES.
La pieza muestra los azulejos de la parte derecha con desperfectos, incluso el cuarto está roto en varias partes. A pesar de todo no es de las piezas más dañadas pues deja ver el rostro de las figuras secundarias, en este caso dos de las santas mujeres. Representa el pasaje bíblico del evangelio en el que Jesús se encuentra con las mujeres y les habla. ?Este pasaje está incluido en el Vía Crucis de Jerusalén.

Incluso las manos del Cristo han sido picadas en esta escena pasional.

9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
El retablo muestra evidentes daños, las dos figuras secundarias han sido prácticamente borradas de él y los desperfectos son evidentes incluso en el cuerpo del mismo Cristo. Conjuntamente con las estaciones 1,2, 10 y 14 pertenece al grupo de las más maltratadas.
Este pasaje está incluido en el Vía Crucis de Jerusalén.

Las figuras que desnudan a Cristo han sido literalmente borradas.

10ª ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
En esta pieza los daños, realizados sobre las figuras secundarias han llegado a alcanzar incluso a la cara de Jesús.

La estación presenta daños hasta en el rompimiento de Gloria.

11ª ESTACIÓN: JESÚS ES CRUCIFICADO.
Varias roturas en las piezas, la cara de Longinos ha sido borrada al igual que el soldado encargado de clavar en la cruz a Cristo y hay golpes en los azulejos, de todas formas se deja ver una composición típica de las estaciones de Vía crucis de la época que reflejan este pasaje, incluyendo la cesta con los instrumentos de la pasión y el pequeño montículo desde el que la Virgen acompañada de san Juan contempla la escena, estas dos últimas figuras pudieran ser de una mano distinta a la que ejecutase el resto.
Las piezas 12,13 y 14 que indicamos a continuación se encuentran en dependencias no accesibles actualmente y solo ha sido posible su catalogación gracias a la gentileza de las cofradías de la Misericordia y de la Oración en el Huerto, cofradías portuenses que guardan sus enseres en estas dependencias.

En esta estación ha sido borrada la cara de Gestas el mal ladrón.

12ª ESTACIÓN: JESÚS EXPIRA EN LA CRUZ.
Al encontrarse en el interior del almacén de la cofradía de la Oración en el Huerto se ha preservado de posibles deterioros, amén de haber sido cuidada por dicha hermandad.

Solo presenta un desperfecto en la cara del mal ladrón que ha sido borrada de la cerámica. Este retablo carece de gloria, al igual que las piezas 12 y 13.

La estación trece conjuntamente con la doce y la cuatro son las mejor conservadas.

13ª ESTACIÓN: JESÚS ES DESCENDIDO DE LA CRUZ.
Conjuntamente con la pieza cerámica correspondiente a la cuarta estación es la que presenta menos desperfectos, estando prácticamente en buen estado salvo una lasca que ha saltado del azulejo número 6.
Al encontrarse en el interior del almacén de la cofradía de la Oración en el Huerto se ha preservado de posibles deterioros, amén de haber sido cuidada por dicha hermandad. Carece de gloria al igual que las piezas 11 y 14.

La estación más deteriorada conjuntamente con la primera es la catorce.

14ª ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO.
La pieza ha sido localizada en el interior del almacén de la cofradía de la Misericordia. Está severamente dañada, presentando pérdida tanto de esmalte como incluso de parte del bizcocho de algunos azulejos. Es la pieza peor conservada, presentando serios desperfectos en todas sus piezas.
Observamos rompimiento de Gloria en las piezas cerámicas comprendidas de la 1 a la 11 figurando la numeración de la estación a la derecha del espectador en las identificadas como estaciones 1, 3, 4, 5, 6, 11 y 13 (azulejo 2), mientras que las demás están numeradas a la izquierda (azulejo 1).
Se observa el empleo en primer plano de piedras y flores en todas las estaciones, que generalmente, salvo en el caso de las piezas 1 y 7 presentan solo los elementos o imágenes imprescindibles para entender la escena, procurando obviar cualquier otra cosa que pueda distraer la atención del espectador, pues este debe concentrarse en la contemplación de las escenas pasionistas. (Texto y fotografías: Alfredo García Portillo).

2

El origen de la devoción al Vía Crucis se debe a la práctica piadosa del ejercicio de recordar el recorrido que realizó Jesucristo desde el Pretorio hasta la cruz y posteriormente al sepulcro. Literalmente Vía Crucis, significa camino de la cruz. A lo largo del Vía Crucis, se representan distintas escenas de la pasión, ante las cuales se reza.

Éstas no siempre han sido las mismas, sino que han ido evolucionando a lo largo del tiempo, ello deberá ser tenido en cuenta a la hora de realizar el estudio de las piezas.

Al producirse las paradas ante éstas para proceder a rezar tal y como hemos comentado y al constituir propiamente detenciones en la marcha, se dio origen al nombre de estaciones. Cuenta la tradición que la Virgen, recorría el camino que recorrió su hijo Jesucristo y se paraba en aquellos lugares en los que éste había sufrido, besaba el suelo y oraba. Fue una peregrina española, la monja Egeria la que reflejó para sus hermanas de Galicia la idea de recorrer y describir los lugares santos, pararse en cada uno de ellos, leer el evangelio y rezar. Ella misma relata como los fieles durante el Jueves y Viernes Santo realizaban ya esta práctica en Jerusalén.

Acceso al Patio de la Prioral por la puerta contigua a la Capilla de la Aurora.

EXPANSIÓN POR EL MUNDO.
Durante los siglos siguientes son frecuentes las alusiones a esta forma de rezo que realizan los viajeros de la época.??En Jerusalén, a partir del siglo X comienza a existir una división entre las estaciones y en el XIII, se determina el lugar preciso de las paradas. Son diferentes autores los que reflejan también varios tipos de estaciones, llegando a quedar constituida a finales del siglo XVI con la forma que llegan a la actualidad.

Como quiera que las peregrinaciones originaban muchas molestias y gastos a veces cuantiosos, se llegó a esta forma de devoción a la Vía Dolorosa que se fue propagando por todo el mundo. Hoy día la representación del Vía crucis está en casi todos los templos e incluso en las calles de algunas ciudades y pueblos españoles.

Podemos ver dos azulejos en el patio trasero de la Iglesia Mayor Prioral.

PATIO TRASERO.
En una zona poco accesible en la actualidad, se encuentra el que da el título al presente artículo. El lugar, el patio trasero de la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto de Santa María, deja ver una serie de diez piezas de las catorce de que consta el Vía Crucis.

Las otras cuatro piezas, se encuentran en el interior de dos almacenes construidos por dos de las cofradías portuenses, que tienen sus titulares en el interior de la Iglesia, lo que da por una parte la seguridad de que están siendo bien custodiadas, pero por otra la certeza de que la devoción al citado Vía Crucis caducó hace ya mucho tiempo. /A la izquierda azulejo del Via Crucis del Monasterio de la Encarnación. Osuna (Sevilla).

A la izquierda, esquema de la red modular de las piezas  que es de 2x3 azulejos.

DESPIECE.
El modelo de Vía Crucis que estudiamos podríamos encuadrarlo en la segunda mitad del siglo XVIII y es cercano en cuanto a estilo al del Monasterio de la Encarnación de Osuna.

A diferencia de éste, cada estación está compuesta por seis azulejos (13’5 x 13’5 cms. de lado) con una disposición de 3 filas por dos columnas, aplicable a todas sus piezas, si bien la estructura de la cenefa es variable.Se han utilizado los colores azul, verde musgo, morado, ocre y amarillo, como es común en la azulejería devocional de la época. El conjunto se encuentra enmarcado por una lista azul y exteriormente por una guardilla blanca con motivos ornamentales en azul de 7 cms. de ancho, lo que da una idea de la importancia que en principio tuvieron las piezas para aquellos que lo encargaron. En la parte superior un rompimiento de gloria.

La primera estación no coincide con la Sentencia de Cristo.

1ª ESTACIÓN DEL VÍA CRUCIS.
Se ha localizado la pieza en el interior del almacén de la Cofradía de la Misericordia, habiéndose comprobado que no corresponde a una estación de la Sentencia de Cristo, sino a la flagelación, por lo que no responde exactamente el Vía Crucis al modelo de Jerusalén. Esta escena fue una variación que se dio fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XVIII y así  puede verse en otros Vía crucis de la provincia gaditana como por ejemplo el del Convento de los Capuchinos de Sanlúcar de Barrameda.
Por otra parte, podemos asegurar también que se trata de mutilaciones "de época", pues tanto ésta como el resto de piezas protegidas han sufrido daños en las imágenes de judíos, romanos y sayones que acompañan a las imágenes objeto de veneración en todas las piezas tanto ocultas actualmente, como visibles en el patio.
La escena presenta daños en todas sus azulejos habiendo sido destrozada literalmente una de las figuras de los sayones y presentando la otra imagen e incluso el Cristo daños importantes. La cenefa que lo rodea también está dañada.

La segunda estación presenta también graves deterioros.

2ª ESTACIÓN: JESÚS A LA SALIDA DEL PRETORIO.
Representa el momento en que se le entrega la cruz a Cristo. Tres figuras alredor del Redentor han sido mutiladas, es decir, literalmente picadas de la escena, queriendo que desaparezcan, una en su totalidad y otras, pies, caras y manos.
A diferencia de otros Vía Crucis (Ver por ejemplo piezas del Vía Crucis de los claustros alto y bajo del Hospital de mujeres de Cádiz, del de las calles de la ciudad de Valverde del Río o el de la iglesia de San Juan Bautista de La Palma del Condado), muestra como se le entrega la cruz a Cristo, mientras en éste, al igual que en el caso del de los Capuchinos de Sanlúcar, se le hace entrega de la cruz, presentándosele  de pie para que la abrace. Esta segunda estación se corresponde con la segunda estación del modelo de Jerusalén.

La tercera estación es de las menos deterioradas.

3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
De esta escena han sido picadas las caras de los dos soldados que acompañan a la imagen de Cristo, así como los brazos de uno de ellos, aún así no es de las piezas más deterioradas y estaría a tiempo de una intervención.
Esta tercera estación se corresponde con la tercera estación del modelo de Jerusalén. Su tradición es apócrifa.

La estación mejor conservada de las que se encuentran en el patio, es la cuarta.

4ª ESTACIÓN: ENCUENTRO DE JESÚS CON SU MADRE.
Es la mejor conservada de todas las piezas que hemos podido ver del Vía Crucis. Revela el uso de los colores más habituales en la azulejería devocional de la época (azul, verde musgo, morado, ocre y amarillo). La iconografía de la pieza nos muestra una tradición apócrifa, según la cual Jesús se encuentra con su Madre en la que luego sería denominada en Jerusalén como calle de la Amargura.

La estación quinta también se corresponde con el modelo de Jerusalén.

5ª ESTACIÓN: SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ.
La cara tanto de Simón de Cirene como del soldado que presencia la escena han sido picadas y literalmente borradas, otros golpes han impactado sobre los azulejos que forman la pieza. Las piezas 6 y 7 que indicamos a continuación se encuentran aún tapadas y protegidas al haberse procedido a realizar una restauración del entorno, por lo que su catalogación ha sido posible gracias a los permisos obtenidos.

La estación sexta presenta daños de consideración.

6ª ESTACIÓN: ENCUENTRO DE JESÜS CON LA SANTA MUJER VERÓNICA.
La imagen del sayón que hostiga a Cristo ha desaparecido de la escena.  El azulejo número 3 es el más dañado, y el 4 y el 5 presentan pérdidas de importancia.  La guardilla muestra también evidentes signos de daños.

La estación se corresponde con la sexta del Vía Crucis de Jerusalén. También en este caso se nos representa una tradición apócrifa.

Como en la mayoría de las estaciones en primer plano se muestran piedras y flores.

7ª  ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
Los azulejos 3 y 4 son los que presentan desperfectos más graves, habiendo desaparecido la parte superior de una de las imágenes de los sayones.
En los azulejos dos y cuatro se deja ver una construcción con diferentes tonalidades y colores empleados en la pieza cerámica, lo que revela un determinado interés en el empleo del color y da cierta profundidad a la composición. La estación se corresponde con la séptima del Vía Crucis de Jerusalén. (continuará).
(Texto y fotografías: Alfredo García Portillo).

El Domingo de Ramos de 1877, recibió El Puerto de Santa María la visita de Alfonso XII (1857-1885). El joven monarca de 19 años llegó a la estación a las 10:30 de la mañana desde Cádiz. Lo que sigue es una crónica del acontecimiento acaecido el 25 de marzo de 1877, a través de lo publicado entonces por los periódicos El Comercio y Diario de Cádiz. /En la imagen de la izquierda, Alfonso Francisco Fernando Pío Juan de María de la Concepción Gregorio Pelayo de Borbón y Borbón que reinó, tras la restauración borbónica hasta su muerte prematura con 27 años, víctima de la tuberculosis,  como Alfonso XII entre 1874-1885, con el sobrenombre de ‘el Pacificador’.

El rey entró en la Bahía a bordo de la fragata Vitoria de la escuadra real, el 22 de marzo de 1877. Un mes antes había salido por tren desde Madrid  para embarcarse en Cartagena, recalando la flota en Alicante, Valencia, Tarragona,  Barcelona, Islas Baleares, Almería, Málaga y Cádiz.

La fragata Vitoria, botada en 1865. tenía 90 metros de eslora, que funcionaba a carbón con una dotación de 600 hombres. Tenía 30 cañones lisos de 68 libras (20 cms.) y coraza de planchas de hierro de unos dos metros bajo la flotación hasta la altura de la cubierta alta.

Ante la llegada del monarca, en sesión celebrada el 19 de marzo en las Casas Consistoriales de la calle Santo Domingo (actual Instituto de E.S), había acordado el Ayuntamiento librar "diez mil pesetas para sufragar los gastos que se originen", así como distribuir 500 hogazas de pan para que "las clases más necesitadas participen del júbilo de que se halla poseída la Municipalidad por tan fausto acontecimiento". La Corporación promete asimismo un rancho extraordinario a los presos y a los enfermos del hospital. De igual modo, se socorre a los conventos y al Asilo de Huérfanas con 40 pesetas cada uno. La comisión que organizó la recepción del rey la formaban los concejales de la Comisión de Fiestas, Sres. García Encinas, Barra y Carrera, a la que se agregan los ediles de la Portilla, García Alonso y Pacheco, y como vecinos colaboradores Manuel Rodríguez, Roldán, Carlos Cuvillo, Joaquín Rodríguez Guerra, Juan de Benito y Manuel Pico.

Estación de Ferrocarril en el último tercio del siglo XIX.

Aquella mañana, D. Alfonso descendió del tren en El Puerto con uniforme de capitán General del Ejercito. Le acompañaban, entre otras personalidades, el Presidente del Consejo de Ministros (D. Antonio Cánovas del Castillo), el ministro de Estado (D. Manuel Silvela), el Capitán General de Andalucía, los Gobernadores Civil y Militar de la provincia  y el Sr. de la Viesca, alcalde de Cádiz. En la engalanada estación esperaban el Excmo. Ayuntamiento en pleno bajo mazas, el diputado provincial D. Francisco Nicolau y numerosos vecinos. Le da la bienvenida en nombre de los aproximadamente 22.000 habitantes del municipio, el alcalde accidental D. José de Pazos, que lo era por renuncia del titular  Sr. Gil de Partearroyo, Marqués del Castillo de San Felipe.

Así describía Diario de Cádiz (26-3-1877) las primeras etapas de la visita: "Su Majestad entró en El Puerto en un hermoso carruaje con cuatro caballos castaños, dirigiéndose la comitiva por la plaza de los Jazmines a la C/ Larga, donde había un bonito arco de triunfo; siguió por la C/ de Luna a la Iglesia Mayor Prioral, donde se entonó el "Te-Deum", visitando S. M. a la patrona de la ciudad Ntra. Sra. de los Milagros. Después, siguiendo el camino de la C/ de Palacio, pasando por otro arco construido con vasijería de los envases de vino, que se hallaba colocado entre las calles de San Bartolomé y de Moros. Muchos edificios particulares de la población se hallaban engalanados, distinguiéndose también el Casino, la casa de la Compañía de aguas y el Club de regatas." Los arcos mencionados habían sido diseñados por el maestro mayor de obras, D. Miguel Palacios. El Casino aludido podría ser "El Primitivo" o el "Casino Nuevo", ambos en la C/ Luna. La "Compañía de Abastecimiento de Aguas a Cádlz" tenía sus oficinas en la C/ Larga n° 74, siendo Ingeniero de la misma D. Arturo Wright, quien, además, presidía el "Club de Regatas".

"Pero lo más notable" -escribe El Comercio (27-3-1877)- "era la animación del pueblo, el panorama que formaban tantas mujeres hermosas, ocupando apiñadamente los balcones, agitando con Indecible entusiasmo sus pañuelos, cubriendo de flores y palomas el carruaje del Rey".

El episodio central de la jornada lo constituyó sin duda la visita que hizo Alfonso XII a las bodegas del filántropo gaditano y diputado a Cortes D. José Moreno de Mora Vitón (1825-1908), situadas en la C/ de los Moros (actual bodega 'Mora' de Osborne): "El regio viajero visitó la bodega del Sr. Mora, enterándose minuciosamente de cuanto atañe a la industria vinícola, y haciendo al dueño de la casa preguntas muy oportunas referentes a ella." (Diario de Cádiz)

Bodegas Osborne, en calle Fernán Caballero, a la derecha el actual Teatro Municipal Muñoz Seca se atisba en la esquina.

Recibió el Sr. Moreno de Mora a D. Alfonso a la entrada de la bodega, dirigiéndole breves palabras y terminando con tres vivas al rey, repetidos por los trabajadores. Comienza la visita por la "Bodega Vieja", de vinos añejos, y de allí va a la de "San José", donde inspecciona los lagares, calderas y útiles de vendimia. Después de examinar los jardines y el almijar donde se asolean las uvas, recorre S.M. la tonelería, en cuyo centro había "un primoroso templete de elegantes proporciones que se había formado con duelas, ordenadas de manera que producían una ilusión completa." (El Comercio) Pasó por último Alfonso XII al salón de muestras y al escritorio, firmando en el álbum de visitas de la Casa.

Finalizada la visita, el rey "se dignó aceptar el almuerzo que le fue ofrecido por el Sr. Moreno de Mora en el elegante comedor de su elegantísima casa [C/ de los Moros, 7], y honró a la distinguida esposa de nuestro diputado [Dña. Micaela Aramburu] llevándola del brazo a la mesa y sentándola a su derecha. Sentábanse a la mesa unas 30 personas más, habiendo tenido el Sr. Moreno de Mora la delicada consideración de permanecer de pie atendiendo respetuosa y dignamente a S. M." (El Comercio).

Patio central del Colegio San Luis Gonzaga.

Antes de dejar El Puerto, estuvo Alfonso XII "algunos momentos" en el colegio de San Luis Gonzaga. Allí sería cumplimentado por el rector, P. José María Vélez. La visita del monarca al internado jesuita, aunque breve, prueba el prestigio de un centro docente reabierto sólo un año y medio antes, habiendo sido suprimida la Compañía de Jesús durante la Revolución de 1868. En el curso 1876-77 había en el colegio 184 alumnos (54 externos y 130 internos). Es posible que D. Alfonso hubiese podido saludar ese día al alumno Salvador Bermúdez de Castro O'Lawlor, que llegaría a ministro de Estado durante el reinado de Alfonso XIII.

Se trató de una estancia de unas 4 horas, opinando Diario de Cádiz que "Su Majestad y la regia comitiva abandonaron la ciudad del Guadalete muy satisfechos del recibimiento que habían tenido". Tras visitar Jerez, Sevilla, Granada y Córdoba, llegó finalmente D. Alfonso a Madrid el 5 de abril de 1877. (Texto: Bernardo Rodríguez Caparrini).

18

Manuel Moreno Simeón, nació el 30 de octubre de 1938 en el Hotel ‘Vista Alegre’ propiedad de sus padres, asistido en el parto por el Dr. Francisco Muñoz Seca, siendo el tercer hijo del matrimonio formado por Manuel Moreno Moreno y Bella Simeón Rodríguez: Rosario (Charo), Bella (Belli) y Manuel (Lolo).

La abuela materna de Manolo, Rosario Rodríguez, madre de Bella Simeón, fue una notable empresaria, propietaria entre otros del Hotel Vista Alegre, Hotel París, Restaurante La Puntilla, Balneario de Fuente Amarga (Chiclana), Hotel Vista Alta (Córdoba) y Hotel Emperador (Sevilla).

Anuncio del Bar-Restaurant La Puntilla, a cargo del Hotel París, propiedad de la abuela materna de Manolo, Rosario Rodríguez. Almanaque de Verano 1927.

1938
Ese año nacían en Roma y Atenas, cunas de la civilización de occcidente, Don Juan Carlos I y Doña Sofía, reyes de España. Era alcalde  de El Puerto Antonio Rives Brest. Se estrenaban las películas ‘El barbero de Sevilla’ de Benito Perojo, ‘Carmen, la de Triana’ de Florián Rey. Rafael Alberti publica ‘El Burro Explosivo’ y ‘Poesías (1924-1937)’. Desaparece la Revista Portuense. Se remodela y crea la Plaza de Cristobal Colón. El primer gobierno ‘nacional’ de Burgos, reconocido por el Vaticano ese año, por medio del ministro del Interior, declaraba días festivos con carácter oficial en el territorio ‘nacional’, el jueves y viernes santo..

Anuncio de 'La Antigua de Cabo', en el Almanaque Comercial de 1930. 11 años mas tarde pasaría a ser propiedad de la famiia de Manolo Moreno.

CUATRO VIVIENDAS SINGULARES.
La familia Moreno Simeón vivió a lo largo de los años dentro de los diferentes negocios de hostelería que gestionaron, y que tan buen recuerdo han dejado en la memoria de los porteños (no es de extrañar, así, la vocación hostelera de Manolo): el Hotel ‘Vista Alegre’, que daba a las calles Micaela Aramburu, Guadalete y Bajamar. A partir de 1941 el hogar familiar sería en ‘La Antigua de Cabo’, en la calle Ganado, año en el que se hacen cargo de dicho establecimiento que estaba junto al comercio de Moresco y Salvatierra. Y en 1947, contando Manolo 9 años, en la ya desaparecida Venta ‘El Chorizo’ --hoy solo queda el pozo--, en la Avenida de Jerez, donde Bodegas Terry construiría unas modernas naves bodegueras y que, en la actualidad se ha reorganizado en calles para la construcción de la futura urbanización ‘Bahía Blanca’, junto a la casa del Pico San José. Por último, la familia viviría en la Ribera del Marisco, en la vivienda del primitivo ‘Échate Pa’yá’. /En la imagen, con su familia, de izquierda a derecha, Manolo, Lolita Gil de Reboleño, su padre Manuel Moreno, su madre Bella Simeón, la Tata María, sus hermanas Belli, Charo y la perra 'Linda'.

Avda de la Bajamar, el desaparecido Hotel Vista Alegre, hotel de toreros, donde hoy se encuentra el edificio del mismo nombre, que alberga en sus bajos de cara al río el ‘Bar del Puerto’ en la esquina con la calle Guadalete, que es la que se muestra. /Foto Colección Vicente González Lechuga.

LA COCINERA PIANISTA.
Un día, estando la madre de Manolo, Bella, en la cocina, llegó a comer una familia bastante pudiente. Nada más entrar vieron el piano, un Ronisch y preguntaron que a quien pertenecía. Cuando les contestaron que era de la cocinera, se echaron a reir y pasaron al comedor. Cuando la madre de nuestro protagonista terminó sus quehaceres en la cocina, salió a tocar el piano y, al escuchar la música, la familia salió del comedor a ver quien era el que tocaba tan magnífica pieza, el ‘Improntu’ de Chopin. No salían de su asombro al ver que era, en verdad, la cocinera la que, tan magistralmente operaba entre los dientes de marfil de aquel piano.

VENTA EL CHORIZO.
Nuestro protagonista recuerda, con nostalgia, a un caballo que le regaló su padre: ‘Chico’, de mediana estatura, hijo de un semental de las caballerizas de Terry llamado ‘Arnaig’. Era un potro muy listo, pero con mucha malas ideas. El pequeño Lolo iba todas las tardes de verano a montar con su caballo por la zona de Las Beatillas. Al llegar amarraba a ‘Chico’ con una cuerda y un clavo grande al suelo y disfrutaba de otra de sus pasiones: leer. Una tarde ‘Chico sacó el clavo del suelo con la boca y se marchó de vuelta a casa. Cuando Manolo se dio cuenta no le quedó otra que volver a la Venta El Chorizo andando. Al llegar a casa, allí estaba ‘Chico’, tan contento, en su cuadra. /Manolo y su entonces novia, Lolita Gil de Reboleño, a caballo en la Feria de Primavera.

ÉCHATE PA’YÁ.
Cuando el padre de nuestro protagonista, Manuel Moreno Moreno regentaba el ‘Échate Pa’yá’, una de las tapas estrellas, aparte del Txangurro, era la tortilla de camarones. Y siempre se producía el mismo rito cada vez que le pedían una: al entregarla al cliente decía: “Al que encuentre un camarón, le regalo un televisor en color”.

ESTUDIOS.
A los cinco años su madre lo inscribió en el colegio de las Carmelitas. Con ocho pasó a La Pescadería (San José y San Estanislao), donde permanecería hasta segundo año de Comercio. También, con ocho años, empezó los estudios de Solfeo y Violín en la Academia de Bellas Artes, recibiendo clases particulares de mano de Ramón Zarco, hijo de Doña Virginia Hernández. También estuvo en el Instituto Santo Domingo, hasta que dejaría los estudios.

LA MÚSICA.
Durante los veranos, sus padres regentaron en Rota un restaurante denominado Bar ‘Sur’, en el cual por las noches tocaba una orquesta de Sevilla dirigida por el conocido para la época  Maestro Navarro quien, al ver las dotes musicales de ‘Lolo’ --así era como lo llamaban en familia-- quiso darle clases de solfeo. Y es que Manolo llevaba la música muy adentro. En cierta ocasión le regalaron una armónica y, sin nociones previas, terminó tocándola como si llevara haciéndolo toda su vida. A los nueve años ofreció un concierto de violín en el Salón de la Academia de Bellas Artes, la primera parte solo y la segunda acompañado por Merche Valimaña ‘Macaria’, con nótula núm. 047 en GdP, al piano. /En la imagen de la izquierda, el profesor de música Ramón Zarco Hernández /Foto: Academia Bellas Artes.

Su afición y amor por la música le llevaron a estudiar por su cuenta piano, con los tomos de música de su madre quien, además de ser una magnífica cocinera, fue una gran pianista, licenciada en Solfeo por la Facultad de Cádiz. Poco a poco, Lolo fue soltándose hasta el punto que el piano se convirtió en su gran pasión. En la actualidad, toca a diario en su casa.

PRIMER TRABAJO Y SERVICIO MILITAR.
Con dieciséis años trabajó en el Banco Central de la calle Larga y, con gran pesar, tuvo que dejarlo por enfermedad. Con dieciocho ingresa como voluntario en la Escuela de Especialistas del Aire de Getafe(Madrid), en donde permaneció seis meses; el año siguiente lo pasó en el Cuartel de Tablada de Sevilla.

Manolo, con bigote, a la derecha de la imagen, en su taller de efímera vida en la calle Diego Niño.

TALLER DE MOTOS.
Con 21 años, en 1962, se embarcó en su primera aventura empresarial, montando un Taller de Motos en la calle Diego Niño.  El negoció se fue a pique debido a que aunque vendió muchísimas motos de las marcas Ossa y Lube-Ren, él mismo respondía de las operaciones a plazos con las fábricas y no pudo soportar el déficit con la banca, sumado a que algún que otro cliente le dejó a deber facturas, lo que le llevó a tener que cerrar el taller viéndose obligado a contemplar la posibilidad de irse de emigrante a Alemania.

EMIGRANTE EN ALEMANIA.
Ese mismo año, 1962, consiguió un contrato de trabajo con la fábrica Brown Bovery, en Alemania y se marchó. La jornada laboral en esta empresa era por las mañanas, en una cadena de montaje de frigoríficos y por las tardes trabajaba un par de horas en un taller de motos. Era un trabajo que le gustaba, pero en invierno era imposible manipular bien la mecánica debido a las bajas temperaturas.

Con la orquesta 'Suspiros de España'.

Manolo, al piano, con 'Suspiros de España'.

De su estancia en Alemania el mejor recuerdo que conserva Manolo es  de cuando en el ‘Club de Españoles’ organizaron una orquesta a la que denominaron ‘Suspiros de España’. La dirigía un valenciano llamado Rodolfo que tocaba la trompeta, y la integraban un gallego al contrabajo, otro gallego al clarinete y al acordeón, Ascanio un cordobés de Cabra a la batería, José Luis un onubense a la guitarra y Manolo al piano y al violín.  Actuaban todos los sábados en el Club de Españoles y en algunas fiestas como bodas, bautizos y otros eventos en la Base Americana de Hanau am Main, ubicada en la región de Hesse, una población equivalente a El Puerto, con 88.648 habitantes.

El órgano de la catedral de Frankfurt en el que Manolo, por responsabiliad, se negó a tocar.

EL ÓRGANO DE LA CATEDRAL DE FRANKFURT.
En el Club de Españoles había un sacerdote que se hizo muy amigo de Manuel. Este cura sabía de los conocimientos y de la gran afición a la música que tenía Manolo, así que un día le pidió que fuera a tocar el órgano de la Catedral de Franckfurt. Manuel le preguntó al sacerdote cuales eran las características del instrumento musical, a lo que éste le respondió que normal, mas o menos como el que él tocaba en el Club de Españoles. Con mucho respeto y miedo Manolo terminó accediendo.  Al llegar el día señalado, el sacerdote y él llegaron a la Catedral, quince minutos antes de la ceremonia. Manolo se encontró con el Coro de la Catedral presente ante un órgano de varios siglos, cuyos tubos alcanzaban casi el techo. Le pidió al cura si podía ensayar un poco antes de empezar y éste le dijo que no había tiempo, que no se preocupara, que todo saldría bien. Empero, como persona responsable y respetuosa, Manuel decidió no tocar, pues la ceremonia podía pasar de lo solemne a lo ridículo, pensó.  Así que, Manolo, cogió la puerta de la Catedral, camino de la estación, se subió al tren y se marchó para el pueblo donde residía.

Panorámica de Zurich con torres de aguja de las iglesias.

ZURICH.
Aproximadamente al año de su estancia en Alemania, salió ardiendo la fábrica quedando completamente destruida. Ante esta circunstancia, Manolo pidió ser destinado en Zurich (Suiza), donde por aquel entonces trabajaban sus hermanas Charo y Belli, junto a sus maridos Carlos y Pepe. Allí permanecería por espacio de seis meses. Un fin de semana regresó a Alemania para resolver unos asuntos y comprobó que la fábrica ya estaba de nuevo en funcionamiento e ingresaría de nuevo por seis meses más, luego un periodo de tres meses otra vez en Zurich hasta su regreso definitivo a España.

REGRESO A ESPAÑA
En la frontera española vivió un sorprendente episodio: un cabo de la Guardia Civil le confiscó dos revisas italianas del Festival de Eurovisión dado que, al no entender el idioma, creyó que era propaganda marxista y lo tuvo retenido mas de una hora, hasta que llegó un superior que entendía el idioma y se arregló el malentendido. En total, estaría fuera de España algo mas de dos años.

DE MAQUINISTA A JEFE DE CANTERA
Al poco tiempo de llegar a España, se colocó en una compañía constructora, SATO  (Sociedad Anónima de Trabajos y Obras) como maquinista de una grúa alemana. Gracias a que un proveedor de la empresa, Javier Paz, sabedor de que Manolo tenía estudios, habló para que lo pasaran a oficinas y allí trabajaría durante un año. Ya casado lo destinan a San José del Valle como administrador de la cantera. Allí se encontraban, tanto él como su esposa, muy contentos, pero la llegada de su primer hijo, en marzo de 1966, le impide aceptar el nuevo traslado que le habían propuesto (Bilbao o Almería), por diversos problemas de salud de su primogénito, Manolín, y regresan a El Puerto.

Construcción de la Base Naval de Rota.

DE PEÓN A JEFE DE PLANTA Y DE TRANSPORTES.
Encontró trabajo en la Base Naval de Rota con la empresa Dragados en calidad de peón, pero al revisar su trayectoria laboral lo pusieron de encargado en una Planta Asfáltica y de Jefe de Transportes a los dos meses de empezar.  A los dos años  la obra de la Base en la que estaba la empresa donde trabajaba Manolo finaliza su contrata y Manolo decide comprarse un camión de transportes de construcción.  En Dragados le ofrecen trabajar en la autopista de peaje Cádiz-Sevilla como encargado de una Planta de Hormigón y de los camiones hormigoneros que surtían los trabajaos de la nueva vía.

LA SOLERA.
Al término de la obra del moderno vial, Manolo decide vender el camión y coger el traspaso del bar ‘La Solera’ en la calle Ganado, que por aquel entonces y desde la década de los cincuenta del siglo pasado pertenecía a la familia de su esposa, inaugurándolo con una nueva impronta en Agosto de 1972. Ver nótula núm. 858, Taberna ‘Los 48’ en GdP.

Con su hijo Ramón --también le ayudó Juan Carlos-- en plena faena en 'La Solera'.

En sus comienzos el bar empezó con pocas tapas, pero debido a la gran aceptación que tuvieron fue incrementando la lista. El bar empezaba a ser un establecimiento moderno. Manolo, con su incansable trabajo, buen hacer  y con la ayuda incondicional de Lolita, su esposa y más tarde de sus hijos, consiguió hacer de una tasca un bar de familia, donde los clientes se convertían muchos de ellos en amigos. Estaba especializado en hamburguesas caseras, pepitos de lomo, cordón bleu, chipirones a la plancha, menudo de Bella, croquetas de Carmela y un sinfín de especialidades que hicieron de La Solera uno de los bares de la época más conocidos de El Puerto, cuando las tapas elaboradas empezaron a ponerse de moda.

La recordada y popular hamburguesa de 'La Solera'.

LA HAMBURGUESA.
La receta original de la ‘Hamburguesa Casera’ y las ‘Mini Hamburguesas’, y muchas otras tapas formaban parte del Libro de Recetas familiar. En el caso de las hamburguesas, que eran filetes rusos empanados, nada habitual en la zona, la receta se remonta a su abuela materna, Rosario Rodríguez, madre de Bella Simeón, modernizada con los complementos al uso: ketchup de Conservas Sur, Salsa Picante o mostaza, además de tomate y cebolla, en un panecillo de horno local, nada de bollería industrial. Pasarían los años con Manolo al frente de La Solera, siempre innovando la carta, pero sin dejar de lado las tapas que le dieron el reconocimiento de bar de familia.

TARTAS QUADRO’S.
A mediados de la década de los ochenta del siglo pasado y sin dejar La Solera, comienza una nueva aventura empresarial, haciéndose distribuidor de tartas Quadro’s y dado su tesón y constancia llegará a serlo a nivel provincial. El problema surgirá cuando comprueba que empieza a bajar la clientela del negocio matriz: La Solera, abandonando le distribución y regresando, para dedicarse de lleno, al bar de la calle Ganado. Además, Manolo abrió La Solera II, frente al Ambulatorio de la Seguridad Social ‘Virgen del Carmen’, de efímera vida y nada especialmente destacable.

En febrero de 1994 Manuel sufre un infarto de corazón; en marzo le hacen su primer cateterismo y en junio le operan en el hospital Reina Sofía de Córdoba, donde el equipo del Dr. Concha con éste a la cabeza, le implanta un bypass. Tras una lenta recuperación, Manuel continuará en el bar hasta la finalización de los estudios de sus hijos, dando por finalizada su vida laboral y la del propio establecimiento como bar de familia, en septiembre de 2000.

LA FAMILIA.
Manolo se casa el 1 de mayo de 1965 --va  a hacer 46 años-- con su novia de siempre: 11 años estuvieron de novios, con María Dolores (Lolita) Gil de Reboleño Insúa; se conocía desde que él tenía 15 años y ella 13. Tienen tres hijos, dos de los cuales les han dado cuatro nietos.

Manolo y Lolita, con sus hijos con pocos años.

Tuvieron tres hijos varones, Manolín en 1966, que nació con Síndrome de Down, trastorno genético que por entonces --aunque la enfermedad estaba descrita en 1866, hasta 1958 no se descubrieron las causas que lo producían-- era poco conocido, así como su tratamiento. En la actualidad, el cambio de mentalidad de la sociedad han supuesto un cambio cualitativo positivo en sus expectativas vitales, aunque Manolín siempre ha sido la alegría de la casa y de toda la familia y amigos.

En una fotografía actual, el matrimonio con hijos y nietos.

Ramón Manuel fue su segundo hijo, nacido en 1969. Estudió Ciencias Empresariales y tiene Despacho como Asesor Contable, Fiscal, Mercantil y Tributario; tiene dos hijos, Ramón Manuel y Marina Victoria. Juan Carlos, su tercer hijo, nacido en 1974, estudió Medicina, estando especializado en Medicina Deportiva; tiene dos hijos: Juan Carlos y María Jesús.

Casa donde vivieron en la calle Luna hasta el año 2002. /Foto Mata. 2002.

Desde que tuvieron a su primer hijo vivieron en la calle Luna esquina con la Plaza de las Galeras, con unas vistas impresionantes del río Guadalete y el Parque Calderón, arriba del Bar La Garnacha, antes Bar Los Maera. En Diciembre de 2002 se mudaron a la urbanización El Ancla.   Allí viven Manolo y Lolita junto a su hijo Manolín. Como ya hemos señalado, Manuel toca el piano que tiene en el salón de su casa todas las tardes, lo que no se ha dicho es que lo hace por petición y para deleite de su hijo Manolín al que le encanta la música, toda la música, desde la clásica al pop, desde los carnavales a los villancicos, … de la mano de uno de los actores, de una parte importante de la reciente historia de la hostelería portuense.

Nuestro agradecimiento a Ramón Moreno Gil de Reboleño, quien con su inestimable concurso ha hecho posible la elaboración de esta nótula.

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María Josefa García Granados nació en El Puerto el 10 de julio de 1796 y falleció en Guatemala el 28 de julio de 1848. Desde su juventud llegó a tierras guatemaltecas alrededor de 1810-1811. Mejor conocida por sus amigos y conocidos como Pepita, casada con Ramón Saborío, de Nicaragua. Literata y poeta guatemalteca es una de los exponentes intelectuales de la independencia de Guatemala, primer referente de la poesía feminista de aquel país.

María Josefa era madre de seis hijos y se le conocía por su fuerte carácter y autoridad. Debido a dicho carácter, creó una amistad con los hombres más influyentes de su época, aun antes de 1821 (año de la independencia de Guatemala), ella concurría a las famosas tertulias efectuadas en casa del canónigo José Maria Castilla nacido en Madrid. [Interesante el ‘Sermón’, dedicado a este personaje y escrito junto a su gran amigo y poeta José Batres Montúfar, el mayor exponente de la literatura romántica guatemalteca. Este ‘Sermón’, es una apología del sexo sin remordimiento con la cual los poetas lanzan un reto frontal y una crítica descarnada a una sociedad que se esconde tras una infinidad de apariencias y una falsa moral].

Ciertamente el ingenio y cultura de esta ilustre dama le valió ser reconocida como una de los referentes de la literatura guatemalteca en su época. Fue amiga personal de Pedro Molina, José Cecilio del Valle, Mariano Gálvez, José Milla y de Rafael Carrera. Se dice que su mejor amigo fue José Batres Montúfar, de quien ella fue maestra de canto y guitarra. /Imagen de la izquierda, José Batres Montúfar.

Según Máximo Soto Hall, Pepita era atrevida y valiente. En los tiempos en que los hombres no salían a la calle de noche, ella visitaba a sus amigos sin atender la hora. Según las memorias de Miguel García Granados se sabe que doña María Josefa padecía de histeria, posible razón de su tendencia crítica y satírica, aunque no por ello menos valiosa. Por muchos años publicó el Boletín del Cólera, debido en que aquella época Guatemala estaba siendo atacada por el "cólera morbus"; con este entretenía a la población con sus boletines satíricos.

Como aficionada a la lectura, María Josefa García Granados se cultivó en la poesía, no solamente escribió sátira sino también cantaba poéticamente. Además de "A la ceiba de Amatitlán" otras de sus composiciones son: "Himno a la Luna" (1830), "La Resolución"; "A una hermosa joven -desgraciadamente enlazada con un achacoso viejo-"; "A una abeja"; "Plegaria"; "Despedida". Además tradujo algunos versos de Byron. También cultivó la oda histórica.

En el siglo XIX la mujer se dedicaba de ordinario a las labores de su casa. La sociedad de la época no admitía que el sexo femenino interviniera en asuntos políticos, mucho menos que pudiera exteriorizar sus ideas públicamente. Pero María Josefa García Granados se lanzó a actividades prohibidas rompió esquemas en su época; con el seudónimo de ‘Juan de las Viñas’ para no ser reconocida como mujer. Es sin duda, la primer referente de la poesía feminista en Guatemala. (Texto: Sonia Marroquín).

García Granados, María Josefa. Su poesía. (Poesía). Guatemala: Tipografía Nacional, febrero 2010, 1ra. edición. 184 págs. 12.2 X 18.2 cms. ISBN: 978-9929-8005-0-2. Rústica.

De la contraportada: “En su calidad de mujer se puede perfectamente definirla como el antecedente del feminismo. Su lenguaje desenfadado, desmitificante y procaz todavía escandaliza. Quizás por estas razones el conocimiento de su obra ha quedado restringido a una elite intelectual y a un reducido núcleo familiar. Este libro ofrece una visión distinta de la obra producida por María Josefa García Granados, porque, finalmente, es posible tener reunida y ordenada su obra poética (junto a la de algunos de sus amigos y enemigos), representativa de esos días álgidos de la historia guatemalteca del siglo XIX. También se incluyen escritos narrativos, documentos y testimonios de personas que tuvieron relación con ella”.

EL SERMÓN.
Para Aída Toledo, “Una de las piezas literarias que pasa a ser una lectura no recomendable en las escuelas privadas y públicas de Guatemala -de ayer y hoy- la constituye el recordado "Sermón", escrito en verso y dedicado al canónigo Castilla, y que constituye una pieza cruda y mordaz, y no pornográfica, como se encuentra clasificada. [obra de nuestra Pepita y de su amigo el también poeta José Batres]

La pieza aparece en el contexto de la política post-independencia de Guatemala; es un texto que ataca duramente los excesos del clero y la iglesia católica y que obviamente proviene de las ideas antirreligiosas de la primera mitad del siglo XIX en Centroamérica. Recordemos además que, en el "Sermón", Josefa García Granados transgrede también la normativa de la época, dado que ese tipo de discursos estaba en el campo de lo masculino. El sermón como forma literaria era abordado únicamente por hombres; de esa cuenta el texto, además de atacar fieramente las costumbres y los vicios de la iglesia de aquel momento, puede leerse también como el inicio de una línea imaginaria de tradición subversiva, en donde las apropiaciones del lenguaje masculino están en consonancia con aspectos de tipo formal e ideológico.

El texto en sí mantiene un tono contestatario, a la manera de las invectivas romanas, y se advierte un tono epigramático y sentencioso con el cual se emplaza a ese ‘otro’, masculino y conservador, a quien se dirige. La pieza remeda los sermones ofrecidos por los religiosos en los oficios de la misa, en donde Josefa García también participa de la parodia festiva que va a producir durante el siglo XX -durante el periodo de las vanguardias latinoamericanas de principio de siglo- una literatura mucho más popular en los temas, pero en donde también se advierten las tonalidades cultas de su educación”.

Sermón para el canónigo José María Castilla
(fragmentos)

"O joder o morir, ¡oh almo coño!
que un bello, tierno y virginal retoño,
vale más que la vida y que la gloria
que sólo sirven de adornar la historia".
Así un filósofo pagano,
Octavio Augusto, emperador romano;
¡Oh vosotros, muchachos negligentes
que servís de ludibrio a los vivientes
pasando el tiempo en ocio tan profundo
cual si no hubiera coños en el mundo!
… … … … … …

Y tú, sexo embustero y desaseado,
¿en qué empleas la flor que Dios te ha dado?
Vírgenes tontas, con vosotras hablo,
no sois ni para Dios ni para el Diablo.
Ahora, que inflamado de elocuencia
al predicar la fornicaria ciencia
más que Bossuet y Fenelón me siento,
hembras y machos, escuchad mi acento.
Mas para oír con fruto mis razones,
cada varón empuñe sus cojones
y las hembras su coño y sus dos tetas
que jalan más que doce mil carretas.
… … … … … …

Con carajos y coños juntamente:
¡tened piedad de la afligida gente
que ha escuchado devota mis palabras,
tened piedad que se me van las cabras!
Y entre tanto que el mundo se corrige
y que el carajo al coño se dirige,
sobre las aras de tu santo templo
les voy a predicar con el ejemplo.


Para leer al completo esta «pieza cruda, mordaz y no pornográfica», pulsar aquí.

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Publicidad en Diario de Cádiz, año 1894, en el que se cita a José F. Piury, como representante en El Puerto de la firma que efectuaba 'redenciones en metálico', es decir libraba a los reclutas de ir a la guerra. /Imagen: Diario de Cádiz.

Jose F. Piury Palmar, nació en Gibraltar en 1844 y falleció en El Puerto en 1902. Era tenedor de libros, aunque ignoramos la empresa en la que trabajaba, así como representante de la Casa Mompó Hermanos y Compañía, con sede en Valencia, dedicada a la ‘redención en metálico’ dedicada a exonerar a los quintos que no tenían dinero para librarse del servicio militar obligatorio y con posibilidades de ir a alguna de las guerras en las que estaba inmerso nuestro país.

Bodega de Piury. /Foto Justino Castroverde.

La fecha mas antigua en la que tenemos localizado a nuestro protagonista en nuestra Ciudad es 1883. Vivía entonces en calle Palacios 46, aunque posteriormente se trasladó a la calle Cielos y después a Santo Domingo, 21. Estaba casado con una compatriota ‘llanita’, Virginia Dagnino y tenía siete hijos, uno de los cuales  sería posteriormente alcalde de la ciudad, concretamente Ernesto Piury Dagnino, en la segunda década del siglo pasado: entre abril de 1918 y enero de 1920.

PIURY & CÍA.
José F. Piury se inició a los negocios de vinatería, teniendo referencia de ello en 1900, fecha en la que hemos recogido noticias suyas como criador-exportador en la Revista Portuense. Pero sería su hijo Ernesto el que, con la sociedad Piury & Cia. consolidaría el negocio de exportación de vinos, siendo sus marcas más destacadas las manzanillas ‘La Concha’ y ‘Fátima’, el amontillado ‘Continental’ y un moscatel quinado de nombre ‘Vincitor’.  Casó con Joaquina Heras Pico, hija del teniente de navío Juan Manuel Heras y sobrina del vinatero Manuel Pico.

Nos reservamos la información de uno de sus nietos, José Piury Quesada un personaje muy interesante con cuyo nombre fue rotulada la calle Alquiladores, del que publicaremos una nótula en estas páginas.

LA REDENCIÓN EN METÁLICO.
La redención a metálico es una fórmula legal muy usada a fines del siglo XIX y principios del XX por la que los soldados de cupo, es decir todos los varones entre los 18 y los 25 años, que debían de servir obligatoriamente en el ejército pudieran eludir dicho servicio pagando una cantidad --rescate-- estipulada al efecto. En las fechas a la que se refiere el recorte de Diario de Cádiz --1894-- la cantidad ascendía a 1.500 pesetas, una cifra difícilmente alcanzable para la mayoría de las familias.

Soldados ante el cuartel de la Plaza del Polvorista, hoy Teatro Municipal y viviendas de trabajadores de Osborne. /Imagen cedida por Doña Ángeles Zamorano, a través del Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

Dada la situación de conflicto bélico que se daban en las colonias de Ultramar, primero y en Africa, después, resultaba más que arriesgado cumplir el servicio militar obligatorio por lo que  aquellos que no disponían de una suma tan respetable como la que hemos citado,  buscasen fórmulas como la del anuncio para poder solucionar el problema. Los que podían alegar defectos físicos o algunos de los diversos motivos que le eximieran de la obligación se apresuraban a hacerlo, pendientes de la decisión del tribunal al respecto. Otras familias vendían parte de su patrimonio para obtener la cifra del rescate y evitar que su hijo fuese a las colonias, bien es cierto que era solo una posibilidad entre otras de ir destinado a la Península, en un destino relativamente más tranquilo o, incluso, librarse totalmente, en un popular sorteo que se celebraba cada reemplazo, para el que se asignaba a cada mozo un número.

Recibo de redención en metálico, por importe de 1500 pesetas.

Podemos imaginar las irregularidades y chanchullos que habría en el mismo, considerando la trascendencia del resultado, del que, en ocasiones, dependería la vida o la muerte de cualquiera de esos centenares de jóvenes en cada quinta. Cuando eran convocados, todos debían acudir en primera instancia, tallándose y siendo declarado apto o no apto para el servicio.

Después venía la posibilidad de gestionar el rescate, entregando el certificado redimidor y, posteriormente, en función del número de quintos y las previsiones realizadas por los mandos militares que determinaban si existía exceso de cupo o no, se realizaba el sorteo que libraría a algunos y señalaría, igualmente el destino final de los admitidos. Podía pasar, como en el caso de mi tío abuelo Guillermo Palomino Cabe que, habiendo la familia malvendido una casa de su propiedad --concretamente,ente la conocida como ‘Casa del Reloj’ en la esquina de Cruces y San Sebastian-- para poder atender la redención del mozo, hijo único varón, salió exento de servicio en el sorteo. Lógicamente, el grueso de la tropa estaba formado por los menos pudientes. /Volatina publicitaria sobre la redención en metálico, en este caso a un coste menor.

Entre los datos que manejé al identificar a un centenar de paisanos, repatriados de la Guerra de Cuba, figuraba el de sus domicilios. Confirma esta presunción apuntada que la gran mayoría de estos soldados retornados a España tras el desastre vivían en Cruces, Zarza, Espelete, Rosa, Santa Clara...etc. Tan solo uno de los 125 contrastados vivía en la calle Larga, y otro en Palacio, un par de ellos en Nevería y otros tantos en Misericordia... en fin, claramente se percibe que la extracción social de estos sufridores no era precisamente de las clases altas.

En la imagen de la izquierda, listado de mozos de El Puerto en los que figuran los que habían pagado el rescate el metálico, señalados con una 'R'. Archivo Histórico Municipal. /Reproducción: A.G.R.

En la reproducción del listado de los mozos de El Puerto de Santa María del reemplazo de 1894 puede verse claramente los que han pagado el rescate, los que gozan de la redención a metálico, pues tienen situado a la derecha de sus filiación una "R". Vemos apellidos de clase media y un personaje referenciado en una de las nótulas: Ordoñez Garabito --con nótula núm. 876 en GdP-- entre los diez afortunados redentos de los 35 que componían esa ‘quinta’. Y en el margen izquierdo, figura el número con el que participaran en el sorteo que era público y muy popular, celebrándose en ciudad cabecera de la demarcación del reclutamiento, en este caso en Cádiz. (Textos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

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El pasado viernes 24 de marzo se presento en la Sala Museo Hospitalito el libro “La Huella de Al-Ándalus en El Puerto de Santa María, Cádiz”, escrito por Juan José López Amador, técnico del Museo Municipal, José Antonio Ruiz Gil, profesor de Prehistoria de la Universidad de Cádiz y Francisco Giles Pacheco, Director del Museo Municipal desde el año 1982 a 2008, hoy jubilado.

El libro viene a ser un instrumento en manos de quien pretenda conocer más sobre el pasado de nuestra ciudad. Un pasado muy concreto, donde se habla de los tiempos, y las personas que vivieron siguiendo el modo de vida islámico. El Islam no sólo significó una nueva religión, sino un nuevo idioma y una nueva cultura. Esta cultura dejó su impronta en nuestra tierra, una impronta material que los autores pretenden acercar con este libro a todos aquellos que nos visitan con curiosidad e interés en la cultura andalusí, así como a los propios porteños.

Los autores han pretendido hacer algo más que una guía de un Museo. En este sentido, el lector encontrará no sólo las referencias pertinentes a los objetos exhibidos en la Sala Hospitalito, sino una recopilación de la información generada en estos años de excavaciones y prospecciones en la Ciudad y  su término municipal. López Amador, Ruiz Gil y Giles Pacheco han querido presentar no sólo objetos humildes y de uso cotidiano que se pueden ver en las vitrinas, sino también aquellos espacios geográficos en los que fueron hallados originalmente.

En primer lugar el paisaje urbano de nuestra ciudad, donde la Arqueología descubre desde hace algunos años una buena parte de ese patrimonio cultural que nos transporta a los tiempos medievales y del Islam. Como no, hacen referencia expresa al castillo de San Marcos, el Monumento histórico más antiguo de la ciudad, visita obligada para el paseante, donde lo más notorio de la cultura islámica, la mezquita, se entremezcla con la reconstrucción de Alfonso X el Sabio, el monarca castellano-leonés fundador de la ciudad.

EL PUERTO DE LA ÉPOCA.

El lector tendrá ocasión de ir de la mano de la lectura de algunos párrafos, escritos si no por el propio rey, al menos a su cuidado, que nos ayudarán a imaginarnos cómo era lo que hoy es El Puerto de Santa María, incluso los alrededores que conforman su paisaje más o menos rural. Nos aproximaremos a las pequeñas aldeas que se ubicaban en los alrededores, de donde proceden algunos objetos expuestos en este libro, pero que fundamentalmente  interesa que el visitante curioso valore como parte del Patrimonio Cultural que la localidad posee hoy día.

Lo autores han procurado hacer un texto accesible a todos los públicos, sin huir de una exposición de contenidos amplia y certera. Esto puede hacer que en algunos momentos la lectura se nos haga algo pesada. Aunque está hecho para no leer el volumen de corrido, sino en las dosis que cada uno crea conveniente conforme visitan la Sala Hospitalito, la Ciudad y el campo. Y no necesariamente por ese orden. El libro se divide en cuatro partes que mantienen un orden entre sí, pero es preferible que cada lector haga la composición más adecuada a sus intereses. Pronto estará en algunas librerías de la ciudad.

Vista aérea del Castillo de San Marcos, a la izquierda la Cátedra Alfonso X de Estudios Alfonsíes. A la derecha, la Plaza del Castillo.

Un momento de la presentación en la Sala Hospitalito, durante la intervención del Técnico del Museo Municipal, Juan José López Amador.

PATROCINADORES.

Hay que decirlo en estos tiempos donde la cultura no cotiza y los mecenas son escasos: Además del Ayuntamiento de nuestra Ciudad, han colaborado en la edición: Esperanza Castilla Gutiérrez, Luis Caballero Florido, del Grupo Caballero. Carlos Salvadores Fuentes, del hotel Palacio San Bartolomé yDarío Quiles Sánchez, de Caja Inmaculada.

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Jesús Redondo Abuín, gallego de la Parroquia de Asados, Ayuntamiento de Rianxo, Partido de Padrón, (La Coruña), nació a las cinco de la madrugada de 12 de marzo de 1939. Dejó su casa con 17 años, siempre implicado en la lucha política obrera en la clandestinidad y luego abiertamente: emigrado a Francia, Bélgica, refugiado de la ONU y protegido en Moscú por el Partido Comunista, conoció España también a través de sus cárceles como preso político con sendas condenas de 3 y 8 años de privación de libertad, que no cumpliría completas: "Fueron 3.000 días y 3.000 noches entre recuento y recuento y entre traslado y traslado. Y estas las cárceles de mi peregrinaje: Barranco Seco, Cádiz, Puerto de Santa María, Córdoba, Jaén, Carabanchel, Calatayud, Soria, Segovia, Coruña y A Parda". En 1968, en los sucesos de Sardinas del Norte (Canarias), recibió un tiro en la pierna tras la dura represión de las fuerzas de seguridad de la dictadura.

En el Penal de El Puerto Jesús trabaría conocimiento con Marta Marroquín Travieso, militante comunista que llevaba alimentos, apoyo y conversación a los presos políticos, con quien acabaría formando una familia. No sería hasta 3 años después, en Segovia, donde se conocerían, antes solo se limitó en el Penal del Puerto a hacereles saber a la dirección, que Jesús era un ser con identidad propia, no un número. Ambos viven en Galicia, unieron sus vidas el 10 de marzo de 1975, tienen un hijo, aunque regresan a El Puerto en alguna ocasión. Este es su relato:

Jesús Redondo Abuín, Juanín y Gerardo Iglesias en la cárcel de Segovia. El día de la Merced, festividad de Institutciones Penitenciarias, se autorizaban hacer fotografías.

Esto viví en el viejo Penal del Puerto de Santa María entre el 30 de abril de 1970 y el 6 de diciembre de 1971.

Lo peor que puede pasarle a un pueblo es que le arrebaten la libertad. Fue lo que nos pasó aquí de aquella. Lo que no dejó de pasarnos en cuatro interminables décadas. Longa noite de pedra le llamó a aquello Celso Emilio Ferreiro. Y en cuatro palabras lo dijo todo enteramente. La humedad del mundo cabía en ellas. La humedad entera. Cuatro décadas de muerte, cárcel, destierro. O en el orden que lo dijera Rafael Alberti, el camarada Rafael: destierro cárcel, muerte. No es hora de vindicación. Lo sé. Tampoco de silencio. Hay que recordar. Recordar. Y recordar. Recordar sin ira. Pero recordar. Para que no se repita aquello jamás.

Antigua fachada principal del Penal de El Puerto.

Quedarse sin libertad es lo peor que a un pueblo le puede suceder. Lo peor que puede sucederle a una persona es que la empareden. Que eso es lo que eran los presidios de aquella: paredes, paredes, paredes. Paredes y aniquilamiento. El régimen franquista fue el más inmoral y despiadado de la historia. De toda la historia. Segó un millón de vidas para poder vencer. Pero no enterraron muertos sino simiente. Como Castelao dijera. No logró convencer. No podía ser. Don Miguel de Unamuno ya se lo advirtiera. La tortura estaba al orden del día. Sus penitenciarías eran la prolongación de sus comisarías. No hay más que recordar los nombres de los tres energúmenos que estaban de aquella al frente de cada uno de los tres argumentos fundamentales de la política del que decía que él no se metía en política para no meterse en líos: Camilo Alonso Vega, Ministro de Gobernación; Antonio de Uriol y Urquijo, Ministro de Justicia y Jesús González del Hierro, Director General de Prisiones.

MATADERO DE HOMBRES.
Y lo peor que podía pasarle de aquella a un preso era ir a dar con sus huesos al penal del Puerto. Al viejo y tristemente célebre penal del Puerto. Era un matadero de hombres. Todo allí estaba concebido para el exterminio físico y psíquico. Llegaba la conducción, la metían en un recinto lóbrego, y lo primero que se oía era un ¡firmes! intimidatorio, emitido a pleno pulmón por el Jefe de Servicios de Turno (el del 30 de abril de 1970 era uno que le llamaban La Calva) y acto seguido vociferaba con voz forzada: Llegaron ustedes al penal del Puerto, ¿entendido? Van a cruzar tres patios antes de llegar al celular y van a ir en fila india sin intercambiar ni una mirada ni una palabra con nadie, así vean a un hermano, ¿entendido? Pues, andando. Y la fila india cruzaba los tres patios flanqueada por funcionarios con cara de mármol. /En la imagen de la izquierda, galería de celdas.

DESNUDOS Y VIOLENTADOS.
Al llegar al celular estaba esperando la plantilla de aquel departamento, con su jefe al frente, quien recibía en posición disciplinada las órdenes que le daba el Jefe de Servicios, y éste regresaba a su despacho. Y el poder absoluto en aquel ámbito pasaba a residir en los funcionarios allí destinados, en este orden jerárquico: jefe del departamento, resto de funcionarios y el preso de confianza llamado cabo. Y en plan bárbaro el jefe de departamento ordenaba: ¡firmes!, desnúdense uno a uno y vayan pasando conforme les vayan llamando para ser cacheados. El cacheo consistía en dar botes en cuclillas y terminaba con una insoportable colonoscopia digital, practicada por el propio preso/cabo, por si se llevaba alojado en el colon algún objeto o sustancia ilegal. A continuación se chapaba a los cacheados en celdas intercaladas. Para aislar bien aislado.

Con Marcelino Camacho, en un encuentro sindical en Canarias.

NEGATIVA Y CELDA DE REDUCCIÓN.
Cuando me tocó el turno me negué a pasar por aquello con mis mejores maneras. De poco me sirvieron las buenas maneras. Tuve que terminar siendo tajante: para hacerme eso tienen que atarme, les dije. El funcionario jefe de departamento montó en cólera y me ordenó en el peor tono del despotismo desilustrado: pase inmediatamente a la cuatro. Era la celda de reducción, la cuatro. Era un auténtico potro de tormento. Cada vez que un funcionario le amenazaba a un preso con la cuatro, el preso se echaba a temblar. No pocos se auto lesionaban, preferían salir para el hospital de gravedad. La celda de reducción era el lugar adecuado para poner autoridad. Y al terminar con todos entró a por mí rodeado de los demás funcionarios y del preso de confianza como dispuesto a cualquier disparate. El diálogo entre él y yo duró nada y menos. El: está usted en el penal del Puerto. Yo: información superflua, bien lo veo. El: aquí cuando hay que apalear se apalea. Yo: el que me ponga la mano, tiene que estar dispuesto a llegar al asesinato. El: no se haga el valiente porque a los valientes los trasladamos de aquí en un santiamén en traje de madera y con los pies por delante. Yo: pues pásele mis medidas al carpintero. Vivía en Jerez, tenía una armería, le llamaban El Pistolas, sucedió hace treinta años. Lo digo sin ira. Pero lo digo. Se me hace bastante para pasarlo por alto.

Visitando el antiguo Penal de El Puerto, paseando por el claustro junto a su cuñado, Miguel Marroquín, el pasado verano de 2008.

VISITA DEL DIRECTOR.
Digo diálogo y fueron dos monólogos más bien. Pero le rompió los esquemas al jefe de departamento. A cuantos iban con él. Y no he vuelto a verlos. A la mañana siguiente vino a verme el Director del penal. No era usual. Y el despotismo ya fue ilustrado. Pero igual de brutal. «He visto su expediente» –me dijo-- «y trae usted seis faltas muy graves. Aún así creo que ha sido un error de la Dirección General haber autorizado este traslado. Pero aquí está. Y será uno más. Tengo a mi cargo 615 presos complejos y no pienso andar con distingos. De ningún signo. Este es un penal para presos con “exceso de condena”, “multirreincidentes” e “inadaptados”. No importa que en su caso no se dé ninguno de los tres supuestos. Aquí existen cuatro regímenes estrictos: Régimen General, Vida Mixta, Observación Disciplinaria y Celdas de Castigo. Celdas tiene usted para rato: los132 días que trae, y los que le sobrevengan. Que le sobrevendrán a la vista de su expediente. Y ya se lo advierto: aquí las sanciones se cumplen íntegramente. Ahora bien, mientras yo esté al frente del penal, ningún funcionario le pondrá la mano».

264 DÍAS EN CELDAS DE CASTIGO.
Vaya si me han sobrevenido castigos. Llegué a acumular 12 sanciones muy graves: 264 días consecutivos en celdas de castigo. Y, óiganlo bien, estos y no otros han sido los motivos: cuatro huelgas de hambre, tres colectivas --Las Palmas, Soria, Pontevedra-- y una sólo en El Puerto; llevar a juicio a un funcionario por abuso de autoridad (un tal Julio Cedrón, de Lugo); mirar con desacato a un funcionario; denunciar asesinatos y malos tratos, y exigir mediante escritos amnistía general y completa para todos los presos políticos. Eso que ni el Fuero de los Españoles prohibía el derecho de petición. Lo protegía.

PAPEL Y BOLÍGRAFO=SANCIÓN.
Pues cada vez que pedía papel y bolígrafo era indefectiblemente sanción sobrevenida. Pero papel y bolígrafo era lo único que podía esgrimir. Y lo esgrimía. No hacerlo no era posible. Uno no puede llamarse andana cuando escucha que están matando a palos a un hombre atado de pies y manos. Aun cuando fuese un delincuente. Aun siendo en el viejo penal del Puerto. Porque sean cuales sean sus circunstancias, cada hombre es en sí un hecho único e irrepetible.

Encabezamiento de una de las denuncias

SIETE SANCIONES.
He visto entrar allí hombres como castillos y a la vuelta de unos meses no eran ya ni la sombra de lo que habían sido. Los he oído agonizar a palizas. Me quejaba por escrito a la Dirección General, sanción al canto. He visto a un preso de la celda de enfrente a la mía (un tal Perogil) subirse al techo de la jaula y calcular el salto para dar exactamente con la cabeza en la esquina del camastro de hierro y poner fin a su martirio. Lo ha conseguido. Puse denuncia al Juzgado por asesinato inducido. Sanción suma y sigue. El Pistolas llegó a trincarle el pene a un preso con el gozne de la jaula y aporreárselo hasta partírselo. Me han impuesto siete sanciones muy graves en los veinte meses que estuve allí. Todas por lo mismo. Los partes los daba el funcionario de turno y las sanciones las ratificaba por unanimidad la Junta de Régimen: Director, Subdirector, Médico, Maestro y Cura. Cinco rangos distintos y un mismo objetivo: que el preso se adapte y no rechiste. Uno no se imagina a individuos así gastar gestos de cariño ni en familia.

Explicando a unos amigos y a su cuñado, Miguel Marroquín, las condiciones de vida en las galería.

HUELGA DE HAMBRE.
Me costó lo mío salir vivo de allí. Catorce días de huelga de hambre inclusive. Pero salí. Salí porque el zorro no pierde las mañas pero las fuerzas sí. Estaban prohibidas las huelgas, y se hacían más que en los países en que no estaban prohibidas. Estaban prohibidas las manifestaciones, y se hacían más que en los países en que no estaban prohibidas. Lo cual que por primera vez en 32 años la Bestia Parda tuvo que ocuparse en Consejo de Ministros de los pros y los contras de que se le muriese en el penal del Puerto un preso político --que tampoco existíamos-- y prevaleció lo segundo por fin. A eso debo el poder contarlo, y de chiripa. El sustituto del ultra Jesús González del Hierro se desplazó adrede a comunicarme que habían decidido retornarme a Segovia en cuanto estuviese en condiciones físicas. Y así ha sido.

Por última vez, tras las rejas del antiguo Penal de El Puerto.

CONDICIONES MEDIAVALES.
Supe lo que era el infierno sin necesidad de morirme. Además de un régimen penitenciario medieval, eran medievales las dependencias, los métodos de los carceleros y las condiciones de vida. La comida era insana y exigua: la tuberculosis y la desnutrición eran extendidas e intensivas. Entrar en celdas suponía perder los derechos subjetivos y tener que atenerse al rancho estricto. Durante nueve meses seguidos mi dieta fue: un plato de malta y un chusco, un plato de rancho y un chusco, un plato de líquido con un huevo duro y un chusco. Las celdas eran nichos de dos metros de ancho por 2,60 de largo por tres de alto; estaban dos metros por debajo del rasante del recinto y tenían un tragaluz de unos 50 centímetros; las camas consistían en una plancha de hierro empotrada en la muralla y en el suelo; tenían un lavabo y una taza de water (la de reducción un simple orificio) y un blindaje de barrotes de hierro o jaula entre la puerta y el catre de 1,40 de ancho por 1,30 de fondo para dejar fuera del alcance de un brazo la puerta al abrirla.

Con su mujer, Marta, delante de Nuestra Señora de París, en Francia. Año 2010.

COMPENSACIONES ECONÓMICAS.
Comprenderán que lo diga. No hay dinero que compense lo pasado por los presos en los presidios franquistas. No sería sufrible tanto suplicio si no fuese por la fe del carbonero que teníamos y por el sacrificio de nuestros camaradas y de nuestras familias. Hay tratadistas que dicen que el dolor es subjetivo. Los que eso dicen se enterarían de lo que vale un peine si tuviesen que soportar ser diestramente torturados  día y noche o nueve meses seguidos sin ver la luz del día en uno de los nichos de castigo del viejo penal del Puerto de Santa María. /Con su mujer, Marta Marroquin Travieso.

El millón y medio máximo ese sería un insulto de no ser que es un mero símbolo. Aún así, lo gratificante hubiese sido que las nuevas autoridades tomasen como primera medida darnos las gracias por los servicios prestados desde el papel del Boletín Oficial del Estado. Ese sí que hubiese sido un detalle. Pero no se hizo. Se ha tardado quince años. Y los que no tenían 65 años cumplidos o no llegaron a los tres de presidio han quedado ignominiosamente excluidos. Qué gran injusticia. Como injusticia ha sido haber hecho apechar a los heroicos guerrilleros antifranquistas veinticinco años con el estigma de bandoleros. Qué enorme injusticia. Quizá sea que las nuevas autoridades no sepan lo que es tener sitiada la vida o tenerla pendiente de un hilo o pisar un penal o pasar por un cuartelillo. Quizá sea que se piensen que la transición empezó en los Pactos de la Moncloa. Acaso esa fuese su bicoca. Acaso. Pero es la bicoca de muy pocos. Que conste. (Textos: Xesús Redondo Abuín. Julio 2001).

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A veces ocurren sucedidos que tuercen el destino de los pueblos. La distancia que regula el tiempo pasado convierte en inexplicables, determinadas decisiones de regidores que apuntan a intereses espurios o nada provechosos para sus pueblos y ciudades. Los hechos son los que son. Que cada cual reescriba su propio epílogo.

En un Pleno de la Diputación Provincial celebrado en nuestra Ciudad el 27 de junio de 1968, se aprobaron las distintas propuestas para el desarrollo universitario de la provincia, entre las que se encontraban las de El Puerto, al amparo del Plan de Expansión Universitaria, para la concesión en la provincia de Centros de Enseñanza Superior, propiciado por el entonces Ministerio de Educación y Ciencia.

Hoja del Lunes. 24 de junio de 1968.

El alcalde de la época, Don Luis Portillo Ruiz vio con clara perspectiva de futuro que aquella era una oportunidad de primer orden para el posterior desarrollo de la Ciudad, tanto en materia educativa, de infraestructuras, como de implementación de El Puerto como ciudad universitaria.

El día 11 de marzo de 1969 el Sr. Portillo se reunió con componentes de distintas entidades culturales de la ciudad y con profesionales de la vecina ciudad de Jerez de la Frontera. De esa reunión nació una propuesta para ser elevada al Pleno Extraordinario que habría de celebrarse un mes más tarde. Acompañado de estos señores concretó visita con Don Julio Rico de Sanz –Gobernador Civil de la Provincia-, el cual se comprometió a trasladar al ministro del ramo y ‘sin polémica de ningún tipo’ las pretensiones de la Comisión que le visitaba. /En la imagen de la izquierda, Julio Rico de Sanz, a la sazón Gobernador Civil de la Provincia de Cádiz.

La propuesta era la que sigue: el alcalde se comprometía a contribuir con 1 millón de pesetas y la cesión gratuita de 30 hectáreas de terrenos en las inmediaciones de la Sierra de San Cristóbal (entre Jerez y El Puerto), y quinientas toneladas de piedra de la Sierra para la cimentación de las construcciones a los efectos de establecer en nuestro término municipal la futura Ciudad Universitaria Gaditana. Al mismo tiempo la industria y el comercio de Jerez aportaban la nada despreciable cantidad de 30 millones de pesetas.

El Pleno del Ayuntamiento que hubo de celebrarse el 16 de abril de 1969, en reunión previa, propuso al alcalde ‘dejar el asunto pendiente’, a lo que éste se opuso y, sometido a votación se acordó por la unanimidad de los concurrentes ‘quedase pendiente ante una mejor información’. El argumento utilizado para justificar tal decisión fue que entre la primera reunión informal del 11 de marzo a la fecha, se tuvo conocimiento que la Diputación Provincial adquirió unos terrenos (compra/cesión por 1 peseta de 300.000,00 m2) a los señores Derqui -adinerada familia de Puerto Real- en el Pinar de la Algaida, habiéndose firmado escrituras para el emplazamiento de la futura Universidad de Cádiz, creyéndose que una precipitada ratificación de los primitivos propósitos podría ser contraproducente para ‘los superiores intereses de la provincia’. /En la imagen de la izquierda, el alcalde Luis Portillo Ruiz.

Corporación Municipal en 1969.

Los miembros de la corporación allí presentes lamentaron que, en la reunión previa a que antes se hace mención, el Alcalde Presidente Don Luis Portillo manifestase su propósito de presentar su dimisión si no conseguía una ratificación unánime e inmediata del expuesto que presentaba. Después de lo cual se despidió del Pleno, cuya presidencia se le ofreció y declinó, ratificándose en su determinación y firmando la renuncia al cargo. El último pleno de la Corporación Municipal al que asiste es en enero de 1969, aunque seguirá asistiendo a las Comisiones Municipales Permanentes de forma intermitente a causa de enfermedad, al menos hasta finales de marzo y en las de abril, figura en las actas que está ‘con licencia’. Luis Portillo fue sustituido por Juan Melgarejo Osborne el 25 de junio de 1969.

No es fácil encontrar a lo largo de la historia políticos que practiquen el derecho a la dimisión y mucho menos, por defender el desarrollo cultural y humanístico de sus representados. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, los intereses de los dirigentes de la Diputación Provincial, presidida por Fernando J. Portillo Scharfhausen, aliados con una parte considerable de la corporación municipal, dejaron a El Puerto sin ese polo de desarrollo que hubiera supuesto para la Ciudad un revulsivo cultural y económico con la que sería más adelante la Universidad de Cádiz. /En la imagen de la izquierda, Fernando Jorge Portillo Scharfhausen quien, aunque en esta ocasión no favoreció los intereses de El Puerto  sería nombrado Hijo Adoptivo de nuestra Ciudad el 5 de febrero de 1971.

El Puerto visto desde la Sierra de San Cristóbal. /Foto: Josemanuelav

Jerez visto desde la Sierra de San Cristóbal. /Foto: Josemanuelav

Con el tiempo, El Puerto ha vivido episodios parecidos en los que los intereses de la provincia han primado por encima de los intereses locales, con el inexplicable concurso de miembros de la corporación local. Por lo visto no aprendemos de la historia pasada.
Hoy día, la Sierra de San Cristóbal y su entorno siguen ofertando su magnífico emplazamiento a la espera de que a nuestros regidores se les ilumine la bombilla de las ideas. (Textos: Manolo Morillo).

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Luis Portillo Ruiz alcalde de El Puerto entre 1960 y 1969, nace en Granada en 1897, hijo de Luis Portillo de Pineda –familia de Mariana de Pineda—y de Conrada Ruiz Müller, segundo de los seis que tuvo el matrimonio. Por cierto que el padre de nuestro protagonista fue un industrial procedente de Granada que se instaló en nuestra Ciudad  en 1905, quien también fuera  alcalde de El Puerto entre  1910 y 1913. Al fallecimiento de éste se descubrió en el buró que tenía el título de abogado por el Sacromonte. Fue diputado a Cortes por el Partido Liberal del Conde de Romanones. La familia Portillo tenía, primero en alquiler y luego en propiedad, el Cortijo de ‘La Negra’, una molienda y una panificadora en el casco antiguo y una fábrica de jabón.

1897
El año 1897 una comisión de ‘romanos’, figurantes en la procesión de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, precedidos de la banda municipal desfilaría en dirección a la casa del Alcalde, donde les sería entregado el Pendón de la Ciudad que formaría parte de la procesión del Jueves Santo.

De 1897 data el óleo de grandes dimensiones, original de J. Delgado Palou ‘Aparición de la Patrona a Alfonso X’, que se encontraba en la escalera de acceso al Ayuntamiento de la Plaza de Isaac Peral y en la actualidad se encuentra expuesto en el Auditorio Municipal San Miguel y que vemos en la imagen de la izquierda.

La Compañía del Ferrocarril de El Puerto de Santa María a Sanlúcar de Barrameda, en cuyas manos estaba la concesión del ferrocarril de dicho tramo, transfirió sus derechos el 10 de febrero a la Compañía Belga de los Caminos Vecinales de Andalucía. El jesuita Juan Oliver Copons, deja de dirigir las congregaciones de San Luis Gonzaga, siendo sustituido, solo ese año, por el P. Francisco Tarín.  En 1897 dejaba de ser el edificio de las Casas Consistoriales el Convento de Santo Domingo, que lo ocupó como tal hasta dicha fecha. Ese año nacen el escritor gaditano José María Pemán y el portuense Manuel García Ruíz (hijo de Manuel García Gallardo y de Encarnación Ruiz Chaparro), que emigró muy joven a Salta (Argentina). Muere el político José Luis Albareda y Sezde, quien fuera ministro, diputado y senador del Reino vitalicio.

Los padres de nuestro protagonista, Luis y Conrada, y su hermano Ángel y el propio Luis, en el centro de la imagen.

Nuestro protagonista estudió interno en el Colegio de los Jesuitas, formación que siempre tendrá presente.  En 1919, ingresa en la entonces Academia General Militar de Toledo, donde saldría con el empleo de Teniente de Infantería. Con 24 años fue a la Guerra de África, también llamada Guerra del Rif o Guerra de Marruecos, en 1923, donde resultará herido en un brazo, en 1925, durante el Avance y Retirada de Xauen. Luis, convaleciente de sus heridas, sería recibido en El Puerto como un héroe por una multitud que lo aplaudía allá por donde iba./En la iamgen de la izquierda, en una imagen al salir de la Academia General Militar de Toledo.

En la imagen, recibido en las calles de El Puerto como un héroe por la multitud.

Luego, durante su carrera militar,  estaría a las órdenes del General Franco, también en el Ejército de Africa –y en la Legión Española—del que decía era un buen organizador y estratega. En 1926 fallece su padre. En 1927 vivía en el número 2 de la calle de la Plata. Ese año crea en El Puerto las Juventudes Patrióticas y lo nombran correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de la Lengua.

En 1931, con la proclamación de la II República se da de baja en el Ejército. Luis había sido abanderado de Alfonso XIII y tenía un tío que era Intendente de Palacio, el Conde de Eibar. De hecho, Luis no juraría la bandera republicana, así que regresó a su domicilio de El Puerto dedicándose a los negocios y asuntos de la familia, siendo muy querido por los empleados. Tenía entonces 34 años.

QUEIPO DE LLANO.
El díscolo general Queipo de Llano vivió una temporada en la calle de las Cruces de nuestra Ciudad, desterrado por el gobierno monárquico, dada su condición de republicano, en la actual casa de Roberto Romero Laffite, entonces propiedad de los Pineda. Estalla la Guerra Civil y Queipo de Llano se dirigió a la Panificadora que dirigía Luis, que le interpeló al llegar: «—Portillo, vamos a salvar la República», a lo que éste le respondió: «—Mi general, lo siento, pero por la República no muevo ni un pelo. Yo soy monárquico. Ni he jurado su bandera, ni cobro de la República, ni tengo nada que ver», a lo que Queipo despectivo le espeta: «--Portillo, quédese con los panecillos». «—A sus órdenes», fue la marcial respuesta de nuestro protagonista. Pero la conversación no quedó ahí pues Queipo salió y volvió a entrar en las dependencias de la Panificadora y le interpeló de nuevo: «--Portillo, vamos a salvar a España». Y la nueva respuesta fue: «—Mi general, por España, vamos». Y lo dejó todo y se incorporó al Ejército con Queipo de Llano, reuniéndose con su pariente Juan Abreu, militar también marchando a Jerez a la casa del Marqués de Casa Arizón, para informarle de la sublevación y a Cádiz con el General Varela, al estar rotas las comunicaciones. Quedaría incorporado al Regimiento Granada Nº 6. Llama la atención que Queipo de Llano, que iba a defender a la República acabaría en el bando de los sublevados.

A partir de entonces estará tres años en diferentes destinos del Ejército. En Sevilla tendrá a sus órdenes a los militares encargados de custodiar las cárceles, a los que adiestrará con piedras, en una Estación de Tren en desuso.

Con su mujer, la porteña Gloria Cía Pino, en el Parque sevillano de María Luisa.

BODA EN SEVILLA.
Con 39 años, al principio de la Guerra Civil, se casa en 1936 en Sevilla con la porteña Gloria Cía Pinto, con la que tendrá seis hijas: Carmen, Gloria, Isabel, Mercedes, María Dolores y Beatriz, quienes les darán 15 nietos y, a día de hoy 21 bisnietos. Se establecen a vivir en Sevilla. En función de posteriores destinos, algunas de sus hijas nacerán en Sanlúcar de Barrameda siendo apadrinadas por los Infantes de Orleans y Borbón.

En cierta ocasión, preguntado por su hija Isabel, adolescente, sobre que hubiera hecho si le hubieran ordenado comandar un pelotón de fusilamiento durante la guerra, la respuesta fue clara, rotunda: «—Me hubiera negado, de ninguna manera hubiera cargado en mi conciencia con la muerte de nadie. Hubiera preferido morir, y negarse, en aquellos tiempos, traía aparejada la pena de muerte». Consideraba que el mejor libro de guerra que se había escrito era “Abajo las armas”, de Berta de Sutner.

Será al final de la contienda civil cuando consigue cobrar los emolumentos de aquellos tres años que sirvió al ejército sin recibir salario ni soldada alguno. Continuó un tiempo en Sevilla, dejando la gestión de la Panificadora a su hermano José hasta su desaparición, y será destinado a Sanlúcar de Barrameda como Comandante Militar de la Plaza.

SANLÚCAR, CÁDIZ, PONTEVEDRA, TENERIFE.
En Sanlúcar, durante la II Guerra Mundial, se construyeron bajo su mando como Comandante Militar de la plaza los bunkers que todavía permanecen en la playa: por Sanlúcar y por la desembocadura del Guadalquivir pasaban convoys del Ejército Aliado y del bando alemán. Luego, en Cádiz le coge la Explosión de 1947, ya con tres hijas en el mundo y su mujer embarazada. Vendrán otros destinos: Pontevedra, Tenerife, como Teniente Coronel Mayor donde padecerá un infarto y decide pasar a la reserva militar activa.

En el Ayuntamiento de Sanlúcar, durante una copa navideña. /Foto: Barro.

REGRESO A LA PENÍNSULA.
Luis y su familia regresan a vivir a Cádiz por espacio de un año. El General Franco selecciona a militares que fueran de su confianza para la actividad política y, a través de Camilo Alonso Vega le ofrece la alcaldía de Sanlúcar de Barrameda en 1954, donde será alcalde por espacio de cuatro años y medio. Allí, en cierta ocasión tuvo que entrar a parlamentar con el líder de los comunistas que permanecían encerrados efectuando unas reivindicaciones, con un tal ‘Santero’, e informó por escrito: «--En Sanlúcar no han leído a Marx ni Engels, en Sanlúcar lo que hay es mucha hambre y necesidad». Estamos hablando de finales de la década de los cincuenta del siglo pasado.

Vista aérea de Sanlúcar de Barrameda.

Allí, entre otras acciones, construirá la carretera de la Jara, el alcantarilado general y abastecimiento de aguas del caso antiguo, alumbrado de la Calzada y buena parte de los Barrios Alto y Bajo, repoblaciones forestales, arregló la carretera de Bonanza y creó la Cooperativa Vitivinícola Sanluqueña. Será nombrado Hijo Adoptivo en 1959.

ALCALDE DE EL PUERTO.
A principio de los sesenta, Luis Caballero Noguera le animó para que fuera alcalde de El Puerto. Le habló tanto de las excelencias de la Ciudad –pero no de los problemas—e insistió tanto que, en abril de 1960, ocuparía el sillón de primer edil con 63 años, sustituyendo a Miguel Castro Merello. Además, por disciplina militar también aceptó ser Jefe Local del Movimiento, aunque no estaba muy conforme con ostentar dicho cargo. Durante su mandato vivió en la vecina Sanlúcar, trasladándose a diario desde la vecina población en su vehículo particular cuyo chófer era un sanluqueño de apellido Hernández. Sería diputado provincial durante el mandato que se iniciaba en 1964. /De izquierda a derecha, n.n., Luciano Sánchez González,  Gobernador Civil, Miguel Castro Merello, alcalde saliente y Luis Portillo, con la vara de mando, tras su toma de posesión en el salón de plenos del Palacio Municipal de la plaza de Isaac Peral. /Foto: Rasero. Archivo Municipal.

Tanto en Sanlúcar como en El Puerto, reactivó los sindicatos verticales: estaban anulados y desencantados, poniéndolos en movimiento. Le preocupaba mucho la infravivienda. En aquellos años se construyeron algunos grupos de viviendas en la Ciudad. Le preocupaba mucho el patrimonio de los portuenses, que no fuera esquilmado y que no tuvieran servidumbres innecesarias.

Ante la fachada del Castillo de San Marcos. De izquierda a derecha, Luis Portillo, José González cámara de TVE, de espaldas el Almirante Gener Cuadaro, el teniente Rafael Romero Bustillo yerno de Luis Portillo y su esposa Isabel Portillo Cía, hija de nuestro protagonista, en 1964, año en que el fue Reina de las Fiestas de la Hispanidad.

Durante su mandato vivió varias huelgas de diverso tipo y siempre se negó a que las fuerzas  de seguridad entraran en El Puerto a ‘resolver’ los problemas. «--A los civiles no se les puede apuntar con armas», afirmaba abundando que «--Los problemas de El Puerto los arreglo yo, no necesito que venga nadie de fuera».

EL PENAL.
En 1961 hubo un motín en el Penal durante el cual los presos se negaban a entrar en las celdas planteando una serie de reivindicaciones.  El alcalde, una vez más, se ofreció a  hacer de interlocutor y fue a dialogar con los líderes de los amotinados quienes les contaron sus reivindicaciones sobre cuestiones de salubridad, hacinamiento y otras relativas a derechos humanos, consiguiendo que depusieran su actitud, tras la mediación de nuestro protagonista. Se negó a que le pusieran escolta durante el encuentro con los penados, encuentro que se prolongó durante toda la madrugada, finalizando a las 10 de la mañana y saliendo en dirección a su despacho de la Alcaldía. /En la imagen de la izquierda, el vestíbulo del antiguo Penal.

LOGROS.
La Ciudad había crecido en los últimos años de mandato de Luis Portillo. Como referencia en el acta del Cabildo Municipal de fecha 5 de febrero de 1967,  se hacía un balance de lo actuado en el último trienio. El río Guadalete, conocería la mejora de su dragado y la construcción de una escollera; la finalización del Ambulatorio de la Seguridad Social ‘Virgen del Carmen’; lo avanzado de la construcción de la Piscina de la Juventud, así como la llegada de nuevos hoteles a la Ciudad. Los funcionarios municipales estarían de enhorabuena, vieron nivelados y mejorados sus haberes en un sesenta por ciento.

Luis Portillo, con los bomberos.

En Obras Públicas, se contemplaban las dos fases de la Gran Avenida de Valdelagrana, y las calles Cruces, Postigo, Santa Fé y Sol. Los alcantarillados de Valdelagrana, Crevillet, colector de la Inmaculada, nivelación de Crevillet. Locales de la Cruz Roja. Reforma del Mercado al por Mayor, Matadero Municipal, Paseo Marítimo y Carreteras de Valdelagrana.

Durante la inauguración del Colegio José Luis Poullet,, de izquierda a derecha, el presidente de Diputación, Fernando Portillo, el Gobernador Civil, Santiago Guillén,  Luis Portillo Ruiz y otras fuerzas vivas de la Ciudad, el 27 de julio de 1968. /Foto: Archivo Municipal.

En Educación, se veían reducidos –por innecesarios—los Cursos de Alfabetización. Se crearon  1200 plazas en Comedores Infantiles. Se ponían de manifiesto la necesidad de mejoras en algunas escuelas antiguas y se daban por cumplidas la misión transitoria de las escuelas de emergencia. Subvención a la Escuela de Menores. Inicio de la construcción del Instituto Muñoz Seca.

Durante la bendición de las nuevas viviendas de los trabajadores de Osborne. A la izquierda, la fachada del actual Teatro Municipal. 11 de mayo de 1964. /Foto Archivo Municipal.

En Vivienda, la gran preocupación de Luis Portillo como ya se ha señalado, se pudo haber hecho más si hubiesen respondido los organismos correspondientes a nivel supramunicipal. Estaban cedidos 9.000 metros cuadrados a la Obra Sindical del Hogar para la construcción de viviendas en terrenos de Crevillet, “por un valor de cuatro o cinco millones de pesetas de la época” [sic].

Fragmenteo del acta de la sesión del Cabildo Municipal de fecha 5 de febrero de 1967. /Nuestro agradecimiento al Archivo Municipal.

El acta de la sesión recogía: «Por fin se van terminando las 118 viviendas de la Guardia Civil. Las 96 de la Renfe, las 120 por el Patronato Municipal de la Vivienda que con las 210 construidas por el organismo suman 330, aparte de las 224 ya construidas y entregadas en Crevillet, las 25 para maestros en estado muy avanzado de construcción en La Puntilla y Ventorrillo del Portazgo, las 90 de la Diputación empezadas en estos días y las 40 para los refugiados de la Plaza de Toros, es decir que durante el trienio transcurrido desde la renovación de la anterior corporación, entre construidas y casi terminadas hemos cubierto un programa de 1043 viviendas»

Durante la inauguración de una de las ampliaciones del Hotel Fuentebravía. A la derecha de Portillo, su secretario particular, el recordado Juan Martín Vélez, a su izquierda, el propietario del parador, José Luis Kutz Muñagorri.

En Turismo, El Puerto vivió una época de desarrollo y expansión turística: alojamientos como el Caballo Blanco, la reforma y ampliación del Hotel Fuenterrabía, la creación del Cangrejo Rojo –luego –Club Mediterranee--, la Avda. Eduardo y Felipe Osborne en Vistahermosa o el inicio de la urbanización Valdelagrana, fueron algunos de aquellos hitos que contaron con el respaldo del que fuera ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne.

Manuscrito de Luis Portillo Ruiz.

LA UNIVERSIDAD.
Intentó, sin éxito, traer algunas dependencias universitarias,  entonces dependiente de la Universidad de Sevilla, a El Puerto, a la sierra de San Cristóbal. Sin embargo, los intereses de los dirigentes de la Diputación Provincial, presidida por Fernando J. Portillo Scharfhausen, aliados con una parte considerable de la corporación municipal, dejaron a El Puerto sin ese polo de desarrollo que hubiera supuesto para la Ciudad un revulsivo cultural y económico con la que sería más adelante la Universidad de Cádiz. Con el tiempo El Puerto ha vivido episodios parecidos en los que los intereses de la provincia han primado por encima de los intereses locales, con el ¿inexplicable? concurso de miembros de la corporación local. Precisamente en un Pleno de la Diputación Provincial celebrado en nuestra Ciudad el 27 de junio de 1968, se aprobaron las distintas propuestas para el desarrollo universitario de la provincia, entre las que se encontraban las de El Puerto, al amparo del Plan de Expansión Universitaria, para la concesión en la provincia de Centros de Enseñanza Superior, propiciado por el entonces Ministerio de Educación y Ciencia.

Los pozos de La Piedad. Al fondo, la Sierra de San Cristóbal. (Foto García Lázaro).

Este episodio fallido le produjo tal suerte de desencanto que aceleró su dimisión. Renunció al cargo el 16 de abril de 1969 en una reunión previa al pleno que se celebraba ese día, al no conseguir que los miembros de la Corporación Municipal ratificaran un expuesto en el que se proponía la cesión de terrenos en la Sierra para ubicación de la Ciudad Universitaria de Cádiz. El único que le apoyó fue el concejal José Puente., si bien en el acta que recoge la sesión plenaria, consta que fue rechazada 'por unanimidad'. El último pleno de la Corporación Municipal al que asiste es en enero de 1969, aunque seguirá asistiendo a las Comisiones Municipales Permanentes de forma intermitente a causa de enfermedad, al menos hasta finales de marzo y en la las de abril, figura en las actas que está ‘con licencia’.

Cuando asumió la alcaldía el Ayuntamiento tenía 10 millones de déficit y cuando la dejó, un superávit de 20 millones y todos los gastos pagados. Tiempo atrás había planteado su dimisión a Camilo Alonso Vega que no le había sido aceptada. Será sustituido por Juan Melgarejo Osborne el 25 de junio de 1969. (ver nótula núm. 890 en GdP).

Luis Portillo, recibiendo a las puertas del Ayuntamiento, con la Corporación Municipal bajo mazas y formada la Guardia de Gala, al gobernador civil de la provincia, Santiago Guillén Moreno. /foto: Archivo Municipal.

HONORES Y DISTINCIONES.
En un a modo de desagravio iba a ser propuesto para recibir el empleo de General Honorífico, a lo que se negó, harto de recibir honores y de como había finalizado su mandato. Estaba en posesión de las Medallas de Campo, Cruz de Guerra y Cruz Roja M.M. En 1926 recibió la medalla del Sufrimiento por la Patria, en 1963 la Cruz de San Hermenegildo y en 1968 la Orden de Isabel la Católica, entre otras distinciones. Fallecería en noviembre de 1978, con 81 años de edad.

2

IP, celebrando el triunfo de las elecciones en 1991. /Foto: Fito Carreto.

…Me emocionó reencontrarme en estas páginas, hace ahora una semana, con un viejo amigo del que llevaba años sin noticias. En realidad sigo sin saber de él, porque lo que vi fue una foto  del 91. Es esa en la que un grupo de militantes, o lo que sea, de esa formación celebra con indisimulable jolgorio la victoria en votos de las municipales de ese año.

Pero en verdad no parecen los miembros de un partido celebrando un triunfo electoral, sino los socios más desinhibidos de una peña que acaba de ser agraciada con el tercer premio del Sorteo del Niño. Ya intuían que lo que les había tocado era la lotería.

Entre ese batiburrillo de rostros, tan exageradamente risueños que parecen incapaces de gestionar semejante éxito, está el careto lampiño de mi viejo amigo, que entonces tenía veintipocos años y un futuro tan incierto como el de cualquier joven de barrio y algunos llamativos proyectos de regeneración política de los que no se cansaba de hacerme partícipe en cuanto tenía ocasión.

"Lo que se va a acabar aquí es la política", afirmaba, meneando el índice de su diestra al compás del discurso.

Lo que él llamaba política eran los partidos tradicionales, que por aquel entonces estaban empezando a sufrir los primeros envites del desencanto tras la luna de miel de la Transición y con el lomo sucio de los escándalos socialistas emergiendo en los periódicos.

"Necesitamos a gentes del pueblo preocupándose por las cosas del pueblo", sentenciaba con una de esas frases que le ponían el vello de punta a él, y sólo a él.

Un modelo había demostrado su ineficacia e íbamos a ser privilegiados testigos de una nueva forma de gestión de lo público representada por ideólogos como Jesús Gil, Hernán Díaz Cortés o Julián Muñoz: un antes y un después con nosotros en medio.

Me pregunto si seguirá celebrando el fin de la política en el país del Norte de Europa donde se tuvo que largar porque esto se moría; si habrá oído hablar de la honesta deriva de los partidos populistas que nacieron para ocuparse de los problemas del pueblo; cuánto daría por saber que, según me cuentan, un conocido concejal portuense al ser preguntado hace unos días sobre la posibilidad de dejar el cargo como hizo Moresco respondió con sorna al interlocutor que si le veía cara de tonto para dejar de cobrar 47.000 euros al año, más dietas, sin hacer ni el huevo. Y qué fue de sus viejas ilusiones.  (Texto: Ángel Mendoza. Escrito el año 2006)

3

Tadea González de Frago,  marquesa de San Jorge nació en El Puerto de Santa María,  el 9 de diciembre de 1736. Es precisamente por esta época cuando comenzó a implementarse el régimen virreinal borbónico en Santafé de Bogotá (Colombia). Su ciudad natal había sido recientemente incorporada (1729) a la corona borbónica. Esto nos hace pensar que tanto en España como en Nueva Granada, Tadea González se encontraba en un medio inmerso en el proceso de incorporación no solo de las políticas sino también de la cultura borbónica.

Retrato de La Señora Doña María Thadea Gonzáles Manrique del Frago Bonis, Natural del puerto de santa María, Ilustrísima Marquesa de San Jorge de Bogotá. Óleo sobre tela. Autor: Joaquín Gutiérrez. Fecha: 1775. Museo de Arte Colonial. (Bogotá. Colombia).

El retrato de la Marquesa de San Jorge forma un díptico con el retrato del Marqués de San Jorge, serie que el mismo Marqués encargó a Joaquín Gutiérrez. […]

Exhibir el escudo de armas, el lujo que adorna un cuerpo femenino a través del peinado, el vestuario, los colores, las texturas y el brillo del metal dorado y de las esmeraldas, asociados a los objetos religiosos, y la cartela que aclara su origen de casta, la marquesa era española de nacimiento, y su título nobiliario, además de demostrar el buen gusto, permitía a las familias de la élite neogranadina afirmar no solo la nobleza sino también la virtud, considerada esencial en el ideal de la mujer. /Portada de 'Historia de El Puerto de Santa María, desde su incorporación a los dominios cristianos en 1259 hasta el año 1800', de Hipólito Sancho.

Se sabe que la marquesa era hija de Doña Rosa del Frago y Bonis y del presidente de la Real Audiencia, Francisco González Manrique, oriundo de la villa de El Pedroso, jurisdicción de Nájera (La Rioja), y quien había sido antes capitán del regimiento de Córdoba y castellano (encargado del castillo) en el castillo de San Luis de Bocachica en Cartagena de Indias (Colombia).

El padre de la marquesa ocupaba el cargo de Presidente de la Real Audiencia de Santafé en 1740 cuando se levantó la suspensión del virreinato de Nueva Granada y se nombró a Sebastián de Eslava como nuevo virrey. Al morir en 1747, Francisco González se había casado por segunda vez y, radicado en Santafé, se dedicaba al comercio de tabaco. /Escudo de los Medinaceli.

Se dice que a la muerte de Francisco González Manrique la situación económica de la familia no era muy buena y que el futuro marido de Tadea González, Jorge Lozano, marqués de San Jorge de Bogotá,  proporcionó la dote de la novia al contraer matrimonio, sin la aprobación de los Lozano, en la capilla de indios de El Novillero. El yerno además concedió las tierras de Támara y Morcote, en el Casanare, a la familia de la novia para que sus parientes la administraran. /Estandarte de Carlos III.

El cuadro de la marquesa portuense, fechado en 1775 y el segundo matrimonio de Jorge Lozano con Magdalena Cabrera en 1778 sugieren una muerte temprana, después de haber dado a luz nueve hijos, entre ellos, Jorge Tadeo Lozano.

EL MARQUÉS DE SAN JORGE.
Retrato de El Señor Don Jorge Miguel Lozano de Peralta, y Varaes, Maldonado de Mendoza, y Olaya, Ilustrísimo Marqués de San Jorge de Bogotá. Octavo poseedor del mayorasgo de este nombre. Ha servido los empleos de Sargento Mayor Alferes Real y otros varios de República en esta corte de Santafé, su Patria. Óleo sobre tela. Autor: Joaquín Gutiérrez. Fecha: 1775. Museo de Arte Colonial. (Bogotá. Colombia).

'Don' Jorge Miguel Lozano, mínima fórmula de respeto con que podría ser interpelado en vida, además de 'Señor', 'Ilustrísimo' o de la enumeración de sus apellidos, fundamentales para su denominación como 'Marqués de San Jorge', junto con sus riquezas y sus "servicios a la Corona", nació en Santafé de Bogotá el 13 de diciembre de 1731 y murió el 11 de agosto de 1793 en el convento de la recolección de San Diego de Cartagena de Indias. Considerado uno de los hombres más acaudalados y poderosos del Nuevo Reino de Granada.

JORGE TADEO LOZANO.
Padres de Jorge Tadeo Lozano, su familia conforma quizá uno de los ejemplos más fascinantes para acercarse a los cambios y permanencias que se sucedieron entre las dos últimas generaciones de la época colonial especialmente desde el punto de vista de una antropología política atenta a la devoción de las élites neogranadinas, tanto criollas como peninsulares, por los signos asociados a la monarquía española y a su nobleza civil, militar y religiosa. /En la imagen, Jorge Tadeo Lozano de Peralta y González Manrique, vizconde de Pastrana (Bogotá, 30 de enero de 1771 - Bogotá, 6 de julio de 1816) fue militar, médico, intelectual y estadista colombiano que presidió el Colegio Electoral de Cundinamarca y fue presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada durante la Independencia.

En la imagen de la izquierda, logotipo del Museo Colonial de Bogotá (Colombia).

Su hijo, Jorge Tadeo Lozano, quien fue el principal impulsor de la "Sociedad Patriótica" de Santafé -cuyo propósito era implementar la modernización económica y social de Nueva Granada bajo el espíritu del despotismo ilustrado-, emprendería, en tiempos independentistas, la malograda creación de una monarquía constitucional cundinamarquesa que respetara el poder de la nobleza española tanto como los principios de una república federalista; y tras años de disputas civiles sería encarcelado y condenado a la pena capital según los principios jurídicos del estado monárquico que defendía. (Textos: Carlos Rojas Coccoma,  por cortesía de José Luis Chacón).

Museo de Arte Colonial. Bogotá. Colombia.

Casa del Marqués de San Jorge

2

"El Puerto de Santa María vive horrorizada la inminente ejecución de un pobre desgraciado. En los momentos en los que se preparaban las fiestas para la inauguración del puente de San Alejandro, ha llegado la triste noticia. El Tribunal Supremo ha confirmado la pena de muerte para Antonio Roldán y éste será ejecutado, salvo que medie a última hora el indulto del Rey, en el lugar destinado para ello en El Puerto de Santa María, es decir, la plaza del Polvorista, cerca de la ribera del río. Ayer le fue leída al preso la condena definitiva y, a continuación, fue puesto en capilla. Desde Granada y Albacete han llegado dos verdugos con los terribles instrumentos para ejecutar la pena. El triste cortejo saldrá el domingo de la Cárcel y recorrerá la plaza de la Herrería, Ribera del río, Pescadería, calle de la Aurora y plaza del Polvorista. A las ocho de la mañana debe estar cumplida la pena. El alcalde y las autoridades portuenses están haciendo gestiones para que llegue el indulto y librar a El Puerto de este suceso". Publicado hace 127 años en Diario de Cádiz. 21 de marzo de 1884.

Plaza del Polvorista, en el siglo XIX, con el Cuartel de Artillería al fondo, hoy Teatro Municipal Muñoz Seca y viviendas de empleados de Osborne.

GARROTE VIL.
«El garrote como instrumento ejecutor de la pena de muerte se comenzó a utilizar en España en el siglo  XIII, tratándose en un principio en una forma de ejecución por medio de estrangulamiento con un artificio fabricado con cuerdas y palos. Los primeros garrotes eran un simple nudo corredizo con un palo que lo retorcía y estrechaba un círculo en torno al cuello. Esta cuerda fue substituida por una argolla o collar de hierro accionado como un torniquete. Luego se le aplicó un tornillo que al girarlo, reducía el diámetro y estrangulaba .

Ejecución en una cárcel de Cuba.

Ejecución en una cárcel de Filipinas. ¡Vaya trabajito el del verdugo!

Ahora bien, mientras la guillotina no fallaba nunca en aquello para lo que había sido creada, el garrote no siempre causaba la muerte, pues su eficacia dependía en gran meddia de la fuerza física del verdugo y de la resistencia del cuello del pobre infeliz. Aún así, el nada eficaz invento lo exportamos a otros lugares del mundo, como Cuba o Filipinas, con quien tuvimos relaciones desde El Puerto de Santa María». Druida de la Historia.

4

Francisco Artola Beuzón nació en El Puerto de Santa María el 4 de Marzo de 1927. La rebelión fascista de 1936 le dejó sin padre, un carpintero socialista que murió fusilado. Siendo un niño comenzó a trabajar en distintos oficios hasta que a los 18 años entró en una bodega como arrumbador. Unió su vida a la de Lola Ibáñez en 1954. Militante del Partido Comunista de España desde 1958 ha desarrollado una importante labor sindical y política , sobre todo durante la dictadura. Su trabajo político le llevó a la cárcel durante varios años.

Jueces del Tribunal de Orden Público, en Madrid, finales de la década de los sesenta del siglo pasado.

En 1970 fue detenido junto con unos cincuenta militantes de todo el Marco de Jerez de los que acabaron ingresando en prisión cinco: Paco de las Flores, Paco Artola, Paco Cabral, Emilio Chulián y  Manuel Romero Pazos con su hermano Juan. El proceso lo dirigió el tristemente célebre TOP (Tribunal de Orden Público) que aplicaba la ley 45/1959 de Orden público. Fue presidente del Foro de la Memoria Histórica de El Puerto. Y personaje protagonista de un libro parar enseñar español a los noruegos.

Dolores Ibáñez Serero, ‘Lola’, nació en El Puerto el 18 de Febrero de 1927. Trabajó desde muy pequeña para ayudar a sacar adelante a su familia, su madre y dos hermanas. Trabajó en la fábrica de fundas de garrafas que hubo en el Molino y limpió los suelos para otros. Limpiando una de esas casas conoció a Paco que pasaba cada día por la puerta camino de la bodega y allí tenía su paradita para querer y mirar.Por amor, acompañó a Paco en la vida y durante su militancia comunista de 50 años y llegado el momento lo siguió por las diferentes cárceles --Cádiz, Carabanchel, Jaén, …-- donde él cumplió tres años de cárcel; en ella confiaban las familiares de los presos para llevar sus peticiones a los carceleros.

Lola mantenía el contacto de los presos con las organizaciones solidarias del exterior. Sus hijos recuerdan como les aliviaba la ausencia diciéndoles que su padre estaba en la mili. A Lola la recordamos todos y todas trabajando siempre, de pie en la sede, en la calle, en las manifestaciones y cuando las piernas ya no la dejaron, batiendo huevos o pelando patatas en la trastienda de la caseta de la feria, sentada si, pero siempre en su trinchera discreta. Muchos y muchas no sabíamos hasta hoy ni sus apellidos pero hemos aprendido de ella la fuerza del amor y la solidaridad y el ejemplo del trabajo tesonero. Murió en 2009. (Texto: Juan Rincón).

LA VIDA DE PACO CONTADA POR ÉL MISMO.
"Me llamo Francisco Artola Beuzón estoy consumiendo el ultimo tercio de mi vida. Nací en el Puerto de Santa Maria, miembro de una familia modesta, mi padre carpintero, mi madre trabajadora domestica cuando era soltera (antes muchacha de servicios).

Soy el mayor de tres hijos, dos varones y una hembra, esta la mas pequeña. Mi hermana murió muy joven afectada de tuberculosis, por falta de medios económicos no se curó, pues aunque de estraperlo, en el mercado negro se podía adquirir la estreptomicina que a tantas personas salvó en aquella época.
Esto añadió a mi madre uno mas de sus grandes sufrimientos, pues cuando yo tenía nueve años, estalló la Guerra Civil de 1936, a mi padre en Septiembre de ese mismo año lo asesinaron por sus ideas socialistas de Carlos Marx y de Pablo Iglesias, que aun viven, digo la vigencia de su filosofía, aunque sus congéneres actuales traten de enterrarlos en lo mas profundo del globo terráqueo.

A mi madre también la asesinaron, solo que lentamente, pues una vez viuda con tres hijos de corta edad, no tuvo más remedio que ponerse a trabajar de lo que sabia hacer. Hasta para eso le pusieron condiciones.

Mi hermana no estaba bautizada por voluntad de mis padres, aunque mi padre era agnóstico, mi madre creyente y la época fue en plena vigencia de la República, acordaron que fuera ella la que cuando tuviera criterio propio tomara la determinación que más le apeteciera.

Paco Artola y su mujer, Lola Ibáñez, con su hija, en una foto familiar.

Hubo que bautizarla con cuatro años de edad, por imposición, si no era así, no admitían a mi madre en ninguna casa de lavandera. Entre las ricas del Puerto y algunas correveydiles formaban unas conferencias religiosas donde vigilaban las conductas de las personas. Todo menos persuadir a la propia Iglesia de que no apoyaran a quien faltaba al quinto mandamiento de la Ley de Dios, según la Iglesia Católica y única en aquellos tiempos. No quiero contar todas las penalidades que mi madre tuvo que soportar a lo largo de toda su vida, seria largo y muy triste.

Mi padre, profesional de la carpintería, hombre de carácter mas bien serio pero muy bueno, no lo digo yo, se lo he escuchado a muchas personas que habían tenido trato con el, incluidos algunos adversarios políticos, pues lo recordaban como una gran persona. Puedo contar muchas cosas que ningunas serian agradables y por lo tanto sigo con mi vida, aunque palparan como los acontecimientos me marcaron.

ABANDONO DEL COLEGIO.
Salí del colegio con apenas diez años, estaba en un colegio de los llamados de pago, no porque mis padres pudieran pagar, fue por parentesco entre el maestro D. Alfonso Cárdenas y mi madre que eran primos hermanos y por esa razón no le cobraba sus honorarios. Este colegio estaba considerado como uno de los mejores del Puerto, pues a el afluían los niños de clase media y clase media alta.

Escuela de Alfonso Cárdenas, en la calle Luna, frente al desaparecido Teatro Principal, hoy convertida en una entidad bancaria.

Dejé de ir al colegio porque como mi madre se tenia que ir a trabajar desde las nueve de la mañana hasta muy tarde, de noche, nosotros no teníamos quien nos cuidara ni obligara a nada, yo hice mi primera robona, la verdad es que me gusto ese régimen de libertad que experimentaba, sin darme cuenta que estropeaba mi vida para el futuro.

No muy convencido volví al colegio. El nuevo régimen obligo a todos los colegios laicos a dar el catecismo y otras obligaciones religiosas, pues en este colegio en ese aspecto lo único que se daba era Historia Sagrada como asignatura. Varios niños condiscípulos míos iban con indumentarias de flechas falangistas y ornamentadas con muñequeras y cintos cubiertos con balas y balines de fusil o pistola. Estos niños por lo visto escuchaban en sus casas las tropelías que hacían los fascistas y en el colegio las repetían con regocijo delante de mí. D. Alfonso con mucho sigilo pudo prohibir aquellos signos exteriores, pues el también tenia miedo.

Con su mujer, en una playa portuense.

PRIMEROS TRABAJOS.
Trabajé en muchas actividades distintas, cuando esto sucedía mi madre se ponía contenta, lo que no quería era que vendiera periódicos por las calles, que también los vendí, recogí maletas en la estación de ferrocarril y transporte canastas al hombro desde el palenque donde se subastaban los productos del campo a los puestos de fruta y verduras.

Mi primer trabajo donde estaba recogido un porrón de horas, era en una bodeguita pequeña que había en la Plaza Peral donde me aprovecharon bastante, pues aparte de las horas establecidas, tenía que hacer mandados para la casa, hasta que me aburrí y me fui.

DE AYUDANTE DE COCHERO.
Para no entrar en detalles después de la bodega trabajé en un Hotel de mandadero y friega platos, con un coche de caballo, de ayudante. El cochero era un sevillano que acababa de salir del Penal por delito común, un granuja, me llevaba en el pescante del milord no porque le hiciera falta, sino porque eran los tiempos de la Guerra Civil y El Puerto fue deposito de italianos que venían muchos de ellos obligados, para apoyar a los franquistas. Estos cuando pagaban el servicio le daban propina para el picolini, que era yo y el picolini no veía ni un céntimo.

TORTAS CALLEALTA Y ENOLOGÍA POULLET.
Trabaje en un obrador de tortas de polvo, merengues y bollos de leche que los hacia muy ricos Pepe Callealta. En una fabrica de productos químicos y otras materias relacionadas con el vino, su propietario era D. Rafael Poullet, su fabrica era pequeña, pero él un gran emprendedor.

POSGUERRA.
Todo esto dentro del periodo bélico español. A partir de la posguerra nuestra trabaje en una fabrica de mosaicos, de ayudante de estraperlista, en una granja de conejos, en un chalet de cochero, en este trabajo me despidieron por ladrón, pues había una cocinera de un pueblo de la sierra, creo que del Gastor que tenía al marido enfermo y preso en el Penal del Puerto por sus ideas políticas, como es natural necesitaba ayuda y mi madre también. Pues bien yo cogía parte del pienso del que les echaban a las bestias, lo metía en una talega y lo vendía, mitad para la cocinera y mitad para mi madre, esta situación duró poco, pronto me cogieron y me pusieron de patitas en la calle.

Rondaría los catorce años cuando trabajé en una granja, esta de gallinas ponedoras, para ayudar a las muchachas a la limpieza, retirar el estiércol, traer los huevos al Puerto y llevar los componentes de los piensos al campo.

Con su desaparecida compañera, Lola, en una foto para el recuerdo.

Por aquella época yo era una espindarga, solo tenia pescuezo. Cuando intentaba ligar con algunas de las compañeras, que todas me gustaban, (aunque tenía alguna predilección por alguna) me rechazaban, diciendo que era un niño muy largo. En cambio cuando se arrimaba algún camperito con traje a la medida y mascota lo aceptaban, pues estos, con el estraperlo estaban riquitos y los demás no nos comíamos una rosca. En este trabajo me cambiaron de gallinero a cochero. Trabaje la temporada de verano y me auto despedí como en otros trabajos, por incompatibilidad con los que mandaban, o por no transigir con las imposiciones agotadoras en el trabajo.

BODEGAS GONZALEZ BYASS.
La racha de muchos embarques de coñac para la Guerra Mundial, absorbió mucho personal para los embotellados y yo encajé en uno donde me dejaron parado por falta de trabajo. A partir de ahí alterne embotellado con peón de albañil y algunas paradas por medio, hasta que por fin en Octubre de 1945 me colocaron en la bodega de González Byass en El Puerto. Donde salvando los dos años de servicio militar y cerca de tres que me tuvieron secuestrado por antifranquista, fue mi lugar de trabajo hasta mi jubilación.

Un gerente de González Byass D. Rafael Fernández de Haro que vivía en una casa anexa a las bodegas del Puerto, decía de mí que era una lástima no haber estudiado alguna carrera técnica, pues creía que yo tenía aptitudes para ello. Con mi situación de huérfano todo lo más que hubiera sacado era el bachillerato, pues una carrera era del todo imposible y menos con mí lastre, pues el mecenazgo solo lo ejercían los pudientes para la carrera de cura.

EL PARTIDO COMUNISTA.
De joven por influencia quizás de lo que fue mi padre, estuve buscando al Partido Socialista en la clandestinidad, jamás di con el, en cambio no tuve que hacer muchos esfuerzos para contactar con el Partido Comunista de España, en el cual sigo militando y me siento muy honrado, pese a que le auguren un porvenir poco atractivo. Milito en el, desde Marzo de 1958. Antes había colaborado en recogidas de ayudas a los presos políticos y otros cometidos antifranquistas.

Por aquella época el Partido Comunista en la clandestinidad, a través de Radio España Independencia Estación Pirenaica. Hizo un llamamiento al pueblo español invitándoles a una jornada de reconciliación entre los españoles. Este llamamiento me hizo reflexionar y me afilié al partido, yo creo que mas por luchar contra el régimen franquista que por ideología.

En el transcurso del año 67 o 68 un amigo me presentó a un falangista antifranquista, este hombre aunque muy mayor, cuando estoy escribiendo esta líneas aun vive. El no me conocía físicamente pero si la existencia de la familia de Francisco Artola Velázquez, mi padre. Nada mas dirigirme la palabra, me dijo, «--Cuanto daño le hemos causado a sus familias ¿Vd. Que opina?» A mí en esos momentos se me arremolinaron todas las canalladas que había soportado, tanto nosotros como muchas familias, las cuales fueron sutilmente perseguidas por el régimen establecido. Me acordé de la jornada de reconciliación y le contesté:  «--Mire Vd., yo no puedo olvidar pero no pienso vivir toda mi vida odiando». «--No esperaba menos de un Artola», me dijo.

Alguien se preguntará ¿Cómo habiendo militado tanto tiempo en un partido y asumiendo cargo en el, no figure en las instituciones? Jamás lo he deseado, pienso que otras personas podrían ser más competentes que yo, además tengo un falso complejo del ridículo y huyo de lo público, el cual tal vez me traicione.

LA FAMILIA.
Dejando esa parte de mi vida y sus implicaciones políticas, hay otras mas alegres de reflejar en esta modesta presentación. Se trata de mi compañera y mis hijos. Vivimos una larga etapa de novios, nueve años, pues no había forma de unirnos por escasos ingresos los míos y nulos los de ella. No quiero contar las vicisitudes que pasamos los dos, esto seria motivo de otro capitulo y no es mi intención.

Con Lola, su mujer, en unos Carnavales.

La verdad es que dentro de nuestras carencias económicas, hemos sido y aun somos muy felices en nuestro matrimonio. Fruto de nuestra pareja tenemos dos hijos, una hembra y un varón, la hembra nos ha dado tres nietas y el varón dos nietos, esta descendencia nos han transmitido un extremado cariño, el cual nos ha servido de estimulo para vivir.

De izquierda a derecha, Paco Artola, Manuel Moro y Carmelo Ciria, durante el Primer Encuentro Provincial Republicano celebrado en las Dunas de San Antón el 10 de octubre de 2009.

Tal vez haya pasado por mi vida la oportunidad de vivir un poco mas desahogado económicamente, pero tengo un hondo sentido de la colectividad y si hubo ocasión no supe atraparla habiendo perjudicado a mi familia, a la cual públicamente pido perdón".  (Texto: Paco Artola Beuzón. 14 de febrero de 2008).

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